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Neurolingüística clínica del bilingüismo

Andrea Marini, Cosimo Urgesi y Franco Fabbro

Introducción

La noción de bilingüismo hace referencia a toda persona que utiliza, o


simplemente conoce, dos o más lenguas, incluyendo dialectos (Grosjean, 1994). Solo
para dar algunas cifras, en apenas 160 países se hablan aproximadamente 7000 lenguas.
Es más, en muchos de estos países el número de lenguas habladas está en constante
crecimiento debido a la masiva inmigración. Esto significa que, en diferentes grados, más
del 50% de la población mundial conoce al menos dos lenguas y, en consecuencia, se la
puede considerar no solamente bilingüe sino también multilingüe (Tucker, 1998).
La representación del lenguaje en hablantes multilingües puede ser abordada en
diferentes niveles. De hecho, constituye un punto de interés para estudios
sociolingüísticos y psicolingüísticos. De la misma manera, la competencia bi-/multilingüe
constituye una importante línea de investigación para la neurolingüística clínica y teórica
(Fabbro, 2001a).
Es así como, luego de haber introducido la cuestión de la definición de la
competencia multilingüe, este capítulo abordará los patrones de pérdida y recuperación
en hablantes bi-/multilingües adultos y niños con diferentes déficits (afasias, trastornos
específicos del lenguaje, pacientes neuropsiquiátricos y desórdenes neurodegenerativos
progresivos). En la sección final de este capítulo, el foco estará puesto en el problema de
la evaluación neuropsicológica de déficits lingüísticos en pacientes que hablan más de
una lengua.

Un breve recorrido por la competencia lingüística

El lenguaje es una función cognitiva compleja basada en la interacción entre varios


niveles de procesamiento: un nivel fonológico, crucial para la categorización abstracta de
los sonidos del lenguaje; un nivel de la palabra donde se realiza el procesamiento lexical;
un nivel oracional para el procesamiento sintáctico; un nivel pragmático donde las
palabras y las oraciones son contextualizadas y donde las inferencias son procesadas; y
un nivel del texto/discurso donde aquellas oraciones que conforman un texto oral o escrito
son integradas para obtener un significado o idea general (Marini, 2008; Caplan, 1992).
Cada aspecto del procesamiento del lenguaje es favorecido por sistemas
neurofuncionales que pueden verse independientemente afectados, inhibidos o
preservados luego de una lesión cerebral o una inhibición transitoria por estimulación
eléctrica, carga paroxística o inhibición farmacológica (Ojemann, 1991). Siguiendo el
modelo declarativo/procedural (Paradis, 1994, 2004; Ullman, 2001, 2004), se asume que
el aprendizaje y la representación del lenguaje son favorecidos por dos sistemas
anatómicos y funcionales de memoria de largo plazo (delcarativa y procedural,
respectivamente). La memoria procedural es un tipo implícito de memoria sostenida por
los ganglios frontales y basales así como también por porciones de la corteza parietal, la
temporal superior y el cerebelo (Ullman, 2001). La memoria procedural subyace la
competencia lingüística implícita. Durante la primera etapa de la adquisición del lenguaje,
está involucrada en el proceso de aprendizaje, en la consecuente ejecución
sensoriomotora y en las habilidades cognitivas, tales como la articulación de los sonidos
del lenguaje y la sintaxis. La memoria declarativa (o explícita) está sostenida por las
estructuras bilaterales mediales y temporoparietales, incluida la región del hipocampo y la
corteza parahipocámpica (Ullman, 2001). Por otra parte, está implicada en el aprendizaje
consciente de hechos y eventos a través de dos subtipos: la memoria semántica y la
memoria episódica, respectivamente. La memoria semántica es el sistema de
almacenamiento del conocimiento enciclopédico del mundo (por ejemplo, el significado de
las palabras, así como también el conocimiento acerca de eventos históricos, las nociones
geográficas y los hechos sociales). La memoria episódica (o autobiográfica) almacena las
experiencias personales pasadas que pueden ser recordadas. Se asume que la gramática
(es decir, competencia implícita sintáctica y morfosintáctica) es adquirida a través de la
memoria procedural, mientras que el conocimiento explícito léxico-semántico es
aprendido y almacenado en la memoria declarativa (Paradis, 1994; Ullman, 2001). Por
ejemplo, la memoria procedural está involucrada en la adquisición y en el uso de las
reglas sintácticas implícitas tales como los principios de rección y ligamiento (Chomsky.
1995) o de los procedimientos de parsing sintáctico (Frazier & Fodor, 1978). Además, el
sistema procedural está involucrado en la adquisición y aplicación de las reglas de
formación de palabras a morfemas e ítems léxicos almacenados en la memoria
declarativa. Es más, una vez que se produce el acceso a un ítem lexical, los
procedimientos de la memoria implícita generan automáticamente la estructura
argumentativa de esa palabra particular y asigna los roles temáticos que son requeridos
por sus argumentos (proceso morfosintáctico). Al igual que la fonética, los programas
articulatorios necesarios para producir los fonemas blanco de la lengua se automatiza y
es transferido a la memoria procedural, de manera que el hablante no necesita pensar en
los movimiento articulatorios mientras habla.

¿Qué sucede con la competencia multilingüe?

Nuestro conocimiento intuitivo de “bilingüismo” está a la altura de una definición


precisa. De hecho, los expertos han acuñado diversos términos para distinguir entre
diferentes tipos de bilingüismo de acuerdo con diferentes factores (Edwards, 2004). Por
ejemplo, cuando el foco está puesto en la competencia, se habla de una distinción entre
bilingües equilibrados y bilingües dominantes (Peal & Lambert, 1962): un bilingüe
equilibrado domina ambas lenguas de igual manera, mientras que un bilingüe dominante
es más competente en una de las dos lenguas. Si el interés está puesto en el efecto
ejercido por la segunda, tercera o N lengua (desde ahora L2, L3, Ln) sobre la lengua
materna (desde ahora L1 o primera lengua), Lambert (1974) propuso una distinción entre
bilingüismo aditivo y bilingüismo sustractivo, en donde los bilingües aditivos son aquellos
que desarrollan su L2 sin perder ninguna competencia de su L1, y los bilingües
sustractivos son aquellos que disminuyen su competencia en su L1 mientras que
aprenden una segunda lengua. Ahora bien, si el factor a tener en cuenta fuera la edad de
adquisición, sería posible distinguir entre bilingües tempranos y tardíos dependiendo de si
dos o más lenguas fueron adquiridas “temprano” (por ejemplo, durante la infancia) o
mucho después que la L1.
En síntesis, el bilingüismo tiene muchas facetas. Sin embargo, estas
interpretaciones acerca de los diferentes aspectos de la competencia bilingüe no proveen
una clara definición sobre qué es el bilingüismo. Según Bloomfield (1933), solo aquellas
personas que poseen un control similar al nativo de dos lenguas son consideradas
bilingües. Por lo tanto, debemos extender esta definición con el objetivo de identificar
como multilingües solamente a quienes tienen dominio nativo de más de dos lenguas. Sin
embargo, una explicación tan rígida deja abierto el problema de la definición de nociones
abstractas como “equilibrado”, “ideal” o, incluso, “bilingüismo perfecto”. ¿Existen
realmente personas con un bilingüismo perfecto? No hay dudas de que es difícil encontrar
bilingües completamente “equilibrados”. Cuando nos inclinamos a considerar individuos
multilingües, el problema se vuelve aún más dificultoso debido a que excluimos de la
definición de “individuos multilingües” a todos aquellos que conocen más de dos lenguas
pero no al nivel en el que dominan su L1. La perspectiva de la competencia bi-/multilingüe
ha sido cuestionada por numerosos estudios. Más específicamente, el foco estuvo puesto
alrededor del grado de competencia de un mismo individuo en dos o más lenguas. En
consecuencia, han sido propuestas otras definiciones adicionales. Según Grosjean
(1999), son bilingües las personas que conocen dos o más lenguas, ya se trate de
aquellas personas que conocen más de una lengua pero utilizan una sola para sus
intercambios comunicativos cotidianos (“bilingües latentes”), o aquellas que efectivamente
utilizan a todas ellas de manera cotidiana. Más importante aún, las personas bilingües no
deben ser consideradas como la suma de dos monolingües completos o incompletos
(Grosjean, 1989). En efecto, la interacción de diferentes lenguas en la misma persona
produce una diferente pero integrada entidad lingüística con características propias que
no puede ser simplemente reducida a la suma de las partes. De hecho, los individuos
bilingües pueden adquirir las diferentes lenguas de diversas maneras y en distintos
momentos. Es más, pueden utilizarlas con diferentes personas en distintos contextos
situacionales. Esto significa que los bilingües pueden ser colocados en distintos puntos de

un continuo situacional que indouce a un modo particular de habla.


En un extremo de ese contínuo se halla el modo de habla
totalmente monolingüe... En el otro extremo del contínuo se
encuentran los bilingües que comparten los dos lenguajesAt the
other end of the continuum, they are with bilinguals who share their
two languages… and with whom they normally mix languages
(código de intercambio y préstadmos): están en un modo bilingüe...
debemos tener en cuenta que existen modos intermedios entre
ambos. (Grosjean, 1989, p. 8)

Un creciente número de estudios neuropsicológicos y de neuroimágenes muestra que la


experticia de los bilingües posee una compleja organización neurofuncional basada en las
interconexiones entre circuitos neurales (Fabbro, 2001b). Por consiguiente, parece
plausible considerar al cerebro bilingüe no como la suma de dos o más sistemas
lingüísticos monolingües sino como “un sistema neuroal único y complejo que puede
diferir en cada individuo"(Abutalebi, Cappa & Parani, 2001, p. 188).
En lo consiguiente, y debido a los objetivos directos de este capítulo, adoptaremos
una definición pragmática de bilingüismo. Específicamente, el término “bilingüismo” (o la
competencia bilingüe) refiere al dominio de dos o más sistemas lingüísticos, cualquiera
sea el nivel de competencia y la edad de adquisición (Marini & Fabbro, 2007).

Un análisis de la competencia bilingüe: características clínicas de la afasia en


bilingües

¿Cómo están representadas las lenguas en el cerebro bilingüe? En el nivel


microanatómico, es decir, en el nivel de los circuitos neuronales, es aceptable asumir que
las dos lenguas están representadas en circuitos neuronales total o parcialmente
independientes. Por otra parte, sigue en debate la pregunta acerca de si, en el nivel
macroanatómico, la L1 y la L2 están representadas en la misma o en distintas estructuras
cerebrales (Urgesi & Fabbro, 2009). Sin embargo, distintos estudios acerca de habilidades
lingüísticas de hablantes bilingües podrían proporcionar una aproximación a la solución de
este problema. A primera vista, la lógica detrás del estudio de las afasias en individuos
bilingües es muy simple. Si, después de una lesión cerebral, una persona bilingüe pierde
todas las lenguas que dominaba antes del accidente, podemos asumir que éstas
involucran las mismas áreas cerebrales. Lo mismo sucedería si esa persona recuperara
todas las lenguas al mismo ritmo y en la misma medida. Por otra parte, si, después de la
lesión, el paciente mostrara un déficit selectivo en una o algunas de las lenguas o
diferentes patrones de recuperación para las distintas lenguas, podríamos asumir que las
representaciones cerebrales de las lenguas involucran diferentes circuitos cerebrales.
Desafortunadamente, las conclusiones obtenidas de las observaciones
neuropsicológicas de las características clínicas de los pacientes afásicos bilingües no
son del todo claras debido a la inconsistencia, a veces contradictoria, de los hallazgos
(Fabbro, 1999b; 2001a). De hecho, algunos estudios reportan déficits similares en todas
las lenguas que los pacientes dominaban antes del accidente cerebral, mientras que otros
sostienen el patrón inverso: algunas lenguas alteradas y/o en recuperación mientras que
otras se mantienen inalteradas o no se recuperan del todo. Es más, el déficit lingüístico
observado en estos pacientes no es necesariamente estable sino que puede cambiar con
el paso del tiempo. En los pacientes lesionados cerebrales, el tiempo transcurrido desde
la lesión cerebral es un factor importante que afecta el rendimiento funcional. De acuerdo
con esto, estos pacientes deberían ser incluidos, secuencialmente, en una de las
siguientes tres fases: fase aguda, hasta 4 semanas después del origen de la lesión; fase
de la lesión, que dura varias semanas hasta 4 o 5 meses después de la lesión; fase final,
que continúa a lo largo de toda la vida del paciente.
Durante la fase aguda, el paciente presenta una serie de alteraciones lingüísticas,
algunas de las cuales se resuelven en un breve período de tiempo. Dichas alteraciones
pueden afectar la capacidad de utilizar una o más de las lenguas que el paciente
dominaba antes de la lesión o también pueden afectar habilidades específicas para el
procesamiento fonológico, léxico y/o gramatical de una lengua dada. Los ejemplos
incluyen pacientes con alteraciones selectivas en el uso de una de las lenguas
acompañadas de preservadas habilidades lingüísticas de la otra u otras lenguas (afasia
selectiva, véase por ejemplo Paradis & Goldblum, 1989), pacientes con un déficit similar
en ambas lenguas (afasia paralela, véase por ejemplo Fabbro, 1999b), así como también
pacientes que presentan serias dificultades para hallar la palabra correcta de manera
indistinta en ambas lenguas, pero con una buena comprensión (antagonismo alternativo,
véase por ejemplo Paradis, Goldblum & Abidi, 1982). Una posible explicación a tal
variedad podría ser la dischisis, un proceso que causa alteraciones funcionales en áreas
que no están afectadas estructuralmente pero que están conectadas funcionalmente con
el área dañada. La buena noticia es que fase transitoria dura aproximadamente 4
semanas post-lesión, y luego las dichas áreas no afectadas estructuralmente vuelven a su
normal funcionamiento con la regresión de la diaschisis. Esto significa que algunas
alteraciones lingüísticas registradas inmediatamente después de la lesión cerebral pueden
desaparecer y conducirnos a síntomas lingüísticos más estables en la siguiente fase.
En la fase de la lesión, los desórdenes lingüísticos en una de las lenguas o en
varias de aquellas que el paciente dominaba antes de la lesión son más estables y están
estrictamente relacionados con la funcionalidad del área lesionada. Estas alteraciones
pueden afectar la fonología, el léxico, la gramática o el procesamiento semántico en una,
algunas o todas las lenguas previamente aprendidas por el individuo con similares o
diferentes grados de severidad sintomática (Fabbro & Paradis, 1995b). Es más, estos
síntomas lingüísticos pueden ser usados para clasificar a los pacientes de acuerdo con la
tradicional clasificación de las afasias (por ejemplo, afasia de Broca, afasia de Wenicke,
afasia anómica, afasia global, etc.). Debido a esta estabilidad, es mucho más útil en esta
fase llevar a cabo una evaluación completa de las habilidades lingüísticas residuales de
los pacientes, incluyendo una evaluación integrada de todas las lenguas que el paciente
dominaba antes de la lesión. En particular, en la fase de la lesión los individuos bilingües
lesionados cerebrales comienzan a recuperarse, lo que continúa en la fase final.
En la fase final, la recuperación, ya sea por rehabilitación espontánea o dirigida, es
generalmente más moderada que la que ocurre en la fase precedente. Es más, los
individuos afásicos bilingües presentan patrones diferenciales de mejoría (ver la siguiente
sección).
Antes de adentrarnos en la discusión acerca de los patrones de recuperación de
los individuos afásicos bilingües, nos introduciremos a los patrones específicos de los
errores típicos producidos por esta población. Ciertamente, además de los tipos
tradicionales de errores que pueden cometer lo pacientes afásicos (por ejemplo,
parafasias literales, fonológicas, semánticas o verbales, errores pragmáticos, omisiones,
entre otros), los afásicos bilingües cometen errores adicionales debido a la dificultad
selectiva que tiene que ver con aspectos específicos de sus competencias lingüísticas.
Por ejemplo, pueden producir una oración en una de las lenguas y luego producir la
siguiente frase usando otra lengua. Este fenómeno, llamado “switching”, puede ser
encontrado en bilingües sanos. Sin embargo, en hablantes sanos esta habilidad solo es
utilizada bajo la certeza de que los interlocutores conocen los dos (o más) códigos
lingüísticos y, entonces, con la seguridad de que el propósito comunicativo puede ser
alcanzado. En el caso de los pacientes afásicos bilingües, este comportamiento es
denominado “switching patológico”, lo cual hace referencia a la producción compulsiva de
oraciones en diferentes lenguas sin tener en cuenta las necesidades comunicativas de los
interlocutores. En algunos casos, este fenómeno es aún más dramático, como por
ejemplo cuando un paciente comienza a mezclar diferentes lenguas en una misma
oración, en algunos casos, incluso, en la misma palabra utilizando morfemas de una
lengua junto con morfemas de otra. En estos casos, es necesario introducir una
diferenciación entre el “switching patológico” y la “mezcla patológica de fonemas”. Los
pacientes con mezcla patológica de fonemas entremezclan diferentes lenguas dentro de
un mismo enunciado (segmento autónomo en cuanto a su prosodia y en cuanto a su
significado). Contrariamente, los pacientes con switching patológico alternan las diferentes
lenguas a través de los diferentes enunciados.
Otros estudios han establecido que la mezcla patológica ocurre, típicamente, en
afasia bilingüe y se debe, principalmente, a lesiones en las estructuras parietotemporales
del hemisferio izquierdo, donde las estructuras nerviosas responsables del switching entre
las lenguas no están muy alejadas unas de otras (Fabbro, 1999b). Fabbro y
colaboradores estudiaron un paciente bilingüe de 56 años de edad (L1 friulano, L2
esloveno) que había sufrido una lesión en el cíngulo izquierdo anterior y en el lóbulo
prefrontal. El paciente presentaba un switching compulsivo entre las lenguas en ausencia
de cualquier otra deficiencia lingüística (Fabbro, Skrap & Aglioti, 2000). La carencia de
síntomas afásicos en el caso descripto sugiere que el sistema responsable del switching
entre las lenguas es independiente del lenguaje, siendo parte de un sistema más general
que subraya la selección entre diferentes conductas.
Los pacientes afásicos bilingües pueden, incluso, presentar desórdenes de
traducción. En algunos casos, un paciente puede ser incapaz de traducir de una lengua a
la otra (es decir, de su L1 a su L2 o viceversa). En otros casos, sin embargo, las cosas se
vuelven mucho más interesantes y difícil de explicar. Veremos los casos de traducción
espontánea, traducción sin comprensión y traducción paradójica. En la traducción
espontánea los pacientes tienen una “necesidad” compulsiva de traducir todo lo que dicen
ellos mismos y/o sus interlocutores (DeVreese, Motta & Toschi, 1988). En la traducción
sin comprensión, los pacientes no entienden las órdenes que les son dadas pero pueden
traducir correctamente los enunciados que sus interlocutores utilizan para dar dichas
órdenes (Veyrac, 1931). Finalmente, la traducción paradójica ocurre cuando un paciente
puede traducir a una lengua en la cual no puede expresarse espontáneamente, y no a la
inversa (Paradis et al., 1982).

La recuperación de la competencia bilingüe: patrones de la recuperación en


afásicos bilingües

En más del 60% de los casos, los pacientes que han perdido dos o más lenguas,
las recuperan al mismo ritmo, lo que se denomina recuperación paralela (Fabbro, 2001a;
Paradis, 2004). La alta ocurrencia de esta particular forma de recuperación nos ha guiado
a la formulación de la llamada hipótesis del sistema extendido, de acuerdo con la cual las
representaciones neurales de las lenguas aprendidas posteriormente son superpuestas a
las representaciones neurales de la primera lengua adquirida (Paradis, 2004).
Sin embargo, el resto de los individuos afásicos bilingües (aproximadamente el
40%) exhibe patrones divergentes de recuperación de las lenguas que dominaban antes
del accidente cerebral. Más específicamente, cinco tipos principales de recuperación
divergente fueron descriptos hasta el momento. El primero ha sido denominado
recuperación diferencial, ya que se produce cuando las lenguas se recuperan de manera
diferencial respecto de sus niveles premórbidos. El segundo, la recuperación selectiva,
ocurre cuando los pacientes recuperan solo una de las lenguas, mientras que el resto de
la o las lenguas no se recuperan en absoluto. La tercera forma de recuperación
divergente, recuperación combinada (o mixta), ocurre cuando los pacientes mezclan las
lenguas durante el proceso de recuperación. La llamada recuperación sucesiva se
observa cuando el ritmo y la tasa de recuperación varía entre las distintas lenguas. Por
ejemplo, dos lenguas pueden llegar a recuperarse pero la segunda lengua puede hacerlo
solamente luego de que la primera se encuentra completamente recuperada. En
particular, la recuperación sucesiva de dos lenguas a través del tiempo ha sido observada
también en paciente neurológicos sometidos al procedimiento del Test de Wada antes de
la neurocirugía (Berthier, Starkstein, Lylyk & Leiguarda, 1990).
La quinta forma de recuperación divergente es conocida como recuperación
antagónica, y ocurre cuando una de las lenguas se recupera hasta un cierto punto hasta
que comienza a retroceder, momento que coincide con el inicio de la recuperación de la
segunda lengua. En algunos casos, ha sido descripta una recuperación inusual de una de
las lenguas conocida antes del accidente cerebral pero jamás usada con propósitos
comunicativos. Un ejemplo de este tipo de recuperación es un profesor alemán de Latín y
Griego que mostró síntomas afásicos luego de una lesión en el hemisferio izquierdo y que
fue descripto por Adhemar Gelb (1937, en Paradis, 1983). Luego del accidente cerebral,
el paciente no fue capaz de volver a hablar en alemán (su L1) pero podía expresarse
correctamente en Latín. En base a esto, Gelb concluyó que los síndromes afásicos
tienden a afectar más severamente la lengua que se encuentra más automatizada (es
decir, utilizada inconscientemente), mientras que las lenguas extranjeras o las lenguas
muertas se preservan mejor debido a que requieren de reflexión y de esfuerzos
conscientes.
Un segundo ejemplo de recuperación inusual fue descripto por Aglioti y Fabbro
(1993) y por Aglioti, Beltramello, Girardi y Fabbro (1996). La paciente afásica E.M. era
italiana y bilingüe (L1: dialecto veronés, una variante del veneciano. L2: italiano) quien,
sorprendentemente, recuperó su L2 a pesar del hecho de que ella jamás la había utilizado
en sus conversaciones cotidianas. Cuando era niña, asistió solamente 3 años a la escuela
primaria, donde aprendió a leer y a escribir en italiano (L2), pero en su casa y con sus
amigos ella continuaba usando el veronés en sus intercambios diarios. De hecho, su
marido confirmó que en raras ocasiones ella utilizaba algunas palabras en italiano,
completando sus enunciados con palabras de su L1. En 1990, E.M. sufrió una lesión en el
hemisferio izquierdo lo que originó una afasia. Las imágenes resultantes de la resonancia
magnética muestran una lesión solamente en algunas estructuras subcorticales izquierdas
(principalmente en el núcleo caudado y el putamen). Luego de un período de completo
mutismo que duró dos semanas, ella descubrió que ya no podía usar su L1 pero que
podía expresarse en italiano, a pesar de que el personal del hospital utilizaba,
principalmente, el veronés. Un mes luego del accidente cerebral, ella era capaz de
comprender tanto su L1 como el italiano, pero continuaba expresándose solamente en
italiano ya que no podía producir ni enunciados ni palabras en su L1. Debido a esto, E.M.
se vio forzada a usar el italiano para comunicarse con su familia, con adultos que le
respondían en el dialecto veronés y sus jóvenes sobrinas, en italiano. EN estas
conversaciones, E.M. notó que entendía mejor el italiano que el dialecto veronés.
¿Por qué hay diferentes patrones de déficit del lenguaje y de recuperación de los
pacientes bilingües? Ya en 1881, Théodule-Armand Ribot formuló una hipótesis según la
cual, en casos de déficits de memoria, primero se ve comprometida la lengua que se
adquirió más tardíamente. Esto fue denominado como la regla de Ribot. En 1895, un
neurólogo francés llamado Albert Pitres describió siete casos clínicos de pacientes que
exhibían recuperación diferencial de las dos lenguas que ellos utilizaban. Basado en la
frecuencia de las disociaciones, Pitres concluyó que, si la lesión no destruye los centros
del lenguaje, los pacientes tienden a recuperar la lengua que les era más familiar antes
del accidente cerebral. Esta hipótesis fue denominada como la regla de Pitres. Según
Pitres, el paciente generalmente recupera la lengua que le es más familiar debido a que
los elementos neurales favorecen a aquellos que se encuentra más firmemente asociado.
En consecuencia, numerosos neurólogos compararon y contrastaron la regla de Pitres
(recuperación de la lengua más familiar) con la ley de Ribot (recuperación de la primera
lengua). Sin embargo, ni la lengua nativa, ni la lengua más familiar para el paciente al
momento del accidente cerebral, ni la lengua más utilizada socialmente, ni la más cargada
de emociones, ni, incluso, la lengua del contexto se recuperan siempre primero o mejor.
Ni tampoco parece ser un problema si las dos lenguas fueron adquiridas y utilizadas en el
mismo contexto, en contextos opuestos o diferentes, o en distintos momentos del
desarrollo (Paradis, 2004). De manera similar, ni el tipo de síndrome afásico, ni la
etiología (tumor, infarto, hemorragia cerebral), ni el sitio de la lesión (cortical vs.
subcortical, lóbulo frontal vs. lóbulo temporal, etc.) parecieran ser directamente
responsables de la recuperación paralela del lenguaje versus la recuperación divergente.
Una posible explicación acerca del porqué algunos paciente exhiben una mejor
recuperación de la segunda lengua en oposición a la primera podría estar fundada en la
estructura del modelo de adquisición del lenguaje procedural/declarativo y en el modelo
delineado en el segundo apartado de este capítulo. Con el objetivo de explicar la alta
variabilidad interindividuos en los patrones de recuperación de los afásicos bilingües,
Paradis (2004) ha propuesto un modelo que podría explicar tanto las formas paralelas
como divergentes del déficit y la recuperación. De acuerdo con este modelo, denominado
hipótesis del subsistema, las representaciones de los lenguajes de los individuos bilingües
están organizadas en un sistema neurofuncional unificado para el lenguaje sostenido por
la memoria procedural (por ejemplo, la competencia lingüística implícita de cada lengua).
Este sistema se encuentra dividido en varios módulos neurofuncionales, los cuales
favorecen el procesamiento fonológico, morfosintáctico y semántico; a su vez, cada
módulo está subdividido en varios subsistemas como lenguajes domine el individuo. Cada
subsistema representa el procedimiento computacional específico de cada lengua y
poseen una estructura interna diferente de los demás subsistemas. Aquellos parámetros
comunes entre dos o más lenguas están redundantemente representados en diferentes
subsistemas, mientras que los parámetros específicos de las lenguas están
representados solamente en el correspondiente subsistema. Además, los subsistemas
están representados en diferentes estructuras neurales, al menos en el nivel
microanatómico, y deberían poder ser afectados selectivamente por lesiones cerebrales.
Las conexiones inhibitorias recíprocas entre los diferentes subsistemas específicos
previenen las interferencias, por lo cual cuando un subsistema está activo, el otro es
inhibido. Las lesiones cerebrales pueden afectar un módulo, por ejemplo el fonológico,
incluidos todos sus subsistemas, lo cual induce a presentar déficits fonológicos en todas
las lenguas. Por otra parte, un solo subsistema puede ser dañado selectivamente,
induciendo a déficits específicos del lenguaje que dependen, no solo de qué subsistema
ha sido afectado, sino también a la cantidad de representaciones redundantes entre las
diferentes lenguas. En este contexto, la variabilidad de los patrones del déficit del lenguaje
y de los patrones de recuperación podrían ser explicados considerando la interacción
entre las diferencias interindividuales en las representaciones neurocognitivas de las dos
o más lenguas del sujeto (determinada por factores como la edad de adquisición y los
antecedentes acerca de cómo y en qué momento las lenguas fueron aprendidas y
utilizadas), y la naturaleza microanatómica de la lesión.
En suma, un simple factor no es capaz de explicar el deterioro y la recuperación
divergente en paciente afásicos políglotas. Más bien, estos podrían ser causado por la
interrelación de varios factores independientes que afecten la organización neurofuncional
y los niveles de competencia de las lenguas en los cerebros bilingües. Varias
investigaciones han revelado un número de factores tales como el contexto y la modalidad
de adquisición (por ejemplo, la adquisición en un país donde el idioma es utilizado
continuamente en los contextos cotidianos, en lugar de la adquisición en la escuela por
medio de la asimilación consciente de reglas y palabras). De manera similar, existen otros
factores como la edad de adquisición (temprana vs. tardía adquisición), su uso y el nivel
de exposición (alta exposición vs. baja exposición; Neville, Mills & Lawson, 1992; Perani &
Abutalebi, 2005; Wartenburger et al., 2003; Weber-Fox & Neville, 1996).

El caso de la afasia bilingüe durante la infancia

La afasia en la niñez es un déficit adquirido debido a lesiones cerebrales


(traumatismo de cráneo, tumor, hemorragia o infarto cerebral) que ocurren durante la
infancia. En contraposición a la afasia en adultos, la afasia en la niñez presenta
característica especiales. Independientemente de la localización de la lesión,
inmediatamente después del momento del accidente cerebral el niño atraviesa un período
de algunas semanas que puede ser de mutismo o de una producción de pocas palabras.
Sin embargo, dicha producción es, en general, muy poco fluente. Una segunda
característica de la afasia en la niñez es la rápida recuperación de las habilidades
lingüísticas. Sin embargo, estos niños pueden continuar experimentando dificultades para
hallar las palabras y poseen un repertorio léxico reducido por el resto de sus vidas. En
algunos casos desarrollan una sintaxis simplificada y tienen déficits en escritura y en las
operaciones numéricas. El mutismo y los desórdenes articulatorio están asociados,
generalmente, a las lesiones frontales izquierdas, mientras que los desórdenes de
comprensión están vinculados, la mayoría de las veces, a las lesiones temporales
izquierdas.
La recuperación del lenguaje en la niñez es extremadamente rápida (Vargha-
Khadem, Isaacs, Watkins & Mishkin, 2000) y aparentemente se encuentra vinculada a su
potencialidad para la plasticidad seguida de una rápida reorganización de las funciones
lingüísticas. Solo unos pocos casos de afasia adquirida en niños bilingües han sido
descriptos hasta el momento. Bouquet, Tuvo y Paci (1981) estudiaron un niño bilingüe
diestro cuya L1 era el italiano y su L2 el serbo-croata. Con su abuela y sus primos, los
cuales no comprendían el italiano, el niño hablaba en serbo-croata, y usaba el italiano con
sus padres y con su niñera. A la edad de 4 años, el niño sufrió un daño cerebral producto
de una lesión en las áreas temporoparietales de su hemisferio izquierdo. Luego de 13
meses de coma, el niño despertó y estuvo completamente mudo durante un mes. Durante
este período, el niño era capaz de de entender palabras en italiano. Durante el segundo
mes, comenzó a pronunciar algunas palabras bi y trisilábicas en italiano. Las únicas
palabras del serbo-croato que era capaz de pronunciar eran nos (nariz) y tresnje
(cerezas). Tres meses después del coma, comenzó a recuperar también su segunda
lengua.
Al tercer mes luego del coma, al momento de ser dado de alta del hospital, el niño
sufría de negligencia espacial del lado derecho. Él usaba el italiano bastante
apropiadamente, aunque su vocabulario poseía menos palabras que las esperadas y su
producción era algo lenta. En cuanto al serbo-croata, las construcciones sintácticas eran
correctas pero le demandaban esfuerzo. Lo más llamativo fue que seis meses después
del accidente cerebral, tanto el italiano como el serbo-croata estaban casi completamente
recuperados. El paciente usaba su L” menos naturalmente, como si estuviera traduciendo
desde el italiano al serbo-croata antes de utilizar este último.
Fabbro y Paradis (1995a) describieron un segundo caso de recuperación afásica
en niños bilingües. La L1 de K.B. era el friulano, el cual había aprendido en su casa, y su
L2 era el italiano, aprendido en la guardería infantil. Cuando tenía 7 años de edad, se
desmayó y perdió la consciencia por un período de, aproximadamente, 30 minutos. Al
despertar, K.B: no podía hablar ni mover sus miembros derechos. El CT scan reveló la
presencia de una lesión cerebral isquémica izquierda en las áreas frontotemporales y en
el ganglio basal. Fue diagnosticada con una afasia expresiva con la comprensión
conservada de ambas lenguas. Sus padres continuaron hablándole en friulano mientras
que en la clínica le hablaban en italiano. Después de dos semanas, K.B. comenzó a
pronunciar algunas partículas bisilábicas en italiano. Un mes después, comenzó a
producir sus primeras, simples y lentas oraciones en italiano (su L2). Luego de dos
meses, fue dada de alta del hospital y, una vez en su casa con su familia hablante de
friulano, rápidamente comenzó a producir palabras y oraciones en friulano.SIn embargo,
por más de un año la paciente continuó siendo telegráfica en ambas lenguas, omitiendo
palabras y teniendo problemas con las flexiones verbales. Dos años después del inicio de
los síntomas afásicos, K.B. estaba clínicamente recuperada en ambas lenguas. Siete
años después del inicio de los síntomas, fue sometida a una precisa evaluación de sus
habilidades lingüísticas en ambas lenguas con el Bilingual Aphasia Test (ver más
adelante). La evaluación lingüística reveló una consistente recuperación en ambas
lenguas. Sin embargo, en la conversación espontánea en su L1, ella seguía omitiendo
palabras. Estos datos sugieren una recuperación paralelo casi completa de ambas
lenguas con la única excepción del persistente y específico problema en la organización
morfosintáctica de las oraciones mientras hablaba en friulano, su L1.

Trastorno específico del lenguaje en niños bilingües

Hasta aquí hemos descripto algunas de las características de las alteraciones del
lenguaje en niño bilingües afásicos. Por supuesto, en dichos casos se asume un
desarrollo lingüístico normal antes del accidente cerebral que origina la afasia. Diferente
son los casos en los que niños expuestos a dos o más lenguas presentan un trastorno
específico del lenguaje (TEL), es decir, un desorden del desarrollo caracterizado por un
retraso en el lenguaje que poseen un desarrollo psicológico, intelectual y cognitivo normal
(para más detalles de este trastorno, véase Leonard & Weber-Fox, volumen 2, capítulo 40
y Schwartz & Shafer, volumen 2, capitulo 41). A menudo, la condición bilingüe es
considerada en estos niños como uno de los factores determinantes de la alteración. Sin
embargo, en un influyente artículo, Lebrun y Hasquin (1971) muestran claramente que las
alteraciones del lenguaje en niños bilingües son independientes de dicha condición.
En un niño bilingüe con TEL, ambas lenguas pueden estar alteradas al mismo
tiempo y de la misma manera. De manera alternativa, la alteración podría afectar
solamente a una de las lenguas a las cuales el niño estuvo expuesto. Hasta donde el
autor conoce, solo algunos estudios han tratado de encontrar una respuesta a este asunto
(cf. Fabbro, 200; Paradis, Crago, Genesee & Rice, 2003). Por ejemplo, Paradis y cols.
(2003) han estudiado el uso de los morfemas gramaticales en tareas de producción en
tres grupos de niños diagnosticados con TEL: hablantes de inglés monolingües, hablantes
de francés monolingües y hablantes bilingües francés-inglés. El análisis se focalizó en el
uso de morfemas flexivos temporales y no temporales. Los tres grupos produjeron más
errores al usar morfemas que poseen información sobre el tiempo verbal, comparados
con otros morfemas flexivos. Es importante destacar que todos los niños mostraron
niveles similares de precisión en el uso de estos morfemas. De hecho, dado que los niños
bilingües con TEL no difieren significativamente de los niños monolingües con TEL, puede
sostenerse la hipótesis de que el bilingïsmo no empeora la adquisición del lenguaje en un
contexto de alteración.
En general, los datos disponibles sugieren que el TEL tiende a impactar de manera
similar en todas las lenguas a las que el niño es expuesto. A continuación expondremos
datos preliminares de un grupo de nueve niños bilingües con TEL (L1: friulano, L2:
italiano) de entre 6 y 13 años de edad. La evaluación lingüística se llevó a cabo utilizando
una serie de pruebas que evalúan la comprensión semántica (British Picture Vocabulary
Scale, BPVS; DeAgostini et al., 1998), la comprensión sintáctica y morfosintáctica (Token
Test; Test di Comprensione Grammaticale nei Bambini, TCGB; Chilosi & Cipriani, 1995),
repetición de oraciones, fluencia semántica (Fabbro, 1999a) y descripción de dibujos
(Marini et al., 2008).
Tabla 36.1. Puntajes obtenido de la evaluación lingüística de nueve niños bilingës con TEL en sus dos
lenguas. CI: coeficiente intelectual: V=verbal, R=rendimiento, BPVS: British Picture Vocabulary Scale; TCGB:
Test di Comprensione Grammaticale nei Bambini; RO: repetición de oraciones; FS: fluencia semántica. Un
asterisco (*) indica si el rendimiento de una lengua está por debajo de 1 desvío estándar respecto de las
normas. Dos asteriscos (**) indican si el rendimiento está por debajo de 2 desvíos estándar. Tabla modificada
de Fabbro y Marini (2010).

Sujeto Sex Age Languages IQ BPVS Token TCGB SentR SemFl


1 M 6 L1 = Friulian V = 80 20 17 2 15** 10*
L2 = Italian P = 103 20 17.5 4 17* 15
2 F 7 L1 = Friulian V = 65 21 17* 9** 3.5** 27
L2 = Italian P = 77 24 17* 11** 3.5** 17
3 M 8 L1 = Friulian V = 82 23 16.5* 6** 3** 6**
L2 = Italian P = 98 20 18* 6** 9** 14*
4 M 10 L1 = Friulian V = 75 27 20 1.5 10** 31
L2 = Italian P = 98 25 20.5 1 11** 28
5 M 11 L1 = Friulian V = 55 23 18.5* 7** 4** 12**
L2 = Italian P = 83 21* 18** 10** 7.5** 25*
6 M 11 L1 = Friulian V = 55 30 20 1 13 37
L2 = Italian P = 93 30 19* 3.5 12.5 23*
7 F 12 L1 = Friulian V = 61 28 17.5** 5** 8** 21*
L2 = Italian P = 83 27 17** 4** 9.5** 20*
8 F 13 L1 = Friulian V = 59 27 19.5 0 7.5** 19*
L2 = Italian P = 110 26 20 0.5 10** 19*
9 M 13 L1 = Friulian V = 101 30 20.5 0.5 10** 30
L2 = Italian P = 95 30 20.5 1.5 12.5 27

La tabla 36.1 muestra el puntaje de cada una de las pruebas en casa uno de los sujetos.
La tabla 36.2 refleja el puntaje obtenido analizando el habla conectada producida en la
prueba de denominación de dibujos (para una descripción detallada de este prueba,
véase Marini, Boewe, Caltagirone & Carlomagno, 2005; Marini et al., 2008). Estos datos
sugieren que casi todos los niños bilingües con TEL incluídos en el estudio poseen
alteraciones similares en ambas lenguas. Esto sustenta la hipótesis de la disfunción
paralela de las lenguas a las cuales los niños con TEL son expuestos y arroja información
que debilita la perspectiva alternativa del deterioro selectivo de una de las lenguas.

Tabla 36.2. Medias (desviaciones estándar) y nivel de significatividad de los puntajes obtenido con el análisis
del habla conectada en la prueba de descripción de dibujos de los nueve niños bilingües con TEL en su L1 y
L2. MLE=Media de la longitud del enunciado. Tabla modificada de Fabbro y Marini (2010).
Measure Friulian (L1) Italian (L2) p-
l l
Palabras 85.1 (32.8) 74.2 (21.2) n.s.
LME 9.3 (1.7) 8.7 (1.2) n.s.
Tipos 21.9 (5.4) 22.9 (5.8) n.s.
%Parafasias fonológicas 0.5 (0.9) 0.7 (1) n.s.
% Parafasias semánticas 0.3 (0.6) 0 (0) n.s.
% Omisiónde palabras de contenido 0.6 (0.8) 0.1 (0.3) n.s.
% Omisión de palabras funcionales 2.7 (2.3) 0.5 (1.7) p<
% Sust. de palabras de contenido 3.6 (6.2) 1.3 (2.2) n.s.
% Sust. de palabras funcionales 3 (2.8) 2.2 (3) n.s.

En resumen, los hallazgos descriptos en los últimos dos apartados proveen evidencia de
que el TEL y la afasia en niños bilingües implican una alteración en ambas lenguas. Sin
embargo, es importante destacar que los patrones pueden diferir entre las lenguas debido
a la variabilidad interindividuo que puede darse debido a factores como la edad de
adquisición y el nivel de exposición a estas lenguas.

Bilingüismo y esquizofrenia

La alteración del lenguaje es una de los principales características clínicas


diagnosticadas en esquizofrenia (Covington et al., 2005; Marini et al., 2008). De hecho, las
anomalías en las funciones lingüísticas han sido reportadas en esquizofénicos de manera
constante (Kuperberg, Deckersbach, Holt, Goff & West, 2007). Aunque normales en
cuanto a los niveles de segmentación fonológica (Chaika, 1974) y la organización
morfológica (Chaika, 1990), el habla de las personas con esquizofrenia está caracterizada
por una entonación aplanada (Cutting, 1985), dificultades para encontrar las palabras
(McKenna, 1994) y una baja complejidad sintáctica (Thomas, King, Fraser & Kendell,
1990). Además, el habla de estos pacientes es caracterizada como desordenada, llena de
información irrelevante y de descarrilamientos (Andreasen, 1979). Dicho discurso errático
puede ser relacionado con la incapacidad para usar las reglas pragmáticas y/o con un
défcit cognitivo general que envuelve factores como la atención (Neuchterlein, Asarnow &
Subotnik, 2002) y/o la planificación de la acción, el orden, la secuenciación (Docherty,
Strauss, Dinzeo & St-Hilaire, 2006), los cuales son cruciales para un procesamiento eficaz
del discurso. Los pacientes esquizofrénicos pueden mostrar síntomas positivos y/o
negativos. Los síntomas positivos incluyen delirios, desorganización conceptual y
alucinaciones, mientras que los síntomas negativos incluyen embotamiento afectivo,
apatía y anhedonia.
Los individuos políglotas con esquizofrenia pueden mostrar diferentes
desempeños en las lenguas que dominan. Por ejemplo, algunos pueden volverse menos
fluentes en una lengua y preservar su fluencia normal en la otra u otras (Hughes, 1981).
El déficit selectivo puede afectar también al procesamiento gramatical, tal como sucede
en los casos de agramaticalidad selectiva en una de las lenguas acompañada de una
conservada competencia gramatical en la otra u otras que han sido reportados (Javier,
1989; Matulis, 1977). Además, los síntomas psicóticos pueden ser expresados
diferencialmente a través de las lenguas en hablantes bilingües (Schoeman, Chiliza,
Emsley & Southwood, 2008; para una revisión detallada de este argumento véase
Paradis, 2008).
Tal vez el primer caso reportado del comportamiento comunicativo de un individuo
psicótico bilingüe fue provisto por Bruce (1895, citado en Paradis, 2008). Resulta
interesante destacar que el paciente mostró síntomas que en la literatura de la afasia
podrían ser descriptos en términos de antagonismo alternante. Cuando el paciente
manifestó síntomas positivos (por ejemplo, estaba inquieto y muy hablador), no era capaz
de usar el galés (L1) pero podía hablar y comprender inglés (L2). EN oposición,
solamente podía acceder a su L1 cuando mostraba síntomas negativos (por ejemplo,
estaba apático, indiferente y desconfiado). Más interesante resulta que cuando se
encontraba en la etapa del inglés podía recordar claramente cosas que había vivido en
períodos anteriores de inglés, pero su memoria estaba en blanco para cualquier cosa que
le hubiera ocurrido durante la etapa del galés.
Hallazgos similares fueron reportados en otras investigaciones. Por ejemplo, en un
estudio poblacional de 30 pacientes esquizofrénicos bilingües de buen rendimiento y muy
fluentes, Hemphill (1971) demostró que, durante la entrevista clínica, cuando utilizaban su
L2, los pacientes se mostraban tranquilos y no revelaban signos psicóticos que, sin
embargo, aparecían al momento de usar su lengua materna. Recientemente, Schoemann
y cols. (2008) publicaron el caso de un bilingüe de 27 años de edad que hablaba afrikáans
(L1) e inglés (L2). Había aprendido inglés a los 13 años de edad. Lo interesante es que
mientras hablaba en su L2, no mostraba síntomas relevantes y su lengua era descripta
como coherente y apacible. Sin embargo, cuando utilizaba su L1 revelaba serios síntomas
psicóticos, incluyendo producción de neologismos, discurso tangencial, descarrilamientos
y alucinaciones auditivas. En cuanto a las alucinaciones auditivas, cabe preguntarse en
qué lengua el paciente puede “escuchar voces”. Desafortunadamente, en esto también los
datos están lejos de ser claros. Algunos estudios reportaron que las alucinaciones
auditivas en estos individuos ocurren solamente en su L1 independientemente de qué
lengua el paciente use habitualmente (Hemphill, 1971). Otros estudios muestran el patrón
contrario, en donde las alucinaciones auditivas solamente se dan en la L2 del paciente
(Malo Ocejo, Medrano Albeniz & Uriarte Uriarte, 1991) y, en algunos casos, incluso en
más de una lengua (de Zulueta et al., 2001).
En general, las pocas investigaciones que focalizan en el estudio del
procesamiento y la selección del lenguaje en hablantes bilingües con esquizofrenia
parecen sostener la noción de que las lenguas son procesadas en redes neuronales
diferentes y que pueden ser selectivamente alteradas. Además, la evidencia disponible
sugiere que los síntomas psicóticos son más severos en la L1 en comparación con L2 y
esto podría ser explicado en términos de la valencia emocional diferencial a través de las
lenguas dominadas por un individuo determinado, con una estructura emocional más
fortalecida en en su L1 que en su L2, lo cual hace que la lengua materna sea más
propensa a mostrar síntomas psiquiátricos (Schoeman et al., 2008).

Bilingüismo y desórdenes neurodegenerativos progresivos


Las alteraciones en el lenguaje de los pacientes con diferentes tipos de
desórdenes neurodegenerativos progresivos, como ser Alzheimer, Huntington o
Parkinson, ofrecen fuerte evidencia al argumento de que los sistemas de memoria
implícito y explícito están involucrados de manera diferencial en los diversos niveles de
procesamiento de lenguaje en L1 o L2.
La enfermedad de Alzheimer (EA) es un desorden neurodegenerativo progresivo
caracterizado por un deterioro cognitivo continuo que convierte a los pacientes en sujetos
completamente dependientes para todas las actividades de la vida cotidiana. En el nivel
neuropatológico, la EA está caracterizada por una atrofia neuronal debido a la pérdida de
neurona y sinapsis en las estructuras corticales y subcorticales y por la presencia de
placas en el cerebro. En la etapa inicial de la enfermedad, es afectada la memoria
semántica, lo cual se ve reflejado en el lenguaje. De hecho, los pacientes con EA
muestran grandes dificultades semánticas, mientras que la fonología y la sintaxis se
mantienen generalmente conservadas hasta que se llega a las etapas avanzadas del
deterioro (Bayles, Tomoeda & Trosset, 1993). Por ejemplo, los paciente con EA muestran
desórdenes en la producción y recuperación de palabras con contenido semántico en
lugar de dificultades con las reglas fonémicas, por ejemplo en pruebas de fluencia verbal
semántica versus fluencia verbal fonológica (Salvatierra, Rosselli, Acevedo & Duara,
2007).
Los déficits semánticos pueden evidenciarse en todas las lenguas habladas por los
pacientes bilingües con EA (De Picciotto & Friedland, 2001; Salvatierra et al., 2007) o
pueden afectar selectivamente las diferentes lenguas. Por ejemplo, Mendez y cols. (2004)
describieron dos pacientes bilingües con demencia semántica que eran capaces de
comprender palabras en una de las lenguas pero no en la otra, lo cual sugiere que el
acceso a la memoria de la L1 y la L2 las palabras están segregadas y pueden ser
alteradas selectivamente (véase también Paradis, 2008). Los déficits pragmáticos también
aparecen en pacientes con EA ya que algunos muestran dificultades en elegir la lengua
apropiada de acuerdo con el interlocutor e incluso mezclan la L1 y la L2 (Frieddland &
Miller, 1999). Cabe destacar que la selección inapropiada de la lengua afecta a la
competencia lingüística general del paciente y también que la mezcla de lenguas parece
ser más consistente con intrusiones de enunciados en la L1 en el discurso de la L2
(Frieddland & Miller, 1999). Esto, además, confirma que, en individuos bilingües, la L2
está representada principalmente por sistemas de memoria semántica explícita, los cuales
se ven más afectados en la EA (Paradis, 2008).
Por otra parte, la enfermedad de Huntington (EH) y la enfermedad de Parkinson
(EP) son desórdenes degenerativos que afectan principalmente el ganglio basal. Han sido
descriptos casos de pacientes con EP en los cuales la memoria explícita o la memoria de
trabajo estaban intactas, mientras que su capacidad de aprender procedimientos había
sido dañada (Saint-Cyr, Taylor & Lang, 1988). Tanto los pacientes con EH como los
pacientes con EP presentan un lenguaje simplificado en el nivel gramatical, así como
déficits en la comprensión sintáctica (Murray, 2000).
A pesar de que, hasta donde sabemos, ningún estudio hasta el momento ha
comparado los déficits en la L1 y la L2 de pacientes bilingües con EH, una reciente
investigación (Zanini et al., 2004) demostró que los pacientes con EP poseen déficits en el
procesamiento sintáctico de su L1, en comparación con su L2. Siguiendo el modelo
declarativo/procedural (Paradis, 1994; 2004; Ullman, 2001; 2004), la investigación mostró
que los pacientes con EP están afectados especialmente en el acceso implícito,
procedural del conocimiento gramatical de su L1. En la misma línea, un estudio de caso
único (Yazawa, Kawasaki & Ohi, 2003) de un paciente bilingüe japonés-inglés con EP
presentaba una severa micrografía en la escritura de su lengua materna, la cual
probablemente fuera más automática, en comparación con la escritura en inglés. Estos
datos en EP sugieren que el ganglio basal cumple un rol fundamental en la adquisición y
el posterior procesamiento de la L1 y, en cuanto al conocimiento gramatical en particular
de la L1, esto también viene a corroborar la perspectiva de que la memoria procedural es
un componente relevante de la representación de la gramática de la L1 (Paradis, 2004).

La evaluación de las alteraciones lingüísticas en individuos bilingües

Un problema importante al abordar los resultados de las investigaciones


esbozadas hasta el momento yace en el hecho de que no siempre son provistas
descripciones precisas de los síntomas y, sobre todo, que el rendimiento descripto de los
pacientes no es siempre exacto desde un punto de vista interlingüístico. De hecho, una
evaluación sistemática de todas las lenguas dominadas por el paciente es un prerrequisito
esencial tanto para los procedimientos clínicos (diagnóstico, programa de rehabilitación,
evaluación del progreso en la recuperación, etc.) como para la investigación
neurolingüística en bilingüismo (Fabbro, 2001a). Con este propósito, Michel Paradis y
colaboradores (Paradis & Libben, 1987) desarrollaron una herramienta de evaluación muy
útil: Bilingual Aphasia Test (BAT). Es una batería arituclada de pruebas lingüísticas
conformada por tres partes.
La parte A está dedicada a la evaluación de la historia del paciente bilingüe, y
comprende preguntas como cuántas y qué lenguas domina el paciente en diferentes
contextos (en su casa, en el trabajo, con amigos, etc.) y cómo las adquirió (a qué edad,
dónde, etc.). Esta etapa es extremadamente útil ya que nos permite delinear una imagen
completa de la historia del paciente. Esta información nos ayuda a tener en cuenta, al
menos, algunos de los factores que cumplen un rol importante en el desarrollo y la
funcionalidad de la competencia bilingüe.
La parte B ha sido diseñada para proveer información acerca de las habilidades
lingüísticas del paciente (por ejemplo, fonología, morfología, sintaxis, semántica, discurso,
etc.) en las diferentes lenguas que dominaba antes del accidente cerebral. Esto significa
que, por ejemplo, a un paciente que domina el italiano y el inglés, la parte A le será
administrada solo una vez y la parte B involucra distintos tipos de evaluaciones en ambas
lenguas, lo cual permite obtener puntajes comparables entre las lenguas. La tercera
sección de la BAT, la parte C, está dedicada a evaluar las habilidades de traducción y a
detectar interferencias en cada par de lenguas. La BAT está disponible en 65 idiomas
(parte B) y en 160 pares de idiomas (parte C).

Conclusión
En este capítulo hemos delineado en términos muy generales algunos de los
tópicos principales respecto de la clínica neurolingüística del bilingüismo. Como hemos
mostrado, se trata de un fenómeno que abarca muchos aspectos. Es más, los desórdenes
que afectan la competencia bilingüe pueden ser encontrados en adultos y en niños de
diferentes etiologías.
Los estudios en neuroimágenes han demostrado que las lenguas dominadas por un
hablante bilingüe poseen una organización neurofuncional compleja basada en la
interconexión entre circuitos neuronales específicos y no específicos. Es más, existe
evidencia consistente que sugiere que el patrón exacto de tal organización depende de
diversos factores como la edad de adquisición, el nivel de competencia, la modalidad de
adquisición y el nivel de exposición.
Cuando nos detenemos en los pacientes bilingües, descubrimos que todavía
queda mucho por hacer para desaunar el problema de la evaluación y la rehabilitación en
hablantes bilingües. En este capítulo ha quedado demostrado que los pacientes bilingües
de diversas etiologías y edades pueden presentar patrones diferentes de alteración y/o de
recuperación de sus lenguas. Esto puede implicar a adultos afásicos, a niños afásicos, a
personas con trastornos específicos del lenguaje, a personas con enfermedades
neuropsiquiátricas y a personas con desórdenes neurodegenerativos. Una reflexión
acerca de las características lingüísticas mostradas por estos pacientes conduce a
algunas implicaciones clínicas importantes. Primero, que es esencial una evaluación
sistemática de los desórdenes lingüísticos en todas las lenguas del paciente. Esto afecta
a todos los pacientes bilingües y se torna de particular importancia en los casos de los
pacientes bilingües con esquizofrenia, quienes presentan síntomas psicóticos solamente
cuando están utilizando una de las lenguas y no mientras usan la otra o las otras. Esta
observación nos conduce a la conclusión de que los médicos clínicos podrían no observar
los síntomas psicóticos si los entrevistan solamente en una de las lenguas. Es más, la
posibilidad de un efecto positivo del cambio de idioma en la regulación de los síntomas
psicóticos en estos individuos permanece abierto. Segundo, la evaluación de las
habilidades lingüísticas de los pacientes antes y después de la rehabilitación con un test
equivalente en ambas lenguas puede ayudar a delinear protocolos de rehabilitación
adecuados y así poder controlar sus éxitos y fracasos. De hecho, un problema más
importante en abordar las investigaciones en pacientes bilingües publicadas yace en el
hecho de que no siempre es provista una descripción precisa de los síntomas, es más, el
rendimiento de los pacientes no siempre es descripto con precisión desde un punto de
vista interlingüístico. Ciertamente, una evaluación sistemática de todas las lenguas que el
paciente domina es una prerrequisito esencial tanto para los procedimientos clínicos
(diagnóstico, programas de rehabilitación, evaluaciones del progreso de la recuperación,
etc.) como para las investigaciones neurolingüísticas. Para este propósito, uan
herramienta muy útil es la BAT (Paradis & Libben, 1987). Una cuestión final se refiere a la
elección de la lengua que se utilizará en la rehabilitación. ¿Debemos rehabilitar a los
individuos bilingües solamente en una de las lenguas o debemos considerar también a las
demás? ¿La rehabilitación en una de las lenguas producirá efectos beneficiosos en la otra
u otras lenguas? Desafortunadamente, las investigaciones en rehabilitación del lenguaje
en pacientes bilingües se encuentran aún en etapas tempranas, junto con muchos
estudios que analizan selectivamente casos individuales y carecen de una apropiada
evaluación pre y post-rehabilitación de los desórdenes del lenguaje. Por lo tanto, hasta la
fecha no es posible proporcionar una respuesta clara para estos importantes
interrogantes. Sin embargo, en la actualidad, la identificación de la o las lenguas para
rehabilitar puede estar basada en dos parámetros: (1) una evaluación sistemática del
déficit lingüístico del paciente a través de la BAT en las lenguas que el paciente dominaba
antes del accidente cerebral; y (2) una entrevista con el paciente y sus parientes con el
objetivo de obtener información relevante sobre las lenguas que el paciente conoce, el
contexto y las maneras de uso. Esto, por supuesto, debe ser el propósito de estudios
posteriores.

Traducción realizada por la Lic. Micaela Difalcis para uso exclusivo de los alumnos de
Psicolingüística II. Facultad de Filosofia y Letras. Universidad de Buenos Aires.

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