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Carlos Alberto Palacio Páez

Filosofía y Literatura 2016-2

Pontificia Universidad Javeriana

Las dos expulsiones de la poesía en la sociedad moderna

Cuando se habla de la discusión entre literatura y filosofía, hay que remitirse a la obra
de Platón. Más exactamente a La República, pues en esta podemos encontrar, además de la
supuesta “teoría del estado platónico”, una apreciación, según Platón, de lo que es la
literatura, en este caso la épica y la tragedia, y su impacto en la sociedad.

Su conclusión lleva a plantearnos muchos interrogantes. ¿Es acaso necesaria la


expulsión de los poetas para la consolidación de una sociedad ideal, como la que Platón
menciona en La República? ¿Hasta qué punto son los poetas responsables en la polis griega
de la educación? ¿Por qué desvirtuar a la poesía, considerándola como un mal ejemplo?

A pesar de las dudas que surgen, hay algo claro: la expulsión de los poetas de la
sociedad es un hecho, no sé qué tanto o hasta qué punto en la sociedad griega de la
antigüedad, pero en la sociedad actual es muy clara, casi que total. La poesía, y en general la
literatura (por no incluir otras disciplinas como la filosofía), ha sido sacada de la vida diaria
en la sociedad contemporánea.

La literatura, hablando de ella en todos sus géneros, no parece ser una disciplina muy
acorde al ritmo de vida de la sociedad. No podemos hablar entonces de una expulsión de los
poetas como algo directo, sino como un fenómeno que, poco a poco, se ha ido dando en la
sociedad moderna. Cada vez el interés es menor por temas literarios, pues se le considera una
“simpleza” comparada con algunas ciencias más desarrolladas en la actualidad. Podemos
entonces hablar de un primer paso en la expulsión de los poetas en la modernidad que sería
el de la desvalorización de la poesía frente a otros campos de estudio. Esto, apoyado en la
posible malinterpretación del término ficción, ya que la sociedad moderna pensaría que todo
aquello que se considera ficción está relacionado entonces con la mentira, el engaño y la falta
de seriedad.

Pienso, hablando desde mi punto de vista, desde lo que he vivido y he podido constatar,
que la literatura, acercándola a un contexto de nuestro país, además, es una disciplina elitista.
No porque sea un determinante estar en ciertos círculos sociales para acceder a ella, sino
porque la misma configuración social, económica y política no permiten que la literatura
llegue (obviamente con excepciones) a sectores que no cuentan, entre otras cosas, ni siquiera
con servicios básicos satisfechos.

Pues bien, arrancando por ahí, no solo vemos que la literatura, tal como Platón lo
menciona, ha sido expulsada de la sociedad, sino que el acceso a ella es limitado, creando
una nueva forma de expulsión (al menos no tan directa) que sería la de concebir la literatura
como un lujo, como un adorno para el diario vivir, como un hobbie, y no como un
determinante en la formación de los niños y jóvenes.

¿Qué implica para la literatura esto? Bueno, es claro. Esta desvalorización, sumada a
la imposibilidad en el acceso, como lo dije antes, constituye la expulsión de los poetas en la
sociedad moderna. Dándose así un escenario poco favorable para esta disciplina. Cada vez
hay menos personas que se dedican al estudio de la literatura; basta ver el número de
estudiantes en una facultad de Filosofía y Letras comparado con una de Ingeniería para sacar
conclusiones. Lo mismo sucede si entramos a detallar el presupuesto destinado a la
investigación en ambos campos.

Aunque el panorama suena desalentador para los estudios literarios, en la industria


editorial no vemos esta alarma. Si bien Colombia no es un país muy lector, las editoriales
encuentran en Colombia un mercado favorable. ¿Qué es entonces lo que se está publicando
y vendiendo como literatura? Este tema ha sido centro de un gran debate. El mercado editorial
está plagado, sí, plagado de contenido. La calidad es cuento aparte en esta discusión. Lo claro
es que hay muchos libros en el mercado y día a día se publican más y más.

¿Cómo se ven estos libros entonces ante los ojos de la sociedad? Así es, como un lujo,
un hobbie, entretenimiento. Como lo dije antes, esta forma de ver la literatura como un modo
de entretenimiento, muy apartado de su sentido inicial de hacer parte de la formación de los
valores de una sociedad, se podría considerar la segunda forma de expulsión de los poetas.
Casi que una sustitución de los poetas por simples sujetos, en algunos casos generadores de
diversión, en otros de simple polémica, que publican sus libros con un único objetivo: servir
de distractor y alimentar la Industria Cultural de la que dependemos.

¿Por qué se da este fenómeno? Bueno, entrar en este punto es algo complejo y extenso.
El poder de los medios masivos de comunicación, la influencia del capitalismo y la
reproductividad técnica han ocupado miles de páginas de estudio. Lo que me atrevo a afirmar,
creo sin una base teórica muy fuerte, es que la sociedad contemporánea ha hecho una mala
lectura a la literatura tradicional. Leyéndola en clave de ficción (malinterpretándola como
mentira) y asumiendo, en una conclusión poco racional, que entonces no sirve de nada y,
segundo, leyéndola tan literalmente que se malinterpreta el verdadero sentido esta, tal como
hablaba Platón al decir que la literatura no es buena porque, en ella, los dioses, entre otras
cosas, mienten, engañan, y los héroes se quejan, o no están conformes con lo que ya tienen.

En conclusión, creo que la expulsión de los poetas de la que hablaba Platón cada vez
es más clara. Y no como una decisión de un gobierno fascista o totalitario, sino como el
resultado de años y años de evoluciones en el pensamiento humano, que ha dado origen tanto
a grandes cosas, como a otras terribles. ¿Terminaremos acabando con los poetas algún día?

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