Professional Documents
Culture Documents
“No es una gran idea si quieres ser presidente de EE UU”, bromea. Cuando fue
cazado en 2011, Weiner cayó en desgracia, hundió en el estupor a su familia y
dimitió de su puesto de congresista. Su carrera política estaba arruinada. Pero un
año después, en una entrevista, Weiner confirmó que aquellos sucesos le habían
cambiado, para bien. Era otro, una persona mejor. “2011 fue el mejor año de mi
vida”, manifestó.
Gilbert ya casi tiene la receta de la felicidad en la punta de la lengua. Muestra una
última fotografía. Aparecen unos jovencísimos John Lennon, Paul McCartney y
George Harrison, acompañados por un cuarto músico que no es Ringo Starr. Es
Pete Best, el primer baterista de The Beatles. Abandonó el grupo en 1962, justo
antes de que se convirtiera en un fenómeno planetario. “Soy feliz con mi estilo de
vida”, ha sostenido Best, que siguió tocando la batería en Liverpool y hoy es un
alegre abuelo.
Parece una receta estrafalaria, pero a los cuatro protagonistas de la historia les ha
funcionado. En realidad, Gilbert no habla de cómo ser feliz, ni de por qué la gente
no es feliz, sino de por qué la gente no sabe lo que les hará felices. “Los seres
humanos infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será
cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente
sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad”, reflexiona en un
encuentro con la prensa en Madrid.
“La industria de la felicidad es una buena idea, pero debe basarse en la ciencia. Es
muy fácil dar a la gente recetas para su vida. Ha ocurrido durante miles de años.
Cada cura, cada rabino, cada orador motivacional, cada camarero, cada taxista
tienen una opinión sobre la felicidad. ¿Qué opiniones son acertadas y cuáles no?
Solo hay una manera de saberlo: la ciencia”, zanja.
La conferencia parte de la base de que una madre siempre recomienda a sus hijos
que se casen, que ganen dinero con un buen puesto de trabajo y que a su vez
tengan hijos. A lo largo de la charla, Gilbert tumba asunciones relacionadas con
estos tres supuestos ingredientes de la felicidad. Las personas casadas son en
promedio más felices que las solteras, incluso que las parejas de hecho. Pero el
divorcio supone un extra de alegría. La felicidad de los hombres se dispara tras
una ruptura. Y la de las mujeres también lo hace al cabo de un par de años, según
sus datos.
“Hay un punto de inflexión”, subraya Gilbert, a partir del cual ganar más dinero
apenas te hace más feliz: 60.000 euros al año, según los estudios realizados en
EE UU. “No existe apenas diferencia entre ganar 60.000 euros y ganar 60.000
millones”, sentencia. La explicación es muy sencilla, según muestra en otro
gráfico. Las cuatro actividades cotidianas que más felicidad aportan son gratis:
practicar sexo, hacer ejercicio, escuchar música y charlar. La que más, con mucha
diferencia, es practicar sexo. Y los estudios muestran que una escapada a París
hace más feliz que comprar un coche deportivo. “Invertir en experiencias es mejor
que invertir en cosas materiales”, señala Gilbert.
Así que el matrimonio y el dinero tienen una relación compleja con la felicidad.
¿Qué pasa con los hijos, el tercer consejo de una hipotética madre clásica? El
psicólogo de Harvard es directo: “Los niños son como la heroína”. La droga da
placer, pero destruye el resto de fuentes de felicidad de una persona, como la
familia y amigos. Con los hijos, argumenta Gilbert, ocurre lo mismo. Los padres
dejan de practicar sexo, salir con los amigos o acudir a conciertos. “Muchas
madres me dicen que sus hijos son su mayor fuente de felicidad y yo les respondo
que tienen razón. Si solo tienes una fuente de felicidad, es tu mayor fuente de
felicidad”, espeta el investigador.
El científico ofrece por fin su verdadera receta para ser feliz, a la vista de los datos
científicos. “La felicidad es un asunto de química del cerebro. La genética influye,
pero las circunstancias también. Intentar ser más feliz es como bajar de peso. No
hay ningún secreto para bajar de peso: comer menos y hacer más ejercicio. Con la
felicidad ocurre lo mismo. Hay unas pocas cosas que se pueden hacer y, si se
hacen todos los días religiosamente, el promedio de felicidad irá subiendo”,
comienza.
“Por ejemplo, pasa más tiempo con la familia y los amigos. Es un consejo
aburrido, pero es cierto. Somos el animal más social del planeta, se mida como se
mida, así que no sorprende que la mayor parte de nuestra felicidad proceda de las
relaciones sociales. Cuida tu salud física, haz más ejercicio. Es otro consejo
aburrido, pero también es cierto”, continúa Gilbert, con gestos para acentuar que
sabe que no está descubriendo la pólvora. “Si me dijeran que permaneciera a la
pata coja diciendo qué nos hace felices en la vida, solo diría “otras personas”
antes de caerme al suelo”.