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El comprador de un automóvil tiene derecho a que el concesionario le brinde el servicio de manera eficiente y aun

cuando delegue dicha prestación en sus concesionarios, no deben eximirse ni liberarse de responsabilidad.

8 mayo 2012 por Ed. Microjuris.com Argentina 6 comentarios

Voces: COMPRAVENTA – COMPRAVENTA DE AUTOMOTORES – RESPONSABILIDAD DEL FABRICANTE –


DEFENSA DEL CONSUMIDOR – DAÑOS Y PERJUICIOS – PRIVACIÓN DEL USO DEL AUTOMOTOR – DAÑO
MORAL

Partes: Monti Eduardo Jorge y otro c/ Maynar AG S.A. y otro s/ sumarísimo

Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial Sala/Juzgado: A Fecha: 9-feb-2012

Cita: MJ-JU-M-71863-AR | MJJ71863 | MJJ71863

Sumario:

1.-En materia de responsabilidad del fabricante, el art. 40 de la ley 24240 – de Defensa del Consumidor -, incorporado
por el art.4° de la ley 24999, establece que si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la
prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y
quien haya puesto su marca en la cosa o servicio , responsabilidad ésta que es solidaria, sin perjuicio de las acciones de
repetición que correspondan y en el entendimiento de que sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la
causa del daño le ha sido ajena.

2.-La norma del art. 40 de la ley 24240 abandona el régimen de la responsabilidad basada en la culpa, ya que éste
resulta inadecuado y desprotege a la víctima al recaer sobre ella la carga de la prueba, siguiendo de este modo los
postulados del nuevo derecho en materia de daños que, con una concepción más solidarista, centra la atención en el
daño injustamente sufrido por sobre la conducta del dañador.

3.-El consumidor tiene a su favor la acción de responsabilidad negocial contra los que han intervenido en la relación
superadora de la antigua distinción entre responsabilidad contractual y extracontractual para resolver el problema de la
protección al consumidor o usuario. Por tanto, aún cuando pudiera presumirse que los daños ocasionados a los
demandantes ha sido motivados en una defectuosa prestación del servicio por parte de la concesionaria, el fabricante
debe responder por lo actuado por el concesionario (cfr. arts. 7 , 8 y 40 LDC) ya que en este caso particular, no ha
podido desligar su responsabilidad, más si se pondera su obligación de brindar un servicio técnico adecuado impuesto
por los arts. 12 y 13 LCQ que obliga a los fabricantes no solo a asegurar un servicio técnico adecuado sino al suministro
de partes y repuestos.

4.-El comprador de un automóvil tiene derecho a que el concesionario le brinde el servicio de manera eficiente y que, en
caso de deficiencia de esa prestación que a ésta imponen la ley de defensa del consumidor, aun cuando la deleguen en
sus concesionarios, no los exime ni les permite liberarse de la responsabilidad que fija la norma

5.-Cualquier daño sea resarcible debe existir plena certidumbre sobre su existencia. Su prueba es esencial, puesto que si
no se halla demostrado, carece de sustento la pretensión resarcitoria que tuviera por presupuesto -justamente- ese
extremo.

6.-La falta del vehículo no constituye por sí sola un daño resarcible si no se suministran elementos de juicio que hagan
verosímil la existencia de un concreto perjuicio derivado de esa carencia. Esto es así porque, si bien la indisponibilidad
del rodado implica necesariamente para su dueño o usuario una serie de molestias, gastos adicionales y pérdidas de
tiempo y de dinero -en caso de ser empleado como herramienta de trabajo- que, sin lugar a dudas, constituyen un
menoscabo susceptible de ser indemnizado y que -en principio- debe ser presumido, ya que quien adquiere un vehículo
lo hace para llenar alguna necesidad -aunque sea de recreo-, no menos cierto es que, como contrapartida, el uso de un
rodado ocasiona una serie de erogaciones, tanto directas como indirectas, tales como estacionamiento, combustible,
lubricantes, repuestos y demás gastos de mantenimiento, que se evitan, en principio, cuando no se dispone de la
posibilidad de utilizar el automóvil.

7.-Para que la falta del vehículo como rubro indemnizatorio prospere, es exigible que el interesado suministre prueba
concreta de que esos gastos y molestias causados por la falta del vehículo superan o exceden el ahorro que produce esa
ausencia de uso, allegando al Tribunal los elementos de juicio necesarios a ese fin, de modo de evitar que se produzca
un enriquecimiento sin causa en perjuicio del deudor

8.-Las expectativas frustradas de un viaje que intentaron realizar los accionantes y las viscisitudes en torno al deficiente
estado del automotor adquirido, conforman estrictamente un verdadero daño moral, cuando se ha probado con los
elementos que se cuentan en autos la modificación disvaliosa del espíritu, del querer o del sentir de los actores
damnificados.

9.-El agravio moral importa una lesión a las afecciones legítimas, entre otras, la paz, la tranquilidad del espíritu, aunque
no cualquier inquietud o perturbación del ánimo derivados de la privación de bienes materiales son suficientes para
justificarlo.

10.-El daño moral existe cuando se lesionan derechos de las personas que son extraños a valores económicos y su
reparación tiene un carácter resarcitorio y no meramente sancionatorio o ejemplar, en tanto lo que se trata es de lograr, a
través de la indemnización, una compensación que, en alguna medida, morigere los efectos del agravio moral sufrido.

11.-La acreditación del daño moral no requiere, necesariamente, de elementos que objetiven, mediante pericias médicas
o psicológicas, la existencia de un perjuicio físico o psíquico. N.R.: Sumarios elaborados por Ricardo A. Nissen.

Fallo:

Buenos Aires, 9 de febrero de 2012.

Y VISTOS:

I.) Apelaron los actores Eduardo Jorge Monti y María Angélica Morisio de Monti, y las co-accionadas Maynar AG S.A y
Volkswagen Argentina S.A la sentencia pronunciada a fs. 605/628, mediante la cual el Sr. Juez de Grado hizo lugar
parcialmente a la demanda y, en consecuencia, condenó a éstos últimos a abonar, en el término de diez (10) días de
notificados, la suma total de $ 7.396,74 en concepto de daño material y moral, devengando dicho importe -solo en caso
de contumaz incumplimiento- los réditos que cobra el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones de descuento
a 30 días, desde el vencimiento del plazo de diez (10) días antedicho; distribuyendo las costas del proceso en un veinte
(20) % para las codemandadas y en un ochenta (80)% para los accionantes.-

El magistrado de grado señaló que cabía resolver, en primer término, la cuestión relativa a la existencia de fallas o
desperfectos en el automotor de los actores y de resolverse en sentido positivo dicho extremo, dilucidarse luego la
responsabilidad de las codemandadas en el asunto. Expuso que, según lo afirmado por los justiciables, el rodado
presentaba un problema en el sistema de distribución lo que ocasionó que el motor dejara de funcionar, a su vez, las
coaccionadas no son contestes respecto de cuál había sido la falla en sí (para la concesionaria había existido un
desperfecto en el material incorporado que derivó en la rotura del perno que soportaba el tensor de la correa de
distribución, mientras que para Volkswagen Argentina S.A. -el fabricante- los problemas se suscitaron exclusivamente
por la mala praxis de Maynar AG S.A al no reemplazar los tensores junto con la correa de distribución).-

El Juez de Grado, con sustento en la peritación mecánica, donde el experto informó, entre otras cosas: a) que el
desperfecto fue provocado por la rotura del tornillo de fijación (fs.568), b) que resultaba imposible -sin inspeccionar el
tornillo en cuestión- saber si el mismo tuvo una falla material o si fue apretado a una tensión mayor que la admitida por
dicha pieza (fs. 568 vta) y, c) que el automóvil Passat 1.8 -propiedad de los actores- padeció un problema en el sistema
de distribución que no debió haber ocurrido pues había sido reparado una semana antes en el taller de la concesionaria
Maynar AG S.A, sin perjuicio de que no pudo acreditarse el motivo de dicha rotura.-

En punto a la responsabilidad de la concesionaria y de la automotriz demandadas, el sentenciante estimó, por un lado,


que Maynar AG S.A. debía responder por los daños ocasionados producto de lo que cabe presumir fue una defectuosa
prestación de servicio (arg. art. 40 , LDC) y, por otro, responsabilizó a Volkwagen Argentina S.A. por lo actuado -por lo
menos en este caso- por el concesionario (arg. arts. 7, 8 y 40, ley 24.240) pues, no solo delegó -mediante su vinculación
con sus concesionarios- la comercialización de sus productos nuevos, sino que obtiene ventajas en la posterior venta de
los repuestos comercializados (en el transcurso de la garantía del automotor y durante, también, la totalidad de la vida útil
del mismo).-

El a quo, al expedirse sobre el modo en que debían repararse los daños padecidos por los consumidores demandantes,
admitió sobre los “gastos” con causa en el desperfecto del automotor ($ 13.000): a) el costo de reparación limitando su
alcance a un importe total de $ 474,74 -según el siguiente detalle: $ 279,74 por la “correa dentada” y $ 195 en concepto
de mano de obra-, ya que la factura n° 0017-00012295 incluía otros servicios ajenos al cambio de la correa de
distribución dentada; b) los ítem resarcitorios vinculados con gastos de cubiertas nuevas ($ 522, ver fs. 282) y la pérdida
de reserva en el Hotel Correntoso, que ascendió a $ 1.400 -ver informe de fs.310/312-. Asimismo, rechazó in totum la
compensación por desvalorización del automotor ($ 6.300) porque el perito no pudo constatarlo dado que los accionantes
lo vendieron durante la tramitación de este juicio, como así también, la pretensión por privación de uso -$ 3.000- toda vez
que el respectivo perjuicio no había sido fehacientemente acreditado en la causa.-.-

En lo que concierne al resarcimiento del daño moral, el juez sostuvo que, a fin de compensar el rechazo del concepto
“privación de uso” y evitar superposición de rubros indeminzatorios, correspondía estimarlo en la suma de $ 5.000, pues
la frustración del viaje a Villa la Angostura y la imposibilidad de usar el vehículo durante dos (2) meses había producido
en los actores un menoscabo en sus posibilidades de esparcimiento y la insatisfacción espiritual ante el impedimento del
goce de la cosa propia.-

Los fundamentos del recurso interpuesto por la parte actora obran desarrollados a fs. 636/648 y fueron contestados por
Maynar AG S.A a fs. 670/672 y por Volkswagen Argentina S.A a fs. 674/683.-

A su vez, los agravios de la accionada Maynar AG S.A lucen a fs. 653/654, y fueron respondidos por la coaccionada
Volkwagen Argentina S.A en fs. 685/686 y por los actores en fs. 691/692.

Por último, el memorial de Volkwagen Argentina S.A obra a fs.660/666, y la respuesta de los accionantes a fs. 689.-

II.) Los hechos invocados en la demanda.-


Eduardo Jorge Monti y María Angélica Morisio de Monti promovieron demanda contra Maynar AG S.A y Volkwagen
Argentina S.A., pretendiendo la reparación de los daños y perjuicios derivados de la reparación defectuosa de su
vehículo marca Volkwagen (modelo Passat 1.8 T del año 2.001), por la suma de $ setenta mil (70.000) o lo que en más o
en menos resultara de la prueba a producirse, con más sus intereses y costas (ver fs.53).-

Explicaron que en ocasión de haber programado un viaje a Villa La Angostura llevaron su automóvil a la concesionaria
Maynar AG S.A -donde lo habían adquirido durante el año 2.001- para efectuar una revisión y servicio previo en marzo
de 2.004. Como parte del servicio les aconsejaron el cambio de la cadena de distribución, arreglo por el cual sufragaron
la suma de $ 1.922,09.-

Señalaron en su relato que al emprender el viaje, tras haber transitado aproximadamente unos 250 km, a la altura del
Partido de 9 de Julio, su rodado Passat se detuvo abruptamente, con fuerte ruido, temblor y pérdida de agua. Asistidos
por el auxilio mecánico del ACA pudo constatarse la rotura de la citada correa de distribución y luego de remolcarse el
automóvil hasta la agencia demandada para su reparación, esta última afrontó los costos del acarreo y ofreció, acto
seguido, otro vehículo en préstamo -Toyota Corona, modelo 1.999- que tenían para la reventa. Que intentaron continuar
el viaje con aquél vehículo prestado pero, sin embargo, en su transcurso advirtieron un fuerte temblor en el volante y que
luego de pernoctar en un hotel en el camino, procedieron a su revisión en una gomería de la Localidad de Trenque
Lauquen (Provincia de Buenos Aires), donde se les informó que el rodado tenía cuatro (4) neumáticos distintos que
generaban un peligro inminente, por lo cual tuvieron que adquirir dos (2) neumáticos nuevos y como los desperfectos
subsistían, regresaron nuevamente a Buenos Aires quedando así frustrado el viaje programado.-

Afirmaron que de inmediato devolvieron el automotor prestado (el día 29.3.04) y a partir de allí, visto que la concesionaria
no les brindaba ninguna información acerca de las reparaciones de su vehículo, con fecha 07.04.04, hicieron una
constatación de su estado mediante acta notarial.Afirmaron que durante casi dos (2) meses se habían visto privados de
tener el automóvil, que la agencia les ofreció la adquisición de un nuevo vehículo con pérdida de comisión, pero bajando
notoriamente el precio del automotor siniestrado. Alegaron que finalmente el día 07.05.04 se les entregó el automotor y a
la semana de haberlo retirado volvió a fallar, debiendo llevarlo nuevamente a la concesionaria para su reparación.-

III.) Los agravios de los actores.-

Expusieron que el fallo contendría omisiones en la valoración de pruebas concretadas en autos, como ser, los
testimonios de los Sres. Taboada y Sandoval que brindaron, según dijeron, datos relevantes acerca de los hechos del
caso, por ejemplo, respecto a ingentes gastos en traslados que el co-actor Monti tuvo que irrogar por su actividad
profesional y durante el tiempo que duró la reparación del vehículo. Pusieron de relieve también que en la demanda
habían pedido la aplicación del art.52 bis de la ley 24.240, para que se fijara el daño punitivo allí previsto -con base en el
incumplimiento de obligaciones contractuales-, no obstante lo cual la sentencia de grado omitió su tratamiento.-

Se quejaron también de que no se admitiera la suma abonada por el servicio técnico de los 60.000 Km ($ 325, véase
facturación copiada a fs.35), y lo irrogado por combustible, pues su existencia debía juzgarse por el solo desplazamiento
del rodado, de modo que la estimación efectuada al demandar -$ 800- tendría que agregarse a la cuenta resarcitoria,
como así también los costos por la estadía en el Hotel de Chivilcoy ($ 278) y el costo del acta notarial que refieren (anexo
E, fs.46/49).-

Discreparon asimismo con la conclusión del juzgador con respecto al rubro “desvalorización del automotor” habida
cuenta de que, sin perjuicio de no haberse efectuado la peritación sobre el rodado -a raíz de su venta luego de iniciada la
litis-, incorporaron a la causa suficientes elementos que darían cuenta -a su criterio- de la disminución en su valor de
reventa cercano a los $ 20.000. Postularon, por otra parte, la procedencia del rubro “privación de uso” y en punto al item
“daño moral” señalaron que el monto fijado en la sentencia no era suficiente para enjugar el verdadera magnitud del
perjuicio.-
Por último, se quejaron de que los intereses sobre el monto de condena no hayan sido fijados a partir del incumplimiento
de la obligación de hacer consistente en el servicio que se les prometió y que dio lugar al hecho generador de los
perjuicios que sustentar su acción, como así también el modo en que se impusieron las costas del proceso.-

3.1. Recurso de apelación de Maynar AG S.A.-

En lo que hace a esta parte, se agravió basicamente de la responsabilidad que en el acaecimiento de los perjuicios le es
atribuida en la sentencia apelada.Adujo en tal sentido que la presunción del sentenciante de que la falla fue producida
por su mala praxis resultaría antojadiza ya que, a su entender, no se ponderó que Volkswagen Argentina S.A, se hizo
cargo de las reparaciones necesarias del vehículo por lo que debia entenderse que esta última debía responsabilizarse
de todo ello como consecuencia de la falla del material.-

Puso de relieve que no está controvertido que su parte, ante el desperfecto del rodado de los actores, había afrontado los
costos de su acarreo, poniendo a disposición de aquéllos un vehículo usado marca Toyota -Modelo Corona año 99-, no
constando claramente el motivo por el cual llegaron solo hasta la ciudad de Trenque Lauquen para luego regresar a Bs.
As y entregar el auto sustituto dado en préstamo. Concluyó de todo ello en que no podía concluirse que la falta de
concreción del viaje y el impedimento del goce de la cosa propia no le sería imputable, razón por la cual la sentencia de
grado debía revocarse.-

3.2. Recurso de Apelación de Volkwagen Argentina S.A.-

En lo que hace a esta codemandada, se agravió en punto a que la garantía ofrecida por el fabricante no se extendía por
toda la vida útil del producto, pues ello contrariaría lo establecido por el Plan de Asistencia Técnica -garantía-. Indicó al
respecto que los accionantes no cumplieron con los servicios de mantenimiento necesarios e indispensables para la
vigencia de la garantía y, en consecuencia, la misma ya se había cancelado automáticametne con anterioridad al
vencimiento del plazo de un (1) año. Añadió que la reparación efectuada por la concesionaria lo fue en desempeño de
sus negocios como taller autónomo.-

Adujo que en la especie no existió defecto alguno de fabricación, sino mala praxis de la concesionaria y que, en tal
contexto, no le sería aplicable el art.40 LDC, por tratarse de un servicio de mantenimiento o post-venta realizado en
forma independiente a la prestación de la garantía, siendo su parte un tercero ajeno a esa situación. Destacó además
que no intervino en el cambio y/o venta de la correa de distribución, y que su participación tuvo lugar con posterioridad, a
pedido del concesionario, quien solicitó la asistencia técnica de la fábrica cuando el daño ya estaba hecho. Requirió por
todo ello que se la eximiera de toda responsabilidad en el asunto.-

IV.) La solución propuesta.-

1.) Thema decidendum.-

El enfoque preliminar que dio el magistrado de grado, a fin de analizar las distintas contingencias que hacen a la
litigiosidad del caso, no merece reproche. Es que resulta incuestionable para determinar la responsabilidad que los
actores endilgaron, en forma previa, la evaluación del peritaje mecánico para determinar o no la existencia de
desperfectos en el vehículo de aquéllos.-
Reitérase que el punto de partida de la controverisa se centra en que a resultas de la revisión vehicular la concesionaria
Maynar AG S.A aconsejó el cambio del sistema de distribución, a lo que accedieron los actores. Ahora, en orden a la
mentada reparación -cambio del sistema de distribución- el fabricante como la otra demandada mantienen posturas
disímiles, mientras que la concesionaria atribuyó el desperfecto a una falla material que habría ocasionado la rotura del
perno que soporta el tensor de la correa de deistribución que dio lugar a que el motor dejase de funcionar correctamente
-fs.92-; Volkswagen Argentina S.A alegó, por el contrario, que los problemas suscitados en la distribución tuvieron su
razón de ser exclusivamente en la mala praxis del concesionario que, a su entender, no habría reemplazado los tensores
junto con la correa dentada.-

Pues bien, el peritaje llevado a cabo en autos da cuenta de que la rotura del motor fue provocada por “la rotura del
tornillo de fijación .” ver fs.568 y en cuanto a si existió o no una falla material en esa pieza, destacó que “sin inspeccionar
el tornillo es imposible saber si el mismo tuvo una falla de materia o si el mismo fue apretado a una tensión mayor a la
admitida por dicha pieza ” (sic fs. 568 vta). Obsérvase que el experto se vio impedido de verificar el vehículo a resultas,
se reitera, de la venta del automotor durante la tramitación del presente juicio. De modo si bien los justiciables están
contestes en que el vehículo en cuestión ingresó al taller de la concesionaria Maynar AG S.A., donde, entre otras
prestaciones, se cambió la correa de distribución dando lugar a las contingencias suscitadas ulteriormente, no ha podido
despejarse la cuestión en punto a si el desperfecto en el sistema de distribución tuvo su razón de ser en una falla
material y/o en un error técnico del concesionario.-

Va de suyo que como bien dijo el juzgador lo que ha quedado probado, en debida forma, es que el automóvil Passat 1.8.
propiedad de los accionantes padeció un desperfecto en el sistema de distribución luego de una semana de efectuada su
reparación, lo que en definitiva no debió haber ocurrido.-

2.) Más allá de que la concesionaria y la automotriz, en sus agravios, han rechazado las responsabilidades enrostradas
en la instancia de grado, lo cierto es que, como primer paso, el fabricante se sirve de las cosas que produce poniéndolas
en el comercio, con lo cual obtiene indudablemente una utilidad económica, a través de su publicidad, de un nombre y
marca prestigiosa que generan, desde ya, expectativas razonables y justificadas en los usuarios.Desde tal sesgo, cabe
señalar que distintas son las posturas que fundamentan la responsabilidad del fabricante frente a un consumidor que,
como los actores, resultan ser los destinatarios de su producto, que recibieron en una cadena de comercialización.-

Sentado lo anterior, un sector de la doctrina considera que la víctima tiene una acción contractual contra aquél con
fundamento básicamente en que las modalidades de fabricación y comercialización de los productos conforman una
estructura contractual plurilateral integrada por una sucesión de contratos de adhesión cuyo objetivo es que éstos lleguen
al consumidor. El ensanchamiento de la responsabilidad contractual posibilita que el consumidor pueda demandar al
fabricante con quien no se contrató, con base en lo que pueden denominarse los deberes del tráfico que vinculan al
fabricante con el consumidor (Ghersi, Carlos Alberto, “Derechos y Responsabilidades de las Empresas y Consumidores”,
págs. 118/119).-

De su lado, otra corriente emplaza la cuestión dentro del ámbito extracontractual. A su vez, dentro de esta tesis hay
quienes lo fundan en la noción de culpa del art. 1.109 del Cód. Civil, pero, dada la dificultad de la víctima en probar esa
culpa, se recurre a las presunciones invirtiendo la carga de la prueba. También enrolado en la tesis extracontractual, otro
sector ubica el problema dentro del ámbito del art. 1113, segundo párrafo, del Cód. Civil que establece la responsabilidad
objetiva. El fabricante es responsable de los daños que causan los productos defectuosos y que pone en circulación en el
mercado, generando de ese modo un riesgo y mediante el cual, a su vez, obtiene beneficios econcómicos.El escollo que
presenta esta postura es que esta norma solamente podría ser aplicada en relación a las personas que menciona dicha
disposición, es decir, el dueño o guardián de la cosa, y al momento de producirse el daño el fabricante ha dejado de serlo
por haberse desprendido de ella.-

En esa misma línea, aunque salvando la deficiencia recién apuntada, se inscribe actualmente la solución legal
consagrada por el art. 40 de la ley 24.240 -de Defensa del Consumidor-, incorporado por el art.4° de la ley 24.999, que
establece que ” si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán
el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la
cosa o servicio”, responsabilidad ésta que es “solidaria, sin perjuico de las acciones de repetición que correspondan” y en
el entendimiento de que “sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.”
Esta norma abandona el régimen de la responsabilidad basada en la culpa, ya que éste resulta inadecuado y desprotege
a la víctima al recaer sobre ella la carga de la prueba, siguiendo de este modo los postulados del nuevo derecho en
materia de daños que, con una concepción más solidarista, centra la atención en el daño injustamente sufrido por sobre
la conducta del dañador (cfr. esta CNCom., esta Sala A., 30.06.10 in re”Novoa Claudia Marcela c/ Taraborelli Aumobiles
S.A y otro s. ordinario).-

No es ocioso reiterar, que los actores compraron el automóvil a la concesionaria Maynar en el año 2.001, y que en
ocasión de haber preparado un viaje, consideraron prudente revisarlo en la agencia donde lo habían adquirido.En dicha
agencia, tuvo lugar la reparación defectuosa y luego la intervención de Volkswagen Argentina S.A -según se dijo, a
pedido del concesionario- lo que conlleva a sostener, en el particular contexto descripto, que lo manifestado por ésta
última de que la garantía ya se encontraba vencida resulta inviable pues aunque se aluda a que su actuar se
circunscribió a un acto de mera cortesía, ello no la excluye de la responsabilidad por lo ocurrido en la concesionaria pues,
no puede soslayarse en modo alguno que los actos del comerciante siempre se presumen onerosos (Cfr. esta CNCom.,
esta Sala B., in re: “Roberto Ariel c/ D Arc Libertador SA s. ordinario”, del 09.11.09). Ergo el consumidor tiene a su favor
la acción de responsabilidad negocial contra los que han intervenido en la relación superadora de la antigua distinción
entre responsabilidad contractual y extracontractual para resolver el problema de la protección al consumidor o usuario
(Farina: Defensa del Consumidor y del Usuario, pág.462 y ss). Por tanto, aún cuando pudiera presumirse que los daños
ocasionados a los demandantes ha sido motivados en una defectuosa prestación del servicio por parte de la
concesionaria (cosa que por cierto no es posible afirmar asertivamente por la imposibilidad de verificar el vehículo de
marras), Volkwagen Argentina S.A -como fabricante- debe responder por lo actuado por el concesionario (cfr. arts. 7, 8 y
40 LDC) ya que en este caso particular, no ha podido desligar su responsabilidad. Más, si se pondera su obligación de
brindar un servicio técnico adecuado impuesto por los arts. 12 y 13 LCQ que obliga a los fabricantes no solo a asegurar
un servicio técnico adecuado sino al suministro de partes y respuestos.En ese sentido, el comprador de un automóvil
tiene derecho a que el concesionario le brinde el servicio de manera eficiente y que, en caso de deficiencia de esa
prestación que a ésta imponen los artículos antedichos, aun cuando la deleguen en sus concesionarios, no los exime ni
les permite liberarse de la responsabilidad que fija la norma (Cfr. arg. esta CNCom., esta Sala A., in re: “Del Vento Juan
Carlos c/ General Motors de Argentina SRL s. ordinario”, del 05.10.10).-

A esta altura del relato, queda en claro que los recursos de las demandadas no habrán de prosperar en los ítem
evaluados hasta aquí.-

V). Rubros Resarcitorios e Intereses.-

a. La sentencia de grado admite sólo el reintegro parcial del importe facturado por el servicio consignado en la factuación
copiada a fs.35, a saber: costo de reparación por la correa dentada $ 279,74 y $ 195 en concepto de mano de obra. Los
accionantes se quejan de que no se incluya además el ítem “serv. 60.000 Km” $ 325, sin embargo pese a su esfuerzo
recursivo el servicio técnico de los 60.000 kilómetros representa un concepto distinto e independiente del cambio de la
correa de distribución, por lo que debe desestimarse la restitución de lo abonado en virtud del aludido servicio técnico.-

Debe dejarse sentado que no está en tela de juicio, mediante la prueba producida en autos, que deben reintegrarse a los
actores lo atinente a la adquisición de dos (2) llantas nuevas por la suma de $ 522 (ver informe del servicio autorizado
Petrolauquen SA, fs.283), como así también la pérdida de la reserva en el Hotel Correntoso de Villa La Angostura ($
1.400, ver informe de fs.311/312).-

Dicho esto, los accionantes debaten que no se incluyan a su favor los gastos atinentes a su estadía en la Ciudad de
Chivilcoy, sin embargo, no rebatieron eficazmente en su memoria la ausencia prueba que diera cuenta de la existencia
del gasto y su cuantía -como lo sostuvo el sentenciante de grado-. Igual suerte adversa correrá lo pretendido por los
actores en virtud del acta notarial acompañada en autos en tanto no se ha invocado ni mucho menos probado la
sufragación de suma dineraria alguna.-
Tampoco puede atenderse al reclamo por desvalorización del automotor pues, se reitera, la parte actora debió acreditar
los hechos que lo determinaron y visto que la peritación mecánica no ha podido efectuarse pues, se reitera, el bien fue
enajenado por los actores; tal extremo constituye un obstáculo insalvable para su ponderación. De modo que, en este
aspecto, también habrá de mantenerse la decisión de grado.-

En lo atinente al daño punitivo consagrado por el art. 52 bis de la LDC, apúntase que asiste razón a la coaccionada
Volkwagen Argentina S.A, quien en su responde (ver fs. 681, pto 4.5), adujo que el tema se hallaba precluído y que en
virtud de la perentoriedad de los los plazos procesales no cabía introducirlo nuevamente pues en la resolución de fs.
501/502 el Sr. Juez de Grado tuvo por no presentada la documentación acompañada por los actores a fs. 363/364 y el
escrito de fs. 365 donde, entre otras cuestiones introdujo el mentado daño punitivo. Va de suyo pues que, en tal contexto
procedimental, no cupo que el a quo abordara un asunto que ya no constituía objeto de contienda.-

b.Sin embargo, en torno al gasto de combustible por la distancia existente entre Buenos Aires y Trenque Lauquen y
tomando en cuenta el precio del litro de nafta en el año 2.004 ($ 2 por litro) se estima pertinente acoger este item
resarcitorio a un justo límite de $ 300, con lo cual la pretensión recursiva ha de prosperar con este alcance.-

Asimismo, respecto al cómputo de los intereses sobre los rubros admitidos hasta aquí, cabrá receptar el razonamiento
seguido por los actores y, desde tal perspectiva, corresponde modificar este aspecto del decisiorio de grado para lograr
una adecuada recomposición resarcitoria. En consecuencia, se aplicará la tasa establecida en la sentencia de apelada
(tasa activa, sin capitalizar) desde que los costos fueron afrontados por la actora y hasta su efectivo pago. Ello a fin de no
agravar el daño causado y no menoscabar su integral reparación.-

c.) La privación de uso del rodado.

La pretensión pecuniaria de la parte accionante esgrimida en autos comprendió además, la reparación por la privación de
uso del rodado.- Aclarado ello, apúntase que para que cualquier daño sea resarcible debe existir plena certidumbre sobre
su existencia (CSJN, 13/10/1994, in re: “Godoy, Miguel A. c/ Banco Central”; conf. CNCom., esta Sala A, 12/07/2007, in
re: “Juncal Empresa de Viajes y Turismo S.A. c/ Internacional Air Transport Association (IATA) y otro”). Su prueba es
esencial, puesto que si no se halla demostrado, carece de sustento la pretensión resarcitoria que tuviera por presupuesto
-justamente- ese extremo (conf. SCBA, 06/10/1992, in re: “Damelino de Constantini, Celia c/ Asociación de Jubilados y
Pensionados de Villa Ramallo”; LL, 23/12/1992; Sala B, 22/2/2005, in re: “Clucellas, Patricio c/ Valle Las Leñas”).

En lo que se refiere concretamente a la “privación de uso”, esta Sala tiene dicho que la falta del vehículo no constituye
por sí sola un daño resarcible si no se suministran elementos de juicio que hagan verosímil la existencia de un concreto
perjuicio derivado de esa carencia.Esto es así porque, si bien la indisponibilidad del rodado implica necesariamente para
su dueño o usuario una serie de molestias, gastos adicionales y pérdidas de tiempo y de dinero -en caso de ser
empleado como herramienta de trabajo- que, sin lugar a dudas, constituyen un menoscabo susceptible de ser
indemnizado y que -en principio- debe ser presumido, ya que quien adquiere un vehículo lo hace para llenar alguna
necesidad -aunque sea de recreo-, no menos cierto es que, como contrapartida, el uso de un rodado ocasiona una serie
de erogaciones, tanto directas como indirectas, tales como estacionamiento, combustible, lubricantes, repuestos y demás
gastos de mantenimiento, que se evitan, en principio, cuando no se dispone de la posibilidad de utilizar el automóvil
(conf. CNCom., esta Sala A, 18/10/2007, mi voto, in re: “Valle Alto S.A. c/ Zurich Argentina Compañía de Seguros S.A.” ;
idem, 13/02/1980, in re: “San Esteban S.C.A. c/ Nogueira S.R.L.”; idem, 30/11/1979, in re: “Telles, Teodoro Tomás c/
Nasta, Antonio”).

Síguese de ello que, para que este rubro prospere, es exigible -conforme al principio expuesto supra- que el interesado
suministre prueba concreta de que esos gastos y molestias causados por la falta del vehículo superan o exceden el
ahorro que produce esa ausencia de uso, allegando al Tribunal los elementos de juicio necesarios a ese fin, de modo de
evitar que se produzca un enriquecimiento sin causa en perjuicio del deudor (conf. CNCom., esta Sala A, 04/04/2007, in
re: “Bonfiglio de Folgueiras Mariana y otro c/ La Buenos Aires Compañía Argentina de Seguros S.A. y otro s/ Ordinario”;
id., 10/06/1980, in re: “Lerner, José c/ La Magdalena S.R.L.”; id. 30/05/1997, in re:”Grimblat, Diego Fabián c/ Autoplan
Círculo de Inversores S.A.”; entre otros).

En la especie, la actora reclamó por este rubro la suma de pesos tres mil, por la imposibilidad del uso del automóvil de
aproximadamente dos (meses). En la cuestión, los testimonios aportados en autos (véanse fs.265/268 y fs. 272/276)
predican los inconvenientes que el accionante Monti atravesó en su quehacer profesional y académico por la falta del
vehículo durante el período en que estuvo en el taller de la concesionaria. Desde tal sesgo y por aplicación del art. 165
del ritual, cabe admitir la reclamación resarcitoria por este rubro a la fecha del presente pronunciamiento que se fija en la
suma de pesos tres mil ( $. 3.000), inicialmente reclamados.-

d) Daño Moral.-

Desde tal perspectiva, las expectativas frustradas de un viaje que intentaron realizar los accionantes y las viscisitudes
relatadas precedentemente conforman estrictamente un verdadero daño moral, ya que, se ha probado con los elementos
que se cuentan en autos la modificación disvaliosa del espíritu, del querer o del sentir de los actores damnificados.-

Es que el agravio moral importa una lesión a las afecciones legítimas, entre otras, la paz, la tranquilidad del espíritu,
aunque no cualquier inquietud o perturbación del ánimo derivados de la privación de bienes materiales son suficientes
para justificarlo (conf. esta CNCom., Sala B, 12/08/1986, in re: “Katsikaris A. c/ La Inmobiliaria Cía. de Seguros s/
Ordinario”).

En esta línea de ideas, el daño moral existe cuando se lesionan derechos de las personas que son extraños a valores
económicos y su reparación tiene un carácter resarcitorio y no meramente sancionatorio o ejemplar, en tanto lo que se
trata es de lograr, a través de la indemnización, una compensación que, en alguna medida, morigere los efectos del
agravio moral sufrido (conf. esta CNCom., Sala C, 25/06/1987, in re: “Flehner Eduardo c/ O ptar S.A.s/ Ordinario”).-

A diferencia de lo que sucede con otros rubros indemniz atorios, empero, la acreditación del daño moral no requiere,
necesariamente, de elementos que objetiven, mediante pericias médicas o psicológicas, la existencia de un perjuicio
físico o psíquico (conf. esta CNCom., esta Sala A, 04/05/2006, in re: “Pérez Ricardo Jorge y otro c/ Banco Bansud S.A. s/
Ordinario”).

Como consecuencia de lo expresado, luego de ponderar la totalidad de las particularidades del caso, se estima prudente
mantener el monto indemnizatorio por este concepto fijado en la instancia de grado, esto es, la suma de $ cinco mil a la
fecha del presente. Ello, con sustento en las perturbaciones que han sufrido los actores y que debe ser resarcido en los
términos del art. 1078 del Código Civil. Por lo que sus agravios progresarán en este aspecto y con el límite cuantitativo
aquí impuesto.-

VI.- Costas.-

Habida cuenta que lo hasta aquí expuesto determina la modificación -aunque más no sea parcial- de la sentencia de
grado, tal circunstancia determina la pérdida de virtualidad de la distribución de costas efectuada en la anterior instancia,
debiendo este Tribunal expedirse nuevamente sobre este particular, en orden a lo previsto por el art. 279 CPCC.
Pues bien, sabido es que en nuestro sistema procesal, los gastos del juicio deben ser satisfechos -como regla- por la
parte que ha resultado vencida en aquél. Ello así en la medida que las costas son en nuestro régimen procesal corolario
del vencimiento (arts. 68, 69 y 558 Cód. Proc.) y se imponen no como una sanción sino como resarcimiento de los gastos
provocados por el litigio, gastos que deben ser reembolsados por el vencido.

Es cierto que ésa es la regla general y que la ley también faculta al Juez a eximir de las costas al vencido, en todo o en
parte, siempre que encuentre mérito para ello (arts.68 y ss). Pero ello, esto es, la imposición de las costas en el orden
causado o su eximición -en su caso-, sólo procede en los casos en que por la naturaleza de la acción deducida, la forma
como se trabó la litis, su resultado o en atención a la conducta de las partes, su regulación requiere un apartamiento de
la regla general (conf. Colombo, Carlos – Kiper, Claudio, “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación”, T° I, pág.
491).

De los antecedentes de este litigio se infiere que las codemandadas terminaron siendo responsabilizadas por los daños y
perjuicios ocasionados a los actores, habiéndose admitido como consecuencia de ello la acción incoada, más allá de que
no hayan sido reconocidos la totalidad de los rubros reclamados en la demanda, por lo que esta Sala estima que la
imposición de costas a las demandadas en su calidad de vencida en el proceso, resulta ser la solución más adecuada a
las circunstancias del sub lite.

Y a dicha solución no la enerva el hecho de que la demanda no haya prosperado por la totalidad de los montos
reclamados originariamente, pues, aún no habiendo progresado íntegramente la pretensión esgrimida, las costas deben
ser soportadas por las accionadas que han resultado sustancialmente vencidas en la contienda.

Compártese el criterio jurisprudencial que propugna, en las acciones de daños y perjuicios, la imposición de costas a la
parte que con su proceder dio motivo al pedido resarcitorio, de acuerdo a una apreciación global de la controversia y con
independencia que las reclamaciones del perjudicado hayan progresado parcialmente con relación a la totalidad de los
rubros o montos pretendidos, sin que quepa sujetarse en esta materia a rigurosos cálculos aritméticos (conf. esta
CNCom., esta Sala A, 06/10/1989, in re: “Cichelli, José c/ Hilu Hnos. S.A.”; id., 31/03/1993, in re: “Pantano Ventura c.
España y Rio de la Plata Cía. Argentina de Seguros s/ Sum.”; id., 08/11/2002, in re:”Stagno, Carlos Alberto c/ Banco Río
de la Plata S.A. s/ Ordinario”; id., 16/06/1992, in re: “Consevik S.A. c. Ventura, Sebastián”; id., Sala C, 14/02/1991, in re:
“Enrique R. Zenni y Cía. S.A. c/ Madefor S. R. L. y Otro s/ Ordinario”; id., 22/12/1999, in re: “Burgueño, Walter Ricardo c/
Banco Mercantil S. A. s/ Ordinario”; id., 12/12/2003, in re: “Telearte S.A. Empresa de Radio y Televisión c/ Torneos y
Competencias S.A. s/ Ordinario”; id., 30/12/2003, in re: “Marcolín Carlos Alberto c/ Resero Sociedad Anónima Industrial,
Agropecuaria, Comercial y Financiera s/ Ordinario”, entre muchos otros).

Cabe pues, se reitera, que se impongan las costas del juicio en ambas instancias a la partes coaccionadas en autos,
dada la circunstancia de haber resultado sustancialmente vencidas en ellas, conforme al criterio expuesto en los
considerandos anteriores (art. 68 CPCC), por lo que habrá de modificarse lo sentenciado en la materia de que aquí se
trata.-

VII.) Por todo lo expuesto esta Sala RESUELVE:

a) Rechazar los recursos de apelación deducidos por las codemandadas;

b) Acoger parcialmente el interpuesto por los actores, modificándose la sentencia de grado con el alcance que se
desprende del considerando V;
c) Imponer las costas de ambas instancias a las demandadas en virtud de las razones explicitadas en el considerando
VI.;

d) En cuanto a los honorarios apelados a fs. 459 y 513/14, conforme el monto comprometido en la presente litis y
merituando la labor profesional desarrollada por su eficacia, extensión y calidad, se confirman en seiscientos cincuenta y
en quinientos pesos los honorarios regulados a fs. 360 y a fs. 501/2 a favor de los doctores Martín Eduardo Monti y
Reynaldo F. Tommasi, respectivamente (arts. 6, 7 , 9 , y 33 de la ley 21.839, modif. por la ley 24.432 ).

Devuélvase a la instancia de grado, encomendándose al Sr. Juez a quo practicar las notificaciones del caso con copia de
la presente resolución. La Señora Juez de Cámara Dra. Isabel Míguez no interviene en la presente resolución por
encontrarse en uso de licencia (art. 109 del Reglamento para la Justicia Nacional). Alfredo Arturo Kölliker Frers, María
Elsa Uzal Ante mí: Jorge Ariel Cardama. Es copia del original que corre a fs. de los autos de la materia.

Jorge Ariel Cardama

Prosecretario de Cámara

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