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LA CULTURA OBRERA EN LA SOCIEDAD DE MASAS richard hoggart siglo veintiuno tedteree 1. Quiénes integran “la clase trabajadora”? (CUESTIONES DE ENFOQUE Suele decirse que en la actualidad en Inglaterra no hay clase ‘wabajadora, que hubo una “revohucién sin desramamiento de sangre” que ha reducido tanto las diferencias sociales que la mayor parte de no- sotros vive en una meseta casi plana: la meseta de lag clases media y media baja, En mi opiniGn, esa afismacién es verdadera, dentro de ciertos con- textos, y no quiero subestimar el aleance ai el valor de los muchos cam- bios sociales que han ocurrido recientemente. Para reconsiderar emo ‘afectan esos cambios a la clase trabajadora en particular, es preciso volver leer algtin estudio social o unas pocas novelas de principios de siglo. Fs probable que nos sorprenda cuanto ha progresacio la clase trabajadora, ‘cuinto més poder y cuintos bienes ha adquirido, y especialmente has. ta qué punto ha dejado de sentirse parte de “las capas inferiores” que tienen otras clases por encima de la suya, superiores, segtin se entiende habitualmente este témino, Algo de esto sigue vigente, pero en mucho menor grado. A pesar de los cambios, las actitudes se modifican més lentamente de Jo que advertimos, tal como me propongo demostrar en la primera patte de este ensayo. Las actitudes cambian poco a poco, pero evidentemente hay una gran cantidad de fuerzas complejas que generan cambios. La segunda mitad det libro trata de los modos en que se est operando una transformacién hacia una sociedad "sin clases" desde ef puinto de vista cultural, Seri necesatio definir mis especificamente a qué me tefiero con “la lax se trabajadora”, pero las dificultades que implica definir este térinino son ‘menos problematicas que las que surgen de evitar el romanticismo que tienta a quienes abordan el tema de “los obreros” o de “la gente comin”. Esas tendencias roménticas merecen ser watadas en primer lugar, pues aumentan el riesgo de exagerar las admirables cualidades de la cultura anterior de la clase trabajadora y su actual decadencia, Los dos tipos de 42 LA CULTURA OBRERA BN La SOCIEDAD DE MASAS. ‘exageraciones tienden a reforzarse mutuamente, y asf el contrast parece mayor. Podemos dudar de la calidad de vida de Ia clase trabajadora actual, yen especial de Ia velocidad con la que parece detetiorarse. Pero algunas de las tentaciones que la hacen tds vulnerable prosperaron slo porque sus miembros lograron apelar a actitudes establecidas que no eran del todo encomiables; ya pesar de que los males contempordneos que llaman especialmente la atencién de wn observador externo no pueden soslayat= se, sus consecuencias no son siempre tan signficativas como podria suge- sir un diagnéstico realizado desde afuera, aunque mas no sea porque la clase wabajadora atin conserva parte de las antiguas resistencias internas. Sin duda, esas exageraciones suelen nutrirse de una gran admiracién por el potencial de la clase trabajadora y la pena que inspira su situacién, Relacionada con este aspecto esté la esperanza excesiva de los intelectua. tes de clase media con una gran conciencia social, Algutios ce ellos han visto durante mucho tiempo en cada obvero a tina especie de Felix Holt ‘Jude el Oscuro, Quiza esto se deba a que la mayoria de los obreros que khan conocido pertenecen a un grupo autoconformado poco frecuente, © bien, en determinadas situaciones, se trata de hombres y mujeres jove. hes en cursos universitarios de verano, individuos excepcionalesa los que Jas cireunstancias de su nacimiento despojaron de la herencia imelectual {que merecen y que han hecho grandes esfuerzos para ganérsela, Son ex: cepcionales en el sentido de que su naturaleza no es la tipica de los inte- sgrantes de la clase trabajadora; su mera presencia en cursos de verano, en teuniones de sociedades eruditasy cictos de conferencias se debe aque se apartan del entorno en el que se mueven, sin una gran tensién aparente, 4a mayorfa de sus pares. Serian excepcionales en cualquier clase social, No revelan tanto caracteristicas de su clase como de sf mismos. De la pena "Qué bien estatfan s..."-al elogio ~"Queé buenos que son porque..."-, hay todo un abanico de mitos bueélicos y actitudes apro- Datorias al estilo de la Comadre de Bath. La clase trabajadora goza, bie sicamente, de muy buena salud -segtin la vision bucélica-, mejor que la salud de las otras clases; estd en bruto, sin pulis, pero es un diamante al fins es dura, pero vale su peso en of0; no tiene refinamiento ni aspiracio- nes intelectuales, pero s{ tiene los pies en la tierra; es capaz de reftse con ‘ganas; es franca y solidaria. La clase trabajadora tiene, asimismo, una for~ ‘ma de hablar ingeniosa y morelaz, pero jamés carente de sentido comin, Las exageraciones varian en intensidad, desde el énfasis moderado que ‘algunos grandes novelistas ponen en los aspectos pintorescos de la vida de la clase trabajadora hasta las willadas fantasias de algunos escritores populares contemporaneos. :Cudntos de los grandes escritores ingleses QUIENES VTECRAN “LA CLASE TRABAJADORA'? 49 no han exagerado, al menos una pizca, en la descripcién de aspectos picarescos de la vida de la clase trabajadora? George Bliot lo hace, por ids brillantes que sean sus observaciones acerca de los trabajadores, cl sesgo es atin més evidente en Hardy. Entre los escritores de nuestro tdempo, en el que tanto abunda la manipulacién consciente, hay aovelis. ts populares que halagan con condescendencia a los hombres de a pie, con sus gorras planas y sus vocales laxas, sus desabridas esposas con sus umbrales impecables. Buen tépico, y divertido, ademés, Hasta un autor ‘tan austero y en apariencia poco romiintica como George Orwell nunca perdi la costumbre de observar a la clase trabajadora a través del velo de tos especticulos de variedades eduarciianos, Este tipo de actitudes abun- da en el estilo campechano de os columnnistas del diatio del domingo, los periodistas que siempre citan con admiracién el ikimo comentario agudo de “All”, un conocido suyo del bar. En mi opinién, es necesario rechazar estos enfoques con mucha vehemencia, porque hay algo de ver- dad en To que expresan y es una pena que esa verdad se exagere como nota de color, A veces es conveniente tomar con cautela las interpretaciones de los historiadores del movimiento obrero, El tema es fascinante y emotivo, hhay mucho material valioso sobre las aspiraciones sociales y politicas de la clase trabajadora, No obstante, no es extraito que se lleve al lector a creer que las historias pertenecen a Ia clase tabajadora cuando en realidad son principalmente historias de las actividades ~y de sus tities ‘onsecuencias para casi todos los miembros de la clase~ de una minoria Probablemente los autores no pretendan mas que eso, y los objetivos son importantes en sf mismos. Pero a veces, cuando leo e%0s libros, tengo Ja impresién de que sus autores sobrevaloran el lugar de la actividad pplitica en la vida de tos trabajadores y que no siempre tienen una idea adecuada de las bases de esa vida. La perspective de un historiador marxista de clase media reproduce con frecuencia algo de cada uno de los ervores mencionados. El autor se compaclece del trabajador traicionado y desvalorizado, cuyas fallas consi- dera que son la consecuencia del sistema agobiante que lo domina. Ad- snira los resabios del noble salvaje ysiente nostalgia por aquellos tipos de arte “mejores que todos los demas”, las artesanias rurales o el arte urbano vyerdaderamente popular, y expresa una atracci6n particular por los re- ‘208 de esas formas artisticas que piensa que detecta en el presente. Se ‘compadece y admira “el costado Jude el Oseuro" de los trabajadores. Por lo general, hay una mezela de compasién y condescendencia més alld de toda apariencia de realidad. 44 LA CULTURA OBRERA EN LA SOCIEDAD DE MASA Es en algunas novelas, después de todo, donde se aprecia una idea de la calidad de vida de la clase trabajadora ~Fijosy amantes, de D-H. Lawrence, centre ellas~ mas acabada que en ciertas obras de ficciGn de mayor popu- lavidad o mas conscientemente proletarias. A su manera, lo mismo logran, algunos de los estuclios sociolégicos sobre la vida de los trabajadores que se han escrito en los titimos veinte aflos. Es0s libros producen Ja mis- ‘ma impresién compleja y claustrofdbica que la vida de los trabajadores puede dejar en un observador que quiere conocerla en sus aspectos ms cconcretos, Me refievo a la impresién de estar inmerso en un bosque inter- ‘minabie con sus mas minimos detalles, distinto y similar ala ver; una gran ‘masa de rostros, habitos y actos sin lemasiada importancia aparente, La impresion es correcta y ervada al mismo tempo, pues sefala la expansiva, ‘multitdinaria e infinitamente detallada naturaleza de la vida de la clase ‘wabajadora y el sentido ~a veces deprimente para alguien que no perte- nece a ella~ de una inmensa uniformidad, de ser siempre parte de una mutitud enorme y bulliciosa, cuyos miembros son todos parecidos hasta ‘en los aspectos més importantes o personales. Pienso que la impresién es ‘err6nea si nos leva a erearnos tina imagen de Ia clase trabajadora s6lo a partir de los datos estadisticos provistos por algunos de esos trabajos so-

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