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* Conferencia desarrollada en las XXVIII Jornadas de Pediatría del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”, octubre 2007
y basada, en parte, en Silber, TJ. Ethical Issues in the Treatment of Children and Adolescents, New Jersey: Snack Inc.
Thorofare; 1983, cap. 9.
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Relación médico-paciente
formalistas, por otra parte, apelan al concepto pectiva de la paciente (María) y la del médico
de deontología (proveniente de la palabra grie- (Dr. Silvo). En el primer caso, ella debe esco-
ga para “el deber”). Ellos exponen que lo bue- ger una conducta.La aparición del embarazo no
no en un acto no son las consecuencias del deseado destaca un problema frecuente en la
acto, sino la clase de acto en sí. Kant es el má- relación médico-paciente, la necesidad de ocu-
ximo exponente de dicha escuela. parse de material éticamente cargado. Algunas
¿Cómo pueden aplicarse estas nociones a la preguntas surgen de inmediato. En nuestra for-
relación del paciente adolescente con su médi- mación profesional se nos conmina a no emitir
co? Pues sí, aplica, dado que la moralidad es juicios de valor. ¿Qué es exactamente lo que
puesta a prueba todos los días en nuestros con- eso significa? Otras preguntas aparecen: ¿cuál
sultorios y hospitales.La resolución de los proble- es la obligación del médico? ¿Cuál la responsa-
mas morales requiere una secuencia de razo- bilidad del adolescente?
namiento lógico, aplicada a una situación que Es importante señalar que el no emitir juicios
requiere una respuesta, pero para la cual uno de valor implica que uno debe abandonar o “sus-
no posee todos los datos. Después de todo, en pender” los propios valores, sin ser indiferente
muchas circunstancias ninguna “consecuencia” o ciego frente a lo ético.Tampoco permite asu-
puede asegurarse. Este proceso de “pensar lo mir un “psicologismo” que explica a la ética co-
que está bien hacer” puede tener lugar cons- mo “nada más que…”. El no emitir juicios de
ciente o inconscientemente. Cada vez que con- valor debe ser simplemente un compromiso a
frontamos un problema moral obviamente no nos hacer el mayor esfuerzo posible para mantener-
ponemos a revisar la Teoría Etica. Cada uno de se objetivo. Un componente esencial de la ob-
nosotros posee una moralidad, una serie de prin- jetividad es evitar la imposición de los valores
cipios y valores que normalmente guían nuestras personales, en forma directa o velada, sobre
acciones.Estos principios a veces se encuentran el paciente. En respuesta a la solicitud de Ma-
entremezclados e incluso pueden contradecirse. ría, la médica la ayudó a continuar la búsque-
Cuando se da la duda o la confusión, originada da de una respuesta mediante las preguntas
dentro de uno, o a raíz de una opinión distinta, que María se hiciese a sí misma.La tarea fue in-
es más útil el conocimiento de la Teoría Ética, tensa e incluyó preguntas importantes, tales co-
especialmente en las tratativas con los adoles- mo:“¿hay algo que yo tengo la obligación de ha-
centes. Por ejemplo, el poder ayudar a los jóve- cer?”, “¿qué clase de persona voy a ser después
nes con sus problemas morales, a menudo, só- de mi decisión?”, “¿cómo va a afectar esto a
lo requiere hacerles las preguntas adecuadas, mi madre?, ¿a mi novio?, ¿a mi futuro?”.Por cier-
para que ellos puedan a su vez articular mejor to, ella sabía que no había una solución fácil, y
sus desazones.Otra posibilidad incluye asistirlos sin saberlo comenzó a sumergirse en las aguas
en ver si se hicieron las preguntas más perti- de la filosofía moral, siguiendo los pasos de
nentes al caso y encaminarlos a que vean los con- deontólogos, utilitarios, aristotélicos y partida-
flictos implícitos entre varias alternativas o mar- rios de la ética de relación. Al final María com-
cos de referencia, para que ellos prosigan su paró su razonamiento con su intuición moral y
reflexión con una visión más completa. tomó su decisión.
En síntesis, es por medio de nuestro análi- En el caso del Dr. Silvo, él también debió es-
sis de la condición y las necesidades del pacien- coger.Las preguntas que se hizo fue:¿en qué con-
te, por nuestra destreza y persistencia en iden- sistía su obligación con respecto a su paciente?,
tificarlos y confrontarlos, por la atmósfera que ¿qué decisión coincide con el mejor interés de su
creamos, por la conversación en la que estamos paciente?, ¿qué debe hacer un médico cuando
dispuestos a participar, por nuestra conducta
descubre un error? Fue así que, en el caso de Jua-
con respecto a la sociedad con la cual interac-
na, el Dr. Silvo decidió contarle lo que había pa-
tuamos, que nosotros influenciamos en el cre-
sado y disculparse por su error.Con su acción in-
cimiento moral de nuestros pacientes.
dudablemente siguió el modelo de participación
Todavía más importante que la gran respon- mutua, dado que compartió con ella el posible mo-
sabilidad de aconsejar y clarificar valores es, por tivo por el que todavía no se había recuperado lo
ende, el médico como ejemplo, el médico co- suficiente.El resultado fue que el médico sintió que
mo modelo de ser humano. había actuado de modo congruente con su ética
profesional y, contrariamente a lo que lo tenía
preocupado, la joven le correspondió: “Dr. Silvo,
La ética en acción gracias por hacerme saber lo que pasó y ocu-
Volviendo ahora a los dos casos descritos, parse de mí… qué le vamos a hacer… yo también
observemos la dimensión ética desde la pers- a veces meto la pata”.
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En estos casos, así como tantos otros, se de- • El reconocimiento de la necesidad de la coo-
be elegir, a veces en circunstancias no del todo cla- peración en pro del bien común
ras. La decisión por tomar es importante, porque
Estos valores éticos generales pueden ser-
involucra la vida de otros y la propia. ¿Qué cons-
vir de base y de guía en un mundo en transi-
tituye entonces una dimensión ética bien explo-
rada? La mejor respuesta que puedo dar es que ción para ayudarnos a elegir entre las alterna-
vamos por buen camino si exploramos los princi- tivas y disyuntivas morales que contemplamos
pios pertinentes al caso, interrogamos con respec- a diario.8
to a valores y lealtades, y cuestionamos juiciosa-
mente cada una de las posiciones alternativas.
Si lo hemos hecho así en el encuentro con nues- Bibliografía
tros pacientes los adolescentes, como médicos
1. Laín Entralgo P. La Relación Médico-Enfermo, Ma-
hemos hecho lo que es humanamente posible. drid: Alianza Editorial; 1983.
2. Blos P. On Adolescents: A Psychoanalytic Interpreta-
Conclusión tion, New Cork: MacMillan Co.; 1962.
3. Committee on Adolescence, Group for the Advance-
En todo dilema moral, hay un proceso por
ment of Psychiatry. Normal Adolescence, New York:The
seguir, pero más allá de las peripecias de la bús- Scribner Library; 1968.
queda, es notable como al entrar en reflexión
4. Kohlberg L, Gilligan C. The Adolescent as Philosopher,
médicos y pacientes sienten que ha habido un en- Boston, Massachusetts:Daedalus American Academy
cuentro. Es así que se descubre un mundo ético of Arts and Sciences; 1971.
que podemos compartir en el que se destacan: 5. Szas T, Hollender M. A contribution to the philosophy
• El respeto por la verdad como un valor mo- of medicine. Arch Intern Med 1956;97:585.
ral definible 6. Silber TJ. Models of the physician-patient relationship.
JAMA 1992;268:1410.
• La fe en el juego libre de la inteligencia
7. Melden AI. Ethical Theories, Englewood Cliffs: Prenti-
• El respeto por el valor básico, la igualdad y ce-Hall; 1967.
dignidad de cada persona y, por ende, el 8. Silber TJ.The physician–adolescent patient relationship.
derecho a la autodeterminación Clin Pediatr 1980;19:50.