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¿Cómo son distribuidas las ganancias producto de la minería entre las

empresas, los diversos niveles del gobierno, las naciones indígenas y


las comunidades locales?

Las regalías mineras y los impuestos mineros son recaudadas en base de la


producción minera por los gobiernos provinciales, territoriales o federales,
según sea la jurisdicción correspondiente. Cada provincia, El Yukon, los NWT y
Nunavut tienen distintas leyes que regulan las tasas de regalías. Las regalías
son altamente dependientes de lo que se considera como “ganancia definida
minera” (“defined mining profits”) y no sobre el valor bruto de la
producción.[44]

Desde el 2010 en Nuvanut así como en los NWT, las regalías son aplicadas en
una escala móvil. Si el valor de la producción de la mina es mayor que 5
millones de dólares, entonces la tasa de las regalías será equivalente al 5%.
Con una producción entre 5 a 10 millones de dólares, la tasa de regalías
aumenta al 6% y va incrementándose en 1% por cada millón de dólares
adicional en la producción, hasta un máximo de 14%[45]. Otras jurisdicciones
aplican regalías desde el 5% (es el caso del Impuesto Minero en la provincia
Ontario para mineras que se encuentran alejadas) hasta el 17% (como el
Impuesto Minero en la provincia de Manitoba).[46] Dado que las regalías están
basadas en las ganancias y las compañías buscan considerables deducciones en
el cálculo de las mismas, el valor de la producción mineral que se retiene en
materia de regalías es mucho más bajo que la tasa de impuestos sugerida, y en
promedio, mucho menor que el 4% del valor de la producción.[47]

Además de las regalías instituidas para compensar el uso de un recurso público,


las compañías mineras deben pagar impuestos corporativos sobre la renta
provincial que van desde el 8.25% hasta el 15%, además de impuestos sobre la
renta federal del 18%. Al igual que con las regalías, las empresas pueden
declarar siniestro significativamente sus costos de producción y exploración, por
lo que pueden reducir sustancialmente el monto a pagar de sus impuestos a la
renta o hasta el pago total de los mismos.[48]

Malcolm Taggart, del Comité de Recursos del Ártico Canadiense, examinó el


promedio anual de pagos mineros en los territorios del norte de Canadá entre
1992 y 1997, incluyendo tarifas, regalías y costos administrativos. Según su
análisis, durante este período los pagos recaudados de la industria minera no
cubrían los costos administrativos, los subsidios y la promoción de la
industria.[49]Taggart también sugierió que son los gobiernos territoriales los
que más ganan en términos de ingresos, debido a la cantidad de impuestos que
recaudan y que provenienen de los impuestos a la renta de los salarios de los
trabajadores de las minas. Hallazgos similares fueron registrados por
MiningWatch y el Instituto Pembina publicados en el 2002.[50]

La firma de Acuerdos sobre los Territorios Indígenas ha dado lugar a convenios


para la repartición de los pagos mineros recaudados con algunos pueblos
indígenas. Por ejemplo, el Acuerdo sobre los Territorios Indígenas de Nunavut
(NLCA por sus siglas en inglés) establece que el gobierno federal pague un
porcentaje del total de las regalías recibidas (50% de los primeros $2,000,000 y
un 5% de cualquier regalía adicional) a través de un fideicomiso a los Inuit y
también les da el derecho a recibir directamente el total de los pagos de las
regalías sobre la tierra donde ellos poseen los derechos del subsuelo. El NLCA
también requiere la firma de un “Acuerdo sobre los Impactos y los Beneficios de
los Inuit” (IIBA por sus siglas en inglés) entre una de las tres organizaciones
Inuit y una compañía minera que opera en su territorio. El IIBA detallaría otros
potenciales beneficios que serían proveídos a los Inuit en reconocimiento y
compensación por los posibles impactos de la minería. Algunos de los factores
que podrían ser considerados en el IIBA serían: empleo, capacitación,
oportunidades de negocios, protección ambiental y monitoreo, protección a los
lugares y prácticas culturales, vivienda y protección a la salud.

Aunque Nunavut es una de las pocas jurisdicciones en Canadá donde el


Acuerdo de Impactos y Beneficios (IBA por sus siglas en inglés) es requerido
por ley, hay muchos ejemplos donde estos acuerdos han sido firmados por las
compañías mineras con las comunidades indígenasa manera de paliativos
otorgados por los impactos que su actividad tendría sobre su territorio, además
les ayudan a conseguir y demostrar la aprobación social del proyecto (pese a
que el deber de consultar técnicamente concierne a los gobiernos provincial,
territorial y federal). Al respecto, el kit de herramientas del IBA es una
excelente fuente desarrollada por la Fundación Gordon que explica algunas de
las complejidades en las negociaciones de los IBAs.[51]

Dado que la mayoría de los IBA son negociados fuera de un marco legal, la
repartición de la recaudación y otros beneficios a través de IBA depende de lo
negociado entre las compañías y las comunidades. Estas negociaciones podrían
incluir pagos de montos fijos, un porcentaje de las ganancias, acciones en la
compañía, o una combinación de ellos. Adicionalmente a los pagos monetarios,
IBAs normalmente incluyen acuerdos para el entrenamiento y contratación de
miembros de la comunidad participante. Una buena práctica emergente de los
IBAs es la inclusión de disposiciones para que se realicen monitoreos
independientes y rigurosos de las operaciones mineras, así como mecanismos
permanentes de diálogo y resolución de conflictos.

En la provincia de British Columbia, el gobierno provincial ha firmado acuerdos


con dos comunidades indígenas para compartir un porcentaje de las regalías de
los proyectos mineros dentro de sus territorios.[52] Los detalles no han sido
proporcionados aún, pero una fuente señala que uno de los acuerdos es por un
tercio de las regalías aplicadas a las ganancias.[53] El gobierno provincial ha
dicho que prefiere negociar más acuerdos mina por mina en lugar de abordar
las cuestiones fundamentales relacionadas con los derechos indígenas y sus
territorios.[54]
8. ¿Qué pasa al terminar una operación minera? ¿Son restauradas las
áreas empleadas para la actividad?

El legado de la historia minera canadiense incluye la destrucción de paisajes,


contaminación del agua y lugares peligrosos producto de las operaciones
mineras. Afortunadamente, desde los años 1980, se han sido establecidas
varias regulaciones a lo largo del país para que las compañías mineras
rehabiliten las áreas una vez que hayan terminado su trabajo en la zona.
Siguen los cuestionamientos, sin embargo, sobre si las leyes son realmente
pertinentes o adecuadas para lidiar con los peores escenarios, si la extensión
total de los sitios mineros puede ser verdaderamente rehabilitada y en torno a
la necesidad para el cuidado a muy largo plazo o perpetuo de los sitios mineros
cerrados.

Los aspectos claves de las regulaciones preventivas incluye exigir que la


compañía operante desarrolle un plan de cierre de minas así como provee una
garantía económica para que en el caso de caer en bancarrota o abandona el
área en cuestión, el gobierno tendrá la posibilidad de acceder a los fondos
necesarios para la rehabilitación del sitio. Las especificaciones legales y las
políticas requeridas para los planes de clausura y para el aseguramiento de los
fondos de reabilitación varían alrededor del país. Estas especificaciones fueron
revisadas extensamente en un reporte del 2006 hecho por Joseph Gastrilli para
La Iniciativa de Zonas Mineras Huérfanas y Abandonas. [55]

Un tema de preocupación es el hecho de que las cantidades y los tipos de


garantía económica que las compañías otorgan no son siempre de dominio
público. Revisiones en los Estados Unidos han señalado repetidas veces que las
garantías publicadas por las compañías operadoras para la rehabilitación de las
áreas de mina están generalmente basadas en aproximaciones arbitrarias de los
costos que se necesitarían para tal actividad.[56] La mina de oro Mount Nansen
en el Yukon, la mina Cantung en el NWT y la mina Jerico Diamond en Nunavut
son ejemplos canadienses recientes de mineras que quebraron y los fondos de
garantía destinados para la rehabilitación fueron insuficientes.[57]

Típicamente, la garantía económica consiste en bonos o efectivo, aunque en


algunas jurisdicciones como en la provincia Ontario, también está permitida la
“auto-garantía”. Este último significa que si la compañía tiene una buena
calificación en lo que refiere a crédito, entonces se pueden usar esos fondos
disponibles para rehabilitar la zona. La calificación crediticia no obstante, es un
indicador muy voluble y dependiente de la solvencia de la compañía, de modo
que la auto-garantía no asegura en absoluto que la compañía no pueda irse de
la zona sin asumir sus responsabilidades. Así que, aunque Ontario tiene uno de
los estándares más prescriptivos y detallados en materia de rehabilitación de
tierras en Canadá, la provincia corre el riesgo de que las condiciones
económicas de una empresa que se “auto-garantía” cambiarán y el gobierno
provincial se quedaría con los costos de la cierre de sus operaciones.
El plan de cierre de las áreas mineras y una implementación exitosa del mismo
no hará que la zona vuelva a su estado natural previo a las actividades
extractivas, y de hecho, las áreas pueden presentar cambios en distintos grados
de acuerdo al tipo de minería que tuvo lugar. Para todas las minas, la
rehabilitación incluye la remoción de las construcciones y equipos, además de
asegurar que no haya nada que pueda representar un peligro (como los tajos
abiertos o pozos) y minimizar los riesgos permanentes medio ambientales.[58]

Las minas subterráneas más pequeñas que ponen sus desechos en las zonas
minadas probablemente tengan un impacto físico menor. Las grandes minas y
aquellas a tajo abierto en cambio, alteran dramáticamente las zonas. Su
rehabilitación incluirá la habilitación de depósitos de desechos para aumentar la
estabilidad, el posible tapado o relleno con capas diseñadas para tal fin y su
revegetación. Las especies nativas son usualmente usadas para el proceso de
revegetación, pero la flora original difícilmente puede ser restablecida durante
el proceso de cierre. Incluso, para protejer las capas diseñadas para el relleno,
podría ser importante tratar de prevenir el establecimiento de la vegetación
nativa que pueda tener raíces profundas y con ello, pueda dañar las capas
superiores del suelo que funciona como barreras de ingeniería.

Según las leyes, una vez que las actividades del plan de cierre han sido
completadas, las tierras donde hubo actividad minera vuelven a quedar bajo el
control gubernamental y la autoridad de la jurisdicción canadiense
correspondiente, lo que absuelve potencialmente a la compañía de cualquier
responsabilidad futura. En realidad, son pocos los sitios que han sido retornado
en una manera planificada y controlada debido en gran parte a la falta de
claridad en materia de política que guíe sobre los mecanismos y el
financiamiento necesario para tal propósito.[59] Cuando en la provincia de
Manitoba retornaron al gobierno zonas donde había tenido lugar el proceso de
cierre de minas, la provincia encontró que había varios costos adicionales
significativos que exigía el mantenimiento de estos sitios que no habían sido
anticipados. La provincia de Ontario rechazó la propuesta de Barrick Gold que
buscaba renunciar a la mina Renabie; un lugar que ha venido teniendo
problemas ambientales, incluyendo la lixiviación de cianuro proveniente de los
relaves. En la provincia de Quebec la practica de retomar los sitios mineros es
más común, y en la provincia de Saskatchewan hay un programa elaborado
para asegurar que la empresa deje recursos financieros para los gastos de
mantenimento futuros.

El tratamiento a largo plazo del agua es el asunto más serio en el proceso de


cierre de una zona luego de concluir la actividad minera. Mientras que las áreas
de desecho pueden ser “re-diseñadas” y su superficie revegetada con mucha
vegetación y grandes campos de pasto verde, lo que realmente importa es
cómo los residuos pueden reaccionar al agua que fluye bajo la superficie.
Cuando los residuos son almacenados en el agua para reducir los riesgos de
drenaje ácido de mina y la lixiviación de metales, las paredes del embalse, los
drenajes de agua, y otras características de diseño deben ser tratadas y
vigiladas a perpetuidad. Esto representa un reto sustancial, legal, financiero y
ético para la industria, para las entidades regulatorias así como para las
comunidades afectadas.[60] Donde se requiere un activo y continuo
tratamiento de las aguas, los costos y los requerimientos de manejo a largo
plazo deben ser considerados antes de la aprobación del proyecto. Algunos
expertos en la materia, por ejemplo el Centro para la Ciencia en la Participación
Pública, recomienda que se debería negar licencias para cualquier proyecto
minero que requiere tratamiento del agua a largo plazo debido a que significa
un riesgo demasiado alto para el pueblo afectado quien al final tendrá que
garantizar los costos de la mitigación y remediación de los impactos.[61]

ECUADOR

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