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<Portadilla>

Pinamar
<Portada+isologo>
Pinamar

Hernán Vanoli
<ficha>

© Hernán Vanoli, 2010


© interZona Editora, 2010
Pasaje Rivarola 155 (1015)
Buenos Aires, Argentina
www.interzonaeditora.com
info@interzonaeditora.com

Diseño: Gustavo Ibarra


Imagen de tapa:

ISBN:

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Libro de edición argentina

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25.446.
<dedicatoria, derecha>

A Popi, otra vez.


Y a mis amigos.
<epígrafe >

Hoy, me acordé
de las tardes de verano juntos
sí, ya lo sé, tengo que seguir mi vida
pero esta es una canción
solo una canción de despedida

LOS LUNES

Y también hay
una vieja escoba
que ya no barre nada

LEÓNIDAS LAMBORGHINI
Apagué el televisor donde pasaban una y otra vez esas imágenes, periodistas que

hablaban de guerra civil, de riesgo país, de estallido social, humo negro, policías a

caballo, ancianos con cacerolas, adolescentes izquierdistas con pañuelos en la cara, un

asco, y entonces se me ocurrió escribir un diario, hermano mío, tengo que escribir este

diario y mandártelo a tu casa en México apenas vuelvas de tus vacaciones, canalizar la

frustración que me produce encender la tele y ver un chino que llora porque le robaron

el arbolito de navidad, no soporto ver gente que llora, me hace mucho mal, el llanto del

chino me hace pensar en esa nena vietnamita y desnuda de la famosa foto, que dicho

sea de paso ahora preside una ONG, pero la nena llora porque atrás hay un pueblo en

llamas, incendiado con napalm, y acá en cambio el chino llora porque le robaron

mercadería y un arbolito de navidad en el que no cree, comprado solo para ganar la

simpatía de esos clientes que apenas tengan la oportunidad van a robarle todo lo que

encuentren, a saquear su pequeño supermercado chino, a llevarse cada pote de lácteos

podridos, porque por las noches el chino apaga las heladeras OK afuera, y que en caso

de no encontrar nada útil van a llevarse el arbolito para llenarlo de luces chinas y

festejar una navidad en la que ellos, sus saqueadores, tampoco creen. Atrás, en lugar

del tanque de guerra que puede adivinarse en la foto que hizo famosa a la hoy

funcionaria, hay vecinos y punteros peronistas que aprovechan la situación y se llevan

un pollo congelado, pasta de dientes, latas de arvejas o inmundicias similares. Nunca vi

imágenes de otro país con gente que roba comida frente a policías que lo permiten,

policías que uno podría pensar que casi lo festejan, y si lo festejan es porque esos

policías saben que después van a comerse ese pollo que está robando su hermano, o su

primito, o su sobrino, o incluso su mismísimo hijo, todo el mundo sabe que acá los

policías y los delincuentes pertenecen a la misma familia, que todos los policías y los

indios y los políticos delincuentes y los delincuentes comunes pertenecen a la misma


familia peronista, y que van a comerse ese pollo con las manos, a tragarse hasta el

cartílago, porque en este país cualquier cosa blanda y ligeramente carnosa es

considerada un manjar divino, no importa si se trata del intestino o de la lengua de un

animal, eso no importa. Los policías no solo permiten el delito sino que también se ríen,

se burlan por la envidia que sienten y siempre sintieron con respecto al chino, porque

el chino trabaja y después vuelve a China o viaja a los Estados Unidos, y ellos se van a

quedar acá, toda su vida presos en este infierno africano, custodiando los grandes

supermercados del mismo modo en que sus jefes peronistas custodian las grandes

fortunas en sociedad con los punteros, socios del mismo club de narcotraficantes de

provincia. Tendría que analizar por qué me molesta tanto que la gente llore, la cara de

una persona que llora es espantosa, ver llorar a alguien es un momento de mucha

obscenidad, nunca podría enamorarme de alguien que llora en público, nunca podría

casarme o votar a alguien que llora frente a los demás, nunca le daría las llaves de mi

auto a alguien que llora y no le importa que el resto de la gente vea su cara deformada,

sus mocos, su saliva brillante que cuelga de los dientes a los labios. Ayer papá lloró en

el living, lloró en los hombros de mamá, lloró como el chino, o como un lactante que al

nacer comprende que toda su vida va a ser rehén de los millonarios intendentes del

conurbano bonaerense, esos son los peores, brother, nada peor que un millonario

peronista, quizás solo un universitario peronista amigo del peor es nada sea peor que

eso. Candelaria y yo nos fuimos a nuestra habitación, me di cuenta de que ella estaba

angustiada y hubiese querido consolarla pero no pude, tuve miedo de que también se

largase a llorar, de que todo el mundo se largase a llorar, de que Irene llorase en la

cocina, imagino pocas cosas más desagradables que ver llorar a Irene, quizás coger

con Irene sea todavía más desagradable. Hace unos años tuve una seguidilla de sueños

en los que cogía con Irene, nunca llegué a contártelos ni tampoco los conté en terapia.
En mis sueños Irene me ataba al sillón donde los domingos papá se sienta a leer el

diario y empezaba a desnudarse enfrente mío, primero se sacaba su delantal hecho a

medida y se quedaba en enagua, una enagua con los breteles sucios y desteñidos por su

transpiración, y bailaba cumbia, su gigantesco culo bailaba cumbia debajo de la

enagua en forma podría decirse hasta poética, y mientras bailaba terminaba de

desnudarse, su cuerpo aborigen y deformado por la carne y el mate y los bizcochos de

grasa que consume en cantidades industriales financiadas por el dinero de mi familia

caía al suelo, y en el suelo se abría de piernas. Para ese entonces yo también estaba

completamente bañado en transpiración, como si la suya se me hubiese contagiado, el

contagio de su transpiración y de su cumbia me producía unas náuseas imposibles de

describir, pero al mismo tiempo una erección tremenda, ingobernable como este

basurero al que los medios corruptos siguen llamando país. Entonces el sueño

terminaba y yo me levantaba exhausto, a veces húmedo y pegajoso, empapado en

vergüenza y humillación, sumergido en un mareo asfixiante, con los músculos del

cuello contracturados, y con la intimidante sensación de que esa enagua con suave

perfume a carne frita me rozaba la piel procedía a abrir el grifo de la ducha, a

bañarme mientras imaginaba el funesto desenlace de ese sueño. Entre dormido y

despierto imaginaba las perversiones a las que me sometía esa Irene poseída por la

cumbia, con una erección incontrolable imaginaba a Irene sometiéndome gracias al

cuchillo que usa para cortar la carne de sus empanadas fritas, su sonrisa reflejada en

el filo del cuchillo que usa para preparar esas empanadas que papá elogia con

desmesura y mastica con desesperación, cuyo mero olor puede llegar a producirme dos

o tres días de fatídica diarrea, ardor estomacal y vómitos. Imaginaba que después de

obligarme a cogerla Irene me sacrificaba para convertirme en el relleno de una

grotesca empanada casi tan gigante como su culo, una empanada que mi propia familia
comería un sábado por la noche, mi familia devorándome sin imaginar que esa carne

era en realidad carne de su carne. Podía imaginarlo todo con una claridad

extraordinaria, Irene encubierta por policías ineptos y haraganes, provenientes quizás

de la misma tribu aborigen de la que sin lugar a dudas proviene ella aunque cada vez

que puede me enrostra sus supuestos orígenes españoles, protegida por esos policías

que se dedicarían a echarle la culpa de mi desaparición a cualquier ciudadano de bien,

o simplemente dirían que no existen pruebas de mi muerte y que es probable que yo

haya abandonado el país, de lo que ganas no me faltan, pero desgraciadamente este

verano la crisis y todo este circo obligaron a que papá decidiera que nuestra familia

tiene que pasar las vacaciones en Pinamar, un lugar horrendo, y esa es otra de las

razones por las que voy a escribir este diario, por eso y porque todos los seres humanos

necesitamos desahogarnos, y también porque te extraño mucho, hermanito del alma.

Por primera vez desde mi regreso tengo en claro lo que voy a hacer. Voy a investigar
qué pasó con Lucio, cueste lo que cueste, y sospecho que en su cuaderno puede haber
alguna clave. Venía siguiendo a mi hermano desde hace alrededor de una semana,
escondido en un taxi o camuflado en la cola del banco que queda frente a su edificio,
viéndolo salir por la mañana, esperando el momento para volverle a hablar. Porque con
él sólo me interesaba conversar, no quería pedirle plata. Necesitaba explicarle muchas
cosas, preguntarle otras, estaba juntando valor. Dudo que estuviera al tanto de mi
cercanía. Hasta que en el diario de ayer leí que Lucio y su mujer están desaparecidos: la
policía los busca desde hace cuatro días. Salieron con su flamante Citroën C4 en
dirección a Pinamar, y la última imagen que se tiene de ambos es la de una cámara de
seguridad de una estación de peaje en la autopista La Plata-Buenos Aires. Sus hijas,
Rosario de dos años y medio, y María Esperanza de seis meses, a Dios gracias quedaron
en manos de nuestros padres. No hablo con ellos desde hace más de diez años, no
conozco a las bebés. Estuve lejos durante mucho tiempo. Para mitigar la soledad, esta
mañana estuve revisando las notas que escribió Lucio hace más de diez veranos. Me
llegaron en una encomienda a Coyoacán, una tarde de febrero de 2002. Se trata de un
cuaderno de hojas rayadas y tapas duras, forrado en papel araña, que aún conserva
restos de arena y olor a mar. En realidad, el material cayó en mis manos en un momento
complicado de mi vida, y hasta ahora nunca tuve el coraje de leerlo completo. Hoy, un
día de lluvia, de incógnito en Buenos Aires, sé que lo necesito para entender qué paso
con mi hermano. Esta mañana retiré el cuaderno del sobre de plástico donde lo tenía
escondido y pasé largo tiempo acariciándolo, como si fuese un gato o una reliquia.
Empecé a leerlo haciendo esfuerzos para no perderme en esa letra en imprenta que a
veces no respeta los renglones, testimonio de una gran crispación. No me hizo bien:
afrontarlo es sumergirme en la gestión de mi pasado.

Releo lo que escribí sobre Irene y siento algo parecido a la culpa, a decir verdad, Irene

es una empleada muy leal, ineficiente, haragana y mentirosa pero leal al fin, una mujer

que conoce sus limitaciones y las limitaciones de la clase social a la que pertenece y

por eso se esfuerza en progresar, una buena mujer capaz de guardarme algunos

secretos sin pedirme nada a cambio, que sabe cuándo hablar y cuándo callar, y que

mandó a sus hijos al colegio, e incluso tiene una hija que asiste a la universidad

pública. No recuerdo bien qué estudia la hija de Irene pero una vez ella le mostró su

foto a mi querido amigo Felipe, hace algunos años, cuando todavía estábamos en el

colegio secundario Irene le mostró a Felipe la foto de su hija, y en un principio me

ofendí porque nunca me había mostrado esa foto, tenía esa foto escondida en la

billetera y nunca me la había mostrado, hasta que comprendí o mejor dicho confirmé

que Irene está secretamente enamorada de Felipe, que como a casi todas las mujeres,

sin distinción de nivel de inteligencia o de clase social, le gustaría coger con Felipe,

mezclar sus flujos corporales y sus genes con los de Felipe, ser castigada y humillada

por Felipe mientras cogen, y que su hija era solo la posibilidad mediada de cumplir sus

anhelos más estúpidos y animales, y que estaba dispuesta a entregarle a Felipe a su

hija odontóloga o contadora estudiante de la universidad pública, a Felipe y no a mí.


Felipe le dijo que su hija era muy linda, además de mentir que su hija era muy linda

llegó a compararla con Jennifer López, mi amigo puede ser muy delirante, puede ser

muy cruel en el más amplio sentido de la palabra pero no por eso deja de ser

encantador para las mujeres, o quizás sea eso lo que lo hace encantador para todo el

mundo, o quizás pensó que la hija de Irene se parecía realmente a Jennifer López,

aunque eso no importa básicamente porque Felipe puede encontrar hermoso a un

pedazo de bofe tibio con un conveniente agujero si está de ánimo suficiente. De todas

formas Felipe no mencionó una palabra con respecto a la posibilidad de que Irene le

presentase a su hija, ni una palabra, solamente la elogió y dijo que era parecida a

Jennifer López. Y a pesar de eso, a pesar del desprecio de Felipe hacia la maravillosa

Jennifer López que le sonreía desde esa foto carnet, a pesar de que Irene solo me pasó

la foto de su hija esa misma noche cuando terminé de cenar mi ensalada caprese con

agua mineral, a pesar del maltrato le dije a Irene que me gustaría conocer a su hija,

que estaba realmente interesado y que me entristecía muchísimo el hecho de que ella se

la hubiera ofrecido a Felipe en lugar de a mí, porque yo pertenecía a la familia que

había pagado su deformidad, su gordura y sus bizcochos de grasa a lo largo de todos

estos años, y de alguna manera me sentía con cierta prioridad con respecto a Felipe,

con más derecho que Felipe a conocer y abusar de su espantosa hija estudiante de la

universidad pública, parecida además a Jennifer López. A esto se lo dije de otra

manera, obviamente me expresé de otra manera porque mi experiencia en talleres de

escritura me enseñó a escribir y a expresarme con propiedad, los talleres literarios me

enseñaron a tratar con gente de muy diversa calaña, gente que merecería estar presa o

al menos trabajando, gente a la que le haría muy bien trabajar alguna vez en su vida, y

cuando digo trabajar digo trabajar, vos sabés hermano mío lo que significa esa

palabra, trabajar y no ejercer el ocio rentado que se propugna en las facultades de


humanidades de la universidad pública, subsidiadas con el dinero de los pobres, donde

se dictan unas carreras a las que por supuesto la hija de Irene no accede. Incluso en

una época llegué a salir con la hija de un famoso político peronista que asistía a un

taller literario, salí con la hija de un millonario peronista, de los peores, a esto no te lo

conté, salí con la hija de un político corrupto y millonario apoyado por los amigos del

peor es nada, y me da tanta vergüenza que por eso tampoco lo mencioné en terapia.

Tendrías que haber visto el regocijo de Irene, la alegría de ese parásito que día tras día

moviliza su culo por la cocina de mi casa cual piquetero mendigándole al Estado

cuando le comenté que me encantaría conocer a su hija, su ampulosidad al explicarme

que no pensó que yo estuviera interesado, que no creyó que ni Felipe ni yo

estuviésemos interesados, pero que en particular no creyó que yo quisiera conocer a su

hija porque siempre hablo así sobre la gente que vive en la provincia. Y no solo hizo

eso, no solo me echó en cara mi manera de expresarme, con una pacatería insufrible,

sino que agregó que su hija estaba de novia con un compañero de su facultad, y con

siniestro orgullo agregó que el muchacho ese, que ese pobre desgraciado alumno de la

universidad pública, era hijo del dueño de una pinturería muy importante en la

provincia, no entendí muy bien si en González Catán o Tristán Suárez, o alguna otra

localidad de calaña semejante, da exactamente lo mismo, seguro que un páramo no

asfaltado y lleno de policías indigentes y de cartoneros capaces de robar pintura solo

para drogarse con su olor. Su reacción me descolocó por completo y cuando pude

asimilarla, cuando mi conciencia pudo asimilar la falta de respeto contenida en su

respuesta no tuve otra opción que aplicar el método que aconsejó mi psicólogo para

bloquear estallidos de ira, mover los dedos del pie al interior de mi zapatilla, cerrar los

ojos y hacer girar mi cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, respirar

hondo, pensar en cosas buenas, por ejemplo en mi futuro una vez que me anime a
decirle a papá que abandoné completamente la carrera de ingeniería ambiental, que

abandoné la asquerosa universidad donde quiso encerrarme y que voy a dedicarme al

turismo. A esto nunca te lo dije y espero que me des tiempo para arreglarlo, pero lo

cierto es que abandoné la facultad hace ocho meses y medio, la abandoné porque la

ingeniería ambiental no me interesa en lo más mínimo, y tampoco me interesa pudrirme

en esa detestable universidad religiosa, un chimpancé que pague la cuota podría

recibirse de ingeniero en ese lugar, no me cabe ninguna duda. Te contaba que hice los

ejercicios y logré bloquear la ira, conseguí que la ira se desinflara y al final

desapareciera por completo, sentí un hermoso placer al controlar la ira y decirle a

Irene que era una verdadera lástima, que me daba pena en serio que su hija parecida a

Jennifer López después de haber sido quemada en un estanque de brea no pudiera

concederme una cita, y que cuando estuviera libre por favor no se olvidase de pasarme

su contacto, o su e-mail en el mejor de los casos, porque, como vos sabés mejor que

nadie, hermano querido, soy un poco tímido en las conversaciones telefónicas.

Lucio retomó sus estudios de ingeniería ambiental apenas volvió de esas vacaciones,
tras una discusión violenta con nuestro padre. Para esa época me mandaba mails
desgarradores pidiéndome por favor que le enviase un pasaje para venir al DF a vivir
conmigo, prometiendo que iba a ser mi secretario privado, mi esclavo. Me hubiera
encantado ayudarlo, pero yo estaba hundido. Tras el tiempo que nos habíamos tomado
durante mis vacaciones en Europa, apenas volví a México, mi pareja tuvo un accidente
de tránsito en la autopista a Toluca, donde perdió una pierna y mató a un matrimonio de
ancianos que viajaba al estado de Guerrero en una pequeña camioneta. Fue un veraño
extraño. Al volver de mis vacaciones, y por alguna extraña razón, todos mis amigos
empezaron a evitarme o me acompañaban esporádicamente, como si yo hubiera tenido
la culpa de algo, como si ellos no la hubieran tenido. Hasta que de a poco empezaron a
volver y a pedirme cosas, Lucio fue mi único cable a tierra. Cada vez que yo venía a
Buenos Aires nos encontrábamos e íbamos de copas por la zona de Retiro.
Empezábamos con gin tonics, Lucio adoraba el Bombay Sapphire, siempre con
Schweppes, si no había Bombay tenía que ser Tanqueray, nunca gin Beefeather, Lucio
adoraba despotricar contra el Beefeather, a su juicio caro y de peor calidad. Éramos
generosos, Lucio siempre andaba con sus amigos e invitábamos tragos frutales, daikiri
de ananá, de frutilla, de durazno o de limón, margaritas a chicas extranjeras, de un lado
a otro de la ciudad, de taxi en taxi, o cuando se podía en el auto de Felipe si es que
Felipe conseguía desligarse de su mujer, o en la camioneta del hermano del Duque,
varios días seguidos, días de gira. Supongo que transcribir este diario letra a letra, en la
computadora portátil que me regaló Eduardo apenas volví, resucitar esas palabras, es
una manera de sentirme cerca de mi hermano, de fortalecerme con su humor, de
entender cómo empezó todo. Con Lucio nunca hablamos con profundidad de estos
escritos. Si llego a encontrarlo voy a proponerle que los quememos juntos.

Ahora, con más distancia, puedo reconstruir lo que pasó ayer a la tarde, es muy

doloroso, papá lloró y después mamá dijo que papá lloraba porque lo traicionaron, y

acto seguido, sin que yo se lo preguntase, aclaró que podía quedarme tranquilo porque

no éramos pobres y todo estaba bajo control, y mientras me lo decía volví a tener la

espantosa sensación de que, ella también, estaba a punto de largarse a llorar. No

hubiera podido aguantarlo, que mamá explotase en un llanto histérico mientras

aclaraba que no éramos pobres, que pasado mañana nos íbamos a Pinamar porque

mejor pasar año nuevo allá, que a papá iba a hacerle bien despegarse de todo. La voz

de mamá estuvo a punto de quebrarse un par de veces, estaba con su robe de chambre,

los ojos rojos sin maquillaje, la piel como de pasta de almendras color piel, sus dudas

cuando le pregunté por la traición, cuando me dijo que a papá lo habían traicionado

sus amigos. Mamá prefirió no contestarme cuando le recordé que cuando papá se

emborracha dice que no tiene amigos, no dijo nada cuando aclaré que cuando papá se

emborracha con las botellas de champagne que guarda para los momentos especiales

jura que sus verdaderos amigos vivían en el espantoso y gracias a Dios lejano barrio
de Mataderos, cada vez que papá se emborracha, te acordarás brother, cuenta historias

de cuando iba a las canchas de fútbol y después tomaba vino moscato en taperas que

no cumplen con los mínimos requisitos de salubridad. Ya que hablaba del moscato voy

a contarte una anécdota que se vincula con mi futuro laboral en el mundo del turismo,

hace tanto que no nos vemos que extraño contarte mis anécdotas, hermano querido,

tenés que saber que el moscato es uno de los peores brebajes que probé en mi vida.

Una mañana en que me hice la rata del colegio con Felipe y con Benny, hace un par de

años, fuimos a una pizzería de la Avenida Corrientes y pedimos pizza con moscato,

rodeados de oficinistas y de bancarios y de actores de segunda que debían salir de

algún ensayo en esas salas que abundan alrededor de la Avenida Corrientes, Felipe,

Benjamín y yo pedimos una jarra de vino moscato, allá en Europa es todo tan distinto,

pero intentá imaginarlo por un segundo, ponete en mi lugar. Yo mismo convencí a mis

amigos de pedir pizza con moscato, les dije que la pizza y el moscato podían llegar a

ser una atracción muy redituable en caso de que trabajásemos con turistas europeos de

cerebro subdesarrollado, los convencí de que era absolutamente imprescindible que

probásemos la pizza con moscato y cosas todavía peores, como la tripa gorda o el

mondongo, si es que pretendíamos convertirnos en verdaderos empresarios hoteleros y

del turismo, o si incluso nos atrevíamos a soñar con nuestro propio emporio en la

industria del turismo, porque como te dije no pienso terminar mi carrera de ingeniero,

no pienso perder tanto tiempo, eso nunca, y principalmente no pienso volver a pisar en

mi vida la mediocre universidad religiosa. El moscato resultó venir servido en una

extraña jarra de metal, un brebaje amarillento que no hizo otra cosa que recordarme el

querosén o alguna otra sustancia de un nivel tóxico similar, su gusto me generó tal

ardor estomacal que sentí que mi nariz iba a achicharrarse, o que iba a hundirse en mi

cara, o a desaparecer, o simplemente a caerse sobre las mesas de fórmica mugrienta de


esa pizzería, dejándome transformado en un verdadero monstruo, a merced de la

cirugía estética, solo en la vida, como esos seres nauseabundos que duermen en la calle

gracias a Dios cubiertos por una gigantesca e infecta frazada, individuos que no se

sabe si están vivos o muertos pero lo que sí se sabe es que la sociedad preferiría que

estuviesen muertos. Fue así que no tuve mejor idea que obligar a Benjamín a probar el

brebaje, sentí la imperiosa necesidad de que mi amigo Benja se sacrificase por

nosotros y fuese el primero en mojar sus labios y arruinar su aparato digestivo con el

moscato, y Benny Benja no tuvo otro remedio que aceptar, el bueno de Benny tuvo que

tomar el moscato antes que nosotros, tuvo que prestarse como conejillo de indias para

que nosotros tuviésemos tiempo de asimilar la espantosa proximidad del moscato con

respecto a nuestros estómagos, todavía puedo acordarme del movimiento de su

garganta al ser recorrida por el querosene amarillento, los espasmos. Todavía

recuerdo su irreprimible cara de asco y su comentario de que estaba bien, los ojos

doloridos de Benjamín y la deliciosa y maligna sonrisa de Felipe, la voz de Benja que

decía que era un poco dulce, que estaba bien, que era un poco dulce, que probáramos,

que no fuésemos maricones, que probar el moscato era una experiencia ineludible para

entrar al dorado mundo del turismo, la prueba de fuego antes de empezar a hacer

dinero con el morbo de europeos racistas y borrachos. Felipe se sirvió un vaso casi

hasta el tope y lo tomó sin respirar, no llegó a terminarlo pero ingirió más de la mitad

de ese vaso, las mejillas coloradas de Felipe más coloradas que nunca, la mano de

Felipe en mi hombro mientras decía esto es una terga, chicos, esta terga es el trago

más choto que probé en mi vida, debe ser de damajuana pero tenés que probar, Lucio,

tenés que probar, me dijo Felipe desde el fondo de sus ojos celestes y brillantes, con un

círculo de caramelo alrededor de las pupilas, y entonces probé, comprimí mi nariz para

no sentir ese olor a querosén peronista y probé, mojé mis labios y abrí mi boca y hundí
mi lengua, los ojos bien cerrados para sentir el regusto aborigen de ese veneno barato,

ese pesticida legal que se servía en esa pizzería con una cocina seguro meada por las

ratas, si es que todavía quedaba alguna rata, si es que no las habían combatido con

moscato o con la cerveza brasileña marca Quilmes. De un saque tomé otros dos sorbos

de moscato, y mientras hacía fuerza por no vomitar de pronto pensé en papá, quizás te

parezca mentiroso pero es cierto, el moscato percudía mi esófago mientras yo

recordaba las espantosas anécdotas que papá narra cuando está borracho, cuando se

siente solo y no tiene mejor idea que evocar a sus supuestos amigos, tan diferentes a los

que lo estafaron, a esos supuestos nuevos amigos que según las palabras pronunciadas

por mamá ayer a la tarde cuando manteníamos una conversación en el balcón de casa

cargaron sus depósitos en un yate y los mandaron a Uruguay sin avisarnos. Y yo sé que

fue a propósito, gordo querido, yo lo sé, aunque mamá suponga que los padres de las

amigas de Candelaria simplemente se olvidaron de papá y de nuestros depósitos en

dólares, porque también son tuyos aunque seas un bohemio burgués que pasea por ese

gigantesco cementerio de la cultura llamado Europa, yo sé que no fue así, yo leí a

Freud y sé que lo hicieron a propósito, por el mero sádico placer de ver rogar a papá y

de ver de rodillas a nuestra familia, porque consideran que somos nuevos ricos, y nos

lo quieren hacer sentir. Y por eso me conmoví tanto cuando mamá juró que no somos

pobres, que no somos pobres y que todo, absolutamente todo va a seguir igual que

antes porque papá ya habló con el padre de Mariángeles García Planes, la mejor

amiga de Candelaria, la debés recordar, el padre de Mariángeles prometió que iba a

transferirle todo al exterior, no se sabe si todo pero al menos una parte importante, al

menos más de la mitad, o la mitad, no se sabe adónde pero ojalá que a algún país

donde no tomen moscato, le ruego a Dios que los ahorros de nuestra familia vayan a

parar a algún país donde los chinos no lloren en la tele porque les robaron sus lácteos
podridos y el árbol de navidad en el que no creen, algún país en serio, un capitalismo

en serio, por el amor de Dios.

¿Dónde van a parar nuestros pensamientos más románticos? Es una pregunta que no
pude dejar de hacerme a lo largo de todos estos años. Mi estadía mexicana fue una
vacación involuntaria en una celda VIP. Lo importante es que intuyo que Lucio está
vivo, y que la desaparición no es más que un montaje. Soy el extranjero, el hombre que
volvió de la muerte. Mis amigos me tratan bien porque me prefieren lejos. Primera
medida: dejar la pensión en Villa Santa Rita, donde estuve escondido desde que volví, y
mudarme a Palermo, para tenerlos más cerca. Segunda: volver a ponerme en contacto
con mi padre. Dejé mensajes en su contestador. Con mamá ni siquiera probé, la última
vez que intenté contactarla dijo cosas imperdonables. En tercer lugar, caminar por las
calles, escuchar el rumor de la ciudad, entrevistarme con los amigos de Lucio. Benjamín
Gamarra se hizo cura y trabaja en una parroquia de José C. Paz. Cuarta: visitar y golpear
a Benjamín, el traidor. Siento a Buenos Aires mullida y hostil, como una cama tibia con
un alacrán entre las sábanas. Soy el hombre pegamento, atrapo cucarachas, soy la ira de
Dios. Hoy voy a ver un departamento para extranjeros que ofrecen sobre la calle Oro
para concentrar ahí mi centro de operaciones. Tengo dólares. Tengo sed de justicia y de
verdad.

Me cuesta mucho encontrar una buena novela, estuve pensando que en este diario

podría contarte mis impresiones sobre alguna novela pero no encuentro ninguna que

me guste, necesito una buena novela para entretenerme, para pensar recostado en la

cama, tendría que ser una novela escrita por alguien que sepa escribir, alguien que sea

sutil y complejice las cosas, que trabaje con el lenguaje, que desafíe el orden de la

percepción, que construya a sus propios lectores, esas son las novelas que me gustan, y

también me gustan las novelas de intriga política, y las de Stephen King, y también me

gusta el ensayo político, Stany querido, vos me contagiaste el virus de leer ensayos

políticos mientras mis amigos miraban bloopers en la televisión, mi libro favorito sigue
siendo Ezeiza, de Verbitsky, gordo loco, a ese me lo recomendaste vos. Mi sicólogo

lacaniano de padres lacanianos quiso presionarme para que escribiese un ensayo pero

no quise, no me interesa, y por eso te escribo esta larga carta, porque en estos

momentos me hacés mucha falta, hermanito querido, ahora que lo pienso vos también

me presionaste en algún momento, pero no escribo ensayos porque escribir me da una

inmensa pereza y porque la elite lectora de este país de liberales conservadores

peronistas pertenecientes a una patética clase alta de radicales incultos inmigrantes

muertos de hambre no merece leer mis ensayos, no lo merece, y Ramón Doll no merece

que yo los escriba, porque todo, casi todo, ya lo ha dicho él, junto con Ezequiel

Martínez Estrada, un verdadero crack, lástima que sea tan aburrido. Stany querido, te

extraño porque tenés un alma privilegiada, un cerebro privilegiado y una espantosa

enfermedad hormonal, y nunca voy a dejar de agradecerte los hermosos libros que me

pasabas, libros de Borges por ejemplo, entre muchísimas cosas que no me gustaban me

pasaste libros de Borges y de Bioy Casares, mi favorito de Bioy es El Sueño de los

Héroes, a ese lo leí tres o cuatro veces, El Sueño de los Héroes es un libro sobre el

peronismo, un libro extraordinario y cien mil veces mejor que las oscuras fotocopias de

teoría literaria que también me pasabas creyendo que me hacías un bien con esos

textos imprecisos que gracias a Dios ya no recuerdo, escritos por homosexuales

franceses, con hermosa retórica francesa. Durante mi adolescencia indigesté mi

espíritu con textos que no quiero recordar, que me niego a recordar y a usar de

fundamento para un espantoso libro de ensayos que nunca voy a escribir porque

prefiero estar tirado en la cama escribiendo esta carta en lugar de copiarme de los

intelectuales de este país, que se vayan todos, este país nunca va a convertirse en una

federación de asambleas anarquistas a menos que se vayan todos los intelectuales, que

se vayan, los intelectuales argentinos son unos parásitos que lo único que produjeron
en su vida es la hiperinflación de 1989 y la guerrilla asesina, y a pesar de eso son ricos,

a pesar de eso son subsidiados por el Estado o por los periódicos, su nula producción

no solo empírica sino también intelectual y vital, el nulo beneficio social de sus

intervenciones es subsidiado por el Estado y por la prensa, que se los merecen, este

país se merece los intelectuales que tiene. Por eso prefiero contarte mis padecimientos

en estas vacaciones antes que escribir un ensayo, ni qué hablar de la poesía estúpida de

los onanistas abandónicos estudiantes de Filosofía y Letras, eso es ilegible, basura

elitista, en una época estabas obsesionado con la poesía, brother querido, pero yo no

pienso escribir como ellos, esta carta me hace mucho mejor. Escribo con la cabeza

apoyada en mi almohada doble de plumas de ganso, mi almohada se abre como una

enorme ostra marina y me invita a recordar, y recuerdo entonces el día en que te fuiste

a vivir a México, a trabajar en la industria de la mentira, la casa central de tu empresa

queda en Francia, qué ironía, quizás esa empresa quede muy cerca de las casas o ex

casas de los homosexuales franceses cuyos libros imprecisos y pretenciosos eran

robados en ese rancho infecto que funcionaba como fotocopiadora de la universidad

pública. El día que te fuiste llovía a cántaros, no se si te acordás, caía granizo del cielo

de este país, el país y su cielo querían vengarse de que te fueras, corazón, estabas tan

triste, tan lento, como si cada una de tus acciones tuviera el peso de lo definitivo, te

paseabas por nuestro piso con la parsimonia de un viejo cowboy que se dirige al duelo

donde encontrará la muerte a manos de un sheriff corrupto y peronista, porque lo

sabías, cuando te quedabas minutos eternos mirando las cortinas de voile diseñadas

por mamá, cuando pasabas tus manos por sobre la chimenea de exquisito mármol de

carrara que tenemos en el living, cuando te acercabas al balcón y casi apoyabas tu

nariz contra el vidrio y perdías la vista en el tránsito de Las Heras sabías que tus

prodigiosos ciento setenta kilos de sabiduría difícilmente volvieran a este país horrendo
que se pudre desde abajo del asfalto, con una elite oscura e ignorante enamorada de

los militares, del mismo modo que los negroides que pueblan el resto del país están

enamorados del peronismo. Te extraño mucho, a pesar de que los mails que nos

escribimos son cada vez más esporádicos te extraño cada día más, a pesar de que seas

bastante cagón y te hayas casado con una mexicana a la que nunca quisiste

presentarnos y de la que nunca mandaste una miserable foto, yo sería capaz de donar

uno de mis riñones, de donar un pedazo de mi hígado, sería capaz de irme arrodillado

a Luján en una de esas peregrinaciones si la Virgen me garantizara que con esos

sacrificios volvés a la Argentina, sería capaz de eso y de cosas todavía más humillantes

con tal de discutir con vos en vivo y en directo, de escuchar tus opiniones sobre lo que

está pasando en este país, de oír tu diagnóstico sobre el actual presidente, tus consejos

sobre el llanto de papá. Cierro los ojos y me siento un esqueleto que cuida su tesoro

hundido en el fondo del mar, vos sos mi tesoro, mi cabeza es una perla gigante

embarrada por el barro de este país, escribo esta larga carta pero no alcanza, la pluma

nunca alcanza, en este agujero clientelista la corrupción asesina a todas las ideas, el

peronismo de mis vecinos ladrones y estafadores que bautizan a sus hijos en la Iglesia

del Pilar y después comen masitas y locatellis de la siniestra confitería Los Dos

Escudos para festejar ese bautismo en el que ni siquiera creen me abruman, y entonces

sólo vos podés venir a rescatarme, ser la serpiente emplumada que desciende sobre las

aguas turquesas del Caribe mexicano, con un capital interesante para abrir mi propia

empresa de turismo, la serpiente voladora que rescata al esqueleto estancado en el

fondo de este matadero lleno de mollejas y de bosta.

Instalado en mi nuevo departamento, recibo un mensaje del Oso Iñíguez en mi casilla de


correo electrónico. El Oso era uno de los amigos que compartieron con Lucio ese
verano. Un urso adicto a la creatina y al gimnasio; según dicen, gran jugador de rugby.
El Oso había caído preso por una denuncia de corrupción de menores, parece que
seleccionaba sus víctimas de la página www.altapendeja.com. Lucio había sido el único
que lo había visitado al penal de Devoto con regularidad y durante mucho tiempo, hasta
que el Oso intentó darle unas cartas para Silvina, nuestra hermana. En la cárcel, el Oso
había conocido a Cristo y estudiado antropología. Lo recuerdo como un tipo inocente,
enamorado de la vida, que hablaba rápido y entre jadeos, fanático de las películas de
Michael Moore y de la iconografía soviética. Su padre era diplomático y había
abandonado a su madre cuando el Oso tenía once años, y ella se había casado con un
amigo de la infancia que tenía una cadena de confiterías. El Oso lo odiaba porque el tipo
era un manipulador cocainómano y sospechaba que había hecho adicta a su madre. A
veces, iba a los locales de su padrastro a destruir cosas, manoseaba a las meseras,
invitaba a Lucio y a sus amigos y se iban sin pagar la cuenta. Según la leyenda, podía
tomarse una botella de litro de cerveza casi sin respirar, y una vez había dejado a un
guardia de seguridad de una discoteca con conmoción cerebral después de pegarle un
cabezazo en la nuca. De chico siempre venía a casa, a jugar a los videojuegos y a
escuchar música con mi hermano, eran fanáticos de Radiohead. Le encantaban los
alfajores glaseados rellenos de fruta. Su mail me conmovió. Confirmando mis
sospechas, me decía que Lucio está vivo y que teníamos que averiguar a cualquier
precio qué había pasado. Mencionaba negocios y hablaba de terminar con los traidores.
Por la sintaxis atormentada de su mail, percibí que el Oso tenía poca conexión consigo
mismo, que podía llegar a ser peligroso. Ignoro si en la cárcel se permite el acceso a
internet, pero supongo que sí. No le contesté. Prefiero no comunicarme con fantasmas.

Papá almuerza sin ganas, con la televisión sin volumen, a veces se come mis tomates

cherry sin pedirme permiso y sale a la calle como un espectro, ayer vi que entraba a un

locutorio, uno ya no puede estar ni en su propia casa, me parece insano que papá tome

pastillas que no le fueron recetadas, que tome Rivotril, que papá hable en locutorios a

escondidas es un ejemplo horrible para Candelaria y para mí, que somos jóvenes y aún

estamos conformando nuestra personalidad. Una falta de respeto a sus hijos, eso y la

posibilidad de dejarnos en la indigencia, porque Candelaria intuye que podemos

quedarnos pobres, es una chica muy sensible, vos y mi hermanita menor son las
mejores personas del mundo, nada que ver con Silvina, que ahora llama dos o tres

veces por día y anda merodeando la casa con espíritu carroñero, un buitre preocupado

por saber qué pasó con los dólares, quiere saber eso para después pedir, y también

quiere aprovecharse de la casa que alquilamos en Pinamar, seguir viviendo a nuestra

familia tras su patético divorcio, vos debés estar a favor suyo, lechón, obsecuente con

Silvina, como siempre. En este clima, con Silvina deprimida porque no la preñaron, vos

sabés mejor que nadie que se divorció por eso, y con papá medicado, me sería

imposible festejar cualquier cosa, estaba desesperado por no ir a Pinamar, por no

pasar año nuevo rodeado del miedo y la derrota de nuestra familia, que según parece

todavía no pudo enviar nuestro dinero a Uruguay, ni a ningún país en serio. En medio

del incendio mamá solo estaba preocupada por elegir el color de las toallas que va a

lucir en Pinamar, que va a llevar al Balneario CR, donde además se ocupó

personalmente de reservar una carpa por teléfono, me resultó increíble, por eso llamé a

mi querido amigo Felipe para solucionar el tema de la noche de año nuevo, quizás te

parezca egoísta pero irte a vivir a México y estar paseando por Europa mientras la

cloaca se desborda es mucho peor. Necesitaba hablar con Felipe lo antes posible,

porque sabía que Felipe era el único capaz de salvarme de pasar año nuevo con tu

familia en la costa atlántica, para colmo con la repentina presencia de nuestra

hermana mayor, imagino a Silvina pidiéndome que le presente algún amigo, nada

puede darme más miedo que Silvina entre en contacto con mis amigos, que Silvina se

acueste con alguno de mis amigos sería el garrón más abominable que podría padecer

mi delicada psique, el solo hecho de pensarlo me eriza los pelos del culo casi hasta

convertirlos en alambre de púas. Así que llamé y llamé hasta que gracias a Dios me

atendió Felipe en lugar de su charlatana madre uruguaya, el sonido de la voz de Felipe

me inyectó un inmediato buen humor, y empezamos a hablar de las vacaciones, del


departamento que alquilamos en Pinamar para estar con nuestros amigos sin necesidad

de un contacto cotidiano con nuestras familias. A eso te lo dije en un mail, que la

condición que mis amigos y yo pusimos a nuestros viejos para ir a Pinamar fue que nos

alquilaran un departamento cerca de la playa y del centro, solo para nosotros, como

compensación por no ir a Punta del Este, para paliar las incontables desventajas que

tiene la costa argentina. Con Felipe conversamos un buen rato hasta que al fin le

confesé que necesitaba un favor imprescindible para la conservación de mi salud

emocional, para no compartir una triste cena con mis padres deprimidos, para no

cenar con mi hermana ni con los fantasmas de su divorcio, y para no escuchar los

limitados comentarios de nuestra familia sobre la situación política, no podía más, y

tampoco quería pensar en mi patética vida sexual desde que Rocío decidió

abandonarme por puros celos infundados. A esto también te lo conté por mail, aunque

como un buen negador no contestaste te conté que mi ahora ex novia decidió

abandonarme por mi bajo compromiso con la relación, porque sus palabras fueron

esas, Rocío dijo que mi bajo nivel de compromiso con la relación le resultaba

insoportable, dijo que yo tendría que ponerme de novio con mis amigos, te lo conté, la

envidia de mi ex novia sentenció que yo debía ponerme de novio con mis amigos porque

ella no los tiene, porque sus amigas solo le sirven para envidiarse mutuamente, para

competir y para envidiarse. Mientras yo pensaba en todo esto Felipe se puso a hablar

sobre su última conquista en un oscuro pub irlandés ubicado en la provincia, qué

ridículo, un pub irlandés ubicado en el conurbano bonaerense, la nueva conquista de

Felipe resultó ser la prima de la amante de su nuevo amigo provinciano y estudiante de

administración de empresas, tal como yo lo sospechaba la nueva conquista de Felipe

resultó estar ligada a su nuevo y acomodaticio amigo provinciano. En la carrera de

administración de empresas de una nefasta universidad de elite construida para


adoctrinar hijos de estafadores Felipe conoció a este arribista, un provinciano que vive

de campos robados a los indios haraganes por inmigrantes todavía más haraganes y

arribistas, y que para colmo intenta transformarse en un cuadro empresario, quiere

administrar alguna empresa, si hay algo más patético que las seudo elites de ignorantes

porteños eso son las seudo elites de ignorantes de provincia, y se trata de un sujeto tan

típicamente argentino que tiene una hija de dos o tres años pero en lugar de educarla

se dedica a salir de copas con Felipe, y a presentarle a Felipe a sus amantes

provincianas, porque el provinciano tiene muchas amantes, una sola hija pero muchas

amantes que se contentan con que las lleve a comer, con que les pague una cena que

para colmo casi no prueban porque si no se hinchan y revientan de gases en el

momento del coito, y este individuo encuentra un extraño placer en exhibir a sus

amantes ante Felipe, una revancha del federalismo aborigen, porque como ya te

comenté, Felipe no tiene un filtro demasiado exigente a la hora de elegir mujeres.

Felipe encuentra un placer perverso en revolcarse con chicas de provincia, con negras

cumbieras de calzas y ropa deportiva falsificada y pelusa negra esparcida por todo el

cuerpo, una vez me confesó que le encanta acostarse con su novia después de haber

cogido con alguna de estas peronistas, que cogerse a su novia con huellas de la

transpiración de esas aborígenes hijas de policías delincuentes que no se cansan de

votar a los negros políticos choferes de indios aborígenes policías paraguayos y

bolivianos aprovechadores peronistas saqueadores de supermercados chinos populistas

fabricantes de pobreza y delincuencia ladrones de lácteos corruptos y de arbolitos de

navidad le produce un placer tal que es capaz de irse en seco a los pocos segundos, en

seco. Pero lo que Felipe me contaba ahora no es que acostumbra a acabar en seco, eso

me lo había comentado otra noche, borrachos en el playroom de su casa. Todavía me

acuerdo de la impresión que me produjo esa confesión, pero eso no es lo que me


contaba ahora, eso no, ahora me hablaba de una chica del conurbano, me dijo que

sentía que estaba enamorado, quiso hacerme creer que en una noche y absolutamente

borracho se había enamorado de una chica del conurbano bonaerense, una hembra de

mandril que no debe haber visto un libro ni en foto, si es que está alfabetizada. Mi

amigo Felipe quería hacerme creer en el amor a primera vista, y lo peor de todo es que

de a poco lo fue consiguiendo, porque él creía estar enamorado de esa boliviana

llamada Cynthia, supongo que se llamaba Cynthia porque le pregunté cómo se escribía

ese nombre y no me supo contestar, no supo contestarme un detalle tan básico y

definitivo como la forma en que se escribe el nombre de la persona amada, le dije que

eso era algo básico pero Felipe nunca se toma en serio lo que le digo, no me toma en

serio porque no le conviene. Tuve que soportarlo oír hablar de su nueva musa del

conurbano durante larguísimos minutos, y lo escuché porque es mi amigo y si está

enamorado hay que respetar sus sentimientos, pertenezca su nueva amada a la etnia

paraguaya, africana, centroamericana, peruana, matancera, israelita o la que sea. A

todos nos pasa alguna vez enamorarnos de la persona equivocada, a todos, a mí me

pasó a los siete años, cuando me enamoré de la sirvienta que limpiaba el departamento

de Caballito, ¿te acordás, brother?, Jimena se llamaba, un personaje nefasto que

terminó robando jabón en polvo, pero estoy contento y no voy a hablar de eso, no voy a

hablar de la sirvienta que me rompió el corazón ni de la chica peronista que conocí en

un taller literario, ni de mi ex novia, jamás hablaría mal de Rocío porque sé que fuimos

hechos el uno para el otro, que vamos a volver, sé que cuando supere los celos que le

producen mis amigos Rocío va a rogarme que volvamos a estar juntos, y Felipe quizás

esté realmente enamorado de esta chica del conurbano, aunque lo dudo, porque en

realidad al gran corazón de Felipe le va bien cualquier cosa oscura y con un agujero

entre las piernas, como te dije. Por eso su relación con Mechi Alvear no funciona,
Mechi es una buena chica pero Felipe pierde el eje, y no es culpa de Mechi pertenecer

a una elite que no solo no existe sino que nunca existió, porque cualquiera que haya

leído dos o tres fotocopias amarillentas de la universidad pública como las que me

pasabas mientras cursabas tus estudios de Letras puede comprender que la alta

burguesía argentina es la categoría social más patética e ignorante, más traicionera y

peronista que uno se pueda imaginar, un rejunte de brutos que viven de sus apellidos, y

que son esos ineptos los que nos llevaron a este caos insoportable. La relación no

funciona porque Felipe no fue hecho para la monogamia, por eso Mechi no tiene la

culpa de nada, es una buena chica pero sin lugar a dudas no es para mi amigo del

alma, que obviamente me invitó, obviamente Felipe me salvó de Pinamar y me invitó a

comer con su familia, a pasar año nuevo con su familia y después a la fiesta que su

hermano el Bebe tiene organizada en el country de sus viejos.

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