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El barrio, es un lugar popular por excelencia que tiene como norte fundamental el
mar, aprendemos a nadar antes de caminar. Es un barrio de pescadores.
Los morrinos nos reconocemos, por tener un carácter especial, el pasar del barrio
está saturado de alegría y a la vez de indiferencia por los rigores de la vida y por todas
aquellas preocupaciones que embargan el pensamiento de los filósofos, pero en el mes de
febrero estas pasan a un segundo plano, es cuando comenzamos a vivir el Carnaval.
Aquí se mantiene viva una de las tradiciones más antiguas de la ciudad conformando
una de las actividades más tradicionales de Iquique y sus barrios, como es el carnaval, que
desde 1940 aproximadamente se destaca por la celebración del carnaval veraniego más
antiguo y concurrido de la ciudad, denominado “El Carnaval Morrino”, que reúne a niños y
adultos, reviviendo la memoria colectiva de los morrinos y sus historias de barrio.
En sus inicios se jugaba a la Challa, y para ello se sacaban las bateas a la calle, o
también tambores de agua. El juego era a dos bandos por un lado los varones y por el otro
las mujeres. Llegando la noche, se jugaba con papelillos y harina. Hasta que llegaba el día
en que no había que salir a la calle por ningún motivo, era el “día de los picados” los
carnavaleros salían en camiones a la calle y mojaban a todos los que pillaban, con agua de
cola (agua residual de la fabricación de la harina de pescado), les arrojaban tomates, huevos
podridos e incluso restos de pintura.
Hoy de eso nada queda, sólo la actividad del entierro del carnaval, cuando se quema
al “Rey Momo”, una representación del personaje típico del barrio y que en sus orígenes,
correspondía al vecino o vecina antipática, que no era querido en la cuadra o en el barrio,
fiesta que venía a terminar en la querida playa Bellavista, en el sector de la embancada; en
ella, los morrinos, más cañoneados que la Esmeralda (dicho popular iquiqueño), eran los
únicos que se atrevían a meterse al agua en estado etílico; estos van acompañando la balsa
del monarca, prendiéndole fuego para luego desaparecer devorada por las olas del mar de
Iquique.
El Morro y sus tradiciones son parte del patrimonio cultural de Tarapacá, parte de
esta historia iquiqueña, tan compleja, con épocas de banderas negras y de bonanza
económica, con su ciclo salitrero, pesquero y ahora comercial.