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LA RESILIENCIA FRENTE

AL CAMBIO CLIMÁTICO
Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá

Gerente General de Soluciones Resilientes

Experto Internacional en Resiliencia Territorial

henry.peralta@solucionesresilientes.com

En la actualidad la humanidad enfrenta uno de los grandes

desafíos de los últimos tiempos: el cambio climático.

Independientemente de las posturas científicas y políticas que

defienden o atacan su existencia, a escala global se están

experimentando diversos impactos asociados a la climas extremos,

de frío o calor, de generación de tormentas tropicales que se

convierten en huracanes que se salen de la escala de medición

existentes, el aumento del nivel del mar por el descongelamiento de

los glaciares, entre otros efectos. A esto se le suma el aumento de

la exposición y fragilidad de las ciudades asociados a acelerado


crecimiento urbano sin planificación y el deterioro de

los ecosistemas.

El impacto económico de los desastres se está incrementando de

manera exponencial, y se expresa en cifras que asombran. Aunque

las pérdidas de vidas asociada a la ocurrencia de eventos

climáticos se ha reducido en las últimas dos décadas por la

existencia de sistemas de alerta temprana, las proyecciones sobre

las pérdidas por desastres futuros son cuantiosas. Los territorios

insulares son los más afectados por estar al nivel del mar.

El cambio climático es una realidad. Lo anterior es un campanazo

de alerta para tomar las medidas necesarias para hacerle frente a

esta problemática global que impacta lo local. La sola ocurrencia

de un evento climático puede enviar "ondas expansivas" que

pueden afectar la continuidad de los negocios territoriales.

Ante todos estos retos que desafían la supervivencia de

comunidades, ciudades o incluso países, la construcción de


resiliencia es la mejor alternativa. Esta constituye el camino

propicio para fortalecer las capacidades de los países (gobiernos

nacionales y gobiernos locales) y de sus ciudadanos para enfrentar

y recuperarse de las crisis. Conocer para resistir y permanecer,

adaptarse positivamente y no conformarse; prepararse para

afrontar y recuperarse rápidamente transformando la realidad que

generó la crisis, son los cuatros procesos necesarios para crear y

re-crear la resiliencia frente al cambio climático. Estos aspectos se

explican a continuación:

1-Conocer para resistir y permanecer. Implica la construcción de

escenarios de riesgos climáticos en donde se identifican amenazas

y vulnerabilidades, se estima el riesgo en términos de pérdidas

potenciales, se monitorea y se comunica. Esto hace parte de la

gestión prospectiva del riesgo (evitar que se generen nuevos

riesgos)
2-Adaptarse positivamente no conformase. Hay dos formas de

adaptase a una situación: una negativa, caracterizada

principalmente por una actitud de negación, indiferencia y

conformismo (estrategia "de hacerse el loco"). Y una positiva,

caracterizada por una actitud de cambio y de no conformismo, con

soluciones creativas e innovadores (estrategia "de hacer lo mejor

que se pueda"). Esta hace parte de la gestión correctiva o

compensatoria del riesgo (reducir los riesgos existentes).

3-Preparase para afrontar. En este componente se

fundamenta una decisión y aceptación consciente de los impactos

del cambio climático y su manera de afrontarlos. Implica desarrollar

acciones de preparativos para enfrentar posibles emergencias, el

fortalecimiento de estrategias de evasión de los fenómenos

climáticos potencialmente peligrosos, mediante los sistemas de

alerta temprana. Así como definición de planes de emergencia y

contingencia. Esta hace parte de la gestión reactiva del

riesgo (preparación y respuesta efectiva).


4-Recuperarse rápidamente y transformar la realidad que

generó la crisis. De ocurrir el desastre implica realizar de manera

eficiente el proceso de recuperación. Aquí es clave establecer

planes de recuperación anticipados que puedan facilitar el camino

hacia una reconstrucción sostenible. Esta hace parte de gestión

evolutiva y transformadora (reconstruir mejor).

Finalmente y haciendo alusión a la frase de Gustavo Wilches: "El

problema no es que llueva más sino las goteras que tenemos en el

techo". Podríamos decir que el problema no es solamente es

cambio climático, sino las condiciones de exposición y fragilidad

existentes asociadas a una construcción social. Por ejemplo, se

pueden tener dos casas una al lado de la otra, construidas en la

misma época, con un diseño similar, pero con dos dueños

diferentes, uno que le hace mantenimiento al techo y otro que no.

Es obvio que el mayor impacto después de un fuerte aguacero lo

tendrá aquella casa que tiene goteras por falta de mantenimiento.


Como un acto de creación, la resiliencia emerge como propiedad

de una construcción individual y colectiva en la cotidianidad de la

vida. Esto se evidencia en el aumento de su resistencia, asociado

al hecho de conocer, adaptarse y prepararse, es decir hacerse

menos frágil para afrontar las crisis. El nivel de resiliencia o de

capacidad aumenta en la medida que somos menos vulnerables,

es decir con menor exposición y fragilidad.

De otra parte como un acto de re-creación, la resiliencia se pone a

prueba como propiedad emergente de la capacidad de recuperarse

de manera rápida y eficiente en el menor tiempo posible y con

menor traumatismo posible. El nivel de recuperación después de

una crisis individual y/o colectiva, es inversamente proporcional al

grado de preparación para afrontar.

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