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1. DEFINICIÓN DE ACENTO
2. TERMINOLOGÍA
4.2. Excepciones:
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1. DEFINICIÓN DE ACENTO
El término accentus es un calco del gr. prosodía (ad = pros; cantus = odé)
Está íntimamente relacionado con la intensidad (esfuerzo muscular) y con la altura (grado
de elevación de la voz). Puede ser:
No existe un acento de intensidad puro o un acento musical puro; ambos van unidos, pero
predomina uno sobre otro.
2. TERMINOLOGÍA
Los gramáticos latinos se sirvieron para el acento latino de las teorías que los gramáticos
griegos habían aplicado al acento griego, que era esencialmente musical. Esta terminología
ha llegado hasta las lenguas modernas.
La lengua griega era definida por los gramáticos alejandrinos como una especie de canto
(odé), una sucesión de tonos más o menos altos. La sílaba acentuada se pronunciaba en un
tono más alto (tenía una prosodía oxeia-accentus accutus); el resto de sílabas se pronunciaban
en un tono más bajo (prosodía bareia-accentus gravis).
Así pues, términos como “vocales o sílabas átonas”, “vocales o sílabas tónicas”, “palabras
oxítonas”, “paroxítonas”, “proparoxítonas” eran adecuados para un acento musical como
el que poseía la lengua griega. Resultan impropios para lenguas con acento de intensidad
como las lenguas modernas.
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3. NATURALEZA DEL ACENTO LATINO
-En cuanto a su aspecto fonético, el acento latino tenía una entonación menos melodiosa,
más rígida que el acento griego. Hay distintas opiniones en torno a si se trata de un acento
musical o de intensidad.
En el siglo IV d.C. con el decaer de la cultura, desapareció también el acento musical. Así
se explicaría la transformación del acento musical de la época clásica en acento de
intensidad.
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En otras lenguas, como por ejemplo el español, el acento sí tiene carácter distintivo y sirve para
distinguir significativamente palabras –en función de su colocación-. Ej. solícito/ solicito, solicitó;
término/termino/terminó.
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Pruebas que lo demuestran:
La teoría fue iniciada por Dietrich, para explicar así el debilitamiento y la síncopa de
algunas vocales en sílaba interior o final. Ej. Conficio (frente a facio); inermis (frente a
arma), cuyo debilitamiento tiene como consecuencia la apofonía; pono (por pos(i)no),
caldus (por cal(i)dus), en los que se da la síncopa. Esta teoría recibió posteriormente el
apoyo de J. Vendryes o Niedermann, entre otros.
Para la escuela alemana, este acento de intensidad inicial sería un apoyo para su teoría del
acento de intensidad; habría un cambio de posición. El acento principal recaía al principio
sobre la primera sílaba, con un acento secundario sobre la penúltima o antepenúltima;
posteriormente este segundo acento pasó a ser el principal y el inicial a secundario.
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4. COLOCACIÓN DEL ACENTO LATINO
Las palabras en latín, en contra del indoeuropeo (que tenía acento libre), y de forma similar
al griego, se acentuaban de modo mecánico, siguiendo una ley y basándose en la cantidad
de las sílabas.
-Por tanto, el acento latino no retrocede nunca más allá de la antepenúltima sílaba –nunca
más allá de tres sílabas- (ley del trisilabismo).
-En palabras bisílabas el acento cae en la primera sílaba, no en la segunda; es decir, las
palabras bisílabas son llanas, y no agudas (ley de la baritonesis).
Ej. pater
Ej. consul
Sin embargo, encontramos como excepción a esta ley algunas palabras agudas, como
consecuencia de haberse perdido la sílaba final (cf. infra). Ej. Illíc > illíce.
4.2. Excepciones
Pero no ocurre lo mismo en los demás pronombres combinados con cum. Ej. mécum,
nobíscum.
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4.2.2. A la ley de la penúltima
Las palabras enclíticas –que, -ve, -ne, -ce, -met, -pte, -dum atraían el acento sobre la sílaba
inmediatamente precedente, con independencia de su cantidad (acento de enclisis). Ej.
armáque, aliáve, ipsémet.
“minores particulae, ut que, ne, ve, ce, quotiens iunguntur aliis partibus, ante se accentum
faciunt, qualislibet sit syllaba quae precedit, sive brevis sive longa, ut musaque, huiusve,
illuce, tantone”.
Esta anomalía se ha tratado de explicar por influjo analógico de otros compuestos cuya
última sílaba era larga por sucesión de dos consonantes, por ej. magnúsque.
4.2.2.3.Impéri genitivo
En el genitivo sg. de los nombres en –ius de la 2ª decl. el acento recae en la segunda sílaba,
pese a que esta es breve; si se acentuara ímperi contrastaría con los casos oblicuos (império,
impéria, donde el acento está en el mismo lugar que el nominativo).
4.2.2.4.Valéri vocativo
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EL ACENTO EN LATÍN TARDÍO
Hay pocos casos, representados por pocos ejemplos, en los que el acento cambia de lugar.
Hablamos aquí de “desplazamiento del acento”:
A)Palabras que en latín clásico eran esdrújulas, teniendo la penúltima breve seguida
de “muta cum liquida” (= oclusiva + líquida), en latín vulgar se acentúan como llanas en la
penúltima, y así permanecen en romance.
Por ej. lat. clás. ténebrae> lat. vulg. tenébrae > esp. tinieblas.
-En latín clásico, lo sabemos por la métrica, esta vocal podía considerarse larga (por posición)
o breve, si no se consideraba sílaba trabada.
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Pero Ovidio:
Se han intentado buscar explicaciones a tal cambio, aunque no convincentes del todo:
Medir larga la e de integrum se suele razonar diciendo que la división se hacía entre la muda y
la líquida:IN-TEG/RUM, aunque lo corriente era silabizar: IN-TE-GRUM.
Expuesto así plantea problemas, porque dicho alargamiento métrico parece estar
reducido a la "métrica" cuyo conocimiento implicaría cierta cultura, no siendo normal que el
latín tardío se apoyase en eso; Niedermann tiene razón al oponerse a esta teoría. Pero la
propuesta de Niedermann todavía es menos convincente: piensa que se ha insertado una
vocal entre la muda y la líquida: íntegrum> intégerum>intégrum. Que el acento, según la ley
de la penúltima, ha pasado a la primera “e” y que al caer de nuevo la vocal añadida, el acento
ha permanecido en su sitio.
Pero se puede plantear de otro modo, a saber: pensar que lo normal, lo popular, por
tanto, es el alargamiento; y la abreviación resulta de una licencia métrica y ésta sería la culta, la
literaria. Por tanto el latín tardío no habría innovado nada, sino continuado una
pronunciación normal.
B)Contacto hiático:
Por ej. lat. clás. filíolum > lat.vulg. filiólum > esp. hijuelo.
En latín una vocal cerrada podía llevar el acento, estando en contacto con otra más abierta.
Pero, el latín vulgar (tardío) ha tenido una clara tendencia a que la vocal más cerrada quede
átona, pasando el acento a la más abierta: Esto ocurre si la penúltima es breve precedida de -i-
/-e- en hiato:
abíetem> abiéte> esp. abeto
paríetem> pariétem> esp. pared
filíolum > filiólum> esp. hijuelo
mulíerem> muliérem> esp. mujer
Este cambio ha ocurrido en época unitaria del latín, pues todas las lenguas romances lo
presentan. Estos hiatos son grupos incómodos de pronunciar, no es fácil distinguir las
fronteras silábicas, cuando no media una frontera de cerrazón.
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C) Recomposición: El acento de palabra compuesta acabó situándose en el mismo lugar en
que lo tenía la palabra simple.
Así en praéparo, al percibirse su calidad de compuesto de paro, pasó a pronunciarse
praepáro.
Estos desplazamientos pueden estar condicionados por el reconocimiento del verbo
simple en el compuesto. Pero también están los verbos como recípit, decípit. Ello puede
deberse a que en la lengua popular los compuestos mantenían el timbre del simple: decádit,
susténet o a que se mantuviese la conexión semántica.
Sin embargo si la noción de composición se ha perdido, el acento se mantiene en su sitio:
cóllocare >colgar : cuelgo.
Algo parecido ocurre con cólligo< con-lego.Ya en latín clásico el verbo colligo había
heredado una parte de los sentidos primitivos de lego: recoger escogiendo, mientras que
legere en el clásico se quedó con un sentido metafórico (leer, recoger las cosas con la vista).
Así el hablante medio no percibe relación entre leer y recoger, por lo que el verbo cólligo no
fue influido por lego.
D) Decenas de cardinales:
En latín clásico las decenas de cardinales llevaban el acento en la penúltima sílaba por ser ésa
larga:
vigínti, trigínta, quadragínta.
E) Días de la semana:
Lúnae, Mártis, Mercúrii, Ióvis, Véneris, Saturni (Solis), Dominicus.
Prescindiendo del sábado y domingo (posteriores), todos los días llevan el acento en la
primera sílaba, lo que determinó que también se acentuara Mércurii; aparte, como también
los demás terminaban en -is, en el s. IV se decía Lunis, Mérciris.
Aparte del acento vemos en Mércuris una disimilación y en Véneris una metátesis después
de síncopa.: véneris> venris> vernis.
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