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Año III/número 27/Mayo 2010

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[Cuadernos de divulgación filosófica y jurídica]

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Nosotros.
Dirección Editorial
David Arturo
Hernández Vega
Saludos a todas y a todos nuestros lectores, en este número de
Areté hablaremos del existencialismo. Comenzaremos hablando
un poco acerca de Albert Camus, filósofo francés, seguido con
2
Jefa de Información
un texto acerca de “el Otro” en Sartre, además venimos con la
Laura Martínez
Domínguez “mala fe” en derecho, para terminar con la ya conocida columna
Corrección y Estilo de CafÉthos hablando esta vez acerca de la cafetería El Kaldi.
Zully Zambrano
Disfrútenla.
Gloria Tavárez,
Nancy Estrada

Gabriela Ordoñez
Colaboradores
C.A. Ordóñez
Marcos Vázquez
Javier Gómez
María Fernanda Lara
Rossana Vázquez
Alberto Piña
Martha Treviño
Diseño
Rafael Pi/ Alejandro
Ordóñez
Areté|Cuadernos de
divulgación filosófica
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propiedad intelectual y
responsabilidad del autor
a b s u r d o
o f ía d e l
L a f i l o s Por: Gloria Tavárez
El premio nobel a la literatura más joven de la historia; el filósofo, el periodista,
actor, ensayista, dramaturgo, novelista, Albert Camus siempre impregno sus
obras con ese toque influenciado por Schopenhauer y Nietzsche condimentando
con algunas ideas de Sarte.
Un extranjero desencantado, un escritor
con una clara misión y una fuerte
influencia existencialista. Lo absurdo
era la tinta con la que plagaba sus libros,
esa desazón de la vida humana
desatinada y errante, carente de lei-
motiv, transmutando un destino funesto
en el panorama humano y filosófico de
su visión, velado en sus obras más
representativas.
La indiferencia absoluta del hombre
ante el mundo, deambulando en la
introspección del desencanto de la
totalidad, justificado en esa visión casi
fatídica: “un hombre que no hubiera
vivido más que un solo día podría sin
esfuerzo vivir cien años en una prisión”
(El extranjero, Camus A.) Ese vacío de
las burdas pasiones humanas, lo hace
alejarse y encaminarse hacia su propia
desgracia, la prisión de hueso labrada en
el individualismo.
La enajenante sociedad que marchaba al unísono, con los pies y el pensamiento en
alerta, listos para el ataque, él, desde el otro flanco luchando con Combat apoyando
la resistencia francesa, con la mejor de las armas: las letras y su siempre extremo
pensamiento acompañado de una afirmación hacia la dignidad humana y la
fraternidad.
 Un existencialista que nos cautiva con cada página
llevándonos a la reflexión:” separa el objeto con el
que se encuentra de la textura existencial a la que
pertenece”, característica del filósofo, según García
Márquez.

“La existencia humana es actualidad, el momento

presente, la realización de unas posibilidades que
revelan las cualidades del hombre. Consideran que la
existencia precede a la esencia, que el hombre,
cuando nace, no es nada, y que solamente existe
cuando va decidiendo libremente lo que es y lo que
será”

Un hombre adelantado a su época (como muchos de los grandes genios) con una pasión indiferente,
desgarradora e innata con lo cual plagaba sus letras; el pensamiento de el absurdo, la vida como algo un
sinsentido, con un vacío inequívoco dejado por los hombres en lo particular, ante un mundo aniquilado
por la guerra, un panorama en donde el hombre perdía el valor de sí mismo a través de la aniquilación de
los otros, lo cual resultó en un pensamiento existencialista, presente a lo largo de los universos de sus
libros y cuya opinión trasciende naciones y épocas.

Dra. Ma. de Lourdes Chávez Pombo

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 El Otro Rogelio Díaz
Durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla la corriente de pensamiento
llamada “Existencialismo” en sus dos vertientes, Cristiana y Atea. El principal representante de la
corriente atea es Jean Paul Sartre, en su pensamiento nos presenta un panorama totalmente distinto al
que nos podría presentar el Cristianismo, en otras palabras Sartre nos invita a inventar al hombre y a
olvidarnos de toda definición antes dada acerca de la existencia y relaciones del hombre.
Sartre, en esta invitación para crear al hombre, nos sugiere una libertad para hacerlo, es decir,
cada quien se hará como quiera hacerse, “yo quiero ser esto y no aquello” ya que el hombre a decir de
Sartre “es libertad”.
Pero, libre sólo es aquel hombre que vive aislado, fuera de una sociedad, ya que en una
sociedad se convive con “Otros” entes semejantes a mí, los cuales juzgan mi actuar y lo condicionan.
Por lo antes mencionado, ¿acaso no podríamos decir que el
otro niega mi libertad de autodefinición?
Primero debemos aclarar qué se entiende por hombre, tal y
como concibe Sartre y el existencialismo, no es definible,
porque empieza por “Ser Nada”: “Solo será, y será tal como
se haya hecho”. Como no hay Dios que determine la esencia
del hombre, entonces el mismo hombre debe determinarse a
sí mismo.
Ahora bien, ¿a qué se refiere Sartre cuando dice que
el “Hombre es Libertad”? Si en efecto la existencia precede a
la esencia, no se podrá jamás explicar por referencia a una
naturaleza humana dada y fija al mismo Hombre; si lo
decimos de otra manera: el Hombre es Libre, sin determinismo, es decir, el Hombre mismo es Libertad,
dado que si Dios no existe, no encontramos valores u órdenes que legitimen nuestra conducta y nuestro
ser. “Estamos solos, sin excusas, lo que expresaré diciendo, que el Hombre está condenado a
ser Libre”
Condenado por no crearse a sí mismo, por no pedir venir a este mundo y sin embargo libre, pues una vez
arrojado a este mundo es responsable de todo lo que hace y deja de hacer, es decir, estamos
condenados a inventar al Hombre a cada instante
La realidad Humana es libre de hacer todo, pero esta supeditada a la existencia y a la libertad, dicha
libertad trae consigo la toma de decisiones responsables; de tal forma la realidad Humana “en y por su
propio surgimiento”, debe definir su ser propio por medio de sus fines.
“Así la libertad, siendo asimilable a mi existencia, es fundamento de los fines que intentare
alcanzar, sea por voluntad, sea por esfuerzos pasionales”
Una vez establecida la concepción de que el “Hombre es Libertad”, veamos ahora a qué se
refiere con “la existencia del otro”. Ante todo conviene presentar al “otro” en su realidad de “otro”, no sólo
es un cuerpo el cual se encuentra delante de mí, objeto entre los objetos; debemos pensar en el “otro”,
no sólo como aquél que veo, sino también como aquél que me ve “Yo veo el otro-objeto, pero al
mismo tiempo soy visto por el otro-sujeto”. Es decir, soy concebido como objeto, y experimentamos

Continúa en la página 7
Albert Camus
(Mondovi, Argelia, 1913-Villeblerin, Francia,
1960) Novelista, dramaturgo y ensayista francés.
Nacido en el seno de una modesta familia de
emigrantes franceses, su infancia y gran parte de
su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente
y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la
Universidad de Argel, que no pudo concluir
debido a que enfermó de tuberculosis.
Formó entonces una compañía de teatro de
aficionados que representaba obras clásicas ante
un auditorio integrado por trabajadores. Luego,
ejerció como periodista durante un corto período
de tiempo en un diario de la capital argelina,
mientras viajaba intensamente por Europa. En
1939 publicó Bodas, conjunto de artículos que
incluyen numerosas reflexiones inspiradas en sus
lecturas y viajes. En 1940 marchó a París, donde
pronto encontró trabajo como redactor en Paris-
Soir.
Empezó a ser conocido en 1942, cuando se
publicaron su novela corta El extranjero,
ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de
Sísifo, obras que se complementan y que reflejan
la influencia que sobre él tuvo el existencialismo.
Tal influjo se materializa en una visión del
destino humano como absurdo, y su mejor
exponente quizá sea el «extranjero» de su novela,
incapaz de participar en las pasiones de los
hombres y que vive incluso su propia desgracia
desde una indiferencia absoluta, la misma, según
Camus, que marca la naturaleza y el mundo.
Sin embargo, durante la Segunda Guerra
Mundial se implicó en los acontecimientos del
momento: militó en la Resistencia y fue uno de
los fundadores del periódico clandestino
Combat, y de 1945 a 1947, su director y
editorialista. Sus primeras obras de teatro, “El
malentendido” y “Calígula”, prolongan esta
línea de pensamiento que tanto debe al
existencialismo, mientras los problemas
que había planteado la guerra le inspiraron
Cartas a un amigo alemán.
Su novela La peste (1947) supone un cierto
cambio en su pensamiento: la idea de la
solidaridad y la capacidad de resistencia
humana frente a la tragedia de vivir se
impone a la noción del absurdo. La peste es
a la vez una obra realista y alegórica, una
reconstrucción mítica de los sentimientos
del hombre europeo de la posguerra, de sus
terrores más agobiantes. El autor precisó su
nueva perspectiva en otros escritos, como el
ensayo El hombre en rebeldía (1951) y en
relatos breves como La caída y El exilio y el
reino, obras en que orientó su moral de la
rebeldía hacia un ideal que salvara los más
altos valores morales y espirituales, cuya
necesidad le parece tanto más evidente
cuanto mayor es su convicción del absurdo
del mundo.
Si la concepción del mundo lo emparenta
con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y
su definición del hombre como «pasión
inútil», las relaciones entre ambos
estuvieron marcadas por una agria
polémica. Mientras Sartre lo acusaba de
independencia de criterio, de estirilidad y
de ineficacia, Camus tachaba de inmoral la
vinculación política de aquél con el
comunismo.
De gran interés es también su serie de
crónicas periodísticas: Actuelles. Tradujo al
francés La devoción de la cruz, de
Calderón, y El caballero de Olmedo, de
Lope de Vega. En 1963 se publicaron, con el
título de Cuadernos, sus notas de diario
escritas entre 1935 y 1942. Galardonado en
1957 con el Premio Nobel de Literatura,
falleció en 1960 en un accidente de
automóvil.
este ser-visto-como-objeto en experiencias, tales como la timidez, el azoramiento y en general todas
las vivencias delante del “otro”, en las cuales sentimos la conversión en “objeto” y “objeto
dependiente”. El “otro” me condiciona con su mirada y su punto de vista, en cierto grado me siento
dominado, es decir, el “otro” es el infierno del “yo-sujeto”.
No juzgamos nuestros actos, simplemente los hacemos, entonces el “otro” origina la reflexión
acerca de nuestro actuar, dado que es un mediador entre el “yo” y “yo-mismo”, quien determina lo
incorrecto de mi acción.
Supuestamente el Hombre es irremediablemente libre, se elige y se forma a sí mismo, lo cual también
podemos entender como que el hombre es una especie de proyecto, el cual siempre se encuentra en
proceso “de”, pero si este “querer-ser” permanece en nuestra mente como un pensamiento y no lo
llevamos a la práctica es como si nunca hubiéramos “querido-ser”, debido que somos a según de
como nos proyectamos en el mundo. Pero, si como lo mencionamos, existe un “otro” que condiciona
mi actuar, atenta contra mi proyecto, ¿de qué forma? En el momento que el “otro” da cuenta de mi
actuar cuando con su mirada lo señala como inapropiado, por lo tanto, cada vez que mi actuar no sea
aprobado por el “otro” me veré en la imposibilidad de continuar con mi proyecto y en la necesidad de
proyectar lo que el “otro” considere como apropiado. Pese a esto, Sartre menciona que el “otro” no
coarta la libertad, pero la realidad es que, el “otro” se adueña de “mi proyecto”, el cual pasa a ser “su
proyecto”, ya que es él quien determinará mi actuar en el mundo y por lo tanto moldeará “mi proyecto”,
dejando de lado mis deseos, mi querer-ser, es decir, mi libertad.
Aún y con todo lo anterior, se puede pensar en la continuación de lo deseado, pero no
subestimemos al “otro”, ya que el poder que ejerce sobre el “yo-sujeto” es arrasador, una influencia
imposible de evadir, pues en cierta manera me veo reflejado en “él” y de la misma manera actuaría
sobre el “otro-sujeto” convirtiéndolo en “otro-objeto”; por ello nos vemos en la necesidad de afirmar
que no somos libres, mucho menos dueños de nuestro proyecto, al parecer todos somos dueños de
los “otros” proyectos, pero jamás del nuestro-propio.

Pese a la conclusión anterior, Sartre salva la libertad del Hombre, pero ahora con la “elección”,
afirma que con cada elección también elegimos a los demás
Hombres, pues cada vez que seleccionamos algo respecto al
Hombre el cual “queremos-ser”, a la vez creamos una imagen del
hombre y cada vez adoptemos algo para nosotros debe ser
bueno, ya que nadie se desea el mal a sí mismo, dado que lo
elegido no puede ser bueno para nosotros si no lo es para los
demás; pero interroguemos ¿Esto es necesariamente cierto?
Esto debido a que en la mayoría de los casos uno opta por lo que
es conveniente para nosotros sin importar los demás, es en este
punto donde podemos afirmar lo siguiente.
Es en efecto mi libertad, es decir lo más íntimo de mí mismo lo
que él me sustrae, este ser-para-el-otro en que me convierto
ante él, yo lo soy, pero no dispongo de él, de este modo, el
surgir del otro, lejos de traerme una promesa, sólo siembra la
muerte y la condenación.
 concepto de “malo” lo establece como aquel carente

Diké La Mala fe de bondad.

Concluye: en realidad no importa en lo que “cree”
alguien, el cual actúa sin título o con título
El autor Ernesto Gutiérrez y González hace
defectuoso, o con disimulación del error, si en
tiempo, entró en el problema de obtener una
realidad ese alguien tenía una intención, es decir,
noción unitaria de lo que es, la “buena fe” y la
una determinación de la voluntad hacia un fin.
“mala fe”, en el campo del Derecho; tardando
Por lo tanto, siguiendo a Gutiérrez y González
algunos años encontró la solución al problema. El
podemos considerar en la realidad el actuar de “mala
meollo se encontraba dentro del lenguaje común,
fe” como una mala intención, pues determino mi
el cual se mal empela en el ámbito del Derecho.
voluntad para un fin carente de bondad debido a su
El autor elabora un desarrollo y análisis del
naturaleza o destino, o por su oposición ante la razón
concepto de mala fe, tomando por referencia el de
y la ley.
la ley: “obran de mala fe, cuando saben y tienen
Para nuestro autor, éste error proviene por la
convicción de que están actuando
perdida en la historia del Derecho, de aquella noción
indebidamente.” Analiza el significado de fe,
que Roma consideraba como buena fe, a lo cual se
denominándola una creencia; mientras el
opuso el nombre bárbaro de mala fe: al mal actuar y a
la mala intención.

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 Verónica González
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Presentando esta
revista.
Promoción válida en el mes de mayo 2010
Bienvenidos a la sección de CafÉthos de la
Revista Areté, donde recorremos el mundo
CafÉthos
del café contándoles anécdotas y el transitar
o el tránsito de esta enigmática bebida.
En esta ocasión he
descubierto que el vapor
desprendido por el café es
benéfico, ayuda contra los
flujos oculares y los zumbidos
de los oídos. Resulta excelente
para el ahogo, los catarros
perjudiciales para los
pulmones, los dolores de riñón
y hasta para contraatacar las lombrices. No
les aseguro que sea cierto, sin embargo una
taza de café siempre es agradable para el
paladar.
Así que una vez conocido esto, me permito
recomendarles un lugar de decoración
sobra, con mesas de madera y una barra que
invita a la charla.
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primero que ofrece es un golpe de aroma a café
recién tostado y molido.
Con una carta amplia, el Kaldi nos invita
a degustar el mejor Café Americano, que
alguien pueda desear para disfrutar de
una tarde de lectura, o un momento de
trabajo compulsivo, dado que el ambiente
es particularmente tranquilo y las
personas que lo atienden sumamente
amables.
No dejen de visitarlo, la experiencia es
inolvidable y el sabor de su café inigualable.
Cualquier comentario, duda o sugerencia
envíanosla a: cif.chihuahua@gmail.com o
comunícate con nosotros al teléfono: 2590789.
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Yáñez y asociados

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