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TITULO: YODO ES LA CAUSA MÁS

COMÚN DEL BOCIO.


INTEGRANTES:

CHIPANA BLAS, JUDITH PAMELA


LLANOS CARRANZA, ELISA
MEDINA BELLIDO, DIANA

PROFESOR:

RODRIGUEZ LICHTENHELDT, JOSE

CURSO:
QUIMICA INORGANICA I

SECCION: FB3N1

CICLO: TERCERO

TURNO: NOCHE

2017-1
TITULO:

YODO ES LA CAUSA MÁS COMÚN DEL BOCIO.


PLANTEAMINETO DEL PROBLEMA: FALTA

JUSTIFICACION: FALTA

MARCO TEORICO:

EL YODO:

El yodo (I) es un micromineral muy importante, ya que es fundamental en la


síntesis de hormonas tiroideas, esencial en la regulación del organismo.
Alteraciones en sus niveles pueden provocar hipertiroidismo o hipotiroidismo que
produce desarreglos en el metabolismo basal.

El pescado y marisco son prácticamente las únicas fuentes alimenticias de yodo,


por lo que personas alérgicas a estos productos, deberían tomar sal yodada de
forma protocolizada con el fin de evitar su carencia.

Algunos vegetales contienen sustancias bociógenas (que provocan bocio u otras


alteraciones en el tiroides) que entorpecen la acción del yodo, especialmente si
se consumen crudas. Son, por ejemplo, la coliflor, la col, el repollo, las coles de
Bruselas, etcétera.
FUNCION DEL YODO:

 Primordial para la producción de hormonas tiroideas.


 Facilita el crecimiento.
 Ayuda a quemar el exceso de grasa que tiene nuestro cuerpo.
 Mejora la agilidad mental.
 Interviene en procesos neuromusculares.
 Participa en el funcionamiento celular.

FUENTES DEL YODO:

 Pescados.
 Mariscos.
 Sal yodada.
 Algunas variedades de algas.
 Leche y sus derivados lácteos.
 Frutas.
 Verduras.

DIFICIT DEL YODO

La carencia de yodo puede producir distintas alteraciones en nuestro organismo


como:
 Bocio: aumento de la glándula tiroides, situada en el cuello, provocando
desajustes en las hormonas tiroideas.
 Cretinismo en niños (una deficiencia congénita que provoca retraso físico
y mental).
Para poder evitar estas patologías es necesario que la cantidad de yodo ingerido
sea la adecuada en mujeres embarazadas y niños.
TOXICIDAD DEL YODO:

El yodo en exceso puede causar hipertiroidismo: aumento en la producción de


hormonas tiroideas habitualmente con un incremento del metabolismo general
de la persona que provoca adelgazamiento, nerviosismo, problemas cardíacos,
etcétera.
1. DEFINICION:

El bocio es un aumento de la tiroides que puede causar tos, ronquera, o dificultad


para tragar o respirar. Conoce sus causas, tratamiento y prevención.
2. CAUSAS:

Aunque son muchas las causas que pueden producir la aparición de bocio, el
mecanismo concreto por el que se produce el aumento de tamaño del tiroides
continúa siendo desconocido. Se ha comprobado que la mayoría de los
pacientes tienen alteraciones sutiles de la formación de hormona. Esta
incapacidad del tiroides para producir o secretar hormonas, junto a un nivel
normal o alto de TSH (hormona sintetizada en la glándula hipófisis que estimula
el tiroides para formar hormona tiroidea), llevarían a un agrandamiento de la
glándula en un intento de compensación.

Las principales causas conocidas de bocio son:


 Déficit de yodo: es la causa de bocio más frecuente. Se calcula que en
torno a 1.000 millones de personas en el mundo se encuentran en riesgo
de padecer déficit de yodo, al vivir en zonas donde el porcentaje de bocio
en la población general es mayor del 10%.
 Inflamación del tiroides por diferentes causas: tiroiditis, infecciones,
radiación.
 Bociógenos (sustancias que pueden favorecer la aparición de bocio):
aniones monovalentes, tabaco, litio, yodo, sulfonilureas, salicilatos,
aceites de soja, de girasol, de nueces, de cacahuete…
 Enfermedad tiroidea autoinmune: tiroiditis de Hashimoto y enfermedad de
Graves-Basedow.
 Alteraciones congénitas (es decir, que ya están presentes desde el
nacimiento).

 Enfermedades infiltrativas: tiroiditis de Riedel, amiloidosis,


hemocromatosis.
 Tumores benignos y malignos.
 Pubertad, embarazo.
 Otras causas: acromegalia, anticonceptivos orales, mola hidatiforme,
etcétera.
Epidemiología del bocio:
La prevalencia del bocio es variable en función de cada zona geográfica. En las
zonas endémicas la prevalencia es mayor (más del 10% de la población tiene
bocio, debido generalmente a un déficit de yodo), mientras que en las zonas no
endémicas la prevalencia es más baja (oscila entre un 3-7%).

El bocio es más frecuente en las mujeres, probablemente por la mayor


prevalencia de enfermedades autoinmunes y el aumento de las necesidades de
yodo en la gestación y de estrógenos durante la adolescencia. Por último, hay
que recalcar que el tiroides aumenta de tamaño con el paso de los años, de tal
modo que sobre la octava década de la vida muchas personas tienen bocio por
la presencia en el tiroides de uno o varios nódulos tiroideos.
3. SINTOMAS:

La mayoría de los pacientes no presentan síntomas en el momento del


diagnóstico, y la presencia de bocio se descubre de manera casual durante una
exploración física realizada por otro motivo. En otras ocasiones, el paciente
acude a su médico por notarse en la cara anterior del cuello la aparición de un
bulto o tumoración, de tamaño variable, que puede ser o no doloroso con la
palpación.

La complicación más frecuente del bocio, cuando éste presenta gran tamaño, es
la compresión de las estructuras vecinas que se encuentran en el cuello,
provocando así en el paciente síntomas como dificultad para respirar, tos
irritativa, dificultad para tragar, ronquera o cambios en la voz. A pesar de todo,
estos síntomas no soy muy frecuentes.

En pacientes en los que el bocio es tan grande que se introduce en la región


retroesternal, la elevación de los brazos puede producir dificultad respiratoria,
mareo, e incluso síncope.

La prevención de estas complicaciones se basa en un diagnóstico precoz y un


correcto tratamiento médico. Si a pesar de ello se produce compresión de
estructuras vecinas, el tratamiento será quirúrgico.
4. DIAGNOSTICO:

Para llegar al diagnóstico de bocio son muy importantes tanto la anamnesis


(entrevista clínica realizada por el médico sobre los síntomas del paciente),
como la exploración física, pero hay disponibles numerosas pruebas de
imagen que permiten obtener una muy buena visión de la anatomía del
tiroides, lo que permite concretar el diagnóstico.

Anamnesis: debe ser muy detallada, con el objetivo de recoger la mayor


cantidad de datos posible. Debe interrogarse al paciente sobre la duración y
los cambios de tamaño del bocio (en general los bocios de larga evolución
sugieren benignidad, mientras que los de rápido crecimiento sugieren
malignidad), la procedencia del paciente (bocio endémico), la ingesta de sal
yodada, y el consumo de fármacos que contengan yodo o de acción
bociógena, la exposición a radiación cervical (aumenta el riesgo de cáncer de
tiroides), la existencia de antecedentes familiares de enfermedad tiroidea
(enfermedades autoinmunes), y la presencia de síntomas compresivos
locales o generales sugestivos de disfunción tiroidea.
Exploración física: debe realizarse una exploración cuidadosa del cuello,
tanto en posición normal, como en hiperextensión. Mediante la palpación de
éste se determinan, entre otras cosas, el tamaño, la forma y la consistencia
del tiroides, si se trata de un bocio difuso, o se delimitan uno o varios nódulos
tiroideos, si éstos son superficiales o profundos, si el tiroides es o no doloroso
al tacto, o si existen o no ganglios inflamados. La glándula tiroidea normal no
es visible, y a la palpación es de consistencia elástica y de pequeño tamaño.
Un nódulo de consistencia dura, sobre todo si está adherido a las estructuras
adyacentes, o si se acompaña de ganglios inflamados, es sugestivo de
malignidad.
Analítica de sangre: la medición en sangre de sustancias como la TSH
(hormona estimulante del tiroides, producida por la glándula hipófisis), o la T4
(hormona tiroidea) permite ver si existe hiperfunción o hipofunción tiroidea, lo
que contribuye a orientar el diagnóstico. Sin embargo, la mayoría de las veces
la función tiroidea suele ser normal y los niveles de estas sustancias en
sangre son normales. También se puede ver en la analítica de sangre la
existencia o no de anticuerpos contra el tiroides (su presencia orienta hacia
una causa inmunológica), o de otras sustancias como la calcitonina, que
orienta hacia un origen canceroso del bocio.
Radiografía simple: en los casos en los que el bocio esté producido por un
cáncer, se puede solicitar la radiografía de tórax para comprobar si existen
metástasis en órganos como los pulmones.
Gammagrafía tiroidea: esta prueba, que consiste en irradiar la glándula
tiroidea con radioyodo, permite realizar un estudio funcional del tiroides; es
decir, ver qué zonas de éste captan radiación y cuáles no. Así, los nódulos
tiroideos pueden ser hipercaptantes o calientes (captan mas radiación que el
resto del tiroides), templados (captan radiación de forma similar al resto de la
glándula), o hipocaptantes o fríos (no tienen captación).
La información de esta prueba puede ser muy útil, aunque suele ser
insuficiente para tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas.

Ecografía tiroidea: es la técnica de elección para el estudio de la morfología


del tiroides, ya que permite definir la existencia de nódulos, su tamaño, y si
son sólidos o quísticos; sin embargo, no proporciona información sobre la
actividad funcional de los nódulos, por tanto, no informa de la naturaleza
benigna o maligna de éstos. También permite controlar el tamaño de nódulos
ya conocidos en el tiempo, para ver su evolución o guiar otras técnicas como
la punción del tiroides.
Punción aspiración con aguja fina (PAAF): permite, sin necesidad de cirugía,
conocer la naturaleza benigna o maligna de un nódulo. La PAAF permite
obtener células del tiroides que posteriormente son estudiadas en el
laboratorio, viendo así si son benignas o malignas. Es una técnica segura y
tiene pocas complicaciones, siendo la base del diagnóstico de los nódulos
tiroideos.
Biopsia quirúrgica: se extrae una porción del tiroides, o éste completo, para
su posterior análisis.
5. TRATAMIENTO:

El tratamiento del bocio depende de la causa que lo origina y de los síntomas


que produce. Independientemente de la causa, si el bocio es muy grande y
produce síntomas por compresión (ronquera, dificultad para respirar o para
tragar) se suele realizar tratamiento quirúrgico, que consiste en la extirpación
de una parte del tiroides (hemitiroidectomía) o de la totalidad de éste
(tiroidectomía total). Es necesario valorar, en función de cada caso (edad,
sexo, enfermedades previas…), los riesgos que puede conllevar la
realización de cirugía.

Cuando el bocio no da síntomas la conducta terapéutica va a ser diferente.


En algunos casos el tratamiento consiste únicamente en realizar un
seguimiento del paciente cada cierto tiempo, vigilando así su evolución. El
seguimiento de bocio difuso debe constar de una exploración física que
incluya la exploración del tiroides y de los ganglios linfáticos, así como la
valoración de los síntomas, signos y parámetros analíticos de disfunción
tiroidea. Por tanto, es importante solicitar analíticas de control para ver la
función del tiroides. El seguimiento se puede hacer cada varios meses o de
forma anual, dependiendo de cada paciente.

Otra opción de tratamiento cuando el bocio no da síntomas se basa en la


supresión de la secreción de TSH (hormona estimulante del tiroides,
secretada por la glándula hipófisis) mediante la administración de una
sustancia denominada levotiroxina sódica, que se administra en las fases
tempranas del proceso, cuando no se ha establecido todavía la
transformación nodular del tiroides. La terapia con levotiroxina tiende a
abandonarse con el tiempo, ya que obliga a mantener el tratamiento de por
vida (si se retira el tratamiento recurre el bocio), con los efectos secundarios
a nivel cardíaco y óseo que conlleva.
La última opción terapéutica es la utilización de radioyodo (yodo 131), que es
el tratamiento de elección en pacientes de alto riesgo quirúrgico y clínica
compresiva. Puede presentar efectos secundarios, como inflamación del
tiroides (tiroiditis postradioyodo) o hipotiroidismo.
6. PREVENCION:

En cuanto a la prevención del bocio, se pueden llevar a cabo diferentes


acciones para evitar su aparición. En primer lugar, la medida más importante
consiste en aportar los requerimientos mínimos de yodo para reponer las
pérdidas urinarias. La OMS recomienda la ingesta de 100-150 microgramos
al día o incluso 200 microgramos al día durante el embarazo o lactancia para
prevenir trastornos producidos por el déficit de yodo. El contenido de yodo de
los alimentos en general es bajo, siendo el pescado y la leche los más ricos
en esta sustancia. Por eso, una opción puede ser por ejemplo consumir
pescado de mar entre 2 y 3 veces por semana. No obstante, en países
desarrollados la principal fuente de yodo es la sal.

En determinadas regiones donde el agua corriente no aporta una cantidad


suficiente de yodo, se realizan campañas para el consumo de sal yodada al
menos tres veces por semana. Conviene aclarar que la sal yodada tiene la
misma función y sabor que la sal común y puede usarse en las mismas
cantidades al cocinar.

Otra medida que se puede realizar es evitar bocígenos como fármacos


(antitiroideos, sulfonilureas, amiodarona, expectorantes, isoniacidas ,
salicilatos), la harina de soja, o el aceite de girasol.
En situaciones determinadas bien por el bajo aporte de yodo bien por
predisposición familiar a este problema, debe realizarse un análisis periódico
de la función del tiroides mediante la determinación de las hormonas T4 y
TSH.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFIAS:
 Bocio nodular tóxico en Enciclopedia MedlinePlus
 Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos y Associazione
Medici Endocrinologi directrices médicas para la práctica clínica para el
diagnóstico y la gestión de los nódulos tiroideos. Endocr Pract. 2006

 LLENAR MAS BIBLIOGRAFIA


ELISA POR FAVOR GRACIAS EN
FORMA VANCUVER

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