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Una herramienta que ayuda a revertir el sufrimiento

emocional
Creada en la Argentina, es una disciplina que actualmente se aplica
en muchos países

LA NACION
Creado por el doctor Jorge García Badaracco como una alternativa para vencer el
aislamiento de los pacientes graves del hospital Borda, el psicoanálisis multifamiliar
es hoy una herramienta terapéutica en sentido amplio, que ayuda a revertir el
sufrimiento emocional que acompaña a diferentes cuadros clínicos y permite
desarrollar, en el contexto de grandes grupos, recursos mentales para mejorar la
calidad de vida de personas con dificultades en su vida de relación.

Fiel a su estilo renovador, y cumplidos los 85 años, García Badaracco, en diálogo


con LA NACION, se desprende de los esquemas conceptuales cerrados de la
psiquiatría y el psicoanálisis clásicos, y define el psicoanálisis multifamiliar como
una manera de pensar y trabajar la salud y la enfermedad mental.
Esta dimensión filosófica y antropológica le permite mirar por encima de la estricta
psicopatología, y rastrear los rasgos universales del sufrimiento humano, cuyo
origen remonta a los conflictos vinculares.

El sufrimiento nacido en las dificultades de las relaciones humanas no es privativo


de quienes padecen alteraciones emocionales serias o enfermedades psiquiátricas.
Es una vivencia universal a la que no es ajena ninguna persona, comenta la
psicoanalista María Elisa Mitre, coordinadora de grupos de psicoanálisis
multifamiliar.

La palabra liberadora
A 50 años de la creación del psicoanálisis multifamiliar, la Asociación Psicoanalítica
Argentina, el Instituto de Psicoanálisis Multifamiliar y la Fundación María Elisa Mitre
organizaron en la Universidad de Belgrano el primer congreso de la especialidad.
La prehistoria del modelo surgió a finales de la década de 1950, en el marco del
tratamiento de los pacientes graves que albergaban los neuropsiquiátricos Borda y
Moyano. Allí, el doctor García Badaracco aprendió las primeras lecciones de sus
pacientes, al descubrir que el silencio en el que permanecían encerrados se
resquebrajaba cuando encontraban un contexto de confianza en el que podían
expresarse.

Convocó entonces a pacientes y familiares en un mismo ámbito, y las sesiones


terapéuticas multifamiliares se convirtieron en un espacio en donde cada uno podía
exponer libremente sus ideas y sufrimientos. Así comprendió que todos los
pacientes, aún los más graves, eran capaces de poner en juego un potencial de
salud al que definió como "virtualidad sana".

Aquel descubrimiento inicial se pone de manifiesto cotidianamente en las reuniones


multitudinarias -pueden superar a las cien personas-, que hoy se realizan en
hospitales psiquiátricos y generales, hospitales de día o grupos sociales de
cualquier tipo en los que se dilucidan conflictos de relación.
Así sean padres e hijos de distintas familias, con historias y diagnósticos
heterogéneos, o integrantes de una comunidad, cada participante expone con
libertad sus conflictos, sufrimientos y pareceres. A través de estos relatos
singulares se construyen mapas del dolor psíquico y estrategias para vencerlo, que
involucran de una u otra manera a cada uno de los participantes.

Cada uno es un espejo en el que todos pueden mirarse y reconocer la porción de


verdad que lo impacta.

María Elisa Mitre, también subdirectora del Instituto de Psicoanálisis Multifamiliar,


define a estos pequeños mundos heterogéneos como contextos sociales en los que
se crea un clima que permite expresar y compartir, en ocasiones por primera vez
en la vida, vivencias y emociones que se callan cuando el clima no es favorable.
"Allí se aprende a escuchar a los otros y a partir de las vivencias de los demás
surgen los propios descubrimientos", comenta y ejemplifica: "Para un hijo puede ser
mucho más fácil hablarle a otro padre que al propio, por quien tal vez siente algún
temor que le impide la comunicación".

Los coordinadores aseguran las condiciones de respeto que facilitan la expresión de


los problemas a través de un relato que será el espejo en donde los demás pueden
verse a sí mismos. García Badaracco rescata el valor de esta "característica
curativa de los grupos, que permite no solamente ver con más claridad en los
demás las propias dificultades, sino ver que uno puede ser como otro que es más
sano".

Este recorrido existencial compartido ayuda a abrir espacios mentales que


estimulan el desarrollo de recursos emocionales propios, con el potencial de
convertir el sufrimiento psíquico en calidad de vida. Así lo entienden también
seguidores de España, Italia, Brasil y Uruguay, que aplican ese modelo.
El médico psiquiatra Angel María Ramos Muñoz, del Hospital de Getafe, de Madrid,
relata una trayectoria que debió vencer resistencias en los familiares de sus
pacientes, hasta que aceptaron un nuevo modo de encarar el sufrimiento psíquico.

"El psicoanálisis multifamiliar es una forma de trabajar con una familia que sufre;
sin embargo, hemos encontrado una resistencia tremenda de parte de los
familiares a expresarse como personas sufrientes per se. Inicialmente venían y
decían "Si estoy mal es porque mi hijo está mal, yo no vengo a contar mis
problemas sino a que me digan qué es lo que tengo que hacer con mi hijo."
Después de una tarea de años, quienes inicialmente hablaban así, son quienes
ahora les señalan a los nuevos: "No, que te equivocas, que tú también, que aquí no
te vienen a dar recetas, que esto es para que hables de lo que te pasa a ti".

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