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La crisis del sistema monetario internacional, que los marxistas habían previsto en una época en
la que los apologistas del neocapitalismo estaban convencidos de que el modo de producción
capitalista había resuelto lo esencial de sus contradicciones 1 se expresa actualmente en
convulsiones que se suceden a un ritmo cada vez más acelerado: crisis de la libra esterlina
seguida de una devaluación en noviembre de 1967, crisis del dólar en marzo de 196, seguida del
establecimiento del doble precio del oro; crisis del franco francés acompañada de su
devaluación disimulada, de una revaluación del marco alemán y de una nueva crisis de la libra
esterlina en noviembre de 1968. Es necesario examinar la naturaleza y el funcionamiento del
sistema monetario internacional, fundado en el patrón de divisa oro o patrón de cambio oro, y
ligar la crisis que experimenta a las contradicciones fundamentales que desgarran al sistema
mundial en nuestra época.
1 “El dilema frente al cual está colocado el Estado en la era del capitalismo en decadencia, es el de elegir entre la crisis y la inflación.
No puede evitarse la primera sin que la segunda se vea acentuada. La capacidad de resistencia monetaria –que por definición está
limitada en el tiempo—aparece como el obstáculo insalvable al que a la larga se enfrenta la intervención moderadora del Estado en
el ciclo económico. La contradicción entre el dólar, instrumento anticíclico en Estados Unidos, y el dólar, moneda de cuenta en el
mercado mundial, se ha hecho insuperable. Así lo señalamos en 1961 (Tratado de Economía marxista, Ed., cita., t. II).
Los metales preciosos en general, y el oro en particular; pueden servir de medios de cambio y
de medios de pago porque tienen un valor, porque son productos del trabajo humana. La
ecuación "una tonelada de cobre vale un kilo de oro" significa que para producir estas dos
cantidades de metal es necesario el mismo número de horas de trabajo (de productividad
media) En un sistema monetario basado en el patrón oro, los precios de las mercancías expresan
equivalencias de este mismo género. Sí en ese sistema, 1 dólar = 0.5 gramos de oro, cuando se
dice que un automóvil vale, en promedio, 5.000 dólares, ello significa que el número de horas
de trabajo necesarias para producir un automóvil es el mismo que para producir 2.5 Kilogramos
de oro.
Sin embargo no se aplica la misma regla de manera idéntica a la producción del oro. El empleo
del oro como equivalente general, el hecho de que el valor de uso de esta mercancía haga que
sea buscada por todos los propietarios de mercancías, tiene como consecuencia que la demanda
de oro sea -hasta cierto punto- "independiente" de las fluctuaciones de su propios costos de
producción.
Cuando una rama industrial, cualquiera se ve afectada por un retardo tecnológico en relación a
la media social, cuando "desperdicia trabajo social" en el curso de su producción corriente, una
parte de esta producción quedará sin comprador a pesar de que haya una considerable baja de
precios; incluso una parte de la capacidad de producción deberá ser suprimida. Pero cuando una
economía capitalista general se halla en expansión las necesidades de oro aumentan en función
de esta expansión independientemente de las fluctuaciones de la productividad del trabajo en
las minas de oro en relación a las del resto de la industria.2
2 Véase, Karl Marx, El Capital, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1959, vol. II, parte I, cap. IV, sección 3.
En los períodos de crisis económicas agudas, cuando las necesidades de oro disminuyen radicalmente y el metal precioso desaparece
para ser asesorado, esta tendencia evidentemente se interrumpe. Entonces pueden ser cerradas numerosas minas de las llamadas
marginales, como ocurrió durante la crisis de 1929-33.
Para los propietarios de las minas de oro ello implica que se apropian una alta renta o ganancia
en los periodos de expansión general de producción si existe un retardo de la productividad del
trabajo en esas minas en relación al resto de la industria (lo que manifiestamente ha sido el caso
desde principios del siglo). Para un sistema monetario fundado en el patrón oro, ello significa
que la tendencia a la baja "secular" del valor de las mercancías, se halla acentuada
considerablemente.
Supongamos la siguiente ecuación: 1 automóvil = 2.5 Kg de oro = 5.000 dólares = 500 horas de
trabajo
Así desemboca a una conclusión que parece paradójica a primera vista: un régimen de patrón
oro condena a los precios a caídas extremadamente severas, en la medida en que dura la brecha
—creciente— entre la productividad del trabajo en relativo estancamiento de la minas auríferas
y la productividad del trabajo en rápida expansión en el resto de la industria. Lo que e hecho
paralizaría la expansión capitalista no sería como lo creen los señores Rueff y Cía "el bajo precio
del oro" o "la ausencia de liquideces internacionales", sino al contrario, el valor normalmente
elevado del oro y los precios más y más bajos de la mayor parte de las mercancías.3
3 “Los precios de las mercancías sólo pueden bajar con carácter general, suponiendo que permanezca constante el valor del dinero
[del oro. E .M.], si bajan sus valores.” (Karl Marx, El Capital, Ed. Cita, t I, cap. III, p. 60)
4 En el régimen de patrón oro, el oro es el instrumento de medida de los precios; éstos se expresan en relación a una cantidad
determinada de oro (por ejemplo una libra). El “precio del oro “ se expresa en estas condiciones de la manera siguiente: 1 gramos
de oro vale 1/500 de una libra de oro, lo cual es una tautología manifiesta. En el régimen de papel moneda garantizado por oro, la
expresión “El precio del oro es de 28 dólares la onza (de 28 gramos)”, no tiene sentido; no se trata de un precio, sino del resultado
de una cobertura-oro determinada del papel moneda. Evidentemente no ocurre lo mismo cuando los billetes de banco son emitidos
en cantidad superior a la masa de oro que se encuentra en el banco central. Cuando se trata de signos monetarios, su valor, en
relación al oro, se mide por su cantidad. El “precio del oro” es, en estas condiciones, el recíproco del papel moneda. En el régimen
actual de intercambio de oro estándar, el “precio del oro” representa el valor del dólar fijado por el Federal Reserve System de los
Estados Unidos en relación al oro.
¿Significa esto que en el régimen del papel moneda relacionado con el patrón oro toda
expansión de la masa monetaria es automáticamente causa del alza de precios? Éste sería el
caso solamente si la masa de la producción y de la productividad del trabajo fueran
perfectamente estables. A partir del momento en que la producción y la productividad
aumentan, la masa monetaria pude expandirse considerablemente sin que los precios
aumenten.
Por ejemplo, si una producción nacional representada por 1000 millones de mercancías cuya
producción a costado 1000 millones de horas de trabajo y que son intercambiadas contra 35.000
millones de dólares, representan 1.000 toneladas de oro. Si la producción aumenta en diez años
a 1.500 millones de mercancías producidas en 1.500 horas de trabajo, la masa monetaria puede
pasar de 35.000 millones de euros a 52.500 millones con una reserva de oro estable y los precios
unitarios de las mercancías permanece sin cambios.
Es verdad es que cada dólar ya no representa 0.03 gramos de oro, sino únicamente poco menos
que 0.02 de oro. Pero al mismo tiempo la productividad del trabajo ha aumenta el 50% en toda
la otra industria sin haber aumentado en la industria del oro; esta depreciación del 35% del euro
en relación al oro no representa una depreciación en el poder de compra. Expresa simplemente
el hecho de que la mas de mercancías que se intercambia contra la misma cantidad de euros (y
oro) es ahora producida en un tiempo de trabajo socialmente necesario 50% menor de lo que
era anteriormente (Es evidente que se simplifica. La masa monetaria no solamente sirve como
medio de cambio de las mercancías, sino también como medio de pago) El valor del papel
moneda en oro, y el valor del papel moneda en poder de compra no son, por tanto,
necesariamente idénticos. Incluso pueden evolucionar en sentidos opuestos.
Lo que caracteriza a todo sistema fundado sobre el patrón oro —ya sea un sistema metálico
puro o un sistema de papel moneda relacionado al oro— es el ajuste automático de la masa
monetaria a la masa metálica, a las “reservas de cambio”. Si la cobertura legal del oro del dólar
es del 25%, y las reservas de cambio no sobrepasan el 25% de la masa de los billetes de banco,
toda reducción de estas reservas desemboca en una contracción de la masa monetaria. Ello
implica, en efecto, una deflación de los billetes de banco circulantes. La moneda escritural
depende, en última análisis, de la masa de billetes de banco. A partir de entonces, todo el
sistema monetario deviene una pirámide invertida que se reduce automáticamente una vez su
base —el oro que se encuentra en las cajas fuertes de la Banca Central—se contrae.
La experiencia ha mostrado a los capitalistas y a sus economistas que existe una cierta relación
entre la masa monetaria en circulación y el ritmo de contracción de las actividades económicas
en general. La relación no es casual como suponían numerosas, y aún suponen algunas, escuelas
de la economía política. burguesa. Toda expansión de las actividades económicas está
acompañada, forzosamente, de una expansión de los ingresos monetarios (tanto en salarios
como en ganancias) Toda contracción de las actividades económicas (recesión o crisis más
graves) desemboca en una tendencia a la deflación de los ingresos monetarios (en definitiva se
hacen más o menos operaciones de intercambio por unidad de tiempo) Si de una manera
automática el Estado pone en circulación medios monetarios (aumentando las asignaciones a
los desempleados, los créditos y subvenciones a la industria, los gastos del Estado, etc.), el efecto
de la recesión o de la crisis se atenúa. Pero sí, de una manera autónoma al ciclo económico, el
Estado acentúa la deflación de los medios monetarios (recortes, reduce créditos, etc.)
evidentemente el efecto de la recesión o la crisis se amplifica.
En el primer caso, el poder de compra global disminuye menos fuertemente que el empleo y la
producción en la industria, en el segundo caso el poder de compra global disminuye más que el
empleo y la producción y la crisis se amplifica enormemente. Esta fue la razón de la gran
depresión de 1929-32.
En un sistema de papel moneda referido al oro, los bancos centrales y los gobiernos capitalistas
son obligado, sin embarro, a restringir la masa monetaria en circulación cuando sus reservas de
cambio disminuyen. Por lo tanto, es suficiente que el estallido de una recesión coincida con un
serio déficit de la balanza de pagos, para que el gobierno se vea obligado a aplicar una política
de deflación -lo cual no dejará de desencadenar una crisis económica de extrema gravedad. Si
los gobiernos imperialistas hubieran seguido los consejos de Rueff, y hubieran regresado al
patrón oro, la fuga masiva de reservas de cambio durante el mayor francés, hubiera impuesto
al gobierno francés una política de deflación... se hubieran producido en Francia decenas de
miles de quiebras, y más de un millón de desocupados.
En efecto, en este nuevo sistema, la reserva de cambio de cada banco central ya no está
compuesta solamente de oro y de cierto número de divisas privilegiadas (ante todo el dólar, el
euro y la libra esterlina). Un mecanismo complicado, asegurado por el Fondo Monetario
Internacional y, también, el Banco Mundial, hace que, cuando las reservas de oro de un país
disminuyen, puedan ser compensadas bien por "moneda de reserva" (dólar, euro y libra
esterlina), bien por créditos internacionales o por una combinación de ambos.
En el seno de cada economía imperialista nacional, este sistema se completa por el control de
la masa monetaria a través del banco central por medio de diversos instrumentos; manipulación
de las tasa de descuento y de las tasas de interés; control del crédito bancario (una de las fuentes
principales de creación de moneda en el régimen capitalista) a través de coeficientes de liquidez
impuesto a los bancos, etc.
Las pérdidas en oro (el déficit de la balanza de pagos) pueden resultar sobre todo de dos
movimientos, por lo menos en lo que concierne a los países imperialistas: de una balanza
comercial deficitaria, cuando este déficit no es compensado por los ingreso llamados "invisibles"
(intereses y dividendos sobre capitales invertidos en el extranjero; ingresos de la navegación
marítima y aérea internacional; ingresos del turismo, etc.) También pueden resultar de una
exportación de capitales que supera el superávit de la balanza comercial. El primer caso lo
encontrábamos ayer en Gran Bretaña hoy en España, el segundo, es, con excepciones
temporales, crónico de los Estado Unidos. El primer caso indica que el país imperialista vive por
encima de sus medios, que está liquidando sus reservas; el segundo caso indica, por e contrario,
que el país imperialista trata de transformar —en una proporción excesiva— los ingreso
corrientes y los recursos recientemente producidos en inversiones a largo plazo.6
6 El déficit corriente de la balanza de pagos siempre expresa un estado de inflación. La masa de poder de compra en circulación
dentro de los países es superior al valor de los bienes y servicies en el mercado. El excedente del poder de compra atrae los productos
extranjeros hacia dichos países
Cuando un país sufre una balanza de pagos deficitaria, liquida sus reservas, se endeuda
progresivamente y termina por estrangularse entre los hilos de la red. Cuando, a su vez los países
que proporcional las monedas de reserva se colocan en una situación de déficit crónico en su
balanza de pagos y regulan este déficit a través de su propia moneda, son posibles dos
reacciones por parte de los otros países. Estos países pueden tener necesidad de dólares, euros,
libras esterlinas para fines comerciales o militares, o simplemente encontrarse en la
imposibilidad de rechazar este influjo de reservas de cambio de un género particular,7 entones
el sistema funciona sin demasiadas dificultades. Éste fue el caso de la libra esterlina antes de
Suez, del dólar entre la crisis de Suez y los años 1964-65. Es este caso, el papel de la moneda en
tanto que medio de cambio (incluso en el plano político) tiene prioridad sobre el papel que
desempeña en tanto que medio de pago.
7 Hay que recordar que, después de la Segunda Guerra Mundial, los países imperialistas se han quejado, no de la inflación de
dólares, sino de la penuria de dólares en el mercado mundial. El déficit de la balanza de pagos USA –creado particularmente por la
salida de dólares hacia Europa y Asia bajo la forma de "ayudas al extranjero"-- ha permitido superar esta penuria y alimentar las
reservas de cambio a un monto muy superior del que la producción anual de oro habría podido permitir. Por lo que respecta a los
países semicoloniales, que son tributarios de los países imperialistas y que experimentan, en general, una inflación más grave que
la del dólar, su burguesía considera todavía ahora el dólar como un Maná y no como una “moneda para empapelar paredes”
Pero si los países imperialistas consideran que el aflujo de "reservas de cambio" expresa en
realidad la inflación que reina en EEUU o en la Zona Euro actualmente; que las monedas de
cambio se degradan y pierden constantemente una fracción de su valor de compra; que por
tanto la acumulación de reservas de cambio en dólares o euros les hace perder a la larga una
buena parte del valor de sus reservas1, porque esta depreciación hace inevitable una
devaluación del dólar o el euro en relación al oro, entonces buscan convertir una parte de esta
moneda que detentan como reservas de cambio en oro, y todo el sistema monetario entra en
crisis. En este caso, el papel de la moneda de reserva como medio de pago y stock de valor
(reserva) toma preponderancia sobre su papel como medio de cambio
Los países que no proporcionan moneda de reserva deben regular los déficit de sus blanzas de
pagos en oro, dólares o euros; la masa de "liquideces internacionales" se mantiene de este modo
inalterable. Pero los Estados Unidos sobre todo (y no tanto Europa por la falta de un Estado
supranacional europeo y las contradicciones en el grado de liquidez, de tasa de inflación y
déficits, etc., junto con la falta de una política fiscal y laboral común etc., de los Estados
miembros) pueden regular el déficit de su balanza de pagos respectivamente en dólares y,
ahora, en euros. El aflujo de estos dólares o euros en los otros países imperialistas amplia
inmediatamente la base de la pirámide invertida (exactamente igual como lo haría un aflujo de
oro en el régimen del patrón oro. En consecuencia, la inflación del dólar y del euro acrecienta la
circulación monetaria de todos los países imperialista y amplifica la inflación universal.
Pero la causa de esta inflación, no debemos olvidarlos, es, en último análisis, el conjunto de las
técnicas neocapitalistas tendientes a evitar una crisis económica catastrófica del tipo de 1929-
32. La causa de la inflación del dólar y del euro, es la política de armamento y de guerra, el
aumento de los créditos al sector privado, el endeudamiento creciente del Estado, de las
empresas y de los particulares2 Pero una crisis económica en los Estado Unidos o la Unión
Europea se extendería automáticamente a todos los países imperialistas. Por tanto, trata de
"limitar" (ahogar) la inflación norteamericana y europea, es para los otros países un remedio
peor que la enfermedad. Por esto la inflación ha persistido durante más de cinco décadas, por
esto se puede prever con seguridad que la inflación persistirá. Lo que está a discusión concierne
1 Esta desgracia la han padecido varios gobiernos de países semicoloniales que gravitan en la zona de influencia del
imperialismo británico. particularmente ciertos países árabes que son grandes exportadores de petróleo. Durante a
devaluación de a librea esterlina en noviembre de 1967, el valor de las reservas de cambio que habían cumulado fue
amputado seriamente de un solo golpe
2 No debe confundirse fuentes de la inflación con causas de la vida cara; estas últimas no se reducen a las primeras.
Es necesario agregar la política de precios de los grandes monopolios (la llamada política de "precios administrados"
o de las "inversiones por los precios") que se benefician particularmente de todo aumento en los salarios arrancado
por los trabajadores para ampliar sus márgenes de beneficios.
exclusivamente a su amplitud y a los cargos que deben compartir las diversas potencias
imperialistas.
Existe, por tanto, una contradicción inextricable entre el dólar y el euro, instrumento de la lucha
anticrisis en los Estados Unidos, en la UE y en el mundo capitalista de una parte, y el dólar y el
euros, moneda de reserva del sistema monetario internacional, de otra parte. Esta contradicción
se viene a sumar a una segunda contradicción: la que existe entre el dólar y el euro, medio de
cambio internacional, y el dólar y el euro, medio de pago internacional. Dentro del primer papel,
tanto el dólar como el euro deberían ser tan abundantes como fuera posibles (lo que en la
práctica significa que su aprovisionamiento es "flexible" y su valor necesariamente inestable).
Dentro del segundo papel, deberían ser tan estables como fuera posible, lo que significa que su
aprovisionamiento debería adaptarse rígidamente a las necesidades (toda superabundancia
reduce automáticamente el valor de los signos monetario de reemplazo).
La aparición brusca de déficits en la balanza de pagos en los países que no tienen un déficit
crónico de la balanza comercial pueden deberse a causas diversas:
1) Puede resultar de una brusca presión inflacionista mucho más grande que en la mayor parte
de sus principales socios comerciales imperialistas. En este caso, existe un brusco déficit de la
balanza comercial que causa esencialmente le déficit de la balanza de pagos. (Éste es el caso
moderado de España, si bien, es sólo un agravante de una balanza comercial fuertemente
deficitaria)*
2) Puede resultar de gastos "invisibles" crónicamente deficitarios. Ésta es una de las causas del
déficit crónico de la balanza de pagos de los EEUU. Entre los gastos "invisibles" ante todo es
necesario mencionar para esta potencia imperialista los gastos militares en el extranjero.
Además, estos trusts mundiales detentan importantes reservas en dinero liquido y están
interesados en transferirlas de un país a otro cuando se perfila en el horizonte la menor amenaza
de depreciación monetarios. Incluso una fluctuación en la tasa de cambio de un 2% puede
representar una ganancia o una pérdida de dos millones de dólares para una firma que posea
una reserva líquida de 100 millones de dólares. Se ve entonces que el primer movimiento —el
movimiento llamado especulativo— y el segundo movimiento -que directamente se enlaza a la
concentración internacional de los capitales- no son totalmente diferentes entre sí, sino que
tienen la tendencia a interpenetrarse.
3 Decimos "en parte" porque una fracción importante de capitales americanos en el extranjero, tanto en Europa
occidental como en los países semicoloniales, no ocasiona transferencias reales de capitales de los Estados Unidos,
sino que es financiada por los capitales en operación dentro de la plaza. La "cuenta de capitales" de los EEUU e
encuentra prácticamente equilibrada. Las exportaciones efectivas de capitales (es decir aquellas que ocasionan una
salida de dólares de los Estados Unidos) están compensadas por el ingreso equivalente en dividendos e intereses
que reportan los capitales americanos anteriormente invertidos en el extranjero.
expresa un juicio —generalmente bien fundado— acerca de la evolución futura de la balanza de
pagos, es decir, acerca de la solidez de la moneda en cuestión. Al prever que una moneda se
depreciará, quienes detentan grandes cantidades de esta moneda, se desembarazaran de ella
en la medida de sus posibilidades, y de esta manera precipitarán, si no su caída, por lo menos
una agravación de su situación en el mercado de cambios. La anticipación del movimiento
acelera esta agravación. Pero, en último análisis, no es la anticipación lo que constituye la causa
de la caída, sino el movimiento mismo.
La especulación en torno del franco francés y del marco alemán en la última mitad de la década
de los 60' ilustra perfectamente lo que acabamos de afirmar. Si bien los bruscos movimientos
de capitales (que sobrepasaron en volumen al equivalente de tres mil millones de dólares tan
solo en la direcciones París-Zúrich y París-Fránckfort a partir de mayo de 1968) ocasionaron la
crisis monetaria de noviembre de 1968, de ninguna manera la han causado; sus causas son
mucho más profundas.
Por otra parte, se puede afirmar que, en último análisis -sin darle a esta fórmula un sentido
mecánico- la relación de fuerza entre las divisas de los países imperialistas (las fluctuaciones a
plazos medios y largo de su tasas de cambio) reflejan las relaciones reales de fuerza económica,
es decir, sus diferentes niveles de productividad y su capacidad competitiva en el mercado
mundial. Así, si el debilitamiento del dólar, cualesquiera que sean sus aspectos contradictorios,
reflejó claramente una decadencia relativa del poder del imperialismo americano en el conjunto
del sistema capitalista mundial, ante todo en relación con sus competidores (y aliados)
inmediatos.
Ésta fue la tesis defendida en Francia por Jacques Rueff, quien gozaba del apoyo del régimen
degaullista. Ya hemos indicado sus peligros, mismos que el Gran Capital y sus economistas
perciben claramente. No existe ninguna posibilidad d que la burguesía internacional admita esta
reforma, comenzando por la de los países anglosajones. La mentalidad de un pequeño rentista
conservador se refleja en esa confianza ciega que manifestaba De Gaulle en un "mental con
valor inmutable" nos recuerda el mercantilismo. A través de su voz, habla el ancestro campesino
que realiza su acumulación originaría escondiendo piezas de oro bajo su vestido de lana.
Ya hace más de un siglo y medio que los capitalistas industriales, por oposición a los rentistas y
usureros, saben, como Marx lo decía, que la cantidad de trabajo social que sirve para producir
medios de cambio y de pago metálicos no representa sino los "faux frais"* de la producción
social y por tanto reduce las fuerzas productivas reales; para el sistema sería más conveniente
reducir esta cantidad y no aumentarla. 4 12
Agreguemos que si existe manifiestamente una subevaluación del oro en las condiciones
actuales, ninguna persona podría decir, de oficio, cuál sería el precio normal del metal en el
merado en ausencia de un curso oficial establecido por los bancos centrales. Los cursos actuales
en el mercado libre se hallan influidos considerablemente por la anticipación de una
recuperación del precio de compra por los bancos centrales. Una comparación efectiva del valor
—el cálculo de la cantidad de trabajo a la productividad media mundial necesaria— podría
provocar muchas sorpresas15
3. La devaluación del dólar. El aumento del "precio del oro" sería en realidad una devaluación
general de todas las monedas que están referidas al mismo patrón de cambio oro. Pero en
ocasión de esta devaluación, las relaciones recíprocas entre las divisa imperialista podrían ser
objeto de una evasión; por ejemplo, eta sería una oportunidad para que el imperialismo
norteamericano obtuviera una devaluación del dólar particularmente con relación a algunas
divisas como el marco alemán, el marco suizo, el florín, e incluso el yen y la lira. La fracción
industrial de la burguesía de los EUA podría, a través de este giro, reducir la enorme diferencia
de sus costos salariales en relación a sus competidores inmediatos, y por este hecho detener el
ascenso inquietante de las importaciones en el mercado norteamericano, al tiempo que
estimularía las exportaciones americanas. Por las razones recíprocas, los competidores del
imperialismo americano son obviamente reticentes a esto. Esta reticencia se torna en
indignación cuando se evocan los proyectos de ste género frente a burgueses, banqueros o
rentistas, que detentan grandes paquetes de obligaciones libradas en dólares.
4. La unificación de las monedas del Mercado Común, y su empleo como moneda de reserva. La
creación de un "eurofranco"
A escala histórica, el desarrollo de las fuerzas productivas se rebela cada vez más, no solamente
contra la propiedad privada de los medios de producción sino también contra os estrechos
límites del Estado nacional, dentro de los cuales se asfixian cada día más. De la misma manera
que las guerras imperialistas --prácticamente imposibles en la actualidad por las amenazas que
pesan sobre el conjunto del sistema--, la tentativa de integración económica de la Europa
capitalista, la propaganda en favor de la “comunidad atlántica”, la aparición de instituciones tal
como el “club de los diez” (que reúne a las principales potencias imperialistas) o el “pool de oro”,
la agitación en favor de una moneda mundial, todo esto expresa las tentativas de la burguesía
imperialista de resolver esas contradicciones a su manera. Al mismo tiempo reflejan también la
imposibilidad de llegar a resultados estables por este camino.
El mundo está maduro para la planificación económica a escala global; esto implicaría una sola
moneda mundial que podría suprimir al máximo los faux frais que implica la fabricación de oro
con fines monetarios. Pero solamente el socialismo es capaz de realizar estas posibilidades y las
promesas que encierran. Para el capitalismo continuarán siendo eternamente un fata morgana.
La posición privilegia que el dólar ha ocupado durante dos décadas dentro del sistema
monetario internacional reflejaba la situación excepcional de la economía norteamericana y la
potencia del imperialismo norteamericano en el seno del sistema capitalista internacional. Esta
situación se ha modificado gradualmente; esta potencia experimenta una decadencia relativa.
Toda reforma del sistema monetario internacional, así sea poco..viable, reflejará, por tanto,
necesariamente. las nuevas relaciones de fuerza en el seno del sistema, es decir. reducirá
considerablemente o aun suprimirá el papel desempeñado por la libra, reducirá el papel del dólar
y reducirá igualmente el papel del oro. Las relaciones de fuerza resolverán en definitiva la
cuestión de saber si son las divisas europeas unificadas o si son las experiencias parciales de la
"moneda mundial" quienes sustituirán el papel decadente del oro, la libra esterlina y aun del dólar
en tanto medio de pago internacional [17]
17 Es necesario subrayar que la economía capitalista internacional experimenta una verdadera "crisis de liquidez internacional",
crisis que afecta a los países semi-coloniales aún más fuertemente que a los países imperialistas. Antes de 1940, el monto total de
las reservas de cambio de todos los países era más o menos igual al valor de las importaciones anuales mundiales. En 1964, es tas
reservas (de las cuales sólo el 60% son en oro) no presentaban ya más que un 43% de las importaciones mundiales
Todo ajuste del sistema monetario internacional, al igual que modificación de las paridades
monetarias nacionales, no es solamente un arma de la competencia interimperialista, sino
también un instrumento de la lucha de clases nacional e internacional. El esfuerzo concentrado
del gran capital consiste ahora en hacer pagar a los trabajadores el precio de la inflación de su
"reforma". La crisis del sistema monetario internacional, tiende, por tanto, a acentuar los
conflictos de clase en el seno de los países imperialistas, puesto que refleja una exacerbación de
la competencia interimperialista; cada clase burguesa se ve obligada a sanear su situación
competitiva sobre las espaldas de sus propios obreros. Las manifestaciones de esta tendencia
se multiplicaron durante los últimos cuatro o cinco años en Europa; y pronto atravesaron el
Atlántico para golpear primero a los Estados Unidos y Canadá, y posteriormente al Japón.
La cuestión de saber si a la larga todos estos artificios que mantienen en pie la colosal pirámide
cargada de créditos, de deudas y de papel moneda inflacionista terminarán por hundirse, y de
si como consecuencia de equis número de recesiones presenciaremos de nuevo un krach del
tipo del de 1929, en la etapa actual no tiene ningún interés especial para el movimiento
revolucionario. El marxismo nunca ha hecho depender la perspectiva de la revolución socialista
de una crisis económica de una gravedad excepcional, como la de 1929 (en realidad un hecho
único en toda la historia del capitalismo). Simplemente ha hecho depender esta perspectiva de
la perspectiva de las contradicciones económicas y sociales del sistema. Estas contradicciones,
incluida la imposibilidad de evitar las crisis y las fluctuaciones económicas, son ahora corno ayer
visibles y sensibles, incluso si las crisis son menos graves que las de 1929 o 1937 (las recesiones
no son, precisamente, sino crisis menos graves que las de 1929 y 1937, particularmente debido
al número de desempleados que provocan).
Al exasperar los conflictos sociales, la crisis monetaria internacional revela la enfermedad del
sistema en su totalidad. Crea, al mismo tiempo, oportunidades cada vez más propicias para
combates de clase que abren los periodos prerrevolucionarios como el que ha tenido Francia en
mayo-junio de 1968.[18] Corresponde a los revolucionarios utilizar estas contra-dicciones, estos
conflictos y estas recesiones, para realizar el derrocamiento del capitalismo, que objetivamente
es posible. Pontificar acerca del "gran krach como en 1929" muy a menudo oculta la resistencia
a comprender lo que ya es posible hacer, y la oposición a comprometerse a realizarlo,
1 de diciembre de 1968
[18] Si en Francia los estudiantes han desempeñado el papel de un detonador en mayo-junio de 1968, ello es debido a que la
materia explosiva ya estaba presente. Esta materia explosiva estaba constituida de manera precisa —otra de las causas generales
producidas por el neocapitalismo, pero que no explican por qué esta explosión se produjo ahora y no en 1961 o en 1973— por las
consecuencias de las reivindicaciones obreras no satisfechas, mismas que resultan del "plan de estabilización" de Giscard d'Estaing,
de la recesión que éste había provocado en 1964 y de la "relance" por las ordenanzas de 1967, así como el ascenso de la
desocupación entre los jóvenes desde hace un año. Estos tres fenómenos están ligados a la inflación y a las tentativas de lim itarla
dentro del cuadro de la competencia interimperialista (ver al respecto: Daniel Bensaid y Henri Weber, Mayo 68: un ensayo general.
Ed. Era, México, 1969).
La crisis del euro representa no sólo la debilidad de las economías de los miembros más débiles
de los distintos países de la unión sino, también, el acrecentamiento de las contradicciones entre
e intereses nacionales y supranacionales. Su expresión política se manifiesta en la pérdida de
soberanía relativa de los Estado miembros, en la imposibilidad de aplicar políticas
proteccionistas, al tiempo que entra en conflicto con la construcción de un Estado supranacional
europeo. La incapacidad para gestionar una política fiscal, laboral, única fruto de las diferencias
productividades y competitividad de los mismos, etc. etc. En otras palabras el conflicto de
intereses entre los capitales de las empresas nacionales y los intereses de la fusión de capitales
que conforman las grandes corporaciones de la UEA. Además existe una discordancia entre los
diferentes intereses entre la banca y las corporaciones y el capital financiero que las sustentan
que en muchos casos entra en conflicto dentro de las fronteras de la misma corporación. A los
grandes bancos que tienen activos en depósitos
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