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El genero en disputa --- Judith Butler

SUJETOS DE SEXO/GÉNEROIDESEO

No se nacemujer: liega una a serlo.


SIMONE DE Bnzuvom

Estrictamente hablando, no puede decirse


que existan los «mujeres».
JULIA KRISTEVA

La mujer no tiene un sexo.


LUCE IRlGARAY

El despliegue de la sexualidad L. ..1


estableció esta noción de sexo.
MICHEL FOUG\ULT

La categoría del sexo es la categoría política


que crea a la sociedad como heterosexual.
MONIQUE WITTIG

Las “mujeres” como sujeto del feminismo.

En su mayoría, la teoría feminista ha asumido que existe cierta identidad, entendida mediante
la categoría de las mujeres, que no solo introduce intereses y los objetivos feministas dentro
del discurso, sino que se convierte en el sujeto para el cual se procura la representación
política. “representación” funciona como termino operativo dentro de un procedimiento
político que prentende ampliar la visibilidad y la legitimidad hacia las mujeres como sujetos
políticos; por otro lado; la representación es la función normativa de un lenguaje que, al
parecer, muestra o distorciona lo que se considera verdadero averca de la categoría de las
mujeres. Para la teoría feminista el desarolllo.

Resumen que encontré en internet

Estructura del libro

Judith Butler, autora de El Género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad

El libro se divide en dos prefacios y cuatro capítulos. En el caso de los prefacios uno fue escrito
en el año de publicación de El género en disputa como justificación del mismo (1990) y el
segundo en 1999 como respuesta a las críticas de la propuesta butleriana.
Butler dedica los primeros tres capítulos a cuestionar las presuposiciones en torno a los
conceptos de sexo, género, deseo y práctica sexual como elementos configuradores de la
identidad. Asimismo aborda las distintas visiones teóricas que han tratado de explicar el
fenómeno de la opresión sexual impuesta a los grupos minoritarios y los efectos de la misma
dentro de la cultura.
[editar]Capítulo I: “Sujetos de sexo/género/deseo”
Butler problematiza la categoría de “mujeres” como el sujeto de la teoría y los debates
feministas, ya que dice de ésta que responde a las mismas estructuras de poder instauradas
por el patriarcado contra el que las feministas luchan. Así mismo, plantea el hecho de que
tanto el género como el sexo son construcciones que se dan en un espacio, tiempo y entorno
social concretos. Es en este capítulo en donde plantea también su hipótesis: “este texto
continúa esforzándose por reflexionar sobre si es posible alterar y desplazar las nociones de
género naturalizadas y reificadas que sustentan la hegemonía masculina y el poder
heterosexista (…)”.1
[editar]Capítulo 2. “Prohibición, psicoanálisis y la producción de la matriz heterosexual”
Judith Butler parte de la idea del patriarcado en la que se cimentan varias teorías feministas
que buscan el origen histórico y antropológico de la opresión de la mujer. Butler critica esta
visión por significar una autojustificación apriorística de la opresión y porque ésta implica la
defensa de un ideal de construcción del futuro que no existe. Las teorías previas presuponen
que sexo y género son aspectos distintos, Butler hace una revisión de la
postura estructuralista de Claude Lévi-Strauss sobre la idea de que el género se construye con
base en la preexistencia de una ley universal y vincula la mirada estructuralista sobre el tabú
del incesto con la teoría psicoanalítica, ya que, para el psicoanálisis lacaniano, la prohibición
(confirmada con cada ingreso infantil a la cultura) reprime los deseos primordiales de incesto y
origina la configuración del género.
[editar]Capítulo 3. “Actos corporales subversivos”
En él Butler revisa diferentes propuestas en torno al modo en que se pueden llevar a
cabo actos de subversión del sistema de poder impuesto por la ley heteronormativa. A partir
de la discusión con Julia Kristeva, Jacques Lacan, Foucault y Monique Wittig, y sus diversas
maneras de entender y proponer la subversión, Butler plantea una propuesta para mostrar
que las normas de género no son “causas” sino “efectos” de una serie de actos
performativos que, a partir de la reiteración estilizada de los mismos, se constituyen como
“naturales” dentro del discurso de poder. Ella afirma que mediante la visibilización de estas
normas de género a través de actos performativos se logra subvertir el discurso hegemónico
dominante.
[editar]Capítulo 4. “Conclusión: de la parodia a la política”
Ante la necesidad política del feminismo de constituir una categoría de sujeto “mujeres” para
llevar a cabo la acción subversiva concreta, Butler propone que no es necesario partir de
conceptos binarios como sujeto/objeto, ya que estos son también constructos discursivos.
Afirma que la noción de sujeto se genera a partir de la reiteración, a través de dotar de
significación al sujeto, siendo ésta no un “acto fundador, sino más bien un procedimiento
regulado de repetición.”2 Es precisamente de aquí de donde Butler obtiene su propuesta: si la
significación se da en la repetición, ella afirma que es posible, a partir de deconstruir estas
normas de género, subvertirlo y desnaturalizarlo de modo que se visibilice su carácter de
constructo. Es ahí en donde ella coloca la función de la parodia del género como una puesta en
evidencia de la no naturalidad del género, lo que, a su parecer, conduce a nuevas maneras de
llevar a cabo la acción política concreta: “La reiteración paródica del género también presenta
la ilusión de la identidad de género como una profundidad inmanejable y una sustancia
interior. Como consecuencia de una performatividad sutil y políticamente impuesta, el género
es un “acto”, por así decirlo, que está abierto a divisiones, a la parodia y crítica de uno mismo o
una misma y a las exhibiciones hiperbólicas de “lo natural” que, en su misma exageración,
muestran su situación fundamentalmente fantasmática.”3 Por último propone una nueva
manera de entender el género y su relación, tanto con el sexo como con el sujeto, en la que la
división binaria entre uno y otros dé paso a una comprensión de las mismas que sea inclusiva y
no unívoca, que no forme parte de la configuración normativa hegemónica heterosexual.
[editar]Sexo y género como constructos

Inscrita como está en los debates de la tercera ola del feminismo, Butler dedica gran parte del
libro a problematizar algunos de los términos que en el feminismo anterior se daban como
incuestionables. Así, busca desmentir, primero que nada, la idea esencialista de “lo femenino”
como algo inherente a la mujer ya que dice que en esta concepción aún binaria del género lo
que se posibilita es que aparezcan prácticas excluyentes en el feminismo mismo. “Toda teoría
feminista que limite el significado del género en las presuposiciones de su propia práctica dicta
normas de género excluyentes en el seno del feminismo, que con frecuencia tienen
consecuencias homofóbicas.”4
Partiendo de la idea de que no existe algo esencialmente femenino, Butler pone en cuestión la
relación aparentemente natural que laley heteronormativa ha impuesto de sexo, género,
deseo, práctica. Afirma entonces que la suposición de que un determinado sexo conlleva un
determinado género que a su vez está determinado por un deseo, el cuál implica una práctica
sexual específica es todo un constructo discursivo. Es decir, es aceptado como normal el hecho
de que si se nace con genitales femeninos, uno es de género femenino, es decir, mujer, lo cual
implica que su objeto de deseo es un individuo masculino. Y no sólo eso sino que es a partir de
ese deseo que ese individuo femenino inicial va a llevar a cabo una determinada práctica
sexual, obviamente heterosexual. Es precisamente esta lógica causal la que rebate Butler,
afirmando que ninguno de los elementos antes expuestos está obligado a corresponderse de
esa manera con los otros, sino que es la construcción causal que hace la ley heteronormativa la
que los postula como elementos ligados. Así mismo, y tomando este ejercicio
de deconstrucción como premisa, Butler afirma constantemente a lo largo de su obra que, si
bien normalmente se ha entendido que el género es una construcción cultural mientras que el
sexo es lo biológico dado “de forma natural”, lo cierto es que tanto uno como el otro forman
parte de construcciones discursivas y performativas que los caracterizan y significan en el
mundo. Retomando la premisa que Simone de Beauvoir postula en El segundo sexo de que “la
mujer no nace, se hace”, Butler decide llevarla al extremo al afirmar que todo lo que rodea al
género se hace en un espacio, tiempo y colectividad determinados.
[editar]Posibilidad de subversión ante la ley heteronormativa

Ante la pregunta de si existe alguna manera de subvertir o evidenciar el modo en que tanto el
género como el sexo son construidos por la ley de heteronormatividad, lo que hace Butler es
establecer un diálogo con algunas de las posturas anteriores que se han dedicado a buscar
maneras de subvertir este discurso hegemónico. De este modo presenta la teoría
semiótica de Kristeva, en la que ésta, partiendo de Lacan, establece que la relación primaria
del bebé con el cuerpo materno es una fuente permanente de subversión dentro del campo de
lo Simbólico. Así, afirma que lo semiótico, que se encuentra inscrito en esta relación,
manifiesta la multiplicidad original de la libido, por lo que es una constante presencia de todo
aquello que no es inteligible dentro de lo normativizado. Si bien Butler reconoce el intento de
propuesta subversiva por parte de Kristeva, le rebate el hecho de que está definiendo a la
subversión a partir de la condición de que se mantenga el carácter estable y la reproducción de
la Ley paterna.
[editar]Acto performativo

[editar]Origen del concepto


La teoría del enunciado performativo propuesta por el filósofo del lenguaje John Langshaw
Austin en Cómo hacer cosas con las palabras postula que todo acto de habla se da en la
medida en que la enunciación constituye, por sí misma, cierto acción. Lo anterior quiere decir
que el acto de habla es un fenómeno a la vez lingüístico y teatral. Austin distingue tres tipos de
actos: los locutivos (lo que se dice), los ilocutivos (la intención con que se dice) y
los perlocutivos (el efecto que la locución genera en el receptor). Además afirma que todos
nuestros actos pueden ser de dos naturalezas distintas: constatativos y realizativos. Los
primeros son emisiones que sólo pueden valorarse en términos de verdad y falsedad; mientras
que los segundos son emisiones que al momento en que son emitidas podría decirse que se
lleva algo a cabo. Por ejemplo, al momento en que un sacerdote dice “Los declaro marido y
mujer” no sólo enuncia el hecho sino que lo lleva a cabo, es decir, antes de decirlo los
individuos no estaban casados, y es después de dicho que el acto ocurre.
[editar]El acto performativo en Butler
Su fin es la desnaturalización de conceptos como el sexo, el género y el deseo. Butler relaciona
la capacidad performativa del lenguaje con la configuración del género. Ésta se da primero en
torno a la metalepsis, es decir, la forma en que el sujeto se anticipa ante una esencia
(socialmente construida) del género. Lo que normalmente tomamos como esencia del género
lo anticipamos a través de actos corporales. Butler explica que la repetición constante de actos
performativos consolida lo que la ley heteronormativa construye como género. Entonces,
el género es performativo porque se sostiene en un conjunto de actos naturalizados. No
obstante, el acto performativo significa para Butler el canal de subversión de
la heteronormatividad porque antes de naturalizarse o de adscribirse a la ley heteronormativa
por medio de la repetición, el acto abre la posibilidad a nuevas significaciones. Lo que Butler
propone para subvertir la visión binaria del género es la realización de prácticas paródicas,
iterativas, que amplían las posibilidades del género. Butler observa que: "Encontrar el
mecanismo mediante el cual el sexo se convierte en género supone precisar no sólo el carácter
construido del género, su calidad innatural e innecesaria, sino la universalidad cultural de la
opresión en términos no biológicos."5
[editar]Butler y lo queer

En el libro Cuerpos que importan. El límite discursivo del género,6 Judith Butler dedica un
capítulo a problematizar el uso del términoqueer. Primero hace hincapié en el origen del
mismo, ya que queer surgió en el seno de una colectivo homofóbico que buscaba denominar,
despectivamente, las prácticas sexuales que consideraban “desviadas” e incluso patológicas:
"El término queer operó como una práctica Lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto
que nombra o, antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante. La
palabra “queer” adquiere su fuerza precisamente de la invocación repetida que terminó
vinculándola con la acusación, la patologización y el insulto."7 Lo que llama la atención de la
teórica es la resignificación que sufrió el término hasta ser semánticamente positivo. El
proceso anterior es un ejemplo claro de la capacidad subversiva del acto performativo, ya que
las comunidades que no realizan prácticas sexuales normativas, a través de la apropiación de
una palabra que tenía como fin la intimidación, generan un concepto de identificación cultural
y un posicionamiento político.

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