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EL FUERO DE LOGROÑO
Y SUS CONSECUENCIAS:
Primero de Derecho
CURSO 96/97
UNED
Portugalete
INDICE
Agradecimientos
cercanas a nuestro entorno, hecha por la Profesora Titular de Historia del Derecho
Dr.D. Félix Alonso y Royano. A ambos les agradecemos además de la invitación, los
proyecto con nosotros, pero que por condicionantes de tiempo se han apartado
voluntariamente de él.
Aspectos históricos.
Análisis externo.
Análisis de su contenido.
VI.- BIBLIOGRAFIA
I.- ASPECTOS GENERALES.
La población.
La Rioja fue con frecuencia objeto de disputas entre los Reinos de Aragón, Castilla y
Navarra por su ubicación en el camino de Santiago, puente entre la Meseta y Navarra.
En el contexto de estas disputas y también a causa de la guerra contra los árabes,
coincidieron unas circunstancias que potenciaron la repoblación del área riojana y la
protección de la ciudad de Logroño con un Fuero específico local.
En 1.065, los hijos de D. Fernando I y de Dª. Sancha de León heredaron los diferentes
reinos hispanos y las parias de los reinos de taifas hispano-musulmanes. Al
primogénito, Sancho II el Fuerte le correspondió Castilla, pero fue muerto en una
conjura en 1.072, y su hermano Alfonso VI heredó la corona, si bien tuvo que jurar en
Santa Gadea de Burgos su inocencia, ante los nobles y ante D. Rodrigo Díaz de Vivar.
El nuevo monarca desterró a Díaz de Vivar y nombró "alférez del rey" a otro noble, D.
García Carrión, conde de Nájera, y marido de Dª Urraca, hermana de Sancho IV de
Pamplona.
En el año 1.076 murió Sancho IV de Pamplona, despeñado en Peñalén, y ante las
intrigas para su sucesión, Alfonso VI resolvió ocupar La Rioja. Entró en Nájera con la
aquiescencia de la población y dio a la Villa tono de Corte Real, algo que ya habían
hecho anteriormente los Reyes Navarros. El arraigo riojano del Conde García Carrión y
de su esposa Dª Urraca influyó en que el rey se asentase en La Rioja y en que
concediera a Logroño el Fuero Municipal.
En la Alta Edad Media, como hecho característico del feudalismo, la relación con el
poder Real existía, pero se realizaba a través de poderes intermedios. Aunque en España
no se desarrolló por completo esta forma política, coexistieron demarcaciones
dependientes de la Corona, con territorios inmunes.
Las normas de los Fueros más antiguos se suelen referir a cuestiones de organización de
los pueblos: fijación del término municipal, condiciones de los pobladores, relaciones
con el señor inmediato, prestaciones personales, impuestos, servicio militar,
responsabilidad penal, preceptos sobre el proceso judicial, la propiedad de los bienes y
otros aspectos de la vida privada. Será más tarde, con la recepción del Derecho común,
en los siglos XII a XV, cuando, poco a poco, irán imponiéndose normas con vigencia
para todo el territorio del Estado que lo promulga.
El texto del Fuero recomienda mantenerse conforme al fuero de francos por la buena fe
y autoridad de esta escritura, y expresa que esto sea así para los franceses, como
españoles, como cualesquier otras gentes. Entre los elementos generadores de
influencias en el Fuero de Logroño se destaca la incidencia del Derecho franco y se
apunta que pudo haber influido en su redacción el antiguo Fuero de Morlàas, otorgado
por el conde Gastón IV hacia 1.088, en Francia.
El texto presenta una parte inicial de protocolo, con una invocación -"En el nombre de
Cristo..."-, la dirección -"Yo Alfonso, por la gracia de Dios..."-, la salutación -"A todos
los ahora y en el futuro reunidos..."- y la notificación -"Hacemos saber cómo el muy fiel
conde don García..."-.
Sigue una segunda parte, de disposiciones, cuarenta y cinco apartados que regulan
diversos aspectos jurídicos para la vida en la Villa. En ellas se recogen los aspectos más
variados de la vida municipal normal y de las desviaciones delictivas más usuales. Por
último, la parte final o escatocolo contiene la cláusula conminatoria -"Por ende, en
presencia de Dios vivo, yo Alfonso, rey de Castilla..."-, las dos roboratorias -"Esta
escritura real obtenga firme roboración..." y "Yo, Alfonso rey, confirmé esta carta en
Alberite..."-, el Testigo -"Obispo Don Pedro de Nájera...", la cláusula de datación
-"Hecha la carta en la era MCXXXIII...", esto es treinta y ocho años más que los de
nuestra era.- y los confirmantes - Infantes, condes, alférez del rey y confirmantes-.
Alfonso VII, nieto de Alfonso VI, añadió cuatro disposiciones, con una notificación
previa -"Y yo, emperador de toda España..."- y una cláusula gratulatoria -"Y nosotros,
hombres de Logroño..."-.
Sancho III y Sancho VI, éste rey de Navarra, añadieron una disposición cada uno,
sumando un total de cincuenta y una. La disposición de Sancho III, de 1.157, va
acompañada de una notificación que justifica la disposición -"...por Pedro Jiménez, que
me lo rogó encarecidamente..."-, además de la cláusula de datación, los confirmantes y
la fecha. La de Sancho VI, de 1.168, en la notificación nombra al Concilio de Logroño,
concejo municipal, ya entonces más desarrollado; y define las corseras por fuero,
límites hidrográficos que nos recuerdan a la Iberia prerromana, o los ríos presentes en
las ordalías germánicas.
Tal y como se ha señalado, los fueros son un conjunto de normas jurídicas, de contenido
muy variado, sin llegar a tener una caracterización específica. El Fuero de Logroño no
es una excepción. En él se encuentran disposiciones de diferentes tipos, ya sea
administrativo, privado, penal o procesal. A continuación se revisan las disposiciones
que lo conforman y se analizan las diferentes instituciones que contiene. En el anexo 6º
se definen los términos en cursiva.
La parte dispositiva del Fuero comienza con un artículo que introduce una interesante
institución, la paz de la casa, de la que se hablará más adelante. Las seis primeras
disposiciones del Fuero dan una serie de privilegios y exenciones para aquellos que
poblaran el lugar. Se ve cómo, desde el principio, el Fuero busca hacer interesante para
vivir una zona determinada, en definitiva, conseguir la repoblación de un punto
geográfico. Más muestras de este carácter se ven a lo largo de todo el Fuero.
Estas cuatro primeras disposiciones son de tipo administrativo, pero a su vez se ven
respaldadas por dos disposiciones de tipo penal, la 5ª y la 6ª.
La 6ª disposición establece un límite para una falta concreta, las agresiones al sayón. En
la Edad Media la composición pecuniaria era frecuente, lo cual queda patente en las
diferentes disposiciones del Fuero. Este tipo de penas encuentran su antecedente en el
vergeld o veregildo germánico.
La disposición 7ª señala las penas a aplicar en diferentes casos de homicidio, con o sin
un culpable claro, eximiendo a la Villa de la responsabilidad vecinal; esta
responsabilidad vecinal fue muy frecuente en aquella época y servía para que los
familiares del difunto pudieran cobrar en cualquier caso el veregildo correspondiente.
La siguiente disposición, la 8ª, de tipo procesal, conecta con la anterior, ya que regula
los juicios por homicidio, que eran determinados por el Rey.
Las disposiciones 13ª y 14ª, variantes de la 12ª; distinguen entre golpear a un hombre
desnudo o a uno vestido “...si prendara a un hombre capa o manto u otras prendas...”.
De la disposición 15ª lo más destacable es el mismo valor probatorio que da a una mujer
buena y a un hombre bueno, así como a dos hombres sin especificar más. La prueba que
regula esta disposición es del tipo de la llamadas racionales y tiene su antecedente en el
sistema de testigos rogados del derecho germánico, los cuales acudían bien por citación
previa o por voces o apellidos.
En la 16ª y la 17ª sigue dando normas de tipo penal, observándose en esta última
disposición alguna referencia a la enmienda, ya comentada.
En la disposición 18ª se define una de las dos donaciones reales que se expresan en el
Fuero.
En la disposición 20ª aparece alguno de los deberes que se impone a los habitantes,
como el pago de dos sueldos al señor por Pentecostés. Esta disposición no fue siempre
trasladada a otros fueros, pasando por diversas vicisitudes y fundiéndose dicho pago al
final con el pago del pedido tasado.
La utilización del horno era una de la cuestiones más importantes de la época y así la
disposición 21ª establece el pago de un pan al Rey por la utilización del único horno
local que se instala en la villa.
Las dos siguientes disposiciones, la 22ªy 23ª, son de tipo administrativo. En la 22ª se
establece que el señor de la villa deberá nombrar al merino, al alcalde y al sayón de
entre los pobladores del lugar, y en la 23ª se libera del pago de los sueldos del alcalde y
del sayón a los pobladores, imponiendo que este pago lo realice el señor de la villa. Esta
disposición va a ser una constante en posteriores fueros.
Las cuatro siguientes disposiciones son de tipo penal y fijándonos en ellas en conjunto
volvemos a ver las diferencias que se establece entre foráneos y vecinos del lugar, para
conseguir las situaciones más favorables y que sean más atrayentes para la repoblación.
Mención especial merece la disposición 26ª, ya que cita el Mercado, figura que no se
concede de forma explícita en el Fuero, pero que debía existir. Los mercados eran muy
importantes para la vida económica de una región y su importancia fue en aumento con
el cambio social a lo largo del tiempo.
A partir de este punto, el Fuero da una serie de disposiciones de orden privado o civil.
La disposición 28ª asegura la propiedad privada de los vecinos de la villa, eximiéndoles,
a la vez, de una serie de prestaciones, tanto económicas como personales, alguna de las
cuales ya se ha mencionado con anterioridad en el Fuero. También remarca una total
libertad a la hora de vender y comprar heredades.
La disposición 31ª otorga los pastos para el libre uso de los vecinos; se puede aplicar a
esta disposición y a la siguiente lo comentado en la anterior.
La disposición 32ª se ocupa del agua, bien necesario tanto para la construcción de
molinos como para el regadío.
Las tres disposiciones citadas dan la base necesaria para el florecimiento de aquellas
actividades que suponían el soporte económico de la época, lo cual no hace más que
redundar en el carácter repoblador del Fuero.
Sigue el Fuero otorgando más concesiones, de forma que el asentamiento resultase más
sencillo; así, la disposición 33ª se encarga de dejar libre acceso a la madera de los
bosques, ya fuera para usarla en la construcción o como combustible.
La mención de estas libertades respecto a la venta de bienes muebles o inmuebles
denota un intento de lograr la estabilidad en el asentamiento tanto del entorno humano
logroñés como del foráneo. Por otro lado, el tratamiento de la propiedad inmobiliaria
que el Fuero realiza, dista mucho del desarrollado por el Derecho Romano. Este
aspecto, junto con una institución de origen franco, la prescripción de un año y un día,
que se encuentra en la disposición 29ª, acerca el Fuero de Logroño a las tesis
germanistas, tesis que son las más seguidas.
La disposición 34ª establece los limites territoriales en los que el Fuero tendrá vigor,
limites ya comentados con anterioridad.
Así mismo, la disposición 36ª refuerza la donación anterior, al darla de por vida. Con
ello aumenta la seguridad y la estabilidad del Derecho otorgado.
La disposición 37ª regula la producción de molino. Aquí, el Rey otorga otro privilegio,
el de estar exento del pago por dicha producción el primer año, y pagar la mitad en años
posteriores a quién haga molino en tierras del Rey. El que lo haga en sus propias tierras,
tal como indica la disposición 38ª, no habrá de pagar nada.
El Fuero de Logroño contiene también algunas disposiciones de tipo procesal, como son
la 8ª, de la 39ª a la 42ª, y la 45ª; disposiciones todas ellas que favorecen en cualquier
caso a los vecinos del lugar contra los foráneos e incluso contra los señores de la villa.
Concretamente, la disposición 39ª parece mitigar la figura de los juicios de medianedo,
dando como punto de encuentro el Puente de San Juan. La disposición 40ª es copia de la
anterior, dando esta vez Santa Mª de la Redonda como lugar donde se debían celebrar
los juicios, así como los juramentos, tal como expresa la disposición 41ª.
La disposición 42ª, de tipo procesal, indica la necesidad de probar con dos testigos
legales o bajo juramento, en el lugar antes citado, cuando sea un foráneo quien acuse a
un vecino de la Villa. Para que los testigos sean legales deben ser vecinos de la Villa y
tener en ésta sus propiedades.
La disposición 43ª da libertad para comprar bienes muebles, en beneficio del libre
mercado, otro privilegio más.
En la disposición 44ª aparece la institución de la venta a desconocidos en el mercado y
la demanda de un bien mueble, mediante el procedimiento de la otorificación.
Por último, la disposición 45ª, de tipo procesal, exime a los vecinos de ir mas allá de las
villas mencionadas, en los casos en los que debieran acudir a juicio ante el Rey.
El Fuero fue sucesivamente ampliado y mejorado. Alfonso VII dio, en 1.146, nuevas
exenciones y ventajas procedimentales; Sancho III, en 1.157, una disposición de tipo
administrativo y la última ampliación la realizó Sancho IV en 1.168.
El Fuero termina con una Cláusula conminatoria, o sea, una garantía mediante un
juramento a la que se añade una pena de tipo religioso.
El Fuero de Logroño, gracias a su carácter amplio y acogedor para con los pobladores
de un lugar, sirvió de base en unos casos, y fue transcrito de forma íntegra en otros, para
la configuración de otros fueros y cartas puebla de numerosas poblaciones en lo que
podemos denominar como su zona de influencia, en las actuales provincias de La Rioja,
Burgos, Navarra, el País Vasco y Cantabria. A continuación se reseña una relación de
57 villas que obtuvieron unos fueros o cartas basados en el de Logroño:
Corres 1256
Briones 1256
Salvatierra 1254
Contrasta 1256
Grañón 1256
Tolosa 1256
Mondragón 1260
Lasarte 1265
Villafranca de Ordicia 1268
Bergara 1268
Arceniaga 1272
Lasarte de Alava 1286
Lanestosa 1287
Plencia 1299
Bilbao 1300
Azpeitia 1311
Portugalete 1323
Lequeitio 1325
San Vicente de Arana 1326
Ondárroa 1327
Salinas de Leniz 1331
Elgueta 1335
Villaro de Vizcaya 1338
Azcoitia 1339
Plasencia 1343
Eibar 1346
Elgoibar 1346
Villaviciosa de Marquina 1345
Elorrio 1356
Guernica 1366
Ermua Villaferrea 1372
Villanueva Miravalles 1375
Rigoitia 1376
Munguía 1376
Villanueva Larrabezua 1376
Villareal 1383
Se observa cómo el Fuero tiene un primer desarrollo por la provincia de La Rioja y por
Alava, y pasa posteriormente a la zona de Vizcaya, para, por último, extenderse por la
zona de Guipúzcoa; no obstante, este desarrollo no es homogéneo en todas las zonas.
Se puede advertir que los fueros de todas las villas vizcaínas, tanto el de las fundadas en
los siglos XII y XIII, como las del XIV, eran, en cuanto a lo fundamental, la misma
cosa, el Fuero de Logroño.
Aspectos históricos
La “fundación” de Bilbao, sobre una puebla preexistente llamada así, se dió, en 1.300,
tras la toma de Vizcaya por parte de D. Diego Lope de Haro V, que arrebató este
señorío y mayorazgo, a Dª Mª Díaz de Haro, sobrina de aquél, que era la legítima
heredera por derecho de sucesión. Pero, en el trasfondo de la cuestión, estaban las
luchas por la sucesión al trono de Castilla por parte de tres pretendientes: El niño rey
Fernando IV, el infante D. Enrique y el infante D. Juan, este último casado con Dña. Mª
Díaz de Haro.
D. Diego Lope de Haro tomó partido por Fernando IV, a cuya tutora, Dña. Mª de
Molina, la reina viuda, al parecer, pretendía.
La nueva señora de Vizcaya legitimó en 1.311 la Carta Puebla dada por D. Diego Lope
de Haro. Quedaba Bilbao, por lo tanto, “requetefundado”.
La Carta Puebla fue mejorada y ampliada en primer lugar por Fernando IV en 1315, o
mejor dicho, por la que era su tutora, la reina viuda, y posteriormente, en 1372 por el
rey D. Juan; en esta última ampliación queda incluída una importante y nueva
institución, la de los “emplazamientos”.
El Señorío de Vizcaya, tras extinguirse las casas de Haro, Lara y Villena, recayó en Den
Dª Juana Manuel, esposa del rey de Castilla y León, D. Enrique "el Bastardo", y sexta
nieta de D. Diego III. Su hijo, D. Juan, pasó a ser señor de Vizcaya en 1371, y a la
muerte de su padre, heredó el reino de Castilla y León, en 1.379, uniendo los dos
poderes, señorío y reino. Respecto a la Carta Puebla, D. Juan la confirmó inicialmente,
desde Burgos, el 11 de Enero de 1371.
Realizó nueva confirmación, en Burgos, el 10 de agosto de 1.379 y ese día otorgó
"privilegio muy complido" que confirmó, en Madrigal, el 24 de Octubre de 1.379, por
segunda vez, en Madrid, el 15 de Diciembre de 1.393 y luego, en Sepúlveda, el 19 de
Octubre de 1.411, y que es muy notable, por ser la transcripción del Fuero de Logroño.
Analisis externo.
Se trata de una Carta Puebla, concedida a Bilbao, en 1300. Contiene, por ello, las
condiciones económicas fijadas entre el señor de la tierra y los pobladores de ésta,
salvedad hecha de las dificultades referidas antes para diferenciar una carta de un fuero,
que se ocupa más de las normas reguladoras de la vida social.
Esta escrita en romance, con letra gótica cursiva de privilegio, en la carne del
pergamino. Tiene poca decoración; destaca una inicial letra capital “En”. Existen
además dos mayúsculas decoradas “Sepan y Et”.
Analisis de su contenido.
Seguidamente, hace mención expresa del Fuero de Logroño, señalándolo como la regla
a aplicar -"...et homecillos et en calopñas...."-, con lo que algunas de las disposiciones
posteriores quedan incluídas o son comunes a los dos documentos; por ejemplo, que los
alcaldes sean del lugar.
Pasa, a continuación, a establecer que “-el monasterio de Begoña no pierda nada de sus
terrenos y de las diezmas y de los otros derechos que a él pertenecen-”, lo cual introduce
una variante respecto al Fuero de Logroño, de tipo restrictivo. Este tipo de variaciones
se fundamentan en lo comentado anteriormente sobre el establecimiento de condiciones
económicas como rasgo divisor de los fueros y de las cartas puebla.
Sigue con una donación, la del monte Ollargan, pero sólo en cuanto a la madera del
monte, ya que se sigue reservando su propiedad, imponiendo una multa (calopña) que es
idéntica que la del Fuero de Plencia de 1299, dado también por el mismo Señor,
respecto al monte Isoquiza. La donación de la madera, que también se incluye en el
Fuero de Logroño, es importante, tal y como se ha señalado en el estudio del Fuero de
Logroño y por idénticas razones.
A partir de aquí establece las exenciones que más tarde serán el caldo de cultivo ideal
para el desarrollo mercantil de la Villa. Nos referimos a la parte que va desde “-Y que
no deis portazgo ni treintazgo, ni enmiendas en ninguna de mis tierras...(...)...ni
embargados por razón de precio.-”. Es interesante que existiendo pueblos más cercanos
al mar (Portugalete) la Carta establezca un precepto por el cual, Bilbao, ya reconocido
como puerto al principio de la Carta, pasa a ser el puerto más importante de la
desembocadura del Nervión, y enclave privilegiado para el comercio. Dichas
exenciones y privilegios son agrandados en el Fuero dado por Dña. Mª Díaz de Haro,
por la carta de otorgamiento de Fernando IV y por el Fuero de D. Juan I y marcaron la
historia de la Villa tal y como se puede constatar.
A continuación se establece un mercado los Martes, que más tarde Dña. Mª Díaz de
Haro trasladará al Miércoles, que en el Fuero de Logroño viene referido, y da la Iglesia
para su uso, si bien se reserva el tercio de los diezmos de la Iglesia, y se pasa a enunciar
que todas esas libertades las da a todos los vecinos y a aquellos que pasen a ser vecinos
de la Villa, garantizándolas mediante un juramento acompañado de una cláusula penal,
con maldición incluida, al estilo de la Cláusula Conminatoria del Fuero de Logroño.
El Fuero de Logroño fue concedido por el Rey de Castilla a sus súbditos para repoblar
la Villa. Les otorgaba una serie de privilegios y libertades, que lentamente se fueron
extendiendo a otras poblaciones, libertades que se ampliaron a lo largo de los siglos
conforme avanzaba la Edad Media. Una de las características de esta época, el que todos
fueran a la vez súbditos y señores, cada uno en un nivel fijo de la escala social, comenzó
a romperse en las ciudades, nuevos focos de libertad.
En la evolución de la sociedad hacia la adquisición de unas normas de Derecho
aplicables de manera general, el Fuero de Logroño, como Derecho privado local,
supone una fuente importante de reglamentación social en su aplicación y en su
repercusión posterior o área de influencia.
Las ventajas que ofrecía a los pobladores de Logroño hizo que las sucesivas villas, en su
fundación, recibieran beneficios similares. Entre éstos, se encuentran las potestades que
concede al concejo: Se sustrae de la potestad de prestameros, merinos y sayones del Rey
o del Señor y se confía a la jurisdicción de alcaldes, regidores, escribanos y jurados,
puestos en unos casos por el Señor y en otros nombrados por el Concejo entre los
pobladores de la Villa. También se derogan los fueros malos, haciendo a los pobladores
libres y francos, iguales ante la ley. Las tierras, la libertad de compra-venta, la
prescripción de las heredades, el derecho de uso de tierras yermas, aguas, molinos,
pastos y maderas son otras de las disposiciones, de índole civil, que iban haciendo
confluir los diferentes Derechos locales en la zona norte de Castilla y en el Señorío de
Vizcaya.
En este contexto de beneficios, parciales, a las villas del Señorío, D. Diego López de
Haro, el Intruso, concede el 15 de junio de 1.300 la Carta-Puebla fundacional a Bilbao,
de parte de Begoña. La puebla que decían "el puerto de Bilbao", situada en la margen
izquierda de la ría, salta a la derecha, "de parte de Begoña", y se constituye como Villa,
con las famosas "siete calles", un recinto amurallado, un mercado y una capacidad de
comercio libre a lo largo de la ría. A la situación geográfica favorable se le van
sumando los beneficios que concede el rey a los señores de Vizcaya por sus servicios,
hasta que confluye este Señorío en la corona de Castilla.
Poco a poco, la Villa va ganando en importancia, a pesar de la pugna por la supremacía
con Bermeo y a pesar del secular enfrentamiento con la Tierra Llana que se tradujo con
frecuencia en violentos enfrentamientos. Las ventajas otorgadas por la Carta de
población, sin embargo, y otras ventajas que se fueron añadiendo después, llevaron al
desarrollo económico de la zona, convertida hoy en uno de los puertos más pujantes de
Europa y en una de las capitales más importantes de España.