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¿Cual es la relación entre la filosofía y la naturaleza?

¿Usted quiere decir que la filosofía no se ocupa simplemente de abstracciones?

En absoluto. Por eso hemos retomado el concepto de amor a la sabiduría del mundo clásico,
donde ese amor tampoco se reduce a un estudio de las cosas, sino a un estudio y una
participación en todas las cosas que estudiamos. Los conceptos abstractos nos alejan del
mundo, nos alejan del entorno, nos alejan de la gente, nos alejan de nosotros mismos; por lo
tanto también la filosofía a de ser tan activa. ¿Y de qué se ocupa la filosofía? De todo: desde el
momento en que se ocupa del hombre, de la realidad del hombre, y de las posibilidades del
hombre, ¿cómo podemos restringir el campo de la filosofía? Sería, en este caso, la más amplia
de todas las ciencias y la más amplia de todas los artes.

¿Dentro de este mundo viviente, dentro de la Naturaleza, que lugar ocuparía el hombre?

Si fuera por nosotros mismos, buscaríamos un lugar de privilegio. El mejor, el más destacado
puesto, porque nos hemos acostumbrado a pensar que el hombre es la corona de toda
evolución posible. No niego que si nos comparamos con el mundo animal, vegetal, mineral, el
hombre presenta unas características más desarrolladas, pero ese es precisamente el lugar
que nosotros deberíamos ocupar en la Naturaleza, ya no por la vanidad de sentirnos los
mejores, los únicos en la corona de evolución, sino precisamente porque si vemos que en
nosotros hay una diferencia para bien o para más respecto a los minerales, a las plantas, y a los
animales, eso nos otorga una mayor responsabilidad.¿Cuál es nuestro lugar en la Naturaleza?
El de la máxima responsabilidad: lo que no puede hacer un mineral, lo que no puede hacer un
árbol, lo que no puede hacer un animal, lo podemos hacer nosotros. Y ese es el lugar del
hombre: poder pensar, ponerse de acuerdo con la Naturaleza y trabajar con ella no
quebrantando sus leyes. Yo le otorgaría, desde el punto de vista filosófico, un papel de apoyo y
responsabilidad, jamás de destrucción y de aprovechamiento.

¿Cómo poder comprender y actuar según las leyes? ¿Qué leyes?

Nosotros vemos que diariamente hay un sol que aparece en el horizonte y se esconde por la
tarde en Occidente. Estamos acostumbrados a las estaciones, al transcurso de las estaciones;
estamos acostumbrados a las tormentas, los resultados de las tormentas, un volcán que de
pronto estalla, el mar que crece y arrasa las orillas.¿Pensamos que todo esto pasa porque sí?
¿Pensaríamos que nuestras digestiones, o la aceleración de nuestro pulso, o el hecho de que a
veces nuestro corazón parezca querer salírsenos por la boca, pasa por que sí? Entiendo por
leyes el descubrir cómo y por qué funciona la Naturaleza. Esto debe partir necesariamente de
una observación filosófica; no es el mero espíritu de investigación de querer saber "qué", sino
es querer saber "por qué". Para esto hace falta paciencia, detenimiento y respeto por todo
aquello que vemos; no es simplemente un conjunto de experiencias y ver cuántas veces se
repiten, sino advertir que las cosas que están pasando, no pasan por casualidad. Esto es
entender la Naturaleza y es descubrir unas leyes, una forma sistemática de acción, de la misma
manera en que la aceptamos para los que nosotros llamamos seres vivos.

Esto nos lleva entonces no solamente a comprender sino a actuar.

A actuar. Comprender sería ponernos en una actitud de receptor pasivo, de contemplador de


la Naturaleza; pero, si como dije antes, le otorgamos al ser humano una actitud responsable, el
que es responsable no se queda mirando las cosas. Sólo con mirar no hacemos nada y si
formamos parte de la Naturaleza y si la Naturaleza está viva, es móvil, es evolucionante,
nosotros tenemos que estar vivos, tenemos que movernos y tenemos que evolucionar. Esto es
actuar en y dentro de la Naturaleza.

¿Entonces Usted piensa que la vida evoluciona con una finalidad y que por lo tanto no sería el
fruto de un azar?

Es imposible que la grandiosidad con que se nos ofrece cotidianamente la tierra, el cielo que
nos rodea, sea el fruto de una casualidad. Sería un desperdicio que fuera una casualidad, y
sería una "casualidad" que el ser humano, que tanto estudia últimamente el universo, nuestra
Naturaleza circundante, no pueda por "casualidad" crear cosas similares. Algo que ante
nuestra vista, de manera clara y precisa nos demuestra que tiene ciclos, que esos ciclos se
repiten pero que nunca son exactamente iguales, nos demuestra que se dirige hacia una meta.
El hecho de que nosotros no comprendamos con exactitud la meta, no significa que tenga que
ser casualidad. Debemos borrar el concepto de casualidad y buscar más bien las causas, las
causalidades. ¿Si hay una meta, por qué no la entiendo? ¿Si no la entiendo, puedo
comprenderla? Si todo esto que se desarrolla a mi alrededor revela una armonía y una
dirección permanente ¿qué me autoriza a pensar en la casualidad? ¿No sería mejor que yo
buscara el por qué de todas estas cosas? Ya no es cuestión de creencia, es una cuestión de
lógica. Lo que vemos tienen un sentido, todo lo que tiene un sentido tiene una finalidad, la
casualidad es un conjunto de cosas inarmónicamente reunidas, y sólo los seres humanos
generamos casualidades, y no siempre...

Lo que sucede es que hoy el hombre está muy imbuido del término cultura, y ha separado
mucho el término cultura, y su propia cultura, de la visión general de la Naturaleza. ¿Cuál sería
desde el punto de vista filosófico esta relación entre el hombre, la naturaleza y la cultura,
cultura y naturaleza?

Se ha hecho de la cultura un término casi tan vacío como filosofía, una filosofía lo
suficientemente abstracta como para no estudiar nada, salvo los restos que quedan de las
demás ciencias. Lo que ninguna ciencia abarca, lo que ninguna ciencia puede explicar, lo deja a
la filosofía, para ver cómo lo resuelve con unas cuantas definiciones vacías. Y creo que con la
cultura estamos haciendo lo mismo. ¿Qué es la cultura sino el producto del hombre interior,
de lo que el hombre piensa, de lo que el hombre siente? ¿Puede el hombre sentir y pensar
alejándose por completo de la Naturaleza? Imposible, estamos inmersos en la Naturaleza.
¿Podemos hacer una cultura que se aleje da la Naturaleza, podemos hacer una cultura
abstracta? No lo veo fácil. Lo veo tan difícil como pensar que el mundo existe por casualidad.
¿Hay una ciencia que se pueda alejar de la Naturaleza? ¿Hay un arte que se pueda alejar de la
Naturaleza? ¿Hay una filosofía que se pueda alejar de la Naturaleza? ¿Hay un concepto interior
de evolución humana, de desarrollo humano que se pueda alejar de la Naturaleza? No. Por lo
tanto, si cultura es la expresión de todo aquello que vivimos, de una forma que se pueda
transmitir a otras generaciones, bien sea como ciencia como arte, como filosofía, como
distintas formas de pensamiento o de creencias, esta cultura está necesariamente unida a
nuestro mundo circundante, al medio en el cual vivimos. Alejarla es vaciarla, ya no sería
cultura.

Muchos piensan que de quererse integrar tanto a la Naturaleza, el hombre perdería su propia
especificidad, o ¿cómo integrase a ella sin dejar de ser hombres, humanos?

Integrarse en ella pensando, integrarse en la Naturaleza inteligentemente es una manera de


conservar la integración y la identidad. El hombre puede, y de hecho forma parte de la
Naturaleza, pero también puede pensarla, puede entenderla, puede participar
inteligentemente de ella. ¿Cómo perder entonces la identidad? Si ahora yo me agachara a
recoger una hoja, o un caracol que reptaba hace unos instantes y que ahora debe de estar
escondido detrás de una mata: ¿este caracol ha perdido su identidad por el hecho de
esconderse detrás de unas hojas?, ¿una hoja como éstas, pierde su identidad, puedo yo
confundirla con un caballo, con un perro? Sin embargo, ella está tan armónicamente unida a la
Naturaleza que creo que, justamente, su manera de ser es formar parte de la Naturaleza y ser
naturalmente lo que ella es. El hombre cree que para no perder su identidad debe
diferenciarse, y pienso que el hombre debe ser, más que diferenciarse. Cuando el hombre
logre entenderse a sí mismo, ser verdaderamente lo que es, encontrará su auténtico puesto en
la Naturaleza y nadie lo confundirá ni con una piedra, ni con una hoja, ni con un caballo.

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