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Economista francés, figura principal de la escuela fisiócrata. Quesnay, hijo de terrateniente, nació
el 4 de junio, cerca de Paris. Estudio cirugía en la capital francesa y se licencio en medicina en
1744. Profundamente interesado en la economía escribió (1756 - 1757) varios artículos sobre la
materia para la famosa enciclopedia de Denis Diderot. En su " Tableau Economique" (cuadros
económicos, 1758), Quesnay describía lo que él consideraba lo que era la ley natural de la
economía. Quesnay y sus discípulos, los fisiócratas, entre los que destacaba Pierre de Samuel du
Pont de Nemours y Víctor Riqueti, marques de Mirabeu, sostenían que el comercio y la industria
no eran productivos, y que tan solo la agricultura podía generar riqueza. Defendían que había que
dejar actuar la ley económica natural sin ningún tipo de intervención, siendo los precursores de la
doctrina del " laissez - faire "(doctrina de no intervención).
Hijo de un banquero judío que emigró de Holanda a Inglaterra, fue, ante todo y
a plenitud, un inglés de su tiempo. Y no solo por su conversión al cuaquerismo
en el momento de su matrimonio, sino por su profunda compenetración con la
realidad inglesa de inicios del nuevo siglo.
Su padre, el economista James Mill, lo preparo para sabio. John Stuart Mill
(1806 - 1873). A los trece años ya discutía teorías económicas con su padre. Con
ese precoz desarrollo intelectual, percibió las fallas del sistema, puestas en
evidencia por los socialistas utópicos y otros pensadores. Su libro capital, "
Principios de economía Política ", apareció en 1848, el mismo año del "
Manifiesto Comunista" de Marx y Engels. No opino Mill que el capitalismo debía
conducir a un callejón sin salida, sino que le pareció más lógico proceder a una
puesta al día de la teoría económica. De partida, desahucio la idea de que la
distribución de la riqueza estuviera regulada por una ley natural inmutable. Por
el contrario, sostuvo Mill depende de las leyes y costumbres sociales. Las
normas determinantes son configuradas por las opiniones y sentimientos del
sector gobernante de la comunidad. Son diferentes en distintas épocas y países.
Mill dio función productiva incluso al consumo: buen dieta ayuda al productor;
una buena educación al pensador. Distinguió entre el capital, necesario para la
producción, y el capitalista. Sobre el problema de la explotación decía: El capital
no necesariamente ha de ser suministrado por una persona llamada capitalista"
Mill no pretendía justificar un orden injusto. Mill se preocupo de la distribución
de la riqueza y sostuvo que la propiedad privada surgió en las sociedades
primitivas como una manera de resolver disputas sobre el uso de tierras
privilegiadas, considerando con mayor derecho al primer ocupante, esta
ocupación podía no ser moralmente legitima ni llevar involucrado el desarrollo
de ningún trabajo productivo. Mill rechaza la tesis de que le mero progreso
material sea deseable como meta final y, como ejemplo de los males que esa
perversión del espíritu humano puede producir, cita el caso de los estados del
centro y norte de los Estados Unidos, donde "la vida de la totalidad de uno de
los sexos esta dedicada a la caza del dólar, y la otra a engendrar a los cazadores
del dólar."
Sus esfuerzos por divulgar sus ideas, mediante correspondencia con un gran
número de prestigiosos economistas de todo el mundo, fueron poco fructíferas.
En su tiempo fue muy poco valorado.
En la década de los años treinta los países de occidente sufrieron la más grave
crisis económica conocida hasta la fecha: la Gran Depresión. El marginalismo no
estaba capacitado para explicar ese fenómeno. En 1936 J.M. Keynes publica su
"Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero", el libro que, sin duda
alguna, ha influido de forma más profunda en la forma de vida de las sociedades
industriales tras la segunda Guerra Mundial. Las decisiones de ahorro las toman
unos individuos en función de sus ingresos mientras que las decisiones de
inversión las toman los empresarios en función de sus expectativas. No hay
ninguna razón por la que ahorro e inversión deban coincidir. Cuando las
expectativas de los empresarios son favorables, grandes volúmenes de inversión
provocan una fase expansiva. Cuando las expectativas son desfavorables la
contracción de la demanda puede provocar una depresión. El Estado puede
impedir la caída de la demanda aumentando sus propios gastos.