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Ignacio Martin-Baré ACCION E IDEOLOGIA Psicologia Social desde Centroamérica UCA Editores 1990 Coleccién Textos Universitarios Serie Psicologte Volimen 1 1782 CUCA Eds Prien fen 1983 Seqins fin 985 Tee dh 968 menace 99 ives Cento amercn oe Sinn Cas Apa Posal 01.575, Sn Stade E1 Suna CA, ISBN osone) ange beset cep ge mac Ingres nE Saar por Tae rs UCA, 1990 18 MAR, 83e A MODO DE PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION Es difiell que un cientifico social se muestre totalmente conforme on sus trabajos pasados, y ello no slo por el logico caminar de la histo- Fla, que muestra nuevas facetas de la realidad humana, sino porque Ja misma comprensién cientifiea de los hechos y procesos tiende a evolu- cionar: se ven otto aspectos, se adquieren informaciones nuevas, se mo- difican ciertas valoraciones. Si por el gusto del autor fuera, no pocas pa- ginas de este libro tendrian que ser escritas de nuevo, ampliadas, cam- wadas. Como, a pesar de sus tumbos y Vacila- sigue teniendo cultivadores, algunos de exce- lente calidad, resulta tentador echar mano de sus trabajos més recientes, de sus tltimas investigaciones, para enriquecer 0 discutr los propios en- Foques. Ciertamente, en mas de un medio académico resultaria imperdo- nable sacar una segunda edicion de un texto sin, al menos, haber actuali zado la bibliografia, : Sin embargo, fuera de la correccion de una serie de erratas mas no- torias, de estas palabras de introducefén y de una nueva carétula, mas sobria y menos problemética para quienes tienen que mostrar sus libros a Fes (jse ha eliminado el color rojo), la segunda edicion de “Accién ¢ ideologia’” es idéntica a la primera, Cabria justificar esto de diversas maneras: el autor sigue manteniendo fos mismos planteamien- tos, lo cuales cierto; en el afio y medio trascurrido desde la primera edi- ion no ha habido aportes en el area que supongan novedades sustan- rumanos. Una de las tradiciones de pensamienco mids rico sobre (a tela- cion entre hombres y sociedad comienza con los clésicos griegos, Sécra- tes, por ejemplo, insistia en la importancia de analizar la accién:de Jas personas referida a su circunstancia concreta. Un individuo separado de su medio es una abstraccion, algo irreal. Més alin, ‘lo que una persona 3 solo explica parcialmente lo que esa persona hace. Nadie puede resistir fas fuerzas de su medio ambiente. O el hombre conquista al mundé-o.el mundo le conquista a él” (Collingwood, 1956, pig. 40). Platén desarrolla esta vision socritica cuando, al esbozar la estruc- tura de su Repiblica (que no es concebida como la forma absoluta de wh «estado ideal, sino como la mejor forma de estado en un periodo de crisis, social), asigna diferentes tipos de personas a diversas funciones en el sis- n tema social. El hombre necesita de fa estructura social; pero que clase de sociedad se llegue a formar depende del tipo y cardeter de los hombres ‘que la rigen. De ahi que el problema nuclear de una sociedad sea el de la educacién, El ser humano ¢s perfectamente maleable, y es funcion del ceducador forjar al ciudadano (socializarte, se diria hoy) proporciondndo- leese saber moral conocido como sentido comiin. El fracaso de esta tarea produce hombres asociales o antisociales, es decir, “‘idiotas”. El idiota (que en griego significa hombre privado o particular, profano) es ¢! indi Yiduo aislado “puesto que carece de la atadura interna, interpretada co- ‘mo un ‘saber’, al sistema de normas de la sociedad en cuyo seno vive”” (Hosfstatter, 1965, pag. 36). Frente al relativo optimismo de Platén respecto a ta maleabilidad del ser humano, Nicolés Maquiavelo piensa que la naturaleza hu- ‘mana es mucho mas fija y que los hombres se guian por los mismios mot vos y las mismas pasiones, principatmente el ansia de poder y el ansia de seguridad. Como todos tratan de satisfacer sus deseos, las leyes no bas- tan para regular la convivencia social y los jefes politicos tienen que acu- dir a la fuerza y a fa violencia. Aunque separados por muchos tiglos, es interesante subrayar que tanto Plat6n como Maquiavelo enfrentan mo- ‘mentos de grave crisis politica en sus respectivas sociedades. Sin embar- 80, proponen soluciones muy diversas a la pregunta de cOmo integrar al individuo en la sociedad, Mientras Platon piensa que el individuo puede llegar a interiorizar Ia ley que 10 vincula a los demas y asi actuar moral- mente por conviccién personal, Maquiavelo piensa que, en iltima instan- cia, el hombre s6lo se pliega a la ley comtin por el medio o la coaccion fisica impuesta por la autoridad. ‘Tomés Hobbes lega un siglo més tarde a una conclusi6n parecida.. Para Hobbes el hombre es antisocial por naturaleza y, como todos los hombres tienen las mismas apetencias, cada semejante ¢s un rival, un lo- bo para los dems (homo homini fupus), contra.el que hay que luchar en tuna guerra de todos contra todos (bellum ommtium contra omnes). Pot ello, Ia tinica forma de convivir sin destruir unos a otros ¢s mediante un pacto o contrato social que regule de alguna manera la satisfaccion basi- ca de las necesidades de todos. Este contrato social slo puede ser pre servado por una autoridad fuerte, sea el estado 0 un soberano absoluto: LLeviatén, Leviatin es asi ef poder comiin dela sociedad, surgido dela re- runcia de cada individuo a sus tendencias de aniquilar a los dem&s miembros de la sociedad. Es interesante que, un siglo después, Juan Jacobo Rousseau postula también la recesidad de un contrato social, pero a partir de unas premi sas diferentes. Para Rousseau, el hombre es fundamentalmente bueno (¢! mito de ‘“buen salvaje”), pero la sociedad corrompe sus sentimientos ‘bondadosos al tiempo que induce la emergencia de la raz6n y de la con- ciencia. A fin de hacer posible el que los hombres desarrollen en comin sus mejores potencialidades, hace falta establecer tun contrato social, por 2B 1 que los individuos enuncian a actuar de una forma egoista y aceptan respetar los derechos de los demés. Mediante este contrato social los hombres se vinculan a una sociedad conereta, en la que el control ejerci- ddo por las lees de Ia voluntad general hace precisamente posible la liber- tad de cada persona. Para Karl Marx (Marx y Engels, 1848/1969) ta idea de un contrato ales una ficcién engafiosa que oculta la verdadera relacin de fuerzas cxistentes en wna sociedad concreta. Lo que hay son grupos con intereses contrapuestos, una sociedad escindida por ei conflicto no entre las ape- tencias de los individuos come tales, sino de los individuos en cuanto miembros de diversas clases sociales. No hay una ley surgida por el con- ‘senso mayoritario, sino una ley impuesta por ta clase dominante que ca- naliza sus intereses, ejecuta su control y reproduce su situacién de domi- rio social. Los hombres son forjados por aquellas fuerzas que actitan sobre el punto en el que se insertan socialmente, principalmente el entos- no de su propia clase social. Los hombres llevan interiorizada esa norma social que responde a los intereses de la clase dominanse, se imponen co- mo una estructura no consciente y guia el proceso de alienacion y deshu- manizacion de las personas. “Mientras para unos autores el individuo y sus necesidades determi- nan en dltima Instancia lo que ha de ser la id, para otr0s ¢s la $0- ciedad la que determina lo que el hombre concreto va a ser. Por tanto, mientras para unos qué sea la sociedad hay que entenderlo desde la Opti- ca de lo que es el individuo, para otros qué sea el individuo solo se puede ‘entender desde la Optica de lo que es cada sociedad historica, En definiti- va, la misma dualidad de perspectivas que encontramos en la psicologia social contemporanea ha dividido alos flésofos en su reflexion sobre las relaciones entre individuo y sociedad, Sin embargo, entre la filosofia tra- dicional y In moderna psicologia social hay también diferencias impor- tantes, Cuatro hechos histéricos son necesarios para comprender estas di ferencias y el nacimiento de la psicologia social asi como de las cien sociales en su acepcion moderna: una mayor conciencia sobre las diferen- cias entre Jos grupos humanos, una concepcidn secularizada del ser hu- mano, la revolucién industrial y el desarrollo de una nueva metodologia. Seria ingenuo pensar que sélo el hombre moderno ha tomado con- ciencia de las diferencias existentes entre los diversos grupos humanos, Desde antiguo los pasblos han viajado y emigrado de un lugar a otro y han observado la diversidad de lenguas, razas, costumbres y estos de vie da, El bello mito de la torre de Babel expresa literaria y teolbgicamente la conciencia de esta diversidad de pueblos y los problemas que de ahi se pueden seguir. A pesar de todo, slo modernamente sic hecho se ba convertido en un cuestionamiento sobre la naturaleza humana, Al con- ‘quistador ibérico le costaba aceptar que el indigena tuviera alma, ¢s de cir, fuera humano como él. Y cuando al fin acepté su humanidad, no se Te ocurtio extender esta generosa coneésibn mental a los esclavas negros 2» Por supuesto que se trataba de una visién etnocéntrica, muy enraizada en los intereses materiales de la conquista, Pero el hecho es que ésa era la concepcién generalizada entre los cultos pueblos europeos. En el periodo romantico, la diferencia recibe carta de ciudadania humana. Cuando Rousseau proyecta su imagen del “buen salvaje”, del hombre no corrompido por la sociedad egoista, de alguna manera est seflalando la potencialidad humarta de formas distintas. La biisqueda ro- méntica del misterio, la pureza y lo natural, entendido todo ello en un sentido de incontaminacion social, logra que las diferencias entre los pueblos adquieran el grado de pregunta antropdlogica. A ello contribu- yen también los numerosos viajes y las exéticas narraciones de tierras extrafias que florecen en Europa durante ese periodo. Finalmente, los continuos conflictos entre los pueblos europeos asi como el surgimiento dde nuevas unidades politicas acrecienta la conciencia inmediata sobre las iferencias culturales y raciales de los diversos grupos que, por primera vez, se sienten “nacionales”, es decir miembros de una “nacion’”. or el mismo tiempo —mediados det siglo XIX— la idea sobre la evolucién de las especies empieza a ser aceptada en los medias intelec- tuales. Si las teorias evolucfonistas eran correctas, queria decir que el hombre no era un ser absoluto e inmodificable, sino que era un animal ‘entre otros (aunque fuera sobre ellos) y, como tal, sujeto alos influjos y presiones del medio ambiente. Para la psicologia social tiene una especial ‘importancia el pensamiento de Herbert Spencer, no slo como expositor brillante de las ideas evolucionistas, sino porque aplicé estas ideas al ser social, al que compard con un organismo viviente (Spencer, 1972). De hecho, la mayoria de los principios del moderno funcionalismo en las ciencias sociales se encuentran ya formulados en los escritos de Spencer. Si el conocimiento sobre las diferencias humanas en tiempos ante: riores no se habia convertido en cuestibn filosofica se debia en parte ‘una antropologia teoctntrica, cristiana © no. Cierto, habia diferencias entre los seres humanos, pero era diferencias producidas directamente por Dios. Asi, el hecho de la diversidad humana no planteaba una cues- tign historica y social, sino que se remitia al misterio insondable de Dios ¥ st infinita providencia, Pero la sociedad moderna poco a poco abandond el teocentrismo, Las preguntas humanas tenian que ser Tespondidas en términos huma- nos, es decir, con respuestas comprensibles a la inteligencia de los hombres. En parte la vision secularizada del ser humano encontr6 un ca- rmino en el enfoque positivista que, junto con la creencia en la posi de un progreso sin fin, forj6 la ilusion de que las ciencias podrian respon- der cualquier pregunta y resolver cualquier problema. Ya no se poi re- mitir el hecho de las diferencias entre pueblos al misterio divino; habia ‘que explicarlas en términos humanos. Mas alin, probablemente la filosofia no era el instrumento adecuado para resolver esta cuestidn; la ciencia, en un sentido positivista, tendria que asumir la tarca. 30 Un tercer factor crucial para el nacimiento de las ciencias sociales fue la revolucion industrial del capitalismo. El proceso de industrializa- ‘cin conthovié hasta sus raices todo el orden social occidental, juntando \erdaderos rebafos de seres humanos en condiciones de gran miseria, movilizando poblaciones enteras, minando todo tipo de estructura co- onal o families, y alterando profundamente costumbres, tradiciones y hbitos de comportamiento (Castells, 1976). De hecho la revolucion in- dustrial produjo una nueva forma de organizacién social, en la que los individuos eran simples niimeros al servicio de un sistema produetivo it ble y en la que la explotacion humana y los contrastes sociales (que, por supuesto, siempre habian sido grandes) adquirieron nuevas dimen- sone: antes. Te conmocion radical producida por Ja revolucion industrial planteaba con mas urgencia que nunca la cuestion de si era posible man~ tener unida la sociedad humana. Las relaciones entre individuos y grupos tanto al nivel macrogrupal dela ciudad como al nivel microgrupal de la familia— ya no podian desarrollarse por cauces tradicionales y el sistema de produccidn capitalista imperame no posibititaba de hecho la forma- cin de muevos cauces adecuados, De hecho, se ha afirmado (Asplund, Dreier, y Morch, 1975) que la psicologta social surgio y se desarrollo co- mo une disciplina especial cuando la separacion de los individuos con Tespecto a la sociedad se volvio problematica en un momento de la evolu- tion del sistema capitalista, especialmente al transformarse en capitalis- ‘mo monopdlico (ver también Israel, 1979). . To evolacin indstial fue posible, al menos n parte, debido al progreso tecnoldgico. J.a maquina de vapor representa como la partera técnica de la revolucion industrial. ‘La tecnologia capacito a las sociedades occidentales para enfrentar rmuevos problemas de una manera préctica y para resolverlos también ‘empiticamente, De ese modo, la tecnologia daba cauce a la aplicacion de fas ciencias a los problemas cotidianos e incluso permitia una compren- sion nueva de problemas viejos. Frente a la tradicional vision aristot ca, el conocimerito téenico empez6 a considerarse como superior al mis- mo razonamiento. . | ‘La teenologia no consistia.en.un simple canal pragmatico de la cien- cia, sino que representaba un nuevo enfoque metodologico en la sempi terna tarea de resolver los problemas humanos, Fue precisamente esta nueva metodologia la que hizo posible que los estudios sociales, ad- Cuirieran aquella consistencia formal que los hacia candidatos al grado de cientificos, al menos en la accptacién positivista en boga. Ciertamen- te, las ciencias sociales adquirievon unas herrarsientas de trabajo que les, ‘permiti6 enfrentar con alguna confianza (quizés un tanto ingenua) cues- tiones sociales tanto antiguas como nuevas. Las que hasta entonces hhabian sido ramas peculiares del gran arbol de la filosofia, empezaron a detuar con una creciente independencia y a reclamar una autonomia que 3 prometia frutos maravillosos. Fuera lo que fuera de estas pretensiones y sus resultados finales, lo cuerto es que una nueva metodologia, requerida y promovida por los avances tecnolégicos, permitié a los cientificos so- Ciales formutar importantes preguntas antropolOgicas a niveles diferentes,

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