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LECTURA 03: EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL:¿MODA O NECESIDAD?

Extraído de: José Luis Olivera Vigliola. EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL:


¿MODA O NECESIDAD?. Revista Dinámica Cooperativa nº 120 del 28 de
junio de 2001

Introducción

La disciplina del ordenamiento territorial (OT), más que una moda pasajera del entorno
nacional e internacional, se ha transformado en una necesidad para cualquier
administración pública que pretenda lograr un desarrollo armónico del territorio bajo su
jurisdicción.

Con mayor frecuencia aparecen en los medios de difusión las palabras: ordenamiento
territorial, que en primera instancia hacen pensar en términos represivos: ordenar algo
caótico, desordenado o falto de equilibrio en un territorio. El imaginario colectivo lo
visualiza en términos restrictivos: prohíbe hacer. Si se lo planteara en lenguaje
jurídico tendría un carácter sancionatorio y no un carácter normativo. Si bien esta primera
acepción encierra algo de verdad, no lo es en sentido estricto.

La regulación del crecimiento de las ciudades existentes (apertura de nuevas avenidas,


creación de parques o paseo públicos, trazado de ramblas, etc.) o la generación de ciudades
en tierras aún no habitadas por el hombre, no "colonizadas", han recibido según su
objetivo los nombres de Planes Directores, Planes Reguladores, Ensanches, etc. Con
distintos nombres a través de la historia, siempre han tenido una referencia urbana, en
contraposición a lo rural.

Con el paso del tiempo estos términos han evolucionado hasta llegar a nuestros días,
cuando ha surgido la disciplina del Ordenamiento Territorial, cuya materia es la
consideración de todos los temas vinculados al soporte físico de las actividades
humanas, tanto urbano o rural.

A poco de introducirse en ese campo, se llega a la conclusión que el territorio deja de


ser un mero objeto físico para transformarse en un sujeto, producto de la relación entre
una sociedad y su espacio. Es por lo tanto una actividad compleja, cuyo objetivo es
analizar y resolver todo lo vinculado a los hechos sociales y al desarrollo del
territorio. Tenemos entonces un primer cambio de concepto respecto al espacio y la
relación con la sociedad.

El segundo cambio importante está vinculado al concepto de distancia. La estructura


histórica tradicional de la ocupación territorial es básicamente como un rompecabezas,
donde cada pieza encaja con otra en un "continum" superficial, debido al alto costo de
los desplazamientos entre un lugar y otro: el campo circunda a la ciudad, la periferia al
centro, el barrio a la fábrica, etc.

La Revolución Industrial no alteró esta forma de ocupación, ya que el tiempo de los


desplazamientos si bien se redujo (un tren a vapor es más rápido que un caballo), la
lógica de los asentamientos humanos y de las actividades productivas se mantuvo.

Recién con la Revolución Tecnológica se anula el concepto de distancia al desarrollarse las


nuevas tecnologías aplicadas a la información y la comunicación: la informática y la
telemática (comunicación de información a distancia). Piense, por ejemplo, en la llamada
Guerra del Golfo en febrero de 1991 y cómo se manejaron las imágenes para todo el
mundo.

Esta Revolución trajo consigo importantes impactos sobre la información, la


producción, el consumo, la movilidad y sobre la mayoría de las actividades del hombre, es
decir, sobre el territorio.

Se puede agrupar en tres núcleos los impactos de esta revolución tecnológica:

1. impactos sobre la comunicación al disolver lo local en lo global


2. impactos sobre los procesos productivos al desarrollarse nuevas capacidades de
diseño y control sobre los mismos, con independencia de su localización
3. cambios de relación entre la sociedad y su espacio al generarse la posibilidad de
trabajo y residencia con autonomía del lugar físico donde el individuo se
encuentre

Esta rápida enunciación de los cambios que se producen en nuestro tiempo, explican por sí
mismos la complejidad del tratamiento del espacio y de las variables que se deben tener
en cuenta para su manejo.

La iniciativa local, es trascendental en la definición de sus proyectos de futuro,


desarrollando sus capacidades materiales y humanas, trascendiendo el marco de sus
recursos naturales estáticos (entendiendo por tales las preexistencias de paisajes y recursos
materiales).

Anticipación y oportunidad

Estos son los dos conceptos que rigen la disciplina y si alguno de ellos está ausente en el
OT, se corre el riesgo de que sus objetivos nunca lleguen a concretarse.

La anticipación de los hechos por venir resulta del análisis ponderado de las
múltiples variables que actúan sobre el territorio considerándolo como un sistema
complejo. Elegidas las variables, se imagina que ocurriría en el sistema, actuando
sobre una o varias de ellas. No es otra cosa que la construcción de escenarios
prospectivos, es decir de escenarios futuros.

Mediante este instrumento (construcción de escenarios prospectivos), se anticipa con


relativa certeza, situaciones que podrán presentarse en el futuro, para poder actuar
corrigiendo las cuestiones negativas, modificando las tendencias no deseadas y
facilitando las que se consideran positivas.

La oportunidad es la conveniencia en tiempo y lugar para actuar en algunas variables.


Puede corregir los desequilibrios, ni antes ni después, en el momento oportuno y en el
lugar adecuado que la contingencia lo requiera.

Ordenamiento territorial estratégico

Se ha explicado brevemente para qué sirve el OT, corresponde entonces ahondar en


¿qué es este nuevo instrumento de planificación del territorio?.

En primer lugar corresponde aclarar que muchas veces aparece el término “estratégico”
asociado al concepto de OT.

Los orígenes de la planificación estratégica son militares -strategoi-, eran los generales de
los ejércitos tribales griegos, líderes políticos escogidos, que dejaban las tácticas de
batallas a los líderes de las tropas, mientras ellos se dedicaban a gobernar en los asuntos
políticos.

La planificación estratégica se define como: "...un proceso continuo y sistemático donde


las personas toman decisiones acerca de los resultados futuros que pretenden, cómo se
lograrán estos resultados, y cómo se mide y evalúa el éxito".

Al definirse la planificación estratégica como un proceso, debemos agregar que en él


participan diferentes actores, se colige entonces que existe una diferencia sustancial en el
concepto tradicional de planificación. En esta modalidad tradicional de planificar se
entiende que un solo actor, básicamente técnico con objetivos y mandato político,
planea y controla desde el gabinete las directrices que se llevarán adelante para lograr
los objetivos políticos de la organización que lo autoriza.

Aquí surge la gran diferencia con la planificación estratégica, ya que ésta no se


convalida, si no cuenta con la participación de todas las personas u organizaciones que
contribuyen a las grandes decisiones sobre su territorio. Debe ser por tanto participativa,
democrática y consensuada. Todos los actores deberán controlar el proceso de
planificación, trazando las debilidades y las amenazas que afectarán las metas y
delineando las fortalezas y oportunidades que incrementaran los logros de la
organización nacional, regional o local).

Obviamente todos los miembros de la sociedad no pueden participar directamente de la


planificación, así surge la indispensable necesidad de una voluntad política fuerte de
descentralización de las decisiones y de organizaciones representativas consolidadas,
como portavoces y cadenas de transmisión desde sus bases, proponiendo y decidiendo
con una direccionalidad desde abajo hacia arriba.

Si antes se hablaba de recursos estáticos (paisaje, etc.), aparece ahora la necesidad de


contar con los recursos dinámicos de cada lugar, es decir, la población.

Las identidades, construidas a través de la historia, generan las aptitudes y actitudes


que un determinado grupo posee para enfrentar contingencias de variado signo, así
surgirán las diferencias entre los distintos territorios para superar situaciones negativas
(desempleo, reconversión obligada de la producción, agresión ambiental, etc.), y para
aprovechar oportunidades de construir su propio futuro.

La caja de herramientas

Básica y brevemente podemos decir que el OT es una "caja de herramientas" a la


cual apelar para obtener determinados resultados.

Cuando se emprende cualquier tarea, ya sea física o intelectual, las herramientas de las
cuales nos servimos, nos ayudan a lograr nuestros objetivos. La caja de herramientas es una
batería de instrumentos intelectuales que nos permiten alcanzar objetivos de ordenación
para el territorio, cuyas consecuencias son básicamente físicas en la distribución de
usos del suelo.

Estos instrumentos pueden ser de tipo directo o indirecto.

Los instrumentos directos a su vez se pueden agrupar en aquellos de tipo normativo


como los decretos y resoluciones municipales; de tipo institucional como la creación de
ámbitos de concertación y propuesta, y los más difundidos por su uso, como los
programas, planes y proyectos concretos sobre una materia o territorio determinados.

Los instrumentos de tipo indirecto son las leyes nacionales, de aplicación en todo el
territorio de un país. Las ordenanzas municipales son también leyes cuya jurisdicción
está definida por los límites de cada provincia y distrito y departamento y reglamentan la
higiene de la vivienda, el uso del suelo, las afectaciones de los predios respecto a retiros o
alturas, etc.

Son instrumentos del OT los Planes Directores, Planes Urbanos, Planes Especiales de
Reforma Interior y otros como Planes de Rehabilitación de Barrios.

Conclusiones

La razón de ser del OT radica en la imperiosa necesidad recaída sobre las jerarquías de
gobierno de todos los países para reequilibrar sus territorios en el horizonte de los
nuevos paradigmas tecnológicos.

Aunque parezca una frase grandilocuente, encierra sin dudas una cuota de veracidad,
pero aún falta analizar un punto: quién es la persona idónea para elaborar y llevar
adelante las propuestas de ordenación territorial. Históricamente ese rol lo ha asumido el
Arquitecto. Hoy esa exclusividad no la tiene un solo técnico. Por cierto que la formación
que posee un graduado de Arquitectura, es la que más se acerca al perfil requerido para
la tarea, pero en rigor quien mejor podrá actuar como coordinador de planes de OT,
será aquel que logre articular los intereses entre la sociedad civil, el ámbito político y los
intereses económicos.

Hoy no existe una carrera de "Articulador de la sociedad", probablemente no exista en


ningún lugar, por tanto resulta indispensable que se diseñe la formación de postgrado
necesaria en todas las carreras universitarias tradicionales, cuyo principio básico sea el
de comprender en todas sus dimensiones los problemas del territorio. En otras palabras,
tener una visión holística de la realidad.

Si bien es cierto que los técnicos en OT juegan un papel importantísimo en la definición de


las estrategias territoriales, no debemos olvidar que es la población en general el
verdadero protagonista en la definición y puesta en práctica de dicha planificación.

Por tanto debemos ser conscientes de nuestros derechos y obligaciones en esta


disciplina, exigiendo la participación en las decisiones y la consideración de las
necesidades de todos, para lograr el objetivo principal: la mejora de la calidad de vida
en nuestras comunidades.

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