You are on page 1of 5

¿Dónde está la franja amarilla?

Este libro escrito en 1996 (Ospina, 1996) en el cual el autor responde a una serie de
preguntas realizadas por una amiga norteamericana a cerca de porqué Colombia
siendo un país con tantas capacidades y potencialidades geográficas, humanas, de
diversidad cultural, ambiental entre otros recursos, se encuentra estancada desde
hace tantas décadas en una situación de violencia, pobreza e inestabilidad social y
política con tanta debilidad en sus instituciones, en sus argumentos el autor expone
una serie de factores, aspectos estructurales y fenómenos históricos que hacen que
Colombia sea un País con tantas y complejas dificultades para desarrollar todo su
potencial económico y social.
Frente a lo anterior Ospina empieza definiendo los factores históricos que en su
concepto descartan que Colombia aún se encuentre enfrascada en fenómenos de
violencia obedeciendo a un factor cultural, biológico o algún tipo de enfermedad y
prueba de esto es que fenómenos más sangrientos fueron protagonizados por países
Europeos y por Norteamérica y nadie se atreve a sostener que esto se debe a que estas
sociedades fueran enfermas o culturalmente violentas. Lo que sí se puede determinar
es que aquellos aspectos o causas por los cuales se dieron guerras y
enfrentamientos se fueron resolviendo poco a poco de manera consiente por los
mismo gobernantes y sus sociedades por lo menos en lo que respecta a los países de
Europa. Por otra parte el autor expresa que quizás el aspecto que más le hace daño a
Colombia es el poco sentido de pertenecía que existe en su sociedad, que sean los
mismo colombianos como sociedad los que no asumamos la responsabilidad de
nuestros problemas, y nos asumamos en una condición de derrota insuperable frente
a las condiciones del país y que por el contrario no optemos por posturas más críticas
frente a las decisiones de los actores políticos y de gobierno que históricamente han
afectado el bienestar de los ciudadanos y peor aún no nos solidaricemos con las
propuestas que demandan un cambio más equitativo para la sociedad.
El autor argumenta que “cuando una sociedad no es capaz de realizar a tiempo las
reformas que el orden social le exige para su continuidad, la historia las resuelve a
su manera, a veces con altísimos costos para todos” y con esto quiere decir que por no
decir todos la gran mayoría de los problemas que enfrenta Colombia tienen unos
antecedentes en el pasado y que en su mayoría son situaciones que el país aún no ha
resuelto, por lo cual han escalado y se han profundizado al punto de generar la
inestabilidad social y política que vivimos en la actualidad.
De esta manera el autor expone como el país aún conserva aspectos de los esquemas
coloniales que se evidencian en la exclusión y discriminación a las poblaciones
indígenas, afro-descendientes y campesinas por parte de una clase social que no
estaba interesada en que el país superara esta fase de dominación y se reconociera en
su territorio ancestralmente “Quienes se dicen representantes de la voluntad nacional
son para las grandes mayorías de la población personas
Indignas de confianza, meros negociantes, vividores que no se identifican con el país”
por el contrario se avergüenzan de él y solo se mueven por sus intereses.
En palabras del autor “La historia de Colombia es la historia de una prolongada
postergación de la única aventura digna de ser vivida, aquella por la cual los
colombianos tomemos verdaderamente posesión de nuestro territorio, tomemos
conciencia de nuestra naturaleza -una de las más hermosas y privilegiadas del
mundo-, tomemos conciencia de la magnífica complejidad de nuestra
composición étnica y cultural, creemos lazos firmes que unan a la población en un
orgullo común y en un proyecto común, y nos comprometamos a ser un país, y no un
nido de exclusiones y discordias donde unos cuantos privilegiados, profundamente
avergonzados del país del que derivan su riqueza, predican día y noche un discurso
mezquino de desprecio o de indiferencia por el pueblo al que nunca supieron honrar
ni engrandecer, que siempre les pareció “un país de cafres”, una especie subalterna de
barbarie y de fealdad”.
En el libro el autor describe traiciones al sueño nacional y en esto expone como un
grupo de viejos comerciantes y terratenientes se opusieron al propósito de una
economía independiente y por el contrario optaron por anclar al país a ser productor
de materias primas al servicio de las grandes industrias mundiales y a ser un
consumidor de los productos y manufacturas extranjeras tal como lo habían previsto
en la época de la colonia, con esto se construyeron grandes ciudades europeas y
norteamericanas y lograron realizar su revolución industrial, con nuestra materia
prima. “Verdad es que grandes poderes externos estuvieron interesados desde siempre
en mantener nuestra economía en condiciones desventajosas, que les permitieran
realizar aquí sus negocios en los mejores términos y nuestros dirigentes han hecho
bien su tarea.
Ospina expresa que no sabría explicar con claridad a su amiga por qué y de qué
manera el gobierno norteamericano apoyó siempre a los partidarios colombianos del
libre cambio, que abrían nuestras fronteras a sus productos, e incluso patrocinó
siempre a alguno de los bandos en las guerras civiles que desgarraron a Colombia
durante el siglo XIX.
En mi concepto[3] lo anterior responde ¿por qué no era importante formar
dignamente a los colombianos? mi respuesta es porqué solo necesitaban obreros y
peones…
Por otra parte el autor explica entre otras, algunas razones que hacen que
históricamente se tenga que brindar una tradición de privilegios al estamento militar
aunque el país no ha sostenido guerra con ningún otro estado. la mayor causa es que
se han generado rebeliones en el país y la respuesta de fondo es que “cuando se
construye un régimen irresponsable y antipopular se hace absolutamente necesaria la
fuerza para mantener a cualquier precio un orden o desorden social que el pueblo
difícilmente defendería como suyo,” de ahí que en sus inicios los grupos en estado de
beligerancia (guerrilleros) tomaran tanta fuerza popular, pues sus razones eran
evidentes para todos los colombianos excepto para las clases privilegiadas.
Ospina marca un hito en la comprensión histórica de las guerras civiles en Colombia
demarcando por un lado la relación bipartidista y por el otro lado la intervención de
la iglesia en esta confrontación sangrienta que para nada le ha servido al país,
tenemos entonces que el pensamiento federalista liberal fue derrotado en las guerras
civiles del siglo XIX quienes impusieron una forma de gobierno de excelentísimas
dignidades con una fuerte intervención de la iglesia católica y centralizado, cuya
constitución, promulgada en 1886, gobernó al país durante más de cien años, Este
régimen convirtió a Colombia en uno de los países más conservadores del continente.
Define Ospina que “Al cabo de 50 años, hacia 1930, la hegemonía conservadora se
vio debilitada por la inconformidad popular, arreciaron las luchas sindicales, hubo
conatos de rebelión, y finalmente la escandalosa masacre de las bananeras precipitó
el descrédito del régimen conservador. Un sector del liberalismo acaudillado por
Alfonso López Pumarejo intentó una reforma democrática que favoreciera la
industrialización, que modificará el régimen de propiedad sobre la tierra, y cambiara
las relaciones entre el Estado y la Iglesia, y que abrirá el camino para la adecuación
de la sociedad colombiana a algunas de las tendencias mundiales del siglo”.
Como lo define el autor el Intolerante país feudal arremetió con una campaña
antiliberal que desato violencia contra el movimiento liberal lo que posteriormente
profundizo en la necesidad de generar una gran reforma en el país bandera que
lidero el Caudillo Jorge Eliecer Gaitán quien a su vez, puso en el debate público los
efectos del bipartidismo cuyos jefes formaban en realidad un solo partido de dos
caras, hecho para saquear el país y beneficiarse de él a espaldas de las mayorías; y en
sus discursos avanzó hacia una reformulación de la crisis política como el conflicto
entre las mayorías humildes y auténticas, y el mezquino país de los privilegios.
Hablando del “país político” y del “país nacional”, destacando el modo como los
dirigentes gobernaban para una minoría
Según el autor en los discursos de Gaitán quien en su ascenso político fue alcalde de
Bogotá y ministro de educación era evidente su interés por impedir que una
economía de privilegios precipitara a Colombia en la pauperización y el
aplastamiento de las gentes más pobres.
Al ver su aplastante respaldo popular de la revolución Gaitanista los enemigos de la
democracia llevaron a cabo un macabro plan anti-revolucionario que tuvo “tres
etapas, cada una de ellas peor que la anterior; La primera fue el asesinato del
caudillo, que provocó el incendio de la capital; La segunda fue la Violencia de los
años cincuenta, que despobló los campos de Colombia e hizo crecer dramáticamente
las ciudades con millones de desplazados arrojados a la miseria. La tercera fue el
pacto del Frente Nacional, mediante el cual los instigadores de la violencia se
beneficiaron de ella y se repartieron el poder durante 20 años, proscribiendo toda
oposición, cerrando el camino de acceso a la riqueza para las clases medias
emprendedoras, y manteniendo a los pobres en condiciones de extremo desamparo
mientras acrecentaban hasta lo obsceno sus propios capitales.”
El autor hace énfasis en que “siempre nos dijeron que la Violencia de los años
cincuenta fue una violencia entre liberales y conservadores. Eso no es cierto. Fue una
violencia entre liberales pobres y conservadores pobres, mientras los ricos y los
poderosos de ambos partidos los azuzaban y financiaban su rencor, dando muestras
de una irresponsabilidad social infinita”.
el frente nacional según Ospina no solo freno las posibilidades de un desarrollo
constitucional social y político en el país sino que acrecentó el poder de las elites en
el país que frente al temor de la pérdida de su mina de oro, se dedicó a saquear todo
cuanto fuera posible y a blindarse de los brotes de desobediencia civil generando así
más exclusión, más pobreza, más desigualdad y a la ves cerrando toda oportunidad
de fiscalización, veeduría y control que dio paso a la extralimitación de toda una
serie acciones que terminaron consolidando la imparable e corrupción que hoy nos
envuelve
Por otra parte el estado del país en condiciones deplorables y la clausura de todo tipo
de oposición legal abrieron la posibilidad de la conspiración para enfrentar el
sistema, una oposición ilegal alimentada por el por la revolución cubana y el
pensamiento comunistas y socialistas y su movilización internacional llevo a que
muchos jóvenes encontraran en las armas una posibilidad de toma del poder
surgiendo entonces las guerrillas que reivindicaban luchas políticas, campesinas,
económicas y sociales en donde podemos identificar siglas como M19; FARC; ELN,
EPL entre otras, unas se desmovilizaron como es el caso del M19 y otras aún
persisten como las FARC y el ELN.
Sin embargo no solo en las clases populares y campesinas se han generado fenómenos
desestabilizantes también en las clases medias nace una relación ilegal que afecta el
mercado, hablamos entonces del contrabando y el narcotráfico que entraran a
desestabilizar al país en lo 80s y 90s en otra ola de violencias que pervive hasta
nuestros días y que ha resultado ser un aliado perfecto para todos los grupos que
subyacen en el mundo de la delincuencia, al punto de que el narcotráfico hoy por
hoy financia la corrupción política, las guerrillas, los grupo para militares y además
permear todos los estamentos de la vida social, política e institucional.
Por último y a pesar de todas las dificultades y en consecuencia del contexto de
Colombia el autor concluye su libro “Tarde o temprano tendremos que pensar, no en
una economía aislada e independiente, cosa imposible, pero sí en una economía cuya
primera prioridad sea la gente colombiana. Yo sueño un país que esté unido física y
espiritualmente con los demás países de la América del Sur. Que un grupo de jóvenes
venezolanos o colombianos pueda tomar el tren en Caracas o en Bogotá y viajar, si
así lo quieren, hasta los confines de Buenos Aires. En un mundo donde se hacen
autopistas de isla en isla, no ha de ser imposible tender ese camino de unidad entre
naciones hermanas. Yo sueño un país que cuando hable de desarrollo hable de
desarrollo para todos, y no a Expensas del planeta sino pensando también en el
mundo que habitarían las generaciones futuras; que cuando hable de industria
nacional sepa recordar, como Gaitán, que industria son por igual los empresarios, los
trabajadores y los consumidores. Yo sueño un país consciente de sus tierras, de sus
´arboles, de sus mares y de sus criaturas, donde hablar de economía sea hablar de
cómo vive el último de los hijos de la república. Yo sueño un país donde sea
imposible que haya gentes durmiendo bajo los puentes o comiendo basuras en las
calles. Yo sueño un país cuya moneda pueda mostrarse y negociarse en cualquier
lugar del planeta. Yo sueño un país que gane medallas en los Juegos Olímpicos. Yo
sueño un país de pueblos y ciudades hermosas y dignas, donde los que tengan más
sientan el orgullo y la tranquilidad de saber que los otros viven dignamente. Yo
sueño un país inteligente, es decir, un país donde cada quien sepa que todos
necesitamos de todos, que la noche nos puede sorprender en cualquier parte, que el
carro se nos puede varar en las altas carreteras solitarias, y que por ello es bueno que
nos esforcemos por sembrar amistad y no resentimiento. Yo sueño un país donde un
indio pueda no sólo ser indio con orgullo, sino que superando esta ´época en que se lo
quiere educar en los errores de la civilización europea aprendamos con respeto su
saber profundo de armonía con el cosmos y de conservación de la naturaleza. Yo
sueño un país donde tantos talentosos artistas, músicos y danzantes, actores y poetas,
pintores y contadores de historias, dejen de ser figuras pintorescas y marginales, y se
conviertan en voceros orgullosos de una nación, en los creadores de sus tradiciones.
Todo eso sólo requiere la apasionada y festiva construcción de vínculos sinceros y
valerosos. Y hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y
el azul han dejado de ser un camino, ¿dónde está la franja amarilla?

You might also like