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D O S I E R

MUSICOLOGÍA
APLICADA AL
CONCIERTO
D
ifícilmente un lector habrá conocido a algún
melómano que no asista, con asiduidad
variable, a conciertos. Tras su implantación
definitiva en Europa a finales del siglo XVIII,
el concierto se convirtió pronto en una manifestación
capital de la cultura occidental. Y las estadísticas
confirman su vigencia actual. En España, por ejemplo,
en el año 2012 se registraron unos 15.000 recitales de
música clásica a los que asistieron más de 4.700.000
espectadores.
Este dosier explica algunas de las principales
aportaciones de la musicología reciente al concierto,
entendido en su doble dimensión estética y social.
Cuatro musicólogos en activo explican cómo la
musicología, cada vez más interesada en la vertiente
aplicada y práctica de la música, puede enriquecer
distintos momentos del proceso de concepción y
desarrollo de un concierto: desde la programación
(Miguel Ángel Marín) y la recuperación de repertorio
histórico (Dinko Fabris), pasando por la gestualidad del
intérprete sobre el escenario (Luca Chiantore) hasta la
grabación del concierto (Pablo L. Rodríguez). Cuatro
visiones que evocan nuevos modelos de reflexión
sobre algo a la vez tan familiar como desconocido.

Miguel Ángel Marín


Ivanpascual.es

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

TAREAS DE PROGRAMADOR

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ara muchos de los asistentes a un concierto, el progra- cidas de contemplar o escuchar el arte, con recorridos que
mador es un agente invisible en quien rara vez repa- resulten sorprendentes e inciten a la reflexión, aunque las
ran. El melómano acude generalmente movido por el obras de partida no sean siempre necesariamente inéditas. La
interés de ver en vivo a un intérprete concreto, sobre elección de las obras, de su disposición en la sala o en el
quien se pone el foco de atención, o escuchar un repertorio programa, de la perspectiva que presentan y, en definitiva,
específico, casi siempre seleccionado por el propio músico de la “historia” que cuentan al contemplarse en conjunto son
según sus preferencias o sus proyectos. Ambos elementos misiones que comparten un programador y un comisario.
—intérprete y repertorio— son imprescindibles, y una elec- Sin embargo, en el caso del concierto la elección queda
ción acertada o desacertada convertirá el concierto en una de facto limitada a un puñado de compositores, al repertorio
experiencia estética intensa o en un aburrimiento mortal. canónico privilegiadamente atesorado en el museo imaginario
Pero un concierto puede ser mucho más. Concebido con de obras musicales y tenidas como objetos ideales de perfec-
creatividad, puede llegar a ser un itinerario de escucha, una ción. Por alguna razón que no es tan fácil de entender como
tesis transformada en sonido, un diálogo entre disciplinas, la cotidianidad nos hace creer, la atención de oyentes, intér-
un acceso a otras culturas, un proyecto pedagógico o una pretes y programadores se centra en un grupo selecto de
herramienta de integración social, entre otras cosas. Y en obras de un número muy reducido de compositores creadas
ese escenario, el papel del programador es capital. mayoritariamente entre mediados del siglo XVIII y comienzos
Programar es un proceso continuo de toma de decisio- del siglo XX. Un periodo breve de la historia de la música
nes. No es sólo cuestión de decidir quién interpreta, sino que, a efectos de programación, podría iniciarse como míni-
también —en conjunción irreemplazable con el intérpre- mo con la polifonía temprana del siglo XIII. Un análisis
te— qué obras, en qué orden, en qué contexto y, en defi- reciente de 2.700 programas de conciertos internacionales
nitiva, qué propuesta de escucha plantea el concierto. celebrados en los últimos cuatro años ha mostrado datos con-
Todo ello, además, en armonía con la disponibilidad pre- tundentes que permiten describir este panorama familiar y
supuestaria, el perfil de la institución y los tipos de oyente chocante a la vez: el 1,7% de los autores representados en
al que se dirige. Como el malabarista que mantiene simul- estos programas (22 de 1.265) acaparan el 45% de las inter-
táneamente varios platos en rotación, la artesanía de la pretaciones (4.025 de las 8.789 registradas). Esta lista de oro
programación tiene también algo de juego de equilibrios. está conformada por viejos conocidos de todos los melóma-
El programador debe atender con el impulso preciso distin- nos (véase ilustración 1), pilares esenciales en la fonoteca de
tos frentes y guiar la negociación, a veces implícita, entre cualquier aficionado y en los manuales de historia de la músi-
los tres agentes que confluyen en el acto: el propio progra- ca. Más aún. Solo los diez primeros compositores suman casi
mador, el intérprete y el público. Y al mismo tiempo tiene la cuarta parte de interpretaciones (23,8%): Beethoven,
que responder a los retos y desafíos que encierra el con- Mozart, Bach, Brahms, Debussy, Chaikosvki, Haendel, Britten,
cierto en su formato actual, agotado en algunas de sus con- Schubert y Wagner. Ni siquiera los sesgos que pueda conte-
venciones pero tenazmente resistente al cambio. Resulta ner este muestreo, inherentes a todo análisis estadístico, logra
sorprendente constatar lo poco que ha cambiado desde su difuminar la imagen de concentración desmesurada provoca-
definitivo establecimiento a finales del siglo XVIII. Por últi- da por unos criterios tan enraizados como inmutables.
mo, hay que añadir una característica más de la programa- Ante este panorama, cuya explicación requeriría una
ción: es una actividad estratégica, en tanto que dota de una reflexión detallada, el primer desafío que afronta el progra-
personalidad distintiva al proyecto, festival o institución mador es la capacidad que cabe atribuirle —y quiera ejer-
musical que la impulsa. cer— para reconstruir el puente que aminore el divorcio
En el epicentro de este escenario se sitúa el programa- entre público y música del presente. Hay que recordar que
dor, rodeado de intérpretes, repertorios, agentes, público, esta fractura, por incoherente que resulte en términos histó-
mercado y medios de comunicación, arrastrado por la ricos y en comparación con otras artes, en realidad no pare-
herencia de la historia del concierto y aturdido por la irrup- ce incomodar ni al público ni a la mayoría de los intérpre-
ción de una tecnología con un potencial que intuye pero tes. Esta aceptación no hace más que intensificar el reto de
cuya aplicación no resulta automática. Se erige, en fin, fondo: la posibilidad de moldear el canon establecido en la
como el principal responsable para tomar las decisiones sala de conciertos. No se trata sólo de integrar con naturali-
más determinantes que de antemano están condicionadas y dad dentro del repertorio clásico-romántico predominante a
moldeadas por este entramado de intermediarios. ¿Cuáles la música contemporánea y la música antigua (entendida
son los principales retos que afronta hoy día el programa- como práctica interpretativa y no sólo como repertorio),
dor de música clásica y qué tareas tiene atribuidas? sino también de dar más visibilidad a otros autores de este
periodo poco o nada representados.
El repertorio
El público
Una de las funciones esenciales del programador es desvelar
al oyente (y subsidiariamente también al intérprete) itinera- Entre todos los desafíos que afronta el programador musical,
rios de escucha poco transitados, conformados por autores ninguno ha suscitado tanto interés y preocupación como el
infrecuentes o por una articulación insospechada de obras relacionado con el público. Esto es comprensible tan pronto
conocidas. Resulta curioso que no se hayan advertido las se asumen los efectos que tiene la asistencia a un concierto:
similitudes evidentes que existen entre un programador mide el éxito de la propuesta artística y condiciona los ingre-
musical y un comisario de exposiciones, un perfil profesional sos en taquilla. De modo que la cuestión fundamental que
bien consolidado en el mercado de la cultura. Ambos com- siempre planea en la concepción de un proyecto es cómo
parten el objetivo de proponer formas novedosas o descono- captar público. Más allá de la estrategia de comunicación, es

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entre el compositor y el oyente. Es una obviedad recordar


algo tan básico como que sin intérprete no hay concierto.
El desarrollo vertiginoso de la actividad concertística en
Europa durante las últimas décadas, incluyendo también de
forma notable a España, ha resultado en la presencia de un
número cada vez mayor de intérpretes. Esta feliz circunstan-
cia está permitiendo un viraje hacia la contratación de músi-
cos españoles, cada vez más presentes en nuestras tempora-
das, al tiempo que irremediablemente se ha incrementado la
competencia. Las situaciones difíciles tienden a estimular la
especialización, y los intérpretes, con buen criterio, buscan
distinguirse concibiendo proyectos particulares basados en
Nube de etiquetas con los 22 autores que han recibido más de cien inter-
pretaciones en la selección de 2.700 conciertos celebrados entre 2010 y repertorios, épocas, compositores o programas originales.
2013. Fuente: www.bachtrack.com, elaborado por la Biblioteca Española Acaban de este modo contribuyendo directamente a la inno-
de Música y Teatro Contemporáneos de la Fundación Juan March. vación de la programación.
El intérprete ejerce, por tanto, un papel central en cual-
evidente que son las características que conforman una pro- quier intento de “naturalizar” —por así decir— la presencia
gramación musical, y no su venta entre un público potencial, de repertorios marginales u olvidados en la sala de concier-
el primer ingrediente para hacerla atractiva. Expresado a la tos. Es suficiente con recordar que sin una vocación genui-
inversa, podría decirse que el público ejerce una influencia namente interesada en abandonar los caminos trillados será
determinante, siempre tácita, en los criterios que programa- difícil que un intérprete transmita interés al auditorio. Pero
dores e intérpretes manejan para seleccionar las obras del este lugar común puede analizarse con más detalle al pensar
concierto. A partir de esta premisa, la primera dificultad estri- cómo afecta a una programación el que podríamos denomi-
ba en cómo interpretar las preferencias del público de un nar efecto del estreno. De una parte, el intérprete percibe la
modo más consistente que la mera intuición a partir de reac- posibilidad de ser el primero en interpretar en público una
ciones espontáneas in situ o de prejuicios heredados. obra y aprovechar la oportunidad que le surge de presentar-
Quizá sea bueno comenzar asumiendo que en una sala se en una sala precisamente porque ha decidido afrontar la
de conciertos no existe un público (en singular) sino varios preparación del estreno en cuestión. Pero, de otra parte, el
perfiles de público (en plural): oyentes distintos que reac- esfuerzo para preparar a fondo (como es deseable) esa obra
cionan de modo diferente cuando comparten la escucha del desconocida o inédita no siempre podrá amortizarlo con
mismo programa. No sólo pertenecen a diversos estratos otros conciertos. Se añaden que las primeras interpretacio-
sociales y culturales, sino que también tienen expectativas y nes para el músico, como las primeras audiciones para el
capacidades de escucha muy distintas. El sociólogo y filóso- público, no son con frecuencia plenamente satisfactorias por
fo Theodor W. Adorno, en su ensayo Tipos de comporta- la natural falta de rodaje. Y, sin embargo, es inimaginable
miento musical, distinguía nada menos que ocho tipos de que tanto el programador como el intérprete renuncien a
oyentes o, para ser más precisos, tipos de escucha: experto, buscar constantemente nuevos repertorios por descubrir, a
buen oyente, consumidor cultural, oyente emocional, oyen- promover primeras audiciones.
te resentido, experto en jazz, oyente entretenido e indife-
rente, y oyente no musical o antimusical. En otras palabras, El formato
es evidente que el público no es la masa homogénea y
compacta que programadores e intérpretes suelen imaginar. Por último, la vertiente más visible para un oyente son
El primer desafío que en este terreno afronta un pro- todos los aspectos relacionados con el formato del concier-
gramador es la identificación y proporción de estos perfi- to. La elección del lugar para la interpretación, la disposi-
les en su sala, algo que difícilmente se podrá establecer a ción del público en el sala, la hora y la duración del recital,
partir de percepciones subjetivas. La configuración de los el tratamiento de las luces o la proyección de imágenes
tipos de oyentes responde a criterios de diversa naturaleza (véanse ilustraciones 2 y 3) son algunos elementos que
y, entre otros, está condicionada por la propia programa- pueden contribuir a enriquecer la experiencia estética de un
ción. Y viceversa, la programación también se ajusta a los concierto. Y al mismo tiempo, la alteración de algunas de
dictados y preferencias (por lo general, percibidos de un las convenciones o rituales establecidos puede ser un modo
modo indirecto e impreciso) de los perfiles de oyentes eficaz de actualizar el concierto. Cuando se han introducido
dominantes. Opera pues una relación de influencia recí- estos cambios, casi siempre se ha hecho con la intención de
proca entre públicos y programación. Consecuentemente, seducir a nuevos públicos, asumiendo —en mi opinión de
una de las dificultades habituales se plantea cuando las modo cuestionable— que al despojar al concierto de algu-
demandas de los oyentes no son coincidentes o entran nas de sus etiquetas típicas se logra un acto más atractivo
directamente en conflicto entre sí, una circunstancia pre- para el neófito. Pero también tiene pleno sentido pensar en
decible intuyendo los distintos intereses musicales de cada estas posibilidades como un aliciente para suscitar nuevas
perfil. El programador está así llamado a mantener un sensaciones en un oyente habituado, para inducir una apro-
equilibrio entre la atención a las preferencias del público y ximación distinta a obras conocidas o para explorar nuevas
la innovación de una programación que proporcione el interrelaciones artísticas. En definitiva, para dirigir la escu-
placer del descubrimiento. cha del oyente hacia caminos nuevos o poco explorados.
No puede decirse que la exploración de nuevos formatos
El intérprete y la modificación de algunas convenciones sean hechos
excepcionales en los conciertos, aunque no es tan frecuente
La posibilidad de innovación de un programador, incentivan- que estas iniciativas sean objeto de evaluación o de reflexión.
do obras, compositores o itinerarios de escucha, está condi- Un estudio reciente realizado por la New World Symphony
cionada por la voluntad del intérprete para participar del reto. analizaba, a través de encuestas y entrevistas, el impacto que
Pero incluso sin llegar a plantear un escenario innovador, la ha tenido en su público la puesta en marcha de formatos
materialización de un concierto exige irremediablemente el alternativos de conciertos. Uno de ellos son los mini-concier-
papel de intermediación creativa encarnado por el intérprete tos, programas accesibles de 30 minutos de duración y pre-

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Concierto "Música, espacio, luz" interpretado por Sigma Project en la Fundación Juan March el 30 de octubre de 2013. [Foto con proyección de vídeo].
"Simog / Civitella" de José Manuel López López con videocreación de Pascal Auger. [Foto de colores] "In heaven everything is fine" de Germán Alonso,
con espacio lumínico del propio compositor.

cios muy populares (2,5 dólares). Este tipo de concierto, par- de lleno en el terreno artístico y curatorial. La constante his-
ticularmente atractivo para un público que acudía al World tórica de hacer el concierto atractivo para un público nume-
Centre a escuchar música clásica por primera vez, venía roso permanece intacta dos siglos después de su invención.
acompañado por breves presentaciones sobre el escenario Cambian las amenazas, si acaso ahora más intimidatorias.
protagonizadas por el director, un músico o un especialista, y Otra razón más para que el programador agudice el talento
por un uso discreto de proyecciones de vídeo o de imágenes. y la imaginación, y asuma en pleno su tarea: la de contri-
Otro formato de concierto (Encounters) con un espíritu simi- buir, junto al intérprete y la propia música, a convertir cada
lar pero de mayor duración (60 minutos), se caracteriza por concierto en una experiencia en vivo única e intensa.
interpretar un programa con enfoque temático, centrado en
una idea concreta: un compositor, un estilo o una perspecti- Miguel Ángel Marín
va. El precio de la entrada incluye la invitación a un coctel
tras el recital, una oportunidad para conversar con los músi- BIBLIOGRAFÍA
cos y potenciar la vertiente social del concierto. El formato
Pulse da un paso más al integrar música clásica con dance Esta selección de referencias bibliográficas se centra en los tres
music y electrónica a cargo de un DJ. Esta propuesta implica aspectos relacionados con el concierto que se desarrollan en el
tanto un espacio alternativo para escuchar la música fuera de dosier: la programación, la interpretación y la grabación.
la propia sala de conciertos, como una transformación nota-
ble en las normas de comportamiento. Las encuestas refleja- T. W. Adorno, “Tipos de comportamiento musical”, en Introduc-
ban el giro que suponía este formato, criticado por melóma- ción a la sociología de la música, Madrid, Akal, 2009, 177-198
nos habituales pero acogido con interés por un sector joven (original de 1968), traducción de Gabriel Menéndez Torrellas.
e infrecuente en la sala de conciertos. Hans Erik Bödeker y Patrice Veit, eds., Organisateurs et formes
La lista de experiencias diversas podría ampliarse hasta d’organisation du concert en Europe, 1700-1920. Institutionna-
completar una larga serie de iniciativas: permitir a los oyentes lisation et pratiques, Berlín, Berliner Wissenschafts-Verlag, 2008.
tumbarse y mantener los ojos cerrados, proyectar vídeos con Luca Chiantore, Beethoven al piano. Barcelona, Nortesur Musi-
colores cambiantes durante la interpretación, vestir a los keon, 2010.
músicos con trajes de época o teatralizar el acto superponien- Nicholas Cook, Eric Clarke, Daniel Leech-Wilkinson y John
do una historia sobre las obras musicales para crear así la fic- Rink (eds.), The Cambridge Companion to Recorded Music.
ción de una narración; estas son sólo algunas, entre un pano- Cambridge, Cambridge University Press, 2009.
rama variopinto. El riesgo evidente al pensar en alternativas a Hermann Danuser (ed.), Musikalische Interpretation, en Neues
las convenciones establecidas es acabar perdiendo de vista Hadbuch der Musikwissenschaft, vol. 11. Laaber, Laaber-Verlag,
que la esencia de un concierto es escuchar la música. Intro- 1992.
ducir nuevos elementos que alimenten los sentidos, capten Timothy Day, Un siglo de música grabada. Madrid, Alianza
mejor la atención del oyente o induzcan modos distintos de Música, 2002 (original de 1999).
escucha tienen pleno sentido, claro está. Pero si la propia Martin Elste, “Von der Partiturwissenschaft zu einer Klangwis-
escucha aparece mermada o sustancialmente desplazada, senschaft. Überlegungen zur Schallplattenforschung” en Jahr-
entonces puede dejar de ser un concierto para convertirse en buch des Staatlichen Instituts für Musikforschung (SMI)
otro tipo de espectáculo (que sin embargo podría perfecta- Preußischer Kulturbesitz (1983/84), 1984, pp. 115-144.
mente encerrar sus propios valores artísticos). La seducción Johan Idema, Present! — Rethinking Live Classical Music, Roter-
de querer ser moderno puede así acabar siendo contraprodu- dam, Music Centre the Netherlands, 2012.
cente. El reto que afronta en este terreno el programador es John Rink, La interpretación musical. Madrid, Alianza, 2006.
de una dimensión mayor que la apariencia de añadir una Martin Tröndle (ed.), Das Konzert. Neue Aufführungskonzepte
mera ornamentación al concierto. La cuestión es cómo apro- für eine klassische Form, Bielefeld, Transcript Verlag, 2009.
vechar la tecnología para fortalecer y potenciar la escucha New World Symphony. Summary Report 2010-2013 Concert
sólo en aquellas ocasiones en las que existe una razón funda- Format Assessment, disponible en internet:
da que lo haga propicio. http://www.nws.edu/pdfs/FinalAssessmentReport.pdf
En definitiva, las tareas que tiene encomendadas un pro- William Weber, La gran transformación del gusto musical. La
gramador, por invisibles que a muchos puedan parecer, tras- programación de conciertos de Haydn a Brahms, Madrid, Fon-
cienden el ámbito organizativo y administrativo para entrar do de Cultura Económica, 2012 (original de 2008).

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MUSICOLOGÍA Y PRAXIS EJECUTIVA:


UNA COLABORACIÓN POSIBLE

T
odavía me resulta difícil explicar a la gente en qué
consiste mi trabajo, es decir, qué es un musicólogo.
Generalmente pensamos que hablar de música no tie-
ne ninguna utilidad, quizá porque la música es uno de
los raros placeres de la vida que no precisan de ninguna
explicación para poder disfrutarlo. Sólo una vez he conoci-
do a alguien que ha agradecido mi oficio con un entusias-
mo que jamás antes había encontrado: cuando me presenta-
ron en Cuba a un operario que no era profesional de la
música, exclamó con cara de felicidad: ¡Un musicólogo, qué
gran honor!”. Experimenté una sensación muy placentera,
porque sabía que en Cuba todos sienten un gran respeto
por la música en cualquiera de sus formas, sin ningún tipo
de prejuicios.
Un musicólogo puede ser muchas cosas, pero en reali-
dad es un humilde trabajador al servicio de la música, con
la misión de ayudar a los intérpretes a desvelar los secretos
más íntimos de la música escrita. Sus caminos son paralelos,
aunque independientes. El intérprete es el responsable de
(re)crear arte del pasado (o, más raramente, del presente)
en el presente. El musicólogo ha de seguir un método cien-
tífico y declarar lo que se propone hacer. Podría bastar con
decir que su contribución a la cultura es similar a la de cual-
quier historiador académico, desde la historia del arte hasta
la literaria, aunque esa es otra cuestión.
Precisamente porque su tarea es complementaria, la
colaboración entre los dos profesionales parece natural, si
bien en realidad resulta bastante extraña, acaso porque no
PATRIZIA BOVI

se trata de una relación fácil. En el campo de la música anti-


gua, del Medievo al Barroco, esta colaboración es todavía
más necesaria, porque las fuentes no son individuales ni
están siempre disponibles, especialmente en edición crítica.
Y porque, en ocasiones, también falta información básica
del contexto en el que se encuentra un manuscrito o una
impresión musical del pasado: encargo, datación, copistas,
origen, utilización, plantilla vocal e instrumental (incluidos
los nombres de los ejecutantes), recepción, etc. necesidad de establecer el objeto de una labor de investiga-
No obstante ello, en el mundo de la música antigua los ción y de reconstrucción, que es algo bastante distinto
intérpretes, obligados a buscar su propio repertorio en según se trate de ciencia o de arte.
bibliotecas y a crear sus propias ediciones para poder tocar No basta con encontrar nuevas músicas de Pergolesi
esa música del pasado, han llegado a ser verdaderamente para que una interpretación se convierta automáticamente
buenos en esta labor (aunque su formación sea autodidac- en algo importante. Como ha demostrado Francesco Degra-
ta) y se sienten con frecuencia autorizados a proclamarse da, más de la mitad de la música que se atribuía a este
también musicólogos, como si esta disciplina se limitara al autor, tratándose incluso de obras autógrafas, no son más
descubrimiento y a la lectura de nuevas partituras (algo que que hábiles falsificaciones, muy difíciles de reconocer por
hoy en día es casi un juego para los estudiantes gracias a alguien que no sea especialista en la materia. Con frecuen-
internet), frecuentemente provenientes de copias de origi- cia los bibliotecarios del siglo XVIII y de principios del XIX
nales. Se trata de una actitud excelente, pero que esconde realizaban manuscritos de estas obras hipotéticamente atri-
trampas, porque a menudo una partitura no cuenta todo lo buidas, sin tener ninguna prueba de que fueran originales.
que se debe saber sobre una composición y sobre su ejecu- Y por eso a veces nos encontramos incluida en un disco
ción original. una obra de un autor que en realidad es espuria.
Abordé este aspecto crítico del trabajo entre musicólogo Otro motivo de constante incomprensión es el factor
e intérpretes hace algunos años en una conferencia leída tiempo. Para un musicólogo, el estudio y la edición crítica
durante un seminario en la Universidad de Zaragoza organi- de un manuscrito de apenas unas decenas de páginas pue-
zado por Juan José Carreras y la Institución Fernando el de durar casi dos años hasta que se publique, seguramente
Católico. Conferencia que titulé humorísticamente El zen y en algún medio especializado que únicamente leerán unas
el arte de la filología musical. Cualquier musicólogo que pocas personas en todo el mundo y, a menudo, sin recibir a
haya trabajado con músicos se habrá topado, junto a cambio ninguna compensación económica. Pero los intér-
momentos emocionantes, con episodios de incomprensión. pretes no pueden esperar: exigen al musicólogo identificar,
Y, viceversa: a los intérpretes les habrá podido parecer inú- reproducir, transcribir y preparar la edición de una partitura
til o aburrido el trabajo de un filólogo de profesión. La prin- en pocas semanas o, incluso, en cuestión de días, porque
cipal diferencia radica, como he explicado antes, en la necesitan ensayar para un concierto ya fijado de antemano

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estreno veneciano (año 1641), tal y como


estaba previsto inicialmente, para acudir
a la partitura de la reposición que tuvo
lugar en Nápoles en 1650. De hecho, con
estas directrices Biondi presentó su gra-
bación discográfica de La Didone.

Los años de los Turchini

Dejando al margen otras colaboraciones


más esporádicas y menos profundas, me
gustaría hablar largo y tendido de mi lar-
ga colaboración con los Turchini de
Nápoles, conjunto creado y dirigido por
Antonio Florio. Tal colaboración nació
en el mismo instante de la fundación del
EUROPA GALANTE grupo, en 1986, y todavía hoy se mantie-
ne (véase www.turchini.it). Florio es un
y para grabarlo luego en disco, pasando acto seguido a un director barroco con una inusual preparación académica:
nuevo proyecto. Y así, sucesivamente. El musicólogo está está diplomado en piano, en violonchelo, en clave y en
en estos casos considerado poco más que como un mero composición (ambos fuimos estudiantes en el Conservatorio
copista y muy frecuentemente, por la impaciencia del de Bari, entonces dirigido por Nino Rota), y tiene por tanto
momento, su tarea tiene que concluir antes de lo previsto: una visión de la música muy amplia, en modo alguno con-
se le pide que dé información sobre cómo encontrar una dicionada sólo por la filología o por la praxis ejecutiva.
fuente y cómo reproducirla, pero todo lo demás lo decide Cuando Florio redescubrió la música de Francesco Pro-
después el intérprete (muchos de esos intérpretes son ya venzale, nadie antes había escuchado ni siquiera una nota de
copistas más precisos y veloces que los musicólogos gracias este gran maestro napolitano del XVII. En veinticinco años de
a los programas informáticos). Sólo al final del proceso se le trabajo común, ha supuesto una enorme alegría poder escu-
pedirá al musicólogo que ha dado el impulso inicial que char la ejecución de prácticamente todas las composiciones
escriba un texto para el programa de mano del concierto o que he analizado de este autor y que han sido interpretadas
para las notas del disco. por este maravilloso grupo, empezando por la ópera sacra La
Frente a esta situación nada deseable y, sobre todo, poco colomba ferita (primera interpretación de la misma en tiem-
útil puedo considerarme afortunado, ya que en casi treinta pos modernos, grabada luego en CD por Opus 111).
años de profesión musicológica he tenido la fortuna de traba- Estudiar tres siglos de música de una capital musical
jar siempre con intérpretes de música antigua extremadamen- como Nápoles, que alberga todavía millares de partituras
te correctos, inteligentes y, por encima de todo, abiertos al originales del pasado, y colaborar en la reconstrucción histó-
trabajo interdisciplinar. No soy una excepción, hay otros rica junto a los intérpretes supone entrar en el propio sonido
ejemplos felices: estoy pensando en Reinhard Strohm con las de la ciudad, comprender los mecanismos por los cuales se
interpretaciones de Vivaldi, en Ellen Rosand con la prepara- creó ese sonido, sus efectos y, al mismo tiempo, compren-
ción de óperas de Monteverdi y de Cavalli, en Ellen Harris der por qué el Nápoles del XVII pudo ganarse su reputación
con las cantatas de Haendel y en algunos otros más. mundial. Ha habido muchos estudiosos de archivos que han
Dada mi especialización en la música italiana, he traba- trabajado en la historia musical de Nápoles, pero sin la
jado principalmente (aunque no exclusivamente) con intér- recreación de esta música el resultado no habría sido el mis-
pretes italianos, en proyectos específicos, a veces muy mo. Florio ha adquirido la pericia de componer como Pro-
novedosos y en todo momento gratificantes para ambas venzale, Caresana, Veneziano y tantos otros grandes músi-
partes. Citaré algunos de ellos, empezando por la colabora- cos que hemos estudiado juntos. No ha supuesto jamás un
ción con el ensemble Micrologus y Patrizia Bovi, con quie- problema completar una parte que faltaba o reescribir y
nes he realizado al menos tres proyectos de gran calado ornamentar, de acuerdo al criterio de un maestro napolitano
cultural: la reconstrucción escénica del medieval Jeu de de la época, cuando las fuentes no revelaban cómo hacerlo.
Robin et Marion de Adam de la Halle; la música aragonesa A medida que aumentaban los descubrimientos de com-
en la corte napolitana de finales del siglo XV y las villanelas positores y obras de Nápoles junto a los Turchini, profundizá-
del siglo XIV. Causa gran satisfacción comprobar cómo bamos en esa labor de investigación científica, hasta tal punto
estos tres proyectos, que han confluido en otros tantos dis- que en 1994 alumbramos, con Florio y con el Teatro Federica
cos, constituyen un punto de referencia indispensable (véa- Castaldo, el primer centro de música antigua de Italia, basado
se www.micrologus.it). en la convergencia de la música práctica y de la búsqueda
En el campo de la ópera barroca ha sido una experien- científica en el campo del espectáculo barroco. La casa disco-
cia particularmente estimulante la colaboración con Fabio gráfica parisina Opus 111, por medio de su creadora, Yolanta
Biondi y Europa Galante para el estudio y la realización de Skura, creó una colección especial para esta actividad, que no
La Didone de Cavalli (teatro de La Fenice de Venecia, año por casualidad se llamó Tesoros de Nápoles, al tiempo que edi-
2006), luego plasmada en el primer DVD comercial de una tó el libro-disco Nápoles, con dos CDs adjuntos.
ópera de Cavalli (Dynamic 33537, año 2007). Para entender Fueron muchos los proyectos, cada vez más ambiciosos,
las dificultades del proyecto basta con decir que mi edición desde la música sacra del XVII hasta las obras maestras del
crítica de esta ópera se encuentra aún en fase de elabora- teatro cómico napolitano de finales del XVIII, siempre con
ción (será publicada por el editor alemán Bärenreiter dentro hallazgos sensacionales: Latilla, Jommelli, Paisiello y, sobre
de una serie dedicada a Cavalli, probablemente en 2014), todo, Leonardo Vinci, al que Florio ha definido justamente
en tanto que Biondi utilizó su propia edición de concierto, como un “Haendel italiano”. Desgraciadamente, también las
basada en el único manuscrito existente que se hallaba en más bellas historias tienen un final y ciertas divergencias lle-
Venecia. Sin embargo, este extraordinario y culto intérprete varon a Florio y los Turchini a separarse del Centro Históri-
aceptó mi propuesta filológica de desechar la partitura del co de Música Antigua de Nápoles, que permanece activo

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

aplauso fácil de un público com-


placido. Sin embargo, las insercio-
nes de Pino De Vittorio provienen
de una gran escuela teatral, direc-
tamente conectada con la tradi-
ción barroca, y acercan verdadera-
mente el teatro musical de hoy a
lo que fue la interpretación en
aquel tiempo.
Sólo así se comprenden otras
“impertinencias” de este cantante-
actor, con el consentimiento y la
participación activa como compo-
sitor-orquestador de Antonio Flo-
rio. Pienso en los intermezzi de la
reciente producción escénica de
La Partenope de Leonardo Vinci,
bajo la dirección de Gustavo Tam-
bascio para el Auditorio de León,
plasmada más tarde en un maravi-
lloso DVD (Dynamic 33686, año
TURCHINI 2012): la realización y la fuerte
impronta cómica de estas partes
han suscitado algunas críticas,
como organizador comercial de conciertos y, en ocasiones, sobre todo en España, pero éstas quedan anuladas frente a
de encuentros de estudios, aunque ya sin ningún tipo de la verdad filológica de que la ópera napolitana era realmen-
colaboración con el grupo histórico. te así, es decir, improvisación mímica y verbal confiadas al
Es impensable que entre los Turchini de Florio y yo no virtuosismo de los cómicos que actuaban y a menudo cam-
se haya producido en todo este tiempo algún malentendi- biaban los textos.
do, porque eso forma parte de la naturaleza de las cosas. Sin embargo, nunca he perdonado a mis amigos los Tur-
Pero se ha tratado siempre de casos excepcionales, poco chini y a De Vittorio que incluyeran en uno de los primeros
significativos y que en modo alguno podían poner en cues- discos del grupo, dedicado a la música sacra del XVII napoli-
tión una relación tan apasionante como la nuestra. Algunas tano, un denominado Stabat Mater popolare en fabordón,
veces el filólogo ha sentido estar en dificultades frente al invención asimismo del mencionado cantante. En las notas
exceso de creatividad artística de estos intérpretes tan extra- del disco se pretende reforzar tal decisión con una argumen-
ordinarios que han colaborado durante años con Florio. tación que no deja de ser una broma: por primera vez se ha
Recordaré rápidamente algunos episodios… grabado el Pange lingua a dos voces atribuido en un manus-
Uno de los primeros CDs realizados para la serie Tesoros crito napolitano a Francesco Provenzale (muerto en 1704),
de Nápoles en Opus 111 estaba dedicado a las cantatas que es una asombrosa anticipación del Stabat Mater de Per-
sacras de Cristofaro Caresana, compuestas a finales del siglo golesi (compuesto en 1736). Como ya he manifestado, lo más
XVII para ser interpretadas por los alumnos del Conservato- probable es que el fragmento no sea de Provenzale sino de
rio de Nápoles durante las fiestas navideñas. Una de esas algún compositor del tiempo de Pergolesi, porque este último
cantatas es la intitulada La Tarantella (incluida en el men- no inventó nada, sino que fue uno más de tantos maestros de
cionado CD), la cual contiene una sección increíblemente la cadena didáctica napolitana que arranca a principios del
sugerente basada en la canción popular napolitana Quanno siglo XVII.
nascette o ninno, dedicada al niño Jesús. Ese fragmento ha La larga colaboración con los Turchini se ha fundamenta-
acabado convirtiéndose en el más famoso de los Turchini y do en mi carrera de musicólogo filólogo. Me consta que Flo-
en el más amado por los seguidores que el grupo tiene por rio todavía considera esa experiencia como algo importante y
todo el mundo. Pues bien, cierto día me telefoneó desde que le agrada: hace unos años comenzamos juntos un pro-
Londres un colega musicólogo que trabaja para la BBC pre- yecto didáctico en el Conservatorio de Nápoles denominado
guntándome cómo podía encontrar la fuente en que apare- Scarlatti Lab, el cual prevé el estudio profesional de algunos
ce ese fragmento, pues pretendía incluirlo en un concierto repertorios a cargo de estudiantes avanzados de música anti-
especial de Navidad, a cargo de otro grupo, que iba a ser gua, que deben aprender a leer y situar en su contexto histó-
transmitido por la emisora de radio inglesa. Tuve que res- rico las partituras, preparando después los conciertos públi-
ponderle, en un ejercicio de sinceridad, que esa canción no cos que figuran en la temporada oficial de la Associazione
figuraba en la partitura de Caresana, sino que se trataba de Scarlatti, la sociedad de conciertos más importante de Nápo-
una idea improvisada del cantante Pino De Vittorio con les. Algunos de los estudiantes del laboratorio han entrado ya
algunos retoques instrumentales realizados por Florio, aun- en la plantilla profesional de los Turchini; otros han comen-
que respetando en todo momento el estilo original. El resul- zado a grabar discos y a dar conciertos junto a profesionales.
tado había gustado tanto que acabó incluyéndose en el dis- No siempre todo ha sido tan fácil, pero naturalmente en
co y todavía hoy permanece en el imaginario colectivo estas páginas he querido narrar primordialmente los episo-
como una canción auténtica de Caresana. dios positivos. Con todo, considero que el diálogo entre el
He de admitir que, no sólo debido a mi profesión sino musicólogo que ama el arte musical y el intérprete culto
también a que no me gusta estéticamente, no comparto la que está abierto al conocimiento científico conduce siempre
decisión de insertar en la interpretación de la música anti- a resultados muy satisfactorios para ambos. Y espero que
gua otros géneros musicales demasiado alejados en el también para el gran público.
tiempo y en el espacio, práctica que muchos intérpretes de
ahora han adoptado por pura moda siguiendo el ejemplo Dinko Fabris
de Christina Pluhar o del Ensemble Accordone, con el Traducción: Eduardo Torrico

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Centro
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Nacional
de Difusión
Musical 14
SERIES 20/21
CICLO MUSEO CICLO AUDITORIO CICLO FRONTERAS
Museo Nacional Centro Auditorio Nacional de Música Auditorio Nacional de Música
de Arte Reina Sofía Sala de Cámara | 19:30h Sala de Cámara | 19:30h
Auditorio 400 | 19:30h

LUNES 13/01/14 MARTES 03/12/13 VIERNES 24/01/14


GRUPO VOCAL KEA SOLISTAS DEL ENSEMBLE SILVIA PÉREZ CRUZ voz
FAHMI ALQHAI, viola da gamba INTERCONTEMPORAIN Miguel Ángel Cordero, contrabajo
ENRIQUE AZURZA, director ALAIN DAMIENS, clarinete | HAE-SUN KANG, violín Joan Antoni Pich, violonchelo
Obras de Ortiz Landazuri, Torre *+, HIDÉKI NAGANO, piano | PIERRE STRAUCH, violonchelo Elena Rey y Carlos Montfort, violines
Irizar, Erkoreka, Gerenabarrena *, Obras de Bartók, García Abril y Messiaen Anna Aldomá, viola
Azurza * y las Heras
MIÉRCOLES 22/01/14 JUEVES 10/04/14
LUNES 10/02/14 WIENER KLAVIER TRIO TALLER ATLÁNTICO
CUARTETO ARDITTI Obras de Kurtág, Fuchs **, Torres, Staud, Sotelo, CONTEMPORÁNEO
Obras de De Pablo y Ligeti Gredler ** y Henze DIEGO GARCÍA RODRÍGUEZ, director
LUNES 03/03/14 MIÉRCOLES 12/02/14 Carmen Gurriarán, soprano
Álex Salgueiro, fagot
GRUPO MODUS NOVUS CUARTETO ARDITTI Obras de López de Guereña,
SANTIAGO SERRATE, director JOSÉ LUIS ESTELLÉS, clarinete Daugherty y Corigliano
Obras de Benjamin, Coll *+, Gerhard y Adès ** Obras de De Pablo y Ligeti

LUNES 17/03/14 JUEVES 27/03/14 LUNES 05/05/14


CUARTETO DIOTIMA ENSEMBLE DE LA ORQUESTRA CUARTETO EBÈNE
Obras de Barraqué **, Torres*+ y Zemlinsky DE CADAQUÉS STACEY KENT voz
ANDREW GOURLAY, director Jim Tomlinson, saxofón
LUNES 07/04/14 Richard Héry, batería
Marianne Pousseur, actriz
NORDIC VOICES Obras de Eisler, Rueda *+ y Schoenberg Obras de Chaplin, Jobim,
Obras de De Victoria, Bratlie **, Gesualdo, Piazzolla y Jackson
Schütz, Jurado *+, Havrøy ** y Thoresen ** JUEVES 24/04/14
LUNES 21/04/14 SINFONIETTA DE LA ESCUELA
CUARTETO LATINOAMERICANO SUPERIOR DE MÚSICA REINA SOFÍA * Estreno absoluto
*+ Estreno absoluto. Encargo del CNDM
PETER EÖTVÖS, director *++ Estreno absoluto. Encargo de la Casa de Velázquez
JUAN CARLOS GARVAYO, piano *+++ Estreno absoluto. Encargo del CNDM en colaboración
Anna Moroz, mezzosoprano
Obras de Villa-Lobos, Lavista, con el 63 Festival Internacional de Música y Danza de Granada
Obras de Berio, Stravinski, Schoenberg, ** Estreno en España
Sierra *+ y Ginastera
Eötvös ** y Hindemith
LUNES 19/05/14
JUEVES 08/05/14
ENSEMBLE ORCHESTRAL ENTRADAS
CONTEMPORAIN DE LYON HILARY HAHN violín CICLO AUDITORIO
CORY SMYTHE piano Público general: 5€ – 12€
DANIEL KAWKA, director Jóvenes Último Minuto (< 26 años): 2€ – 4,8€
Obras de Boulez, Ligeti, López López Obras de Schoenberg, Schubert, Telemann,
Barrett ** y García Abril * CICLO FRONTERAS
y compositores residentes Público general: 8€ – 15€
de la Casa de Velázquez *++ Jóvenes Último Minuto (< 26 años): 3,2€ – 6€
MARTES 24/06/14
LUNES 02/06/14 JOVEN ORQUESTA NACIONAL VENTA DE ENTRADAS
TRÍO KANDINSKY DE ESPAÑA Taquillas del Auditorio Nacional de Música, teatros del INAEM
ELENA VASSILIEVA, soprano GÜNTER PICHLER, director www.entradasinaem.es
Obras de Shostakóvich, Turina y Lanchares*+ Obras de Bartók, Casablancas *+++ y Schoenberg 902 22 49 49

www.cndm.mcu.es
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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

SOBRE LA ESCENA: EL INTÉRPRETE


Y EL CUERPO

H
oy: concierto. No falta mucho, pero tenemos tiem- Es cierto que parte de estas iniciativas se centran en
po. Llegamos a la sala, entramos. Buscamos nuestra temáticas más ligadas a la música popular que a la música
butaca, con nuestra entrada en la mano. Nos senta- clásica, pero no es menos cierto que el intercambio se vuel-
mos, quizás conversando con quien está a nuestro ve beneficioso para todos en un panorama en el que la
lado. Apagamos el móvil (¡¡imprescindible!!), damos una frontera antaño tan clara entre musicología y etnomusicolo-
ojeada al programa; empezamos a leer los comentarios que gía se desdibuja por momentos. Y esto es lo que sucede si
lo acompañan (siempre aconsejable) o la biografía de quien ampliamos nuestra mirada al conjunto de los países de
va a tocar. Pero pronto se apagan las luces, y a eso hemos habla hispana. Rubén López Cano, Alejandro L. Madrid y
venido. Allí empieza la magia. Allí empieza la música. Susan Campos Fonseca —reciente Premio Casa de las Amé-
Porque la música, parece obvio recordarlo, es sonido: ricas 2012— cuentan entre las figuras internacionales más
sólo existe en forma de ondas sonoras, de aire vibrante. activas en esta corriente de la musicología actual, y su
Antes de ese momento, sólo existe en potencia. Incluso poliédrica actividad es un ejemplo de cómo el verdadero
esas partituras que vemos en los atriles, no son música, sino objetivo no consiste tanto en localizar nuevos objetos de
herramientas: quienes ofrecen la experiencia irrepetible de estudio como en mirar con otros ojos la realidad musical
la escucha son los hombres y las mujeres que se encargan que nos rodea. Algo que puede suceder tanto con los vide-
de interpretarlas. oclips de la MTV como ante un concierto de música clásica.
Por otra parte, la presencia en el escenario de esos De hecho, las propias fuentes históricas nos invitan a
hombres y esas mujeres nos indica que estamos a punto de reivindicar esta atención al cuerpo. En una fecha tan tem-
asistir a un acto que no se limita al oído. La información prana como 1753, Carl Philipp Emanuel Bach defendía el
sonora nos llega acompañada de aquello que nuestros ojos poder expresivo de la música y la necesaria implicación del
ven: ven a los intérpretes tocar, y por lo tanto ven a los intérprete afirmando: “Un músico emociona a los demás
intérpretes moverse. Incluso el intérprete más comedido sólo si él mismo se conmueve; es imprescindible que sienta
necesita emplear su cuerpo para producir el sonido y esa todos los estados de ánimo que quiere suscitar en los oyen-
información es significativa: lo ha sido siempre, y lo es tes, ya que de este modo les hará comprender sus senti-
especialmente en una cultura tan visual como la actual. Y si mientos y los hará partícipes de sus emociones”. Un objeti-
es cierto que desde hace más de un siglo una parte consi- vo que debe alcanzarse no sólo con el sonido sino con la
derable de nuestra escucha está vinculada a grabaciones actitud corporal: “Solamente quien sea tan insensible como
audio que no nos involucran visualmente, no es menos para sentarse frente al instrumento como una estatua podrá
cierto que, incluso si hablamos de grabaciones, el mundo afirmar que todo ello puede conseguirse sin el mínimo ges-
actual muestra una y otra vez (desde Youtube hasta los to; si bien es cierto que muecas y gestos descompuestos
canales temáticos de televisión) cuán atractivo resulta poder son feos y desagradables, expresiones y gestos espontáneos
ver al intérprete, y no sólo escucharlo. aclaran nuestras intenciones a los oyentes”.
La musicología ha tardado en hacerse eco de esta
dimensión esencial del fenómeno musical. Durante genera- El caso Liszt
ciones, de hecho, pareció volcada más bien en ofrecer
argumentos en sentido contrario: la ortodoxia avalaba un Con el paso de las décadas, mientras la vida concertística se
estudio de la música fundamentado en el dato objetivo, que convertía en el eje de la cultura musical europea, se fue
le permitiera ajustarse al modelo de las ciencias naturales, y hablando de forma creciente de la movilidad corporal.
ese “dato objetivo” parecía ofrecerlo la partitura, más que el Espectaculares eran los movimientos del gran Paganini,
sonido en sí. Pero ese tiempo ya ha pasado. La musicología emblema del virtuosismo, y aún más llamativos los de Liszt,
reciente, animada por los formidables desarrollos de la cuyo cuerpo, como recordaba el mismísimo François Fétis,
etnomusicología a partir de los años sesenta, ofrece hoy un fundador de la Revue musicale, se encontraba en “perenne
panorama muy dinámico en el que la música es entendida movimiento.” Los gestos de Liszt atrajeron tanto el imagina-
como proceso comunicativo y manifestación cultural dotada rio del público como para dar vida a una iconografía riquísi-
de múltiples vertientes. Y en este nuevo panorama, la ma, que incluye numerosas caricaturas, pero no eran gratui-
dimensión corporal de la interpretación va ganando espa- tos. Él mismo hablaba a sus alumnos de la importancia de
cios de forma imparable. encontrar un sonido que alcanzara las últimas filas de un
Las múltiples iniciativas surgidas recientemente en terri- teatro (aquéllas, comentaba, en las que suelen encontrarse
torio español son una buena muestra del interés que el cuer- los verdaderos amantes de la música, porque en las prime-
po despierta entre los investigadores: revistas (en particular ras filas se sientan a menudo quienes sólo van a “enseñar el
TRANS: Revista transcultural de música, que ya en 2005 abrigo”). Un sonido amplio y cambiante, para el cual la
dedicó al tema Música y cuerpo un pionero dosier monográ- acción del dedo ya no era suficiente.
fico coordinado por Rubén López Cano, y que desde enton- Dejando atrás la tradición clavecinística, el pianista fue
ces ha seguido ocupándose de ello en repetidas ocasiones), poniendo en movimiento partes del cuerpo antaño inmóvi-
tesis doctorales (como la de Alicia Peñalba, cargada de apor- les. El número de recursos cinéticos necesarios para ajustar-
taciones de gran calado científico) y encuentros internacio- se a la evolución del gusto musical fue aumentando expo-
nales (el Congreso Música y Corpografías organizado en nencialmente. La muñeca, el codo y el hombro permitían
2012 en la Universidad de La Rioja y coordinado por Teresa que la mano y el brazo variaran continuamente su inclina-
Cascudo y María Palacios) han contribuido a dar forma a ese ción con respecto al teclado, y a nadie se le escapó que
“giro corporal” del que habló hace años Ramón Pelinski y esos movimientos, tan vinculados a la producción del soni-
que hoy impregna el debate musicológico. do, condicionaban la escucha e involucraban al espectador.

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

público, etc.) así como los gestos ligados sólo indirectamente


al manejo del instrumento (como la expresión facial o los
cambios de orientación de la cabeza y de otras partes del
cuerpo, dependiendo del instrumento) son a menudo fuente
de encendidas discusiones, prueba del impacto que generan
en el espectador. Es cierto, además, que no es prudente tra-
zar líneas divisorias demasiado claras entre una y otra catego-
ría: si un músico se ha acostumbrado a interpretar un pasaje
asociándolo a una determinada mueca o a cierta orientación
de los pies, esa actitud corporal se ha convertido en su cere-
bro en un único patrón motor, asociado de forma directa al
patrón sonoro correspondiente.
En el pasado mes de agosto, la prensa internacional se
hizo eco de una investigación dirigida por la doctora Chia-
Jung Tsay, del University College de Londres, que demos-
traba cómo incluso muchos profesionales de la música clá-
sica están más condicionados por la información que proce-
de de la vista que por el propio sonido resultante, a pesar
de su negativa a reconocerlo (los resultados del estudio
están disponibles en la página web de los Proceedings of
the National Academy of Sciences).
“Liszt no podría de ningún modo tocar desde detrás de Reflexiones como ésta han gozado, en estas últimas déca-
los bastidores, porque de esta forma se perdería gran parte das, del aval de las neurociencias, cuyas crecientes interaccio-
de su poesía”, escribió Robert Schumann en 1840, tras asistir nes con la musicología han permitido alcanzar conocimientos
por primera vez a uno de sus recitales. Y es significativo que inimaginables hace sólo unos años acerca de cómo actúan el
Schumann, al mencionar el componente visual, emplee un cerebro del músico y el del oyente. Más allá de la acústica de
término tan prestigioso como “poesía”. No es equivocado la sala y de las implicaciones sonoras de cada espacio arqui-
afirmar que si el piano se convirtió en el instrumento por tectónico (o su ausencia total o parcial, en el caso de los con-
excelencia para el gran público no fue sólo por la riqueza de ciertos al aire libre), nuestra escucha está fuertemente condi-
su literatura o por el valor simbólico que adquirió en el ima- cionada por la posición de nuestro cuerpo en el espacio y por
ginario de la burguesía europea, sino porque sus principales esquemas de audición en los que nuestra experiencia corpo-
intérpretes supieron convertir el concierto en una experien- ral juega un rol determinante. De ahí la importancia de estu-
cia electrizante tanto para el oídos como para la vista. diar la actitud corporal del público, que ha cambiado tanto en
No faltaron, por supuesto, las críticas, que fueron los últimos dos siglos. El público de pie, habitual en los tea-
aumentando a medida en que se consolidaba la contraposi- tros del siglo XIX, ha ido dejando sitio —en las salas dedica-
ción entre una música “clásica” asociada a la veneración das específicamente a la música clásica— a butacas cuidado-
por el pasado y una música “popular” convertida en pro- samente alineadas, que reducen al mínimo la movilidad cor-
ducto de consumo. El concierto se convirtió en expresión poral de los asistentes. En ellas, además, el silencio es consi-
de “alta cultura”, generando una creciente desconfianza derado como un requisito indispensable, y ese silencio condi-
ante la espectacularidad de un gesto que distraía de la ciona la interacción entre los asistentes canalizando sus mani-
“esencia” de la música. festaciones de aprecio o de rechazo, inevitablemente pos-
Sin embargo, todos sabemos cuán importante es la puestas hasta los momentos posteriores a la interpretación.
información que procede del cuerpo del intérprete, presen- Una situación totalmente distinta de lo que sucedía hasta fina-
te tanto si su gesticulación es muy amplia como si está les del siglo XIX y de lo que sucede todavía hoy en el jazz, en
reducida a la mínima expresión. Los gestos de Liszt y de el flamenco e incluso en la ópera.
Paganini, no menos que los de tantos otros protagonistas Los espacios y las convenciones sociales han ido molde-
de la vida musical del pasado y del presente, nos acercan a ando con el tiempo los rígidos patrones de comportamiento
cómo vivieron su relación con el instrumento y con el que compartimos los amantes de la música clásica, y con ello
público. De hecho, es posible trazar una historia del gusto condicionando la relación entre los músicos y su público. Las
musical a través de la evolución de la técnica de un solo actividades motoras propias de los procesos de audición en
instrumento, como mostré con mi Historia de la técnica otros contextos culturales (como los movimientos del cuerpo,
pianística (2001); y es posible repensar la vida y la obra de de la cabeza o de las manos, o la posibilidad de integrarse en
una figura específica a partir de su relación física con el ins- una conducta coreográfica más o menos organizada) son ini-
trumento, como hizo Elisabeth Le Guin en su Boccherini’s maginables en el mundo de la música clásica, tanto como lo
body: An essay in carnal musicology (2006). son la posibilidad de participar en la interpretación mediante
la voz o con otras partes del cuerpo (dando palmas, por
Sonido y gestualidad ejemplo, o coreando estribillos). El contacto con la etnomusi-
cología nos invita a observar estos fenómenos como lo que
El gesto es importante para el músico, porque cualquier efectivamente son: conductas propias de un determinado
interpretación es el producto de una negociación con su pro- grupo social, el de los aficionados a la música clásica, quie-
pio cuerpo, pero es aún más importante si lo observamos nes a través de ellos compartimos y disfrutamos de una pre-
desde el lado del público. El cuerpo del músico lanza conti- cisa manera de hacer música.
nuos mensajes al espectador: no sólo a través de la actividad Las neurociencias han mostrado que estas conductas
motora necesaria para generar el sonido, sino también favorecen, sí, una escucha atenta, pero también alejan el
mediante la actividad motora no encaminada directamente a espectador de aquellos procesos de apropiación musical
la ejecución, como es el caso de aquellos movimientos que que, en otros ámbitos, permiten modelar cognitivamente la
preceden o siguen la interpretación propiamente dicha (la música a través del cuerpo. Seguir el ritmo mediante el
forma de saludar y moverse en el escenario; la actitud corpo- movimiento del pie o moverse siguiendo precisas pautas
ral entre un movimiento y otro; la eventual interacción con el coreográficas son formas de apropiarse de la música y

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

hacerla significativa para el espectador. Nada


de ello se da en la interpretación actual de la
música clásica, donde el cuerpo del oyente tie-
ne una actitud menos interactiva, pero no por
ello menos condicionada socialmente.
Estas conductas se han ido forjando con el
tiempo, y son a menudo muy distintas de las
que se dieron en el momento del estreno de las
grandes obras clásicas. No es extraño, por tanto,
que la musicología moderna haya querido refle-
xionar sobre este fenómeno. Lo ha hecho, en
primer lugar, incorporando la recepción de la
música al estudio historiográfico: cada vez más,
estudiar y explicar la “historia de la música”
supone trazar una historia cultural de la música,
en la que compositores y obras son tan sólo una NIGEL KENNEDY
parte de un proceso complejo marcado por la
interacción entre los intérpretes y su audiencia.
Ése es el espíritu que permea la nueva Cambridge History of te campo de estudio para los musicólogos más sensibles a las
Music, cuya publicación empezó en 2001 y sigue en proceso políticas de género. Valga como ejemplo el caso del joven
actualmente, y el de otros muchos textos de temática más pianista brasileño António Vaz Lemes y su videoclip de Tenso,
acotada, entre los cuales La gran transformación en el gusto primer movimiento de la Sonata para piano del también bra-
musical de William Weber recientemente publicado en tra- sileño Camargo Guarnieri (quien, por cierto, se llamaba en
ducción castellana por el Fondo de Cultura Económica. realidad Mozart Camargo Guarnieri: menuda responsabilidad,
Pero la musicología, hoy más que nunca, no se limita a llevarse a cuestas semejante nombre de pila…): no sólo por la
la investigación historiográfica: incluso cuando se habla de intrínseca calidad del vídeo (ganador del 20º Festival MixBra-
obras del pasado, el centro de atención de muchos musicó- sil) sino por el marcado erotismo homosexual de unas imáge-
logos es lo que sucede hoy con la interpretación y la recep- nes que se demarcan de la tradición estética habitual en el
ción de esas obras. De ahí el esfuerzo por presentar la inter- terreno de la música clásica.
pretación de una obra no como un viaje en el tiempo, en Comparado con la fuerza del mensaje visual al que nos ha
busca de lo que esa obra significó para su autor y para el acostumbrado la ópera (piénsese en cómo juega desde hace
público al que iba dirigida inicialmente, sino como un pro- años Cecilia Bartoli con la ambigüedad sexual y con un imagi-
ducto cultural de nuestro tiempo. Una forma de reivindicar, nario visual a menudo desconcertante), la música instrumen-
entre otras cosas, la dimensión inmanente del fenómeno tal es todavía muy prudente en sus propuestas, pero no cabe
musical, en un contexto en el cual el cuerpo del intérprete, duda de que el soporte gráfico es algo más que un mero
que es materia y acción, se vuelve doblemente importante, acompañamiento del sonido: la imagen en movimiento aporta
tanto en el caso de una escucha en directo como si se trata información y orienta la escucha, incluso cuando se limita a
de un documento fonográfico. retratar al músico en el momento de la interpretación. Como
La grabación, por su parte, ha evidenciado la cambiante nos enseñó Glenn Gould hace ya mucho tiempo, una cámara
relación con el cuerpo que ha mantenido la música clásica a adecuadamente situada puede convertir en espectacular
lo largo de su historia reciente. Los primeros planos que pro- incluso el levantarse de una ceja o el movimiento de la man-
tagonizaron tantas portadas especialmente a partir de la díbula, fundiéndolos con el sonido hasta generar una expe-
década de 1970 han dejado espacio con el tiempo a imáge- riencia totalmente nueva.
nes más trabajadas, a menudo cargadas de una explícita sen- El vídeo, además, nos permite nuevas formas de acceso a
sualidad u orientadas a evidenciar la actitud alternativa de sus la información, y con ello nuevas actitudes corporales en el
protagonistas, según una tendencia que se ha ido trasladando momento de la escucha. Actitudes más acordes con las cos-
a los escenarios y a las propuestas audiovisuales que hoy tumbres de las jóvenes generaciones y que también se están
imperan en la red. persiguiendo a través en nuevos formatos de concierto, con
A menudo inspirados en los modelos de la música iniciativas como Yellow Lounge, promovida por la mismísi-
popular urbana, los peinados, los trajes y las actitudes cor- ma Deutsche Grammophon, o salas imprevisibles como Bar-
porales de músicos pioneros como Nigel Kennedy conviven gemusic, el pequeño local neoyorquino representado por un
hoy con propuesta de lo más diverso, desde los inconfundi- barco anclado justo debajo del puente de Brooklyn.
bles vestidos de Issey Miyake para Mischa Maiski hasta los La música clásica, en éstas y otras muchas iniciativas, está
cortes vertiginosos de Khatia Buniatishvili o las minifaldas buscando recobrar la proximidad con su público acudiendo
de Yuja Wang. Y que algunas de estas propuestas hayan a espacios pequeños y alternativos a las grandes salas de
despertado polémicas por ser presuntamente inadecuadas concierto. Una vez más, nada que la historia no nos enseñe.
al contexto de un concierto clásico demuestra que existen Carl Czerny, en su Pianoforte-Schule op. 500, recomen-
notables fricciones entre las expectativas de una parte del daba encarecidamente a los jóvenes pianistas que no fueran
público y unas propuestas estéticas que no despertarían a tocar a un país cuyo idioma desconocen, porque esto les
esos mismos recelos en otro entorno. impediría conversar con su público al acabar. Recuperar
Menos condicionado por la tradición, aunque todavía esta proximidad física e incluso verbal con el público puede
minoritario en el mundo de la música clásica, el terreno del que hoy sea un camino a considerar, si queremos hacer
videoclip es hoy especialmente estimulante, sobre todo cuan- frente a los grandes retos a los que la música clásica se
do imágenes y música interactúan hasta crear un producto enfrenta. Una más, en cualquier caso, entre las tantas poten-
realmente único. En este terreno tal vez nadie haya alcanzado cialidades de una música que desde hace siglos no deja de
la creatividad de la pareja estadounidense formada por Greg sorprendernos por su inagotable capacidad de renovarse y
Anderson y Elizabeth Roe, un dúo que con toda razón está adaptarse a prácticas y contextos diversos.
arrasando por la red. Pero las propuestas notables, en este
terreno, son incontables, y a menudo constituyen un excelen- Luca Chiantore

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

LA GRABACIÓN COMO
IDEAL DEL CONCIERTO

C
uando escuchamos una grabación a menudo olvida- completamente alterado. Por el contrario, Gould llegó a consi-
mos que no percibimos simplemente a un músico o derar el concierto en vivo una institución caduca y anacrónica
un ensemble interpretando una obra concreta, sino marcada por el mero exhibicionismo del intérprete, que ade-
también las tomas seleccionadas por un productor más dificultaba el verdadero contacto del público con la obra
que previamente ha registrado un ingeniero de sonido en un musical; por esa razón cambió la sala de conciertos por el
soporte sonoro. La influencia del productor sobre el resulta- estudio de grabación y renunció a partir de 1964 a realizar
do artístico de una grabación de música pop no suele poner- actuaciones publicas, limitándose en adelante a relacionarse
se en duda; pensemos, por ejemplo, en Georges Martin, el con su público a través del disco.
conocido como “quinto Beatle”, o en Phil Spector y su famo-
so “muro de sonido”. Pero en la música clásica todo ha sido La discología
bien distinto y, no sólo resulta difícil averiguar el nombre de
los responsables técnicos de un registro sonoro en numero- En el fondo de estas posturas antagónicas anida el proble-
sas ediciones fonográficas, sino que también muchos intér- ma que Walter Benjamin y Theodor W. Adorno habían
pretes se han sentido intimidados por su labor. Hay anécdo- empezado a discutir varias décadas atrás: la oposición entre
tas sumamente ilustrativas, especialmente desde los inicios el aura y la reproductibilidad, es decir, entre el carácter úni-
de la era eléctrica hacia mediados de los años veinte del siglo co e irrepetible de la obra de arte y el de su reproducción y
pasado. Entonces comenzó a registrarse la música con micró- repetición tal como se plantea en el ensayo clásico de Ben-
fono, es decir, con la misma disposición y en los mismos jamin La obra de arte en la era de la reproductibilidad técni-
lugares donde se celebraban las representaciones operísticas ca (1936). Con la grabación fonográfica, la obra musical
o los conciertos. Por ejemplo, el bajo Alexander Kipnis echó perdía su esencia irreproducible y única del concierto en
en 1933 al equipo técnico durante una grabación de Lieder vivo en favor de lo repetitivo y mecánico que introducía la
de Hugo Wolf y reconoció después haber hecho su mejor técnica. La pérdida de la experiencia aurática del concierto
disco sin ingenieros; o el director Wilhelm Furtwängler dedi- en favor de la reproductibilidad de la grabación determinó
có a Friedrich Schnapp, el ingeniero de la emisora del Reich una transformación completa y paulatina de la experiencia
durante la Segunda Guerra Mundial, un curioso halago: “Lo perceptiva que llegaría a cambiar la autoridad del concierto
más maravilloso de usted es que no les hace absolutamente por la autonomía del registro sonoro. Mientras la obra musi-
nada a sus retransmisiones”. Obviamente Kipnis hizo su dis- cal se reescribía cada vez que se interpretaba en un concier-
co de Wolf con ingenieros y Schnapp manipulaba las retrans- to, la grabación permanecía siempre materialmente invaria-
misiones de Furtwängler, pero ambas anécdotas reflejan pre- ble y se convertía, por tanto, en un documento autónomo.
cisamente ese rechazo de los músicos clásicos hacia la labor La musicología histórica, que ha vivido cómodamente
de productores e ingenieros de sonido. anclada desde el siglo XIX en el estudio de la obra musical
exclusivamente a través de la partitura, estableció una clara
Concierto versus grabación distinción entre el acto de sonar y la obra musical escrita. Y
tardó mucho en darse cuenta de la importancia que tenían
En los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, precisa- las grabaciones para documentar la enorme pluralidad de
mente cuando las grabaciones —ahora ya estereofónicas y visiones, lecturas o reescrituras que tiene una misma com-
realizadas en cintas editables dentro de un estudio— posición. En realidad, los registros sonoros permiten estu-
comenzaron a condicionar de forma determinante lo escu- diar su tradición interpretativa o la historia de su interpreta-
chado en las salas de concierto, surgieron voces muy críti- ción vista como recepción, es decir, la evolución que han
cas contra el sonido grabado y sus responsables. Kurt experimentado algunas composiciones desde la época de
Oppens, el histórico crítico y autor de notas al programa en su creación hasta nuestros días.
el Aspen Music Festival, publicó en 1963 un breve artículo Conviene recordar que una grabación sonora es la repre-
en la revista intelectual Merkur donde atacaba la pretensión sentación audible de una obra musical y está formada por la
de los registros sonoros y denunciaba su corrupción: “Las combinación de esa representación y del objeto físico donde
grabaciones sonoras roban al oyente no sólo la posibilidad esta fijada, es decir, del soporte sonoro que almacena el
de ver la producción del sonido, sino que también falsifican sonido. Estos soportes van desde el cilindro de Edison de
la interpretación, especialmente por la interferencia que 1877 hasta dispositivos electrónicos como el iPod, y suelen
representan los ingenieros acústicos y musicales”. Para dividirse en analógicos, como el LP surgido en torno a 1948,
Oppens, la posibilidad de repetir pequeñas secciones de y digitales, como el disco compacto que nació en 1982. La
una obra musical desechaba toda espontaneidad artística y grabación constituye un documento que se sitúa a medio
hacía que las grabaciones mostrasen a menudo una compe- camino entre la partitura y su interpretación, y que desde los
tencia superior a la que en realidad tenía el músico. años ochenta del siglo XX ha sido objeto de estudio de la
Los intérpretes se erigieron a partir de entonces en detrac- llamada discología (en alemán Schallplattenforschung)
tores o defensores acérrimos del medio fonográfico; los extre- cuyos métodos han sido definidos a través de la confronta-
mos de ambas posturas fueron personalizadas en esos años ción de diversas fuentes tanto textuales como sonoras, pero
por el director rumano Sergiu Celibidache y el pianista cana- también de la relación entre la composición y la interpreta-
diense Glenn Gould. El primero consideraba los registros en ción. Para la discología, las grabaciones no son simplemente
vivo de sus conciertos como una mera transcripción comple- un medio, sino una manifestación de la obra de arte musical
tamente descontextualizada de los mismos; para Celibidache en la que, a diferencia de las interpretaciones realizadas en
resultaba imposible captar en un registro fonográfico los mati- directo en la sala de conciertos, participan unos intérpretes
ces sonoros del directo al disponer de un espacio acústico adicionales encabezados por la figura del productor.

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John Culshaw en 1965 entre Hans Hotter, Georg Solti y Birgit Nilsson
durante las sesiones de grabación de Die Walküre en Viena

que Gaisberg marcó algunas características fundamentales de


los productores venideros como las decisiones artísticas (qué
grabar, cuándo, con quién y cómo) o la capacidad psicológi-
ca para tratar con artistas en extremo sensibles o arrogantes,
cuyas inseguridades, vicios y delirios hacían peligrar las gra-
baciones y perder dinero a la compañía implicada.
La edad de oro de la producción discográfica de música
Walter Legge en 1955 con Maria Callas clásica está asociada a los productores británicos Walter
Legge (1906-1979), que trabajó para EMI principalmente
El productor de ayer después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los sesenta,
y John Culshaw (1924-1980) que lo hizo para Decca duran-
La labor del productor implica un impresionante conglome- te los cincuenta y los sesenta. Legge y Culshaw representa-
rado de destrezas no sólo vinculadas con el proceso de pro- ron, en cierto modo, el prototipo del productor fonográfico
ducción o grabación de un disco, sino también con todo lo en esos años que coincidía con el tipo de público al que
relacionado con su preproducción (selección de músicos, dirigían sus discos: ambos eran de clase media, tenían cla-
repertorio, supervisión de ensayos y de pruebas de sonido) ras sus preferencias musicales y supieron ganarse a la crítica
y su postproducción (edición y mezcla de la copia máster y al público para encumbrar a los músicos con los que tra-
para el sello discográfico). La dedicación profesional de un bajaron y a los que admiraban. Al mismo tiempo, ambos
productor suele variar desde el trabajador freelance hasta el eran autodidactas, sin formación musical (incluso desconfia-
empleado en plantilla de un sello discográfico e incluso en ban de los colegas que la tenían) y habían adquirido sus
ocasiones coincide con el propietario del mismo; hay casos conocimientos musicales principalmente a través de graba-
en los que son también mánagers, algo extremadamente útil ciones. El resultado de este prototipo de productor fonográ-
al dominar la psicología de los intérpretes, las cuestiones fico determinó el nacimiento de un star system fonográfico
relacionadas con los contratos o la negociación de derechos basado en grandes intérpretes que registraban un repertorio
y copyright. En ocasiones excepcionales el productor puede canónico relativamente limitado y formado por grandes
ser un musicólogo, un compositor, un intérprete, un arre- obras maestras de los siglos XVIII y XIX.
glista o incluso un programador, aunque en general la Sin embargo, Legge y Culshaw también representaron
necesidad de importantes conocimientos técnicos del medio dos formas muy diferentes de utilizar las posibilidades téc-
fonográfico hace que muchos de ellos empiecen su carrera nico-estéticas de la grabación musical. Para el primero, la
profesional como ingenieros de sonido. El productor es, en grabación permitía alcanzar un ideal interpretativo con la
definitiva, el oyente autorizado por excelencia, que actúa posibilidad de escuchar al mejor solista o conjunto posible
de mediador entre la partitura, el intérprete y la tecnología, ubicados en el mejor asiento de una sala con una acústica
corrigiendo los eventuales errores o tomando decisiones perfecta; hacía uso de las posibilidades técnicas de la graba-
estéticas acerca del resultado final de una grabación. ción tan sólo cuando peligraba la precisión artística. El
Los productores fonográficos surgieron en los albores de ejemplo más famoso quizá sea la intervención de su esposa,
la comercialización del sonido grabado a finales del siglo XIX la soprano Elisabeth Schwarzkopf, en la mítica grabación de
y a partir de los llamados A&R, el personal de artistas y reper- Wilhelm Furtwängler de Tristán e Isolda (1952) haciendo los
torio de las primeras discográficas. Uno de los pioneros de la do sobreagudos de Isolda (Acto II, Escena 2) que la vetera-
producción musical fue Fred Gaisberg (1873-1951), el “jefe na Kirsten Flagstad ya no podía cantar.
de grabación y buscador de artistas” de la Gramophone Por su parte, Culshaw abogaba por una perfección artísti-
Company desde 1900 hasta 1939 (ya convertida en EMI). Este ca similar, aunque alejada del planteamiento idealista del con-
ingeniero de sonido de origen norteamericano, que había cierto en vivo de Legge. Este productor favoreció el uso de los
sido un pianista frustrado en su juventud, concebía la graba- medios técnicos para paliar la pérdida de lo visual en las gra-
ción como una “fotografía sonora” de la interpretación musi- baciones. En concreto, el advenimiento comercial del sonido
cal todo lo borrosa o detallada que los medios técnicos per- estereofónico a finales de los cincuenta permitió a Culshaw
mitiesen. Ciertamente esta concepción fue superada tras la desarrollar un proyecto estético de sonido grabado que se
inclusión de medios eléctricos, el desarrollo de las posibilida- conoció bajo el nombre de “sonicstage” (“escenografía sono-
des del micrófono o el advenimiento del sonido estéreo, aun- ra”) y que está relacionado con la celebrada grabación de El

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MUSICOLOGÍA APLICADA AL CONCIERTO

grabación que consideraba vital. Es intere-


sante constatar su predilección por grabar en
la acústica ligera y seca del Royal Festival
Hall, entonces y ahora sede de la London
Philharmonic, en vez de la reverberación del
Kingsway Hall preferido por los productores
de Decca, a pesar de no ser una sala de con-
ciertos sino la sede de la iglesia metodista de
Londres.

El productor de hoy

Los productores que siguieron a Culshaw en


Suvi Raj Grubb en 1970 con Otto Klemperer
Decca tampoco mantuvieron su visión pro-
gresista de la producción musical. Un ejem-
anillo wagneriano en la Sofiensaal de Viena bajo la dirección plo reciente de la trayectoria de un productor de música clá-
musical de Georg Solti (Decca, 1958-1965). A través de su sica es Andrew Cornall (1952), hasta hace poco tiempo presi-
libro Ring Resounding (Londres, 1967, reeditado en 2012), dente de A&R en EMI Classics. Cornall estudió oboe y com-
donde narra el proceso de grabación de la tetralogía wagne- posición en la Universidad de Manchester y música electróni-
riana, sabemos que Culshaw precisaba de una ubicación ca y técnicas de grabación en la Universidad de East Anglia
espacial similar a la de un teatro de ópera, pero también de antes de comenzar a trabajar en 1977 como productor para
todo un sistema de movimientos y efectos sonoros que enri- Decca. Allí permaneció hasta 2004 como productor ejecutivo
quecían notablemente la grabación y aprovechaban todas las y responsable de decenas de grabaciones de artistas como
posibilidades del sistema estereofónico. Ejemplos bien cono- Joan Sutherland, Luciano Pavarotti, Georg Solti, Riccardo
cidos de ello son los relacionados con el tarnhelm o yelmo Chailly, Vladimir Ashkenazi, Herbert Blomstedt, Mitsuko
mágico en El anillo, donde amplificó electrónicamente la voz Uchida o Cecilia Bartoli. Desde 2004 y hasta su nombramien-
del barítono Gustav Neidlinger para representar las transfor- to en 2007 al frente de EMI, Cornall permaneció como direc-
maciones de Alberich, o en El ocaso de los dioses, en que filtró tor ejecutivo de la Royal Liverpool Philharmonic y fue el res-
electrónicamente el timbre del tenor Wolfgang Windgassen ponsable del venturoso fichaje de Vasili Petrenko como titu-
con el barítono Dietrich Fischer-Dieskau para representar el lar de esa orquesta. Este productor explica algunos aspectos
momento en que Sigfrido se presenta ante Brunilda con la de su trayectoria en el libro de Richard J. Burgess The Art of
apariencia de Gunther. Music Production (Oxford, 2013), como su vinculación por
La evolución de Legge y Culshaw fue también completa- mero accidente al mundo de la producción de grabaciones
mente distinta. Mientras el primero se mantuvo fiel a su plan- de música clásica o las diferencias entre los productores de
teamiento estético y no se dejó seducir por las novedades téc- música pop y sus homólogos clásicos. La primera diferencia
nicas del sonido estereofónico, ni por ningún compositor con- que resalta afecta a lo creativo, pues mientras un productor
temporáneo más allá de Sibelius o Richard Strauss, el segundo de música pop aporta un sonido al grupo que registra, el clá-
llevó muchas de sus ideas a la producción fílmica y colaboró sico se limita a capturarlo, ya que tanto los solistas como las
estrechamente con compositores del momento como Benja- orquestas con las que trabaja tienen su propio sonido que el
min Britten. En todo caso, el modelo de productor discográfi- público quiere identificar en la grabación de la forma más
co clásico venidero en las décadas siguientes se vinculó precisa posible. Por tanto, el productor, aunque dirige la gra-
mucho más al conservadurismo de Legge que al progresismo bación, actúa en realidad como mero puente entre los artistas
de Culshaw. Concretamente, uno de los continuadores de y el ingeniero de sonido. La otra diferencia fundamental que
Legge en EMI fue el productor indio Suvi Raj Grubb (1917- destaca Cornall está relacionada con el lugar donde se graba,
1999) quien había sido su asistente en 1960. En 1964 ya era pues mientras la música pop se produce siempre en estudio,
productor ejecutivo y se retiró en 1985, dejando tras de sí la clásica está estrechamente vinculada a las mismas salas de
decenas de grabaciones muy conocidas protagonizadas por concierto donde trabajan las orquestas.
Otto Klemperer, John Barbirolli, Carlo Maria Giulini, Mstislav Claramente hoy la preparación de un productor de música
Rostropovich, Jacqueline du Pré o Daniel Barenboim. Para clásica es muy superior a la del pasado, pero su labor creativa
entrar al servicio de Legge, Grubb tuvo que responder a un es limitada por la necesidad de ver la grabación como un ide-
cuestionario sobre repertorio austro-alemán estándar, particu- al o una copia mejorada del concierto. La perfección que
laridades de composiciones como su número de catálogo o escuchamos habitualmente en las grabaciones ha cambiado
cuestiones como cuántos conciertos para piano escribió profundamente nuestras expectativas acerca de cómo suena
Mozart o qué instrumentos participan en el octeto de Schu- realmente la música en vivo. En cierto sentido, la grabación
bert. El productor indio no superó el conservadurismo de su de música clásica refleja a la perfección lo que el filósofo fran-
antecesor; en su libro Music Makers on Record (Londres, 1986) cés Jean Baudrillard ha llamado el tercer orden de simulación:
reconoce que cuando Daniel Barenboim le propuso grabar en el primero sería una copia que puede distinguirse de la reali-
1967 los conciertos pianísticos de Bartók bajo la dirección de dad, como el mapa de un país; el segundo simula con tal per-
Pierre Boulez reconoció que le parecía una propuesta muy fección la realidad que impide su distinción, como sucede en
moderna. el famoso cuento de Borges Del rigor de la ciencia donde
Tampoco las ambiciones sonoras de Grubb fueron muy unos cartógrafos dibujan un mapa tan detallado que llega a
diferentes de las de Legge y su mayor expectativa consistía en cubrir exactamente todo el territorio; el tercer orden produce
simular en sus grabaciones la experiencia de un espectador lo hiperreal, es decir, una situación donde el mapa precede al
en las localidades más caras de una sala de conciertos o un territorio y donde la copia precede a la realidad. Hoy la gra-
teatro de ópera. Como a Legge con el estéreo, a Grubb tam- bación fonográfica de la música clásica copia idealmente o
poco le interesaron las novedades técnicas como el adveni- simula un concierto que no existe ni ha existido nunca tal
miento de los registros cuadrafónicos o las posibilidades mul- como lo escuchamos; es una copia sin original.
tipista, y evitó retocar o manipular el sonido tratando de
reproducir lo más fielmente posible el entorno espacial de la Pablo L. Rodríguez

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