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Pilar Martin-Lobo
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0. INTRODUCCIÓN
¿Pueden la neurociencia y la neuropsicología cambiar la educación? Existe un
resurgimiento global de neurociencia educacional. Los avances recientes en el campo de
la neurociencia han aumentado significativamente su relevancia para la educación. Las
tecnologías de imagenología permiten la observación del cerebro en funcionamiento, lo
que ha significado una comprensión de las funciones perceptuales, cognitivas y
emocionales, que tienen consecuencias para la educación.
Informe de la OCDE. Introducción. 2007, p. 31.
“Understanding the Brain: The Birth of a Learning Science”.
1
1.1. Intervención Neuropsicológica
La neuropsicología escolar y educativa se aplica en el ámbito escolar para evaluar,
diagnosticar y aplicar programas de intervención; en la actualidad existen
procedimientos nuevos de evaluación e intervención neuropsicológica infantil del
modelo conceptual de Luria que podemos conocer mejor a través de los estudios de
neuroimagen de los procesos del cerebro en desarrollo (Manga y Ramos, 2011). El
modelo de procesamiento de la información de Luria es un referente clave al
plantear los programas de intervención que se pueden aplicar.
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Orientaciones para diseñar y aplicar los Programas Neuropsicológicos
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Además, hay un desarrollo funcional progresivo de las áreas primarias a las
secundarias y de éstas a las áreas terciarias. Por ejemplo, la aplicación de
metodologías con apoyo visual, auditivo, táctil y manipulativo facilitarán la
comprensión de conceptos complejos y abstractos.
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Para llevar a cabo la aplicación de los programas neuropsicológicos en el ámbito
educativo, se requiere formación de los profesionales de la psicología y de los
profesores; ya en la década de 1980, e incluso antes, se invitaba a la aplicación de
programas neuropsicológicos en los centros educativos (D’Amato, Fletcher-Janzen
y Reynolds, 2005). La neuropsicología aporta conocimientos científicos y métodos
para comprender una comprensión más profunda y significativa de la cognición, la
motivación y el aprendizaje de los estudiantes (Murphy y Benton, 2010) y aporta
nuevas vías de conocimiento de los alumnos y métodos y programas para los
psicólogos de la educación y para los profesores de las diferentes etapas educativas
y de las diversas áreas curriculares que trabajan con los alumnos; además, la
neuropsicología escolar representa una oportunidad para los psicólogos clínicos, los
neuropsicólogos y para la propia educación (Cleary y Scott, 2011).
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• Eje y plano horizontal (etapa del suelo), de los 6 a los 18 meses.
• Eje y plano vertical medio (bipedestación), de los 18 a los 24 meses.
Inicio de la monopedestación: de los 24 a los 36 meses.
Fases de desarrollo
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En estas edades es importante enseñar al niño a frenar sus impulsos, a ser dueño de
sus reacciones y a madurar un Sistema nervioso equilibrado, capaz de regular
correctamente las capacidades de excitación e inhibición (Ferré y Ferré, 2013, p. 213).
Los aspectos más importantes son el desarrollo del lenguaje y la capacidad gráfica,
el perfeccionamiento del movimiento y las emociones y los afectos van
desarrollando el sistema límbico.
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1.3. Neurodesarrollo de 7 a 11 años y programas de intervención
Coordinación oculo-manual
Manipulación
Gateo contralateral
Deambulación contralateral
Carrera.
Volteo en el suelo
Reptado circular
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Como consecuencia, elaboran esquemas de organización espacial y
temporal.
A los 7 y 8 años
A los 9 y 10 años
Después de los ocho años se van asentando las estructuras del pensamiento y se han
adquirido las técnicas instrumentales básicas para el aprendizaje.
Es clave la detección de posibles dificultades lectoras, de escritura y de cálculo, así
como realizar diagnósticos e intervenir de forma eficiente, sin esperar más tiempo.
9
Los prerrequisitos para el aprendizaje deben estar asimilados y automatizados para
abordar procesos más complejos y adquirir habilidades superiores que les
facilitarán el aprendizaje posterior.
Es conveniente centrarse en la lectura de comprensión, el desarrollo matemático
(cálculo operativo y razonamiento), habilidades de aprender a pensar, habilidades
creativas y la formación artística.
Leen para comprender y descubre el placer de la lectura de libros de aventuras,
biografías y otras muchas.
Utilizan los conocimientos de la memoria y elaboran los significados.
Se van afianzando todos los aspectos considerados en el apartado anterior.
A los 11 y 12 años
Habilidades neuropsicológicas
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Habilidades relacionadas con la integración auditiva: discriminación e
identificación de sonidos, estructuras rítmicas y audiometrías correctas de
cada uno de los oídos.
Los últimos datos del Ministerio de Educación y Cultura apuntan a unos datos que
doblan la media de abandono escolar de la Unión Europea: en el año 2013 el 23,5 %
de los adolescentes de nuestro país abandonaron sus estudios al finalizar la
Educación Secundaria o sin haberse graduado, dato que creció en 2014, alcanzando
el 24,9% de los estudiantes.
Pero el fracaso escolar va más allá del abandono escolar. De hecho, el abandono
escolar es el último y más dramático paso del fracaso escolar. También representan
formas de fracaso escolar las bajas calificaciones académicas, bajas expectativas
académicas, tempranas repeticiones de curso, no alcanzar las metas normales para
su inteligencia, problemas de indisciplina, etc. (IVEI, 2007).
Los pasos que se están dando en esta innovación docente abogan por incluir las
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) (Onrubia, 2011) o nuevas
metodologías docentes activas centradas en el alumno como el aprendizaje
cooperativo (Navarro, 2008; Pujolás y Lago, 2011), el aprendizaje creativo y
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significativo (Navarro, 2008), y desde hace tiempo la educación basada en el
conocimiento de las bases neuropsicológicas que rigen el aprendizaje (Chalvin,
1995).
Aumento de la mielinización
La mielinización es un proceso por medio del cual el axón en desarrollo llega a estar
enrollado en una hoja de la glía (Mancini y Chabrol, 2015). La glía es un conjunto de
células que dan soporte a la estructura del cerebro y sus funciones son la
modulación de la velocidad de propagación del impulso nervioso y control de
captación de neurotransmisores. En este periodo de tiempo aumenta la
mielinización y en consecuencia mejora la velocidad de la transmisión de la
información a través de las neuronas, incidiendo positivamente en el aprendizaje
(OECD Informe 2007: La comprensión del cerebro, p. 416.).
Cambios de sustancia gris y sustancia blanca.
Los cuerpos de las células y las dendritas de las neuronas forman la materia gris del
cerebro y los axones mielinizados de las neuronas forman la sustancia blanca del
cerebro. Hasta pasada la pubertad se dan cambios estructurales en el cerebro
relacionados con estos procesos.
Según las tonalidades de las neuronas hay partes del sistema nervioso central que
son de color gris o de color blanco (Rains, 2002, p. 51 y 52) y los estudios actuales
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que se pueden realizar mediante la toma de imágenes del cerebro por resonancia
magnética, han mostrado que los adolescentes experimentan cambios cerebrales en
la sustancia gris y en la sustancia blanca hasta bien pasada la pubertad (Giedd,
2004). Al comienzo de la pubertad, se incrementa la sustancia gris y se da un
aumento de la densidad de las sinapsis por mayor utilización y fortalecimiento y las
que menos se utilizan se eliminan por poda sináptica.
La glándula pineal
Los cambios cerebrales que se dan en este periodo en el lóbulo frontal está
relacionado con el desarrollo de las funciones ejecutivas y sus conexiones con otras
áreas cerebrales (Holland y cols, 2001). La corteza prefrontal, responsable de importantes
funciones ejecutivas, como la cognición a nivel elevado, es la última parte del cerebro en ser
podada.
Los niveles superiores del cerebro se activan y dominan si los diferentes niveles inferiores actúan
eficientemente. Por ese motivo, es necesario trabajar en primer lugar los factores
neuropsicológicos y, a continuación, las habilidades y estrategias de pensamiento.
Los puntos clave para aprender y enseñar a pensar es el dominio de los procesos de
metacognición, de habilidades y de los procedimientos:
- El razonamiento.
- El pensamiento crítico.
- La creatividad.
- La elaboración de las respuestas de forma eficaz.
Casos de bloqueos que no permiten actuar a los niveles superiores: por ejemplo, reflejos
activados que debían estar inhibidos.
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Falta de desarrollo y de integración sensorial que incide en la falta de atención y en un
inicio incompleto del procesamiento de la información.
Dificultades para activar las áreas asociativas secundarias y terciarias y el
procesamiento de la información en procesos complejos del pensamiento.
Si no está bien establecida la lateralización, como consecuencia de los niveles inferiores,
no se realizan de forma eficiente las funciones de pensamiento. Hay mayor lentitud en
las tareas y menor comprensión.
Errores en la codificación del lenguaje que entorpece el pensamiento, la reflexión y la
estructura del pensamiento.
Los programas se deben aplicar con secuencias establecidas adecuadamente, ritmo, regularidad
y partiendo de los niveles inferiores para desarrollarlos con eficacia y se puedan realizar las
habilidades superiores del pensamiento.
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pensar y regulación del comportamiento. Es necesario aplicar programas para
APRENDER A PENSAR y relacionarlos con el currículo escolar.
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En líneas superiores ha quedado dicho que la intervención psicoeducativa
tiene como finalidad última la optimización del proceso de enseñanza-aprendizaje,
ayudando en la mejora de las metodologías docentes, de las técnicas de aprendizaje,
fomentando estrategias de aprendizaje o potenciando la motivación por el estudio.
Pero dicha intervención debe conllevar un diseño previo sistemático con objetivos
claros en forma de programa o conjunto de tareas y actividades diseñadas ex
profeso para alcanzar los objetivos establecidos (que a menudo pueden venir
derivados de la detección inicial de necesidades por parte del profesorado) o, en
caso necesario, para completar la enseñanza impartida por el profesor. Por tanto,
no debe ser algo improvisado, sino un programa que ayude a los docentes a
conseguir los objetivos educativos y a los alumnos a desarrollar las competencias
establecidas, con un carácter desarrollador, integrador y preventivo. Eso implica un
ajuste necesario al ritmo escolar, respetando los cursos y niveles educativos
(Trianes, Luque y Fernández-Baena, 2013).
Como todos los procesos educativos, que han ido evolucionando con el paso
del tiempo y la adquisición de nuevos conocimientos científicos, la intervención
psicoeducativa también ha ido evolucionando (Marchesi, 1993), pasando de un
modelo psicométrico inicial, cuya función era exclusivamente conocer las
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capacidades y las aptitudes de los escolares a fin de ayudarles académicamente, a
un segundo momento con un modelo básicamente clínico, centrado en la detección
y diagnóstico de alumnado con necesidades educativas especiales y en el diseño de
programas individualizados de desarrollo. Una tercera etapa ha sido la del modelo
basado en la intervención, que tiene por finalidad ayudar al profesor en el desarrollo
de su educación bien a nivel de centro, bien a nivel de aula.
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Por tanto, todo diseño de un programa psicoeducativo deberá revisar el
cumplimiento de dicho listado de características.
Sin embargo, a estas fases, Lago y Onrubia (2011) añaden otras dos más que harían
referencia a fases previas o incluso subsumidas en la fase de evaluación:
1) Análisis y concreción de la demanda y negociación de responsabilidades
entre asesor y otros participantes
2) Análisis comparativo entre las prácticas del profesorado y los referentes
teóricos.
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- El ámbito cognitivo: entrenando procesos cognitivos como la memoria, los
distintos tipos de atención, el pensamiento, el lenguaje.
- El ámbito emocional: desarrollo de intereses y motivaciones, autoconcepto,
inteligencia emocional, autodeterminación,
- El ámbito académico: recursos para optimizar el aprendizaje de los
contenidos curriculares
- Ámbito social: sistema de relaciones que se establece en los grupos,
inteligencia interpersonal, habilidades sociales, etc.
Para estimular el cortex prefrontal: a) se debe ser tolerante tanto con las
formas diferentes que tienen los alumnos de aprender o trabajar un mismo ejercicio,
como con las ideas diferentes o incluso alocadas que puedan exponer; b) se debe
estimular la imaginación, propia del hemisferio izquierdo, a la vez que se les empuja
a hacer previsiones, anticipar las consecuencias de sus conductas y a elegir en
consecuencia; c) se debe incentivar la autoevaluación del propio trabajo, detectando
lo que se ha hecho bien y lo que se debe modificar, así como las razones por las que
la tarea no se ha ejecutado correctamente.
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diseñada para tomar decisiones sobre su eficacia, pues sólo así aseguraremos la
calidad educativa (Santrock, 2011).
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adquisición de competencias por parte del alumnado a través del desarrollo de un
proyecto. Se persigue de este modo el fomento de ser capaz de hacer o saber hacer,
en lugar de sólo saber propio de metodologías más tradicionales.
Pero para que cualquier proyecto ayude en el aprendizaje debe cumplir una
serie de criterios. El primero de ellos es que se trabajen y desarrollen contenidos
significativos para el alumno. Esta condición deberá asegurarla el profesor, quien
escogerá los objetivos y competencias que consideré que su alumnado debe lograr
en función de los contenidos de la asignatura. Quizás uno de los mayores handicaps
de esta metodología sea que por regla general no permiten abarcar una cantidad de
contenidos tan amplia como otro tipo de metodologías docentes, pero sí posibilita
que el estudiante se sumerja más en ellos adquiriendo un conocimiento mucho más
profundo sobre la temática en cuestión.
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El cuarto criterio a cumplir en el aprendizaje por proyectos es garantizar la
autonomía de los estudiantes. Ya se ha dicho que en esta metodología se destierra
la importancia de las lecciones del profesor o profesora y se le otorga un mayor
protagonismo al propio alumno en su aprendizaje, quien opina, elige y toma sus
propias decisiones sobre cómo encauzar dicho aprendizaje. No obstante, el nivel de
autonomía puede y debe variar en función de aspectos como la realidad del aula, el
nivel de dominio del profesor o la dificultad de la temática, desde un nivel más bajo
de autonomía, donde el docente no sólo cierra el tema de trabajo, sino que les va
dando las pautas sobre cómo diseñar y desarrollar el trabajo, a un nivel de
autonomía total, donde todas las decisiones vienen de mano del alumno (qué
temática elegir, qué proyecto hacer, qué proceso van a seguir, qué producto
presentarán y en qué formato, etc.).
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para que no exista la posibilidad de que alguien no trabaje en el proyecto o se
escaquee. También suele ser recomendable mezclar a alumnos más capaces con
alumnos menos capaces dentro del mismo equipo o incluso alumnos con roles
naturales diferentes (trabajador, líder, etc.) de forma que el grupo se vea
enriquecido.
Bjork, J.M., B. Knutson, G.W. Fong, D.M. Caggiano, S.M. Bennett y D.W. Hommer
(2004). Incentive-Elicited Brain Activation in Adolescents: Similarities and
Differences from Young Adults. Journal of Neuroscience, 24, 8, 1793-1802.
24
D’Amato,R., Fletcher-Janzen, E. y Reynolds. C. (2005). Handbook of school
neuropsychology. New York: Wiley.
Holland, S., Plante, E., Byars, A., Strawberg, R., Schemithorst, V., y Ball, Jr. W. (2001).
Normal Fmri brain activation patterns in children performing a verb
generation task. Neuroimage, 14, 837-843.
Luria, A. R. (1980). Higher cortical functions in man. Nueva York: Basic Books. si
25
Luria, A. R. (1983b). Las funciones psíquicas superiores y su organización cerebral.
Barcelona: Fontanella.
OCDE (2007). Understanding the Brain: The Birth of a Learning Science. OECD
(Organisation for economic co-operation and development.
26
Roselli, M.; Matute, E, y Ardilla, A. (2007). Neuropsicología del desarrollo infantil.
Méjico: Manual Moderno.
Whitaker, K., Kolind, S., MacKay, A., Clarck, C. (2008). Quantifiyng development:
investigating higly myclinated voxels in preadolescent corpus callosum.
Neuromiagen, 43, 731-735.
LECTURAS RECOMENDADAS
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Purves, D.; Agsutine, G.; Fitzpatrick, D.; Hall, W.; Lamantia, A-S.; McNamara, J.;
Williams, M. (2010). Neurociencia. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
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