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GENTE TOXICA

DEFINICION
Personas tóxicas
Los celos, el ansia de éxito y el amor de los demás en exclusiva, están en el origen de los vínculos dañinos. Hay
seres tóxicos capaces de infectarnos con su negatividad, pero también antídotos y técnicas para librarse de
quienes nos amargan la vida e impiden crecer. Hay personas en nuestro entorno familiar, laboral o social, cuyos
comentarios y actitudes nos complican la existencia.

Una persona tóxica es la que desorientada y aburrida de estar en un lugar que es el propio
pero desconoce, se muda a tu mundo y desde ahí pretende dar órdenes de cómo tú deberías
estar viviendo. La manipulación es la herramienta fundamental de su operar; a través de la cual
obtiene sus resultados. Siempre está observando que “puede ganar para sí”, su actitud es de
arrebato; porque en su mente “cree no merecer eso que anhela”.

Por María Jesús Ribas


Gente peligrosa para nuestra salud mental, emocional y física, a quienes conviene mantener alejados, o al menos a raya, si
no tenemos más remedio que convivir o coincidir con esas personas tóxicas. Cualquiera que nos aflige con su actitud hacia
nosotros, que no nos deja crecer, que no se muestra contento con nuestros éxitos y que pone barreras a nuestros esfuerzos
para ser más felices, puede considerarse una persona tóxica para nuestra vida, aunque para cualquier otro individuo pueda
resultar inofensiva.

Para la psicóloga estadounidense Lillian Glass, la raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos. ¿Por
qué algunas personas cercanas, queridas o amigas, nos hieren, se enfadan con nosotros, tratan de vencernos, buscan
disgustarnos o intentan dañarnos con frases sarcásticas o respuestas que desaniman o al alegrarse falsamente de nuestra
felicidad o éxito?

¿Por qué nos hacen críticas destructivas?, ?Debido a los celos y su concomitante envidia?, señala Glass, para quien el
descontento y los sentimientos de insuficiencia provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así
como el deseo de tenerlas para uno mismo, en exclusividad.

Personalidades tóxicas hay en todos lados

Stamateas va describiendo una a una las distintas personalidades tóxicas con las cuales
eventualmente nos podríamos encontrar o en las que nos podemos llegar a convertir.

Todos convivimos en algún momento de nuestras vidas con personas que tienen alguna
característica tóxica. En el ambiente laboral, en la familia, en las instituciones de todo tipo,
incluyendo iglesias y organizaciones de apoyo a la comunidad, entre los amigos, etc.

El asunto es que debemos aprender a actuar de tal modo que no caigamos en las redes de la
toxicidad de dichas personas o comportarnos de esa misma forma. Es probable que eso nos
envenene si no sabemos cómo actuar a tiempo.
Diversas personalidades tóxicas

En la contratapa del libro se presentan a manera de ilustración las 13 personalidades tóxicas


de las cuales habla el texto.

 "Si lees este libro, deberás atenerte a las consecuencias". Un mete-culpas (capítulo 1).
 "¡Qué buen libro, Stamateas! (¡Ojalá nadie te lo compre!)". Un envidioso (cap. 2).
 "Nada nuevo... muy sencillo... no va a andar". Un descalificador (cap. 3).
 "Soberana estupidez". Un agresivo verbal (cap. 4).
 "Lo estábamos esperando, la humanidad necesitaba un libro así". Un falso (cap. 5).
 "Me dolió mucho lo que escribió este hombre... Si lo cruzo por la calle lo piso". Un
psicópata (cap. 6).
 "Yo lo leí hasta la mitad". Un mediocre (cap. 7).
 "Me dijeron de buena fuente que la página 74 es copia fiel de lo que escribió su tío". Un
chismoso (cap. 8).
 "No leerás este libro porque así lo digo yo". Un autoritario (cap. 9).
 "Me gustaría leerlo, pero no sé... me da bronca... pero es posible". Un neurótico (cap. 10).
 "Mi amor, ¿por qué no me dijiste que este libro ya había salido? Te lo hubiese regalado
para nuestro aniversario, pero bueno... ¡te perdiste la sorpresa!" Un manipulador (cap.
11).
 "¡Impresionante! Veo que el autor siguió mis consejos, pero le falta un poco para
alcanzarme". Un orgulloso (cap. 12).
 "Muchas páginas... medio largo... la letra es pequeña". Un quejoso (cap. 13).

La realidad de la relación interpersonal

La verdad es que hay gente que nos complica la existencia. Invaden nuestra privacidad, son
quejosos, pretenden manipularnos, nos meten culpas, son autoritarios, mediocres o
agresivos.

No es sencillo interactuar con personas tóxicas, especialmente cuando nos han enseñado
que debemos ser tolerantes, que la religión nos exige ser "buenos" con todo el mundo, que
tenemos que aprender a callar y otras ideas similares, que también son parte del mensaje
tóxico con el que tenemos que crecer.

Aprender a distanciarnos de personas que no quieren cambiar y que nos dañan es una tarea
necesaria, para tener una mente sana y vivir de manera más libre.

Aprender de estas actitudes, nos puede ayudar a evaluar nuestra propia conducta para
entender cómo en algún momento podemos volvernos tóxicos con los demás.

Leer más en Suite101: Gente tóxica: Cómo alejarnos de personas que nos hacen mal |
Suite101.net http://suite101.net/article/gente-toxica-a8777#ixzz1ypkCKyiC
Stamateas además de describir a los 13 tóxicos:
1. el mete culpas

2. el envidioso

3. el descalificador

4. el agresivo verbal

5. el falso

6. el psicópata

7. el mediocre

8. el chismoso

9. el jefe autoritario

10. el neurótico

11. el manipulador

12. el orgulloso

13. el quejoso

Explica las consecuencias y efectos de dicha toxicidad y ayuda a saber qué y cómo hacer para
librarnos de ellas. Estos son los más populares:

1. El mete-culpas

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La culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano y una de las
maneras más
utilizadas para manipular a los otros. Nos paraliza, nos impide desarrollar nuestro potencial; es
venganza, bronca y
boicot contra uno mismo. "¿Con
todo lo que yo he hecho por ti y me pagas así?" y "No creo merecer que me hayas dicho eso, yo
siempre estoy ahí
para ti", son sus frases típicas.

Todos tienen el derecho a ser felices con sus defectos y cualidades. Hay que limpiar el polvo de los
zapatos y seguir
adelante. La clave es vivir con convicción, que es la que permite modificar, rever y cambiar lo
necesario para ser mejor.

2. El envidioso

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Envidiar es una emoción que no solo implica anhelar lo que otro tiene, sino querer estar pasando por
la misma
circunstancia. Nos pone en un plano de continua insatisfacción y de queja permanente y nos hace
estar
comparándonos. "Lo que yo digo no es para
criticarte", "Te lo digo, pero no para destruirte" y "Te lo digo por tu bien", son sus frases usuales.

Puede modificarse: si lo que despierta envidia son los kilos que perdió tu compañera de oficina y tú
estuvieras segura
de que puedes bajarlo si te lo propones, ¿tendrías envidia de ella?
Es una emoción evitable mediante el trabajo para obtener triunfos a nivel personal, laboral y familiar.

3. El descalificador

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"Excelente trabajo, lástima que lo entregaste tarde". Muchos desperdician su tiempo descalificando a
lo que están a
su alrededor. Si se hace algo bueno, este tipo de persona criticará por hacerlo, si no se hace, por no
hacerlo. Su
especialidad son los
dobles mensajes.

La idea es que la gente a su alrededor viva desconfiando, se sienta insegura y sea dependiente de sus
palabras y
opiniones.

Al estar cerca de ellos hay que cuidar las emociones, ser libre o ignorar sus palabras. Deshacerse de
los que se tiene
a su alrededor, ignorarlos y seguir adelante.

4. El chismoso

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Los chismes son destructores de vidas, de trabajo, de vecindarios. Todos los rumores en algún
momento mueren,
pero mientras eso sucede pueden mortificar muchas vidas. Hay que ponerles límites y no permitir que
hagan estragos.

Frente a ellos hay que


tomar actitudes positivas que nos permitan desintoxicarnos.
"¿Supiste que fulanita y fulanito tienen un enredo?", es una de sus frases clásicas.

Una manera de evitar que prosperen es dar información exacta y tratar de que llegue a todo el mundo.
Hay que
cosechar, sembrar y no detenerse a escuchar los que otros tienen ganas de decir.

5. El quejoso

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Si llueve se molestan, si sale el sol también, si los saludaron de mala gana se enojan, si lo hacen
amablemente se
fastidian. El punto es que deben encontrar un motivo para pensar que el mundo está en su contra y
que nadie es
capaz de entenderlos.
Miedos, inseguridades, inquietud, aflicción y dolor son sentimientos por los cuales atraviesan ellos.
Son tóxicos para
sí mismos y para los que están a su alrededor.

El tiempo que se pierde quejándose podríamos aprovecharlo buscando soluciones y sacándole


provecho a las
soluciones. Hay que revertir todo lo que esté al alcance y buscarle el lado bueno a cada circunstancia.

Cómo reconocer a las personas


tóxicas
Los especialistas difieren en su definición, pero todos coinciden en que la gente nociva existe y que provoca daño a los
demás

El que destila un odio visceral y se regodea con la humillación del otro, el que avasalla al semejante, el que busca manipular
con mentiras, el que agrede innecesariamente y desvaloriza al otro para sentirse bien él, el que daña con intención sin
jamás proponer una reparación, el que incomoda con sus imposturas, el envidioso de todo lo ajeno y el que urde los
problemas para acercar luego sus soluciones.

La nómina de personas dañinas la completan el autodestructivo, el narcisista patológico, el perverso, el violento impenitente
y el estafador. Se sabe que de seres nocivos está lleno el mundo, ya lo poetizó Antonio Machado con su "mala gente que
camina y va apestando la tierra", pero ¿existe realmente la gente "tóxica"? ¿O el término, por descalificador y
estigmatizante, se lo reserva sólo a Adolph Hitler o a Ben Laden?

Las neurociencias dicen que sí, que la gente "tóxica" –encarnada por aquellos seres rapaces que inexorablemente
perturban el bienestar ajeno y vampirizan al semejante– existe. Y endilgan a fallas químicas la irrigación de esa toxicidad.
Sus conductas se traducen en patologías, y la coexistencia con ellos resulta imposible.

En el psicoanálisis y la psicología, la literatura está dividida. No obstante, ambas se inclinan por los vínculos y
comportamientos "tóxicos" más que por las personas, ya que lo que es "tóxico" para unos puede ser perfectamente
aceptado por otros. En todo caso, se trata de una percepción subjetiva, dicen.
Si bien no existe una cofradía donde se imponga la toxicidad, al hurgar en los perfiles nocivos, sin duda que algunos
políticos –aquellos que sólo buscan ser escuchados y prometen lo que saben que jamás van a cumplir– podrían encajar en
ese estereotipo. Y, dentro de las relaciones de poder, tampoco los jefes desconcertantes, impredecibles o arbitrarios –los
seudoemperadores de la verdad, incapaces de encomiar méritos o esfuerzos– se escapan indemnes a la toxicidad.

Tipos de "encuentro"

"Quien mejor se ha dedicado a este tema en la historia de la filosofía es Baruch Spinoza", apunta el filósofo Tomás
Abraham. "El habla de encuentros que potencian nuestras energías y nos dan alegría y los que las disminuyen y producen
tristeza. Cuando dos cuerpos se convienen entre sí, multiplican su potencia. Y cuando no lo hacen se produce un mal
encuentro, semejante a una especie de envenenamiento", explica.

Pero Abraham pone un freno, al aclarar que "pensar las relaciones humanas en términos de toxicidad deriva de las teorías
degenerativas de la psiquiatría racista del siglo XIX".

Investigadora de la vida cotidiana a través de la enjundia filosófica, Roxana Kreimer es asertiva respecto de esa categoría,
popularizada por la norteamericana Lilian Glass, en su best seller Toxic people (Gente tóxica). Allí advierte que nadie es
"ciento por ciento sano, ni física ni psicológicamente; por eso, es importante atender los patrones caracterológicos y sus
efectos", observa Glass. Su libro cuenta hace meses con una versión local, escrita por Bernardo Stamateas.

"Los comportamientos destructivos son tolerados si aparecen de manera esporádica. Pero cuando se repiten con frecuencia
contaminan las relaciones interpersonales", completa Kreimer.

"Confucio decía que si uno se topa con gente buena, debe tratar de imitarla, y si uno se topa con gente mala, debe
examinarse a sí mismo", añade. Y caracteriza a la gente "tóxica" "por su falta absoluta de empatía con el otro". En ese
grupo, incluye a los manipuladores, que se valen de la asimetría de la información para torcer destinos, y a líderes como
George Bush, que buscan la adhesión a sus "decisiones impopulares presentándolas como necesarias".

¿Qué sucede con los pesimistas consuetudinarios? Según Abraham, pueden ser "más lúcidos, inteligentes y valientes que
toda esa pavada de la buena onda". Para Kreimer, la negatividad en demasía termina siendo contagiosa.

Diana Cohen Agrest habla de "los vínculos destructivos de los que hay que huir". Pero advierte sobre la estigmatización y la
capacidad de cambio de las personas. "Los seres humanos –dice– no somos de una vez y para siempre. Estamos en
constante proceso de construcción. El nombre definitivo es el del epitafio, pues sólo allí adquirimos una identidad definitiva.
Mientras vivimos, se puede dejar de ser «tóxico», como también se pueden adquirir otras características. Sólo una visión
demasiado pesimista del ser humano lo condena a ser de una vez y para siempre."

El filósofo Santiago Kovadloff confiesa cruzarse a menudo con este tipo de personas y rogar que en ese instante alguien en
el teléfono lo libere de la situación. "Pongo el acento en los vínculos más que en las personas, porque el significado de
alguien depende primordialmente de quien entable una relación con él", ejemplifica. Y se pregunta si la gente realmente se
cuestiona qué es lo que uno produce en el otro. "Yo también puedo irritar y ser muy aburrido en mi vida pública", confiesa.

Sin embargo, ubica como rasgo dominante de la toxicidad "a las personas monologadoras y autorreferenciales y a aquellos
que nos aplastan". El corolario es el tedio, el desinterés y la urgencia de alejamiento, dice. Y arremete contra los
simuladores y contra aquellos vínculos cimentados a partir de una necesidad tramposa: "La de no relacionarse realmente".

Claves para evitarlos

Las personas "tóxicas" influyen en la salud tanto física como psíquica del otro. Por eso es clave identificar los síntomas que
una compañía nociva produce.
 A esas personas se las controla quitándoles su poder, escapando de ellas o no permitiéndoles acceso a nuestra
intimidad.

 Si se debe convivir con ellas, en la familia o en el trabajo, hay que abstraerse mentalmente de su presencia y
acciones.

 Cuando surge un comentario o comportamiento "tóxico", simular que uno le presta atención cuando, en realidad,
se esfuerza por desoírlo.

 Al "tóxico" se lo neutraliza con amabilidad. Su afán por lastimar con comentarios o actos desagradables resulta
estéril si él percibe que carece de efecto.

 Focalizarse en las cosas positivas que uno tiene en la vida cuando se está cerca de una persona "tóxica". Es un
ardid efectivo para superar los malos momentos.

 Si no es posible evitarlos, adquiera un identificador de llamadas y reduzca al mínimo el contacto personal con
ellos.

 La actitud positiva es siempre una elección. Prepárese mentalmente para estar bien y contrarrestar así las
actitudes "tóxicas".

 Si una persona "tóxica" forma parte de su equipo de trabajo, establezca de antemano y claramente las reglas de
convivencia. Si se trata de su jefe, hágale saber que usted y su equipo pierden eficiencia frente a
comportamientos negativos. Y póngale ejemplos.

 Si el "tóxico" no es alertado sobre su toxicidad, la extenderá en el ambiente. No deje pasar por alto esas actitudes
y convérselo inmediatamente con él.

 Ejercite su propia autocrítica y revise con asiduidad qué tipo de actitudes y comportamientos tiene usted para con
los demás. Usted también puede ser "tóxico" para otros. La regla es simple: no les haga a los demás lo que no
desea que le hagan a usted.

Que los hay los hay

" A los «tóxicos» los olés al primer contacto; son lastres que te hunden y restan siempre. Por eso, tratás de alejarte. Pero la
vida te los impone demasiado a menudo"

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