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El Morro, barrio iquiqueño. Historia y Tradición.

El puerto de Iquique es conocido desde los primeros años de la conquista española,


ya en 1556 habían comenzado a explotarse los ricos minerales de plata en Huantajaya y
Santa Rosa, situados inmediatamente al E. y S.O. de la ciudad; hoy pertenecientes a la
comuna de Alto Hospicio. Extranjeros y peruanos escogieron a Iquique para construir sus
habitaciones. Mientras que la población mestiza de aquel entonces se reunía en el Morro,
donde se multiplicaron las cocinerías.

El Morro es patrimonio histórico de Iquique, hasta la década del 70 tuvo veredas de


madera y aún mantiene postes del mismo material, para el alumbrado público; después de
la avenida Baquedano es el único barrio del puerto grande que aún mantiene casonas
antiguas de los tiempos de la administración peruana, como la casa del Mariscal Ramón
Castilla y Marquesado, ex Presidente del Perú, destacado como gran reformador y
libertador del esclavo negro en las tierras del Rímac; también encontramos la casona del
General Buendía, general peruano que participó en la Guerra del Pacífico. En el Morro se
vive y se respira la historia.

El barrio, es un lugar popular por excelencia que tiene como norte fundamental el
mar, aprendemos a nadar antes de caminar. Es un barrio de pescadores.

Los morrinos nos reconocemos, por tener un carácter especial, el pasar del barrio
está saturado de alegría y a la vez de indiferencia por los rigores de la vida y por todas
aquellas preocupaciones que embargan el pensamiento de los filósofos, pero en el mes de
febrero estas pasan a un segundo plano, es cuando comenzamos a vivir el Carnaval.

Aquí se mantiene viva una de las tradiciones más antiguas de la ciudad conformando
una de las actividades más tradicionales de Iquique y sus barrios, como es el carnaval, que
desde 1940 aproximadamente se destaca por la celebración del carnaval veraniego más
antiguo y concurrido de la ciudad, denominado “El Carnaval Morrino”, que reúne a niños y
adultos, reviviendo la memoria colectiva de los morrinos y sus historias de barrio.

En sus inicios se jugaba a la Challa, y para ello se sacaban las bateas a la calle, o
también tambores de agua. El juego era a dos bandos por un lado los varones y por el otro
las mujeres. Llegando la noche, se jugaba con papelillos y harina. Hasta que llegaba el día
en que no había que salir a la calle por ningún motivo, era el “día de los picados” los
carnavaleros salían en camiones a la calle y mojaban a todos los que pillaban, con agua de
cola (agua residual de la fabricación de la harina de pescado), les arrojaban tomates, huevos
podridos e incluso restos de pintura.

Hoy de eso nada queda, sólo la actividad del entierro del carnaval, cuando se quema
al “Rey Momo”, una representación del personaje típico del barrio y que en sus orígenes,
correspondía al vecino o vecina antipática, que no era querido en la cuadra o en el barrio,
fiesta que venía a terminar en la querida playa Bellavista, en el sector de la embancada; en
ella, los morrinos, más cañoneados que la Esmeralda (dicho popular iquiqueño), eran los
únicos que se atrevían a meterse al agua en estado etílico; estos van acompañando la balsa
del monarca, prendiéndole fuego para luego desaparecer devorada por las olas del mar de
Iquique.

Quema del Rey Momo, en las aguas de la Playa Bellavista - Embancada

El Morro y sus tradiciones son parte del patrimonio cultural de Tarapacá, parte de
esta historia iquiqueña, tan compleja, con épocas de banderas negras y de bonanza
económica, con su ciclo salitrero, pesquero y ahora comercial.

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