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Perito Judicial mantenimiento del hardware e Instalaciones
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Perito Judicial mantenimiento del hardware e Instalaciones

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About this ebook

En la actualidad, en el mundo de la informática y las comunicaciones y dentro del área profesional de sistemas y telemática, más concretamente en montaje y reparación de sistemas microinformáticos, es muy importante conocer los diferentes procesos por cual se realizan. Por ello, con el presente curso se trata de aportar los conocimientos necesarios para  el mantenimiento de equipos informáticos.
LanguageEspañol
PublisherSelecto
Release dateSep 1, 2021
ISBN9791220841788
Perito Judicial mantenimiento del hardware e Instalaciones

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    Perito Judicial mantenimiento del hardware e Instalaciones - Uno Teflón

    Perito Judicial mantenimiento del hardware e Instalaciones

    PROGRAMA

    Introducción

    Concepto de mantenimiento del hardware

    Conceptos asociados a la periodicidad delmantenimiento

    Tipos de mantenimiento delhardware

    El mantenimiento correctivo

    El mantenimientopreventivo

    El mantenimientoperfectivo

    El mantenimiento adaptativo

    Políticas y estrategias de mantenimiento delhardware

    Políticas de elección del prestador de servicios demantenimiento

    Políticas en función de la naturaleza de los servicios acontratar

    El mantenimiento de las instalaciones

    Edificio

    Acondicionamiento de aire y refrigeración deagua

    Adecuación de las instalaciones a la normativavigente

    Refrigeración líquida

    Instalaciones y equiposeléctricos

    Adecuación de la instalación a la normativavigente

    Seguridad ycontrol

    Prevención de incendios

    Normativa básica aplicable al mantenimiento delhardware

    Monitorización y gestión de lacapacidad

    Factores a considerar en la gestión de lacapacidad

    Metodologías de planificación de lacapacidad

    Informe pericial

    ¿Qué debe esperarse de un perito?

    La pregunta parece sencilla de responder, pero, si contrastamos las diferentes respuestas que nos puedan ofrecer, veremos rápidamente la diversidad de opiniones que existe. Dependiendo del cliente, tenemos desde el que considera que es un elemento del que se puede prescindir (para algo existe Internet), hasta el que espera que lo haga todo (de perito, asesor legal, acompañante,...).

    El artículo 335 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en su párrafo 1, nos delimita el concepto de perito: Cuando sean necesarios conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos para valorar hechos o circunstancias relevantes en el asunto o adquirir certeza sobre ellos, las partes podrán aportar al proceso el dictamen de peritos que posean los conocimientos correspondientes o solicitar, en los casos previstos en esta ley, que se emita dictamen por perito designado por el tribunal. Se trata de una persona con unos conocimientos determinados que es llamada para valorar. Hasta aquí todo parece lógico, pero ¿quién determina que un profesional tiene los conocimientos adecuados para ser considerado perito?, ¿cuáles son los conocimientos necesarios para realizar un peritaje? y ¿cómo el perito transmite esos conocimientos?

    Como médico, dedicado de forma exclusiva a la medicina pericial, debo contestar que no existe un control real sobre la calidad del perito médico. Por lo que quien decide que tiene capacidad para valorar es el propio profesional. Digo valorar porque, a mi entender, esta es la capacitación que debe tener un perito médico. Al igual que a un crítico de arte no se le exige que sepa pintar, esculpir,... sino que valore el trazo, la composición, el encuadre o la proporción, al perito médico se le debe exigir que sepa valorar resultados, secuelas, actuaciones, etc., no que sepa realizar una determinada intervención o tratamiento. En definitiva, lo primero que se debe esperar de un perito, en general, y médico en especial, es que sea capaz de establecer, con criterio, una opinión sobre un hecho o circunstancia determinada. Y que sea capaz de mantenerlo, pues de lo contrario crea una situación de desconfianza en el abogado, cliente, juez.

    Otro punto muy importante es que los conocimientos, criterios, etc., se han de transmitir. Hemos de recordar las palabras de Ambrosio Paré: los jueces deciden según se les informa. Por mucho que un perito sepa, si no es capaz de transmitir ese conocimiento, su trabajo es inútil. Pocas cosas son tan desconcertantes como un perito al que se le pregunta y no se entienden sus respuestas, puesto que esa es la condición sine qua non de esta profesión: valorar y saber transmitir para llegar a la verdad.

    Un tema controvertido, en los peritajes médicos, es la valoración económica. Todos encontramos lógico que si un perito hace una estimación de los daños de un automóvil, tras un accidente de tránsito, no sólo hará una descripción de los mismos. También hará un presupuesto de la reparación de los desperfectos. No obstante, en medicina esto no suele suceder. En la valoración de la indemnización rara vez el perito médico interviene, ya sea asesorando al abogado o realizándola, hasta tal punto que determinados médicos se ofenden cuando se les solicita que determinen el importe a reclamar.

    Así pues, de un perito médico se debería esperar:

    Criterio de valoración. Debe estar fundamentado y ser estable.

    Comunicación. De nada sirve tener grandes conocimientos si estos no son bien transmitidos al receptor de la información.

    Estimación económica de la indemnización, si es que existe dicha compensación por daños.

    Cuando el perito responde a estas necesidades del abogado se crea una relación profesional relajada. Se confía en que los criterios no se van a ver alterados durante el proceso, que tienen fundamento científico, que va a existir un esfuerzo comunicativo y que la estimación económica está justificada y relacionada con los criterios médicos. Todo ello comporta que el abogado no acumule más preocupaciones. En una palabra: el perito le da tranquilidad.

    También hemos de citar lo que no se debe esperar de un perito: que modifique su criterio o, en el mejor de los casos, que lo ajuste a los intereses del cliente. La imparcialidad del perito es un requisito legal y la característica fundamental del buen profesional.

    Desgraciadamente, muchas veces se ve a alguno hacer verdaderos ejercicios de funambulismo. Normalmente, estas actitudes —mucho más frecuentes de lo que se puede llegar a creer— están abocadas al fracaso. Eso suele ser debido a que la elección del perito no se basa en criterios de profesionalidad, sino de maleabilidad, de flexibilidad de criterios, con el consecuente riesgo de entrar en contradicciones durante el acto de juicio, débil defensa de los criterios expuestos, que dan una imagen del perito de poca credibilidad o ninguna. El estrés del perito y del abogado son palpables, no existe el aconsejable clima de tranquilidad, de confianza entre ellos.

    En definitiva, lo esencial es una profesionalidad basada en conocimientos técnicos y comunicación que aporte a quienes trabajan con él el estado deseado, la tranquilidad.

    Los delitos relativos al falso testimonio –sea realizado por testigo, perito o intérprete se encuentran regulados en el Titulo XX, Capítulo VI del CP, como Delitos contra la Administración de Justicia.

    El falso testimonio se asemeja a los delitos contra la fe pública en general, de los que se diferencia por el hecho de que la alteración de la verdad se produce en el curso de un proceso judicial, por lo que claramente se atenta contra el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, al afectar a la pureza de la fase probatoria con riesgo de que resulten injustas las resoluciones dictadas tomando en consideración tales elementos probatorios falsarios.

    Consiste en declarar o informar en contra de la verdad objetiva, con independencia de la percepción subjetiva del testigo, perito o intérprete. A la verdad se puede faltar tanto por acción (haciendo afirmaciones inciertas) como por omisión (silenciando datos relevantes en la causa). La declaración o el informe han de revestir apariencia de veracidad, es decir, debe resultar creíble e idóneo para engañar al Juez, de donde se sigue que lo que desde el principio no resulta creíble por lo burdo de la mendacidad o la notoriedad del hecho, no afecta a la prueba ni integra el delito que se comenta. El delito se consuma con la actuación mendaz del sujeto activo, con independencia de la trascendencia probatoria de su intervención.

    En definitiva, se comete cuando el sujeto activo llamada a prestar testimonio en causa judicial se aparta sustancialmente de la verdad tal como ésta se le representa, es decir, miente en lo que sabe y se le pregunta. Decir la verdad es un deber moral sin cuyo cumplimiento la vida social, basada en la confianza mutua, se hace harto difícil. No siempre, sin embargo, la mentira –acto inmoral– recibe una respuesta punitiva porque en una sociedad plural y libre sólo un reducido núcleo de la moral debe estar respaldado por la coacción penal, siendo éste seguramente uno de los más certeros indicadores del grado de libertad garantizado en cada grupo social a sus miembros. La reacción penal frente a la mentira sólo es admisible –y obligada– cuando ésta lesiona concretos bienes jurídicos, individuales o colectivos, cuya salvaguarda es indispensable para una sana y pacífica convivencia. Así, por ejemplo, faltar a la verdad en la declaración que se presta como testigo en un procedimiento judicial es delito porque el testimonio es uno de los medios de prueba sobre los que se puede basar la convicción del juzgador sobre los hechos que han de constituir la premisa menor del silogismo judicial. Existe, pues, la posibilidad de que un testimonio falso, si induce a error al juez o tribunal ante el que se presta y es valorado como verdadero, provoque una resolución injusta, esto es, un pronunciamiento en que no se realice el valor superior de la justicia y se lesione un interés que debe ser protegido por el poder judicial. Esta es la razón fundamental por la que, en una sociedad democrática, el falso testimonio es tipificado como delito en la Ley penal. De acuerdo con esta «ratio», el Código Penal 1995 ha prescindido de la casuística tipología que presidía la regulación del falso testimonio en los textos anteriores y distingue únicamente, en su artículo 458, dos tipos delictivos según la importancia de los bienes jurídicos que pueden ser vulnerados como consecuencia de una alteración sustancial de la verdad en la declaración prestada por un testigo en causa judicial: el falso testimonio dado en contra del reo en causa criminal por delito –castigado con pena más severa en consideración a las privaciones o restricciones de derechos, incluso fundamentales, que podrían eventualmente derivarse de una condena provocada por la declaración falaz– y cualquier otro falso testimonio dado en causa judicial, que constituye el tipo básico. El tipo agravado, a su vez, figura en el apartado 2 del citado artículo acompañado de un subtipo aún más grave definido por la concurrencia de una condición objetiva de punibilidad: la de que, como consecuencia del testimonio, hubiera recaído sentencia condenatoria".

    Se trata de un delito especial y de propia mano –peritos, testigos o intérpretes con las consecuencias conocidas en orden a la participación de terceros, los extraneus (artículo 65.3 CP), así como en orden a la exclusión de la autoría mediata. El legislador ha sancionado delitos especiales en los que expresamente se contempla al perito como sujeto activo de la infracción penal. Así, además del falso testimonio ( artículos HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 y HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 460 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 Código HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 Penal ) encontramos el cohecho (artículo 420 CP); otros en que la conducta delictiva descrita puede suponer una infracción de los deberes profesionales del perito u otros profesionales o sujetos, tales como los desórdenes públicos (artículo 558 CP) o la desobediencia (art. 556 CP) y todo ello sin perjuicio de que, con motivo o desempeño de su cargo, el perito pueda incurrir en otros delitos generales.

    El delito de falso testimonio por perito, o con mayor precisión el delito de falsa pericia o falso dictamen del perito, se configura como una modalidad agravada del tipo básico del delito de falso testimonio (artículo 458 CP). Se trata de un delito cuyo sujeto activo, como se ha dicho, sólo puede ser un perito (intérprete, en su caso) radicando su fundamento en la trasgresión del juramento de actuar con objetividad y de decir verdad (artículos 335, II y 365 LEC), siendo el bien jurídico protegido no el interés de las partes, sino el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, referida ésta a la función jurisdiccional en orden a la correcta valoración de la prueba practicada.

    Se distingue entre falso testimonio propio —«faltar a la verdad maliciosamente en su dictamen» ( artículo HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 CP ) y el falso testimonio impropio —«sin faltar sustancialmente a la verdad, la alterasen con reticencias, inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes que le fueren conocidos» (artículo 460 CP)—. La conducta típica consiste no en un error en el dictamen, sino en faltar a la verdad en lo que el perito sabe y entiende, con infracción del deber de actuar con objetividad (artículo 335.2 LEC), antes identificado con el deber de «proceder bien y fielmente» en el desempeño del cargo (artículo 618 LEC 1881), exigiéndose que el perito actúe con conocimiento de la inexactitud del dictamen presentado, faltando así al deber de veracidad impuesto a todo perito que sirve a la Administración de Justicia.

    La conducta ha de producirse en el seno de una causa judicial, expresión que comprende cualquier actuación jurisdiccional seguida en cualquiera de los órdenes penal, civil, laboral o contencioso – administrativo; ante la Jurisdicción ordinaria o la especial (militar) o bien ante los Tribunales consuetudinarios o el Jurado, en asuntos contenciosos o negocios de jurisdicción voluntaria. Se comprende la jurisdicción constitucional y dudosamente a la jurisdicción contable, que corresponde al Tribunal de Cuentas.

    La acción de faltar a la verdad implica un dolo falsario, es decir la intención de narrar ante el tribunal algo distinto a lo que realmente acaeció, a sabiendas de la discordancia entre lo que se cuenta y lo acaecido. Es preciso, como en todos los delitos de falsedad, un dolo de alterar o mutar la verdad (no perpetra el delito quien equivocadamente narra un hecho discordante con la realidad, en la creencia de que era cierto o cuando su testimonio carece de certidumbre por error o cualquier otro motivo que pueda excluir dicho elemento intencional). Para apreciar o no la existencia de este dolo falsario es preciso acudir no solo y estrictamente al testimonio vertido sino también a otros hechos periféricos a lo sucedido de los que pueda inferirse si existió ese deseo de faltar a la verdad o si solo se produjo un error en las manifestaciones efectuadas.

    A efectos de perseguibilidad no es preciso cumplir ningún requisito de esta clase, significadamente la previa autorización del Juez o Tribunal de la causa, que, sin fundamento legal, venía exigiendo la jurisprudencia y que fue declarado inconstitucional por nuestro TC (nº 99/1985).

    EL FALSO TESTIMONIO DE PERITOS E INTÉRPRETES (459 DEL CÓDIGO PENAL)

    Las penas de los artículos precedentes se impondrán en su mitad superior a los peritos o intérpretes que faltaren a la verdad maliciosamente en su dictamen o traducción, los cuales serán, además, castigados con la pena de inhabilitación especial para profesión u oficio, empleo o cargo público, por tiempo de seis a doce años.

    Y, para determinar la pena, dado que el tipo del 459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 HYPERLINK http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t20.html%20/%20a459 CP se considera una figura agravada, debemos acudir a lo dispuesto en el artículo 458 del mismo texto legal que, aplicado a los testigos, dispone:

    1. El testigo que faltare a la verdad en su testimonio en causa judicial, será castigado con las penas de prisión de seis meses a dos años y multa de tres a seis meses.

    2. Si el falso testimonio se diera en contra del reo en causa criminal por delito, las penas serán de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses. Si a consecuencia del testimonio hubiera recaído sentencia condenatoria, se impondrán las penas superiores en grado.

    3. Las mismas penas se impondrán si el falso testimonio tuviera lugar ante Tribunales Internacionales que, en virtud de Tratados debidamente ratificados conforme a la Constitución Española, ejerzan competencias derivadas de ella, o se realizara en España al declarar en virtud de comisión rogatoria remitida por un Tribunal extranjero.

    La consecuencia de faltar a la verdad en la declaración que se presta como perito en un procedimiento judicial es delictiva porque el testimonio es uno de los medios de prueba sobre los que se puede basar la convicción del juzgador sobre los hechos que han de constituir la premisa menor del silogismo judicial. Existe, pues, la posibilidad de que un testimonio falso, si induce a error al Juez o Tribunal ante el que se presta y es valorado como verdadero, provoque una resolución injusta, esto es, un pronunciamiento en que no se realice el valor superior de la justicia y se lesione un interés que debe ser protegido por el poder judicial. Esta es la razón fundamental por la que, en una sociedad democrática, el falso testimonio es tipificado como delito en la Ley penal (TS 318/2006,

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