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LA VIRGEN DEL CASTILLO.

BERNARDOS AYER Y HOY

MERCEDES CASAS BUJÁN.


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A mi amiga Alicia

En todos los pueblos de España, por pequeños que sean, al menos una vez al año hay una
manifestación colectiva de religiosidad, donde la religión se exterioriza de manera pública y
cargada de solemnidad, generalmente de forma vistosa y atractiva. Como ocurre en Bernardos
varias veces al año.

Bernardos es uno de estos municipios pequeños que forman parte de nuestra geografía.
Pertenece a la provincia de Segovia. Tiene alrededor de 670 habitantes y su población vive
fundamentalmente de las canteras de pizarra.

Cuenta con varios edificios, como la iglesia de san Pedro Apóstol, que es de origen
románico, aunque se reedificó en el siglo XVI en estilo gótico tardío, como se puede apreciar por
sus bóvedas de crucería. En su interior se conserva una escultura de la Virgen del Castillo de
época románica; el retablo mayor de 1696, ejecutado por Martín de Mendizábal y Andrés Alonso;
los retablos laterales, también barrocos, de Nuestra Señora del Rosario y Cristo Crucificado; y
una hermosa custodia de sol realizada por un platero de Aranda de Duero en el siglo XVIII.

La Virgen del Castillo es conocida en la comarca como “ La Pindonga” por que es la


Virgen de los alrededores que más sale de la Iglesia. Sale el domingo de Pentecostés; el lunes
último del mes de Agosto (semana de las Fiestas Patronales); en el Patrocinio; y por último y
más importante, cada diez años - los años que terminan en cero- sale de la Iglesia de la
localidad, para subir al Cerro del Castillo – lugar de su aparición- y permanecer allí durante tres
días, siempre custodiada por los vecinos. Es lo que los vecinos del lugar denominan La subida .

Es muy llamativa la manifestación religioso festiva, que se organiza con ocasión de La


subida . La subida a parte de una fiesta es una manera de contar el tiempo. Así podemos
escuchar en el pueblo:

“P. no viene por el pueblo desde la subida del 90”; “Hice tal o cual cosa para la subida del
2000”. Y con tristeza se oye decir a las personas mayores “Espero llegar a la próxima subida”.
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Según cuenta un autor local, Don Idelfonso Llorente Fernández en su libro La Virgen del
Castillo escrito en 1867; en el siglo octavo la imagen de la patrona de la localidad Virgen de los
Remedios, fue guardada por los lugareños en el cerro del Castillo, a tres kilómetros del pueblo.
El autor relata este hecho de la siguiente manera:

..”Según hicieron muchos otros pueblos en semejantes peligros, es natural que los
moradores de Bernardos, llevasen consigo al resguardo del Castillo no solamente todas sus
alhajas, sino también cuantos objetos estimasen y pudieran transportar. Como uno de esos
objetos más amados del pueblo de Bernardos era la imagen de la Virgen de los Remedios, tan
devotamente y con tanto entusiasmo venerada, fue sin duda lo que principalmente cuidaron…
Esta imagen santa y antiquísima (pues el lábaro hallado en el Castillo ha dado a conocer que la
parroquia de Bernardos data por lo menos de la época del cuarto al sesto siglo, y la patrona de
esa parroquia era la Virgen de los Remedios), no hay duda que es la misma que hoy recibe con
la advocación de la Virgen del Castillo.

La imagen aparece en 1728, en unos escritos está fechado el día 16 de Noviembre y en


otros el 26 de Noviembre. Después de su aparición en la ermita medio derruida, los pastores
aseguraron que:

“…aquel sitio donde después se reconoció que estaba la imagen, nunca hizo asiento el
ganado, antes bien, repartido por los lados de las paredes, se apartaba de aquel sitio; y
reconociendo la novedad, ignoraban el misterio....

La Virgen es trasladada a la Iglesia Parroquial, para que tenga un sitio limpio y decoroso, y
en el lugar que aparece se restaura la ermita que pasa a llamarse Ermita de la Virgen del
Castillo. Cuentan que la bajada de la imagen se hizo con una gran fiesta, siendo recibida con
las calles engalanadas con arcos y flores. Se colocó la imagen en el Altar Mayor, en el lugar
principal del retablo. Fue nombrada patrona de Bernardos y a ella se dedicaron entonces las
fiestas patronales, que hasta ese momento habían estado dedicadas a San Pedro.

La aparición de la Virgen, excito la devoción de los corazones , según cuenta D Ildefonso


Llorente:
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“…comienzan a acudir tantas almas, que se atropellan por todas las calles y plazuelas del
lugar; siendo en todos tan universal el gozo como univocas las alegrías, por ser la primera vez
que tan al descubierto lograban tanta Majestad á su vista, radicando más su devoción, para
repetirla infundiéndola, en los que la habían visto, con cuyas expresiones se iban extendiendo
las romerías, al paso que iba corriendo la devoción…”

La creencia como nos cuenta el autor local forma siempre parte de la experiencia, de
donde viven, de donde se mueven. Muchas veces el creyente acude al lugar con una parte de
duda. ¡Puede ser! ¿Quién sabe? La creencia provoca duda, es su compañera inseparable.

La Virgen del Castillo de Bernardos ha sido y es adorada por todos los bernardinos, la
quieren y la sienten como propia, como Madre. Y como a una madre le cuentan sus penas, sus
sufrimientos. A ella recurren para pedir cosas casi imposibles (milagros). Ella es la que les ayuda
y ha ayudado en estos dos siglos y medio a sobrellevar la cruda realidad del día a día. En Ella
creen y como creen cuentan con ella. Ortega y Gasset: dice:

“Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el que acontece.
Por que ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra
conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias
auténticas. En ellas “vivimos, nos movemos y somos”. Por lo mismo no solemos tener conciencia
expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan latentes, como implicaciones de cuanto
expresamente hacemos o pensamos. Cuando creemos de verdad en una cosa no tenemos la
“idea” de esa cosa, sino que simplemente “contamos” con ella”. Ideas y creencias, Madrid,
Alianza 1993, p29.

La creencia en la Virgen del Castillo ha proporcionado significado a la vida del creyente,


ha ofrecido explicaciones a pestes, enfermedades y experiencias anormales, al mismo tiempo
que ha servido para reforzar un sentido positivo y dar apoyo al sufrimiento humano. Siempre ha
sido justa y les ha guiado por el camino correcto, les ha ofrecido una serie de criterios éticos que
explican las discontinuidades entre las cosas tal y como son y las cosas tal y como deberían de
ser. Da explicación a cosas que son inexplicables. Produce consuelo cuando se produce la
pérdida de algún ser querido, da fuerza para soportar enfermedades.
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Los que no se sienten escuchados por la Virgen en sus suplicas, se enfadan con Ella, la
dejan de hablar. Como un hijo se puede enfadar con su madre cuando le reprende o cuando se
siente no querido. Pero al final siempre vuelven a Ella.

Tras la aparición de la imagen; la Virgen comienza a realizar milagros y curaciones de


los que hay datos escritos y en agradecimiento se la ofrecen caras vestiduras y joyas. La gente
más pobre ofrecía exvotos de cera, parte de ellos se conservan en la parte posterior de la ermita.

La Virgen del Castillo, para los bernardinos y para algún forastero como yo, siempre ha
sido considerada como la más guapa de toda la comarca, rivaliza con la Virgen del Bustar de
Carbonero el Mayor, para los de Bernardos la del Bustar es negra y un trozo de palo. Así
describe la imagen D. Ildefonso Llorente:

“…es de una hermosura especial, toda de escultura lisa color de plomo. El rostro de la
santa imagen tiene una expresión de perfecta belleza artística y una pureza y corrección
excelentes. Está de pie, vestida de una túnica hebrea sin adornos en su escultura y cayendo
hasta el suelo con largos pliegues. El color de la túnica es azulado, y se conoce que ha sido
retocada…La sagrada imagen está esculpida en una madera blanca de mucha consistencia. Su
altura es de 61 centímetros…, la imagen de la Virgen del Castillo es real y artísticamente bella.

Esta talla, transmite al creyente los mismos sentimientos que a veces llevado por la
veracidad de estas le hacen confundirlas con personas reales. Este realismo favorece y potencia
la unión de la Virgen con su imagen perfecta, humana. Mediante esta representación se hace
humana, visible llegando al interior del creyente.

Por lo tanto el cristiano no solo abstrae las especies inteligibles de las sensibles, lo
universal de lo particular, viaja de lo físico a lo metafísico y de aquí a lo místico (misterio). En
resumen el mundo creado y el humano se asemejan, participan de su Dios creador, y lo
representan por analogía, pero una analogía desigual de proporcionalidad extrínseca y
metafórica, que puede ser representada a través de lo sensible como en el caso de la Virgen del
Castillo.

En un tiempo donde los creyentes no sabían leer, estas imágenes le comunicaban y


transmitían el mensaje con relativa facilidad acomodándose siempre a la comprensión y el
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conocimiento personal. Tallas como la de la Virgen del Castillo muestran la exaltación


caballeresca de la Virgen- madre, se nos ofrecen como símbolos, la belleza visible, transporta al
que visualiza a un mundo invisible, misterioso y sagrado. Pasa de lo material a lo ideal, de un
tipo popular a un prototipo místico. Nos hace pensar en valores, ideas morales de elevación, de
limpieza, elegancia y pureza. En este excedente de sentido despierta posibilidades de imitación,
incita a dar saltos intuitivos que van de la estructura pictórica a lo intemporal, del icono como tal
al prototipo. De lo contingente a lo eterno.

Pronto se funda una Cofradía en 1760, a los treinta años de la aparición de la imagen de
la Virgen. Tan extraordinario acontecimiento despertó en Bernardos una gran devoción que ha
permanecido invariable a lo largo del tiempo. El fin de la Cofradía es dar un mayor culto a la
Virgen. El pertenecer a la Cofradía otorga a los bernardinos una especial carta de ciudadanía,
que va pasando de padres a hijos, otorga prestigio y dignidad, sentimiento de pertenencia y
comunidad.

Las mujeres pueden ser de la Cofradía, pero desde su formación hasta ahora no han
formado parte de la Junta Directiva, se han encargado de vestir a la Virgen y de otros
menesteres similares. Así escribe D. Ildefonso Llorente sobre la Cofradía:

“Tiene la ermita un Mayordomo, a cuyo cargo y custodia están todos los fondos y los
objetos destinados al culto de la Virgen …Hace algunos años este cargo de Mayordomo está
cometido al apreciable Don Miguel Llorente Bartolomé, quien ha prestado grandes servicios y ha
hecho y hace continúas dádivas en honra de La Virgen. Además del Mayordomo hay Santeras,
que son cuatro recién casadas, elegidas cada año el día de la festividad de San Pedro y cuyo
misterio es edificante y bellamente piados. Todos los días festivos, antes de la misa mayor…
recorre cada Santera determinadas calles del pueblo, llamando a todas las puertas, y con una
sencillez y candor admirables, después de llamar diciendo <<Ave María Purísima>> piden
limosna para la Virgen del Castillo. Los fondos recaudados son entregados en la Mayordomía; y
rarísima vez sucede, que cuando estas jóvenes llaman a la puerta, se las despida sin darles
algo para el culto de la Virgen”.

La Cofradía de la Virgen del Castillo sigue existiendo y sirve como lazo de unión de
todos los devotos en una circular que han enviado a todos los vecinos del pueblo en Abril del
presente año dicen:
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“…La Cofradía es una institución tradicional que no debe perderse, aunque sea lógico
adaptarla a los tiempos que vivimos, pero sin perder de vista los fines para los que fue creada…
La Cofradía está formada por un número de hermanos y hermanas de cuyo gobierno se encarga
una Junta formada por cuatro hermanos: alcalde, consiliario, mayordomo y secretario. …No
sabemos el motivo de que las hermanas no hayan desempeñado cargos en la Junta, pero
proponemos que el próximo cabildo se debata este asunto y se corrija si ha lugar…”

Toda fiesta religiosa va acompañada de manifestaciones externas como dice Lisón 1


Tolosana:

La temporalidad festiva viene marcada además por otra propiedad que pone de
manifiesto su englobante onticidad. Al ser distinta y estar separada y fuera del modo
normal de existencia adquiere un estilo y tono espiritual, participa, en cierto modo, del
carácter de lo sagrado.

Los rituales religiosos, a pesar de su apariencia convencional sintetizan simbólicamente


el ethos y la cosmovisión de un pueblo. Existen ritos elaborados y que presentan generalmente
un carácter más público y donde se sintetizan gran cantidad de estados anímicos con
concepciones metafísicas, que es lo que Geertz 2 denomina representaciones culturales. En
ellas se representan los aspectos conceptuales y emotivos de la vida religiosa del creyente.

Representación es un término multivalente, es figurar, hacernos presente una cosa con


palabras o figuras que se fijan en la imaginación, ser imagen o símbolo. Representar es
aprehender en palabras figuras o símbolos, semejanza y presencia de algo otro, se aprehende
algo otro (lo representado) en el representante. Representar es evocar la imagen de lo
representado en forma de arte, de representaciones pictóricas y escultóricas mediante las que el
creyente redescubre la dimensión de trascendencia.

1
La fiesta en clave Antropológica, en Caras de España (Desde mi ladera).
2
“La interpretación de las culturas”
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El signo, el símbolo y el emblema encarnan, representan, significan, condensan valor. En


ellos, el creyente adivina una cierta inherencia de lo sagrado y trascendente, la inmanencia de la
divinidad.

El último sábado del mes de Agosto - el día de la sábado de “Fiestas”, como dicen los
bernardinos- , se reúne todo el pueblo en la Iglesia de la localidad, hacen a su Patrona una
ofrenda floral y le cantan una Salve, un himno escrito por una poetisa de la localidad, esposa de
D. Ildefonso Llorente. Escuchar esta Salve sobrecoge, el alma se siente profunda y tiernamente
conmovida y elevada a los esplendidos espacios de los sublime, al oír cantar a todo el pueblo
con una sola voz, una explosión de impulsos magníficos y de ideas esplendorosas se sienten
surgir de lo profundo del alma, y arrobar dulcemente los sentidos, y enardecer con una delicia
misteriosa los latidos de nuestro corazón. La cabeza se humilla respetuosamente ante un poder
sacrosanto, inefablemente amoroso; los labios se abren y cantan, repitiendo el siguiente estribillo
durante diez veces:
“ ¡Luz de eterno brillo,
faro celestial,
Virgen del Castillo
libranos del mal!”

D. Ildefonso Llorente, en su libro La Virgen del Castillo hace la siguiente reflexión sobre este
acto:

“…Los que de lejos, sin acercaros libres de preocupación a un templo, sin


estudiar , sin observar desapasionadamente la religión católica, la escarneceis ú
os reís de ella, ó la mirais con indiferencia estúpida y osada; llegaos una vez con
sincero deseo, con lealtad de corazon, á presenciar rn Bernardos los cánticos a
la Virgen y el sencillo y respetuoso culto que se le tributa; y yo os aseguro que
sereis mejores que antes: y hallareis consuelos que os faltaban antes: y os
arrobarán sublimidades que antes desconocíais. Porque no: las manifestaciones
del culto católico no son espectáculos como los profanos, que solamente
halagan los voluptuosos instintos de la carne…Nuestra alma tiende sin cesar a
lo alto…y ansiando volar, volar hacia la luz, libre…”
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La sensación que se tiene al entrar en la Iglesia y presenciar este solemne


acontecimiento es de sobrecogimiento, de elevación y sobre todo en esos momentos de
pertenecer a esa comunidad, a Bernardos, de estar de acuerdo con todos ellos en que su Virgen
es la mejor de todas, la Madre por naturaleza, me siento identificada con ellos. La música en
este caso como dice D. Carmelo Lisón Tolosana 3 es un emblema que produce en el que la
escucha, sentimiento de comunitas, de identidad.

“Los himnos nacionales y supranacionales, regionales y ahora locales, los de


hermandades, cofradías, barrios y ciudades, los de grupos, clases y categorías distribuyen a
manos llenas emblemas de identidad”.

La procesión de la Virgen del Castillo es una manifestación de religiosidad, solemne y


esplendorosa; donde se mezcla lo sagrado y lo profano. Como ya he comentado en párrafos
anteriores “La Pindonga”, sale varias veces al año. En todas las procesiones va acompañada de
dulzaina y tamboril. En la procesión que se celebra el Lunes de Fiestas después de la Misa por
todos los Difuntos de la localidad, se baila delante de la Virgen jotas castellanas durante todo el
recorrido. La Virgen sale de la Iglesia sobre las seis de la tarde y cada año entra más tarde. El
pasado año entró a las doce de la noche.

El recorrido que se hace es una O que no tendrá más de 1500 metros. Durante todo el
tiempo se va bailando jotas delante de la Virgen, bailan niños, jóvenes ancianos, todos “echan” al
menos una jota delante de la Patrona. Los niños llevan la carroza de la Virgen, las madres los
acercan a su manto, para que la toquen. Durante toda la procesión se pueden escuchar gritos
como: ¡Viva la Virgen del Castillo! ¡Viva Nuestra Patrona! ¡Viva la Pizarrera!.

Al llegar a la Plaza del pueblo y en la explanada de la Iglesia se baila “la Respingona”, una
jota castellana, que se baila de cara a la Virgen.

Una vez llegados a la puerta de la Iglesia se produce un hecho curioso, se subastan las
andas para meter a la Virgen desde la puerta de la Iglesia hasta el Altar Mayor. Las andas de
adelante valen más que las de atrás. Este hecho sirve luego de comentario en el pueblo:
“¿Quién ha metido la Virgen? ¿Cuánto han valido las andas? Se oye al día siguiente.

3
Musícalia antropológica en tono menor en Caras de España. (Desde mi ladera)
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Don Ildefonso Llorente, recoge esto en su libro:

“Siempre que esa imagen sale de la Iglesia en procesión, ya sea hasta la ermita, ya sea
solamente por las calles del pueblo, sucede que, al entrar otra vez en el templo, á la
misma puerta, se detiene la procesión. Allí entonces empieza una bellísima porfía: cada
cual, por tomar sobre sus hombros un brazo de las andas en que va la santa imagen, y
conducirla hasta el pie del altar, ofrece medidas de trigo y respetables cantidades de
dinero, adjudicándose con ruidosas aclamaciones el seseado premio de llevar las andas
de la Virgen solamente desde la puerta del templo hasta el altar”.

La Virgen también sale de la Iglesia con motivo de La subida , cada diez años; para
permanecer durante tres días en la ermita del Cerro del Castillo, siempre custodiada por los
vecinos. De la Iglesia parroquial a la ermita del Castillo hay aproximadamente tres kilómetros. Al
salir la Virgen a la puerta de la Iglesia es recibida los danzantes o “paloteadores” que le hacen un
arco para salir. A lo largo de las calles del pueblo hay arcos con flores de colores que hacen las
mujeres durante todo el año. Cada barrio tiene un arco. Al llegar la procesión a estos arcos, se
detiene y los “paloteadores” danzan delante de la Virgen.

Durante la procesión se puede ver a gente que va descalza, haciendo penitencia, subir la
cuesta del Castillo de rodillas. En resumen devoción. También se ve a gente que se saluda, que
no se veía desde La subida anterior.

En la ermita hay se escucha misa en la campa donde se suele instalar un tablado. Después
de misa se puede tomar algo en un quiosco que instala allí la Asociación Cultural, incluso
quedarse a comer en la campa.

La Virgen sale en procesión todos los días alrededor de la ermita. Permanece allí hasta tres
días (hasta el martes). De la ermita sale el martes sobre las seis de la tarde y se va bailando
jotas durante todo el camino de vuelta al pueblo, cada año entra más tarde en la Iglesia. En La
bajada del 2000 la Virgen entró en la Iglesia el miércoles sobre las doce o la una de medio día,
es decir fueron alrededor de dieciocho horas de procesión, bailando todo el tiempo jotas
delante de la Virgen. Los músicos y los sacerdotes se turnan. Una informante me contaba:

“Para La subida del 80, mi padre y yo estuvimos bailando jotas seis horas seguidas”
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Rezar, bailar, cantar, adorar a la Virgen del Castillo forma parte del pensamiento religioso
de Bernardos y de la gente que ha nacido allí. Este pensamiento religioso estructura y conforma
una elaboración simbólica de la comunidad; los problemas de cada día con sus circunstancias y
contingencias, son transformados en estructuras metafóricas imaginativas. La religión y la
creencia dan respuestas a los grandes dilemas, muerte, sentido de la vida, imponderables. El
lenguaje religioso mediante el rito y / o el arte (música, escultura, pintura, poesía, teatralización)
expresa la tensión entre sensorialidad y misterio, ordena y eleva la percepción sensible a un
universal sagrado. Mediante este lenguaje el creyente intuye en lo material todo lo espiritual. Son
como dice D. Carmelo Lisón 4 metáforas que transforman en majestuoso y sublime la mostrenca
realidad para ayudarnos a vivir.

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Caras de España (Desde mi ladera).

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