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LA TECNOLOGÍA

EN EL MUNDO ANDINO

RUNAKUNAP KAWSA YNINKUPA0


RURASOANKUNAOA

selección y preparación por

H E A T H E R L E C H T M A N Y ANA M A R I A SOLDI

TOMO I
subsistencia y mensuración

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE M É X I C O

MÉXICO 1981
INSTITUTO D E INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS
Serie Antropológica: 36 Arqueología

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Primera edición: 1981

DR © 1 9 8 1 . Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria. México 20. D. F .

DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES

Impreso y hecho en México

ISBN 968-58-0146-0
AGRADECIMIENTOS

Numerosas personas e instituciones asistieron en la preparación


de esta antología. Nos resulta imposible mencionarlas a todas,
pero quisiéramos expresar nuestro agradecimiento en particular
al Institute of Andean Research, New York y al School of Huma-
nities and Social Science, Massachusetts Institute of Technology
por su aporte financiero durante la preparación del manuscrito.
También queremos agradecer a la doctora Juana Truel, de Lima,
Perú y al ingeniero José Antonio Torres, de Santiago, Chile, por
su traducción de varios de los artículos escritos en inglés. Nancy
Fernald Hodge de Cambridge, Massachusetts, utilizando dibujos
v croquis de campo, produjo varias de las ilustraciones que apare-
cen en esta publicación.
Nuestro especial reconocimiento al distinguido etnólogo de los
Andes, doctor John V . Murra; agradecemos su valiosa crítica, ge-
neroso apovo v continuo estímulo.

HL
AMS
PRÓLOGO

. . . me parece que si el Emperador [Carlos V] quisiese mandar


otro camino real como el que va del Quito a Cuzco o sale de Cuzco
para ir a Chile, ciertamente con todo su poder para ello no fuese
poderoso, ni fuerza de hombre le pudiese hazer si no fuese con
la orden tan grande que para ello los incas mandaron que hu-
biese . . .
(El señorío de los Incas [1553], lib. n, cap. xv; 1967: p. 45).

Creo que este comentario de Pedro Cieza de León dice lo esencial


en cuanto a ingeniería chil andina. A principio del xvi no había
manera en Europa de construir carreteras "echadas ... por sierras
tan agras y espantosas", ni cómo regar los desiertos, ni urdir
tantos tejidos y menos todavía transportar o almacenar las mieses
del modo que se practicaba en los Andes. No es que les faltara
inventiva: en toda la Europa del siglo que precedió a la invasión
de 1532 fue éste un periodo de florecimiento de las artes y las
ciencias.
Lo que les faltaba era "la orden' que menciona Cieza, la orga-
nización económica y política, religiosa y social.
Es exactamente este "orden" del que nos falta conocimiento
cuando hablamos de tecnología andina. En los artículos que siguen
en esta antología, Leclitman y Soldi han escogido varios que se
proponen cuestionar cómo era "el orden" que mantuvo y coordinó
el esfuerzo técnico en los Andes. En algunas situaciones les es im-
posible reconstruir desde hoy las condiciones de organización y
gerencia en las cuales surgió y se desarrolló una técnica dada. Pero
aun en tales casos, queda subyacente una interrogante que facili-
tará la comprensión de lo logrado por las tecnologías americanas.
Cieza comprendió muy bien ambas partes de esta ecuación.
No se contentó con buscar "el orden". Nos dice que entre los
caminos
8 JOHN VICTOR MURRA
había alguno que tenía más de mil y cien leguas [más de 5 000 kms]
todo echado por sierras... derechas y llenas de piedras, tanto que
era menester cavar por las laderas en peña viva... todo lo cual
hacían con fuego y sus picos. Por otros lugares había subidas tan
altas y ásperas que salían de lo bajo escalones... En otros lugares
había montones de nieve, que era más de temer y esto no en un
lugar sino en muchas partes...

Un contemporáneo de la invasión, el licenciado Gaspar de Es-


pinoza, patrocinador de los Almagro y los Pizarro, al escuchar en
Panamá las maravillas de albañileria e ingeniería civil andina, con-
cluyó que sería útil traer a los artífices al istmo para abrir el canal
que ya en 1534 se veía como indispensable. La destreza y la praxis
para cavarlo, existía hacia el sur. Uno se pregunta, sin embargo,
cómo lo iban a hacer los ingenieros estatales sin la mita turnante
que los respaldaba en su tierra.
Tal organización por el estado de las energías productivas me
parece insustituible, al igual que la pericia técnica.
Antes de 1532, el sentido primario del término mit'a no tenía que
ver con el trabajo. Cualquier acontecimiento cíclico, todo aquello
que regresaba con una regularidad previsible, era una mit'a: la
época de llmias, por ejemplo, o el momento cuando maduraba
la hoja de coca. Metafóricamente, el uso del término se extendió
a una obra que se cumplía a su tiempo y por sus turnos, ya sea
del linaje, del grupo étnico o cualquier subdivisión de la organiza-
ción social.
El mit'ayuq iba cuando le tocaba, acompañado de su parentela
y de sus conocidos; durante su mit'a se alimentaba de los depósi-
tos estatales y trabajaba con herramienta del estado. En los
centros administrativos incaicos los arqueólogos tienen dificultad
en encontrar cerámica que sirviera de indicador de la procedencia
étnica de los mit'ayuq: casi todos los tiestos que por millones se
encuentran en los centros administrativos siguen patrones estata-
les reproducidos en hornos "Inca provincial".

Y en lo poblado, junto [al camino] había grandes palacios y


alojamientos para la gente de guerra y por los desiertos nevados
y de campaña había aposentos donde se podían muy bien am-
parar de los fríos y de las lluvias...

Pero no todo era mit'a. Al ampliarse tanto la dimensión geográ-


fica del Tawantinsuyu, creció también la dimensión humana. En
los últimos decenios pre-europeos vemos surgir nuevas necesidades
productivas e instituciones sin precedente en los Andes. Ya no
bastaba una mano de obra "por sus turnos". Surgen, por ejemplo,
PRÓLOGO 9

"soldados modernos", que luchaban año tras año, desligados de


sus lazos étnicos, "liberados" de su mit'a. Se organizan manufac-
turas estatales, con operarios permanentes, por lo menos en lo textil,
que era el arte mayor andino y el de mayor productividad.
Hace unos años estudiaba en el Archivo Nacional de Sucre
el protocolo de un largo juicio promovido a fines del siglo xvi por
los habitantes de Huancané, en la orilla noreste del lago Titicaca.
Según los originarios del lugar

. . . Guaina Capac vnga puso en nuestras tierras... myll yndios


cumbicamavos [maestros tejedores] en el asiento de Millerea y
cien . . . olleros en el asiento de Hupi... y aunque fue en gran
prejuicio, nuestros antepasados no osaron resistir la voluntad del
dicho ynga por el temor que como a tirano le tenían... (f. 23v).

Los descendientes de los forasteros discrepan sobre la expulsión,


pero todos están de acuerdo acerca de la manufactura estatal
donde habian tejido sus antepasados. Uno de los testigos declaró
que

su padre era contador del ynga el cual con su padre benia algunas
vezes al dicho pueblo de Millerea v que vido . . . poblados mili yndios
cumbicamavos.. . v que su padre deste testigo tomaua por cuenta
toda la gente que alli estaua y las tierras y mojones que el les se-
ñalo . . .
(manuscrito EC 1611, no. 2, ff. 53r-v).

¿Dónde en la Europa de Enrique VIII, de Francisco I o de


Carlos V se podía encontrar una manufactura de mil operarios?
El segundo tomo de la presente antología nos llevará a temas
involucrando los caminos, la metalurgia y lo textil. Lo esperamos,
impacientes.

JOHN V Í C T O R M U R R A

Universidad de Comell, Ithaca e


Instituto de Investigaciones Andinas,
Nueva York.
INTRODUCCIÓN

Los artículos acerca de la tecnología en el mundo andino que


componen esta antología han sido seleccionados y reunidos con
tres propósitos: 1) revivir el interés por el estudio de la tecnología
como institución primordial de la cultura entre los antropólogos
y los arqueólogos; 2) examinar los sistemas tecnológicos andinos
que han tenido una importancia decisiva en el desarrollo de la
vida en los Andes y que sin embargo no han sido generalmente
considerados por los investigadores que han estudiado este desarro-
llo, y 3) satisfacer el creciente interés por las tecnologías autócto-
nas como sistemas ecológicamente viables que han servido —y
siguen sirviendo— como alternativas válidas a una industrializa-
ción contraproducente.
Entre las naciones altamente industrializadas y —hasta ahora—
exportadoras de tecnologías está surgiendo un movimiento nuevo
que hace hincapié en la "tecnología apropiada". * Se trata de
una expresión que escucharemos y veremos más y más a menudo
en las próximas décadas por ser una nueva base conceptual e
ingenieril de la que dependen los planes de desarrollo de los países
no industriales.
Las grandes potencias del mundo occidental —y cada vez más
también las de Europa del este y del oriente— comparten un
concepto del desarrollo que, desde el siglo XK, ha sido iden-
tificado con el progreso. El cambio tecnológico, se afirma, pro-
porciona incentivos mayores para el cambio económico y social.
La experiencia de las últimas décadas ha demostrado —aunque no
se percibió claramente sino después de 1960— que las preten-
siones de los países industrializados de exportar tecnologías y
procedimientos nuevos al mundo no industrializado, han tenido
pocas veces los resultados "progresivos" que se esperaban. En reali-
dad, muchos de los esfuerzos hechos para importar tecnología

* Nota: Este termino se usa como traducción de appjopriate technologv.


12 HEATHER LECHTMAN

industrial "llaves en mano" han resultado desastrosos. La revolu-


ción verde fracasó. Ahora los planificadores, economistas y técnicos
del desarrollo, en un radical cambio de rumbo, nos dicen que el
desarrollo de un país o de una región se logrará a través de cambios
internos. Nos dicen que el cambio debe basarse en adelantos tecno-
lógicos que tengan raíces en el medio cultural existente. A veces
es demasiado tarde, ya que los primeros entusiasmos por las
fórmulas importadas tuvieron como consecuencia el descuido de
antiguas soluciones va desechadas por obsoletas y a veces su desa-
parición.
No será fácil tratar de crear conscientemente nuevas tecnologías
basadas en lo autóctono, pero en varias partes del mundo ya se han
comenzado a buscar tales "tecnologías apropiadas". Desde el punto
de vista antropológico, parte de esta búsqueda podrá parecer inge-
nua pero hay que tomarla en serio, y en un creciente número de
publicaciones se discute seriamente el tema de la tecnología apro-
piada (ver Jéquier 1976, Dunn 1979). Quizás el aspecto más nota-
ble del "movimiento de la tecnología apropiada" es su posición
moral. Todavía se sostiene que las sociedades deben seguir un pro-
ceso de desarrollo, que los pueblos deben progresar o que hay que
hacerlos progresar. Sin embargo, las medidas que se tomen para
llevar a cabo este proceso deben considerarse teniendo en cuenta
los sistemas de valores de esos pueblos.

. . . La tecnología apropiada . . . representa lo que podríamos llamar


la dimensión social V cultural de la innovación. Pensamos que el
valor de una tecnología nueva radica no solamente en su viabilidad
económica y su validez técnica sino en su adaptación a un medio
social y cultural dado. Al estimar que una tecnología es apropiada,
se implica necesariamente algún juicio de valores, tanto de parte de
quienes patrocinan el desarrollo como de parte de quienes tendrán
que utilizarla . . .
(Jéquier 1976: l<n

Aunque se trata de una afirmación de principios con respecto al


desarrollo, la palabra clave aquí, como en la mayoría de los escritos
recientes, es "innovación". La tecnología apropiada ha de ser en
primer lugar innovadora, la gente debe ser entrenada para la inno-
vación. los educadores deben preparar innovadores potenciales. La
tecnología innovadora podrá entonces ser la apropiada.
Lo que falta en estos análisis es el concepto básico de tecnología
como un subsistema de la cultura. La tecnología no es una mera
parte de la cultura, es cultura. Lo que debemos tomar en cuenta
es la manera en que lo tecnológico penetra otras esferas de la cultu-
ra y es penetrado por ellas. Las sociedades incluyen sistemas cul-
turales complejos e interactuantes. El aislar un fenómeno —por
INTRODUCCIÓN 13
ejemplo el de la tecnología— y tratar de estudiar sus efectos sobre
otros fenómenos, distorsiona la realidad porque no toma en cuenta
lo sistémico del conjunto. Los antropólogos, así como los técnicos
y los economistas, han fracasado en el intento de interpretar la
dinámica cultural de la tecnología. No porque no entiendan
tal dinámica —la generación de Boas y de Kroeber la consideraba
una explicación primordial de los sistemas culturales— sino porque
entre los antropólogos, la tecnología como tema de serias investi-
gaciones hace tiempo que ha estado fuera de moda (ver Lechtman
y Steinberg 1979). Quizás uno de los resultados más útiles délos
esfuerzos de los técnicos del desarrollo y de planificadores por
inventar una tecnología apropiada, será el obligar a los antropó-
logos a estudiar nuevamente el aspecto tecnológico de la vida.
Es interesante comparar la definición de la tecnología que da
Jéquier en su capítulo sobre "Los orígenes y significados de la
tecnología apropiada" (1976), con la que ofreció Robert Merrill
en su notable artículo sobre tecnología en la International Enci-
clopedia of the Social Sciences (1968). La formulación de Jéquier
es tomada directamente del lenguaje ingenieril contemporáneo y
refleja la manera de ver el mundo de un ingeniero:

El término 'tecnología' invariablemente sugiere la idea de hardware,


algo material, sea en forma de fábricas, maquinaria, productos, o
de infraestructuras (caminos, sistemas de distribución de agua,
instalaciones para almacenamiento, etc.). Se trata de algo visible,
patente. La tecnología, sin embargo, va más allá del concepto de
hardware y comprende también lo que se podría llamar, con una
analogía tomada del campo de las computadoras, software. Éste
comprende cosas inmateriales como el conocimiento, el saber cómo
la experiencia, la educación y las formas de organización.

(Jéquiér 1976: 21)

Naturalmente, el peligro de la formulación de Jéquier está en


que, el considerar la tecnología como formada de componentes
materiales e inmateriales lleva a sostener que el hardware para el
desarrollo está a la mano y se puede adquirir fácilmente de los
países industrializados que lo han desarrollado. Lo que no tienen
los paises no industrializados es software, y esto es precisamente
lo que el movimiento de la tecnología apropiada espera aportar.
Ya que reconoce que las formas de organización y los valores socia-
les. en contraposición con lo material, son propios de cada cultura
v más difíciles de trasplantar deliberadamente de una sociedad a
la otra (Jéquier 1976: 22), los expertos en desarrollo esperan
asistir a los países no industrializados en la mejora de la capacidad
inventiva e innovadora necesaria a su propio desarrollo. " . . . El
14 HEATHER LECHTMAN

desarrollo es un proceso que consiste en gran parte en miles de


pequeños adelantos y modificaciones de software más que en gran-
des y súbitos saltos en hardware" (Jéquier 1976: 2 3 ) . La conclusión
de este razonamiento es que si podemos cambiar los valores cultu-
rales y fomentar "aptitudes innovadoras autóctonas", esos cambios
originarán a su vez exigencias locales de nuevas y apropiadas tec-
nologías. " . . . Sabemos bastante acerca de las razones que han
determinado el desarrollo de una determinada sociedad, pero
sabemos mucho menos respecto a cómo este proceso podría ser
manipulado deliberada y exitosamente" (Jéquier 1976: 26). El
propósito de los nuevos expertos en desarrollo es esencialmente
ingenieril: modificar el software, es decir, cambiar los valores
culturales y los sistemas de organización de tal manera que pueda
producir el hardware apropiado.
Este enfoque ingenieril del desarrollo, la manipulación de los
sistemas sociales y la educación, me parece tan peligroso como
las viejas formas de flagrante transferencia de técnicas desde las
grandes potencias a los países menos poderosos, desde los industria-
lizados a los no industrializados. A primera vista parece un enfoque
moral, pleno de valores, hacia los problemas de los "subdesarrolla-
dos". Sin embargo, todas las soluciones ingenieriles implican inter-
venciones de un sistema sobre otro para provocar cambios: se
manipula un material para transformar sus propiedades; se mani-
pula un átomo para transformar un tipo de energía en otro: se
manipula un grupo humano que se está comportando de una
manera que nos parece carente de desarrollo para transformar su
comportamiento (su cultura) en otro que no solamente se desarro-
lla, sino que se desarrolla siguiendo caminos que se consideran
"apropiados".
En contraposición. Merril explica la tecnología desde el punto
de vista del antropólogo:

Las tecnologías son las tradiciones culturales desarrolladas en las


comunidades humanas para tratar con el ambiente físico y biológico.
[Ellas" son importantes no solamente porque afectan la vida social,
sino también porque constituyen un cuerpo esencial de fenómenos
culturales por su propio derecho.
(1968: 577, 582)

Y prosigue:

El cambio tecnológico deliberado ha sido institucionalizado en las


sociedades occidentales por algún tiempo. La mayoría de las tecno-
logías modernas incluve no solamente tradiciones para fabricar y
hacer cosas, sino también tradiciones para "avanzar el estado del
arte", para producir nuevos conocimientos, procesos y productos.
INTRODUCCIÓN 15
[Así] las tecnologías modernas son sistemas socioculturales que tanto
producen cultura como la usan.
(1968: 582)

Ahora cuando los esquemas de desarrollo se están estructurando


deliberadamente bajo la apariencia de cambios tecnológicos, una
de las responsabilidades de la antropología debe ser la de preo-
cuparse por el ámbito tecnológico de la cultura, así como se
preocupa por la estructura social, por la ecología, y hasta por los sis-
temas de símbolos. Merrill ha sostenido que las tecnologías son
sistemas socioculturales, que son tradiciones culturales para deter-
minados tipos de comportamiento; comportamiento que implica
interacción con el medio físico y biológico. Más recientemente
(Merrill s.f.) ha recomendado con insistencia que la tecnología
llegue a ser una rama central de la antropología cultural. En tal
caso el estudio de la tecnología comprendería "las culturas de
las tecnologías incluyendo descripciones analíticas de determinadas
tecnologías, más las teorías generales de una cultura tecnológica".
Más específicamente, como una rama de la antropología, la tec-
nología recibiría la misma atención que aquellas otras ramas que
se ocupan de los sistemas de conducta y de actividades tales como
las culturas del arte, de la magia, de los ritos, del ejercicio del poder
político... (Merril s. f.) El estudio de las actividades técnicas
va mucho más allá del mero conocimiento de las materias primas,
las herramientas, las elaboraciones y los resultados de las activida-
des tecnológicas humanas. Trata de comprender de qué manera
tales actividades son conceptuadas y valoradas por quienes las prac-
tican; qué conceptos generales del mundo, de sus elementos y su
comportamiento han sido elaborados a partir de las experiencias
tecnológicas; cómo los conceptos desarrollados en otras esferas de
la cultura han influido la formación de conceptos tecnológicos
etcétera. Simplemente, Merrill sostiene que debemos prestar aten-
ción a la cultura y a la estructura social (es decir, ala organización)
de las tecnologías y a las relaciones entre las culturas tecnológicas
v otras esferas.
L: actualidad del "movimiento de la tecnología apropiada" pue-
de ofrecer el incentivo que ha faltado en el campo profesional de
la antropología para examinar seriamente la tecnología como un
fenomeno cultural. Runakunap kawsayninkupaq rurasqankimaqa,
La tecnología en el mundo andino, fue planeado para retar a los
antropólogos y arqueólogos interesados en las sociedades andinas,
tanto las contemporáneas como las prehistóricas, a considerar la
naturaleza de los sistemas tecnológicos andinos y sus relaciones
con el cambio cultural.
Hav varias razones por qué las sociedades andinas sirven como
un excelente punto de partida para el estudio de la tecnología en
16 HEATHER LECHTMAN

la cultura. Primeramente, el "mundo andino" no fue una mera


metáfora para antropólogos o geógrafos, sino una realidad en aque-
lla época de la prehistoria en que fue políticamente (y en gran
parte también culturalmente) unificado por loj. incas. En ninguna
otra parte del mundo se dio el caso de una civilización que se
desarrolló entre gente que vivía a una altura de 4,000 metros sobre
el nivel del mar. Desde el punto de vista de lo que hemos expuesto
anteriormente, el mundo andino —el Tawantinsuyu— se puede
considerar como un excelente ejemplo de "desarrollo". Oue el
movimiento de la tecnología apropiada tome el estado inca como
un ejemplo maestro de eficaz organización y control de muchos
sistemas tecnológicos interactuantes desarrollados por las pobla-
ciones nativas.
Se ha aseverado con frecuencia que los incas no fueron innova-
dores, pero que fueron grandes organizadores. Desde el punto de
vista de las actividades tecnológicas, esta afirmación tiene poco
sentido. Los incas contaban con tecnologías que conocían bien y
que ampliaron a la escala de las exigencias de un imperio. Los más
importantes entre los logros tecnológicos que han hecho famosos
a los incas —la red de caminos, el sistema de almacenamiento y
de contabilidad, la explotación minera, la elaboración de tejidos,
los cientos de miles de andenes labrados en las laderas de los
cerros— exigían sistemas de manejo y coordinación sin los cuales
las solas técnicas habrían sido ineficaces. La organización de las
actividades tecnológicas es una parte integral de tales actividades;
software y hardware no son fenómenos separables como nos hacen
creer los ingenieros. Uno de los resultados más estimulantes de la
investigación de Craig Morris acerca de los sistemas incas de alma-
cenamiento (ver su artículo en este volumen) es su sugerencia de
que la ubicación de muchos de los más remotos pero más extensos
centros administrativos de la sierra se debía a que en tales sitios
se daban las mejores condiciones para el almacenamiento de los dos
alimentos básicos de las poblaciones andinas: los tubérculos y el
maíz. El sistema de caminos no era solamente una red de comuni-
cación vial, era una red de instalaciones de almacenamiento a gTan
altura. Decir que tal práctica tecnológica no es innovadora es no
entender su sentido. La clave está en la valoración del sistema, es
decir de la coordinación de las esferas de actividad tecnológica con
las esferas política, económica, y cosmológica entre otras.
Otra razón para concentrar nuestra atención sobre el comporta-
miento tecnológico andino es que ahora tenemos un modelo que
nos permite interpretar el sistema de coordinación entre el aspecto
tecnológico de la vida andina y ciertos otros aspectos. El modelo
de la "verticalidad" o complementaridad ecológica formulado por
INTRODUCCIÓN 17
JA'. Murra (1972) explica la solución andina al control de recursos
diversificados según la altura: las comunidades nucleares lo logra-
ban mediante colonos o mitmaq que explotaban en su beneficio
nichos ecológicos más arriba o más abajo de sus asentamientos.
"La percepción y el conocimiento que el hombre andino adquirió
de sus múltiples ambientes naturales a través de milenios le permi-
tió combinar tal increíble variedad en un solo macrosistema eco-
nómico" (Murra 1975: 59). Este modelo de los archipiélagos
verticales explica el control social de un máximo de pisos ecológi-
cos va sea a través de relaciones de parentesco, o mediante mitmaq.
Cada ecozona era explotada de manera diferente —para la agricul-
tura o el pastoreo, la minería o la pesca— y las técnicas aplicadas
a tan diversas explotaciones estaban bien desarrolladas. Muchas
siguen en uso todavía (ver el artículo de Camino, Recharte y
Bidegaray en este volumen. Una vez más, la fuerza y la versatilidad
del modelo de Murra estriba no solamente en su función explica-
tiva de la organización social y del control de los recursos, sino
en su utilidad como indicador de la organización de un vasto siste-
ma tecnológico. La organización del sistema, el manejo de esta
tecnología, es parte de la tecnología misma. Después de todo, no
sólo se afirma que la civilización andina es la única que desarrolló
un grupo humano que vivía a 4.000 metros de altura, sino que pudo
ser mantenida por gente que explotaba, manejaba y controlaba un
ecosistema que comprendía todos los recursos desde el nivel del
mar hasta 5,000 metros de altura. La sofisticación tecnológica
del Tawantinsuxu era extraordinaria.
También John Earls ha enfatizado la grandiosa tarea emprendi-
da por los incas al coordinar y administrar un sistema tecnológico
basado en ecozonas verticales que presentaban marcadas diferen-
cias de una región a otra en el ámbito del imperio (Earls 1976).

Por lo que e! área andina cuenta con la más grande variedad del
mundo de ecozonas. desde la glacial hasta la ecuatorial, desde el
desierto hasta la jungla, cada una con sus específicas limitaciones
agrícolas para los cultivos correspondientes, su articulación en un
sistema económico coherente y relativamente estable presuponía
una previa tecnología. Ya que ¡os problemas logísticos que plantea
la administración de un estado que abarca un "ambiente tan rico
en información" como los Andes, requieren un conocimiento ade-
lantado y la formulación de planes para eventualidades tanto
climáticas como políticas, hav que establecer ciertos sistemas de
control en ciertas regiones donde se pueda simular, bajo condicio-
nes controladas y de acuerdo con una tabla astronómica fija, un
gran numero de estas efectiva;, ecozonas dispersas (Earls, comu-
nicación personal").
16
HEATHER LECHTMAN

El sitio de Moray, descrito en detalle en el artículo de Earls


y Silverblatt que aparece en este volumen, es un ejemplo de lo que
Earls supone que es este "sistema de control" donde la verticalidad
del ambiente natural era reducido o "comprimido" en un número
más limitado de efectivas ecozonas que podían ser utilizadas
para experimentos agrícolas y para establecer un sistema de equi-
valencias, todo a lo largo del imperio entre niveles ecológicos
dispersos (Earls 1976).
Igualmente interesante es la serie de relaciones que los autores
establecen entre el sitio de Moray y sus bases tecnológicas de un
lado y la estructura de la cosmología inca del otro; su tesis es que
el sitio en sí, en su diseño y función, reitera los conceptos y paradig-
mas andinos fundamentales. La contribución de Earls y Silverblatt
a la antología investiga precisamente los tipos de temas propuestos
por Merrill acerca de la conceptualización de las actividades tecno-
lógicas y de las formas en que los conceptos desarrollados en otras
esferas de la cultura han influido en la formación de conceptos
tecnológicos.
Al trazar el plano de la antología fueron seleccionados o solicita-
dos artículos que demostrarán las relaciones entre la cultura de la
tecnología y otros ámbitos culturales. Nos hemos propuesto tras-
cender el mero interés por las técnicas y estimular una apreciación
del carácter fundamental de las tecnologías como sistemas gene-
radores de cultura y parte inseparable de los sistemas culturales
en los que se manifiestan. El hecho de que he insistido en el Ta-
wantinsuyu para demostrar estos puntos, se debe principalmente a
que tenemos mejores datos tanto arqueológicos como etnohistóricos
para los incas. Como resultado de los recientes estudios acerca
de la cosmología, la economía y el manejo del medio ambiente de
los incas, estamos comenzando a abordar el tema de los sistemas
tecnologicos andinos. Numerosos investigadores han construido
sobre los cimientos asentados por Muría: en la antología figuran
algunos de los más importantes y recientes estudios de los Ascher,
de Earls, de Silverblatt, de Morris y de Urton.
Algunos de los sistemas tecnológicos —o aspectos de esos siste-
mas— que tuvieron importancia decisiva en el desarrollo del Tawan-
tinsuyu (y que existían mucho antes del estado inca) están toda-
vía en uso hoy en día. La profundidad temporal de ciertas prác-
ticas agrícolas y pastoriles andinas es asombrosa. La razón última
para concentrar nuestra atención sobre la tecnología en el mundo
andino es que la persistencia de algunas de ellas se debe precisa-
mente al hecho de que son tecnologías apropiadas. Nada podría
INTRODUCCIÓN 19
demostrarlo más claramente que el trabajo de Camino, Recharte
y Bidegaray sobre la utilización agrícola de muchas ecozonas verti-
cales por comunidades que ocupan las laderas orientales de los
Andes en el extremo septentrional del lago Titicaca. Más al norte
todavía, el equipo de arqueólogos que están estudiando actual-
mente las andenerías incas y el sistema de riego de Cusichaca, en
la sierra cercana al Cuzco, esperan devolver a la producción esas
terrazas con el asesoramiento de los campesinos locales. La agricul-
tura de la sierra no ha podido reaccionar seriamente frente a los
modernos métodos de explotación, en primer lugar porque el terre-
no es tan escarpado que no se presta al trabajo mecanizado de
grandes extensiones. El ambiente no ha cambiado; la vida sigue
orientada verticalmente y la gente todavía depende de los produc-
tos de una cantidad de múltiples zonas ecológicas. La chicha, las
papas, el chuñu, y los cuyes siguen siendo fuentes de carbohidra-
tos y de proteínas (ver los artículos de Mamani, de Cutler y Cárde-
nas y de Bolton y Calvin en este volumen).
Los problemas que se han presentado en cuanto a la eficiencia
contemporánea de las tecnologías agrícolas y pastoriles de la sierra
no se deben a fallas en los sistemas sino a factores externos que
han malogrado tales sistemas: la rotura de los esquemas de rotación
de la tierra, las tentativas por introducir variedades nuevas pero
mal adaptadas, la presión del mercado mundial fomentando la
producción de productos exportables. Jorge Flores señala en su
artículo el cambio dramático que ha ocurrido recientemente en
las prácticas de algunos pastores de la puna,, que criaban selectiva-
mente alpacas de manto blanco porque el mayor importador de
lana de alpaca (Inglaterra) prefería lana blanca. Sin embargo estos
animales albinos son los más débiles y los que menos se adaptan
a las condiciones de la puna alta.
Es sumamente improbable que los partidarios de la tecnología
apropiada descubran tecnologías más apropiadas a las singulares
condiciones de la vida andina que aquéllas que han sobrevivido y
han demostrado su eficacia para mantener por tantos siglos densas
poblaciones de la siena. Nuestra meta es estudiar y describir esos
sistemas para llegar a entenderlos tanto en su aspecto técnico como
social y trabajar para mantenerlos y hacerlos florecer en vista de
que son parte esencial del estilo de vida andino. Esto no signifi-
ca que las tecnologías autóctonas tengan que preservarse sin cam-
bio: ya han sufrido cambios notables e irreversibles. Lo que sostene-
mos es que la base ecológica sobre la que se desarrollaron es válida
y debería ser aprovechada. Fomentando y difundiendo las tecno-
20 HEATHER LECHTMAN

logias andinas autóctonas se podría fortalecer también la vida de


las comunidades y la cultura andina.

El primer volumen de Runakunap kawsayninkupag rurasqan-


kunaqa trata principalmente de las tecnologías de subsistencia:
agricultura, pastoreo, preparación y almacenamiento de alimentos.
En este contexto general hemos tratado de incluir artículos que
analizan situaciones prehistóricas y otros que tratan de prácticas
contemporáneas. Algunos trabajos son sumamente técnicos y han
sido escogidos para ilustrar cómo las metodologías de las ciencias
y de la ingeniería pueden aplicarse al estudio de las tecnologías
andinas. Otros son el resultado de análisis básicamente etnohistóri-
cos. Todos estos enfoques son importantes para nuestros esfuerzos
dirigidos a reconstruir e interpretar los sistemas tecnológicos pre-
históricos.
La sección que trata de la agricultura dista mucho de ser comple-
ta, pero incluye por lo menos un artículo importante acerca de cada
uno de los principales sistemas andinos de utilización de la tierra
y del agua: campos de camellones, chacras hundidas (agricultura
de nivel freático), riego en gran escala intervalles, andenes y manejo
del agua de comunidad y la explotación vertical de múltiples zonas
ecológicas para lograr toda la gama de los principales productos
alimenticios andinos. En esta sección se examinan tanto las prác-
ticas agrícolas de la sierra como las de la costa. Los artículos sobre
pastoreo tratan solamente de animales autóctonos, llamas y alpa-
cas. El complejo sistema de clasificación utilizado por los pastores
es —obviamente— un dispositivo tecnológico útil tanto para el
control como para la crianza de los animales. De igual importancia
habría sido un artículo sobre la tecnología de la clasificación de
las papas por los agricultores contemporáneos. Tratamos de con-
seguirlo sin éxito.
Le segunda sección que trata de los alimentos y de su almacena-
miento, contiene artículos que tratan de tres de los principales ali-
mentos que han tenido un rol fundamental a lo largo de toda la
historia andina: la papa en forma de chuñu, el maíz como chicha
y el cuy. Los tres siguen teniendo importancia fundamental en la
dieta andina y siempre la han tenido, no sólo por su valor alimen-
ticio sino también por su papel político y ritual, y —en el caso del
chuñu— por su conservación y almacenamiento. Además, como lo
demuestra el artículo sobre el cuy, cuando los recursos son escasos
lo decisivo no es la cantidad total de un tipo de alimento en un
determinado periodo de tiempo, sino el calendario del consumo de
INTRODUCCIÓN 21

alimentos de alto contenido proteínico. Finalmente, la extensa


exposición que trata de los sistemas de depósitos incas en la sierra
para conservar papas y maíz, es fundamental para que podamos
entender no solamente cómo el estado mantenía a los pobladores
de esos centros, sino también cómo se planificaba su emplazamien-
to. Estos sistemas de almacenamiento en gran escala de tubérculos
y del maíz en los Andes altos pueden ser de gran interés para los
participantes de la Tercera Conferencia Internacional sobre la
"Conservation des grains" que tendrá lugar en Francia en otoño
de 1980.
La tercera sección de este volumen, dedicada a la medición y
la orientación, nos acerca al tema de una ciencia andina —si así
se le puede llamar— aunque este campo necesita todavía un mayor
escrutinio. En los Andes, los conceptos de tiempo y de espacio se
elaboraron a partir de una visión del universo totalmente distinta
de aquélla que tuvieron los pueblos del Viejo Mundo y de Meso-
américa. Era una visión desde el hemisferio sur y sólo recién es-
tamos comenzando a entender cómo los pobladores andinos estruc-
turaban el tiempo mediante su astronomía, que nos aparece como
un preciso sistema de observación y de registro que permite pronós-
ticos muy minuciosos. En esta sección se examina también la
naturaleza de las relaciones entre la cosmología andina y los sis-
temas tecnológicos andinos.
Un segundo volumen de Runakunap kawsayninkupaq ruxasqan-
kunaqa está actualmente en preparación. Incluirá artículos sobre
las más importantes "industrias" del mundo andino: la producción
de tejidos, la alfarería y la metalurgia así como la edificación, el
transporte y las comunicaciones.
Esperamos que cuando esté completa, la antología suscitará in-
terés y entusiasmo por comprender y aprovechar las tecnologías
del mundo andino.
HEATHER LECHTMAN

Julio de 1979

BIBLIOGRAFIA

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1979 Appropriate Technology: Technology With a Human Face,
Schocken Books, New York.
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Huánuco, t. 2: 429-476.
I

AGRICULTURA Y PASTOREO
ANTIGUOS CAMPOS D E C A M E L L O N E S
EN LA REGIÓN D E L LAGO T I T I C A C A *

CLIFFORD T . SMITH, W U X I A M M . DENEVAN, PATRICK HAMILTON

Recientes publicaciones han descrito ciertos rasgos secundarios


del paisaje en diversas zonas de las tierras bajas de América del
Sur que, aparentemente, se deben a trabajos agrícolas practicados
en tiempos precolombinos en terrenos con deficiente drenaje.
Estos trabajos agrícolas han sido denominados campos de came-
llones (ridged fields) o campos drenados (drained fields). Se
trata de una entre diversas formas de campos elevados (raised
fields) que se emplean para levantar el suelo sobre la superficie
natural del terreno y así mejorar las condiciones de cultivo (Dene-
van y Tumer 1974).
Los vestigios más espectaculares de estos antiguos camellones se
encuentran en las sabanas tropicales sujetas a inundaciones esta-
cionales de la llanura aluvial de San Jorge en el norte de Colombia
(Parsons y Bowen 1966, Parsons 1966), y en los Danos de Mojos
del noreste de Bolivia (Denevan 1963, Denevan 1967, Plafker
1963). Otros campos similares han sido identificados en los llanos
del Orinoco (Denevan y Zucchi 1977), en Surinam, en Campeche,
México (Siemans y Puleston 1972), y cerca de Guayaquil en
Ecuador (Parsons 1969); ver también Parsons y Denevan 1967
y Denevan 1970. Constan de agrupaciones paralelas o irregulares
de camellones de alto, ancho y largo variables: desde unas pocas
pulgadas hasta varios pies de alto; desde cerca de 10 hasta 70 pies
de ancho y hasta miles de pies de largo. Representan una laboriosa
y cuidadosa recuperación de tierras pantanosas que permitió prac-
ticar una agricultura intensiva de carácter tropical en zonas que

• Este artículo se publicó por primera vez en The Geographical Journal 1 34


( 1 9 6 8 ) 353-367, con el título: "Ancient Ridged Fields in the Región of L a k e
Titicaca".
26 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

hoy en día se consideran marginales para la agricultura o en las


que los cultivos han sido completamente abandonados.
Las altas culturas del Nuevo Mundo practicaron la recupera-
ción de tierras pantanosas para la agricultura también en los
Andes y en las tierras altas de México. Es bien conocida la agri-
cultura de chinampas o jardines flotantes del valle de México; las
chinampas secas abandonadas son notablemente parecidas a al-
gunos de los camellones de Sudamérica (Coe 1964, Armillas
1971). En algunos lugares mal drenados de la sabana de Bogotá
en Colombia (Eidt 1959, Broadbent 196S), se han observado tam-
bién unas cuantas plataformas cultivadas, pero la mayor extensión
de antiguos camellones conocida hasta ahora en las Américas. ha
sido descubierta en la región del lago Titicaca, en Perú y Bolivia,
en una meseta a 3,800-3,890 metros. Estos campos, poco descritos
hasta ahora y que hoy día se utilizan mayormente como tierras
de pasto, son casi seguramente preincas y su existencia —junto
con otras indicaciones— confirma la presencia de una densa pobla-
ción abongen que en tiempos precolombinos ocupó esta zona.

DISTRIBUCIÓN DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES


CERCA DEL LAGO TITICACA

La distribución que aparece en la fig. 1 se basa en trabajos


de campo y fotografías aéreas tomadas a escala de 1:65,000 y
1:15,000. 1 En las fotografías a escala menor, los surcos de unos
pocos metros de ancho son perceptibles solamente si los tipos
contrastantes de vegetación en los camellones y los surcos ayu-
dan a distinguir los pequeños patrones de relieve, o si los campos
son parcialmente inundados. Por las observaciones hechas en el
terreno, se constató que algunos tipos de camellones no se podían
distinguir en las fotografías aéreas disponibles y que algunos
campos que se identificaban fácilmente en fotografías a escala
de 1:15,000, se encontraban por lo general, aunque no siempre,
en las fotografías a escala de 1:65,000 de la misma zona. Es posi-
ble por lo tanto que la fig. 1 y el cuadro I no den una idea
cabal de la verdadera extensión de lo que todavía queda de este
tipo de cultivo, aunque probablemente la discrepancia no sea

1 Se dispone de fotografías aéreas a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 ( 1 9 5 5 ) de las


regiones peruana y boliviana de la zona. Para parte de la ribera suroeste del
lago Titicaca hay también una cobertura a escala de 1 : 1 5 . 0 0 0 ( 1 9 5 5 1 . Las
áreas de camellones visitadas por los autores comprenden Taraco-Requeña,
Huata, Juliaca, Paucarcolla, el lago Umayo y sus alrededores, Capachica, Poma-
ta, V Aygachi.
Kllomelros
10 JO 40
'Huafccané' MI las

Area de antiguos camellones

•íntia^c k - ' j Tierras por encima y por tfaba|o


//yyyvchi de los 3850 m

tira Pcnlñjíiur. -
— Ch.uuitr Ftmisula
J\ucní
[I a ü í i r c d í l i :

Cabañil!; A-UTUNO >

>esaguactero

Fig. 1. Distribución de los antiguos camellones en la cuenca del lago Titicaca; en base a tina cobertura aerofotográfica 9 escala de
1 : 6 5 , U 0 0 y 1 : 1 5 , 0 0 0 y al trabajo de campo de los autores.
28 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

significativa. Por otra parte, obviamente, no es posible calcular


cuánto se ha perdido como consecuencia de cultivos posteriores.
E l Cuadro I muestra las áreas estimadas que ocupan los sistemas
de camellones y surcos intercalados. Fueron calculados utilizando
un mapa base a una escala de 1:200,000 sobre el que habían sido
transportados los datos proporcionados por las fotografías aéreas
y el reconocimiento del terreno.

CUADRO I

AREAS ESTIMADAS Q U E O C U P A N LOS CAMPOS DE CAMELLONES

Perú: área norte hectáreas acres millas 2


conjunto principal:
J uliaca-Paucarcolla 56,533 139,637 222.4
dispersos: Cabanilla,
Lampa, Ayabacas, Taraco 3,276 8,091 12.4
dispersos: Laguna Orurillo,
Huancané 4,494 11,100 18.1
Perú: área sur
Desaguadero 6,501 16,057 25.1
Pomata 5,108 12,617 19.7
dispersos 2,192 5,141 8.5

Perú: totales 78,104 192,916 306.2

Bolivia: área de Avgachi 3,014 7,535 11.8


otras áreas 938 2,345 3.7

Perú y Bolivia: totales 82,056 202,796 321.7

El área total que ocupan estos campos es mucho mayor que la


de la llanura aluvial de San Jorge del norte de Colombia que Par-
sons estima en 32,320 ha,- o que las 20,200 ha que registró Dene-
van en los Llanos de Mojos. Del estudio de las fotos aéreas y de
las mediciones hechas en el terreno, resulta que el área utilizable
para el cultivo (es decir, los lomos de los camellones), habría sido
mucho menor, tal vez aproximadamente un 45 o 50% del total.
Esto daría un área cultivable estimada de 36,869 ha a 40,965 ha
una cifra mucho mayor que las 6.060 ha de superficie de camello-
nes estimada por Denevan para los Llanos de Mojos.
La distribución de las áreas de camellones en las orillas del lago
Titicaca es sumamente desigual. No se encuentran en el terreno
montañoso y escarpado que bordea el lago mismo por una gran
parte de su ribera noreste y parte de la suroeste, y están claramente
limitados a zonas con drenaje insuficiente, a nivel o cerca del nivel
de la planicie desarrollada sobre sedimentos lacustres o aluviales.
Las principales áreas de este tipo son las pampas de Taraco y de
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 29
Juliaca al noroeste del lago y la pampa del delta del rio llave al
suroeste: aquí está la mayor agrupación de camellones que se ha
encontrado en Sudamérica. Entre el lago Umayo al oeste y la
península de Capachica al este, una extensión de más de 516 km 2 ,
está cubierta de camellones de distintos tipos. Hacia el extremo
sur del lago, tres grupos importantes de estos campos ocupan los
terrenos pantanosos alrededor de Pomata, Desaguadero y Aygachi.
Hay también muchos grupos pequeños y dispersos, ninguno de
ellos de más de 100 ha y que se presentan mayormente en depre-
siones pantanosas o en los fondos de los valles, algo alejados del
curso mismo del río y al pie del comienzo abrupto de la ladera que
forma el valle.
Es claro que estos tipos de camellones se pueden encontrar sola-
mente en terrenos llanos que fueron pantanosos o sujetos a inun-
daciones ocasionales. Es evidente también que la mayoría de ellos
deben estar a breve distancia del lago y a una altitud relativamen-
te baja. Más del 9 2 % de los campos están a una distancia no mayor
de 30 km del lago y aunque el lago mismo se encuentra a una
altitud promedio de 3,803 metros, el 9 8 % de los campos están deba-
jo de los 3,850, y los más altos están a 3,890 al noreste de Ayaviri y
bordean el lago Orurillo.
Estas altitudes están entre los límites de los cultivos aborígenes
déla región: tubérculos como las papas, la oca (oxalis tuberosa),
el olluco (ullucus tuberosus), y granos como la quinua (chenopo-
dium quinoa) y la cañihua ( c h e n o p o d i u m pallidaule). Todos ellos,
en condiciones favorables pueden ser cultivados hasta los 4,000
metros. Pero hay muy pocas áreas de camellones en anchos valles
pantanosos a cualquier distancia del lago. Puede ser que las diferen-
cias de clima local hayan tenido un efecto significativo sobre las
posibilidades de cultivo y por lo tanto sobre la practicabilidad de
este acondicionamiento de la tierra. La influencia moderadora del
lago Titicaca sobre el clima de la región tiene seguramente una
gran importancia en la agricultura actual. La posibilidad de dete-
rioros por causa de las heladas durante la estación de crecimiento
es ahora, y debe haber sido siempre, un riesgo grave. Cerca del
lago este riesgo es el más bajo de la región. En Puno (3,850 metros)
en 1943 hubo 123 días de heladas, pero en Chuquibambilla, cerca
de Ayaviri (3,910 metros), en 1943-44, hubo heladas en 197 días
(Monheim 1956: 4 4 ) . Durante la estación de las lluvias (que tam-
bién es la estación del crecimiento de las plantas), solamente
cuatro veces heló en Puno (de octubre a marzo), pero hubo 52
días con heladas en Chuquibambilla. En Copacabana (Bolivia),
que goza de la situación privilegiada de península lacustre, no
30 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

hubo heladas desde el 18 de agosto al primero de mayo entre


1946 y 1949 (Monheim 1956: 55). De noviembre a marzo los
promedios mínimos mensuales fueron: —2.7°C en Puno (1932-62),
- 0 . 1 °C en Capachica (1957-64) y 0.5°C en Juliaca (1961-64).
Todos estos lugares están sobre el lago o bastante cerca de él,
pero en Chuquibambilla el promedio correspondiente es —2.5°C
(1939-60) ( O N E R N / C O R P U N O 1965, t. i: 156-63). Hay que
tener presente que Puno, aunque está bastante cerca del lago mis-
mo, se encuentra en una depresión sujeta a las heladas (frost
hollow).
Cerca del lago los peligros de heladas pueden también ser
considerables, debido a las corrientes descendientes de aire frío
hacia las tierras bajas —por esto los andenes escalonados en las
laderas convienen a los cultivos susceptibles a las heladas. Lejos
del lago, este efecto debe ser todavía más patente, y en las zonas
alejadas, precisamente en el fondo de los valles, es mayor el peligro
de heladas.
Parece anómalo el hecho de que haya apenas rastros de campos
de camellones en dos zonas bastante grandes de tierras bajas y
mal drenadas cerca del lago mismo: las pampas de Taraco y de
llave, en contraste con su abundancia en la planicie de Juliaca.
La distribución de los campos de camellones se puede enten-
der, hasta cierto punto, tomando en cuenta el relieve, el drenaje
y los climas locales, pero el medie ambiente de la pampa de Tara-
co y del delta del llave es muy parecido al de la planicie de Juliaca
y sin embargo no se encuentran alia camellones. Por otra parte
las condiciones de la planicie de Juliaca son distintas, en cuanto
a tenencia de tierras, uso de la tierra y población. La mayor parte
de su extensión la ocupan grandes haciendas ganaderas con pobla-
ción muy dispersa. Por lo menos algunas de estas haciendas son
de origen antiguo (como la hacienda Buena Vista, cerca de Julia-
ca) aunque es imposible decir con seguridad cuáles de ellas se
remontan a los primeros tiempos de la Colonia. De todos modos,
gran parte de estas tierras han sido utilizadas como pastizales
desde hace mucho tiempo. Por otra parte las pampas de Taraco
3' de llave están ocupadas por comunidades indígenas y son entre
las más densamente pobladas de la sierra del Perú. Casi toda su
superficie está bajo cultivo con un promedio de 0.25 a 4 ha
disponible para cada familia. Es probable que todo rastro de anti-
guos sistemas de cultivo haya sido destruido.
Los campesinos de hoy utilizan tanto el arado de madera español
como la antigua taclla o arado de pie andino. Pero el uso del arado
ha destruido seguramente algunos de los camellones en la zona
mejor drenada cerca de Taraco, puesto que las fotos áereas fueron
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 31
tomadas en 1955. En la zona de Pomata el arado está borrando los
antiguos camellones y esto puede haber sucedido ya en el pasado
en una escala mucho mayor en toda la zona de Taraco y de llave.
Es claro que los camellones habían sido construidos para ser cultiva-
dos no con arado sino mediante métodos manuales que compren-
dían el uso de un instrumento como la taclla. En los Andes
peruanos los huachos (lazy beds) o camellones pequeños de papas,
se hacen comúnmente con la taclla y a veces pueden verse sobre
las plataformas de los antiguos campos alomados.

CLASIFICACIÓN Y DESCRIPCIÓN
DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES

Las formas que presentan los camellones varían grandemente


tanto en el área total que ocupan como dentro de cada área. A
pesar de que es difícil clasificarlos aun en términos morfológicos,
vale la pena hacerlo, si la clasificación puede arrojar alguna luz
sobre la cronología de su desarrollo, los tipos de asociación con
sitios o sus funciones agrícolas y de drenaje. Los camellones de
lomo aplanado o combado se alternan con surcos de fondo plano,
con una diferencia entre altura y profundidad que oscila entre
0.15 y 1.25 m. Generalmente los camellones están dispuestos en
haces de hileras que son paralelos entre sí, aunque no siempre,
como por ejemplo en Aygachi. Su ancho, forma y disposición
varía mucho, y es en base a estas variaciones que se clasifican
como sigue.

1. Damero abierto (ver fig. 2a)

Es una expresión utilizada por Parsons (Parsons y Bowen 1966:


329) para describir un patrón similar que se encuentra en Colombia
y nos parece oportuno adoptarlo aquí para evitar duplicaciones y
complicaciones innecesarias. Este patrón se presenta comúnmente
como una agrupación de 5 a 20 surcos paralelos entre sí en haces,
cada haz más o menos formando ángulos rectos con los adyacentes.
El adjetivo "abierto" se usa simplemente para indicar que los
surcos entre camellones son abiertos al final, para permitir la
libre circulación del agua de un haz de hileras de camellones a
los otros. Los camellones no son continuos y no hay represas
que los rodeen. El ancho promedio de camellón y surco (tomados
como una unidad) varía entre 5 y 20 m y el largo, desde un
mínimo de 2 m hasta 40 m y más. Entre Vilque y Atuncolla los
camellones tenían un ancho promedio de 5 m y los surcos de
32 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

Fig. 2. a* Camellones en forma de dameros al norte de Huata; de una foto-


grafía aérea a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 . b ) Campos represados e irregulares al sur-
oeste de Huata; de una fotografía aérea a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 . c ) Camellones
lineales que bordean terrenos bien drenados y pantanos cerca de Desaguadero;
de una aerofotografía a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 . d) Camellones de tipo "escalera"
cerca de Pomata; de una aerofotografía a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 . e) Campos cur-
vilíneos cerca de Aygachi, Bolivia; de una aerofotografía a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 .
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 33
1.5 m; el largo desde 2 m hasta 14 m. Solamente a unos cuantos
kilómetros hacia el norte, la "longitud de onda" (el ancho de
la unidad camellón-surco) llegaba hasta unos 15 m. Cerca de la
hacienda Machacmarca el ancho normal era de 10 a 12 m; sobre
la ribera sur del lago Titicaca, de 10.5 a 14 m. El patrón de
damero abierto se encuentra mayormente en tierras deficiente-
mente drenadas o inundadas periódicamente al margen de lagos
existentes y en planicies bien alejadas del pie de los cerros (fig. 4 ) .
Se trata del tipo más importante porque la mayor parte de los
camellones existentes en la planicie de Juliaca son de este tipo,
así como la mayoría en el conjunto de Desaguadero. Otra buena
muestra, aunque pequeña, se encuentra a la orilla misma del lago
Titicaca, en Requeña, cerca de Taraco (fig. 2 ) . Se podría suponer
que la construcción de cada conjunto de hileras se debe al trabajo
de agricultores individuales, quienes habrían colaborado en la ta-
rea de rescatar nuevos lotes de tierra de zonas pantanosas, para
complementar los lotes que ya tenían en otras partes sobre las
laderas o en terrenos mejor drenados. La irregularidad de las di-
mensiones de los camellones y del número de hileras sugiere que
este trabajo de rescate de tierras no habría sido altamente organi-
zado ni planeado de manera rigurosa. Asimismo la ausencia de ca-
nales principales bien definidos, hace suponer que había mayor
preocupación para construir camellones o lotes de terreno cultiva-
ble que para llevar a cabo un cualquier tipo de drenaje integrado o
de sistema de riego.

2. Patrón irregular represado


Es bastante distinto del patrón de damero abierto que acabamos
de describir y se encuentra en áreas mucho más limitadas cerca de
Pomata, alrededor de Huata cerca del lago Titicaca, en la planicie
de Juliaca y también de vez en cuando entre Vilque y Atuncolla.
En estas zonas a veces unos grupos de camellones están total o
parcialmente rodeados por bajas represas, que en algunos casos
tienen forma circular o casi circular, y en otros son sumamente
irregulares. 2 La irregularidad es aún más acentuada por la presen-
cia de charcas de agua estancada y trozos de pantano diseminados
entre los cercos (ver fig. 2b). En la zona de Pomata, unas repre-
sas discontinuas rodean grupos irregulares de camellones a ambos
lados del río Pomata. Su irregularidad contrasta marcadamente
con el aspecto de colcha de parches relativamente ordenado que
2 Los únicos campos de camellones represados que se conocen en otros

lueares de las Américas están en los Llanos de Mojos de Boüvia, cerca


del río Apere (Plafker 1 9 6 3 ) .
34 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

ofrece el patrón de damero abierto no muy distante. Aquí como


en otras partes en la región, los grupos de camellones represados
se encuentran en sitios especialmente húmedos, cerca del lago o
del río y, por lo menos en el caso de Pomata, sería difícil no llegar
a la conclusión de que fueron construidos más tarde que los del
tipo de damero abierto que se encuentran aquí en terrenos un
poco mejor drenados. También en la zona de Juliaca las represas
se encuentran en los sitios más húmedos y los dameros abiertos se
extienden mucho más lejos de las orillas del lago, tierra adentro.
Sin embargo, no siempre es así, el grupo de dameros abiertos de
Taraco está sobre la misma orilla del lago y aun ahora es parcial-
mente inundado.
Sin embargo, si este fue el caso y el represamiento significó un
esfuerzo para lograr un control coordinado del agua, es extraño
que no se encuentren en la planicie de Juliaca ni presas de irriga-
ción ni canales de drenaje. Puede ser entonces que el represamiento
fuera un simple sistema de defensa contra las inundaciones estacio-
nales o eventuales y un esfuerzo personal de los agricultores para
defender sus propias chacras. De hecho no hay rastro de largos y
continuos diques construidos para proteger grandes extensiones
de tierra, y grupos de camellones no cercados se encuentran adya-
centes a otros cercados.

3. Patrón fluvial
Cerca de Atuncolla y en la hacienda Machacmarca hay camello-
nes angostos, que forman ángulos más o menos rectos con cursos
de agua actuales o antiguos y abandonados. Como en la llanura
aluvial de San Jorge, en el norte de Colombia, los camellones van
siguiendo la pendiente del declive natural así que se logra un buen
drenaje. Pero este tipo de patrón es mucho menos común en la
región del Titicaca que en Colombia, donde ha sido clasificado
como caño pattern (Parsons y Bowen 1966 : 329).

4. Patrones lineares
Otro patrón orientado es el que corresponde a camellones largos
y angostos generalmente paralelos entre sí, y cuyo largo puede
alcanzar hasta 400 o 500 metros (ver fig. 2c). Los ejes largos,
generalmente forman ángulos rectos con la línea formada por el
encuentro de las laderas de los cerros con la planicie. En la penín-
sula de Capachica cerca de Desaguadero y cerca de la hacienda
Machacmarca, estos campos lineares están en la parte más baja
de las tierras, debajo de la empinada ladera de los cerros donde
unas angostas andenerías indican que el lugar fue ocupado por
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 35
mucho tiempo y explotado de manera intensiva. Casas y tierras de
cultivo están generalmente ubicadas al final de la ladera, y puede
ser que estos camellones largos y angostos, que a menudo terminan
donde la ladera comienza a subir, representen una extensión hacia
la llanura de chacras lineares que se alargaban desde los andenes
de los cerros a través de las tierras marginales, hasta la zona pan-
tanosa abajo. De las mediciones hechas en 206 muestras en la zona
de Pomata, el ancho de los camellones resulta ser en promedio
8.7 metros.

5. Patrón "escalera"
A lo largo de la orilla sur del lago Titicaca, especialmente cerca
de Pomata, se encuentra un tipo diferente de camellones que no
aparece más al norte (ver figs. 2d y 9 ) . El ancho de los camello-
nes es con frecuencia mayor que en otras partes, con un promedio
de 15 a 2? metros, aunque en algunos casos alcanza los 35 metros.
El largo (en este caso el ancho de la "escalera") es variable, aun-
que en general oscila entre 30 y 70 metros, y el promedio de 48
mediciones resultó ser 56 metros. A veces los camellones son tan
anchos en relación con su largo, que parecen plataformas aproxi-
madamente cuadradas o rectangulares. Al medir un conjunto
de grupos de camellones, se obtuvo un promedio de 45 metros de
ancho. El rasgo distintivo de este patrón es la disposición de los
camellones —o plataformas— en figuras alargadas en forma de
escalera. Unos grupos paralelos de "escaleras" están separados por
surcos y, en ciertos casos, por paredes de adobe o de piedra, aunque
muchas de las paredes atraviesan cortando los camellones de mane-
ra oue hace suponer hayan sido construidas después que los came-
llones. En la zona de Pomata se pueden ver antiguos campos
dispuestos en forma de escalera sobre las andenerías que trepan
las laderas escarpadas y también sobre las tierras altas oue presen-
tan un menor declive. Entonces la disposición de los camellones,
según el patrón de escalera en las planicies sujetas a inundaciones
periódicas, podría representar simplemente la adaptación al llano
de unas prácticas de división de las tierras adoptadas en las zonas
altas. Si es así, la construcción de camellones puede haber sido
aproximadamente contemporánea a la creación de antiguos patro-
nes de campos, tan típicos de esta zona, en las laderas y las cumbres
de los cerros. En la zona de Pomata los modernos linderos de las
chacras y las zanjas de drenaje cortan los patrones antiguos de los
campos de manera discordante, aunque también se notan restos
de los antiguos linderos de las chacras, rectilíneos pero sin función
alguna en los patrones modernos de utilización de la tierra, v que
sí están de acuerdo con los antiguos patrones de camellones.
36 SMITH, DENEVAN, HAMILTON
6. Campos peinados de Aygachi (ver fig. 2e).
Finalmente hay otro tipo de patrón que no encaja fácilmente
en la clasificación que hemos adoptado al principio. En Aygachi
(Bolivia), se encuentran unos camellones largos, aproximadamente
paralelos y curvilíneos, con frecuencia bastante angostos (2 a 6 me-
tros de ancho) y reunidos en haces de 5 hasta 35 hileras. Su largo es
muy variable, desde 20 hasta 150 metros. Algunos de los camello-
nes convergen hasta cegar completamente los surcos intercalados,
dando la impresión de un modelo de horquilla. El aspecto general
de la zona es, sin embargo, en cierto modo muy parecido al que
presentan las "chacras peinadas" descritas por Parsons y Bowen
(1966) en Colombia.

E L CULTIVO DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES

La única zona de camellones para la cual los tipos de suelos están


mapeados v descritos, es aquélla al norte de Puno. Todos los cam-
pos elevados (ONERN/CORPUNO 1965, t. 3) de la planicie de
Paucarcolla-Juliaca están clasificados como suelos perteneciente.1-
al grupo gley humic planosols, tipo andino, asociación Titicaca. Se
trata de suelos de pampa lacustre formados por sedimentos de
textura fina y caracterizados por deficiente drenaje y reacción
de neutra a fuertemente alcalina (pH 6.8 a 8.5). Este suelo es de
productividad mediana y no demasiado alcalino. Es significativo
que el pH alto de la asociación Titicaca decrezca con la profundi-
dad. Probablemente el hacer camellones servía no solamente para
rescatar una tierra deficientemente drenada y para neutralizar los
efectos de un clima desfavorable, sino también para traer a la super-
ficie suelos menos alcalinos. Más cerca del lago, la asociación
Titicaca gradualmente va cambiando a suelos aún menos drenados
y que a menudo tienen un pH superior a 8.0, pero aun aquí —como
en Requeña— hay restos de campos elevados. La evaluación del
suelo establece que la agricultura está limitada por el deficiente dre-
naje y que el pastoreo es la actividad más recomendable. En una
foto aérea de la evaluación de recursos de ONERN, los camellones
de Requeña están incluidos en una categoría clasificada como apta
solamente para la pesca y la vida silvestre (ONERN/CORPUNO
1965, t. 3: mapa 39). Probablemente fue una ventaja para los anti-
guos agricultores que cultivaban los camellones el no haber podido
aprovechar las modernas evaluaciones de recursos.
No se han encontrado descripciones de los métodos utilizados
para cultivar los camellones o de los cultivos específicos que se
practicaban en ellos, pero algo se puede inferir de las modernas
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 37
prácticas agrícolas en terrenos parecidos y aun en los mismos came-
llones antiguos, aunque la mayoría de los que todavía quedan y
los surcos intercalados se utilizan hoy en día como tierra de pastos.
Las cumbres de los camellones están cubiertas comúnmente de
Stipa spp. (ichu) y diversas otras plantas herbáceas como Poa,
Festuca, Muhlembergia, Calamagrostis y especies de Halofitetum
en las áreas más alcalinas. Las raíces de algunas de las hierbas alca-
linas (chapa, chichi, no identificadas) sirven de alimento a los
cerdos, y los suelos alcalinos en las tierras alomadas de Requeña
han sido muy maltratados por los cerdos que buscan estas raíces.
Adonde los suelos no son excesivamente alcalinos o las inunda-
ciones no son demasiado serias, como en la planicie de Juliaca-Pau-
carcolla, algunas de las zonas de camellones aún se cultivan hoy
en día. Muchos de los camellones han desaparecido por acción del
arado, pero donde las comunidades campesinas utilizan todavía la
taclla, como alrededor de Huata, los huachos (camellones peque-
ños de papas) están encima de los camellones antiguos, sea forman-
do ángulos rectos con el eje longitudinal del campo, sea a lo largo
de este eje (fig. 6). De este modo los antiguos campos elevados son
ahora alomados nuevamente por los modernos huachos. Este siste-
ma de cultivo se practica en toda la sierra del Perú v de Bolivia y
tiene su contraparte en las eras de Colombia (West 1938). Sin
embargo es fácil distinguirlos de los antiguos camellones por sus
dimensiones mucho menores; rara vez tienen más de un metro de
ancho y su alto promedio es de 0.25 m.
En Requena, los agricultores quechuas dicen que en los antiguos
camellones se cultivaban en el pasado papas, quinua y cañihua, y
que sus abuelos, en el siglo XIK, a veces hacían lo mismo antes
de que el suelo se volviera demasiado alcalino como para impedir
el cultivo. En toda el área donde hoy día hay camellones se
encuentran los cultivos tradicionales y además la cebada, una impor-
tante innovación. Nunca falta la papa "amarga" para chuño, por
lo que tolera la alcalinidad del suelo y las heladas mucho mejor que
la papa "dulce" más grande. Mas cerca del lago Titicaca, donde la
temperatura es más uniforme, se cultivan otros tubérculos como
la oca, además del trigo, y sobre las laderas más bajas que declinan
hacia el lago, a una altitud de 3,900 metros crece un poco de maíz
enano (confite puneño).
La rotación de cultivos que se practica comúnmente hov en día
en los huachos construidos encima délos camellones cerca de Hua-
ta (3,850 metros s.n.m.) es: papas el primer año cuando el suelo
ha sido recién volteado; quinua o cañihua el segundo año y cebada
el tercero. Siguen por lo menos tres años de descanso (barbecho).
Es probable que sólo aproximadamente el 5 % de la pampa alrede-
38 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

dor de Huata, otrora densamente alomada, esté ahora bajo cultivo,


y la razón que se aduce es la alta incidencia de las heladas que
echan a perder las cosechas. Huata misma está sobre una peque-
ña colina de unos 30 metros de altura sobre cuyas laderas se practica
una agricultura intensiva sin barbechos regulares. Cerca de Juliaca,
donde los suelos son menos fértiles y a menudo muv alcalinos por
efecto de la evaporación de charcas de agua poco profundas, la rota-
ción es la misma que en Huata, pero el periodo de barbecho dura
de 6 a años. La ausencia de cultivos sobre la mayor parte de la
planicie cerca del Titicaca se debe más al sistema de tenencia de
tierras y al pastoreo extensivo de las grandes haciendas que al defi-
ciente drenaje, a la baja fertilidad del suelo y al peligro de heladas.
También a nivel de comunidades campesinas, la tierra en general
se reserva para pastos comunales, aunque de vez en cuando se
cultiva.

LA FUNCIÓN DE LOS CAMELLONES

Por su distribución en las áreas alrededor de la región del Titi-


caca, es claro que los camellones fueron construidos para rercatar
las tierras pantanosas y hacerlas labrantías o para defender las
tierras de cultivo de los aniegos eventuales ocasionados ya sea por
las lluvias o por los desbordes de los ríos y lagos . No es tan claro,
en cambio, si fueron construidos con mira a lograr el drenaje,
la conservación del agua o la irrigación. Los campos elevados en
las bajas sabanas sudamericanas no parecen tener otra finalidad
que la as crear tierras cultivables mediante la construcción de pla-
taformas y camellones encima del nivel de la creciente. Pero las
chinampas de México, por otro lado, fueron construidas tanto con
vista a la irrigación como al mejoramiento de la tierra (Pedro Armi-
llas, comunicación personal).
La d;sposicion de los camellones y de los surcos intercalados en
relación con la inclinación de las tierras o con los cursos de agua
existentes, en general no hacen pensar que se trató conscientemen-
te de eliminar un exceso de agua. La mavoría de los tipos de siste-
mas de camellones y surcos, más bien habrían impedido un drenaje
eficiente, o cuanto menos no lo habrían favorecido para nada. Los
tipos de damero abierto v de escalera hasta obstaculizan el drenaje;
los campos represados no muestran señales de sistemas de drena-
je, los tipos lineares v fluviales y los peinados de Aygachi favorece-
rían el drenaje siempre que los ejes longitudinales coincidan con
la dirección de la pendiente, cosa que en general sucede.
Por otra parte, en las zonas de camellones, hav tantos casos
en que los patrones pueden ser identificados por la existencia de
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 39
aguas estancadas o de terreno pantanoso, que se puede pensar
que había un esfuerzo consciente de conservar el agua. En la
zona de Pomata la disposición de los camellones según el modelo
de escalera impide el drenaje, pero pudo haber sido diseñado ex-
presamente para retener el agua en los campos. En la misma zona,
el diseño de los campos represados a menudo tenía el propósito
de guiar el agua hacia recintos parciales en lugar de mantener
afuera las aguas de avenida. En la planicie de Juliaca en cambio,
no es así, por lo menos hasta donde se puede ver, y el patrón
"peinado" de Aygachi hasta ahora tiene como efecto el de distri-
buir el agua a toda el área de los camellones.
Por lo general, en esta zona una política de conservación del
agua tiene sus ventajas. Las precipitaciones están estrechamente
ligadas al ciclo estacional y son relativamente poco confiables.
En Puno, el promedio anual de precipitaciones es 623 mm; en
Capachica, 828 mm, y en Juliaca 650 mm. Las precipitaciones
presentan una notable concentración en los seis meses entre octu-
bre y marzo, con un marcado máximo en enero y febrero (en
Puno el 8 7 % de las lluvias anuales cae entre octubre y marzo;
en Capachica el 8 9 % y en Juliaca el 8 8 % ) . En todos estos lugares
hay sin embargo en cada mes un 50% de probabilidades de lluvia
insuficiente. La sequía es uno de los dos peligros mayores en la
zona y hay una estrecha relación entre el rendimiento de las papas
y los años de precipitaciones insuficientes. Los modernos agróno-
mos recomiendan encarecidamente el uso de la irrigación en una
escala mucho mayor de la que se practica actualmente ( O N E R N /
C O R P U N O 1965, t. i: 186). La conservación del agua es obvia-
mente de la mayor importancia, especialmente en años de precipi-
taciones insuficientes, pero también puede ayudar a reducir los
riegos de las heladas. En marzo y abril, hacia el final de la esta-
ción de T.uvias, las heladas nocturnas son a menudo el resultado
de radiaciones excesivas en una atmósfera despejada y ponen en
serio peligro la cosecha de papas. Por esta razón a menudo se
prefieren para el cultivo las laderas de les cerros con buen drenaje
de aire, en lugar de les fondos de los valles y la superficie plana cíe
la pampa. El alto calor especifico del agua es una de las pocas
defensas disponibles en esta región contra las heladas nocturnas,
y puede ser que los cultivos practicados bajo el sistema de came-
llones con surcos saturados de agua o anegados, sean menos vulne-
rables a las heladas.
Pocas áreas de camellones muestran señales de riego sistemático,
pero la escala de las fotos aereas de las que disponemos para la
mayor parte de la región (1:65,000) es tal, que resulta difícil
percibir los detalles del patrón de distribución del agua, y segura-
40 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

mente los sistemas de camellones en las cercanías inmediatas de los


lagos no pudieron nunca haber sido parte de un sistema de
riego organizado. Pero en el área de Pomata para la que hay foto-
grafías aéreas de escala 1:15,000, se notan varios canales de riego
abandonados que aparecen relacionados con los sistemas de cam-
pos parcialmente represados más que a los de tipo "escalera".
Los campos peinados de Aygachi habrían sido excelentes sistemas
de distribución del agua de riego tomada de los ríos y arroyos de
la zona. Garcilaso de la Vega —al que no siempre debemos la
mejor información— en su descripción de la provincia de Chucuito
recientemente conquistada, menciona la construcción de obras
de irrigación:

. . . entre tanto que duró aquella conquista [de Chucuito], él


[el Inca] se havía ocupado en visitar su reino procurando ilus-
trarle de todas maneras con aumentar las tierras de lavor: mandó
sacar nuevas acequias y hazer edificios necesarios para el provecho
de los indios como pósitos puentes y caminos para que las pro-
vincias se comunicasen unas con otras (Garcilaso de la Vega
[1609] 1943, p. 108).

Es cierto que los camellones de Pomata, represados o parcial-


mente represados y estrechamente asociados con canales de riego,
parecen no estar relacionados con el patrón "escalera" y tal vez
hayan sido sobrepuestos a ellos, pero no sería prudente dar por
sentado que el pasaje de Garcilaso de la Vega se íefiere necesaria-
mente a esta zona, o que la institución del riego se puede pro-
piamente atribuir a los incas. Ciertos sistemas de riego que estaban
en uso mucho antes de la conquista inca pueden haber sido
atribuidos erróneamente -a los incas, como ha sido a menudo en
otras partes del Perú. Sin embargo hay que decir que Cieza de
León negaba la existencia del riego artificial en las tierras colla
alrededor del lago Titicaca (Cieza de León [1553] 194". p. 442).
Resumiendo, las conclusiones sobre el propósito de los sistemas
de campos de camellones se deben considerar necesariamente ten-
tativas. Es cierto que servían para extender el área de tierras culti-
vables: es probable que en muchas zonas de camellones lo que se
buscaba era más la conservación del agua que un rápido y efectivo
drenaie, y es claro que en unas pocas zonas los camellones estaban
asociados con sistemas de irrigación primitivos.
Finalmente hav que tener en cuenta la distribución de los
camellones v su función cuando se examinan los niveles del agua,
presentes v pasados, de los lagos y de los ríos de la región en
general. Cuando los camellones fueron construidos, los niveles
de los lagos probablemente no eran muy distintos de los actuales.
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 41
porque la mayor parte de las zonas de camellones está más o
menos al nivel del agua. Los niveles del lago Titicaca, registrados
por la Southern Railwavs of Perú desde el año 1912, muestran
fluctuaciones periódicas y estacionales, y la fluctuación estacional
rara vez es menos de 50 cm o más de 100 cm y por término medio
es de 80 cm. Hay un curso cíclico del nivel medio anual que ha
sido relacionado con los ciclos de las manchas solares (Monheim
1956: 8 0 ) , pero la oscilación extrema que ha sido registrada hasta
ahora es de 4.95 m y va de un mínimo extremo de —371 cm
registrado en diciembre de 1943, a un máximo de -¡-124 cm re-
gistrado en abril de 1933. El cerro se encuentra a una altitud de
3 803 m (Hill 1959). Cuando el lago es alto como lo era en julio
de 1955 cuando fueron tomadas las fotografías utilizadas aquí,
los surcos cerca del lago estaban llenos de agua, mientras que en
julio de 1966 cuando se hizo el íeconocimiento de la zona y el
lago estaba a nivel bajo, los surcos estaban completamente secos.
En las fotos aéreas se notan unos pocos rasgos lineares lejos de
la orilla que pueden ser camellones y surcos sumergidos. Pero
algunos camellones al borde del lago Umavo y de otros lagos
vecinos, estaban parcialmente sumergidos en 1966 (fig. 4) de tal
manera que el nivel de este lago pudo haber estado un poco más
alto que cuando fueron construidos los campos.

ANTIGÜEDAD DEL CULTIVO DE CAMELLONES


EN LA REGIÓN DEL TITICACA

Al no tener evidencia documental y arqueológica, el fechado


de rasgos menores del paisaje cultural presenta con frecuencia
numerosas dificultades, y los patrones del cultivo de camellones
en la región del Titicaca no son una excepción. En la literatura
no se ha encontrado ninguna referencia a ellos, lo que habría
podido arrojar alguna luz sobre este problema. Los escritores de
la primera cpoca colonial no los mencionan y han sido pasados
por alto por los muchos arqueólogos que han trabajado en la zona,
a menudo muv cerca de ellos. Aunque muchos camellones pueden
haber sido destruidos por los cultivos modernos, y algunos pare-
cen estar en proceso de destrucción, no se ha registrado ningún
caso en que este tipo de cultivo juegue un papel significativo en
la agricultura moderna. En los lugares de camellones donde hav
cultivación hoy día, se considera el hecho de que la tierra está
trabajada en surcos y camellones como algo insignificante y hasta
como un estorbo. En el sitio, los autores preguntaron repetidas
veces a los campesinos y autoridades locales si es que sabían algo
42 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

de los orígenes, antigüedad y funciones de los camellones. Por lo


general contestaban que no sabían nada, que eran muy antiguos o
que debían de ser formaciones naturales por lo que siempre habían
estado allí. La información más positiva se obtuvo en la comunidad
de Requeña, cerca de Taraco, que utiliza como pasto comunal la
mayor parte del área de los camellones parcialmente anegados que
aparecen en la fig. 7. La gente del lugar los llama waru-waru y la
tradición local es que fueron hechos por los incas, aunque un hom-
bre dijo que los habían hecho los aymara anteriores a los incas.
Todos están de acuerdo en que, desde que llegaron los españoles,
no se hicieron más. Se decía que los waru-waru más grandes los
habían hecho los hombres y les pertenecían, y que los más chicos
los habían hecho las mujeres y eran de ellas.
Hav otras indicaciones también, aunque ninguna tan precisa
como uno quisiera, en el sentido que los camellones fueron hechos
y utilizados en tiempos precolombinos, pero sería más difícil esta-
blecer exactamente cuándo fueron abandonados. En primer lugar,
el hecho de que ningún viajero español de la época colonial los
menciona hace pensar que no se les utilizaba en esos tiempos,
aunque se trata de una aseveración negativa y no concluyente. En
segundo lugar, muchos de los mejores ejemplos de los patrones de
camellones se dan en las zonas de pastos naturales de grandes
haciendas ganaderas y seguramente no pudieron ser usados desde
que la tierra fue abandonada para el cultivo y dejada para pasto.
En algunos casos esto puede haber sucedido en tiempos relativa-
mente recientes, porque hav evidencias de que en esta zona el
establee miento de grandes haciendas y el desplazamiento de la
población indígena ocurrió al final del siglo xix y al comienzo
del siglo xx (Chevalier 1966;Martínez 1962). Pero algunas hacien-
das en cuvas tierras hay camellones, se pueden identificar en docu-
mentos de principio del siglo xix, aunque no sea posible rastrear
la fecha exacta de su creación, y es probable que algunas de ellas
remonten hasta los primeros tiempos de la Colonia. En tercer
lugar, el tamaño y la forma de los camellones es tal, que deben
haber sido hechos no con el arado introducido por los españoles,
sino combinando métodos de cultivo manuales con el uso de la
taclla. En cuarto lugar, se puede deducir de la forma y la distribu-
ción de los campos de camellones que su antigüedad es considera-
ble. Muchos están muv erosionados, y sus lados son irregulares o
redondeados; los surcos se han anchado a expensas de los camello-
nes y algunos de los surcos a orilla del lago Titicaca están actual-
mente recubiertos de sal que se ha formado a consecuencia de la
evaporación (figs. 5 y 8). Es notable la ausencia de patrones de
camellones donde ha habido deposiciones aluviales recientes, como
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 43
en el lado de Paucarcolla que da hacia el lago, al norte de Puno
donde el río Ylpa desemboca en el lago.
Finalmente es necesario considerar la antigüedad de los campos
de camellones en el contexto de lo que se sabe de la historia demo-
gráfica de la región, porque parece probable que el trabajo de cons-
trucción de los camellones, lento y tedioso, se haya emprendido
solamente en una época en que la presión poblacional sobre los
recursos alimenticios, justificaba la extensión de la tierra cultiva-
ble mediante métodos que requerían tanto trabajo. Por el mismo
motivo, la cultivación de los camellones habría sido la primera en
ser abandonada, especialmente después la introducción del arado,
cuando la baja de la población habría hecho que disminuyera la
presión sobre la producción de alimentos.
Todos están de acuerdo en que, en todo el Perú, hubo una baja
de población en el tiempo comprendido en:re la invasión española
y la primera mitad del siglo xvn, pero no hay tanto acuerdo
sobre las cifras de población en tiempos prehispánicos ni sobre el
alcance de su descenso. Rosenblat sugiere una baja desde 3.3 millo-
nes, hasta un 4 5 % de esta cifra alrededor de 1560, y Rovve una
baja desde 6 millones hasta 1.5 millones por el año 1571. Feliz-
mente tenemos cifras estimadas mucho más exactas para la pro-
vincia de Chucuito, que comprende la orilla sur del lago Titicaca
y que se puede considerar bastante representativa de la historia
demográfica de la cuenca del lago en general. La visita de Garci
Diez de San Miguel, una minuciosa investigación llevada a cabo
en 1567 y recientemente redescubierta y publicada (Espinoza Soria-
no 1964), ha sido utilizada para calcular la baja de la población
(Lipschutz 1966). Desgraciadamente, algunas de las cifras que
contiene el documento han sido mal interpretadas y las conclusio-
nes que sugieren una baja de solo el 9%, de la población uru entre
1532 y 1566, y del 28% de la población avmara, no resiste un
atento examen.
No es este el lugar para examinar en detalle cómo puede ser
utilizada la visita de 156" para calcular la población en los tiempos
inmediatamente anteriores a la invasión española (Smith 1970),
pero veamos por lo menos lo esencial. La visita contiene un
censo de la población aborigen para 1566, del cual se puede
deducir una apreciación aproximada de la estructura por edades
de la población masculina indígena de la provincia de Chucuito.
El documento contiene también la traducción e interpretación del
quipu que registró el último censo inca de la provincia. En él
aparece el número total de tributarios, subdivididos en grupos
correspondientes a cada cabecera, y el numero de tributarios por
cada uno de los grandes grupos étnicos de la zona, los aymará y los
44 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

uru. Al hacer una cuidadosa comparación, tratando de equiparar


los grupos de edades en las dos series de cifras, se puede llegar
a conclusiones bastante precisas sobre el tamaño de la población
prehispánica y su disminución hasta 1566. En los últimos tiem-
pos de la dominación inca, la población total sumaba 147,350
almas, de los que 117,230 eran aymará y 30,120 eran uru. Por el año
1566, según el censo español de aquel año, la cifra total había
bajado a 62,912 de los que 47,865 eran aymará y 15,047 uru, una
disminución promedia del 57.4% (59.2% entre los aymará y 50%
entre los uru). Por el año 1620, la población había bajado aún
más según las cifras que da Vásquez de Espinoza para los tribu-
tarios (Vásquez de Espinoza [1628] 1969, p. 474). De hecho,
solamente en 1940 la población de la zona volvió a alcanzar el
nivel de los tiempos prehispánicos, y en 1961 era solamente mayor
en un 30% de lo que fuera entonces. Cieza de León que escribía
pocos años después de la invasión española da a entender que la
región se había despoblado:

Y fue antiguamente muy poblada toda esta región de los Collas


v adonde hubo grandes pueblos todos juntos (Cieza de León [1553]
1947. p. 4 4 2 ) .

y más adelante habla de la despoblación de Atuncolla, una de las


zonas en que hay muchos camellones:

Hatuncolla fué en los tiempos pasados la más principal cosa del


Collao. En el tiempo presente todo está perdido, y faltan los natura-
les la mavor parte, que se han consumido con la guerra... (Cieza
de León [1553] 1947, p. 4 4 5 ) .

Lo que hemos expuesto sobre la forma y distribución de los


camellones, las prácticas agrícolas y el uso de la tierra durante
la época colonial y sobre la historia demográfica de la región,
ofrece algún punto de apoyo para considerar la invasión española
como un tiempo límite, antes del cual se puede ubicar la cons-
trucción de los camellones. Más dificil es alcanzar cualquier con-
clusión definitiva o satisfactoria sobre la fecha de su construcción
en la prehistoria. Tampoco es preciso asignar los patrones de
camellones a ningún periodo de la prehistoria andina en especial,
porque su tipo varía en cada caso y pueden haber sido construidos
en diversos tiempos. Para llegar a conclusiones seguras, habrá
que llevar a cabo reconocimientos arqueológicos minuciosos y espe-
cializados. Mientras tanto, y en espera de estos reconocimientos,
los autores adelantan las siguientes observaciones tentativas.
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 45

Metros
f 1000
Yaraas

Líneas de crestas

Quiebra de talud
Caminos modernos o vías
carrozales "
Muros oe piedra — — .

Vfas pavimentadas , •

Rasgos lineales en
terreno pantanoso

Rumas de piedra

Bases circulares de piedra »


(chulipas)

Tierra labrantía ;>

Campos de camellones .... ~—-

Límites de los campos


y andenes

Represas

Fig. 3. Camellones, cementerios, caminos antiguos, y andenerías sobre laderas


de cerros de la Hda. Machacmarca. al norte del lago Umayo; según un reco-
nocimiento de campo y una aerofotografía a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 .

Al norte del lago Umayo, cerca de la hacienda Machacmarca,


los patrones de camellones están estrechamente asociados con
una serie de rasgos que pertenecen a un paisaje cultural más
antiguo (ver fig. 3). Los camellones se encuentran a la orilla del
lago, en relación estrecha con viejas represas, antiguos caminos,
andenerías y calzadas, tumbas y cementerios. Los que parecen ser
restos de tumbas son de dos tipos; pequeños grupos circulares de
piedras y circuios más grandes de cimientos de piedra, algunos
de los cuales son seguramente los cimientos de chullpa parecidas
a las que se encuentran en toda un área más grande en la región
del Titicaca —estructuras circulares, esencialmente de carácter fu-
nerario, de hasta cinco metros de altura. Los fragmentos de cerá-
mica encontrados en y alrededor de los lugares de enterramiento,
son mayormente de estilo inca, pero algunos se pueden atribuir al
llamado periodo chullpa. y otras muestran afinidades con la cerá-
mica Coílao de Bolivia. Los rasgos de esta región pueden haber
sido aproximadamente contemporáneos. Pertenecen sin duda al
mismo periodo de los grandes monumentos de Sillustani al otro
lado del lago Umayo y se pueden atribuir con bastante confianza
a uno de los poderosos estados avmará anteriores a la conquista
46 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

inca de la región, con capital en Atuncolla, la que fue después


un importante centro administrativo inca. La cultura chullpa
floreció aproximadamente entre el año 1100 d.C. y la conquista
incaica, alrededor de 1445. En general, los camellones se encuen-
tran especialmente en el área que antes de la conquista incaica
de la región ocupaban los colla, al norte y noroeste del lago, y
los lupaga al suroeste, en las cercanías de Desaguadero y de
Pomata. Los linderos norte de la influencia colla se extendían
hasta los alrededores de Pucará, lugar donde los colla fueron
derrotados por los incas. Al norte de Pucará, aproximadamente al
limiie de la zona de camellones, el territorio colla limitaba con
el de los canas, una etnia cuya capital era Ayaviri y que controlaba
la cuenca entre el desaguadero del Titicaca y los cursos de agua
de la vertiente atlántica que pasaban cerca del Cuzco. Es muy
posible entonces que los camellones hayan sido construidos —por
lo menos en la zona al noroeste de Puno— en tiempos de la cultura
chullpú. y que se hayan seguido usando en tiempos incas. Sin
embargo, el conjunto de camellones y andenerías podría muy
bien ser de origen aún más antiguo.
Los campos de Aygachi, cerca de la orilla boliviana del lago
Titicaca están, por otra parte, bastante cerca del sitio de Tiahua-
naco, cuvo tamaño implica por si solo la existencia de una densa
poblacion rural dedicada a su servicio, pero hay también otros
indicios de orígenes más antiguos. Aunque los fragmen os de
cerámica recogidos al azar en la superficie de los camellones y
los montículos asociados han sido identificados como incas (por
el arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés), unos cuantos
fragmentos provenientes de una ladera adyacente resultaron ser de
un estilo mucho más antiguo llamado chiripa por el nombre
de un s:tio sobre la orilla .boliviana del Titicaca, muy cerca de
Avaviri Bushnell 1963: 66-7). Los fechados radiocarbon eos para
chiripa oscilan aproximadamente entre 600 a.C. y 1 d.C.; este
estilo se ubicaría así en el Formativo Tardío de la cronología
peruana y sería más o menos contemporáneo del estilo pucará
al noroeste del lago Titicaca. En todo caso, éste es el periodo al
que se atribuye la expansión del riego en la costa, los primeros
andenes revestidos de piedra en la siena, y la aparición de la
quinua y las papas cultivadas en cantidad.
Si la asociación de los campos de camellones con el estilo
chiripa o con el más o menos contemporáneo tiahuanaco tem-
prano pudiera establecerse con mayor seguridad que por la simple
proximidad geográfica, el origen de los campos podría hacerse
remontar hasta un periodo en el que fueron introducidos en la
zona cambios fundamentales.
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 47
CONCLUSIONES

En la planicie alrededor del lago Titicaca, los campos de came-


llones no son sino un rasgo de un paisaje cultural fósil en el que
fueren desplegados esfuerzos extraordinarios, no solamente en
amontonar tierra a fin de crear suelo cultivable en lugares pan-
tanosos, sino también en la construcción de aquellos andenes
revestidos de piedra que se levantan como escalinatas casi hasta
el límite de la zona cultivable. Las regiones en las que hay came-
llones son, por lo general, precisamente aquéllas en que las laderas
fueron casi completamente recubiertas de andenes. Al norte de
Santiago de Pupuja y Pucará, los límites de los campos de came-
llones coinciden con una marcada disminución de las andenerías.
Es probable que estos límites fueran la frontera cultural entre los
grupos canas y collas, pero es casi seguro que estos sistemas que
permitían aumentar las tierras de cultivo, hicieron posible el esta-
blecimiento de una densa población en el difícil medio ambiente
de la región del Titicaca, a una altitud entre los 3,800 y los 3,900
metros. Aún al final del periodo inca, después que las tribus colla
habían sido diezmadas por las guerras de conquista, y sometidas a
la dominación inca por 80 o 90 años, había en una parte de esta
región —la provincia de Chucuito— una población tan numerosa
como en 1940. Se ha sugerido tentativamente que los camellones
habrían sido construidos mayormente durante el periodo chullpa
y continuados seguramente en tiempos incas. Sin embargo pueden
ser de origen mucho más antiguo v es imposible precisar más, hasta
cuando se emprendan serios trabajos arqueológicos dirigidos especí-
ficamente a fechar y a determinar las afinidades culturales de los
varios tipos de patrones de camellones. Es probable que fueran
abandonados gradualmente durante el despoblamiento de la región
en tiempos coloniales.
Surcen otros dos problemas: la distribución de los campos ele
camellones es limitada a la zona cercana al lago Titicaca, y aunque
la distribución hacia el noroeste puede ser afectada por factores
culturales, en otras partes los límites son seguramente determina-
dos por las limitaciones de la pendiente, el drenaje y la altitud.
Sin embargo puede ser que, al buscar patrones de cultivo simi-
lares lejos de la región del Titicaca y fuera del área de la cultura
chullpa, se encontraran evidencias de una distribución mucho más
amplia en los altos Andes, aunque no se han encontrado rastros en
una zona ambiental parecida, precisamente alrededor de la laguna
de íumn. Por otra parte, hav noticias de camellones todavía en uso
en el área chipava al norte del salar de Cavpasa en el altiplano
boliviano (Carlos Ponce Sanginés, comunicación personal).
48 SMITH, DENEVAN, HAMILTON

Finalmente queda sin resolver el problema más amplio que con-


siste en encontrar e identificar posibles lazos que puedan relacionar
los camellones de la región del Titicaca con trabajos de movimien-
tos de tierra parecidos en los llanos de Mojos en el noreste de
Bolivia, y con los otros campos elevados de las bajas planicies
de Colombia v de otras partes del subcontinente americano.

POSDATA

Cuando este artículo fue publicado originalmente, los autores


no tenian noticia de que los camellones del Titicaca hubiesen
sido mencionados en publicaciones anteriores. En realidad, hay
dos breves descripciones. Una de ellas es por Max Uhle, el gran
pionero de la arqueología peruana, quien los mencionó en una
conferencia que ofreció en Ecuador en 1923 (Rowe 1954: 86).
La otra es por Karl Kaerger (1901: 346). De gran interés es tam-
bién la información de un tal Balthazar Ramírez quien, en 1597,
describe cómo los indios uru construían islas de totora v las cubrían
de tierra para poderlas cultivar: una especie de verdaderos jardines
flotantes desconocidos en otras partes del Nuevo Mundo: " . . .es-
tas balsas con el tiempo crían por lo baxo sus raizes, ye sé entrapan
y texer. de manera que se convierten en cespedes. v asi. hechandoles
alguna tierra encima, siembran en ellas algunas cosillas que co-
men" 'Maurtua 1906,1: 295).
Además, David Preston de la Universidad de Leeds. Inglaterra,
ha informado acerca de la existencia de camellones cultivados hoy
día en Bolivia, cerca del Cerro Cohana. aproximadamente a 15 km
al noroeste de Aygachi y cerca de Batalla, a lo largo de la carretera
Panamericana. Éstos camellones tienen un ancho aproximado de
3 m, una altura de 0.5 m.y 50 m o más de largo, y se usan may or-
mente para el cultivo de papas (fig. 10).
Thomas J. Lennon, de la Universidad de Colorado. EE. UU.
está investigando actualmente el aspecto arqueológico de los came-
llones de la región del Titicaca, pero no disponemos todavía de
informes sobre sus investigaciones. WMD

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Fig. 5. Camellones de cimas redondeadas cerca de Huata.
al sureste de Juliaca.
Fig. 6. Dos camellones anchos y de cimas planas, separados por 01» surco angosto.
Unos huachos de origen reciente están sobrepuesto^ en los csmclfonts.
Fie Aerofotografía de grandes campos de camellones de tipo damero abierto cerca de
Reqoefia en el extremo noroeste del lago Titicaca. La mavor parte de los restos de los
a m p o s tienen de 20 a 2 í metros de ancho y de 1 a 2 metros de altura. Julio de
con permiso del Instituto Geográfico Militar. Lima.
Fig. H, Vista terrestre de uno de los grandes campos de camclkmes mostrados en la l'ig. 7,
cetra de IUi|iiefia. Nótese los linrdes erosionados di] camellón v los sedimentos alcalinos en
¡iinlxis- lados II camellón mide aproximadamente 20 m de ancho v más de 100 ni de largo.
Julio de 1066; foto lomada por Williain M IVnevan.
Fig. 9. Aerofotografía de anchos campos de camellones organizados en un
patrón "escalera" cerca de Pomata. Las lineas blancas que atraviesan los
vestigios de los campos son pircas modernas. Agosto de 1955, con permiso
del Instituto Geográfico Militar, Lima.
I ' ¡i». II). Campos <tr eamelloncs contemporáneos barbechados al borde del Cierro Coliana cerca
tli \\t>aclii en el l a d o sureste del lago Tilieaea en Bolivia. Septiembre de l')70;
foto tomada por Oavid 1'reslon
CHACRAS HUNDIDAS Y S U B S I S T E N C I A PREHISPÁNICA
E N LA COSTA D E L P E R Ü

J E F F R E Y R. PARSONS Y NORBERT P. PSUTY

Las chacras hundidas son antiguas parcelas de terreno agrícola que


se encuentran en diversos lugares del desierto costeño del Perú
(fig. 1). Han sido labradas excavando la superficie del terreno
que se quería cultivar, hasta alcanzar un nivel próximo a la napa
freática y así lograr que la humedad llegara a las semillas y a las
plantas sin necesidad de riego por medio de canales. Las fuentes
documentales indican que este tipo de cultivo se practicaba en el
valle de Chilca y en la Pampa de Villacuri (entre los valles de
Pisco e lea) durante la última mitad del siglo xvi y a principios del
siglo XVII (Rowe 1969, Armillas 1961, Cieza de León 1959, Vásquez
de Espinosa 1948). En la desembocadura del valle de Virú y en
tiempos más recientes, Wfllev señaló la presencia de campos aban-
donados de este tipo (Willev 1953) vTello (1942) hace referencia
a vestigios de chacras hundidas en la desembocadura del río Moche,
cerca de la antigua metrópolis de Chan Chan. En el caso de Virú,
se ha sugerido para la construcción v utilización de estas chacras,
una antigüedad próxima al primer milenio d.C., y lo mismo para
el valle de Moche, en vista de su proximidad a las ruinas de
Chan Chan.
Hace varios años, Parsons (1968) sugirió que la agricultura de
chacras hundidas podía haber contribuido de manera significativa
a la subsistencia de los agricultores primitivos de la costa, antes
de que se desarrollaran los sistemas más complejos de control de
agua mediante la construcción de una red de canales de riego.
Algunos de sus planteamientos fueron posteriormente refutados
por Rowe (1969) y por Moselev (1969). Moseley en especial,
Este artículo se publicó por primera vez en American Antiquity 4 0 ( 1 9 7 5 )
259-282, con el título "Sunken Fields and Prehispanic Subsistence on the
Peruvian Coast".
52 PARSONS Y PSUTY

Fig. 1. La costa central del Perú con los principales ríos. El valle de Chilca
no aparece, pero está ubicado entre Lurín y Mala en la costa central. Ei valle
Pescadores se encuentra entre Atico y Ocoña en la costa sur.

sostenía que probablemente la agricultura de chacras hundidas se


habría desarrollado relativamente tarde en la secuencia prehispá-
nica, cumpliendo una función secundaria de complemento de la
agricultura de riego en gran escala y en un contexto de fuerte
presión demográfica. Sin embargo, en 1969 todavía no había cómo
evaluar de manera adecuada estos puntos de vista contrastantes.
El proposito del presente estudio es precisamente hacer tal
evaluación, a la luz del trabajo de campo que para esto llevamos
a cabo en 1969 y 1970.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 53
FORMULACIÓN DE LAS HIPÓTESIS
Y PLANO DE LA INVESTIGACIÓN

Siguiendo la sugerencia original de Parsons (1968), pensamos


que, aunque el sistema de cultivo de chacras hundidas requiere
una fuerte inversión de trabajo (sobre todo en la excavación), y
es posible solamente en zonas de napa freática relativamente
alta, es una técnica que permite suministrar la humedad necesaria
a la superficie cultivable de manera mucho más sencilla que por
medio de canales de riego. Pensábamos sobre todo en la coopera-
ción y coordinación que se requieren para operar y mantener cual-
quier sistema de canales de riego de cierta importancia en una
región árida, donde diversos grupos locales dependen general-
mente de un solo eanal principal o una sola fuente de agua.
En un sistema de chacras hundidas, un grupo familiar o un grupo
local de trabajo podría cultivar sus parcelas sin tomar en cuenta
los grupos vecinos y sin ninguna clase de interacción basada sobre
consideraciones de control de agua. Se podría postular entonces
que el cultivo en chacras hundidas precedió la agricultura de
regadío en la costa del Peni y proporcionó la base demográfica
que estimuló el subsiguiente desarrollo de la compleja red de
canales de riego. Por otra parte, se podría argüir que el cultivo
de chacras hundidas exigía tanto trabajo que no pudo desarrollarse
sino relativamente tarde en tiempos prehistóricos, cuando el
aumento de la poblacion y la necesidad de tierras cultivables cons-
tituyeron el incentivo necesario para tal inversión de trabajo
(Moseley 1969). Otro aspecto importante de los sistemas de con-
trol de agua en regiones aridas es el de la salinizacion de las tierras.
Donde la tasa de evaporación es alta y los suelos no son lavados
periódicamente por las lluvias o las inundaciones: los iones de las
sales disueltas en el agua de riego se concentran en los suelos a
través de los cuales el agua corre y se estanca. Esta progresiva
salinizacion de las tierras parece haber sido un crave problema
en Mesopotamia (Jacobsen v Adams 193^ . El cultivo de chacras
hundidas puede haberse desarrollado t> difundido en la costa del
Perú en respuesta a la creciente salinizacion de la tierras b a j o
riego.
Sospechamos que también la agricultura de chacras hundidas
tuvo que enfrentar una serie de problemas específicos. La natural
fluctuación del nivel de la napa freatica jpodna en ciertos años
o en algún momento del ciclo anual, dejar secas o, al contrario,
empapar las tierras? Y el agua que desde la napa freática poco pro-
funda sube por efecto de la capilaridad, ¿no depositaría en super-
ficie, costras de sal o de otros materiales que reducirían la pro-
54 PARSONS Y PSUTY

ductividad de los suelos y los volverían a la larga estériles? ¿Es tan


exigente desde el punto de vista hidrológico y geoquímico el culti-
vo de chacras hundidas que solamente en condiciones ambientales
muy especiales se dan los requisitos que le son indispensables?
¿Presenta algún problema especial el crear y mantener la produc-
tividad de una chacra hundida en que la tierra cultivable ha sido
descubierta excavando la superficie del terreno, y donde no hay
aportes de nutrientes que el agua superficial trae en solución?
¿Tenemos razón al asumir —como las fuentes documentales pare-
cen indicar— que en los sistemas de chacras hundidas se rebajaba
el nivel de toda la superficie de la parcela hasta llegar tan cerca
de la napa freática, que las raices de las plantas recibían la hume-
dad que necesitaban por efecto de la capilaridad? ¿Hay alguna
posibilidad de que se rebajara el nivel del suelo principalmente
para facilitar la construcción y utilización de una serie de pozos
poco profundos desde los cuales el agua era extraída a mano para
regar las plantas? ¿Hav alguna razón para pensar que en las cha-
cras hundidas se cultivaron preferentemente o necesariamente
algunas especies vegetales a exclusión de otras? Finalmente esta-
mos conscientes de que no se puede pensar que el regadío y las
chacras hundidas hayan sido los únicos sistemas que utilizaron
los agricultores de los valles de la costa del Perú. La escasa infor-
mación de la que actualmente disponemos sobre practicas agríco-
las tradicionales (Engel 1963), indica que los agricultores seden-
tarios de esta zona disponían de por lo menos otra alternativa
importante: el cultivo por inundación. Este sistema consiste en
represar en el lecho de un río, en el periodo de flujo máximo,
considerables cantidades de agua para derivarlas luego a zonas
cercanas a más bajo nivel. Si se puede estancar así el agua, la tierra
se embebe hasta saturarse, y la humedad es suficiente para asegurar
una cosecha anual. Es concebible que la agricultura de chacras
hundidas haya sido de hecho una variante de la agricultura de
inundación, cuya función en la zonas rebajadas artificialmente
era la de captar ricos sedimentos limosos arrastrados por las even-
tuales avenidas abundantes (Murphy 1926). En las zonas más
bajas de los valles costeños del Perú, el avenamiento es típica-
mente mal definido, v durante las raras lluvias torrenciales, las
porciones inferiores de muchos valles contienen una red de peque-
ños riachuelos que no alcanzan a desembocar en el mar, y traen
en suspensión considerables cantidades de limo. Al dirigir estas
aguas limosas hacia las parcelas excavadas, se habría logrado man-
tener la fertilidad durante largos periodos de tiempo.

Hasta aquí hemos expuesto una serie de datos, preguntas, pro-


blema^ e hipótesis que avudaron a estructurar nuestras ideas al
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 55
principio de la investigación. Podemos resumir como sigue los
puntos más importantes en forma de temas e hipótesis interrela-
cionados junto con sus más obvias posibilidades.

1) El cultivo de chacras hundidas contribuyó de manera signi-


ficativa al sustentamiento de la población prehispánica de la
costa del Perú.

a) La importancia de tal aporte debería ser directamente pro-


porcional al tamaño y extensión del área en que puede ser
señalada la presencia de vestigios de antiguas chacras hun-
didas.
Sin embargo, si fueron éstas excepcionalmente produc-
tivas, su importancia para la subsistencia podría ser algo
desproporcionada a su real extensión. En este caso, podría-
mos esperar encontrar restos de asentamientos de cierta
importancia bastante cercanos a estas chacras.
b) Cualquier evaluación del tamaño y extensión de vestigios
de chacras hundidas, debería tomar en cuenta la posible
obliteración de tales campos a consecuencia de la posterior
expansión de la agricultura de riego por canales.

2) El cultivo de chacras hundidas era practicable solamente en


un rango muy limitado de variables ambientales.

a) El ambiente natural de todas las zonas donde hubo chacras


hundidas debería presentar gran uniformidad, en cualquier
lugar donde se encuentre.
b) La concentración de chacras hundidas en estos nichos ecoló-
gicos, debería dar la medida de la importancia de tales
cultivos.
»

3) El cultivo de chacras hundidas estaba asociado a una serie


de problemas como la formación de costras de sal en la super-
ficie de las plantaciones, la conservación de la fertilidad del
suelo y, eventualmente, una gran variabilidad del nivel de la
napa freática.

a) En los casos en que la antigua superficie de cultivo ha


permanecido intacta, debería percibirse claramente una capa
fuertemente salinizada.
b) Podría haber indicaciones de que la superficie cultivable
se rebajaba periódicamente, se inundaba con agua rica en
limo proveniente de nos cercanos, o se modificaba de una
u otra manera para renovar el suelo.
56 PARSONS Y PSUTY
c) Es posible que estuvieran asociados a las chacras hundidas
algunos cultivos, es decir, aquéllos particularmente resis-
tentes a los suelos salinos o aquéllos que no requirieran una
gran fertilidad del suelo. Estos cultivos especializados po-
drían ser predominantes sobre todo después que las chacras
hundidas han estado en uso por algún tiempo.
d) Podría haber indicios del uso de fertilizantes.
e) Podría haber indicios del abandono de las chacras hundidas
en tiempos prehistóricos e históricos.

4) El cultivo de chacras hundidas tuvo importancia en el des-


arrollo temprano de sociedades complejas en la costa del Perú.

a) Debería haber chacras hundidas en proximidad de los más


importantes sitios conocidos pertenecientes al Precerámico
Tardío o al Periodo Inicial o al Horizonte Temprano (fig.
2), donde la arquitectura monumental y el elaborado tallado
de la piedra sugieren la existencia de una sociedad estratifi-
cada, por ejemplo Chuquitanta (Patterson y Lanning 1964;
Patterson y Moselev 1968), Garagav (Patterson y Lanning
1964; Patterson v Moselev 196S), Las Haldas (Rowe 1969;
Lanning 1967), Aspero (Lanning 196"), Rio Seco (Patter-
son y Moselev 1968), Sechin (Lanning 1967), Culebras
(Lanning 1 9 6 7 ) .
b) Aunque la proximidad de las chacras hundidas a los sitios
mencionados arriba podría sugerir que este tipo de cultivo
fue muy antiguo, si hubo una posterior ocupación de la
zona, habría que buscar otra manera de demostrar que las
chacras hundidas fueron contemporáneas a tales sitios.

5 ) La agricultura de chacras hundidas apareció,tarde en la secuen-


cia prehispánica y tuvo importancia sobre todo como c o m -
plemento de la agricultura de riego, en circunstancias de consi-
derable presión demográfica.
a ) N o debería haber una relación necesaria entre la distribu-
ción de las chacras hundidas y grandes sitios del Precerá-
mico Tardío, del Periodo Inicial y del Horizonte Temprano.
b) La distribución de las chacras hundidas debería estar e n
estrecha relación con las más importantes ocupaciones d e l
Horizonte M e d i o v con las de fechas más tardías (después
del 600 d . C . ) . L a s chacras hundidas de Virú y M o c h e
parecen responder a esta posibilidad.
c) Si las chacras hundidas están ubicadas cerca de los sitios
residenciales del Horizonte Medio o de fecha más tardía
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 57

— 1 Z^ú^ •
Horizonte Tardío
1 476
Periodo Intermedio Tardfo
1 OOO
Horizonte Medio
SCO
Periodo Intermedio
DC T1 ntímI 11
n rp a1 nCll
n1
^^^
AC
2 0 0

Horizonte Temprano

9 0 0

Periodo Inicial

1 e o o

Precerámico

Fig- Cronología peruana prehispánica. Según Willey, 1 9 7 1 .


58 PARSONS Y PSUTY

donde también hay vestigios de ocupaciones más antiguas,


habría que fechar la construcción y utilización de las cha-
cras hundidas por otros medios que no sean la mera proxi-
midad de estos sitios.
d) Debería haber alguna indicación de la existencia de una
numerosa población local y/o de un significativo deterioro
de los sistemas de canales de riego para el tiempo en que
las chacras hundidas fueron construidas y estuvieron bajo
cultivo. Probablemente habría que llevar a cabo reconoci-
mientos regionales en gran escala para tratar de manera
adecuada este aspecto del problema.

Nuestra investigación se llevó a cabo en dos temporadas. En


octubre y noviembre de 1969, mediante el examen de fotografías
aéreas, tratamos de definir la distribución de vestigios de chacras
hundidas, de hacer reconocimientos del terreno en zonas donde
las fotografías aéreas indicaban la presencia de tales vestigios; de
seleccionar una zona en la que se pudiera hacer un reconocimiento
más intensivo y realizar excavaciones. Nuestro propósito era el
de llevar a cabo este último trabajo en un determinado lugar
durante una temporada de trabajo de campo entre mavo y diciem-
bre de 1970.
Esperábamos que nuestras excavaciones en una zona escogida
como para servir de punto de referencia, proporcionarían datos
sobre técnica de construcción, cronología de construcción y de
utilización, tipos de plantas cultivadas, características de la super-
ficie cultivable original, métodos de cultivo y el contexto geomor-
fológico del sistema de chacras hundidas. Esperábamos que los
resultados de estas excavaciones en una determinada zona podrían
aplicarse en general a todas las otras zonas de chacras hundidas,
pero no estábamos preparados para extender la investigación a
otras áreas.

DISTRIBUCIÓN DE LAS CHACRAS HUNDIDAS

En el Servicio Aerofotográfico de Lima pudimos conseguir foto-


grafías aéreas verticales a escala entre 1:5,000 y 1:50,000 para la
mayor parte de la costa del Perú. En estas fotografías, las zonas
de chacras hundidas se pueden distinguir claramente por su
apariencia de dameros (producida por el marcado contraste entre
los altos bordos de suelo seco y la superficie húmeda de la tierra
de cultivo) aun cuando los campos hayan sido abandonados desde
mucho tiempo atrás.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 59
Siempre existe la posibilidad de que la expansión de los sistemas
de canales de riego hayan borrado todo rastro superficial de cha-
cras hundidas preexistentes; nunca podremos resolver este proble-
ma. Sin embargo, en muchos valles de la costa hay mucha tierra
que aparentemente se presta para el cultivo en chacras hundi-
das, que actualmente no está baje cultivo, y que en las fotografías
aéreas no muestra vestigios de chacras hundidas. Esto sugiere que
nuestros datos sobre distribución de estas chacras son razonable-
mente válidos. Además, gran parte del material aerofotográfico
consultado se remonta a los años'40, antes de la más reciente expan-
sión de la red de canales de riego; de hecho, muchos de los vuelos
se hicieron específicamente para facilitar el planeamiento de tal
expansión.

Fig. 3. Distribución de las chacras hundidas en los valles de Chicama y de


Moche. Las chacras hundidas aparecen como zonas sombreadas.
Fig. 4. Distribución de las cimeras hundidas en el valle de Vin'i. Las chacras hundidas aparecen como zonas sombreadas.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 64

Fig. 5. Distribución de las chacras hundidas en los valles de Santa, Lacra-


marca y Nepeña. Las chacras hundidas aparecen como zonas sombreadas.

Después de examinar las aerofotografías, hicimos rápidos reco-


nocimientos de aquellas localidades donde parecía haber chacras
hundidas. Logramos así ubicar claros vestigios de estos antiguos
campos de cultivo en los siguientes valles: Pescadores, lea (Pampa
de Villacuri), Pisco, Asia, Chilca, Nepeña, Lacramarca (Chimbóte),
Santa, Virú, Moche y Chicama (figs. 3-7). En todos estos lugares,
las chacras hundidas presentan básicamente la misma forma. Se
encuentran en general en la desembocadura de los valles, a muv
poca distancia tierra adentro, de la actual playa activa, y a no más
de 3 km de la línea de costa. Su forma es generalmente rectan-
gular y miden entre 10 y 40 m de ancho y entre 30 y 100 m de
largo. La superficie de cultivo se encuentra a 1-2 m debajo del
nivel original del suelo, y en la mayoría de los casos está rodeada
por anchos bordos cuya altura alcanza de 3 a 7 m sobre el nivel
62 PARSONS Y PSUTY

de la superficie misma y formados, aparentemente, por la acumu-


lación del material echado afuera durante la excavación. En
algunos lugares, considerables cantidades de arena arrastrada por
el viento desde la playa cercana, han recubierto las antiguas super-
ficies de cultivo, pero sin llegar, en la mayoría de los casos, a alte-
rar la forma y las características propias de las chacras hundidas.
La única excepción a este patrón general de ubicación y de aspecto,
es una serie de chacras hundidas que se encuentran tierra adentro
en los valles de Pisco e lea. Allí, a más de 30 km de la costa, encon-
tramos campos de forma regular y de gran tamaño que creemos
son chacras hundidas bastante tardías, construidas probablemente
a fines del siglo xix y plantadas de viña y de palmas datileras por
grandes haciendas y con fines comerciales (Rowe 1969).

KMS
Fig. 6. Distribución de las chacras hundidas en los valles de Chilca y de Asia
(Ornas). Las chacras hundidas aparecen como zonas sombreadas.
Fig. 7. Distribución de las chacras hundidas en el valle de Pisco. I.as chacras hundidas aparecen como zonas sombreadas.
67 PARSONS Y PSUTY

Al final de esta primera fase de nuestro proyecto, formulamos


varias conclusiones de carácter general.

1) Hay dos agrupaciones principales de chacras hundidas: una


en la costa centro-norte, entre los valles de Nepeña y de Chicama,
y otra en la costa centro-sur en los valles de Chilca, Asia y Pisco.
Entre estas dos áreas hay numerosos valles en los que no aparecen
vestigios de chacras hundidas, ni en las aerofotografías ni en el
terreno.
2) El área superficial total potencialmente aprovechable para
el cultivo en chacras hundidas, es muy pequeña en proporción con
la cantidad de tierra agrícola actualmente bajo riego en los mismos
valles (lo que habría sido aproximadamente el área potencial-
mente aprovechable por los agricultores de tiempos prehistóricos )
(cuadro 1).
3) Los más importantes sitios arqueológicos conocidos, cuva
antigüedad remonta al tiempo en que aparentemente grandes
poblaciones costeñas estaban volviéndose dependientes de la agri-
cultura para su subsistencia (p.e. Chuquitanta, Las Haldas. Aspero,
Culebras, Garagay. Sechin, Río Seco), no están ubicados en, o
cerca de. las zonas de chacras hundidas que nosotros localizamos.
Un examen cuidadoso de fotografías aéreas, y ulteriores reco-
nocimientos del terreno, contribuyeron a hacernos entender más
claramente el contexto geomorfológico de estas chacras (excepto
en el caso del valle de Pescadores donde no se hicieron reconoci-
mientos en el terreno). Cinco son los rasgos comunes a los ambien-
tes geomórficos ocupados por cada sistema de chacras hundidas,
excepto en el caso del valle de Pisco.
1) Cada área está situada en la desembocadura de un valle alu-
vial con acumulación considerable de depósitos de grava y arena
de origen cuaternario.
2) Estos sedimentos forman un buen acuífero de agua dulce, la
que en cada caso fluye debajo de la superficie a través de estos
depósitos.
3) Las chacras hundidas se encuentran en, o cerca de. la zona
de encuentro de depósitos del Pleistoceno con depósitos recientes.
4 ) Las chacras hundidas se encuentran generalmente en facies
o depósitos limosos, aunque también con arena en cantidades con-
siderables.
5) Las chacras hundidas se encuentran todas en bajíos topográ-
ficos naturales, formados básicamente por la conjunción de dos
superficies geomórficas. Este último punto tiene cierta importancia
porque indica que los agricultores que construyeron y utilizaron
las chacras hundidas, estaban aprovechando depresiones naturales
CUADRO 1

AREA DE LAS C H A C R A S H U N D I D A S E N R E L A C I Ó N C O N LAS TIERRAS


A C T U A L M E N T E BAJO R I E G O *

Relación de las
1¡cetáreas Hectáreas Tierras regables tierras de chacras
totales de cultivables de actualmente hundidas con las Estado actual de las
Valle chacras hundidas chacras hundidas [en hectáreas] tierras irrigables chacras hundidas

Chicama 265 186 40,371 0.005 abandonadas


Moche 527 369 20,026 0.018 abandonadas
y en gran parte
destruidas
Virú 198 139 16,405 0.008 abandonadas
Santa 31 21 8,643 0.002 abandonadas
I.acraniarca
en C h i m b ó t e 113 79 5,000 0.016 abandonadas; la ma-
yoría anegadas, al-
gunas utilizadas para
cultivar totora
Nepeña 24 17 8,333 0.002 abandonadas
Chilca 960 672 2.500 0.269 utilizadas en parte
Asia 36 26 2,200 0.030 abandonadas
Pisco 1,293 685 24,818 0.011 abandonadas
Pescadores 20 ? 14 ? 400 ? 0.035 ? abandonadas

Total 3,467 2,208 128,696 0.018

* L a mayoría de las cifras para las tierras irrigadas se t o m a r a s de Robinson ( 1 9 6 4 : 1 6 6 - 1 6 7 ) . Para los valles
Lacramarea, Cliilca y Asia, las tierras actualmente bajo rie'go fueron medidas con planímctro d e los mapas a es-
cala 1: 1 0 0 , 0 0 0 publicados por el Instituto Geográfico Militar de Lima. T o d a s las cifras para el valle Pescadores
son estimadas en base a un rápido reconocimiento del terreno. La parte cultivable del área de chacras hundidas,
se estima generalmente en un 7 0 % del área total (teniendo en cuenta los bordes que las rodean y separan). E n
el caso del valle de Pisco, esta proporción fue reducida al 5 0 % porque aquí las chacras hundidas se presentan
en forma dispersa.
Fig. 8. Moray. Invernadero Grande. Una vista del horizonte norte del sistema observado desde el nivel 3.0 al sur.
CUADRO I Basado en el khipu - memorial de los señores de Hatun íauxa, presentado a la audiencia, Ciudad de Los Reyes, 1561
m IV VI vn vni IX XI XII

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1 2 3 4 5 6 7 s 9 10 11 12 13 14 15 16 17 1$ 19 20 21 22 23 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 31 39 40 41 42 43

30,404 48,989 321,354 1,322 12,404 III 4,733 62 62 a) F. Pizarro, "en ios tambos" de Xauxa,
m) F. Pizarro, "en los tambos** de Xauxa, 589 437 1,275 12,045 29,231 19 2 2,216 12,406 124 1,249 21,563 2,336 2,414 185 3,659 55 1,316 1,231 1,240 200,071
pares 1533
1533
2,118 12,341 b) Tesorero Riquelme, con los que ie
b) Tesorero Riquelme, con los que se 642 132 4 2 7,582 171 371 75 4 745 1,253 1,356 28,076 8,665 12,112 6,145
quedaron, Xauxa, 1533-1534
quedaron, Xauxa, 1533-1534 corderos 1

9,487 10,111 1,033 1,213 c) F. Pizarro regresa dd Cuzco. Antes de


c) F. Pizarro regresa del Cuzco. Antes de 380 7 3,249 201 470 72 • 1,228 251 30,110
la campaña contra Quisquís, recibió
la campaña contra Quisquis, recibió "su comida**

ch) Después de la campaña contra Quisquis, 200 61 12 6 2,202» 202* 92 6 1,002 115 24,074 1,213 8,915 10,123 1,005 1,500 1JM 120 602 ch) Después de la campaña contra Quisquís,
620 Pizarro recibió
Pizarro recibió corderos

10,134 10,133 10 10 d) Para la campaña contra Qui^u Yupanqui,


d \ Para la campaña contra Qui^u Yupanqui, 735 60 10 332 12 92 2,200
dieron
dieron
e) Qu 11,11 Yupanqui se llevó
el Quicu Yupanqui se Uevó 60 4,351 58 313 12 110 75 258 46
+ cord. 60
f ) Alonso de Alvarado recibió, 1537 563 42 23 4 128 13,488 188 1/2 255 123 182 90 231 5 5 811 153 17,000 232,203 34,220 11,113 2,424 354 120 322 MI 283 1,415 ñ Alonso de Alvarado recibió, 153 7
2,589 1,635 124 ¿46
corderos de lana primeras azua yzanp fresco
g) F. Pizarro hacia el Cuzco, después del 266 10 2,039 9 en la sien* 8,630 8,713 32 573 15 120 g) F. Pizarro hacía el Cuzco, después del
430 203 123 1,725
armados sitio de Lima, 1538
sitio de Lima, 1538

4 1,231 152 140 352 M Alonso de Mercadillo, va preso, camino


A) Alonso de Mercadillo, va preso, camino 315 64 54 2 3,452 23 673 53 288 125 573 8,630 31,442
a Lima, 1539
a Lima, 1539 de carga

i) Dieron a Mazuelas, su encomendero, i) Dieron a Mazuelas, su encomendero,


10 1 1,184 3 325 25 28 24 21 15 215 30 152 215 233 233 31 42 20 32
y zanga 1541
1541
/') Pedro Alvarez Holgui'n, quien i"base
; } Pedro Alvarez Hoigui'n, quien ibase 325 118 17 23 2 1,438 20 61 61 44 15 65 284 30 636 125 122 1,165 23,343 3,451 1,235 134 150* 234 1,436 348
juntar con Vaca de Castro
juntar con Vaca dr Castro fresco
k) Almagro el Mozo saqueó, "quemó
k) Almagro el Mozo saqueó, "quemó 524 662 12,902 271 20,716 2,544 2,654 100 1,535 236 muchas cosas"
muchas cocas" de carga cargadas • 13,045
corderos
í) Vaca de Castro ai Cuzco, 1542
<) Vaca de Castro al Cuzco, 1 5 4 ? 5 23 13 2 9,230 186 535 400 300 15 364 1,963 110 2,526 74 1,130 9,990 10,672 25,450 10,325 2,102 1,234 50 120 i s*
U ) Pedro Puelles camino a Huánuco U) Pedro Puelles camino a Huánuco
224 81 4 1 3,762 17 267 210 300 15 25 123 22 450 31 50 2,933 30,541 3,214 1,041 612 60 80

m) Vaca de Castro regresa del Cuzco 81+1 4 80 m) Vaca de Castro regresa del Cuzco
1 762 17 267 210 300 15 25 123 22 450 31 50 2,933 30,541 3,214 1,041 612 60

n) Gonzalo Pizarro te Uevó n) Gonzalo Pizarro se Uevó


351 20 19 3 2467 28 81 32 12 7 24 124 25 591 521
puercos
c ) Juan de Acosta, camino al Cuzco, >e llevó o) Juan de Acosa, camino al Cuzco, se llevó
124 232 192 3,093 18 S70
en seis p) Gómez de Caravantes, su encomendero
p) Gómez de Caravantes, su encomendero 278 277 6 83 depósitos 40 >0 12 16 24 64 466 32 120 930 1,220 3,330 23 300 120
quemado* 2,032 2,510 110 225 2.5H q) El Presidente Gasea, con el ejército real
f ) El Presidente Gasea, con d ejército real 173 8 22 S 6,616 165 167 60 30 35 238 1,224 465 3,730 555 4,110 7,230 632 25,402 5,045
en Xauxa. 1 548
Fig. 4. Las qollqa de Hoánuco Viejo.
CUADRO 4

PLANTELES D E C U Y E S E N O C H O CASAS: C O M P O S I C I Ó N Y MEDIDAS DE CADA CUY

N«? del Sexo Edad Alto Largo Peso Circunferencia Tipo de Color
animal (cm) (t-'in) (gm) (cm) pelo

CASA A

1 M 5 d 5 13 57 13 llusk'a blanco
2 M 5 d 4 12 57 12 llusk'a blanco
3 M 5 d 4 12 57 12 llusk'a blanco
4 F 5 d ' 5 14 156 13 cliaska amarillo
5 F 1 ni 7 20 227 22 chaska blanco
6 M 1 m 6 22 284 21.5 llusk'a blanco
7 F 2 ni 7 22 227 19 llusk'a blanco/lumio
8 M 2 m 6 21 227 20 llusk'a blanco
9 M 3 m 7 24 369 22 llusk'a blanco/gris
10 F 4 ni 6 21 284 20 cliaska humo
11 M 4 m 6 24 369 23 cbaska humo
12 F 4 m 7 21 369 25 cbaska amarillo
13 F 5 m 7 21 312 23 chaska blanco
14 M 5 in 6 24 340 19 llusk'a blanco/gris
1S M 5 ni 6 20 340 21 llusk'a blanco
16 F 5 ni 7 21 454 24 llusk'a blanco
17 F • ; m 8 23 510 27 llusk'a negro
18 F 6 ra 7 25 425 23 cbaska blanco/amarillo
19 F* 6 m 7 25 482 22 chaska gris
20 F* 12 m 7 24 539 28 chaska blanco
21 F* 12 ui 8 26 680 27.5 cbaska gris/amarillo/blanco
22 !•'• 12 ni 8 26 680 28 chaska negro
23 F • 12 m 9 28 680 29 cbaska blanco
24 F • 12 ni 7 27 680 29.5 llusk'a giis
25 F • 12 ni 7 26 766 29.5 llusk'a humo
26 F • 12 in 9 26 766 34 chaska gris
27 F* 36 m 9 27 879 36 chaska amarillo

CASA B
28 M 2 d 4 11 85 10 k'upa blanco
29 F 2 d 5 13 85 12.5 k'upa blanco
30 F 3 d 4 10 85 10 llusk'a castaño
31 F 3 d 4 12 85 11 llusk'a castaño/blanco
32 M 2 in 5 18 255 17 k'upa blanco
33 F * 6 ni 6 22 482 19 k'upa castaño/blanco
34 F • 6 m 8 22 539 23 llusk'a blanco
35 M 6-7 m 7 26 482 23 k'upa blanco
36 F * 12 Ul 8 24 567 23 k'upa blanco

CASA C
37 M 2 111 5 18 227 15 llusk'a gris/patas blancas
38 F 2 m 5 19 284 17 llusk'a negro
39 M 2 ni 6 20 284 17 suru gris
40 M 2 ni 6 18 369 19 llusk'a negro/patas blancas
41 F 2 ni 6 20 425 21 suru negro
42 F* 9 m 7 20 680 30 llusk'a negro/blanco
43 F * 9 ni 8 26 822 31 suru gris

CASA O
44 F 14 d 5 17 170 14 llusk'a blanco
45 F 1 ni 6 20 227 18 llusk'a blanco
46 F 1 ni 6 20 284 19 llusk'a blanco
47 F 1 ni 7 22 454 23 llusk'a blanco
48 F 2 ni 7 21 397 22.5 llusk'a blanco
49 F 2 m 7 22 567 24 llusk'a blanco

CASA E
50 F 1 ni 5 17 199 17 chaska pardo
51 M 1 ni 5 18 213 17 chaska blanco/castaño
52 M 1 ni 5 15 213 18 chaska blanco/castaño
53 F • 4 ni 7 22 624 28 chaska blanco/castaño
54 F* 12 m 7 20 652 29 chaska blanco/castaño

CASA F
55 M 2-3 ni 7 22 424 20 chaska blanco/amarillo
56 F* 2-3 ni 6 21 496 24 chaska blanco/amarillo
57 F* 3 m 6 22 596 26 llusk'a blanco

CASA C
58 M 5 ni 7 20 496 20.5 k'upa blanco
59 F • 5 Ul 8 20 567 26 k'upa blanco/gris
60 F 7 m 9 29 766 26.5 chaska blanco

61 M 2 ui 6 22 567 20 k'upa blanco


62 F • 12 m 10 28 936 37 llusk'a blanco

Hembras de las que se dijo que estaban preñadas, d = días m = meses.


enero lebrero marzo áOril mayo Junio
I i, ii, ni, iv,1 i, ii, ni, 1 i, ii, ni, ivj i, ii, ni, ivJ i, H, ni, IVJ i, ii, uit r»J t i
© @ © <8 1

zonas altitudinales
í f í t W m
do producción
o , o ó o l\ o o!
ZONA A o o o o o o o
1
o o o o o o o o o o o
io o o o o o o o o .
I !

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o o o . o c o o o c -

ZONA B Chuño •
3,990

ZONA C
3.600 °sf " ' ""'"1" 1 ''"¡¿yiffíWíí^MNiiimi^rfVn,,,,,,v^í?*""""

ZONA D
3,300

^ ' f

ZONA E ' 4 /
2.750
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ZONA F 1 i

J ^ ^ ^
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1.490

—— •:<•:•'" Preparación da chuflo • ccalla .—«w^w Cosecha •••••• . Siembra O O O O 3 •"•» * •» *

<g.{MA>.<IMJ.<IVA> Primer, segundo, tercer y cuarto arto del ciclo de rotación de cultivos 0,).(lla),(llla|.(IV(| rrn» np_- «• n i en i • n ul _ i 1 H

Fig. 6. Diagrama representando U . . . . . t f a — H 4» tmm ^


rtl mayo junio ¿u||° agosto septiembre octubre noviembre diciembre

:: < < H <1 i i i M < > i n i , i il i i i n i i , ,i n '


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• ••••• w-e . O O O O O Pastoreo de alpaca» y llamas Z300nt7 Primero, asgundo y torcer aporque | illllllllülllllll Barbecho Luna llena

segunda, tercera y cuarta semana de cada mes Nota: La escala en metros para cada zona altltudlnal ea diferente.

6. D u f M a u T o r n e n t a n d o la simultaneidad de tareas agrícolas en las distintas zonas de producción.


MAPA DF. LOS
SISTEMAS DE RIEGO DE
MANAN SAYOC y LURIN SAYOC

DC HANAN SAYOC

D£ LURIN SAYOC

l' imira 4
•••Vi

MAPA DEL VALLE DE


AYACUCHO ECUADOR
COLOMBIA

AÍ7:.CIJCHO -Cap.lei
Hí-.*nti - cjpi'ti
Uta

Coniome
lii.ac.ii.
NOTA: C«p,.*do
INTERVALO ENTRE LAS LINCAS t í CONTORNO ES
OI 203 MUIROS.

ITACUCMO
? ^ MACACIA
¡ ^RA

KUAMANGUILL.

i i si,

PACAYCASA

RUINAS Oi

C.xkhd. MAPA DE LOS RIEGOS

ruC*fS
ACOSVN
I CHOS

A^chjM

2tOO

A Y A C U C H O

CARMEN ALTOi

1MBILL0
l'igurj 1
66 PARSONS Y PSUTY

en lugar de excavar sus chacras en una superficie en gradual declive


como una llanura aluvial o una terraza fluvial.
Aparte de tres excepciones, las chacras hundidas están situadas
donde la llanura aluvial se encuentra con la playa marina y los
depósitos de dunas. La mayoría de estas chacras están en la zona
naturalmente baja que se suele llamar backmarsh, ubicada inmedia-
tamente detrás de los depósitos marinos, como en el valle de Mo-
che. En otros casos, el backmarsh es parcialmente ocultado por la
penetración de dunas de arena como en el valle del Santa. Algunas
chacras hundidas han sido excavadas a través de la arena de las
dunas hasta, y debajo de, la superficie original del backmarsh.
Otras se encuentran en la depresión natural asociada con las dunas
parabólicas de arena. Un caso bastante insólito es el de las chacras
hundidas de Nepeña, que están en los bajíos topográficos asocia-
dos con la topografía de pantanos y camellones de una pequeña
caleta. Las chacras hundidas de Chimbóte, en el valle de Lacra-
marca, constituyen un caso único, por no estar asociadas con un
valle fluvial importante, sino con manantiales de agua dulce que
brota del lecho rocoso subyacente. El caso de Chimbóte es tam-
bién excepcional por el hecho que el backmarsh ha sido elevado;
en realidad se pueden reconocer aquí tres líneas de playa, en dos
de las cuales —las superiores— hay chacras hundidas en las respec-
tivas zonas de backmarsh.
Las chacras hundidas de Pisco están situadas en un ambiente
geomórfico diferente. Han sido excavadas en la llanura fluvial y
no están directamente relacionadas con la costa, excepto en muy
pocos casos. En realidad se pueden reconocer en el valle de Pisco
dos sistemas de avenamiento asociados con chacras hundidas:
1) El valle principal al norte, donde las chacras hundidas
están en un bajío topográfico originado donde la actual llanura
aluvial se junta con la adyacente y baja terraza fluvial.
2) Un valle secundario actualmente seco más al sur, donde
hav una amplia distribución de chacras hundidas que parecen no
ocupar ningún nicho geomórfico especial y estar solamente en el
antiguo llano fluvial. Aunque esta segunda zona no presenta un
avenamiento superficial, hay movimiento de agua dulce a través
de la grava aluvial. Aun cuando en cada zona de chacras hundidas
existen variaciones geomórficas suficientes como para justificar un
estudio separado de cada una de ellas, hay también suficientes
características comunes como para que el estudio detallado de una
zona se pueda referir a los parámetros físicos generales que influ-
veron en las determinaciones de quienes practicaron la agricultura
•de chacras hundidas en toda la gama de diversas ubicaciones.
Fig. S. litografía aerea vertical de las tliacras hundidas de Chilca (foto de 194">). Cortesía
del Servicio Acrofotográfieo Nacional.
Fig. 9. Fotografía aerea oblicua de las chacras hundida*. de Chilca. Mirando
hacia el sur. al otro lado del pueblo de Chilca.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 67

EL VALLE DE CHILCA COMO CASO DE ENSAYO

Para nuestra temporada de trabajo de campo en 1970, escogimos


la zona de chacras hundidas de Chilca, en la costa central del Perú,
aproximadamente a 70 km al sur de Lima (figs. 8 y 9), con fines
de ensayo y para realizar investigaciones más intensivas. Aquí las
chacras hundidas se ajustaban a la mayoría de los patrones están-
dar mencionados arriba, en cuanto a tamaño, forma y ubicación.
Sin embargo, algunos rasgos especiales y únicos singularizan esta
área y pueden afectar la aplicabilidad general de nuestras conclu-
siones. Si no se toma en cuenta el minúsculo valle de Pescadores
mucho más al sur, el valle de Chilca es más pequeño que cual-
quier otro en que se encuentran chacras hundidas. El avenamiento
de la superficie es muv limitado, y en el lecho del río discurre
agua solamente dos o tres meses al año. En vista del limitado
potencial disponible para el riego por canales, no debe causar sor-
presa el encontrar aqui una proporción muy alta de chacras hundi-
das en comparación con las tierras de regadío por canales. Más
aún, a la mayoría de las tierras actualmente bajo riego, el agua ha
sido llevada solamente en los últimos treinta años, mediante el
bombeo en pozos tubulares. Antes, en el valle de Chilca la posibili-
dad de riego por medio de canales era muv limitada. Cieza de León
que pasó por el valle de Chilca pocos años después de la invasión
española de 1532, nos da una vivida descripción de las chacras
hundidas de este valle.

Deste valle de Pachacama, donde estaba el templo ya dicho, se va


hasta llegar al de Chilca, donde se ve una cosa que es de notar por
ser muy extraña, y es, que ni del cielo se ve caer agua ni por él pasa
rio ni arroyo, y está lo más del valle lleno de sementeras de maiz y
de otras raices y arboles de frutas. Es cosa notable de oír lo que en
este valle se hace, que, para que tenga la humidad necesaria, los
indios hacen unas hoyas anchas y muv hondas, en las cuales siem-
bran y ponen lo que tengo dicho; v con el rocío v la humidad es Dios
servido que se crie, pero el maiz por ninguna forma ni via podría
nacer ni mortificarse el grano, si con cada uno no flechasen una ó dos
cabezas de sardinas de las que toman con sus redes en la mar; y así,
al sembrar, las ponen y juntan con el maiz en el propio hovo que
hacen para echar los granos, y desta manera nace y se da en abun-
dancia. Cierto es cosa notable v nunca vista que en tierras donde n o
llueve ni cae sino algún pequeño rocío puedan gentes vivir a su pla-
cer. El agua que beben los deste valle, la sacan de grandes y hondos
pozos. Y en este paraje, en la mar matan tantas sardinas, que basta
para mantenimiento destos indios y para hacer con ellas sus semen-
teras (cap. LXXIII, p. 4 2 2 ) .
68 PARSONS Y PSUTY

Esto indica que las chacras hundidas de Chilca estaban en uso a


principios del siglo xvi, que necesitaban ser abonadas y que se
utilizaban como fertilizante pequeños pescados locales.
Aun siendo el valle de Chilca relativamente atípico en cuanto a
características ambientales, lo escogimos para nuestras excavacio-
nes por su accesibilidad y por existir pruebas documentales de que
sus chacras hundidas estaban bajo cultivo al tiempo de la invasión
europea. El lector deberá darse cuenta que el cultivo de chacras
hundidas tuvo probablemente mayor importancia en Chilca, que
en la mayoría de los otros valles de la costa del Perú, donde el po-
tencial de riego es mucho mayor. También hay que tener presente
que en Chilca, a diferencia de otros valles de la costa, no hay apre-
ciables filtraciones de agua superficial proveniente de los canales
de riego. Esto significa que los acuíferos que alimentan las chacras
hundidas del valle de Chilca, no se recargan del mismo modo que
en algunos otros sistemas de avenamiento. Actualmente el valle de
Chilca es muv poco poblado. La comunidad principal es un pueblo
de unos 2,400 habitantes situado al borde interior de la zona de
chacras hundidas, aproximadamente a 2.5 km de la línea de costa
en el valle central (fig. 9 ) . Se trata de la única población de cierta
importancia en el valle, aunque hav tal vez un centenar de perso-
nas o algo más que viven permanentemente en las dos o tres plan-
taciones comerciales ubicadas todas en la zona norte del valle.
Aquí se cultiva algodón, maíz, sorgo, cítricos y maní, en tierras
regadas con agua que se extrae de pozos tubulares con bombas
mecánicas. Este bombeo ha hecho bajar el nivel de la napa freatica
local de tal manera que aun la superficie de las antiguas chacras
hundidas se encuentra ahora generalmente a tres metros por enci-
ma del nivel de la napa freatica actual. En consecuencia, los habi-
tantes de Chilca que dependen mayormente para su subsistencia
de la agricultura en la antigua zona de chacras hundidas, ahora
tienen que excavar en sus chacras pozos poco profundos y b o m b e a r
o sacar con baldes el agua necesaria para sus cultivos. Tierra aden-
tro desde su desembocadura, el fondo del valle se estrecha rápida-
mente y ios únicos cultivos arriba del pueblo son pequeñas parce-
las de cactus que se riegan con las aguas de las avenidas anuales
del río Chilca.

Geomorfología del llano costeño de Chilca

En las fotografías aéreas de la desembocadura del valle de Chilca


(fig. 8,. se pueden identificar diversas unidades con diferentes
historias de desarrollo geomórfico y que ocupan diferentes nichos
en el llano costeño. En la parte superior izquierda de la fig. 8 se
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 69
puede ver el punto en que el río entra en la llanura costeña. Esta
se puede dividir en tres unidades principales.
1) La llanura principal alrededor del pueblo moderno de Chilca.
2) Un área más pequeña, la zona de Salinas, a sotavento del
lugar donde aflora el lecho rocoso y que se puede observar en la
parte inferior derecha de la fig. 8. Se trata de una zona geomor-
fológicamente bastante distinta, porque no tiene componente
fluvial y representa la confluencia de depósitos coluviales que pro-
vienen de la playa y del lado de sotavento del promontorio rocoso.
3) La sección de Puerto Viejo, visible en el extremo inferior
derecho de la fig. 8, situado en la cabecera de un pequeño sistema
de avenamiento separado que se dirige hacia el llano costeño.
El mapa geomórfico del llano costeño de Chilca (fig. 10) indica
que el llano fluvial es sólo una pequeña parte de la región. La lla-
nura reciente está bordeada por una terraza fluvial bien desarro-
llada sobre la que está el pueblo de Chilca. Ambas superficies
se inclinan suavemente hacia el mar (fig. 11). En la costa hay
una unidad de arena de playa que gradualmente se pierde en las
dunas de arena, tierra adentro. Éstas se están actualmente des-
plazando hacia el interior, mas como una capa delgada de arena
que como verdaderas dunas.
A unos 100-150 m tierra adentro hav una cresta continua y un

Fie. 10. Mapa geomorfológico de la llanura costeña de Chilca.


70 PARSONS Y PSUTY

Pueblo iie
chacras huniüidas
Chilca

nive : de. TiS r

riava V ü j i a ?

Fig. 11. Diagrama-perfil de la llanura costeña de Chilca.

gradual declive hacia abajo. El área de backmarsh se encuentra


entre los altos topográficos de las dunas hacia el mar, y los rasgos
fluviales hacia el valle. Este bajío topográfico es una cuenca
sedimentaria v una zona donde la napa freática se encuentra más
cerca de la superficie del suelo. En este backmarsh se han ido
acumulando los materiales de aluvión a lo largo del tiempo desde
que la formación de la plava actual bloqueó el drenaje natural
impidiéndole llegar al océano. En la sección principal del llano
de Chilca existe una gran diversidad de facies sedimentarias porque
en la margen S-E hav un importante movimiento de dunas, mien-
tras que en el sector N-O domina una contribución fluvial más
rica en limo.
Cuando la distribución de las chacras hundidas se sobrepone a
los rasgos geomorficos, se nota que éstas se encuentran mayor-
mente asociadas al área de backmarsh en la unidad principal alre-
dedor del pueblo de Chilca (fig. 10). También se extienden las
chacras hundidas en la moderna llanura fluvial en la parte N-O
de este sector. En Puerto "Viejo, las chacras hundidas se encuen-
tran cerca de, o en un pequeño abanico aluvial que irradia desde
el pequeño sistema de avenamiento que se dirige hacia el llano
costeño. Aquí el backmarsh no se ha enriquecido completamente
con depósitos aluviales, y como consecuencia, las chacras hundidas
ocupan solamente el área más rica en sedimentos. En la sección
de Salinas, todas las chacras hundidas se encuentran en el borde
tierra adentro del backmarsh. Los pozos de esta zona surten agua
dulce, mientras que en el borde de este backmarsh hacia el mar,
hay agua salobre en superficie. Esto deriva de la incompleta aluvia-
ción del backmarsh de Salinas que:
1) no ha extendido uniformemente las capas ricas de agua
dulce a través de toda la zona, y
2) ha dejado penetrar el agua salada dentro de estas zonas pan-
tanosas.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 71
Manifestaciones arqueológicas

Un examen preliminar de la zona de chacras hundidas de Chilca


nos reveló un cierto número de manifestaciones arqueológicas de
potencial interés.
1) Depósitos amorfos de basura, acumulados encima de los
bordos formados alrededor de cada chacra hundida por el material
de excavación. Estos basurales eran fácilmente identificables por
su coloración oscura (debida a cantidad de carbón y cenizas) y
por los abundantes restos de plantas cultivadas, huesos de anima-
les v conchas desgastadas por acción de los agentes atmosféricos,
que aparecían en sus superficies. Por lo que estos materiales de
desecho pueden estar a menudo asociados con manifestaciones
arquitectónicas, asumimos que se habían derivado de actividades
como el plantío, la cosecha, campamentos temporales, etcétera.
2) Los mismos bordos de las chacras.
3) Un importante complejo arquitectónico (que identificamos
como IV-G6-A), situado cerca del extremo occidental de la zona
de chacras hundidas (fig. 8 .. pero construido adentro de una de
estas chacras. Nos llamo particularmente la atención por ser la
única construcción efectivamente edificada dentro de la zona de
chacras hundidas. Se trata de un importante montículo de adobes
que mide aproximadamente 80 x 40 m y cerca de 13 m de alto.
Está rodeado de un basural de insólita densidad que ocupa cerca
de 13 ha., pero no hay vestigios de otras estructuras en la inme-
diata cercanía.
4 ) Una serie de sitios alrededor de la zona de chacras hundidas,
pero no asociados directamente con ninguna de ellas. Estos sitios
comprenden:

a) varios basurales de conchas sin cerámica, ubicados a lo largo


de una antigua linea de playa, tierra adentro respecto a las
chacras hundidas:
b) dos grandes basurales con cerámica que cubren varias hectá-
reas de la superficie desértica principal arriba de la sección
de chacras hundidas (VI-D26-A, V-E30-B, fig. 8 ) de Salinas;
c) tres densos depósitos de escombros acumulados alrededor de
diversos restos de estructuras de adobes (Bandurria. Puerto
Viejo y YII-M24-A, fig. 8 ) .

De estos tres sitios, el más impresionante es el último. Se trata


de importantes estructuras de adobes, rodeadas de muros de pie-
dra, construidas sobre terrazas sostenidas por muros de piedra v
72 PARSONS Y PSUTY

muv cerca una de otra. Los escombros y desechos acumulados


abundan por todas partes. El sitio ocupa un área de aproximada-
mente 10.5 ha. en la cumbre, los lados y la base de una pendiente
empinada al extremo N-O de la zona de chacras hundidas. El sitio
de Puerto Viejo es más pequeño y menos impresionante desde
el punto de vista arquitectónico, pero presenta una ocupación
nucleada que cubre un área de unas 4.6 ha. El complejo VII-
M24-A en la cumbre del cerro Lapalapa es bastante diferente,
con ocupación de tipo más disperso y rasgos arquitectónicos dis-
tintos (Engel 1966). Anteriores investigaciones de los basurales
sin cerámica (Engel 1966; Donnan 1964; Patterson y Moseley
196S;, indicaron que éstos datan de lejanos tiempos precerámicos.
La investigación de Engel (1966) atribuvó al sitio del cerro Lapa-
lapa una antigüedad que remonta a las primeras épocas del Periodo
Intermedio Temprano.

Las excavaciones

Planeamos nuestras excavaciones en Chilca para poder reunir


ciertas informaciones específicas. En los depósitos de basura acumu-
lados arriba de 'los bordos de las chacras hundidas, excavamos una
serie de pozos de prueba de 1 x 1 m hasta alcanzar el fondo de
las importantes acumulaciones de restos bien preservados de plan-
tas, huesos de animales, conchas, moluscos y cenizas. Nuestro
proposito principal era el de establecer la naturaleza de las plantas
cultivadas en las chacras hundidas y el tipo de dieta de la gente
que las había utilizado. Además, esperábamos conseguir en estos
basurales muestras de carbón para fechados radiocarbónicos que
nos habrían permitido establecer fechas mínimas para la utiliza-
ción de las chacras hundidas. Realizamos así una docena de exca-
vaciones ampliamente espaciadas para cubrir toda la zcna de cha-
cras hundidas. Las excavaciones que realizamos en los bordos de
las chacras hundidas tomaron la forma de grandes cortes trans-
versales a través de varios de estos bordos, distribuidos a lo larso
v ancho de la zona de chacras hundidas. Esperábamos conseguir
de estos cortes, información sobre:
1) técnica de construcción, 2) posición de la superficie de la
chacra hundida en relación con la superficie original del terreno,
3) posibilidad de múltiples o cíclicas etapas de construcción, utili-
zación, abandono y reutilización, 4 ) cronología de la construc-
ción de las chacras hundidas.
La srran estructura de adobes (IV-G6-A), construida dentro del
sistema de chacras hundidas, pareció ofrecer una buena oportu-
nidad para relacionar la construcción de la chacra con el tipo de
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 73
arquitectura. Decidimos ensayar alrededor de los bordes de la
estructura para tratar de determinar cómo se relacionaba su cons-
trucción con aquélla de la chacra hundida en la que estaban edifi-
cados. La datación de esta estructura ofrecía otra posibilidad de un
estimado mínimo para la construcción de las chacras.
Tuvimos que limitar a la cronología nuestro interés por los sitios
en la periferia de la zona de chacras hundidas, y nuestros recur-
sos nos permitieron solamente excavar un pozo de prueba de
1 x 2 m en cada uno de estos sitios. Para estos pozos escogimos
los que nos parecían basurales no alterados advacentes a los restos
arquitectónicos. La gran cantidad de restos animales y vegetales
encontrados en estos basurales, nos permitió obtener también
abundantes muestras adicionales de gran interés para aclarar las
costumbres alimenticias de los pobladores. Examinamos así cada
sitio de la periferia, excepto los de Puerto Viejo y los basurales
precerámicos.

Cronología de la construcáón y uso de las chacras hundidas

En todas nuestras excavaciones encontramos cerámica, aunque


no en grandes cantidades. Se trata sobre todo de pequeños frag-
mentos sin decoración y que a los primeros análisis resultaron
pertenecer en su gran mavoria al Periodo Intermedio Tardío y
a una ocupación mas reciente, aunque parece que también están
presentes unos pocos tiestos de material más temprano (comuni-
cación personal de Thomas Patterson y Timothy Earle). Hasta
ahora, nuestros datos sobre cronología se basan sobre una serie
de 22 muestras radiocarbómcas (cuadro 2).
Los análisis radiocarbónicos indican que en Chilca la construc-
ción délas chacras hundidas se inició al final del Horizonte Medio
v al principio del Periodo Intermedio Tardío, probablemente entre
800 y 1150 años d. C. Esta conclusión se basa sobre fechados de
muestras de carbón asociado con fases tempranas e intermedias
de construcción, así como han sido determinadas por nuestras
excavaciones transversales (ver p.e. fig. 12). Todas las muestras
de carbón provenientes de los basurales que cubren la parte supe-
rior de los bordos de las chacras hundidas dieron fechas alrededor
de 1550-1700 d.C. (U-2477, U-2478, U-24S1, U-24S2, U-248Ó,
U-2487, U-2488).
Estas fechas sugieren que las chacras hundidas de Chilca pro-
bablemente siguieron bajo cultivo solamente hasta el principio
del Periodo Colonial.
Al sondear la gran estructura de adobes (IY-G6-A) situada en
la zona de chacras hundidas, llegamos a un profundo basural que
CUADRO 2

F E C H A S DF, M U E S T R A S KADIOCARBÓNICAS

Procedencia I',d.ul

Nivel Profundidad (años antes de 1 9 5 0 )


Vppsala número Alaterial l'xca\lición o unidad debajo Vida media Vida media
de mtiestra suelo 5570 años 5 7 3 0 años

U-884 carbón 1V-IISC Unidad T ca. 1 . 1 ni 1200 ± 75 1230 ± 80


U 886 carbón IV-G10-A coiiecnliacinn 805 ± 75 830 ± 80
de ccniza, al
fondo de mi época de
camellón de una construcción
chacra hundida y uso inicial
U-2454 carbón I V 115 C Unidad P ca. 1.5 m 1000 ± 6 5 1030 ± 6 5
U-2476 carbón I V G6-A-1 Nivel 2 4 4 . 6 1.8 ni 840 ± 75 865 ± 75

U 2471 carbón IV C6 A 1 Nivel 7 120 1 4 0 c m 595 ± 60 610 ± 65 época de uso


U 2478 carbón 1VGB A1 Nivel 14 l ? 0 1 4 0 cm 405 ± 60 420 ±65 intermedio

U-2477 carbón IV G20 A 1 Nivel 3 18 30 c m 315 ± 6 0 325 ± 65


U-2481 carbón IIÍ J 2 0 A-1 Nivel 4 50 7 0 c m 260 ± 65 270 ± 65
U-2482 carbón 11 [ 2 7 A l Nivel 2 10 24 c m 330 ± 60 340 ± 65 época de uso
U-2486 carbón I R39 A 1 Nivel 6 - 7 52-82 c m 290 ± 65 300 ± 65 más reciente
U-2487 carbón I R39-A-1 Nivel 2-3 11-32 c m 240 ± 50 245 ± 50
U 2488 carbón IV G20 A 1 Nivel 2 30 50 cm 355 ± 6 0 365 ± 65

U-885 carbón IV114 A l Nivel 9 1 6 0 180 cm 515 ± 8 0 530 ± 80


La Bandurria
U-2472 carbón Y ! D26 A 1 Nivel 2 10 2 0 cm 685 ± 6 5 705 ± 65
U 2473 carbón V I D26-A-1 Nivel 7 60 70 cm 680 ± 65 700 ± 70 sitios en las
U 2480 carbón Y-E30 n 1 Nivel 1 0 17 cm 910 ±60 940 ± 60 orillas de la
U-2484 carbón V-F.30 n 1 Nivel 6 5 8 - 6 8 cm 910 ± 65 935 ± 6 5 zona de chacras
U-2483 carbón VII M24 A 1 Nivel 6 120 1 3 0 cm 1690 ± 6 5 1740 ± 6 5 hundidas
U-2485 carbón \'II M 2 4 A 1 Nivel 12 1 8 0 1 9 0 cm 1800 ±65 1855 ± 65

V 2455 concha Playa antigua superficie Superficie 3910 ± 80 4020 ± 80


(A lesndesma
dciutcium)
4 0 % más al
interior
U 2456 lo mismo. l'lava antigua superficie Superficie 3610 ± 100 3710 ± 100
prÓN iino Playa antigua,
30% tierra aden tro
U-2457 concha Playa antigua superficie Superficie 3685 ± 70 3790 ± 70 de la zona de
(Mesodesma chacras hundidas
donacit/m)
4 5 % más al
interior
U-2458 lo mismo, Playa antigua superficie Superficie 3180 ± 9 0 3270 ± 90
próximo
inw
76 PARSONS Y PSUTY
se había formado desde el fondo de la chacra hundida a todo lo
largo del borde de la estructura. Desgraciadamente no pudimos
determinar hasta qué nivel del basural se ahondaba la estructura
misma. Sin embargo, pensamos que un fechado de los niveles
más profundos de este basural (que yace sobre la superficie ori-
ginal de la chacra hundida, aunque no llegamos a identificar esta
superficie en la excavación) indicaría aproximadamente un tiempo
apenas posterior a aquél en que la construcción de la chacra
habría sido terminada. Las muestras de carbón provenientes de los
niveles intermedio (U-2471) y de base (U-2476) de este basural,
sugieren que ios desechos comenzaron a acumularse en la super-
ficie de la chacra, poco antes de 1100 d. C., y que la acumulación
de basura continuó en este lugar hasta después de 1350 d. C.
Exceptuando el sitio del cerro Lapalapa (VII-M24-A), nuestras
excavaciones en varios sitios periféricos dieron material orgánico
que resultó corresponder al Periodo Intermedio Tardío y al Hori-
zonte Tardío. El carbón de dos excavaciones en los grandes basu-
rales al norte de Las Salinas (V-E30-B, VI-D26-A'i dio fechas
entre 1030 y 1250 d. C. (muestras U-2472, U-2473, U-2480,
U-24S4). Una muestra de carbón de un basural de Bandurria
(IY-H4-A-1) dio una fecha cerca de 1430 d. C. (muestra U-8S5).
Nuestras dos muestras de carbón de un basural arriba del cerro
Lapalapa (U-24S3, U-2485), dieron fechas entre 100 jy 250 d. C.
aproximadamente, de acuerdo con las primeras de la cronología
de este sitio por Engel (1966).
Nuestra interpretación de la cronología de la construcción de
las chacras hundidas en Chilca, está respaldada por lo que sabemos
de los procesos geomórficos que operaion en la formación de la
llanura costeña de Chilca. A juzgar por la posición de las antiguas
líneas de cesta y playas que se extienden tierra adentro respecto
a la zona de chacras hundidas de Chilca, parece que esta estuvo
bajo el agua hasta tal vez una fecha tan reciente como 1200 a. C.
Unas muestras de conchas (Mesodcsma dcnacium) recogidas en
la superficie de una plava antigua al S-E del pueblo moderno de
Chilca, dieron fechas entre 1200 y 2100 a. C. (Muestras U-2455,
U-2456, U-2457, U-245S). Así que todo el proceso de formación
del llano costeño, tiene aquí probablemente menos de 3000 años,
y las chacras hundidas deben fecharse despues del completo des-
arrollo de la llanura. Considerando solamente el carácter de los
procesos geomórficos que llevaron al avance de la línea de costa
después de hace 3000 años aproximadamente, la zona ocupada
actualmente por las chacras hundidas de Chilca, probablemente
no habría podido ser utilizada por grupos humanos mucho antes
de 500-1000 d. C.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 77

Si nuestras interpretaciones arqueológicas y geomorfológicas son


correctas, resulta que la construcción y utilización de las chacras
hundidas de Chilca, habría sido emprendida poco tiempo después
de haber sido físicamente posible.

Técnicas de construcción
Los grandes cortes que practicamos a través de 15 bordes de
chacras hundidas a lo largo de toda la zona, indican de manera
concluyente que aquí las chacras hundidas son completamente
artificiales. Nuestros cortes transversales, visibles en la fig. 12
(Cuadro 3). muestran que grandes masas de tierra (capas S y T
en la fig. 12) se amontonaron encima de un núcleo formado por
una capa dura, preparada expresamente mezclando y apisonando
fuertemente conchas quebradas y arena sedimentaria que a menu-
do contiene abundante carbón. Esta unidad, bastante profunda
y presente en todas las trincheras que excavamos transversalmente
a los bordes, sirvió al parecer para estabilizar la tierra más suelta
amontonada arriba. El aspecto de ésta, sugiere que se habría
acumulado en el lugar donde se había sacado afuera durante la
excavación original de la chacra hundida.
Calculamos que durante la excavación de las casi 610 ha. de
chacras hundidas de Chilca, se removieron aproximadamente 5
millones de metros cúbicos de tierra.
Unos cuantos pequeños lentes de ceniza, presentes en la mayoría
de nuestros cortes, pueden ser evidencia de actividades humanas
como la cocción de alimentos durante la construcción de las
chacras.
Los lentes de arena gris, de espesor mediano y ancho variable
presentes en todos nuestros cortes (p.e. Unidad Ñ, fig. 12), repre-
sentan probablemente depósitos de arena traída por el viento
desde la plava o de las dunas y depositada en pequeñas depre-
siones o a sotavento de la cresta.
La mavorí?. de las chacras hundidas de Chilca fueran excavadas
en depósitos aluviales formados esencialmente por arena de fina a
mediana con algunos lentes de limo. Pensamos que una capa hori-
zontal dura, blanco-grisácea (indicada con X en la fig. 12 y que
aparece en la fotografía del corte en la fig. 13), indica la superficie
original de la chacra hundida. Esta capa, presente en todos nuestros
cortes transversales, está formada por sales de calcio, aparente-
mente depositados por el movimiento ascendente de la humedad
desde niveles más profundos, en los que los depósitos más antiguos
contienen normalmente numerosas conchas de moluscos que viven
en la arena como el Mesodcsma donacium. En todos nuestros cor-
tes, inmediatamente debajo de esta capa dura, encontramos una
78 PARSONS Y PSUTY
CUADRO 3

D E S C R I P C I Ó N D E LAS U N I D A D E S Q U E A P A R E C E N EN
E L P E R F I L IV-H5-C

Unidad Descripción
F Arena de textura mediana, de color pardo claro. Contiene restos dis-
persos de conchas y trozos de carbón/ceniza.
I Parecida a F pero de color más grisáceo.
L Arena de textura mediana de color gris parduzco. Abundantes restos
de conchas, inclusive numerosas valvas enteras (principalmente Me-
sodesma donacium), y considerable cantidad de espinas de pescado.
Contiene terroncitos dispersos de cieno compacto de color tostado.
M Parecida a L pero más compacta y de color pardo claro.
N Arena suelta de color gris y textura mediana. Algunos trozos de con-
chas, principalmente valvas enteras de Mesodcsma donacium.
O Arena compacta de textura mediana a fina, de color pardo claro, con
abundantes restos de conchas (principalmente Mesodcsma donacium).
y unos cuantos pequeños trozos de carbón. Aparecen tantos trozos
como valvas enteras de conchas.
P Arena gris de textura mediana. Contiene pequeños fragmentos de
conchas.
Q Arena compacta de color pardo claro y de textura mediana a fina.
Estéril. Esta capa puede haber servido para estabilizar material acumu-
lado para formar bordos.

Unidad Descripción
R Arcr.a compacta de textura muv fina y color de gris a gris claro sin
manchas ferrosas. Elemento de transición entre S e Y .
S Como Q . pero con numerosos pequeños fragmentos de conchas. Junto
con T , servia probablemente para estabilizar el bordo.
T Pnncipalmente conchas de Mesodcsma donacium (tanto en valvas
enteras como en trozos quebrados con filos cortantes). Contiene tam-
bién una cantidad considerable de carbón. E n una matriz de arena
gns de textura mediana. L a muestra U - 8 8 4 para el análisis radio-
carbónico fue tomada de esta unidad. Junto con S probablemente ser-
via para estabilizar la base del borde.
U Arena gris suelta de textura mediana. Aparte unos pocos fragmentos
de conchas, estéril.
V C e n o duro y compacto, de color pardo claro. Con profundas rajadu-
ra; verticales.
W Lente de arena gris de textura de fina a mediana, que contiene frag-
mentos de carbón y mezclados con cieno de color pardo claro.
X Caoa compacta de carbonato blanco grisáceo en matiz de arena fina
barrosa. Representa probablemente la superficie plantada original-
mente en la chacra hundida. Se nivela en P .

Unidad Descripción
Y Arena gris de textura fina, muy compacta con fuertes manchas ferro-
sas. Se nivela en R . Estéril.
Z Arena gris de textura muy fina con clara estratificación horizontal.
Algunas manchas ferrosas pero m u c h o menos que en Y. Las manchas
sor¡ menos hacia abajo. Se nivela en U . Estéril.
Concreciona carbonato (?)

Fig. 12. Perfil de la excavación IV-I15-C de Chilca. Sección comprendida entre la orilla de
las chacras hundidas a la izquierda y el medio del bordo a la derecha.
80 PARSONS Y PSUTY

capa fuertemente teñida por sales de hierro (capa Y en la fig. 12),


y que creemos corresponde a la zona de fluctuación de la napa
freática durante el periodo de tiempo en que la chacra estuvo bajo
cultivo.
Nuestros cortes transversales indican también que en casi toda
la zona de chacras hundidas de Chilca, arriba de la superficie de las
antiguas chacras, se depositó una capa aluvial de un espesor variable
entre los 25 cm y los 2 y más metros. La única zona que excava-
mos sin encontrar esta capa aluvial es la sección de Salinas que
no presenta avenamiento superficial, y donde la superficie de las
antiguas chacras hundidas (identificable por la capa dura y blanca)
son todavía visibles en el terreno. En el pueblo, unos viejos nos
dijeron que recordaban haber visto, en el curso de sus vidas, dos
memorables avenidas que habían inundado la zona de chacras
hundidas, y que se habían producido a consecuencia de las excep-
cionales lluvias de 1891 y 1925. En esos años, la contracorriente
ecuatorial cálida conocida como "El Niño" se desplazó mucho más
al sur de su curso normal produciendo lluvias torrenciales (Mur-
phy 1926).
Una zona bien definida, en que hay evidencia de raíces y enrique-
cimiento de sales de calcio, marca la superficie de las chacras mas
antiguas en el depósito aluvial, e indica la complejidad v profundi-
dad temporal de esta aluvión en el área al oeste y al noroeste del
pueblo de Chilca. En algunas de nuestras excavaciones más profun-
das, pudimos identificar cuatro o cinco zonas de tierra cultivable
sepultadas en el depósito aluvial. En algunos casos pudimos identi-
ficar en los estratos sepultados, ricos en productos orgánicos, unas
capas carbonizadas, que indicaban que los campos habían sido
quemados. En la zona al oeste de Chilca, donde más importante
había sido la acumulación aluvial, identificamos antiguos cauces
de canales en dos secciones cruzadas, lo que indicaría que en la
zona de chacras hundidas hubo algún tipo de control de agua.
Hasta el momento parece que la aluviación principal, la utiliza-
ción de las superficies de terreno aluvial y el posible control de
agua para riego, fueron posteriores a la primitiva utilización de las
chacras hundidas. Sin embargo, estamos analizando todavía un
corte transversal muv complejo que sugiere la necesidad de una
investigación más detallada de algunas secciones de la zona de cha-
cras hundidas donde la capa de depósito aluvial fue más profunda
(como al oeste y al noroeste del pueblo de Chilca).

Le dieta
Las numerosas muestras de restos animales A- vegetales que reco-
lectamos, se están todavía analizando. Una clasificación preliminar
Fie. 13. Extremo inferior de la excavación I Y - H í - C . Chilca. a la orilhi de
la chacra hundida. La capa blanca representa probablemente la superficie
original de la chacra Í Unidad X en la Fie 1 2 : . La regla ni id. dos metros.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 81
de los restos vegetales (comunicación personal de Hugh Cutler,
Barbara Pickersgill, S. G. Stephens y Thomas Whitaker), indica
que el maíz, el algodón, el maní, dos variedades de zapallos (Cucúr-
bita maxima y Cucurbita moschata) y calabazas (Lagenaria), son
entre las más comunes plantas alimenticias encontradas en las
excavaciones de los basurales. Aparentemente los frijoles son bas-
tante escasos, así como pacaes y guavas; parece que no hay paltas,
mientras que lúcumas y ciruelas son bastante comunes.
La clasificación preliminar de los restos óseos animales (comuni-
cación personal de Elizabeth Wing), indica la presencia de una
gran variedad de peces (arenques y anchovetas sobre todo), junto
con lobos marinos, aves del litoral, cuyes, camélidos, venados, diver-
sos roedores y pequeñas lagartijas. Aparecen también diversas
variedades de mariscos (Aíesodesma donacium, Brachidontes pur-
puratus, Mytilus algosus).

CONCLUSIONES

Comenzaremos volviendo a nuestras hipótesis originales, para


examinarlas a la luz de los datos que nos proporcionaron el trabajo
de reconocimiento y las excavaciones.
1 i La agricultura de chacras hundidas contribuyó de manera
significativa a la subsistencia de la población prehispdnica de la
costa del Perú.
Nuestra principal expectativa, la de encontrar abundantes vesti-
gios de chacras hundidas, no se confirmó. Aunque las hay en nume-
rosos valles de la costa, su extensión total y área superficial son
bastante limitadas v —excepto en Chan Chan— no parecen estar
asociadas con importantes centros poblados. Aun suponiendo que
no haya habido una significativa obliteración de estos campos, nos
encontramos frente a un tipo de cultivo de importancia muy secun-
daria para la subsistencia prchispánica. Solamente er. el pequeño
valle de Chilca. donde la superficie de avenamiento es extremada-
mente limitada, las chacras hundidas ocupan una proporción signi-
ficativa del total del área cultivable. Esto no significa que este
tipo de agricultura no haya podido tener cierta importancia local,
y obviamente es el caso de Chilca. Sin embargo, nuestros datos
sugieren que, en comparación con la agricultura de regadío por
canales, la de chacras hundidas fue bastante secundaria.
2) La agricultura de chacras hundidas fue posible solamente
en el marco de un rango muy limitado de variables ambientales.
No hemos podido evaluar a fondo las probabilidades relativas a
esta hipótesis, pero sí encontramos que todas las chacras hundidas
s: PARSONS Y PSUTY

a lo largo de la costa del Perú comparten diversos rasgos ambienta-


les comunes, entre los cuales el más significativo es un bajío topo-
gráfico natural, formado en la zona de contacto de dos diferentes
superficies geomórficas. Sin embargo, no intentamos aclarar si en
la desembocadura de los valles donde no hay chacras hundidas
existen condiciones ambientales parecidas o diferentes. Sospecha-
mos que la mayoría de los deltas de los valles de la costa del Perú
deben tener condiciones ambientales similares. Con toda probabili-
dad las chacras hundidas habrían podido fácilmente multiplicarse,
tanto en los valles donde han sido encontradas, como en otros don-
de aparentemente nunca se excavaron. Parece que hubo poco incen-
tivo a la extensión de la agricultura de chacras hundidas hasta
cualesquiera que hayan sido ios limites de su posibilidad potencial.
Parece también que el nicho ecológico más favorable para estas
chacras, es decir los bajíos topográficos con napa freática a una
conveniente profundidad, no es muy frecuente en la costa del
Perú. En consecuencia, aun llevada a su máximo potencial, la agri-
cultura de chacras hundidas habría tenido una importancia secun-
daria.
3) La agricultura de chacras hundidas estuvo asociada con una
serie de problemas peculiares, como la formación de costras de sal
en la superficie de los campos cultivados, la conscnación de la
fertilidad del suelo y una eventual y considerable variación del
nivel de la napa freática.
En este caso se confirmaron tres de nuestras expectativas: forma-
ción de una capa estéril en la superficie de la chacra original,
necesidad de un fertilizante, y abandono de los campos de cultivo;
y aparentemente dos no encontraron confirmación (un grupo
restringido de plantas alimenticias cultivadas, y campos retrabaja-
dos). En Chilca encontramos sobre la superficie de la chacra
hundida original, una costra dura de sales de calcio de unos 10-20
cm de espesor, formada probablemente por materiales disueltos
provenientes de la arena que contiene fuertes cantidades de con-
chas y en la que están excavadas muchas de las chacras hundidas.
Se puede identificar esta costra en casi todos nuestros cortes trans-
versales, y la encontramos en la superficie actual del suelo en
algunos casos, cuando los campos habían sido abandonados desde
hace mucho tiempo. En otros casos está debajo del limo aluvial
(que en unos pocos sitios alcanza más de 2 metros de profundidad).
De acuerdo a nuestros diversos informantes locales, una considera-
ble cantidad de este limo se habría depositado en el curso del
siglo pasado. Nuestra interpretación actual es que la costra se formó
durante el tiempo en que la chacra estuvo bajo cultivo y fue la
causa de su decreciente productividad.
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 83
El hecho de que generalmente esta capa dura se encuentre intac-
ta, puede significar que la superficie original de las chacras no ha
sido muy alterada. Para tratar este punto con mayor precisión,
necesitamos más datos sobre el proceso de formación de las cos-
tras. Si suponemos que es necesario un tiempo de exposición de
la superficie del suelo bastante largo para que éstas se formen,
entonces las costras que encontramos en nuestras excavaciones,
representan probablemente las superficies originales no alteradas
de las chacras hundidas. Si tales capas salinas se forman muy
rápidamente, las que aparecen en las excavaciones pueden ser sen-
cillamente las más recientes de diversas superficies retrabajadas; si
no se forman necesariamente cuando las superficies de las chacras
son cultivadas sólo por un tiempo limitado, entonces no hemos
logrado identificar en nuestros perfiles, tales superficies.
Un asunto todavía más complejo, es el rol del manejo de las
aguas de avenida y la deliberada acumulación de limo en algunas
de las chacras hundidas, a fin de conservar y aumentar la produc-
tividad. Tenemos clara evidencia de que los campos fueron recu-
biertos por una capa aluvial después de su excavación; lo difícil
es establecer la cronología de las deposiciones de limo respecto a
la primitiva utilización del sistema de chacras hundidas.
Es muv evidente que muchas de las chacras hundidas de Chilca
fueron abandonadas después del siglo xvn, y por cerca de 300 años
hubo poco control de las aguas de avenida del río Chilca en la
zona ocupada por estas chacras. Muchas, y tal vez la mayoría de
las capas aluviales que aparecen en nuestros cortes transversales,
se pueden atribuir probablemente a este periodo posterior al aban-
dono. Actualmente, el cultivo se practica de preferencia en superfi-
cies recubiertas por materiales aluviales, y es probable que haya
persistido hasta ahora sobre todo en zonas donde el depósito aluvial
es mayor y más aprovechable con un mínimo de control de las
aguas de avenida.
Los comentarios de Cieza de León (1947) subravan la importan-
cia que tuvieron, en las primeras décadas del siglo xvi, los pescadi-
tos locales como fertilizantes de las chacras hundidas de Chilca.
Una parte de la gran cantidad de espinitas de pescado que encon-
tramos durante todas nuestras excavaciones, tanto en los basurales
como en las capas por otra parte estériles de los bordos de las cha-
cras hundidas, representan probablemente los restos de estos pesca-
ditos incorporados como fertilizante a la tierra de la superficie
de cultivo a fin de conservar su productividad. Hasta el momento
no podemos establecer la profundidad temporal de estos sistemas
de abonar la tierra.
84 PARSONS Y PSUTY

Los análisis preliminares de los abundantes y bien preservados


restos vegetales provenientes de nuestras excavaciones en basurales,
sugieren que en tiempos prehispánicos tardíos, se cultivaban en
Chilca diversas plantas alimenticias. No tenemos un muestrario
comparable de lo que producían las tierras de regadio; sin embargo
la abundancia y variedad de plantas cultivadas presentes en nues-
tras excavaciones, sugieren cierta especialización y algunas limitacio-
nes en el cultivo de chacras hundidas. La aparente escasez de frijo-
les, podría indicar ciertas deficiencias del suelo, pero cualesquiera
que hayan sido los problemas de fertilidad de las chacras hundidas
de Chilca, no fueron tan graves como para limitar seriamente la
asociación de cultivos.
Casi todas las zonas de chacras hundidas que identificamos a
lo largo de la costa del Perú, están ahora abandonadas. Aun en
Chilca, los más viejos lugareños no recuerdan haber visto cultivar
muchas de las antiguas chacras hundidas, y muchos campos, aban-
donados desde hace siglos, aparecen cubiertos por gruesas capas
de arena. Ninguna de las numerosas muestras de los basurales de
Chilca data lo más tarde de principios del siglo xvm, lo que
sugiere que en Chilca —como en otros lugares de la costa del
Perú— hubo una drástica disminución del cultivo en chacras hun-
didas en los últimos siglos.
4 ) El cultivo de chacras hundidas tuvo importancia en el de-
sarrollo temprano de sociedades complejas en la costa del Perú.
No ha sido confirmada nuestra expectativa de encontrar chacras
hundidas cerca de los más importantes sitios residenciales del Pre-
cerámico Tardio, del Periodo Inicial y del Horizonte Temprano.
Ha}' una notable falta de relación entre tales sitios y la ubicación
de vestigios identificables de chacras hundidas. Parece ahora muy
improbable que el cultivo de chacras hundidas haya jugado un
papel de cierta importancia en la formación de sociedades estrati-
ficadas en esta zona. Como han sugerido otros autores (p.e. Pat-
terson y Moseley 196S), probablemente deberíamos considerar la
agricultura de inundación y la explotación de los recursos marinos,
como las actividades que proporcionaron la mayor parte de las sub-
sistencias a los habitantes de la costa del Perú durante las épocas
correspondientes al Precerámico Tardío y al Cerámico Temprano.
5) La agricultura de chacras hundidas apareció tarde en la se-
cuencia prehispánica, y tuvo importancia sobre todo como comple-
mento de la agricultura de riego en circunstancias de considerable
presión demográfica.
El primer punto se ha confirmado (asociación de chacras hun-
didas con sitios residenciales del Horizonte Medio y más tardíos),
v el segundo queda por ser considerado adecuadamente (indica-
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 85
ción de grandes centros poblados regionales y/o funcionamiento
deficiente de los sistemas de canales de riego contemporáneos a
la construcción y utilización de las chacras hundidas). En Chilca
encontramos que la ocupación humana era limitada, antes de
la construcción y utilización de las chacras hundidas. Nuestro
conocimiento todavía incompleto de la ubicación del sitio, y del
correspondiente tamaño de la población en la parte más baja
del valle de Chilca, sugiere un patrón de pequeñas comunidades
que vivían de los recursos marinos y de los limitados productos
de la agricultura de inundación en el valle de Chilca, antes del
año 1,000 de nuestra era. Encontramos que existe una relación
directa de la gran expansión demográfica que se produjo después
de esta época, con el desarrollo físico del llano costeño v la enorme
cantidad de trabajo necesario para la excavación de las chacras
hundidas y para la creación de una zona agrícola bastante impor-
tante en el valle bajo.
Estamos menos seguros de la cronología cuando tratamos de las
chacras hundidas que existen en otros valles costeños. Para Virú
y Moche, podemos asociarlas con la ubicación de sitios conoci-
dos y fechados, y estamos más seguros de que éstos también se
pueden atribuir al Horizonte Medio o a una época más tardía. Las
chacras hundidas de Nepeña y de Santa, están situadas cerca de
grandes sitios no estudiados todavía, y ubicados pocos centenares
de metros tierra adentro, en las laderas de altos cerros. Ambos
sitios son cerámicos y parecen bastante tardíos (probablemente
del Periodo Intermedio Tardío). En otros casos, nuestras inferen-
cias sobre cronología se basan sobre pequeñas colecciones de tiestos
de superficie, recogidos en los bordes de las chacras hundidas duran-
te nuestros breves reconocimientos de las zonas. En todo caso,
estos fragmentos cerámicos parecen posteriores al Horizonte Me-
dio, pero rara vez pudimos encontrar una cantidad suficiente
como para juzgar con cierta seguridad.
Actualmente, todavía podemos decir muy poco respecto a la
relación entre la implementación del cultivo de chacras hundidas
y las presiones derivadas del crecimiento de la población y/o del
funcionamiento defectuoso del sistema de canales de riego. El pa-
trón de asentamiento en el valle de Virú sugirió a Willey (1953:
394), que en tiempos posteriores al Horizonte Medio, hubo una
considerable baja demográfica y una creciente dependencia de la
agricultura de chacras hundidas, debido a problemas de funciona-
miento de los canales de riego. Esto contrasta con la situación de
Chilca donde, en la misma época, se registró un considerable
aumento de la población y una expansión de los cultivos en chacras
hundidas.
86 PARSONS Y PSUTY

En el valle de Moche, es fácil relacionar la concentración de


chacras hundidas en el extremo sur de las estructuras urbanas
de Chan Chan, con una necesidad de intensificar la explotación
agrícola en la inmediata cercanía de un gran centro poblado (Mose-
ley 1969). Sin embargo, según nuestras investigaciones no hay
rastros de chacras hundidas alrededor de Pacatnamú, un importan-
te centro contemporáneo a Chan Chan y ubicado en la desemboca-
dura del cercano valle Jequetepeque. Es evidente que necesitamos
datos sobre patrones de asentamiento y demografía de otros valles
costeños para poder definir correctamente el contexto sociopolítico
de la construcción y uso de las chacras hundidas.
Seguramente la construcción y uso de las chacras hundidas en
Chilca v en otros lugares, implicó una considerable intensificación
del cultivo. Puede ser significativo el hecho que en Chilca (y pro-
bablemente en otras partes también) esta intensificación aparece
relacionada con ciertos cambios que marcan la expansión huari en
la costa del Perú durante el Horizonte Medio, p. e. la aparición
de elementos arquitectónicos nuevos en Virú notada por Willey
(1953:39S), la primera aparición de centros "urbanos" en Nepeña
notada por Proulx (1973), y los cambios generalizados que apare-
cen en el estilo cerámico, de los que dieron cuenta diversos autores
(p. e. Lanning 1967: 132-140). Poco es lo que podemos comprender
de los procedimientos que utilizaron los huari para imponer su
autoridad, o del impacto que produjo su presencia en las diversas
regiones sobre las que se extendió su dominio. Sin embargo, lo
que se puede esperar de un imperio, es la imposición de tributos,
con la consecuente necesidad de aumentar la producción para
poder cumplir con las exigencias estatales. La intensificación de
la agricultura en la desembocadura del valle de Chilca durante
el siglo vm de nuestra era puede representar una respuesta a estas
presiones tributarias impuestas por el estado huari en proceso de
expansión sobre la costa del Perú central.

AGRADECIMIENTO

En el trabajo de campo tuvimos como asistentes a Michael Bay-


lis, Kathrvn Mauer, Mary H. Parsons, Theron D. Price, Richard
Smith v Cari Spath. En Perú contamos con la cooperación del
Patronato Nacional de Arqueología, del Museo Nacional de Arqueo-
logía y del Servicio Aerofotográfico Nacional. Al Sr. Lorenzo Ros-
selló Truel de Lima, al Dr. Alonso Cerrate de la Universidad
Agraria de Lima, y al Dr. Ramón Ferreyra del Museo de Historia
Natura] "Jav ier Prado" de Lima les agradecemos el interés que mos-
traron por nuestro proyecto y la ayuda que nos proporcionaron. La
Dra. Ingrid Olsson de] Instituto de Física de la Universidad de
CHACRAS HUNDIDAS Y SUBSISTENCIA 87
Uppsala (Suecia) llevó a cabo los análisis de las muestras radio-
carbónicas.

NOTA DEL EDITOR

Desde la publicación de este artículo, otros estudios han sido


dedicados a la agricultura que utiliza la napa freática poco pro-
funda a lo largo de la costa del Perú.
Cristóbal Campana presentó al II Congreso del Hombre y la
Cultura Andina (Trujillo 1974) un trabajo que será publicado
próximamente: "Huachaques de cultivo en Chan Chan." En él,
el autor trata de la distribución de las chacras hundidas en el bajo
valle de Moche, la tecnología utilizada para su construcción y las
implicaciones económicas y sociales de este tipo de agricultura
sin riego.
En su artículo publicado en el tomo 42, núm. 1 (1977) de la
revista American Antiquity, "Determining Site Function: A North
Peruvian Coastal Example" (pp. 86-97), Robert R. Kautz y Ri-
chard W . Keatinge dieron cuenta de los resultados de micro y
macroanálisis de restos extraídos de basurales asociados con un
grupo de chacras excavadas en Medaños la Jovada, un pequeño
sitio en el valle bajo de Moche. Mediante tales análisis los
autores pudieron comprobar que el sitio fue ocupado durante
el Periodo Intermedio Tardío y que era parte de un sistema
más vasto de explotación de los recursos del medio. Comparando
sus datos con aquéllos obtenidos por Parsons y Psuty en Chilca,
los autores concluyen que se trata de un mismo patrón de sub-
sistencia en que la pesca y la horticultura se integraban.
Ana María Soldi, en "Chacras excavadas en el desierto", publi-
cado por el Seminario de Historia Rural Andina de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de Lima en 1979 (pp. 1-40), hace
una revisión de lo publicado hasta ahora sobre el tema: los datos
arqueológicos y las referencias históricas desde las primeras cróni-
cas hasta el presente.
De Michael West, quien ya había tratado el tema en trabajos
anteriores ha aparecido en el tomo 44, núm. 1 (1979) de la revista
American Antiquity, un último artículo titulado "Earlv Waterta-
ble Farming on the North Coast of Perú" (pp. 138-144). En base
a sus recientes investigaciones en el valle de Virú, el autor puede
ahora afirmar que hay evidencias concretas de un tipo de agricul-
tura que aprovechaba el alto nivel de la napa freática en la parte
inferior del valle para una época mucho más temprana de la que
registraron anteriormente otros autores en el mismo valle (Willey
1933) o en otros lugares (Parsons y Psuty 1975). Del estudio estra-
tigráfico v del análisis de suelos y de polen resultó que desde el
88 PARSONS Y PSUTY

comienzo del Periodo Intermedio Temprano y mediante sencillos


trabajos de acondicionamiento del terreno, se cultivaron plantas
de considerable importancia económica como el maíz, algunas
leguminosas y solanáceas.
Considerando la totalidad de las actividades agrícolas en el valle
de Virú en aquel tiempo, en comparación con el riego el aprovecha-
miento de la napa freática jugaba un rol de menor importancia,
pero decisivo para los habitantes de los asentamientos demasiado
lejos de las fuentes de agua superficial.
AMS

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//
LA INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÜ

C. R. ORTLOFF

PARTE I : EL SISTEMA DE CANALES LA CUMBRE

Introducción

La agricultura basada en el riego permite la existencia de grandes


poblaciones en el desierto de la costa del Perú. Ríos provenientes
de las alturas andinas cruzan el desierto antes de desembocar en
el Pacífico, v ya alrededor del primer milenio antes de Cristo, el
hombre comenzó a explotar estos recursos hidráulicos con fines
agrícolas. Siendo la irrigación el único modo de mantener grandes
poblaciones en el interior de la costa del Perú, la administración
del agua asumió importancia fundamental en el curso del desarrollo
cultural de la región. Con anterioridad a la Conquista española la
administración de la tierra y los recursos hidráulicos estaban
centralizados y bajo el control de las autoridades políticas. Esta
interrelación entre irrigación y organización política ha llevado
a clasificar estas comunidades del desierto como estados hidráuli-
cos. Ellas comparten algunas características similares con los ar-
quetipos orientales del estado hidráulico (Wittfogel 1975). Las
teorías sobre la naturaleza y evolución de tales sociedades basadas
en la irrigación son objeto de considerables controversias. Sin
embargo, nuestra atención en este estudio se centra alrededor
de una proposición general relacionada con la ingeniería. La pro-
posición es: debería esperarse que los estados hidráulicos de la
costa andina exhiban evidencia de una estrategia y tecnología
altamente sofisticadas para la administración de recursos hidráu-
licos. La ingeniería hidráulica indígena no ha sido estudiada pre-
viamente de manera sistemática. Por ello la proposición anterior
ha sido evaluada tradicionalmente en forma indirecta. Se opone
a ella la ausencia de una evidencia directa de que los pueblos
92 C. R. ORTLOFF

andinos hayan desarrollado ciencias matemáticas elaboradas o


instrumentos topográficos refinados. Por otro lado, una serie de
factores favorecen la proposición. En muchas secciones del desier-
to la cantidad de terreno rescatado por las poblaciones nativas
excede sustancialmente a la cultivada hoy en día. Por supuesto,
toda la tierra rescatada durante aproximadamente tres milenios
de prehistoria no fue necesariamente cultivada al mismo tiempo.
No obstante, obviamente existían los conocimientos de hidráulica
para canalizar agua hacia vastas áreas donde no la hay hov en día.
Los antiguos canales que hacían cultivables tales áreas representan
proyectos masivos de construcción basados en grandes inversiones
de trabajo corporativo. Donde aún existen campos asociados a estos
canales, ellos están generalmente subdivididos de un modo siste-
mático y reglamentado, incluyendo muchas veces hasta la organiza-
ción de surcos. Por lo tanto, la evidencia arqueológica de una
administración centralizada para la recuperación y la irrigación de
la tierra es directa. En perspectiva, los restos arqueológicos de la
costa reflejan un gradual pero continuo aumento de la población,
una mayor complejidad social, y el crecimiento de estados más gran-
des pero menos numerosos. Estos desarrollos sólo podrían haber
sido logrados desviando cantidades de agua de río cada vez mayo-
res, más y más hacia el desierto, a áreas que demandaron progresi-
vamente mayores conocimientos de ingeniería. Por lo tanto, cabría
esperar el desarrollo de una tecnología hidráulica muy sofisticada.
Al comienzo de los trabajos de campo para evaluar la proposi-
ción sobre ingeniería hidráulica, nuestro razonamiento fue el si-
guiente. El desarrollo económico de la costa andina se basa en
una irrigación controlada por el estado durante miles de años,
V el crecimiento económico era cuestión de aumentar la producción
agrícola, principalmente ganando más terreno cultivable. De esta
manera la situación económica y el bienestar de las comunidades
de las costas estaban ligados directamente al riego, y la ingeniería
hidráulica era una responsabilidad del gobierno. Para la existencia
y perpetuación de los estados del desierto, se necesitaba básica-
mente: primero, un acabado conocimiento de las técnicas de
administración y control del agua, y segundo, el poder para movi-
lizar y coordinar fuerzas laborales capaces de mantener los sis-
temas de irrigación existentes y construir nuevos sistemas. La
dinámica a largo plazo de la demografía y la organización social
y política no eran homostáticos sino que generaban presión por
un incremento cuantitativo en la producción agrícola. A su vez,
esto requería una optimización continua de las estrategias de
administración relacionadas con la fuerza "laboral disponible, la
tributación del trabajo, el tipo de cultivos (industrial, de consumo
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 93
diario y de lujo), almacenamiento de cosechas, disponibilidad de
terreno, fertilidad del suelo, suministro de agua y los sistemas
de canales de distribución asociados. Mientras era mayor la ex-
periencia tecnológica en cada una de estas áreas, era mayor la
probabilidad de que la optimización trabajara a favor del estado.
Dominados a fondo la comprensión y manejo de estos parámetros
se llegaría finalmente a hacer del suministro agrícola un problema
soluble, y a estrategias flexibles para la optimización de la produc-
ción bajo condiciones ambientales, económicas, sociales o políticas
altamente variables. Al contrario, la falta de comprensión y el
mal uso de los parámetros relacionados con irrigación resultarían
en un estancamiento agrícola, o en un colapso agrario con las
consiguientes ramificaciones sociales y políticas.

El canal La Cumbre
El canal La Cumbre en la costa norte del Perú se usa en este
estudio para evaluarla proposición de que las comunidades andinas
poseían conocimientos hidráulicos refinados. Conocido también
como el Canal Intervalle Chicama-Moche, el canal transportó
antiguamente hacia el sur agua desde el rio Chicama hasta la
cuenca del río Moche (fig. 1). En muchos aspectos el canal La
Cumbre constituve un punto culminante en los logros hidráulicos
indígenas, y la estructura debe ser entendida bajo tales términos.
Más de 50 ríos independientes cruzan el desierto peruano y
desembocan en el Pacífico, pero sólo en cinco casos, dos o más
cursos de agua fueron unidos por canales entre valles para formar
asi megasistemas de irrigación. El mavor de tales sistemas era
el de más al norte, el complejo Lambayeque, que conectaba cinco
cuencas (Kosok 1965). Inmediatamente al sur, estaba el megasis-
tema Chicama-Moche, basado en el canal La Cumbre. Al sur
del río Moche hav tres complejos de valles múltiples: el Forta-
leza-Pativilca-Supe, el Rimac-Chillón, y el Chincha-Pisco separa-
dos por zonas de sistemas dé un solo rio. Sólo los últimos tres
megasistemas están aún en condiciones operacionales.
Al contrario de muchos canales entre valles oue creaban mega-
sistemas, el canal La Cumbre transportaba, pero no distribuía
agua a lo largo de un 40% de su curso a pesar de cruzar por
terreno potencialmente cultivable. Esta característica de trans-
porte en vez de distribución está relacionada con el lugar hacia
donde el canal se dirigía y quienes lo construyeron. El reconoci-
miento v levantamiento de mapas del canal, combinados con la
excavación de 33 cortes transversales, realizados por James Kus
(Kus 1972, 1974), fijan con toda seguridad la construcción del
canal La Cumbre en el Periodo Intermedio Tardío v la materia
94 C. R. ORTLOFF

Fig. 1. Mapa del canal La Cumbre entre tos valles del Chicama y Moche
(cortesía de J. Kus).
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 95
orgánica asociada ha producido fechas radiocarbónicas entre 1,100
v 1,200 a.C. (Kus 1972). El canal fue construido por los chimú
bajo el imperio chimor y llevaba agua hasta cerca de la capital
imperial, Chan Chan, situada en el lado norte del valle de Moche.
El chimor fue el mayor y último de los estados hidráulicos indí-
genas que surgieron en la costa.
Entre alrededor de 900 a.C. y el tiempo de la incorporación de
los chimú dentro del estado inca, los gobernantes de Chan Chan
formaron un imperio que se extendía desde el sur del Ecuador
hasta el centro del Perú, e incluía bastante más de 6 0 % de todas
las tierras cultivables alguna vez rescatadas a lo largo del desierto
andino (Kosok 1965). Visto en este contexto, el canal Intervalle
debería demostrar a la vez el nivel de los logros tecnológicos alcan-
zados en el diseño de canales abiertos para el transporte de agua,
y reflejar también el nivel del progreso científico que los hidrólo-
gos chimú habían logrado. Por lo tanto, el análisis del sistema
La Cumbre debiera revelar la sofisticación en el diseño técnico
de los constructores, así como posibles estrategias de administra-
ción derivadas de consideraciones sobre su diseño. Después de
una breve descripción del canal, se analizarán algunos detalles
de la técnica de construcción.

Descripción del canal

El canal La Cumbre tiene alrededor de 84 km, pero la distancia


en línea recta desde la toma hasta los campos es de sólo 42 km.
La diferencia se debe al contorneo del canal a lo largo de las
pendientes de los escarpados faldeos andinos antes de cruzar un
paso entre valles y descender al valle Moche. Los primeros 17 km
del curso de agua permanecen en uso hoy en día, y la toma original
estaba probablemente adyacente a su contraparte moderna, la
cual está situada a 44 km tierra adentro de la boca del río Chica-
ma, a una elevación de aproximadamente 350 m. Los últimos
campos irrigados por el canal La Cumbre en la cuenca del río
Chicama estaban 51 km canal abajo en la Quebrada de Oso
(Kus 1972, Keatinge 1974). Hay una grande y profunda quebrada
en este lugar, la cual era cruzada por medio de un acueducto
sobre un terraplén macizo. El canal corría luego a lo largo de
una planicie relativamente plana formando el paso Intervalle, y
10 km más allá del Acueducto del Oso cruzaba la división Chi-
cama - Moche a una elevación de cerca de 230 m.
Hasta la Quebrada de Oso y el paso entre valles, se presentaba
un difícil problema de ingeniería, al tratar de mantener el curso
del canal a una elevación suficientemente alta como para cruzar
96 C. R. ORTLOFF
la división entre valles. Para mantener la elevación, el canal debía
seguir una línea tortuosa a lo largo de la faz de un terreno suma-
mente quebrado, muchas veces compuesto de lechos de roca con
pendientes de más de 60 grados. A pesar de que se emplearon
acueductos, las pendientes empinadas eran muchas veces resueltas
haciendo correr el canal sobre terrazas macizas recubiertas de
piedra de 50 m o más de altura. Por lo tanto, construir el canal
La Cumbre no era simplemente excavar un canal y revestirlo con
piedra. Comprendía también construir macizos terraplenes para
llevar el canal a lo largo de una topografía donde excavar un
canal era imposible. En términos de inversión de trabajo sola-
mente, el canal La Cumbre puede que resulte ser el proyecto
hidráulico más prodigioso jamás efectuado en la América pre-
colombina.
Una vez cruzada la división entre valles, mantener la altura
dejaba de ser un factor de diseño fundamental, y durante los
siguientes 25 km la elevación podía ser sacrificada en favor de
un curso a través de terreno relativamente plano. El canal La
Cumbre fluía hacia el sureste hasta un punto ubicado 5.1 km
al norte de Chan Chan. Aquí a una elevación de cerca de 125 m
se unia con el Vinchansao, el mayor de los Canales de Máxima
Elevación (C. M . E . ) , alimentado por el río Moche. Las aguas
del Chicama y el Moche combinadas eran entonces canalizadas
hacia el norte y el oeste. Ellas irrigaban tres planicies: Pampa
Esperanza después de la unión La Cumbre-Vinchansao, y las
Pampas Río Seco y Huanchaco hacia el oeste. Las aguas del Chi-
cama podrían haber alimentado estas ultimas dos pampas por
medio de un canal con ruta más corta viniendo directamente del
paso entre valles. Sin embargo, la estrategia chimú que requería
una inversión de trabajo sustancialmente mayor, creaba una mar-
cada desviación en la dirección del flujo de las aguas del canal
La Cumbre entrando primero al comienzo de la Pampa Esperanza
(ver fig. 1). Se ha postulado que esto fue hecho para asegurar
una irrigación adecuada de la planicie Esperanza y en consecuen-
cia cargar sus acuíferos, puesto que Chan Chan estaba situada
en la base de la pampa y dependía de pozos para el suministro de
agua potable (Day 1974).

Procedimientos de terreno
Los aspectos siguientes del canal La Cumbre fueron estudiados
en los alrededores de la Quebrada de Oso por medio de reconoci-
mientos topográficos. Ésta es un área de topografía quebrada, y
macizas terrazas y estructuras de relleno sostienen el curso de
agua. En algunos lugares el canal ha sufrido modificaciones y
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 97
reconstrucciones. Las estructuras de soportes y las modificaciones
no son consideradas en este informe, el cual se centra exclusiva-
mente en las características hidráulicas del canal revestido de
piedra tal y como existía antes de su abandono. Anteriormente,
Kus (1972) ha excavado perfiles a través del canal y de su embau-
camiento a lo largo de otras secciones del canal La Cumbre. Su
informe proporcionó información de fondo para el reconocimiento
de la sección Quebrada de Oso. En esta sección el canal está
en general bien preservado y considerable información puede ser
recolectada sin excavaciones. Cuando era necesario, se retiró arena
eólica suelta para permitir mediciones de la geometría de la super-
ficie del canal hasta la capa de sedimientos más reciente; sin
embargo, no fueron excavados perfiles para determinar los diseños
geométricos más antiguos del canal.
El reconocimiento y registro de información comenzaron en
el extremo norte del ahora destruido acueducto que cruzaba la
quebrada. Aquí fue establecido un hito de referencia "cero" (ver
punto L = 0 en la fig. 1). Prosiguiendo corriente arriba, se
registraron las lecturas correspondientes a pendientes del lecho
(i b ), ancho del fondo del canal ( B ) , pendiente de la pared ( Z ) ,
y factor de rugosidad Manning de la pared (n) 1 a intervalos
de aproximadamente 50 m (cuadro i), donde existían estructuras
especiales o poco comunes (drenajes sumidero, cambios en la
rugosidad de la pared, cambios locales en la geometría del canal,
etc.) el intervalo de medición de 50 m era reducido, y se regis-
traban los detalles de las estructuras. Siguiendo este procedimien-
to, fue reconocida corriente arriba de la estación de referencia
cero una extensión de 1605 m del canal La Cumbre.
Después de completar en el terreno la determinación de la
pendiente del lecho, la forma de la sección transversal del canal,
el factor de rugosidad Manning, y la pendiente de la pared late-
ral, se empleó un procedimiento de cálculo por extrapolación
(Chow 1959, Henderson 1966) 2 para predecir la altura del agua
Í H G L ) dentro del canal. Comenzando con un caudal inicial
estimado ( Q ) , era calculada la HGL. En los lugares donde la
altura del agua calculada sobrepasa la altura de la pared preser-
vada del canal, se hacía otra estimación de O y los cálculos comen-

1 La mayoría de los términos técnicos que aparecen en esta discusión están

definidos en el glosario al final del artículo.


2 El método de cálculo por extrapolación utilizado para predecir la altura de

las aguas ( H G L ) está basado en la solución simultánea de las ecuaciones


de continuidad, de cantidad de movimiento, y de Manning las cuales incorpo-
ran los valores de la pendiente del lecho del canal, forma de la sección trans-
versal. factor de rugosidad Manning, v pendiente de la pared lateral.
98 C. R. ORTLOFF

CUADRO I

P A R A M E T R O S D E L CANAL LA C U M B R E

Estación [m] 'b z n B D- Dr


M M
[mi

hasta 1 9 . 9 6 m 0.026 2 0.027 3.603 1.253 1.861


32.99 0.009 2 0.028 2.201
39.50 0.009 2 0.027 3.658
119.97 0.017 1.82 0.036 2.896
146.96 0.017 1.82 0.027 3.962
169.96 0.015 0 0.022 3.962
219.95 0.015 0 0.023 4.267
226.04 0.015 0 0.025 1.524
258.03 0.012 2.014 0.032 2.643 0.610 0.689
276.03 0.009 2.014 0.027 3.048 0.541 0.630
306.02 0.009 2.014 0.025 3.048 0.412 0.389
356.01 0.009 0.58 0.026 5.791 0.413 0.389
405.99 0.015 0.58 0.025 5.791
455.98 0.015 0.58 0.025 5.791 0.344 0.389
505.97 0.015 0.29 0.022 7.925
555.95 0.015 0.29 0.025 7.925
605.94 0.015 0 0.025 7.925
655.93 0.015 0 0.025 7.925
705.92 0.015 0 0.025 7.925 0.288 0.316
755.90 0.015 0 0.026 7.925 0.459 0.466
791.87 0.015 0.5 0.031 4.572 0.930 0.755
805.89 0.015 2 0.032 0.506
855.88 0.015 2 0.032 0.506 0.896 1.303
905.87 i 0.032 0.506
0.015
955.85 0.017 1 0.032 1.219 0.875 0.893
1005.84 0.009 1 0.032 0.914
1105.81 0.009 1 0.032 0.457 1.143 0.981
1155.80 0.017 1 0.025 1.372 0.856 0.981
1205.78 0.017 1 0.031 0.914 0.954 0.981
1255.77 0.017 1 0.022 2.438
1305.76 0.017 0 0.028 2.134
1355.75 0.017 1 0.028 2.438 0.498 0.774
1405.74 0.017 0 0.024 2.438 0.707 0.702
1455.73 0.017 0 0.026 4.267 0.707 0.702
1605.68 0.012 1 0.029 2.438 0.629 0.656
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 99
zaban nuevamente hasta que la H G L podía ser contenida sin
problemas por el canal.

Resultados

El flujo a través de un canal está gobernado por un gran nú-


mero de parámetros tales como la forma de la sección transver-
sal, el factor de rugosidad Manning (n), y la pendiente del lecho
(i b ). Además, el tipo de flujo (subcrítico, crítico y supercrítico)
determinan si una disminución en el área de la sección transversal
en una ubicación dada, tendrá una gran influencia corriente arriba
de esa ubicación (flujo subcrítico) o una perturbación localizada
(usualmente en la forma de una perturbación hidráulica para
flujo supercrítico). Por ejemplo un flujo subcrítico que entra a
una constricción local del canal, resultaría en un cambio de altura
en el nivel del agua corriente arriba de la constricción que podía
extenderse por varios kilómetros. Con el objeto de determinar si
existe flujo supercrítico o subcrítico en un canal, es necesario
calcularla profundidad normal teórica (D u ) y la profundidad crí-
tica ( D c ) en base a la geometría de la sección transversal, n e i b
(Henderson 1966). Si D n > D 0 , existe entonces flujo subcrítico;
si D n < D c , existe entonces flujo supercrítico. Para flujo subcrí-
tico, el número de Froude (Fr) es menor que uno; para flujo
supercrítico, Fr es mayor que uno. El caso especial de F r = 1 se
denomina flujo crítico (D„ = D 0 , cuando Fr = 1). Al mantener
el número de Froude alrededor de uno, resulta un caudal máximo
a través de un canal para una diferencia dada de altura entre toma
y descarga. El grado con que los ingenieros hidráulicos chimú cons-
cientemente manipularon los parámetros y efectos mencionados
arriba, para obtener caudal óptimo ( F r = 1), constituye la base
de gran parte de la exposición que sigue.
En términos técnicos, se dice que existen constricciones subcrí-
ticas cuando la constricción del canal tiene flujo crítico (Fr = 1)
en la garganta del canal y flujo subcrítico ( F r < l ) corriente
arriba. Los cálculos de los efectos de tal constricción, basados
en los datos de campo de la geometría del canal La Cumbre
(cuadro i ) , deben incluir un ajuste del nivel del agua corriente
arriba obtenido por medio de métodos de cálculo estándar (Hender-
son 1966, Chow 1959). Las constricciones con flujos supercríticos
coniente-arriba provocan perturbaciones hidráulicas justo antes
de la constricción. Para este caso el cálculo de las alturas teóri-
cas de agua se obtuvo igualando cantidad de movimiento de la
corriente arriba y abajo de la perturbación hidráulica. Para calcular
niveles teóricos del agua (y velocidades), fue empleado a lo largo
biblioteg
100 C. R. ORTLOFF ¡¡COmBA/i
de la sección del canal reconocido el método de cálculo por extra-
polación (Henderson 1966, Chow 1959). A partir de estos cálculos
teóricos, se puede visualizar una vez más, la mecánica de fluidos
del agua que corre a través del antiguo canal; y se puede tam-
bién encontrar la capacidad de transporte del canal Intervalle.
Más aún, el propósito del diseño original de los ingenieros chimú
se revela a través del examen de los detalles del flujo no uniforme
a través de los numerosos cambios de la sección transversal
del canal.
Debido a que grandes extensiones del canal mantienen flu-
jo supercrítico, no existe influencia de estas secciones en el flujo
corriente arriba. Por lo tanto, algunas secciones pueden ser calcu-
ladas en forma independiente. Los resultados de tales cálculos para
H G L están representados en la figura 2. Sobre una extensión
de 1.52 km del canal Intervalle, el ancho ( B ) del fondo de la
sección transversal trapezoidal (idealizada) está representado en
función de la distancia corriente abajo (fig. 2a). Grandes varia-
ciones en Z, ib y n ocurren simultáneamente con sustanciales cam-
bios en B. Por ejemplo, en el hito 762 m una sección transversal
trapezoidal de paredes empinadas y base angosta (B = 0.46 m)
se abre a una sección trapezoidal poco profunda de base ancha
(E = 7.32 m ) . Es evidente del análisis de la figura 2a que existe
un ciclo de expansiones y contracciones de la base trapezoidal
del canal.
Los cálculos de las profundidades del agua, su velocidad pro-
medio, profundidades normales (D n ) y críticas ( D c ) , pendientes
locales críticas y números locales de Froude (Fr) muestran un
diseño con un claro objetivo: mantener el número de Froude
del canal cercano a la unidad (fig. 2b), produciendo por lo tanto
un flujo crítico dentro del canal. Para una altura de energía poten-
cial inicial dada, representada por la altura absoluta a la entrada
del canal (altura disponible en la toma), el flujo máximo (crítico)
de agua se alcanza manteniendo un número de Froude igual a
uno a lo largo del canal. Parece ser entonces, que el sistema Inter-
valle está cuidadosamente diseñado para transportar un flujo
conocido de tal modo que dicho flujo sea el máximo para la
energía potencial disponible. Más aún, por medio de una serie de
constricciones sub- v supercríticas (corriente arriba del acueducto
de la Quebrada de Oso) el número de Froude es variado continua-
mente alrededor de uno, por medio de ajustes en n, ib, Z y la
sección transversal, evitando así inestabilidades del flujo asociados
con pequeñas alteraciones alrededor de Fr = 1. Para flujos super-
críticos (Fr > 1), una combinación de n, ib y cambios en la
geometría de la sección transversal, modulan el número de Froude
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 101
2 (a) 2 (b) 2 (c)
ANCHO DEL FONDO NUMERO DE PENDIENTE
DEL CANAL FROUDE DEL LECHO

Fig. 2. Canal Intervalle: El ancho del fondo del canal ( B ) , el número de


Froude ( F r ) , y la pendiente del lecho (i b ) delineado en función de la esta-
ción (metros) corriente arriba d e hito de referencia. L = 0, ubicado en la
Quebrada de Oso.

a través de perturbaciones hidráulicas en las estaciones 1219,


1036 v 305, reduciendo de esta manera el número de Froude a
un nivel subcrítico. En estos lugares, el número de Froude corriente
arriba nunca excede de 2, logrando asi que la pérdida total de
altura en la perturbación hidráulica sea pequeña. Para flujos
102 C. R. ORTLOFF

subcríticos (Fr < 1), el número de Froude es aumentado por


medio de cambios en la pendiente y ajustes en la geometría del
canal (por ejemplo, en las estaciones 1189 y 1036). En las cerca-
nías del gran acueducto que cruza la Quebrada de Oso ( L = 0,
fig. 1), hoy en día destruido, una constricción subcrítiea triple
es empleada para producir una gran perturbación hidráulica en la
estación 309, de modo que el flujo a través del gran acueducto
sea subcrítico. Desde un punto de vista de diseño, la presencia
a través del acueducto de un flujo con velocidad baja es preferi-
ble, debido a que el acueducto está construido con material no
consolidado, y por lo tanto, propenso a erosión lateral. El flujo
a través del acueducto con Fr bajo limita tales efectos erosiónales
laterales y permite el uso de un terraplén lateral más angosto
para contener el flujo. Esto permite un valioso ahorro de mano de
obra al reducir el ancho total del acueducto. Esta forma de op-
timización estructural por medio de sofisticados controles dc
flujo en un canal abierto esta completamente de acuerdo con
los principios ingenieriles básicos del diseño de canales para velo-
cidad máxima de transporte de agua —aún en uso hoy en día—
e indica un nivel de sofisticación técnica previamente desconocido
en la historia de la ingeniería hidráulica entre las culturas pre-
colombinas del hemisferio occidental.
Los cálculos délas profundidades normal (D n ) y critica (D 0 )
en varias estaciones a lo largo del canal indican que D„ y D c
intercambian continuamente de rol como valores máximos a pesar
de grandes variaciones en la geometría del canal (cuadro i ) .
Esto indica una estrategia de diseño dirigida a alcanzar un flujo
crítico o cercano al crítico en toda la extensión del canal. Para el
valor dado del caudal en el canal ( Q ) , la pendiente local crítica
(i b , c ) es notablemente cercana tanto a la pendiente media sobre
la extensión total del canal como a la pendiente local del lecho,
ii, (fig. 2c), indicando que la optimización en el diseño hacia
número de Froude igual a uno probablemente prevalece a lo largo
de toda la extensión del canal. En las ubicaciones del canal
donde ocurren perturbaciones hidráulicas, el número de Froude
corriente arriba es siempre menor que 2, indicando una pertur-
bación relativamente débil. Desde el punto de vista de diseño
esto limita la energía perdida por turbulencia y mezclado viscoso,
conservando así la valiosa altura total de flujo. En muchos lugares,
se logra un flujo cercano al crítico a través de ajustes en i,,, n, Z,
y B, indicando una comprensión de las complejas interrelaciones
de estas variables en el control de la velocidad de flujo. En las
estaciones 1524 y 945 hay drenajes sumideros con tomas cerca
del borde superior del canal para limitar el valor Q máximo del
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 103
canal. Cualquier caudal en exceso sobre el valor Q de diseño (la
pendiente ib es optimizada hacia el valor crítico de la pendiente
ib,c para el Q de diseño) es drenado afuera por medio de estos
drenajes sumideros. El drenaje sumidero de la estación 1524 (el
cual es altamente supercrítico debido a la gran pendiente descen-
diendo sobre el costado de un acueducto) parece llevar a un
depósito o estanque de reseña ubicado más abajo y cercano al
sistema de campos de la Quebrada de Oso. Un drenaje sumidero
en la estación 945 se origina de una sección en forma de estan-
que en el canal. El canal parece llevar agua hacia el estanque por
medio de una esclusa de piedra. Cuando el nivel del agua en el
estanque de reserva alcanzaba un cierto nivel, se producía un
derrame hacia el drenaje sumidero. Esta sección está, por des-
gracia, parcialmente destruida, haciendo difícil de analizar más
detalles de esta estructura hidráulica única. Esto indica que sólo
cuando el canal sobrepasaba el Q óptimo de diseño funcionaban
los drenajes sumideros. Se puede concluir que el canal La Cumbre
fue diseñado a propósito para transportar el valor de diseño Q;
más aún, el sistema estaba diseñado para transportar este O en
forma óptima. Las variaciones locales en la pendiente del canal
debido a elementos topográficos inevitables (los cuales afectan
la velocidad crítica de flujo) eran contrarrestados de una manera
consciente de las complejas interrelaciones entre geometría local
del canal, rugosidad del canal y pendiente de la pared lateral.
Los efectos en la dirección de la corriente de las constricciones
sub y supercríticas y de la modulación de la velocidad por cam-
bios en el ancho de la geometría trapezoidal del canal aparecen
bien entendidos, ya que la estrategia básica de pequeñas varia-
ciones en el número de Froude alrededor de uno es continua-
mente alcanzada mediante cambios intencionales en el diseño
geométrico. Es interesante hacer notar que las secciones destrui-
das (denominadas D en la fig. 2a) ocurren en ubicaciones donde
nosotros liemos calculado que existen perturbaciones hidráulicas
(con la excepción de la estación 762). En caso de ocurrir lluvias
intensas en la zona, el caudal ( Q ) del canal puede exceder la
capacidad de los drenajes sumideros para regular el nivel de las
aguas en el canal, causando por lo tanto grandes aumentos en
Fr. La posibilidad de un desbordamiento local en lugares con
perturbaciones hidráulicas es una forma característica de falla
del canal en ubicaciones D. La destrucción debida a lluvias cos-
teras de los grandes acueductos que cruzan quebradas puede ser
entonces contemporánea con el derrumbe de secciones locales
del canal.

El examen de la curva para n (factor de rugosidad Manning)


104 C. R. ORTLOFF

en función de la primera estación en el canal (fig. 3) revela


muchos ajustes locales a lo largo del canal. Grandes variaciones
locales parecen ocurrir en las cercanías de perturbaciones hidráuli-
cas asociadas con la ubicación de las constricciones del canal.
Debido a que n fluctúa en un rango de casi 100%, se puede
argumentar qué cambios en la rugosidad de la pared pueden

PENDIENTE DEL LECHO FACTOR DE RUGOSIDAD MANNING

¡b 1

Fig. 3. Cana] Intervalle: la pendiente del lecho ( i b ) y el factor de rugosidad


Manning ( n ) delineado en función de la estación (metros) corriente arriba
del hito de referencia, L = 0, en la Quebrada de Oso.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 105
haber sido usados como un ajuste fino en los valores locales del
número de Froude, implicando un conocimiento de este efecto
en la regulación de la velocidad de flujo. Las secciones transver-
sales del canal asumen varias formas generales, desde trapezoides
de base ancha hasta trapezoides de base angosta. En muchos
lugares, se utiliza una configuración con dos niveles, es decir una
sección trapezoidal recubierta con anchas paredes superiores sobre
las cuales hay construidas paredes secundarias. Los cálculos reve-
lan que el conjunto de paredes superiores no interactuaban con
el flujo del canal en ninguna estación. El uso de tales construccio-
nes tiene sin duda alguna el propósito de servir como senderos
a lo largo del canal (especialmente en acueductos de laderas
escarpadas).
El repertorio total de geometrías para canal disponible para
los ingenieros chimú parece extenderse desde trapezoides con
B variable revestidos de piedras montadas en argamasa ccn sus
caras exteriores coplanares con el lecho del canal, hasta versiones
no revestidas con grandes variaciones en Z y B. La erosión lateral
de las versiones no revestidas lleva gradualmente a secciones de
equilibrio características casi parabólicas, tal como revela la exca-
vación. Una significativa carga de sedimentos en el lecho del
canal aparece en ciertos lugares expuestos a erosión o destrucción,
mostrando la historia de la utilización del canal Intervalle. Desde
el punto de vista del depósito de sedimentos, las velocidades loca-
les caen en su mayor parte en el rango de v = 1.67 a 3.05 m/s.
Después de una prolongada estabilización del lecho del canal en
las secciones no revestidas, y considerando que no hay erosión
de material de las secciones revestidas, la mayor parte del sedi-
mento es llevada en forma de carga en suspensión. Después de
un recorrido de 84 km a lo largo del canal, es probable que la
mayoría de la carga en suspensión se haya depositado en el lecho
del canal, después de lo cual el transporte de la carga depositada
er. el lecho del canal es el medio predominante de transporte
del sedimento. Ya que el depósito de sedimentos era una fuente
mayor de nutrientes para suelos, la posibilidad de haber unido el
C M E Moro-Yinchansao al canal Intervalle más arriba de Chan
Chan con el propósito de adicionar sedimentos del río Moche a
las aguas del canal Intervalle, carentes ya de sedimentos, no puede
ser eliminada como una razón subsidiaria para el empalme del
canal. Para mantener el sedimento en suspensión, se necesita un
v* d R
fluio con un numero de Revnolds Re * = — = 400. Un
v
cálculo de Re * para el canal Intervalle da un valor de un orden
de magnitud menor que éste (basado en sedimentos con d so —
106 C. R. ORTLOFF

0.15 mm), indicando que existe un lecho estable y que, una vez
que el depósito ya ha tenido lugar, no está ocurriendo un desla-
ve que podría poner sedimentos nuevamente en suspensión. Aquí
v* es la velocidad de fricción, v la viscosidad cinemática del agua,
v Re * el número de Reynolds (ver glosario para la definición
de v * ) .
El valor de Q máximo calculado para el canal Intervalle es, en
L = 0, 4.67 mVs. La figura 4 representa hidrógrafos de los nos
Chicama, Moche y Virú, es decir el caudal del rio en función del
mes. El área con achurado diagonal representa en el gráfico el
caudal sustraído del Chicama y adicionado al suministro de agua
del valle de Moche (el caudal del Moche es indicado por el area

Fig. 4. Hidrógrafos de los ríos Chicama, Moche y Virú en función del mes.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 107
con achurado horizontal). El primer efecto notorio de la entrega
de aguas del canal Intervalle es una extensión de cerca de 3 meses
del periodo de cultivo en la cercanía de Chan Chan. 3 Por ejemplo,
si a mediados de diciembre, cuando el caudal del Moche es del
orden de 7 nrVs, todo el caudal del río Chicama es efectivamen-
te llevado a alimentar al Moche, el valle del Moche dispone de
11.67 m3/s ( O ) . Este caudal estaría disponible para el valle del
Moche utilizando sólo aguas del Moche recién a mediados de ene-
ro, de modo que la siembra que debería ser efectuada entonces
podría ser adelantada un mes gracias a la incorporación de las
aguas del canal Intervalle. Análogamente, el caudal del río Moche
a mediados de mayo, una vez incrementado por las aguas del canal
Intervalle, da un caudal total igual a aquél del río Moche a media-
dos de abril, al final de la temporada de crecimiento. Si todas las
aguas del Chicama son usadas en junio, entonces por lo menos el
caudal de agua obtenido a mediados de mayo del Moche solamen-
te, puede ser mantenido. Por lo tanto, la tasa de producción agríco-
la de mediados de mayo utilizando solamente aguas del Moche
puede ser sostenida al mismo nivel con aguas del canal Intervalle
por dos meses más (durante este tiempo el caudal del Moche cae
a niveles insuficientes para la agricultura). Análogamente, la tasa
de producción agrícola de mediados de enero en el valle del Moche
puede ser iniciada a mediados de diciembre gracias a la incorpora-
ción de las aguas del canal Inten-alle. Durante la época de cre-
cimiento máximo, en el mes de marzo, existe un 1 5 % de incremen-
to en el caudal disponible en el valle del Moche proveniente de
aguas del canal Intervalle: éste estaba indudablemente destinado
a ambiciosos planes para la expansión de los campos de cultivo
tanto en la región del río Seco como en la pampa Huanchaco.
Cálculos preliminares basados en excavaciones del canal de Huan-
chaco indican por el momento que la capacidad de flujo desde el
canal Intervalle (asumiendo una eficiencia de entrega de un 60 K
desde L = 0 hasta el punto A, fig. 1) más el flujo del C M E Yin-
chansao es igual al flujo de entrada total del Huanchaco al menos
una vez durante la historia del canal Huanchaco (ver Parte I I de
este artículo).
Las gráficas que aparecen en la figura 4 representan los prome-
dios durante 40 años recientes de los valores O máximos y míni-
mos. Durante este periodo de tiempo, han ocurrido desviaciones
del valor medio igual a 3 desviaciones estándar en 2.5% de los

s La eficiencia de transmisión asumida para el canal Inten-alle y la posibili-

dad de una alimentación intermitente del sistema Intervalle-Vinchansao


hacia campos agrícolas alrededor de Chan Chan, afecta por supuesto estas
estimaciones.
108 C. R. ORTLOFF
años representados para ambos valles, Chicama y Moche, como
resultado de lluvias costeras. En estos casos cada valle tuvo un
suministro debido a las aguas de inundación, y el canal Intervalle,
con toda seguridad, sufrió severos daños por erosión causada por
quebradas orientadas transversalmente a su curso, que repentina-
mente se llenaron de agua.
El canal Intervalle parece haber sido diseñado con diferentes
opciones en mente. Además de su capacidad para extender la época
de crecimiento en el valle del Moche cuando el nivel de las aguas
del río está muy bajo, el canal Intervalle tiene la capacidad de
captar hasta un 6 % del flujo del Chicama durante los meses
de flujo máximo. Desgraciadamente la toma del canal Intervalle
está ahora destruida de modo que es imposible poder decir si el
mismo caudal constante existía en el canal Intervalle cualquiera
que fuera el caudal en el río Chicama. Los chimú tenian, no obs-
tante. la opción de captar un 6 % del flujo del río Chicama cuando
probablemente no podía ser utilizado para el sistema de campos
del Chicama (en marzo) pero podían, en parte, alimentar efectiva-
mente el sistema de canales Huanchaco. Ya que el sistema de cam-
pos Huanchaco era el que supuestamente debía beneficiarse con el
flujo de los canales Intervalle y Vinchansao, es razonable esperar
que la extensión del sistema de campos Intervalle-Huanchaco debe-
ría reflejar la intensiva inversión de trabajo puesta en la construc-
ción del sistema de canales a través de una utilización continua
en vez de esporádica. Es decir, si la estrategia de la operación del
canal Intervalle era su utilización solamente durante la temporada
de caudal máximo del Chicama, entonces sólo un mes o dos de
uso se esperaría del sistema de campos Huanchaco. Si, suponiendo
una eficiencia de entrega del 100%, el caudal máximo de 4.67 m/s
fluía a través del canal Intervalle desde mediados de octubr: has "a
mediados de junio, entonces se podría obtener una utilización
completa de 9 meses en el valle del Moche con tan sólo este siste-
ma. En realidad, las excavaciones del sistema de canales Huan-
chaco revelan qué partes de los últimos sistemas de alimentación
no fueron nunca operacionales. Esto podría indicar varias posibili-
dades: (a) la contribución del canal Intervalle fue insuficiente
para los requerimientos del sistema Huanchaco, exigiendo por lo
tanto la contracción o abandono de partes del sistema de alimenta-
ción v la consiguiente dependencia de una contribución mayor del
C . M . E . Vinchansao expandida; (b) condiciones de sequía pre-
valecieron durante largo tiempo requiriendo un sistema de alimen-
tación para el Huanchaco menos extenso para transportar un
flujo reducido en el canal Intervalle; (c) una invasión exterior
o cambios políticos que desviaron la atención de la construcción
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 109
y mantenimiento local del sistema de canales; (d) la estrategia
para la utilización del sistema Intervalle cambió de un uso intermi-
tente a una utilización constante de octubre a junio (propuesta)
que no fue nunca implementada. La última alternativa puede
ser vista, por ejemplo, como el resultado de un cambio en las
políticas administrativas como consecuencia de cambios políticos
externos o internos. Aun otra estrategia de uso del canal Intervalle
puede haber implicado un uso limitado intermitente de un sistema
reducido de alimentación para el Huanchaco, con planes de uso
continuo de octubre a junio una vez que el sistema de alimenta-
ción completo del Huanchaco estuviera instalado. Tal como ya
se mencionó, la utilización total del sistema Huanchaco no fue
nunca lograda.
La alternativa (a) puede ser respondida en parte por el resul-
tado previamente mencionado de que el flujo calculado para el
canal Intervalle más el del Vinchansao es del mismo orden de
magnitud que la capacidad de transporte del sistema Huanchaco.
Por lo tanto, parece improbable que alguna equivocación técnica
grave dejara el sistema inutilizable. La alternativa (b) no puede
ser probada ni refutada por el momento; la alternativa (c) contra-
dice los muchos años de ocupación costera estable por los chimú
y la exitosa expansión militar la cual no planteaba ninguna amena-
za a los sistemas de irrigación local. La alternativa (d) nueva-
mente otorga flexibilidad de operación ya que las aguas del
Chicama podían ser extraídas parcial o totalmente dependiendo
de la disponibilidad de los sistemas de alimentación para manejar
el flujo adicional. Los ramales de alimentación del Huanchaco
no utilizados pueden ser el reflejo del paso desde una estrategia
de utilización del sistema Huanchaco de 2 meses a una de 9
meses.
Las aguas del canal Intervalle ciertamente garantizan pleno
suministro desde octubre a junio para los jardines y pozos de la
élite de Chan Chan lo cual puede reflejar el deseo de mantener
la capital floreciente a costa de valles de menor importancia
política. La capacidad de sobrevivencia agrícola de Chan Chan
bajo condiciones climáticas adversas, así como la extensión de la
época de cultivo en el valle del Moche, apuntan hacia el dominio
de Chan Chan sobre los valles adyacentes: el sistema podía ser
utilizado de manera flexible para implementar la situación de
lujo de los gobernantes de Chan Chan así como para garantizar
la continuación de esta situación a lo largo de los años secos me-
diante el drenaje de las aguas del Chicama hasta dejarlo literal-
mente seco.
110 C. R. ORTLOFF

La permeabilidad de los estratos profundos en los alrededores


de Pampa Esperanza parece ser grande juzgando por profundos
pozos de origen incierto ubicados en el área. El examen anterior
del sitio de empalme de los canales Intervalle y Vinchansao
en una ubicación inmediatamente al este de Chan Chan (para
aumentar por filtración la napa freática utilizada por Chan
Chan) aparece como una clara posibilidad técnica. La unión del
sistema de canales está ubicada al pie del cerro Cabras en la
orilla de un acuífero de alta permeabilidad. El agua podía penetrar
fácilmente en esta zona y fluir por gravedad hacia los sistemas de
pozos de Chan Chan localizados cerca de la costa.

Resumen
Debido a que el canal Intervalle parece estar diseñado con
conocimiento de la pendiente crítica para transportar un caudal
de agua dado de manera óptima, se puede suponer que un recono-
cimiento topográfico y un cálculo extensivo intervinieron en el
diseño. Esto implica que variables tales como la altura absoluta
sobre el nivel del mar en la toma ubicada en el valle del Chicama
y el punto de descarga en el valle del Moche eran conocidas y
que mediciones de pendientes menores que 30' eran cosa de rutina
a lo largo de la extensión del canal. Los cambios de la pendiente
alrededor de la pendiente media crítica, como resultado de varia-
ciones topográficas, producían las contramedidas hidráulicas mas
sofisticadas con el objeto de mantener siempre el flujo en el
canal cerca de su valor crítico. La suma total de estos especializa-
dos conocimientos en técnicas topográficas y de hidráulica revelan
una avanzada sociedad tecnológica; y en realidad, el nivel de
comprensión de las complejas interrelaciones entre rugosidad
de la pared, pendiente del lecho, radio hidráulico, estado sub y
supereritico tal como se muestra en estos sistemas, no fue alcan-
zado hasta finales del siglo xix en Europa y América (Rouse e
Ince 1963; Sprague de Camp 1974). La comprensión de los com-
plejos modos de flujo en canal abierto y sus principios parecen
bien conocidos por los ingenieros chimú tal como muestran sus
técnicas de control y modulación de flujo.
A pesar de que las técnicas y métodos usados por los ingenieros
chimú para diseñar canales están ahora perdidos, está el hecho
de que aun bajo estándares del siglo xx, el sistema La Cumbre
representa el diseño óptimo. Para transportar agua a la velocidad
de 4. 67 m3/s la misma pendiente se escogería hoy en día basán-
dose en las prácticas de la hidráulica moderna. El uso de ib. n, Z
locales y de variaciones en los cortes transversales para regular el
número de Froude alrededor de uno muestra una comprensión
124
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ

de los detalles de control de flujo desarrollada en base a observa-


ciones empíricas. En conjunto la precisión en las medidas topo-
gráficas y los métodos de control hidráulico de los ingenieros
chimú revelan una ciencia sistemática, basada en la observación,
registro y generalización. Es interesante hacer notar que si todo
el canal La Cumbre fuera diseñado para contener un flujo sub-
crítico, el sistema sería mucho más largo para obtener una pen-
diente menor, y
7
J
tendría secciones transversales mucho más anchas
y más profundas para soportar el O deseado. Si todo el canal
fuera diseñado para transportar un flujo supercrítico, la erosión
lateral sería un problema, y el ancho del canal sería grande para
soportar el Q deseado. Sólo a través de un flujo cercano al crítico
se puede transportar Q en forma óptima; esto se traduce en
ahorros de muchos años-hombre durante su construcción. En su
diseño de un sistema de canales optimizado, los chimú parecen
haber precedido unos 5 o 6 siglos al mundo occidental en el
descubrimiento de estos principios. Ellos alcanzaron un nivel de
conocimientos técnicos hidráulicos capaces de sostener un avan-
zado sistema agrícola. Esto implica una especializada rama del go-
bierno dedicada a la recolección, análisis y abstracción de observa-
ciones hidráulicas hacia una base teórica la cual podía ser entonces
utilizada en el diseño de los sistemas subsiguientes. La estrategia
del uso del canal Inten-alle debe necesariamente estar unida a
su diseño ingenieril; esto implica la existencia de actividades de
coordinación técnica como parte de las funciones administrativas
chimú, muy semejante a lo que ocurre en los gobiernos modernos.
Debido a que la flexibilidad en el uso del canal Intervalle es una
característica de diseño, es posible imaginar estrategias flexibles
múltiples que podían ser adoptadas en función de las condiciones
climáticas, la disponibilidad de recursos humanos, políticas inte-
rior y exterior, y de estrategias agrícolas. Todo esto revela un
gobierno chimú basado en una tecnología avanzada y arroja
luz sobre las técnicas y estrategias para su dominio y control polí-
tico sobre vastas áreas de la costa norte del Perú.

PARTE I I : E L SISTEMA DE CANALES PAMPA HUANCHACO

El sistema de canales Pampa Huanchaco está ubicado al norte


de Chan Chan, en el valle del Moche (ver fig. 1), y es uno de
los muchos y extensos sistemas de canales chimú planeados y
ejecutados por el estado. La primera parte de este artículo presenta
hallazgos detallados sobre algunos de los logros técnicos relacio-
nados con el sistema chimú de canales Intervalle (La Cumbre);
la segunda parte expone datos relacionados con el canal dentro del
112 C. R. ORTLOFF
valle del Moche, su alimentación y los sistemas de campos locali-
zados en la Pampa Huanchaco.
El sistema mostrado en la figura 5 consiste en una intrincada
red de canales interconectados y sistemas auxiliares de alimenta-
ción, limitados al este por el lecho (seco) del río Seco y al noro-
este por la región de dunas costeras que separan los valles Chicama
y Moche. Chan Chan, la ciudad capital del imperio chimú, queda
en la ribera este del río Seco y está aproximadamente a 5 km
del sistema de canales Huanchaco. El flujo de entrada al sistema
Huanchaco (en la estación O en la fig. 5) es aquél de las aguas que
fluyen a través del C M E . Vinchansao proveniente del río Moche,
y suplementadas en alguna época por las aguas del canal La
Cumbre desde el valle del Chicama. En el sitio de empalme al
norte de Chan Chan los canales La Cumbre v Vinchansao com-
binan sus flujos; este sitio de empalme está ubicado al pie del
cerro Cabras, cerca de 3 km de Chan Chan en el extremo norte
de la pampa Esperanza (ver fig. 1).
Atravesando el lecho del río Seco por medio de acueductos de
poca altura, las aguas del C M E . Vinchansao v/o del canal La
Cumbre continúan por unos 15 km a través de una elaborada
red de alimentación desde los canales de distribución principales
hasta los campos adyacentes. En muchas ubicaciones, complejas
estructuras de desagüe canalizan el agua hacia canales de alimen-
tación destinados a alcanzar campos a considerable distancia del
brazo principal del sistema de canales. Estos campos de cultivo
consistían en una serie de áreas de cultivo rectangulares unidas
y rodeadas por continuos y pequeños terraplenes. En el interior
de estos espacios limitados por terraplenes existen pequeños cana-
les de diseño serpenteante, empleados para permitir un fácil acceso
del agua hacia los sistemas de raíces de las plantas. Tales campos
de cultivo están dispuestos de tal manera que cualquier flujo
en exceso sea conducido de una plantación hacia otra advacente,
ubicada a una elevación menor a través de una alcantarilla que
corre a través del terraplén divisorio. Detalles de los tipos de
cursos de agua serpenteantes utilizados por los agrónomos chimú
pueden ser encontrados en Kus, 1974. Unos cortes transversales
excavados en numerosas estaciones, perpendicularmente a estos
canales principales y a los de alimentación, se utilizaron para
analizar las capas de sedimentos, los detalles del revestimiento de
piedra de las paredes y de la superficie del lecho, el diseño geomé-
trico de la sección transversal, los detalles de porciones recons-
truidas de los canales, y detalles generales de la estratificación
vertical, todos los cuales indican el ciclo de uso, modificación y
abandono del sistema de canales. En total, 60 perfiles transversales
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 113
fueron excavados en el sistema Huanchaco para proveer informa-
ción para el análisis presentado aquí. Reconocimientos topográ-
ficos fueron efectuados entre estas estaciones para determinar la
pendiente promedio del lecho y registrar cambios en la geometría
de la sección transversal, de tal modo que pudiéramos obtener
información relacionada con las técnicas de reconocimiento topo-
gráfico y las técnicas de control hidráulico chimú. Este trabajo
proporcionó la información necesaria para un análisis integrado
de las técnicas hidráulicas chimú relacionadas con la construcción,
reconocimiento topográfico, y técnicas de control y suministro de
agua. Ayudó también a proporcionar información acerca de las
respuestas ingenieriles a contingencias políticas, ecológicas y cli-
máticas enfrentadas a través del tiempo por los agrónomos e
ingenieros hidraúlicos del estado chimú.
En la exposición que sigue, las técnicas hidráulicas y de recono-
cimiento topográfico serán presentadas en la Sección I, secuencia
de uso del canal Pampa Huanchaco en la Sección II, y su diseño
y filosofía operacional en la Sección III. Finalmente, el autor pre-
sentará algunas perspectivas históricas basándose en sus hallazgos.

I. Técnicas hidráulicas y de reconocimiento topográfico


Tcdo el sistema de canales principales de Pampa Huanchaco
parece haber sido diseñado con una pendiente constante. Para el
ramal a - e - f - k (fig. 5), 12 mediciones de la pendiente local
revelan una pendiente media de —31' 21.6", con una desviación
estandar de —13.2'. El ramal superior a - c - d - g - i del canal prin-
cipal se caracteriza por una pendiente media de —27.00', con una
desviación estándar de —4'28", basada en 3 mediciones de la pen-
diente local. El segmento de canal reconstruido, c - g , tiene una
pendiente media de —27.00" con una desviación estándar de
—4'28" a lo largo de su extensión. El canal de alimentación k-m tie-
ne una pendiente media de —2~.5' con una desviación estándar de
—3*32". Por lo tanto, sobre más del 90% de la extensión total del
canal, parece ser que una pendiente aproximada de —30' fue delibe-
radamente medida despucs de la estación a. En otras secciones del
canal, donde la pendiente se desvía del valor medio, —30', otras
contingencias se aplican tal como será expuesto a continuación.
Las desviaciones estándar obtenidas revelan la presencia de una
precisión en las mediciones de menos de —0.25° a lo largo de exten-
siones considerables. Los ramales principales del canal que aparecen
en la figura 5 fueron construidos de tal manera que áreas mas bajas
siempre estuvieran adyacentes al sistema principal. Esto permitía
utilizar estructuras de desagüe para canalizar agua hacia campos
de cultivo ubicados a elevaciones menores. En la práctica, el sis-
114 C. R. ORTLOFF

tema fue medido con la intención de encerrar áreas con una eleva-
ción menor hacia las cuales pudiera canalizarse agua posterior-
mente. Por ejemplo, la zona encerrada por las secciones j - g -
k del canal forma un área semejante a un plato poco profundo
en la cual hav localizados muchos campos de cultivo. Los ramales
de alimentación k - m y z - 1 corren hacia esta zona y están
soportados en gran parte de su extensión por acueductos con el
objeto de reducir la pendiente y ganar en extensión. Hay campos
de cultivo a ambos lados de f - k así como también a la izquierda
de g-s; numerosos campos se encuentran en la zona entre O - a
y F - E ' tal como veremos más adelante. En el ramal superior
del canal, g - j parece ser una reconstrucción posterior pero tiene
la misma pendiente que el ramal principal a - k. La filosofía de
diseño dirigida a conservar pendientes de —30' parece haber sido
deliberadamente mantenida a lo largo del tiempo.
Ya que casi todo el sistema de Pampa Huanchaco soporta un
flujo subcrítico (para lo cual la profundidad normal es menor que
la profundidad crítica en todas partes), la presencia de pendientes
más suaves corriente abajo y de puntos de constricción hace imposi-
ble que hava incrementos en la elevación de remansos corriente
arriba en lugares no deseados, manteniendo así una altura de flujo
cercana a la profundidad normal. Este hecho permite el uso de l;i
ecuación de Manning para analizar los datos de las secciones trans-
versales del canal con un buen grado de aproximación. Para el caso
de la profundidad normal, el caudal es proporcional a la raíz cuadra-
da de la pendiente del lecho; para cálculos de flujo no uniforme,
el caudal es proporcional a la pérdida de altura por unidad de largo.
Por lo tanto, para el presente análisis se asumirá flujo uniforme
con profundidad normal. Tal como será expuesto en una sección
posterior, el ramal g - j y partes del a - g muestran un revesti-
miento de piedra bien construido. En estas últimas construcciones
(g - j i en las reconstrucciones, los ingenieros chimú parecen
haber dedicado un considerable esfuerzo en aumentar el caudal
de diseño, incrementando el radio hidráulico y disminuyendo la
resistencia al flujo (factor de rugosidad Manning) para los sistemas
de pendiente fija. Esto está indicado por el posterior uso de siste-
mas de canales revestidos con un perímetro mojado bajo en contra-
posición a sistemas anteriores de canales de base ancha y perímetro
mojado grande. Tales sistemas anteriores se encontraron debajo
de muchos de los canales posteriores. En realidad estos sistemas
más antiguos proporcionaban un lecho inferior casi impermeable
para el sistema de canales construidos posteriormente v por lo
tanto reducían las pérdidas de agua por filtración a un mínimo
(Sección I I I ) . Tales tendencias hacia mayores eficiencias del canal
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 115
pueden ser demostradas observando la geometría del diseño de
los canales revestidos reconstruidos posteriormente, en compara-
ción con las geometrías de diseño anteriores. Como consecuencia
de esta tendencia se maximiza el caudal con una inversión de
trabajo relativamente mínima.
El uso de un instrumento topográfico que incorpore un horizonte
artificial es necesario en la metodología de mediciones topográfi-
cas de canales así como algún método elemental para estimar
elevaciones y ángulos con respecto al horizonte. En vista de que
son imposibles las mediciones directas de elevación absoluta sobre
la superficie del terreno sin alguna elemental noción de trigono-
metría, el autor piensa que los chimú pueden haber empleado un
tipo de trigonometría "pequeño ángulo" para determinar las eleva-
ciones. Hay que recordar que la construcción de un sistema con
pendiente constante de — 30' implica el conocimiento de cómo
medir tal pendiente sobre una extensión total del canal de 25 km.
Se necesitaba un fundamento matemático para tales mediciones.
Considérese que para un círculo de radio R, un elemento de
la circunferencia está dado por R 0 , donde © está en radianes y es
el ángulo polar. Cuando © es pequeño y R es grande, la geometría
se aproxima muchísimo a un triángulo recto de hipotenusa R y
lado opuesto h. En este caso, para 0 pequeño, seno ©° ~ 0 (en
radiantes) de tal modo que R seno 0 ~ R 0 «« h. Admitiendo que
algún conocimiento de estas relaciones empíricas entre longitud
y ángulo existía como resultado de la observación, registro y análi-
sis a lo largo de los 20 siglos de construcción de canales en el valle
del Moche, el diseño de canales y el reconocimiento topográfico
se convierten en un ejercicio que utilizaba estas relaciones matemá-
ticas. Con esta simple relación, una sección de pendiente constan-
te es determinada midiendo una distancia R sobre el terreno, luego
tomando como mira un punto situado sobre un horizonte artificial
v ubicado a una altura h sobre el extremo inferior de una vara sos-
tenida verticalmente a una distancia R del punto de observación.
La pendiente del terreno es entonces © •» h/'R (radianes) con un
alto grado de precisión, cuando h/R es pequeño. La división de
h/R puede ser simplemente lograda contando el número de veces
que la altura de la vara, h, "cabe" en la distancia R. De esta mane-
ra se pueden determinar líneas de pendiente de terreno con ©
constante y así excavar canales con esta pendiente constante.
La sección d - k del canal da indicaciones de la aplicación de
este método. Comenzando desde d, el primer segmento del canal
de 312.5 m tiene una pendiente de — 30'; para los siguientes
375 m, © = 35'; para los siguientes 437.5 m, © = — 55'; y para
los siguientes 875 m, © = — 10'. La disminución de elevación
116 C. R. ORTLOFF

de los últimos tres segmentos de canal es 1.5, 3 y 1 vez la disminu-


ción de elevación del primer segmento del canal. Esto implica
una selección consciente de un número uniforme de divisiones
sobre una vara para marcar alturas, con el objeto de facilitar los
cálculos de pendientes posteriores. Esto sugiere específicamente
que si una determinada ubicación debe ser alcanzada desde un
punto de reconocimiento ubicado corriente arriba, entonces esta
ubicación puede ser alcanzada por etapas sucesivas. Es decir, se
calcula una inclinación apropiada para una distancia determinada
hacia la dirección del punto terminal. Cada altura, dividida por la
distancia entre estaciones sobre el terreno, determina la pendiente
© entre ambos puntos. Las varas indicadoras de altura (con una
escala de distancias iguales conocidas) son observadas con preci-
sión mediante la línea de horizonte artificial y luego divididas
por la distancia sobre el terreno, para determinar la pendiente
local del lecho. Por lo tanto, acercándose por etapas al punto termi-
nal deseado, el agrimensor está seguro de que su pendiente para
el canal es siempre negativa permitiendo así el flujo de agua
hacia el punto de descarga terminal.
El segmento de canal no funcional, a - b (fig. 5) proporciona
mucha información por varias razones. La pendiente de a - b ha
sido medida como - f 8 ' (pendiente arriba). En un intento de exten-
der el sistema hacia el norte, se necesita un lecho con una pendien-
te muv suave, debido a que la pendiente del terreno se hace cada
vez más positiva en esta región. Debido a que la precisión en las
mediciones topográficas era tal que el error inherente en las medi-
das puede haber excedido la pequeña pendiente que debía ser
medida, existe la posibilidad de que los límites de precisión de los
instrumentos de medición fueran excedidos. Más aun el hecho
de que el segmento a - b fuera abandonado indica que el plano de
los canales había sido levantado por segmentos desde corriente
arriba. El abandono del canal aparentemente ocurrió después
de que un nuevo chequeo de la pendiente demostrara que este-
cana! no era factible. Debido a que el agua no fluyó jamás en este
canal, resulta claro que se empleaban métodos teóricos para verificar
pendientes, sugiriendo por lo tanto el uso de un control formal de
calidad del reconocimiento topográfico, y de un procedimiento
de verificación antes de que la excavación del canal hubiese avan-
zado demasiado. El concepto de levantamiento de planos en forma
segmentada parece haber sido una técnica ingenieril chimú. En
un artículo posterior se examinarán otros ejemplos de esta técnica.
De las muchas maneras posibles de levantar el plano de un siste-
ma de canales, y admitiendo el uso de una tngonometría elemen-
tal por parte de los chimú, el autor piensa que en la Pampa Huan-
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 117
chaco fueron medidas líneas constantes de contorno (o pendientes
del lecho) con varios ángulos 0 . El contorno de — 30' en los rama-
les g - j y g - k incluida el área requerida para uso agrícola y también
una zona de pendientes más empinadas (negativas). Nótese que la
pendiente de i - i ' es — I o 20', facilitando el flujo de agua hacia
la región central delimitada por g - j y g - k. Desde Chan Chan
dos cómodos caminos permitían el acceso a esta región (fig. 5 ) .
Los intentos de aumentar el área incluida por medio de alteracio-
nes del cana] a - b, p - p' y q - q' parecen haber sido abandona-
dos debido probablemente a las suaves pendientes requeridas (me-
nores que 30'), ya que la precisión en el reconocimiento topográfi-
co de pendientes tan suaves era indudablemente marginal y no
habría inspirado confianza en el futuro funcionamiento del canal.
La pendiente constante y la forma geométrica de la sección trans-
versal de los ramales principales garantizaban profundidades más
o menos cercanas a la normal y también flujos uniformes (mien-
tras que cambios en la pendiente hacia ángulos menores habrían
conducido a grandes cambios corriente arriba en la elevación del
nivel del agua, requiriendo así estructuras de elevación de las pare-
des del canal para contener el flujo). Debido a que no hay eviden-
cia de tales paredes en el sistema Huanchaco, los canales de 0
constante tienen sentido, hidráulicamente hablando, ya que no
fueron necesarias modificaciones del canal corriente arriba causa-
das por cambios en la pendiente corriente abajo.

II. Secuencia de uso del sistema de canales


e implicaciones técnico-climatólogicas

La figura 5 muestra el sistema Huanchaco desde el punto de


entrada en O hasta las ramas principales en la dirección de la
corriente representada por g - k v g - j . A lo largo del canal muchas
estructuras de desagüe vierten agua desde los ramales principales
del canal hacia los sistemas de campos adyacentes. Existen extensos
sistemas de campos adyacentes a los canales de alimentación m - k
v z-1 v también a lo largo del canal principal g - k . Sistemas de
canales anteriores (indicados como el sistema Milagro) represen-
tados por los segmentos X - Y y E ' - F (figs. 5 y 6 ) son general-
mente de naturaleza sinuosa, al seguir ellos un curso a lo largo de
la zona escarpada que nace del lecho del río Seco. Los sistemas
posteriores parecen reflejar una comprensión del efecto de hacer
más recto un canal sobre el mejoramiento de la eficiencia hidráuli-
ca, como demuestran segmentos tales como c - j y g - k ; es decir
la resistencia al flujo que viene desde corriente arriba se reduce
cuando el canal se hace más recto en sistemas subcríticos, llevando
118

Fig. 6. Sistema de canales Milagro Superior y Milagro Inferior.

a caudales mavores a través de estos canales. Numerosos segmentos


del canal en la cercanía de k, f y e (fig. 5) parecen ser parte de
esquemas de modificación y extensión del canal eliminados en
favor de diseños operacionalmente mejores. Al oeste del sistema
Huanchaco, bajo los acantilados que delimitan la Pampa Huan-
chaco, existen chacras hundidas que utilizaban la napa freática
local para mantener una agricultura cerca de la orilla de la playa.
Entonces, tal como ahora, estas chacras probablemente servían
para la producción de totora, necesaria para la construcción de
botes de junco aún en uso en esta área.
La figura 6 da aún mavores detalles del sistema Milagro. Se
muestran detalles de los ramales O - c-4 y F - E'; en la exposición
que sigue nos referimos a estos sistemas como sistema Milagro
Superior e Inferior, respectivamente. Corriente arriba del punto
O en la figura 6 el canal Intervalle y el C M E . Vinchansao com-
binan sus flujos para proveer agua al sistema de Pampa Huanchaco.
Numerosos sistemas de alimentación provenientes de los sistemas
Milagro Superior e Inferior proporcionaron agua, en algún tiempo,
a extensas plantaciones adyacentes a estos canales.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 119
Los cálculos de las profundidades crítica y normal a partir
de mediciones de la pendiente del lecho y del perfil excavado
del canal indican la presencia de flujo subcrítico de un extremo
a otro. Esto significa que las contracciones v/u obstáculos ubica-
dos en el canal tendrán como efecto elevar la altura del agua en
el canal en ubicaciones corriente arriba. Un método hipotético
para proveer agua a sistemas de campos adyacentes a un segmento
particular del canal es bloquear parcialmente el flujo en una
ubicación comente abajo de dicho segmento, provocando por lo
tanto un aumento de la elevación en ubicaciones corriente arriba.
Bloqueando a continuación las tomas que están localizadas comen-
te arriba, el agua contenida en el segmento comprendido puede
hacerse entrar en las tomas abiertas de las estructuras de
desagüe ubicadas en dicho segmento. Todas las estructuras de des-
agüe hasta ahora excavadas han revelado que ellas están cons-
truidas un poco arriba del piso del canal. La ubicación de estas
tomas requcria un cambio en el nivel del agua para operar
intermitentemente ciertos segmentos del canal principal sobre
una base rotacional. Debido a que un flujo subcrítico se presta
fácilmente para este método de control, es altamente probable
que tal haya sido la técnica de irrigación empleada (ver sec-
ción I I I ) .
Con el objeto de analizar los sistemas de canales es importante
notar que en gran parte del sistema de canales mostrado en la
figura 5 grandes trechos son rectos. Debido a que el flujo sub-
crítico tiende hacia la altura normal en tales situaciones, la
ecuación de Manning puede ser usada para estimar el caudal
del canal a partir de estimaciones de la pendiente del lecho, la
estructura geométrica del canal y de la rugosidad de la pared
estimadas. A continuación estimando el caudal a partir de los per-
files de sedimentos excavados y/o de la estructura geométrica
de los revestimientos de piedra, se puede determinar la ubica-
ción de los sistemas de canales de caudal constante. Ya que tales
sistemas de caudal constante deben haber funcionado al mismo
tiempo, nosotros podemos determinar cuáles sistemas de alimen-
tación estuvieron en uso en un determinado momento. Las exca-
vaciones de secciones transversales del canal revelaron una multi-
plicidad de capas de sedimentos, arena eólica y depositada por las
aguas, capas de magnetita, zonas de oxidación (indicando un
uso extenso), revestimientos de piedra, relleno artificial del lecho
y elementos de canalización. A partir de estos rasgos característicos
del canal, fue determinada la secuencia de uso del sistema total dc.
canales Pampa Huanchaco. A continuación, se ofrecen los resul-
tados de este análisis.
120 C. R. ORTLOFF

Las figuras 5 y 6 indican la ubicación del primero de los


canales chimú X - Y , E ' - F (el segmento de E ' a X fue destruido
por las lluvias no frecuentes que inundan el lecho del río Seco
normalmente seco). Los cálculos efectuados con los datos de la
sección transversal excavada indican que este sistema soportaba
un caudal de aproximadamente 1.3m3/s (fig. 7 ) . Ya que éste
está dentro del caudal del canal de suministro principal (el
C M E . Vinchansao), considerando pérdidas por filtración y
evaporación, se puede concluir que el sistema Milagro Inferior
estaba solamente abastecido por suministro del interior del valle
desde el río Moche a través del C M E . Vinchansao (Fase I en

Las fases de operación del canal

Fig. 7. Calculaciones del caudal ( Q ) del sistema de canales Pampa Huanchaco


durante las fases de su construcción v uso.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 121
la fig. 7 ) . El segmento X - Y parece ser un canal de contorno
constante 30') de pequeña capacidad el cual muestra alguna
evidencia de un revestimiento del lecho para reducir pérdidas de
agua causadas por filtración. El segmento E ' - F está construido
como un acueducto de paredes bajas y utiliza el lecho del río
Seco como un lecho para el canal. Como resultado de la posición
del Milagro Inferior en el lado sur de la Pampa Huanchaco, un
area caracterizada por profundos barrancos erosionados, existe
un amplio grado de sinuosidad en el sistema. Dicha sinuosidad en
un sistema de canales subcrítico tendría el efecto de subir los
niveles de agua comente arriba requeriendo por lo tanto paredes
sólidas para que el acueducto pueda contener el flujo. Debido
a que estos acueductos están localizados en una zona altamente
erosionada, es difícil determinar su altura original. Este siste-
ma representa indudablemente el suministro más antiguo de
aguas del Moche hacia la Pampa Huanchaco y puede haber
funcionado en conjunto con los canales de alimentación de Pam-
pa Esperanza sobre una base de uso rotacional del canal. Este
primer sistema chimú muestra un conocimiento de las técnicas
de construcción de canales de contornos, similar a aquéllos em-
pleados en los sistemas C M E . más antiguos de interior del
valle, construidos por los chimú y los mochicas, y refuerza la
proposición de que las técnicas topográficas fueron altamente
desarrolladas durante el Horizonte Medio.
Los cálculos revelan que el canal principal ( O - a - e - f - k )
soportaba un caudal del orden de 4.5m3/s. Esta cifra plantea
varias preguntas interesantes. Primero que nada, hay que enfren-
tar la interrogante sobre el origen de este caudal. El cálculo del
caudal del canal Intervalle en la Quebrada de Oso (ver Parte I
de este artículo) dio un valor de 4.67m3/s: admitiendo un 6 0 % de
eficiencia de transmisión, entonces 2.8m3/s podían haber sido
teóricamente suministrados al sistema Huanchaco. Alternativa-
mente, el cálculo del caudal a través del C M E . Vinchansao da
un valor superior a 2.5m3/s. Si estos dos caudales se unen, el
total es del orden de 4.5ms/s. Esto implica que las aguas del
canal Intervalle más las del Vinchansao suplían el sistema Huan-
chaco, o que el C M E . Vinchansao, operando a un caudal
máximo de (aproximadamente) 4.5m3/s, alimentaba el sistema
Huanchaco. La última alternativa habría requerido que porciones
del Vinchansao, corriente arriba, fluvera muv cerca de su borde
superior. Por lo tanto, lo más probable es que la primera alterna-
tiva fuera la verdadera. La segunda fase de la operación del canal
(Fase II en la fig. 7) utilizaba por lo tanto las aguas combinadas
del canal Intervalle más las del C M E . Vinchansao con un
122 C. R. ORTLOFF

caudal total de aproximadamente 4.5m3/s. Parece ser entonces


que el desarrollo del potencial agrícola de Pampa Huanchaco
dependía en gran parte del canal Intervalle. El ramal s - j (fig. 5)
puede representar un esfuerzo de utilizar las aguas del canal Inter-
valle para comenzar la producción agrícola de la región al norte
de i - m y al sur de s - j. Dos sistemas de caminos, indicados en
la figura 5, llevaban directamente desde Chan Chan hacia esta
región anticipando a lo mejor su uso eventual.
En base a cálculos efectuados con los perfiles excavados, parece
ser que O - a - e - f - k fue operado hasta que ocurrió un embauca-
miento parcial. En esta cpoca, caudales en el orden de 3m3/s se
registraban en el ramal inferior a - e - f - k . El agua restante (fig. 7)
era desviada hacia el ramal superior c - e - d - g - h - i. A medida
que se iba produciendo el embancamiento del canal inferior,
parece que el ramal superior fue más intensamente utilizado. En
una época, el canal e - d, en su capa de sedimentos más inferior,
muestra evidencias de haber soportado 4.5m3/s. Parece ser que
ambos ramales del canal, e - f - k y e - d - g - i, eran utilizados al
mismo tiempo, a lo mejor sobre una base de días alternados. El
uso del ramal superior es beneficioso en un sentido hidráulico,
debido a que su resistencia al flujo y sinuosidad son menores que
las del ramal inferior; existe además un ahorro de 188 m de canal
en el uso del ramal superior. En un sistema subcrítico esto tiene
el efecto de reducir la altura de la pared en ubicaciones muy
corriente-arriba, permitiendo que los acueductos a través del rio
Seco tengan paredes más bajas, a la vez que reduzcan las posibili-
dades de derrames causados por un desborde del canal. Después
de un cierto tiempo parece ser que los sistemas c - e - f - k y c - e -
d - g - h - i sufrieron problemas generales de embancamiento pro-
bablemente debido a una disminución en el suministro de agua
en el sistema principal O - a . Velocidades menores del agua causa-
ron en los canales un aumento en el embancamiento, debido a
que la carga de sedimento en suspensión varía con la raíz cuadrada
del caudal. Disminuyendo el caudal a la mitad se logra una dismi-
nución de los sedimentos suspendidos de 1/4. El análisis de los
perfiles excavados en c - 4, c - 3, y c - 2 indican un caudal medio
de 1.3m3/s en las últimas etapas del embancamiento. Esta disminu-
ción en la cantidad total de agua disponible puede haberse debido
a sequías de larga duración y/o a la caída en desuso del canal
Intervalle. En esta época, el flujo total de agua a través del sis-
tema puede haber sido suministrado tan sólo por las aguas del
Moche (fig. 7 ) , favoreciendo la hipótesis de un canal Intervalle
en desuso.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 123
Los perfiles más bajos del canal de esta época no están revestidos
y tienen una sección transversal parabólica con modificaciones
posteriores hacia parábolas revestidas de piedra en el ramal e-
f - k y hacia trapezoides de fondo ancho y revestidos de piedra
en el ramal d - g. Las secciones transversales posteriores revestidas
de piedra, están siempre contenidas dentro del mismo lecho que
los canales anteriores, no revestidos y parabólicos, lo que indica
una comprensión de la disminución de la permeabilidad debida
a extensos depósitos de sedimentos en los canales antiguos sub-
yacentes. E n general, las versiones posteriores de los canales es-
tán caracterizadas por caudales menores y por revestimientos de
piedra. En los alrededores de p' - q', por ejemplo, un canal para-
bólico no revestido tiene un terraplén construido al medio; pos-
teriormente las paredes interiores de este canal de tamaño
reducido fueron revestidas de piedra. De esta manera el lecho de
un canal anterior fue adaptado para servir como lecho para un
canal con una capacidad de flujo menor lo cual es una característica
de los canales posteriores en la Pampa Huanchaco.
La siguiente fase en el desarrollo de canales (Fase III en la
fig. 7) muestra canales bien diseñados, revestidos de piedra, de
sección transversal trapezoidal, contenidos dentro de los lechos
de canales anteriores. Esta fase de la reconstrucción de canales
aparece en los tramos existentes de O a así como también en
c - d - g - h - i con algunas otras evidencias en las porciones infe-
riores del segmento i - j . Los cálculos del caudal estimado para
este sistema muestran una reducción de aproximadamente 1/3
del caudal en comparación con el flujo soportado antiguamente
por el canal Intervalle, indicando así una continuación de la
tendencia de la Fase II hacia un suministro de agua reducido.
El ramal g - i - j es un canal revestido con una construcción tipo
Fase III; versiones no revestidas, más profundas y anteriores de
este canal, indican el uso hasta el punto i. Segmentos posteriores
(revestidos) desde i hasta j no muestran ningún tipo de uso,
sea cual fuera. Parece que el canal Intervalle fue capaz de suple-
mentar el flujo del rio Moche durante la Fase II. Aprovechando
este logro, se intento usar los flujos combinados para alimen-
tar campos adyacentes al ramal s - j. A lo mejor con la pers-
pectiva de incrementos importantes durante esta época en la
producción agrícola total, parece ser que los expertos hidráulicos
chimú agregaron sofisticación a la ingeniería diseñando secciones
transversales para i - j con una eficiencia hidráulica óptima. Esto
fue logrado a través del uso de pendientes para la pared y anchos
del fondo para la sección transversal trapezoidal casi óptimas.
Por óptima entendemos aquella forma del canal que poseía la
124 C. R. ORTLOFF

menor resistencia al flujo entre todas las configuraciones geomé-


tricas posibles para una sección transversal trapezoidal. El flujo
a través de tales canales está por lo tanto aumentado por una
disminución en la resistencia al flujo a lo largo de un canal sub-
crítico. Más aún la sinuosidad del sistema a - c - d - g - i es menor
que la de canales de alimentación anterior. El efecto neto era
entonces permitir un caudal mayor hacia el ramal superior del
sistema Huanchaco. Sin embargo, en esta época parece ser que el
canal Intervalle cayó en desuso, o el sistema total estuvo sujeto
a una severa escasez de agua, puesto que todos los canales pos-
teriores fueron rediseñados para transportar flujos de agua muy
reducidos del orden de 1.5ms/s (ver fig. 7 ) . Esta fase de rediseño
puede representar una decisión chimú de abandonar el uso del
canal Intervalle debido a excesivos requerimientos de manteni-
miento, causados a lo mejor por daños provocados por las oca-
sionales y fuertes lluvias de la costa ("El Niño") y pasar a depen-
der totaímente de las aguas locales del Moche para alimentar
el sistema Huanchaco. Debido a que los sistemas de canales
en el ramal f - r están soportados por acueductos, y muestran pocos
perfiles de canales anteriores; se puede argumentar que inunda-
ciones extensas y serias destruyen muchos segmentos del sistema
total requiriendo esfuerzos masivos de reconstrucción orientados
a recibir tan sólo las aguas del río Moche. En la parte I de este
articulo, hemos visto que ocurrieron destrucciones de segmentos
del canal Intervalle en ubicaciones con perturbaciones hidráulicas
v fueron causados por caudales que excedieron el caudal de
"diseño". Debido a que una masiva lluvia causada por el fenó-
meno conocido como El Niño 4 pudo destruir simultáneamente
ambos sistemas de canales, el canal Intervalle y el Huanchaco,
es plausible que se haya rediseñado el sistema Huanchaco para
manejar sólo las aguas del Moche, considerando la necesidad de
volver nuevamente funcional la base de soporte agrícola de Chan
Chan. En cualquier caso, la falta de uso del segmento s-j cierta-
mente implica que repentinamente estuvo disponible una menor
cantidad de agua para el sistema Huanchaco. Debido a que la
capacidad de transporte de los canales reconstruidos era tal que
el río Moche podía alimentarlos fácilmente (fig. 7 ) , parece ser
que una dependencia de un suministro local de agua junto a un

4 Se conoce como " E l Niño" un fenómeno de naturaleza poco conocido

que ocurre a veces a lo largo de la costa peruana entre los meses de diciembre
y febrero. Se trata de una corriente de aguas calientes que sube de las profundi-
dades del océano y fluye en dirección de norte a sur causando en el clima de
la costa perturbaciones que se manifiestan en forma de lluvias intensas y
de breve duración.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 125
programa de mantenimiento de canales menos exigente (canal
Intervalle), prevalecieron en el periodo posterior al canal Inter-
valle y que el rediseño de canales se comenzó sobre esta base.
El análisis de los depósitos de sedimentos y estructura geo-
métrica de los revestimientos correspondientes a la Fase I V , o
sea la última secuencia de uso de los canales indican que el
ramal g - f fue excavado para permitir que el flujo de c - g reen-
trara nuevamente al ramal f - k . Este ramal fue excavado con
una pendiente de 1° 30' y parece señalar el abandono de todos
los ramales que, naciendo de g, se dirigían al norte. Grandes
sedimentos de arena eólica parecen separar los perfiles de uso
del canal anterior y posterior desde f hasta E; la región corriente
abajo de este punto ( E a B ) parece haber estado sujeta a un
deslave erosional, de tal modo que las versiones anteriores del
canal se han perdido. Desde B hasta k, múltiples perfiles de
sedimentos aparecen nuevamente. Es interesante notar que ca-
nales construidos durante la fase de reconstrucción tenían aproxi-
madamente el mismo caudal que el sistema Milagro más antiguo.
Se sabía, en base al sistema Milagro anterior que era posible
lograr este caudal; este conocimiento puede haber dado a los
chimú un caudal sobre el cual basar cálculos ingenieriles durante
el diseño del sistema reconstruido. El caudal realmente alcan-
zado en el ramal inferior f - k está dentro del 1 5 % del caudal
del sistema Milagro. El nuevo sistema está ubicado cerca del
sistema Milagro original, por lo tanto no era necesario un reconoci-
miento elaborado del terreno para establecer su practicabilidad.
Este sistema O - g - f - k utilizaba nuevamente aguas del río Moche
tal como lo hacía el sistema Milagro original y por lo tanto señala
el final de las ambiciones de una expansión permanente en el área
de cultivo de Pampa Huanchaco. A pesar de que el agua era
indudablemente sacada del Milagro Superior para irrigar los cam-
pos de Pampa Esperanza, la disminución total en el volumen de
flujo disponible para el sistema Huanchaco representa no obstan-
te una disminución en el suministro de agua a la red de canales
completa.
El canal hasta c-d puede representar la última fase de la cons-
trucción del canal. Esta sección exhibe secciones transversales muy
angostas y efectivamente constriñe el flujo subcrítico a través de él
causando, corriente arriba, una elevación de la altura del flujo
dentro de este canal y activando así estructuras de desagüe a lo
largo de la sección O - a (río Seco) del canal. La figura 6 muestra
una multiplicidad de canales de alimentación en el área del Milagro
Superior; más aún, un pequeño segmento del canal, w - w', hace
fluir agua desde el sistema Milagro Superior al Inferior (quizá un
126 C. R. ORTLOFF

intento de utilizar el lecho de un antiguo canal para pequeños


flujos de agua sobre el máximo posible de área). Las estructuras de
desagüe del Milagro Superior se activan para caudales del orden
de lm3/s y sus reconstrucciones posteriores, revestidas en piedra,
confirman la posibilidad de un uso muy posterior, tal vez contem-
poráneo con el ramal c-d. Sin embargo en esta época, los caudales
medios eran menores que lm 3 /s, indicando ya sea una severa
escasez de agua y/o un casi abandono del sistema Pampa Huan-
chaco. Recordando que en épocas anteriores, caudales en el orden
de 4.5m3/s prevalecieron en el sistema Huanchaco, la última fase
con un caudal de lm 3 /s ciertamente indica la gravedad de la esca-
sez de agua en los canales de Pampa Huanchaco.
Otro aspecto de la estrategia de uso de los canales de alimenta-
ción es revelado por excavaciones del perfil del canal. El caudal
medio a través del canal de alimentación f-k en las primeras etapas
de uso es de 0.83 m3/s; en las últimas etapas es de 0.64 m3/s con
desviaciones estándar de 0.30 y 0.22 m3/s respectivamente, basadas
en muchos perfiles excavados. El caudal a través de k-m puede
estimarse en 0.67 m3/s y aquél para z-1, 0.83 m3/s. Esto indica la
fuerte posibilidad de una utilización alternada de los sistemas de
alimentación, ya que el caudal medio a través de f-z es aproximada-
mente igual al caudal a través de k-m o z-1 considerados separa-
damente.
En resumen, parece ser que el sistema Intervalle fue abandonado
en algún momento y que en cambio se utilizaron las aguas del rio
Moche. El sistema reconstruido, con una alta eficiencia para
manejar las aguas del Moche, llevó a un sistema de canal abierto
fácil de limpiar, cuyo diseño original podía ser mantenido median-
te una limpieza frecuente. Ya que se encuentran depósitos de
sedimentos correspondientes a las etapas posteriores de uso del
canal, este hallazgo implica que se emplearon las aguas del Moche
ricas en sedimentos.
Si se asume que el canal Intervalle operaba con una eficiencia
de transmisión de 6 0 % desde la estación Quebrada de Oso, enton-
ces las aguas del canal Intervalle más las del C.M.E. Vinchansao
totalizaban 4.5 m3/s durante la Fase II de su operación. Los
cálculos revelan que durante esta fase el C.M.E. Vinchansao por
sí solo no podía haber suministrado suficiente flujo para alimentar
ambos ramales, superior e inferior. Una larga sequía y/o una des-
trucción masiva del canal Intervalle por la lluvia "El Niño" son
posibilidades que pueden haber llevado a un rediseño del canal
utilizando solamente las aguas del río Moche. Otra posibilidad
reside en una repentina y deliberada interrupción del canal Inter-
valle como una respuesta a una emergencia militar seguida de una
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 127
reconstrucción utilizando sólo las aguas del Moche. Esto parece
improbable, ya que unos extensos proyectos agrícolas de reconstruc-
ción constituyen aparentemente una utilización de recursos huma-
nos con menor prioridad en periodos de emergencia militar. Sin
embargo, si las operaciones militares son prolongadas, entonces la
constricción del perímetro defensivo de las áreas de suministro de
agua que deben ser defendidas tiene sentido estratégico. En la mis-
ma línea de argumentación, el abandono del uso del sistema Pampa
Huanchaco para extender el sistema Esperanza habría otorgado
el beneficio adicional de alimentar la napa freática local en el área
inmediatamente adyacente a Chan Chan. Esto habría permitido
disponer de una cantidad de agua adecuada, proveniente de pozos,
durante la defensa de la ciudad. En cualquier evento, el abandono
del sistema Intervalle es inequívoco.

III. Observaciones sobre los revestimientos de canales


y las prácticas de ingeniería hidráulica
Fueron tomadas muestras de suelo provenientes de unos cuantos
perfiles excavados en la región Pampa Huanchaco. Tales muestras
incluyen sedimentos, arenas estériles profundas, materiales para el
revestimiento del lecho y arenas eólicas. Por medio de un harneo
mecánico, se separaron mezclas de acuerdo con el tamaño de las
partículas, con los resultados mostrados en la figura 8. Esta figura

cor oc c • '0
Diámetro ae partícula 'mrr.

Fig. S Distribución del tamaño de las partículas dc muestras de suelo excava


das de varios sitios en el sistema de canales Huanchaco.
141
C. R. ORTLOFF

representa el porcentaje, en pesos, de una muestra en función del


diámetro de partícula efectivo (en m m ) . Los materiales de revesti-
miento del lecho están representados por las curvas n y j. La ubica-
ción n ocurre inmediatamente a la izquierda del punto d (fig. 5)
y representa los revestimientos de la Fase II del canal: la ubicación
j está en el punto a y es una muestra del revestimiento del lecho de
la fase de reconstrucción. En cada caso, cantidades significantes
de arena fina, sedimentos, y arcilla parecen diferenciar estos depósi-
tos de las arenas eólicas (curva f ) . La curva s, considerada como
una muestra de los sedimentos del ramal g-h, indica una preferen-
cia hacia arcillas que son mantenidas en suspensión hasta ubicacio-
nes con baja velocidad de flujo donde son depositadas. Ya que
ambos revestimientos del lecho muestran grandes cantidades de
arcilla y partículas más finas de arena comparadas con arenas eóli-
cas, la presencia de revestimientos artificiales está claramente indi-
cada. Si se considera que arena eólica y sedimentos forman estos
lechos, entonces el punto T en la figura 8 coincidiría casi con el
punto Q, ya que los sedimentos contienen muy poca arena. Por
otro lado, materiales de revestimiento en el rango de tamaño de
partícula mayor que 0.25 mm claramente difieren de las arenas
eólicas en una región donde los sedimentos no tienen ninguna con-
tribución en la mezcla. Basándose en el número limitado de mues-
tras, el revestimiento del lecho parece haber sido una técnica
comúnmente utilizada. Esto, junto con la práctica de construir
canales dentro del lecho de canales anteriores, asegura que las filtra-
ciones sean mantenidas a un nivel mínimo. Por ejemplo, en el ramal
c-e-f, canales parabólicos más pequeños están contruidos dentro de
lechos parabólicos anchos, anteriores y bien sedimentados. También
en el ramal c-d-g, la secuencia de canales contenidos uno dentro del
otro comienza con canales anchos, revestidos y parabólicos y están
seguidos por canales revestidos en piedra, anchos y trapezoidales
construidos dentro del mismo lecho. Un canal mas pequeño,
trapezoidal y revestido de piedra fue luego construido dentro del
canal trapezoidal mayor por medio de una pared de adobe cons-
truida dentro del ancho canal. D e esta manera, los depósitos de
sedimentos acumulados de los canales anteriores sirvieron para
formar un lecho casi impermeable, limitando así la filtración de
agua. Ya que la permeabilidad es aproximadamente proporcional
al cuadrado del diámetro efectivo dio del material del lecho, se
puede lograr una reducción de la permeabilidad de 2 a 30 veces
aquéllas correspondientes a arena eólica según el grosor de la capa.
Las capas de sedimento puro pueden reducir la permeabilidad 100
veces más que las arenas eólicas puras, haciendo de su acumulación
un medio efectivo y ahorrador de trabajo para reducir la filtra-
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 129
ción de agua. Debiera también hacerse notar que ambos sistemas,
el C M E . Vinchansao y el canal Intervalle, parecen ser super-
críticos, mientras que el sistema Huanchaco soporta flujos subcrí-
ticos. En términos prácticos esto implica velocidades muy reduci-
das en el sistema Huanchaco comparados con los caudales de sus
canales de suministro principales. Debido a que el depósito de
sedimentos ocurre con mavor facilidad a velocidades menores, se
puede argumentar que el sistema total de suministro era tal que
el depósito de sedimentos era postergado hasta que el agua alcan-
zaba los sistemas de campos cultivados. La presencia de reves-
timientos de piedra en canales posteriores representa entonces
un nivel de conocimientos hidráulicos que permitían mantener
la sección transversal fija tal como fuera diseñada. Hablando en
términos de mecánica de fluidos, la limpieza de tales canales res-
tauraría la función de diseño original.

Fig. 9. Estructura en el canal p ' - g (fig. 5) para dividir el flujo hacia los
ramales inferior y superior.

Otra interesante característica hidráulica se encuentra en el


punto g (fig. 5 ) . En el medio del canal p ' - g existe una estruc-
tura de adobe que divide el flujo hacia los ramales inferior y
130 C. R. ORTLOFF

superior. La figura 9 presenta un esquema de esta estructura.


Alguna evidencia de desgaste erosional se manifiesta en la cara
frontal de esta estructura obtusa. Debido a que la velocidad del
agua es relativamente lenta cerca del punto de estancamiento
(punto S) la erosión seria mínima a lo largo de la cara obtusa.
Es interesante notar que a medida que la velocidad del agua
aumenta a lo largo de los costados de esta estructura (punto W )
se utilizan piedra y adobe para las paredes laterales.
Esto limitaba la erosión en la región de mayores velocidades e
indudablemente derivaba de la observación de la forma en que
se erosiona la pared. Dicha estructura puede haber servido tam-
bién como un desvió ya que barreras de madera o caña, interpues-
tas en la corriente en esta ubicación, pueden haber sido usadas
para desviar el flujo hacia cualquiera de ambos canales para uso
diario alternado en los campos del sur o del norte. Una vista en
planta de esta estructura (fig. 9) parece indicar que existía alguna
construcción en la pared lateral que fundamenta esta hipótesis;
una compuerta podía haber sido fácilmente insertada desde el
punto D al E o desde D a F para desviar el flujo desde el canal
principal hacia cualquiera de los ramales. Si se insertaran parcial-
mente compuertas en ambas ubicaciones (D-E y D-F), entonces
el flujo corriente arriba de este punto subiría de altura. Cual-
quiera estructura de desagüe corriente arriba de esta ubicación
sería entonces activada.

Resumen

En conjunto, el canal Pampa Huanchaco representa un sistema


subcrítico de contorno constante, que refleja el elevado nivel
técnico alcanzado por los ingenieros chimú. En este sistema
existen soluciones a problemas técnicos de reconocimientos topo-
gráficos, distribución de recursos de tierra, e hidráulica de flujo
en canal abierto. Todos los canales reconstruidos posteriormente
parecen haber hecho más rectos los canales anteriores y poseen
secciones transversales revestidas de piedra y con un diseño casi
óptimo para reducir la resistencia al flujo. Recuérdese que en un
sistema subcrítico, la resistencia al flujo en la dirección de la
corriente disminuye la cantidad total de flujo que puede ser intro-
ducida al canal, debido a fuertes efectos que influencian el flujo
corriente arriba. Nosotros vemos también en el sistema Huancha-
co, soluciones a los problemas de filtración: a través de la acumu-
lación de capas de sedimentos y de revestimientos de piedra, se
puede limitar la erosión de la pared en canales posteriores. Los
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 131
canales anteriores de forma parabólica ancha, están aparentemen-
te cerca de su forma de equilibrio después de haber ocurrido la
erosión de la pared. La diferencia en la tecnología de canales
con respecto a la hidráulica, es marcada entre las fases anteriores
y las posteriores de la construcción de canales; los conocimientos
de agrimensura parecen mejorar a lo largo del tiempo tal como
lo indican los procedimientos de enderezamiento del canal. E l
haber alcanzado un correcto reconocimiento en el canal Milagro
Inferior indica un considerable conocimiento de agrimensura al
comienzo de la ocupación chimú de la Pampa Huanchaco. Este
conocimiento bien puede haber sido transmitido por los prede-
cesores mochica, juzgando por los considerables logros en la cons-
trucción de canales en el lado sur del valle del Moche. Parece
ser que los ingenieros chimú habían notado que habia otro canal
con contorno de —30' ( g - i ) al norte de f - k y estaban en pro-
ceso de explorar este hecho para expansiones mayores del área
de cultivo cuando el canal Intervalle cayó en desuso. La secuen-
cia de reconstrucciones de canales orientadas hacia sistemas de
gran eficiencia hidráulica utilizando sólo las aguas del Moche,
representaba la única estrategia disponible y fue practicada de
una manera eficiente. El haber pasado el agua a través de g-f-z
después de la Fase II, representa un uso lógico de la limitada
disponibilidad de agua. La razón para la falta de aguas del canal
Intervalle después de un cierto tiempo no puede imputarse en
definitiva a ningún fenómeno en particular. Sin embargo, el modo
de destrucción del canal Intervalle por aluviones, unido a las
extensas reconstrucciones del canal Huanchaco después de tales
aluviones, indican claramente que una masiva lluvia costera ( " E l
Niño") fue la causa de la destrucción. Con tal contracción de la
base económica agrícola local se puede considerar que la invasión
inca ocurrió en un momento óptimo.
El sistema Intervalle es un ejemplo de hidráulica supercrítica,
de agrimensura y tecnología de construcción de tipo avanzado;
el sistema Huanchaco de canales subcríticos fue igualmente com-
pletado con una habilidad técnica similar y representa un avanzado
estado de logros técnicos hasta ahora no reconocidos en la histo-
ria de la tecnología hidráulica.

AGRADECIMIENTO

El autor desea agradecer al doctor Michael E . Moseley Director


del Programa Riego Antiguo, por su valiosa colaboración en el
trabajo presentado aquí. Debo también agradecer a los doctores
132 C. R. ORTLOFF

Sheila y Thomas Pozorski sus esfuerzos en la dirección de las


excavaciones del programa; a Eric Deeds V al doctor James Kus por
el trabajo anteriormente efectuado en el análisis del sistema de
canales. Ellos notaron la trascendencia de trabajos adicionales en
esta importante área, más allá de la labor pionera del doctor Paul
Kosok.

GLOSARIO

Perturbación hidráulica Transición repentina de flujo


supercrítico a subcrítico con
cantidad de movimiento cons-
tante caracterizado por un
aumento en la elevación del
flujo subcrítico; usualmente
causado por una obstrucción
o una constricción de la sec-
ción de un flujo supercrítico.

Caudal (Q) Número de metros cúbicos de


agua fluyendo por una esta-
ción fija en un segundo.

Valor del diámetro equivalen-


te de una partícula tal que el
80% de todas las partículas
de sedimentos tienen un diá-
metro menor.

Pendiente del lecho (ib) Si se llama 0 al ángulo que el


lecho de un canal forma con
respecto a la horizontal, en-
tonces ib = tan 0 .

Factor de rugosidad Manning (n) Coeficiente empírico relacio-


nado con la rugosidad de las
paredes del canal.
INGENIERÍA HIDRAULICA CHIMÚ 133
Pendiente del fluido (HGL) La altura de la superficie del
fluido respecto a un plano de
referencia (por ejemplo, altu-
ra del agua sobre el fondo del
canal).

Profundidad normal (D„) Profundidad del agua a la


cual existe un flujo uniforme
en un canal (profundidad
constante), obtenida median-
te la solución de la ecuación
de Manning incorporando la
pendiente ib del lecho.

Profundidad crítica (D c ) Profundidad del agua en la


cual el valor del número de
Froude es uno.

Número de Froude (Fr) Se define como


Fr = V / V ¡ D
donde V es la velocidad me-
dia del agua, g es la cons-
tante de aceleración de grave-
dad y D es la profundidad
hidráulica. Para F r > l , el flu-
jo es supercrítico; para Fr < 1 ,
el flujo es subcrítico. Para
Fr = 1, existe flujo crítico.

Número de Reynolds (Re) Definido Como Re = VL/v


donde V es la velocidad
media del agua, L una distan-
cia característica y v es la vis-
cosidad cinemática del agua.

Eficiencia de transmisión Cociente entre el caudal en


la estación L = 0 y aquél real-
mente transportado a la esta-
ción A (figura 1).
134 C. R. ORTLOFF

Variación de la energía La pendiente de la línea que


hidráulica representa la suma local de la
energía potencial y cinética de
un fluido.

Velocidad friccional ( v * ) v* = VTo/p, donde


T0 = esfuerzo de corte en la
inferíase canal-fluido.
p = densidad del fluido.

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LA A G R I C U L T U R A D E R I E G O
E N LA S I E R R A C E N T R A L D E LOS A N D E S :
I M P L I C A C I O N E S PARA E L D E S A R R O L L O D E L E S T A D O

WILLIAM P . MITCHELL

INTRODUCCIÓN

La función de la irrigación en la organización comunal ha fasci-


nado a los científicos desde tiempo atrás. La hipótesis hidráulica
de Wittfogel (1955, 1956, 1957, 1972) y Steward (1949, 1955a;
Steward et al. 1955) es una muestra de esta preocupación. Origi-
nalmente, esta teoría se concentró en los peculiares requisitos orga-
nizacionales que se supone están asociados con el riego a gran esca-
la. Se postuló que el riego a gran escala requiere una coordinación
centralizada para construir canales y represas, así como para distri-
buir el agua. En áreas donde el agua es un recurso escaso, es decir,,
lugares áridos y semiáridos, este control centralizado del sistema de
riego alcanza una mayor integración política. Así, el riego puede
considerarse como "causa" principal de la aparición de la autoridad
política centralizada y de la organización política de la supraco-
munidad.
En su investigación, Wittfogel subrayó el papel del riego en el
desarrollo de los patrones políticos autoritarios del tipo "despotis-
mo oriental". Steward, en cambio, empleó la teoría de Wittfogel
para explicar el origen de las grandes "civilizaciones hidráulicas"
—Egipto, Mesopotamia, China, Mesoamérica v los Andes centrales.
Más tarde revisó su hipótesis del desarrollo del estado para incor-
porar otros factores causales, ccmo la especialización microterrito-

Este articulo es una versión un poco más extensa y revisada de un trabajo


que apareció en American Anthropologist 7 8 : 25-44 ( 1 9 7 6 ) con el título
"Irrigation and Communitv in the Central Peruvian Highlands". Se reprodu
ce aquí con permiso de la American Anthropological Association.
]56WILLIAM P. MITCHELL

nal, el intercambio de productos y la presencia de muchas varie-


dades de cosechas (Stevvard 1955b, 1968, 1970). Sin embargo,
Stcward siguió considerando que el riego era de gran importancia
en la evolución de la civilización en general y en el desarrollo de la
civilización peruana en particular (Steward 1968: 323; 1970 : 200,
212-214,220).
Varios científicos, trabajando a menudo con los mismos datos,
han apoyado y a la vez atacado la teoría hidráulica. No obstante,
muchas de las críticas han sido mal dirigidas al no haberse entendi-
do bien las variables pertinentes, como ya he comentado anterior-
mente (Mitchell 1973b). Se pueden evitar los problemas del análi-
sis si se reformula la hipótesis cambiando la variable independiente
de la extensión del sistema mismo de la irrigación (es decir, a gran
escala) a la manera en que se organizan las actividades relaciona-
das con el riego. La hipótesis entonces se formula así: si se regula
el riego desde un punto central en zonas áridas o semiáridas, se
produce un aumento correspondiente en el poder político centra-
lizado en otras áreas de la vida social. La dimensión del poder polí-
tico varía directamente con la extensión del sistema hidráulico y
su importancia en la economía local. Todavía no se ha comprobado
la hipótesis en esta forma.
A pesar del considerable interés teórico que existe sobre el riego,
sabemos muv poco en realidad de cómo las sociedades organizan
sus actividades de riego. Solamente unos cuantos estudios se han
centrado en el riego en las sociedades contemporáneas (cf. Dow-
ning y Gibson 1974; Grav 1963; Hunt y Hunt 1974; Temea 1970;
Kirkby 1973; Lees 1973; Maktari 1971; Millón 1962; Millón, Hall y
Díaz 1962). Además aunque se cita al Perú como ejemplo de una
antigua civilización hidráulica (Price 1971; Sanders v Marino 1970:
104-105; Steward 1949; Steward et al. 1955; Wittfogel 1957:
246-249 y passim), no se ha realizado ningún análisis intensivo del
riego en una comunidad contemporánea del Perú. Por lo general,
se menciona el riego brevemente; las pocas descripciones más lar-
gas se limitan a los rituales del riego (cf. Arguedas 1964; Isbell
1974).
Este trabajo intenta llenar este vacío en nuestra información
•etnográfica, al analizar la función que cumple el riego en la
organización económica y comunal de Ouinua, una comunidad
quechuahablante en la sierra central del Perú. Comienza con una
descripción del ambiente general de Quinua y del núcleo de la
comunidad, centrada alrededor de la red de canales de riego de
Lurin Sayoc-Hanan Savoc. Dada la necesidad de familiarizarse
con la ecología local para comprender el riego, la sección sobre
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 137
el clima y la ecología describirá en algún detalle estos fenómenos.
La estructura física del sistema de irrigación y su función en la
agricultura están bosquejados luego. Las acequias se extienden por
varios kilómetros y son fuente principal del agua potable. La irri-
gación, tan necesaria a la agricultura, es el mecanismo por el cual
el cultivo se adapta a la ecología vertical de la cuesta de los cerros.
El riego permite lograr una mayor variedad de cultivos en alturas
mayores de lo que sería posible obtener solamente con la lluvia.
Las secciones que describen los rituales relacionados con el agua,
su distribución y la limpieza del sistema de riego, subrayan la
importancia de la irrigación en la vida política y ritual de Quinua.
Luego colocamos la información de Quinua en una perspectiva
comparativa, revisando la bibliografía dedicada al riego en el Perú.
Estos datos sugieren que las relaciones entre irrigación y comuni-
dad, similares a las de Quinua, son más frecuentes de lo que se ha
reconocido hasta hoy, y se extienden a través de la sierTa peruana.
Finalmente, se analizará el significado de estos datos para la hipó-
tesis Wittfogel-Steward. Esta información sugiere que la irrigación
ha sido importante en la evolución de la comunidad local, pero
no en la evolución del estado burocrático en la sierra del Perú.
La información de Quinua. tiene un significado adicional: dado
que las ruinas arqueológicas de Huari están localizadas en el distri-
to de Quinua, los datos de irrigación en la comunidad contemporá-
nea nos ofrecen un conocimiento profundo de las necesidades de
agua de este importante centro urbano. Aunque el concepto
de sociedad hidráulica en el Perú antiguo se ha concentrado en
la costa intensamente irrigada, los primeros grandes imperios se
originaron en la sierra.
Uno de los más antiguos e importantes imperios es el de Huari,
que floreció entre los años 600-750 d.C. y conquistó la mayor
parte de lo que se considera hov el Perú contemporáneo (Lanning
1967: 127-140;Lumbreras 1974:'151-177; Patterson 1973: 100-102).
De hecho, es Huari donde se pudo haber inventado el patrón
andino de " . . . organización política centralizada y despótica [acom-
pañada de] un deseo de conquista que emana de las ricas clases
poderosas déla ciudad" (Lumbreras 1974: 165). Los datos de Oui-
nua nos permiten inferir sobre el carácter de las adaptaciones ecoló-
gicas de Huari y el probable papel de la irrigación en el desarrollo
de Huari. Tales conclusiones, claro está, dan por hecho la existen-
cia de una cierta continuidad entre el pasado y el presente, suposi-
ción que debe ser comprobada por la investigación arqueológica.
Sin embargo, el análisis del uso de la irrigación en todo el Perú,
hace pensar que esta suposición tiene cierta validez.
]56WILLIAM P. MITCHELL

SITUACIÓN Y AMBIENTE

Quinua es un distrito en la siena central del Perú (Amold 1970,


19~2a, 1972b, 1975; Mitchell 1973a, 1974a, 1974b, 1976; Tschopik
1947: 31-34). Está situado al noreste de la ciudad de Ayacucho en
la v ertiente occidental de la sierra que forma el límite oriental del
valle de Ayacucho (véase figura 1). La elevación del pueblo
central es de algo menos de 3,396 metros. La topografía, como en
la mayor parte de la siena, consiste en declives suaves entremezcla-
dos con hondas quebradas y desfiladeros escarpados. Estas que-
bradas (wayqu) son numerosas y sirven para el drenaje durante
la cpoca de lluvias. Por lo general, se cultiva el terreno en las cues-
tas, aunque también se siembra al fondo de las quebradas más
grandes que no se inundan durante la estación de lluvias.
Ouinua, como distrito, consiste en un pueblo central, rodeado
de aldeas rurales y caseríos dispersos. El pueblo es el centro admi-
nistrativo y ceremonial del distrito. Éste se divide, además, en uni-
dades geopolíticas llamadas pagos. El centro de un pago suele ser
una pequeña aldea nucleada. Todos los pagos tienen un centro
y también un grupo de localidades o sitios que le pertenecen por
razones administrativas.
El distrito está organizado en dos banios: el Lurin Sayoc y el
Hanan Sayoc. Esta división es sumamente importante en la organi-
zación política, religiosa y ecológica de la comunidad. Cada barrio
tiene su propio sistema de riego. Los barrios, por turno, se respon-
sabilizan de las fiestas religiosas anuales. Hasta hace poco cada
banio tenía también una distinta organización rural y política
(varayoc). Estos barrios no son divisiones de mitades —moiety—
un término que se debe limitar a divisiones duales de parentesco
(Murdock 1949: 47). La pertenencia y la participación en el barrio
se determinan por residencia y no por ascendencia. Los barrios
tampoco constituyen divisiones de mayor o menor altitud como
se suele creer frecuentemente en el caso de otras regiones de los
Andes.
Las divisiones de banios son muy antiguas en el Perú; se origi-
nan en el tiempo de los incas y son probablemente aun anteriores
(Baudin 1961: 139-140; Castro Pozo 1946: 484: Garcilaso de la
Vega 1966: 44-45; Kirchhoff 1949: 301;Means 1931: 306-308: Mon-
tesinos 1920: 29-30; Rowe 1946: 255-256 y 262-264). Estas divisio-
nes se dan comúnmente hoy en la sierra aunque, de vez en cuando,
se dividan en tres o cuatro unidades en vez de en dos (Adams 19^9:
87-88; Arguedas 1964: 221-223; Isbell 1974; Mishkin 1946: 443;
Snyder 1960: 78-81; Stein 1961: 125; Tschopik 1946: 541; Tschopik
1951: 152). Como veremos la división en barrios de Ouinua tiene
como base el agua, lo que ocurre también en otras áreas de la siena.
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 139
Quinua es una comunidad independiente en que la mayoría de
los habitantes son propietarios de sus terrenos. A excepción de un
pequeño grupo de ciudadanos dirigentes y de algunos jóvenes recién
educados, la mayoría de la población de 5,348 personas, consta de
campesinos quechuahablantes 1 (Mitchell 1974a).
Los habitantes de Quinua practican una agricultura de subsis-
tencia. Aunque todo el mundo vende las cosechas excedentes de
vez en cuando, muy pocos ciudadanos producen lo suficiente
para ganar bastante dinero. Normalmente, sin embargo, la gente
n> produce la comida que consume. La producción agrícola se
relaciona directamente con la ecología de la sierra y cada eco-zona
st especializa en determinados productos (Mitchell 1974b, 1976).
Aunque los quinuenos tratan de tener chacras en varias eco-zonas,
no logran nunca autoabastecerse por completo. Por consiguiente,
st da un intercambio muy activo de productos de varias eco-zonas.
Además, los quinuenos han obtenido tradicionalmente, por me-
dio del comercio con otras áreas del Perú, productos como la
coca y los ajíes de la selva oriental y la lana y el cuero de Huan-
cavclica, una región alta situada al occidente.
El mercado, que tiene lugar en el pueblo central los domingos,
e un mecanismo importante para realizar el intercambio entre
diferentes eco-zonas. L a mavoría del comercio se hace por medio
cc! trueque en el mercado donde mujeres procedentes de diferen-
tes zonas ecológicas intercambian los excedentes de las cosechas.
Además, es posible que un hombre o una mujer viaje de vez en
cuando a una eco-zona distinta para intercambiar. Por ejemplo,
si- puede traer papas y lana de las alturas con el propósito de cam-
biarlas por maíz de regiones mas bajas. Algunos hombres, en el
pasado, realizaban también un intercambio a mayor distancia
con otras áreas del Perú por medio de arrieros. Desde que se
uíiiiza más el camión como medio de transporte, tal comercio
organizado por muía ha desaparecido. Hoy día, algunos indi-
viduos pueden llevar sus mercancías por camión, generalmente
a Ayacocbo o a Lima. Sin embargo, el comercio de este tipo es
todavía reducido.

CLIMA Y ECOLOGÍA

La agricultura de Quinua, como la de cualquier lugar del mundo,


depende de la temperatura y la humedad. En Ouinua, estas
variables están determinadas por las estaciones del año y la al-

5 Estas clases sociales corresponden a lo que en otras partes de los Andes

se conoce como mestizos e indios. Estos términos son poco usados en Quinua
para los que ce usan "vecinos" y "campesinos" (Mitchell 1 9 7 4 a ) .
Figura 2
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 141
titud. Dado que se emplea la irrigación para modificar los efectos
de estas fuerzas naturales, es preciso discutirlas brevemente.
Quinua tiene dos estaciones principales: la estación de lluvia
y la estación de seca. Las lluvias comienzan gradualmente en
septiembre u octubre y su intensidad aumenta hasta alcanzar el
máximo en enero y febrero, después de lo cual disminuyen para
terminar más o menos en abril. La estación seca empieza en
mayo y dura hasta septiembre u octubre (Rivera 1967, 1971:
37-45; véase figura 2). El principio y el fin de cada estación
varía de año en año. La cantidad de precipitación al comienzo
de la estación de lluvias difiere considerablemente de un año
a otro. Las lluvias no son constantes y fuertes hasta diciembre.
Hav distintos periodos secos que ocurren también en plena es-
tación de lluvia.
La temperatura varia con las estaciones (véase Cuadro I ) . La
estación de seca, sobre todo en junio y julio, es el periodo de
más frío, y algunas veces en estos meses se forma una escarcha

CUADRO I

T E M P E R A T U R A S M E D I A S E N LA C I U D A D D E A Y A C U C H O 1 9 6 2 - 1 9 6 6
(Datos de Rivera 1967)

Temperaturas en Centígrados
Temperaturas Máximas Mínimas
Medias Mensuales Absolutas Absolutas

enero 15.6 27.0 7.0


febrero 15.2 25.4 7.0
marzo 14.6 251' 6.2
abril 14.9 26.3 3.4
mayo 14.2 25.6 o o

junio 12.4 25.0 -0.2


julio 13.0 25.4 - 0.5
agosto 14.1 26.6 1.4
septiembre 15.0 27.1 4.3
octubre 16.1 27.8 4.6
noviembre 16.6 29.6 4.7
diciembre 16.0 28.0 5.9

nocturna (Rivera 1967, 1971: 30-37). La temperatura sube poco


a poco en agosto, así que la estación de lluvias es la más caliente
del año. Aunque los datos en el Cuadro I representan la ciudad
de Ayacucho, la situación es bastante parecida en Quinua, salvo
que Quinua es más frío.
La altitud afecta también la humedad y la temperatura (Mit-
chell 1974b, 1976). Cuanto mayor es la altura, tanto más frío
] 56
WILLIAM P. MITCHELL

el clima. Además, la altitud influye en la capa de nubes y en la


perdida de humedad. Las altitudes más elevadas son las que tienen
más nubes, fenómeno frecuente en áreas montañosas como el Perú
(cf. Bowman 1916: 155; Hunt y Hunt 1974: 137; Peattie 1936:
65-66). Cuanto más se baje la cuesta de los cerros, tanto mayor
será la cantidad total de luz solar. Ambas, la luz y la tempera-
tura alta causan una mayor pérdida del agua del suelo y de las
plantas (evapotranspiración), y por eso el terreno se hace cada
vez más seco al descender la pendiente (Arnold 1975; Tosi
1960). 2
Los efectos de la altitud en la temperatura y la humedad produ-
cen cinco zonas ecológicas principales en Quinua (Arnold 1975;
Mitchell 1974b, 1976; véase figura 3). 3 Se practica la agricultura
en todas las zonas menos en la más alta que es demasiado fría.
El cultivo por medio de irrigación, sin embargo, está limitado a
la sabana montano-baja y al fondo del valle.
La zona ecológica más alta es la tundra pluvial alpina y el
páramo muv húmedo subalpino ( 4 1 0 0 + ni). Esta zona, consi-
derada generalmente como la puna alta, está situada por encima
del nivel agricola, y es muy fría, húmeda y nublada. Más abajo
queda la pradera montana (4 000 — 4 lOOm). En esta área son
características la hierba ichu y otras pequeñas plantas resistentes
a la escarcha. Es algo más caliente que la zona alta, de manera
que todavía allí, más arriba de la línea de vegetación arbórea, se
cultivan tubérculos. Descendiendo de la pendiente está el bosque
húmedo (3 400 — 4 000 m ) . Se caracteriza por un denso bos-
que bajo de árboles y arbustos; es más caliente que las zonas más
altas y, además de tubérculos, se obtienen cultivos resistentes a
la escarcha y de rápida madurez. La sabana montano-baja (2 850 —
3 400 m) queda inmediatamente por debajo del bosque húmedo.
El pueblo central está situado en la sabana y la mayoría de la
población quinuena vive allí. Es la región de Ouinua más intensa-
mente cultivada y en la que crecen eucaliptos. La mavor parte de
los campos de la sabana se cultivan mediante irrigación, y la
agricultura es del tipo que describimos más adelante. La sabana
está dividida en dos regiones ecológicas según el uso del riego y
la altitud: la superior (3 050 — 3 4 0 0 m ) y la inferior (2 850 —
3 050 m).
2 Los quinuenos atribuyen esta reducción concomitante de la humedad
con la altura a la tierra. Dicen que la tierra es más arenosa en las alturas
menores. Esta tierra conserva menos humedad que la de las mayores alturas
que contiene más arcilla.
8 Mi discusión de estas zonas está basada en el análisis de Amold (1975)
sobre la clasificación de Tosi para el Perú. Los términos para estas zonas vienen
de Holdrioge ( 1 9 7 4 ) que formó la base del trabajo de Tosi.
Relación con
Zona Ecológica Elevación Características Generales el riego Clima

Tundra pluvial 4 100 m* Puna alta Fuente del fría, húmeda


alpino y páramo agua para el y nublada
muy húmedo Pastos riego
subalpino

Pradera montana 4 000-4 100 m Puna baja Fuente del


Pastos y cultivo de agua para el
tubérculos riego

Bosque húmedo 3 400 4 000 m Bosque bajo, denso de árboles El comienzo


pequeños y arbustos dc las
Cultivo de tubérculos acequias
y cultivos resistentes a (finían)
la escarcha y de maduración
rápida

Sabana montano- 2 850-3 4 0 0 xn Pueblo central de Quinua; Zona dc los


baja zona más densamente pobla- campos rega-
da; zona de mayor impor- dos
tancia para el cultivo

Estepa espinosa 2 500-2 8 5 0 m Vegetación xerofitica La agricultu- caliente, se-


montano baja La mayoría de la zona está ra dc riego ca y soleada
sin riego y se cultiva con se practica
plantas con poca necesidad en esta zona
de agua y de rápida madura- solamente al
ción fondo del va-
Ubicación del sitio ar- lle de Ayacucho;
queológico dc Muari este riego del valle
tiene distintas
funciones de las
de la sabana

ligura 3. Zonas ecológicas de Quina


]56WILLIAM P. MITCHELL

Ln Quinua la sabana alta tiene un área un poco más del doble de


la sabana baja. A esta sabana le sigue, inmediatamente hacia
abajo, la zona ecológica más baja de Quinua: la estepa espinosa
rnontano-baja (2 500 — 2 850 m ) . Esta zona incluye el fondo del
valle de Ayacucho y es más caliente, soleada y seca que las otras
zonas ecológicas más altas. Está cubierta de cactus y en algunos
sitios la vegetación semeja un bosque de cactos. La mayoría de la
estepa espinosa no está irrigada. La zona es demasiado seca para
mantenerla con la limitada agua de riego que desciende de la saba-
na; por ello se cultivan sólo aquellas plantas que tienen poca necesi-
dad de agua. La agricultura de riego se practica en esta zona sola-
mente al fondo del valle de Ayacucho, donde se puede aprovechar
el agua abundante del río Chaceo. Este tipo de riego en el valle
tiene funciones ecológicas distintas a las de la sabana y está
fuera del alcance de nuestra investigación. La irrigación en esta
región no es una adaptación a la altura, como en la sabana, sino
una adaptación a la estación de seca para permitir conseguir una
doble cosecha.

E L SISTEMA DE RIEGO

El área central de Quinua está situada en una ladera y tiene


dos sistemas principales de drenaje (véase figura 4). Un sistema
desemboca en Huamangura Wayqu, mientras el otro entra en el
Hatun Wayqu (quebrada grande). La división dual de Quinua
en los barrios de Lurin Sayoc y Hanan Sayoc refleja esta situación
hidrológica, y las fronteras ecológicas y culturales coinciden. La
base hidrológica de la división en barrios no es reconocida verbal-
mente por la comunidad, y quizás sea por ello que no se mencione
para otros lugares del Perú, aunque la bibliografía existente su-
giere que el mismo patrón ocurre en otras partes.
El sistema de riego utiliza estos patrones de drenaje. Existen
dos sistemas distintos de irrigación: uno para el barrio de Hanan
Sayoc y otro para Lurin Sayoc. El agua para la irrigación procede
de la alta tundra pluvial alpina y el páramo húmedo subalpino
y de la pradera montana. Estas zonas son muy húmedas y con-
tienen muchas fuentes y arroyos. Sin embargo, el agua disponible
para la irrigación alcanza solamente para fines supletorios, y nin-
guno de los dos sistemas tiene agua en cantidad suficiente para
regar una cosecha en todo el distrito en la estación de seca.
Los sistemas de riego de Quinua comprenden lo que Robert
Murphy llama "la irrigación del distrito" (en un trabajo inédito
citado por Wolf y Palerm, 1955). Estos enlazan varios pagos,
pero son de escala relativamente pequeña. Las acequias no son
de un tamaño uniforme, sino que varían entre 25 y 85 cms de
MAPA DE LOS

SISTEMAS DE RIEGO DE
• MANAN SAYOC y LURiN SAYOC

fiNNMv W.itHO$

LiléUüé
- QUEBRADA
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£ COHTOPr.O ES DE 30 METROS

HUAR i
l-'igura 4
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 145
ancho, y entre 25 y 100 cms de profundidad. Cada sistema se
extiende por varios kilómetros y sirve a varios pagos.
El sistema de las acequias de los dos barrios comienza en el
bosque húmedo. La región de los campos regados es la sabana;
se irnga la mayoría de los campos en esta zona. Las pocas excep-
ciones las constituyen los campos situados demasiado alto para
que les llegue el agua. Por lo general, las acequias corren a lo
largo de un camino estrecho. En la parte alta del sistema hay
pocos canales ramales. Sin embargo, en el área de los campos de
cultivo, hay un gran número de canales secundarios. Estas acequias
menores, que no se indican en la figura 4, siguen los linderos de
los campos. Generalmente permanecen secas y sólo se emplean
cuando se riega un campo en particular.
Existen varios estanques que se utilizan para almacenar el agua
para la irrigación. Por la noche se llenan los dos estanques mayores,
colocados un poco más arriba del pueblo central. Durante el día,
cuando se riegan los campos, se puede obtener el agua del estan-
que, o directamente de la acequia principal, o combinando los dos
recursos. Es preferible usar el estanque porque provee más agua.
El área alrededor del pueblo central y los estanques está cubier-
ta por una red de acequias menores que no aparecen en la figura 4.
Son estos canales pequeños los que permiten que se use individual-
mente el agua del estanque y de las acequias. Además, hay ace-
quias de alimentación que unen ambos sistemas de riego en esta
área. Estas acequias permiten que el agua se desvíe de un sistema
a otro. Sin embargo, pocas veces se comparte el agua a causa de
la oposición comunal. En el pasado decenio, fue construida una
acequia de alimentación adicional, que trae el agua de Hanan
Sayoc, del pueblo central, al sistema Lurin Sayoc en Uqi Rumi.
La desviación original del agua de Hanan Sayoc causó bastante
oposición en el barrio, pero poco a poco ésta desapareció. Actual-
mente se utiliza a menudo la acequia de alimentación para dar
el agua de Hanan Sayoc a Murunkancha y a dos haciendas cerca
de Huari, sitios tradicionalmente servidos por el sistema Lurin
Sayoc.
Se emplea un sistema sencillo de compuertas. Al comienzo del
sistema Lurin Sayoc, se desvía el agua del río a las acequias por
medio de una represa pequeña. Esta represa, parecida a las que
describieron Woodbury y Neely (1972) en el valle de Tehuacán,
México, se extiende en parte dentro del río, y está hecha de piedra
y terrón. Se puede modificar fácilmente el tamaño de la represa.
La regulación del agua es sumamente importante para la preser-
vación de las acequias, porque un caudal demasiado grande las
destruiría. Dentro del sistema de acequias, el agua es desviada de
WIIXIAM P. MITCHELL

manera semejante. Se tapa un canal abierto trasladando las piedras


y terrón de un canal que haya sido tapado anteriormente. El
método es semejante en Hanan Sayoc, salvo que se usa un embalse
moderno de cemento en el lago Yanaqucha Chica, fuente hidro-
lógica del sistema, para almacenar el agua, y una moderna com-
puerta de metal al comienzo del sistema de acequias.
Las acequias y los depósitos están hechos de tierra; ocasional-
mente se usa cemento. Por ello, la filtración es un problema
grave. En un área, una acequia subsidiaria sigue debajo de la
principal para recoger el agua que se escune. Dado que hay
escasas fuentes naturales en la sabana, la irrigación también provee
el agua potable para las personas y los animales. Muchas de las
casas que están fuera del pueblo central tienen cisternas conec-
tadas al sistema. Además, el sistema de riego de Hanan Savoc fue
modificado en el decenio pasado para dar agua potable directa-
mente a la casas en el pueblo central. Este sistema de agua potable
suministra también la fuerza al generador eléctrico del pueblo
que fue construido al mismo tiempo.

EL RIEGO Y LA AGRICULTURA

Con frecuencia se supone que la irrigación en los Andes es una


adaptación a " . . . la larga estación seca y a la rápida evapora-
ción de la lluvia" (Métraux 1969: 67). Si bien cierta, tal idea
es demasiado elemental. La irrigación en la sabana de Quinua es
principalmente una adaptación a la agricultura de gran altura.
Quinua tiene dos ciclos agrícolas: uno que comprende la estación
de seca (michka) y otro la de las lluvias (hatun tarpuy). Se
cultivan distintos campos en cada ciclo. La michka se limita a una
pequeña proporción de los campos en la sabana. A principios
de agosto se siembran las cosechas de la michka que dependen de
la irrigación. Se determina la cantidad de agua necesaria según la
lluvia, el tipo de cosecha y de suelo. En el caso de que no
llueva (cosa rara), se riega la mayoría de los cultivos más o menos
una vez por semana. Algunas veces, esta temprana siembra se hace
para obtener una doble cosecha: se plantan dos cultivos de rápida
maduración uno tras otro. Para la segunda cosecha, plantada en
noviembre o diciembre, se aprovecha la lluvia. Por lo general, sin
embargo, la tierra queda en descanso entre las cosechas de la
michka. No hay agua suficiente para la irrigación de una cosecha
de la michka en todo el distrito, razón por la que la siembra del
ciclo de la estación de seca se realiza solamente en la sabana
alta, cerca del comienzo del sistema de riego. Esta distribución
obedece a razones naturales, más que políticas. A causa de la
gran distancia, es mucho más difícil que los agricultores de
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 147

la sabana baja rieguen sus campos. Como también pierden más


agua por filtración y evaporación, pero necesitan más agua debido
a la mayor aridez en la zona más baja, renuncian a plantar una
cosecha en la estación de seca.
El ciclo más importante y más extenso de la agricultura es la
siembra que se realiza durante la estación de la lluvia (hatun
tarpuy). Este ciclo produce la mayoría de los comestibles del
distrito y tiene lugar en todas las zonas ecológicas cultivadas, pero
utiliza la irrigación solamente en la sabana y en la región del
fondo del valle de la estepa espinosa. En la pradera montana y
en el bosque húmedo, las zonas más altas con agricultura, las
cosechas de hatun tarpuy se plantan en noviembre o diciembre,
al empezar las lluvias. En estas áreas se cultiva un repertorio limi-
tado de productos resistentes a la escarcha y de maduración rápida;
aquí la irrigación no es necesaria (Mitchell 1974b, 1976). Sin
embargo, en la sabana montano-baja, se riegan los cultivos de la
estación de lluvias. En la sabana más alta el riego se usa de sep-
tiembre a diciembre para alargar la temporada de crecimiento.
En la sabana más baja se utiliza de enero a abril como suplemento
de las lluvias.
En la sabana alta se recurre a la irrigación al principio del ciclo
de las lluvias para permitir la siembra antes que comiencen a
caer las aguas. Esto prolonga el tiempo de crecimiento de los
cultivos de larga maduración en mayor altura. Por ser más frías
y más nubladas las zonas más altas, éstas se aprovechan solamente
para ciertas cosechas que incluso requieren una estación más
larga para crecer. Por ejemplo, el almidón, la variedad más impor-
tante de maíz, exige un período de nueve meses para crecer en la
sabana alta, cerca del pueblo central, pero de solamente seis meses
en la sabana baja, cerca del pago de Llamahuillca. Ya que la
estación de lluvias suele durar seis meses, la época normal de creci-
miento es demasiado corta para muchas cosechas importantes en
la sabana alta. En estas alturas se pueden cultivar casi todos los
años, aprovechando sólo la lluvia natural, cosechas tales como:
trigo, habas, cebada, papas, olluco, oca y maswa. Otros productos
requieren de la irrigación para prolongar la época de crecimiento.
La cosecha más importante de esta categoría es el maíz, sobre
todo la variedad almidón. Tan es asi que los informantes casi
siempre mencionan específicamente el maíz cuando hablan de
irrigación.4 Sin embargo, puesto que se cultivan frijoles, calaba-
za y una forma de quinua de baja altura junto con el maíz, es

4 Murra ( 1 9 6 0 : 3 9 5 ) también ha notado el uso del riego para superar


el limite superior del cultivo del maíz en el Perú precolombino.
] 56
WILLIAM P. MITCHELL

probable que se use la irrigación para prolongar también la época


de crecimiento de estos importantes cultivos.
Porque la cantidad de agua para riego es muy limitada, se
suele plantar el ciclo de la estación de lluvias durante un periodo
de varios meses en la sabana más alta. Empieza en las mayores
alturas en septiembre y desciende, campo tras campo, hasta que
empiezan las lluvias. Al comenzar las lluvias, todo el mundo aban-
dona la secuencia de riego y cultiva simultáneamente su propio
campo. En algunos años, las lluvias permiten un cultivo temprano
en septiembre, aunque no suele llegar hasta diciembre una canti-
dad adecuada de lluvia.
Se aprovecha de la irrigación en la sabana alta para preparar
la tierra, muy dura y seca, para el cultivo. El campesino empapa
por completo la tierra, deja luego que se seque el campo por uno
o dos días antes de arar, y después siembra la semilla. La humedad
que penetra en la tierra, a resultas de este riego, se combina con
la lluvia esporádica y suele ser suficiente para permitir la germina-
ción de las semillas. En los años muy secos, es posible que se
requiera un riego suplementario, aunque hay poca agua disponible
para este propósito. El maíz, quizás el cultivo de maduración más
larga, es el que primero se planta. Generalmente no se pueden
sembrar hasta diciembre los campos que no se irrigan. En estos
campos, los quinuenos se acostumbran a plantar cultivos de corta
maduración, como el trigo y la cebada. Sin embargo, si las lluvias
vienen bastante temprano, hasta el maíz que madura tarde puede
ser sembrado en los campos no irrigados.
Se emplea la irrigación al principio, más que al final del ciclo
de las lluvias, a causa de las variables en la humedad y la escarcha.
Ya que hay menos evapotranspiración a mayor altura, algunas
partes de la sabana alta quedan empapadas de agua durante la
estación de lluvia. Esto causa podredumbre en las raíces jóvenes,
sobre todo en las del maíz. Una vez que se establecen los cultivos,
sin embargo, la podredumbre ya no es problema. Por eso, al realizar
la siembra antes de la estación de lluvias, la irrigación sirve tam-
bién como mecanismo para asegurar el buen drenaje para las plan-
tas del semillero en las alturas. Tanto es así que los quinuenes descri-
ben esta función como la más importante del sistema de irrigación.
La siembra temprana del ciclo de la estación de lluvias es
también una adaptación a la escarcha que aparece en esta esta-
ción. La siembra tiene que realizarse muy temprano para permitir
la maduración de las cosechas resistentes a la escarcha antes de
junio v julio. Es por ello que se extiende el ciclo de la estación
de lluvias al principio y no al final del ciclo de la cosecha. Por
la misma razón no se utiliza la irngación en el bosque húmedo,
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 149
sino que está limitada a la sabana. Puesto que unas cosechas
maduran más tarde a mayor altura, no sería de ningún valor el
riego en el bosque húmedo, ya que el tiempo de crecimiento de
los cultivos que maduran tarde, como el maíz, se extendería hasta
el periodo de la escarcha.
El riego tiene un propósito diferente en la sabana baja. E n
estas elevaciones más bajas, el riego sirve como suplemento de la
lluvia natural durante el mismo tiempo de crecimiento, en vez
de alargar el tiempo de la estación de crecimiento. En la sabana
baja, las cosechas maduran más rápido porque disfrutan de más
luz del sol y temperaturas más altas. Aquí coinciden la estación
de lluvias y el tiempo necesario para la maduración de las cose-
chas, y así el ciclo de la estación de lluvias empieza con la lluvia.
Sin embargo, esta área es más seca que la sabana alta, de manera
que hay mayor necesidad de irrigación suplementaria durante la
misma estación de lluvias. La irrigación es especialmente necesaria
durante los breves periodos secos, cuando disminuyen las lluvias.
En este momento, salvo en los años de verdadera sequía, no hace
falta el agua en la sabana alta más húmeda y la que sobra se
hace correr por las pendientes bajas.
Con excepción de una reciente extensión del sistema a Mito-
ccasa, no se recurre a la irrigación en la estepa espinosa dada la
escasa cantidad de agua y la filtración considerable. Por esta
misma razón, no se ha usado todavía la rama a Mitoccasa. En la
estepa espinosa hay también menos llu\'ia y más evaporación de
la tierra (Tosi 1960), y por consiguiente, la agricultura de esta
zona produce un repertorio más limitado de cultivos (Mitchell
1974b, 1976). Se cultivan el trigo, los guisantes, los garbanzos y
la qewinlca (una variedad de calabaza), pero faltan muchas varie-
dades de maíz. Un repertorio más variado de cultivos requeriría
de irrigación extensa durante toda la estación de crecimiento.
En suma, la irrigación en Quinua es una adaptación a la agri-
cultura en la sabana montano-baja (véase figura 5). Funciona
de manera diferente en las áreas altas y bajas dentro de la sabana,
aunque provee el agua necesaria para usos domésticos en toda
esta zona. Lo impresionante es ver la correspondencia económica
de las funciones del sistema de riego. A causa de las series verti-
cales de zonas ecológicas, una cantidad limitada de agua se utiliza
sucesivamente, destinándose a diferentes sitios con distintos pro-
pósitos, y cada región se beneficia según sus necesidades.

LA DISTRIBUCIÓN DEL AGUA

La distribución del agua opera bajo diferentes reglas durante el


ciclo de la seca y el ciclo lluvioso. Existen también reglas que se
] 56 WILLIAM P. MITCHELL
F U N C I Ó N D E L R I E G O E N L A SABANA MONTANO-BAJA

Estación de seca Estación de lluvia


(mayo hasta octubre) (noviembre hasta abril)

Sabana alta 1. Uso doméstico 1. Uso doméstico


(frío v húmedo) 2. Cultivo de la
3 050- 3 400 m michka.
3. Cultivo de hatun
tarpuy

a) Se prolonga el tiem-
po de crecimiento
de las plantas de
larga maduración pa-
ra permitir la siem-
bra antes de que co-
miencen a caer las
lluvias

b ) Se previene podre-
dumbre en las raicei
inmaduras

c ) Se deja que maduren


las cosechas de lar-
ga maduración antes
de la escarcha en
junio y julio

Sabana baja 1. Uso doméstico 1. Uso doméstico


(caliente y seca) 2. Sirve como su-
2 850 - 3 0 5 0 m plemento de la llu-
via durante hatun
tarpuy

Figura 5

aplican al uso doméstico. Las autoridades políticas se involucran


en esta actividad solamente durante la siembra, en la estación
de lluvias, periodo en que las necesidades de agua son más urgen-
tes. En otros momentos, quienes requieren agua la distribuven de
una manera informal.
No todos los campesinos siembran una cosecha en la estación
de la seca. Al principio del ciclo de la seca, el agua está disponible
diariamente. Durante este tiempo, el que llega primero es el pri-
mero en utilizar el agua. Los vecinos van por agua generalmente
en grupo, v ésta tal vez se necesite para el riego una vez por
semana. Sin embargo, al empezar la siembra en la estación de
lluvias en septiembre, ésta adquiere prioridad y sólo se puede
conseguir el agua para el ciclo de la seca los domingos. Un día
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 151
no basta para proveer agua para el riego de una cosecha de la
estación de la seca para todos los campesinos del distrito. Así,
solamente los que se hallan más cerca al principio del sistema
de riego pueden sembrar la cosecha de la estación de seca.
Durante el cultivo de la estación de lluvias las autoridades po-
líticas distribuyen el agua según un sistema formal llamado yaku
patacha. La secuencia cíclica de la siembra determina la división
del agua, y los campos más elevados reciben primero el agua. El
sistema de acequias bifurcadas asegura que todas las áreas de una
altura dada reciban el agua necesaria antes de enviar ésta al
próximo nivel. Por ejemplo, en el sistema de riego de Lurin Sayoc,
Moya recibe el agua primero. Después de varios días o de una
semana —según la cantidad de agua disponible— el agua va al
pago de Lurin Sayoc. Luego vuelve a Moya para regar las ¡jen-
dientes más bajas y continúa este patrón alterno. Si hay mucha
agua disponible, cada rama puede recibirla simultáneamente. Es
posible que el agua vaya alternativamente a una rama por la noche
y a otra durante el día.
Las autoridades municipales se encargan de la distribución del
agua (patacha) en Hanan Sayoc. El sistema de Hanan Sayoc,
contrariamente al de Lurin Sayoc, se considera perteneciente al
pueblo central. Provee el agua y la electricidad para el pueblo, y
como los pobladores suelen tener sus campos en Hanan Sayoc,
usan más intensivamente de este sistema de irrigación. Anterior-
mente, el alcalde del pueblo distribuía el agua semanalmente; hoy
día es un juez de aguas el que lo hace. La gente de Hanan Sayoc
se reúne en la plaza del pueblo central los domingos para pedir
el agua. Una persona que no ha trabajado en la limpieza del
sistema de riego no recibe el agua hasta pagar una multa. Por lo
general, la multa es equivalente al sueldo diario de un jornalero
de labranza.
Tradicionalmente, la distribución del agua para Lurin Sayoc era
la responsabilidad de ciertos oficiales rurales y políticos en el
barrio llamado llahta varayoc.5 Eran considerados dueños del
sistema de riego de ese barrio, y tomaban todas las decisiones
pertinentes junto con la gente importante (gente mayor) del
barrio. Las autoridades del pueblo no intervenían sino que contri-

5 Los varayoc son autoridades políticas rurales que fueron muv comunes
a través de los Andes peruanos. Están identificados comunmente con el status
de "indio" y los ciudadanos los emplearon para hacer cumplir las decisiones
de los oficiales del pueblo. Además, cumplen ciertas funciones políticas y
ceremoniales como la distribución del agua de riego para los campesinos
mismos. Principalmente, a causa de su identificación con la condición de
"indio" desaparecen de la mayor parte del Perú.
152 WUXIAM P. MITCHELL

buían con los materiales necesarios, tales como el cemento, para


el mantenimiento del sistema. El llahta alcalde y el llahta albaser,
los dos políticos rurales más importantes, dividían el agua cada
semana entre la gente que venía a pedirla. Se tomaban las decisio-
nes tocantes a cada parte del sistema en el lugar pertinente: ya
sea en Chiwaku Urara, el punto de desviación entre Moya y el
resto de Lurin Sayoc o el estanque de Lurin Sayoc. Al terminar
el sistema político rural en 1970, las autoridades municipales toma-
ron a su cargo el mantenimiento del sistema, pero la división del
agua es todavía una función que realizan las mismas personas que
se reúnen en los sitios de distribución. Este método acéfalo de
distribución ha tenido como resultado un aumento considerable
en el número de pleitos. Hay muchas discusiones y, de vez en cuan-
do, agresiones físicas. Como en Hanan Sayoc, una persona tiene
que trabajar limpiando las acequias o pagar una multa para recibir
el agua.
Existen algunos principios que intervienen en la distribución del
agua, modificando la regla de la altura en ambos barrios. Durante
todo el año, el domingo es un día libre. Nunca se le asigna a una
sola persona, sino que cualquiera que llegue primero, puede utilizar-
lo. Sin embargo, se da prioridad al llenar las cisternas para uso
doméstico. La gente mayor, los viejos que han realizado muchas
obligaciones religiosas y políticas, tiene privilegios en el riego por-
que no tiene que esperar su turno para tomar el agua, aunque
pueden tomarla fuera de turno solamente una vez. Además, quien
dé una fiesta importante en honor de un santo patrono durante
el año tiene también derecho prioritario al agua.
La distribución formal del agua termina en la época de fuertes
lluvias, usualmente en diciembre. La distribución vuelve al método
informal "de quien llegue primero" del ciclo de la estación de la
seca, aunque —si está limitada el agua— puede darse primero al
pago que tenga mavor necesidad. Durante un periodo de escasez
de agua, se puede restablecer la distribución formal (patacha), en
cualquier época del año.
No hay especialistas de riego. Una vez distribuida el agua, es
responsabilidad del individuo el cambiar las compuertas, almacenar
el agua en el estanque y vigilar contra posibles robos. Puede suce-
der que un grupo de vecinos riegue simultáneamente y coopere en
estas actividades. En Lurin Sayoc, la persona que recibirá el agua
va el día antes de su turno al estanque de Lurin Sayoc para cerrar
la acequia que lo desagüa y permitir así que se llene de agua. Lue-
go, va a Chiwaku Urara para cambiar el flujo del agua de Moya
al estanque de Lurin Sayoc. Es responsabilidad suya cuidar el
flujo del agua. Para hacerlo, instala a guardias, llamados "guardian-
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 153

tes" o kwidahkuna, por lo general miembros de la familia o vecinos,


en ramales importantes para prevenir el robo. En algunos casos,
pide que quienes viven cerca de importantes puntos de control
guarden la compuerta. Un hombre que riega solo puede caminar
a lo largo de las acequias para guardarlas. Las compuertas principa-
les con frecuencia tienen bordes artificiales o plataformas cortadas
en la piedra donde los "guardiantes" pueden sentarse o dormir. En
la parte inferior del sistema, se necesitan por lo menos siete u ocho
"guardiantes". La operación es semejante en Hanan Sayoc.
Aunque el comportamiento se conforma generalmente a las
reglas formales de la distribución del agua, hay variaciones signifi-
cativas. A menudo se roba el agua cambiando a hurtadillas las
compuertas. Las autoridades políticas no se ocupan de este tipo de
hurto. Ellos distribuyen el agua, y consideran que es responsabili-
dad del individuo el velar por sus propios derechos al riego.
Muchas discusiones y peleas ocurren durante la distribución formal
del agua. Una persona puede declarar que ha tomado a su cuenta
más cargos públicos que otra, o que la otra no ha trabajado en la
limpieza del sistema de riego. En épocas de distribución informal
del agua, el problema puede ser resuelto por la fuerza. Las peleas
ocurren solamente entre las personas de diferentes pagos, porque
sólo ellos tienen distintas necesidades de agua. Desde que terminó
la organización política rural (varayoc), tales peleas y robos han
aumentado considerablemente en Lurin Sayoc. Se espera que un
juez de aguas empiece pronto a distribuir el agua en aquel barrio
para disminuir las peleas. Al fin y al cabo, el poder político tiene
precedencia sobre todas las reglas para la distribución del agua.
Los ciudadanos poderosos consiguen el agua para regar cuando
quieren.

LA CELEBRACIÓN Y LA LIMPIEZA DE LAS ACEQUIAS

Yarga Aspiv (la limpieza de las acequias) o Yarga Ruway (el


trabajo de las acequias) son términos quechuas para designar la
limpieza y la celebración ritual del sistema de riego. En Lurin
Sayoc, el verdadero acto de limpiar las acequias antecede en casi
un mes a la fiesta de la celebración ritual; por eso, en español, se
aplican términos diferentes a estos actos. El primero, en julio,
se llama la "limpia de la cequia" 6 y el segundo, en agosto es la

6 En Quinua, los canales de irrigación se llaman yarqa o cequia. Este


termino es una corrupción de la palabra española "acequia". Solamente algu-
nos ciudadanos educados dicen acequia. E l uso de cequia produce confusión
porque su pronunciación es similar a la palabra española sequía, una ambi-
güedad que se observa en la literatura ÍArguedas 1 9 6 4 : 243; Morris et al.
1 9 6 8 : 231).
] 56
WILLIAM P. MITCHELL

"celebración de la cequia". En Hanan Sayoc, las dos funciones


tienen lugar simultáneamente a fines de agosto.
Hay que limpiar todo el sistema de riego periódicamente para
que no se acumule el sedimento. En Quinua una vez al año se
limpian las acequias, antes de que empiece el ciclo agrícola, y según
la necesidad, varias veces más. Los principios de trabajo son seme-
jantes en ambos barrios. El trabajo está organizado como una fae-
na, o trabajo de tipo "corvée". Por lo general, se hace con acom-
pañamiento de flauta y tambor, y puede durar uno o dos días. Cada
familia que usa el sistema tiene que contribuir con un trabajador
o pagar una multa. La gente retira las piedras y escombros de las
acequias y los estanques, corta los árboles y la maleza de los bordes,
y refuerza las acequias y estanques con terrón, piedra y a veces
cemento, para prevenir las filtraciones. Todos se encargan del tra-
bajo en la sección del sistema que utilizan: así, los que se hallan
al final del sistema limpian una parte más grande que los de mns
arriba. A quien se niegue a trabajar o a pagar la multa no se le da
agua para el riego. Se establece una lista donde se consigna a quie-
nes han trabajado para este propósito.
En el pasado, el trabajo en el sistema de riego de Lurin Sayoc
era organizado por la asociación rural y política del barrio (LLahta
vara\'oc). que también llevaba un registro del mismo. Desde que
terminó el Llahta varayoc, la limpieza de las acequias ha sido
organizada por las autoridades municipales. Desde tiempos inme-
moriales, según los quinuenos, las autoridades municipales han
organizado el trabajo en Hanan Savoc, incluso en el pasado cuando
había funcionarios políticos rurales en este barrio.
La "celebración de la cequia" es una de las fiestas públicas mas
importantes de Ouinua. Tiene lugar a fines de agosto antes de
empezar la siembra de la estación de lluvias en septiembre. Cada
barrio tiene su propia celebración. La fiesta de Hanan Sayoc dura
dos días v siempre ocurre en la semana que sigue a la fiesta de
Lurin Sayoc, que dura cuatro días. Solamente los habitantes del
barrio pueden asistir y todos tienen el deber de participar.
En el pasado, la organización política rural (varayoc) de ambos
barrios tenía un papel preponderante: organizar la fiesta y la
celebración era uno de sus más importantes deberes. En la actua-
lidad, todavía existen los varayoc pero solamente en el pago de
Moya. Su única función y su única aparición en público se cum-
plen durante esta celebración. Los varayoc y otros organizadores
de la fiesta tienen la responsabilidad de honrar ciertas cruces espe-
ciales, asociadas con el riego, en un conjunto de obligaciones
ceremoniales, que incluye ritos especiales, banquetes y bailes.
Durante la fiesta, los celebrantes recorren todo el sistema de ace-
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 155

quias, y toman parte en comidas rituales y ceremonias en sitios


estratégicos del sistema.
La celebración del riego es la fiesta más conservadora de Quinua,
como lo es probablemente en otras partes de la sierra (Zuidema
1970). Es diferente a la mayoría de las fiestas porque en ella no
hay participación del párroco. Las cruces del riego se guardan en
las casas de los celebrantes y no en la iglesia. Se toca solamente
música tradicional: tambor y quena. No se trae ninguna banda
ni orquesta de la ciudad de Ayacucho, como para otras fiestas;
tampoco se usa el tocadiscos. Se conserva el carácter tradicional
de la celebración principalmente por medio del sipu, un castigo
institucionalizado para los organizadores que descuiden algún
aspecto de su papel en la fiesta.
La "celebración de la cequia" de Quinua es parte de un sistema
regional. Hay una secuencia temporal para la celebración a lo largo
de toda la serranía en que se halla Ouinua. Empieza al noroes-
te de Quinua y va cambiando, de semana a semana, siempre el
lunes, de una comunidad a otra. Los quinuenos creen que la irriga-
ción fue descubierta primero en Chincha, la comunidad que empie-
za la secuencia de Yarqa Aspiy, y luego imitada por las comunidades
siguientes semana tras semana. Se dice que Yarqa Aspiy conmemo-
ra el aniversario de la construcción del sistema de irrigación, y
por eso ocurre en una forma progresiva.

INFORMACIÓN COMPARADA SOBRE EL RIEGO

La irrigación tiene una importancia considerable en gran parte


de la sierra v la costa del Perú. El panorama que bosquejamos se
limita a la sierra. La situación de la costa es muy distinta a la de
la sierra, tanto por la ecología como por la aculturación.
La irrigación en altura es antigua y al mismo tiempo bastante
extendida (Carrión Cachot 1955: Espinoza Soriano 1971; Kosok
1965: 7-10, 36; Lumbreras 1974: 135; MacNeish 1969: 44-45; Regal
1970; Rowe 1946: 211: Sherbondv 1969). Una indicación de su
importancia nos la da la creencia común, mantenida en toda la
región andina, de que las cosechas rinden más con mejor irrigación
(Dobvns 1970 : 49-52).
Se encuentra algún tipo de irrigación en un gran número de
comunidades de la sierra. El Cuadro II muestra solamente los
informes antropológicos o auspiciados por antropólogos en los que
se menciona la presencia de la irrigación en la comunidad. La mayo-
ría de los informes mencionan solamente la presencia de la irriga-
ción y dan poca información sobre su organización. Por consiguien-
te, es dificil averiguar cuán utilizado es en otras comunidades el
patrón que hallamos en Ouinua. Sin embargo, los datos sugieren
] 56 WILLIAM P. MITCHELL
CUADRO II

I N F O R M E S O B R E LOS R I E G O S E N P U E B L O S C O N T E M P O R Á N E O S
D E LA S I E R R A P E R U A N A

Pueblo Departamento Referencia

Accopata Puno Castillo et al. 1963a: 9 y 67.


Carcas Ancash Castillo et al. 1963b: 18-19 y 58.
Chaquicocha Junín Castillo et al. 1964a: 83.
Choquehuarcaya Ayacucho R. T . Zuidema, comunicación perso-
nal.
Chuschi Ayacucho Isbell 1974.
Hualcán Ancash Stein 1 9 6 1 : 188 y 190-191.
Huancasancos Ayacucho R. T . Zuidema, comunicación perso-
nal.
Huaylas Ancash Doughty 1968: 104-105 y 153-158;
1970.
Mavobamba Lima Morris et al. 1968: 74, 156-1 57, y
249-251.
Mito Junín Castillo ct al. 1964b: 44 y 66.
Muquiyauyo Junín Adams 1 9 5 9 : 126-127.
Pisac Cuzco Castillo 1 9 7 0 : 51, 54, 55, 58 y 60.

Puquio Ayacucho Arguedas 1964.


San Pedro de Lima Soler Bustamante 1954; 1958.
Huancaire

que la irrigación tiene mayor importancia en la organización comu-


nal de la sierra de lo que se había creído hasta ahora.
En todas las comunidades para las que existe información asequi-
ble, el trabajo se organiza de manera comunal por lo menos en las
acequias principales. Alguna forma de trabajo de tipo "corvée",
parecido a la faena de Ouinua, se emplea para reparar el sistema
de riego en Chuschi, Hualcán, Huaylas, Mito, Muquiyauvo y San
Pedro de Huancaire.
Además, los cultos al agua tienen una amplia distribución geo-
gráfica: existen en los departamentos de Ayacucho (Choquehuar-
cava, Chuschi, Puquio y Quinua), Ancash (Huaylas), y Lima
(Mavobamba y San Pedro de Huancaire). Holmberg (1952) tam-
bién da noticia de un culto al agua en el valle de Virú en la costa.
Es difícil comparar los cultos según la información publicada. Sin
embargo, son muy semejantes las "celebraciones de la cequia" en
Chuschi, Puquio y Quinua. En las tres comunidades, se trata de
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 157

uno de los ritos más importantes y es (o fue) organizado por la


organización política rural o india (Varayoc). Como en Quinua,
la fiesta de Chuschi incluye grupos de danzantes disfrazados. La
"celebración de la cequia" de San Pedro de Huancaire es en cierto
modo similar también a la celebración de Ouinua. Se preparan las
acequias para ser utilizadas al final de la estación de lluvias, lo que
se realiza con un ritual considerable. Se trata de una ceremonia de
gran importancia durante la cual se presentan ofrendas al agua,
a la tierra y a los antepasados y se toman decisiones en cuanto a
la distribución del agua para la irrigación. En el transcurso de la
ceremonia, se inspecciona todo el sistema de riego y se descansa
en lugares tradicionales para disfrutar de las comidas rituales y las
ceremonias. Igual que en Quinua y Chuschi, los participantes lle-
van flores en la cinta del sombrero.
Es más difícil averiguar la forma de control político de los sis-
temas de riego. Los oficiales políticos rurales o indios, organizan
(o han organizado) algunos aspectos del sistema en Choquehuar-
caya, Chuschi, Huancasancos y Puquio, comunidades del departa-
mento de Ayacucho. En las otras comunidades para las que dis-
ponemos de información, el control del riego está en manos dé
instituciones políticas nacionales tales como la Junta de Regantes
o un Juez de Aguas.
La única relación evidente entre los sistemas hidrológicos y las
divisiones comunales la conocimos para el área río Pampas del
departamento de Ayacucho. En comunicación personal, R. T. Zui-
dema nos informa que las divisiones comunales del área del río
Pampas están asociadas por lo común con diferentes sistemas de
irrigación, como sucede en Ouinua. En Huancasancos, por ejem-
plo, hav cuatro ayllus, cada uno con su propia acequia. Las autorida-
des políticas de la comunidad, organizadas según el sistema de
ayllus, son responsables de las actividades del riego. En Choque-
huarcaya hay dos acequias. Aunque la comunidad no se divide
formalmente en dos barrios, se da una separación en dos grupos
que está asociada con las acequias durante muchas ceremonias.
Esto ocurre principalmente durante la limpieza de los canales. La
información publicada sobre Chuschi (Isbell 1974), también en
el área del río Pampas, sugiere un patrón semejante. En Chuschi
hav dos barrios, cada uno con una organización Varayoc diferente.
También hav dos sistemas de riego, y al parecer uno por cada
barrio. Si éste es el caso, es posible que la división en barrios de
Chuschi tenga una base hidrológica como en Ouinua. R. T . Zuide-
ma (1964: 140-148y una comunicación personal) también mantiene
que en el Cusco incaico, las divisiones de Hanan Cusco y Hurin
Cusco estaban asociadas asimismo con distintos sistemas de irriga-
]56WILLIAM P. MITCHELL

ción. Este concepto tiene el respaldo del cronista Pachacuti (s. f.:
76), que relata que Hurin Cusco y Hanan Cusco tomaron su nom-
bre de los manantiales llamados Hurinchacan y Hananchacan
(véase también el cronista Murúa, 1962: 39).

DISCUSIÓN

Los datos de Quinua y del Perú sugieren ciertas ramificaciones


de la hipótesis hidráulica de Wittfogel y Steward. Como he dicho
en otras ocasiones, el sistema de riego no es la variable indepen-
diente de la hipótesis (Mitchell 1973b). Por lo contrario, la varia-
ble más importante es la manera como se organiza la irrigación
en una sociedad. La irrigación, incluso los sistemas a gran escala,
puede ser organizada de maneras muy diferentes, con resultados
sociales muy distintos.
Se pueden inferir las siguientes conclusiones generales sobre la
irrigación:
1. El estudio muestra la importancia de la irrigación en la agricul-
tura de Quinua. Gracias a ella se duplica el área de cultivo del
maíz y probablemente del frijol y de una variedad de quinua y
varias calabazas; también hace mas seguro el cultivo en la sabana
baja. Es probable que la irrigación funcione de una manera
similar en muchas otras partes del Perú. Tal es el caso de la
agricultura de irrigación que se practica en el límite oriental del
valle de Ayacucho. No es de extrañar, pues, que las comunida-
des a lo largo de este límite tengan la tendencia de agruparse en
la sabana moníano-baja en mas o menos las nvsmas elevacio-
nes de Quinua.

2. Lo más impresionante de la irrigación de Ouinua es el uso parco


de una cantidad limitada de agua. A causa de la serie vertical de
zonas ecológicas, cada una con diferentes condiciones, el agua
va a diferentes lugares en tiempos sucesivos para ser utilizada
con propósitos distintos, y cada región se beneficia según sus
requisitos en una correspondencia económica de funciones.

3. Puesto que las zonas ecológicas de las regiones montañosas son


muv similares en diferentes áreas del mundo, la irrigación en
otras áreas altas puede tener funciones ecológicas análogas a
las de Quinua. Éste puede ser el caso en el valle de Teotihua-
can en México (Barbara Price. comunicación personal). Estas
semejanzas, por cierto, tienen que ser probadas por más inves-
tigación empírica. Tal investigación es necesaria en otras áreas
del Perú. Dado que la variable "humedad" no es un factor cons-
tante en ambientes montañosos, podríamos encontrar cambios
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 159

significativos a causa de las diferentes pautas de la lluvia. Resul-


tarán también diferencias debidas a los varios tipos de suelo
y plantas domésticas.
4. El sistema de riego de Quinua es de pequeña escala. También
lo son otros sistemas contemporáneos del valle de Ayacucho
situados cerca de Quinua y de la ciudad de Ayacucho. Hasta
en el río Chaceo, al fondo del valle de Ayacucho, se usan peque-
ñas represas así como también pequeñas acequias para desviar
el agua. Parece ser que las represas más grandes no son necesa-
rias para poder utilizar el agua del río en la irrigación. Por el
contrario, es posible que una represa de desviación parecida a
la del barrio de Lurin Sayoc de Quinua pueda ser útil.

5. El hecho de que el agua de riego es distribuida solamente en


ciertos tiempos por autoridades políticas y que se robe el agua
con frecuencia, es de interés respecto a ciertas controversias
sobre la hipótesis Wittfogel-Steward. Se supone frecuentemente
que la irrigación misma es causa de un control político
centralizado y despótico. Los datos de Ouinua no apoyan esta
concepción. En Quinua se distribuye el agua básicamente según
procedimientos habituales. Aún en el tiempo formal de la dis-
tribución del agua de yaku patacha, las autoridades políticas
simplemente legitiman las reconocidas reglas de altura para la
distribución del agua. Esto disminuye el conflicto en un tiempo
de urgente necesidad hidráulica, pero no es esencial como lo
vemos en la distribución del agua que actualmente realiza
la gente misma en Lurin Sayoc. Además, es responsabilidad
del individuo llevar el agua a sus campos. No hay sanciones
formales contra el robo del agua. Sugiero que patrones semejan-
tes de distribución informal pueden ocurrir en sistemas de
riego mucho más grandes (Mitchell 1973b). Bajo tales circuns-
tancias la centralización del poder no ocurre necesariamente
como vemos en el caso de Quinua aun cuando las autoridades
políticas organizan la limpieza de las acequias.

6. Los datos de Quinua esclarecen las necesidades hidráulicas del


sitio arqueológico de Huari. Huari, el centro urbano de uno de
los imperios andinos más grandes, floreció entre los años 600
v 750 d.C. El sitio arqueológico está situado en la actualidad
en la estepa espinosa montano-baja de Quinua. Hoy día la
irrigación no se extiende a Huari a causa de la insuficiencia
de agua; por consiguiente, se cultiva allí una gama limitada de
cosechas. Si el clima del pasado fue similar, habría sido necesa-
rio recurrir a la irrigación extensiva para cultivar una amplia
variedad de cosechas en las cercanías de la ciudad. Un centro
] 56
WILLIAM P. MITCHELL

urbano, por cierto, hubiera podido desarrollar un tal sistema


de riego. 7 En cambio, es posible que hayan construido la ciudad
en la estepa espinosa montano-baja precisamente porque es
un área improductiva. Así la ciudad cubriría una pequeña área
agrícola, pero estaría colocada estratégicamente entre dos impor-
tantes zonas productivas: la sabana montano-baja y el valle
aluvial. Las dos áreas, aliviadas de excesiva presión demográfi-
ca, podrían ser dedicadas por entero a la agricultura, recurriendo
a la irrigación en pequeña escala, y podrían suministrar a la
ciudad sus productos agrícolas. Así, la ciudad misma requeriría
solamente un acueducto para agua de uso doméstico, y no nece-
sitaría de riego a gran escala para la agricultura.

7. Finalmente, la evidencia de Quinua sugiere que la hipótesis


hidráulica de Wittfogel y Steward explica sólo en parte la evolu-
ción del enorme estado burocrático de la sierra central. Es
verdad que el sistema de riego de Quinua es muy importante
en la organización de la comunidad y que tales pautas parecen
ser extensivas a la siena del Perú. Sin embargo, estos sistemas
de riego —si la evidencia contemporánea es una indicación-
son demasiado pequeños y localizados para explicar el origen del
despotismo político y de cualquier estado más grande que la
comunidad local. Esto seguramente seria el caso de Huari, si
mis inferencias sobre el carácter dc la irrigación de Huari son
válidas. La irrigación, entonces, parece ser significante en la
evolución de la comunidad local pero no en el caso del estado
más grande y del complejo imperio. La función de la irrigación
en el desierto de la costa es otra —y se trata de un problema
distinto— (Moselev 1974, 1975). En la sierra, por lo menos, es
probable que otros factores como el comercio a larga distancia
(Mitchell 1973b; Rathje 1972) o la densidad de población, la
circunscripción geográfica y las guerras (Carneiro 1970) sean
responsables de la complicada evolución política más allá de
la comunidad local (véase Mitchell 1977).

AGRADECIMIENTO

Esta investigación fue emprendida en 1966-1967 y durante los


veranos de 1973 y 1974. Agradezco a Dean Arnold, Glenn King,
Hugo Nutini, Barbara Price, Thomas Schorr, Arthur Tuden y
John P. Gillin por sus comentarios a los primeros borradores de

7 Es interesante notar aquí que los informantes cuentan de la existencia

de una acequia de piedra que va de Huari al lago Yanaqucha, situado en


las montañas detrás del pueblo de Huamanguilla. No vi la acequia, pero
se dice que está bastante descuidada y no tiene uso actualmente.
AGRICULTURA DE RIEGO EN LOS ANDES 161
este trabajo. Quiero dar las gracias igualmente a los participantes
en el Ecology Seminar de la Universidad de Colombia por sus
opiniones y a R. T . Zuidema que tan generosamente me dio los
datos del área río Pampas de Ayacucho. Estoy muy agradecido a
mis asistentes investigadores y a mis compañeros de Quinua por
la ayuda que me brindaron. Dennis Lewis preparó los mapas. Agra-
dezco sobre todo a mi esposa Daphna con quien he intercambiado
muchas de mis ideas.

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