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Este es el primer principio hermético y que encierra una de las verdades básicas sobre la

vida y sobre el universo. Y dice así: "El TODO es Mente; el universo es mental".

Para comprender este principio hay que entender determinados puntos. Para empezar
uno debe preguntarse qué es el TODO, para contestar esta pregunta el Kybalion también
nos da la respuesta: "Más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se
mueve y cambia, se encuentra la Realidad substancial, la Verdad Fundamental". Esa
realidad substancial, esa verdad fundamental es el TODO, que recibe así el nombre por
los hermetistas, pero que otros lo llaman Dios, o Eterna energía, o Fuente Divina, etc...
Es a su vez ese algo que se percibe que está detrás de todas las cosas y seres vivos.

Pero tanto el sabio como el iniciado comentan que la naturaleza íntima del Todo es
incognoscible. Lo que significa que nadie más que el propio Todo puede comprenderla
y verla en su totalidad. Es algo así como la guinda de un pastel que pudiera tener
consciencia de que está sobre un pastel y ver parte de él, pero nunca podría llegar a
comprender el completo; mientras que el pastel sí puede tener consciencia de cómo es al
completo, con todos sus ingredientes, ... El ser humano sería por tanto la guinda de ese
pastel y con su mente humana y limitada le sería imposible comprender al Todo,
precisamente porque es solamente parte de ese Todo.

Ahora bien, el ser humano no puede comprender la totalidad del Todo, pero sí puede
percibir determinadas cosas relacionadas con él. Por ejemplo, El Todo tiene que
englobar toda existencia pues nada puede existir fuera de él porque sino ya no sería el
Todo o lo Total. Por lo tanto es infinito en espacio, ya que no puede existir nada fuera
de él que lo contenga; y en tiempo, ya que no puede existir nada externo que lo haya
creado. A su vez es inmutable, no cambia, siempre debe haber sido y deberá ser igual,
idéntico de lo que es ahora: el Todo. Así pues como conclusión todo lo que es finito y
mudable no puede ser Todo, como nada existe fuera de él, en realidad lo que cumple las
anteriores condiciones es Nada.

Como eje director tendremos que tener presente ahora dos verdades fundamentales: la
existencia de la mente creadora, pues nosotros la poseemos y la existencia de la vida,
pues nosotros la manifestamos. Así pues dado que nosotros somos parte del Todo esto
es una importante pista para nosotros. De manera que el Todo no puede ser materia,
porque la materia no manifiesta vida ni mentalidad, además está demostrado
científicamente que la materia no es otra cosa que energía. Por otro lado cabe
preguntarse si entonces el Todo es energía, pero no es así pues la mente y la vida no
pueden nacer de ciega energía porque nada puede subir más alto que su propia fuente, y
la mente y la vida serían una manifestación más evolucionada de esa energía.

Por lo tanto el Todo ha de ser una Mente Viviente e infinita, eso que los iluminados
llaman Espíritu. Pero no podemos ir más allá puesto que definir espíritu es definir al
Todo y definir al Todo es imposible porque el Todo es incognoscible excepto para sí
mismo. Lo ilimitado no puede ser comprendido por lo limitado. Lo que si sabemos es
que dentro del Espíritu se encuentra la materia, que no es otra cosa que una
manifestación del mismo Espíritu a muy bajos niveles vibratorios de los que hablaremos
más adelante en otro de los principios.

Una vez llegado hasta aquí el Kybalion nos dice "El universo es una creación mental
sostenida en la mente del Todo". Lo que significa que nuestro universo, todo lo que nos
rodea, incluso nosotros mismos no somos más que manifestaciones mentales del Todo.
De la misma manera que podemos crear un mundo propio en nuestra mente el Todo lo
hace con el Cosmos. Por lo tanto el universo es ficticio e ilusorio, pero para un mortal
sus leyes son muy reales. De manera que el humano debe comprender que es un sueño
del Todo, pero no negar su existencia.

De ahí el poder del pensamiento, pues con él creamos todo lo que deseamos si somos
capaces de llegar a comprender su mecanismo. De ahí que se diga que nosotros somos
Dios, o dioses a pequeña escala.

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