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PREFACIO
PUBLICADO LA PRIMERA VEZ
EN 1943, POR ZONDERVAN
PUBLISHING HOUSE
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de Laodicea y que ella se despierte para el puro hecho de que
cualquier victoria y cualquier salvación que sea eterna vendrá, pero,
“no por fuerza (por el hombre) ni por violencia, sino por Mi Espíritu,
dice el Señor de los ejércitos”.
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el llanto que todos intentaban reprimir se esparció por la sala. Los
pecados estaban siendo confesados abiertamente; pedidos de perdón
eran hechos unos a los otros por impaciencias y faltas de respeto y
muchos otros pecados. Ya era muy tarde cuando terminó el culto.
Pero, todos habían sentido que el Espíritu Santo nos había visitado
aquella vez, limpiando nuestro medio como refinando el oro por el
fuego.
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acontecían en Japón y en China, las nuestras excedían en mucho a
cualquiera de esos países y, por esa razón, habíamos concluido que
Dios no tendría mayores bendiciones para nosotros que aquellas que
ya habíamos obtenido.
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Durante esa época, el Sr. Swallen, juntamente con el S. Blair,
visitaron uno de los campos misioneros. Condujeron el culto de la
manera de siempre, sin nada de diferente. Todos comenzaron a llorar
y a llorar sobre sus pecados, confesándolos. El Sr. Swallen dijo que
nunca había presenciado nada tan extraño y anunció un himno con la
esperanza de poner a prueba aquella onda de súbita emotividad
dentro de la audiencia.
Intentó varias veces, pero, fue en vano. Se dio cuenta que otra
Persona por encima de él estaba controlando toda la situación. Fue
entonces que decidió hacerse completamente ‘invisible’ y
desapercibido. En la mañana siguiente, él y el Sr. Blair, salieron de la
ciudad regocijándose en el Señor por las grandes cosas que habían
acontecido en aquella estación misionera. Todos loaron a Dios y
comenzaron a creer que el tiempo próspero de Ping Yang estaba bien
próximo.
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madrugada del Lunes. Pero, aún después de eso, muchos estaban en
la fila esperando una oportunidad de confesar todos sus pecados. Día
tras día, las personas comenzaron a reunirse y todos podían
comprobar que el Purificador estaba allí presente y no dejaba pasar
ninguna iniquidad en blanco.
Él, una vez más, limpiaba su templo. Que cualquier hombre diga lo
que quiera, pero, estas confesiones eran plenamente controladas por
el Espíritu Santo y no eran manipuladas por ningún poder de
persuasión humana. Sólo Dios o el diablo podrían mover a las
personas de aquella forma. Sin embargo, ninguna mente iluminada
podría siquiera pensar que aquella obra no estaba siendo
personalmente dirigida y orientada por el Espíritu Santo al llevar a los
dirigentes máximos de una Iglesia a que confesaran públicamente sus
propios pecados. Y lo mismo podremos afirmar de casi todas las
confesiones de pecado por toda Corea durante aquel año, salvo
algunas excepciones. Aquel pecado principal del líder máximo
perturbaba e impedía a Dios operar mientras permanecía encubierto.
Una mujer, la cual parecía estar pasando por las agonías del infierno
durante algunos días, finalmente confesó, en una reunión, que había
cometido adulterio. El misionero que conducía el culto se quedó
bastante alarmado y con miedo de lo que podría suceder, pues el
esposo de ella estaba allí y sabía que, por la ley Coreana, él podría
matarla de forma legal por adulterio. Sin embargo, el esposo, bañado
en lágrimas, fue y se arrodilló al lado de la esposa y la perdonó con
mucho amor. Como el Señor Jesús se glorificó al decir, también, a
aquella mujer adúltera Coreana, ¡“Ve y ya no peques”!
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Un oficial Japonés estaba acuartelado en Ping Yang por el tiempo del
Avivamiento. Él era un convencido de las ideas agnósticas del mundo
occidental y, por esa razón, todos los asuntos espirituales eran
motivo de desprecio. Pero, las maravillosas transformaciones que
estaban aconteciendo en el mundo a su alrededor, no sólo entre
Coreanos, sino entre los propios Japoneses que ni entendían el
idioma en el cual los mensajes eran dados, lo intrigaban tanto que
resolvió ir a los cultos para enterarse mejor de lo que pasaba. El
resultado fue que Jesús expulsó de él todas sus ideas agnósticas. Se
hizo un fiel seguidor del Señor.
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Al sur de Ping Yang, pasamos por Songdo, la antigua capital de
Corea. En 1907, el Avivamiento había añadido cerca de 500 nuevos
miembros a la iglesia local. Pero, en un solo mes y a través de cultos
especiales, cerca de 2.500 personas habían sido convertidas.
En Tai Ku, la capital de una de las provincias del sur, el Sr. Adams
nos contó cómo él se propuso hacer una campaña de conferencias
durante 10 días, buscando un avivamiento. El Espíritu Santo
descendió sobre ellos el séptimo día y todos fueron avivados. Como
resultado, su iglesia se hizo demasiado pequeña y muchas iglesias
comenzaron a surgir por todos lados. En 1905, aceptaron como
miembros 1976 recién convertidos; en 1906, 3.867 y, en 1907,
6.144. Él dijo: “Existen iglesias esparcidas por la región que ni
conozco y, las cuales, nunca visité. Muchas de ellas nunca fueron
visitadas por ningún evangelista siquiera”.
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¡Después de consultas y discusiones decidieron que todos fueran a su
casa, tomaran un baño y volvieran para reunirse como iglesia! No
tengo ninguna duda de que a Dios le gustó la idea también. Otro
centro misionero al norte de Ping Yang, Shan Chun, fue visitado en
1907. A la verdad, nadie esperaba mucho de un centro misionero tan
joven, pues los misioneros estaban allí establecidos sólo hacía 8 años.
Pero, cuando llegamos allá, ya había 15.348 convertidos. Y, ninguno
era contado como miembro a menos que contribuyera para el soporte
de la iglesia local.
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Era un don tan fácil de ser obtenido como cualquier otro don venido
de Dios. Ellos honraron a Dios pidiendo el Espíritu Santo todos los
días a las 5:00 – no a las 5:00 de la tarde, sino de todas las mañanas
– durante el Otoño y el Invierno de 1906-1907. Honraron a Dios con
seis meses de oración sin cesar. Y fue, entonces, que Dios descendió
sobre ellos, inundándolos con ríos de agua viva. Desde entonces, los
números crecían masivamente. ¿Será que todos nosotros, realmente,
creemos en Dios, el Espíritu Santo? Seamos honestos. ¿Será que
creemos en Él de tal manera que nos levantaríamos de madrugada,
durante seis meses en el frío del Invierno, para hallarlo?
Un celo lleno de fuego para hacer conocer todos los méritos del
Salvador era lo mucho que marcaba a la Iglesia Primitiva. Lo mismo
afirmamos de la Iglesia Coreana. Una vez, fue dicho que los paganos
ya no aguantaban la persecución que los creyentes hacían a sus
almas. Ellos destacaban todas las virtudes del Salvador. Algunos
paganos declararon que venderían todo lo que tenían para ir a vivir a
alguna ciudad donde no hubieran Cristianos y hallar el descanso.
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pecados. Se oían llantos en agonía intensa por todos lados. Poco
tiempo después, la oficina del Rector tenía una enorme fila de
estudiantes bajo convicción de pecado. Las clases no pudieron
iniciarse ese día, ni al día siguiente y, el viernes, aún no había
condiciones para que comenzaran las clases. El viernes en la noche,
los alumnos que pertenecían a la Iglesia Presbiteriana habían
conseguido paz de espíritu, pero, los de la Iglesia Metodista parecían
no conseguirla. En aquella noche, sin embargo, todo quedó aclarado.
Con eso, el pastor se lanzó a los pies de los misioneros y confesó que
el diablo le había llenado todo el corazón con celos y envidia porque
el Avivamiento había comenzado en los Presbiterianos. Uno de los
misioneros me relató que causaba gran temor a todos los que oían
aquellas confesiones de los estudiantes. Hasta los misioneros se
quedaban en temor, pues, parecía que las agonías del infierno habían
sido derramadas sobre ellos. Todos los tipos de pecados imaginables
eran manifiestos y expuestos en la luz. Nadie conseguía escapar a
aquella luz intensa. El Lunes siguiente, todos los estudiantes habían
obtenido su paz con Dios, con los compañeros y con sus profesores.
El año lectivo comenzaba bajo el reino del Espíritu Santo.
Sus esposos sabían de eso, los hijos veían eso, sus nueras no tenían
como no reconocer todo lo que estaba pasando con ellas. Sabemos
que, en el mundo Cristiano Occidental, las suegras consiguen ser
auténticos terrores para sus nueras. Muchas nueras buscan alivio en
el suicidio. Y muchas de las nueras que frecuentaron aquellas clases
de la Palabra, se quedaron igualmente transformadas. Se hicieron
esposas y nueras diligentes y fieles y dejaron de provocar y de ser
mezquinas. Todos los vecinos de ellas, los cuales eran paganos, se
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dieron cuenta claramente de la gran diferencia y del cambio de vida
práctica en ellas y, así, el Señor fue glorificado por ellos también.
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Las lágrimas caían de los ojos de los niños encima de sus libros. Los
misioneros acabaron por ver que los Coreanos se entregaban mucho
a la oración. Para ellos, era común pasar noches enteras orando. Para
muchos, era la cosa más obvia levantarse de madrugada para pasar
el tiempo orando y aliviándose de los pesos de los dolores de parto.
El Sr. Swallen nos dijo, una vez, que él organizó una reunión de
oración en una cierta mañana a las 5:00 de la madrugada. Cuando él
llegó a las 5:00, había sólo 3 personas arrodilladas orando. Se
arrodilló, pensando que las personas aún no habían llegado. Después
de un tiempo, le comunicaron que él se había atrasado, pues, la
reunión había terminado poco antes de él llegar. Pero, algunos de
ellos aún permanecían en oración. Muchas de las personas tuvieron
que caminar mucho para llegar allí y atravesaron la región montañosa
para estar presentes en aquella reunión de oración.
Él dijo que no sabía que había creyentes por allí. Fue a la villa y
encontró muchas personas a la espera de alguien que los bautizara y
otros para ser admitidos como predicadores del evangelio. Él
preguntó si ellos tenían culto doméstico en sus casas. Respondieron
todos que tenían dos cultos domésticos por día. Preguntó cuantas
familias Cristianas había por allí. Respondieron que eran 24. ¡Sólo
había 24 familias en la villa entera! ¡Todos eran creyentes! ¿Se
imagina? ¡Un altar en cada hogar!
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pequeñas por todos lados. ¡Sólo en una de ellas había 70 miembros!
Un estudiante tuvo un mes vacacional y las pasó en un cierto distrito
para evangelizar. Él consiguió 100 almas para el Señor. Otro
estudiante resolvió en su corazón hablar por lo menos con seis
personas por día sobre sus almas. Al final de nueve meses, él había
hablado a 3.000 personas. Los Cristianos medianos del Occidente ni
durante una vida entera hablarían con tantas personas sobre Cristo.
Un cierto año, los Metodistas del sur tenían tal escasez de fondos que
ni las escuelas podían ser construidas en Songdo, donde había cerca
de 150 estudiantes listos para comenzar a estudiar. Yun Chi Ho, un
ex-ministro de educación, se ofreció para dar clases a esos
estudiantes. Los chicos, bajo su liderazgo, levantaron un edificio de
madera y cubrieron el techo con paja y comenzaron sus clases. Ya
hablé de como el Presbítero Keel avivó a los creyentes tibios a través
de las oraciones de madrugada. Una carta dirigida por el pastor, por
esa ocasión, afirmaba que niños de 8 y 9 años de edad, después de
las clases, salían hacia las calles y, con lágrimas en los ojos, tomaban
a las personas en las calles implorando que entregaran sus vidas al
Salvador. Él dijo: “Durante los últimos 3 días, cerca de 400 personas
vinieron a entregarse a Cristo”. Eso fue conseguido a través de la
obra de los niños después de que salían de las clases. Las personas
que los oían se sentían desgarradas en sus corazones a causa de sus
pecados.
Aquel misionero decía: “Cuando nos dimos cuenta que la iglesia era
demasiado pequeña para las necesidades del pueblo, resolvimos
construir una iglesia con capacidad para 1.500 personas. El pueblo
allí presente dio todo el dinero que poseía. Algunos hombres dieron
sus relojes para que sean vendidos, las mujeres entregaron todo tipo
de joyas que poseían. Otros entregaron tierras. Ellos dieron todo lo
que poseían y aún comenzaron a llorar porque ya no tenían para dar.
¡La Iglesia fue construida sin contraer ninguna deuda!”
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había rendido sólo 10 dólares. Entonces, una de las mujeres vendió
una cafetera de bronce que tenía, otra vendió dos y otra vendió unos
palillos de bronce que usaba para comer. En Corea, todos los
utensilios de cocina son hechos en bronce. Después de vendido,
consiguieron los restantes 20 dólares. Ahora que tenían los 30
dólares en la mano, las mujeres compraron el terreno para la Iglesia.
Como es más bendecido dar que recibir, las mujeres aún fueron
bendecidas con una visión de la necesidad de las personas perdidas
en las otras villas vecinas. Decidieron juntar todos los meses 6
dólares para enviar a un evangelista para trabajar en la obra del
Señor en medio de aquel pueblo.
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pueblo Cristiano no hace el mismo uso de su Biblia. Una vez, viajando
en un convoy, leía mi Biblia.
Los Coreanos tienen un proverbio que dice que los más viejos tienen
el derecho de criticar a los más jóvenes y que, si después de la crítica
aún restan argumentos en los más jóvenes, los más jóvenes tienen,
por su parte, derecho de criticar a los más viejos porque no hicieron
bien su trabajo. En los países Cristianos, esos derechos están
adulterados. Los jóvenes critican todo aquello que les apetece. Los
Coreanos admiten y creen que la crítica más antigua está en la Biblia.
Por esa razón, ellos creen que la Biblia debe criticarlos en primer
lugar y, después de eso, nada sobra de la vida de ellos para tener
cómo criticar el Libro de Dios. Yo creo en ese tipo de criticismo.
Nunca es que seamos demasiado criticados por la Biblia dentro de
aquel espíritu Coreano. ¡Si los hombres fueran más humildes en
nuestros seminarios, muchos de los libros de Teología serían
quemados en vez de estudiados, tal y cual hicieron aquellos que
quemaron sus libros de sabiduría y de magia cuando Pablo entró en
Éfeso! Si eso aconteciera, ciertamente que habría un grande
avivamiento en todo el mundo.
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En la villa donde el Sr. Foote descubrió que todas las familias eran
creyentes, él bautizó 25 personas. Él preguntó al primer voluntario si
conocía alguna parte de las Escrituras. Él respondió que sí y comenzó
a recitar. Él habló de memoria más de 100 versículos, unos atrás de
los otros. El Sr. Foote lo paró y preguntó al candidato siguiente,
temiendo que aquel primer candidato hiciera que los otros se
sintieran mal. Para su sorpresa, ¡él descubrió que todos los
candidatos sabían más de 100 versículos! Y eran paganos que
vinieron a Cristo.
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para reclamar sus derechos, pero, a través de la gracia de Dios,
permaneció dulce y fiel como siempre. Él, humildemente, soportó
todos los insultos y continuó predicando a Cristo con un corazón puro
y libre de amargura. ¡El final de la historia fue que su tribu entera fue
convertida a Cristo! Le fue devuelto todo lo que le habían quitado. No
fue preciso recurrir a los tribunales.
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