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LATÍN VULGAR

TEMA 3. RASGOS FONÉTICOS

III.I. EL ACENTO LATINO. EL ACENTO EN LATÍN TARDÍO

1. DEFINICIÓN DE ACENTO

2. TERMINOLOGÍA

3. NATURALEZA DEL ACENTO LATINO

3.1. Escuelas francesa y alemana

3.2. Teoría de la centralización

3.3. ¿Existió un acento musical durante la época clásica?

3.4. ¿Existió un acento de intensidad inicial?

4. COLOCACIÓN DEL ACENTO LATINO

4.1. Ley de la penúltima, ley del trisilabismo, ley de la baritonesis.

4.2. Excepciones:

4.2.1. A la ley de la baritonesis.


4.2.2. A la ley de la penúltima.

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1. DEFINICIÓN DE ACENTO

El término accentus es un calco del gr. prosodía (ad = pros; cantus = odé)

Es el particular relieve que se da a una sílaba dentro de una palabra.

Está íntimamente relacionado con la intensidad (esfuerzo muscular) y con la altura (grado
de elevación de la voz). Puede ser:

-Musical (tónico, de altura): cuando la sílaba acentuada se pronuncia elevando la


voz en un tono musical más alto. Ej. griego; servo-croata.

-De intensidad (espiratorio, dinámico): cuando la sílaba acentuada se pronuncia con


más fuerza. Ej. lenguas modernas; un ejemplo claro lo constituyen las lenguas
germánicas.

No existe un acento de intensidad puro o un acento musical puro; ambos van unidos, pero
predomina uno sobre otro.

2. TERMINOLOGÍA

Los gramáticos latinos se sirvieron para el acento latino de las teorías que los gramáticos
griegos habían aplicado al acento griego, que era esencialmente musical. Esta terminología
ha llegado hasta las lenguas modernas.

La lengua griega era definida por los gramáticos alejandrinos como una especie de canto
(odé), una sucesión de tonos más o menos altos. La sílaba acentuada se pronunciaba en un
tono más alto (tenía una prosodía oxeia-accentus accutus); el resto de sílabas se pronunciaban
en un tono más bajo (prosodía bareia-accentus gravis).

Así pues, términos como “vocales o sílabas átonas”, “vocales o sílabas tónicas”, “palabras
oxítonas”, “paroxítonas”, “proparoxítonas” eran adecuados para un acento musical como
el que poseía la lengua griega. Resultan impropios para lenguas con acento de intensidad
como las lenguas modernas.

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3. NATURALEZA DEL ACENTO LATINO

-Atendiendo a su aspecto fonológico, el acento latino no tiene función distintiva; su


carácter es “irrelevante”; “no distintivo”, “no pertinente”; lo pertinente en latín (lo que
sirve para diferenciar significados) es la cantidad1; por ej. malum (manzana), malum (mal);
populus (pueblo), populus (álamo).

-En cuanto a su aspecto fonético, el acento latino tenía una entonación menos melodiosa,
más rígida que el acento griego. Hay distintas opiniones en torno a si se trata de un acento
musical o de intensidad.

3.1. Escuelas francesa y alemana:

Representan las dos posturas fundamentales:

-Escuela francesa: acento musical. El primitivo acento indoeuropeo era libre y


musical; la sílaba acentuada se pronunciaba en un tono más elevado. En época
histórica continuó el acento musical, que se mantuvo entre el II a.C. y el IV d.C.

-Escuela alemana: acento de intensidad.

3.2. Teoría de la centralización:

A Schmitt se debe la teoría de la centralización; el acento tiene como función “centralizar”


la palabra, poner de relieve una sílaba respecto a las demás. El acento musical no puede
tener efecto centralizador. Si el tono se une con la intensidad, será la intensidad lo que
servirá para centralizar la palabra. Según esta teoría, el acento musical no existe. Schmitt
habla de lenguas “fuertemente centralizadas” –lenguas de fuerte acento espiratorio- y
“débilmente centralizadas”. El latín sería una lengua más centralizada que el griego.

3.3. ¿Existió un acento musical durante la época clásica?

Algunos estudiosos (R.G.Kent, Abbott, A. Walde, Stolz-Debrunner, entre otros) sostienen


que en el s. I a.C. la lengua de los romanos cultos adquirió un acento musical, como
consecuencia del influjo helenizante.

La lengua popular seguiría conservando el acento de intensidad.

En el siglo IV d.C. con el decaer de la cultura, desapareció también el acento musical. Así
se explicaría la transformación del acento musical de la época clásica en acento de
intensidad.

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En otras lenguas, como por ejemplo el español, el acento sí tiene carácter distintivo y sirve para
distinguir significativamente palabras –en función de su colocación-. Ej. solícito/ solicito, solicitó;
término/termino/terminó.

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Pruebas que lo demuestran:

-Testimonios de los gramáticos, que así lo testimonian a partir del IV d.C.


-El acento de intensidad de las lenguas romances.
-Las faltas prosódicas de los poetas en la versificación, que denotan la confusión en
cuanto a las cantidades, y que ya aparece en el I d.C.

3.4. ¿Existió un acento de intensidad inicial?

Algunos lingüistas (de ambas escuelas) hablan de la existencia de un acento de intensidad


en la época preliteraria del latín y que recaería sobre la primera sílaba de las palabras. Ej.
élementum

La teoría fue iniciada por Dietrich, para explicar así el debilitamiento y la síncopa de
algunas vocales en sílaba interior o final. Ej. Conficio (frente a facio); inermis (frente a
arma), cuyo debilitamiento tiene como consecuencia la apofonía; pono (por pos(i)no),
caldus (por cal(i)dus), en los que se da la síncopa. Esta teoría recibió posteriormente el
apoyo de J. Vendryes o Niedermann, entre otros.

Para la escuela francesa, era un acento secundario, desarrollado paralelamente al acento


indoeuropeo, que era musical. En época clásica el acento musical habría sustituido a la
intensidad inicial primitiva. Posteriormente Meillet y otros partidarios de la escuela francesa
negaron la existencia de este acento; dicha intensidad no era un acento; consistía en que la
primera sílaba se pronunciaba con más claridad y lentitud.

Para la escuela alemana, este acento de intensidad inicial sería un apoyo para su teoría del
acento de intensidad; habría un cambio de posición. El acento principal recaía al principio
sobre la primera sílaba, con un acento secundario sobre la penúltima o antepenúltima;
posteriormente este segundo acento pasó a ser el principal y el inicial a secundario.

Ej. Élemèntum pasó a èleméntum


Ej. Sápièntia pasó a sàpiéntia

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4. COLOCACIÓN DEL ACENTO LATINO

4.1. La ley de la penúltima, ley del trisilabismo, ley de la baritonesis.

Las palabras en latín, en contra del indoeuropeo (que tenía acento libre), y de forma similar
al griego, se acentuaban de modo mecánico, siguiendo una ley y basándose en la cantidad
de las sílabas.

La colocación del acento está determinada por la Ley de la penúltima: si la penúltima


sílaba es larga, el acento recae sobre esta; si la penúltima sílaba es breve, el acento retrocede
hasta la antepenúltima.
Ej. amicus
Ej. dominus

-Por tanto, el acento latino no retrocede nunca más allá de la antepenúltima sílaba –nunca
más allá de tres sílabas- (ley del trisilabismo).

-En palabras bisílabas el acento cae en la primera sílaba, no en la segunda; es decir, las
palabras bisílabas son llanas, y no agudas (ley de la baritonesis).
Ej. pater
Ej. consul
Sin embargo, encontramos como excepción a esta ley algunas palabras agudas, como
consecuencia de haberse perdido la sílaba final (cf. infra). Ej. Illíc > illíce.

4.2. Excepciones

4.2.1. A la ley de la baritonesis (existen algunas palabras agudas –u oxítonas-, pero no


contradicen la ley, pues proceden de alteraciones fonéticas –pérdida de la sílaba final- que
han dado lugar a que la sílaba acentuada sea la última). Ejs. Illíc, Arpinás, audít.

4.2.1.1. Por apócope de “-e” breve:


a) palabras compuestas con enclíticas –ce, -ne.
Ej. illíc(e), tantón(e), audín (< audísne)
b) formas de imperativo de compuestos de dico y duco.
Ej. addíc(e), addúc(e)

4.2.1.2. Por síncopa de “-i-” breve:


El nom.sg. de los temas en dental cuyo nominativo es en –as o –is y el genitivo
–atis, -etis.
Ej. nom. Arpinás (<Arpinát(i)s), nostrás (<nostrát(i)s)

4.2.1.3. Por síncopa de –ui-:


Perfectos audít < audí(ui)t; fumát < fumá(ui)t

4.2.1.4. Relativo +cum


Relativo + cum carga el acento sobre la final. Ej. quocúm, quibuscúm.

Pero no ocurre lo mismo en los demás pronombres combinados con cum. Ej. mécum,
nobíscum.

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4.2.2. A la ley de la penúltima

4.2.2.1. Palabras enclíticas (armáque)

Las palabras enclíticas –que, -ve, -ne, -ce, -met, -pte, -dum atraían el acento sobre la sílaba
inmediatamente precedente, con independencia de su cantidad (acento de enclisis). Ej.
armáque, aliáve, ipsémet.

Cf. Servio Aen. 10, 668

“minores particulae, ut que, ne, ve, ce, quotiens iunguntur aliis partibus, ante se accentum
faciunt, qualislibet sit syllaba quae precedit, sive brevis sive longa, ut musaque, huiusve,
illuce, tantone”.

Esta anomalía se ha tratado de explicar por influjo analógico de otros compuestos cuya
última sílaba era larga por sucesión de dos consonantes, por ej. magnúsque.

*Pero cuando el nexo enclítico desaparece en la conciencia de los hablantes, y el conjunto


fónico se considera una palabra de valor nuevo y unitario, esta nueva palabra, por un
fenómeno de recomposición llamado epéctasis (o extensio), cae otra vez bajo la ley
general de la penúltima.
Ej. índidem, tótidem, útinam, dénique, úndique, ítaque.

4.2.2.2.Compuestos de facio (calefácis por caléfacis)

En los compuestos no apofónicos de facio, el segundo componente (facio) del compuesto


se siente como palabra fonéticamente autónoma, lo que justifica calefácis, pese a que la “a”
es breve. La soldura de ambos elementos no debió ser muy rigurosa, pues en autores
arcaicos aparecen separados. Ej. consue quoque faciunt (Varrón, de re rustica 29, 13).
Ocurre frente a otras formas de acentuación normal como cónficit, pérficit.

4.2.2.3.Impéri genitivo

Impéri (por ímperi).

En el genitivo sg. de los nombres en –ius de la 2ª decl. el acento recae en la segunda sílaba,
pese a que esta es breve; si se acentuara ímperi contrastaría con los casos oblicuos (império,
impéria, donde el acento está en el mismo lugar que el nominativo).

4.2.2.4.Valéri vocativo

En los nombres en –ius de la 2ª declinación la acentuación del vocativo era Valéri,


probablemente por analogía con el nominativo.

4.2.2.5..Adverbios compuestos de preposición + inde

Retrasan el acento a la antepenúltima.


Ej. déinde, éxinde, périnde

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EL ACENTO EN LATÍN TARDÍO

El acento en latín tardío, por lo que respecta a su naturaleza, es fundamentalmente


intensivo, aunque se acompaña de elevación tonal, la mayoría de las veces inconsciente.
Llegamos a esta conclusión partiendo de tres datos: 1. El testimonio de los gramáticos; 2. El
que en las lenguas romances aparece un acento de intensidad; y 3. La síncopa de las átonas.

Testimonio de los gramáticos:


Así Pompeyo, s. V d.C: (G.L: V, p.126,31 s.):

illa syllaba plus sonat in toto verbo, quae accentum habet.


"La sílaba que lleva el acento es la que suena más fuerte en toda la palabra".

Y el mismo Pompeyo, p.127,3 ss. explica:


finge tibi quasi vocem clamantis ad longe aliquem nostrum ut puta finge tibi
aliquem illo loco contra stare et clama ad ipsum;cum coeperis clamare, naturalis ratio
exigit ut unam syllabam plus dicas a reliquis illius verbi, et quam videris plus sonare
a ceteris.
"Imagínate de algún modo la voz de alguno llamando a otro que se encuentra a gran
distancia; dicho de otro modo, supón que otro está enfrente de ti a distancia y llámale. Desde
que tu empiezas a llamarle el instinto te impulsará a pronunciar una sílaba con más fuerza que
las otras sílabas de la palabra; y ésta que oirás sonar más fuerte, ésta es la que tiene el acento."

El gran cambio que en el aspecto fonemático ha sufrido el acento en el latín tardío


como consecuencia de la pérdida de la distinción de cantidad, es que ha pasado a ser un
elemento pertinente , distintivo, válido para distinguir significados.

Aunque la naturaleza del acento cambia en latín tardío, no lo hace prácticamente su


colocación en la palabra. La sílaba acentuada en latín clásico sigue acentuada en latín vulgar y
seguirá acentuada en romance. Por ejemplo, lat. ciuitátem > fr. cité, it. città, rum. cetáte, esp.
ciudad, etc. Hay pocas excepciones en las que se da un desplazamiento del acento (cf. infra).

Desplazamiento del acento

Hay pocos casos, representados por pocos ejemplos, en los que el acento cambia de lugar.
Hablamos aquí de “desplazamiento del acento”:

A)Palabras que en latín clásico eran esdrújulas, teniendo la penúltima breve seguida
de “muta cum liquida” (= oclusiva + líquida), en latín vulgar se acentúan como llanas en la
penúltima, y así permanecen en romance.
Por ej. lat. clás. ténebrae> lat. vulg. tenébrae > esp. tinieblas.

-En latín clásico, lo sabemos por la métrica, esta vocal podía considerarse larga (por posición)
o breve, si no se consideraba sílaba trabada.

Así Virgilio, Aen. XII 187:

conditur in tenebras altum caligine caelum.

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Pero Ovidio:

Et primo similis volucri, mox vera volucris. (Met. XIII,607)

-En latín tardío debió pronunciarse:


ténebra > tenébra : tiniebla
íntegrum > intégrum : entero

Se han intentado buscar explicaciones a tal cambio, aunque no convincentes del todo:

El desplazamiento del acento se debió a la manera de hacer la división silábica.


La métrica latina, como hemos visto, refleja una situación, quizá herencia de una
pronunciación arcaica, según la cual era potestativo de los poetas medir la penúltima breve o
larga.

Medir larga la e de integrum se suele razonar diciendo que la división se hacía entre la muda y
la líquida:IN-TEG/RUM, aunque lo corriente era silabizar: IN-TE-GRUM.
Expuesto así plantea problemas, porque dicho alargamiento métrico parece estar
reducido a la "métrica" cuyo conocimiento implicaría cierta cultura, no siendo normal que el
latín tardío se apoyase en eso; Niedermann tiene razón al oponerse a esta teoría. Pero la
propuesta de Niedermann todavía es menos convincente: piensa que se ha insertado una
vocal entre la muda y la líquida: íntegrum> intégerum>intégrum. Que el acento, según la ley
de la penúltima, ha pasado a la primera “e” y que al caer de nuevo la vocal añadida, el acento
ha permanecido en su sitio.

Pero se puede plantear de otro modo, a saber: pensar que lo normal, lo popular, por
tanto, es el alargamiento; y la abreviación resulta de una licencia métrica y ésta sería la culta, la
literaria. Por tanto el latín tardío no habría innovado nada, sino continuado una
pronunciación normal.

B)Contacto hiático:
Por ej. lat. clás. filíolum > lat.vulg. filiólum > esp. hijuelo.

En latín una vocal cerrada podía llevar el acento, estando en contacto con otra más abierta.
Pero, el latín vulgar (tardío) ha tenido una clara tendencia a que la vocal más cerrada quede
átona, pasando el acento a la más abierta: Esto ocurre si la penúltima es breve precedida de -i-
/-e- en hiato:
abíetem> abiéte> esp. abeto
paríetem> pariétem> esp. pared
filíolum > filiólum> esp. hijuelo
mulíerem> muliérem> esp. mujer

Este cambio ha ocurrido en época unitaria del latín, pues todas las lenguas romances lo
presentan. Estos hiatos son grupos incómodos de pronunciar, no es fácil distinguir las
fronteras silábicas, cuando no media una frontera de cerrazón.

Este cambio de acento está íntimamente relacionado con la consonantización de la i, que


Pighi sitúa en el s.I d.C. y que tiene más antiguos precedentes. Se comprueba: 1.por la métrica
tardía, donde aparecían como largas estas vocales libres por ir acentuadas: mulierem; 2. por
testimonios epigráficos como Puteólis con ictus= larga en la o; y 3. por el testimonio de las
lenguas romances : pared, hijuelo, mujer.

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C) Recomposición: El acento de palabra compuesta acabó situándose en el mismo lugar en
que lo tenía la palabra simple.
Así en praéparo, al percibirse su calidad de compuesto de paro, pasó a pronunciarse
praepáro.
Estos desplazamientos pueden estar condicionados por el reconocimiento del verbo
simple en el compuesto. Pero también están los verbos como recípit, decípit. Ello puede
deberse a que en la lengua popular los compuestos mantenían el timbre del simple: decádit,
susténet o a que se mantuviese la conexión semántica.
Sin embargo si la noción de composición se ha perdido, el acento se mantiene en su sitio:
cóllocare >colgar : cuelgo.

Algo parecido ocurre con cólligo< con-lego.Ya en latín clásico el verbo colligo había
heredado una parte de los sentidos primitivos de lego: recoger escogiendo, mientras que
legere en el clásico se quedó con un sentido metafórico (leer, recoger las cosas con la vista).
Así el hablante medio no percibe relación entre leer y recoger, por lo que el verbo cólligo no
fue influido por lego.

D) Decenas de cardinales:
En latín clásico las decenas de cardinales llevaban el acento en la penúltima sílaba por ser ésa
larga:
vigínti, trigínta, quadragínta.

En viginti y triginti la vocal antepenúltima y última es una i.


En los demás casos la vocal que precede a la g es una a. El desplazamiento ocurrido en
estos casos puede haber influido en viginti y triginta.
Cuando la G ve precedida de una vocal y seguida de i (cf. regina, vagina), sufre un
fenómeno de africación, pierde su oclusión y desaparece: vaína, reína, con hiato. Pero al ser la
más abierta, el acento se desplaza a ella: váina, réina.
Por tanto quadraginta> quadraínta> quadráinta. El acento retrocede a la más abierta.
En cuanto a viginti, triginta, se produce la misma desaparición de G, pero al ser iguales las
vocales no se justifica el cambio de acento; sin embargo la analogía puede haber influido
decisivamente.
La desaparición de la G está atestiguada en Inscripciones: vinti, trienta, etc.

E) Días de la semana:
Lúnae, Mártis, Mercúrii, Ióvis, Véneris, Saturni (Solis), Dominicus.
Prescindiendo del sábado y domingo (posteriores), todos los días llevan el acento en la
primera sílaba, lo que determinó que también se acentuara Mércurii; aparte, como también
los demás terminaban en -is, en el s. IV se decía Lunis, Mérciris.
Aparte del acento vemos en Mércuris una disimilación y en Véneris una metátesis después
de síncopa.: véneris> venris> vernis.

F) Préstamos de otras lenguas: disparidad entre latín culto y no culto.


Las palabras griegas pasaban al latín y entonces:

- o se adaptaban a la ley de la penúltima (culto) cambiando de acento si era preciso:


Isídoros > Isidóro.

-o se mantienen como se oía con la acentuación griega:


Isídoro, implicando a veces la síncopa de la penúltima larga por ser postónica:
Isidro.//

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