You are on page 1of 4

JESÚS TE AMA

P. Robert De Grandis S.S.J.

“Cuando finalmente llegaron los primeros, se imaginaron que iban a recibir más; pero
recibieron también un denario. Por eso, cuando se lo dieron empezaron a protestar contra el
patrón. Decían: “Los últimos apenas trabajaron una hora y les pagaste igual que a nosotros,
que soportamos el peso del día y del calor”. El patrón contesto a uno de ellos: “Amigo, no he
hecho nada injusto, ¿no convinimos en un denario al día? Entonces, toma lo que te
corresponde y márchate. Me gusta darle al último tanto como a ti. ¿No tengo derecho a
hacer lo que quiero con mi dinero? ¿Por qué miras con malos ojos que yo sea bueno?”. Así
sucederá: los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”. (Mateo 20, 10-16).

En este pasaje vemos los resultados de un gran debate. La injusticia está muy clara para
todos nosotros y esperamos que también lo esté la moral. Jesús usa esta parábola para
hablar de la generosidad de Su gran amor. Según yo leo este pasaje del evangelio, me sacude
y me dice, “Tu eres como el hombre en el evangelio. Tú esperas recibir Mi amor en proporción
al as horas que tú trabajas”.

El Señor nos ama porque somos quienes somos, sin considerar nuestra labor. Esto para la
mayoría de personas es muy difícil de entender porque cuando hacemos cosas buenas, tales
como traerles a casa a nuestros padres una calificación escolar buena, entonces nos palmean
cariñosamente la cabeza. Cuando trabajamos en la casa y hacemos cosas buenas se nos da un
abrazo; recibimos aceptación. Sin embargo, cuando somos ruines o rebeldes, recibimos
miradas que cortan; recibimos una “mala mirada” y quizás aún una bofetada.

Nosotros tendemos a mirar al Señor Jesucristo de la misma manera. Muchos de nosotros nos
desalentamos y decimos que el Señor no nos puede amar. Nosotros le recordamos a El lo malo
que somos siempre discutiendo con nuestro esposo (a); con nuestros hijos que nos están
volviendo locos y les gritamos. Nos sentimos tan ruines y haraganes que somos fácilmente
desalentados. En este momento nos abatimos con depresión y decimos, “¿Cómo tú me puedes
amar Señor?” Nosotros somos como el hombre en el pasaje del evangelio - “Págame de
acuerdo al trabajo que yo he hecho”. El Señor nos dice que El nos ama sin considerar el
trabajo que hayamos hecho.

Esta clase de amor es incomprensible para la mayoría de nosotros. Tenemos un gran complejo
de inferioridad sobre nuestra relación con el Señor Jesucristo. Nosotros no nos agradamos
nosotros mismos y creemos que no le agradamos a las personas; por lo tanto, nosotros
concluimos, “Yo tampoco le agrado al Señor”. El Señor dice, “Yo soy generoso con Mi amor”.

Un hombre llamado Norman Elliot estaba pensando en esta idea y él le preguntó a su pequeño
hijo si él creía que él lo amaba. El hijo dijo que él sí lo amaba. Entonces el papá le preguntó,
“¿Te ama papá cuando eres malo?” El hijo respondió, “No, tú no me amas cuando yo soy malo”.
Esta observación hizo que el padre quisiera saber qué había hecho él para que su hijo
respondiera de esa forma. El Señor Elliot decidió asistir a un programa de reeducación para
su hijo. Todos los días él se sentaría y hablaría sobre el Señor Jesucristo con su hijo que el
Señor lo amaba a él aún cuando él era malo, y que él su propio padre, también lo ama cuando él
era malo, aunque esto no pareciera así. Gradualmente el padre notó un cambio completo de
actitud en su hijo.

Un día el probó al niño. El le preguntó, “¿Te ama Jesús cuando tú eres bueno?”. El niño
respondió, “Sí”. Entonces él le preguntó, “¿Te ama Jesús cuando tú eres malo?”. El hijo
respondió, “Jesús me ama cuando soy malo”. Este niño llegó a tener un real y profundo
entendimiento del amor del Señor, el cual no lo tienen la mayoría de los adultos. Más tarde el
pequeño niño le contaba a su padre que él estaba en el patio de la escuela y que tuvo
problemas con otro niño. El padre le preguntó a él que como había resuelto el problema y el
niño le dijo que él sabía que Jesús estaba con él y que por eso él dijo una pequeña oración y
que todo había terminado. ¡Podríamos volvernos como ese niño pequeño, porque de ellos es el
reino de los cielos!

El Señor nos ama como somos ahora, con todas nuestras faltas y fracasos. Nosotros
necesitamos llegar a ese profundo conocimiento. Muchas personas están deprimidas porque
cuando las cosas van mal en la familia, con un amigo o en el trabajo, ellas se sienten
totalmente rechazadas. Si nosotros sentimos que nuestro esposo (a) no nos ama, o que
nuestros hijos no nos aman, nosotros sentimos naturalmente que el Señor tampoco nos puede
amar. Ellos sienten que son malos y se deprimen, lo cual es una reacción perfectamente
normal y natural si no tienen el apoyo de la familia. Jesús dice que Él es generoso y que ama a
todas las personas. JESÚS NOS AMA SIN CONSIDERAR LO QUE NOSOTROS HACEMOS
O NO HACEMOS. “Con amor eterno te he amado, por eso prolongaré mi favor contigo”.
(Jeremías 31,3).

Tenemos la hermosa historia de un antiguo criminal llamado Starr Daly. Como l mayoría de los
criminales, él venía de un hogar roto donde él había presenciado sólo ira, resentimiento y
odio. Mientras él estuvo en la prisión su ira y odio se le rebelaron y él se hizo casi
incontrolable. Los oficiales de la prisión le dieron más u más castigos severos, prisión
incomunicada a pan y agua. Él estuvo tanto tiempo en prisión incomunicada que físicamente, él
estaba perdiendo poco a poco la salud, y emocionalmente estaba lleno de odio y
resentimiento. Según el cuenta la historia, una noche Jesús se le apareció en su celda. Él miró
la cara del Señor y sintió amor, lo que él nunca antes había sentido. Él realmente sintió al
Señor Jesucristo penetrando en él. Él se convirtió en un hombre nuevo, una nueva criatura en
Jesucristo. “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la
renovación de su mente. . .” (Romanos 12,2). “En realidad el que está en Cristo es una criatura
nueva. Para él todo lo antiguo ha pasado, todo se le hizo nuevo”. (2da Corintios 5,17). Él
cambió totalmente, fue libertado de la prisión incomunicada, volvió a la celda regular y
finalmente fue perdonado. Este hombre pasó el resto de su vida yendo de prisión en prisión y
hablándole a los prisioneros de cómo el amor de Jesucristo lo había transformado a él.
El proceso verdadero de cada Cristiano es llegar más profundamente al conocimiento, amor y
posesión del Señor Jesucristo. Cada uno de nosotros necesita esta transformación. Sin
embargo, esto es tan difícil, porque en nuestra sociedad usted recoge lo que siembra. Si
usted tiene éxito usted es aceptado. Si usted no tiene éxito es rechazado.

¿Qué podemos hacer? En esta situación en la que estamos la mayoría de nosotros no hay
mucho que podamos hacer por nosotros mismos. Nosotros hemos sido formados y
constituidos así, todavía el Señor puede tocarnos como Él toco a ese hombre en la celda de la
prisión. Él puede tocarnos a cada uno de nosotros y sanar ese ideal propio que tenemos, ese
concepto propio. Él puede sanarnos de la culpabilidad que todos sentimos; sanarnos del
resentimiento, rechazo y odio que muchos de nosotros tenemos hacia nosotros mismos. Es
precisamente y exactamente el poder sanador de Jesucristo el que puede cambiarnos a cada
uno de nosotros y nos cambiará. Jesús dice que Él es generoso con cada hombre sin
considerar su labor porque los proyectos del hombre no son Sus proyectos. Los caminos del
hombre no son Sus caminos. “Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así
también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores
a los de ustedes”. (Isaías 55,9).

Cuando fuimos concebidos en el útero, el Señor Jesucristo estaba allí. Cuando nacimos, el
Señor estaba presente. Durante la escuela elemental el Señor estaba a nuestro lado. “Pues
en él vivimos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17,28). Durante la escuela secundaria con
todas sus dificultades, buenos tiempos y malos tiempos, alegrías y penas, el Señor estaba allí
en su Espíritu, protegiéndonos, guiándonos y dirigiéndonos. Durante esta semana según usted
vaya al trabajo o vaya a la escuela, dese cuenta de la presencia del Señor en usted. En el
evangelio de Juan, capítulo 15 Jesús dice, Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a
mí: permanezcan en mi amor”. (Juan 15,9). El Señor está presente en nosotros por su amor.

Nosotros debemos experimentar una nueva forma de vivir Cristiana. Durante la semana que
viene, los próximos siente días, entreguen su corazón al Señor durante el día, en el trabajo,
conduciendo a casa, alrededor de la casa, en la escuela, y empiecen a conversar con el Señor.
Díganle al Señor como se sienten; las cosas que les están molestando. Vuelva a asegurarse
usted mismo de que Él está allí y de que Él le ama. Afirme de nuevo una y otra vez en su
propio entendimiento que Él le ama. Gradualmente esto comenzará una nueva obra de
creación en su espíritu.

Durante los siente días siguientes condúzcase y hable con el Señor en una forma nueva.
Según usted va a través de cada día (el cual debe comenzar por lo menos con diez minutos de
lectura de la Escritura) vuélvase al Señor, quien está presente en su corazón. La persona que
sólo ora cuando va a la iglesia los domingos ora muy poco. Idealmente nosotros debemos estar
constantemente en contacto con el Señor, especialmente en momentos de confusión y
dificultad. Nosotros debemos poder decir, “Señor, esta persona me hace verme entre la
espada y la pared, ayúdame sólo a aceptarla hoy. Él tiene problemas y confusiones de los que
yo no sé nada. Yo estoy seguro de que nadie puede ser tan bajo sin tener alguna causa o
razón para serlo”.

En las dificultades en el trabajo o en el estudio, o en el caso de estudiantes estudiando con


aplicación durante los exámenes, debemos volvernos al Señor que está presente en nosotros,
en nuestros corazones y en nuestros entendimientos. Vuélvanse a Él, pidiéndole a Él dirección
y sabiduría.

Durante la semana que viene condúcete y habla con el Señor Jesucristo dándote cuenta de
que no es lo bueno que seamos lo que nos abre al amor del Señor, pero sí el hecho de que
siendo nosotros mismos con todas nuestras faltas y fracasos, podemos aceptar la presencia
del Señor en nuestro ser y llegar a aceptar que el Señor nos ama como somos aún en nuestros
malos momentos.

You might also like