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APÉNDICE

lo- LOS SISTEMAS POLÍTICOS ACTUA-


LES RESPECTO A LA TEOLOGÍA,
LA CIENCIA Y EL HUMANISMO. (PO-
NENCIA PARA EL SEMINARIO SOBRE
TEOLOGÍA, CIENCIA Y HUMANISMO.
QUIRAMA, RIONEGRO, JULIO DE
1973).

2o- CARTA DE BOGOTÁ, DECLARACIÓN


AMERICANA DE LOS DERECHOS Y
DEBERES DEL HOMBRE.
LOS SISTEMAS POLÍTICOS ACTUA-
LES RESPECTO A LA TEOLOGÍA,
LA CIENCIA Y EL HUMANISMO.

La política es el s i s t e m a de colocar la
fuerza al servicio de una idea.
Esto es válido p a r a toda clase de política
desde la clasista, hasta la de la sociedad
sin c l a s e s que imagina Carlos Marx; d e s -
de la p a t r i a r c a l hasta la del imperio mun-
dial; desde la de aquél que reconoce que su
poder le viene de Dios, hasta la de aquél que
c r e e e j e r c e r l o a nombre de o s c u r a s fuer-
zas demoníacas.
La política no es la p u r a fuerza. Si lo
fuera no se habrían ocupado de ellas los
más grandes pensadores de todos los t i e m -
pos. La política tiene un plus sobre la fuer-
za, y es la idea que se pretende s e r v i r con
la fuerza. Es esa combinación de lo m á s
bajo y de lo más alto con que el espíritu
humano puede maniobrar, lo que hace de la
política e s a cautivante actividad que a tan-
tos ha llevado a la gloria y a tantos a la p e r -
dición.
Es evidente que este largo p e r e g r i n a r
de la política por la h i s t o r i a universal c a -
si que nos va haciendo olvidar ese elemento
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de poder y de fuerza que va entrañado en Talleyrand a Napoleón, según la conocida
su más limpia esencia. Hasta el punto de anécdota. Mas Napoleón habría podido r e -
que m u c h a s . veces oponemos la política plicarle con igual razón: Lo único que no
a la fuerza. Y hay en ello razón porque podría nacer sin la bayoneta es sentar-
a menudo la política tiene que ceder su me descansadamente a pensar cómo go-
ejercicio de la fuerza p a r a d a r l e paso al bernar el imperio.
ejercicio de la astucia. P o r astucia en- He aquí a lo que llega toda astucia polí-
tendemos frecuentemente un sinónimo de tica: a adquirir el monopolio de la fuer-
la política. za para poderla emplear con toda eficacia.
En efecto: la astucia del débil c r e a el Como ya se expresó, no s e r í a sin e m b a r -
derecho y obliga al fuerte a que se someta go, la política ese afán tan atractivo, si fue-
a él, según la antigua concepción del s o - ra sólo fuerza. La política está presidida
fista Calliclés. En la g u e r r a la astucia desde su interior por una idea, o mejor,
táctica de la pequeña tropa muchas veces un ideal. Y esto es válido aún para los s i s -
gana la batalla a la formidable e s t r a t e g i a temas políticos positivistas o m a t e r i a l i s -
del ejército poderoso. Astucia fue lo que tas. Porque por ideal entiendo aquello que
vino a enseñar Maquiavelo en el siglo XV se busca con el empleo del poder o de la
como una aparente novedad frente a la fuerza que lleva en sí toda política. No
a n t e r i o r conducta de los P r í n c i p e s . Y hay un poder para poder, como a veces
astucia, en fin, es lo que c r e e m o s a d v e r - se expresa el vulgo; no hay una fuerza por
tir en todos los grandes políticos de r a z a . la sola fuerza. Hay un poder y una fuerza
P e r o efectivamente, en política la astu- para algo trascendente a la fuerza y al
cia no es más que la antesala de la fuerza poder. Y eso que t r a s c i e n d e a la fuerza
o del poder. Toda esa maquinación, todo y al poder es la idea.
ese ingenioso juego de la imaginación y Cuántas ideas pueden mover las grandes
de la fantasía; el cavilar y el d e s v e l a r s e , corrientes políticas?. La historia ha d e s -
hacer y r e h a c e r planes que el astuto p r o - tacado multitud de ideas que han servido
yecta no tienen m á s finalidad que la fuer- de causa final de la fuerza o del poder: Dios,
za, el desempeño del poder. la bondad, la belleza, la grandeza, el b i e n e s -
Lo único que no puede hacerse con las tar de un pueblo, la propagación de una
bayonetas es sentarse en ellas, decía creencia o de un s i s t e m a económico, el a c a -

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paramiento de un comercio; una idea de P o r múltiples r a z o n e s el hombre se d e s -
nación o de patria, una idea de ciencia o de prende de la teocracia y penetra en la cul-
técnica, una determinada idea de cultura, turocracia. Ya no es Dios ni los dioses los
etc. que ordenan y dirigen su poder y su fuer-
P e r o si se medita hondamente a d v e r t i - za. Son las cosas que hace, son los objetos
mos que e s t a s ideas a que ha servido s i e m - que r e a l i z a su inteligencia, su imaginación
p r e el poder pueden r e d u c i r s e a t r e s y sólo o su fantasía. P r i m e r o es el culto a su ciu-
a t r e s : Dios, cultura objetiva y hombre. dad, y luego el culto a sus templos, a sus
Ha habido una política de Dios y p a r a estatuas, a la belleza lírica, musical o
Dios o de los dioses y para los dioses. poética; a su técnica.
Es la política teocrática. E s t a m o s hoy La culturocracia es el ambiente en que
tan embargados en nuestro s e r y queha- se ha movido la historia universal en los
cer humanos que difícilmente imaginamos últimos t r e s mil años. Dentro de ella ha
lo que es una política teocrática o una t e o - habido ciertamente un culto a Dios, pero
c r a c i a . Ni siquiera a unos cuantos siglos de Dios mismo se ha tomado más como
distancia encontramos ejemplos, ya que no creación de la teología que como realidad
fueron t e o c r a c i a s ni el gobierno de los R e - trascendente. Ha habido también un culto
yes Católicos ni el de Felipe II en España, al hombre, pero el hombre que ensalza esta
ni aún el de los P a p a s en los Estados Pon- culturocracia es un hombre, s i n o a b s t r a c t o ,
tificios. Los antropólogos nos han r e c o n s - al menos simbólico, es d e c i r , el hombre que
truido algunas t e o c r a c i a s del pasado y han deja su m a r c a humana en las o b r a s l i t e r a -
hallado en algunos pueblos primitivos actua- r i a s o científicas, cuando no es el hombre
les vestigios de su existencia. La teocracia puramente estadístico, el de los grandes
o gobierno de Dios y p a r a Dios es algo números.
muy complejo de imaginar por nuestra El culto de Dios en la c u l t u r o c r a c i a se r e -
mentalidad mundana y s e c u l a r . El poder vela también en las religiones que sustitu-
del s a c e r d o t e , el culto omnipresente, la yen su dogmática por una apologética com-
liturgia i n m e r s a en lo cotidiano, l a s ofren- pleja y sofisticada, en que todo a p a r e c e ,
das y los sacrificios como algo esencial a menos el Dios vivo de la fe.
la vida comunitaria son v i s l u m b r e s de toda El hombre del humanismo en las cultu-
teocracia. r o c r a c i a s es un hombre mascota, un hom-
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bre símbolo he dicho, que sólo vale en Pero por de pronto no los ha hallado. Y su
cuanto representa una idea de hombre, no búsqueda parece ser una tarea infinita.
una realidad de hombre. Y esto cuando De ahí que a este hombre concreto, exis-
no se cae en la estadística, cuando no es tencial, se le coloque hoy como la idea y el
el hombre de la filantropía que es amado objetivo que mueve todo el poder y la fuer-
en grandes números y salvado también en za que van implícitos en la política.
grandes números, sin importar para nada Es de observar que esta política antropo-
ese pequeño número que se pierde o se con- crática en el sentido dicho, mueve no sólo al
dena. hombre secular sino también al hombre r e -
Y al fin hemos llegado a aquella política ligioso de nuestros días. Pero en este punto
que tiene por idea el hombre. Es la antropo- hay que precisar unos conceptos. El cristia-
cracia, que en esta ilación no significa, nismo, y concretamente el catolicismo, han
como es obvio, el gobierno del hombre, sino sido hasta ahora religiones de salvación,
el gobierno para el hombre. El poder y la eminentemente dotadas de un sentido sote-
fuerza ordenados hacia el hombre. riológico. Pero en la historia del cristianis-
Debemos al existencialismo y a la filo- mo han sido siempre figuras descollantes
sofía existencial el haber puesto en primera el pobre y el rico. Esta pareja es predomi-
línea al hombre real y concreto, colocán- nante. No precisamente la pareja del sabio
dose de espaldas a un hombre ideal signo y el ignorante, ni la del poderoso y el hu-
de todas las excelencias y figuración per- milde, ni la del libre y el esclavo. El po-
exaltada de todos los atributos. Como el que bre y el rico han ocupado la atención de
suponía Platón que existía en un topos ou- la teología y de la pastoral eclesiásticas,
ranios, en un lugar celeste. O aún como hasta hacer de esa polaridad un elemento
el que imaginaba Aristóteles como hombre radical en la consideración humana, si ex-
natural en quien brillaba todo el telos, toda ceptuamos la del justo y el pecador.
la finalidad de un ser adecuado a su destino Durante la economía feudal, el rico fue
No. El hombre no es ni el ideal metafísi- mirado con admiración pero al tiempo
co de Platón ni el real también metafísico mismo con compasión por las almas pia-
de Aristóteles. El hombre es un peregrino en dosas que veían en él una víctima del demo-
este mundo en busca de esos dos hombres nio, pues a costa de la salvación de su alma
metafísicos, el platónico y el aristotélico tenía muchas veces que pagar el goce de

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sus r i q u e z a s . El pobre en cambio tenía te a nombre del Evangelio, y que el Evangelio
asegurada la bienaventuranza eterna, ya que sólo obliga a dar e s e combate y a vencer ese
la compraba al precio de sus sufrimientos, espectro.
de sus privaciones y de sus humillaciones. P e r o prescindiendo de estos excesos de
Esta sobrevalorización u l t r a t e r r e n a del los que se volverá en b r e v e tiempo, es un h e -
pobre fue la que impidió que durante muchos cho que la v e r d a d e r a antropocracia tiene que
siglos se iniciara en la Iglesia una v e r d a d e - echar sus fundamentos en un hombre que
ra campaña contra el hambre y la m i s e r i a haya satisfecho sus necesidades p r i m o r -
de la mayoría de los habitantes de la t i e r r a . diales de vestido, comida y vivienda. A s -
Los m i s i o n e r o s se extendieron por todo el piración ésta que debe s e r universal, total,
mundo a llevar el Evangelio, pero no a l l e - hasta el extremo de que no quede s o b r e la
var a los pueblos desvalidos el pan que sacia faz de la t i e r r a s e r humano alguno que toda-
y el albergue que p r e s e r v a y a m p a r a . Eran vía tenga que q u e j a r s e de e s t a s indigencias.
e s t a s necesidades que tocaban con la vida
presente y s a t i s f a c e r l a s no resultaba s e r Sin embargo, esta finalidad de una po-
p r e c i s a m e n t e un fin kerigmático, un fin de la lítica antropocrática no absorbe de por sí
predicación evangélica. la misión c a r a c t e r í s t i c a de la Religión.
Mas a p a r t i r de los s o c i a l i s t a s utópicos, El fin de la Iglesia es la evangelización y
del m a r x i s m o y de las encíclicas sociales, no la prosperidad de los pueblos, si bien
se r e g i s t r a un cambio en esta perspectiva pueda o b t e n e r s e ésta a t r a v é s de aquella,
que se va acentuando hasta llegar hoy en como bien lo e x p r e s a la doctrina católica
ciertos círculos e c l e s i á s t i c o s a la v e r d a d e - (Constit. Gaudium et Spes, P. 177, Edic.
ra heterodoxia. Hay nubes de s a c e r d o t e s Paulina). Y, ya lo había expresado con e n é r -
y monjas que hoy en día proclaman la lucha gicas p a l a b r a s el teólogo Biederlack al
contra el h a m b r e y la m i s e r i a como el fin decir que los bienes naturales no se orde-
elemental de toda sociedad c r i s t i a n a , e m - nan objetivamente a la felicidad eterna, ya
pezando por la m i s m a Iglesia. La t e s i s que ella es asequible aún en el caso de que
m a r x i s t a del más acá les ha llegado al alma. . predominen los males naturales.
Ya no encuentran otro objetivo a su actividad La religión tiene pues su misión bien a c o -
apostólica que la batalla contra la m i s e r i a tada dentro de la sociedad humana y toca a la
económica y creen que pueden dar el comba- teología p r e c i s a m e n t e mantener e s t o s lin-
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deros de modo que no se borren por estu- Por de pronto, el que no está numerado
pidez o por codicia. puede ser objeto de las mayores privacio-
Una de las características de la socie- nes: puede ser detenido indefinidamente en
dad de nuestro tiempo es su masificación. una cárcel hasta el momento en que esté en
Ingentes muchedumbres llenan las ciuda- condiciones de definir su situación. Definir
des, abandonan los campos, y lo más gra- su situación es colocarse en aptitud para que
ve de todo este panorama multitudinario, el Estado le confiera un número que lo
es el desempleo de todas estas gentes, señale de por vida.
que coexiste no sólo con el hambre sino
también con la avidez de todas las lujurias Ahora bien, el que recibe ese número
que ofrece la vida moderna en diversiones, que lo distingue de los demás, se somete
espectáculos, placeres, comodidades, etc. por lo mismo a que se le registre paso a
paso y minuto a minuto su vida entera,
La masificación es un atentado a la digni- de suerte que en un momento dado puedan
dad de la persona como no lo alcanzó a salir en impecables tarjetas perforadas,
ser aquella miseria que rememorábamos las pequeñas faltas de su infancia que ha
hace un momento y que subleva hoy a los es- registrado su escuela primaria, las locu-
píritus revolucionarios. ras de su adolescencia constatadas en los
Un pueblo masificado, si no quiere ser registros universitarios, el desvío de los
víctima de un genocidio causado por la treinta años, en fin, toda la carga de nuestro
bomba atómica o por las energías bacterio- pasado que, como dice la filosofía existen-
lógicas, debe obligadamente someterse a la cial, revela lo que verdaderamente somos.
técnica de la computadora y a la horrorosa En estas condiciones, el hombre víctima
presión de la informática. El Estado que de la informática como se le llama hoy a
corresponde a la sociedad masificada es el esta acumulación de datos, se ve también
Estado del computador: su gran arma es expuesto a una exhibición inmisericorde
el Banco de Datos, y ante él la más alta de su pasado en la que se hace imposible
infracción es la indocumentación. todo perdón y vano todo arrepentimiento,
Este Estado que nace paralelamente con ya que primero se hizo vano e imposible
las técnicas cibernéticas divide sus subdi- todo olvido.
tos en dos grandes categorías: los que Entran aquí, pues, la técnica y la cien-
están numerados y los que no lo están. cia que la preside a jugar su papel deci-
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sivo en la política. En manos de e s t a s a los s i s t e m a s políticos de la actualidad
dos r a m a s del s a b e r humano está el m a - o de un muy próximo futuro. Como conclu-
nipular adecuadamente el hombre masivo siones extraigamos l a s siguientes:
que nos depara el porvenir. Su misión está l o . - La teología limita el campo de a c -
p r e c i s a m e n t e en impedir que e s a masifi- ción del Estado frente a la religión y r e -
cación se prolongue y, al c o n t r a r i o , en conoce al hombre un derecho a su vida
l o g r a r que se amengüe hasta h a c e r l a d e s - secular, no de espaldas a Dios ni frente
aparecer. a Dios, sino al lado de su conducta r e l i -
Y hay que a d v e r t i r aquí que el peligro giosa.
de la masificación no proviene solamente 2o.- La teología exige a la ciencia que en
de una explosión demográfica. Es claro que sus investigaciones derivadas hacia la t é c -
ella la hará cada vez m á s posible y u r - nica no olvide que tiene en frente a un s e r
gente. P e r o se origina principalmente en que es el hombre, el cual no puede s e r
la técnica que induce a t r a t a r las multitu- tratado como un número, sino tenido en
des como n ú m e r o s , como fichas, como cuenta en su realidad de persona humana.
perforaciones de una tarjeta de computa- 3o.- Los s i s t e m a s políticos a c t u a l e s , to-
dor. La Roma i m p e r i a l e r a masiva como dos más o menos inspirados en una con-
no lo fue después la Roma de los P a p a s en cepción personalista, si en realidad quie-
el Renacimiento. La diferencia no estaba ren salvar al hombre, deben encaminar t o -
en el número de habitantes sino en la m a n e - das sus energías hacia una desmasifica-
ra de t r a t a r l o s : un número en tiempo de los ción de la persona humana y un auténtico
C é s a r e s que en bloques pedían pan y circo. respeto no sólo de su conciencia sino
y un ciudadano en el siglo XVI que aún c o m - también de su intimidad. Este es el h o r i -
pitiendo con muchos, alcanzaba a distinguir- zonte del humanismo de n u e s t r o tiempo.
se por su nombre y por su apellido familiar.
P o r algo afirmó Hegel que la Roma c l á s i -
ca había descubierto al individuo sin in-
dividualidad.
He aquí, a grandes r a s g o s , trazado el
panorama de las relaciones e n t r e la t e o -
logía, la ciencia y el humanismo frente
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