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haremos partiendo de las pinturas que empleó la Iglesia para la prédica a los indios
y que en la mayoría de casos ellos mismos pintaron, al mismo tiempo que de los
lienzos que encargaba la elite cuzqueña, por cuyo medio podemos conocer sus
aspiraciones. En segundo lugar, veremos la presencia de la plástica en la rebelión
misma: qué imágenes fueron utilizadas y qué valor se les otorgaba. Finalmente,
trabajaremos sobre la puesta en imágenes de la rebelión. En este caso, trataremos de
distinguir entre las manifestaciones de la cultura popular, o que derivan de ella, y las
representaciones vinculadas a la retórica oficial. Indicaremos también algunos
cambios ocurridos en la plástica, que si bien pueden no ser considerados productos
directo de la rebelión, se producen tras ella.
Es necesario señalar algunos inconvenientes con que se enfrenta este
trabajo. El primero de ellos es un problema de fuentes. Muchas pinturas fueron
destruidas después de la rebelión o se han perdido otro, es que al no haber podido
trabajaren la zona, no hemos podido buscaren museos o iglesias las pinturas que más
se ajusten a nuestras hipótesis, por lo cual estamos en gran parte limitados al corpus
de imágenes ofrecidos por otros trabajos. Existe el inconveniente suplementario que
estas reproducciones no siempre nos han pellnitido apreciar todos los detalles o
discernir sobre la composición global de las obras.
Queremos aclarar finalmente que al tratarse de un trabajo preliminar la
mayor parte de las cuestiones planteadas en él tienen carácter hipotético. La
demostración cabal de algunas de ellas (en especial de las incluidas en a primera
parte) es parte de una investigación de muy largo aliento.
eran presentados como medios para ganar la salvación. La vida lujosa de la que,
salvo la elite, estaban privados, entrafiaba el riesgo del infierno.
Las representaciones del infierno y del juicio final son especialmente
importantes y alcanzaron gran difusión, aparte de constituir un tópico de la oratoria
sagrada. Dice Huamán Poma:
"Y ancí en las yglecias y tenplos de Dios ayga curiucidad y muchas pinturas de los
santos. Y en cada yglecia ayga un juicio pintado. Alli muestre la venida del señor
al juicio, el cielo y el mundo y las penas del ynfiemo, para que sea testigo del
cristiano pecador". (Huamán Poma 1980:11:636)
(ver para estas representaciones Mesa-Gisbert 1982, láms. XLV, 171, 187,
426,543,544,545 y Mesa-Gisbert 1977, láms. 116, 119, 120, 121 y p.92).
Queremos señalar algunas características importantes de estas imágenes:
-En las representaciones del infierno se encuentra un mundo invertido, un
mundo de desorden y caos, reforzado por la composició!l misma de los cuadros, por
la profusión de desnudos frente a todo el resto de la pintura colonial, como por los
textos de las leyendas y cartelas que los acompañan. Cada pecado recibe un castigo
específico al que está relacionado y puede ser identificado con el observador.
-En algunos casos encontramos presencia indígena. Ya sea el caso del diablo
induciendo a los indios a bailar un taqui en el lienzo de Carabuco o entre los
condenados (hay incluso un inca en el cuadro de Quispe Tito), compartiendo las
penas con las autoridades y los ricos (Gisbert 1980). Mesa y Gisbert (1977:95)
rescatan la descripción de una pintura perdida, en que estarían representados en el
infierno unos indios rebeldes, que veremos más adelante.
-Estas representaciones del infierno implican una peculiar idea de la justicia
divina, en la que los castigos por contravenir la ley de Dios son ejecutados por los
demonios, sus enemigos.
-En estas pinturas, más que en las de ningún otro tema, está presente la
violencia física, violencia igualmente presente en la gran rebelión y que caracteriza
las acciones en la zona del Alto Pení donde, coincidentemente, se encuentra el mayor
número de representaciones de estos infiernos.
Esta violencia contra los pecadores es ejecutada por los demonios, fonnal-
mente vinculados con la serpiente y el dragón, de cuyos elementos derivan sus
cuerpos mixtos. No es imposible la vinculación: amaro-serpiente-dragón-demonio
que no sólo permite, sino sugiere la literatura. Demonio y serpiente son sinónimo en
la obra de Ramos Gavilán (1988:253). La traducción de amaru en los diccionarios
más tempranos es la de "serpiente, dragón" (Santo Tomás [1560] 1951:108 y
González Holguín [1608] 1952:24). Los diccionarios de símbolos traen para
occidente las siguientes vinculaciones del dragón.
"[ ... ] se presenta esencialmente como un guardián severo o como símbolo del mal
y las tendencias demoniacas".
"El dragón como símbolo demoniaco se identifica en realidad con la
serpiente" .(Chevalier-Gheerbrant 1986:228)
Hacia fines del siglo XVII comenzaría lo que Stastny (1982), partiendo del
trabajo de Rowe (1954) sobre el nacionalismo inca, ha denominado "guerra
iconográfica". Se trata de un grupo de cuadros mandados a elaborar por quienes se
consideraban o se querían legitimar como sucesores de la nobleza incaica. En ellos
aparecen representados caciques con escudos nobiliarios y con los atributos típicos
de la elite inca (parasoles, enanos jorobados, vestidos de tocapu, uncus, papagayos,
etc.). La serie del Corpus cuzqueño se enmarca en esta misma tradición.
También comienzan a aparecer indígenas retratados como donantes de
imágenes religiosas; en estos casos, a diferencia de los retratos individuales,
aparecen los hombres vestidos a la usanza españ.ola, las mujeres en cambio
mantendrán siempre sus vestidos tradicionales. El vestido español era un privilegio
"Que haya mandado sacar a un zambo Antonio dos retratos suyos. Uno envió al
Collao, en que estaba pintado en un caballo blanco con su unco y demás insignias
en la cabeza, que son las que se ponen los nobles regulannente [... ]" (declaración de
Tupac Amaro en CDB:1:226)
los lados. Dice ser el mismo que pintó; que le puso en la cabeza las insignias por ser
las de inca descendiente de sangre real, y habérselo mandado el rebelde; el bastón
porque continuamente lo cargaba; que a un lado está la expedición de Sangarará re-
presentando la iglesia quemada, con las llamas que salían de ella, y varios muertos
y otros a quienes desnudaban; al otro lado la cárcel de Sangarará y los indios
quemándola, y otro indio agarrando por los cabellos al carcelero; arriba, un quitasol
con que andaba frecuentemente el rebelde, y que todo esto era por mandato del
mismo rebelde".(Declaración de Antonio Oblitas en CDB:1:558-559).
La obra parece tener la siguiente composición:
Iglesia en Retrato de Incendio de la
llamas, muertos Tupac Amaru con cárcel y castigo
y desnudos. quitasol, insignias al carcelero.
y bastón.
"La batalla y captura "La entrada triunfal "Avance de las tropas in-
del pueblo de Sanga- de Tupac Amaru" dias desde las alturas de
rará" (Iglesia, detona- (retrato de T.A. a ca- Tinta" (dos cóndores)
ción de armas de fue- ballo blanco y de sus
go, ajusticiamiento y compañeros). (matanza)
pueblo en llamas).
reproducción total del cuadro y al haber dudas sobre si la composición fue alterada
o no al pasar los tres fragmentos de que está compuesto a un bastidor.
La existencia de este cuadro hace pensar en alguna relación con la pintura
de Oblitas. Tal vez el ~uadro original fue copiado rápidamente durante la rebelión
y de una de estas copias deriva el que resefiamos o quienes vieron el original lo
reprodujeron después sin tener delante el modelo, de allí las variaciones y el
anacronismo en los trajes.
Sabemos que circularon otros retratos de Tupac Amaru y de Micaela en
pequefio formato que llevaban consigo los rebeldes, eran empleados seguramente
como emblema o sefial de adhesión al movimiento.
Respecto de los estandartes empleados durante las acciones bélicas, Anto-
nio Oblitas niega ser el autor de "las banderitas que sirven de sefia para los indios.
Dice él que no ha pintado, sino que lo hizo un indio llamado Simón
Ninancancha"(declaración de Antonio Oblitas. CDB:I:558). En cambio Francisco
Cisneros insiste en que es cierto que el propio Oblitas pintó las banderas (CDB:I:560).
Al no tener descripciones de ellas poco es lo que podemos decir, sino que aparecen
en el mural de Chincheros y que, seguramente, llevaban los símbolos heráldicos de
Tupac Amaru. Hay que recordar que en una de las representaciones de la defensa de
la eucaristía aparece entre los infieles uno que lleva un estandarte con una serpiente
(el cuadro se encuentra reproducido en Stastny 1982, y es él quien sefiala el detalle).
Finalmente hay, del lado rebelde, un último testimonio gráfico, el único que
ha sobrevivido. Se trata de un pasquín que circuló en La Paz como amenaza de
muerte contra Gallo, el funcionario de la aduana. Lleva el siguiente texto:
"A este ladrón gallo biejo, pelarlo, haser buenas presas y al Rios con él, pues no
pruebe[?] ignorancia ni diga que derepente fue su desgracia que con este abiso ban
tres beses. Lo que se siente es que por este picaro ladron ande pagar muchos: [dibujo
de un ahorcado] el miserable correjidor por consentidor [un gallo ahorcado] ha este
maldito lo llebe el diablo este mal gallo pelallo [dibujo de dos ahorcados] estos son
los señores ladrones oficiales reales y tras estos seguirán los que son y los que no son
[...]" (reproducido facsimilarmente en Lewin 1943:431).
La mano del dibujante es ingenua y el dibujo no se presta para mayor
análisis. Indicamos solamente dos cosas: el empleo de una representación puede
estar justificado para sefialar que la amenaza es definitiva y se cumplirá (como de
hecho se cumplió), lo que reforzaría nuestro criterio de valor de verdad dado a las
representaciones. La segunda es señalar cierta constancia en el motivo de los
ahorcados en la zona altoperuana, aparecen nuevamente en el cuadro del sitio de La
Paz y, posteriormente, en una pintura mural dada a conocer por Macera (1981).
batalla, debajo de ella la figura de San Pablo. Las representaciones están organizadas
espacialmente de la siguiente forma:
en la guerra (ver figura IX), estando también presente la dualidad hombre-mujer que
parece haber sido importante en la dirigencia del movimiento tupamarista.
XIX los temas de las postrimerías y de la dinastía incaica. Pero este es un caso
aislado, los motivos barrocos aparecerán en obras de muy pequeño formato y de
carácter votivo que fundarán una nueva tradición campesina. Habrán también otros
cambios. Santiago, por ejemplo, aparecerá en adelante exclusivamente bajo la forma
de matamoros (para estos últimos años de la pintura cuzqueña y los pintores
populares ver Macera 1975b y 1979).
IV. CONCLUSIONES
A lo largo del presente trabajo hemos querido señalar las posibles relaciones
entre la pintura colonial y la gran rebelión. Si bien es difícil establecer una relación
directa, creemos haber establecido algunos puntos de contacto que nos permiten
llegar a las siguientes conclusiones:
-Los contenidos expresados en los cuadros coloniales referidos al ciclo de
las postrimerías guardan afinidad con algunos contenidos de la gran rebelión,
principalmente en el empleo de la violencia. No es imposible una identificación
entre el amaru y el demonio cristiano, aunque esta relación parece más clara en la
pintura que en la propia rebelión.
-La elite cuzqueña se sirvió de la plástica para reivindicar su posición
dirigente, legitimada por una ascendencia incaica. Para esto utilizó y difundió los
símbolos y atributos incaicos como propios (sol en el pecho, parasoles, varas, uncu,
etc.). Estos mismos atributos fueron emple.ados porTupac Amaru, algunos de ellos
figuraban con seguridad en los retratos que éste mandó a hacer.
-La rebelión empleó representaciones pictóricas en diversas ocasiones,
principalmente en su labor de propaganda y de proselitismo.
-Existe afinidad entre la descripción de uno de los retratos de Tupac Amaru
y las representaciones del apóstol Santiago mataindios, aunque con una inversión de
su significado. Este parece haber sido utilizado con el fin de simbolizar la inversión
de la situación de conquista o sometimiento. Una vez derrotado, Tupac Amaru fue
representado vencido por Santiago con el fin de reafirmar el poder colonial y
significar el respaldo divino en su derrota.
-Uno de los retratos de Tupac Amaru, pintado por Oblitas, parece estar
vinculado al que reseí'ia Macera (1975a) y ése a su vez al ciclo de las postrimerías.
-El mural que representa el conflicto entre Tupac Amaru y Pumacahua
permite una lectura de este enfrentamiento como uno de origen étnico con vincula-
ciones míticas o rituales si se lo contrasta con otras fuentes visuales y escritas.
-Coincidentemente después de la rebelión y en las representaciones pictó-
ricas oficiales de ésta, se nota el triunfo de la retórica neoclásica. Los temas
tradicionales de la pintura colonial se refugian en la creación popular, coincidiendo
con la desaparición de ciertos motivos como el de Santiago mataindios.
Juan Carlos Estenssoro
Juan de la Fuente 976
Lima 18, Perú
NOTAS
(1) A otras representaciones como las escenas galantes y de caza es también posible atribuirles un
contenido religioso o al menos moral. Las primeras como vánitas, las segundas como imagen
de la redención. El tema de la cacería es un tópico en los textos de los villancicos religiosos
colorúales.
(2) Esta utilización jerárquica y moral del espacio se encuentra presente en toda la pintura cristiana
y, por lo tanto, en toda la pintura religiosa colorúal. En Huaman Poma podemos ver incluso
enunciada explícitamente esta distribución espacial:" Y despues el dia del juycio, vendrá
[Jesucristo] con una magestad y gloria y trayrá en la mano derecha a su madre bendita Santa María
y a todos los santos y santas, ángeles y rregocijos y guemaldas y juyas para pagar a los pobres
menospreciados.
Y en la esquierda, el ynfiemo abierto para tragar a los malos pecadores y enubidentes,
soberbiosos y tormentos, fuego, asoles, hiel, castigos, demonios, serpientes, escorpiones,
culebra y guzanos, espíritus malos espantosos, nunca vista para castigos todos". (Huaman Poma
1980:III:876).
(3) Vilela y Guarachi (1948) dan en dos ocasiones 1690 como fecha de las pinturas, si tenemos en
cuenta los otros datos que ellos mismos dan es una fecha absurda. Es probable que se trate de un
error por 1790, aunque no indudable. Los datos que ellos proporcionan sobre el pintor N.
Gutiérrez, alias "el ñato" son los siguientes: "Hijo de Sebastián Gutiérrez., capitán de la
Independencia y descendiente de uno de los fundadores de La Paz" (Vilela-Guarachi 1948:248).
(4) Es el caso del párroco de San Jerónimo que mandó colocar el cuadro de Tupac Amaru vencido
por Santiago. Juan de Dios Pereyra dejó en su testamento 20,000 pesos a los indios de su
parroquia "en ra7..Ón de su obediencia durante la gran rebelión" (Ramos 1982:39).
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Figura I
Calco mural Chincheros
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Figuran
Liebscher, IQ/XIX-24
Figura III
Liebscher, IQ/XIX-23
Figura IV
Liebscher, IQ/XIII-1
Figura V
Calco mural Chincheros
Figura VI
Calco quero (MGl)
Figura VIII
Calco mural Chincheros
Figura VII
Liebscher, IQ/XVIII-17
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