You are on page 1of 8

GÓNGORA

Las flores del romero,


Niña Isabel,
Hoy son flores azules,
Mañana serán miel

Celosa estás, la niña,


Celosa estás de aquel
Dichoso, pues le buscas,
Ciego, pues no te ve,
Ingrato, pues te enoja,
Y confiado, pues
No se disculpa hoy
De lo que hizo ayer.
Enjuguen esperanzas
Lo que lloras por él,
Que celos entre aquéllos
Que se han querido bien,

Hoy son flores azules,


Mañana serán miel.

Aurora de ti misma,
Que cuando a amanecer
A tu placer empiezas,
Te eclipsan tu placer,
Serénense tus ojos,
Y más perlas no des,
Porque al Sol le está mal
Lo que a la Aurora bien.
Desata como nieblas
Todo lo que no ves,
Que sospechas de amantes
Y querellas después,

Hoy son flores azules,


Mañana serán miel.
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me disteis, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivasteis
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.

Lloraba la niña
(Y tenía razón)
La prolija ausencia
De su ingrato amor.
Dejóla tan niña,
Que apenas creo yo
Que tenía los años
Que ha que la dejó.
Llorando la ausencia
Del galán traidor,
La halla la Luna
Y la deja el Sol,
Añadiendo siempre
Pasión a pasión,
Memoria a memoria,
Dolor a dolor.
Llorad, corazón,
Que tenéis razón.

Dícele su madre:
«Hija, por mi amor,
Que se acabe el llanto,
O me acabe yo.»
Ella le responde:
«No podrá ser, no:
Las causas son muchas,
Los ojos son dos.
Satisfagan, madre,
Tanta sinrazón,
Y lágrimas lloren
En esta ocasión,
Tantas como dellos
Un tiempo tiró
Flechas amorosas
El arquero dios.
Ya no canto, madre,
Y si canto yo,
Muy tristes endechas
Mis canciones son;
Porque el que se fue,
Con lo que llevó,
Se dejó el silencio,
Y llevó la voz.»
Llorad, corazón,
Que tenéis razón.

Letrilla

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno


del mundo y sus monarquías,
5 mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.

10 Coma en dorada vajilla


el príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
15 que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas


de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
20 de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena


25 el mercader nuevos soles;
yo, conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
30 y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,


y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,
que yo más quiero pasar
35 del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan crüel,


que de Píramo y su amada
40 hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.
A la confusión de la corte (1588)

Grandes, más que elefantes y que abadas,


títulos liberales como rocas,
gentiles hombres, sólo de sus bocas,
illustri cavaglier, llaves doradas;

hábitos, capas digo remendadas,


damas de haz y envés, viudas sin tocas,
carrozas de ocho bestias, y aun son pocas
con las que tiran y que son tiradas;

catarriberas, ánimas en pena,


con Bártulos y Abades la milicia,
y los derechos con espada y daga;

casas y pechos, todo a la malicia,


lodos con perejil y hierbabuena:
esto es la corte. ¡Buena pro les haga!

A CÓRDOBA

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas


de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
de arenas nobles, ya que no doradas!

5 ¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,


que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!:

si entre aquellas rüinas y despojos


10 que enriquece Genil y Dauro baña
tu memoria no fue alimento mío,

nunca merezcan mis ausentes ojos


ver tu muro, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, ioh patria, oh flor de España!
DE LA BREVEDAD ENGAÑOSA DE LA VIDA

Menos solicitó veloz saeta


Destinada señal, que mordió aguda;
Agonal carro en la arena muda
No coronó con más silencio meta,

Que presurosa corre, que secreta,


A su fin nuestra edad. A quien lo duda
(Fiera que sea de razón desnuda)
Cada sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?


Peligro corres, Licio, si porfías
En seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas,


Las horas que limando están los días,
Los días que royendo están los años.

INSCRIPCIÓN PARA EL SEPULCRO DE DOMÍNICO GRECO

Esta en forma elegante, oh peregrino,


De pórfido luciente dura llave
El pincel niega al mundo más süave,
Que dio espíritu a leño, vida a lino.

Su nombre, aun de mayor aliento dino


Que en los clarines de la Fama cabe,
El campo ilustra de ese mármol grave.
Venérale, y prosigue tu camino.
esxc
Yace el Griego. Heredó Naturaleza
Arte, y el Arte, estudio; Iris, colores;
Febo, luces —si no sombras, Morfeo.

Tanta urna, a pesar de su dureza,


Lágrimas beba y cuantos suda olores
Corteza funeral de árbol sabeo.
DE SAN LORENZO EL REAL DEL ESCORIAL

Sacros, altos, dorados capiteles,


Que a las nubes borráis sus arreboles,
Febo os teme por más lucientes soles
Y el cielo por gigantes más crueles.

Depón tus rayos, Júpiter; no celes


Los tuyos, Sol; de un templo son faroles
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.

Religiosa grandeza del Monarca


Cuya diestra real al Nuevo Mundo
Abrevia, y el Oriente se le humilla.

Perdone el tiempo, lisonjee la Parca


La beldad desta Octava Maravilla,
Los años deste Salomón Segundo.

Mientras por competir con tu cabello


Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Mientras a cada labio, por cogello,


Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,

Goza cuello, cabello, labio y frente,


Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

No sólo en plata o vïola troncada


Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

You might also like