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La historia es siempre imperfecta en los hechos que son probable y señala nuevas circunstancias. Cada
hecho es individual ha surgido del ambiente espiritual en el cual los individuos viven. La compresión
histórica ha de aspirar a un grado necesario de exactitud. La explicación histórica encuentra sus hechos
en su propio ambiente, humano, indicando la procedencia o el origen. El historiador construye la
historia con testimonio del pasado; el relato histórico es un conocimiento aproximativo, no falso.
Desde el punto de vista gnoseológico el juicio histórico carece de una certeza metafísica o física: tiene
sólo una certeza moral la cual se refiere a los hechos libres del hombre. El carácter más certero de estos
actos libre es la contingencia, hay que tener claro que la libertad no se puede confundir con el juicio
moral. La historia no es un conocimiento de intenciones, sino de hechos libres realmente bien
ejecutado.
Historicidad de la inteligencia
La historicidad de la inteligencia es un caso especial que acompaña todos los actos humanos de la
historia universal. La historicidad se desprende de la exigencia del nivel científico, desde que se
prefiere el juicio histórico y la aportación del a priori constructivo que el investigador hace de la verdad
del hecho histórico.
La verdad en la historia responde a diversos factores, entre los más relevantes se pueden vislumbran
los siguientes: en un primer lugar está la selección de documentos, las ideas propias del autor, sus ideas
políticas y religiosas, su estilo de vida. Desde esta perspectiva se desprenden también las exigencias
estéticas, éticas y religiosas; estas formas de valoración van acompañada de lo que es el fenómeno de
la moda, el modo de escoger, interpretar y organizar la historia.
En un segundo momento interviene la psicología del historiador, la cual juega un papel capital en todo
lo que constituye un hecho histórico verídico. Desde esta perspectiva se destacan otros elementos
relevantes como: el interés, el talento, el espíritu crítico, la preparación técnica, la madurez intelectual
y la afinidad psicológica con el asunto. La importancia de este segundo elemento es necesario, ya que,
si este elemento faltase, solo se obtendría en el mejor de los casos, mera erudición. En definitiva, el
interés y la imaginación que el historiador debe tener para realizar su labor, responde a la simpatía que
la muestra por el fondo humano del pasado que estudia.
Conclusión
La historia es la expresión de un pasado que se hace presente por su huellas y enseñanza, podemos
decir que la historia es un saber de hechos concretos y circunstanciales que define los acontecimientos
del pasado que responde a diversos momentos del hombre. La historia