La comunicación visual es un proceso de elaboración, difusión y
recepción de mensajes visuales. En ella influyen: el emisor, el receptor, el mensaje, el código, el medio o canal y el referente.
Cuando hablamos de comunicación visual no podemos limitarnos a un
único tema, ya que el concepto comunicación visual puede ser tratado desde varias perspectivas.
En este proceso intervienen los siguientes conceptos clave:
• Emisor: quien emite el mensaje;
• Receptor: quien recibe el mensaje.
• Mensaje: lo que se trasmite. • Codigo: conjunto de normas y procedimientos que relacionan significantes con significados. • Canal: soporte a través del cual se trasmite el mensaje (periódicos, tv, cine).
Existen dos aspectos a seguir en la comunicación visual: la información
estética e información practica. Por practica debemos entender aquella carente del aspecto estético y simplemente informativa. Por estética, aquella que parte de un mensaje que transmite dimensiones y formas.
¿De qué modo es importante la percepción, y de qué modo está ligada
al pensamiento? ¿No es el lenguaje el legado de una experiencia pasada, pensada, vista y escuchada, pero al que le falta inmediatez para explicar los estímulos directos que percibimos? El autor comienza con un análisis histórico de la percepción y de cómo ésta ha sido desdeñada por muchas de las filosofías idealistas y racionalistas. Uno de sus primeros detractores como medio de cognoscimiento y de desarrollo del hombre en su entorno fue Platón. El arte se desdeña porque se basa en la percepción y la percepción se desdeña porque no incluye el pensamiento. Ya desde tiempos de la escuela eleática, se germinaría esa desconfianza por los sentidos -“La experiencia sensorial es engañosa, la razón tiene que corregir los sentidos”- Rezaba Parménides. Continuando con el mito de la caverna de Platón, donde todo lo que se percibe en el mundo sensual es un reflejo proyectado por un mundo ideal. Por lo tanto, saber a partir de la experiencia directa no llevaría a la verdad, al conocimiento. Su discípulo, Aristóteles, no desecharía el conocimiento a través de los sentidos. Pero, por ejemplo, una experiencia particular con los sentidos no se explicaría por sí misma, esto es, por su singularidad. Habría que abstraerla para encontrar una generalización que indujera esa experiencia en un orden lógico o sistema ideal, (lo que se aprehende no es una silla, sino la silla) de lo particular a lo general. Luego, defendería la necesidad de un universal que impresionaría a un medio de por sí informe. Un mundo, por lo tanto, donde no habría cabida para un accidente o un singular.
En el segundo capítulo, Arheim aduce a la imposibilidad de la
inteligencia sin percepción. Percepción y pensamiento actúan recíprocamente. Son, a la vez, causa y efecto de una acción continua: la actividad perceptiva. Un estímulo (pone como ejemplo un coche en la lejanía) nos impresiona a través de la retina en una imagen más pequeña del objeto (No añade Arheim, que el hecho de conocer este dato de antemano, la magnitud del coche, ya altera indirectamente nuestra experiencia, pues, ¿cómo juzgamos una magnitud standard del objeto?). Es nuestro aparato cognoscitivo el que altera esa imagen y la conceptualiza. En opinión del autor, es la sensibilidad ante el medio lo que otorga la inteligencia al individuo. Nuestra retina refleja un estímulo visual, tras ello, el percipiente a través de su aparato cognoscitivo, formaliza esa impresión en una idea-concepto que tenemos del mismo, (percepto) generalmente, previamente adquirida. Como decíamos, ese estímulo inmediato es indirectamente (inconscientemente) formalizado en un percepto. Ese procedimiento generalizador simplifica ese estímulo y nos facilita (como a veces nos confunde) desenvolvernos en el medio .
En el tercer capítulo (La inteligencia de la percepción visual): Arheim
analiza el objeto percibido y su contexto. Para el proceso de conceptualización que citábamos anteriormente, el percipiente, abstrae el objeto de su contexto. La mente tiende a realizar esta descontextualización, aislando al objeto de su situación: “Percibir un objeto como inmutable es abstraerlo al más alto nivel de generalidad, y ese nivel es apropiado para todas esas situaciones en las que la visión se utiliza con el propósito de manejar objetos físicamente. En el mundo físico, las modificaciones contextuales observadas en la percepción no existen o no interesan. Pero una persona a la cual las consideraciones contextuales del medio físico de un entorno le interesan - por ejemplo un artista- agudizará su percepción al máximo” .