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Muñoz, José Antonio; Flores-Prado, Luis; Beltrami, Marcial; Gil Burmann, Carlos;
Sánchez, Macarena

Diferencias en la intensidad de las interacciones agresivas ocurridas entre estudiantes


adolescentes y su relación con la longitud corporal
Revista de Psicología, Vol. XVIII, Núm. 2, 2009, pp. 105-121
Universidad de Chile
Chile

Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=26412983006

Revista de Psicología
ISSN (Versión impresa): 0716-8039
revpsico@uchile.cl
Universidad de Chile
Chile

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www.redalyc.org
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Revista de Psicología, Vol. XVIII, Nº 2, 2009

Diferencias en la intensidad de las


interacciones agresivas ocurridas entre
estudiantes adolescentes y su relación con
la longitud corporal1
Differences in intensity of aggressive interactions carried
out between adolescent students and their relation to
body length
José Antonio Muñoz, Luis Flores-Prado, Marcial Beltrami,
Carlos Gil Burmann, Macarena Sánchez2

Resumen
En esta investigación se estudiaron interacciones agresivas exhibidas
por pares de estudiantes cuya edad comprendió entre 13 y 18 años,
durante un año escolar en dos colegios de Santiago (Chile), con
similares condiciones socioeconómicas y de densidad poblacional. Los
registros etológicos fueron realizados en los patios durante los recreos.
Se encontró una correlación positiva entre la longitud corporal
individual y la intensidad agresiva individual, y una correlación
negativa entre la diferencia de las longitudes corporales de los rivales
y la intensidad total de la interacción. Los resultados señalan a la
longitud corporal en la especie humana como un rasgo involucrado
en estrategias que permiten evaluar la posesión de un recurso propio
(o capacidad) frente al del oponente.
Palabras clave: Longitud corporal, conducta agresiva, escolares.

1 Este estudio fue financiado por los proyectos FIBAS 1405, FIBAS 1207 y MYS 11/68/06, ambos
de la Dirección de Investigación de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
(DIUMCE), Chile. La preparación de esta publicación se debe en parte al trabajo de postgrado
que el autor principal se encuentra desarrollando en el contexto de su Doctorado en Etología
(Universidad Autónoma de Madrid), gracias al financiamiento otorgado por la beca Presidente
de la República para estudios de posgrado del Gobierno de Chile.
2 José Antonio Muñoz. Departamento de Psicología Biológica y de la Salud, Facultad de Psicología,
Universidad Autónoma de Madrid, España. josantoniomr@gmail.com
Luis Flores-Prado Departamento de Biología, Facultad de Ciencias Básicas, Universidad Metro-
politana de Ciencias de la Educación. Santiago, Chile. lfloresp@gmail.com
Marcial Beltrami. Departamento de Biología, Facultad de Ciencias Básicas, Universidad Me-
tropolitana de Ciencias de la Educación y Departamento de Psicología, Universidad de Chile.
Santiago, Chile. papion.alfa@gmail.com
Carlos Gil Burmann. Departamento de Psicología Biológica y de la Salud, Facultad de Psicología,
Universidad Autónoma de Madrid, España. cgil@uam.es
Macarena Sánchez. Departamento de Biología, Facultad de Ciencias Básicas, Universidad Metro-
politana de Ciencias de la Educación. Santiago, Chile. macarena_stellez@yahoo.es

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile

Abstract
This study presents results obtained from ethological observations of
aggressive interactions exhibited by couples of students between 13
and 18 years old, in two schools in Santiago de Chile, both of them
with similar socioeconomic conditions and population density, during
one school year. The sampling was carried out during the breaks in the
playground. We found a positive correlation between the individual
body length and the individual aggressive intensity; also we found
a negative correlation between the difference of body lengths of the
rivals and the intensity of the aggressive interactions. The results are
discussed in relation to explain the body length in the human specie
like a trait subject to Resource Holding Power strategy.
Key words: Body length, aggressive behavior, students.

Introducción
La longitud corporal de los animales en las poblaciones naturales
es un rasgo que ha sido vinculado con la dominancia individual asociado
a la conducta agresiva (Zinner, 1997). Los resultados obtenidos a partir
de estudios realizados en dominancia en varias especies de animales
(monos, cerdos, hienas, etc.) han determinado que la longitud corporal,
o la diferencia entre longitudes corporales de los participantes de las
interacciones agresivas, son importantes en el desarrollo y en la resolución
de dichas interacciones, ya que se relacionan con el nivel de agresividad
expresado por los oponentes (Booth y Parrot, 1986; Mitani, Gros-Louis
y Richards, 1996; Wilson, 2003). Al respecto, los individuos más grandes
son más dominantes que sus pares más pequeños, lo que les permite
acceder de forma más privilegiada a los recursos limitantes y mejorar la
posición social dentro del grupo (Mitani et al., 1996). Este fenómeno ha
sido estudiado también en humanos, encontrándose una relación positiva
entre la longitud corporal y la dominancia (Pellegrini et al., 2007) y entre
la longitud corporal y la agresión física (Archer y Thanzami, 2007), en
niños de cuatro años y en hombres jóvenes, respectivamente.
Desde un punto de vista evolutivo, la evaluación del poder de un
recurso propio (o capacidad) frente a la de un oponente (resource holding

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power o RHP), es una estrategia que ha resultado ser evolutivamente


estable a partir de la modelación en teoría de juegos, para las luchas
entre los animales (Parker, 1974). Si a un animal le es posible evaluar la
habilidad de lucha de su oponente a partir de un determinado fenotipo
relativo a sí mismo (por ejemplo a través de comparación de la longitud
corporal), y sobre la base de tal evaluación decidir si ataca o huye, esto
le entregaría una ventaja selectiva en comparación con la estrategia de
atacar sin evaluación previa (Archer y Benson, 2008; Archer, 2009). En
los individuos humanos, la asociación entre rasgos fenotípicos y estrategias
RHP (Sell, Tooby y Cosmides, 2005), y particularmente entre la longitud
corporal y tales estrategias (Archer y Thanzami, 2007; Archer y Benson,
2008) ha sido explorada recientemente.
Por otra parte, en los países sudamericanos, incluyendo la sociedad
chilena, se ha podido evidenciar un incremento de las conductas agresivas
realizadas por los estudiantes dentro del contexto de sus actividades
académicas (Beltrami, Sanhueza, Higueras, Flores y Muñoz, 2007;
García y Madriaza, 2005; García y Madriaza, 2006), lo que ha llamado la
atención del gobierno y ha aumentado los esfuerzos y recursos por conocer
tal problemática y los factores que determinan su preocupante aumento
(Lorion, 2004; Ministerio de Educación [MINEDUC] y Ministerio del
Interior, 2006; MINEDUC, United Nations Educational, Scientific
and Cultural Organization [UNESCO] e Instituto de Evaluación y
Asesoramiento Educativo [IDEA], 2005). Aunque la relevancia de este
problema es evidente, en Chile son escasos los estudios etológicos sobre
agresividad en escolares, que evalúen variables biológicas. Archer (1995)
notó que el estudio de la agresión humana ha tendido a omitir la fase
descriptiva-observacional común a otras disciplinas, la cual no puede
ser minuciosamente interpretada solamente por datos entregados por
encuestas, ya que esto resulta una falta de validez ecológica en los estudios
de la agresión. Si se quiere mejorar y completar el entendimiento de la
conducta agresiva dentro de los colegios es necesario obtener datos a
través de estudios observacionales, que permitan conocer exhaustivamente
la forma en que la agresión se desarrolla entre los escolares (Tapper y

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Boulton, 2002). Más aún, desde que sabemos que la forma y los niveles
de las agresiones pueden variar dependiendo del contexto en que sucedan,
es crítico realizar observaciones de las conductas agresivas de los escolares
en diferentes situaciones (Craig, Pepler y Atlas, 2000; Olweus, 1993;
Whitney y Smith, 1993). En tal sentido, es importante incorporar a la
investigación del comportamiento agresivo en escolares la perspectiva
de estudio etológico para una comprensión más holística del problema
(Beltrami et al., 2007). En este estudio hemos realizado observaciones
directas de interacciones agresivas exhibidas por diadas de estudiantes,
basándonos en metodología de registro etológica (Lehner, 1996), con el
fin de explorar las asociaciones entre la longitud corporal y la intensidad
de las interacciones agresivas.

Materiales y método

Selección de los colegios

La muestra fue obtenida durante el año escolar 2006. Se seleccionaron


dos colegios localizados en Santiago de Chile, los que tenían una densidad
poblacional similar (dos mil estudiantes cada uno aprox.) y un nivel
socioeconómico también similar. En ambas escuelas nuestro grupo focal
de estudio estuvo constituido por estudiantes que comprendían entre los
13 y los 18 años.

Definición de conductas

Durante una primera etapa de esta investigación se elaboró un


etograma de conductas agresivas, siguiendo la metodología de muestreo
descrita en Lehner (1996), el cual fue construido a partir de conductas
definidas en investigaciones anteriores (Beltrami et al., 2007), de aquellas
conductas que fueron comunicadas como frecuentes por los profesores de
los colegios y de conductas que se registraron ad libitum durante un mes de
observaciones exploratorias. Luego se realizaron descripciones anatómicas
de las nuevas conductas registradas y se adaptaron las descripciones de
aquellas que variaron desde el contexto original en que fueron registradas

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(Beltrami et al., 2007). De este modo se obtuvieron definiciones de las


conductas agresivas que, junto a la aplicación de test de fiabilidad inter-
observadores (Kendall, 1948; Lehner, 1996), permitieron obtener registros
detallados y confiables (e.g. Giles y Huntingford, 1984).

Unidades conductuales

Las conductas agresivas que conformaban el etograma de este


estudio fueron divididas en estados y eventos, siguiendo las categorías
de unidades conductuales planteadas por Altmann (1974). Para nuestra
investigación, los estados corresponden a conductas que se mantienen
en el tiempo por un periodo superior a 2 segundos; por ejemplo, gritar,
perseguir, cruzar brazos sobre el pecho, etc.; mientras que los eventos se
refieren a conductas instantáneas o de muy breve ejecución, habitualmente
muy repetidas, cuya duración es inferior a 2 segundos. Ejemplos de eventos
son fruncir el ceño, golpear una superficie, etc.

Registro de datos

Se registraron, en una tabla previamente diseñada, todos los eventos


y estados conductuales de las interacciones agresivas ocurridas entre pares
de individuos, que los investigadores pudieron observar en la población
de estudiantes durante los recreos (i.e. Event-sampling en Altmann, 1974;
Behaviour sampling en Archer, 1992; All occurrences sampling en Lehner,
1996). Este es el método más utilizado en estudios etológicos de agresión
y dominancia (Archer, 1992). En dichos registros se utilizaron además
grabadoras de sonido (Creative Muvo Micro© n200) y cronómetros
para estimar la duración de los estados conductuales. Los investigadores
se situaron en un sector neutral del establecimiento educacional, sin
interferir en las conductas de los estudiantes, y fueron presentados como
estudiantes universitarios en prácticas de pedagogía, en caso que los
estudiantes preguntaran a sus profesores o a los propios investigadores.
Durante esta investigación se registraron 122,5 horas de observación entre
abril y diciembre del año 2006, obteniéndose un total de 32 interacciones
agresivas entre diadas (pares de individuos involucrados en una interacción

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agonística) de estudiantes que pertenecían al mismo curso, de modo que


la muestra total de participantes observados correspondió a 64, siempre
pertenecientes al mismo nivel escolar.

Construcción de índices de agresividad

Se efectuó una jerarquización de las conductas agresivas (eventos


y estados) basadas en un factor de agresividad (FA), el cual representa en
términos numéricos cuán agresiva es cada unidad conductual (eventos y
estados) de acuerdo con un criterio determinado (ver Barki, Karplus y
Goren, 1992; Berger, 1977; Eden, 1987). En nuestro estudio, los estados o
eventos de mayor valor del FA fueron aquellos donde se produjo contacto
corporal entre los individuos participantes en la interacción agresiva, y
los de menor valor fueron aquellos donde se efectuaron gestos corporales
y acusaciones verbales entre los integrantes de la interacción (Tabla I).
Utilizando el factor de agresividad asignado a cada unidad conductual
(Tabla I), el número de eventos conductuales y los tiempos de duración
de los estados conductuales, se procedió a la construcción de dos índices
de agresividad del participante de la interacción, modificados de Barki et
al. (1992), Lehner (1996) y Flores-Prado, Aguilera-Olivares y Niemeyer,
(2008), como lo describen las siguientes fórmulas:

i) Índices de agresividad del participante:

a) Índice de agresividad de cada participante basado en eventos (IAPEV):

∑ (FA × FEVPA)
IAPEV = ———————
TTI
, donde FA es el factor de agresividad de los eventos realizados por
el participante A. FEVPA representa la frecuencia de eventos para el
participante A, y TTI es el tiempo total de duración de la interacción. De
la misma manera se calculó un índice para el participante B.

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b) Índice de agresividad de cada participante basado en estados (IAPES):


∑ (FA × TESPA)
IAPES = ———————
TTI
, donde FA es el factor de agresividad de los estados realizados por el
participante A. TESPA representa el tiempo de extensión de los estados para
el participante A, y TTI es el tiempo total de duración de la interacción.
De la misma manera se calculó un índice para el participante B.

Se construyeron además dos “índices de agresividad de la


interacción”, los cuales corresponden a:

c) Índice de agresividad de la interacción basado en eventos (IAIEV):


Corresponde a la suma de los índices de agresividad de cada participante
de la interacción, basado en eventos.

d) Índice de agresividad de la interacción basado en estados (IAIES):


Corresponde a la suma de los índices de agresividad de cada participante
de la interacción, basado en estados.

El número de eventos conductuales registrados entrega información


sobre la frecuencia de tales conductas; los estados conductuales permiten
obtener información sobre la duración de dichas conductas; y los índices
de agresividad permiten obtener una estimación de la intensidad de la
conducta agresiva.

Tabla I. Descripción de los estados y eventos conductuales registrados,


asociados con el factor de agresividad (FA) propuestos en este estudio.

ESTADOS FA EVENTOS FA
Un individuo se cubre la cara Fruncir el ceño mientras ocurre
con las manos o con los brazos 1 una discusión 1

Un individuo retrocede cuando Bajar o levantar la mirada


el otro se acerca 1 mientras ocurre una discusión 1

Descruzar brazos hacia los


Discusión en voz alta 1 lados mientras ocurre una 2
discusión

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Discusión en voz alta, con Levantar una ceja mientras


groserías e insultos 2 ocurre una discusión 2

Un individuo cruza los brazos Efectuar un gesto facial


sobre el pecho, en actitud
desafiante, después de iniciada 3 desafiante mientras ocurre una 2
discusión
una discusión con insultos
Un individuo apoya las
manos en la cintura en actitud Palmotear con las manos frente
desafiante, después de iniciada 3 al rostro de otro individuo 3
una discusión con insultos
Un individuo se acerca en
actitud desafiante e ingresa Simular un puñetazo, pero sin
al espacio próximo del otro, 4 terminar en golpe 3
llegando hasta el contacto
corporal sin golpes
Un individuo mira el rostro de Apuntar con el dedo en actitud
otro y levanta el mentón varias 4 desafiante 3
veces
Desplazarse de frente, rápido,
Un individuo levanta el pecho
de forma desafiante 4 durante menos de dos 3
segundos
Arrojar un objeto contra el piso
Un individuo persigue a otro 5 mientras ocurre una discusión 4

Un individuo agarra alguna Golpear una superficie


parte del cuerpo del otro 6 mientras ocurre una discusión 4

Un individuo tira alguna parte Quitar una prenda de ropa a


del cuerpo del otro 7 otro individuo 5

Arrojar un objeto contra otro


individuo 5
Empujar con ambas manos el
pecho de otro individuo 6
Efectuar una zancadilla a otro
individuo, mientras están en 6
contacto corporal
Golpear la nuca a otro
individuo 6

Dar un codazo a otro individuo 7


Dar una patada a otro
individuo 8
Dar un golpe de puño a otro
individuo 9

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Diferencias en la intensidad de las interacciones agresivas ocurridas entre estudiantes adolescentes y su relación con la longitud corporal

Medición de longitudes corporales

La longitud corporal de los estudiantes que participaron en las


interacciones agresivas fue obtenida a partir de medidas realizadas a
éstos por los investigadores. Posteriormente se obtuvo la diferencia entre
las longitudes corporales de los dos estudiantes participantes de cada
interacción agresiva, restando las longitudes corporales individuales.

Análisis estadísticos

Para calcular la fiabilidad inter-observadores se aplicó el test de


fiabilidad inter-observadores de Kendall (Kendall, 1948). Se consideró que
existía una fiabilidad elevada entre los observadores cuando el coeficiente
de fiabilidad fue superior al 95% (W = 0,95). Este índice se calculó luego
del registro de interacciones agresivas de escolares que efectuaron los
investigadores a partir de la observación de videos.

Se realizaron correlaciones lineales simples de Pearson para


determinar si existía una asociación entre: a) la longitud corporal y el
índice de agresividad de cada participante basado en eventos (IAPEV);
b) la longitud corporal y el índice de agresividad de cada participante
basado en estados (IAPES); c) la diferencia entre la longitud corporal
de los dos participantes de cada interacción y el índice de agresividad de
cada interacción basado en eventos (IAIEV), y d) la diferencia entre la
longitud corporal de los dos participantes de cada interacción y el índice
de agresividad de cada interacción basado en estados (IAIES).

Resultados
Se encontraron correlaciones positivas y significativas entre la
longitud corporal y el índice de agresividad del participante basado en
eventos (IAPEV) (M = 0,29; SD = 0,25; N = 64) como se aprecia en
la Figura 1 (r = 0, 27; r2 = 0,07; p = 0,03), y entre la longitud corporal
(M = 1,59; SD = 0,78; N = 64) y el índice de agresividad del participante
basado en estados (IAPES) (M = 3; SD = 3,3; N = 64) como se muestra
en la Figura 2 (r = 0, 46; r2 = 0,21; p = 0,0001). Esto significa que al

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aumentar la longitud corporal también aumenta la intensidad agresiva de


los individuos que participan de una interacción agresiva.
Por otro lado, se obtuvo una correlación negativa entre las diferen-
cias de las longitudes corporales de ambos participantes de la interacción
(M = 0,08; SD = 0,05; N = 32) y los índices de agresividad de cada una de
las interacciones, basadas en estados (IAIES) (M = 5,3; SD = 3,5;
N = 32), como se aprecia en la Figura 3 (r = -0,42; r2 = 0,17; p = 0,017),
pero no se observó asociación entre las diferencias de las longitudes corpo-
rales de ambos participantes de la interacción y los índices de agresividad
de cada una de las interacciones, basadas en eventos (IAIEV) (M = 0,56;
SD = 0,39; N = 32), como se observa en la Figura 4 (r = -0,34; r2 = 0,11;
p = 0,57). Vale decir, al disminuir las diferencias en las longitudes corpora-
les de los rivales aumenta la intensidad de la interacción agresiva, estimada
a partir de los estados conductuales.

Figura 1. Correlación entre el índice de agresividad de cada participante basado en


eventos (IAPEV) y la diferencia de las longitudes corporales.

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Diferencias en la intensidad de las interacciones agresivas ocurridas entre estudiantes adolescentes y su relación con la longitud corporal

Figura 2. Correlación entre el índice de agresividad de cada participante basado en estados


(IAPES) y la diferencia de las longitudes corporales.

Figura 3. Correlación entre el índice de agresividad de la interacción basado en estados


(IAIES) y la diferencia de las longitudes corporales.

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Figura 4. Correlación entre el índice de agresividad de la interacción basado en eventos


(IAIEV) y la diferencia de las longitudes corporales.

Discusión
La correlación positiva encontrada entre la longitud corporal y los
índices de agresividad de los participantes de las interacciones, tanto el
basado en eventos (IAPEV) como el basado en estados (IAPES), permiten
aportar evidencia a favor de la hipótesis que postula que la longitud
corporal es un rasgo vinculado a las estrategias de evaluación del poder de
un recurso (o capacidad) propio frente al poder del oponente (“resource
holding power”). Para los escolares, poder evaluar la capacidad de lucha
de sus rivales sobre la base de rasgos fiables representaría una habilidad
ventajosa, al momento de decidir si atacar o huir. Varias investigaciones
han demostrado que aquellos estudiantes más agresivos son los más
populares o miembros centrales de sus grupos sociales (e.g., Bagwell, Coie,
Terry & Lochman, 2000; Cairns, Cairns, Neckerman, Gest & Gariépy,
1989; Estell, Cairns, Farmer & Cairns, 2002; Luthar & McMahon,
1996; Rodkin, Farmer, Pearl & Van Acker, 2000; Vaillancourt & Shelley,

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Diferencias en la intensidad de las interacciones agresivas ocurridas entre estudiantes adolescentes y su relación con la longitud corporal

2006). Es probable además que una mayor longitud corporal le permita


al estudiante que la posea, expresar un repertorio conductual menos
controlado o más exacerbado, con el fin de obtener una buena reputación
y estatus entre sus pares (Archer et al., 1995; Vaillancourt & Shelley, 2006),
en un ambiente en el que exista competencia por atraer a las mujeres (Buss,
1989, 1992; Ellis, 1992). Esto también concuerda con lo observado en
otras especies animales, bajo un contexto de establecimiento de jerarquías
sociales, en que una mayor longitud corporal se asocia con un incremento
de la agresividad y de la dominancia (Zinner, 1997).
Si bien es cierto que al aumentar la longitud corporal también
se incrementa la intensidad del comportamiento agresivo individual de
los estudiantes que participaron en las interacciones, no se exhibe tal
correlación entre la intensidad de la interacción agresiva en su conjunto y
la diferencia de las longitudes corporales entre oponentes. Por el contrario,
al disminuir las diferencias entre las longitudes corporales de los rivales,
aumenta la intensidad con que ocurre la interacción agresiva, estimada
a partir de los estados conductuales. Al analizar las longitudes corporales
entre los oponentes, se detectó que las interacciones agresivas se produjeron
fundamentalmente entre individuos que manifestaron diferencias mínimas
de longitud corporal (media de 0,08 cm). Estos resultados implican que, si
la longitud corporal es un rasgo confiable de la capacidad de lucha entre los
rivales, a medida que se igualan dichas señales (o disminuye la diferencia
entre las longitudes corporales de los oponentes) aumenta la intensidad
agresiva desplegada durante la interacción, ya que el poderío de lucha es
similar y por tanto los niveles de dominancia no se encuentran claramente
delimitados.

Es preciso destacar que la metodología observacional etológica


empleada en nuestro estudio y el análisis correlacional de las interacciones
agresivas entre escolares ha permitido obtener resultados que entregan
un sustento empírico en el mismo sentido que estudios realizados
anteriormente basados en encuestas, como herramienta metodológica,
específicamente en cuanto a la fiabilidad de la longitud corporal como una
señal RHP en humanos (Archer & Thanzami, 2007; Archer & Benson,

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2008). Por otra parte, nuestra investigación pretende aportar antecedentes,


desde una perspectiva biológica, que complementen aquellos obtenidos a
partir de enfoques sociales y psicológicos dentro de los cuales emergen como
relevantes aspectos familiares y culturales (Varela y Tijmes, 2008), así como
el clima escolar percibido por los alumnos en algunos establecimientos
educacionales de nuestro país (Cornejo y Redondo, 2001).
La explicación del fenómeno de la agresividad entre escolares
es multifactorial. Al respecto, aunque significativa, la correlación
existente entre la longitud corporal y los índices de agresividad es baja
(IAPEV r = 0,27; IAPES r = 0,46), lo cual es concordante con la idea de
explicación conjunta con otras variables no consideradas en este estudio.
Por ejemplo, niveles hormonales, estados motivacionales y causas del
conflicto. Este resultado es concordante con los obtenidos por otros grupos
de investigación (Archer & Thanzami, 2008).

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Fecha de Recepción de artículo: 18 de agosto de 2009.


Fecha de Aceptación de artículo: 30 de octubre de 2009.

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