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Wilhelm Reich

LA LUCHA SEXUAL
DE LOS JOVENES

Mexico, D. F., 1974

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Wilhlem Reich
LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES
Versión al español de
Amado Ruiz San Vicente

I> lt <f) 1974. Reservados los derechos sobre la presente


edición por Ediciones Roca, S. A., Plan de Ayala, 4,
México 17, D. F.
Primera edición

IMPRESO EN MEXICO
PRINTED IN MEXICO

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INDICE

Nota editorial ...................................................... 7

Introducción ........................................................ 9

1. La reproducción ___ /..................................... 13

2. Tensión sexual y satisfacción .................... 33

3. A propósito de la homosexuálidad ............. 79

4. Las dificultades en las relaciones de cama­


radería entre los jóvenes . . ........................ 85

5. Significación de la represión de la vida se­


xual de los jóvenes en el capitalism o....... 105

6. La revolución social como condición previa


de la liberación sexual ............................... 121

7. La politización del problema sexual de los


jóvenes ........................................................ 127

Cuestionario ........................................................ 155

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NOTA EDITORIAL

La brevedad de estas notas editoriales nos impide


hacer un comentario lo suficientemente extenso a
este interesante libro de Wilhelm Reich.
Ante todo hay que subrayar que aunque este
trabajo tiene como tema central los problemas sexua­
les de la juventud que vive en una sociedad capi­
talista, todo él es el grito apasionado de un revolu­
cionario que llama a luchar contra las injusticias,
las opresiones y las explotaciones de todo género
que el pueblo sufre bajo el sistema capitalista de
producción. Un grito estentóreo y rotundo, porque
en verdad, en vísperas del asalto al Poder por los
nazis en Alemania, la cosa no era para menos.
Todavía era Reich militante del Partido Comu­
nista Alemán cuando escribió este libro■ Un mili­
tante generoso, activo, entregado a la lucha. Cons­
tituye el libro el fruto de un exhaustivo análisis
de la importancia que el problema sexual, la mise­
ria sexual podríanlos decir más exactamente, de los
jóvenes tiene para la movilización de éstos en de­
fensa de sus intereses cuino tales jóvenes y para la
lucha por una sociedad más justa. Un análisis de
cuánto reprime la ideología burguesa y sus institu­
ciones la satisfacción de una necesidad tan obvia y
que tanto influye en la salud física y mental de los
individuos pertenecientes a la especie humana. El
desarrollo de las ideas de Reich al respecto y la
concatenación de si actitud en defensa de tales ideas
con las que defendía su Partido, cristalizaron en la
expulsión del autor de este libro del Partido Comu-

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8 NOTA EDITORIAL

nista Alemán, al que consagró lo mejor de sus ener­


gía mientras a él perteneció. Y no solamente se pro­
dujo la expulsión de Reich del Partido, sino que éste
rompió con lo que se acostumbra llamar con más
o menos razón comunismo "oficial”. Por eso, quien
conozca la obra posterior de Reich encontrará en
este libro afirmaciones y juicios que seguramente
el autor no hubiera inscrito en sus obras futuras.
Pero también cabe observar que los tiempos han
cambiado, que tal vez hoy, de vivir Reich, un aná­
lisis del mismo problema hubiera sido enfocado des­
de una óptica que si de principio sería probablemen­
te la misma, la práctica actual y la evolución de los
conceptos al respecto dentro del movimiento revo­
lucionario contemporáneo, habría llevado a Reich a
tener en cuenta realidades distintas hoy a las de hace
más de cuarenta años.
Son tantas las justas ideas de Reich, tan expresivo
su lenguaje, tan militante su conducta y su actitud,
tan didáctico él método empleado y tan grande su
entrega a la lucha, que la lectura de este libro no
puede menos que llenar de admiración al lector, in­
citarlo a reflexionar seriamente sobre tan agudo
problema y situar a éste en el conjunto de conflic­
tos que la sociedad capitalista plantea al hombre y
que hay que resolver, a la vez que nos eocplica mu­
chos fenómenos que la juventud de hoy presenta
a la sociedad y que muchos, incluso bienpensados,
no saben encontrar su génesis verdaderamente ra­
cional y convincente.
Un libro que continúa siendo actual porque se
inscribe en la problemática real y no artificial de
nuestros días, y ala que el problema sexual de la ju­
ventud de hoy da una fisonomía y un carácter en alto
grado específicos.

E d ic io n e s R oca

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INTRODUCCION

Este trabajo ha sido escrito para los jóvenes, sin


ningún límite de edad. No tiene por objeto “la ex­
plicación” corriente que esquiva el problema de las
relaciones sexuales de la juventud, sino que quiere,
de acuerdo con convicciones de orden científico, dar
a los jóvenes respuestas claras respecto al gran pro­
blema de su maduración sexual. Quiere, a partir de
los resultados obtenidos hasta el presente por la
sexología y la sociología, sacar las conclusiones que,
si bien inevitables, son en todas partes eludidas. El
joven que toma este libro en sus manos quiere
saber:

—en qué consiste el proceso de la maduración


sexual;
—por qué el problema sexual es tratado con tanto
misterio en la escuela, por la familia y por toda
la opinión pública;
—lo que significan las desazones, los estados de
excitación, los delirios opresivos, el aislamiento
y otros síntomas que se presentan a su edad;
—cuáles son las salidas y si la solución del pro­
blema sexual de los jóvenes es posible o no en
las condiciones sociales actuales.

Es la situación social, el carácter actual de la fa­


milia y de la escuela, la influencia de toda la opinión
pública lo que determina que los jóvenes y las jó ­
venes hijos de los medios obreros, de los empleados

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10 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

y de los campesinos lean ávidamente los libros de


información sexual.
Estos jóvenes se entregaban, en el 99 por ciento
de los casos, a la obra nefasta de negociantes sin
escrúpulos o de médicos que ignoran las cuestiones
sexuales, pero que explotan a fondo la gran necesi­
dad de conocimientos de los jóvenes de todos los
medios sociales. Las autoridades dicen pretender
proteger a la juventud de la corrupción sexual, en
tanto que mantienen por todos los medios a los jó ­
venes de menos de dieciocho años en la ignorancia.
En verdad, los predicadores de moral y de abstinen­
cia, por un lado, y la sórdida literatura sexual, por
otro, contaminan muy peligrosamente a la juventud.
La miseria sexual de la juventud actual es in­
mensa. La mayor parte de la vida sexual se desen­
vuelve subterráneamente y no llega a manifestarse
en la superficie: las condiciones reinantes lo impi­
den. Y nuestra cómplice sexología es responsable de
esta situación, ya porque deforma los hechos, ya
porque elude las consecuencias, cuando no se com­
place en lamentos humanitaristas acerca de la mi­
seria sexual y en la fraseología moralizante. Y hasta
tal punto, que no se arriesga a ninguna transgresión
de la ley que pueda caer en el dominio de la jus­
ticia.
Nosotros queremos aportar- hechos que demues­
tran que el problema de la juventud se plantea de
forma distinta a como se debe, y que no debe plan­
tearse en estos términos: vida moral y continencia
o depravación sexual, sino en los siguientes: vida
sexual sana o nociva. Pues todos los jóvenes sin
excepción realizan actividades sexuales, incluso los
cristianos, incluso los que hacen la más estridente
propaganda de la “moralidad sexual”. Debe quedar
claro de una vez por todas que la intimidad moral
produce en último análisis el mismo efecto que la
verdadera literatura pornográfica y que la situación

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INTRODUCCION 11
material miserable en la que vive la masa de nues­
tros jóvenes.
El problema central de la juventud es el de las
relaciones sexuales en el momento de la adolescen­
cia y la posición social tomada por el orden burgués,
el Estado burgués y sus representantes, hacia la
sexualidad. Este orden burgués se ha adjudicado
el derecho. En innumerables jóvenes incluso se ha
esfumado la conciencia de su sexualidad, no sin
desencadenar muy graves perturbaciones en el equi­
librio psíquico en la edad de la pubertad. Por esto
nosotros no daremos consejos “paternalistas” y no
“educaremos” , sino que estamos decididos a decir
a la juventud toda la verdad, a hacerle comprender
«mi (|u¿ situación se encuentra y que ella misma
debí- tomar en sus manos el problema, si quiere
acabar de una vez por todas con la miseria sobre la
que charlatanea tanto. Queremos decirle que no
111 <'i■1111 ' 11 r mi justo derecho, sino que luche por él.
Iviliimni i(•.•iiifltoN a convencer así a los jóvenes que
iiln iIim ni «i ,i ni,i y confusamente a los predicadores
<!•• nuil ni v <111**. al obedecerlos, se causan su propia
i iiIiii«

Hay muchos muchachos y muchachas entre los


11 y lu í 1 11i'cInIc*11* años aproximadamente para
<|iil<'hi'M Iiim cuñal Iones aquí tratadas parecerán diri-
(¡Itlnn a rlliin tllifríamente. Habrá otros muchos jó-
v e n e n ih> Iii minina «'dinI (|iu‘ tomarán conocimiento
ilc imle 111•i ii mu dificultad Otros de la misma edad,
cu fin minian lumia tul punln deformados por la
l i l i l í n I y Iii educación i|ue, Intimidados o indignados,
i ccha/iu f i n «•I libio nlu lindan/,a Mu efecto, muchos
) / i v e i i e i i , únicamente pata mantenerse fieles a una
ciiulInmiclii iiillflclnl, iiim llrvadim a adoptar una ac-
II11 nI moral 1 1•■ drfnnna contra los impulsos incons-
clenlcn de 'iu ne n i i nIlililí I y contra Inda información
pioí cliente dd exterloi I.a relación entre sus pesa-
d111am loi tul anten, rain disantos, sus estados de exci­

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12 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

tación y su sexualidad no es conocida por ellos; estos


jóvenes actúan y piensan bajo la presión de una
voluntad ajena que le prohibe aceptar la información
sexual. Esta voluntad ajena proviene de la educación
y se convierte en una parte de su propio ser, y entra
en contradicción con su propia organización biológica.
Debemos saber con toda claridad que el problema
sexual de la juventud no solamente es muy difícil,
sino que es también, en muchos casos, una cuestión
directamente explosiva. Expuesto el problema tan
francamente, no cabe duda de que producirá mu­
chas inquietudes, pero no hay que espantarse, no
existe otra vía. Es necesario decidirse: o bien las
miserias morales, los sufrimientos, los suicidios, los
abortos sin fin; o bien la verdad con sus ingratas
consecuencias dada la situación actual, pero también
la perspectiva de una solución definitiva.
Este trabajo ha sido leído por representantes de
las diferentes organizaciones de la juventud, criti­
cado y completado; no refleja únicamente mi opi­
nión. Pedimos a los jóvenes que no sean lectores
pasivos, sino que adopten ante este escrito,una ac­
titud activa y crítica, y que hagan llegar al editor
por escrito su opinión sobre los defectos que en­
cuentren y sobre los complementos indispensables
o las modificaciones que consideren conveniente lle­
nando el cuestionario que se encuentra al final. La
línea fundamental definitiva de la políttica sexual
de la juventud debe ser elaborada colectivamente,
y por la juventud misma.

Wilhelm Reich
enero de 1932

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1. LA REPRODUCCION

I. Aparato sexual y fecundación

En el hombre como en la mujer, desde la infancia


hasta una edad avanzada, el aparato sexual cumple
la función del placer y de la satisfacción sexual;
desde la maduración sexual, en que aparece la fa­
cultad de la procreación, hasta la que se denomina
“edad crítica”, en que se pierde esta capacidad de
procreación (en la mujer habitualmente entre los
cuarenta y los cincuenta años; en el hombre entre
los cincuenta y los sesenta años), este aparato sirve,
además, para la reproducción. Se deduce de ello
que la función de la satisfacción sexual es más im­
portante en la vida sexual que la función de la re­
producción. Mas, a pesar de ello, se rehuye hablar de
esta satisfacción sexual delante de los jóvenes, cuando
habría precisamente que hablar; en general, nos li­
mitamos a hablar exclusivamente de la función de
reproducción. Nosotros hablaremos claramente, en
los próximos capítulos, de los motivos políticos
de este temor.
Es necesario hablar de la reproducción, porque
cada joven que está maduro para ella debe no so­
lamente conocer la realidad, sino saber también cuá­
les son, para él, los peligros a que está expuesto en la
sociedad burguesa. Si planteamos aquí el problema
de los peligros, no es para suscitar el miedo, sino
para luchar mejor contra ellos. Nosotros no liqui­
daremos el problema de la reproducción como lo
hacen los curas vestidos de educadores, induciendo

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14 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

a los jóvenes a la abstinencia. Interesa saber cómo


se produce el embarazo; por qué, en el sistema so­
cial capitalista, las jóvenes corren el mayor peligro
para su salud, su vida y su existencia al quedar
encinta, y cómo se puede prevenir del mejor modo
la fecundación. En consecuencia, no hacemos una
distinción entre los hechos correspondientes a la
satisfacción sexual y los correspondientes a la re­
producción, y sostenemos que la satisfacción sexual
debe ser posible a todos, sin que nadie se convierta
en esclavo de la reproducción. A continuación des­
cribiremos la anatomía de los órganos sexuales mas­
culinos y femeninos.
Los órganos sexuales masculinos comprenden las
partes siguientes:
Testículos, epidídimo, canales deferentes, vesícu­
las seminales, próstata, grándulas de Cowper y pene.
Los testículos son los órganos en donde se elaboran
las células germinales masculinas y los excitantes
sexuales igualmente llamados hormonas. Son for­
maciones del tamaño de un huevo de gallina, aloja­
das en un saco de piel ( bolsas) y constituidas de un
conjunto aovillado de pequeños canales seminales
tan delgados como cabellos, que contienen interior­
mente las células germinales madres. Las células
germinales madres producen los espermatozoides.
Todos los canales seminales desembocan por su ex­
tremidad abierta en un sistema canicular que se
llama la cabeza del epidídimo y que se encuentra
sobre los testículos, ligeramente ladeada. Desde aquí,
los canales deferentes comienzan a descender un
poco, después se remontan en la cavidad abdominal
a través del canal inguinal para ensancharse en
vesículas seminales. Las vesículas seminales cons­
tituyen el depósito de las células masculinas ya pro­
ducidas. Tienen cerca de seis centímetros de largo
y dos de ancho; excavaciones en forma de saco de
los canales deferentes, tienen como función añadir a

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I.A REPRODUCCION

los espermatozoides un líquido mucoso <lc la n>n


sistencia de clara de huevo, producido por las f/Wm
dulas de las vesículas seminales. Desde uqul, «-I cu
nal deferente alcanza el lugar en que se uno a ln
uretra. Tiene otra glándula, la próstata, que segn'Ka
un producto muy fluido que se junta al esperma Kn
su proximidad desembocan también las glándula«
de Cowper, que segregan una sustancia alcalina; mu
función consiste en suavizar la uretra y mantener
vivos a los espermatozoides. Alcalino es lo contrario
de ácido. Los espermatozoides mueren en un medio
ácido, pero soportan muy bien un medio alcalino.
El pene, llamado también verga, sirve tanto para
la micción como para la unión sexual con la mujer.
Es de tamaño variable según los hombres; su longi­
tud en erección oscila por término medio entre los
doce y los dieciséis centímetros. Su longitud en es­
tado de flaccidez no prejuzga su longitud en erec­
ción; ésta depende, en efecto, únicamente del sis­
tema vascular que contiene el miembro. La erección
del pene se produce cuando los vasos sanguíneos se
llenan de sangre bajo la tensión y a continuación
de una excitación nerviosa. Las finas mallas de la
red vascular se encuentran en tres formaciones lla­
madas cuerpos eréctiles, de los cuales dos están
situados lateralmente y uno debajo de otro. La ex­
tremidad del pene, el glande, está provisto de ter­
minaciones nerviosas muy delgadas y muy excita­
bles, entre las cuales existen corpúsculos táctiles de
una construcción especial. El glande está rodeado
de una piel denominada prepucio, que nace en la
raíz del glande, se despliega hacia adelante, recubre
el glande y vuelve a su base. La circuncisión no
consiste, como creen muchos niños y adolescentes, en
un acortamiento del miembro, sino en la supresión
de esta piel que recubre al glande. La circuncisión
se practica hoy por los musulmanes, especialmente

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16 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

los árabes, los judíos creyentes y otros pueblos se­


mitas.
Los órganos femeninos comprenden:
Los ovarios, las trompas, el útero y la vagina. Los
órganos ovulares, llamados ovarios, son las glándu­
las sexuales más importantes de la mujer. Contienen
dos clases de glándulas, de las cuales una produce
los óvulos y la otra los excitantes sexuales. Tienen
un tamaño aproximado de un huevo de paloma y
están situadas a derecha e izquierda del útero, en la
profundidad de la cavidad abdominal. Desde aquí,
las trompas o conductos uterinos van al útero. Tie­
nen como función llevar al útero los óvulos que se
desprenden de los ovarios una vez cada mes. Son
canales en espiral de alrededor de doce centímetros
de longitud que se ramifican a izquierda y dere­
cha de la extremidad superior del útero y que des­
embocan libremente en la cavidad abdominal un
poco debajo de los ovarios. Estas extremidades se
ensanchan en forma de embudo y están provistas
de franjas puntiaguadas. El interior de las trompas
está tapizado de espesas pestañas vibrátiles que tie­
nen como función hacer caminar al óvulo hasta el
útero cuando, desprendido del ovario, llega a la
trompa. El útero está situado profundamente en
la cavidad abdominal detrás del pubis, del cual está
separado por la vejiga. En el útero se distingue: el
fondo, el cuerpo y el cuello. De la parte superior
o fondo, parten las trompas. El cuerpo del útero
tiene forma de pera. Hueco, forma la cavidad ute­
rina que, en las mujeres que no han tenido hijos, no
representa un espacio importante, sino exactamente
una estrecha hendidura entre las paredes próximas
del útero. La parte inferior de éste, el cuello, está
situado en la vagina; su orificio, el orificio del cue­
llo del útero lleva a través del canal del útero a la
cavidad uterina.
La vagina sirve para la unión sexual con el hom­

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I.A IIKPHODUCCION 17

bro y recoge el líquido espermático masculino. Es


mi conducto muy plegado y muy elástico en el cual
Ium paredes anteriores y posteriores están muy próxi­
ma:! y revestidas de mucosas muy delicadas y sen-
nlliles. En el fondo se encuentra el cuello del útero,
ni cual se aplica, como veremos más adelante, el me­
did contraceptivo femenino: el pesario.* Lo mismo
que el pene, el órgano vaginal contiene en sus pare­
des mi sistema vascular de construcción complicada,
que se llena de sangre bajo la tensión de la excita­
ción sexual. La vagina desemboca al exterior entre
Ion muslos. Si no se ha producido todavía ninguna
i elación sexual, la vagina está en parte cerrada al
exterior por una pequeña mucosa, el himen; esta
mucosa se desgarra a la primera relación sexual
provocando un pequeño dolor insignificante y una
libera hemorragia. Observando el órgano sexual fe­
menino desde el exterior, se ven en primer lugar
Ion labios mayores que, en estado normal, están
Junios Separando los labios mayores, se ve en se­
guida, de arriba abajo en posición acostada, o de
delanle atrás en posición erguida, en primer tér­
mino el apéndice eréctil o clítoris; en segundo térmi­
no, una pequeña abertura, la de la uretra, y, rodeada
de dos pliegues mucosos o labios menores, la en-
liada de la vagina en forma de hendidura. El clíto-
i In es un cuerpo eréctil y corresponde al órgano
nexunl masculino no desarrollado. Es fácilmente ex-
cl».«ble sexualmente, pero en la mujer normal co­
munica la excitación a la vagina, que es el lugar

• Knerlto este trabajo en 1932, no es extraño que en


nluunin rnneoptos científicos y en aplicaciones prácticas
•ti* I "" linlla/.KOs científicos, este libro presente lagunas en
r«*lin■Ii'i11 con el estado actual de la ciencia. Sin embnrgo,
mi «Icrulo tu intención de este libro desarrollar una teo-
itii i li'iillflcn pura, el pensamiento de Reich exnresado
mi 1111 cnr»»tltuye una interesantísima aportación sobre el
11*111 ii ni cubo de más de cuatro decenios de ln-ber pido
•«i i llu (N del Ed.)

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18 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

propiamente dicho de la excitación sexual femenina.


En la época de la maduración sexual, entre los
doce y los dieciséis años aproximadamente, el joven
se hace apto para la procreación, y la joven, para la
concepción de un hijo. En los testículos del mucha­
cho y en los ovarios de la joven comienzan a ma­
durar células muy pequeñas que no se pueden ver
a simple vista. Las células masculinas o esperma­
tozoides, que sirven para la fecundación, tienen una
pequeña cabeza y una ancha cola que las hace mó­
viles. Las células femeninas u óvulos son redondas,
mucho más grandes que las células masculinas e
inmóviles. En los testículos existen centenares de
millones de espermatozoides, y en los ovarios alre­
dedor de doscientos mil óvulos, entre los cuales, sin
embargo, solamente algunos centenares maduran
completamente en el curso de su vida. En la relación
sexual los espermatozoides penetran en la vagina, se
desplazan rápidamente hacia el fondo, hacia la aber­
tura del cuello del útero y penetran por el conducto
de éste en la cavidad uterina. Los espermatozoides
particularmente vigorosos prosiguen su desplaza­
miento a través de la cavidad uterina hasta las trom­
pas. Si los espermatozoides encuentran en las
trompas un óvulo, se sitúan frente a él e intentan
perforar la membrana marginal para penetrar en el
interior. Si uno de los espermatozoide lo logra, la
membrana del óvulo se endurece a fin de impedir
que penetren otros espermatozoides. La fecundación
se ha producido. El óvulo, de por sí inmóvil, pasa del
ovario a las trompas y llega al útero gracias a los
movimientos de las pestañas vibrátiles. Cuando un
óvulo está en condiciones de ser conducido, lo que
ocurre una vez cada mes, la mucosa que tapiza el
interior de la cavidad uterina se prepara a recibir­
lo; esto significa que las células de la mucosa se
reproducen, que los vasos sanguíneos se llenan de
sangre y se distienden, y que la mucosa se espesa.

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I.A Itl''.PRODUCCION 19

Kxiütcn síntomas ciertos e inciertos del embarazo.


Kn las primeras semanas del embarazo, aparecen
I!(.:<•ros accesos de aturdimiento, de malestar, vómi­
to:;, falta de apetito o, al contrario, de hambre in­
saciable. Estos signos son inciertos porque pueden
manifestarse sin que haya embarazo; por ejemplo,
pueden ser causados por fantasmas inconscientes de
embarazo. La interrupción de las reglas puede
tener también otras causas, pero normalmente es
signo de embarazo. No se puede establecer la gra­
videz del útero hasta la cuarta a la sexta semana
de embarazo, y por medio del tacto. A l quinto mes,
la madre comienza a sentir el signo más seguro de
su embarazo: los movimientos del feto. También se
pueden oír los ruidos cardiacos del feto. Pero sólo
se puede confiar en el diagnóstico del ginecólogo, al
que se debe acudir en cuanto se presenta la inte­
rrupción de las reglas. Cuando el óvulo no ha sido
fecundado, éste se anida en la mucosa; esta mucosa
se espesa y se desprende la pared uterina, siendo
expulsada al exterior junto con la sangre. Se trata,
pues, de las reglas (menstruación o “ indisposición” ) ,
que se presentan cada veintiocho días por término
medio. En consecuencia, no hay embarazo cuando
aparece el flujo mensual. Si, por el contrario, el
óvulo ha sido fecundado, éste se anida en la mu­
cosa, que entonces no es expulsada. No se produce
flujo menstrual, lo que quiere decir que no hay
reglas y que la mucosa se convierte en adelante en
el medio del huevo fecundado, al que se denomina
placenta.

II. Em barazo y parto

El huevo comienza ahora a dividirse. Primero na­


cen de la misma célula dos, después cuatro, ocho,
dieciséis, treinta y dos, sesenta y cuatro células, y
así sucesivamente. El huevo se convierte en un pe­

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20 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

queño aglomerado visible de células. Del progreso


de la división de las células se forma primeramente
como una bola hueca. La bola se contrae y forma
un saco de doble pared con una abertura. De este
ovillo modelado de células se desarrollan en el cur­
so de nueve meses todos los órganos del cuerpo
humano. Así, de la pared exterior del saco nacen
el cerebro, la piel y los órganos de los sentidos; de
la pared interior, por división continua, los intes­
tinos, el sistema vascular y la musculatura.
Se trata de una comunidad de células, pero hasta
el tercer mes del embarazo no hay ningún revesti­
miento nervioso: el cerebro es informe, éste no es
más que una gran vejiga, y no hay vestigio de con­
ciencia. Es necesario hacer esta aclaración, porque
la Iglesia y los médicos enfeudados a ella afirman
que se comete un crimen contra un ser dotado de
vida cuando se interrumpe un embarazo en los tres
primeros meses. Pero los curas y los médicos cleri­
cales no ven ningún inconveniente en que la madre
muera de enfermedad o de miseria provocada por
este ovillo de células.
En el curso del embarazo, el embrión pasa por
varios estadios de desarrollo antes de recibir la for­
ma acabada de un ser humano. A l término de los
nueve meses, más exactamente, entre los doscientos
setenta y los doscientos ochenta días, calculados a
partir del primer día de las últimas reglas, se pro­
duce, en condiciones normales, el nacimiento. La ca­
beza del niño, que normalmente se encuentra al
fin del embarazo fijado contra el cuello del útero,
ensancha a éste; entonces, la delgada mucosa que
envuelve al niño se rompe y se desborda el agua
fetal. Comienza el nacimiento. El músculo uterino
se contrae regularmente (dolores del alumbramien­
to) y presenta la cabeza del niño. Esta ensancha
progresivamente la vagina y se abre el camino hasta
ln vulva. En las mujeres normales y sanas, el naci­

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la REPRODUCCION 21

miento se produce sin peligro alguno y los dolores


del parto pueden ser atenuados con un ligero nar­
cótico.

III. S obre el aborto

Todo iría perfectamente bien, ya que se trata de


un fenómeno natural, y tanto más cuanto que la
técnica médica del parto excluye casi totalmente
los peligros. Pero el embarazo se ha convertido en la
sociedad burguesa en un problema que preocupa
hoy mucho en todos los países capitalistas y, sobre
todo, en sus colonias. Para comprender el problema
de la regulación de los nacimientos, las discusiones
sobre la prohibición del aborto y la propaganda a
favor de los medios anticonceptivos, debemos acla­
rar rápidamente por qué las mujeres son presionadas
bajo el capitalismo a traer hijos al mundo, incluso
cuando ya tienen hijos que no pueden alimentar,
cuando sufren miserias materiales muy gran­
des, cuando están tan enfermas que su vida queda
amenazada frecuentemente por el embarazo.
El aborto está prohibido en la mayor parte de los
países capitalistas y severamente castigado. Además,
no se tiene absolutamente en cuenta el estado de
miseria o de salud de la madre, así como el hambre
de las masas y la penuria de alojamientos. ¿Por qué?
El sistema económico capitalista se basa en la ex­
plotación de la mayoría de la población, que no
posee más que su fuerza de trabajo, por las clases
capitalistas, que disponen de los medios de produc­
c i ó n ; con estos medios de producción, los trabaja-
tIrnos producen todos los bienes necesarios para la
vida l ’ero el obrero produce mucho más valor del
une recibe por su trabajo, bajo la forma del salario
.Id capitalista, propietario de las fábricas y de las
m/«t|iilmiH. El obrero no recibe todo el valor de
Ion bienes que produce, sino, todo lo más, lo justo

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22 la luch a Se x u a l de l o s jo venes

necesario para no morirse de hambre. Y esto inde­


pendientemente de la cantidad producida. Así, el
obrero trabaja gratuitamente para el capitalista va­
rias horas al día. Esto es lo que se ha denominado,
a partir de Marx, la “ plusvalía” producida por el
obrero.
Si existen más obreros de los que están en activi­
dad; es decir, si existen constantemente obreros en
busca de trabajo, el capitalista puede reducir más
fácilmente el salario de los obreros que trabajan.
Los capitalistas tienen, pues, necesidad, para redu­
cir el salario de los obreros, de un ejército perma­
nente de obreros en paro forzoso: también tienen
de necesidad ellos, a fin de disponer de fuerza
de trabajo suficiente cuando, en función de la co­
yuntura, tienen necesidad de hacer frente a un in­
cremento de pedidos. Por esta razón los capitalistas
tienen gran interés en que se acreciente la pobla­
ción. Pero el capitalista sólo asegura este aumento
de la población trabajadora presionando a las mu­
jeres pobres. Además, los países capitalistas se en­
frentan en guerra por los territorios en donde pue­
den colocar su superproducción. Un país capitalista
entra en conflicto con otro cuando lucha por adqui­
rir salidas para sus mercancías y para la colocación
de sus capitales. Tales conflictos conducen a guerras
entre los diferentes países (guerras imperialistas).
Para estas guerras tienen necesidad de carne de ca­
ñón; es decir, millones de niños de madres obreras,
que son traídos al mundo en las condiciones de mi­
seria del proletariado para ser abatidos en los
“ campos de honor” como conejos. Por todas estas
razones, la mayor parte de los países capitalistas
promulgan leyes que prohíben absolutamente la in­
terrupción del embarazo. Según los intereses de las
clases dominantes, la ley es aplicada con mayor o
menor rigor y las penas son más o menos severas.
A l lado de las causas inmediatamente económi­

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LA REPRODUCCION 23

cas, la “ moralidad” burguesa interviene de una ma­


nera decisiva. La burguesía se opone a las rela­
ciones sexuales extraconyugales, en particular
entre los jóvenes, y cree poder mantenr a los jóvenes
en una “ casta vida” gracias a los artículos de la ley
que prohíben el aborto.
Así, el higienista socialdemócrata Grotjhan dijo
en una reunión pública que él estaba en contra de
la supresión de la prohibición del aborto porque
podía tener efectos destructivos en las relaciones
entre los “ novios” . Este señor tiene preocupaciones,
pero no por las docenas de miles de mujeres aco­
sadas por la desgracia, que la sienten en su alma,
sino por la “ castidad” y la “ moralidad” de los
jóvenes. Explicaremos más adelante por qué la “ mo­
ralidad” importa tanto al capital y a sus defenso­
res. La realidad es que nadie se abstiene de tener
relaciones sexuales a causa de la prohibición del
aborto. La ley se mantiene, aunque no cumpla su
papel, porque la libertad del aborto y de los medios
anticonceptivos significaría una disminución de la
autoridad y, por ello mismo, el reconocimiento de
las relaciones extraconyugales y juveniles.
Mientras las mujeres pobres son así obligadas a
producir carne de cañón y ejércitos de reserva de
obreros industriales, cada mujer rica puede sufrir
la interrupción de su embarazo con dinero. Las mu­
jeres pobres que se consumen física y mentalmente
ante la multiplicación de sus hijos, o que quieren
a causa de su miseria evitar esta multiplicación, in­
fringen la ley abortando mediante los medios más
diversos y más perjudiciales empleados por char­
latanes y por gente que no conoce la anatomía fe­
menina. Todo aborto que no es practicado por mé­
dicos especialmente competentes pone la vida de la
mujer en peligro. Estos “fabricantes de ángeles”
ulili/.an medios tan peligrosos como agujas de tejer,
pinzas y otros objetos similares. Producen frecuen­

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24 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

temente perforaciones del útero, grandes hemorra­


gias o infecciones del útero ensangrentado. Por
ejemplo, en Alemania, cada año se producen, a pe­
sar de la prohibición, alrededor de un millón de
abortos. De diez mil a veinte m il mujeres mueren
anualmente a causa de prácticas peligrosas del abor­
to; de sesenta a ochenta mil mujeres enferman, y
de seis a ocho mil van a prisión. Cuando en fe­
brero de 1931, la fracción comunista del Reichstag
hizo, con motivo de la detención de Kienle y de
W olff, su proposición para que se abrogaran los
artículos de la ley sobre el aborto, el grupo social-
demócrata votó en contra. Socialdemócratas y co­
munistas hubieran tenido suficientes votos para que
estos artículos hubieran sido abrogados. Esta acción
de los socialdemócratas les ha costado muchos afi­
liados, pero solamente un pequeño grupo de perso­
nas ha reconocido el verdadero papel de este partido
como sostén del sistema capitalista.
En la Rusia soviética, donde los trabajadores, los
campesinos y los empleados se apoderaron del Po­
der expulsando a los capitalistas y apropiándose de
los medios de producción y de la tierra; en donde el
sistema de explotación ha sido abolido; en donde,
consecuentemente, la existencia del ejército de obre­
ros en paro no interesa, cada mujer tiene el derecho
de hacerse abortar hasta los tres meses de emba­
razo. Estos abortos sólo son producidos por médicos
en los establecimientos públicos de la salud, gratui­
tamente o mediante el pago de pequeños costos de
las personas con buena situación económica. La
Unión Soviética, a fin de hacer innecesarios con el
tiempo los abortos, sigue una política de previsión
social incesantemente mejorada para la madre y el
hijo, y difunde los mejores medios anticonceptivos.
El presupuesto de la Unión Soviética para la pro­
tección de la madre y del niño lactante ha seguido
este curso:

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LA REPRODUCCION 25

en 1925/26 ..................... 22.800,000 rublos


1926/27 .................... 32.800,000 —
1927/28 .................... 40.000,000 —
1928/29 ....... ............. 40.300,000 —
1930/31 ..................... 77.000,000 —

Se puede observar igualmente el progreso de los


cuidados concedidos al niño lactante por la progre­
sión de las guarderías. Esta ha sido:

en 1924 ................................... ........... 950


1925 2,614
1926 ............................... 4,052
1927 5,391
1928 6,697

Por el contrario, en Berlín, sólo para los distritos


del uno al veinte han sido reducidos en un 75 por
ciento los créditos para la atención de los niños lac­
tantes, en enero de 1931, y por la tercera medida
de urgencia que entra en vigor el primero de ju­
lio de 1931, han sido reducidos doscientos seis mi­
llones de marcos de los destinados para la vivienda
familiar (sin contar los mil seiscientos millones de
marcos que la población trabajadora ha tenido que
pagar en impuestos, la supresión de la ayuda a los
trabajadores en paro, la reducción de los salarios,
etcétera).

IV. M ed ios anticonceptivos *

Fácilmente se comprende que no es suficiente in­


formar aquí o allá a los jóvenes sobre los medios

* D e suyo se desprende que, escrito este tra b a jo hace


más de cuarenta años, la ciencia ha p rovisto de medios
mecánicos, clínicos y farm acológicos que Reich no podia
conocer en su tiem po, p o r lo que al lector le parecerá,
Justamente, incom pleta esta sección. L o rem itim os a n ú es-

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26 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

anticonceptivos. Nosotros afirmamos que la gran


mayoría de los jóvenes entre los doce y los veinte
años, particularmente de los medios obreros y cam­
pesinos más pobres, y entre los jóvenes hijos de
empleados de comercio, no están informados sobre
los medios anticonceptivos, si bien muchos de ellos
hayan tenido relaciones sexuales y hayan sido, así,
víctimas del aborto clandestino.
Bajo el pretexto de proteger a los jóvenes del
peligro que entraña desde el punto de vista social
el embarazo y las relaciones sexuales, en realidad
con el objeto de mantenerlos férreamente bajo el
yugo de la moralidad, se les predica la casta conti­
nencia o se cierran los ojos ante el hecho de que
este consejo sólo es seguido por un número muy
restringido de jóvenes. Del mismo modo, el consejo
de abstenerse hasta el matrimonio es absurdo, pues
el problema del embarazo en el matrimonio no es
distinto en nada al que se produce fuera de él. Ade­
más, los predicadores de la moral conyugal se tor­
nan ridículos al dar el consejo, pues saben, igual
que nosotros, que el joven casado no tienen ningún
trabajo seguro, y que el paro es un peligro desde
que el joven entra de aprendiz. Por lo tanto, una
vida conyugal segura está excluida para los jóvenes.
Así, el problema no se plantea: embarazo o abs­
tinencia, sino: miseria causada por los charlatanes
sin escrúpulos o medios anticonceptivos eficaces que
impidan realmente el embarazo. En Alemania, se­
gún el artículo 184 se castiga con una pena que
puede llegar hasta a un año de prisión o una multa
correspondiente “ al que exponga objetos destinados
a usos impúdicos en lugares accesibles al público o
que informe al público de tales objetos y les dé
publicidad” . Y según un proyecto de las conferen-
tra o b ra Enciclopedia de sexología, de la Colección Sexo
y Sociedad, Ediciones Roca, M éxico, 1973, d onde encon­
trará u n p an o ram a actualizado de este tema. (N . del Ed.)

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LA REPRODUCCION 27

cias autro-alemanas (Boletín del Reich, sesiones de


los días 11 y 12 de junio de 1929), “ será castigado
con una pena de uno a dos años de prisión o una
multa el que, con fines de práctica abortiva, lleve
a conocimiento del público objetos o procedimien­
tos, les haga publicidad o los exponga” . Según el
artículo 2, se hace merecedor de una pena “ el anun­
cio de tales medios a médicos o personas que rea­
lizan comercio autorizado, o mediante revistas mé­
dicas especializadas”. Félix Halle escribe muy
justamente en su libro Sexualidad y derecho penal:
“La regulación de los nacimientos corresponde to­
talmente a las condiciones de clase y a las relaciones
de fuerza que conocemos en Europa Central. A l pro­
hibir la exposición de los medios anticonceptivos
y su publicidad, se quiere impedir que las amplias
masas de la población tengan conocimiento. De otra
parte, se protegen los intereses comerciales de los
productores (por ejemplo, de truts químicos) y de
los distribuidores al mayoreo. Un cuerpo médico
cuya actitud corresponde a los intereses de la clase
burguesa tiene el privilegio de ser informado de los
medios, objetos y procedimientos más recientes, a
fin de poder satisfacer en este campo los deseos de
una clientela privada de la clase dominante que
está en el Poder” .
Y en un proyecto de ley “ para la defensa del pue­
blo alemán” (impreso número 1741 del 12 de marzo
de 1930), los nacionalsocialistas han introducido el
artículo 5 siguiente, que caracteriza su “ política po­
sitiva de la población” : “ El que intente impedir
artificialmente la fecundidad natural del pueblo ale­
mán en perjuicio de la nación alemana, o el que
favorezca tales esfuerzos por medio de la palabra,
escritos, impresos, imágenes o de cualquiera otra
forma, o el que mediante el cruzamiento con indi­
viduos de la comunidad de sangre judía o de razas
de color contribuya a la alteración racial del pueblo

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28 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

ulemán, o amenace a contribuir a ello, será casti­


gado con prisión por traición a la raza” .
Y el Papa añade: “ Toda unión conyugal que prive
al acto sexual, por la libre voluntad de los hombres,
su potencia natural de crear vida nueva, se enfrenta
a la ley de Dios y de la Naturaleza” . (Encíclica
sobre el matrimonio cristiano, 1931.)
Tal es el panorama de la situación internacional.
Muchos jóvenes preguntan si los medios anticon­
ceptivos actuales son seguros cien por cien, cómo
se obtienen y por qué son tan caros. A la primera
pregunta solamente se puede contestar que no hay
medios anticonceptivos seguros en un cien por cien; *
sin embargo, se puede alcanzar m u y alto grado de
seguridad empleando los mejores medios anticon­
ceptivos existentes y haciéndose aconsejar y con­
trolar por un médico. Los numerosos folletos con
pretensión científica en los cuales se trata de múl­
tiples medios anticonceptivos no tienen ningún va­
lor. Estos folletos desconciertan a la juventud, que
se encuentra, después de la lectura, como el asno
ante el cruce del ferrocarril, y se pregunta: “ ¿Qué
debo hacer ahora?” No hay en el sistema capitalista
centros de consulta sexual para los jóvenes; es tarea
de las organizaciones revolucionarias establecerlas.
Y si la policía las tolerase, se vería que son insu­
ficientes. La escasez de los centros de consulta
sexual sólo se hará sentir cuando los jóvenes hagan
uso de ellos. Pero puesto que no existen práctica­
mente hoy ni en numerosas regiones ni, particu­
larmente, en el campo, deberemos enumerar aquí
los principales medios anticonceptivos.
El medio relativamente más seguro es un buen
preservativo (condón), con el que se reviste exte-
rlormente el miembro masculino, lubrificado o hu­
medecido antes de ser introducido en la vagina.

• N<>« remitimos a la nota anterior. (N . del Ed.)

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LA REPRODUCCION 29

Tiene la desventaja de disminuir en un grado mayor


o menor las sensaciones y alterar así el placer. Es
también muy caro para los trabajadores, particu­
larmente para los jóvenes, ya que cuesta aproxima­
damente cincuenta pfenings. Se obtiene en las
farmacias y droguerías, e igualmente en las pelu­
querías. Hace poco incluso se vendían en los W. C.
públicos. Temiendo por la moral pública, el ministro
del Interior prusiano, Severing, que se dice socialista
y demócrata, ha ordenado retirar la venta de estos
aparatos de los citados W. C. Muchos jóvenes no se
atreven a comprar preservativos; sin embargo, el que
no pueda superar su temor, debe pedir a un camarada
de mayor edad que se lo adquiera para él. El pre­
servativo sólo cumple su función si es nuevo. Su
solidez se comprueba examinando a contraluz si no
está roto o desgarrado, aunque sea mínimamente.
Es conveniente también comprobar su elasticidad:
un preservativo deteriorado se desgarra fácilmente.
No hay que llevar el preservativo en un bolsillo del
chaleco o del pantalón, pues se deteriora con el ca­
lor. Cuando un preservativo se ha usado estando
roto y se observa su rotura después del contacto
sexual, la joven debe lavarse inmediatamente la
vagina con una solución de una cucharada de vina­
gre en un litro de agua. Las jóvenes proletarias
dirán aquí con razón que las condiciones en que
realizan sus relaciones sexuales raramente permiten
tal ablución. Pero ello no es sino una razón de más
no solamente para preocuparse de las posibilidades
de relación sexoal, sino también de criticar el orden
social que causa tales dificultades a los jóvenes. Se
comprende, pues, fácilmente que la sociedad bur­
guesa se muestra tan negligentemente en esta cues­
tión porque tienen un gran interés en contener la
vida sexual de los jóvenes y hacerla imposible.
Estas dificultades se evitan, si en lugar de un pre­
servativo se utiliza un pesario. El pesario es una

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30 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

bola hueca de plata, aluminio, caucho o celulosa


que se aplica en el cuello del útero. El pesario debe
ser colocado y controlado por un médico. Tiene la
Ventaja de no exigir manipulaciones molestas y des­
agradables antes, durante y después del acto. A fin
de aumentar su seguridad, es bueno emplear ade­
más un anticonceptivo químico, el que es conve­
niente que lo prescriba un médico. Pero como ahora
es fácil que los médicos se nieguen a recetar tales
medios anticonceptivos y a colocar el pesario, so­
lamente porque la joven no tiene aún dieciséis años
o porque ésta no tiene el acta de matrimonio; ade­
más, como tales consultas con un médico en las
regiones donde no existen centros médicos de con­
sulta gratuitos cuestan demasiado caras, estos con­
sejos que doy son poco útiles, razón por la que el
joven debe decidirse a utilizar un preservativo. Los
medios químicos no son completamente seguros;
sólo contribuyen a aumentar la eficacia del pesario.
Estos medios químicos son: las pastillas de Samori,
Septon, Patentax o Tibium. Las pastillas de Samori
y de Septon se introducen profundamente en la
vagina inmediatamente antes del acto sexual. Estos
medios son muy caros, los fabricantes ganan mucho
con su venta, y serían evidentemente mucho más
baratos si existiese un laboratorio central del Estado
para la contracepción, como en la Unión Soviética,
que asegura la distribución de estos productos a un
precio bajo e incluso gratuitamente a aquellos que
no tienen recursos económicos. ¿Qué joven puede
disponer hoy de tres o cuatro marcos para adquirir
unas cuantas de estas pastillas? ¿Qué podemos ha­
cer? No lamentarnos, sino comprender por qué los
fabricantes tienen tanto poder y se enriquecen, y
sacar la conclusión de que esto es causado por el
actual sistema social capitalista.
En último lugar, deberemos hablar de la interrup­
ción de la relación sexual, a la que muchos jóvenes

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I.A HK1'HODUCCION 31

recurren como el mejor medio anticonceptivo en


nuestros días. Es necesario poner en guardia contra
« rita práctica. El que interrumpe el acto sexual fre­
cuentemente, corre el peligro de ser víctima de una
enfermedad nerviosa. En efecto, se interrumpe el
neto sexual en el momento en que la excitación
mixual es más intensa, precisamente cuando el or­
ganismo y el aparato psíquico entero rechazan esta
interrupción. Esto representa una inhibición violen­
ta de la conclusión natural de la excitación nervio­
sa. Además, la satisfacción es imposible tanto en el
hombre como en la mujer, porque esta misma satis­
facción es trastornada y porque los dos compañe­
ros deben estar “más atentos” a no descuidarse en
el momento preciso que a concluir normalmente el
acto sexual. Por último, la interrupción del acto
sexual es completamente insegura, ya que a veces
se produce demasiado tarde o el esperma se eyacula
sobre las partes externas de los órganos sexuales
de la mujer, y los espermatozoides móviles pueden
llegar incluso al interior del útero.
La creencia de que la mujer es totalmente infe-
cundable en determinados periodos está ampliamen­
te extendida. Así, justamente después de la llegada
de la menstruación no sería posible la concepción.
Es cierto que la receptividad es menor en este pe­
riodo, pero no conviene confiarse. _

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2. TENSION SEXUAL Y SATISFACCION

l ’or lo general se tiene mucho cuidado en comenzar


y terminar la información de los jóvenes por el
“ misterio de la reproducción”. Pero sabemos y que­
remos decir claramente (lo que todo el mundo sabe
y nadie se atreve a manifestar): el problema de la
excitación sexual y de la prohibición del placer
y de la satisfacción es un quebradero de cabeza
para los jóvenes. Sabemos igualmente que es jus­
tamente en torno a este punto del problema sexual
donde los “educadores” de corazón enternecido dan
vueltas como un gato alrededor de una olla de agua
hirviente.
Es raro que el hombre y la mujer se unan sexual-
mente con la intención consciente de procrear un
hijo. La Iglesia, la escuela burguesa y la ciencia
nos quieren hacer creer, no obstante, que la rela­
ción sexual no existe sin el deseo de la procreación.
Si fuese así, hace mucho tiempo que la humanidad
se hubiese extinguido en el lapso de dos o tres
generaciones, dada la miseria económica actual. En
realidad, se tienen relaciones sexuales a causa de la
impulsión y de la tensión sexuales, y también por
la satisfacción que ofrecen. La satisfacción sexual
asegura la procreación, pues la fecundación está
ligada al acto sexual. La Iglesia se refiere siempre
a la “naturaleza” cuando afirma que la relación
sexual que no sirve a otro fin que a la reproducción
es “contranatural”. Sin embargo, y con mucha cla­
ridad, la naturaleza ha cometido un gran error:
La lu ch a .—3

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34 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

el aparato sexual no impulsa únicamente a la unión


sexual cuando se quiere y se puede tener hijos, sino
que ella actúa de tal suerte que impulsa al hombre
de buena salud a tener relaciones sexuales tres ve­
ces por semana por término medio. Hay, pues, en la
vida del hombre, algunos millares de relaciones
sexuales de las cuales, por término medio, sólo dos
o tres están destinadas a la procreación. Más notable
debería ser, desde el punto de vista de la Iglesia
y de la moral burguesa, el hecho de que la procrea­
ción está ligada en todo el mundo animal (al cual
pertenece también el hombre) al placer sexual más
intenso. Esto es precisamente lo que quiere ignorar
nuestra sociedad y sobre lo que los jóvenes no tie­
nen ningún derecho de informarse. En consecuen­
cia, decimos: el que habla del problema sexual y
silencia el problema del placer sexual induce a
error, intencionadamente o no, y se encuentra al ser­
vicio, conscientemente o no, de la clase dominante.
Y no solamente lo afirmamos, sino que lo vamos a
demostrar.
Distinguimos en este dominio las cuestiones si­
guientes:
—¿Cuál es el funcionamiento normal del aparato
sexual?
—¿Cuáles son las instituciones de la sociedad de
clases? ¿Inhiben o favorecen la satisfacción sexual
de los jóvenes?
—Si inhiben, ¿por qué razones y con qué fines?
—¿Existe una posibilidad en la sociedad capita­
lista de suprimir la miseria sexual de los jóvenes?
—Si no, ¿en qué condiciones es posible la libera­
ción sexual de los jóvenes y qué debe hacer hoy la
juventud para provocar esta liberación?

I. L a MADURACION SEXUAL

La tensión o la excitación sexual que siente todo

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I'KNMON .SEXUAL Y SATISFACCION 35

...luí«- .«unte es la expresión de un proceso corporal


<|i h - consiste en que el aparato sexual (en el hom-
I« ici er tas partes del testículo; en la mujer, algu­
na. I•■j idos del ovario) produce sustancias denomi-
•II».I.i:¡ hormonas que, vertidas en la circulación
miiii'.ilínea, ponen al sistema nervioso en estado de
«xctUición sexual. Los testículos y los ovarios son
•n i calidad fuentes de la excitación sexual, pero no
non los únicos. Junto a ellos actúan otras glándulas
■I. secreción interna como fuentes de excitación
nexual, como, por ejemplo, la tiroides, la hipófisis,
Hcétera. Los estímulos sexuales procedentes de los
ni Hunos de los sentidos: ojo, piel, nariz y oreja son
también muy importantes; en realidad, no existe
luirte del cuerpo de donde no provengan estímulos
mknales más o menos intensos. Estas partes del
cuerpo que son particularmente excitables sexual-
niente se denominan “zonas erógenas”. El estado
corporal de excitación sexual se manifiesta a la
conciencia como deseo de distensión; es decir, de
nntisfacción. La ciencia no ha visto durante dece­
nas de años (y ello por razones morales, como se
Iaiede demostrar) que estos estados de tensión
\exual aparecen y comienzan a actuar no solamente
en la pubertad, sino ya antes, durante la primera
infancia. En el momento de la maduración sexual,
estas tensiones se hacen particularmente intensas
porque la producción de las células reproductivas
comienzan en el aparato sexual y el cuerpo entero
comienza a llegar a la plena madurez.
La intensificación del trabajo del aparato sexual
implica también una excitabilidad psíquica más ele­
vada que provoca casi siempre, en las condiciones
en que viven nuestros jóvenes, angustias, sueños
y una actividad desbordante de la imaginación. La
pubertad comienza más o menos pronto según los jó ­
venes; sin embargo, por término medio, entre los
ilnce y los catorce años. En el muchacho, la voz

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36 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

comienza a hacerse ronca, aparece una pilosidad al­


rededor del órgano sexual y no es raro que se pro­
duzcan las primeras emisiones espermáticas noctur­
nas. En la muchacha, los senos comienzan a
destacarse y aparecen las primeras reglas. En los
dos sexos se instala progresivamente un estado de
tensión general. Es la edad en que habitualmente
se produce una disminución de la capacidad de tra­
bajo, pues la atención se fija más intensamente en
las cuestiones sexuales. Las numerosas erecciones
en el joven, la irrigación y las tensiones acentuadas
del órgano sexual en la joven indican que el cuerpo
está maduro para las relaciones sexuales.
La completa maduración es más o menos larga en
los diferentes jóvenes; para unos se necesitan'sema­
nas o meses; para otros, años. La cuestión de saber
en qué momento se llega a la madurez sexual no
puede ser resuelta de forma general. No existe
norma que sea válida para todos los casos. Sin em­
bargo, en nuestros medios culturales, la madurez
psíquica no concuerda con la maduración corporal
debido al orden social reinante y a la educación
sexual represiva. Y la represión sexual moral con­
diciona por lo general un retardo de la maduración
psíquica.
La tensión sexual, que se acrecienta considera­
blemente, busca una salida. Es en este momento
cuando comienza el problema de la juventud, pues
no existen más que tres posibilidades: relaciones
sexuales, onanismo y continencia. Antes de exami­
nar cada una de estas tres posibilidades, debemos
saber con toda claridad que las realidades son muy
diferentes según las clases sociales de las que pro­
ceden los jóvenes. Los problemas se plantean de
forma diferente para los jóvenes de la gran bur­
guesía —hijos de banqueros y de grandes indus­
triales—, para los hijos de la pequeña burguesía
—hijos e hijas de comerciantes y empleados— y

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11 NMON S i K U A L Y SATISFACCION 37

Itutu los jóvenes proletarios cuyos padres trabajan


<11 las fábricas.
Iv.ta diferencia se expresa ya en la madurez cor-
IHii al, pues la subalimentación retrasa la madura-
i ion corporal; hasta tal punto, que con frecuencia
>• ven hijos e hijas de proletarios, de catorce, quince
y dieciséis años, que se parecen corporalmente a
|úvenes de diez años de las clases dominantes y, por
otra parte, envejecidos por la miseria, las privacio­
nes y otras lamentables condiciones de vida. Por el
contrario, entre los jóvenes burgueses, bien alimen­
tados, se ven jóvenes que han alcanzado una ma­
durez corporal superior a la de su edad, y cuyo
aparato psíquico está retrasado o es infantil. Los
adolescentes proletarios se entregan frecuentemen-
le a relaciones sexuales precoces en relación a su
estado de madurez a causa de las malas condiciones
de alojamiento. Por “precocidad” sexual no hay que
entender, sin embargo, la actividad sexual en gene­
ral que presenta el individuo púber, sino solamente
las formas en las cuales se manifiesta, correspon­
dientes o no a su edad.

II. El o n a n is m o de l o s jo v e n e s

Antes de que el joven haya alcanzado la puber­


tad, en realidad desde la primera infancia, el impulso
sexual se manifiesta ya bajo las más variadas for­
mas. Una de estas formas, que finalmente aparece
cada vez en primer plano, y que realiza la transi­
ción hacia la vida sexual madura, es el onanismo
(masturbación, autosatisfacción). La Iglesia y la
ciencia burguesa han presentado el onanismo de los
niños y adolescentes como un vicio grave, como un
fenómeno peligroso y nocivo para la salud. Sólo la
sexología moderna considera el onanismo como una
forma transitoria totalmente normal de la sexuali­
dad infantil y adolescente. Es muy frecuente la pre­

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38 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

gunta sobre qué es lo que impulsa a los jóvenes al


onanismo. Solamente después de haber superado
la concepción de que el onanismo es un vicio, se ha
podido establecer que es la simple expresión de la
tensión sexual corporal y mental en el organismo
juvenil; que no se distingue en nada, en principio,
de una simple picazón o de una granulación de la
piel, pues el onanismo reposa en la tensión de un
órgano, tensión que puede ser suprimida por frota­
miento. Ciertamente, el onanismo se distingue bien
de la picazón de la piel por una intensidad mucho
más importante de la tensión y de la satisfacción.
Mucho se ha polemizado igualmente en saber si
el onanismo es nocivo y malsano, o no. Unos dicen
que es inofensivo; otros no dejan de afirmar que
es nocivo. De esta manera, la cuestión está mal
planteada. Lo que nos debemos preguntar es cuándo
el onanismo es nocivo y cuándo no. Hasta ahora se
ha presentado la continencia como la única forma
de vida posible de los jóvenes y como la mejor so­
lución a las dificultades; a continuación se ha caído
en el error inverso al presentar el onanismo como
absolutamente inofensivo y como la única salida
y la mejor solución al problema de los jóvenes. Ve­
remos cómo esta concepción presenta una escapa­
toria al problema de la vida sexual de los jóvenes:
el problema de las relaciones sexuales. La autosa-
tisfacción o la satitsfacción recíproca de los niños
y los adolescentes antes de la madurez sexual no
tienen en el fondo más que causas corporales na­
turales. Sin embargo, en la época de la plena ma­
durez sexual, el onanismo, como manifestación ex­
clusiva de la sexualidad de los jóvenes, está- ya
condicionado socialmente porque las relaciones ofi­
cialmente a esta edad, son severamente prohibi­
das, y las diferentes medidas tomadas las hacen
difíciles o imposibles. El onanismo no es ya una ma­
nifestación sexual natural en la época de la púber-
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Ti'.NSION SEXU AL Y SATISFACCION

t.id. En efecto, en las poblaciones primitivas no se


ponen impedimentos a las relaciones sexuales de
los jóvenes y el onanismo tiene una importancia
insignificante.
Para un juicio concreto sobre el onanismo, se de­
ben distinguir las formas perturbadas de las formas
normales de autosatisfacción.
Para juzgar cuál es la forma sana, no perjudicial
del onanismo al despertar de la pubertad, se deben
tener en cuenta a los adolescentes que comienzan
a masturbarse sin haber sido influenciados por los
prejuicios de sus padres, de la Iglesia, o por la litera­
tura pornográfica. El muchacho siente una tensión
en el órgano sexual y lleva la mano al mismo, la
primera vez completamente inconsciente; se produ­
ce entonces una emisión espermática sorprendente
para él, que le provoca un apaciguamiento sexual.
Durante los dos, tres, cuatro o cinco días siguien­
tes, el muchacho se siente tranquilo sexualmente,
hasta que reaparece la tensión. El joven conoce ya
la satisfacción sexual relacionada con la tensión y
entonces se masturba plenamente consciente. No
sufre sentimiento alguno de culpabilidad, no tiene
la impresión de perjudicarse haciendo aquello y, por
consiguiente, no se bloquea el desarrollo de la ex­
citación.
Estos jóvenes permanecen completamente sanos
hasta que son asustados por un camarada, por los
padres o por uno de esos libros pornográficos que
corrientemente caen en sus manos. Entonces sola­
mente se despierta en ellos la idea de que cometen
una acción terrible y comienzan a luchar contra la
pulsión y la autosatisfacción. Lo mismo ocurre con
las muchachas. Y o bien intentan rechazar com­
pletamente la pulsión del órgano sexual, o bien
practican el onanismo hasta cierto grado, pero gene­
ralmente creen que la satisfacción sexual, que se ma­
nifiesta por un ligero oscurecimiento de la conciencia

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40 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

(en las muchachas, además, por una gran humedad


de la vagina), es particularmente nociva. Y esto
que piensa el muchacho o la muchacha es precisa­
mente lo falso; es entonces, precisamente, cuando
comienzan a desarrollarse en el joven perturbacio­
nes corporales y psíquicas muy nocivas; dicho de
otro modo: se presentan los estragos consecutivos
a la inhibición y al bloqueo del desarrollo normal
de la excitación sexual. El sistema nervioso se altera
por el bloqueo del desarrollo de la excitación, y el
malestar que sienten estos jóvenes son la expresión
de una lesión corporal real. No se trata, pues, de las
consecuencias del onanismo, sino de la inhibición,
del sentimiento de culpabilidad, del miedo y del
arrepentimiento: éstos son la causa de la perturba­
ción. Este es el motivo de que sea absolutamente
necesario que el joven termine la masturbación una
vez comenzada y no se perturbe la satisfacción.
Quien tenga sentimientos conscientes o inconscien­
tes de culpabilidad masturbatoria debe hacerse con­
sultar en un centro de orientación sexual o confiar­
se a una persona de su confianza, la que debe dar
muestras de comprensión. Pues los sentimientos de
culpabilidad masturbatoria no hacen sino aumentar
la ocultación y el aislamiento. Ahora queremos enu­
merar algunas formas de comportamiento durante
la masturbación que son las más nocivas para la
salud: masturbación sin satisfacción final (en el
joven al impedir la eyaculación); prolongación de
la excitación mediante numerosas interrupciones
o por detención de la excitación; intento de provocar
la erección del miembro fláccido en ausencia de
excitación sexual; en la joven, la masturbación va­
ginal mediante objetos cortantes o puntiagudos, lo
que ocurre muy frecuentemente; la excitación recí­
proca entre muchacho y muchacha, entre dos mu­
chachas o entre dos muchachos sin satisfacción final.
Fantasmas sexuales, conscientes o inconscientes,

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 41

están ligados siempre al onanismo. Si el muchacho


o la muchacha se masturban con fantasmas del acto
sexual, de besos o abrazos, ello no debe preocupar.
Pero si comienzan a aparecer fantasmas sádicos o
masoquistas (o de contenido semejante) durante la
autosatisfacción, el joven debe ir inmediatamente
a un centro de consulta sexual o confiarse a uno
de sus camaradas de más edad, si él mismo no llega
a centrarse en el contenido de las relaciones sexua­
les normales. HLa relación sexual no inhibida
y satisfactoria es el mejor remedio para estas
perturbaciones que se originan en la sexualidad) Esto
supone siempre abandonar el ocultamiento en el
grupo o la organización. Cada muchacho y mucha­
cha debe tener la firme convicción de que puede
hablar tranquilamente de sus dificultades sexuales
con sus camaradas de grupo.
Muchos jóvenes temen, al masturbarse, que pue­
dan perjudicar a su sistema genital o convertirse en
impotentes sexuales. Podemos decir hoy con toda
seguridad que, si la masturbación se realiza sin
perturbaciones y procura plena satisfacción y calma,
no hay por qué temer ni en el presente ni para el
futuro. La duración de este estado en que la mas­
turbación produce la satisfacción es muy variable
según los jóvenes. Para unos, la masturbación es
perturbada desde el comienzo porque se comienza
la actividad sexual, en general, con sentimientos de
culpa y de miedo como resultado de la educación
sexual recibida. Este es hoy el caso de la mayor
parte de los jóvenes. Otros jóvenes pueden continuar
practicando la masturbación durante algunos años
sin daño antes de que aquélla cese de procurar la
placidez sexual completa. En fin, en otros jóvenes
se instala un estado de insatisfacción, que se pro­
duce muy pronto, antes y después de la masturba­
ción; entonces, desde el estricto punto de vista mé­
dico, no podemos decir otra cosa que lo siguiente:

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42 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

tan pronto como la masturbación no cumpla su fun­


ción de satisfacer sexualmente, tan pronto como la
masturbación comience a asociarse al disgusto, a
sentimientos de culpabilidad, el joven no debe du­
dar en practicar las relaciones sexuales. Pero este
punto de vista puramente médico (como lo saben
perfectamente los jóvenes por experiencia personal)
es muy poco realizable para la mayor parte de ellos.
Por lo que se plantea nuevamente el obstáculo que
nuestro orden social pone a las relaciones sexuales.
Un adolescente que se complace hasta los diecisiete
o dieciocho años masturbándose no presenta proble­
ma alguno. Pero cuando el muchacho o la mucha­
cha, precoces corporalmente y maduros psíquica­
mente, no soportan ya la masturbación y no pueden
dominar la pulsión intensa hacia las relaciones se­
xuales entonces sí nos enfrentamos con un difícil
problema, no solamente en cada caso particular, sino
en la masa de la juventud.
Es absurdo fijar un límite de edad para determi­
nar la inmadurez o la madurez y decir aproximada­
mente lo siguiente: “Hasta tus dieciséis años no
tienes derecho a tener relaciones sexuales; cumplida
esta edad, sí lo tienes”. Los jóvenes sienten muy in­
tensamente las desventajas de la masturbación en
relación con el acto sexual. No solamente el des­
agrado y el disgusto son mucho mayores, sino que
aumentan los peligros ligados a la masturbación no
satisfactoria, de los que queremos señalar algunos:
si el joven no logra dar el paso hacia las relaciones
sexuales y hacia una vida sexual madura, si el ca­
mino le es bloqueado por delante, puede fácilmente
regresar, es decir, retornar a los fantasmas infan­
tiles y a las desviaciones en relación con el objetivo
natural ahora accesible. Veremos reforzarse en es­
tos jóvenes diferentes tendencias: la normal incli­
nación hacia el mismo sexo se refuerza; en efecto, la
proliferación de la masturbación recíproca homo­

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 43

sexual en grupos de jóvenes está determinada esen­


cialmente por el obstáculo social a las relaciones
sexuales y por la separación de los sexos. Con fre­
cuencia se manifiesta entonces por primera vez una
inclinación lúbrica hacia el voyeurismo (contem­
plar los cuerpos desnudos) o hacia el exhibicionismo
(presentación de los propios órganos sexuales), o la
práctica sexual con niños. Las tendencias sádicas
(pegar, azotar) y masoquistas (ser golpeado, azo­
tado), que normalmente son rechazadas y debilita­
das por la actividad sexual, alcanzan entonces su
mayor intensidad, consecutiva a la insatisfacción,
como consecuencia del bloqueo de la energía sexual.
No tenemos ningún interés en provocar el miedo;
solamente afirmamos que se pueden causar tales
perturbaciones al impedir el inicio de la vida sexual
normal del adolescente cuando éste siente la acu­
ciante necesidad. No podemos desmentir las reali­
dades y debemos luchar, precisamente, por todos los
medios contra el orden sexual de una sociedad bur­
guesa que provoca estas perturbaciones entre la
juventud. Debemos intentar persuadir con todas
nuestras fuerzas a la masa de los jóvenes de que
sus conflictos masturbatorios, sus sentimientos de
culpabilidad, sus desasosiegos, sus desviaciones
sexuales no les son imputables ni son hereditarias,
sino que esencialmente son consecuencias del orden
sexual burgués capitalista, que comprime el desarro­
llo natural, normal de la sexualidad en un marco
en que es imposible que se puedan integrar todos
los jóvenes. La masturbación al llegar la pubertad
presenta, además, desde un punto de vista de pura
higiene sexual, toda una serie de desventajas en
relación con el acto sexual. Repliega al joven sobre
sí mismo en su vida sexual, le facilita la obtención
de la satisfacción y con ello debilita su impulso a
buscar un compañero y a desarrollar cuerpo y espí­

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44 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

ritu en esta búsqueda; y es causa del aislamiento de


una masa enorme de adolescentes, muchachos y mu­
chachas. La masturbación se prolonga hoy en la ma­
yor parte de los jóvenes más allá del periodo en que
ésta es inofensiva a causa de los obstáculos sociales
a las relaciones sexuales; los peligros del joven a
ser absorbido por la masturbación, por los delirios
sexuales, y de ser desviado de las cuestiones polí­
ticas importantes, están ligados a la misma mastur­
bación y aumentan con el tiempo, incluso aunque
éste no sea el caso al comenzar el adolescente a
masturbarse. Como la burguesía hace todo lo posi­
ble para separar los sexos y alejarlos, esto engendra
la masturbación homosexual entre los muchachos
y las muchachas; produce exactamente lo que la
burguesía castiga severamente en los textos dedi­
cados a la homosexualidad. Debemos poner en guar­
dia contra los peligros de una masturbación dema­
siado prolongada, sin el paso consecutivo a las
relaciones sexuales. Muchos adolescentes cansados
de masturbarse no pueden tener relaciones sexuales
por razones internas o externas (inhibición sexual,
temor, prevención, falta de dinero, miseria material
excesiva). Pero si rechazan la solución de la activi­
dad homosexual, a los dieciséis, diecisiete o diecio­
cho años, precisamente en el momento del desplie­
gue de su sexualidad, también se ven obligados a
reprimir y rechazar a ésta. Así preparan el terreno
a sus propias perturbaciones sexuales, perturbacio­
nes de la potencia sexual o del goce de las relaciones
sexuales, a la vez que favorecen con frecuencia el
desarrollo de perturbaciones psíquicas posteriores.
La masa de perturbaciones sexuales que encon­
tramos en los centros de consulta sexual (el 80 por
ciento de quienes vienen a consultarnos son per­
turbados sexuales) son debidas a trastornos de la
vida sexual infantil, a la represión de la actividad
sexual en el momento de la pubertad: periodos

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 45

más o menos prolongados de continencia, consecu­


tivos a periodos más o menos largos de masturbación
<>n la pubertad. En resumen: en la pubertad es
la mejor solución en las condiciones actuales de la
vida sexual de los adolescentes en el capitalismo.
Pero sólo por un tiempo; además, no es eficaz para
todos los jóvenes, pues muchos de ellos deben tener
relaciones sexuales muy pronto. La mayoría de los
adolescentes no quedan satisfechos con la solución
que les da la masturbación; en efecto, hasta tal
punto han sufrido la represión sexual a que han
estado sujetos durante su infancia, que se han con­
vertido en incapaces de masturbarse sin sentimien­
tos de culpabilidad. En consecuencia, la masturba­
ción no es, como muchos creen, la solución del
problema de la sexualidad en los adolescentes.

III. El a cto sex u a l

Antes de abordar las dificultades de los jóvenes


en sus relaciones sexuales, dificultades que les crea
la sociedad capitalista, el sistema de la economía
privada y el orden sexual burgués, debemos conocer
en primer lugar el desarrollo de la satisfacción
sexual en el acto sexual practicado en condiciones
naturales, tal como se encuentran los jóvenes que
viven un comunismo matriarcal primitivo y, entre
nosotros, algunos jóvenes que gozan de buena salud.
El acto sexual para el cual es capaz el adolescente
al llegar a su madurez sexual y al cual se siente
normalmente impulsado, si no ha rechazado la ex­
citación sexual y las representaciones sexuales, co­
mienza con la erección del miembro en los jóvenes y
la excitación de los órganos sexuales en las jóvenes.
Como ya se ha dicho, esta preparación consiste para
los dos compañeros en una intensa irrigación san­
guínea de los órganos sexuales. Intentemos repre­
sentar por una curva (figura 1) las fases del acto

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46 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

sexual en el hombre de buena salud. La tensión


corporal y psíquica se sitúa en un cierto grado. Antes
del comienzo del acto sexual, esta tensión aumenta
bajo el efecto de las caricias, de los besos, de los
abrazos, de los contactos de la cara y de la piel y de
otros actos para los cuales no existen reglas morales.
Si se comienza el acto sexual sin juego amoroso
previo, la excitación sexual disponible sólo se des­
carga parcialmente y la pareja queda insatisfecha.
La joven lo siente más. Por esto, un acto sexual
precipitado, realizado sin desnudarse los compañe­
ros y de cualquier modo, produce la mayor de las
veces un estado posterior de agobio o de disgusto.
Durante el juego amoroso, los abrazos de la pareja,
las caricias delicadas de los pezones y de los lóbulos
de las orejas, de los labios menores y del clítoris
aumentan singularmente la excitación de la mujer
y permiten obtener la satisfacción completa; éstas
son cosas que las personas sanas saben por sí mis­
mas. Muchas mujeres no se treven a acariciar el
pene, lo que perjudica en muchas parejas la alianza
sexual. No es necesario describir aquí todas las va­
riedades del juego amoroso. Quien se libera de las
inhibiciones sexuales encuentra por sí mismo lo que
quiere su compañero. No se puede aprender en los
libros el saber hacer sexual. Basta con saber que
ninguna práctica sexual es inmoral, si no perjudica
al compañero, si procura un placer mayor.
1

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 47

Fig. 1. Curva de excitación en el acto sexual


normal en el hombre y en la mujer.

A = línea de la no exci­ III = aumento súbito de


tación. la excitación.
V = placer inicial — jue­ A = comienzo del acmé.
go amoroso. IV = orgasmo.
J = comienzo de la re­ V = caída de la excita­
lación sexual. ción, relajamiento.
I = fase de la excitación E = reflujo de la exci­
totalmente contro­ tación hasta el re­
lable. lajamiento comple­
11 = aumento y paso al to.
incremento involun­
tario de la excita­
ción.

El acto sexual propiamente dicho comienza con


la lenta introducción del miembro en la vagina. En
la primera fase (I), ambos compañeros pueden do­
minar su excitación, aumentar o inhibir la volun­
tad.
La vagina se humedece y la introducción y los
movimientos del órgano masculino no son doloro-
r;os, sino muy agradables. Cuanto más suave y lento
es el movimiento, mayor es el placer que prepara la
<ompleta satisfacción. En la posición sexual corrien­
te, la mujer se encuentra —en nuestros medios cul­
turales— acostada sobre su espalda, las piernas am­
pliamente separadas, y el hombre, apoyando la
m a y o r parte de su peso sobre las rodillas y los
ro d o s, de cara sobre ella. En muchos pueblos natu-
i ales, el acto sexual se realiza en cuclillas. Es ab­
surdo indignarse moralmente cuando se adopta otra
p o sició n , cuando, por ejemplo, la mujer “cabalga”
s o b r e el hombre, o bien cuando el acto sexual se
i eali/.a por detrás o de lado. El problema de la po­
sición debe ser de libre elección y en la medida

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48 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

en que la forma no lastime a ninguno y siempre que


ambos compañeros estén de acuerdo y sientan sa­
tisfacción. Los movimientos de las caderas deben
ser coordinados, con lo que la tensión general del
cuerpo se transfiere progresivamente a las partes
sexuales, hasta que se alcanza una intensidad que
no puede ser dominada (II y III). La pareja siente,
si están sanos, que la excitación los sumerge, que
no quieren ni pueden dominarla. El acmé, o placer
terminal, se anuncia en el hombre por la sensación
de la “venida espermática” y en la mujer por el
violento deseo de absorber completamente el órga­
no masculino. En la gráfica, allí donde la curva
sube (III) para volverse en ángulo agudo (IV y V)
y bajar progresivamente (E) representa el orgas­
mo. Este consiste, en consecuencia, en una brusca
subida de la excitación hasta llegar a una ligera
pérdida de la conciencia que se transforma en sa­
tisfacción y sosiego. Es comprensible que toda inte­
rrupción o impedimento, precisamente en esta últi­
ma fase del acto sexual, no puede sino producir
consecuencias nefastas para el estado general de la
pareja; cuando, por ejemplo, el acto sexual se inte­
rrumpe para fines anticonceptivos por la retirada
del pene, o cuando los compañeros distraen su aten­
ción para no ser sorprendidos, etcétera.
Después de la satisfacción (que es más completa
cuando los dos compañeros alcanzan al mismo tiem­
po, o casi al mismo tiempo, el orgasmo), los parti­
cipantes se siénten distendidos, fatigados, pero no
agotados; surge un profundo sentimiento de ternura
hacia el compañero y se cae, cuando las condiciones
lo permiten, en un sueño tranquilo y profundo. Al
despertar, se siente una renovación de las energías,
alegres y aptos para el trabajo, y se refuerza la
conciencia de sí mismo. La satisfacción del deseo
sexual es, en efecto, una condición necesaria para
no sentir obsesiones y para poder consagrarse al

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iKNSION SEXU AL Y SATISFACCION 49

Inibajo. El acto sexual que proporciona la satisfac­


ción tiene igualmente importancia para todo el
cuerpo, pues la intensa irrigación sanguínea de todos
los tejidos favorece la renovación de éstos. Así se
explica la fisonomía fresca y vigorosa de los hom­
ines sexualmente satisfechos y el semblante fre­
cuentemente pálido y lechoso de los que viven de
una manera continente, víctimas de las influencias
clericales y burguesas sobre la vida sexual.
El proceso natural del acto sexual, del cual hemos
hablado anteriormente, parece extraño a muchos.
Kn efecto, muchos sienten que las cosas no ocurren
tan bien para ellos. Pues bien, tendremos que decir
igualmente a este respecto por qué en nuestra época
las cosas no discurren sencillamente para éstos, por
qué les parecen extrañas y por qué se presentan
en la realidad bajo otros aspectos. El desarrollo no
perturbado del acto sexual, tal como lo hemos des­
crito anteriormente, no es un producto de la imagi­
nación; es una rara excepción en los jóvenes de
nuestros medios, pero es la regla general en los
jóvenes de la sociedad comunista primitiva.

IV. L as PERTURBACIONES EN LAS RELACIONES SEXUALES

Los problemas que los jóvenes plantean general­


mente por escrito en las reuniones de los grupos
después de las exposiciones sobre la sexualidad, nos
muestran que ellos se interesan ante todo por las
perturbaciones de las funciones sexuales, y es justo
que se interesen por ellas: en efecto, muchos jóve­
nes sufren trastornos sexuales, pero es necesario
que sepan de forma muy clara que se trata de
una cuestión de educación; en último análisis, de una
cuestión que concierne a nuestro orden social. Mu­
chos de estos trastornos, que por su duración han
quebrantado ya la vida de numerosos jóvenes o los
han convertido en incapaces para el trabajo, pueden
La lucha.— i
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50 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

ser curados fácilmente cuando aparecen si se conoce


exactamente su naturaleza; pero pueden transfor­
marse en perturbaciones permanentes si se ignoran
sus verdaderas condiciones. Por esta razón debemos
tratarlos, por lo menos bajo sus aspectos generales,
incluso aunque no dispongamos de mucho espacio.
Uno de los problemas que con más frecuencia
plantean los jóvenes se refiere a las posibilidades
de luchar contra la frigidez de la joven y la eyacu-
lación precoz del muchacho. Para responder, debe­
mos establecer previamente cuáles son los tras­
tornos y cómo se producen (figura 2).

Fig. 2

U
V

Fig. 2. Curva de la eyaculación precoz. *

Línea de puntos = exci- J = i n t r o d u c c i ó n del


tación normal. miembro; la eyacu­
U = placer inicial. lación se produce
V = sobreexcitación (ge­ inmediatamente des­
neralmente, debido pués; la excitación
a la ansiedad antes no puede aumentar;
del acto sexual). no existe satisfac­
ción.
u = malestar consecuti­
vo.

Tanto en el joven como en la muchacha existen


tres clases de trastornos importantes. En el joven

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IM IMUN S E X U A L Y SATISFACCION 51

I I,» erección defectuosa o incompleta,


<l<-nominada impotencia

lisia reposa, con excepción de los casos en que


•iritii condicionada físicamente, en un miedo incons-
rii'til.e a la relación sexual, o sobre el temor a los
HiCanos sexuales femeninos. Este temor y este mie­
do .•;<» exteriorizan la mayor parte de las veces como
un sentimiento de inferioridad. Con frecuencia la
li|<*ología de la continencia reposa en los trastornos
■ la potencia. Se cree rechazar las relaciones sexua-
l<■; por razones morales; en realidad, es únicamente
l>in* miedo a la relación sexual. Haciendo conscientes
las representaciones de miedo inconscientes que ori­
ginan la impotencia, ésta se puede curar. Con fre­
monda se trata solamente de un temor general al
otro sexo, condicionado por una educación que in­
hibe el desarrollo de la excitación sexual por repre­
sentaciones de miedo. La impotencia consiste enton­
ces en que el muchacho cree afrontar una tarea muy
difícil si quiere unirse sexualmente a una mucha­
cha. Su miedo aumenta constantemente: no se puede
ser excitado sexualmente cuando se tiene miedo. El
muchacho intenta corrientemente demostrarse a sí
mismo y a la muchacha que no es impotente: inten­
ta el acto sexual inclusive, lo que con toda seguridad
fracasa en tales condiciones. A las muchachas, por
su parte, les gusta burlarse del muchacho, lo que no
hace sino aumentar su temor y su sentimiento de
impotencia. Y si el muchacho se deja dominar por
este sentimiento, poco a poco se trastorna realmente.
Nacientes inhibiciones se producen muy frecuente­
mente incluso en los jóvenes de buena salud; se
curan fácilmente si se logra no hacer lo que no hay
que hacer, a saber: querer unirse sexualmente a pe­
sar de todo, en el momento en que no se tienen
ganas y se experimenta un sentimiento de temor.
Jamás la erección puede ser forzada por la volun-

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52 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

tad, pues se trata de un proceso afectivo incons­


ciente, y toda intención consciente o toda violencia
provocan lo contrario. Cuando en estos estados de
gran ansiedad no se desespera, sino que se perma­
nece tranquilo todo el tiempo necesario, y la mu­
chacha no comete la torpeza de burlarse del mu­
chacho (de lo que es únicamente responsable la
educación sexual, que con frecuencia hace de la se­
xualidad un problema de orgullo), la erección se
produce pronto o tarde, si, por otra parte, el mucha­
cho está sano.
Debido a la actitud social, médica y clerical hacia
el onanismo, la mayor parte de los jóvenes creen
que se han convertido en impotentes a causa de la
masturbación. Esto es falso. El onanismo no pertur­
bado y satisfactorio no ha producido jamás la im­
potencia. Unicamente los sentimientos de miedo y
culpabilidad ligados al onanismo por nuestra moral
y nuestra educación refuerzan el temor sexual y
preparan el terreno para los trastornos de la impo­
tencia. El mejor modo de luchar contra tales difi­
cultades al comienzo de la relación sexual es espe­
rar que la erección se produzca en su momento, sin
urgencias ni presiones, y que disminuya la ansiedad.
Si el muchacho ha gustado una vez del placer sexual,
su potencia se afirma progresivamente a medida
que las relaciones sexuales se hacen habituaos. In­
sistimos: nada es más grave en caso de inhibición
que desesperarse y autopresionarse. Si hubiesen su­
ficientes centros de consulta para los jóvenes, si la
sociedad se preocupara de estos problemas, no se
producirían suicidios debidos a cuestiones de este
orden; no se produciría una extensión y una agra­
vación de las inhibiciones nacientes que se convier­
ten en verdaderas impotencias.
Con frecuencia se trata de trastornos de natura­
leza psíquica, situados muy profundamente, que
pueden ser curados mediante un tratamiento psi-

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I KNSION SEXUAL Y SATISFACCION 53

coanalítico, pues éste libera el miedo inconsciente.


Más aquí se presenta una nueva dificultad: no existe
aún ningún centro para estos tratamientos que pu­
dieran ser útiles para atender la masa de trastornos
sexuales; del mismo modo, los médicos dudan de
estos tratamientos debido a que la formación que
reciben en la Universidad y su educación no los
preparan para comprender tales problemas ni para
resolverlos correctamente.
La educación sexual represiva también es respon­
sable de estos trastornos de la potencia sexual. Esta
educación comienza cuando los padres (que no sa­
ben nada de estas cosas) amenazan a sus hijos pe­
queños cuando éstos se masturban (masturbación
que practican de una forma completamente natural)
con todos los castigos posibles (cortarles el pene,
atarles las manos, invocar al Diablo y al buen Dios,
que lo saben todo). De este modo, los padres aten-
tan gravemente a la potencia futura y a la salud
sexual del niño. Más adelante veremos que el com­
portamiento de los padres está indirectamente ba­
sado en los intereses de la burguesía. Todo lo dicho
hasta ahora tiene aplicación a los trastornos de los
que vamos a hablar seguidamente.

2. Eyaculación precoz

Este trastorno consiste en que la eyaculación no


se produce en el muchacho al cabo de un cierto
tiempo de comenzada la relación sexual (entre cinco
y quince minutos), sino antes de la penetración del
miembro en la vagina o exactamente al comenzar
la penetración. La eyaculación precoz impide el clí­
max y el relajamiento completo. No hay suficiente
tiempo para la concentración de la excitación en el
órgano sexual; toda la excitación sexual presente no
puede ser descargada. Para la joven, la eyaculación
precoz le impide ser completamente satisfecha. Este

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54 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

trastorno es también resultado de la represión


sexual infantil y de la formación de la ansiedad se­
xual. Puede ser curado o fácilmente atenuado me­
diante una adaptación del comportamiento. Esta
eyaculación precoz reposa en una precipitación an­
siosa ante el acto sexual o en una sobreexcitación
anterior al acto; en los jóvenes proletarios se pre­
senta en particular a causa de que practican fre­
cuentemente el acto sexual sin desnudarse o con el
miedo constante de ser sorprendidos. Con frecuencia
también, la eyaculación precoz es simple expresión
de la excepcionalidad con que se practica el acto
sexual.
Según la causa, se puede suprimir este trastorno
evitando la precipitación en la práctica del acto
sexual y comenzándolo lentamente y con precau­
ción; rehuyendo tener relaciones sexuales sin des­
nudarse; no excitándose demasiado tiempo antes del
acto, y teniendo todas las relaciones sexuales que
sean necesarias. Los adolescentes nos dirán aquí, y
justamente, que es fácil dar estos consejos, pero
¿qué hay que hacer cuando no se tiene precisa­
mente ninguna ocasión de hacer el amor desnudos
y tranquilamente, cuando, en las condiciones actua­
les no se puede tener la dicha de poder satisfacer ’ as
necesidades sexuales, por lo menos de vez en
cuando?
Los jóvenes expresan con esta respuesta lo que
repetimos sin cesar, a saber: que no se puede llevar
victoriosamente la lucha por una vida sexual satis­
factoria sino luchando contra el capitalismo y con­
tra la reacción sexual. ^Debemos, pues, ayudarnos
nosotros mismos y fundar, para las organizaciones
revolucionarias, centros de consulta sexual de los
jóvenes, donde éstos recibirán no solamente medios
anticonceptivos, sino también información política
y sexual correcta. fV a en ello también la capacidad
de lucha y el vigor intelectual de los jóvenes, que

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Ti.NSlON SEXUAL Y SATISFACCION 55

nada mina tanto, excepto la miseria material, como


la:; dificultades de la vida sexual.

:i E l trastorno de la capacidad de goce

Cuando un joven sufre de un trastorno de la


erección o de eyaculación precoz, se trastorna tam­
bién la capacidad de gozar. Pero ocurre con mucha
frecuencia que jóvenes bien dotados no experimen­
tan el clímax y el relajamiento completo correspon­
dientes al placer final. Esto es debido, ante todo, a
las inhibiciones engendradas por la actual educa­
ción, que impiden entregarse plenamente al acto, y
a las condiciones en que los jóvenes de las capas
proletarias practican el acto sexual. El clímax y el
relajamiento completo quedan totalmente excluidos
cuando el acto sexual se practica en presencia de un
tercero, vestidos o con el miedo de ser sorprendidos.
A esto se añade que no todos los jóvenes son capa­
ces de trabar relaciones en las que se pueda esta­
blecer la armonía sexual recíproca, en parte a causa
de dificultades psíquicas internas, en parte debido
a la miserable situación social. Los jóvenes cam­
bian con mucha frecuencia de compañero después
de haber establecido la relación sexual. No se tra­
ta de juzgar este hecho moralmente, sino médica
y políticamente desde el punto de vista de la clase
oprimida. Un cambio muy frecuente de compañero
excluye precisamente la armonía sexual y, en con­
secuencia, la satisfacción completa de necesidades
de sexualidad y de ternura en el acto sexual. No
queremos tomar partido (según un ejemplo muy
conocido) por la fidelidad eterna y contra los cam­
bios de compañero en general. Tal punto de vista
sería absolutamente injustificado. Pero es necesario
distinguir de forma muy clara entre cambio de com­
pañero y cambio de compañero; en efecto, existen
diferentes razones para juzgar sobre este hecho.

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56 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

Ocurre con frecuencia que un muchacho o una


muchacha, antes de encontrar al compañero ade­
cuando, buscan durante un tiempo entre los que co­
nocen, se acuestan con uno u otro, y continúan bus­
cando. No existe en absoluto ninguna razón para
criticar esta realidad, pues el criterio según el cual
se identifica a primera vista al compañero deseado
no está muy lejano del criterio clerical y burgués
de que la unión debe ser eterna ante Dios, antes de
tener el derecho de conocerse físicamente, incluso
cuando en el 99 por ciento de los casos ¡se compra
con los ojos cerrados un gato dentro de un costal!
Es necesario cambiar de compañero cuando la
pareja no se entiende, o cuando se establece sexual-
mente otra relación más seria. Un cambio así es
siempre un proceso más o menos doloroso para el
compañero. Cuando el antiguo compañero es sano,
supera fácilmente la separación; cuando, por el con­
trario, éste está bajo la dependencia del compañero
como resultado de la educación y las circunstancias,
lo que es cierto hoy particularmente en el caso de
las muchachas, el compañero excluido sufre mucho.
Por ello es preferible no establecer relación sexual
cuando se piensa que una ruptura próxima puede
transformarse en una catástrofe para el otro.
En el momento de la adolescencia, el ritmo y la
forma del desarrollo psíquico son tan variados que
surgen fácilmente dificultades en la relación que in­
ducen a la separación.
Pero existe también un cambio de compañero
debido a razones patológicas: incapacidad para per­
severar en una relación, incapacidad de satisfacción
sexual en general, homosexualidad reprimida y re­
chazada que perturba la relación heterosexual o no
permite profundizar en ella. Existe igualmente un
cambio acelerado de compañero provocado por el
orgullo. ( “Y o debo cambiar de tanto en tanto de
muchacho o muchacha”.)

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 57

Este comportamiento no solamente es nocivo para


la persona en cuestión, sino para las otras. Dificulta
igualmente el trabajo en común del grupo. Cuando,
por ejemplo, un muchacho cambia de muchacha
cada dos por tres, las muchachas sufren profunda­
mente. La experiencia demuestra que un joven así
no es normal sexualmente. Es también signo de que
las relaciones sexuales son malsanas, cuando una
muchacha enamora, por orgullo o necesidad de po­
tencia sexual, a muchos muchachos, juega con ellos
como un gato con los ratones, no toma a ninguno
en serio, goza con excitar a los muchachos pero no
se hace la amiga sexual de ninguno de ellos. Esto se
basa siempre en un trastorno de la muchacha; en
lugar del amor, ha surgido el espíritu de dominio.
Cuando decimos que frecuentemente se teme
acostarse con éste o aquél antes de encontrar el
compañero adecuado, ello no quiere decir que de­
bamos erigir en teoría esta práctica. Un muchacho
o una muchacha de buena salud y desarrollado
sexualmente, siente, en general, si una muchacha
0 un muchacho es el deseado y le conviene. Puede
equivocarse, naturalmente. La armonía sexual y la
satisfacción sexual dependen, en efecto, de tantas
condiciones, que jamás se le puede determinar con
exactitud (aptitud para el entendimiento recíproco,
para la camaradería; temperamento, comunidad de
intereses, conformación de los órganos sexuales, rit­
mo de las necesidades sexuales, etc.). Y la educación
sexual burguesa ha complicado de tal modo las cosas
al atrofiar desde la infancia la sexualidad, que las
dificultades han llegado a ser la regla, y la vida
sexual apacible, ordenada y satisfactoria, la ex­
cepción.
A este respecto, no existe remedio para las masas
en el capitalismo. Pero no cabe duda que la con­
ciencia de clase y un trabajo político importante y
1i sponsable modifican también la actitud ante la

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58 la luch a sexual de l o s j o v e n e s

sexualidad; aquéllos permiten con frecuencia supe­


rar tales dificultades liberando de una supertensión
de energía sexual imposible de lograr de otro modo
y permitiendo también alcanzar una vida sexual
satisfactoria.
Si queremos que concuerden los intereses sexuales
de los jóvenes con sus tareas políticas, que situamos
en primer plano, deberemos decidirnos porcuna vida
sexual ordenada y satisfactoria. Pero no es la fide­
lidad eterna ni la vida sexual según la “ teoría del
vaso de agua” las que pueden lograrlo corriente­
mente. No queremos alegar principios morales, sólo
reconocemos un principio moral, que se puede enun­
ciar así: tenemos necesidad de tus fuerzas para la
gran tarea (que todos debemos cumplir) de la eman­
cipación de los hombres de toda servidumbre; libé­
rate cuanto te sea posible de la moral burguesa y
regula, también cuanto te sea posible, tu sexualidad.
Sostenemos también (contra la opinión de muchos
camaradas que no tienen ideas muy claras sobre
estas cosas) el criterio de que no hay que palidecer
o enrojecer o condenar a los jóvenes, cuando algu­
nas veces ponen en práctica la teoría del vaso de
agua. No condenamos ni menospreciamos jamás a
nadie que logre vivir según el principio de la fide­
lidad eterna. Todavía una vez más: nuestro único
objetivo es ganar a los jóvenes para la lucha de
clases, hacerlos cuanto sea posible vigorosos y .r e ­
sueltos, y llevar también a fondo esta lucha hasta
la victoria completa del socialismo. En la cuestión
de la vida sexual de los jóvenes, no tenemos otra
cosa que hacer que informarlos completamente y
acudir en su ayuda para terminar con sus dificul­
tades.
Existe en las muchachas, por las mismas razones
que en los jóvenes, aunque más pronunciadamente,
trastornos que presentamos gráficamente en la fi­
gura 3.

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TENSION SEXUAL Y SATISFACCION 59

La línea puntuada representa el desarrollo nor­


mal, plenamente satisfactorio, de la excitación
sexual de la muchacha, y las otras cuatro líneas
representan cuatro diferentes trastornos.

1. L a insensibilidad total, llamada


“frigidez sexual”

Esta va paralela, corrientemente, con dolores, o


con un gran hastío de la muchacha durante el acto
sexual. Es la línea A. Tales muchachas no sienten
satisfacción durante la relación, sino más bien ho­
rror por ésta y disgusto. Su sexualidad genital está
totalmente reprimida por el miedo inconsciente o el
rechazo del hombre, y frecuentemente recubierta
por tendencias homosexuales y viriles. Sin embargo,
con frecuencia no se trata de una perturbación su­
perficial que desaparece con el tiempo, cuando el
muchacho es potente y sabe despertar la sexualidad
de la muchacha. Existen jóvenes que son hipersen-
sibles en el clítoris y totalmente insensibles en la
vagina; presentan un comportamiento exterior con
frecuencia muy sexual, pero temen en realidad el
acto sexual y lo rechazan.

Fig. 3. Curva de los trastornos de la


sensibilidad en la mujer.

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60 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

Línea de puntos = sensi­ se produce (H ) so­


bilidad normal. lamente antes del
A = insensibilidad total acmé; no existe sa­
de la vagina y des- tisfacción final o es
agrado (dolor y has- insuficiente.
tío en el acto sexual: D = trastorno de la se-
en vez de producir xualidad debido a la
placer, el acto sexual forma erótica; la ex­
es fuente de hastío). citación es desde el
B = sensibilidad dismi­ comienzo mucho más
nuida: la excitación elevada que normal­
no puede producirse mente, pero no pue­
debido a inhibicio­ de ni aumentar ni
nes ( H ) ; la satisfac­ disminuir; no existe
ción está totalmente satisfacción; la exci­
excluida. tación sexual es fre­
C = sensibilidad normal cu en tem en te más
al comienzo del acto fuerte que antes.
sexual; la inhibición

2. L a línea B representa la defectuosa


sensibilidad de la vagina

La muchacha siente un cierto placer durante la


relación, pero no puede obtener la plena satisfac­
ción sexual.

}3 . L a línea C muestra el caso particular de una


muchacha que siente un placer completamente nor­
mal durante el acto sexual, pero que lo rechaza
justamente antes del orgasmo. Esto se debe al miedo
a la excitación durante el orgasmo, que se eleva
bruscamente y turba la conciencia. Algunas jóvenes
sienten este miedo conscientemente y temen que les
ocurra algo terrible. Estas jóvenes gozan hasta un
cierto grado, pero no experimentan el clímax nor­
mal verdadero. Las dos clases de perturbaciones B
y C necesitan un tratamiento psíquico, o bien des­

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II M IIIN SEXUAL Y SATISFACCION 61

m|•i•i i'i'i'n con el tiempo, si el compañero procede


* un muficiente habilidad y cuidado respecto a la
itim lincha. Se debe alertar contra las prácticas con-
mImIi nU‘S en atender estos trastornos con los medios
iinmilüs de la medicina actual, que no sabe nada de
•mi i . cuestiones, por ejemplo, la extensión de la
V i i i í l n . i u otros procedimientos análogos. Esta pre­
vi mión es particularmente válida para el vaginismo,
•11 n- es el movimiento reflejo de defensa contra la
IH ilibración del miembro viril. Existen siempre in-
lt iisas representaciones de miedo ante la relación
«exual, y la extensión violenta de la vagina no so­
lamente carece de valor, sino que refuerza el temor
ni'Kual de la muchacha por estar ligada dicha ex­
tensión a dolores.

■I La línea D representa el trastorno siguiente:

La muchacha está sobrexcitada y parece sentir


un intenso goce. Pero en realidad la excitación tiene
una determinada intensidad y no puede elevarse
hasta el orgasmo ni disminuir por la satisfacción.
Estas jóvenes son siempre desgraciadas y sufren
mucho, pues se encuentran constantemente en un
estado de excitación sexual nunca satisfecho; están
siempre, como se dice divertidamente, “ locas de
amor” . Estas muchachas juegan en la vida sexual de
los jóvenes un importante papel perturbador, ya que
intentan enamorar a todo joven cuya apariencia es
intensamente sexual. No se debe ni menospreciarlas
ni condenarlas, pues la mayor parte de las veces
son víctimas de una educación muy complicada y
fecunda en conflictos, teniendo necesidad de un pro­
fundo tratamiento psíquico. Cuando estas jóvenes
se liberan de su trastorno sexual ya sea por un tra­
tamiento, ya por una experiencia sexual particular,
ya por dar a luz un hijo, su “ locura de amor” cesa
inmediatamente. Se comprende que jamás podrán

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62 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

ser mujeres casadas prudentes y burguesas. El que


condene a estas mujeres como “ no-proletarias” es,
él mismo, un moralista con prejuicios no-proletarios I
y burgueses. Cuando estas jóvenes perturben la or- I
ganización, se hace necesario hablarles como cama- I
radas y hacerlas asistir al centro de consulta para !
jóvenes.
Los trastornos de la sexualidad están, en general,
mucho más extendidos entre las jóvenes y las mu­
jeres que entre los muchachos y los hombres. Esto
es debido, evidentemente, a que las mujeres están
mucho más oprimidas sexualmente desde la infan­
cia, tanto en los medios burgueses como en los me­
dios obreros, y sufren una educación sexual mucho
más severa que los jóvenes, y esto igualmente en
las familias proletarias.
No existe opresión sexual y material de la mujer
en la sociedad matriarcal y comunista primitiva, y,
en consecuencia, trastornos sexuales. Del mismo
modo, las perturbaciones sexuales femeninas des­
aparecerán en la sociedad comunista y con ello las
especulaciones de la sexología burguesa sobre la
cuestión: “ Mujer, ¿cuál es tu naturaleza?” , pues
la revolución socialista libera a las mujeres no sola­
mente de la explotación material por parte de sus
patronos y de la esclavitud conyugal, sino también
de la represión de su vida sexual. Esto es precisa­
mente lo que hay que decir a todas las jóvenes que,
como sabemos, discuten mucho estas cosas, pero no
vienen a nuestra organización porque creen que
no necesitan conocimientos políticos y sexuales. De­
bemos atraer a estas muchachas que buscan la satis­
facción sexual en los dancings, que se agotan y se
pierden para la lucha por la emancipación de la
mujer; debemos ganarlas por todos los medios; con
nosotros pueden encontrar la única salida posible
a sus miserias. Pues de otro lado, en el campo de la
Iglesia, del bar y del “jazz” americano, no solamente

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veX U AL Y SATISFACCION 63

|«ttt «i|>rimidas materialmente, sino también explo-


IhiIm i ricxualmente en sus cuerpos. A llí perecen fí-
«li n y psíquicamente después de haber creído
ilm mili? un corto periodo, aturdidas por las franca-
t lu'l i l o s resplandores de las luces y el estilo de
vliln Imrgués, que encontraban el medio de su ex-
imnrilón. Estas muchachas deben estar en nuestras
hl'i i, donde encontrarán en lugar de un hundimien­
to i uiisecutivo a las enfermedades venéreas, a las
i'iifi imedades mentales o a un matrimonio burgués
deprimente, una vida de duro combate, es cierto,
peni también de satisfacciones intelectuales, de de­
p o r t e y, en condiciones favorables, una vida sexual
nnil.ifactoria, que buscan en vano. Estas jóvenes per-
h uceen al frente de las jóvenes y las mujeres que
luchan contra el envilecimiento y la explotación del
n e x o femenino y del conjunto del proletariado, y
i|iio llevarán la lucha de la clase oprimida contra
los explotadores y fundarán el socialismo. Nuestro
deber es convencerlas.

V. L a s e n f e r m e d a d e s v e n é r e a s y s u p r e v e n c ió n *

Las enfermedades venéreas forman parte de las


enfermedades infecciosas. No se distinguen de otras
enfermedades contagiosas sino en que son menos
fácilmente transmisibles. Mientras la gripe o la
tuberculosis, por ejemplo, pueden ser transmitidas
por una simple tos, para el contagio de las enfer­
medades venéreas es necesario un contacto muy
íntimo, tal como, por ejemplo, el de la relación
sexual. La enfermedad venérea más peligrosa, la
sífilis, también puede ser transmitida en un beso.

* T a l com o se ha hecho o b s e rv a r en las notas ante­


riores respecto a p ro blem as semejantes, en éste tam bién
hay q u e tener en cuenta q u e el tra b a jo de Reich fu e es­
crito hace m ás d e cuarenta años, lo qe no le resta im ­
portancia desde el punto d e vista histórico, sexológico y
político. (N . del Ed.)

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64 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

Las enfermedades venéreas han disminuido en los


últimos años. Esto no se debe tanto a la adopción
de medidas preventivas cuanto al aumento de las
relaciones sexuales entre compañeros del mismo
medio social (los muchachos tienen, en consecuen­
cia, menos relaciones sexuales con prostitutas). Las
enfermedades venéreas son una consecuencia de la
moral burguesa de doble faz y de la institución del
matrimonio. Incluso los sexólogos burgueses tienen
que reconocer que las relaciones sexuales libres no
solamente no aumentan las enfermedades venéreas,
sino que las evitan, pues éstas eliminan la prosti­
tución.
La enfermedad venérea más frecuente es la go­
norrea o blenorragia. De tres a catorce días poste­
riores al contagio, el hombre siente comezón en la
uretra, quemazones al orinar y tiene emisiones o
flujos de pus. En la mujer se producen también
grandes flujos de pus por la vagina, a la vez que
siente fuertes dolores en la vejiga; sin embargo, los
síntomas pueden ser de intensidad insignificante o
no presentarse. La blenorragia es generalmente una
enfermedad anodina, que puede ser curada en tres
a seis semanas, si no es tratada tardíamente; no
obstante, es frecuente que se presenten complica­
ciones: enfermedades de la vejiga, de las glándulas
vecinas, del epidídimo o de las trompas. Entonces
se generan graves enfermedades de las articulacio­
nes que obligan a hospitalizar al enfermo y que
provocan incapacidad para el trabajo durante varios
meses. La inflamación del epidídimo y de las trom­
pas provoca la estirilidad cuando los dos compañeros
son afectados por la enfermedad (a veces, la enfer­
medad de uno solo). La inflamación blenorrágicn
de las trompas es la causa más frecuente de muchas
enfermedades femeninas. Una operación, que no
siempre está coronada por el éxito, es entonces in­
dispensable, precisamente en las mujeres proleta-

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M ir ION SEXUAL Y SATISFACCION 65

iln :, que no pueden seguir un tratamiento durante


un- es en un balneario.
I ,n segunda enfermedad, que se manifiesta corrien­
temente de forma bastante anodina, es el chancro
Mundo, que aparece ya al cabo de dos o tres días.
Niu malmente se producen varios abscesos supuran­
te» superficiales que se curan con un tratamiento
ni licuado durante algunos días. Se produce a veces,
lm|<> una forma desagradable, una inflamación do-
Imnsa de las glándulas inguinales, que puede supu-
tiii y que debe ser extirpada entonces quirúrgica-
IIH 'IltC .

Kl chancro blando solamente es peligroso si oculta


un i liancro duro. Corrientemente, éste no aparece
ni un ii I cabo de tres o cuatro semanas y significa el
|n liK'lpio de la sífilis. El chancro duro se presenta
lin|o la forma de una llaga purulenta que se hace
(mililesivamente dura y abultada. El agente de la
tmfri medad, la espiroqueta de la sífilis, puede ser
tdlmlnnda mediante una cura enérgica, si el trata­
miento se hace a tiempo, en las seis primeras sema-
Itnn Inmediatamente posteriores al contagio; en caso
i nntrnrlo, la enfermedad invade la sangre y el cuer-
tni entero, después de que las glándulas inguinales
m.' lutynn hinchado y endurecido, sin producir dolor
t omo en el chancro blando. En este estadio se pro-
ilin en con frecuencia erupciones de la piel. Todos
••niun síntomas pueden atenuarse o desaparecer (in-
i l i n i o si el tratamiento es insuficiente o defectuoso),
...... pueden entrañar al cabo de algunos años tu-
litnieri o enfermedades graves del sistema nervioso
t o m o la ataxia locomotriz o el reblandecimiento ce-
i el a ni Hasta ahora, éste era mortal, pero desde
l i n c e p o c o puede ser interrumpido en su evolución
•• In c lu so curado mediante vacunación. Para la pre-
..... . de las enfermedades venéreas es muy im­
p í o I m i t o evitar el ingerir bebidas alcohólicas, por
l o m e n o s durante los años de la pubertad, pues se

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66 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

establecen mucho más fácilmente relaciones sexua­


les con personas a las que no se conoce bien bajo la
influencia del alcohol. Es importante también, cuan­
do se cambia de compañero sexual, utilizar regu­
larmente los preservativos. No se debería tener
jamás relaciones sexuales sin preservativo con com­
pañeros que apenas se acaban de conocer. Si no
utiliza esta protección, es absolutamente necesario
proceder a una desinfección química en las dos ho­
ras posteriores al acto sexual. En las farmacias se
encuentran tubos de “Dublosan” , que preservan nor­
malmente de la sífilis y de la blenorragia; también
se puede acudir a un dispensario para hacerse una
desinfección. Si no se hace a tiempo ésta, conviene
ir al día siguiente al médico a fin de que ponga una
inyección preventiva. Pero particularmente es im­
portante acudir al médico cuando se nota una llaga
en las partes sexuales o una emisión de pus. Sólo un
especialista o un centro de consulta dirigido por
especialistas pueden juzgar si se trata de una irri­
tación inofensiva o del comienzo de una blenorra­
gia, de una afección benigna de la piel o de un
chancro. La blenorragia incipiente, así como el chan­
cro duro pueden ser destruidos en germen si se les
trata a tiempo, pero no se debe perder ni un solo
día, especialmente en el caso de la blenorragia.
El contagio de las enfermedades venéreas no se
produce casi nunca por maldad, sino únicamente
por negligencia o ignorancia. El compañero conta­
gioso generalmente no sabe que está enfermo en el
momento del acto sexual. Se puede ser ya conta­
gioso entre el momento del contagio y la aparición
de la enfermedad. Por eso no se deberían tener ja­
más relaciones sexuales con personas de las que no
se conozcan el nombre y la dirección.
Dar a los jóvenes la explicación de la naturaleza
y de la prevención de las enfermedades venéreas
es extremadamente importante, pero sólo una so-

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I ft N N ION SEXUAL Y SATISFACCION 67

♦IihIikI comunista puede hacerlo eficazmente. Los


filme*! de explicación burguesa son peligrosos por-
tjm> Inspiran un miedo terrible hacia la sexualidad
mi i;rneral, porque inducen a la abstinencia, engen-
tilnndo así una masa de estados hipocondríacos (sen-
(Hi ion de estar enfermo) y de ansiedad. Estos filmes
*m iMicuentran al servicio de la industria cinemato-
(iftílru, que obtiene, por un lado, grandes benefi-
i lim gracias a los temas sexuales y, por otra parte,
linlmye en la mente de los espectadores la moral
|t«n K«M*sa de la continencia.

VI A u t o r r e g u l a c i ó n d e l a v id a s e x u a l m e d i a n t e
i .a s a tis fa c c ió n s e x u a l

ICn nuestra época, todos los medios sociales se


|i" «untan cómo se podría evitar la objeción sexual,
»1 midrstar sexual, los crímenes y los suicidios, la
•HMimtlu y la miseria que surgen en masa de las
lllflt ultades sexuales; la burguesía, unánimemente,
i ll>o recetas morales siempre nuevas, predica
In m ri|xmaabilidad, condena, emprisiona en masa a
( i W o i h v i por crímenes sexuales, pero no ve la reali-

iU.I inA:; elemental: que los crímenes sexuales, que


Im ih'i e ildad y la miseria reinarán obligatoriamente
un I nul o se prolongue este régimen social que re-
|MInn' Im vida sexual. Aún discutiremos a fondo la
•mii mIIhu de la significación de la represión sexual,
i|hi< piovoea tantas miserias en la sociedad capita-
lliln, p o ro nosotros debemos ya darnos cuenta de
lili« i'vlili'iicia: lo mismo que el hambre hace capaz
ti linmbic de crímenes y de muertes, si éste no se
omrü* en la lucha de las masas oprimidas, que
hitimen conscientemente abatir al capitalismo, tam-
M¿n H deseo sexual transforma a los hombres
him i idn no zozobran en la soledad o en el suici-
tlln i'n l>< .;t¡as feroces. (Ejemplos de los Haarmann
v I<>fi Kiirtcn.) El que se sacia, no roba. En los

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68 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

pueblos naturales que viven en un comunismo pri­


mitivo, no existe palabra para calificar el robo,
simplemente porque el robo no existe. El robo y el
crimen crapuloso no aparecen en la historia de la
sociedad humana sino con la miseria y la opresión
material. Lo mismo ocurre con el crimen sexual. En
los pueblos naturales, que llevan una vida sexual
satisfactoria y no entorpecida, no existen el crimen
sexual, las aberraciones sexuales o las brutalidades
sexuales entre el hombre y la mujer. La violación
les es inconcebible, pues no les es necesaria. Su
actividad sexual tiene lugar de forma ordenada;
esta actividad llena de indignación y espanto a to­
dos los curas porque allí no se encuentran, como en
la sociedad burguesa, adolescentes pálidos y ascé­
ticos. Les gusta ir desnudos y su sexualidad les hace
sentirse felices; tienen una economía ordenada, aun­
que ésta sea de un nivel primitivo, y proceden a
una justa distribución de los productos del trabajo.
Tampoco comprenden por qué los muchachos y las
muchachas no habrían de gozar de su sexualidad.
Solamente con la invasión de los bandidos capitalis­
tas y de la Iglesia, que les llevan la “ cultura” , pero
también la explotación, el alcohol y la sífilis, co­
mienza en ellos la misma miseria que existe entre
nosotros.
Estos pueblos naturales comienzan a vivir “mo­
ralmente”, es decir, comienzan a reprimir su Vida
sexual y se hunden cada día más en la miseria
sexual, que es la consecuencia de la represión
sexual; al mismo tiempo, se hacen peligrosos: las
muertes conyugales, las enfermedadec y los críme­
nes sexuales comienzan a aparecer. En tanto que
antes no cometían crímenes, porque no había nece­
sidad de ellos, ahora los cometen, impulsados por el
espanto de la concupiscencia sexual.
Sólo un individuo obstaculizado en su vida sexual
y golpeado por las inhibiciones morales deviene

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I'KNMON SEXUAL Y SATISFACCION 69

k(Alimente peligroso. Un individuo sexualmente


huí ni y satisfecho, por el contrario, incluso si tiene
numerosas relaciones sexuales, no representa en sí
hullero para la vida comunitaria social (lo que no
luí\ que confundir con “inofensivo para el Estado
luí mués”). Esto lo podemos fácilmente comprobar
mil re nosotros. ¿Existen hombres sanos, en plena
muilurez sexual, adultos, satisfechos e instruidos, que
hiliim niños o los matan para violar sus cadáveres?
¿I'lx ilten hombres o jóvenes sanos que violan mu-
|i H . o que, fuera de periodos de frustración sexual
Inlrilíos, van con prostitutas? ¿Existen mujeres o
Jóvenes en plena sexualidad, que sabiendo lo que
n presenta para su salud y para su actividad la sa-
linflicción sexual se entregan al primero que se les
pu Minta? Nada de esto existe. La satisfacción
«t'Kiial, la descarga regular de las tensiones sexuales
ululan la vida sexual. ¿Pueden darse en el capi-
l m11uto las condiciones fundamentales de una au-
liu mgulación de la vida sexual? No, pues la educa-
rlmi sexual capitalista destruye sistemáticamente
Id i .iparidad de satisfacción sexual, y los procesos de
li iImjo capitalista, la explotación desenfrenada y
luí cadencias y ritmos infernales de este trabajo
ni!'il¡m las fuerzas corporales
l,.i educación moral hostil a la sexualidad se
nnmiza profundamente en la masa de los niños y
i h I u I i : centes hasta hacerlos incapaces de gozar de
mi sexualidad y no poder ya liberarse de sus tensio-
nnti Kntonces surge la histeria, la vida sexual se
mui vierte en algo sin valor alguno, comparable a la
•leleí ación, y aparecen la concupiscencia y la las-
clvl.i, los crímenes, las violaciones de niños. No es
mi le el lugar de demostrar estos hechos, lo haremos
•i fundo en otra parte presentando un expediente
ni 11 ..i l<>i io de este orden social podrido. Sus predí-
i mil ni:; y defensores, por altos que estén situados
•mi consideración y rango social, no nos podrán res­

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70 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

ponder como no sea acusándonos de “ bolchevismo


cultural” . Pero esta acusación sólo se puede hacer
con ayuda de la juventud revolucionaria. Nosotros
conocemos cientos de casos, la masa de los jóve­
nes conoce y vive millares de ellos. Si ordenamos
correctamente este dossier acusatorio y lo explota­
mos a fondo desde un punto de vista médico y po­
lítico, arrancaremos la careta a la Iglesia, a la Es­
cuela y a la Universidad reaccionarias; quitaremos
la careta a los hombres de ciencia reaccionarios y a
cuantos pronuncian discursos sobre la moral y su­
men a la juventud en la desgracia. Y quedaremos
convencidos (tal como en el ámbito de la explota­
ción económica) de que detrás de todo el ascetismo
y el moralismo se oculta una espantosa y grotesca
figura: la del capitalismo.

VII. C o n t in e n c ia y r e n d im ie n to eñ e l t r a b a j o

Uno de los argumentos más importantes que es­


grimen los sexólogos y los especialistas de la juven­
tud para oponerse a las relaciones sexuales entre
adolescentes, y que los lleva a exigir a éstos la
continencia, es que las relaciones sexuales entre
adolescentes serían perjudiciales para su rendimien­
to “ cultural” , tal como ellos dicen.
Aproximadamente se puede resumir de este modo
el punto de vista de los adversarios de las relaciones
sexuales entre adolescentes: “Tú dispones de una
cantidad de energía sexual; la energía sexual puede
ser transferida a fines no sexuales y utilizada en
éstos. Si tú transfieres el 10 por ciento de esta ener­
gía al trabajo, eres poco productivo; si transfieres
el 30 por ciento, eres algo más productivo; si trans­
fieres el 60 por ciento, ya está algo mejor; pero lo
óptimo es que transfieras la totalidad de tu energía
sexual al trabajo y la utilices completamente en él.
Entonces no solamente darás tu máximo rendimien-

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ii n .MON SEXUAL y SATISFACCION 71

lo, porque no «derrochas» nada, sino porque tam-


Iiic 11 te ahorras todas las dificultades que la vida
«oKual reserva a los jóvenes; te ahorras el «despil-
furro» de tus fuerzas” . El “punto de vista del cien
|u»r ciento”, que afirma la conveniencia de la deri­
vación total de las necesidades sexuales y su utili­
zación en otros fines es objetivamente falso y, en
iiegundo lugar, es un punto de vista de monje bur­
gués, incluso si socialistas o comunistas lo defien­
den, pues quienes lo defienden no hacen sino eludir
mía única respuesta objetivamente verdadera. La
verdad es que la prohibición dictada a las relaciones
sexuales por la educación y por el conjunto del
orden sexual capitalista crea precisamente en los
Jóvenes las mayores dificultades. Además, no se
resuelve nada preconizando formas de continencia
irrealizables. Pero no nos dejemos embaucar: este
punto de vista jamás ha sido comprobado, ni lo será
nunca. No existen otras justificaciones para este
punto de vista que justificaciones burguesas. Es
objetivamente falso, pues si incluso es cierto que las
necesidades sexuales pueden ser pasajeramente
derivadas (completamente en un lapso breve, sólo
parcialmente en periodos más largos), su derivación
total y prolongada es nociva. Si la derivación es
demasiado acentuada, los intereses no sexuales, po­
líticos y científicos de los jóvenes, así como su ca­
pacidad de trabajo que se quiere incrementar, se
cambian en sus contrarios: la pulsión sexual repri­
mida comienza a perturbar el trabajo. En consecuen­
cia, sostenemos en esto un punto de vista más justo:
la energía y la tensión sexuales pueden ser trans­
formadas hasta un cierto punto en interés por el
trabajo, la política y la ciencia; más allá de un de­
terminado grado, la inhibición de la satisfacción
sexual perturba el trabajo. Y ello por las siguientes
razones: después de un cierto tiempo de vida con­
tinente, durante el cual se ha conseguido que el

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72 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

individuo quede absorbido por un trabajo impor­


tante sofocando la pulsión sexual, el proceso de
rechazo comienza a debilitarse, y en la mayoría
de los jóvenes proliferan cada día más los fantas­
mas sexuales, sean o no conscientes de ello. La
experiencia demuestra que los trastornos en la capa­
cidad de trabajo se desarrollan tanto más cuanto
los fantasmas sexuales sean menos conscientes, pues
grandes cantidades de energía psíquica son gastadas
entonces para el rechazo. Los primeros síntomas de
la disminución de la capacidad de trabajo se pre­
sentan bajo la forma de perturbaciones de la aten­
ción ( “ dispersión del pensamiento” ), falta de con­
centración, “falta de memoria” — como dicen los
jóvenes—, mal humor, nerviosismo e inquietud. Las
necesidades sexuales no rechazables, que impulsan
a la satisfacción inmediata, perturban el trabajo.
Cuanto más intenta el adolescente centrarse en el
trabajo a fin de compensar sus dificultades, más le
dominan éstas, más se reprocha él mismo y menos
lo logra; sus delirios y sus fantasmas lo desesperan,
pero no puede dominarlos, y sólo lo logra por mo­
mentos a costa de grandes esfuerzos. La experiencia
práctica de los centros de consulta sexual demuestra
de una manera irrefutable que si un adolescente
renuncia a tiempo a la continencia, bien empezando
a masturbarse, bien teniendo relaciones sexuales, las
dificultades en el trabajo desaparecen inmediata­
mente. Más adelante veremos que esta última so­
lución es para la mayor parte de los jóvenes muy
difícil de adoptar, si no imposible dadas las condi­
ciones actuales bajo el capitalismo. Algunos jóvenes
logran a veces superar las dificultades de la vida
sexual durante años entregándose a un determinado
trabajo. Y los apóstoles de la continencia se refieren
incesantemente a estos escasos individuos. Pero en
interés de la salud de los jóvenes, debemos condenar
aquí tal punto de vista, pues nosotros debemos te­

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IKNS10N SEXUAL Y SATISFACCION 73

ner en cuenta no algunos casos aislados, sino la


masa de los jóvenes a quienes la continencia prolon­
gada no les conviene.
Muchos recomiendan el deporte como posibilidad
de derivación de las necesidades sexuales. Es cierto,
en efecto, que el deporte, hasta un determinado
grado y por un cierto tiempo, remedia las dificul­
tades, porque el aumento del trabajo muscular
absorbe energía sexual. Pero los que —como los con­
sejeros médicos de los centros de consulta sexual—
han visto el largo desfile de deportistas sanos llegar
a lamentarse a los veinticinco, veintiocho, treinta
años de sus trastornos sexuales o de otras clases
de enfermedades nerviosas, comprenden inmediata­
mente que todos los que soportan en su juventud la
continencia aparentemente sin dificultad, se exponen
ulteriormente a más graves peligros. Por eso, la
campaña de prédica a favor de la continencia debe
ser combatida severamente, aunque sólo fuera desde
el punto de vista médico. Los moralistas no ven más
que lo que les confirma sus teorías, pero no ven,
no quieren ver, que su sistema no puede ser apli­
cado a las masas, en particular a los jóvenes prole­
tarios, y rehuyen sus responsabilidades por el peli­
gro que acecha a los que siguen sus consejos. Se
produce en el aparato sexual lo mismo que le ocurre
a cada órgano al que se le impide su actividad
natural durante un largo periodo: se deteriora. In­
movilizad un brazo durante un mes, y veréis si
podéis moverlo al cabo de ese tiempo y cómo.
Parecerá a muchos que nosotros queremos abrir
puertas abiertas. Jóvenes proletarios que tienen con­
ciencia de clase nos dirán: “ ¿Por qué nos contáis
todo esto? Desde hace mucho tiempo ya lo sabemos
y, sin embargo, no seguimos los consejos de los
predicadores de moral. Lo que queremos saber es
cómo actuar ante el orden social capitalista si que­
remos organizar nuestra vida sexual. Existen cien­

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74 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

tos de otros problemas que nos acucian mucho más”.


Estos jóvenes tienen razón. Hace mucho tiempo que
deberíamos haber resuelto este problema. Sin em­
bargo, si hemos aceptado abordarlo, es porque apar­
te de esta juventud políticamente educada y sexual-
mente avanzada aún existe hoy una masa de jóvents
que han caído bajo la férula de padres moralmente
severos, de la Iglesia y de maestros reaccionarios
y que, por ello, no pueden resolver este problema.
Una parte de la juventud, la juventud nacionalso­
cialista, por ejemplo, ha inscrito en su bandera la
cuestión de la castidad sexual, incluso si ella no
está de acuerdo y se enfrenta a dificultades mayores
que las de la juventud revolucionaria. En el pro­
blema de la continencia sexual, vemos una clara
demarcación de clase. La juventud comunista y la
juventud deportiva rechazan la continencia y toman
partido por una vida sexual sana y satisfactoria. In­
cluso si de tanto en tanto reina la confusión y en
ocasiones se deslizan en nuestras filas predicadores
de moral, esto carece de importancia y es limitado.
Lo que importa ante todo es luchar por el derro­
camiento del capitalismo. La juventud socialdemó-
crata, en su gran mayoría, está tan confundida
sexual como políticamente y se halla aún bajo la
influencia de los jefes pequeño-burgueses, que son
aún más peligrosos, porque son, bajo apariencias
socialistas, enemigos de la revolución socialista. Para
desviar a la juventud socialista de la lucha de cla­
ses, utilizan esencialmente la represión autoritaria
de la vida sexual; sostienen el punto de vista pe-
queño-burgués de la familia y de la continencia
hasta que llegue la posibilidad del “ acoplamiento
y la procreación totalmente conscientes”. Esto es,
naturalmente, una ilusión, pues esta posibilidad no
existe en ningún caso en el capitalismo, y no exis­
tirá jamás bajo él. Pero por ello los jefes de grupo
entran con frecuencia en conflicto abierto con lo»

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I KNSION SEXUAL Y SATISFACCION 75

miembros más jóvenes, que no quieren plegarse a


i ita presión, lo que determina que los grupos se
disloquen y se formen clanes. Cuanto más penetra­
mos hacia la derecha en el campo de la reacción, más
ásperamente vemos defender la ideología de la cas­
tidad. La juventud cristiana, nacional-alemana, na­
cionalsocialista levanta esta cuestión al nivel del
combate de la “nación alemana” , en tanto que la
luventud “ democrática liberal” , que dispone con fre­
cuencia de los rmedios financieros necesarios para
hacer frente a su miseria sexual, respeta la moral
de palabra, pero también se siente confundida y no
propone mejor solución al problema que las otras
Juventudes. En consecuencia, vemos que el proble­
ma de la continencia de la juventud no es pura­
mente médico, sino que está estrechamente ligado
n la posición tomada en relación con el orden social
v a la lucha de clases revolucionaria.
Aquí hemos afirmado abiertamente, y como po­
tación de principio, que no existe solución a la mi­
nería sexual de los jóvenes sin el pleno y entero
i econocimiento de su vida sexual, sin relaciones
sexuales satisfactorias. Demostraremos en el penúl­
timo capítulo que el capitalismo no puede aportar
la solución en ningún caso. ¿Pero podemos hoy,
un las condiciones actuales del capitalismo, decir a
los jóvenes de una manera general: “ Podéis tener
tranquilamente relaciones sexuales” ? No, no pode­
mos decirlo, pues faltan todas las condiciones. Los
Jóvenes, comprendidos los proletarios, están la ma­
yor parte de ellos mal formados y son medrosos
debido a la educación recibida; son tímidos y están
mal informados; no existen alojamientos para las
i « laciones sexuales ni medios anticonceptivos para
los jóvenes. La familia amenaza severamente al ado­
lescente, si éste quiere preocuparse seriamente de
mi vida sexual; la escuela lo destruye socialmente
«I tiene relaciones sexuales; párrafos de la Ley cas­

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76 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

tigan la información a los jóvenes. No se trata so­


lamente de una presión exterior, puesto que las
estructuras de la sociedad burguesa están ancladas
ideológicamente en la vida psíquica de los jóvenes.
Una masa de jóvenes, particularmente de los medios
pequeño-burgueses y nacionalistas, reproducen ellos
mismos, a pesar de las miserias sexuales bajo las
cuales caen con frecuencia, la represión sexual.
Debemos hablarles pronto, pues es muy importante
para nuestro trabajo entre los jóvenes políticamente
no formados decirles que, al obrar así, actúan cons­
cientemente o no como reaccionarios.
Entre la necesidad de nutrición y la necesidad
sexual existe, en efecto, al lado de ciertas semejan­
zas, una diferencia fundamental. Cuando un joven
tiene hambre, sabe que tiene hambre. No existe
rechazo a la necesidad de alimentarse. La cosa es
mucho más complicada para la necesidad sexual.
Cuando el joven está sexualmente frustrado, es de­
cir, cuando sufre de insatisfacción sexual, supera
cuando está sano los obstáculos que le bloquean, o
bien (lo que es más frecuente debido a la represión
sexual infantil anterior) rechaza su sexualidad. Para
protegerse de no ser devorado por su sexualidad,
acepta inconscientemente la exigencia de la sociedad
capitalista de vivir de una manera ascética, y erige
en sí mismo una muralla contra sus propios deseos
sexuales. Es el caso particular de los jóvenes reli­
giosos. La Iglesia encuentra sus más fuertes apoyos
ideológicos en el rechazo sexual de los jóvenes; es­
tos mismos rechazan la sexualidad y sostienen la
moral antisexual capitalista, de la que sufren du­
ramente. En los movimientos de la juventud de los
partidos políticos del Centro alemán, existe un mi­
llón y cuarto de jóvenes, muchachos y muchachas,
de este tipo.
Si al entrar en contacto con los adolescentes no
procedemos con mucha habilidad en la explicación

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nlNSION SEXUAL Y SATISFACCION 77

d(‘ las causas de su aislamiento, de sus estados de


nngustia, de sus sentimientos de culpabilidad mas­
turbatoria, etc., puede fácilmente ocurrir que en
lugar de favorecer su rebelión sexual, y de hacer
de ellos aliados de clase y enemigos del capitalismo,
los reforcemos en su actitud moral y no solamente
no los ganemos, sino que hagamos de ellos peligró­
nos adversarios. Quisiera solamente indicar esta di­
ficultad en el trabajo de política sexual, a fin de no
liacer creer que podemos desde ahora, de cualquier
forma, hacer la propaganda generalizada del acto
Hexual..

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3. A PROPOSITO DE LA
HOMOSEXUALIDAD*

Con frecuencia se oye preguntar si la homosexua­


lidad es natural o no, por qué se le castiga y si es
verdaderamente perjudicial para la salud tener re­
laciones homosexuales. Sería muy importante, para
responder a estas preguntas, exponer aquí toda la
polémica que ha enfrentado rabiosamente a sexó­
logos y juristas. Pero esto nos llevaría demasiado
lejos y debemos limitarnos a algunos puntos prin­
cipales; ante todo, a nuestra posición ante esta cues­
tión, o bien a la que, por buenas razones, deberíamos
adoptar.
Cada hombre, tal como lo ha demostrado la más
reciente investigación científica, tiene a priori una
disposición bisexual, tanto físicamente como, por de­
pendencia, psíquicamente. Hasta el tercer mes del
embarazo, cada embrión puede evolucionar hacia
el sexo femenino o el masculino, pues se desarrolla
tanto el órgano sexual femenino con el masculino,
y todo lo que forma parte de ellos. Por regla gene­
ral, a partir del tercer mes se desarrolla más fuer­
temente ya la constitución femenina, ya la mascu­

* En los cuarenta años transcurridos desde la publi­


cación de este libro, la biología, la fisiología, la psicolo­
gía y otras ciencias que se interesan en el estudio de
este fenómeno desde diferentes ángulos, han profundi­
zado notablemente en el conocimiento científico del mis­
mo. Sin embargo, la médula del estudio de Reich tiene
plena vigencia. Para un conocimiento general de este
tema, a nivel de divulgación pero estrictamente cientí­
fico, remitimos al lector a nuestra Enciclopedia de se-
xología, Colección Sexo y Sociedad, número 1, Edicio­
nes Roca, México, 1973. (N. del Ed.)

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80 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

lina, en tanto que la otra constitución reduce su


crecimiento. La estructura embrionaria del otro
sexo queda constantemente presente, aunque sea
incapaz de cumplir cualquiera función. El hombre
tiene en un lugar determinado de su órgano sexual
trazas de una vagina, y el clítoris de la mujer no es
otra cosa que un órgano sexual masculino no des­
arrollado. Los pezones del hombre son senos no
evolucionados.
Hay, pues, hombres en los que los atributos del
otro sexo, que corrientemente son informes, han
continuado desarrollándose en gran parte al mismo
tiempo que los del suyo propio, de modo que se
encuentran en presencia de dos órganos sexuales
uno junto al otro, o combinados. Se les denomina
hermafroditas. Existen hombres cuyo tronco es de
tipo femenino y tienen senos femeninos, así como
mujeres que tienen un miembro viril enteramente
desarrollado. También existen hombres cuyas glán­
dulas contienen tejidos del otro sexo. En los her­
mafroditas, personas que poseen órganos del sexo
opuesto, por lo general predominan en mayor o me­
nor grado los mismos sentimientos de este sexo;
dicho de otro modo: se sienten sexualmente atraídos
hacia su propio sexo. Pero también hay entre ellos
individuos que reaccionan de muy diferente mane­
ra. Este enigma todavía no está resuelto y aún es
muy complicado.
Mientras que la homosexualidad de los individuos
que acabamos de describir tiene causas corporales,
y representa una minoría de casos, la mayor parte
de los homosexuales son, en cuanto a su constitución
física, totalmente normales. Esto significa que la
mayor parte de los homosexuales no presentan nin­
gún signo corporal del otro sexo, por lo menos según
las observaciones efectuadas hasta ahora. Si tales
características se presentan en la expresión, en el
caminar, en el lenguaje, se puede establecer median­

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A PROPOSITO DE LA HOMOSEXUALIDAD 81

te un minucioso examen de su desarrollo físico que


no siempre ha sido así, pero que han adoptado estas
actitudes siguiendo los destinos particulares de sus
pulsiones sexuales. Además, hay muchos hombres
cuyas constituciones física y psíquica corresponden
por completo a sus órganos sexuales y que desean
a jóvenes de aspecto afeminado, ante los cuales se
comportan como un hombre ante una mujer; tam­
bién hay mujeres que son completamente femeninas
y que se comportan ante mujeres más asténicas y
de aspecto más viril como una mujer ante un hom­
bre. Estas personas no son homosexuales por razones
corporales, sino como resultado de un desarrollo
sexual defectuoso en su primera infancia que ha
producido muy pronto una experiencia decepcio­
nante ante el otro sexo.
Es así como algunos muchachos se convierten fá­
cilmente en homosexuales después de haber experi­
mentado numerosas decepciones de una madre
severa y dura. Del mismo modo, algunas muchachas
caen fácilmente en la homosexualidad si han sufrido
decepciones de parte de su padre. Estos jovencitos
se alejan del otro sexo para volverse hacia el suyo.
Estas decepciones precoces son corrientements re-
. chazadas. Los individuos afectados, una vez adultos,
lo olvidan, y sólo lo recuerdan cuando reviven esta
época precoz de su desarrollo mediante una variedad
particular de tratamiento psíquico: el psicoanálisis.
Estas dos formas de homosexualidad son, pues,
formas anormales del desarrollo sexual; se convier­
ten en una enfermedad cuando los individuos su­
fren, como casi siempre es el caso. Es falsa la creen­
cia de que estos sufrimientos tienen únicamente
causas sociales y que se deben a la persecución
jurídica de los homosexuales. Muchos de ellos (es
difícil dar un porcentaje) están también perturba­
dos psíquica y sexualmente y presentan una neu­
rosis. Muchos homosexuales que se acomodan a su
La lucha.—«

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82 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

desviación y se sienten contentos con esta clase de


vida, protestan contra el hecho de que se considere
a la homosexualidad como una afección o como el
resultado de una desviación del desarrollo sexual.
Creen ver en ello una depreciación de su tendencia
sexual; muchos de ellos, en efecto, se consideran
como pertenecientes al llamado “ tercer sexo” , una
especie sexual particular. Hay que oponerse a esto
por razones puramente científicas. Ante todo se debe
preservar a los jóvenes que se orienten definitiva­
mente hacia la homosexualidad, no por razones mo­
rales, sino por razones de pura economía sexual.
Se puede observar, en efecto, que la satisfacción se­
xual media en el individuo heterosexual sano es
más intensa que la satisfacción en el homosexual
sano. Y esto tiene una gran significación para la
regulación de la economía psíquica. A los nume­
rosos homosexuales que afirman representar una
especie sexual particular y no un desarrollo sexual
defectuoso, debemos oponer el argumento decisivo
siguiente: todo homosexual puede dejar de serlo
siguiendo un tratamiento psíquico particularmente
adecuado, pero jamás puede ocurrir que un individuo
normalmente desarrollado se convierta en homo­
sexual como resultado del mismo tratamiento. Si la
homosexualidad es reciente y si no se ha rechazado
completamente las relaciones heterosexuales; si ade­
más, el individuo en cuestión no soporta gustosa­
mente la homosexualidad y quiere alejarla de sí,
esta homosexualidad puede ser curada, en principio,
mediante un tratamiento psicoanalítico que haga re­
gresar esta desviación infantil del desarrollo sexual.
Lo que hemos dicho hasta ahora está científica­
mente comprobado y se puede ser todavía más ta­
jante citando el hecho siguiente: en los pueblos pri­
mitivos, que llevan una vida sexual satisfactoria
y apacible, y que no impiden el desarrollo sexual
de los niños, la homosexualidad, excepto en su for-

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A PROPOSITO DE LA HOMOSEXUALIDAD 83

nía espiritual —la amistad— no existe. Según las


investigaciones más recientes de Malinowski, el et­
nólogo inglés, la homosexualidad en los pueblos pri­
mitivos no apareció hasta que los misioneros, estos
expoliadores del capital, comenzaron a introducir
la moral cristiana en la vida sexual natural y a
separar los sexos. Esto confirma también la obser­
vación siguiente, a saber: que la homosexualidad
no se desarrolla más que en la medida en que la
relación normal entre el Hombre y la mujer se hace
imposible o difícil (internados, ejército, marina, et­
cétera). La homosexualidad es, pues —y esto es
una conclusión provisional de los hechos, a excep­
ción de los casos que tienen una causa corporal—,
un fenómeno puramente social, una cuestión de edu­
cación y de desarrollo sexuales. El mejor medio de
impedirla es la coeducación de los sexos y la prác­
tica de las relaciones sexuales en el momento ade­
cuado.
Pero sería totalmente erróneo sacar de estos he­
chos la conclusión de que se debe menospreciar
o combatir a los homosexuales. Y también sería del
todo injusto condenar la homosexualidad como un
“comportamiento no-proletario” porque se tienen
prejuicios inconscientes de moralidad burguesa. Por
tanto tiempo como predomine la educación sexual
burguesa, ésta producirá homosexuales.
La comprobación de que la homosexualidad es
una desviación del desarrollo sexual, y no tiene, por
consiguiente, causas naturales, no autoriza a nadie
a condenarla o castigarla. Se debe intentar curar a
los homosexuales que quieran liberarse de su par­
ticularidad, porque sufren y porque la homosexua­
lidad no les ofrece suficiente satisfacción, pero no
se les debe forzar en cuanto a lo que ellos quieran.
En primer lugar, porque no se tiene derecho, pero
también porque un tratamiento impuesto no tiene
ninguna eficacia. En la sociedad dividida en clases,

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84 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

la homosexualidad presenta peligros porque existen


“maestros-cantores” que amenazan con denunciar a
los homosexuales, y los extorsionan obligándoles a
darles dinero. La miseria económica favorece estas
prácticas. Numerosos jóvenes proletarios, debido a
su miseria, son así inducidos a entregarse a homo­
sexuales de los medios ricos. La homosexualidad
juega también en los medios políticamente reaccio­
narios, así como entre los estudiantes nacionalistas
o entre los oficiales, un papel no despreciable y que
está estrechamente ligado a la gran inhibición moral
y sexual en estos medios. Aparte de esto, la activi­
dad homosexual que produce masivamente el capi­
talismo a través de sus estructuras (la Iglesia, la
separación de los sexos, la educación sexual repre­
siva) es ciertamente menos perjudicial que el em­
brutecimiento público mediante los dogmas religio­
sos. Aquí vemos la diferencia existente entre el
capitalismo y el socialismo en el hecho de que toda
la maquinaria de embrutecimiento denominada “ re­
ligión” es altamente honrada y le permite ganar
mucho dinero, en tanto que la homosexualidad es
castigada. En la Unión Soviética, por el contrario, la
actividad homosexual es libre, pero se castiga el em ­
brutecimiento religioso de los jóvenes de menos de
dieciocho años.

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4. LAS DIFICULTADES EN LAS
RELACIONES DE CAMARERIA
ENTRE LOS JOVENES

Hemos examinado hasta ahora los procesos corpo­


rales del acto sexual; en adelante deberemos discutir
las llamadas relaciones de camaradería entre mu­
chachos y muchachas. “Camaradería” es un slogan,
y veremos inmediatamente si hablamos o no un len­
guaje común. En alemán, algunas palabras tienen,
sin embargo, una significación totalmente diferente
según que sean empleadas por un burgués o por un
proletario. ¿Qué entiende el burgués por camara­
dería? El burgués no puede conocer la camaradería
entre los sexos, porque defiende el orden sexual
burgués. Tomemos el caso del joven burgués estu­
diante de secundaria o estudiante burgués y de la
estudiante burguesa del liceo o “hija de papá”. El
adolescente burgués ha dividido su sexualidad en
afecto y en sensualidad, pues la moral de doble faz
le prohíbe el acto sexual con muchachas de su
medio. En consecuencia, para él existen dos clases
de muchachas: una para el cuerpo y otra para el
“alma” . “Adora” a una muchacha de su propia clase,
a la que no le impondrá jamás la humillación de
una relación sexual. Y satisface su cuerpo con hijas
del proletariado, ya con prostitutas, ya con mucha­
chas de servicio, ya con empleadas de oficinas. Cuan­
do ama, no debe tener relaciones sexuales, y cuando
tiene relaciones sexuales, no puede amar. Dejaría
de amar a su “adorada” en cuanto ésta se entregara
a él por amor. Esta dualidad de la sexualidad es con
frecuencia tan importante, que muchos jóvenes bur­

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86 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

gueses son impotentes cuando desean tener relacio­


nes sexuales con una joven “decente”. En tanto que
la mujer satisface antes del matrimonio el lado cor­
poral o sensual de la sexualidad, es un objeto sexual
de explotación, sobre todo debido a que la mayor
parte de las veces esta satisfacción es comprada. En
el matrimonio, la mujer es nuevamente un instru­
mento del marido. Si la muchacha “ adorada” se casa
finalmente, pronto pierde la consideración de que
gozaba, pues independientemente de los conflictos
conyugales, el marido típicamente burgués no llega
a desprenderse de la idea de que el acto sexual es
para la mujer un acto degradante. Y así la sexua­
lidad queda igualmente dividida en el matrimonio;
el marido burgués continúa la mayor parte de las
veces saciando su sexualidad con cocottes o prosti­
tutas: en todo caso, con mujeres a las que paga.
La joven burguesa debe, presionada por todo el
sistema, continuar reprimiendo su sexualidad geni­
tal o rechazándola. En lugar de una sexualidad
sana y natural se desarrolla en ella el estado de la
“mujercita”, típicamente veprimida; se hace coque­
ta, sexualmente sobreexcitada, dócil con el hombre
al que ama, sometida; o utiliza su sexualidad para
dominar a los hombres. El freno a la satisfacción
sexual provoca en ella la aparición de la lascivia;
entonces comienza a desbordarse la sexualidad.
Cuando tal joven se libera de la moral y del modo
de la vida burguesa y practica una vida sexual, el
punto básico es entonces el problema de la excita­
ción. Aparece entonces la semi-virgen, que lo acepta
todo sin excepción menos la penetración del miem­
bro en la vagina. En ningún caso puede haber ca­
maradería entre muchacho y muchacha, tanto en el
caso del estudiante y su “elegida” o la joven prole­
taria, como en el del marido y la mujer. El marido
es siempre quien se beneficia de la sexualidad fe­
menina; siempre es la mujer la que se “entrega” y el

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LAS RELACIONES DE CAMARADERIA 87

hombre quien la “toma”. Por esto la vida sexual


burguesa siempre se encuentra entre contradiccio­
nes; exaltación de la mujer y del amor, por un lado;
humillación y envilecimiento de la mujer y del amor,
por otro.
La división de la sexualidad en sensualidad de­
gradada y en amor sublime (que da nacimiento en
el régimen burgués a sistemas filosóficos acabados
sobre el problema de la “sexualidad” y del “ero­
tismo” ) no es, en realidad, sino una simple expre­
sión de la primacía del marido, necesaria a la eco­
nomía privada (derecho de herencia en línea
paterna), y además la consecuencia de los esfuerzos
de la clase burguesa para distinguirse de la clase
dominada, mediante una moral particular. Las mu­
jeres no deben ser accesibles más que en el matri­
monio y a los hombres burgueses. La relación se­
xual les está proscrita fuera del matrimonio, así co­
mo con hombres de la clase obrera. Pero la primacía
del hombre ha suprimido las restricciones para el
sexo masculino. El acto sexual se ha convertido real­
mente en una humillación para la mujer, en algo
brutal; por eso las mujeres se defienden afectiva­
mente contra el envilecimiento que para ellas re­
presenta, en estas condiciones, el acto sexual.
La indignación ante las consecuencias de estos
principios morales se manifiesta progresivamente
en el seno de la burguesía. Esta no ha estado jamás,
ni lo estará nunca, dispuesta a abandonar sus prin­
cipios, pero, sin embargo, sí quiere ocultar su igno­
minia. En la burguesía liberal y en los movimientos
femeninos burgueses, escandaliza el slogan de la
camaradería entre el hombre y la mujer. La mujer
no debe ser una esclava, se dice, pero la “camarada
del hombre” no es, ua. objeta sexual, sinovia., “com­
pañera de la_vida” -ÍLa podrida institución del ma­
trimonio debería ser reconstruida de nuevo sobre
esta base.| Al dualismo burgués: “espíritu y cuer­

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88 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

po”, “afecto y sensualidad”, “erotismo y sexualidad” ;


al verdadero envilecimiento burgués ha sucedido el
rechazo de las relaciones “únicamente sexuales” .
Debido a la desaparición de las relaciones afectuo­
sas, a causa de la destrucción económica de las re­
laciones de camaradería entre el hombre y la mujer,
la sexualidad física se ha convertido en un asunto
comparable a la defecación, opuesto a toda sensibili­
dad humana.
Amplias masas de la pequeña burguesía reaccio­
naria viven aún actualmente como hace veinticinco
o cuarenta años, con una sexualidad dividida y, en
lo que respecta al hombre, con una sexualidad re­
ducida a no ser otra cosa que una simple evacua­
ción. Una minoría (particularmente en los medios
de la intelectualidad burguesa) se ha liberado en el
curso del tiempo de las cadenas de la moral bur­
guesa. Pero éstos no son para nosotros sino casos
particulares, carentes de interés. Estos casos no ejer­
cen ninguna influencia sobre la vida sexual a escala
de la sociedad, incluso si establecen ocasionalmente
relaciones de camaradería sexual. En tanto que la
educación en la familia y en la escuela continúe
siendo la misma (y continuará tanto tiempo como
subsista el. capitalismo), no podrá haber una verda­
dera camaradería entre los sexos, salvo en las ca­
pas del proletariado que tenga conciencia de clase
y en la juventud.
¿Qué queremos decir cuando afirmamos que el
burgués no conoce ninguna relación de camaradería
entre el hombre y la mujer, o no utiliza esta palabra
“camaradería” más que en oposición a una sexuali­
dad estrictamente sensual? Por supuesto que recha­
zamos la sexualidad física burguesa, el acto sexual
desprovisto de toda relación de camaradería y de
afecto que no sea más que descarga sexual, sin te­
ner en cuenta a la persona y el lugar. Esto no es
más, en efecto, que moral burguesa invertida. La

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I.AS RELACIONES DE CAMARADERIA 89

rechazamos no solamente porque humilla a la mujer


y es malsana, no solamente porque es la sexualidad
de la reacción política, sino también porque quere­
mos retornar a una sexualidad completa y sana. No
debemos olvidar jamás, cuando tomamos partido
respecto a la sexualidad física, que bajo el capi­
talismo no se trata de actos sexuales naturales, sino
formas artificiales, enanas, envilecidas, de actividad
social, producto del patriarcado. Las características
de tal sexualidad son las siguientes (dada la au­
sencia de afecto o la disolución del mismo): avidez
y lascivia antes del acto sexual; horror, disgusto e
incluso náuseas, después del mismo. Esta vida sexual
no produce ninguna satisfacción. En consecuencia,
es falso considerar a esta especie de “ sexualidad
sensual” como un elemento natural. Una sexualidad
sana va siempre acompañada de sentimientos de
afecto y de amistad. Quien goza de un desarrollo
sexual normal sería incapaz de relaciones sexuales
sin lazos personales tiernos y de camaradería. No es
cierto que la sexualidad natural, el amor total a la
vez sensual y afectuoso, conduzca a donde lleva la
“teoría del vaso de agua” . Poco importa tampoco
que la atracción sensual conduzca a la camaradería
o, a la inversa, que la camaradería lleve a la satis­
facción física.
Estamos convencidos de que la mujer no es infe­
rior por naturaleza al hombre, sino que aquélla ha
sido situada en un real estado de inferioridad como
resultado de una represión económica y sexual mi­
lenaria. Como la revolución social suprime la escla­
vitud política y sexual de la mujer, es a la vez el
fundamento de la camaradería intelectual entre los
sexos. Por camaradería se entiende, bien una rela­
ción basada en una comunidad de intereses intelec­
tuales, bien una buena amistad establecida sobre
la armonía sexual, incluso sin esta comunidad de
intereses intelectuales. Puede existir también una

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90 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

buena camaradería entre muchachos y muchachas


sin relaciones sexuales, pero cuando éstas existen, la
camaradería intelectual acrecienta particularmente
la satisfacción sexual. Sería un error exigir para
tener relaciones sexuales que hubiese igualmente
camaradería en el sentido de comunidad de intereses
intelectuales. Durante la adolescencia, con frecuen­
cia es la amistad sexual la que conduce a la cama­
radería intelectual. El movimiento de la juventud
proletaria estaría hoy mucho más desarrollado si los
jóvenes de ambos sexos hubiesen sabido completar
su amistad sexual con una camaradería política
consecuente. Cuando vemos a jóvenes que mantie­
nen entre sí una camaradería política, pero no acep­
tan a las muchachas más que por razones sexuales;
cuando vemos a grupos enteros que no aceptan a las
muchachas o las excluyen, es necesario reconocer
que la separación burguesa de los intereses intelec­
tuales y de los intereses sexuales debilita y reduce
nuestras filas. ‘Con mucho las muchachas son más
dependientes sexualmente de los muchachos que és­
tos de ellas, debido a la educación que éstas' reciben
incluso en las familias proletarias., Y una relación
amorosa tiene, en general, para la'joven proletaria
una significación mucho más importante que para
el joven, no solamente física, sino también psíqui-
camentejyEn consecuencia, el muchacho tiene una
parte de responsabilidad cuando contrae relacionas
con una muchacha. No se puede hoy, en las condi­
ciones capitalistas de la vida sexual, desprenderse
de esta parte de responsabilidad (lo que no tiene
nada que ver con los sermones sentimentales de los
moralistas y de los que hablan de la cultura), dada
la dependencia material y moral de la joven, los
peligros de embarazo y los suicidios provocados por
amores desgraciados, etc. Por mucho que dure el
periodo en que los muchachos y las muchachas es­
tén srxualmente perturbados (como es el caso en la

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LAS RELACIONES DE CAMARADERIA 91

actualidad), es necesario exigir que ningún mucha­


cho fuerce a una muchacha a tener relaciones sexua­
les con él. Es necesario exigirle, cuando establece
relaciones amorosas con una muchacha y después
de haber hablado con ella, que él sepa que la com­
pañera es capaz de soportar una separación sin sen­
tirse deprimida. Naturalmente que no aceptamos el
punto de vista de que el muchacho debe casarse con
la muchacha después de haber tenido relaciones con
ella, sino que sostenemos, por el contrario, que no se
tiene el derecho de precipitarlos en la desgracia.
Una relación sexual conseguida mediante la pre­
sión o la mentira desleal no ofrece, por lo general,
la satisfacción sexual que desean ambos compañe­
ros. Por consiguiente, no hay que juzgar el problema
desde el punto de vista de la moral abstracta, sino
desde el punto de vista de economía sexual.
En una perspectiva política, lo que importa ante
todo en el capitalismo es una juventud decidida­
mente resuelta y apta para luchar. Desde este punto
de vista es necesario, pues, combatir la brutalidad
entre los sexos, pues esta brutalidad anula el trabajo
revolucionario al convertir a los jóvenes en adver­
sarios. Podemos afirmar, observando las relaciones
sexuales en la Unión Soviética, que tales adverten­
cias son allí superfluas, después de la revolución
social, en la medida en que aparecen vías naturales
y razonables en la vida sexual de los jóvenes. Las
posibilidades de la satisfacción sexual, al aumentar
constantemente (elevación- de la vida cultural de
las masas, reducción del tiempo de trabajo, aumento
de los salarios, supresión del exceso de trabajo y del
paro, mejoría creciente de las condiciones de aloja­
miento, medidas de prevención sexual, etc.), su­
primen la concupiscencia y la brutalidad sexuales, y
con ello también la necesidad de exhortaciones a la
responsabilidad. La responsabilidad sexual existe

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92 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

automáticamente en una vida sexual sana y satis­


factoria.
La represión, las predicaciones morales y los ocul-
tamientos no engendran sino dificultades, sin im­
pedir realmente las relaciones sexuales.
Existen enormes dificultades en las relaciones de
camaradería entre los jóvenes. Estas son debidas
en parte a los efectos devastadores de las condicio­
nes exteriores de vida de la juventud proletaria y
pequeñoburguesa; en parte también a la estructura
sexual interna de la juventud. Las dificultades in­
ternas, que son producto, en último análisis, de la
educación sexual capitalista, no concierne exclusi­
vamente a la juventud proletaria. Por el contrario,
las dificultades externas pesan casi exclusivamtente
sobre los jóvenes de los medios obreros.
Yo preguntaba un día a los jóvenes del grupo
“Fichte” sobre la situación relativa a las relaciones
sexuales. Los jóvenes respondieron que carecían de
ocasiones y de la falta de medios anticonceptivos:
añadieron que lo que les producía mayores dificul­
tades era que las muchachas “contaban muchas his­
torias” y se hacían rogar excesivamente, cosa que
los jóvenes no tenían ni ganas de hacer ni tiempo
disponible, y que ellos sufrían. Entonces rogué a las
muchachas que defendieran su punto de vista. Una
muchacha afirmó que ellas admitirían gustosamente
las relaciones sexuales si no tuvieran generalmente
miedo a que los muchachos se comportasen habi­
tualmente como bestias salvajes, a que simplemente
se avalanzasen sobre ellas, y que después no se
preocupasen más, o bien que hablasen entre ellos
mal de las muchachas.
Este ejemplo aclara luminosamente la situación
que existe frecuentemente en la juventud. La res­
ponsabilidad no es de ni de los muchachos ni de las
muchachas, sino simplemente el resultado de las

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LAS RELACIONES DE CAMARADERIA 93

contradicciones entre la sexualidad juvenil exhube-


rante y la educación represiva e hipócrita. Tales
cosas no se producirían si no existiese una moral
sexual de doble faz y una muy fuerte represión
sexual de la mujer en la sociedad capitalista; si los
jóvenes hubiesen aprendido a tiempo que la satis­
facción sexual no es solamente la satisfacción de una
necesidad, como el hambre o la defecación, sino que
su desarrollo espiritual, su alegría de vivir, su capa­
cidad para el trabajo y su entusiasmo en la lucha
están esencialmente condicionados por el modo de
vida tanto sexual como material; si hubiesen com­
prendido que la sexualidad de un hombre y su sa­
tisfacción, a su edad, no es un juego de niños. ¿De
que se trata en este ejemplo? Los muchachos des­
precian abiertamente o en secreto a las muchachas,
aunque se sienten atraídos hacia ellas. En la bur­
guesía, el principio de la separación de los sexos
ha producido que los jóvenes se entiendan mejor
entre ellos que con las muchachas. Estas se sienten
rechazadas de nuevo y experimentan más angustia
y más miedo sexuales que los muchachos, lo que no
disminuye en lo absoluto su deseo sexual, pero agra­
va los conflictos con sus deseos. Los jóvenes humi­
llan abiertamente o en secreto a las muchachas
cuando éstas manifiestan su angustia antes de la
relación sexual, cuando se jactan entre ellos de sus
experiencias y hablan mal de las muchachas. Cuan­
do existe tan fuerte atracción entre los sexos, de
tales contradicciones sólo se puede derivar una cosa:
los muchachos se lanzan sobre las muchachas como
bestias y ellas se asustan.
Sería un gran error creer que éstos son asuntos
privados sin interés, pues las contradicciones están
enraizadas en el orden sexual y en la educación
capitalista; éstos corrompen a la juventud y la ha­
cen cada vez con mayor frecuencia incapaz de luchar.
Este problema nos preocupa extraordinariamente.

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94 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

Debemos crear en nuestras organizaciones una at­


mósfera más libre; los muchachos y las muchachas
deben poder expresarse abiertamente y decir qué
actitud quieren adoptar los unos hacia los otros, lo
que no les gusta de unos y otros; ésta será la mejor
base de una camaradería no verbal, sino verdadera,
entre muchachos y muchachas, para la lucha común
que la juventud, sin cesar más consciente de sus
responsabilidades, tendrá que entablar contra el sis­
tema de explotación capitalista.
El problema de la desproporción numérica entre
muchachos y muchachas en los grupos, en los que
casi siempre las muchachas se encuentran en mino­
ría, es particularmente candente. Volveremos sobre
los aspectos organizativos de este importante pro­
blema en el último capítulo, pero por el momento
queremos aclarar las dificultades y sus causas. Un
joven, jefe de un grupo, informa:
“En nuestro grupo, la relación numérica entre
muchachos y muchachas es de tres a uno. Para la
vida del grupo y de sus componentes, esto es insos­
tenible. La mitad de las muchachas salen con algu­
nos muchachos del grupo o del movimiento. Estos
muchachos, por lo general no son inhibidos. Por
ello, estas parejas llevan una vida sexual normal.
En algunos casos, los jóvenes, ligados por una gran
amistad, sienten tan gran inhibición que no pueden
formar una pareja (es decir, no tienen jamás rela­
ciones sexuales). Esto es debido a que el muchacho
experimenta sentimientos de angustia y no se “ atre­
ve” o a que la muchacha aún tiene ideas conyugales
burguesas y tiene miedo al acto sexual. Los mucha­
chos o las muchachas que no tienen compañero
buscan entonces a una muchacha o a un muchacho
que no pertenece al movimiento. En numerosas mu­
chachas, esto degenera hasta el punto en que ellas
perciben el deseo del muchacho, se hacen vanidosas,
salen hoy con uno, mañana con otro. Los muchachos,

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I.AS RELACIONES DE CAMARADERIA 95

que casi siempre están sobreexitados, son también


compañeros agradecidos. Yo puedo describir exac­
tamente los sentimientos de los jóvenes, porque he
seguido la misma evolución. El hecho de estar cons­
tantemente “sin muchacha” despierta en el mucha­
cho sentimientos de inferioridad. Comienza a com­
pararse con los que sí tienen compañera y se imagina
entonces tener tal o cual defecto. Los que encuen­
tran de tanto en tanto a una muchacha están insa­
tisfechos. Como únicamente tienen satisfecho el
cuerpo, se aíslan psíquicamente, empiezan a pensar
en sus experiencias sexuales y quieren encontrar
pronto a una muchacha; van a los dancings y a otros
lugares de diversión y encuentran a una muchacha
burguesa y se pierden entonces para el movimiento^
Algunos logran a veces superar sus sentimientos
de inferioridad sexual gracias a su valor en el gru­
po. ¿Para qué nos sirve la mejor enseñanza si no
tenemos compañera y si nuestras convicciones ideo­
lógicas son tales que nos llevan a no querer salir
sino con muchachas del grupo «Fichter»?”
Esta exposición refleja claramente una situación
que reina casi en todos los grupos juveniles. Resu­
mamos:
A. Cuando los jóvenes encuentran compañero, su
vida sexual es normal y no se presentan dificultades.
B. Los muchachos “sin muchacha” están sobreex­
citados, es decir, nerviosos; las muchachas perciben
este estado, se desligan de sus relaciones estables
y se entregan a estos muchachos. Vemos aquí con
claridad una de las causas de las relaciones sexuales
anormales, que no satisfacen ni al cuerpo ni al es­
píritu. Sin embargo, queremos insistir aquí una vez
más en que “normal” no significa para nosotros
“fiel” , sino satisfactorio. Aún hay que añadir al in­
forme de este responsable que los jóvenes corren
mucho peligro si no encuentran muy pronto com­

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96 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

pañero. La insatisfacción produce en ellos, en


efecto, no solamente sentimientos de inferioridad
sexual, sino también la manía de la presunción.
Esta presunción los lleva fuera de la organización
y provoca, cuando existe la mínima predisposición
a ello, una enfermedad psíquica adquirida la mayor
parte de las veces durante la infancia y que con­
siste en una actividad desbordante de la actividad
sexual tanto consciente como inconsciente. Sobre
esta base se forman, en ligazón con sentimientos
de culpabilidad masturbatoria, graves trastornos
sexuales. Por ello es importante para estos jóvenes
venir lo antes posible al centro de consulta sexual,
que puede tomar, junto con la dirección de la orga­
nización, las medidas necesarias para aclararles y
resolverles el problema del compañero en la orga­
nización. Cuanto antes se le explica al adolescente,
antes interviene la organización y más se reduce el
peligro. Cuanto más se prolonga el aislamiento, más
complicado se hace el tratamiento necesario, que no
es fácil hoy bajo el capitalismo para la masa de los
jóvenes.
C. Cuando los jóvenes se orientan hacia las mu­
chachas burguesas en los dancings, esta solución no
les puede satisfacer realmente. Es falso creer en lo
que se refiere a los fenómenos sexuales, que lo que
brilla en los dancings sea oro. La experiencia de­
muestra que cuando los fenómenos sexuales invaden
a un grupo social, la vida sexual de éste está real­
mente perturbada, desgarrada y es insatisfactoria
para cada individuo. Dejamos de lado el hecho de
que el joven proletario que tiene conciencia de clase
debe, además, sentirse muy a disgusto si quiere
adaptarse a los círculos de conversación pequeño-
burgueses y a sus convencionalismos.
Un jefe de grupo de Neukólln con el que yo ha­
blaba de este problema pensaba que algunos jóvenes
proletarios no tenían del todo necesidad de violen­

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LAS RELACIONES DE CAMARADERIA 97

tarse para adaptarse a estos círculos pequeñobus-


gueses y a sus convencionalismos, pues se sienten
a gusto en esta atmósfera; también creía que los
jóvenes proletarios sienten necesidad de imitar en
todo a la burguesía: vestidos, baile, comportamiento
social, etc. Por ello es muy difícil ganar para los
movimientos de la juventud proletaria a estos jó ­
venes.
Yo creo que este camarada simplifica las cosas.
Muchos jóvenes proletarios que no están del todo,
o simplemente no lo están, influidos políticamente
por el movimiento revolucionario, llevan dentro de
sí una contradicción. De una parte, su manera de ser
proletaria los hace diferentes de los jóvenes bur­
gueses, crea en ellos un vínculo revolucionario que
se expresa en sus pensamientos y en sus activida­
des. Pero al mismo tiempo están expuestos al am­
biente burgués de los dancings, etc., e intentan
entonces imitar el modo de vida burgués; esta con­
tradicción no existe en el joven burgués y, sin em­
bargo, es propia al joven proletario. Y ocurre tam­
bién lo que expresaba el mismo camarada: “Allí, en
los dancings, los muchachos y las muchachas prole­
tarias se sientan como muñecas: por un lado están
pendientes de no arrugar sus vestidos; por otra
parte quieren demostrar sus buenas formas de com­
portamiento social. Todo esto parece extraordina­
riamente ridículo. Pero es la moda, también al joven
burgués le pasa lo mismo”.
Nuestro deber es comprender estas contradiccio­
nes, descubrir los métodos para resolverlas, llevar
a estos jóvenes la claridad y atraerlos a nuestras
filas. Examinaremos esto en detalle en el último
capítulo.
D. El primer camarada tenía toda la razón al
decir que la mejor explicación no sirve para nada
cuando no se puede encontrar a un compañero.
También tenía razón al afirmar que la división de
L o lucha.— 7

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98 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

la sociedad en diferentes grupos hace más difícil la


elección de un compañero. Pero estas dificultades
son manifestaciones fundamentales del sistema so­
cial capitalista y no pueden ser eliminadas en este
sistema. La juventud sufre enormemente porque su
sexualidad en maduración entra en extrema con­
tradicción con las condiciones sociales dominantes,
tanto con la educación recibida antes de la pubertad
como con la situación social actual.
Otra dificultad de la organización de la juventud
proletaria es la existencia de clanes. Un responsable
de la juventud relata: “Cuando tomé la dirección de
un grujo de jóvenes «Fichte» en Neükólln, había
un clan de muchachas y muchachas. Todos eran
cuadros competentes de la juventud, de dieciséis a
dieciocho años. Pero habían establecido relaciones
malsanas. Las muchachas no eran tomadas en serio
por los muchachos, bromas pesadas y burlas recí­
procas provocaban la ruptura entre ellos. Las mu­
chachas se aislaron, actuaban por su propia cuenta
y fue imposible persuadirlas de que prosiguieran
su trabajo en la juventud. Los muchachos no se
explicaban por qué las muchachas no querían ir con
ellos. En todas las fiestas del grupo, las muchachas
bailaban con jóvenes que no pertenecían a la or­
ganización. En el trabajo consagrado a la juventud,
las camaradas se abandonaban cada vez más y no se
podía contar con ellas. Desde hace algunos meses
estas muchachas ya no pertenecen a las filas rojas.
Las relaciones malsanas entre muchachas y mucha­
chos provocaron la ruptura. Los camaradas no pu­
dieron consolidar sus relaciones con las muchachas,
que querían vivir en comunidad dentro de la
colectividad”.
Debemos preocuparnos por estos fenómenos, pues
son signos ciertos de la desintegración inminente
del grupo. Y tienen, en la medida en que podemos
abarcar el conjunto de la situación, dos causas:

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I.AS RELACIONES DE CAMARADERIA 99

—El menosprecio general de la mujer en la socie­


dad burguesa, que está ligado a la primacía del
hombre, indispensable para la propiedad privada.
Los muchachos asimilan desde la primera infancia
su desprecio a la mujer. La sociedad de clases realza
a los niños desde su primera infancia para los ob­
jetivos de la familia patriarcal, que trataremos en
el capítulo 5.
—La separación sistemática de los sexos. La re­
presión de las relaciones sexuales entre muchachos
y muchachas, que se orienta en el sentido del des­
arrollo de fuertes vínculos homosexuales entre los
jóvenes, con frecuencia tiene efectos muy intensos,
con la consiguiente formación de grupos de mucha­
chos y muchachas separadamente. Por lo tanto, la
explicación sistemática, política y sexual, de los fi­
nes de la sociedad de clases es de una importancia
decisiva.
Volveremos en el último capítulo sobre los pro­
blemas de la organización que están ligados a todo
esto. Añadamos aquí otro informe del mismo cuadro
de la juventud, porque aclara las dificultades exte­
riores que acentúan esta situación de la formación
de grupos separados:
“Otra vez, se decidió un viaje a X. Habíamos acor­
dado pasar la noche en un albergue de la juventud.
Una semana más tarde se levantó una gran protesta:
¿por qué no dormíamos en una granja? Como ha­
bíamos reservado el albergue, ya no podíamos rec­
tificar. El resultado fue que dos grupos actuaron
por su cuenta y durmieron en una granja. Exigieron
que en el futuro se durmiera siempre en una granja,
porque resultaba muy complicado dormir en un
albergue: hay que irse a dormir a las diez de la
noche; hay que respetar a otros grupos, etc. Com­
prendimos que la pulsión sexual era más fuerte que
la disciplina. Hay que hacer notar, que en la ma-

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100 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

yoría de los casos fueron las muchachas las que


exigieron dormir en una granja”.
Se formó aquí un grupo particular porque las jó ­
venes no podían tener relaciones sexuales en el
albergue y se sentían tranquilas en la granja. Cuan­
do pensamos en las detestables condiciones en que
se desenvuelve la vida de los jóvenes en la ciudad,
en los perniciosos resultados que estas condiciones
determinan, se comprende que los jóvenes intenten
resolver de esta forma el problema de los dormito­
rios. Por eso nosotros estaremos siempre en contra
de los que ahora se indignan de tales hechos y los
prohíben.
El hecho de que los jóvenes sientan lo poco que
se les comprende por parte de los adultos en rela­
ción con sus necesidades juega un papel esencial
en el problema. Las jóvenes tampoco quieren que
les quiten sus compañeros las muchachas de más
edad. Un joven responsable de la juventud, inte­
ligente pero aislado, poco puede luchar contra todo
esto. Nosotros no propugnamos por esta división
entre jóvenes y no jóvenes, pero existe en nuestras
filas. No hay otro camino, si no se quiere hablar en
el vacío, que reconocer la realidad de la maduración
sexual y tenerla en cuenta médica y políticamente.
Cuando los jóvenes proletarios están ya traumati­
zados por la educación recibida y exteriormente por
la explotación, el hambre y las brutalidades en las
casas de asistencia, no debemos preconizar la “mo-
ralina” ; esto no sirve para nada y convierte a los
jóvenes en elementos hostiles a nosotros, en lugar
de hacerlos enemigos del capital. Debemos tener en
cuenta todos los factores, e igualmente nuestras pro­
pias inhibiciones sexuales, si queremos terminar con
el antagonismo tan desagradable entre jóvenes y
adultos, entre muchachos y muchachas, entre miem­
bros y dirigentes del grupo, y transformar a éste
en un frente unido contra el único enemigo: el ca­

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LAS RELACIONES DE CAMARADERIA 101

pital y sus lacayos. Quien no quiere no puede ver


las cosas tal como son; quien depende de la moral
y de los sermones burgueses, se convierte en ene­
migo de la juventud como defensor inconsciente del
capital. Se le debe combatir, pues obstaculiza la
unión de la juventud obrera en su lucha contra el
enemigo de clase.
Un capítulo particularmente terrible del orden
capitalista es el régimen de la asistencia pública.
Los procesos contra ésta (caso Scheuen, etc.), han
demostrado, en efecto, el papel predominante que
juega la confusión en el problema sexual de los
jóvenes y de los educadores. Un ejemplo puede
explicar a la juventud proletaria cómo el problema
sexual es un problema que se refleja en su posición
política en la sociedad capitalista.
En el mes de julio de 1931, en las proximidades
de Berlín, seis muchachas se escaparon de un esta­
blecimiento de asistencia pública que alojaba a mu­
chachas de catorce a diecinueve años (y nueve
“educadoras” ) . Constantemente había disputas y
pendencias entre las alumnas y las educadoras.
¿Quién tenía verdaderamente la razón? Todas las
muchachas tenían relaciones sexuales con jóvenes
de los alrededores. La mayor parte de las veces
salían por la noche y regresaban muy tarde, en­
trando generalmente por las ventanas. Muchas de
ellas frecuentaban cada noche a muchachos distintos.
Las relaciones de algunas parejas eran estables.
Ni los muchachos ni las muchachas tenían infor­
mación sobre los medios anticonceptivos y sobre las
posibilidades de prevenir las enfermedades venéreas.
Once muchachas estaban contagiadas y algunas
en cinta. Las educadoras practicaban entre ellas
relaciones homosexuales, que las muchachas (favo­
recidas por el emplazamiento de las camas) podían
observar directamente sin que las educadoras se
diesen cuenta. Existían igualmente relaciones entre

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102 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

educadoras y alumnas. La observación excitaba mu­


cho a las muchachas, que no se calmaban sino des­
pués de haber estado con los muchachos. Pero mu­
chas de ellas sufrían trastornos sexuales, y no se
calmaban. Dos muchachas eran homosexuales. Otras,
que iban con muchachos, también se sentían cons­
tantemente sobreexcitadas homosexualmente ante
lo que observaban. La relación entre su estado de
excitación y sus tendencias homosexuales (provo­
cadas, pero inconscientes) les era desconocida, pero
sí estaba claro para ellas que sus enfrentamientos
con las educadoras dependían del estado de su ten­
sión interna.
Las muchachas pidieron una vez a la dirección
información sobre las enfermedades venéreas. Se
habló mucho de ellos, pero no les fue proporcionada
la información. Entonces estalló una revuelta en la
que fueron rotas todas las ventanas y golpeadas las
educadoras. La dirección no se preocupó del proble­
ma central de estas muchachas: su sexualidad, aun­
que conocía el papel que jugaban las necesidades
sexuales en los conflictos con las educadoras. Cuan­
do se pillaba a una muchacha en falta, era exami­
nada médicamente al día siguiente. ¡Era la más sabia
expresión de la prudencia!
Las muchachas no estaban mal atendidas, pero
los bastonazos las incitaban a la rebeldía y la eva­
sión. Se daban también escenas salvajes cuando se
impedía salir a una muchacha. Es importante saber,
según lo que nos dijeron las muchachas, que las
disputas siempre se producían cuando se sentían
obstaculizadas en su vida sexual por la maquinaria
del establecimiento.
¿A quién corresponde la responsabilidad? ¿A las
muchachas? De ningún modo. Ellas defendían con
tenacidad el derecho a la sexualidad natural. (En
los establecimientos de asistencia pública, los pro­
blemas comienzan siempre que se inicia la madurez

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I.AS RELACIONES DE CAMARADERIA 103

Bexual; es decir, cuando las muchachas comienzan


u tener sus reglas). ¿Correspondía la responsabili­
dad a las educadoras? No, puesto que éstas tenían
derecho a llevar abiertamente una vida sexual nor­
mal, y al no llevarla se tenían que valer de los
uctos homosexuales. La responsabilidad incumbía
únicamente al orden infame que convierte en ani­
males salvajes (bajo la forma de habladurías sobre
la “cultura” y el “bienestar de nuestro pueblo” ) a
muchachas de buena sálud y transforma a las edu­
cadoras en domadoras de fieras. Son también cul­
pables todos esos “ grandes sabios” que escriben
gruesos volúmenes sobre “la objetivación de los prin­
cipios inmanentes del querer perceptivo transcen­
dental”, esos predicadores de la “pubertad cultural”,
los parlanchines de la “gracia espiritual”, el conjunto
de esos lacayos del capital, vanidosos e incultos, que
abusan de la ciencia para desviar a los jóvenes de la
realidad y, por ello, reciben rangos y honores. La
responsabilidad incumbe a las autoridades supe­
riores de la socialdemocracia, con su liberalismo des­
bordante y sus desvarios sentimentales, que quisie­
ran coronar con la aureola del socialismo toda
ignominia de la tración refinada al pueblo.
Las palabras siguientes, de una muchacha de este
establecimiento: “Me da pena de quien entra allí” ,
condena a este flagelo que pesa sobre la población
que trabaja y sufre duramente.
Las condiciones sexuales en estos establecimientos
no se diferencian de las que existen en los correc­
cionales. Y la solución es tan sencilla como la que
se ha encontrado en la Unión Soviética: destruir el
aparato del Estado capitalista y convertir en inofen­
sivos a todos los individuos que se oponen a la su­
presión de estos * /todos. Entonces se podrán poner
<>n práctica todas las medidas que impedirán la edu­
cación a través de la asistencia pública.

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5. SIGNIFICACION DE LA REPRESION
DE LA VIDA SEXUAL DE LOS JOVENES
EN EL CAPITALISMO

¿Qué relación existe entre el orden social capitalis­


ta, su orden sexual, y la forma en que es tratada la
sexualidad de los jóvenes? ¿Cuál es la significación
de la represión sexual de la juventud?
La mayor parte de los jóvenes (a excepción de los
que tienen una clara conciencia de clase) aceptan
el hecho de la represión de su vida sexual como
una cosa natural, normal e inconmovible. Compa­
remos el pequeño número de jóvenes que llevan
una vida sexual satisfactoria con los que no han
podido liberarse de la influencia de la familia bur­
guesa, de la escuela y de la Iglesia, que viven de
forma continente, se masturban o se enredan acci­
dentalmente en el llamado amor platónico que los
hunde en devaneos y quimeras. Observamos que
los jóvenes que tienen ideas claras sobre los proble­
mas sexuales, cuya mayoría procede del proletaria­
do, se rebelan abiertamente contra el hogar, la es­
cuela y la Iglesia, mientras que los jóvenes
sexualmente inhibidos, que proceden esencialmente
de la pequeña burguesía, son generalmente “muy
prudentes”, tanto muchachos como muchachas. Esto
no ocurre por azar, tiene una verdadera significa­
ción. En efecto, en nuestro tiempo la familia y la
escuela, desde un punto de vista político, no son
otra cosa que talleres del orden social "burgués des­
tinados a la fabricación de sujetos discretos y obe­
dientes. El padre, según la imagen tradicional, es el
representante de las autoridades burguesas y del po-

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106 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

der del Estado en la familia. La autoridad del Estado


exige de los adultos la misma actitud obediente y
sumisa que impone el padre a sus hijos cuando éstos
son niños o adolescentes. La falta de espíritu crítico,
la prohibición de la protesta, la ausencia de opinión
personal caracterizan las relaciones de los hijos fie­
les a la familia con los padres, así como la de los
empleados y funcionarios consagrados a las autori­
dades con el Estado, o la de los obreros incultos
y sin conciencia de clase con el director o el pro­
pietario de la fábrica. En la medida en que la con­
ciencia de clase se desarrolla en la familia proleta­
ria, la actitud de los padres hacia los hijos cambia
igualmente, incluso si de todas las actitudes burgue­
sas, ésta es la que cambia más difícil y tardíamente.
El vínculo con la represión sexual es el siguiente:
la represión de las tensiones y de los deseos sexuales
requieren de una gran dosis de energía psíquica en
todo individuo. Esto inhibe y lesiona el desarrollo
de la actividad, de la razón, de la crítica. Por el
contrario, cuanto más se desenvuelve la sexualidad
sana y vigorosamente, el individuo se siente más
libre, activo y crítico en su comportamiento general.
Pero precisamente eso es lo que no tolera el capi­
talismo, que defiende rigurosamente la autoridad y
la tradición. La limitación de la libertad de la acti­
vidad psíquica y de la crítica mediante la represión
sexual es uno de los pilares más importantes del
orden sexual burgués.
Por eso el hecho de que la burguesía tome par­
tido, mediante todos los medios de que dispone, para
mantener y reforzar la moral familiar, tiene una
significación bien clara. En efecto, como ya hemos
dicho, la familia burguesa es, sobre todo, una fábrica
de seres sumisos.
La moral de la abstinencia es exigida de forma
particularmente severa durante la pubertad, porque
en general la juventud comienza a esa edad a re-

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 107

helarse contra la familia; las necesidades sexuales


de cada individuo se enfrentan a los opresores. La
época de la pubertad es precisamente aquélla en
donde surgen en todas las familias, casi sin excep­
ción, los más agudos conflictos entre los adolescentes
y sus padres. Cuando el adolescente no ha sido com­
pletamente reprimido, como es el caso, por ejemplo,
en los medios de los pequeños comerciantes y em­
pleados, aquél comienza a rebelarse progresivamente
con mayor fuerza contra la obligación de pasar las
tardes de los domingos con los adultos en un alber­
gue y escuchar conversaciones que le molestan; todo
adolescente, hombre o mujer, comienza a entrever,
pronto o tarde, con mayor o menor claridad, que su
lugar no es aquél, sino entre otros adolescentes; que
no se siente bien entre los adultos; que aspira a la
vida libre al aire y al sol, al ejercicio físico y a las
relaciones sexuales.
Si nuestro trabajo de esclarecimiento revolucio­
nario no llega a estos jóvenes, al fin caen, después
de un corto y estéril periodo de lucha contra la fa­
milia, en la atmósfera desoladora de ésta, que
les impide toda vida política y que les impregna
de tal modo de la ideología burguesa hasta llevarlos
a los movimientos de la juventud burguesa o a los
movimientos reaccionarios nazis. La visión de con­
junto no se nos debe escapar: el movimiento na­
cionalsocialista recluta su mayoría en la juventud
pequeñoburguesa y toma partido, al mismo tiempo
que la Iglesia y el capital, por la preservación de la
familia burguesa y el mantenimiento de la conti­
nencia entre la juventud. El movimiento nacio­
nalsocialista, junto a sus frases revolucionarias,
defiende consignas que implican la completa servi­
dumbre de las mujeres (agravación de las penas de
prisión por los abortos, “ el lugar de la mujer es el
hogar”, negación de la igualdad de la mujer en las
asociaciones políticas); la ideología nacionalsocia­

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108 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

lista se inspira en la ideología capitalista burguesa


de la familia.
La juventud revolucionaria debe llevar la claridad
a las filas de la juventud en general.
En la lucha por la liberación de todos los jóvenes
de las cadenas de la familia, que los predispone a la
reacción política, nosotros deberemos esperar gran­
des dificultades.
La familia burguesa tiene como fin hacer a los
jóvenes más sumisos y aptos para el matrimonio. Sin
embargo, como la vida sexual y la existencia eco­
nómica de la mujer y del hijo son aún muy difíciles
fuera de la familia legal, e incluso con frecuencia
llenas de peligros para los que no gozan de esta
protección, la familia juega en el capitalismo un
papel muy importante como institución protectora
de las mujeres y de los hijos oprimidos. Por eso las
mujeres proletarias defiende con tanto apasiona­
miento el matrimonio. Sin embargo, la institución
del matrimonio significa, la mayor parte de las ve­
ces, no sólo en los medios burgueses y pequeñobur-
gueses, sino en el seno del proletariado, miseria
moral y tortura. Existe una contradicción en la
institución de la familia que la refuerza y la arruina
a la vez. Por un lado, la familia es una de las es­
tructuras más importantes de la economía privada,
pero por otro lado, la economía capitalista, el paro
masivo, la miseria provocada por la reducción de
los salarios destruyen la familia de la población
obrera: las mujeres y los niños deben trabajar, a
veces no encuentran trabajo, y las tensiones que
ordinariamente existen en el seno de las familias
se acrecientan de tal suerte, que a veces se originan
sentimientos de odio insoportables. Es así como se
destruyen muchas familias proletarias, tanto a causa
de problemas internos como debido a la presión
económica externa. La situación no es muy diferente
en la pequeña burguesía, dejando a un lado la des­

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 109

integración pequeñoburguesa del matrimonio, e in­


cluso si la vida familiar en esta clase es velada con
frecuencia por un sentimentalismo hipócrita y por
la fraseología de “la intimidad del hogar”, etc. Cuan­
to más afecta directamente la miseria económica de
las masas en el capitalismo a la familia pequeño­
burguesa, más rápidamente aparecen las frases hi­
pócritas y con más claridad se presenta la realidad
tal cual es. Desmoralizados por las violencias y las
querellas entre los padres, una masa de jóvenes se
hunde moralmente, si no se acercan a las filas del
movimiento de la juventud proletaria. Si no lo ha­
cen, consumen lo mejor de sus fuerzas en los con­
flictos con la familia.
Pero esta lucha de los jóvenes contra la familia
retrógrada no debe ocultarnos el otro lado del pro­
blema, a saber: que los jóvenes están profundamente
ligados a sus padres y dependen de ellos, tanto moral
como materialmente.
Ocurre con frecuencia que la juventud proletaria,
debido a su autonomía material, es menos depen­
diente. La Iglesia, armada de toda una maquina­
ria de embrutecimiento y de frases acerca de Dios,
sobre su voluntad eterna y sus sabias previsiones, se
lanzan a la batalla para reforzar la dependencia
de los hijos de la tutela familiar y atarlos a la au­
toridad de ésta, elevando hasta las regiones divinas
el matrimonio y la familia, despreciando la crítica
humana. Pues el padre, con su actual representación
—nunca lo podremos repetir con suficiente y viva
claridad—, es para los hijos y la mujer el represen­
tante del orden y de la moral establecidos. Y como
el Papa sostiene el orden establecido, es fiel a su
punto de vista cuando exhorta a los fieles a obede­
cer la ley de Dios, quien ordena a la mujer y a los
hijos ser obedientes y sumisos al marido y al padre,
como éstos lo son al Dios eterno.
Cuando vemos expuestos en el Museo Antirreli­

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110 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

gioso de Moscú las santas imágenes de la época za­


rista, que presentan, ya a Jesús vestido de zar, ya
al zar con una cabeza de Jesús, se comprende fácil­
mente la relación: Dios y Jesús son representacio­
nes, proyecciones celestes en lo supraterrestre del
emperador y de las autoridades, para los adultos, y
del padre para el niño y los adolescentes. El empe­
rador y las autoridades juegan posteriormente en la
vida afectiva de los adultos el mismo papel, y des­
piertan en ellos las mismas actitudes de sumisión
y de ausencia de crítica que el padre para los hijos.
El papel político de la familia no se agota con
esto, pero, sin embargo, es su función política prin­
cipal. La esclavización autoritaria de la juventud se
manifiesta en la familia más que en cualquiera otra
institución de forma tan precoz sobre el aparato
psíquico infantil como en la familia. Por eso se
observa constantemente que la sumisión familiar
concuerda generalmente con la sujeción al orden
establecido, y que la rebeldía contra la familia sig­
nifica frecuentemente el primer paso de los jóvenes
hacia la lucha consciente contra el orden social ca­
pitalista. No es casual que la juventud proletaria se
aleje pronto de la familia, como consecuencia de
su precoz participación en el proceso de producción,
en tanto que la juventud reaccionaria está general­
mente muy sujeta a la familia. El hecho de que el
Estado socialista de la Unión Soviética conceda tan­
ta importancia a la autonomía de los jóvenes, a su
independencia en relación con la familia, a la crítica
a los padres y a la supresión del poder de los padres
sobre los hijos tiene también su significado. La
familia representa frecuentemente el bastión del ca­
pital y de la reacción en el interior de la clase opri­
mida. En el interior de las tristes paredes de su
casa, el padre, que por lo general tiene una real
conciencia de clase, con frecuencia olvida sus ideas
revolucionarias. Se convierte en el patriarca brutal

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 111

y déspota de su mujer y de sus hijos, y sirve incons­


cientemente a la reacción política. Semejante medio
familiar paraliza y destruye, en efecto, el entusiasmo
y la fuerza de la juventud, de la que, sin embargo,
tanto necesita y con urgencia para luchar contra el
orden social dominante.
Examinemos de cerca el ámbito donde se expresa
más intensamente la autoridad de los padres: el de
la vida sexual de los hijos. La intimidación y la
atrofia sexuales, así como el despertar en los hijos
el miedo a la autoridad por sus deseos, pensamientos
y actos sexuales, constituyen el nudo del aparato
psíquico con ayuda del cual la familia esclaviza a la
juventud al capital.
Importa poco que el éxito de esta represión y de
esta sumisión se produzca mediante la brutalidad
o el convencimiento. Los dos métodos están estre­
chamente unidos y corrientemente van aparejados,
o bien, uno de los padres es brutal y el otro es
bondadoso. El resultado es siempre la falta de inde­
pendencia de los jóvenes. Cuando los educadores
burgueses nos dicen que la libertatd sexual hace
a la juventud incapaz de ser educada, nosotros res­
pondemos: efectivamente, pero incapaces de ser
educados para los fines capitalistas.
La miseria psíquica y sexual de los hijos es la
primera consecuencia de la represión sexual por
parte de los padres, a la cual se añade la represión
intelectual por la escuela, el embrutecimiento espi­
ritual por la Iglesia y, finalmente, la opresión y la
explotación material por los empresarios y los pa­
tronos.
La juventud proletaria, debido a su miseria eupi
ritual y a su situación social, se encuentra «mi las
primeras filas de la lucha de clases. Amplias capas
(cuya importancia política es grande), sin embar­
c o , no pueden desarrollar plenamente sus posibili­
dades de lucha política a causa de su dependencia

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112 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

de los padres, generalmente conservadores. Este fac­


tor juega un papel incomparablemente mayor aún
en la juventud proletaria. No existe aún, desgra­
ciadamente, más que un pequeño número de padres
comunistas capaces de poner en práctica igualmen­
te, ante sus hijos, las convicciones de su conciencia
de clase. Este pequeño número representa el modelo
que todo el mundo debe imitar.
Para conducir a los jóvenes a la vanguardia de la
lucha de clases, es necesario tener particularmente
en cuenta sus lazos familiares. Los caminos que
llevan a la vanguardia de la lucha de clases pasan
por la lucha contra la familia y la explicación a sus
padres proletarios del papel reaccionario de la fa­
milia burguesa, y esto mediante medios que aún
no se pueden prever completamente. Pero como el
burgués utiliza un instrumento eficaz para obtener
la sumisión inculcando el miedo por los problemas
sexuales, no es posible hacer tomar conciencia a la
juventud pequeñoburguesa del papel de la autoridad
paterna y, en consecuencia, de la autoridad del Es­
tado de clase en general, si no se convence a estos
jóvenes de que la sexualidad es una cosa simple y
natural, por la cual deben tomar partido y luchar
defendiendo sus derechos contra cuantos los opri­
men. ——
Antes de pasar al problema de saber si existe una
posibilidad en el capitalismo de suprimir la miseria
sexual de los jóvenes o solamente de atenuarla, es
necesario discutir todavía un punto que ha sido
demasiado olvidado hasta ahora en la lucha del
proletariado contra la religión, y cuyo esclareci­
miento facilitará la victoria sobre la servidumbre
de la juventud.
Mientras, a su vez, la escuela impone respecto de
los padres la sumisión intelectual de la juventud, la
Iglesia persigue ante todo la represión sexual que
representa —no se repetirá esto la suficiente— el

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 113

fundamento individual más importante del oscure­


cimiento clerical del espíritu de crítica por el aparato
capitalista.
No es casual —esto tiene una significación clara—
que la “ confirmación” coincida en los jóvenes cató­
licos casi con el comienzo de la maduración sexual.
Mientras que desde sus primeros años los niños
están ya bajo la influencia de la Iglesia, al llegar
a la pubescencia caen completamente bajo su acción
por los medios de la confirmación y del poderosí­
simo instrumento de la confesión. No es un secreto
para nadie que, durante la confesión, el problema
de saber si se ha robado o no carece de importancia,
sino la cuestión de saber si se han realizado o no
actividades “impuras” , es decir, si el joven se ha
masturbado o no, y si se han tenido relaciones
sexuales extraconyugales o no. La confesión signi­
fica la reactivación permanente de los sentimientos
de culpabilidad sexual que los padres han inculcado
en la primera infancia a los hijos, a fin de reprimir
su curiosidad y sus inquietudes sexuales. Durante la
confesión, los jóvenes oyen siempre repetir que
la sexualidad es un grave pecado y que la más alta
autoridad, Dios, ve todo y castiga todo lo malo que
hacen los muchachos y las muchachas. No quere­
mos hablar del inmenso mal que se causa así hoy
a millones de jóvenes púberes en el mundo. De aquí
nace su miedo a la masturbación, que los agota y
los pone verdaderamente enfermos; es a partir de
aquí cuando se desarrollan los estados de angustia
y los graves síntomas hipocondríacos, y finalmente
se consolidan los futuros trastornos sexuales.
Si la sociedad humana no estuviese hoy dirigida
por los banqueros y los curas, que saben utilizar
tan brillante y efectivamente la religión; si la sexo-
logia no estuviese al servicio del capital y si ésta
utilizase su experiencia correcta y consecuentemente
para criticar a la sociedad burguesa, se llegaría
La lucha.—*

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114 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

a la conclusión natural de que la Iglesia es, por su


influencia sobre la sexualidad de la juventud y
su influencia reaccionaria directa sobre los que son
materialmente explotados, una de las institucio­
nes más nefastas de la sociedad de clases; por ello
ningún castigo es suficientemente severo para los
que, plenamente conscientes del mal que causan,
cometen indescriptibles fechorías sin ser molesta­
dos, sino, por el contrario, recompensados
La relación entre la reacción clerical y la repre­
sión sexual no es una cuestión sin importancia. Se
trata de sustraer a la juventud cristiana y la que
le está ideológicamente próxima, a la influencia
de la Iglesia e integrarla a nuestra lucha contra la
Iglesia, la familia burguesa, la escuela reaccionaria,
la sociedad capitalista, en fin; pues esta juventud
son hijos de obreros explotados, de funcionarios
y de campesinos. Nosotros debemos ser capaces de
demostrar a estos jóvenes, con cifras y hechos, que
la Iglesia está al servicio del capital.
Cuando el Papa toma igualmente partido en su
encíclica “ Sobre el matrimonio cristiano” (diciembre
de 1930) a fin de salvar al capitalismo, a favor de la
preservación de la “moralidad” cristiana y del ma­
trimonio, escribe en primer lugar:
“El amor implica la primacía del hombre sobre la
mujer y los hijos, y la sumisión voluntaria, la obe­
diencia solícita de la mujer (y de los hijos) como
escribía el apóstol: «Las mujeres (y los hijos) de­
ben estar sometidos a sus maridos (y padres) como
al Señor, pues el hombre es la cabeza de la mujer
y el padre es el dueño de los hijos, como Cristo es la
cabeza de la Iglesia»” .
Después recomienda “prácticas religiosas” para
combatir la miseria material de las masas y exhor­
ta, por otra parte, a los ricos:
“Los que viven en el lujo no tienen derecho a
emplear su dinero y sus bienes en gastos inútiles,

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 115

o simplemente derrocharlos; deben emplearlos en la


conservación y el bien de los desposeídos”.
Si nosotros decimos a los jóvenes de los movi­
mientos de la juventud cristiana que se encuentran
en contradicción con la Iglesia, porque realizan ac­
tividades sexuales como los jóvenes ateos, aunque
de forma menos consciente y más confundidos, nos
contestarían que ellos quieren, con la ayuda de la
Iglesia y del Espíritu Santo, procurarse fuerzas para
no masturbarse y vencer su sexualidad. Es preciso,
pues, hablarles no solamente de los peligros que
entraña para su salud el aniquilamiento de su sexua­
lidad, sino explicarles también el juego de que son
objeto demostrándoles la verdad sobre la Iglesia.
Por ejemplo, el hecho siguiente: mientras que en
1930, más dé 1,693 millones de marcos destinados
a los inválidos, a los parados y a la alimentación
de los niños, etc. fueron suprimidos del presupues­
to del Estado, cuando escuelas y hospitales estaban
cerrados y los hombres morían en las calles y au­
mentaba espantosamente el suicidio de los jóvenes,
la Iglesia aumentaba sus ingresos con subsidios del
Estado por cuarenta millones el año de 1923, por
setenta y un millones en el año de 1928 y por ochen­
ta y seis millones en el año de 1929. Estos jóvenes
deberían intentar comprender por sí mismos por
qué la Iglesia, en los periodos en que reina la ma­
yor miseria, no sigue sus propias exhortaciones, por
qué no renuncia a nada en favor de los pobres,
sino que se asegura, por el contrario, mayores in­
gresos. Estos ingresos están asegurados, efectiva­
mente, por los impuestos crecientes sobre la pobla­
ción pobre; dicho de otra forma: los oprimidos dan
a la Iglesia, sin la menor duda, los medios finan­
cieros para continuar siendo esclavizados.
Como lo demuestra este ejemplo (desgraciada­
mente no podemos dar, como sería conveniente ha­
cer, en el marco de este libro, los documentos

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116 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

demostrativos), es necesario desarrollar, en una dis­


cusión sobre la miseria sexual de la juventud, el
objetivo último de los planes de la Iglesia y capi­
talistas, pues si no se hace así no se penetra en la
médula del problema; se corre entonces el peligro
de no dar respuestas correctas cuando los jóvenes
preguntan cómo encontrar una solución a su miseria
sexual.
El problema fundamental es el siguiente: ¿Puede
resolver la burguesía en su propio marco el pro­
blema sexual de la juventud? Nosotros responde­
mos: no, en el capitalismo, en tanto reinen la eco­
nomía y la educación burguesas, no habrá solución
a este problema para la masa de los jóvenes, tan
candente para ellos. En los medios burgueses-libe­
rales, se habla, y es cierto, mucho de la miseria de
la juventud, pero es necesario ver de cerca cómo
piensan, o hacen como piensan, y cómo actúan en
realidad. ¿Están verdaderamente dispuestos a con­
ceder a los jóvenes plena autonomía y un modo
de vida sexual que corresponda a su edad? ¿Están
verdaderamente dispuestos a admitir las relaciones
sexuales entre los jóvenes, cuando éstas son nece­
sarias y la abstinencia es perjudicial para su salud?
¿Están dispuestos a dejar de aterrorizar a los jóvenes
acerca de las enfermedades venéreas con filmes de
información que constituyen un peligro público has­
ta tal punto que algunos jóvenes se sienten enfermos
durante su exhibición? (En el 98 por ciento de estos
filmes, se pone el acento sobre el horror a la sexua­
lidad y en la ideología de la continencia; solamente
en el 2 por ciento de los casos, en las posibilidades
actuales de curación, y en cero por ciento, en la
prevención de las enfermedades venéreas.) ¿Están
dispuestos, y pueden hacerlo, a suprimir oficialmen­
te la moral sexual de doble faz, de tal modo que
los jóvenes de la' pequeña burguesía puedan tener
relaciones sexuales con muchachas de su propio me­

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 117

dio y no con prostitutas? ¿Están dispuestos, y su


sistema se lo autoriza, a poner a disposición de la
juventud, en centros de consulta sexual que habría
que establecer, medios anticonceptivos libres y gra­
tuitos? ¿Eliminará la burguesía el párrafo sobre el
aborto y permitirá la interrupción del embarazo de
las jóvenes, gratuitamente y en clínicas oficiales, en
caso de fracaso de los medios anticonceptivos? ¿Pue­
de resolver la burguesía.el problema del alojamien­
to de la juventud, a fin de que no sufra más una
caricatura de vida sexual en las puertas-cocheras, y
detrás de las bardas, donde cada joven pueda sen­
tirse solo con su compañero. ¿Están, finalmente,
dispuestos a educar sexualmente a sus hijos, de
modo que los hagan capaces de practicar posterior­
mente una vida sexual y continuarla cabalmente?
Una estadística de un centro de consulta sexual
de Berlín establece que el 44 por ciento de cuantos
fueron a pedir consejo viven en una habitación con
cocina. Y esto:

327 con una habitación para 3 personas;


354 ......................:....... para 4 personas;
187 ............................... para 5 personas;
81 ............................... para 6 personas;
47 ............................... para 7 personas.

El 20 por ciento no tienen más que una habitación


con posibilidad de utilización parcial de la cocina;
<le éstos, en 240 casos ocupan la habitación tres per­
sonas, y en 76 casos la habitan cuatro. El 4 r> por
ciento de los que acuden a consulta ocupan una pie­
za cocina en la que viven de tres a cinco personas.
Un tercio carece de cama personal, ocupando fre­
cuentemente la cama varias personas.
No, la burguesía no puede, debido a su sistema
económico basado en la explotación de la mayoría
ile la población por una minoría privilegiada, re­

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118 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

solver el problema sexual de la juventud. Incluso


no es capaz de aplacar el hambre de los jóvenes
proletarios. Y ésta es, sin embargo, la primera con­
dición de la solución del problema sexual.
Según los datos del Anuario Estadístico del Im­
perio Alemán (1930), 11,293 hombres y 4,797 muje­
res se suicidaron en 1928; entre ellos, 4,797 mujeres
y 1,440 hombres tenían una edad comprendida entre
quince y treinta años. Sabemos que estas personas
fueron víctimas de la miseria material y sexual;
todos los días, se suicidan ¡47 individuos por tér­
mino medio! Posteriormente ha aumentado el nú­
mero de suicidios de manera inaudita. Tal es el
panorama del “pacifismo” de los demócratas de co­
razón tierno, que no quieren ver correr la sangre.
No queremos entablar aquí una larga discusión
teórica acerca de las razones por las que la burgue­
sía no puede cambiar en ningún caso su orden sexual,
ya hemos hablado repetidamente de ello. Cuando la
sexualidad se libera de sus viejas cadenas burgue­
sas, no es la burguesía quien la estimula o quien
lo desea: se produce contra su voluntad, y no sola­
mente es una expresión de la decadencia de la mo­
ral burguesa, sino también del sistema burgués en
general.
Jóvenes que no tienen una conciencia de clase
clara, por ejemplo, los socialdemócratas, afirman
frecuentemente —presentando las libertades sexua­
les logradas por ellos y de las cuales gozan los
jóvenes de hoy— que la liberación sexual de la ju ­
ventud es posible en el seno del capitalismo, sin re­
volución social; las “ libertades”, afirman, son la
mejor prueba. Nosotros debemos demostrar cla­
ramente a estos jóvenes que están equivocados. Pues
no se trata de una liberación sexual. Es cierto que la
juventud vive sexúalmente hoy de manera distinta
que hace treinta años; es cierto también que la fa­
milia y la Iglesia han perdido mucha influencia

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SIGNIFICACION DE LA REPRESION SEXUAL 119

sobre una parte de la juventud, pero esto sólo ha


sido posible después de un trabajo de esclarecimien­
to revolucionario. Sin embargo, no se puede calificar
de “liberación sexual” la carnavalada sexual de hoy.
¿A qué se parece en realidad esta carnavalada? ¿En
qué estado psíquico y físico abordan los jóvenes esta
vida sexual llamada liberada? ¿Acaso no han au­
mentado los problemas de los jóvenes porque su
sexualidad ha sido perturbada por la familia duran­
te su primera infancia y después en la escuela, hasta
el punto de que son incapaces interiormente de lle­
var una vida sexual, y llevarla satisfactoriamente?
Por otra parte, la creciente concentración de los
jóvenes en las asociaciones de la juventud ¿no les
ha ofrecido un alivio gracias a la actitud conve­
niente de los camaradas que militan en ellas, pero
también les ha agravado sus problemas a causa del
medio, desconocido hasta entonces por los jóvenes?
¿No ha aumentado la previsión social bajo la forma
de información científica, de asistencia social, etc.,
a medida que se descomponía la moral burguesa y
los jóvenes comenzaban a afluir a las asociaciones
juveniles al darse cuenta instintivamente de que el
conflicto entre la familia actual y la juventud era
irreductible? ¿No han aumentado los suicidios por
motivaciones sexuales y los trastornos sexuales en
los últimos años? Es necesario que la juventud so-
cialdemócrata se dé cuenta por sí misma de que la
actitud adoptada por su partido ante ella misma es
autoritaria y sexualmente moralizadora. Los bur­
gueses y los curas de toda clase dirán: “ Sí, la mise­
ria sexual de la juventud se debe a que la moral
de la juventud se ha relajado, y los bolcheviques
son los responsables”. Nosotros les contestamos (y
podemos demostrarlo en detalle) que es la opresión
sexual y material de la juventud la que ha minado
esta moral; que se trata, como lo ha hecho observar
en Norteamérica correctamente el juez burgués

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120 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

Lindsey, de una rebelión sexual inevitable de la


juventud, pero que no conduce siempre en la ac­
tualidad a una clara conciencia revolucionaria, por­
que nos hemos transformado esta rebelión sexual
estéril en una lucha revolucionaria fecunda que hu­
biera dado significación a todo. La evolución econó­
mica de la sociedad burguesa, la incapacidad del
capitalismo para regular satisfactoriamente las rela­
ciones económicas de los hombres, su descomposición
progresiva garantizan ya, sin que tengamos que in­
tervenir, que esta moral proseguirá su descomposi­
ción definitiva.
No es que nosotros hayamos minado esta moral
y que hayamos provocado las crisis económicas.
Tampoco hemos destruido la familia. El sistema ca­
pitalista mismo lo produce. No cumpliremos con
nuestro deber en tanto movimiento de la juventud
y partido revolucionarios, si no aceleramos este do­
loroso proceso que hunde a las masas en la miseria;
si no terminamos con lo que está en trance de pe­
recer, para edificar un orden social humano nuevo,
que ponga definitivamente fin a la dominación de
clase, a la explotación económica, a la servidumbre
intelectual y sexual; que satisfaga el deseo de so­
cialismo de los hombres, que asegure la satisfacción
de sus necesidades fundamentales como el hambre,
el amor, las aspiraciones culturales. . .

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6. LA REVOLUCION SOCIAL COMO
CONDICION PREVIA PARA LA
LIBERACION SEXUAL

Si el problema sexual de los jóvenes no tiene solu­


ción en el capitalismo, debemos poder demostrar
a la masa de los jóvenes que el socialismo puede
resolver el problema. No es difícil hoy hacer la
prueba. ¿Qué país de la Tierra ha hecho tantas cosas
por la juventud como la Unión Soviética?
¿En qué país es la juventud realmente libre? ¿Qué
país ha comenzado a tomar en serio la liberación
sexual de la juventud y cuáles son los países o par­
tidos que se han limitado a verborrear o incluso
han reforzado la represión capitalista de la vida
sexual? La Unión Soviética ha liberado a la juven­
tud; Italia ha acentuado la represión. Tales son los
hechos.
¿Por qué la Unión Soviética ha podido hasta aho­
ra tomar tan gran número de medidas para la libe­
ración sexual? Ha podido hacerlo porque no tiene
ningún interés en la represión sexual, porque ha
suprimido el orden económico capitalista al hacer
realmente la revolución socialista. Nosotros no sere­
mos comprendidos por jóvenes que carecen de orien­
tación o que están mal educados políticamente, si
no podemos explicarles con mucha claridad la natu­
raleza de la revolución socialista. La profunda edu­
cación política de la juventud revolucionaria es, des-
de este punto de vista, la primera condición. Pero
esto no lo hacemos completamente en el contexto
de la situación política actual. Si queremos orga­
nizar la lucha sexual de la juventud, si queremos

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122 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

aclararle a las masas cuanto existe por debajo de


su miseria sexual y ganarlas para nosotros, debemos
pedir en primer lugar a las organizaciones que es­
tablezcan cursos de formación política, a los que
nosotros mismos debemos contribuir. Si no, queda­
remos desarmados ante un joven nacionalsocialista
que está bien impregnado de la teoría de la dife­
rencia entre el capital-rapiña y el capital-produc-
tivo, así como de la falaz ideología del “honor del
hombre alemán” . En efecto, debemos poder demos­
trar a este joven que no hay ninguna diferencia
entre el capital judío y el capital no judío, que Thys-
sen explota lo mismo que Rothschild y que los ju­
díos están igualmente divididos en clases. Igualmen­
te debemos poderle demostrar que el capital, con la
ayuda de la ideología de la castidad, hace de él un
partidario de lo que cree combatir.
El fundamento de toda la vida social, en conse­
cuencia, de la vida sexual, es la economía, la pro­
ducción de los bienes necesarios para vivir. La for­
ma de la vida social y sexual está determinada por
el modo de producción y de distribución de los bie­
nes. En los orígenes de la sociedad humana, cuando
los medios de producción estaban insuficientemente
desarrollados, el trabajo se hacía en común y los
productos se distribuían según el rendimiento del
trabajo de cada uno (comunismo primitivo). Con
la formación de útiles, apareció la división del tra­
bajo; entonces comenzó el cambio de productos y
con él la economía mercantil. Cuanto más se des­
arrolló el progreso técnico de los útiles, más se di­
versificó el proceso del trabajo. Surgieron las ramas
de los más variados oficios. Pero cuando fueron
inventadas las grandes máquinas, ya existían, de un
lado, grupos que poseían suficientes medios para
procurarse máquinas, mientras que, de otro lado, los
artesanos se arruinaban porque sus productos eran
mucho más caros que los fabricados por las máqui-

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REVOLUCION SOCIAL Y LIBERACION SEXUAL 123

ñas. Los propietarios de las máquinas estuvieron


entonces en condiciones de hacer trabajar en las
máquinas, como obreros, a los artesanos arruinados.
Es así como la sociedad se dividió en una clase, los
capitalistas, propietarios de los medios de produc­
ción, y otra clase, los obreros asalariados, los pro­
letarios, que no poseían otra cosa que su fuerza de
trabajo. Entonces comenzó el capitalismo, estadio
superior de la economía mercantil. Además, los se­
ñores de la nobleza feudal se apropiaron la tierra
de los campesinos, y éstos, reducidos a la miseria,
emigraron en masa a las ciudades donde las nuevas
industrias florecían: se convirtieron en obreros de
las fábricas, en proletarios. En sus comienzos, el
capitalismo explotó sin vergüenza alguna. Una jor­
nada de trabajo de dieciséis a dieciocho horas, la
falta de seguridad social, el trabajo de los niños, el
hambre y la miseria caracterizaron al capitalismo
en su nacimiento. Entonces comenzó la organización
del proletariado, que arrancó, a través de levanta­
mientos y revoluciones (revolución de 1848 en Ale­
mania y Austria, Comuna de París en 1871, levan­
tamiento ruso del año 1905, etc.), protección en el
trabajo, aumento de los salarios y disminución de la
jornada de trabajo. La revolución de 1918 conquistó
la jornada de ocho horas que, sin embargo, se ha
perdido en gran parte después. La burguesía no ha
hecho jamás nada por el proletariado; los obreros
y los empleados han tenido siempre que luchar para
mejorar su situación.
En el capitalismo, el progreso técnico, que ahorra
fuerza de trabajo humana, no beneficia nunca a la
masa de los obreros. Por el contrario, el perfeccio­
namiento de las máquinas aumenta el paro obrero.
Los salarios no han sido elevados; por el contrario,
disminuyen considerablemente en relación con la
productividad del trabajo. La jornada de trabajo
no ha sido reducida. (Cuando entre nosotros se ha­

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124 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

bla de introducir la jornada de cinco horas, ello no


significa nada, porque no se produciría un reajuste
de los salarios y los obreros ganarían menos que
antes.) Esto es la racionalización capitalista del tra­
bajo.
El capitalismo oscila entre crisis y crisis, que cada
vez son más agudas. La actual crisis de la economía
capitalista es una crisis mundial sin salida. Por un
lado, la productividad del trabajo crece constante­
mente; por otro, los trabajadores están privados del
goce de los bienes porque son obreros asalariados,
y no reciben sino lo justo para no morir de hambre.
Lo que ellos producen pertenece, según la ley del
capital, a los propietarios de los medios de produc­
ción, los capitalistas. Como resultado de la raciona­
lización capitalista y del hecho de que casi todos los
países subdesarrollados construyen sus propias in­
dustrias, el capitalismo pierde constantemente mer­
cados. Se presenta entonces una sobreproducción de
mercancías; pero las masas no pueden comprar nada
porque están en paro o porque sus salarios dismi­
nuyen constantemente. Un solo ejemplo de la anar­
quía económica capitalista: en Argentina son lan­
zados al mar vagones enteros de cereales porque, de
otro modo, los precios de los cereales descenderían;
en China, por el contrario, millones de personas
mueren de hambre.
La revolución rusa de 1917, bajo la dirección del
Partido Comunista, ha puesto fin a este estado de
cosas en el territorio de la Unión Soviética. Los
propietarios de las fábricas y los grandes terrate­
nientes han sido expropiados; las fábricas pertene­
cen hoy a los obreros, y las tierras, a los campesinos.
Ha sido suprimida la explotación. Un consejo eco­
nómico central orienta la economía y la producción
según las necesidades sin cesar crecientes de las
masas.
El perfeccionamiento de las máquinas y la edifica­

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REVOLUCION SOCIAL Y LIBERACION SEXUAL 125

ción socialista del país han aportado a los obreros,


en el curso de los últimos catorce años, una jornada
de trabajo de cuatro días y un día de descanso con
crecientes salarios, un aumento considerable de la
asistencia social y la desaparición del paro obrero.
La Rusia soviética es el único país que no conoce cri­
sis económicas porque ha destruido al capitalismo.
Por el contrario, las fuerzas de trabajo y las mercan­
cías son insuficientes (a pesar del ritmo considerable
del incremento de la producción), porque las exigen­
cias de 160 millones de obreros y de campesinos, que
están ampliamente retribuidos, crecen rápidamente.*

Habrá, sin duda, muchos jóvenes que nos dirán:


Sí, estamos verdaderamente por la liberación sexual,
pero no estamos por el socialismo. Entonces es ne­
cesario demostrar a estos jóvenes muy claramente
que lo que quieren es un milagro, y que no existe
otro camino para la liberación sexual de la juventud
que el de la revolución.

* Hemos creído conveniente suprimir los siguientes


tres párrafos de este capítulo para ahorrar al lector lo
que estimamos sería enojosa pérdida de tiempo. En efec­
to, se trata de cifras que no constituyen un estudio sis­
temáticos de carácter económico, que en caso afirmativo
sería interesante, sino más bien cifras aisladas útiles en
la época en que fue escrito el trabajo, pero extraordi­
nariamente envejecidas hoy y sin mayor relación con
las ideas centrales del libro para el lector actual. (N.
del Ed.)

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7 . L A P O L IT IZ A C IO N D E L P R O B L E M A
S E X U A L D E LO S JO VEN ES

¿Por qué no hay otro camino que la revolución?,


se preguntan muchos jóvenes cristianos, liberales
o apolíticos. A ello sólo hay una respuesta: ¿renun­
ciarán los capitalistas a la propiedad de las máqui­
nas, de las fábricas, de los inmuebles y de la tierra?
¿Cederán los medios de producción y la tierra a los
que crean con su trabajo la riqueza de la sociedad?
No, no lo harán; por el contrario, serán tanto más
feroces y brutales con la clase oprimida cuanto se
sientan menos capaces de mantener su economía.
Esto es lo que demuestra la realidad de 1931. Si la
masa de los jóvenes no quiere hundirse totalmente,
psíquica y moralmente, si quiere una economía que
tenga en cuenta no solamente sus necesidades físi­
cas, sino también sus necesidades intelectuales y
sexuales, debe tomar conciencia de que la lucha
revolucionaria contra la clase dirigente es inevi­
table
Nosotros mismos debemos comprender con toda
claridad (y hacerlo comprender a la masa de indi­
ferentes, así como a los jóvenes que son aún polí­
ticamente reaccionarios) que una verdadera solu­
ción del problema sexual de los jóvenes no será
posible hasta que la masa de éstos disponga de su­
ficientes alojamientos, vestidos y alimentos, y tenga
ln posibilidad de asimilar el saber y 3a cultura de la
sociedad humana, que no son accesibles hoy más
<|ue a los hijos de las casas ricas. Solamente enton­
ces existirá la base económica y social sobre la que

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128 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

se podrá edificar una vida sexual satisfactoria, feliz


y que tenga en cuenta la naturaleza profunda de los
jóvenes. Y éste es, entre otros, uno de los objetivos
esenciales de la revolución.
En el presente, debemos preguntarnos qué salida
se le ofrece a la juventud obrera en el seno de la
sociedad capitalista. Como el movimiento de la Ju­
ventud Comunista está en la línea política verdadera
de la revolución social, debería ser, en el ámbito de
la sexualidad, el guía de la juventud. La juventud
obrera reconocería esta dirección si el movimiento
comunista se dirigiera a ella de forma adecuada,
resuelta y directa sobre este problema tan ardiente
y espinoso; si los jóvenes sintiesen que este movi­
miento conoce sus miserias y apoya su causa.
Debemos hacernos una verdadera autocrítica y
preguntarnos por qué, precisamente sobre este pro­
blema, hasta ahora hemos permanecidos ocultos en
la sombra, por qué no hemos creído en las inmensas
posibilidades de lucha del conjunto de la juventud
obrera. En primer lugar, debemos aceptar que nos
hemos comportado ante el problema sexual como
un dormilón que intenta en vano quitarse una mo­
lesta mosca con un revés de la mano. Observamos
en el movimiento de la juventud revolucionaria que
el problema sexual perturba e impide la lucha por
la revolución, y siempre decimos lo mismo: “Deje­
mos este problema, no podemos ocuparnos de él,
tenemos cosas mucho más importantes que hacer” .
Pero si el problema reaparece una y otra vez más
candente y apremiante, si incluso (lo que hay que
confesar abiertamente) las organizaciones juveniles
se derrumban frecuentemente debido a los proble­
mas sexuales de los jóvenes, debemos preguntamos
por qué el problema es tan inquietante, y no tene­
mos el derecho, porque es inquietante, de decir sim­
plemente que no tenemos tiempo de ocuparnos de

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 129

él, que tenemos cosas más importantes que hacer,


la vida sexual es un asunto privado, etcétera.
Precisamente la vida sexual no es un asunto pri­
vado cuando conmueve a los jóvenes y perturba, en
sus formas actuales, la lucha política. ¿Qué diría­
mos, en relación con otro problema, si tomásemos
la misma actitud? Diríamos con razón que era una
escapatoria, y combatiríamos justamente a los que
empleasen tales subterfugios. Defenderíamos conse­
cuentemente nuestro punto de vista, a saber: que
no hay dificultades insuperables para un bolchevi­
que, que no reconocemos problemas insolubles, que
tales criterios no son sino pretextos burgueses opor­
tunistas. Cuando surgen problemas, éstos no caen del
cielo, sino que proceden de las contradicciones de
nuestro sistema social, y exigen una respuesta. He­
mos abordado en la lucha de clases los problemas
del deporte, del teatro, de la religión y de la radio,
¿por qué no somos consecuentes en el problema se­
xual de los jóvenes? Si eludimos el problema, debe­
mos decir por qué.
Una razón superficial es que creemos poder con­
sagrarnos totalmente al trabajo revolucionario eli­
minando el problema sexual, y que queremos dis­
tinguirnos del tipo burgués, para el que el problema
sexual constituye el centro de sus preocupaciones
y se limita a hablar mucho de la sexualidad. Hemos
cometido un gran error, porque muchos de nosotros
han querido eliminar a la sexualidad en general
como un asunto inesencial, e incluso burgués. Esta­
mos equivocados, no aprendemos de la realidad. De­
bemos resolver el problema sexual de forma revo­
lucionaria, llegando a una teoría de política sexual
clara, y como consecuencia a la praxis sexual re­
volucionaria, e integrando a ambas al conjunto del
movimiento proletario. Estamos convencidos de que
éste es el verdadero camino para llegar a una so­
lución definitiva.
La lucha.—9

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130 LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

Muchos camaradas se refieren, en sus puntos de


vista negativos, a la entrevista de Lenin con Clara
Zetkin, en la cual aquél se pronunciaba firmemente
contra los debates y discusiones sexuales en los
grupos de trabajo y círculos de la juventud, y hacía
observar que había problemas mucho más impor­
tantes que abordar entonces. Estamos totalmente
de acuerdo con el punto de vista de Lenin, pues
éste luchaba contra la charlatanería sexual super­
ficial y no científica, y también nosotros queremos
luchar contra ella. Las “discusiones” sexuales no son
otra cosa, en efecto, que un sustituto de la actividad
sexual, una masturbación intelectual vulgar. Pero
comprenderemos inmediatamente cómo debemos tra­
tar este problema, citando otras palabras de Lenin
sacadas de la entrevista con Clara Zetkin:
“El comunismo no se propone la ascesis, sino la
alegría de vivir, el vigor, y también una plena vida
amorosa”.
Si el comunismo debe plasmar la alegría de vivir
sexual, es necesario entonces luchar por ella.
En el resumen, el problema se plantea así: en nin­
gún sentido debemos discutir sobre el problema se­
xual, debemos dejarlo a un lado; pero si no hablamos
de él, no podremos conocerlo y aclararlo. ¿Qué hacer
entonces? Precisamente hablar de él de forma políti­
ca. Entonces discutiremos y actuaremos posterior­
mente de forma correcta. Antes de examinar otras
cuestiones y demostrar que ésta es la única solución,
deberemos aclarar también las razones más profun­
das de por qué eludimos este problema.
¿Dónde hemos sido educados todos nosotros? ¿En
qué condiciones hemos sido educados? Hemos sido
educados en una familia y en el sistema capitalista.
Se objetará que existe una diferencia entre la fa­
milia proletaria y la familia burguesa. La cosa no
es tan simple. En primer lugar, debemos pregun­
tarnos en qué proporción la familia proletaria es

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXU AL 131

proletaria y en qué otra proporción es burguesa. No


tenemos que pensar mucho para encontrar la res­
puesta: basta con examinar una a una las diferentes
componentes de los estilos de vida y de las formas
de pensar. ¿Somos ajenos a la ideología burguesa de
la propiedad privada? Sí, en amplio grado, porque
hay una diferencia tajante en las relaciones de pro­
piedad entre la familia burguesa y la familia pro­
letaria. ¿Somos completamente ajenos a la religión?
Aquí la cosa ya no es tan simple. Existen millares
de familias proletarias que son religiosas, y cuanto
más se penetra en el proletariado pequeñobur-
gués, más profundamente está anclada la religión.
¿Y en cuanto a la moral sexual? ¿No está acaso
enraizada en la naturaleza misma de la familia que
el proletario se ha visto obligado a fundar debido
a las condiciones de vida de la sociedad capitalista?
La represión sexual y el enraizamiento de la moral
sexual burguesa ¿no son acaso necesarios para la
pervivencia del matrimonio y de la familia burgue­
sa, como ya lo hemos dicho anteriormente? En efec­
to, las contradicciones entre el estilo de vida del
obrero y la moral familiar burguesa a la que está
sujeto son muy grandes; son contradicciones inexis­
tentes en la mediana y alta burguesía. Pero esta
moral sexual burguesa existe incluso en el prole­
tariado, y es, de todas las ideologías burguesas, la
que está más profundamente anclada porque ha sido
inculcada con fuerza desde la más tierna infancia.
Constituye uno de los pilares ideológicos más pode­
rosos de la burguesía en el interior mismo de la
clase oprimida. Y así vemos todos los días que incluso
jóvenes que tienen una conciencia de clase también
tienen grandes dificultades para liberarse de aquélla.
La moral sexual burguesa (en la que lo esencial
consiste en considerar la vida sexual no de forma
natural, sino en estrecha relación con el orden so­
cial actual y en negar la sexualidad, en adoptar una

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132 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

actitud timorata y retraída ante ella) se encuentra


incrustada en nuestra piel, en nosotros, comunistas,
más profundamente de lo que creemos. No debemos
dejarnos engañar por lo contrario de la timidez, el
flirt, puesto que éste es la sexualidad burguesa afec­
tada de signo negativo. Por eso Lenin tenía perfec­
ta razón cuando caracterizaba la “ teoría del vaso de
agua” como “ bien burguesa”. Las malformaciones
sexuales de las que todos somos víctimas como re­
sultado de la represión sexual, y que están ligadas
a actitudes inconscientes y de rechazo, determina
que no seamos del todo dueños de nosotros mismos
en nuestra vida sexual. Y estas son las razones pro­
fundas por las que no nos entregamos oficialmente
y de modo consecuente al problema; las razones por
las que nadie de entre nosotros se atreve a presentar
criterios de liberación sexuales en nuestra propa­
ganda. También debemos comprender por qué mu­
chos comunistas sonríen tan extrañamente y ponen
cara de asombro desde el momento en que entra en
la discusión de los problemas sexuales. Debemos
terminar resueltamente con todo esto, a pesar de las
grandes dificultades que tendremos para superar
nuestras propias inhibiciones sexuales. Cuanto más
penetremos en capas de jóvenes no educados polí­
ticamente y sin conciencia de clase, mayores serán
las inhibicions que encontraremos.
Pero la praxis demostrará, como ha sido demos­
trado en casos particulares, que nuestra labor —la
de dar a los jóvenes los conocimientos políticos in-
dipensables— nos será facilitada progresivamente
a medida en que lleguemos a vencer sus inhibiciones
sexuales y sus prejuicios morales. En esta labor
sólo obtendremos éxitos oponiendo a la ideología
burguesa, hipócrita y negativa, una concepción que
se pronuncie franca y claramente por la sexualidad.
Muchas opiniones reaccionarias volarán en astillas
en esta lucha, pues, en primer lugar, los jóvenes

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 133

cristianos y nacionalsocialistas no tienen argumentos


sólidos que oponernos, y, en segundo lugar, lo que
es básico incluso si rechazan en apariencia la sexua­
lidad, aceptarán nuestras convicciones secretamente,
en la realidad.
Queremos abordar ahora el problema tal como
se ha planteado en la Unión de la Juventud Comu­
nista a partir del debate consagrado a La primera
muchacha, en la sesión de discusión de masas or­
ganizada por Bogdanov el 21 de abril de 1931 en
Berlín, intentando dar respuestas concretas. Cuando
hayamos clarificado nuestras ideas, podremos abor­
dar mejor otras cuestiones relativas a los grupos
“Fitchte” y a los grupos cristianos, pequeñoburgue-
ses y nacionalsocialistas.
El camarada Hermann, vanguardista rojo decía
entre otras cosas:
“Nos falta un libro en el que sean tratados los pro­
blemas relativos a la juventud alemana, la actitud
de los muchachos y las muchachas en las organiza­
ciones proletarias, en los medios de la juventud en
general, así como los problemas de las relaciones se­
xuales de los jóvenes y los cuadros militantes. Estos
problemas juegan naturalmente un papel importante
para nosotros y deben ser discutidos. Se ha presen­
tado aquí la cuestión siguiente: ¿cómo superar la mi­
seria sexual de la juventud alemana y cuáles son los
intentos hechos para ello? Yo estoy convencido de
que no se puede eliminar la miseria sexual de la ju­
ventud de forma satisfactoria en el interior de este
sistema social, pues las mayores depresiones tienen
su causa en las preocupaciones económicas. (Una jo ­
ven, por ejemplo, que desea un hijo, no puede reali­
zar su deseo.) La mayor parte de las cuestiones son
encaradas, también entre nosotros, desde un punto
de vista burgués, y los grandes discursos sobre la mo­
ral no son solamente pronunciados por los padres,
sino también por nuestros propios camaradas, y no

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134 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

parecen dispuestos a dejar de hablar. Yo creo que


un comunista activo, que un cuadro militante tiene
poco tiempo para ocuparse de sus aventuras amo­
rosas y que, desde este punto de vista, no puede
sentirse satisfecho. Nuestra tarea es relacionarnos
en primer lugar con nuestras muchachas y hacer de
ellas camaradas conscientes, pues la educación bur­
guesa las inhiben demasiado aún, tienen profundos
sentimientos de inferioridad para luchar codo con
codo con los muchachos, como lo deseamos. Por ello
debemos hacerles tomar conciencia de que tienen
los mismos derechos en el seno de la organización.
”E1 problma sexual juega siempre un papel muy
grande en las muchachas. Sienten mucho más estas
cosas que los muchachos que van un día con una
muchacha, otro día con otra. Las muchachas apre­
cian mucho más a un camarada estable. Esta es la
regla, aunque haya excepciones. Creo que se deben
establecer relaciones más sanas y que las tensiones
sexuales tienen mucha importancia en la juventud
proletaria, que debería considerar la lucha de clases
como su primera tarea; creo que las tensiones sexua­
les desvían mucho el trabajo y que han anulado
a muchos buenos militantes, que han desaparecido
sencillamente de la organización. Fuerzas valiosas,
que hubieran podido hacer algo útil para la organi­
zación, se han dejado desviar de la lucha por his­
torias personales”.
Este camarada ha planteado el problema correc­
tamente en sus puntos esenciales. La miseria sexual
no puede ser realmente abolida en un sentido satis­
factorio en el interior del sistema. Pero nosotros
quisiéramos hacer inmediatamente nuestra auto­
crítica y demostrar, apoyándonos en razones dadas
por el camarada, que tenemos prejuicios burgueses,
incluso si tenemos ideas políticas muy justas.
El camarada cita el ejemplo de la muchacha que
no puede satisfacer el deseo de tener un hijo de­

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 135

bido a sus preocupaciones económicas. Esto es cierto


para muchas jóvenes, pero no es el problema central,
porque un gran número de muchachas quieren tener
relaciones sexuales sin tener hijos. Los trastornos
del humor de los jóvenes provienen de que no pue­
den regular su impetuosa sexualidad debido a la
miseria material y falta de ocasión, de dinero o de
medios anticonceptivos. (Dejamos a un lado los tras­
tornos psíquicos.) Por eso el camarada Ernest tenía
razón al decir: “Naturalmente, existe una gran mi­
seria sexual en Alemania como en todos los países
capitalistas; esta miseria afecta profundamente a
los jóvenes porque viven con sus padres ya que no
pueden disponer de casa propia, porque muchos
no tienen trabajo ni dinero para atender a su sub­
sistencia, por eso no pueden vivir con las personas
que quisieran vivir, y muchas relaciones, que serían
posibles en cuanto medianamente estuvieran asegu­
radas las condiciones materiales, se malogran sim­
plemente porque estas condiciones no lo permiten’'.
Cuando se poner en primer lugar el problema del
deseo de las jóvenes de tener hijos, esto significa,
incluso si este deseo juega un papel, que se sitúa
el problema en un camino estrecho. La burguesía
elude el problema sexual de una forma típica, ele­
vando a los cielos el amor maternal y el deseo de
tener hijos, y oscureciendo todo lo demás. En rea­
lidad, el deseo de tener hijos normalmente se ma­
nifiesta cuando las necesidades sexuales están col­
madas. No queremos contarles cuentos a los jóvenes;
en consecuencia, no se trata de plantear el problema
de la reproducción, sino el de los medios anticon­
ceptivos, el de la satisfacción sexual en la época
de la pubertad y el de la regulación de su vida amo­
rosa. Faltan todas las condiciones para resolver es­
tos problemas en el capitalismo. La construcción de
alojamientos está en manos de especuladores que
se benefician de la miseria de las masas. Sólo la

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136 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

socialización de las empresas de construcción y la


transformación de la propiedad inmobiliaria en pro­
piedad social, como es el caso actualmente en la
Unión Soviética, puede resolver este problema La
condición previa es, pues, la expropiación de los
propietarios inmobiliarios y la supresión de la pro­
piedad privada del suelo. Pero esto sólo lo puede
llevar a cabo la revolución socialista. La difusión
entre los jóvenes de los mejores medios anticoncep­
tivos, desde que desean tener relaciones sexuales,
es otra condición para que su vida sexual sea nor­
mal y satisfactoria. Pero la reacción política es tan
feroz y terrorista en este ámbito como en todos
los campos vitales para la burguesía. La posibilidad
de interrumpir un embarazo no deseado en las clí­
nicas públicas es igualmente una condición funda­
mental. Muchachas que padecen hambre y miseria,
ignorantes y arrastrándose desengañadas por las ca­
lles y los cafés no son capaces de llevar una vida
sexual normal y satisfactoria; se sienten sexualmen-
te abandonadas (de lo que no son culpables, sino la
sociedad) o están sexualmente perturbadas. Como
la represión sexual burguesa de los padres y de la
escuela es la causa de estos trastornos, se hace ne­
cesario, para suprimir esta represión sexual, trans­
formar el conjunto de la vida económica y social,
de tal modo que las mujeres se emancipen y se li­
beren del poder del hombre y los padres pierdan
su autoridad brutal sobre sus hijos. La condición
reside en la educación social de los niños y en un
cambio completo de actitud en el problema de la
sexualidad infantil.
El camarada Hermann subrayó que los grandes
sermones morales eran pronunciados tanto por los
padres como por camaradas del Partido. Esto es
absolutamente cierto. Muchos camaradas maduros,
que están casados y viven en familia, no se com­
portan correctamente ante la juventud. Debemos

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 137

reconocer que esto es un elemento contrarrevolu­


cionario en nuestro propio campo que no sirve, en
último análisis, sino a la clase dirigente. Podremos
hacer muchas cosas en este campo cuando orguni
cemos grandes discusiones públicas entre los jóve­
nes y sus padres; cuando los jóvenes, que no se
atreven en sus casas, o que se enzarzan y agotan «mi
querellas inútiles, puedan presentar a plena luz-
bajo el control de la masa de jóvenes y padres, sus
miserias y sus quejas. Podemos estar seguros (pues
la práctica lo ha demostrado) que los padres no
podrán defender por mucho tiempo en público el
punto de vista que sostienen en la casa. Los jóvenes
saldrán vencedores y esto liberará fuerzas para las
organizaciones de la juventud. Los padres también
entrarán en contacto con el movimiento proletario,
muchos de ellos por primera vez, y se les hará luz
sobre su propia situación. En consecuencia, ¿no es
un importante problema el problema sexual de la
juventud? No tenemos derecho a negarlo.
El camarada Hermann decía también que un cua­
dro militante tenía muy poco tiempo para ocuparse
de “historias amorosas” y que, desde ese punto de
vista, no podía alcanzar una satisfacción integral.
Esto es cierto, pero dicho de esta forma, incompleta,
es fácil llegar a falsas generalizaciones. El militante
que trabaja en la Juventud Comunista tiene una
enorme responsabilidad en la lucha de clases, y se
convierte en un modelo para los otros en estos asun­
tos. Se hace necesario entonces encarar grandes sa
crificios personales y subordinar la vida privada
a la lucha de clases. Pero al abordar esta cuestión,
debemos distinguir varios casos: los que tienen con­
ciencia de clase, los indiferentes, los jóvenes bur­
gueses o los jóvenes proletarios con ideas todavía
reaccionarias. Detengámonos en primer lugar en el
militante responsable. Nuestros militantes están,
ciertamente, sobrecargados de un trabajo de Par­

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138 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

tido agobiante; no tienen tiempo para las “aventuras


amorosas”. Conocemos tres clases de militantes res­
ponsables en el movimiento de la juventud prole­
taria: primeramente, el militante que no tiene nin­
guna vida sexual y que entrega todas sus energías
al trabajo del Partido; el militante que lleva discre­
tamente una vida sexual normal con una camarada
y que consagra igualmente todas sus energías al
Partido; por último, el militante que se encuentra
en un conflicto más o menos doloroso entre sus
deberes de Partido y sus aventuras amorosas. Si
observamos a estos camaradas, no superficialmente,
sino abarcando todo el curso de su vida, comproba­
remos que el mejor militante, es decir, el que cum­
ple su trabajo con más seriedad, y también con la
mayor perseverancia siempre ligado al movimiento,
es el que lleva una vida amorosa normal. La sexua­
lidad ha dejado de ser para él un problema. El pri­
mer tipo de militante es igualmente bueno, pero,
como lo demuestra la experiencia, frecuentemente
por sólo un lapso de tiempo limitado. Esto se expli­
ca por el hecho de que este militante sofoca en el
trabajo sus dificultades personales para hundirse
más tarde, de una u otra forma, y acabar por aban­
donar el movimiento. Se deduce de la experiencia
clínica, sin equívoco alguno, que esto no es debido
a agotamiento, como se cree generalmente que es la
única o esencial causa de estos desplomes, sino que
éstos son debidos a las dificultades sexuales, a las
dificultades de la “vida privada” , que en relación
con las grandes exigencias del Partido convierten
al militante en cuestión incapaz de continuar la lu­
cha. En efecto, no es posible soportar la ausencia
de vida sexual sin sufrir a largo plazo muy graves
trastornos. Aquí adoptamos este punto de vista, no
solamente en interés de la salud de los militantes,
sino también en interés del trabajo revolucionario.
I .n inestabilidad constante de los militantes anula

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 139

su trabajo, y nosotros tenemos interés en quo la


capacidad de trabajo de cada militante dure ol ma
yor tiempo posible. Una vida sexual lo más rrgu-
lada posible es una de las condiciones más impor
tantes.
Se cree ganar energías eliminando totalmente la
la vida sexual. Esto es un error. En verdad, cuando
se restringe demasiado la vida sexual, la eficacia del
trabajo desmerece y, por el contrario, se recobra
ampliamente el tiempo que se emplea en la vida
privada gracias al vigor que infunde una vida sexual
satisfactoria.
Existen en la vida del Partido momentos, a veces
semanas o meses, en que las tareas son tan grandes
que se hace necesario reducir al mínimo indispen­
sable las satisfacciones sexuales o incluso renunciar
completamente a ellas. Estoy hay que tenerlo en
cuenta, pero no puede ser la regla en tiempos nor­
males. Además, en tales periodos, los camaradas que
gozan de buena salud soportan la situación mis
fácilmente, porque la situación les obliga a estable­
cer relaciones temporales de camaradería. No es
necesario que las relaciones duraderas se degraden
por poco que el problema se aborde con toda fran­
queza. En consecuencia, no vemos por qué están
cuestiones han de ser tratadas en abstracto, sino
siempre concretamente en relación con la situación
de donde surgen.
Es necesario añadir que los militantes que rst/m
en perpetuo conflicto entre su trabajo de Partido
y su vida privada son generalmente camarada:, qui­
no se han desprendido de una cierta complicación
burguesa en la vida sexual, especialmente las ca
maradas; en la mayor parte de los casos se trata d<‘
una clase de perturbaciones sexuales. No es, pues, la
sexualidad la que determina estas dificultades, sino
las perturbaciones que sufren los camaradas. Estos
casos son molestos, pues las malformaciones bur-

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140 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

guesas y is trastornos sexuales no pueden ser su-


primidos, en algunos casos particulares, sino por un
prolongado tratamiento psíquico de amplio alcance
que no es posible aplicar a las masas. Pero no debe­
mos ser escépticos, pues estamos convencidos de que
creando en la organización una atmósfera sexual
más franca y libre, ayudaremos a muchos camaradas
a superar sus dificultades y a cumplir mejor sus
tareas de Partido.
El camarada Hermann pensaba, por otra parte, y
justamente, que una de nuestras tareas más impor­
tantes es entablar pronto relaciones con nuestras
camaradas y hacer de ellas militantes con los mis­
mos derechos que los hombres. Y en la misma se­
sión, la camarada Lotte llegó al nudo del problema
al decir esto: “ ¿A qué se parece la práctica en la
Unión de la Juventud Comunista? Es muy impor­
tante poner al orden del día de este debate cómo
podrán ingresar otras muchachas en la Unión de la
Juventud Comunista, pues cuando sólo hay dos mu­
chachas en un grupo de treinta y ocho muchachos,
el problema se plantea de forma diferente. Ayer
tarde se celebró el primer Congreso Alemán de las
Juventudes Obreras. Las muchachas de la Unión de
Juventudes Comunistas se reunieron ayer en Berlín
y había muchachas admirables. En relación con el
número total de mujeres, hay pocas organizadas,
pero una vez que se incorporan en la organización,
trabajan con más perseverancia y entusiasmo que
los muchachos. Cuando examinamos los grupos, ve­
mos que la relación es aproximadamente de dos
muchachas por cada veinte muchachos. Esta es la
causa de que las muchachas adopten una actitud
más decidida que los muchachos en los grupos, y
esto engendra verdaderamente complicaciones. Los
muchachos van detrás de otras muchachas que no
son de la organización y a las que no logran hacer­

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 141

las entrar en ella inmediatamente; con frecuencia


ocurre que los muchachos se alejan”.
En consecuencia, debemos concluir lo siguiente:
1) que las muchachas son más difíciles de hacer­
las ingresar a la organización que los muchachos;
2) que la desproporción dificulta muy gravemen­
te el trabajo en la organización, debido a que los
muchachos salen con otras muchachas y abandonan
la organización;
3) que el problema práctico más importante a
resolver es saber cómo atraer a la organización a las
muchachas, a fin de terminar con esta anomalía.
La camarada Lotte examinó también por qué no
logramos atraer a las muchachas. Pensaba que esto
es debido a nuestros métodos, que determinan que
un joven no se encuentre a gusto entre nosotros al
cabo de un tiempo; que la Juventud Comunista
debe intentar encontrar métodos nuevos; que una de
las razones de este desafecto son las largas inter­
venciones, demasiado sabias y en general presenta­
das de tal modo que “nadie los comprende” . Y
decía con mucha razón: “ Si nuestros métodos fueran
más vivos, mejoraríamos todas nuestras relaciones,
y del mismo modo las relaciones entre muchachos y
muchachas. Debemos adoptar métodos que nos per­
mitan atraer a la juventud, haciéndola salir de
sí misma. Es un error organizar primeramente un
curso de política y dedicar después cinco minutos
a los problemas personales” . ¿Por qué es más difícil
atraer a la organización a las muchachas que a los
muchachos? Se sabe, y de ello se discutió en esta
sesión, que muchas muchachas prefieren ir a las
salas de baile. La camarada Lotte ha insistido par­
ticularmente en que es necesario encontrar métodos
adecuados a fin de alejar a las muchachas de los
dancings, y que era necesario enviar no solamente
a muchachas, sino a muchachos. Creo que tiene
razón, de eso estamos convencidos. Ha superado el

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142 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

miedo a reconocer las necesidades sexuales de la


juventud y tenerlas en cuenta para la animación
del trabajo político y de su organización. Debemos
preguntamos, pues, por qué las muchachas prefie­
ren irse a bailar que ingresar en las organizaciones
políticas. Si cubrimos el expediente lanzando epí­
tetos: burgueses o no-proletarios, no avanzaremos
un paso. Todavía menos, si consideramos a las mu­
chachas como atrasadas o las menospreciamos. Nos­
otros no hemos afirmado precisamente que la ju­
ventud está más preocupada por los problemas
sexuales que por los problemas políticos; sí hemos
cometido el error de considerar a la sexualidad
como un asunto burgués. Por ello debemos consi­
derar las dificultades sexuales del adolescente tan
importantes para él como la miseria material. Los
dos problemas están igualmente enraizados en la
sociedad capitalista, uno indirectamente, otro direc­
tamente. Debemos comprender que si los intereses
políticos son menores en las muchachas, esto se debe
a que la represión sexual a que están sometidas
desde su infancia es más severa que en los mucha­
chos. Y debemos concluir en que la represión sexual
es un problema político importante. Debemos, en
fin, decir (lo que todos los jóvenes saben) que un
gran número de muchachas y muchachos ingresan
en la organización por las mismas razones subjetivas
que les impulsa a ir a las salas de baile: la necesidad
de un compañero sexual, de una vida sexual. El
hecho de que estos jóvenes se encuentran la mayor
parte de las veces sexualmente perturbados no cam
bia nada ni les impide buscar esta vida sexual. No
debemos ver esta realidad a través del prisma de­
formante del burdel burgués, sino que debemos,
como revolucionarios, ponemos sin equívocos y sin
dudas del lado de las realidades. Si es cierto que la
sexualidad es lo que inquieta más a los jóvenes,

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 143

debemos actuar consecuentemente y atraerlos con


sus preocupaciones sexuales a la organización.
Es cierto que los jóvenes vienen con frecuencia
a la organización (más frecuentemente de lo que so
cree, porque no lo dicen a nadie y porque se habla
poco con ellos) debido a sus necesidades sexuales
además de por un impulso político. Las organiza­
ciones juveniles se lamentan, en general, de muchas
deserciones, cuando se deberían preguntar por quó
habían venido desde un punto de vista personal. La
camarada Lotte afirmaba que no se encontraban en
las filas de la unión de la juventud muchachos y
muchachas entre los dieciocho y los veinte años:
“No están en la Juventud, no están en el Partido.
Se han perdido para nosotros. Debemos encontrar,
pues, medios y métodos para atraerlos”.
Esto concuerda con nuestras observaciones. Mu­
chachos y muchachas ingresan a los quince y dieciéis
años en las organizaciones juveniles, desaparecen
pronto, a los dieciocho o diecinueve años y, más
tarde, sólo algunos reaparecen en el Partido. Esto
también está ligado a la forma del trabajo diario en
el movimiento juvenil. Ocurre lo siguiente: !una
pequeña fracción de responsables está sobrecargada
de trabajo hasta el agotamiento, en tanto que la
gran masa no acude más que a las manifestaciones
del Primero de Mayo y no hace gran cosa en el
resto del tiempo., Estos camaradas inactivos nos han
dicho que temen ser sobrecargados de trabajo y que
no querían ser exprimidos como limones, según ex­
presión de algunos de ellos. Nos encontramos ante
un problema organizativo extremadamente impor­
tante, pues se trata de la justa distribución de las
tareas, sobre lo que diremos unas palabras. Cuando
haya aproximadamente el mismo número de mu­
chachos y muchachas en la organización, cuando
unos y otras tengan buenas relaciones de camarade­
ría y sexuales, todos querrán participar, será más

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I
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144 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

fácil repartir las tareas, y descargar a unos de tra­


bajo e interesar a los otros confiándoles tareas polí­
ticas. El reconocimiento oficial de la vida sexual
en la organización, la oposición, en consecuencia, al
punto de vista según el cual la sexualidad es una
cosa privada y que se debe reprimir cuanto sea po­
sible, nos pueden ser extraordinariamente útiles por
razones puramente organizativas.
Si cumplimos nuestro trabajo de formación polí­
tica de forma enérgica y fructuosa, no deberemos
tener temor de ofrecer a la juventud distracciones
bajo formas que desean y sobre las cuales aún tene­
mos mucho que reflexionar. Sin embargo, no ten­
dremos éxito más que cuando hayamos desterrado
de nuestras filas el “tartufismo”.
Deberíamos hacer dos tipos de actividades: no
solamente organizar de forma viva y más adaptada
a la juventud conferencias sobre economía política y
organización, como el camarada ha propuesto, sino
también tener en cuenta las necesidades esenciales
y organizar conferencias de sexología política en el
marco de nuestras conferencias culturales, partien­
do de problemas puramente personales, que preo­
cupan a los jóvenes, para llegar a la gran política, a
los últimos problemas del orden económico y social.
Con ello evitaríamos que a la mayoría de los jóvenes,
como ocurre con frecuencia, no les gusten o acepten
con reticencias las conferencias. Obtendremos en­
tonces lo que queremos realmente: una adhesión
afectiva y real de los jóvenes a la causa de todos
los obreros y al Partido Comunista.
Muchachas y muchachos de todos los medios ex­
perimentarán el inquebrantable sentimiento de que
la Juventud Comunista y el Partido Comunista son
los únicos que verdaderamente comprenden sus ne­
cesidades personales, tanto desde el punto de vista
médico como social, al acudir en su ayuda hasta el
límite de sus posibilidades y poniendo en marcha

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 145

en el cuadro de las organizaciones de masas centros


de consulta sexual para los jóvenes y creando una
atmósfera más libre, más sana y más conveniente
para la juventud, y ofreciéndoles también una sa­
lida a su miseria. Esta salida, en efecto, no lleva
directamente al paraíso, pero representa para los
jóvenes un verdadero alivio y un reconocimiento
de su naturaleza profunda; significa la lucha por
la liberación material y sexual, no solamente de los
jóvenes, sino de las masas oprimidas, sufrientes en
general.
Veremos entonces afluir en masa a los jóvenes
hacia nosotros, a la vez que nos veremos situados
ante un problema delicado, a saber: cómo lograr
los medios y las formas organizativas para encua­
drar verdaderamente a esta masa de jóvenes y sa­
tisfacer sus necesidades de información política y
sexual. Mas igualmente resolveremos estas cuestio­
nes a condición, sin embargo, de no temer al asalto
de la burguesía y de los jefes pequeñoburgueses so-
cialdemócratas, que seguramente nos reprocharán
esta “vida de burdel”. ¿Dejaremos de hacer propa­
ganda por la expropiación de las fábricas, de los
inmuebles y de los latifundios y realizarla cuando
llegue el momento únicamente porque la burguesía
nos trate de canalla, ladrones y bandidos? Cierta­
mente, no lo haremos. Y el slogan “vida de bur­
der' no nos impedirá en adelante utilizar todos
los medios para conquistar la liberación de todos los
obreros de la represión sexual. Debemos, en fin,
terminar de querer demostrar a la burguesía que
nosotros también tenemos principios “ morales” ;
por el contrario, deberemos combatir por todos los
medios esta “moralidad”, desenmascararla como
“vida de burdel” en el sentido más auténtico del
término, liquidarla y reemplazarla por nuestra pro­
pia moral, que toma partido, como lo demuestra
La lucha .—10

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146 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

este trabajo, por una vida sexual ordenada y sa­


tisfactoria.
Encontraremos la verdadera salida a las dificul­
tades y solamente prepararemos la verdadera li­
beración sexual de la juventud, cuando hablemos
tan abiertamente como lo hizo el camarada Eritz ¿T"
en esta sesión de discusión: “También se puede ob­
servar entre nosotros, en la juventud, que cuando
hay una o varias muchachas en el grupo, se las aís­
la completamente y se las quiere llevar, por así
decirlo, a perseguir fines puramente espirituales.
Creo que es muy importante para las muchachas
no realizar únicamente trabajo teórico o incluso
práctico; en efecto, existe tanto en los muchachos
como en las muchachas una excitación recíproca
cuando son amigos y trabajan juntos, pero las re­
uniones de grupo no deben convertirse en reuniones
cortesanas, y habría que oponerse a ello enérgica­
mente. Hay también que evitar que las muchachas
que realizan un trabajo importante y no pueden
conceder a la sexualidad más que algunos instantes
a veces, sean molestadas porque los responsables
crean que son timoratas en su vida privada. Los
muchachos van de una muchacha a otra sin pre­
ocuparse de más, pero esto afecta durante mucho
tiempo a la muchacha, sobre todo cuando es nueva
en la organización y se trata en el caso del mu­
chacho de un responsable por el cual tenía inicial­
mente una gran estima y éste la ha utilizado como
pasatiempo; entonces se puede producir en ella lo
mismo que a Sanja —y creo que con frecuencia—
le ocurrió en La primera muchacha. Deberemos te­
ner cuidado en que la relación numérica entre mu­
chachos y muchachas mejore, para no tener frente
a unas pocas muchachas un gran número de mu­
chachos. Pero cuando unos y otras se hallen en
número igual en la' célula, no hay por qué hacer
los reproches usuales burgueses: hoy sale con una,

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 147

mañana con otra. Muchachos y muchachas están en


la célula, y es un prejuicio completamente burgués
creer que el\muchacho se comporta mal porque con
traiga amistad con una muchacha sólo por un cierto
tiempo. Nosotros tenemos una concepción del inun­
do proletaria; para nosotros, tales prejuicios 110
existdn”¡ \\
El camarada ha planteado el problema de forma
absolutamente\correcta y ha respondido justamen­
te. El burgués exige del joven una conducta “ res­
ponsable’, pero con ello quiere decir “continen­
cia”. También dice el burgués que no hay que
“dilapidar” la sexualidad, pero entiende por dila­
pidación toda relación sexual extraconyugal en ge­
neral., En realidad,, ¿quién es más irresponsable y
lúbrico que el moralista? ¿Quién seduce a las mu­
chachas, quién las utiliza como instrumentos, quién
organiza borracheras y orgías? Nosotros no quere­
mos seducir, forzar y transformar la sexualidad en
un asunto vulgar; nosotros queremos que mucha­
chos y muchachas tengan una vida sexual satisfac­
toria. Que se nos diga que esto es “dejar ir” poco
nos importa.
Muchos muchachos y muchachas saben la di fe
rencia que hay entre una vida sexual enfermiza y
una vida sexual sana. Si preguntásemos más en
nuestro trabajo de formación política y de sexo-
logia política, a los muchachos y muchachas <le las
organizaciones de base, y nos preocupásemos me
nos de las opiniones de tantos camaradas intelec
tuales de complicadas ideas y sentimientos, hace
ya tiempo que hubiéramos encontrado la dirección
política que debemos tomar en la cuestión sexual
de los jóvenes. No se trata de subestimar a los ca­
maradas intelectuales, pero debemos decir (y nues­
tros camaradas intelectuales, estudiantes, médicos,
profesores, juristas, etc., deberían saberlo por sí
mismos) que ellos han salido de familias hurgue-

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148 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

sas; que traen al campo proletario, precisamente en


el ámbito de la sexualidad, más incertidumbre y
juicios de valor (sobrestimación de las pretendida«
relaciones espirituales entre los sexos) que en cual
quier otro terreno. También están, desde el punto
de vista de la ideología sexual, mucho más defor­
mados que el simple obrero, y numerosos prejuicios
morales, en la vida sexual de los jóvenes, proceden
generalmente de estos camaradas intelectuales, que
no han llegado asimilar este problema. Volviendo
a las observaciones del camarada, debemos decir
que ha comprendido correctamente el problema cen­
tral del libro La primera muchacha. Ahora quere­
mos abordar rápidamente este libro. ¿Qué describo,
cuáles son los problemas que plantea y qué clases
de soluciones ofrece?
La primera muchacha es una brillante descrip­
ción de la lucha de la juventud rusa contra la re­
acción y por la edificación del socialismo. Por esta
única razón, merece ser leído por todos los jóve­
nes. Pero el libro trata también principalmente la
cuestión sexual. Una célula comunista se animu
extraordinariamente con la llegada de una joven
muchacha y se desarrolla desde este momento. Aun
que se sabe claramente que es la atracción sexual
que provoca la “ primera muchacha” la causa de
esta animación, nadie lo confiesa abiertamente. Po­
demos estar seguros de que una camarada sexual
mente menos atractiva, aun trabajando tan bien
como ella, no habría jugado el papel que Sanja. El
problema descrito por el libro es, en general, se*
mejante a los nuestros: solamente una muchachil
para siete muchachos. Esto no podía terminar f<*
lizmente. La célula se desarrolla primeramente,
pero cuando la muchacha entabló relaciones amis­
tosas con los muchachos, el desequilibrio numérico
comenzó a perturbar la vida de la célula. La mucha
cha comenzó a vivir sexualmente de forma "dlso-

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i •>i ITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 149

liilu", como se dice. No podemos demostrarlo, pero


ln <|ti(‘ sabemos por experiencia clínica nos hace
i>< MMir que el elemento esencial en esta búsqueda
di ><11 frenada de relaciones sexuales con cualquier
hombre era una perturbación de su sexualidad. Uno
■Ir los muchachos que se había enamorado particur
luí mente de ella se puso celoso. Sería un gran error
i|iieror negar esta realidad; ella, sin ser mencio­
nada, aparece claramente en toda la historia. Y no
<ri casual que sea precisamente el muchacho que
mu:; la amaba el que la mata de un tiro de fusil.
Oíros camaradas, pensando más en el honor del
Hi upo, no cogieron el fusil para pegarle un tiro.
,,1‘or qué se produjo este desenlace tan desgraciado?
Los muchachos de este grupo estaban penetrados
de la concepción burguesa según la cual el canta­
dlo venéreo es deshonroso y que, en consecuencia,
hay que mantenerlo en secreto. No vieron que la
musa del deterioro de la vida de la célula residía
i ii el hecho de que no había más que una sola mu­
chacha y que los muchachos se encontraban sin com-
pañera; en el hecho de que tanto los muchachos
romo la muchacha no se atrevían a atacar este tan
•ándente problema para ellos, tan firmemente, por
ejemplo, como luchaban contra los desertores; final­
mente, el muchacho que mató a la muchacha era
totalmente inconsciente (lo que es aún más peli­
l lo s o ) de los celos que le impulsaron a esta acción
rom o último eslabón de un encadenamiento de cali­
na» No está, en lo absoluto, en el espíritu de mar­
xismo y del leninismo, descartar las realidades, úni­
camente porque la realidad de la lucha de clases
merece prioridad. Precisamente interesa evaluar co-
i ledamente las diferentes realidades; interesa re­
conocer, junto a los lazos que unen a los comunistas
ni la lucha por la revolución, los celos como realidad
de la vida humana, apreciar su significación y no

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150 LA LUCHA SEXUAL DE LOS JOVENES

afirmar simplemente que los celos “no son proleta­


rios” , que no existen. Si en la célula de Sanja, él
problema no fue planteado y abordado abiertamen­
te; si sobre todos los miembros de la célula no hu­
biese pesado una herencia capitalista: el temor mal­
sano a las cuestiones sexuales; si éstos no hubiesen
estado de una otra u otra forma desequilibrados se-
xualmente, especialmente la muchacha; si hubiesen
sabido prevenirse de las enfermedades venéreas,
Sanja no hubiera muerto y el trabajo del Partido no
se habría trastornado.
Debemos liberamos con todas nuestras fuerzas del
concepto específicamente burgués de “ disoluto”, tan
frecuente aún en nuestros medios. No debe preocu­
pamos cuántas veces este o aquel muchacho o esta
o aquella muchacha ha tenido relaciones, y con qué
camarada, sino únicamente si las relaciones sexuales
provocan malestares personal o perjudican al tra­
bajo político. Para expresarnos con toda claridad,
tal como lo ha hecho el camarada Fritz, decimos:
cuando los muchachos y las muchachas “frecuentan”
a tales o cuales camaradas del grupo, sin que ello per­
judique al trabajo del Partido; cuando las rela­
ciones entre camaradas del grupo se consolidan;
cuando muchachas y muchachos continúan en el
grupo; cuando el trabajo progresa y el desarrollo
personal de los militantes no sufre, se manifiesta la
reacción política en nuestro propio campo oponién­
dose a estas relaciones únicamente porque se está
pendiente de una caprichosa moral pequeñoburguesa.
Perdemos pie firme en cuanto comenzamos a pres­
cribir no importa qué “en el aire”. El ir con uno y
con otro puede ser útil en una ocasión determinada,
y en otras puede ser perjudicial. Nosotros debemos
ayudar a la juventud a ser tan consciente e inde­
pendiente como lo exigen las tareas del trabajo re­
volucionario.

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 151

En primer lugar, es conveniente hacer una lista


de todos los slogans que tienen por misión velar la
hipocresía y la pudibendez en las discusiones sobro
los problemas sexuales, y que en lugar de aclarar­
los los ocultan. Algunos de ellos son: “amor espiri­
tual”, “camaradería”, “aprender a conocerse los se­
xos”, “paso del amor sensual al amor individual”,
“comprenderse”, etc. Cuando un individuo utiliza
estos slogans, sin explicar claramente el fondo del
problema, cuando observamos que da vueltas en
torno al acto sexual, hay que decirle con la habitual
franqueza comunista, o bien que deje de hablar si
no comprende de lo que se trata, o bien que se ex­
plique con toda claridad, pues de otro modo no ter­
minaríamos nunca de discutir.
Si alguno se presenta diciendo: “Nosotros tene­
mos necesidad de todas nuestras fuerzas para la re­
volución”, le daremos razones, incluso miles de ra­
zones. Pero si dice: “No hay vida privada”, o bien
“Tu vida privada sólo te concierne a ti”, le pregun­
taremos si piensa esto en general y discutiremos con
él a fin de persuadirlo de que el problema sexual de
la juventud y el conjunto de los problemas sexuales
se plantean completamente diferentes antes de la
revolución, durante la revolución y después de la
revolución. Así podremos demostrarle que piensa
de una forma no marxista, y bien burguesa si ge­
neraliza la cuestión y si no quiere ver las realidades
concretas.
Antes de la revolución, la Juventud Comunista,
que tiene una conciencia de clase, debe movilizar
a las masas de los jóvenes para la revolución. En
esta etapa, la cuestión sexual de la juventud forma
parte de la luclia general del movimiento proleta­
rio. Antes de la revolución no podemos ayudar mu­
cho a los jóvenes desde un punto de vista sexual,
sino politizar este problema, transformar la rebe­

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152 LA LUCHA SEXU AL DE LOS JOVENES

lión sexual de la juventud de secreta en abierta,


transformarla en una lucha revolucionariaScontra el
orden social capitalista.
En el momento de la revolución, cuando todo está
patas arriba; cuando todo lo carcomido se hunde;
cuando nos levantamos sobre los despojos de una
sociedad corrompida, explotadora, cruel y podrida,
no se trata de moralizar. Cuando las contradicciones
sexuales de la juventud aumentan, lo que importa
entonces es concebir la revolución sexual en rela­
ción con la transformación histórica y situarse del
lado de la juventud, ayudarla cuanto sea posible,
aun sabiendo que se trata de una etapa de transi­
ción. Temer los trastornos de esta etapa de tran­
sición, temer a la juventud enfervorizada, recaer en
las ideologías burguesas, en la ascesis y el moralis-
mo, significa quedar detrás de los acontecimientos
históricos y oponerse a la marcha de la historia.
Después de la revoliuñón, cuando el pueblo libe­
rado de los explotadores se entrega a construir el
socialismo, a transformar la economía en un sentido
socialista, a acabar con las reliquias podridas del
capitalismo en todos los terrenos, la cuestión se
plantea de una forma completamente diferente. En­
tonces la sociedad de todos los obreros debe pensar
también en el orden sexual futuro y prepararlo. Este
orden no puede ser otro que el de una vida amo­
rosa satisfecha, que procure fuerza vital y alegría
de vivir, como dijo Lenin, Incluso si „no podemos
adelantar mucho de los detalles de esta vida, es, sin
embargo, cierto que las necesidades sexuales de los
hombres serán satisfechas en la sociedaff comunis­
ta; es cierto también que en la mémda en que la
racionalización socialista del trabajo y el aumento
de la productividad del trabajo disminuyan el tiem­
po de trabajo y las cadencias, la vida sexual, libe­
rada de la abyección burguesa y de la economía
privada, liberada del dinero, de la brutalidad y del

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POLITIZACION DEL PROBLEMA SEXUAL 153

envilecimiento, tomará de nuevo su lugar en ln so­


ciedad humana a un nivel más elevado, junto a las
actividades culturales y deportivas. Y los hombre»
serán de nuevo capaces de gozar de su sexualidad
porque la base económica de la opresión sexual, la
economía privada, que los hace incapaces de gozar
la y, en consecuencia, los convierte en enfermos <*n
el sentido propio del término, habrá desaparecido
No pintamos un cuadro utópico, sino que ya ve­
mos claramente el comienzo de la evolución hacia
este objetivo: la Unión Soviética a los catorce años
de la revolución proletaria. Tenemos, pues, la pru<-
ba de que sólo el socialismo puede realizar la revo­
lución sexual. Por eso, en el capitalismo se trata de
movilizar todas las fuerzas a fin de convencer en
esta perspectiva a los millones de oprimidos y movili­
zarlos en la implacable lucha contra todo lo que se
opone a esta liberación. Los jóvenes marcharán a la
cabeza de este movimiento debido precisamente a
la gran opresión material, autoritaria y sexual a que
se sienten sometidos y que los unen. Ganaremos para
nosotros a la juventud y la entusiasmaremos por la
causa de la revolución. Nosotros comprendemos su
miseria sexual y la persuadiremos de lo único que
se puede decir hoy en el capitalismo con toda res­
ponsabilidad: en la sociedad capitalista no existe li­
beración sexual de la juventud; si quieren suprimir
la miseria sexual, deben luchar entonces por el so­
cialismo. El socialismo es la alegría de vivir sexual,
ignora a quienes no tienen ideas claras sobre las
cuestiones sexuales, elimina en primer lugar la do­
minación de quienes elevan los ojos al cielo cuando
hablan de amor, pero que en realidad destruyen la
sexualidad de la juventud.

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CUESTIONARIO

I. ¿Piensas que la línea fundamental que se ha


desarrollado en este libro es capaz-de resolver
prácticamente el problema sexual de la juven­
tud?

II. ¿Cuáles son los defectos de este libro (con»


prensión, cuestiones planteadas, línea política,
etcétera?).

III. ¿Qué sugestiones (modificaciones, complemen­


tos) haces para la próxima edición?

IV. ¿Tienes proposiciones prácticas para la organi­


zación de la lucha político-sexual de la juven­
tud bajo dirección revolucionaria?

V. ¿Quieres participar, como militante activo, en


la lucha de los jóvenes?

Si sí, en qué campo y en qué calidad (organi­


zación, venta y difusión de escritos, economía
política, sexología política, formación).

Nombre: ................................................................
Dirección: ..............................................................
Profesión y organización política: ..................

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