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Máximo Charapaqui Poma

LO QUE LOS
PADRES DEBEN
SABER

14 recetas para tener hijos


felices y exitosos

PUIHUANG
LO QUE LOS PADRES DEBEN SABER
14 recetas para tener hijos felices y exitosos
Máximo Charapaqui Poma

1ª edición: junio de 2010


500 ejemplares

Editorial
Pui Huang S.A.C.
Pj. Hernán Velarde 231, Lima

Cuidado de edición y diagramación


Miguel A. Rivera Manrique

Diseño de cubierta
Roberto Pajares Moore

Imprenta
Aza Graphic Perú S.A.C.
Av. José Leal 257, Lince

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2010-07517


ISBN: 978-612-45730-1-9

Lima, Perú
Índice

Introducción
-11-

Primera receta: Construya un hogar higiénico para sus hijos


-15-

Segunda receta: Defina espacios físicos funcionales en su hogar


-19-

Tercera receta: Conozca los roles dentro del hogar


-31-

Cuarta receta: Asuma un rol protagónico


en la formación de su hijo
-39-

Quinta receta: Planifique con sus hijos las actividades diarias


de manera rítmica
-47-

Sexta receta: No genere en su hijo sentimientos de deuda


-55-

Séptima receta: Use palabras de amor, confianza


y acaricie a su hijo
-61-

Octava receta: Acompañe a su hijo en el inicio


de sus nuevas actividades
-67-

7
Novena receta: Llame a su hijo por su nombre y no use apelativos
-75-

Décima receta: No al castigo físico ni verbal


-81-

Décimo primera receta:


Dosifique las horas de entretenimiento en casa
-89-

Décimo segunda receta:


Preocúpese por el bienestar físico de su hijo
-97-

Décimo tercera receta:


Promueva actividades nuevas en su hijo
-103-

Décimo cuarta receta:


Paseos, salidas y la vida en sociedad con sus hijos
-111-

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PRIMERA RECETA

“La casa de un hombre es su castillo.”


Thomas W. Coke

CONSTRUYA UN HOGAR
HIGIÉNICO PARA SUS HIJOS
El concepto de hogar higiénico que postulamos, no
solo tiene que ver con la infraestructura en la que una fami-
lia comparte un mismo espacio físico, sino también y sobre
todo a la suma de los elementos que son importantes para
generar un cálido ambiente familiar. Nos referimos entonces
a la distribución de los espacios, la elección de los colores,
los sonidos y aromas que se puedan definir para los distintos
ambientes además del estado de higiene y orden que se debe
mantener. Todo ello ayuda a generar un grato ambiente: un
ambiente higiénico.

Además de estos detalles de infraestructura, se le debe


otorgar mayor prioridad a la forma como padre e hijo se co-
munican en el interior del hogar. Muchos de los problemas
del hogar se originan debido a que los padres trasladan sus
conflictos externos (personales, de trabajo, etc.) al interior
del hogar generando un ambiente de tensión que se debe evi-
tar. Los padres deben identificar estos problemas y darles su
propio espacio. En el ambiente higiénico debe prescindirse
de todo aquello que pueda generar conflictos. De forma tal
que si surge en la convivencia algún conflicto entre los pa-
dres o responsables de la crianza del hijo, se pueda resolver
de manera equilibrada y adecuada para que el daño sea el me-
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nor posible para los protagonistas envueltos en el conflicto.
Un ambiente equilibrado es aquel en el que las desavenencias
se resuelven de la forma más madura y en el que ninguno per-
cibe ni siente que se le está haciendo daño o agrediendo.

Cuando el hogar es un espacio cálido, en el que im-


pera el trato cariñoso de respeto y consideración se fomenta
la correcta interacción entre los integrantes del hogar; quie-
nes compartan esta infraestructura vivirán sus conflictos y
momentos de crisis, inherentes a toda relación, con madurez
y calma. No incurrirán en actos de violencia que provocan
tantos daños, generan resentimientos y entorpecen el vínculo
que se intenta establecer entre los padres y el hijo. El ambien-
te higiénico debe ser de tranquilidad y paz, donde este tipo de
problemas se puedan resolver con el simple diálogo. El hijo
necesita sosiego pues él también pasa por situaciones adversas
que le generan estrés: la inseguridad debido a la violencia de
las calles, los peligros del tránsito, las carencias económicas,
el transporte urbano muchas veces atiborrado por otros pa-
sajeros también estresados, las obligaciones de los estudios,
las relaciones interpersonales en proceso de construcción en
el medio donde se desenvuelven. Todo ello va minando su
estado anímico y físico, le causa angustias y preocupaciones
propias de la infancia y adolescencia. Si el niño llega a un
ambiente lleno de conflictos y desarmonías, sin manifiesta
calidez, lo que hará es querer fugar a otros espacios donde
la comunicación filial será interferida por quienes comparten
los entornos del hijo; desplazando la comunicación normal
entre padres e hijos a terceros.

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SEGUNDA RECETA

“Que en vuestra casa cada cosa tenga su lugar,


cada negocio su tiempo.”
Benjamin Franklin

DEFINA ESPACIOS FÍSICOS


FUNCIONALES EN SU HOGAR
El hogar es la esfera propia de un niño para su creci-
miento. Él necesita un espacio propio que reconozca como
su casa, no solo que garantice su protección física, sino que
también le brinde un espacio de tranquilidad y reposo, un
ambiente agradable donde el niño diferencie rápidamente su
espacio propio. Brindarle este espacio permite que el niño
tenga mayor seguridad.

Dentro del hogar sugerimos que los espacios estén


perfectamente delimitados y definidos, sobre todo en cuanto
a sus funciones. Es decir el dormitorio, la sala para las vi-
sitas en general, el área para el juego del niño, el área asig-
nada para ser sala de estudios, el de la cocina y comedor. Y,
lo más importante, se le debe acostumbrar a utilizar estos
espacios ordenadamente.

El área de dormitorio debería asignarse nada más que


para el reposo. En este espacio se debe contar solamente
con la presencia de una cama, la ropa de dormir para su uso
exclusivamente en la cama, las sandalias o pantuflas y una
mesita con una lámpara para promover justamente la lectu-
ra esporádica del niño. De forma que no hayan objetos que
interfieran en su proceso de descanso. Usualmente cuando
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uno desea iniciar en la lectura al niño, el padre o la madre
utiliza el área de reposo: la cama, compartiendo lecturas de
libros con relatos fascinantes para niños. No debe permitirse
la presencia de objetos audiovisuales como la televisión y
los videojuegos que atraen fácilmente y son una permanente
distracción, aunque un dispositivo para la música funciona
muy bien.

Puede incorporarse la televisión en el dormitorio cuan-


do el niño se hace joven y asume la total responsabilidad de
sus actividades. No debemos olvidar que estos dispositivos
electrónicos en el dormitorio generan incomunicación entre
padres e hijos por encontrarse en un área “privada” de nues-
tro hijo, donde nuestro acceso está restringido y no podemos
ejercer control de la programación que consume.

Es muy importante tener plenamente asignada un área


de estudio bien iluminada y ventilada, con una plantita en
una maceta a la que le caiga luz solar que renueve el aire.
De forma que el niño posteriormente va a identificar este
espacio como aquel donde va a realizar todas sus activida-
des académicas. No se debe permitir que el niño realice sus
tareas ni en el dormitorio ni en el área del comedor ni en el
área correspondiente a la sala de visitas, sino en ese espacio
acondicionado especialmente para lograr su concentración.

Lo preferible para el espacio del entretenimiento es la


sala para que el padre pueda jugar o compartir un programa
de televisión o una película con él y de esa forma estrechar
sus vínculos y lograr una adecuada empatía sobre: gustos,
preferencias e intereses, formas de comunicación, etc. Un
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equipo de televisión es suficiente para la familia especial-
mente cuando los niños son menores de edad. No cometer
el error de colocar estos dispositivos electrónicos uno por
habitación.

Así cuando el niño está en su dormitorio, los padres


saben que o está durmiendo o va a dormir, entonces evitarán
hacer bulla para no perturbar su sueño. Si está estudiando,
es decir si está en el área de estudio, el padre debe ser sutil
y solidarizarse con su hijo. No podría ser que mientras el
hijo esté estudiando, el padre esté mirando la televisión. Ya
tendrá tiempo después, cuando el niño pueda jugar y entre-
tenerse. Lo que debe hacer, tal vez leyendo un libro, es estar
cerca de él, para poder asistirlo en lo que necesite. Pues de
otra forma cuando el niño crezca ya no necesitará a su padre
o madre ni será considerado con ellos. Es necesario identifi-
car y comprometerse con lo que el niño hace en cada uno de
los espacios del hogar, así el padre logra un estado de “com-
plementariedad y compatibilidad” entre sus labores con las
de su hijo. La carencia de estos dos elementos muchas veces
genera barreras de incomunicación y desconfianza.

Una vez definidos los espacios y las labores que se


realizarán en estos espacios dentro del hogar, lo usual es
que el niño, dentro de su cálido ambiente hogareño y con
un referente atento a sus necesidades, se vuelva convoca-
dor cuando empieza a socializar con otros niños. Así, los
niños que visitan un hogar funcional, cuando sus padres les
pregunten: “¿por qué vas a esa casita, ah?” responderán al
recordar el vistoso y ordenado recorrido que hicieron en su
visita, al pasar por el comedor, la sala de estudio y la habi-
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tación de juegos: “porque sus espacios están bien distribui-
dos, hay un ambiente agradable, no hay muchos problemas
ni conflictos, no se sacan la mugre la mamá con el papá”.
El ambiente higiénico es un ambiente que convoca, un am-
biente agradable para compartir, aprender y crecer, le da al
niño la seguridad y la confianza para invitar a quienes en el
futuro serán sus relaciones sociales, con quienes compartirá
importantes momento de su vida.

Los espacios delimitados no deben estar separados


sino intercomunicados entre sí para que el niño pueda esta-
blecer una secuencia ordenada de sus actividades y las pue-
da programar.

Cuando los niños crecen en ambientes no definidos o


comunes, en los que por ejemplo el dormitorio se compar-
te con la cocina o el área de juegos con el de estudios, es
difícil que el niño desarrolle la capacidad de organizar sus
actividades debido a este desorden y confusión. Además,
si el niño utiliza una sola estancia tanto para dormir, como
para jugar, estudiar e incluso consumir sus alimentos, se va
a refugiar en esa habitación y ello generará un terrible nivel
de incomunicación y confidencia hacia sus padres.

El padre o madre referente debe monitorear y supervi-


sar la actuación de su hijo en estos espacios, y de ser posible
interactuar con él. Podrá calificar el uso que el hijo hace de
su tiempo, cómo usa su espacio de estudio, de descanso,
cómo usa su espacio para comer e incluso puede hacer de
la actividad culinaria un acto de comunicación imprescindi-
ble, como veremos más adelante. Y va a tener un espacio de
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entretenimiento donde compartir con sus amigos, hermanos
y por supuesto con sus padres.

Los espacios definidos mejoran definitivamente el sis-


tema de comunicación, pero también le enseñan al niño algo
muy importante: a tener un ritmo, es decir a planificar sus
actividades. De esa forma aprende a pasar por diferentes
fases ordenadas, que es como la vida misma funciona: por
etapas necesarias que es imposible saltar.

Si uno no logra hacer esto con su hijo, es muy pro-


bable que después él tampoco pueda hacerlo con los suyos
propios, porque nadie se lo habrá enseñado. Entonces los
problemas del hogar se van a ir reproduciendo a través de
las generaciones.

Es en la etapa anterior a los catorce años que el pa-


dre puede compartir sus intereses con él. Es obvio que los
intereses de un adulto son distintos a los de un niño. Pero
lo importante es que los padres tengan la capacidad de in-
volucrarse en los intereses de su niño porque es su hijo. Si
el padre se compromete en los intereses del hijo trabajando
desde que es muy pequeño, asumirá el liderazgo con sus-
tento y con soporte. El padre deja de esta forma de ser un
autoritario que imponga a través del miedo su propio pro-
grama al hijo por no conocer, por ejemplo sus intereses, su
programación y su ritmo de vida. Un mal padre, por ejem-
plo, puede llegar un día de la calle y al ver a su hijo jugando
videojuegos, pedirle u obligarlo a que estudie sin saber que
tal vez ya lo haya hecho y en ese momento se encuentre en
su etapa de entretenimiento. El liderazgo que el padre cons-
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truye con involucramiento, conocimiento y sapiencia, es el
liderazgo que dura más. Involucrarse es conocer el ritmo y
los espacios del hijo en el cumplimiento satisfactorio de sus
labores. Al no haber delimitado los espacios, si el padre o la
madre no se involucran generarán confusión y sentimientos
de incomprensión en el niño.

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