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René Descartes Instituto Tecnológico de San Juan del Rio

Taller de Creatividad e Innovación


(1596/03/31 - 1650/02/11) Biografía
López Martínez Zitlaly Judith
13 de Febrero de 2018

Filósofo, científico y matemático francés.

Nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye-en-


Touraine (actualmente La Haye-Descartes), (Francia) en
el seno de una familia de funcionarios.

Hijo de un consejero del Parlement de Bretaña. Su


madre murió un mes después de su nacimiento, de la
que heredó una fortuna que le permitió vivir con
independencia económica.

Con ocho años entró en la escuela jesuita de La Flèche en Anjou, donde


permanecería hasta los dieciséis años.

Junto a los típicos estudios clásicos Descartes


estudió matemáticas y escolasticismo con el propósito de orientar la razón
humana para comprender la doctrina cristiana. Estuvo influenciado por el
Catolicismo.

Al finalizar sus estudios en la escuela, se matriculó en Derecho en la Universidad


de Poitiers, obteniendo la licenciatura en 1616. Sin embargo, nunca ejerció la
profesión jurídica; en 1618 entró al servicio del príncipe Mauricio I de Nassau-
Orange con la intención de seguir la carrera militar.

Descartes sirvió en otros ejércitos pero su interés se centró siempre en los


problemas de las matemáticas y la filosofía, a los que dedicó el resto de su vida.

Se trasladó a Italia, donde permaneció de 1623 a 1624 y marchó a Francia, donde


residiría entre 1624 y 1628. En este periodo, se dedicó plenamente a la filosofía y
a realizar experimentos de óptica.

En 1628, tras vender sus propiedades en Francia, partió a Holanda, donde vivió en
diferentes ciudades, Amsterdam, Deventer, Utrecht y Leiden. Fue por entonces
cuando escribió Ensayos filosóficos, que fue publicada en 1637. Ésta está
compuesta de cuatro partes: un ensayo sobre geometría, otro sobre óptica, un
tercero sobre meteoros y el último, el Discurso del método, que describía sus
especulaciones filosóficas.

A éste le siguieron, entre otros ensayos, Meditaciones metafísicas (1641; revisado


1642) y Los principios de la filosofía, (1644). El último volumen fue dedicado a la
princesa Elizabeth Stuart de Bohemia, que vivió en los Países Bajos y con la que
mantenía una gran amistad.
Trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la
ciencia, y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar su método, la
filosofía había estado dominada por el método escolástico, que se basaba por
completo en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas.
Rechazando este sistema, Descartes estableció: "En nuestra búsqueda del
camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no
podamos lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de la
aritmética y la geometría. Por este motivo dudó de todo hasta haber establecido
las razones para creerla. Partió de la Primera verdad o Cogito, ergo sum, "Pienso,
luego existo". A partir del principio de que la clara consciencia del pensamiento
prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios, según la filosofía
de Descartes, creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la
realidad. Una clase era la sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la
sustancia extensa, o física.

Su filosofía, también llamada cartesianismo, le llevó a elaborar explicaciones


complejas y erróneas de diversos fenómenos físicos. Se aproximó a la teoría
de Copérnico sobre el Universo, con su idea de un sistema de planetas giratorios
moviéndose alrededor del Sol, renunció a esta teoría cuando fue considerada
herética por la Iglesia católica. En su lugar ideó una doctrina de los vórtices o
torbellinos de materia etérea, en la que el espacio estaba pleno de materia, en
diversos estados, girando sobre el Sol.

Su contribución más importante a las matemáticas fue la sistematización de


la geometría analítica.

Fue el primero que intentó clasificar las curvas conforme al tipo de ecuaciones que
las producen, y contribuyó también a la elaboración de la teoría de las ecuaciones.

Descartes fue el responsable de la utilización de las últimas letras del alfabeto


para designar las cantidades desconocidas y las primeras letras para las
conocidas. También inventó el método de los exponentes (como en x2) para
indicar las potencias de los números. Además, formuló la regla, conocida como
la ley cartesiana de los signos, para descifrar el número de raíces negativas y
positivas de cualquier ecuación algebraica.

En 1649 Descartes fue invitado a la corte de Cristina de Suecia en Estocolmo para


dar a la reina clases de filosofía. Todo parecía irle bien si Cristina no hubiera
insistido en hacer que le enseñara filosofía a partir de las cinco de la mañana en
un aposento grande y frío. Descartes era demasiado bien educado para quejarse
de esta desagradable circunstancia, aunque siempre odiaba el frío y rara vez se
levantaba antes del mediodía. Después de tres meses de estas espantosas clases
antes del amanecer, enfermó de gravedad y murió el 11 de febrero de 1650 de
una enfermedad respiratoria, que probablemente fue pulmonía. Diecisiete años
más tarde, su cadáver volvió a París, donde fue sepultado.

Obras

1628 Reglas para la dirección del espíritu


1630 El mundo o tratado de la luz
1637 Discurso del método
1641 Meditaciones metafísicas
1642 La búsqueda de la verdad mediante la razón natural
1644 Principios de filosofía
1649 Las pasiones del alma

Referencia:
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/597/Rene%20Descartes
René Descartes Taller de Creatividad e Innovación
Biografía
Olvera Acevedo Jorge Adrian
13/febrero/2018

(La Haye, Francia, 1596 - Estocolmo, Suecia, 1650)


Filósofo y matemático francés. Después del esplendor
de la antigua filosofía griega y del apogeo y crisis de la
escolástica en la Europa medieval, los nuevos aires
del Renacimiento y la revolución científica que lo
acompañó darían lugar, en el siglo XVII, al nacimiento
de la filosofía moderna.

René Descartes se educó en el colegio jesuita de La


Flèche (1604-1612), por entonces uno de los más
prestigiosos de Europa, donde gozó de un cierto trato
de favor en atención a su delicada salud. Los estudios que en tal centro llevó a
cabo tuvieron una importancia decisiva en su formación intelectual; conocida la
turbulenta juventud de Descartes, sin duda en La Flèche debió cimentarse la base
de su cultura. Las huellas de tal educación se manifiestan objetiva y
acusadamente en toda la ideología filosófica del sabio.

El programa de estudios propio de aquel colegio (según diversos testimonios,


entre los que figura el del mismo Descartes) era muy variado: giraba
esencialmente en torno a la tradicional enseñanza de las artes liberales, a la cual
se añadían nociones de teología y ejercicios prácticos útiles para la vida de los
futuros gentilhombres. Aun cuando el programa propiamente dicho debía de
resultar más bien ligero y orientado en sentido esencialmente práctico (no se
pretendía formar sabios, sino hombres preparados para las elevadas misiones
políticas a que su rango les permitía aspirar), los alumnos más activos o curiosos
podían completarlos por su cuenta mediante lecturas personales.

Años después, Descartes criticaría amargamente la educación recibida. Es


perfectamente posible, sin embargo, que su descontento al respecto proceda no
tanto de consideraciones filosóficas como de la natural reacción de un adolescente
que durante tantos años estuvo sometido a una disciplina, y de la sensación de
inutilidad de todo lo aprendido en relación con sus posibles ocupaciones futuras
(burocracia o milicia). Tras su etapa en La Flèche, Descartes obtuvo el título de
bachiller y de licenciado en derecho por la facultad de Poitiers (1616), y a los
veintidós años partió hacia los Países Bajos, donde sirvió como soldado en el
ejército de Mauricio de Nassau. En 1619 se enroló en las filas del Maximiliano I de
Baviera.

Tras renunciar a la vida militar, Descartes viajó por Alemania y los Países Bajos y
regresó a Francia en 1622, para vender sus posesiones y asegurarse así una vida
independiente; pasó una temporada en Italia (1623-1625) y se afincó luego en
París, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época.
En 1628 decidió instalarse en Holanda, país en el que las investigaciones
científicas gozaban de gran consideración y, además, se veían favorecidas por
una relativa libertad de pensamiento. Descartes consideró que era el lugar más
favorable para cumplir los objetivos filosóficos y científicos que se había fijado, y
residió allí hasta 1649.

Los cinco primeros años los dedicó principalmente a elaborar su propio sistema
del mundo y su concepción del hombre y del cuerpo humano. En 1633 debía de
tener ya muy avanzada la redacción de un amplio texto de metafísica y física
titulado Tratado sobre la luz; sin embargo, la noticia de la condena de Galileo le
asustó, puesto que también Descartes defendía en aquella obra el heliocentrismo
de Copérnico, opinión que no creía censurable desde el punto de vista teológico.
Como temía que tal texto pudiera contener teorías condenables, renunció a su
publicación, que tendría lugar póstumamente.

En 1637 apareció su famoso Discurso del método, presentado como prólogo a tres
ensayos científicos. Por la audacia y novedad de los conceptos, la genialidad de
los descubrimientos y el ímpetu de las ideas, el libro bastó para dar a su autor una
inmediata y merecida fama, pero también por ello mismo provocó un diluvio de
polémicas, que en adelante harían fatigosa y aun peligrosa su vida.

El método cartesiano, que Descartes propuso para todas las ciencias y disciplinas,
consiste en descomponer los problemas complejos en partes progresivamente
más sencillas hasta hallar sus elementos básicos, las ideas simples, que se
presentan a la razón de un modo evidente, y proceder a partir de ellas, por
síntesis, a reconstruir todo el complejo, exigiendo a cada nueva relación
establecida entre ideas simples la misma evidencia de éstas. Los ensayos
científicos que seguían al Discurso ofrecían un compendio de sus teorías físicas,
entre las que destaca su formulación de la ley de inercia y una especificación de
su método para las matemáticas.

Conforme crecía su fama y la divulgación de su filosofía, arreciaron las críticas y


las amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades
académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. Nacidas
en medio de discusiones, las Meditaciones metafísicas habían de valerle diversas
acusaciones promovidas por los teólogos; algo por el estilo aconteció durante la
redacción y al publicar otras obras suyas, como Los principios de la filosofía
(1644) y Las pasiones del alma (1649).

La filosofía de Descartes

Descartes es considerado como el iniciador de la filosofía racionalista moderna por


su planteamiento y resolución del problema de hallar un fundamento del
conocimiento que garantice su certeza, y como el filósofo que supone el punto de
ruptura definitivo con la escolástica. En el Discurso del método (1637), Descartes
manifestó que su proyecto de elaborar una doctrina basada en principios
totalmente nuevos procedía del desencanto ante las enseñanzas filosóficas que
había recibido.

Convencido de que la realidad entera respondía a un orden racional, su propósito


era crear un método que hiciera posible alcanzar en todo el ámbito del
conocimiento la misma certidumbre que proporcionan en su campo la aritmética y
la geometría. Su método, expuesto en el Discurso, se compone de cuatro
preceptos o procedimientos: no aceptar como verdadero nada de lo que no se
tenga absoluta certeza de que lo es; descomponer cada problema en sus partes
mínimas; ir de lo más comprensible a lo más complejo; y, por último, revisar por
completo el proceso para tener la seguridad de que no hay ninguna omisión.

El sistema utilizado por Descartes para cumplir el primer precepto y alcanzar la


certeza es «la duda metódica». Siguiendo este sistema, Descartes pone en tela de
juicio todos sus conocimientos adquiridos o heredados, el testimonio de los
sentidos e incluso su propia existencia y la del mundo. Ahora bien, en toda duda
hay algo de lo que no podemos dudar: de la misma duda. Dicho de otro modo, no
podemos dudar de que estamos dudando. Llegamos así a una primera certeza
absoluta y evidente que podemos aceptar como verdadera: dudamos.

Pienso, luego existo

La duda, razona entonces Descartes, es un pensamiento: dudar es pensar. Ahora


bien, no es posible pensar sin existir. La suspensión de cualquier verdad concreta,
la misma duda, es un acto de pensamiento que implica inmediatamente la
existencia del "yo" pensante. De ahí su célebre formulación: pienso, luego existo
(cogito, ergo sum). Por lo tanto, podemos estar firmemente seguros de nuestro
pensamiento y de nuestra existencia. Existimos y somos una sustancia pensante,
espiritual.

A partir de ello elabora Descartes toda su filosofía. Dado que no puede confiar en
las cosas, cuya existencia aún no ha podido demostrar, Descartes intenta partir
del pensamiento, cuya existencia ya ha sido demostrada. Aunque pueda referirse
al exterior, el pensamiento no se compone de cosas, sino de ideas sobre las
cosas. La cuestión que se plantea es la de si hay en nuestro pensamiento alguna
idea o representación que podamos percibir con la misma «claridad» y
«distinción» (los dos criterios cartesianos de certeza) con la que nos percibimos
como sujetos pensantes.

Bibliografía:
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/descartes.htm

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