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En las últimas décadas la alerta mundial por el descuido frente al ambiente ha sido evidente

y motivo de muchas discusiones; la emisiones de dióxido de carbono son posiblemente la


principal causa del sobrecalentamiento y desordenes climáticos. Es evidente que en las
noticias y en lo que se ve por estos días en el panorama mundial hay desastres producidos
por inundaciones y sequias en todo el mundo; y a pesar de que hay personas que creen que
las advertencias que desde los 70’s hacen un llamado de alerta frente al medio ambiente son
alarmistas, es importante pensar las cosas que han pasado en menos de 20 años y como
aceleradamente hemos sufrido cambios repentinos.

El asunto con las emisiones radica en que son básicamente acarreadas por políticas
restringidas a los países que menos emisiones tienen, mientras que los que se encargan de
agrandar más el problema son los que menos atención le prestan al tema; además el tema de
la contaminación y el clima se hace menos importante que la economía y el poder. No parece,
por tanto, que en realidad pudiera haber un cambio; es importante que en todo el mundo se
desarrollen tecnologías y metodologías de producción que no reduzcan la productividad y
tampoco aumenten las emisiones y vertimientos. En muchos casos alrededor de todo el
mundo se han encontrado varios procesos que al ser potenciados de manera ecológica no solo
mejoran sus resultados, sino que también reducen costos y reducen en gran medida su efecto
contaminador.

Sabemos que todas las actividades humanas generan de alguna forma desechos, ya sea desde
una actividad productiva o desde las actividades cotidianas. La arquitectura y la construcción,
por ejemplo, han generado muchos desperdicios y contaminación; la arquitectura trabaja con
elementos que no son inherentes al ambiente natural y por esto si se usan mal dichos
elementos se puede alterar los ecosistemas y las relaciones bióticas del lugar. De hecho, el
50 % de emisiones de gases invernadero están relacionas con los edificios, como bien lo dijo
el arquitecto Edward Marzier en 1975. Esto nos lleva a reflexionar, no es acaso la
arquitectura precisamente como arte creadora de espacios para vivir la que debe establecer
la relación hombre - entorno y, por ende, ser una de las disciplinas en la que este espíritu
ecologista tenga su mayor expresión. Este problema es en muchos casos un paso obligatorio
en la construcción, pues mal que bien esta implica intervenciones abruptas en el espacio; sin
embargo la solución no es ignorarlo o esconderlo, es preocupante como el medio publicitario
ha convertido este problema en un negocio y los elementos que se venden no siempre son lo
que se ofrece.

La publicidad verde nos muestra como multinacionales se hacen ver como contribuidores a
la disminución del impacto ambiental cuando no es así y se ocultan tras estrategias como
resultados aparentemente ecológicos que esconden procesos de producción altamente
contaminantes; la arquitectura en muchos casos también se vale de esta publicidad para
mostrar construcciones sostenibles que se alejan totalmente de las verdaderas necesidades.

Si bien cada área debe aportar para un mundo más ecológico y más consciente, la arquitectura
tiene una importante misión en esta tarea. La sostenibilidad implica lo ambiental sin duda
alguna, pero también lo social; seamos conscientes entonces de nuestra labor frente a este
problema.

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