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"Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra Dios te salve María,
muerte". Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos llena eres de gracia, el Señor es contigo
reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la bendita eres entre todas las mujeres,
Misericordia", a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
"ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha
para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté Santa María, Madre de Dios,
presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y ruega por nosotros los pecadores,
que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra (Cf. ahora, y en la hora de nuestra muerte,
Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso. Amén.
Iniciemos por responder a la pregunta inicial con las palabras del Dios"; pero también abarca la alegría del saludo mesiánico por el Rey
Catecismo de la Iglesia Católica en sus números 2674 y 2679: que viene.
Jesús, el único Mediador, es el Camino de nuestra oración; En este sentido es todavía más que el simple "Jaire" griego, pues en la
María, su Madre y nuestra Madre es pura transparencia de Anunciación, se cumplen sobre la Inmaculada los textos bíblicos de Is
él: María "muestra el Camino". 12,6; So 3,14; Za 2,14, 9,9; etc: "Alégrate sobremanera, Hija de Sión.
Grita exultante, Hija de Jerusalén. He aquí que viene a Ti tu Rey, Justo y
María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le Victorioso..." (Za 9,9).
rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que
envía a su Hijo para salvar a todos los hombres. Por tanto, el modo de iniciar está en relación más allá de la traducción a
recordar el momento de la Anunciación y a apropiarnos de esas palabras.
Como observamos, las dos posibles respuestas son válidas, siempre y
cuando tengamos en cuenta que esta oración la elevamos a Dios Veamos pues cada enunciado de ésta oración y tratemos así de descubrir
contemplando a María. su sentido y significado para nosotros:
Así pues, desde una mirada general a la oración completa, podemos "Dios te salve, María [Alégrate, María]". La salutación del Ángel
observar, dos grandes partes. La primera parte es un saludo, el cual Gabriel abre la oración del Ave María. Es Dios mismo quien por
está tomado de dos textos del Evangelio y la segunda parte propia de mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a
la Iglesia es ante todo una petición, un ruego incesante que la Iglesia recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto sobre su
le eleva. humilde esclava (cf Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que El encuentra
en ella (cf So 3, 17b)
Por un lado observamos que inicia con la salutación, tanto la del
arcángel Gabriel (Lc 1,28) como el saludo mismo que dirige su "Llena de gracia, el Señor es contigo": Las dos palabras del saludo del
parienta Isabel ante su visita (Lc 1,42). Y de ellos nos surge otra ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor
pregunta, ¿cómo iniciar entonces ésta oración? Seguramente hemos está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél
escuchado; Dios te salve María, Ave María o Alégrate María. que es la fuente de toda gracia. "Alégrate... Hija de Jerusalén... el Señor
está en medio de ti" (So 3, 14, 17a). María, en quien va a habitar el
Así, si acudimos a los textos originales, en Hebreo el saludo es Señor, es en persona la hija de Sión, el arca de la Alianza, el lugar donde
(suena) "Shalôm Lad Myriam" (Paz a María); y en Griego: "Jaire, reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre los hombres"
María"; es decir: "Alégrate, María". (Ap 21, 3). "Llena de gracia", se ha dado toda al que viene a habitar en
ella y al que entregará al mundo.
Los Exegetas explican que el saludo de Gabriel encierra un
significado extraordinario: de una parte, se trata del "Shalôm"
hebrero "que indica la Paz, la vida total, la plenitud de los dones de