Professional Documents
Culture Documents
UAPA
Escuela de Educación
Español II
Presentado por:
Matricula: 16-4634
A la profesora:
Ficha de la novela
* Título de la novela: Calígine
* Nombre del autor: Carlos Antonio Pérez Guzmán (Carlos Pérez)
* Época a la que pertenece el autor: Época de los 50
* Nombre de la editorial que la publicó: Publicado por primera vez en el año
2008 por impresos Alfonso
* Año en que la editorial publicó el libro: 2008
Resumen de la novela
Escribe un texto en el que resumas la historia que muestra la novela y los
personajes que participan en ella.
En el estado de ánimo de Samuel Betances desde aquel día en la iglesia, se
había instalado la aflicción y la impotencia quitándole la razón de ser; amaba a
su esposa Roquelín más que a su vida, no concebía su existencia sin ella. No
podía conciliar el sueño. Las miradas distraídas y letárgicas, no encontraban un
lugar donde reposarse. A medida que el tiempo transcurría el desasosiego se
apoderaba de Samuel.
Entonces una indecisión de apodero de él; no sabía que hacer; estaba
perturbado; si cerrar la puerta de la caja fuerte o dejarla abierta; de repente
como si una influencia extática le dictaminara reaccionar ante la incertidumbre,
la empujo bruscamente al tiempo que giro la ruedecilla de la combinación
numérica y se quedó parado frente a ella, como si las ideas le abandonaran
para tomar una determinación- si marcharse del lugar o quedarse-; estaba
perplejo; pero a pesar de la difícil situación anímica en que se encontraba una
irradiación interna le hacía solemnizar sus creencias místicas, fue entonces
cuando se dispuso a rezar un padre nuestro en voz baja.
La invocación de Samuel Betances en esta ocasión tenía la intensión de
demostrar que, en la luz y en la oscuridad, la verdad y la falsedad, lo bueno y lo
malo; se debe orar para que se produzca una victoria de la luz sobre las
tinieblas y triunfe el reino de Dios.
Concluida la oración dominical, guardo silencio por varios minutos y sin
moverse del lugar, sintió momentáneamente un sosiego místico y la unión del
alma con Dios; pero de manera desapacible el desconcierto se volvió a
apoderar de su reflexión nihilista; cerró los ojos e inclino la cabeza; y expreso
con voz vibrante acompañada de un gemido profundo:
-¡Hágase señor tu voluntad!-
Nuevamente empezó a girar la ruedecilla de la caja de seguridad para abrirla;
logrando esta vez acertar la combinación numérica con menor esfuerzo y con
ofuscación tomo ofuscación tomo la pistola
Ofuscación tomo la pistola calibre 380, que guardaba en ella. La observaba
entre sus manos abiertas y trémulas.
Desalentado por la remembranza, inmediatamente cerro la caja de seguridad y
salió de la habitación que estaba ubicada en el segundo nivel de la residencia,
con el arma en la mano cruzó el pasillo con pasos cortos y torpes; empezó a
bajar los escalones; -el estado anímico producido por la frustración hacia que la
fuerza para sostenerse en pies le abandonara.
Samuel siempre deseo tener varios hijos y al cumplir Yorfa cinco años de edad
le expreso a su esposa el placer que le produciría tener más retoños; pero la
última vez que le sugirió que se embarazara, ella le dijo encogiéndose de
hombro y de manera airosa.
-Una es más que suficiente; tú quieres que eche a perder esta figura que tanto
me ha costado, con embarazos que dejan sus huellas reflejadas en estrías
para luego tener que someterme a un fastidioso tratamiento estético para
borrar esas estampas… y poder recuperar esta figura que con
inconmensurable sacrificio eh conservado.
-No me vuelvas a referir el tema…!pero es verdad…!
Antes de Samuel Betances poner fin a una vida de placer, nostalgia,
desengaño y desesperación; sintió que una mano mágica, suave, tierna y
compasiva, acariciaba su espalda, lo que hizo recordar a su madre cuando le
arrullaba aun siendo un niño para dormirle entre sus brazos apoyado en su
pecho; -por cinco minutos y cuatros segundos; la resonancia de manera
fantástica se hacía cada vez más intensa, penetrante y enloquecedora; -
parecía que surgía de los diminutos intersticios de los tabiques, invadiendo la
angustia que subyugaba sus emociones-Hizo más de diez intentos de ponerse
de pies… pero las extremidades no le obedecían; parece que el eco que
circundaba todo el espacio, además de aturdirle le mantenía encadenado al
piso y al sanitario que impedía su movimiento;- esclavizaba todo el escenario –
a la vez que aumentaba gradualmente -; mientras esto ocurría, se manifestaba
una lucha tenas entre la luminiscencia y la resonancia; rápidamente, el fulgor
se debilitaba ; -parecía vencida – y al límite de un minuto y treinta segundo se
retiraba fragmentada y paulatinamente acompañada de un suspiro de
incompetencia…fue entonces cuando sonó el disparo.
En este mausoleo reposa el epitafio:
“Aquí descansan… los restos caliginosos de Samuel Betances, cuya bondad,
comprensión y ternura lo hicieron merecedor de deslizarse por la historia y
refugiarse en el vientre de la felicidad y la eternidad.”
Esta inscripción fue concebida por el cura párroco Loscar, en una tertulia de
amigos y familiares en la funeraria donde se velaba el cadáver de Samuel y se
ponderaban sus virtudes y debilidades.
Siete días antes de Samuel poner fin a su vida – se encontraba solo en su
alcoba. Soñaba que caminaba por un desierto con pasos entretejidos y por
cada uno caía una gota de sudor que conjuntamente con sus piernas se
sumergían en la arena y cada vez el movimiento de su cuerpo era más
parsimonioso y aturdido, pero su voz, como algo contradictorio, estaba llena de
energía y con intensidad, y sin detenerse llamaba a su cónyuge, para que le
ofreciera asistencia, la bella dama se encontraba detrás de una pared de
telaraña, que impedía que su asistencia exacerbada transfiriera el mensaje.
Diez días antes de Samuel tomar la decisión de poner fin a su vida, un
acontecimiento extraño sucedió mientras se rasuraba el rostro en el baño de su
habitación; aquello parecía como un presagio de la tragedia que
acontecería…;- nunca le había pasado por su pensamiento la posibilidad de un
suicidio. Reinaba en el ambiente unas vibraciones de fraternidad y sosiego
como si estuviera en un paraíso; a pesar de observar que en el espejo su
imagen se diluía y luego volvía a la normalidad, como si su rostro
experimentara una metamorfosis, se repetía una y otra vez en voz baja,-
mientras se pasaba la mano con tersura por la fisonomía:
- Tengo la sensación de que no estoy solo…
- ¿Eres tu mamá?- guardo silencio por varios minutos; mientras el
deleite se deslizaba por su rostro.
Samuel Betances