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a FuerteventuJ!a
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
N o se sabe aún cómo ni por qué un día
llegó a la isla este muchacho que pertenecía
a una tribu bereber del Norte de Africa lla-
mada Atamarazait.
Amanay, que tenía 11 años, y sus pa-
dres, salieron en una balsa huyendo de una
horrible plaga de langostas que azotaba a su
pueblo. Ellos no querían alejarse mucho de
la costa, pero las fuertes corrientes y el vien-
to reinante los arrastró mar adentro hasta
llegar a la orilla de una isla que ellos no co-
nocían.
Agotados por el largo viaje arribaron a
la playa de Gran Tarajal. Era un valle muy
bonito, atravesado por arroyuelos en el que
había más de 1000 palmeras, algunas carga-
das de dátiles.
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Caminaron y caminaron, y en un fatal
descuido Amanay se vió solo. Había perdido
a sus padres corriendo detrás de una graciosa
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baifa.
Amanay se puso a gritar desesperado y
sin rumbo. Cansado de tanto buscar se recos-
tó en una piedra y, antes de quedarse dormi-
do, le sorprendió una voz que le dijo:
- ¡Eh, muchacho!,¿ qué haces ahí
?..¿ QUlen
., eres ?..
- Me llamo Amanay, y estoy perdido, le
contestó asustado. ¿Y tú quién eres?
- Soy Guize, rey de estas tierras llama-
das de Maxorata.
- ¿Por qué llevas barba? -preguntó el
muchacho-o
- Porque en mi pueblo los reyes y los
nobles deben llevar barba y el pelo largo. Es
una tradición.
Amanay le contó todo lo que le había
sucedido. El rey, que iba acompañado de los
hombres más valientes de su reino, los
altahay, lo recogió y lo llevó al poblado si-
tuado en un lugar llamado El Cardón. Estaba
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en lo alto de una montaña con forma de cas-
tillo y en su parte inferior tenía muchas cue-
vas. Las casas estaban semihundidas en el
suelo y cubiertas de madera y barro. Tam-
bién había muchas cabras, ovejas y perros,
que a Amanay le gustaban mucho.
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Después de un rato de descanso,
Amanay le dijo al rey que tenía mucha ham-
bre.
- Vamos a mi casa y prepararemos un
buen banquete -propuso Guize-.Yo también
tengo ganas de comer.
Entraron en la cueva más grande del
poblado, y allí estaba la mujer de Guize, que
les preparó una comida exquisita a base de
carne de cabra, gofio, manteca, dátiles y
leche.
Amanay le preguntó a Guize qué eran
unos gánigos de cerámica de gran tamaño
que estaban en la cueva.
Guize le explicó que servían para guar-
dar el agua y los alimentos y que estaban
hechos por las mujeres del poblado.
Amanay empezó a comer con gran ape-
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tito:
- ¿Quieres más gofio?, veo que te gusta
mucho.
- Sí, ¿cómo lo hacen? - preguntó el mu-
chacho.
Guize lo llevó después de comer a un
molino para ver cómo se hacía el gofio. A
Amanay le gustaba ver cómo tostaban el
grano en vasijas de barro y como luego lo
trituraban en el molino de piedra hasta que
salía el gofio.
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Al día siguiente, el rey Guize con sus
altahay y Amanay fueron a pescar. Utiliza-
ban anzuelos hechos con huesos de pescado
y cuernos de cabra. Ese día, claro está, co-
mieron pescado, y por la noche cantaron y
danzaron hasta altas horas. Amanay se divir-
tió mucho.
Pero al llegar la mañana, se despertó
desanimado. Cuando Guize habló con él,
notó su tristeza y preguntó:
- ¿Qué te pasa, Amanay? Te noto muy
pensativo.
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- Tu pueblo es muy bonito y tu gente me
ha recibido muy bien. Pero yo echo de me-
nos a mis padres. ¿Qué habrá sido de ellos?
y el chico se echó a llorar desconsola-
do.
- No te preocupes, vaya intentar encon-
trarlos, le dijo Guize.
El rey mandó que su gente llevara
ofrendas de leche, manteca y frutos, y sacri-
ficaron varios animales al gran ídolo para
pedir con gran devoción que aparecieran los
padres de Amanay.
El ídolo estaba en el centro de una casa
de piedra a las afueras del pueblo, en lo alto
de una montaña. Esta construcción se llama-
ba efequén.
Pasaron unos días y Amanay, que estaba
sentado en una roca mirando al horizonte
hacia la zona del reino de Jandía, quedó
extrañado al ver unas figuras que se acerca-
ban caminado. Atento a lo que sucedía, pudo
distinguir a su padre y a su madre, que ve-
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nían acompañados de otras dos personas.
-¡Guize, Guize! - gritó- ¡ven
rápido! ,¡mira, son mis padres, que vienen
hacia acá!.
Amanay estaba saltando de alegría.
Echó a correr hacia ellos gritando:
-¡Papá, mamá! ¡Estoy aquí! ¡Soy yo!.
La familia al completo se fundió en un
abrazo durante largo rato.
Pasó, que mientras Amanay había sido
recogido por la gente del reino de Maxorata,
sus padres fueron a parar al otro reino de la
isla de Fuerteventura, el de Jandía, que esta-
ban separados por una pared de piedras.
La magia de la sacerdotiza en el efequén
y la fé con la que hicieron la ofrenda, habían
hecho que por fin se produjera el encuentro
tan deseado.
Con ellos venía el rey de Jandía, Ayoze,
y uno de sus altahay.
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Esa noche la pasaron todos juntos
en la cueva del rey Guize. Después de un
gran banquete los padres de Amanay expli-
caron que habían salido de su tierra porque
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les asoló una plaga de langostas y se habían
quedado sin nada.
Fue entonces cuando Guize, que había
cogido mucho cariño a su joven amigo, les
ofreció tierras y ganado para que se queda-
ran allí. Después de ese día, Amanay y sus
padres fueron una familia más del reino de
Maxorata.
FIN
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Vamos a ver si has estado atento a la lectura, pero lo com-
probaremos jugando.
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RODEA
M/TA~
AL LI HAY
E VE NO
---------
O FE QUEN _
SOPA DE LETRAS
ASAEZOZA
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EZOYAASJ
MAXORATA
SOIFOGEN
LGUIZEJD
MTLADL FI
XORBAOLA
- Baifo
- Maxorata
- Langosta
- Jandía
- Guize
- Ayoze
- Gofio
2
4
3
3
1
1
_
_
2
4- - - - - - - - -
ORDEN EN QUE APARECEN
ESCRIBE EL NOMBRE DE LOS DIBUJOS EN EL
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TACHA LA RESPUESTA CORRECTA
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8 años
9 años
11 años
Atamanarai
Atamarazait
Tamaraceite
3. Cuando llegó a Fuerteventura arribó a .
Jandía
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Gran Tarajal
Tarajalejo
Guize
Ayoze
Tinguaro
5. ¿Cómo se llamaba el rey de Jandía?
Guize
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Ayoze
Aytamy
Sacerdotes
Hombres valientes
Pescadores
7. El efequén era.....
Atamarazait
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Maxorata
Jandía
Altahay
mUjeres
hombres
n:
COMPLETA ESTAS PALABRAS
be r e e dá 1 es
ca r a s g o _10
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pes_a_o val a s
1 A ZE
2 E
3 HAY
4 CA
5 NO
1. Rey de Jandía
2. Lugar de adoración
3. Hombres valientes
4. Alimento
5. Lu r "')nde se trituraba el grano
VOCABULARIO
ARO: leche
ALTAHAY: hombre valiente
BAIFA: cabra
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EFEQUÉN: adoratorio
GÁNIGO: vasija de barro
MAXOS: zapatos
TAGOROR: lugar donde se administraba justicia
TAMARCO: vestido de pieles
TIBIABÍN: sacerdotiza
TOFIO: cazuela de barro con pico hacia afuera
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