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“Mi recuerdo sabor a ti”

Por dónde empezar si desde el principio hiciste las cosas mal, pues que te digo, las historias
siempre tienen un hermoso principio, con una melodía que te llena y te hace explorar cada
rincón de tu ser, pero esta no, no, claro que no, tan solo te cansaste de eso, siempre algo
malo tiene que pasar, te caes, te levantas, te sobas el madrazo y sigues caminando con la
frente en alto.

La sátira de la vida es tan descomunal como tus pensamientos y así aprendes a encender
tu cerebro para que nadie te vea la cara de estúpido(a), pues a estas alturas ya nada es lo
que parece, ya nada es lo que debería de ser, ya nada es igual.

La historia comienza, se levanta el telón, alguna vez hubo una persona que dejo de creer,
dejo de amar, de soñar e incluso de respirar, por ser un poco exagerados, las camas de los
hospitales siempre dan tristeza, las enfermeras pareciera que estudian el arte de mandarte
a la chingada con una cara espantosa que te quita cualquier esperanza posible, si, esto
paso, no sé cuándo, no sé a quién, no sé por qué, pero es mucho mejor leer la verdad
aunque duela, que tener que leer una mentira que te reconforte y te deje más tirado de lo
que hallas estado alguna vez.

Santino Caruso era un joven deslindado de la vida, hombre de mundo, abierto de mente,
caballeroso, grosero, sarcástico, mujeriego, modesto, toda una contradicción, decidido,
fatuo, iluso, obstinado, pensativo, impulsivo, ojos cafés, tés blanca, cabello rizado castaño,
¿todo un erudito verdad?, ya que más da, la vida no le había tratado bien, su destino fue
incierto, pues desde su nacimiento fue rechazado por el mundo, su madre murió en el parto
y su padre lo dio en adopción al pobre infeliz.

Y aun así me sorprende que tenga tanta educación como la que se le fue negada, Santino
nunca fue el estudiante modelo, la persona perfecta o el caballero que hoy en día es, no,
por supuesto que no, su infancia fue cruda, los primeros 15 años de su vida estuvieron
plagados de mentiras, robos, peleas, abusos y vejaciones, pues apenas tiene vagos
recuerdos de todo lo que algún día fue, más sin en cambio está marcado por la palabras
pobreza e ingratitud.

Esto es un cliché demasiado clásico, un niño abandonado, un padre idiota, una madre
muerta y un orfanato, por supuesto que me estoy burlando de tu inteligencia lector, pero
tómalo con humor, esta es la verdadera historia y aun que me cueste un poco de trabajo
recordar los hechos, puedo decirte que has de quedar satisfecho de alguna u otra manera.
Empecemos de nuevo, Santino Caruso era un joven de ojos cafés, piel blanca y cabello
rizado castaño, hombre de mundo, abierto de mente, caballeroso, un poco sarcástico,
modesto, decidido, analítico y muy obstinado, él contaba la historia de una mujer preciosa,
que conoció en los principios de primavera.

Decía que no había nada mejor en este mundo que contar una historia de amor tomando
una copa de vino mientras fumabas un buen habano, que a mi parecer tiene mucho sentido,
porque con el paso de los años aun puedes suspirar por un amor que se fue, sin dejar de
recordar los buenos momentos.

Pero bueno, Santino nunca se consideró una persona perfecta, ni pretendía serlo y mucho
menos lo intentaba, tan solo se aceptaba tal como era, una persona con virtudes y defectos
que pretendía vivir el día a día sin ataduras que le llevaran al borde de la locura. Pero valla
que las personas llegamos al extremo de la locura por un amor fallido, recuerdo aquel día
que iba caminando por las playas de Marsella inmerso en mi mundo, en mis problemas, en
mi sórdido matrimonio, en mi esposa en la cama de aquel hospital que nunca olvidare y en
el amor que ya no sentía ni por mí mismo, me senté a las orillas del mar, lancé unas cuantas
conchas y encendí una fogata, cuando Santino apareció.

-¿Os puedo hacerte compañía?- pregunto.

-Por supuesto- conteste.

-Decidme que hace un hombre como tú con una fogata en medio de la nada, o acaso será
que no queréis llegar a casa- dijo Santino.

-Hay hombre si yo te contara, me dirías que estoy loco, que mi mundo es demasiado
pequeño como para ahogarme en un vaso de agua, o peor aún pensarías que las historias
de amor ya están un poco desgastadas- respondí.

-No mi amigo, las historias de amor nunca pasan de moda, al contario siempre son las más
vigente, ya que con el paso de los años os aprendemos a amar mejor- contesto con una
gran sonrisa.

- ¿Y a todo esto con quien tengo el gusto de conversar?- pregunte

-Mi nombre es Santino Caruso- contesto.

-Mucho gusto señor Santino, mi nombre es Claus Romanoft- conteste extendiéndole la


mano.
-Supongo que ya no somos desconocidos Claus, así que decidme ¿Que os atormenta esta
noche que no te dejáis marchar a casa?- pregunto.

-Supongo que la compañía es infinitamente mejor que la soledad, pero hagamos una cosa
si yo te cuento mi vida tu tendrás que contarme la tuya- respondí.

-Estoy de acuerdo contigo Claus, es un trato- dijo Santino.

Por alguna extraña razón Santino parecía calmado, como si fuera por la vida contando su
historia, como si lo hiciera un millón de veces a la semana, yo por otro lado, no sabía ni por
dónde empezar, ni mucho menos en mi vida había conversado tanto con un extraño.

-Entonces basta de preludios mi amigo, que el vino y los habanos os nos lleven a conversar
a des horas de la madrugada para que el corazón pueda desahogarse un poco- dijo Santino
con una gran sonrisa mientras sacaba habanos y algunas botellas de vino de aquel maletín
que apenas note.

-Veo que ya venias preparado, pero amigo mío nos faltan va…...- no pude terminar la última
palabra cuando Santino saco dos vasos de coñac cristalinos.

-¿Sabes? cuando has viajado tanto como yo, unas botellas de vino, vasos y habanos no
pueden faltar en tu equipaje- dijo mientras sonreía y serbia los primeros tragos de vino.

-Tienes razón basta de preludios, que el vino nos lleve a una nueva y desconocida amistad-
dije tomando hasta el fondo aquel vino ligero.

Pero está bien creo que el principio es un buen lugar para comenzar, Sara odiaría una
historia sin el principio que jamás me cansaría de contar, sabía que tarde o temprano los
sueños se cumplen, que la vida te regala esos bellos momentos que te hacen levantar por
la mañana.

Yo era un joven de 24 años apenas, en ese entonces tenía el cabello más obscuro, mis
ojos eran aún más verdes y cristalinos, la noche era mi clásica fuga de una vida un tanto
presuntuosa, mis amigos eran los típicos niños ricos que pensaban que su vida estaba
resuelta, y yo el clásico imbécil que pensaba que la vida solo es un juego, pero algo cambio
una noche de farra, mis amigos y yo entramos a una pequeña taberna que tenía unos
cuantos meses de haber abierto.

A veces me pregunto que hubiera sido de mi al no haber entrado aquella noche, ja,
pensándolo mejor que bueno que entre, pues una mujer de ojos cafés, cabello rubio y piel
blanca ya hacia esperando por mí en aquella taberna, en realidad creo que estaba más
alcoholizado y drogado de lo de costumbre aquella noche, pero aquella mujer era un ángel
en pleno infierno.

Recuerdo que al entrar a aquella taberna mis amigos y yo buscamos la mesa más cercana
al escenario, pues la música en vivo era nuestra droga preferida, sin menospreciar a la
infinidad de mujeres hermosas a las que nos fallábamos noches tras noche, pero como ya
lo te lo he dicho, algo cambio aquella noche, de repente las luces se desvanecieron, y
apareció una bomba rubia iluminada por un reflector en el escenario acompañada con unos
cuantos idiotas que se hacían llamar músicos.

-¿Quieres un poco más de este vino ligero?, Pero anda hombre, no paréis ahora, que la
historia se ha puesto interesante, una bomba rubia en un escenario, que suerte la tuya, que
suerte joder, ¿Qué más sucedió?- preguntaba Santino devolviéndome el vaso de cristal con
un poco más de vino.

Tome el vaso de vino y continúe con la historia, y allí estaba ella con una sonrisa preciosa,
nariz respingada, unos labios rojos afilados y un poco de rubor en las mejillas, comenzó a
cantar “when i fall in love” un jazz clásico que interpretaba como los mismísimos ángeles,
se sentó sobre el piano cruzando las piernas y en un instante se recostó sobre él, sin dejar
de perder aquella delicadeza que solo a ella le pertenecía.

El momento aún sigue vivido en mi mente, quizás fue la estúpida cocaína que había inalado
aquella noche la que me hizo pensar que era un ángel rubio en pleno infierno, pero eso ya
no importa, pues en ese momento tome la decisión de hacerla mía a como diera lugar.

Y así transcurrieron las melodías, una tras otra, hasta llegar al final del show, no pude
quitarle los ojos de enzima, y aquella canción “Prelude to a Kiss” que hacia cerrar el show,
fue la culpable de buscarle una y otra vez, para seguirle hasta el fin del mundo si fuera
necesario.

Recuerdo haber esperado un par de minutos para ir tras bambalinas a buscarla y preguntar
al menos por su nombre, pero para mi suerte ya era demasiado tarde, ella se había
marchado y nadie sabía la razón, tan solo se marchó, así sin más, sin darme tiempo de
nada, me prometí regresar al día siguiente, pero ella no apareció, se la había tragado la
tierra, nadie sabía cómo se llamaba, ni su dirección, ni su número de teléfono, nada.
Transcurrió casi un mes para verle de nuevo, mis amigos estaban hartos de escuchar de la
misma mujer una y otra vez, me preguntaban por su nombre y yo no sabía que decirles, a
lo que ellos me hacían burla diciéndome que era “la mujer que conocí alguna vez que suena
que te giñas”, y que yo era “el tipo que ella vio en alguna ocasión que suena que te cagas”,
creo que sentí como si fuera una eternidad, pero al fin había aparecido en mi vida una vez
más, esa misma bomba rubia, iluminando con su belleza el mismo escenario, pero esta vez
sería distinto, en cuanto termino el show, fui tras ella y nadie me lo impediría.

Santino me ofreció un habano, como si me estuviera leyendo la mente, como si supiera que
la historia nos llevaría al punto sin retorno, me ofreció un poco más de vino y continúe.

Recuerdo haberla tomado del brazo, ella volteo y me dijo ¿Qué crees que estás haciendo
ebrio estúpido?, a lo que respondí, no era mi intención asustarte, te ofrezco una disculpa si
fue así, ella relajo el gesto, me sonrió y me dijo:

-así que no eres un ebrio estúpido he-

-No, de ninguna manera, tan solo viene a preguntar tu nombre y saber si quisieras tomar
una copa conmigo- conteste.

-Vaya, vaya, esto es lo mismo de siempre, un niño rico con ínfulas de grandeza, creyendo
que con sus millones puede deslumbrarme y llevarme a la cama- contesto con ironía.

-Perdona esa no es mi intención, tan solo que llevo un tiempo preguntando por ti y nadie
me da razón tuya, ¿sabes? Llevo un mes viniendo a diario sin encontrarte, sin olvidar cada
canción que provino de tu hermosa voz, pero si es tu voluntad te dejare sola si me lo pides-
respondí al mismo tiempo que me volteaba y el gesto se me tornaba apagado.

-Espera no era mi intención ofenderte y mucho menos apagar la sonrisa de tu rostro, pero
es que siempre sucede lo mismo- contesto mientras suspiraba hondo.

-Anda no pasa nada, solo te defiendes de un extraño, pero permíteme dejar de serlo, me
llamo Claus, señorita………- dije mientras me quedaba esperando su respuesta.

-Sara- contesto mientas me extendía la mano

- Es un gusto señorita Sara- conteste al mismo tiempo que le tomaba la mano y le besaba
el dorso de la misma.
-Vaya, un caballero en pleno siglo XX, ¿Y dime Claus que pretendes con esto, raptarme,
robarme, amenazarme de muerte si no salgo contigo?- pregunto con sarcasmo y un poco
de temor mientras me miraba a los ojos.

-Nada de eso, lo que tengo planeado para ti es mucho peor, incluso es peor que la
mismísima muerte- conteste con aires de ironía.

-¿A si? ¿Y que se supone que sea peor que la muerte misma?- pregunto desafiante.

- Enamorarte con calma y sin pausas- conteste mientras le sostenía la mirada.

Sara se ruborizo como una niña pequeña a la cual le hubieran dicho por primera vez que
era preciosa, y lo era, lo es y lo será.

-Hombre tío joder, no me vais a decir que este es el final de la historia, ni de coña he de
creerte- exclamo Santino aún poco irritado.

-Calma Santino esto es la primera parte, no hay porque ponerse de mal humor, además ya
me he cansado de solo hablar yo, que tal si tú me cuentas el principio de tu historia, eso
haría la noche un poco más entretenida, en fin, tiempo tenemos de sobra- conteste para
calmar un poco a Santino.

-Vamos tío, pues al cliente lo que os pida, Pero antes de que os cuente mi historia tengo
que decirte que no es muy larga, pero si muy precisa, ¿estáis de acuerdo?- pegunto
buscando mi aprobación.

-Está bien Santino, no tengo inconveniente alguno- respondí.

-Pues venga esta es- contestaba mientras se servía un poco de vino al mismo tiempo que
encendía un habano.

¿Cómo se supone que debe de terminar una historia de amor?, ¿lo sabes?, ¿lo imaginas?,
no entiendo en que fallamos, pues hubo puntos suspensivos, comas, interrogantes,
exclamaciones, sarcasmo, indirectas, paréntesis, guiones, punto y seguido, diéresis, risas,
besos, punto y aparte, discusiones, sexo, secretos y de veces puntos finales.

Y bueno, vamos al punto exacto de la historia, pues os dejamos de buscarnos así termina
la historia, ¿pero cómo? Si después de tanto os convertimos en nada, pues empecemos
por aquí, contemos la historia de un recuerdo olvidado en el fondo del cajón, una fotografía
vieja o una historia algo compleja por no decir libertina.
Corrían los últimos días del invierno, entre febrero y marzo, o quizás eran los primero días
de primavera entre marzo y abril, ya no os lo recuerdo con exactitud, lo que si recuerdo es
el nombre de aquella mujer grandiosa, llamada Adara, piel morena, ojos cafés, nariz
respingada, sonrisa de ensueño, sarcasmo mortal, corazón herido, de ilusiones algo
escondidas y de sueños casi extintos.

Lo se parecía perfecta, pero no en un sentido sexual, sino más bien, era perfecta porque
amaba su libertad, pero le gustaba que le cuidaran lo suficiente, sin ataduras, mujer
independiente, leal, comprensiva, que odiaba las mentiras, con la suficiente inocencia como
para no dejar de ser una niña y lo suficientemente independiente como para bajarse la luna
por sí misma, ¿compleja verdad?

-Pues supongo que si amigo mío, pero parece una mujer de ensueño, algo irreal, demasiado
mortal- conteste

-Y lo era Claus, lo era-contesto Santino. Recuerdo que era casi un sueño, Adara una mujer
real, no te ofendas tan solo es mi gusto en mujeres, pues apenas puedo recordar a la última
mujer de tés blanca que me hiso sentir como Adara lo hacía, pero os regresemos a la
historia de aquella mujer encantadora, pues si pudiera llamarle bruja blanca lo aria, pues su
recuerdo sigue siendo un hechizo en mí.

Ojala que los mensajes de texto, se convirtieran en cartas, pues hubiera sido más mágica
aun esta historia, pero me conformo con lo que fue, Adara era una desconocida para mí,
pero un buen día eso cambio, me dijo hola y bueno se puede deducir lo demás, nos dimos
nuestro nombre, nos pasamos el número de celular y nos hicimos amigos.

Los mensajes empezaban a llegar más fluidos cada vez, pero aquí viene el punto malo, yo
tenía novia y ni a ella le contestaba así de rápido, ella se llamaba Janeth, mujer morena,
ojos cafés, delgada, bajita, hilarante sin duda, presumida, la clásica niña a la que papa le
había hecho pensar que el valor de un novio se media por lo que llevara en los bolsillos,
era bonita, linda por si te lo estáis preguntando en este momento, ¿todo un sueño de mujer
cierto?

-Era todo un sueño Santino, vaya tu gusto en mujeres- conteste en un tono irónico, hilarante
y sarcástico.

-Pero bueno os digamos que el show continua- dijo Santino, pues en ese entonces Adara
entraba con fuerza y delicadeza en mi vida, pues ella me hacía ver estrellas en donde solo
había una gran e inmensa nada en el infinito, mientras que Janeth salía poco a poco de
aquel universo que creamos en aras de lo que creímos que era amor.

Sabes me he cansado y jactado de decir que no tengo un corazón, pero más sin embargo
lo tengo, algo maltratado, herido, desilusionado y remendado, pero nadie os muere de
amor, tan solo, lo que nos mata es lo que no hicimos para retener a la persona que llegamos
a amar.

Damos pasos en falso, forjamos una relación en los cimientos de algo que termina mal, te
juro que la amaba, en verdad que lo hice, pero así aprendemos a punta de caídas y
lágrimas en un vaso que esta medio vacío, pero creo que me estoy adelantando un poco
en la historia, Adara me parecía fascinante, una mujer de gustos sencillos y de mente
compleja, pues a los hombres también se nos da eso del complejo de paternidad y
queremos remendar a la mujer indefensa que se postra ante nuestros ojos mortales,
éramos amigos y un día ya no fue suficiente.

Me olvide de Janeth, pues al final vi la realidad de lo que era, una mujer de gustos complejos
y mente sencilla, decepción, casualidad, rencor, azar del destino, no sé lo que fue para
llevarme a la decisión de no buscarla más, pero como quiera que fuese abandonamos en
barco a la deriva sin un rumbo fijo.

Adara se convirtió en mi todo poco a poco, yo le mandaba mensajes bonitos a deshoras de


la madrugada, ella contestaba con llanas palabras de cariño pero siempre sinceras, no era
la poetisa que todo mundo quisiera, pero yo sí.

Y entonces te preguntarais donde esta lo malo, pues lo malo era yo, hombre de mundo,
aviento de mente, caballeroso, grosero, sarcástico, mujeriego, modesto, todo una
contradicción, decidido, fatuo, iluso, obstinado, pensativo, impulsivo, ojos cafés, tés blanca,
cabello rizado castaño, ¿todo un erudito verdad?

-Hombre creo que estas exagerando Santino, ¿No lo crees?- le pregunte conteniendo una
ricita estúpida-

-Lo sé, esto pinta como para un libro- contesto, pero las cosa no salieron bien, Adara y yo
dejamos de rimar bien o yo deje de hacerle versos que le desnudaran el ama, mis errores
fueron muchos, el tiempo mi peor enemigo, y como buen escritor terminas contando la
historia, ¿Qué buen cliché no lo crees?

-Así es amigo mío- conteste mientras le serbia un poco más de vino.


-Pero así pasa- dijo con una sonrisa algo falsa- lo único que quisiera haberle dicho una vez
más, es que ojala nos diéramos la oportunidad de ver a donde vamos con todo esto, y si
llegamos a ser felices hay que disfrutarlo y si por el contrario llegamos a fallarnos o dejamos
de querernos, estaría dispuesto a sufrirle con tal de descubrirlo.

Ahora puedo contar la historia, ya no me duele, pero eso no significa que no la extrañe,
pues dejamos de buscarnos, esa fue la realidad.- dijo Santino mientras se limpiaba una
lagrima que se asomaba por el borde de uno de sus ojos.

-Y creía que yo estaba jodido amigo mío, pero ya veo que no, por extraño que te resulte te
entiendo, ¿y sabes? Tendrías que haber luchado por ella con más fuerza- le dije.

-¿Os pensáis que no lo hice?, por supuesto que lo hice Claus, invente más pretextos de los
que pudiera decirte para recuperarla, para besarla, para tenerla a mi lado, pero ella tan solo
se marchó, no dijo adiós, no dijo nada, tan solo se fue, así sin más, dejándome solo con las
palabras que nunca pude decirle atravesadas en la garganta, como un hierro caliente que
te desgarra las entrañas, pero esta es la verdad- contesto Santino mientras bebía el poco
licor que le quedaba en el vaso.

-Vamos hombre, hay esperanza, búscala, has un último intento, no te dejes caer, ve sobre
tus pasos, llámala carajo, pero has algo maldición- le dije a Santino mientras me hervía la
sangre por lo estúpido que me parecía.

-Lo se tío, lo sé, pero venga terminemos con tu historia que aún nos queda una botella más
de vino- dijo mientras sonreía un poco cabizbajo.

- yo solía preguntarme después de una noche de tragos y drogas ¿y qué sigue?, te la coges,
te la das, ¿y ella que hizo contigo?, ¿lo mismo?, no lo sé, y prefiero no saberlo, pues la
carne solo cubrió una necesidad básica, ¿y el alma donde quedo?, ¿Dónde quedaste tú?,
¿a dónde fue a parar ella?, por extraño que te suene no me interesaba.

Y así transcurrían las noche, pero Sara apareció, ja, ¿Cómo es que alguien tan simple, tan
inocente, tan radiante, puede sacarte del infierno?, no pude entenderlo, pero paso, recuerdo
que después de aquella noche, la seguía a donde fuera, yo era su sombra y ella una mágica
luz que alumbraba lo más obscuro de mi ser, ella se convirtió en mi todo, y veme ahora, no
sé qué hacer con mi vida, con ella, con nada.
Aun puedo oler el rastro de su perfume entre mi ropa, el mismo perfume que me hace
amarla cada mañana, ella se discute entre la vida y la muerte en la cama de ese hospital,
y yo aquí lloriqueando, que idiota.

-Hombre tío no seas tan duro contigo, os aseguro que tenéis momentos mágicos,
momentos duros, si, bien tristorros, claro, pero cojonudos. Dijo Santino mientras me servía
un poco más de vino.

-Pero joder Claus, cuéntame cómo os fue la primera vez que estuvieron juntos.

-Bueno recuerdo que fue la guerra más encarnizada, sádica y pervertida que podamos tener
con una persona, pues de pronto todo se torna a blanco y negro, pues cuando cae la noche
es el momento en el que el sexo, amor o como quieras llamarle, te sabe mejor, cuando de
pronto todo se mezcla entre besos y caricias, es en ese momento cuando llegan las
olimpiadas en la cama, pones tu pensamientos a flote, despojas a esa persona de toda
prenda alguna y quitas las inhibiciones.

Primero el vestido, enseguida tu camisa y corbata, a continuación su sostén, rematando


con sus tacones, seguido del caer de tu pantalón y el despojo de tus zapatos, culminando
con sus bragas y tu bóxer, y comienzan las olimpiadas en la cama.

Dejas un rastro de besos por su cuello, seguido de sus pezones, ella desliza la cabeza asía
atrás, asiente en un gesto de permiso, enseguida montas a horcajadas, saboreas su piel,
deslizas los dedos asía su sexo y los metes uno a uno lentamente, saboreas tus dedos uno
por uno y comienza ese delicioso tormento con tu lengua en su clítoris, notas la humedad
entre sus piernas y es momento de actuar, metes tu miembro arremetido de una embestida
tras otra, ella da vuelcos en la cama y comienza a gemir.

Por su parte invierte los papeles para devolverte el favor, sale del encaje perfecto que tiene
su sexo con el tuyo, te besa en los labios y recorre tu piel, introduce tu miembro en su boca
cubriendo sus dientes para no lastimarte y enseguida viene esa su dulce venganza, con su
lengua enrosca tu miembro y se ayuda con las manos para hacerte saber que no eres el
único que sabe jugar, ella te monta a horcajadas y se introduce tu miembro a su dulce y
cálido sexo para continuar con las olimpiadas, retomas tu lugar y embistes una y otra vez
hasta que los dos llegan al orgasmo.

Es así o más o menos como lo recuerdo, Sara es de esas mujeres que son antídoto y
veneno a la vez, al que quiere curar cura y al que quiere matar mata, yo no fui la excepción,
ella me mato con la dulce inocencia de su alma y su perversa manera de hacer el amor, la
cura fueron sus caricias y su manera tan extraordinaria de nunca dejarme caer.

-Pues si me preguntan si el infierno existe, yo diría que sí, es aquí a las tres de la madrugada
sin ella, a la cuarta copa de vino compartida con un amigo, es el punto sin retorno donde te
preguntas ¿Cómo llegamos a esto? Dije bebiendo hasta el fondo el vino que ya hacía en el
vaso.

-Joder tío pues supongo que deberías de ser tú el escritor y no yo- dijo Santino con una
larga sonrisa.

-Pero decidme entonces que es lo que tiene tu esposa, ¿por qué está en el hospital?, ¿Por
qué estáis aquí de llorica y no con ella?- pregunto Santino sin dejar de verme a los ojos.

-Pues veras, hace un par de semanas salía del trabajo un poco más tarde de lo habitual,
recuerdo que aquella noche habíamos quedado para ir a cenar y celebrar nuestro
aniversario, iba tarde por supuesto y manejaba a exceso de velocidad para llegar a tiempo,
cuando sonó mi teléfono, era Sara.

-Ya estas por llegar, estoy harta de esperarte, ¿cómo pudiste olvidarlo?, es nuestro
aniversario Claus.- Sara colgó.

Pise más afondo el acelerador esperando alcanzarla, le devolví la llamada una y otra vez,
pero jamás contesto, por fin llegue, pero Sara se había marchado, salí a toda prisa de aquel
restauran para ver si la encontraba en la calle, y por suerte la encontré, grite su nombre
cuando ella cruzaba de una acera a otra, cuando ella se paró en seco a mitad de la calle y
cuando al fin volteo, un auto negro la envistió, no se detuvo, tan solo vi a mi esposa volando
por los aires y caer de lleno contra el piso, llame a una ambulancia, las personas se
asomaban para ver lo que había sucedido, unas gritaban despavoridas , decían llamen a
emergencias, mientras yo levantaba y abrazaba a mi esposa tumbada sobre el piso,
gritándole que me perdonara, que no volvería a llegar tarde, que no me dejara.

Por fin llegamos al hospital, el diagnóstico del médico fue desgarrador, Sara tenía el cráneo
fracturado, el tobillo roto así como cuatro costillas y la muñeca izquierda, respiraba con
dificultad y no saben si vaya a despertar, la pusieron en estado de coma, y bueno las
semanas no han sido fáciles.
-Vaya y os dices que el jodido soy yo, que manera de ver la vida la tuya tío, pero decidme
¿que has hecho todo este tiempo sin ella?, ¿quién ha sido tu apoyo en estos días tan
terribles?- pregunto Santino agachando la cabeza.

- Supongo que seguir la rutina, seguida de una visita larga al hospital y unas botellas de
wiski hasta poder conciliar el sueño, mi secretaria me mira como perrito sin dueño, como si
no le quedara de otra, como si estuviera muerto en vida, y lo estoy por no tenerla- Respondí.

-Joder tío, ¿cómo has dicho que se llama tu secretaria?- pregunto Santino.

-Su nombre es Adara, supongo que probablemente se la misma mujer de tu historia-


respondí.

Santino se quedó sin palabras, sin saber qué hacer, parecía un niño autista buscando la
respuesta en el universo, perdido entre sus pensamientos, cuando al fin pudo hilar algunas
cuantas palabras, el teléfono sonó a las seis y media de la mañana, era del hospital, Sara
había despertado.

Le dije a Santino que me acompañara, el acepto, en el trayecto le dije que si se sentía con
un poco de suerte en cuanto saliéramos del hospital le llamaría a mi secretaria para
confirmarle una cita, Santino me sonrió y me dijo

-¿En verdad harías eso por mi Claus?

-Por su puesto Santino, a veces hay que dar un salto de fe, solo recuerda esto, Perdonar
no es olvidar, perdonar solo es hacer la maleta más pequeña, para poder caminar un día
más, con una carga menos.

-¿Y por qué me dices esto ahora Claus?.

-Sara me lo decía a diario, y ahora te lo digo a ti para que tú se lo digas a Adara, quizás
después de esa frase puede que tengas otra oportunidad, así que no la malgastes.

No puedo describir exactamente qué es lo que pensaba Santino en ese momento, pero su
cara lo único que expresaba, eran las interrogantes de la palabra “quizás”.

Llegamos al hospital, Sara había preguntado por mí, entre a la habitación y allí estaba una
vez más, esa bomba rubia regresando del limbo, para rescatarme del infierno de no tenerla.

-¿Sabes? Estuve soñando contigo- dijo Sara mientras entraba por la puerta de la habitación
de aquel hospital.
-De seguro era una pesadilla, vaya que soñar conmigo es toda una locura, solo tú podrías
amarme tanto como para ver la luz en medio de un infierno apagado como lo soy yo-
conteste a tono de risa y sarcasmo.

-Nada de eso, eras estúpido en un principio, pero con un poco de paciencia y algo de
cordura, comprendí que eras tan solo un niño perdido, como la niña que era yo, mas sin en
cambio, tu entendiste que cuando te decía que eras libre, tu bien sabias que decía ámame,
elígeme, no soy yo quien te ha encontrado somos dos los perdidos- contesto Sara sin
dejarme de ver a los ojos.

-¿Sabes? Los días sin ti me han parecido eternos, me di cuenta que nada de mi vida tiene
sentido si no estás conmigo, el café dejo de tener sabor, los cigarrillos se hacían cenizas
en mi boca y ni la botella más cara de wiski tiene el poder para hacerme olvidar- dije
desplomándome de rodillas mientras tomaba la mano de Sara.

-Ya me di cuenta, pereces un indigente, ni el nudo de la corbata tienes bien atado, ¿qué
harías tu sin mí?- preguntó Sara en tono de burla.

-No tengo ni la menos idea cariño, pero sé que por ti soy la versión más pura de mi día con
día- respondí mientras la besaba dulce y tiernamente, como si fuera la primera vez que lo
hiciera.

-No vuelvas a llegar tarde, tan solo eso pido, y dime has hecho nuevos amigos, me supongo
que Adara ya está harta de ti, de tu mal genio, de tu cara de perrito sin dueño, o sin duda
de tu locura y tu surco en el piso de la oficina- dijo Sara mientras me sonreía.

-Pues veras, supongo que Adara quisiera otro jefe, pero a diario a preguntado por ti, en lo
que respecta a los nuevos amigos, he de decirte que tengo uno nuevo y vaya que el mundo
es pequeño, el busca a la mujer de sus no sueños y parece ser que esa mujer es nuestra
querida Adara- respondí mientras acariciaba la cabeza de Sara.

-Y dime Claus ¿qué esperas para reunir a esas dos almas perdidas?, el amor no debe de
esperar en el congelador y mucho menos para dos personas que han tomado caminos
distintos y que se han olvidado que por muy opuestas que sean sus direcciones el mundo
es redondo- contesto Sara mirándome a los ojos.

-Vamos cariño, no soy un desalmado sin corazón, le he dicho a Santino que en cuanto
salgamos de este lugar he de confirmarle una cita con Adara, ya dependerá de él si toma
la oportunidad o no- respondí al mismo tiempo que le besaba la muñeca a Sara.
-Pues deja ya de perder el tiempo querido, tu nuevo amigo necesita respuestas y tu
secretaria necesita una vida con urgencia- dijo Sara mientras se reía a carcajadas.

-Está bien cariño, como tú digas- saque el celular para confirmar la cita de Santino como lo
prometí, Adara contesto al segundo tono del teléfono de la oficina.

-Adara quiero que me traigas los documentos que tengo que firmar al hospital, ¿podrías
hacerlo?, hoy le dedicare el día a mi esposa, acaba de volver en sí.

-Por supuesto señor se los llevare a medio día.

-Gracias Adara, que tengas una excelente mañana.

El tiempo se me paso volando conversando con Sara, nos reímos como hace tiempo no lo
hacíamos, la miraba a los ojos, mientras que por dentro pensaba que ella era la mujer que
nunca imagine, pero es la mujer que por la que daría todo sin pedir nada a cambio.

Adara llamo a mi celular al llegar hospital, Salí de la habitación en la que Sara se


encontraba, llame a Santino y le dije que Adara estaba abajo en la cafetería del hospital.

-Es ahora o nunca amigo mío.

-Pues venga tío.

Santino reunió valor de donde pudo, bajamos por el ascensor mientras me preguntaba:

-¿Y qué es lo que os voy a decir?, ¿Qué es lo que se supone que tenga que hacer?

-No lo sé amigó mío, pero como quiera que fuese toda historia comienza con un “hola”
supongo que es una muy buena manera de enfrentar el destino ¿no lo crees?

-Vaya que si

Por fin llegamos a la cafetería de aquel hospital, le dije a Santino que aguardara hasta que
firmara los papeles y le hiciera una seña con la mano para que se acercara.

-¿Has traído los documento que te pedí Adara?.

-Por supuesto señor aquí tiene, su firma de vede ir en la parte inferior de los contratos, los
he revisado y corregido como lo pidió.

-Perfecto todo en orden.

-¿Puedo ayudarle en algo más Señor?


-Pues veras si hay algo, tengo una sorpresa para ti, espero te agrade. Le dije mientras con
la mano hice la seña para que Santino se acercara.

-Y dígame señor ¿de qué se trata?

-No lo sé Adara querida, tu dímelo. Dije al mismo momento que Santino se ponía en frente
suyo.

-Sa…. Santino ¿qué haces aquí?

-Pues veréis, sé que ha pasado mucho tiempo, que intente olvidarte a toda costa, que todo
lo que hice fue para protegerte de mí, pero caí en la cuenta de que tú eras la única mujer
en mi vida que quiero a mi lado, también sé que no es por casualidad que te haya
encontrado, pero si estás de acuerdo, quisiera que me dieras una oportunidad de contarte
lo que ha pasado y la razón por la que no pude olvidarme de ti, solo si tu estáis de acuerdo.

Sé que no puedo fingir que nada ha pasado, que los años no se borran con la goma de un
lápiz, pero si puedo decirte “hola, te he extrañado, y no pasa un día que no piense en ti”.

-Hola Santino.

-Y tu como has sabido mi nombre.

-Tan solo te diré que se muchas cosas, sobre muchas personas.

-¿Sabes? Alguien me ha dicho que perdonar no es olvidar, perdonar solo es hacer la maleta
más pequeña, para poder caminar un día más, con una carga menos.

Y a pesar de que la luna no brille mañana, no quiere decir que no sienta en mi pecho esa
tu magia al verte, y no imagino un día más sin tenerte en mi vida.

Tan solo te pido que, nos des una oportunidad, para que nuestros ojos se pierdan una vez
más en el limbo de lo incierto y que cada sonrisa se haga etérea en el sendero de la
infinidad.

-Supongo que llevas mucho tiempo con las palabras ahogadas en la garganta, también
supongo que no te marcharas hasta que te escuche, y he de imaginar que se nos ha
olvidado que el mundo es redondo, pues vamos, ya que más da, al igual que tú, yo también
tengo una historia que contarte.
Adara y Santino se perdieron en su mundo, el destino que les deparaba era incierto, Sara
tenía razón “perdonar solo es hacer la maleta más pequeña, para poder caminar un día
más, con una carga menos”.

Pero recuerda esto lector, la persona de tus sueños es la que idealizas día con día, pero no
existe, la persona de tus no sueños, es la que te romperá de apoco a punta de sonrisas, es
la que te hará la vida imposible porque va en contra de todo lo que piensas, es con esa
persona con la que debes de buscar ser feliz, es con esa persona con la que materializaras
todo lo que un día llegaste a imaginar, es con esa persona con la que te perderás en el
infinito de sus ojos y cuando los cierre llegaras al lugar al que siempre has querido volver.

-James Al.

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