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Nación y cultura en América Latina
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Nación y cultura en América Latina

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Contra el transfondo de la globalización, en este libro se van desplegando los temas que constituyen en América Latina el paisaje cultural de nuestro tiempo: las identidades, la cuestión indígena, las culturas de ancestro, las industrias culturales, el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, las políticas culturales y educativas y la constitución de un nuevo imaginario de la nación que preserve la diversidad y evite la fragmentación.
LanguageEspañol
PublisherLOM Ediciones
Release dateOct 3, 2002
ISBN9789562824965
Nación y cultura en América Latina

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    Nación y cultura en América Latina - Bernardo Subercaseaux

    culturales"

    Prólogo

    Bernardo Subercaseaux es uno de los pocos intelectuales chilenos que se mueve en el campo de la cultura académica con la misma sapiencia y pericia con que lo hace en el campo de la cultura pública. Nos habla así de los documentos de la CEPAL y del PNUD o del libro de Hardt y Negri con la misma propiedad con que comenta la elección de Miss Pelarco en el pueblo de ese nombre, en la VII Región, o los discos de música popular que desde Miami controlan BMG, Emi, PolyGram, Universal, Sony Music y Warner Music. Más precisamente pero también en este sentido: habría que decir de Subercaseaux que éste une las virtudes que son propias del historiador, la sensibilidad y el ojo puestos sobre lo particular y concreto, a los talentos característicos del contemplador, la capacidad de abstraer, de desempeñarse en el terreno siempre un poco menos verosímil de lo general y lo abstracto.

    Nación y cultura en América Latina. Diversidad cultural y globalización es una prueba fehaciente de cuanto acabo de decir. Contra el trasfondo de la globalización –una globalización a la que el autor no despoja de sus múltiples complejidades y contradicciones–, se van desplegando en este libro los temas que constituyen el paisaje cultural de nuestro tiempo, el latinoamericano y no sólo el latinoamericano: la cuestión indígena, la importancia de las culturas de ancestro, las industrias culturales, el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, el controvertido tópico de las políticas culturales son sólo algunos de tales temas. Teóricamente, nos damos cuenta de que la escritura de Subercaseaux apunta hacia la esperanza en un cierto equilibrio. Defensa convencida y resuelta del principio moderno de la diferencia, por una parte, y sospecha no demasiado encubierta de las trampas que se ocultan en el principio postmoderno de la fragmentaridad, por otra. Esto último lo conduce a una reivindicación de la idea nacional, pero no (y esto es algo que debemos destacar con el máximo énfasis) de la idea nacional decimonónica, y ni siquiera la de los tiempos que él mismo denomina como integrador (1890-1920) y revolucionario (1950-1975), sino de su reformulación en el marco de las condiciones de una historia que en los últimos veinte o treinta años se ha movido, que no está ya en el mismo sitio en que muchos de nosotros la dejamos en los años sesenta y setenta.

    ¿Cómo defender, en este nuevo escenario cultural, conceptos como los de nación, Estado, democracia, ciudadanía, espacio público y otros por el estilo? ¿Hemos de resignarnos a su obsolescencia, como predican los profetas del fin de la modernidad? Subercaseaux piensa que no, pero tampoco cree que se trate de reeditar estrategias desfasadas. El problema que hoy tenemos por delante consiste en entender que hay acontecimientos que han ocurrido en el mundo durante estos últimos años de los que no es posible hacer caso omiso y que ellos han generado condiciones de vida cuya discusión requiere de una perspectiva filosófica distinta. Esto quiere decir que el tiempo globalizado es un tiempo real, que está aquí para quedarse y que a su respecto debemos aprender a desempeñarnos, en él y fuera de él, en él y contra él. Cómo vamos a hacer eso cuando la máquina del poder ha alcanzado la potencia y la soberbia que sabemos es, por supuesto, la pregunta del día, la que a todos nos preocupa. Subercaseaux no la elude, se percata de que una diversidad que coexiste con un monopolio del poder político, siempre estará en situación de riesgo o de ser administrada por ese poder y que las condiciones de vida actuales pudieran presentar contradicciones insuperables con respecto a las utopías de la modernidad. Con todo, la confianza en el valor de esas utopías a él no lo abandona, porque no puede abandonarlo, porque de esa confianza y de su perduración él sabe bien que depende ni más ni menos que la posibilidad de permanencia de la especie humana sobre la faz de la tierra.

    Grínor Rojo

    Septiembre de 2002

    De la economía a la cultura

    La globalización –o mundialización– expresa una fase del capitalismo que se caracteriza por la libre circulación de flujos financieros y bienes económicos; expresa también una situación nueva en que la lógica de mercado se ha extendido a casi todo el planeta. Se trata de un proceso al que concurre un desarrollo incesante de nuevas tecnologías de comunicación e información, tecnologías que le han quebrado la mano al tiempo, al espacio y a la geografía, generando lo que algunos llaman un mercado-mundo y otros, aldea global. La globalización implica grados crecientes de comunicación e interdependencia en todos los niveles de la vida y entre todas las sociedades del planeta, lo que produce una transnacionalización inédita de los procesos históricos. En lo económico los estados nacionales han perdido soberanía; la liberalización de los mercados expone a cada país a una creciente interrelación y a efectos en cadena; en este contexto los resguardos se ejercen a través de la fortaleza de la propia economía o por la vía de bloques, pactos, mercados regionales o subregionales.

    Para algunos estudiosos este nuevo escenario sería la continuación histórica de procesos anteriores en el curso de la modernización de Occidente; de la internacionalización que se inicia con las navegaciones transoceánicas en el siglo XV, y de la transnacionalización y expansión de capitales de fines del siglo XIX y primera mitad del veinte. Para otros analistas se trata básicamente de un proceso autogenerado al interior del desarrollo capitalista, un proceso que sería comparable a una formación coralífera, en que no hay ningún poder ni afán hegemónico detrás: el coral crece porque tiene de por sí una conformación inherentemente expansiva; ese es su modo de vida. Para otros, en cambio, la globalización es un fenómeno fundamentalmente asimétrico, en que hay globalizadores, globalizados y también excluidos. Algunos incluso utilizan como sinónimo de globalización, norteamericanización. Afirman que "la influencia de los medios de comunicación norteamericanos es cada vez mayor, especialmente en la televisión,

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