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ARISTÓTELES, UN PENSAMIENTO DE ACTUALIDAD

Carmelo Blanco Mayor

"La injusticia que con mayor frecuencia


suele cometerse con el pensamiento especulativo
consiste en tomarlo unilateralmente;
es decir, en tomar solamente en consideración
una de las proposiciones de que se compone"?'

1.- LA CUESTIÓN ARISTOTÉLICA

1.-LA VIDA

Aristóteles nació en Tracia, en la ciudad de Estagira, fronteriza con


Macedonia, el año 384/3. Su padre era médico del rey Amintas II de Macedo­
nia, abuelo de Alejandro Magno.
Cursó estudios en la Academia de Platón a partir del 366/5 y durante
20 años permaneció como miembro de la Academia hasta la muerte del
maestro en el 348/7 La enseñanza metafísica y religiosa de la Academia
ejerció en Aristóteles una influencia decisiva y duradera. Pero la grandeza
de Aristóteles se debe a que no se convirtió en un escolástico, sino que
evolucionó desde la defensa de los principios platónicos hasta la
construcción de un pensamiento propio que somete a revisión la
doctrina del maestro y avanza en una dirección personal.
A la muerte de Platón, se hace cargo de la Academia su sobrino Espeusipo;
Aristóteles sale de Atenas con su amigo Jenócrates y funda en Assos,
en la costa de Tróade del Asia Menor, una Escuela en la que comenzó
a desarrollar sus propios puntos de vista. En Assos permaneció durante
tres años. Fue consejero de Hermías, señor de Assos, con cuya sobrina
e hija adoptiva Pythia se casó.
Se traslada a Mitilene en la isla de Lesbos donde conoció a quien luego
sería su mejor discípulo y sucesor Teofrasto. Con él inicia una nueva línea
de investigación dirigida al estudio de las ciencias naturales.
En el año 343 comienza un nuevo período en la vida de Aristóteles.
Filipo de Macedonia lo llama a la corte de Pella para que se haga car­
go de la educación de su hijo Alejandro.
11
(]) HEGEL, Ciencia de la Lógica.
Aristóteles compartió quizás la grandiosa idea de unificar las ciudades
griegas bajo el cetro de Macedonia, pero en ningún momento entendió
la pretensión de helenizar a los bárbaros y equipararlos con los griegos.
El genio pólitico del discípulo abrió un horizonte histórico nuevo y mucho
más audaz que las categorías políticas de Aristóteles, ancladas en la ciu­
dad­estado, y, en este sentido conservadoras.
El año 336 Alejandro sube al trono y Aristóteles sale de Macedonia.
Lo encontramos en Atenas el año 335. Alquiló unos edificios junto al
templo de Apolo AlK"EW<; del que recibió probablemente el nombre
con que será conocida más tarde la Escuela aristotélica: Liceo. La cos­
tumbre de enseñar y discutir paseando por los pórticos en tomo a un pequeño
jardín contribuyó a que fueran conocidos como nepinatetucoi y la escuela
como peripatos.
El Liceo eclipsó durante bastante tiempo a la Academia. Tenía el
caracter de una sociedad de investigadores, estaba dotada de. una rica
biblioteca y en ella se impartían regularmente cursos. Se la puede con­
siderar como el primer indicio de lo que más tarde será la Universidad
o los Institutos científicos.
El año 323 muere Alejandro y en Atenas se produce una fuerte
reacción antimacedónica encabezada por el orador Demóstenes. Acusaron
de CXO'E�Eta al viejo Aristóteles, sin duda, por las estrechas relaciones
que había mantenido con el gran caudillo en tiempos pasados.
Formalmente se le acusó de haber escrito en honor de Hermias un poe­
ma más digno de un dios que de un hombre.
Para que los atenienses no pecaran por segunda vez con la filosofía,
se cuenta que dijo, marchó de Atenas y se dirigió a Calcis donde poseía
una finca heredada de su madre. Teofrasto quedó a cargo del Liceo.
Aristóteles murió en el año 322.

2.­ LOS ESCRITOS.

Con los escritos de Aristóteles ocurre lo contrario que con los de Platón.
La historia ha perdido todos los diálogos destinados a la divulgación entre
el público ajeno a la escuela, a los que se denomina escritos exotéri­
cos, y ha conservado la mayor parte de las obras acroamáticas o
esotéricas que son resúmenes y apuntes de las lecciones dadas en el Liceo
por Aristóteles.
El esfuerzo de los críticos se ha afanado en recuperar fragmentos de
los dialogos aristotélicos que, en algunos casos, no son para nosotros más
que títulos de obras perdidas: Acerca de las ideas, Acerca del Bien, Eudemo
o del alma y los más tardíos Protréptico y De lafilosofía. Se trata de
12 escritos de juventud en los que parece que Aristóteles defendía doctri­
nas que reflejan la profunda influencia de su maestro. Mostraban un esti­
lo literario muy cuidado que jugaba con metáforas y mitos. Cicerón alabó
la elegancia del estilo aristotélico.2
El conjunto de las obras acroamáticas se llama Corpus aristotelicum;
fue dado a conocer al público por primera vez en la edición de Andrónico
de Rodas hacia el año 60 a. de C. Su estilo es árido y escueto, su exi­
gencia filosófica le obliga a la justeza de las palabras y a huir de metá­
foras y figuras literarias; es sin embargo un gran definidor de términos
filosóficos estrictos.
Andrónico presenta los escritos en un orden sistemático que, según
los críticos, no obedece a un orden cronológico.
Se abre con el Organon o conjunto de tratados de lógica: Categorías,
De la Interpretación, Analíticos primeros y posteriores, Los tópicos, y
Refutaciones de los sofistas.
A continuación sitúa una serie de obras sobre filosofía natural:
Física, Del cielo, La generación y la corrupción, y Meteoros.
A ellas están vinculados los tratados de psicología: Sobre el alma y
Parva Naturalia.
La obra más famosa es la constituida por los catorce libros de la Metafisica.
Se trata de un conjunto de lecciones dadas por Aristóteles en distintas
épocas y que fueron reunidas con ese nombre por algún peripatético
anterior a Andrónico.
Vienen luego los trabajos de filosofía moral y política: Etica a
Nicomaco, Gran ética y Etica a Eudemo. Y por último la Poética y la Retórica.
Se debe también a Aristóteles o cuando menos a su dirección en el Liceo
la Colección de Constituciones de 158 Estados que se han perdido sal­
vo la Constitución de Atenas, que se supone escrita por el mismo
Aristóteles, encontrada el año 1891 en unos papiros; una Historia de la
Filosofía natural que escribió Teofrasto, Historia de la matemáticas y astrono­
mía de Eudemo de Rodas, una Historia de la medicina escrita por Menón.

3.­ LA EVOLUCIÓN DE LOS ESCRITOS.

Durante mucho tiempo se consideró la obra de Aristóteles como un


monolito construido de forma unitaria y sistemática, reflejo de un
pensamiento coherente y sin fisuras. Como si hubiera escrito todo de segui­
do y en un mismo momento. Es una mirada antihistórica de Aristóteles
que lo esclerotiza y falsifica; debía sustituirse por una lectura histórico
genética que pretende descubrir la evolución de su pensamiento para
desarrollar una presentación rigurosa en función de la curva evolutiva.
La propuesta de W. Jaeger' diferencia un período inicial de adhesión
al platonismo al que sigue una postura crecientemente crítica, sobre todo,

(2) CICERÓN, De orat., 1, 11, 49


13
(3) JAEGER, W., Aristóteles Méjico 1946
a las ideas hiperuranias. Más tarde una posición metafísica interesada
por las formas inmanentes a la materia. Acaba en un desinterés por la
metafísica y una acentuada dedicación a las ciencias experimentales que
buscan constatar y clasificar datos empíricos.
Es la historia de una desconversión del platonismo y una afirmación
del empirismo naturalista.
El método histórico­genético ha logrado perfilar mejor la filosofía aris­
totélica, especialmente del primer Aristóteles; ha descubierto relaciones
entre los escritos acroamáticos y la doctrina no­escrita de Platón y de
la Academia; ha desvelado la conexión del pensamiento con su momen­
to histórico y con sus predecesores; Jaeger señala, por ejemplo, la
relación entre la primera metafísica y la enseñanza de Espeusipo. Se ha
conseguido datar las obras e incluso partes de ellas en fechas más o menos
exactas.
Aristóteles ha dejado de ser un bloque monolítico.
Pero el método histórico­genético, que gozó de un éxito extraordi­
nario, se ha agotado despues de medio siglo: los expertos han llegado
a conclusiones contrarias a las defendidas por Jaeger en no pocos casos.
Nadie confía ya en la posibilidad de dibujar la curva evolutiva de
Aristóteles salvo a grandes trazos. Ha pasado a ser un momento históri­
co de la interpretación de Aristóteles.
Quien lea sin prejuicios la obra de Aristóteles descubrirá una unidad
filosófica de fondo aunque no en los detalles y, por supuesto, cuajada
de problemas. No hay unidad literaria ya que son lecciones y apuntes.
Hay, sin embargo, una unidad de pensamiento y de problemas que ha
interesado y sigue interesando a la cultura occidental y que permitió a
Goethe comparar la filosofía de Aristóteles con una pirámide regular de
amplia base bien asentada en el suelo.

4.­ LAS RELACIONES ENTRE PLATÓN Y ARISTÓTELES.

Diógenes Laercio escribió que "Aristóteles es el más genuino


discípulo de Platón". Pero discípulo genuino no es el que repite la
doctrina del maestro, sino quien a partir de sus teorías las supera y abre
horizontes nuevos dentro de un mismo profundo espíritu. Hay entre ellos
importantes coincidencias que los siglos posteriores han, a menudo, mini­
mizado para contraponerlos y convertirlos en símbolos opuestos al hilo
del tópico "amicus Plato sed magis amica verítas" atribuido a
Aristóteles.
La primera diferencia es que Aristóteles en los escritos acroamáti­
cos deja de lado los elementos místico­religiosos de corte órfico que apare­
cen en Platón. Ha querido buscar un discurso filosófico más riguroso.
14 La segunda diferencia radica en que Platón mostró gran interés por
las matemáticas y muy poco por las ciencias empíricas, si se exceptúa
la medicina. En cambio, Aristóteles debía tener dificultades con las
matemáticas y mostró un vivo interés por casi todas las ciencias empíri­
cas, por los fenómenos como puros fenómenos, por la recogida y clasi­
ficación de datos observables. Pero acompañado todo esto de estrictos
intereses filosóficos que aparecen en la diversificación de métodos, por
ejemplo en el tema del alma, en la ética, etc.
Una tercera diferencia se muestra en la forma misma del discurso.
Platón persigue un discurso abierto, un filosofar como busca sin pausa
a partir de la ironía y la mayéutica socráticas adornadas con una excep­
cional fuerza poética. La forma de su discurso es un diálogo inacaba­
do. El espíritu científico de Aristóteles entreteje una rigorosa sistematización
orgánica de aportaciones diversas; una estricta diferenciación de
problemas y temas según su naturaleza; finalmente una distinción de los
métodos aptos y adecuados para afrontar y solucionar problemas distintos.
A pesar de todo, acaba reconociendo que la filosofía está condenada a
ser la siempre buscada, porque nunca podrá ser definitivamente acaba­
da. Este será el drama que Kant atribuye a la Metafísica.
El pensamiento platónico es como una voluta llena de movilidad que
implica y entrelaza siempre todos sus problemas. Aristóteles contrapone
un pensamiento que discrimina y sistematiza; busca fijar casi de
manera estable los diversos problemas que afluyen al saber filosófico.
Y, en efecto, su forma de tratarlos ha marcado las líneas maestras que
definen el modo de acotar la problemática filosófica posterior: lógica,
psicología, ética, política, estética, física y metafísica, son todavía en
nuestro tiempo títulos y cabeceras de saberes distintos.

5.- LA DIVISIÓN DE LA FILOSOFÍA.

No siempre ofrece Aristóteles la misma división de la filosofía4,


pero la que prefiere5 tiene estos apartados:

5.1.- Filosofía teorética6•

Su finalidad es alcanzar el conocimiento en cuanto tal sin pretensiones


u objetivos prácticos. Se divide en:
a) Física o Filosofía natural que estudia las cosas materiales dotadas de
movimiento;
b) matemática que estudia objetos inmóviles pero no separados de la
materia porque están regidos por el espacio y el número;

(4) ARISTÓTELES, Top., A, 14, l05b


(5) Top., Z, 6, 145a
15
(6) Met., K, 7, 1046b
e) Filosofía primer? o metafísica que dilucida los objetos separados de
la materia e inmóviles. Incluye, por tanto, lo que luego se llamará
Teología natural o Teodicea.7

5.2.- La filosofía práctica,"

Trata principalmente de la ciencia política, pero tiene como disciplinas


anejas la estrategia, la ética, la economía y la retórica, puesto que los fines
de estas ciencias se ordenan de manera subsidiaria a la ciencia política.
Pretenden analizar y estudiar el comportamiento, la praxis, de los
hombres para guiar su perfección moral en todos los ámbitos: indivi­
dual, familiar, militar y cívico.

5.3.- La filosofía poética.

Versa sobre la producción como distinta de la acción. Es la teoría del


arte en todas sus dimensiones y en tanto que se proyecta en la técnica.
Persigue el saber con vistas a un hacer que transforma el mundo, con
el propósito de producir determinados objetos y entre ellos el lenguaje
y la poesía.
Aristóteles confiere un valor y dignidad más elevados a las primeras.
Y sobre todas ellas considera la mejor y más bella a la Teología9•

11.- LA METAFÍSICA.

1.- DEFINICIÓN DE LA METAFÍSICA.

"Todos los hombres, por naturaleza, desean saber"," Con esta


afirmación de principios, cargada de optimismo en las capacidades del
hombre, comienza este libro de tan difícil lectura que Avicena confesaba
no entender a pesar de haberlo leído cuarenta veces.
El problema aparece en cuanto queremos aclarar qué dice la palabra
"saber", porque hay diferentes grados de saber. Hay un saber meramente
experimental, pero que desconoce la causa; hay un saber de las causas
próximas de las cosas que proporciona la capacidad de producirlas; es
el ámbito de las tecnologías. Pero eso todavía no es sabiduría, porque

(7) Met. ,E, 1, 1026a.


16 (8) Etica. a Nic. A, 1, 1094a.
(9) Met., K, 7, l 064b
(10) Met., A, 980a
la suprema sabiduría no se ordena a producir cosas, no es útil ni utili­
taria, busca alcanzar el conocimiento de los primeros principios y uni­
camente por amor al conocimiento mismo.
Este afán puro de conocimiento brota de la admiración y de la sor­
presa. Nietzsche dice que también surge del horror y del temblor ante
la realidad. Este deseo de comprender lo que aparece como incom­
prensible sin ninguna consideración al provecho que pueda acarrear es
lo que, según Aristóteles, ha dado lugar a la verdadera sabiduría, filosofía
o metafísica.
Es un conocer de hombres libres y para liberar al hombre de todas
las utilidades. Es un saber que no sirve y que pretende no ser, en ningún
caso, servil.
Es la sabiduría por excelencia. Pero ocurre que, dramaticamente, a
lo más que puede llegar el hombre es a ser amante de esta sabiduría siem­
pre inalcanzable. Ser filosofo. El que pretenda haberla alcanzado se con­
vierte en dogmático y yerra. La sabiduría es la siempre buscada, por no
poder ser nunca alcanzada. Es un extraño tipo de saber que consiste en
la busca.
Los nombres. En la mayoría de los casos Aristóteles la llama
filosofía primera o también teología, en oposición a las filosofías
segundas o física. También la llama la siempre buscada. El nombre que
Aristóteles nunca utilizó, preferido por la posteridad, es Metafísica.
Una ciencia que se ocupa de realidades que están trás la física: pensamiento ·
humano que busca la explicación última del mundo.
· Las definiciones. Hay que advertir que para estudiar la doctrina
aristotélica sobre lo que más tarde estudia la metafísica hay que consultar
sus libros físicos. Aristóteles definió la metafísica de cuatro maneras. La
metafísica investiga: 1.­ las causas y los principios primeros o supremos;
2.­ el ser en cuanto ser; 3.­ la substancia y 4.­ la substancia suprasensi­
ble y Dios. De esta forma Aristóteles pretende ofrecer una poderosa
síntesis del pensamiento que se venía construyendo historicamente
desde Tales. También muestra una profunda estructura interna y una
estricta coherencia: cada una de ellas conduce hasta las otras tres de
forma que todas ellas aparecen entrelazadas sin solución de continuidad.
Es una ciencia que obedece unicamente a la nuda radicalidad de saber
el por qué último.
Por ello Aristóteles se permitió escribir para nosotros: ''Todas las demás
ciencias serán más necesarias para los hombres, pero ninguna es supe­
rior a ella"
No es una ciencia particular, como las otras ciencias, porque toma
como objeto de estudio el fundamento de todo ser y no una parcela del
ser. Esto hace que sea la más universal y la más abstracta de todas las
ciencias, se aleja más de los sentidos y requiere mayor esfuerzo 17
mental. "La percepción sensible es común a todos y es, por lo tanto, fácil
y no indicio de sabiduría"! 1. Pero también la más exacta y rigurosa porque
"las ciencias que menos principios implican tienen mayor exactitud?";
de suyo es la más cognoscible porque se ocupa de los primeros princi­
pios y estos son en sí mismos más verdaderamente cognoscibles y evi­
dentes para una mente pura que sus aplicaciones, aunque para nosotros
que tenemos que partir de las cosas sensibles nos exijan un mayor
esfuerzo.

2.­ LAS CUATRO CAUSAS.

Afirma Aristóteles que la ciencia es el conocimiento de las cosas por


sus causas, no por una u otra causa sino por todas ellas. También la metafí­
sica se presenta como la busca de las causas primeras. Lo primero que
se ha de aclarar es cuántas y cuáles son la tales causas.
Aristóteles ofrece un esbozo de historia de la filosofía anterior para
fundar su tesis de que los antiguos habían vislumbrado aunque cada uno
de manera parcial y confusa las cuatro causas que rigen el mundo del
devenir: causa material, causa eficiente, causa formal y causa final.
Como Hegel pensaba Aristóteles que la historia es el tortuoso camino
que la razón ha seguido hasta alcanzar las posiciones propias; por eso
mismo ofrece su filosofía como una sínteis superior y lograda del
pasado. Un acabamiento y corona.
La causa material o subiectum y la causa formal o esencia son
explicación suficiente de la realidad desde un punto de vista estático. Pero
si la consideramos como algo dinámico que se genera y corrompe, esos
elementos no bastan como explicación o fundamento. Se hace preciso
descubrir la causa que lo produce o eficiente y el objetivo o finalidad a
que tal producción y su producto se encamina, es decir la causa final.
Dice Aristóteles que Platón lo explica todo por dos causas "la esen­
cia y la causa material?". Pero no es justo con Platón. Al hablar del Timeo
dijimos que de hecho Platón ofreció un vislumbre de las cuatro causas
aristotélicas al introducir el Demiurgo artesano y el Bien como finali­
dad a cumplir. Es cierto que debido a su doctrina del xoptcrµos no llegó
a hacer de la idea misma la causa final de cada ser. Esta es la novedad
de Aristóteles, justamente posible porque destruye el hiato.

3.­ EL SER Y SUS SIGNIFICADOS.

Al comienzo del libro cuarto dice Aristóteles que la metafísica ver­


sa sobre el ser en cuanto ser. "Hay una ciencia que considera el ser en

18 (11) Met., 982a


(12) Met. 982a
(13) Met. 988
cuanto ser y las propiedades que le corresponden en cuanto ser. No se
identifica con ninguna de las ciencias ... (porque) cada ciencia estudia
las características de una parcela de ser".14
Como ciencia su tarea es clarificar los atributos del ser que, según
Aristóteles, son la unidad y el bien. Decir que una cosa es equivale a
decir que es una; por consiguiente la unidad es un atributo esencial del
ser y así como el ser se halla en todas las categorías también se halla la
unidad en todas ellas. En la Etica a Nicámaco" afirma que también la
bondad es aplicable a todas las categorías de ser. U ni dad y bondad son
atributos trascendentales del ser ya que nada puede ser que no sea uno
y bueno. En cambio el ser no es un género al que se pueda aplicar dife­
rencias específicas, porque también la diferencia específica es ya y de
antemano.
La primera afirmación aristotélica acerca del ser es que el ser se dice
de muchas maneras. Es la reacción radical contra Parménides.
Parménides había entendido el ser de manera unívoca: ser o no­ser;
la univocidad implica la unicidad. Si el ser se dice de una sola manera
también se ha de decir que hay un solo ser. Platón se atrevió a llamar
ser al no­ser­otro, al no ser relativo. Pero no se atrevió a decir "ser" del
mundo sensible al que considera como intermedio (µt:-ra;v) entre el ser
de las ideas y el no ser.
Aristóteles significa la superación del eleatismo: si el ser se dice de
muchas maneras hay también muchas maneras de ser. Todo aquello que
no queda abrazado por el no­ser absoluto pertenece con justo motivo a
la esfera del ser, tanto si es un ser sensible como el ser inteligible. No
quiere esto decir que sostenga la homonimia o equivocidad porque
cada uno de los significados del ser comporta una referencia común a
una unidad: consiste en una referencia estructural a la ousía. Porque todas
las cosas son o substancia o afección de la substancia.
Según Aristóteles el ser es ovcna, o una afección de la ovcna o su
actividad: en todos los casos y siempre es algo que se relaciona con la
ovcna. Pretende enumerar todos los significados de ser y distingue
cuatro grupos fundamentales de significados: categorías del ser, el ser
como acto y potencia, el ser como accidente, el ser como verdadero
(no­ser como falso).

3.1.­ El ser como categorías.

Las categorías constituyen el grupo principal de significados del


ser, las divisiones originarias o, como los llama también, los géneros supre­
mos del ser:

19
(14) Met., IV, I
(15) Etica a Nicómaco, 1906
Esta es su lista de categorías:
1) Ooouxo esencia o substancia; 2) cantidad; 3) cualidad; 4) relación;
5) acción o actuar; 6) pasión o padecer; 7) dónde o lugar; 8) cuándo o
tiempo; 9) Tener o hábito; lO) estar o si tus.
Son los significados originarios de ser, uunque sólo la primera cate­
goría de ovma es propiamente y de suyo ser. todas las demás la pre­
suponen y se fundamentan en su su ser. Las categorías aristotélicas son
originalmente categorías ontológicas, son modos de ser, y de manera secun­
daria son categorías gnoseológicas y modos de hablar del ser: la canti­
dad es en y se dice de la substancia; las relaciones son entre y se dicen
de substancias, etc.
Una nueva preocupación de Aristóteles será enumerar y clasificar los
tipos de ser substancia. En el Libro E distingue simplemente substan­
cias mudables e inmutables; pero en el LibroL enumera tres tipos de
substancias: substancias sensibles y perecederas, substancias sensibles
pero eternas, como son los cuerpos celestes, y las substancias
no­sensibles y eternas.
La ciencia metafísica estudia principalmente el ser como substancia;
no estudia el ser accidental que no es objeto de ciencia, ni el ser verdadero
que sólo se da en el juicio y no en las cosas.
Establece los primeros principios o axiomas, especialmente el prin­
cipio de no contradicción, que no es demostrable sino evidente por sí
mismo: es el principio último que rige todos los dominios del ser y del
conocer. "Es imposible que la misma cosa sea y a la vez no sea "16• Con
este principio se enfrenta radicalmente Aristóteles a los megáricos,
cínicos y sofistas que presumían de poder afirmar de la misma cosa el
ser y el no ser; pero también a los heraclíteos que admiten la posibili­
dad de que el ser en el devenir se identifique con el no ser.
Para Aristóteles la categoría de ovma se convierte en el eje de toda
su filosofía, la avena es el ser necesario, el ser que necesariamente es
lo que es, lo to tí en einai. Este es el ser de la ovma, el ser por exce­
lencia, el ser que es imposible que no sea y primero en todos los senti­
dos. "La avena es primera, por definición, para el conocimiento y
para el tiempo. Es la única entre todas las categorías, que puede
subsistir separadamente"11

3.2.­ El ser como potencia y acto.

Son significados originarios de ser que no se pueden definir por re­


ferencia a otros elementos, sino unicamente por referencia recíproca: la
potencia se define por el acto y éste por la potencia. Aristóteles ofrece

20 (16) Met., IV, c. 3, 1005b, 1006a


'1
7) Met., VII, 1, 1028a
varios ejemplos: un ciego no es vidente en ningún sentido, es un invi­
dente; quien tiene los ojos sanos pero cerrados es vidente, aunque
actualmente no vea, porque puede ver: es vidente en potencia. Un
trigal que comienza a verdear en el campo decimos que es un trigal, pero
es trigo en potencia; sólo la espiga madura y granada es y decimos
trigo en acto. Esta distinción desempeña en el sistema aristotélico un papel
fundamental porque le permite solucionar diversas aporías, en dife­
rentes ámbitos, que afectan a todas las categorías del ser.

3.3.­ El ser accidental o contingente, por oposición al ser necesario, es


el ser azaroso, casual o fortuito: lo que ocurre de hecho. Se trata de un
tipo de ser que depende de otro ser con el que no está vinculado de ma­
nera necesaria y esencial: ocurre simplemente que en este momento
estoy hablando, estoy pálido. Ocurre que Pedro es un hombre "músico".

3.4.­ El ser como verdadero es el ser que está y decimos del juicio. No
es de la cosa sino de la mente humana que conoce y piensa la cosa y sabe
unir en un juicio las cosas como están en la realidad o separar las cosas
como están separadas en la realidad. Decir que es lo que es y que no
es lo que no es, verdadero; decir que no es lo que es o que es lo que
no es, falso. El ser falso o, mejor dicho, el no­ser verdadero acaece cuan­
do la mente humana une lo separado o separa lo que está unido.
Este último tipo de ser es el objeto propio de la lógica que estudia
el juicio no como actividad subjetividad de la mente, eso es lo propio
de la psicología, ni como formulación oral o gráfica, que se estudia en
la gramática, sino como producto expresivo del decir mental acerca de
las cosas.
No hay ciencia alguna de lo accidental o fortuito, porque la ciencia
aristotélica busca lo necesario y constante. Aristóteles no entendería las
ciencias idiográficas que persiguen describir lo singular. Aunque, parado­
jicamente, él habla de que tenemos una intuición de lo singular.
La metafísica estudia los dos primeros grupos de significados del
ser; pero como todos los significados del ser giran en torno al ser
substancia es ésta el objeto primero y principal de la metafísica:
"Verdaderamente, lo que, desde los tiempos antiguos, tanto antes
como ahora, y siempre, constituye el eterno objeto de busca o el
eterno problema: ¿qué es el ser? equivale a este otro ¿qué es la
substancia?... ; por eso también nosotros, principal, fundamental y
unicamente, por así decirlo, debemos examinar qué es el ser entendido
en este significado?",

21
(18) Met., VII, l. 1028b
4.­ PROBLEMAS RELACIONADOS CON LA SUBSTANCIA.

A partir de este texto no parecerá extraño que Aristóteles entienda la


metafísica como una teoría de la substancia. La problemática de la
substancia es la más compleja y ardua ya que ella es el eje en torno al
cual se constituyen todos los demás significados y modos de ser.

4.1.­ ¿Qué es substancia?. Aristóteles ofrece en el Libro VII de


Metafísica el tratado más concluyente y maduro de esta problemática.
El Libro XVII y último presenta la ouour como ªPX'll y como m 'tta:
lo que explica y justifica el ser de cada cosa; la causa primera y el fun­
damento del ser propio de cada realidad. Oooto es siempre principio
y nunca componente. Es lo que permite responder a la pregunta del por
qué de una cosa.

4.1.1.­ Los nombres. La expresión que Aristóteles emplea para


definir la ouoio es ro TI nv ezvaz, que los latinos tradujeron quod quid
erat esse y en castellano viene a decir lo que el era el ser. La insisten­
cia y reiteración del verbo ser magnifica que la ousía es el principio
constitutivo del ser como tal; la forma de imperfecto "era" indica la per­
sistencia y la estabilidad del ser, su estricta necesidad. La substancia es
el ser constante del ser; el principio por el cual el ser necesariamente es
tal y permanece.

4.1.2.­ Los sentidos de ovaza. Pero ¿qué es la substancia en


general? 1) Los physicoi afirmaron que el principio substancial son los
elementos materiales de la cosa; 2) los platónicos lo atribuyen a la
Forma; 3) el hombre de la calle atribuye el ser a la cosa concreta, al indi­
viduo compuesto de materia y forma.
Según Aristóteles todos tienen algo de razón pero sus respuestas son
parciales y unilaterales.
1.- Hay que afirmar la realidad de la materia (UA'll) en tanto que prin­
cipio verdadero de las cosas sensibles; es su principio constitutivo
porque es el substrato de la forma. Si se elimina la materia se elimina
toda la cosa. Pero la materia es de suyo pura potencialidad e indeterminación.
La materia es lo ilimitado e indeterminado que necesita determinarse y
actualizarse mediante una forma. La materia es substancia pero sólo de
manera impropia. Aquí materia no se opone a espíritu sino a forma; ni
materia ni forma son cosas sino coprincipios de toda cosa.
2.­ La forma es lo que determina, actualiza y confiere realidad a la
materia. La forma es el principio que constituye a cada cosa en su ser,
lo que la cosa es. Pero no se ha de entender al estilo platónico como una
forma separada, sino de una forma que verdaderamente es principio
22 constitutivo intrínseco de la cosa misma. Es una forma­en­la­materia.
Así la forma es substancia de pleno derecho y de manera principal.
3.­ Finalmente el compuesto de materia y forma al que Aristóteles
denomina ouvoxov, el conjunto de materia­y­forma, es substancia de
pleno derecho, ya que reune ambos principios de la substancia. Y la
substancia es justamente la unidad de ambos principios, su coherencia
intrínseca. 19 .
Se ha querido reducir el sentido de substancia primera al compuesto
o individuo, siguiendo lo que Aristóteles dice en Categorías, pero en Metafísica
afirma tajantemente: "Llamo forma a la esencia de cada cosa y a la
substancia primera".
Esto merece clarificarse porque si se acota el término substancia para
el compuesto, se reduciría, en último término, la substancia a substan­
cia material. En unos textos dice que el compuesto es la substancia por
excelencia, sin embargo, en otros textos dice que la substancia por
excelencia es la forma o esencia. Se trata de una aparente contradicción
que se rompe según el punto de vista que se adopte.
Desde una perspectiva empírica que se atenga y se limite a lo dado
por los sentidos, el compuesto concreto parece ser la substancia por
excelencia. Pero desde un punto de vista estrictamente teórico, el com­
puesto es principiado, causado y fundado justamente en sus principios
constitutivos; la forma es delimitación y acto de una materia potencial
e ilimitada o indefinida: así la forma es la substancia por excelencia.
Si la únicasubstancia fuera el compuesto no podría pensarse como
oixnn nada que no fuera compuesto. No podría pensarse nada que
fuera substancia inmaterial, lo que para Aristóteles es absurdo.
Aristóteles ha clarificado el sentido y el valor del ser. El ser en su sig­
nificado más fuerte es oooto, Pero ésta en sentido impropio es mate­
ria, así es »noxeuievov o subiectum; en un sentido más apropiado es
sunolon, y en un tercer sentido y por excelencia es AO')Vq, fa forma o
uopqm. La materia es ser, el compuesto es ser en un grado mayor, y la
forma es en su sentido más elevado ser.

4.1.3.­ La substancia primera (individuo) y la substancia segun­


da. Escribe Aristóteles en el Libro VU, que la palabra substancia se dice
al menos en cuatro sentidos ... parece ser substancia de cada cosa la esen­
cia, lo universal, el género y, en cuarto lugar, su sujeto. Y1tOKEtµEvov
es aquello de lo cual se predican los otros; en cambio él nunca se pre­
dica de otro ... el sujeto parece ser la substancia primera por excelencia.2º
"Es verdad y estáfuera de discusión que las substancias primeras de­
signan un determinado ser real, porque lo que designan es siempre un
ser individual y uno de número ... De las substancias primeras
ninguna es más substancia que las otras; así un hombre determinado

23
(19) Met., VII, 3, 1028; VIII, 1042 y 1043)
(20) Met., VII, 3, 1029.
no es más substancia que un determinado buey... Se llaman luego
substancias segundas las especies en que subsisten las substancias
primeras ... entre las substancias segundas, es más substancia la especie
que el género, porque está más cerca de la substancia primera"?',
"Pues el universo consta de individuos" 22•
Descubre así Aristóteles el valor intrínseco del ser en sí mismo. El
valor que el ser posee no proviene de un principio extrínseco ­el bien
o el paradigma celeste­, sino de su principio intrínseco substancial. Todo
lo que es, en cuanto es, realiza el valor primordial y único, el ser en cuan­
to tal. El ser no es privilegio de las realidades más elevadas, sino que se
encuentra tanto en la base como en la cima de la pirámide de los seres
y representa el valor metafísico. Todo lo que es, cuanto es, tiene un
valor intrínseco, es digno de consideración y de estudio. Para Aristóteles,
la más insignificante manifestación del ser expresa un valor. Es la
nueva actitud frente al mundo.

4.1.4.- Crítica de las ideas platónicas. Aristóteles polemiza contra


la teoría platónica que afirma la trascendencia y separación de las for­
mas; él exige la unidad de la forma con la materia y la inmanencia de
la idea en el O"UVOAOV. Su razonamiento se desarrolla en los puntos
siguientes.
1.­ Las ideas separadas y trascendentes no pueden ser causa, ni
explicar el devenir ni el ser. "Es evidente que si la causa de las especies,
que algunos suelen llamar ideas, fuese algo fuera de los seres singulares,
no serviría para explicar el devenir ni las substancias">. No es muy fino
este argumento porque Platón no considera a las ideas causas eficientes
o motrices, para ello postuló el Demiurgo. Las considera causa final a
lo sumo, y en esto tomará el relevo Aristóteles.
2.­ Las ideas son un duplicado de las cosas vano y absurdo. "Ninguna
manera de probar que las Formas existen es convincente, pues en algu­
nas de esas maneras no se sigue por necesidad la consecuencia y en otras
se sigue que hay Formas de cosas de las que estamos convencidos que
no existen Formas "24, de las negaciones, de cosas corruptibles, de las rela­
ciones, etc.
Hay en efecto una manera burda y simplista de entender a Platón y
las ideas como réplicas de lo concreto en el mundo ideal. Si el "Hombre
ideal" es el mismo hombre concreto en el plano ideal, un hombre de carne
y hueso sólo que sublimado, entonces el "Hombre ideal" será un hom­
bre tangible y palpable. Pero es difícil pensar que Platón quisiera pen­
sar algo parecido. La Idea de hombre deberá implicar la idea de corporeidad

(21) Cat., c. 5, 2­3


24 (22) n«. I, 3, 186
(23) Met., VII, 8. 1033
(24) Met., 990b
pero no tiene por qué ser, no puede ser, ella misma corporea. Aristóteles
simplifica a Platón para mejor ridiculizarlo; casi se inventa a Platón.
3.­ La teoría de las Ideas es una teoría imposible. Porque es "imposi­
ble que la substancia y aquello de lo que es substancia existan por se­
parado "25• Platón vió la dificiultad de este razonamiento. ¿ Cómo se rela­
cionan las ideas y las cosas a través del hiato, del xropucrµoc; entre ellas
abierto? El recurrió a los términos de µE9Ecrtc; / mediación, uuino«; /
imitación, presencia. Pero Aristóteles lleva al extremo la dificultad esto
son sólo palabras. "Decir que ellas ( ideas) son los paradigmas o
modelos y que las otras cosas participan de ellas, es hacer uso de
palabras vacías y de metáforas poéticas':":
Este es el argumento crucial y grave sobre todo si el xroptcrµoc; se
entiende como separación local. ¿Lo entendió así Platón? ¿No se trata­
ba en él más bien de la afirmación de que la idea era independiente?.
Platón no hubiera podido admitir la tesis aristotélica de la inmanencia
de la Idea en la cosa. Aristóteles señala el punto flaco de la teoría
platónica, pero, al rechazar el ejemplarismo platónico, deja al descubierto
la debilidad de su propia doctrina, que no ofrece ninguna base real y
sólida a la estabilidad y permanencia de las esencias inmanentes. Es el
punto débil de ambos.
Aristóteles quiere afirmar la realidad de lo concreto de lo singular;
la realidad de las cosas de este mundo. Los seres individuales y concretos
son verdaderamente reales, no son sombras ni reflejos o imitaciones. Los
individuos son verdaderamente ousía, son la proté ousía.

4.2.­ La substancia, causa del devenir.

Sostiene Aristóteles que toda investigación ha de partir de lo más


cognoscible para nosotros a fin de alcanzar las cosas que son en sí mis­
mas más cognoscibles. Pero las cosas más cognoscibles para el hombre
son las cosas sensibles; de ellas pues se ha de partir. Y lo primero que
se nos manifiesta en estas cosas es que nacen y perecen, que están suje­
tas al devenir. Por eso nuestro problema será clarificar qué papel desem­
peña la substacia en el devenir de las cosas.
La piedra sin labrar permanecerá así mientras se la abandone a sí mis­
ma: ella sola no se labra; y lo mismo ocurre con un edificio: una casa
no se construye a sí misma.
Para Aristóteles, todo lo que viene a ser ha de tener una causa efi­
ciente que es punto de partida y principio del devenir; pero además lle­
ga a ser algo, esto es, la EV'tEAflKEtex, forma o punto de llegada; .y
viene a partir de algo que no puede ser la mera privación de la forma,

(25) Met., 99lb


25
(26) Met., 99la, !079b
sino su posibilidad o potencia 8uvaµt<; a la que llamamos también
materia o substrato que permanece a todo cambio. El artífice y la esta­
tua de bronce. No produce el bronce, no produce la forma. Ni la mate­
ria ni la forma devienen, lo que deviene es el conjunto.
En el Libro primero de Metafísica, Aristóteles distingue cuatro causas
que ya había enseñado en Física" . "De la causa se habla de cuatro
modos. Causa primera llamamos a la substancia y a la esencia necesaria
ya que el por qué se reduce en última instancia al 'Aoyoc;, el cual siendo
el primer por qué, es causa y principio. La segunda causa es la materia
U'All y el substrato La tercera es la causa eficiente, esto es, el principio
del movimiento. La cuarta es la causa opuesta a esto último, el objetivo
y el bien que es el 'tE'Aü<; de cada generación y de cada devenir"28•
Todos estos modos de hablar son verdaderamente tales en cuanto que
todas las causas se reducen a la primera, a la substancia, de la que uni­
camente son determinaciones o expresiones diversas.
La causa eficiente no es menester que sea exterior a la cosa que
cambia, porque cada uno de los cuatro elementos tiende hacia su lugar
natural en el universo; y pertenece a la forma de cada elemento el ten­
der hacia su lugar natural 29• Esta identificación entre causa eficiente y
forma se da estrictamente en el caso del alma que es principio formal
del organismo y también principio vital, iniciadora del movimiento; no
ocurre en el caso de las construcciones artificiales como el constructor
de una casa; en el caso de la generación del hijo la causa eficiente es el
padre que es especificamente, aunque no numericamente, idéntico a la
causa formal del hijo.
La causa final. Aristóteles presume de ser el primer pensador de la
· finalidad. Pero es un craso error hablar o suponer que Aristóteles se intere­
sa por una finalidad externa: la hierba es para que coman las ovejas, como
se suele hacer cuando se critica la finalidad aristotélica. El insiste en la
finalidad intrínseca: cada cosa tiende a alcanzar la perfección de su propia
forma, porque para él la causa final no es otra cosa que la causa formal.
Así se identifica la causa final con la causa formal que es a la vez causa
eficiente.
Esta búsqueda de la unidad de la causa refleja sus estudios biológi­
cos, ahí encuentra los mejores ejemplos: el pimpollo que brota, la semi­
lla que se desarrolla. Es una teoría que se presta a numerosas pregun­
tas. ¿ Cómo puede ser algo, que todavía no es, causa del movimiento de
un ser?. Es la pregunta radical. De todas maneras, Aristóteles acepta la
distinción física de las cuatro causas en algunos casos. Pero hay en él
una propensión a identificar todas las causas con dos: la materia y la for­
ma. Esto es extraño para nuestra mentalidad acostumbrada a entender

26 (27) Física, TI, 3 y 7


(28) Met., A,3, 983a
(29) De Cae/o 311a
por causa unicamente a la causa eficiente reducida con frecuencia a las
circunstancias en que se produce un fenómeno.

4.3.­ La substancia, el acto, la potencia y la privación.

En el Libro IX de la Metafísica introduce Aristóteltes las nociones


de potencia y acto. Es una distinción extraordinariamente potente y fecun­
da que permite a Aristóteles admitir la realidad del cambio y construir
sobre él una teoría racional.
La escuela megárica había negado realidad a la ouvaµt<;. Aristóteles
va a convertir este concepto en un pilar de su teoría. La dinamis no puede
reducirse a no ser. La potencia no es simplemente la negación de la
actualidad del acto.
Una piedra ni piensa actualmente ni tiene potencia para pensar. Esto
es la privación, en sentido riguroso. Aristóteles distingue entre la pri­
vación y la carencia. Privación es simplemente la falta de algo en un ser.
La piedra está privada de la vista pero no carece de ella. La carencia impli­ ·
ca algo más; la carencia es la falta de algo debido a la índole de un ser.
Un hombre ciego no sólo está privado de la vista sino que carece de ella
porque a su ser se le debe la vista.
Pero un hombre con los ojos sanos tiene el poder de ver aunque en
este momento, por tenerlos cerrados, no vea actualmente. El que está
dormido no piensa en acto, pero conserva la potencia de pensar en
cuanto se despierte. Los objetos naturales están en potencia de alcanzar
su propia perfección, de realizar plenamente su propia forma intrínse­
ca. Así todo ser está en potencia de llegar aún a ser más, a ser lo que todavía
no ha logrado desarrollar de sí mismo. Dínamis es la potencia o el poder
de efectuar un cambio en otro ser o de poder autorrealizarse, en este sen­
tido es también la potencia de padecer una modificación. En ambos casos,
como potencia activa y como potencia pasiva tiene algo de real, es
intermedio entre el ser y el no­ser: es el no­ser­aún que puede ver­
daderamente llegar a ser.
El acto, enseña Aristóteles, es primero que la potencia". Lo poten­
cial sólo puede ser reducido al acto por algo que ya esté en acto: un hom­
bre sólo puede ser producido por otro hombre. En este sentido lo
actual es temporalmente primero que lo potencial. Pero lo es también
desde el punto de vista lógico: la semilla sólo se puede entender como
semilla por quien conozca el acto del que es semilla. El acto es princi­
pio de conocimiento. El acto es regla, norma, condición, fin y objetivo
de la potencialidad. Finalmente el acto es ontologicamente superior a la
potencia porque la substancia eterna es puro acto. Y lo eterno es primero
que lo perecedero. ·
27
(30) Met., l049b
El acto es también EV'tEATlKEta porque significa acabamiento,
realización, perfección, es lo que en sí mismo tiene su propio 'tEAoi:;. El
alma en cuanto forma del cuerpo será su acto y su entelekeia.
Aristóteles concibe el mundo en movimiento como un entramado de
potencias que se actualizan. Todo synolon es compuesto también de poten­
cia/materia y de forma/acto. No se da la materia pura en la realidad. El
mal no existe aparte de las cosas malas.31 Para Aristóteles los seres inma­
teriales, las formas puras, actos puros exentos de potencialidad son los
seres eternos e imperecederos.
Dios es puro acto, plena y total actualidad. Es inmovil y fuente de
todo movimiento como causa final. El es el acto de toda potencia, el cumpli­
miento de que la posibilidad de la bondad llegue a realizarse. Así el Dios
aristotélico recoge la nota clave de la Idea suprema platónica o Bien. Dios
es el Bien.

S.­ LA SUBSTANCIA SUPRASENSIBLE.

Todo paso de la potencia al acto, todo movimiento, requiere algún


principio en acto. Esto significa que el mundo como totalidad ha de
tener un Primer Motor. Primero no en sentido temporal porque el mun­
. do es eterno necesariamente. Primero en sentido de que es Fuente
Suprema del movimiento.
Este Primer Motor no es un Dios creador. El concepto de creación
es totalmente ajeno a la mentalidad griega. El mundo existe desde la eterni­
dad sin que haya tenido un origen. Tampoco se puede entender como causa
eficiente porque si Dios iniciara el movimiento del mundo empujándo­
lo, dándole un empellón, también él mismo cambiaría, lo que es contradictorio
con su condición de inmovil. Dios, motor inmovil, unicamente puede
actuar como Causa Final, como la meta última que persigue todo
movimiento.
En el libro L, Aristóteles muestra que este principio ha de ser
evspjsic, acto puro sin mezcla alguna de potencia y, por tanto, abso­
lutamente inmaterial. Porque la materia implica potencialidad de ser pasi­
vo y cambiante.
Para Aristóteles Dios mueve el universo como Causa final: por
atracción mueve el primer cielo causando así la rotación de las estre­
llas en torno a la tierra; ese movimiento luego se comunica a todas las
demás esferas. Pero la manera como mueve es inspirando amor y deseo:
lo deseable es lo Inteligible en el ámbito de la inmaterialidad: ha de haber
por tanto una Inteligencia en cada esfera. Una Inteligencia que conoce
y ama y es arrastrada por el Motor Inmovil.

28
(31) Met., 1051a
Aristóteles no acaba de definir ni el número de esferas ni el de
Inteligencias que los medievales tradujeron como ángeles inferiores a
Dios con el encargo de mover las esferas supra lunares.
La única actividad de Dios es pensar y su conocimiento no ha de implicar
cambio o modificación. Por tanto Dios es un pensamiento que se pien­
sa a sí mismo en acto de eterna intuición o conciencia de sí mismo. El
Dios aristotélico ha de ser VOTICH� VOTl<Jf.W�, Pensamiento de
Pensamiento32 • Para Aristóteles Dios sólo se conoce a sí mismo. "No
tiene ninguna teoría sobre la creación divina ni sobre la divina
Providencia", escribe Ross33• Sto. Tomás y Brentano fuerzan una inter­
pretación de modo que no quede excluido el conocimiento del mundo
y la providencia. "Nec tamen sequitur quod omnia afia a se ei sunt igno­
ta; nam intelligendo se intelligit omnia alia "34.
¿Es el Dios de Aristóteles un Dios personal?
En Aristóteles lo divino designa un ámbito muy amplio. Es divino el
motor inmóvil, y las inteligencias celestes y el vou; del hombre. Todo
lo que es eterno e incorruptible es divino.
Pero no se le puede negar a Aristóteles un esfuerzo unificador. Y en
este sentido se puede afirmar un monoteismo más tendencia! que efec­
tivo. Reserva para el motor inmóvil el término o ern� en sentido fuerte
frente a ot 0rnt o 0ctoV, afirma su unicidad de la que deduce la del mun­
do. Y el Motor Inmóvil como Acto Puro es Inteligencia o Pensamiento.
Cabe decir que si nunca lo concibe como persona, cumple sin embar­
go las notas con las que se caracteriza a la persona posteriormente. Por
supuesto, no es Dios creador; el mundo se ha originado en tendencia hacia
Dios, atraído por su perfección. Pero la teleología aristotélica es inma­
nente. Y la relación de Dios con el mundo es de absoluta frialdad: ni conoce
el mundo, ni, mucho menos, puede amar algo que no sea él mismo. Un
griego no puede entender el amor como don gratuito de sí mismo; el que
ama es porque algo necesita. Y Dios no carece de nada.
No hay, finalmente, ningún indicio de que Aristóteles pensase en el
Motor Inmóvil como un objeto de culto y menos aún como un Ser al que
fuera oportuno elevar preces.

6.­ PLATÓN Y ARISTÓTELES RESPECTO A W SUPRASENSIBLE.

Aristóteles critica duramente el mundo de las ideas platónicas. Para


que las ideas ejerzan el doble papel de ser causa de las cosas y cognosci­
bles a partir de las cosas han de ser ellas mismas inmanentes a las

(32) Met., 1074b


(33) ROSS, Aristóteles, pág. 184.
29
(34) Sto. Tomás, In Met. XII, lect. 11
cosas. La propuesta que presenta frente a Platón Arístóteles es la doc­
trína del O"DVOAOV de matería y forma.
No níega la existencia de substancias suprasensibles, pero niega que
fuera como Platón pretendía. Lo suprasensible no es un mundo de intel­
igibles sino de inteligencias, en cuya cima se halla la VOT)Ol� vonceox;
Las ideas o formas en cambio son la trama y el tejido inteligible de lo
sensible.

111.­ LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA.

1.­ CONCEPCIÓN DE LA FÍSICA.

Hemos dícho que el objeto de estudio de la Filosofía Primera es la


oixnc inmovil y eterna. La segunda ciencia teórica es la Física y su obje­
to de investigación es la ouotc sensible intrínsecamente caracterizada
por el movimiento y la materia.
La <l>ucrt�, la Naturaleza, es para Aristóteles la totalidad de los obje­
tos capaces de provocar y sufrir el cambio y de desarrollarlo hasta un 'tcAO�;
la totalidad de los objetos que tienen la tendencia intrínseca a cambiar."
Aristóteles precísa una estricta distinción entre objetos físicos que
tienen en sí mismos el principio dinámico hacia su propio fin; y los obje­
tos técnicos o producídos por el arte que son funcionales pero que care­
cen de un principio intrínseco de movimiento hacia el fín propio. Pone
como ejemplo el lecho de madera.
Otra precisión que se impone es la diferencia fundamental entre la
concepción del movimiento aristotélica y la concepción que ofrece la Física
moderna desde el Renacimiento. Para Aristóteles los elementos tienden
hacia su lugar natural y distingue radicalmente el reposo y el
movimiento. La Física moderna entiende el movimiento como un reposo
acelerado,y el reposo como un movimiento retardado.
Los dos principíos primeros de la Física aristotélica son: 1.­ Los ele­
mentos simples tienen el poder intrínseco de moverse hacia su fin o lugar
natural. 2.­ Todo lo que se mueve es movido por un agente externo. Es
el principio de causalidad. Podría parece contradictoria la suma de
estos dos principios. De hecho, las palabras de Aristóteles" pueden
parecer un tanto ambiguas. Dice que todo lo que se mueve ha de ser movi­
do por otro, ya por sí mismo ya por otro. No dice que cada móvil sea
movido por otro. Pero sus argumentos en favor del Motor Inmovily de
la primacía del acto sobre la potencia abogan por la tesis de que ningún

30 (35) Fis., B l, 192b


_(36) Fis., H 1, 24lb
ser móvil puede en absoluto iniciar el movimiento por sí mismo. Todo
aquello que dé comienzo absolutamente al movimiento ha de ser Acto
y en sí mismo Inmovil. La inciativa de los animales en sus movimien­
tos no es una iniciativa absoluta; no habría en ellos movimiento alguno
, si no se diese un agente exterior. Aristóteles lo explicita afirmando que
los seres inanimados tienen en sí mismos "un principio de ser movidos",
pero no "un principio causante del movimiento"37•

2.­ LA TEORÍA DEL MOVIMIENTO. LAS CUATRO CLASES


DE CAMBIO.

La parte central de la Física aristotélica es la explicación del cam­


bio o movimiento. En nuestros días, sólo entendemos por movimiento
el cambio local; en la Física de Aristóteles este tipo de cambio es el menos
importante y decisivo en la Naturaleza.
La explicación del movimiento fue una de las preocupaciones inciales
de los primeros physicoi; era necesario explicar cómo del primer ªPX11
brotaba la pluralidad del mundo cambiante. Los eleáticos lo redujeron
a engañosa apariencia: sólo el ser es. Para Parménides el movimiento es
imposible, porque el ser no puede provenir del no­ser pero tampoco puede
provenir del ser que ya es. Los pluralistas recuperan la noción de
movimiento y ofrecen explicaciones mecanicistas más o menos complejas
pero insuficientes. Ni siquiera Platón llegó a establecer su estatuto
ontológico. Aristóteles busca superar la aporía eleática introduciendo una
nueva concepción del ser y afirmando los diferentes modos de ser.
Las nociones aristotélicas fundamentales para responder a Parménides
son "la privación", "el ser en potencia" y "ser en acto". La privación
es la ausencia de algo. Ese algo viene al ser a partir de la privación en
un sujeto y no a partir de la nada o de la pura ausencia.
Ser en potencia y ser en acto son conceptos correlativos. Por refe­
rencia al ser en acto se puede decir que el ser en potencia no­es­todavía;
es un no­ser­relativo porque la potencia es real, es capacidad real y efec­
tiva posibilidad de llegar a ser en acto. Esta distinción le permite a
Aristóteles fundar la jerarquía de los seres desde la pura potencia o mate­
ria prima hasta el entendimiento agente, acto no mezclado con mate­
ria, y el acto puro o inteligencia separada como voncu; VOT]<JEO�.
Porque es evidente que toda cosa que esté en acto respecto a su termi­
no a quo puede estar en potencia respecto a una ulterior actualidad, respec­
to a un acto ulterior.
El movimiento consiste precisamente en el paso del ser en potencia
hasta el ser en acto. Aristóteles define rigurosamente el cambio como

31
(37) Fis., 254b ­ 256a
"el acto de lo que es en potencia en cuanto tal", "actus entis in poten­
tia prout in potentia'", la actualización de una potencia en tanto que sigue
estando en potencia. "Es la evtesnxeux del móvil en cuanto móvil"39•
Distingue dos tipos de cambio:
1.- El cambio según la substancia es la generación y la corrupción.
2.­ El cambio estricto o xivnou;
La xivnou; se divide a su vez en tres clases:
2.1.­ xivnou; Ka'ta ro notov o Ka'ta 1ta80<;: cambio cualitativo es
CX,AAOHúat<;.
2.2.­ xivnc«; Ka'ta ro nooov: cambio cuantitativo, aumento o dis­
minución.
2.3.­ xivno«; Ka'ta ro non, es <popa o movimiento local. Es el sen­
tido que se da a la palabra "movimiento" en nuestro tiempo".
Afirma Aristóteles la eternidad del movimiento. "Es necesario que
el movimiento sea eterno o que no exista jamás, no pudiendo
nacer de la nada"41• La generación consiste en que la materia asuma una
forma nueva. Y la corrupción es una pérdida de la forma. El cambio cua­
litativo o alteración se da cuando la sustancia gana o pierde una cuali­
dad. El aumento o disminución consiste en pasar de lo grande a lo
pequeño o viceversa. El movimiento local se da en el paso de un lugar
a otro lugar.
Sólo pueden cambiar los covoxov, los compuestos de materia y for­
ma, porque sólo la materia implica potencialidad. La estructura hilemór­
fica de la realidad sensible es la raíz de todo movimiento.

3.­ CAMBIO, ESPACIO Y TIEMPO.

Los presupuestos de todo cambio son el espacio y el tiempo. Fuera


del espacio y del tiempo no cabe el movimiento.

3.1.­ El lugar o espacio. En griego se dice 't01tO<;.

El lugar es algo real y se demuestra por el desplazamiento, donde hay


agua, por ejemplo, puede haber aire; y por el hecho de que los cuatro
elementos poseen sus lugares naturales. Los objetos son y se mueven no
en el no­ser sino en un "donde", en un lugar que ha de ser algo. Las dis­
tinciones de lugar no son relativas a nosotros sino algo independiente
y natural: arriba es el ronoc natural del fuego y del aire, abajo es el lugar

(38) Fis., 201


32 (39)
(40)
Fis.,
Fis.,
250
226a, 260a
(41) Fis., 252, De caelo, 269
del agua y la tierra". Entonces ¿qué es el lugar?. Aristóteles comienza
por afirmar que existen muchas dificultades sobre qué es en definitiva
el lugar".
1 ª distinción. Comienza estableciendo la distinción entre el lugar común
a muchas cosas y el propio de cada objeto: "El lugar es , por una parte,
aquel sitio común en el que están todos los cuerpos; por otra, es el sitio
particular en el que, de manera inmediata, está un cuerpo ... y si el lugar
es aquello que contiene de manera inmediata a cada cuerpo, será entonces
un cierto límite"44•
El universo no está en ningún espacio puesto que no hay un cuerpo
que lo contenga, pero en cuanto se mueve hay un espacio por todas sus
partes. El Universo es finito y nada hay fuera del universo". También
afirma que es imposible el vacío porque no hay un espacio separado de
los cuerpos46•
El lugar de cada cuerpo es "lo que contiene aquel objeto del que es
lugar y que no es nada de la cosa misma que ese objeto contiene". Por
tanto el lugar será "el límite primero inmóvil del cuerpo continente"47
es decir el límite dentro del cual se halla un cuerpo, un límite
considerado como inmóvil. Así no puede haber ningún lugar vacío ni den­
tro ni fuera del universo, puesto que por lugar entiende el límite contiguo
del cuerpo continente.
2ª distinción. Distingue Aristóteles entre el recipiente de un cuerpo
y su lugar. El lugar es inmóvil, mientras que el recipiente es móvil. "Al
igual que una vasija es un lugar transportable, así también el lugar es
una vasija que no se puede transportar. Pero cuando una cosa, que está
dentro de otra fluyente, se mueve y cambia de sitio, como por ejemplo
un navío en un río, está en relación a lo que la envuelve como lo que
está en una vasija, más bien que como lo que está en un lugar. El lugar
requiere ser inmóvil; de manera que el lugar es más bien el río considerado
como un todo único, puesto que el río considerado como un todo es inmóvil.
Por tanto el lugar es el límite inmóvil primero e inmediato del conti­
nente?". Es decir el río en cuanto corriente que fluye sería una especie
de continente; el río (o tt oxtvrrtov o nac;) como totalidad única es inmóvil
y, por tanto, el lugar.
Todas las cosas del universo físico se hallan así en algún lugar, pero
el universo mismo no tiene un lugar. Y como el movimiento local es el
cambio de lugar, resulta que el universo mismo no se puede mover en
sentido rectilíneo, sino unicamente en sentido circular.

( 42)De cae/o, 312


(43) Fis., 208
(44) Fis., 205
(45) Fis .. 212
(46) Fis., 216
(47) Fis., 211 y 212a
33
(48) Fis., 212a
Su concepción del espacio y del movimiento le acarreaba problemas
casi insolubles. Está convencido de que un cuerpo no puede ser movi­
do sino por un motor que está en continuo contacto con éL¿Qué pasa
entonces con los proyectiles?49• Ha de imaginar que el primer motor, la
mano, comunica al medio, aire o agua, no sólo el movimiento sino
también la capacidad de mover en un impulso que disminuye con la dis­
tancia. No conoce la ley de la inercia, y piensa que el movimiento arti­
ficial tiende a frenarse mientras que el movimiento "natural" se acelera".

3.2.­ El tiempo. Le aparece como una misteriosa realidad que está en


fuga continua, dado que en él "unas partes ya han sido, otras van a ser,
pero ninguna es".
Apela al movimiento y al alma para pergeñar un intento de explicación.
El tiempo no se identifica con el movimiento porque hay muchos movi­
mientos y en cambio el tiempo es uno solo". Sin embargo el tiempo está
estrechamente vinculado con el movimiento porque nos pasa inavertido
si no nos damos cuenta de ningún cambio. La continuidad es una
característica del tiempo que se halla unida al "antes" y al "después".
Esta es la definición aristotélica del tiempo "el tiempo es el número del
movimiento según el antes y el después"52• No se trata del número puro
sino del número en tanto que numerado. El tiempo es un continuum como
el movimiento, esto significa que no es una sucesión de puntos o
instantes discretos.
Si queremos medir el tiempo se ha de postular un patrón de medi­
da. Este patrón ha de ser uniforme; por eso rechaza el movimiento
lineal que no es uniforme ya que se acelera y disminuye. El único
movimiento uniforme es el movimiento perfecto y circular de las esferas
celestes. De ahí que se postule como patrón el movimiento del sol".
Aunque no lo trata con detenimiento, plantea Aristóteles el proble­
ma de si se daría el tiempo en caso de que no hubiera una inteligencia
que lo midiese. Responde que propiamente no se daría el tiempo; sin un
alma que midiese el movimiento no habría estrictamente tiempo, pero
sí el substratum del tiempo: los ahora, los instantes de que consta la dura­
ción vienen a la existencia actual si alguna mente los distingue en el seno
de la duración. Pero contar el antes y el después no es lo mismo que crear­
los, sino reconocerlos como ya existentes. La posición de Aristóteles no
coincide con la de Leibniz o Kant ni conduce a ella.
Sin embargo el alma es la conditio sine qua non del tiempo mismo
ya que si no se admite la existencia del numerador, tampoco habrá

(49) Fis., 215a


(50) Fis., 230
34 (51) Fis., 218a
(52) Fis., 219b
(53) Fís., 223a.
número ... resulta imposible la existencia del tiempo sin la existencia del
alma, excepto por lo que se refiere al sujeto del tiempo como si se
dijera que el movimiento puede existir sin el alma".
Esta finura de Aristóteles es una anticipación de la perspectiva agus­
tiniana y de las concepciones más actuales del tiempo que distinguen,
Bergson por ejemplo, entre el tiempo mecánico de las cosas y la duración
como vivencia humana; más todavía Sartre o Heidegger y su vinculación
del tiempo como horizonte del ser.

3.3.­ Lo infinito. Aristóteles niega que exista un infinito en acto. Todos


sus argumentos se dirigen contra la existencia de un cuerpo infinito: un
cuerpo infinito es imposible" porque todo cuerpo ha de estar limitado
por una superficie. También niega que pueda haber en la realidad un número
infinito, ya que el número es lo que puede ser numerado y un número
infinito no podría serlo",
Pero acepta lo infinito en otro sentido: lo infinito existe en poten­
cía". El número es infinito en potencia porque a cualquier número es posi­
ble siempre añadirle otro número sin llegar a un límite más allá del cual
se pueda avanzar. También el espacio es infinito en potencia, porque es
divisible hasta lo infinito ya que el resultado será siempre una magni­
tud divisible. Finalmente el tiempo es en potencia infinito: no puede
existir todo él en acto pero consiste en desarrollarse y crecer sin fin.
Aristóteles enlaza lo infinito con la categoría de cantidad que sólo es
válida en el ámbito de lo material y sensible; no vislumbró siquiera la
noción de lo infinito como inmaterial. Se atuvo a la idea pitagórica y de
toda la cultura griega según la cual lo finito es perfección y lo infinito
imperfección.

4.­ LA CONCEPCIÓN TELEOLÓGICA DE LA NATURALEZA.

Ni Dios ni la naturaleza obran en vano". Todo movimiento natural,


según Aristóteles, se dirige a un fin. ¿Cuál es el fin que persigue la
naturaleza?. No se trata de un finalismo ingenuo y antropomórfico, fal­
so y facilmente reductible al absurdo, como el de quien piensa que las
tomateras dan tomates para que se refresque el hombre con una ensa­
lada veraniega. A este teleologismo ingenuo ataca la crítica de Spinoza.
Pero Aristóteles lo entiende de manera mucho más seria y honda. La

(54) Fis., 223a


(55) Fis., 204a ­ 206a
(56) Fis., 204b
(57) Fis., 206a
35
(58) De cae/o, 27la
naturaleza persigue en todos los casos el desarrollo desde un estado de
potencia hasta el estado en acto; la cristalización de la forma en la
materia. Así cada ser no sólo es un impulso a permanecer en el ser como
dirá Spinoza, sino un impulso hacia la conquista de todas sus posibili­
dades, de toda su propia actualización.
Aristóteles, como Platón, apuesta contra el mecanicismo de Leucipo
y Demócrito por una concepción teleológica de la naturaleza. Cuesta com­
prender cómo podía admitir lógicamente una teleología consciente
respecto a la naturaleza toda.
Hay que decir que la teleología no es total, no lo abarca todo, porque
la materia, no pocas veces, estorba y dificulta la tendencia hacia el
fin, como ocurre en el caso de los monstruos que han de atribuirse a la
influencia defectiva de la materia".
En algunos casos particulares la teleología puede tropezar con algún
evento inevitable que no se supedite al fin perseguido. Es lo que
Aristóteles llama to automaton o fortuito, sucesos que acontecen "por
naturaleza" pero no "según la naturaleza": la producción de un monstruo
por la generación. Esos azares son indeseables y Aristóteles los distingue
de la suerte, que significa un acontecimiento deseable: el hallazgo de un
tesoro, por ejemplo.
¿En que se funda Aristóteles para hablar de la Naturaleza como algo
que tiene sus propios fines?. Platón había hablado del Alma del mundo
y del Demiurgo, pero Aristóteles habla como si hubiera una actividad
teleológica inherente a la naturaleza misma. Cuando le viene bien,
habla de o ewc;, pero, como vimos, su Dios se ha olvidado y desentendido
de la naturaleza que ni conoce ni le preocupa. La teleología aparece en
Aristóteles afirmada pero no ha sido tratada con cuidado, más bien ha
sido desatendida; de ahí que se le haya podido acusar de incoherencia
entre los presupuestos metafísicos y esta concepción teleológica. El lengua­
je que afirma un principio activo y organizador de la actividad de la
naturaleza, cosa que hace con frecuencia Aristóteles, tiene un matiz incon­
fudiblemente platónico.

5.­ LA CONCEPCIÓN COSMOLÓGICA.

El universo está constituido por dos mundos distintos: el mundo


sublunar y el supralunar.
En el mundo supralunar están las estrellas que son imperecederas y
no experimentan más cambios que los del movimiento local; su
movimiento es circular y perfecto. Llega a la conclusión de que los astros
están compuestos de un elemento material diferente a los elementos

36
(59) De gener. anim.,767b
terrenos, el eter, que es un quinto elemento y superior a los demás: no
sufre ningún cambio salvo el del movimiento local circular.
Sostiene que la tierra, de forma esférica, ocupa en reposo el centro
del universo. A su alrededor se superponen las capas concéntricas y esféri­
cas del agua, el aire y el fuego.
Por encima de ellas están las esferas celestes en número de cin­
cuenta y cinco sin contar la más externa y última del Primer Motor Inmóvil.

IV.- LA CONCEPCIÓN DE LA VIDA Y DEL HOMBRE.

1.- 1.- LA CONCEPCIÓN DE LA VIDA Y DEL ALMA.

Al comienzo del De Anima, insiste en la importancia de una inves­


tigación acerca del alma dado que es principio vital de los seres
vivientes", Sin embargo, dice, esta cuestión es difícil pues no se da con
el método adecuado y no basta con el método del naturalista para hablar
de este objeto; es necesario otro método diferente y más delicado.
Entiende el alma como "la EV'TEA1JKEUX de un cuerpo natural dota­
do con la capacidad de vivir", es decir, que tiene vida en potencia, o "como
la primera entelequia de un cuerpo natural organizado'>, El alma, por
ser acto del cuerpo, es simultaneamente forma, principio del movimien­
to y fin. Es decir, el cuerpo existe por y para el alma, y todo órgano tiene
su finalidad propia consistente en una actividad. El cuerpo no puede ser
el alma porque el cuerpo no es la vida sino que la posee. El cuerpo es
la materia para el alma, mientras que el alma es la forma y actualidad
del cuerpo. El alma es la actualización del cuerpo, es su realización y,
por tanto, inseparable de él.

2.- LAS TRES FUNCIONES DEL ALMA.

La vida muestra fenómenos y funciones diferenciados: carácter


vegetativo, carácter sensitivo, caracter intelectivo que pueden estar pre­
sentes en unos seres sin que esten en otros. También el alma ha de
tener capacidades o partes que presidan esas funciones. Por eso distingue:
a) alma vegetativa, b) alma sensitiva y e) alma intelectiva o racional. Estos
diferentes tipos de alma son de tal naturaleza que el tipo superior pre­
supone siempre al inferior, pero no a la inversa.
a) El alma vegetativa ejerce las funciones de reproducción y asimi­

(60) De Anima, 402a


37
(61) De Anima, 412a
lación. Puede existir ella sola, como ocurre en las plantas, pero también
está presente en los animales.
b) El alma sensitiva ejerce tres poderes: la percepción sensible, to
mcr0rrnKov, el deseo, 'to opennxov y el movimiento local ro KtVTl'tlKOV
KCX'ta 't01tOV. La imaginación, orrvrome; es una secuela de la facul­
tad sensitiva, y un desarrollo ulterior de la misma es la memoria.
e) Un grado más alto en la escala corresponde al alma humana que
tiene todas las facultades de las almas inferiores, pero cuenta con una
ventaja peculiar: la posesión del voix; ro füavoll'ttKOV.

3.­ EL NOÜS.

El noüs es una facultad fundamentalmente activa y creativa y esto


en dos sentidos: como poder del pensamiento científico es vou;
0E©Pll'tlKO<; capaz de crear ciencia y cultura, y como poder deliberati­
vo füavom 1tpCXK'tlKll que persigue la verdad no por la verdad en sí mis­
ma sino con miras a la praxis y a un obrar prudente.
Las potencias del alma humana, a excepción de noüs, son insepara­
bles del cuerpo y perecen con él. Noüs, en cambio es inmortal.
Este noüs requiere un principio potencial, una tabula rasa, en la que
pueda imprimir las formas que abstrae de las imágenes o phantasma­
ta recibidas de la sensibilidad; es la distinción entre entendimiento
1t0tl1'tlKO<; y 1ta81l'tlKO<; que hará expresa Alejandro de Afrodisia; esas
formas impresas en el entendimiento pasivo son conceptos en acto.
Aristóteles afirma que todo conocimiento implica el uso de imágenes.
Porque para Aristóteles el objeto propio y primero del entendimiento huma­
no es el ente material y sensible.
"El nous es separable, impasible y sin mezcla, pues está esencialmente
en acto. Porque lo activo siempre vale más que lo pasivo, y el princi­
pio creador más que la materia. El conocimiento actual se identifica con
su objeto; el potencial es anterior temporalmente en el individuo, pero
en general no es primero en el tiempo; mas el Nous ejerce en un momen­
to su función y no la ejerce en otro. Una vez ha sido separado, es sola­
mente lo que es por esencia, y esto solo es inmortal y eterno. Sin embar­
go nosotros no nos acordamos, porque la razón activa es impasible, pero
la razón pasiva es perecedera, y sin la razón activa nada piensa "62•
· No se puede dar una respuesta rigurosa a la cuestión de cuál era la
doctrina de Aristóteles sobre el entendimiento agente: ¿es individual?,
¿qué relación tiene con nuestro yo?. ¿Qué relación tiene con nuestra con­
ducta moral?. ¿Qué sentido tiene su supervivencia con respecto al cuer­
po?. Aristóteles no se preguntó esas preguntas.

38
(62) De Anima, 430a
Quizás Aristóteles consideró el entendimiento agente como un prin­
cipio idéntico en todos los hombres, como una Inteligencia que domina
sobre las demás inteligencias separadas, que penetra en el hombre y fun­
ciona en él y que sobrevive al individuo cuando éste muere. Esta parece
la interpretación de los filósofos árabes. De ser así, se seguiría que el alma
humana individual perece al disgregarse el compuesto por ella informado.
Porque se ha de afirmar que, si se prescinde del Nous poietikós, Aristóteles
no sostuvo el dualismo platónico respecto al hombre. El hombre es una
unidad substancial constituida por dos principios radicalmente unidos
ya que el alma es la EV'CEAlllCEtCX, actualización, del cuerpo. Esta era una
de las grandes dificultades que encuentra Tomás de Aquino para inter­
pretar el cristianismo con categorías aristotélicas: la inmortalidad del alma
separada.

11.­ ÉTICA Y POLÍTICA.

Después de las ciencias teóricas aparecen las ciencias prácticas que


estudian la conducta del hombre y el fin que persiguen como indivi­
duos o como miembros de una sociedad. El estudio de la conducta y fina­
lidad del individuo corresponde a la ética. La política investiga la con­
ducta y los fines del hombre como ciudadano. Para Aristóteles la ética
es una rama de la ciencia política porque el individuo y el Estado han
de perseguir el mismo fin último.

1.­ LA ÉTICA DE ARISTÓTELES.

Aristóteles parte del principio de que toda actividad humana, toda obra
y toda elección, apuntan a un bien. De forma que el bien ha de ser definido
como aquello a que tienden todas las cosas63• Es una ética decididamente
teleológica.
Pero enseguida afirma que hay diferentes clases de bienes ordena­
dos unos a otros de manera que unos son medios para conseguir bienes
superiores. Aquel fin que se desea por sí mismo y al que se subordinan
todos los demás fines, será el bien último o el bien de todos. En suma,
el Bien, con mayúscula. Aristóteles pretende descubrir qué es este Bien
y qué ciencia le corresponde.
Respecto a cuál sea el bien del hombre advierte Aristóteles que no
se puede responder con exactitud matemática. El objeto de la Ética son
las acciones humanas y estas no están determinadas, hay un juego de la
libertad. Por ello la Ética no parte de principios generales para deducir

39
(63) Ética a Nicámaco, 1094a
conclusiones como la matemática: la ética arranca justamente de las con­
clusiones. Exige, por tanto, un método propio.
La Ética parte de los juicios morales que hacemos en la realidad acer­
ca del hombre. Los compara, los opone, los pasa por la criba para lle­
gar a formular algún principio general.
No pretende construir una ética a priorística sino que busca en
gran parte una ética del sentido común basada en los juicios morales de
un hombre justo, bueno y virtuoso, al que se considera cualificado para
juzgar sobre estas cuestiones. No es, por tanto, tampoco una especie de
sociología de los valores.
Busca una ética natural en cuanto contrapuesta a una ética arbi­
traria. Presupone unas tendencias naturales comunes a todos los hom­
bres y está convencido de la posibilidad de una ética universal y cohe­
rente con la naturaleza del hombre.
Los problemas surgen cuando intenta fijar la obligación moral porcu­
no puede echar mano ni de una Ley Natural ni de una Ley eterna a la
que apelarán los medievales.

1.1.- El fin supremo del hombre: la felicidad.

Aristóteles acepta como buena la opinión de que la gente considera


como el fin de la vida humana la felicidad, la vida buena: euómuovtc,
es decir, el buen ángel. Pero esto no nos lleva muy lejos.
Hace un repaso a lo que los hombres piensan que es la felicidad.
a) para la mayoría consiste en el placer y el goce. Pero una vida que
se agote en el placer convierte a los hombres en esclavos.
b) para algunos la felicidad es el éxito. Pero esto es algo extrínseco
y ajeno al obrar mismo humano; el éxito afecta al resultado de la acción
no al obrar mismo. Considera más valioso aquello por lo que se merece
el éxito que el éxito mismo; éste no es más que el resultado o consecuencia.
e) otros la ponen en acumular riquezas; pero las riquezas sólo son un
medio para conseguir otras cosas y no sirven como fin en sí mismo. La
existencia que pone su sentido en acumular riquezas es, para Aristóteles,
la más absurda de las existencias.
d) tampoco es la virtud moral el fin de la vida, porque la virtud moral
puede coexistir con la inacción y con la miseria, mientras que la felici­
dad, que es el fin de la vida, aquello a lo que todos tienden, ha de ser
una actividad y ha de excluir la miseria".
La felicidad es una actividad y una actividad del hombre libre.
Pero ¿cuál es la actividad peculiarmente humana?. Ha de ser la activi­
dad de lo que el hombre posee en exclusiva entre todos los seres natu­
rales, la actividad de la vou; o la actividad según la razón. El hombre
40
(64) Etic. Nic., A, 5, l 096a
que quiere vivir bien ha de vivir de acuerdo con la razón y siempre. "Si
afirmamos como función propia del hombre un determinado tipo de vida
y como función propia del hombre de valor el llevarla a cabo bien y a
la perfeccián ... entonces el bien del hombre consiste en una actividad
del alma según su virtud, y si las virtudes son más de una, según la mejor
y la más perfecta. Pero es preciso agregar en una vida plena. Una
golondrina no hace la primavera, como tampoco un día de sol: así un
solo día no convierte a ningún hombre en dichoso y feliz "65.
Pero si la felicidad es actuar de acuerdo con las virtudes intelectuales
y morales, no excluye pura y simplemente todas las nociones comunes
acerca de la felicidad. Afirma que la virtud va acompañada necesaria­
mente de gozo, puesto que éste acompaña a la actividad libre y sin tra­
bas; afirma que el hombre no podrá ejercer esta actividad si no cuenta
con algunos bienes externos que son condiciones indispensables aunque
no sean lo esencial. Los cínicos mucho más rigoristas se opusieron a esta
opinión. La felicidad aristotélica es una felicidad humana transida de sen­
tido común, no sacrifica ni el gozo ni la prosperidad externa. Los bienes
externos no bastan para asegurar la felicidad, pero su ausencia puede com­
prometerla".
La Ética a Nicómaco pasa a estudiar la índole del buen carácter y
de la acción buena; más tarde analiza la virtudes morales que ordenan
la conducta del hombre al plan fijado por la razón; por último examina
las virtudes intelectuales. Termina con un estudio de la vida ideal, la activi­
dad del alma conforme a la virtud, que es la vida buena y verdaderamente
feliz del hombre.
Los actos y los hábitos. El hombre nace dotado con una capacidad
para la bondad, un buen ethos, que ha de desarrollar mediante [a prác­
tica". Por una disposición inicial empezamos ya en la niñez a hacer actos
objetivamente virtuosos aunque sin conocimiento reflexivo y sin elegirlos
de manera deliberada. La repetición de tales actos va creando el hábito
bueno y, por medio de lá educación, aprendemos a comprender que la
virtud es buena por sí misma y lo que se ha de hacer. Así el hábito se
convertirá en generador de actos buenos y virtuosos. Distingue así los
actos que crean la buena disposición y los actos que se derivan de ella.
Aristóteles no tiene en cuenta la importancia del ambiente social, padres,
maestros respecto a las valoraciones morales y a la creación de actitudes
vitales.

1.2.­ Las virtudes morales. Considera al hombre como un ser de impul­


sos, sentimientos y pasiones que han de ser moderados por la razón; impul­

(65)Etc. Nic. 1098a, IIOOa, IIOla 41


(66) Ética a Eudemo, 1214b
(67) Et. a Nic., l 103a
sos y pasiones que tienden al exceso o al defecto. La virtud será siem­
pre un cierto orden o proporción entre los extremos.
In medio virtus.
El papel de la razón es señalar la justa medida. El valor es la vía media
entre la cobardía y la temeridad; la liberalidad, entre la prodigalidad y
la avaricia. Los excesos son errores reprobables. El medio es alabado y
constituye la rectitud. La virtud moral es "una disposición a elegir, que
consiste esencialmente en un medio determinado, con respecto a
nosotros, por una regla, esto es, por la regla a tenor de la cual se
determinaría un hombre sabio en las cuestiones prácticas "68•
No se trata de un cálculo matemático, no es virtuoso el calculador,
como pretenderá Hume, ya que los sentimientos no se someten a cálculo
y a veces será preferible equivocarse por defecto o por exceso.
Tampoco es un canto a la mediocridad, porque en cuanto entre en juego
la excelencia, la virtud es extremada. Con relación a la dimensión
ontológica la opern está en el medio, µEcrO'tTJ�. Pero con relación a la
dimensión axiológica, valorativa, la virtud es excelencia, la apE'tTJ es
CXKpO'tTJ�.
Nicolai Hartmann afirmaba que la virtud es ontologicamente un
medio, pero en su dimensión axiológica es excelencia y extremosa.
"Lo que Aristóteles sintió con tanta fuerza acerca de los valores morales
inferiores ... era que todos los elementos valiosos, considerados por
separado, tienen en sí un punto más allá del cual son peligrosos y tiráni­
cos, y que para el verdadero cumplimiento de su significado en su pro­
ceder real hay siempre un contrapeso"69•
Aristóteles refleja en su ética la importancia de la actitud estética grie­
ga al considerar la conducta humana: un Dios crucificado le hubiera pare­
cido horrible y aborrecible, antiestético e irracional. Nihil nimis es el
eco de los pitagóricos que ponen la perfección en el límite y de la "jus­
ta medida" platónica.
La libertad como presupuesto. El hombre sólo es responsable de
sus acciones voluntarias. La ignorancia, las constricciones físicas exi­
men de la responsabilidad. Respecto a la ignorancia distingue entre
obrar con ignorancia, en una borrachera, y obrar por ignorancia. El miedo
puede disminuir el caracter voluntario de una acción 1°, pero no priva de
voluntariedad a nuestras acciones: nadie en una situación de bonanza tiraría
la mercancía por la borda, pero es un acto voluntario el tirarla durante
una tempestad si hay peligro de zozobra.
Aristóteles llama libre al que tiene en sí el principio de sus actos o
es "principio de sí mismo"71• El hombre es libre precisamente en este sen­

(68) Et. Nic., l 106b


42 (69) HARTMANN, N., Ethica, 2, p.424
(70) Et. a Nic., l lOOa
(71)Et. a Nic., 1112b
tido, en cuanto es "el principio y el padre de sus actos como de sus hijos";
tanto la virtud como el vicio son manifestaciones de esta libertad.
Respecto a la tesis socrática, Aristóteles muestra ser consciente de
la realidad de la lucha moral". No todo se reduce a saber y a ignoran­
cia. La virtud y el vicio están en nuestra mano. Un hombre puede haber
cegado su conciencia hasta el punto de no discernir qué es lo justo, pero
es responsable de tal ceguera. La doctrina de Sócrates es falsa. Aristóteles,
sin embargo, sostiene que el hombre obra siempre "sub ratione boni",
creyendo que es bueno lo que en ese momento y circusntancia hace; pero,
en todo caso, será responsable de su ceguera.
El proceso moral. Distingue analiticamente los siguientes pasos
en el proceso moral 1 º.­ El agente desea un fin. 2°.­ Deliberación:
sopesa los medios que se le presentan y sus inconvenientes respecto al
fin propuesto, 3º.­ percibe que algunos medios le acercan y otros le
separan del fin deseado y descubre que algunos de esos medios son rea­
lizables hic et nunc. 4º.­Elección: escoge estos medios que se presen­
tan como realizables. 5º.­ Realiza la acción elegida. Aristóteles no deja
lugar a la obligación moral ni al sentido del deber kantiano. Es una éti­
ca de fines y medios.
La justicia. Es la virtud ética principal. A ella dedica Aristóteles el
libro V de Ética a Nicómaco y el libro IV de Ética a Eudemo. No es una
virtud particular sino más bien la integridad y completitud de todas las
virtudes morales, ya que la entiende como conformidad con las leyes:
el hombre que respeta las leyes es el hombre justo y virtuoso. "Se pien­
sa que la justicia es la más importante de las virtudes y que ni la estre­
lla vespertina ni el lucero del alba son tan dignos de admiración"73• Para
Aristóteles la Ley y la Ciudad impregnan la vida toda del ciudadano y
le marca las reglas objetivas del juego, no se reducen como en Spencer
o Schopenhauer a la mera defensa de los derechos personales o de la propie­
dad privada.
La justicia "particular" se divide en justicia distributiva, justicia
correctiva y justicia conmutativa. Según la distributiva, la Ciudad
reparte los honores, dinero y otros bienes entre los ciudadanos según los
méritos; es una distribución geométrica y proporcional: a cada uno
según sus méritos. Bumett advierte que los ciudadanos griegos se con­
sideran más como accionistas que como contribuyentes al Estado. La jus­
ticia correctiva sería el derecho civil que trata las transaciones volunta­
rias, la compra, venta, préstamo, y el derecho penal que se ocupa de las
transaciones involuntarias, el robo, el fraude, falsos testimonios, la
injuria, la rapiña, el crimen. Se ocupa de corregir las ventajas y desven­
tajas entre los ciudadanos; ha de proceder según una proporción aritmética,

(72) Et. a Nic., 1102b


43
(73) Et. a mc.. l l 29b
ecuación pura y simple de manera que la pena sea proporcional al daño
causado. Más tarde añade la justicia comercial o conmutativa.
Sobre la justicia se funda el derecho. Aristóteles distingue el dere­
cho privado y el derecho público Distingue un derecho público legíti­
mo o positivo que es el establecido en diferentes Estados y el derecho
natural que conserva su valor en cualquier lugar, incluso cuando no está
sancionado por leyes. Del derecho distingue la equidad como un modo
de justicia superior a la legal y necesaria porque las leyes positivas no
siempre pueden determinar todas los casos y circunstancias concretas
y, por ende, su aplicación podría ser injusta en algunos casos.

1.3.­ La amistad.

La Ética a Nicómaco consagra dos libros, el VIII y el IX al estudio


de la amistad; ello es señal inequívoca de la importancia que Aristóteles
le atribuye en la vida del hombre. Su primera afirmación es ya programática:
si no es una de las virtudes implica al menos la virtud; no es, por tan­
to, algo con lo que se pueda jugar impunemente. Lo que sí está claro para
Aristóteles es que la amistad "es una de las primeras necesidades de la
vida"74• La vida sin amigos no es vida humana.
Desde esta perspectiva no ha de extrañar que entienda la amistad como
la expresión radical del amor a sí mismo. Como bisagra y coyunda
entre egoísmo y altruísmo. La expresión "amor a sí mismo" está con­
taminada de sentidos diversos; es una expresión preñada de diseminación.
Es justo que tachemos de egoístas y se lo reprochemos a quienes sólo
buscan acumular para sí dinero, honores y placeres a costa de los demás.
Es el sentido negativo del egoísmo. Un egoísmo viciado y maligno, porque,
en última instancia, destruye al hombre mismo.
Pero hay un amor propio, un amor a sí mismo laudable y digno de
elogio. El de quien busca para sí la excelencia y la virtud en las acciones
nobles. Este hombre, dice Aristóteles, se desprenderá del dinero, de los
honores y de los cargos en beneficio del amigo, para tener en su propio
haber la acción noble aunque sea gravosa y costosa. "Se desprenderá ...
para que su amigo pueda tener más ... pero la acción noble revierte en
sí mismo, y de esta manera él se hace con el bien más grande?",
En este sentido, estamos obligados a amarnos a nosotros mismos sin
medida para lograr ser tan buenos como nos sea posible. En el fondo,
Aristóteles está afirmando que las relaciones de un hombre con su ami­
go son idénticas a sus propias relaciones consigo mismo. El amigo es
un segundo yo; en la amistad, yo soy tú y tú eres para mí yo mismo76•

44 (74) Ét. a Nic., l 155a


(75) Ét. a Nic., l 169a
(76) Ét. a Nic. l 166a
Por eso, la felicidad o desgracia, el éxito o el fracaso del ·migo vienen
a ser como propios. Es la radicalidad de la cruµm:x0ia.
La amistad consiste más en amar que en ser amado"; y se cumple ple­
namente cuando "los hombres desean el bien a sus amigos para
provecho de éstos"".
Tiene buen cuidado Aristóteles en no identificar la amistad con el puro
afecto o sentimiento que la acompaña, porque la amistad es un lazo pro­
fundamente personal fundado en la libertad deliberada; la amistad ha de
ser cuidadosamente construida y mimada porque hasta el olvido, la
ausencia, el silencio "llega a romper a menudo la amistad"?". En su
propia terminología, la amistad es un hábito que se ha de fortalecer a
golpe de cuidados.
Distingue Aristóteles diversos tipos de amistad.
En el nivel inferior coloca la amistad interesada, en la que no se ama
al amigo por lo que éste es en sí, sino sólo por las ventajas que de él se
esperan"; porque el hombre no es autosuficiente ni siquiera en lo
económico, necesita este tipo de amistades que suelen florecer en el mun­
do de los negocios.
Un segundo grado de amistad es el que se basa en el placer y en el
afecto. Los hombres viven gustosamente en compañía de sus semejantes;
es un gusto y placer natural vivir­con quienes se asemejan a nosotros en
aficiones e inclinaciones. Dice Aristóteles que este tipo de amistad es
propio de los jóvenes, porque, la juventud vive sobre todo por los sen­
timientos y atiende más que nada a su propio placer y al momento
presente81•
Estos dos tipos de amistad están en permanente peligro de ruina y son
inestables porque se desvanecen en cuanto desaparece el motivo, sen­
timiento o interés utilitario, que funda la amistad.
El grado más sublime de amistad es el que se da entre personas de
bien. Es la que busca el bien del amigo por el puro hecho de verle con­
tento. Tener un buen amigo es el mejor bien para aquel de quien es ami­
go". Esta es la amistad perfecta y duradera porque sólo depende de la
libertad deliberada de los amigos. Con ella no pueden ni el interés ni el
sentimiento ni la desgracia. Esta amistad se funda en la igualdad libre
y la busca.

i.­ LA POLÍTICA.
"Es evidente que la TioAu; es una creación de la naturaleza, y que el

(77) Ét. a Nic., l lS9a


(78) Ét. a Nic., l lS7b
(79) Ét. a Nic., 1157b
(80) Ét. a Nic., l 156a
(81) Ét. a Nic., 1156a
. 45
(82) Étic. a Nic., 1 IS7b
hombre es un animal político por naturaleza. Y quien naturalmente y no
de manera accidental viva fuera de la 1to11.t� se halla o por encima o por
debajo de lo humano"83• Una bestia o un dios.
Aristóteles basa su tesis en el maravilloso hecho del lenguaje cuyo sen­
tido último es la convivencia y la busca de la justicia en sociedad. Por
sociedad entiende la Ciudad­Estado que es el grado sumo de conviven­
cia y el primero. El individuo queda prácticamente reducido a ciudadano
que, como tal, sólo en la ciudad encuentra el logro de su felicidad.
La recuperación del individuo primero por el cristianismo y más tarde
por el romanticismo frente a Hegel, ha abierto en nuestros días el con­
flicto entre persona y sociedad. La sacralización de la Ciudad como
totalidad lleva al totalitarismo, no importa de qué signo, que olvida y destruye
a la persona. Pero también será un error la reducción de la Ciudad a un
concepto meramente negativo, como quiere el liberalismo, del laissez­
[aire, porque en una situación de flagrante desigualdad deja a los más
débiles al albur de los poderosos.
Una concepción rigurosa del Estado ha de pensarlo para el bienes­
tar de todos sus ciudadanos, pero evitando la contaminación, por pequeña
que sea, de la mística del Estado totalitario.
Aristóteles piensa el Estado en su circunstancia griega. Ello le llevó
al grave error de aceptar como racional que: "es evidente que unos
hombres son por naturaleza libres y otros esclavos, y que para éstos la
esclavitud es a la vez conveniente y justa?". La verdad es que el pen­
samiento acerca de la esclavitud es en Aristóteles cuando menos erráti­
co: por un lado acepta la esclavitud por naturaleza pero acepta que no
es necesario que el hijo de un esclavo sea también esclavo, por otro
rechaza que alguien pueda ser reducido a la esclavitud por derecho de
conquista, y, finalmente, afirma que los esclavos han de mantener viva
la esperanza de su emancipación".
No todos los que viven en la ciudad son ciudadanos, como ocurre en
las democracias representativas actuales; quedan excluidos los arte­
sanos, los mecánicos, los trabajadores manuales porque carecen del
ocio necesario para dedicarse a los asuntos de la ciudad. Todo ciu­
dadano tiene el derecho y el deber de participar en la Asamblea y en la
administración de justicia. Ha de ser alternativamente gobierno o
gobernado86•
Respecto a las formas de gobierno contrapone la monarquía a la tiranía,
la aristocracia a la oligarquía y la "politeia" a la democracia.
El mejor régimen en teoría es la monarquía, pero es un ideal imposi­
ble o propio de los tiempos heroicos; el hombre perfecto no acontece en
la realidad y los caudillos terminan en tiranos que esclavizan la ciudad.

(83) Política, 1252a


46 (84)
(85)
Poi., 1255a
Poi., 1330a
(86) Poi., 1275b, 1277b
La aristocracia es la mejor forma de gobierno para hombres libres y
excelentes que puedan ser dirigidos por hombres excelentes en libertad.
Pero es un ideal demasiado elevado para las circunstancias reales en que
se desarrolla la vida de la ciudad. Acaba siendo una oligarquía de
poderosos sin garantía de la virtud.
Opta por lo que llama la "politeia" que viene a ser el gobierno de la
clase media a mitad de camino entre la oligarquía y la democracia. Esa
multitud capaz de obedecer y de gobernar según una ley que da los car­
gos a los que los merecen y pueden desempeñarlos bien", En tal régi­
men es el llamado "pueblo" el que gobierna, aunque quedan margina­
dos los desheredados, porque la capacidad para ser ciudadanos supone
la posesión de ciertos bienes. Su preferencia por la clase media se jus­
tifica porque la considera la más estable y menos dada a revoluciones.
Aristóteles tiene pavor a la revolución porque la considera fruto de
una noción unilateral de la justicia: los demócratas que son iguales
respecto a la libertad quieren ser también iguales respecto a la riqueza;
los oligarcas como se saben superiores respecto a la riqueza quieren ser
superiores en poder político y en libertades. La democracia y la oligar­
quía llevan, dice, necesariamente a la revolución si se exageran.
Una sabia advertencia aristotélica es la de que los políticos no han
de tener ocasión de ganar dinero para sí mismos en virtud de los cargos
que ocupan y han de ser leales a la Constitución e íntegros. La única garan­
tía auténtica de la estabilidad y prosperidad del Estado es la honradez
y la integridad de sus ciudadanos".
Como Platón, da una gran importancia a la educación de los ciudadanos
que considera tarea propia del Estado. La educación ha de comenzar por
el cuerpo cuyas apetencias se desarrollan antes que las facultades del alma.
Pero la educación del cuerpo ha de orientarse a la educación del espíritu:
la gimnasia y la música no son fines en sí mismos. La educación es ante
todo una educación moral. Se han de tomar muy en serio los juegos infan­
tiles y las historias que se cuentan a los niños.
La educación ha de ir orientada al ocio más que al negocio, porque
en aquel radica la vida buena y la felicidad. Por ello se ha de inquirir cuál
es la ocupación propia: del ocio".

CONCLUSIÓN.

Aristóteles llegó a ser considerado en la Edad Media tanto por los árabes
corno por los cristianos "el Filósofo" por antonomasia. Pero la
circunstancia histórica de que su llegada a Occidente ocurriese por

(87) Poi., 1288a


(88) Poi., 1333b
47
(89) Poli., l 337b
mediación de pensadores musulmanes, como Averroes y Avicena, lo hizo
sospechoso para los cristianos. De hecho en la lectura cristiana de
Aristóteles se llegó a una especie de sincretismo de ideas platónicas y
aristotélicas en no pocos puntos conflictivos. La recuperación de
Aristóteles en el Renacimiento y sobre todo en los s. XIX y XX ha sig­
nificado un descubrimiento sorprendente.

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