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El mando y la obediencia deben estar presente en la escuela como en toda organización social
que necesite mantener un cierto orden para el cumplimiento de sus fines. En épocas pasadas
era incuestionable la autoridad del docente, cercana al autoritarismo, pues sus opiniones y
decisiones eran incuestionables. Hoy en día, de la mano de una democracia mal entendida; el
maestro ha perdido autoridad, al punto de ser objeto de graves faltas de respeto y
cuestionamientos infundados. Si bien el docente puede equivocarse, y es bueno que se permitan
discrepancias con sus dichos o acciones, no debe olvidarse que el docente no es un par con
respecto a los alumnos, que deben dirigirse a él con las maneras que exige el trato hacia un
superior jerárquico.
Por supuesto el maestro debe ganar su autoridad desde su ejemplo ético, su saber, su
puntualidad, su apertura el diálogo; y en caso de que esto no ocurra puede recurrirse a los
medios que legalmente se prevén para resolver casos puntuales como maestros que maltratan
a los niños, no explican contenidos, etcétera.
Parece evidente que las bases de ejercicio de la autoridad docente están siendo conmovidas,
sea porque los alumnos “no los respetan” sea porque los mismos docentes no la ejercen. A la
vez, las modificaciones en los sistemas disciplinarios introducidas en los últimos años, alteran
los procedimientos coercitivos tradicionales en la escuela media y la eficacia de la sanción como
recurso disponible para poner en juego en las situaciones en las que la autoridad encuentra su
límite.
2) ¿Qué acciones concretas considera relevantes para cambiar en su práctica sobre los
conflictos? ¿Qué relación establece son el ejercicio de la autoridad docente?
En la primera, ambas partes buscan una solución adecuada a sus demandas. Este es el
sistema de negociación que debe imperar en los centros educativos por cuanto existe un vínculo
afectivo y en un plano de igualdad. En ocasiones esta negociación se resuelve mejorando la
comunicación entre las partes o relegando a un lugar secundario los intereses puramente
personales.
La segunda es un tipo de negociación basada en el posicionamiento personal sin ponerse en el
lugar de la otra parte. Se busca el mayor reconocimiento posible de la demanda, inclusive por
encima de las expectativas. Este enfoque debe ser usado con precaución en la escuela debido a
que puede promover conflictos aún más graves que los iniciales. En ocasiones, el profesorado
negocia con los alumnos desde una perspectiva superior, abusando de alguna forma de su
posición.
Los alumnos necesitan autoridad porque necesitan contención. Ahora bien, es necesario
reconocer que la crisis de autoridad pedagógica es también un problema de los adultos y no
simplemente un tema intergeneracional. En ocasiones son los padres los encargados de
desautorizar a un docente. En la reformulación de las relaciones entre sociedad y escuela tiene
una dimensión importante la reflexión entre los adultos del tema de la autoridad y de la
necesidad de reconstruirla.
El análisis del rol de los docentes en este momento de profundos cambios sociales pone de
manifiesto la enorme complejidad de los problemas y la necesidad de enfrentarlos con
estrategias sistémicas de acción y no con políticas parciales. Hablar de enfoque sistémico de las
estrategias educativas, y de reconocer la necesidad de enfrentar el problema en todas sus
dimensiones no significa que sea posible ni aconsejable intentar resolver todo al mismo tiempo.
El carácter sistémico debe ser entendido como la necesidad de definir una secuencia en las
acciones, a través de la cual se ponga de manifiesto cuándo y cómo las distintas dimensiones del
problema serán enfrentadas. Las estrategias deben adaptarse a las condiciones locales y es allí
donde pueden definirse en forma adecuada.