15. UTILITARISMO Y CONSECUENCIALISMO
Cuando ta felicidad recibe el sentido amplio
e indiferenciado que le dan Bentham y
Mill, el mandato «busca la felicidad» se re-
duce meramente a «trata de alcanzar lo que
deseas». Un mandato vacio que no dice
nada con respecto a los objetos reales del de-
seo 0 a deseos excluyentes y antagonistas.
MACINTYRE
El bien de la mayoria
La civilizacién técnica ha multiplicado las posibilidades
de la accion humana, y también su complejidad. Hoy se pide
sin cesar el dictamen de comisiones éticas, porque en los nue-
vos problemas no agarran los criterios tradicionales. Son, con
frecuencia, ambitos limite en los que esta en juego la vida y la
muerte, dominios inéditos donde la aplicacion normativa de
los principios clasicos no la proporciona la costumbre, pues tal
costumbre no existe.
Para resolver esa carencia se suele recomendar un prin-
cipio moral que se presenta como el tmico del que cabe dedu-
103Introduccién a la Etica
cir un modo de obrar correcto para toda situaci6n posible. Se
trata del utilitarismo o consecuencialismo, denominado tam-
bién principio moral teleolégico. Esta es su novedad: la correc-
cién o incorrecci6n de una accion depende tinicamente de sus
consecuencias efectivas o probables. Ello significa que una ac-
ciOn es correcta si produce tanto bien como cualquier otra, y
es obligatoria si produce mas bien que cualquier otra. Una va-
riante de este utilitarismo se limita a exigir que se sigan aque-
Ilas reglas cuya observancia general acarrea en su conjunto
mas utilidad que dafo.
El utilitarismo parece un criterio ético claro y verificable,
pero sus propios fundadores no se ponen de acuerdo a la hora
de definir lo util. Jeremy Bentham (1748-1832), que ideé un
calculo hedonistico para medir la mayor felicidad posible para el
mayor numero posible, juzgo la naciente y revolucionaria doc-
trina de los derechos humanos como un «pomposo disparate»,
pues solo el placer es la fuente genuina de la felicidad. Por su
parte, John Stuart Mill (1806-1876) distinguié entre placeres in-
feriores y superiores, segtin un célebre criterio cualitativo; «Es
mejor ser un Socrates desgraciado que un cerdo dichoso».
En su Historia de la ética, MacIntyre sefala que el pro-
blema de escoger como criterio moral conceptos como placer,
deber 0 felicidad consiste en su degeneracién. Nacen como
nociones que apuntan a ciertas metas, y se transforman en po-
sibilidad de dirigirse a cualquier meta. Los hedonistas matizan
que no alaban meramente al vino y a las mujeres. Los purita-
Nos insisten en que no se oponen al placer en cuanto tal, sino
solo a los placeres inferiores y falsos. Asi, el concepto se dilata
hasta alcanzar una amplitud que le hace inatil para valoracio-
nes morales. Si placer y felicidad significan cualquier cosa, el
utilitarismo ya no sirve como criterio, y si significan algo deter-
minado, entonces es falso que todos los hombres lo deseen o
deban desearlo. Por otra parte, solo se debe aspirar a la felici-
dad para el mayor nimero cuando en la sociedad se aceptan
normas basicas de conducta decente. ¢Qué aplicacién tendria
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Utilitarismo y consecuencialismo
el principio de maxima felicidad en una sociedad que pone su
aspiracién comtn en el asesinato en masa de los judios?
Consecuencialismo
La tesis fundamental de la ética consecuencialista esta
en contradiccién con las intuiciones morales de la mayoria de
los hombres, El-consecuencialismo afirma, contra todas las tra-
diciones éticas, que el fin justifica los medios: porque la cuali-
dad moral de las acciones depende ahora de su valor de medio
para alcanzar el fin de la optimizacién. A quien quiere lo me-
jor le esta permitido todo. Con esto se rompe especialmente la
tradici6n ética occidental, ratificada por el tribunal aleman
que condené, en los anos ciencuenta, a diversos médicos que
durante el tercer Reich seleccionaron enfermos mentales para
practicarles la eutanasia. Al seleccionar enfermos mentales, los
médicos salvaron la vida de otros muchos enfermos. El tribu-
nal no acepté este argumento, e hizo constar que nunca esta
justificado colaborar en un homicidio, ni siquiera cuando al
hacerlo se evitan ulteriores homicidios.
La logica consecuencialista considera innecesario cum-
plir la promesa hecha a un moribundo. Es bueno hacerla si se
consuela al moribundo, y es bueno no cumplirla si resulta venta-
Joso. Al individuo que no esta dispuesto a cometer una inmorali-
dad se le podra decir que sumodo de entender la moralidad
obstaculiza el perfeccionamiento del mundo. Lo que él consi-
dera un crimen tal vez no Jo sea en absoluto: acaso sea Util para
el progreso de la humanidad. La transformaci6n de los impera-
tivos morales en imperativos técnicos deja la responsabilidad a
los expertos capaces de evaluar las complejas consecuencias, Y
estos expertos ya no tendran en cuenta la dignidad del hombre
concreto sino dos abstracciones: el mundo y la ciencia.
En su juventud, un Popper comunista se sentia desazo-
nado porque el Partido excitaba en sus seguidores instintos asesi-
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——-Introducctén a la Etica
nos contra «el enemigo de clase». Le dijeron que eso era necesa-
rio para lo tnico importante: el triunfo futuro de la Revolucién.
Un dia de junio de 1919, la policia disparé contra una manifesta-
cién de jévenes comunistas. Murieron ocho. En la sede del Par-
tido, a Popper le explicaron que la Revolucién exigia aquellos sa-
crificios; eran inevitables y necesarios para el Progreso, ya que
suscitaban la furia de los trabajadores contra la policia,
El consecuencialismo, al permitir que el principio de
utilidad anule nuestros principios, remueve un obstaculo que
acarreara cualquier enormidad: Auschwitz o Vietnam. El utili-
tarismo, que aparece con un criterio para distinguir el bien del
mal, nos conduce a admitir que ninguna accién, por vil que
sea, es mala en si misma 0 esta prohibida en cuanto tal. Todas
Jas acciones serdn evaluadas en funcién de sus consecuencias.
Y si esas consecuencias han de ser favorables para la felicidad
general, esas acciones —sea la ejecucioén de inocentes, o el ase-
sinato y violacion de nifios— estarian Jjustificadas. El consecuen-
cialismo se convierte asi en la Jjustificacion facil que permite
comenzar cualquier guerra. En la justificacién de las bombas
sobre Hirosima y Nagasaki, porque ~como se ha dicho- abra-
sar a cientos de miles de japoneses evité una guerra supuesta-
mente interminable, con innumerables bajas en el bando con-
trario.
Otro serio problema del consecuencialismo es la imposi-
bilidad de prever perfectamente las consecuencias de ningtin
acto humano. Bruto podia tomar parte en la conspiracién
contra César, podia abstenerse y permanecer callado, y tam-
bién podia denunciar el complot. Lo que no podia era prever
ni siquiera las mas inmediatas consecuencias de las tres alter-
nativas: cémo reaccionarian Casio, César, Cicerén, Marco An-
tonio y el pueblo romano. Y si hubiera querido considerar las
consecuencias remotas, podria intuir de modo general su eco
a través de los siglos, pero nunca podria imaginar la obra de
Shakespeare ni el heroismo y la villania de los revolucionarios
franceses que se inspiraron en su accion.
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