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AMÉLIE KUHRT

E,L ORIEI{TE, PROXIMO


EI{LAN{TIGUEDAD
(c.3000330 a.C.)
Volumen 1

Traducción castellana de
rBóru-o DE LozoYA
I

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§q ,\
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cnÍuce
BARCELONA
\

PRÓLOGO

ln presente obra pretende ser una introducción a la historia del Oriente


Próximo antiguo, a las principales fuentes utilizadas para reconstruir su
socíedad y sus sistem"as políticos, así como a determinados problemas histó-
ricos y debates eruditos. Decididamente no es una historia en el sentido con-
vencional del término, y ello por dos razones: en primer lugar, como ya he
subrayado en varios momentos, resulta imposible escribir una historia na-
rrativa de los hechos, y en segundo luga4 yo no estoy especializada en
todas las áreas ní en todos los períodos de la compleja región que consti-
tuye el Oriente Próximo. He intentado tocar las áreas y los períodos que
habitualmente se estudian en las universidades, lo cual tmplica necesaria-
mente que el alcance de la obra sea selectivo. El espacio que dedico a Egip-
to es deliberadamente breve, debido al gran número de buenos estudios que
existen sobre la historia de Egipto a todos los niveles.
La Introducción (citada a lo largo de'la obra como capítulo 0) va acom-
pañada de una bibliografía general y he decidido organizarla por temas,
de modo que sirva a modo de orientación general. Cada sección temática va

ffi:
\Qgn'J'=
ouedan rigurosamente ffiro*, sin la autorización escrita de los titulares
rur-r"*, !" r"prii""ioiiout o p*"iul
del copyriglrr' bajo
de esta obra por cualquier
encabezada por una letra del alfabeto (por ejemplo, 0A, 08, etc.), dentro de
la cual las diversas obras son registradas alfabéticamente. Cuando es preci-
so (a lo largo del texto o en las referencias más detalladas a cada capítulo),
hago alusión a las obras inventariadas en la bibliografia introductoria entre
corchetes (por ejemplo, Bottéro et a1., 1967a t0Bl). Del mismo modo, las
ras sanciones
"rtuur""i¿", "n ta.reproffiV g31lini"nto informático' y la distribu- citas efectuadas en las bibliografías de cada capítulo las realizamos por
medio o procedimiento, "i
de tnt¡i"nt" alquilei o préstamo públicos'
"orpr"naíaos tanto de la siguiente manera: Powell, 1978 [capítulo I ]. Tbdas las fechas, a
"ñr'á" "ñplares "ti" menos que se indique lo contrario, son a.C. No he pretendido imponer un
Título original: único sistema coherente de pronunciar los nombres originales, sino que he
fi;"ñéiENr NEAR EASr c' 3ooo-330 BC
Volume One
xq utilizado las formas ruís habituales. Cuando transcribimos palabras aca.dias,
hititas y egípcias, § - <<sh». En acadio, sumerio e hitita, todas las ,rh, sue-
Cubierta: Enric Satué K
l9"n nanfuerte (como, por ejemplo, la <<ch» en la palabra escocesaloch, esto es,
Foto"omPosición: FotocomP/4'
S'A' más o menos como la oj, española); no ocurre lo mismo con el árabe mo-
@ 1995: Amélie Kuhrt y América: derno, el hebreo clásico o el egipcio, lenguas en las que la «h» fuerte apa-
: de la presente edición para España
-eijñónlel
@ 2000
cnÍnóÁ, s'l', corséga' 270' 08008 Barcelona rece representada como <<kh»r. In convención utilizada para transcribir el
ISBN: 84-8432-050-2
sumerio (diferenciándolo del acadio) es escribir las letras «espaciadas>>, por
Depósito legal: B. 7'109-2000 ejemplo,l u g a l; cuando se desconoce la lectura de una determinada pala-
Impreso en EsPaña bra, el nombre aparece en mayúsculas (por ejemplo, UruKAgina); cuando
;'oóó::;u[oPe, s.L., Lima,3, bis' 08030 Barcelona
8 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD ,\
el hitita utiliza una palabra acadia, lo habitual es transcribirla en cursivas
mnyúsculas, por ejemplo, HAU,NNU. Algunos términos del antiguo persa se
han reconstruido a partir de préstamos atestiguados en arameo, elamita y
griego; como no tenemos atestiguado ningún texto en antiguo persa, la
palabra así reconstruida aparece marcada por un asterisco, por ejemplo,
*ganzabara-.
Tbrminé el primer borrador del líbro en el verano de 1992, y creo estar
segura de haber consultado la mayoría de las publicaciones importantes
hasta esa fecha. La revisión, la redacción definitiva y la corrección del ma- ABREVIATURAS
nuscrito me llevaron otros dos años. Durante ese tiempo, han aparecido
muchas mós publicaciones; todavía he logrado incorporar una parte de ese
material a.dicional, pero sé que he omitido otra (por ejemplo, la publicación AA Arcluio lo g is c he r Anze ig e r
por D. Frayne de las inscripciones de los reyes protoacadios del AAAS
-partea co-
proyecto titulado Royal Inscriptions of Mesopotamia (RIM)- apareció AAASH
Annales Archéologiquls Arabes
de Syrie
Acta Antiqua Academ¡ae ScUntAruá
mienzos de este mismo año, pero, al no llegar a ninguna de las bibliotecas AASOR Hungaricae
Annual of the American S"tooioiOdenhl
a las que yo tenía acceso en Inglaterra, no he podido incluirla). Un libro ABAW Research
A b handrun g e n de r
como éste está condena.do a quedar desfasado en muchos aspectos en el mo- ABC A. K. Grayson, Assyria
i iá" *¡, d r wis ns c haft n
b ay e ri s c he n-
e se e

Valley, Nueva york, lgZS " "rd


B";yt";i"r-;;;r;';;r,ü#, 5), Locust
mento mismo de su publicación; espero, no obstante, que siga resultando útil
a los estudiantes y a los especialistas en la historia antigua clásica (a quie- ABL R' F' Harper (1g92-r9-r4), Assyrian
and Babyronian l¿fiers beronging
nes en principto va destinado). coueciion o¡ m" l,itirn Mí;r;; iu;;;;),
Por último, me gustaría expresar mi gratitud a las personas que me ayu- 3;_y^{:r*uniik rondres,
ac. Acadio
daron a leer el manuscrtto, o determinados capítulos del mismo, en las di- AchHist I Achaemenid Histo? r: sources, structures,
versas fases de su redacción, ofreciéndome sus consejos ímpagables y su -" " synthesis (H. sancisi-
Weerdenburg, ed.), Lyden, lgS;
constante apoyo. Doy las gracias a Pierre Briant, Margaret Drower David AchHist 2 ,,á|;f
Hawkins, Alan Lloyd, Fergus Millar Alan Millard, Richard Stoneman y f kff '# i"r n ác re e tc s o u rc e s (H' s ancisi - weerden burg,
Susan Sherwin-White. Quiero asimismo agradecer a David Sascon que reali- AchHist 3 Achaemenid Hisnry 3: Method
and Theory (A. Kuhrt, H. sancisi-
ig8l -
zara los dibujos que aparecen en muchas ldminas. Agra.dezco a Routledge la Weerdenburg, eds.¡,-tryde", '
labor de montaje que realizó con un texto tan dificil como éste y la ayuda AchHist 4 Aclwemenid Histoq 4-i centre
ánd rerphery (H. sancisi-weerden-
que me prestó en la preparación de los mapas.
AchHist 5 9TS, A.Kuhrr, eds.¡, Leyden, téñ''
Achaemenid History s: rhe nooii
cisi-weerdelburg, j _y »ri¡ul;,
i¡ tne _European Tradition(H. san-
Atr¡Eue Kuunr ;á_), Leyden, 1990
AchHist 6 Achaemenid History_.: Ar¡i
University College de Londres U¡á, Egypt: Old Cultures in a New
Septiembre de L994
Empire (H. Sancisi-Wee.aenUurg e"'[uf,rr, "ü
eds.), tryden, l99l
AchHist 7 Achaemenid History 7 : Throigí'
i)oilt"rr,
denburg, J.-W. Drijvers, eds.),LV¿*, ggf Eyes (H.sancisi-weer-
AchHist 8 f
Aclne me nid n*n ry I : Co,";;";;ó*;"d
C hange (H. Sancisi_Weerden_
ActSum 9u.e,4. Kuhrr, M. c. n*t, lfiden, Jr.í
t994
Acta Su¡n¿rologica
ADFU Ausgrabungen der deutschen Forschungsg-emeinschaft
ADOG in uruk_warka
fUlgOJungen der deurschen O.i""iEEreilschaft
4fo Arc hiv fii r O rie ntfo rs c hung
4s.auh. {eVptologische Abhandluigen
Agyptische Agyptische Inschriften."u:
!:f kóniglichen Museen zu Inschrifien
AION lerlin (Z vots.), Iiipzig, tgt3_D|;
Annali dell' Istituto universítario Orientale
AJA Ameri.can J_ournal of '- ""' di Napoli
AJAH
Archaeot"iy-
American Journnl of Ancient Uíítory
10 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD ABREVIATURAS 11
\
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ARM
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Hdo Handbuch der Orientalistik
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AS Assyriological Studies
HUCA Hebrew University College Annual
ASAE Annales iu Service des Antiquités de l'Égypte
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ASNP Annali della Scuola Normale di Pisa
rcS Israel Oriental Series
BaF Baghdader Forschungen
IrAnt Iranica Antiqua
BaM Baghdader Mitte ilungen
IsMEO Istituto per il Medio e Estremo Oriente
BAR British Archaeological Reports JA Journal Asiatique
BAR B iblic al Archae olo g ic al Rev iew
JANES Journal of the Ancient Near Easteru Society
BASOR Bulletin of the American Schools of Oriental Research JAOS Journal of the American Oriental Society
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BSOAS Bulletin of the School of Oriental and African Studies JHS Jourual of Helleníc Studies
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ABREVIATURAS 13
EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
t2 \
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NABU Notes Assyriologiques Bréves et Utiles SAOC Studies in Ancient Oriental Civilization
NAPR Northern Al<kad Proiect RePorts SBT Studies in Biblical Theology
NEB New English Bible SDB Dictionnaire du Bible: supplément
NL Nimrud l¡tters SCO Studi classici e orientali
Oriens Antiquus SSEA Journal Society for the Study of Egyptian Antiquities Journal
OA
Orbis Biblicus et Orientalis StBoT Studien zu den Boghazkóy Texten
oBO
Oriental Institute Publications StIr Studia lranica
OP
Orientalia l.ovaniensia Analecta StOr Studia Orientalia
OLA
Sumerio
ou O rientalischc Lite ratuneits chrifi
sum.
TAPhA Transactions of the American Philosophical Society
Or Orientalia
Proceedings of the Americon Philosophical Sociery TCL Textes cunéiformes du l,ouvre
PAPhS
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1

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Gütersloh, [982
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Assyria and the Wesl (Süte Archives of Assyria l)'
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S. Éarpola, K. Watanab e, Neo-Assyrian Treaties and Inyalty
Oaths
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(State Archives of Assyria 2), Helsinki, 1988
t4 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD

Urk.lY (Jrkunden des iigyptischen Alterrums, Abt. N: Urkunden der 18. Dyrus-
tie (K. Sethe, W. Hetck, eds.), Leipzig, Berlín, 1906-1958
UVB ioiar¡g, Berichte über die von cler Notgemeinscha{ der deutschen
Wittritin"¡ in U ruk-Warka unt e rnommenen Aus g rabungen
VAB Vorderasiatische B ibliothek
VAT Vorderasiatische Abteilung Tontafeln, Berlín
wo Welt des Orients
Gesellschaft
WVDOG Wissenschaftliche VerÓffentlichungen der deutschen Orient
WZKM Wiener Zeitschrift fiir die Kunde des Morgenlandes
YNER Yale Near Eastern Researches
yale Babylonian co-
INTRODUCCTÓX
YOS I óiuv, Á. T., Miscellaneous Inscriptions in the
llectton, New Haven, 1915
Goetze, A., Old Babylonian Omen Tbxts, New Haven'
1947 Ln nrctÓN
YOS X
YOSR Yale Oriental Series: Researches
ZA, Ttitschrift ftir Assyriologie und verwandte Gebiete El área que ab¿rca el «Oriente Próximo>> en esta obra se extiende por el
zÁs Zettscrtft fiir tigyptische Sprache und Altertumskunde oeste desde Turquía (Anatolia) y Egipto pasando por el Levante (término que
rutts cirtit fiir ilitestamentliche Wis s ens chafi
7AW incluye los modernos estados de Israel, Líbano, Jordania y la parte de Siria
7-eitschrift s deutschen P aliistina-Vereins
ZDPV de
situada en la margen occidental del Éufrates) hasta Mesopotamia (la parte
Ze it s c hrift de r S av i gny -S t iftun g
ZSS septentrional de Siria que queda al este del Eufrates e Irak) e Irán. Este últi-
mo país está separado de las tierras bajas que forman Mesopotamia por los
montes Zagtos, donde el terreno se eleva en una serie de sierras escarpadas
que bajan suavemente por la otra vertiente formando la meseta de lrán. Des-
de aquí parten las rutas que conducen por el norte hasta el Asia central, por
el esie hacia Afganistán, y por el suresle a la India. Última-ente se ha pro-
ducido un importante desarrollo de las investigaciones arqueológicas en el
golfo Pérsico y la península Arábiga, de modo que también esta región de-
bería incluirse en el concepto de Oriente Próximo. En un sentido más gene-
ral, la región del Oriente Próximo se coresponde con lo que actualmente
entendemos por «Oriente Medio». La divergencia existente entre los actuales
usos académico y político es fruto del apego de los estudiosos a la vieja ter-
minología europea, desarrollada durante el siglo xv, para definir las'tierras
situadas al este de Europa empezando por el imperio otomano. El término
<<Oriente Medio>> fue acuñado por los británicos y viene a ser un reflejo de
los intereses estratégicos de las primeras décadas del siglo xx, pero los estu-
diosos no lo adoptaron porque apenas tiene nada que ver con sus intereses
históricos y culturales.' La terminología académica no es muy precisa: a me-
dida que han ido incrementándose las investigaciones, el concepto «Oriente
Próximo» ha pasado tácitamente a incluir también akán, pese a los estrechos
lazos que tiene este país con esferas culturales mucho más lejanas; y desde
luego excluye a Grecia que, lógicamente, formaría parte de é1. Pero un hecho
es cierto: el Oriente Próximo antiguo constituye un territorio vastísimo que
;li
reduce enorrnemente las dimensiones de Europa y que, como es natural, se
caractenza por una infinita variedad tanto geográfica como cultural.
La zona queda así definida a grandes rasgos. Pero desde luego resultaría
muy difícil de engañoso- establecer unas fronteras demasiado
-además del «Oriente Próximo», pues siempre hubo contactos
gruesas y precipitadas
t6 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
INTRODUCCIÓN
t7
\
altura en metros

más de 5.000
3.000 - 5.000
ffi
1.000 - 3.000
0 - 1.000
ffi
CORASMIA

Pérgamo

Esmima DAHAS
Bukhara
PARTIA
Éfeso Nisa
-'t MARGIANA
Antioquía

Bactra
I SIRIA ARIA

Ugarit Mari

Ur
. Dumah

EGIPTO .Tema

ARABIA
Thaj(=

a
Medina

l
a

Mepe 1. Mapa general del Oriente Próximo. l


rivrRopucc¡óN 19
18 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \
panorama histórico: el uso del egipcio se hallaba limitado en buena parte a su
muyimportantesenunadirecciónyenotra.|yrtolia,LevanteyEgiptoes. país de origen, pero tanto la lengua como su escritura fueron adoptadas por los
con el Egeo, y por su parte Egipto
tuvieron u *rnod-o'*-.on,ucto diiecto soberanos nubios de la dinastía XXV (véase, en el segundo volumen [en
relaJi'ones con la zona del mar
mantuvo durante largos períodos ".tt".t'ut y de forma prensal, el capítulo L2, apafiado 1) para grabar sus inscripciones muy lejos de
Rojo y el Cuern";;?fti;a, y también' aunque en-menor medida Egipto. Algunos han defendido la tesis de que una variedad del sistema jeroglí-
a través de Sudán
un tanto distante e indirecta' con "ilriitu'subsahariarra
En cuanto a Mesopotamia'
fico egipcio fue adaptada para representar griáñcamente un dialecto de la penín-
(la antigua Nubia, u?u'" Adams' iqit iocgl)' comerciales regulares con sula del Sinaí y quizá también la lengua semítica hablada en Biblos (Diringer,
y especialmente * p;; t"eridionai, toro
,in-Culos
1948 [0H]), aunque esto último parece más dudoso (World Archaeology, 1986
pérsico áe la península Arábiga, particularmente
el golfo ;á ^* grientar i"^n119ip3t ruta de comunicación en- t0H]).El acadio, lengua semítica hablada en Mesopotamia y que utilizaba la
con Bahrain V oáá'' E* ¿sta u¿"mÁ escritura cuneiforme, fue muy empleado durante el segundo milenio, llegando
tre Mesopotamia y ta India (potts,
iééo tócfl). pe oriente importaba Meso- a alcanzar la consideración de lengua franca: los reyes de los egipcios y los
el lapislázuli' que se produce
potamia 1a preciaá;;t** t9¡t9t*i"tu -'i' así hititas se comunicaban entre sí habitualmente en acadio, y los egipcios lleva-
en el noreste de Afganistán
(Badrkhtlr"r'-ueut" Hrc-rrmann' 1968 [0Gk])' ban a cabo en esa lengua algunas de sus actividades imperiales en Levante
de Irán (Tepe Yahya'
en la zonaoriental
como vasos ¿e esieátita de Kirman' (véanse los capítulos 4-7). La escritura cuneiforme fue adaptada también para
t0ckl). En esta región situada,ya 9n el Lejano oriente
véase Kohl, 1975
durante el tercer y el representar gráficamente Ia lengua indoeuropea hablada por los hititas en
á9suno11dás
floreciero, unur-.o,turaé orUunur-áu"y central (en el teni- Turquía (véase el capítulo 5). Una importancia semejante, si no superior, tuvo
segundo milenio, udu, en la prtt" ."¡dional del Asia el arameo, perteneciente también a la familia de las lenguas semíticas, pero que
"rnt de Turkmenistán y Uzbequistán)'
rorio de las antiguas repúbli"u, ,Ñiá,icas directas utilizaba una escritura alfabética. El Íuameo se propagó rápidamente durante
Seistán y la regián del Indo,
q* -*áían estrechas comunicaciones y Sarianidi' el primer milenio y, tras ser adoptado por los persas aqueménidas (550-330,
regientemente (Masson
unas con otras, i|[; t" ná sabido
muy véase, en el segundo volumen, el capítulo 13) como lengua administrativa
1972 t0chl; r"[r, iowlands it'i1987 tOE]; Tucci' 1978 [oci]; Lam- de su inmenso imperio, sería utilizado desde la parte occidental de Turquía
",
berg-Karlovs§, 1972 tOckl)'
" (Daskyleion, Licia) hasta el Afganistán (Ai Khanoum Kandahar); acabó ejer-
contac-
En el ori.nt. íro1i*o ü, distintas regiones.mantenían estrechos ciendo un profundo influjo sobre la forma escrita del iranio medio (Naveh,
Por ejemplo' los asirios
tos unas con otras, a veces d" --*; ffirevisible'
disáncia para llegar hasta la Anatolia
1982 [0H]). El arameo es una de las pocas lenguas del antiguo Oriente Pró-
utilizaban uru rJá'*mlrcial a" furlu ximo (las otras son la variedad copta del egipcio y el persa moderno) que han
z,avarulo 2), y hacia 1450 una co-
central (c. lg0o-rgáó; ,¿ur" .t .upítuto seguido utilizándose hasta la actualidad en una serie de comunidades restrin-
,iiá n^ort" de Siria bajo el dominio de
munidad de hititas expatriado, "n "i gidas. El hebreo, por supuesto, es otra. Se trata también de una lengua semí-
del golfo Pérsico presente en la bula
los egipcios. La impronta del típico;rii; en Acemhüyük' cerca del
tica estrechamente emparentada con el arameo; de hecho el arameo escrito
¿"tttiUierta
que marcaba una rÉ,,,"ru de mer"an.iu, exis- influyó mucho en la forma de las letras del hebreo clásico. Aunque el hebreo
t,uula de los vínculos comerciales
Gran Lago Salado, en Turquíu, ,o' Golfo a comienzos del bíblico es importantísimo culturalmente para el mundo moderno, dada la enor-
y iát .otunidades del
tentes entre 1a Anatolia ceniral me influencia ejercida por la Biblia y las creencias judías sobre el cristianismo
segundo -¡"nio'6áit, a-rturiru y ii.", 1986 t0cfl, pp' 389-390)' Es-
y el islam, su uso como lengua hablada se hallaba restringido a los diminu-
vienen a
"n unu-iáááe io amplias y complejas que eran las
darnos
tos ejemplos que el Oriente tos reinos de Israel y Judá. Aunque el hebreo siguió escribiéndose y los textos
interrelacion", en la zor.a' Conviene-tenei presente clásicos continuaron estudiándose, parece que los judíos utilizaron cada vez
sido nunca una entidad coherente
próximo no ha"^irientes ni claramente definible'
y más el arameo en la vida cotidiana a partir del período aqueménida.
sino que más bien representa una
s"ri" de sistemas económicos' políticos Los sistemas de escritura empleados predominantemente durante el ter-
culturales que Y solaPan' cer y el segundo milenio (el cuneifonne mesopotámico y el jeroglífico egip-
cio) constituían una compleja mezcla de ideogramas y signos silábicos. A lo
largo del segundo milenio tenemos indicios de que en Levante se desarrolló
LBNcuns Y ESCRITURA una escritura local que utilizaba un solo signo para representar cada sonido
(véase el capítulo 6, apartado 2). Este sistema mucho más sencillo es el pre-
diversidad debemos subrayar dos: la
Entre los múltiples aspectos de esa cursor de la escritura alfabética, cuyo uso se generalizó a lo largo del primer
que sabemos que se utilizaron en las
gran cantidad de lenguas (unu, tr¡r.Li (apro- milenio. Pero el sistema claramente alfabético más antiguo, que enlazaría con
distintas épocas, y ligran cantidad
á" titt"*as de escritura empleados el alfabeto griego y en último término con el latino, no aparece hasta apro-
Hooker, 1991 [0H])'Na-
ximadamert. ri"t"ilf, r.ld Archarolo-gy,1986 toHl; de escritura dominan el ximadamente mediados del siglo xI en una inscripción fenicia de Tiro (véase,
turalmente algunas lenguas v urguiát-rirt"-ur
INTRODUCCION 2l
20 EL ORTENTE PRÓXIMO EN LA
ANTIGÜEDAD \
enelsegundovolumen,elcapítulo8,ap1tado3.1).Todavíasigueabiertoen y la fecha El unpro AMBIENTE
debate en torno a la forma
buena parte entre io, ..p".iiistas el de es-
en las que se i.o"¿"r:o;;;
;¡"ptó ;l;r;;ió_n_ del Eseo este sistema
1991 [0H]; Antes de analizar algunos de los problemas que plantea escribir una histo-
un análisis á*"*i;¿ui" ff"ut"y,in Hooker'
critura fenicia «puru véase M. Bernal, ria del Oriente Próximo, debemos establecer una serie de principios generales
planteamiento extremo de la cuestión,
Dara un reciente relacionados con las condiciones físicas del país, en Ia medida en que las res-
Lake' IND' 1 eeo)'
'ü;;;;i;'i"',^winona
i" tuiluy o¡á delas regiones del Oriente
Pró- tricciones impuestas por el clima y el terreno han influido en los tipos de vida.
La difusió, ¿" Importancia crucial tienen los niveles de pluviosidad de la zonal. en el norte y
"n
"r.ritururec.up";;:y áe hecho estamos recuperando
ximo supone que podemos en el oeste (Turquía, Levante, Mesopotamia septentrional y norte de Irián), cae
constantemente-grandescantidades-aunqueporsupuestonolatota- zona' Han lluvia suficiente para que crezcan las cosechas sin necesidad de implantar un
y la .nitorogiu de'los pueblós de la
üdad- de la ,i.u fii"iut ra int".ráiuJion". literarias existentes dentro y sistema regular de regadío, pero en el sur de Mesopotamia y en Egipto la plu-
a ra ruz ü;ü;;i*á,
salido se te- que viosidad anual es muy escasa, de modo que la agricultura depende por com-
qu" t'u mo¿inca¿o la concepción
fuera de la región, cirCunstanciu suscitó pleto del regadío que permiten los grandes ríos (para la meseta de1 Irián, véa-
nía del c¿¡áctersingular-Ae.utgu,,os
itito' clásicos' Por ejemplo' 99
identificó se Beaumont, Blake et al., 1976 [0N], pp. 88-92). Pero ahí se acaban las
;;Ñ; ",
$72 Georgé Smith
un gran revuelo "r,:t "r . púbñco semejanzas entre estos dos países: antes de la construcción de la gran presa de
de un mito rn"ropo,árni"o ¿"t diluvio, en muchos sentidos
la existencia tablillas Asuán, el Nilo inundaba el valle desde mediados de julio hast¿ septiembre,
* ¿tiÁ"tiguo Testamento' entre las babi- esto es, después de la cosecha, y volvía a su cauce para la égoca de la siembra;
comparabt. ¿irecüm^e^.,t" texto
en l""f
Nínive' Un
cuneiforme, ¿""Ji"rtas ""pit;i;i;; l',T:'
setreto y la posterior exposición.en una ca- en cambio, en [a Mesopotamia meridional el Tigris y el Eufrates inundan la
lónico que relata el nacimiento a convertirse en uno región en primavera, justo en la época en que los campos están a punto de
sargón de egade, destinado
nastilla a, ¡un.orá"i nino (véase el capítulo 1' apar- cosecharse. Por consiguiente, hay que gastar muchísima energía en limpiar
de los «conquist;;;;;
J;t mu-naorl*áíiu*osos (Moses and y construir las acequias destinadas a controlar la inundación.
tado 3), ,..u"rá*u-;;;hrri.
o u iu üv""4" ¿e. Moisés; Freud este des- Los cultivos más importantes para el consumo humano en toda la región
Monotheisr, e*i"ráu., tq¡g; il;' 1939) utilizaba
son el trigo y la cebada, sembrándose también habas y trébol como forraje
";á'
'dT:;
cubrimientoparasugerirgl::'9'temaseranuniversalesynotípicosdel
." gescubrió que la literatura para el ganado mayor y las bestias de tiro y carga, esenciales para la agri-
iudaísmo. cuunáo"JJá.;.ñ¿ píLññtjio; por ejemplo' el mito de cultura y en el terreno militar (bueyes, asnos y, cada yez en mayor propor-
una serie J"-r""v".fu (como,
Lscrita en epa contenía pr"rór, triUran influido en ,a ción a partir de c. 2000, caballos). La estación en que maduran todos estos
Kumarbi, riiJálá" orig"n ¡":áó e"", uigeneraciones de los dioses en cultivos, sin embargo, va de abril a julio en las mesetas de Irán y Turquía, y
""
imagen qo" ofJri-H"rio¿JO"
las suceiivas
1966)' Re- de febrero a mayo en la zona denominada habitualmente <<Creciente fértil>>,
nes¡i¿- ind the Ñrq, East, Cardiff'
la Teogonto fniir"Wut.ot, de.que los antecedentes de la esto es, Mesopotamia, Levante y Egipto. Debemos tener presente en este
t u .o.i"iiáála tesis
cientemente, un estudioso una tra- último caso que la recolección ya ha concluido cuando llega el verano. Apar-
g¡,ega"t tigfo v pgdríin encontrarse en
aoarición deta'ilstoria "i desarrollada' cuyos rastros po- te de los animales criados con fines especiales, se cría sobre todo ganado me-
ifrcaanatólica p"J"ttí*"nté
dición historiogr'i-'i"t"'t'npiqry"ütü* xut hasta finales del v nor (ovejas y cabras). Como las tierras apropiadas para el cultivo son limita-
drían seguirse }-tl'lo
el contrario, los detalles del mito
egip- das, la ganadería ha solido mantenerse siempre en los márgenes de las zonas
(uchitel, sco,-lé'iié-ggnqqo». Por agrícolas, y la cantidad de pastos disponibles varía en función de la pluvio-
ciodelsisyOsiris,quga.o¿u,r*"scirculabaporEgiptoenfechamuy la mismísima mo- sidad de cada estación. En consecuencia, buena parte de la ganadería del
temprana { qy" ," úuilubu
$o""t u**ie vinculaáo "ongriegas muy poste- Oriente Próximo ha tenido tradicionalmente un carácter en su totalidad o en
u través de versiones
narquía eglpcra, sólo
se parte trashumante, es decir, los pastores se ven obligados a trasladar sus re-
"ono""n
textos ü;ñ,; tá1i 1ttO"n ilos mitos o selec-
riores (Plutarco)' Muchos compuestos para ser baños cada temporada a los lugares en los que hay agua y pastos disponibles.
cionan episodiás de los
mismor, qirira porque-fueron que es la ver- Otro animal que fue adquiriendo cada vez más importancia en la región fue
d;;;fstá Himno a osiris,
utilizados ., conservado' véase Erman' el camello, que se cría perfectamente en el desierto y permite cruzar grandes
egipci"
"Jr,J*¿l;;il*d
d;-;;;-mito *át-ü'g" ol¡iti.t'iLos extensiones de tierra árida. Todavía se discute la fecha de su domesticación
sión ;o1' 2)' complicados géneros de
t927 Í[ll;r-i"ñtñ"i* , igll-tg80 tBU'
formas poéticas (Ripins§, JEA, 71 [1985], defiende una fecha muy temprana, frente a Bu-
Oriente Pr-óximo' con sus refinadas
los textos fiteiarios del lliet, 1990 tONl y RLA, 5, pp. 330-332), pero de lo que no cabe duda es de
ymétricas,"*pi",un.ahgral,,",definidospocoapoco,yelanálisislitera- RÓllig' 1978 que su potencial militar y económico era insignificante antes de comienzos
*ro[or,o¿uriu "rta "n mantillas ("n g"'Ltal' véanse
rio de to, del primer milenio.
V"gAzangv Vanstiphour' 1992 t0Jl)'
iO¡i
rNtRoouccróN 23
22 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \
para e[ análisis detallado de los materiales. Existen o están en preparación
algunas valiosas selecciones de textos traducidos, dirigidas al público en ge-
CÓTr,TO ENTENDER LA HISTORIA DEL OruBNTE PNÓXTTT¡O
neral ([0U), pero representan sólo la punta del iceberg comparadas con la
cantidad de materiales disponibles. Esto impide en gran medida al princi-
la sociedad y la cultura del Pró-
La mayor parte de la historia, la literatura, piante hacerse una idea de [a cantidad y envergadura de los documentos exis-
a partir de los materiales excava-
ximo Oriente antiguo debemos reconstruirla en número muy tentes; pero para el especialista informado la situación no resulta mucho más
grandes cantidades
dos, entre los queie encuentlan -aunque y la Ana- fácil. Por ejemplo, el descubrimiento en L975 de ingentes cantidades de
arci[a en el caso de Mesopotamia
variable- de textos (tablillas depgipioj. tablillas (más de 8.000) en Tell Mardikh (la antigua Ebla) en el norte de Si-
de los que
totia hitita, ypffiJ;;ü" Ásí pues,.los testimonios
lagunas en nuestro conoci- ria, que datarían de mediados del tercer milenio, cambió por completo la idea
disponemos son incompleto, y "*i.ián
giuna"t
íotat constituye un imposible' y en que generalmente se tenía de los pueblos de esta región, considerados amo-
miento, en parte porque lu ,*ruuurión Tenemos rreos todavía analfabetos en esa época (véase Liverani en Wiseman, 1973
son fragmentarios'
parte porque ro, ti*io, desenterrados a menudo (véase la bibliogra- [0A]): los textos de Ebla demuestran que su lengua no era el amorreo y que
listas de reyes, ,rónirur, anales
y ,"*,ot (auto)uiográficos
sus habitantes serían cualquier cosa menos analfabetos. Un estudioso (Veen-
ü^ttirio"11,la cronología de algunas
fía [0K]), que nos permiten-r".onr*i, tipo de materiales es muy hol 1985 [capítulo 2]) presentó un importante análisis de la secuencia cro-
períodos. Pero este
regiones durante déterminados la historia del nológica 1o demás enrevesadísima- de acontecimientos políticos del
desigual, de ahí que también lo ,"u
*"*to conocirniento de
no- gran estado-por
de Mari hacia 1800, que inmediatamente se reveló en parte insos-
son
es que la mayoría de los documentos
Oriente próximo.btro problema en tenible a raíz de la publicación ese mismo año de un texto desconocido hasta
tas administrativas y transacciones
ligales, esto es, se hallan incardinados
naturaleza' no ne- entonces. Análogamente, a comienzos de 1989 fue identificada sobre el terre-
concreto que, por sl nroPil
un ambiente hr$l¿";cultural no (véase The Tímes,2I de marzo de 1989; Stone y Zimans§ 1992 lcapítu-
Algo parecido #;;t.,¿n¿á escribir li historia de la Gran
cesitan explicar. 1o 2l) una importante ciudad de la Mesopotamia meridional conocida hasta
descubiertos en un monasterio
Bretaña utilizando los documentos ffiiffu¿ot entonces sólo por los textos (Mashkan-Shapir). Por desgracia, los editores del
contienen las donaciones fú-
(tal es el caso, ñ;r;p1o,.d".lo' papiros-que principal manual de asiriología, todavía en proceso de compilación (Reallexi-
onóinu pública (cf' los archivos de
nebres de Neferirkare, c.2400),"n'u[u
dJ corrales para el ganado' kon der Assyriologí¿ [0Q]), acababan de terminar las pruebas definitivas del
Drehem qu. fruüi*'¿"f aprovisionamiento
Irl
volumen que contenía el artículo relativo a Mashkan-Shapir y no pudieron
c.2100),eneldespachoparticulardeuncaballero(cf.lostextosdelacasa de incluir ni siquiera una alusión a este importante descubrimiento: hasta que no
Úr, c. 1800), o incluso en una sección
del «purificadoo> y-administrador á" templo de Bo$zkóy' se publique el volumen de ad"denda, que probablemente no aparezca en este
la Biblioteca Britanica(cf. tos ing;tes-Lt'i'ot áel eran siglo, los profanos no tendrán noticia de este importante hallazgo.
por vario-s siglos' Las dificultades
c. 1400-c. 1200), separados unos de otros Otro factor cuya importancia no nos cansaremos de repetir es el enorme
a".hlstoria partiendo de esa base
que entrañu poná*" u escribir r""rorrn,ip" lapso de tiempo que ocupa la historia conocida en algunas zonas del Orien-
1l) ha señalado atinada-
son evider,"r, on L*¿iro tpo*"iilJéili"upftulo docu- te Próximo. En la época de la conquista del imperio persa por Alejandro
de p*oio-estudio de semejantes
mente que se neceritan años y años social' oculto tras Magno de Macedonia (334-324),los habitantes de Egipto y Mesopotamia te-
relativo a 1a conducta
mentos p*u.rüüü.iu, soto ¿"tutte una obra análoga' nían a sus espaldas una historia de casi 3.000 años, esto es, el tiempo que nos
un comenr"ri";;ñito ¿. ffetO¿otá, ti
áitputiéramos de
hasta cierto separa a nosotros de la caída de Troya. Conservaban tradiciones y leyendas
y por A"rgruriu;o ás así. El Antiguo Testámento nos compensa de su historia más primitiva, de sus reyes y sabios más antiguos, así como de
semejante, pero debemos recordar
punto de la ruriu-¿. una historia ;;;Ñ" los acontecimientos posteriores más importantes, como demuestran las obras
punto áe visia muy sesgado' debido
que sus intereses son-muy fimitaios V su históricas de Beroso de Babilonia, escritas en griego (véanse P. Schnabel, Be-
a que estaba destinado a transmiú. ún
..ntaje teológico determinado a una rossus und díe babylonisch-hellenistische Literatur, Leipzig, 1923; S. Burs-
pequeRa comunidad del Oriente Próximo' tein, The Babyloniaca of Berossus, Malibu, Cal., 1978), y de Manetón de
estudio de los documentos'
Las comprrJiouo.' mismas que cgmporta,el Sebennito en Egipto (Loeb, ed., 1940), autores ambos de comienzos del si-
y de su adquisición fortuita en el
desperdigados (a raíz delu, "*"'uru"ionás glo ul, de cuyas obras conservamos sólo unos pocos fragmentos. Aunque la
del mundo (así como en
mercado ¿" untüti"áJes) por los grandes-museos por mayor'parte de las obras generales concluyen sus relaciones de la historia del
volúmenes de textos publicados'
coleccion", purriZulares),i t ".e, qólos con cuentagotas' aun- Oriente Próximo con las conquistas persas o con las macedónicas, no existe
aparczcafi
no hablar de las traduccion", y "orn"ntarios, razón alguna para dar por supuesto que los habitantes de Ia región pensaran
los textos han sido publicados
que de forma continuada.3 nu"nu pu.te de revistas académicas que ninguno de estos acontecimientos representara un cambio político más
originalm"n," iorma de artículos en las numerosas significativo que cualquiera de las invasiones anteriores. Estudios recientes
", son el principal foro
existenteso o en coleccione, ¿" u«.uiotj
qu" además
EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
nrRoouccróN 25
24 \
la continuidad con el establecimiento de unas sociedades urbanas plenamente desarrolladas
han subrayado atinadamente los elementos que demuestran
que caractenzó al período helenístico en toda la re- y relativamente estables no sólo en Mesopotamia y Egipto, sino también, du-
cultural e institucional
a la historia rante el tercer milenio, en Levante, Irán, el Asia Central, el valle del Indo y
gión.6 Así pues, el únicó motivo p*u u.ubar esta
introducción
es la estructura de la serie de Anatolia (Troya, Alaca Hüyük), con desarrollos paralelos en el golfo Pér-
del Oriente Próximo con Alejanáro Magno
t-"fl";* la perspectiva de la historia sico. La aparición de la escritura en algunas regiones por esta misma época
libros en la qr" ,. inrtoy", q,i" viene u
reviste una importancia especial para el historiador. Donde con más constan-
antigua que se tiene desde Europa' --^.^,^ ^-^*a av{
la enorme extensron cia y continuidad se observa la actividad escrita, es en Egipto y la Mesopota-
Úno ¿" los problemas más importantes que ac¿urean
como ésta y la dificultad que mia meridional, aunque en la actualidad es seguro que ya en el cuarto mile-
de tiempo qu" ub..a una obra de introducción
las secuencias históricas, es la tenden- nio se utilizaban formas de notación sobre arcilla en una zona que se extiende
comporta la necesidad de reconstruir
a tratar de milenios desde el norte de Siria al este de Irán (véase Walker, en Hooket 1991 tOH]).
cia a comprimir los hechos: el estudioso acostumbrado
pasar por alto un período de cien años por conside¡arlo in- La existencia de documentos escritos, junto con los testimonios documentales
cofre el riego de
mucho de 1o que de época posterior, como, por ejemplo, las listas de reyes, permiten ir deli-
significante. Peroiaturalmente el hlcho de que no
sepamos
ei que el reflejo de la desi- neando poco a poco los procesos históricos por medio de una cronología más
sucedió en un determinado momento no más
de los testimonios' Con frecuencia es precisa de los acontecimientos, de los nombres de pueblos e individuos, de las
gualdad que carac teizala distribución
de materiales cuan- lenguas, de las estructuras políticas, sociales y económicas de estas socieda-
áurun," tós pe.íoáot p*u los cuales los expertos carecen
do se produjeron los cambios más importantes- (por ejemplo' dltu": el pe- des complejas, y también, en parte, de sus conceptos culturales concretos: en
establecieron en otras palabras, cada vez resulta más fácil identificar a los actores y empezar a
rfodo óo-pi"ndido entre 1600 y 1500, cuando los c-asitas se
y nació el estado de Mi- distinguir cuáles son los rasgos distintivos de las diversas regiones, cosa que
Babilonia [véase el capítul o 7, apartado 1] cuando
a comprimir los acon- no nos permite la simple descripción de los niveles o los hallazgos arqueoló-
tanni [véase .upituiá 6, apartüo 1]). La iendencia
"t á* la impresión áe que hubo- una sucesión confusa de gicos. Como acertadamente ha resumido la cuestión Mortimer Wheeler, <<pue-
tecimiento, pu"Já y
de un modo fortuito de que el arqueólogo encuentre el tonel, pero de Diógenes no queda ni rasffo>>
purUio, ,o i¿"rlincados que domin-on la región que la
a acabar con la sensación de (citado por Allchin y Allchin, 1982, p.299 t0cjl).
trivial. Nuestro libro quieri contribuir
de aconteci-
historia del oriente Próximo constituye un ciclo inabarcable
al margen del mundo que nosotros conocemos'
mientos ocurridos
en torno al año EL pnonleMA DE Los rESTrMoNIos
Las historias del oriente Próximo tuéI", dar comienzo
arqueológica convencional'
3000: esta fecha Áinci¿", según la periodizaciÍn
.n el Oriente Próximo' que se prolon- Pese a la documentación casi continuada que poseemos acerca de la Me-
con el inicio de la <<Edad del Bronc",
la «Edad del Hierro» arqueológica' La ter- sopotamia meridional y Egipto desde aproximadamente el año 3000, no to-
g*ruhasta c. l{a},cuando empieza
piedra' de dos los períodos se hallan igual de bien representados por los testimonios,
minología deriva del denomi.rádo <<sistema de las tres
edades>>
del siglo xx -desabio danés ni se comprenden igual de bien. Este problema tiene que ver con el tipo de
bronce y de hierro- inventado a comienzos Pol :l
prehistóricos de su mu- fuentes de que dispongamos y con las circunstancias particulares de su recu-
Thomsen con el fin de clasificar la colección de objetos
perceptible en la. producción peración. Así, por ejemplo, en muchos lugares del Oriente Próximo los yaci-
seo. Refleja la tecnología cada vezmás avanzada
admite ya la idea de evo- mientos se encuentran en <<montículos» (llamados tell, tepe, hüyük, o kom),
de armas y objetos cortantes, pero hoy día casi nugj"
ella. En la actualidad el siste- formados por la acumulación de escombros de un asentamiento. En el sur de
lución lineal de las sociedades que se oculta tras
práctico limitado, pero la terminología Mesopotamia los montículos más notables corresponden con frecuencia a
ma de las tres edades tiene un valor
utiltándose, aunque con numerosas modi- restos de templos, que solían ser reconstruidos en el lugar de su primitivo
estiá tan urruiguáá qu" t u r"guido
demasiado, por
ficaciones y precisiones. En nuestro libro no la utilizaremos emplazamiento. Como estos montículos prometen una rica recompensa al
cronológicas más arqueólogo, una cantidad desproporcionada de los hallazgos procede de
cuanto casi todos los materiales permiten definiciones
culturas sólo pueden definirse en térmi- grandes santuarios, mientras que se sabe relativamente poco del resto de las
exactas. No obstante, region",
"uyá, en las que los desarrollos ciudades. Así ocurre, por ejemplo, con las excavaciones de Ur realizadas por
nos arqueológicos estuvieron en óo¡rtacto con otras
pueden seguirse con más precisión, de modo que de vez etcuando aparecerán Woolley, de las cuales decía un erudito francés:
expresiones como «Edad del Bronce Medio>> u
otras por el estilo' .
en el.sistema de
Aunque debamos techazar el marco evolutivo implícito El arqueólogo dejó al margen una zona ocupada por casas que le parecie-
el de que el comienzo de la «Edad ron demasiado «pobres>> para llamar su atención. De ese modo falsificó por
las tres edades, sigue siendo válido hecho
completo el panorama urbano de la Ur habitada dentro de sus murallas, y negó
del Bronce>> en O.i"nt" Próximo en c. 3000 coincide aproximadamente
"I
26 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
lvrRopuccrów
\ 27
a sus sucesores la posibilidad de realizar un estudio sociológico y económico (véase el capítulo 1, apartado 1), aunque
en la actualidad existe algún acuer-
de la población de Ur que utilizó aquellas construcciones (M. T. Barrelet, do respecto a su probáble empiazamilnto, basado
BiOr,35 [1978], p.279. en las deducciones reali-
zadas a parrir de los rextos (G. tucrwan,
Afo,Beiheft 19, pp. g-tsj.-un caso
todavía más debatido es lalocalización de"wart.t
Otro de los factores que limitan nuestros conocimientos es el hecho de que ut unni, capital del impor-
tante estado de Mitanni, que floreció en el norte
algunas zonas resultan muy difíciles de excavar por muy diversas razones. Una (capítulo 6, apartado
de siria erti" isso i r:so
l).
es que el lugar siga habitado, como ocurre en el caso de Alepo (norte de Si-
ria), capital de un importante reino durante la primera mitad del segundo mi-
lenio; Erbil (la antigua Arbelas), una de las ciudades más grandes del imperio Er- ruanco cRoNor_ócrco
asirio; y Ecbatana (la moderna Hamadan), capital de los medos. Otra es que
una ciudad antigua esté situada en ricos campos de cultivo todavía aprovecha- Fl empleo de los términos circa y «aproximadamente»,
dos: así ocurre sobre todo en Egipto, cuya primitiva vida urbana conocemos así como los
cuadros cronológicos alternativos y lai diversas
bastante mal, debido a que la mayor parte de los materiales proceden de tum- fechas atribuidas a los rei-
nados de los distintos reyes' apareóerán una y
bas sitr¡adas en las cercanías del desierto, en las zonas marginales desde el pun-
otra yez alo largo de la obra.
Podemos reconstruir un marcocronológico
to de vista agrícola. Só1o últimamente se ha iniciado un proyecto de reconoci- áativamente exacto oara Egipto,
utilizando observaciones astronómicasl rir,"r
miento del territorio de la antigua capital de Egipto, Menfis, y de excavación ¿" r.l"r, l"J. rítinastía I.
Existen, sin embargo, d-iscrepancias ...p".to u
de algunos montículos dispersos por las aldeas y los campos de cultivo.T Tam-
iu int".pr.tu.ián ¿"
los datos astronómicos, la duiación de aliunos "*u.tu se
bién pueden plantear dificultades los rasgos topogriáficos locales: la ciudad de
."inu¿or,^y quJ medida
superponen las fechas de los diversos monarcas "n
rivales d;.u;t¿;s-periooos
Babilonia, por ejemplo, ha proporcionado pocos materiales anteriores al perío- de desunión política. En consecuencia, existen
cuadros contra-
do neobabilónico (626-539), debido al elevado nivel de la capa freática de la dictorios: en los últimos años, ra mayoría d.e.los "ronotogi*i
zona; las zanjas de las excavaciones se llenan de agua cuando alcanzan una
egiptólogos suelen preferir
determinada profundidad; así que el pico y la pala sólo han sacado a la luz una
]¡nlcronología un.pocg-más baja que la utilizada en la edición revisada de
la cambridge Ancient History, voti. t y II
t0BiJ Generalmente he utilizado
esa datación baja, pero tambié, h" indicadó
la cronología alternativa cuan-
de Hammurabi. Otro factor importante son las limitaciones presupuestarias, do me ha parecido conveniente.
que hacen que sólo muy pocos sitios hayan podido ser excavados plenamen- Thmbién puede reconstruirse una cronología más
o menos exacta para Me-
te. La gran ciudad de Uruk (la actual Warka), que ocupaba un área de más de sopotamia, utilizando las nóminas asirias ¿J tos
magistrador
9 km2 a finales del cuarto milenio, ha sido estudiada activamente por varios funcionarios que daban su nombre "ponilos Qos
al año) y ru iirtu de los Reyes de Asiria.
equipos alemanes desde antes de la primera guerra mundial, pero hasta ahora A partir de las sincronías con los monarcas babilonios ¿"r
en ningún barrio de la ciudad se han concluido completamente las explora- construir una cronología basada en una serie de
sr., poJ"*o, ,"_
listas de reyes i,i" ,"."-on-
ciones. Conviene recordar, por ta$p, cuián parcial tiene que ser irremediable- tan al año 2400' Antes de esa fecha, la cronologi^
rrmopotiímica es imprecisa,
mente nuestra imagen de la mayoría de los yacimientos. y suele ser habitual apelar a las secuencias uiqu"otogicas
Un problema algo distinto a [a hora de reconstruir la imagen del pasado relativuriárí, po,.
ejemplo, la escritura adquirió suma importancia
durante la fase Uruk 3
es el que plantea la identificación de los lugares. Por ejemplo, se sabía por (c' 31N-2900), y los períodios sucesivos r" tia*u,
noto¿inasdco I (2goo-z7oo),
las inscripciones que Anshan era un importante centro del estado elamita, rr (27w-2600), y III (2600-2300). Evidentemente
esas fases sólo nos propor-
cuya principal ciudad identificada era Susa, en la parte suroccidental de Irán cionan un criterio muy vago. Existen entre los
especialistas considerables dis-
(Khuzistán), no lejos del sur de Mesopotamia; se suponía, por tanto, que crepancias y diferencias a la hora de datarlas,
e incluso en la terminoio!ía em-
Anshan debía de estar situada un poco más al este de Susa (véase el mapa en pleada. Yo me he limitado a indicar las
convenciones más utilizadas.
Hínz, 1972 lcapítulo 7l). La identificación en 1972 de Tall-i Malyan, en la La datación de los acontecimientos en otros puntos
del oriente próximo
región de Fars, como Anshan (véase Lambert, 1972 [capítulo 7]) obligó a (Anatolia' Levante, o depende de la correláción con la cronología
una revisión fundamental de la idea que se tenía de las dimensiones y el po- frá1)
sopotámicaylo egipcia.-un punto crucial y sumamente me-
debatido entre los
derío de Elam, pues Malyan se encuentra casi 320 km más al este, cerca de especialistas es el de la datación de Hammurabi
de Babilonia, de la cual de-
la que después sería Persépolis (véase Vallat, 1980 [capítulo 7]). Este ejem- pende toda la cronología del oriente Próximo
durante el segundo milenio. La
plo ilustra las graves repercusiones que tiene la localización exacta de los lu- denominada «cronotogía media>>, utilizada po.
gares: en este sentido una laguna importante es la que representa la ciudad, les (por ejemplo, cAH-,
i;;;yor parte de los manua-
_ed.
."u. [0B]), siiúa a Hu--urubi en r7g2-r750,
todavía no identificada, de Agade, capital del primer imperio mesopotámico pero existen argumentos bastante átractivos
a favor de otras .*orogius más
28 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
nrnRooucclóN 29
\
(Hammurabi = 1848- destruidas. Las variedades silvestres de cebada y trigo, así como los antepa-
altas y más bajas. Se han propuesto fechas más altas
Hammura- sados salvajes de ovejas, cabras, vacas, cerdos y camellos, eran naturales
iggO, ,euse Húber, 1982 tóOl) y más bajas (fecha supuesta.para
que siguen debatiéndose y modi- de la región. Son éstas las especies que lograron ser domesticadas y que desde
bi = 1728-1686, uéur" Gates,-1é81 tgol),
En general, he seguido la cronología entonces han constituido los productos agrícolas y ganaderos básicos de la
ficándose (véase Na',aman, 1984 tool).
me ha parecido rele- zona, con el añadido reciente de unos cuantos más, como por ejemplo el
media por conveniencia, indicando otras fechas cuando
Por regla gene- arroz,la caña de azúcar y, entre los animales domésticos, el caballo. El hecho
vante; en cada.ufin to ie anatiza más a fondo la cronología'
en el tiempo' menos de que pudiera practicarse la agricultura de secano en las laderas de las gran-
ral cabe afirmar qoa tuunto más atrás nos remontamos
entre las distintas des cadenas montañosas y en el litoral mediterráneo quizá fomentara la reali-
precisa esIa cronología y mayores son las divergencias
zación de los primeros experimentos agrícolas; no obstante la existencia de
fechas propuestas.e
un poblado bastante extenso (c. 4,5 ha) en Jericó, que floreció entre c. 8000
y 6000, situado en un lugar extremadamente seco y árido, en las cercanías
del mar Muerto, indica que ya se practicaba algún tipo de regadío, favorecido
ANrecr,oeNTES NEolÍrtcos
por la presencia de un manantial perpetuo (Kenyon, 1972lOP); Oates y Oates,
de Egipto y la 1e76 toPI).
Los precursores inmediatos de los complejo_s estados ya Aunque la mayoría de los yacimientos arqueológicos de esta época son
Mesopotamia meridional se remontarían a c. 4500 en el caso de Egipto
del Oriente Próximo en- aldeas, una serie de factores nos aconsejan prudencia a la hora de deducir
c. 6000 en el de Mesopotamia' pero en otros rincones
lugares se remontan que la principal modalidad de vida colectiva era la de los simples poblados
contramos restos de póbtados sédentarios que en alg-unos
última glaciacló_n (c. 10000). Esta época se sub- aislados: las dimensiones (c. 15 ha) de Qatal Hüyük, en Turquía, que data del
casi a las postrimerías de Ia
t^got en Neolítico-(hasta 5000 aproximadamente) y Calco- año 6000 aproximadamente, su apretado conglomerado de viviendas, su ela-
divide a grandes
"SOOO-¡000). se produjeron una serie borada decoración (pinturas murales) y sus objetos de artesanía (por ejemplo,
ifti.o (c. Fue durante estas fases cuando
de las técnicas agrícolas (que un espectacular cuchillo de piedra con el mango tallado), nos hablan de un
de innovaciones traícendentales: el desarrollo
autores habría dado comienzo antes del año refinamiento hasta entonces desconocido en las esferas política, socioeconó-
segtin defienden ahora algunos
de las arquitectónicas' de algunas mica, artística e intelectual. Jericó constituye un yacimiento urbano igual-
10000, véase ung"i-n*'írton, 1985 [0P]),
comerciales; también mente complejo, quizá incluso más antiguo, protegido por un foso y una ro-
tradiciones artesaíales como la cerámica, y de las redes
aldeas y de la vida urbana (Qa- busta muralla de piedra, de la que forma parte una gran torre circular también
datarían de estas epá"ut el establecimientó de
rudimentaria de los metales (cobre)' Fue de piedra, provista de una escalera interior. La organizaciún sociopolítica del
t"f ñtii,tiif., Jericój'y la explotación para lo que poblado sólo puede ser objeto de conjeturas, pero desde luego no debía de ser
para déñnir este pá"ro, que evidentemente fue largo y complejo'
(véase McNairn, 1980 demasiado «simple». El análisis de la obsidiana (Dixon et al., 1972 [0P]) ha
Gordon childe acuñó et término «revolución neolítica»
designar los cambios trascen- proporcionado la prueba de que en esta época ya existían relaciones de algún
topl, pp. 78-80), mediante el cual pretendía polí- tipo entre países lejanos. La obsidiana es una piedra vítrea negra de origen
d;;áü produciáos en la organrzación socioeconómica y en e-l desanollo permanentes' volcánico, que tiene las virtudes del sílex de la mejor calidad y que sólo se
tico derivado del asentamieñto de la población en comunidades
gracias a la domestica- encuentra en un número restringido de lugares; el aniflisis de las fuentes de la
capaces de controi; ;; aprovisionarniento de comida
existentes, parece que obsidiana empleada en la producción de utensilios de esta época nos muestra
ción de animales y plantai. A la vista de los testimonios
fue en el Oriente Próximo' aunque así la complejidad de las redes de comunicación. Por ejemplo, la obsidiana
donde primero se produ¡o este fenómeno
en la actualidad viene a subrayar cuán empleada en algunos utensilios de Jericó procede, al parecer, de la zona de
ü til cantidad ¿á ¿utdr disponibles Kayseri, en la Turquía central.
prJlongado y fue el proceso, por lo que el término <<revolución>>
"o*plicado
no se considera yá a"*u.iado apropiado
(véase Oates y Oates, 1976 t0Pl)' Así pues, ya existían todos los requisitos para el desarrollo a gran escala
esos cambios estiín conde- cuando se produjeron en la Mesopotamia meridional y en Egipto las impor-
Por su propia naturaleza las causas que motivaron
de tas hipótesis (para un panorama general tantes innovaciones que condujeron finalmente al establecimiento en estas
nadas a peflnanecer en el terreno
1990 [capítu- zonas de unos estados bastante refinados desde el punto de vista político. De
de las teorías en este sentido, véanse Redman, 1978; Maisels'
a la cuestión de por qué se produjeron pre- momento da la impresión de que estas dos regiones adaptaron unas técnicas
to rl); más fácil resulta responder
perfeccionadas ya en otros rincones del Oriente Próximo y que, probable-
cisamente en ese momento y en ese rincón del mundo.
El oriente Próximo era
afectada que muchas otras mente debido a la existencia de determinadas limitaciones y ventajas físicas
ll una región que se había visio menos drásticamente (Maisels, 1990 [capítulo 1]), acabaron superando a esas otras zonas habita-
producidos al final de la última glaciación, de suer-
por los"cambios climáticos
la no se vieron radicalmente das tanto en dimensiones como en complejidad.
i" qr. las bases ecológicai para subsistencia
\

Primera parte

EL DESARROLLO
DE ESTADOS Y CIUDADES
(c. 3000-c. 1600)

ri

I
\

1 MESOPOTAMIA DUR.ANTE
EL TERCER MILENIO A.C.

1. A|¡rscpopn-rrs (c. 6000-c. 2900)

Medío ambtente

Por la época en la que los primeros documentos escritos empiezan a te-


ner algún sentido coherente para nosotros (c. 3200, véase Green, 1980), Me-
sopotamia llevaba más de 2.000 años habitada. Por esa época (c. 5000) la lí
nea costera en la cabecera del golfo Pérsico llegaba más al sur, aunque una
elevación del nivel del mar la desvió hacia el norte cuando menos hacia el
año 4000, si no antes. Diversos libros demuestran que la costa del Golfo se
extendía en la Antigüedad mucho más al norte de lo que lo hace hoy día, re-
flejando con ello una teoría propuesta a principios del presente siglo. Pero
a comienzos de los años cincuenta otros autores (Lees,y Falcon, 1952) de-
fendieron [a tesis de que no era así. Los ríos Tigris y Eufrates depositan la
mayor parte de sus sedimentos antes de llegar al mar, hecho que causa serios
problemas a los regadíos y que puede hacer que centros habitados de la An-
tigüedad queden enterrados completamente bajo el lodo (como ocurrió en
el caso del importante poblado prehistórico de Ras al-'Amiya, al norte de
Babilonia), pero que prácticamente habría dejado intacta la línea costera
durante los últimos seis mil años o más. Más recientemente, sin embargo,
han vuelto a oírse voces que ponen en duda la hipótesis de Lees y Falcon
(Adams, 1981; Sanlaville, 1989), y una vez más numerosos especialistas ad-
miten que la costa del Golfo se situaba en la Antigüedad más al norte que
hoy en día. Independientemente de la teoría que se prefiera seguir, p¿uece que
Ur y Eridu fueron siempre las ciudades mesopotámicas más meridionales,
pues entre ellas y el mar se extienden las marismas de lrak, que no pueden
soportar la existencia de grandes comunidades.
Los pantanos han constituido siempre un factor importante en la historia
de Mesopotamia, pues debido a lo difícil que resulta su control, han propor-
cionado con frecuencia refugio a los rebeldes. Representan además una im-
portante fuente de recursos, al proveer de cañas y juncos largos aptos para la
fabricación de techumbres y de productos de mimbre, como cestas y esteras,
l:

I
34 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES

además de productos alimenticios, como, por ejemplo, pescados, aves acuá-


\
ticas y jabalíes. Algunos de los motivos iconográficos más antiguos que apa-
recen en objetos como, por ejemplo, los sellos cilíndricos,r son complicadas
cabañas de junco, comparables con las espléndidas casas de huéspedes cons-
truidas hoy día por los árabes de las marismas (W. Thesiger, The Marsh
Arabs, Londres, 1964), y lo que parecen ser haces dejuncos relacionados con
la diosa sumeria Inanna. Otro producto importante que se cría en las zonas
inferiores de los dos ríos es la palmera datilera, cuyas hojas pueden ser utili- o
o
Zadas para construir techumbres, mientras que el tronco fibroso permite fa- c
o
bricar cuerdas y edificaciones ligeras. Pero lo más valioso es su fruto, que 5
ul
madura en otoño y viene a complementar las cosechas de la primavera, pu-
diéndose almacenar fácilmente y proporcionando un alimento excelente. Para
que den una buena cosecha, estos árboles tienen que ser cultivados cuidado- l'-,
samente y entre otras cosas requieren una polinización artificial. El impor-
I

tante papel que desempeñaban en la economía de la Mesopotamia meridio-


nal se ve reflejado en los textos asirios que hablan de la tala de las palmeras

datileras como medida estratégica utilizada por los ejércitos invasores. Tan (t,
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importante, cuando menos, como estos recursos naturales es la falta de otras o o
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materias primas necesarias, que tenían que ser importadas. En el sur de Me- t(Ú
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sopotamia no hay metales ni iírboles que produzcan madera apta para la á+


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construcción de grandes edificios, y la piedra existe sólo en cantidades in-
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significantes. El principal objeto de las actividades comerciales e imperialis- o
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tas documentadas en Mesopotamia es la adquisición de estos materiales. z.s C§

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El curso de los dos ríos que bañan la llanura baja de la Mesopotamia t
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meridional no es siempre estable y ha cambiado en varias ocasiones. Este
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hecho, junto con las inundaciones primaverales (en la época de maduración cd
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o recolección de las cosechas) y el depósito de grandes cantidades de lodos, .!

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hace que su aprovechamiento para el regadío se convierta en una tarea espe- q¡ I
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cialmente difícil (véase BSAG, 4 y 5).Otro peligro es el que representa la c ñ
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rápida evaporación de las aguas superficiales, que causa la salinización del l§"
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suelo, fenómeno que, según la tesis expuesta en un influyente artículo apare- €=
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cido en 1958 (Jacobsen, Science,128, pp. 1.251-1.258; véase Jacobsen, L982), do 2.

puede producir una disminución de las cosechas, y que se vio exacerbado por
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el regadío, provocando de paso crisis políticas. Aunque es indudable el pro- €s (Ú0,


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blema de la salinización de la zona, hoy día se ha demostrado, de manera o 5€ EEE
bastante concluyente, que las autoridades de las ciudades mesopotámicas
siempre reconocieron el problema de la salinidad del suelo y que desarrolla-
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ron técnicas para atajarlo (Powell, 1985). El Éufrates y el Tigris fluyen a velo- Lt
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cidades muy distintas (el Tigris corre mucho más deprisa): el primero resulta >t o
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mucho más fácil de aprovechar para el regadío, y así lo pone de manifiesto E
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el modelo de ocupación de la zona. Ciudades y aldeas se hallan situadas por


lo general en canales abiertos en la margen izquierda del Éufrates, mientras o §
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que existen muy pocos asentamientos urbanos a orillas del Tigris al sur de e
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Bagdad. a¡J oJ
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MESoporA\r DURANTE EL TERCER MILENIo A.c. 37
36 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES

principales de la Arabia Saudí, donde constituye un elemento intruso, y en el golfo


Cue»no 1. Mesopotamia primitiva: cronología de las
arqueológicas
Pérsico. ¿Cómo deben interpretarse estos testimonios? Oates ha sugerido que
fases
quízá reflejen el intento de los habitantes de la Mesopotamia meridional de
Sur controlar y explotar las rutas comerciales con el fin de conseguir los produc-
Norte
tos más señalados de los que carece la zona. Quizá venga a respaldar esta
6000 Hassuna tesis el hecho de que algunos de los yacimientos más septentrionales de
Samarra 'Ubaid se hallan diseminados por la ruta que conduce a las minas de cobre
Halaf 'Oueili de Ergani Maden, en el sur de Ttrrquía. Pero no se sabe cómo se ejercería ese
5500
5000
'Ubaid 1 (Eridu) control. Deberíamos subrayar otro hallazgo significativo: en Eridu hay una
'Ubaid 2 (Hajji Mohammed)
serie de santuarios situados debajo del gran recinto sagrado de 2100-2000,
'Ubaid 3 («'Ubaid 1»)
4500 que demuestran Ia existencia de una continuidad de los edificios templarios
'Ubaid 4 («'Ubaid 2»)
en el mismo sitio desde el período 'Ubaid I hasta la época histórica. Se tra-
4000 Tepe Gawra
Uruk Antiguo ta de una importante prueba de la existencia de una continuidad cultural a
Uruk Tardío/Uruk IV pesar de los cambios tecnológicos y políticos producidos a lo largo de más
3500 de 3.000 años.
Uruk IIUJemdet Nasr
La fase cultural que sucede ala de 'Ubaid, la de Uruk (c.40N-2900) vie-
3000
2900 Período Protodinástico (PD I) ne marcada por un cambio en la cerámica: los recipientes sin adornos fa-
2700 PD II bricados al torno sustituyen a la cerámica pintada de 'Ubaid. Esta cultura
recibe su nombre del yacimiento de Uruk/Warka, que es el que ha propor-
2600 PD III cionado los principales testimonios casi los únicos- en todas sus fases,
-y
aunque las secuencias más antiguas todavía son escasamente conocidas. El
cambio de nombre no implica que la fase de Uruk (durante cuyos últimos pe-
Desarrollo de la vida sedentaria íodos se desarrollaron los grandes centros urbanos que empleaban la escri-
tura) represente un cambio fundamental de cultura que refleje la existencia
cla-
La (en la medida en que refleja un-conjunto de artefactos
<<cultura>>
de una nueva población. Los cambios que señalan su aparición vienen deter-
relacionada con la Mesopotamia meridional minados más bien por la presencia de nuevas tecnologías y nuevos materia-
ramente definidoi más antigua
identificada en lugares situados les, como por ejemplo el uso del torno, el incremento de los productos de
es la de Samarra, qo" au,u dél sexto milenio,
al nor- metal, y el desarrollo de los recipientes de piedra tallada. Es esta una cues-
prf*ipJ*ente i d" Irak, cerca de la frontera iraní, y ligeramente
"rt" no es posible la agricul- tión muy importante, pues muchos autores han querido poner en relación la
te de Bagdad (véase el cuadro l). En estos lugares
Telt es-sawwam; véan- fase de Uruk con la llegada de los sumerios, cuya lengua (que no puede re-
tura de secano y en dos yacimientos (choga Mamiy
y Helbaek,lglZ) se han descubierto restos de lacionarse con ninguna de las familias lingüísticas conocidas) es la más an-
se Oates y Oates, tqiO iOpl;
que estaban organizados colectiva- tigua y plenamente legible de las que se han identificado en las tablillas de
sistemas artificiaLr a" t.guaió. S" piensa
son muy pe- Uruk (Jones, 1969; Oates, 1960). De momento no existe prueba concluyente
Á"nt. o posiblemente a éscala familiar, pues los-yacimientos alguna de que los sumerios llegaran a la zona del sur de Irak en ningún mo-
queños y no conocieron una expa¡sión muy significativa'
produciéndose un desa- mento concreto ni tampoco de que fueran el único grupo étnico existente en
Aproximadamente por esa mrsma époia eitubu la región (Oates, 1960). Hasta donde llegan de momento los materiales evi-
demostrado las excavaciones francesas
rrollo análogo mis ¿ sur, según han (cerca del pos- dentemente limitados de que disponemos para responder a esta cuestión, sólo
realizadas un floi"ciente foblado agrícola 9l Ptl 'Oueili podemos decir que los sumerios probablemente habitaban la región junto con
",
terior emplazamiento de Laria, véase iluot, l99l; 1992), que constituye un
del sur, llamada de 'Ubaid otros pueblos (por lo menos un grupo tiene que estar emparentado con los fu-
precursor de la ;;i;r" agrícola_bien atestiguada turos hablantes de acadio, lengua de raigambre semítica) desde los primeros
su nombre del primer yacimien-
(c. 5000-4000). La cultuá de 'Ubaid recibe tiempos.
por woolley allá por los años vein-
to, cerca de ur, en el que fue identificada (1960)'
.rp".ifitudus después por oates
te. Sus secuencias culturales fueron
Los elementos distintivos
que estableció .uu,.o grandes fases bien definidas'
de
.ubaid 3 se han eicontrado mucho más allá de los confines del sur de
lugares (unos cuarenta)
en el norte de este país, en siria, Irán, muchos
Irak,
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.il 38 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES tr,tpsoporeMt DURANTE EL TERCER MILEMO A.C. 39


I

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I
El pertodo Uruk Tardío

Hacia finales de la fase Uruk (Uruk IV c. 3500-3200) aparecen los pri-


meros documentos escritos, en forma de pictogramas, que representan habi-
tualmente, aunque no de manera exclusiva (Gelb, 1969), cuentas (Green y Nis-
sen, 1987). El cuneiforme que se interpreta como sumerio se desarrolló a
partir de estos primeros pictogramas durante el período sucesivo, el Uruk III
(c.3200-2900), también llamado Jemdet Nasr.2 Al mismo tiempo aparecen
enornes estructuras rituales en los santuarios de Eanna y Anu en Uruk: se le-
vantan sobre grandes plataformas, caracterizadas por la complejidad de su
disposición y accesos, algunas de las cuales están construidas en piedra. Las
paredes tienen profundos nichos y en el interior de los ediñcios hay columnas
enonnes (de 2 m de diámetro), unas exentas y otras empotradas («acopla-
das»). Los tambores de las columnas, al igual que las paredes, están deco-
rados con piezas de mosaico en forma de pequeños conos. Los vértices de
esos conos están incrustados en la pared, y el extremo plano y visible está
coloreado de amarillo, negro o rojo.Este fenómeno no es exclusivo de Uruk:
se ha descubierto una estructura igualmente complicada y provista de pintu-
ras más al norte, en 'Uqair (cerca de Kish), y restos de otra en Ur; existen
asimismo desarrollos análogos en Susa, en la parte occidental de Elam. Aso-
ciados con estas estructuras tenemos una serie de objetos caracteizados por
I

i
una decoración peculiar, como, por ejemplo, vasos de piedra con incrusta-
i
ciones o relieves, o con ñnos grabados en toda su superficie. Los excavado-
I
I res han encontrado también algunos objetos bellamente esculpidos, tales 6
i
como una máscara de mármol cuyos ojos y cejas [evaban incrustaciones de
materiales preciosos y cuya cabellera llevaba también aplicados otra serie de
¿"
adornos (Strommenger y Hirmer, 1965 [0M], liáminas 30-31). Puede que ori-
ginalmente formara parte de una estatua o de un relieve, en cuyo caso la fi-
gura entera habría sido casi de tamaño natural. Un hallazgo significativo de
este período es una estela de basalto con un relieve en el que aparecen dos Frcune la. Vaso de Uruk (Museo de
personajes cazando leones: uno lleva una lanza y el otro está disparando un Irak; dibujo de D. Saxon, según Strom_
i

tt
arco. Como las dos figuras van vestidas de la misma manera y llevan la mis- menger y Hirmer, 1965 tOMl).
ma barba y el mismo peinado, es posible que se trate de la misma persona
utilizando dos tipos distintos de armas. Podemos ver a un personaje vestido Frcune lb. Escena de un vaso de Uruk
de modo parecido representado en una serie de objetos diversos procedentes (dibujo de D. Saxon).
de Uruk aparece repetidamente en los grandes sellos cilíndricos, finamente
trabajados, de este período, en los que constituye el personaje central de
complicadas escenas, y, lo que resulta aún más curioso, es casi seguro que se
trata del mismo personaje que aparece en la escena final del complejo de ac-
tividades representadas en el gran vaso de Uruk (véase la figura l). ,i,
v §.
¿Qué es lo que vienen a decirnos estos testimonios? La aparición de la
escritura, las complicadas edificaciones, el empleo de materiales de importa-
ción, las refinadas obras de arte y el incremento de la población reflejado en
las dimensiones de los poblados constituyen señales inequívocas del surgi-
I

rtil
40 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES uesopoteMn DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 4t
\
miento de comunidades urbanas importantes provistas de estructuras socio- por alguna de las grandes ciudades-estado surgidas en la Baja Mesopotamia
económicas bien desarrolladas. Ninguna otra circunstancia puede explicar
los y en Elam. Algunos yacimientos del norte d,e Irak y del norte de Siria, prin-
materiales, las técnicas o [a escalaáe las construcciones' Pero sus orígenes cipalmente en Habuba Kabira, a orillas del Eufrates (Strommenger, 1980), y
concretos, lo mismo que su carácter específico, siguen siendo objeto
de es- quizá en Tell Brak (D. Oates, en Curtis, 1982 [OGb], pp.63-64), y también
peculación. Los testimonios indican la existencia de un sistema político de Turquía, nos hablarían de la presencia en estos lugares de una especie de
ir*u-rnte evolucionado: [a f,rgura que domina en muchas de las escenas re- asentamientos comerciales que habrían coexistido con las culturas indígenas
presentadas probablemente es [uienLstá a la cabeza de esta sociedad,
y pre- (Weiss, 1985 [OGc], pp. 77-82). Podemos observar la instauración de un tipo
iumiblemente se trata de tu gob"tnante; el hecho de que aparezca una y otra similar de establecimiento comercial por parte de Susa en lrán, a lo largo de
vez como el principal actor én contextos ceremoniales indica que las activi- las rutas que conducían al norte y al este (Weiss y Young, 1975; Carter y
cargo y Stolper, 1984, pp. 126-131). El descubrimiento en toda esta región de algu-
dades ideológicas y religiosas más importantes del estado están a su
son controlaáas pór é1. Los materialei raros (piedra en gran cantidad, o los nos signos pictográficos comunes utilizados en bullae y pequeñas tablillas de
materiales preciósos de las incrustaciones) utilizados para construir esos arcilla para [evar las cuentas, viene a respaldar la teoría de que todos estos lu-
grandes complejos y sus ajuares complementarios eran importados de tierras gares mantenían relaciones unos con otros (véanse Schmandt-Besserat, t977,
iejanas; po. io iantó cabe"presumir ú existencia de actividades comerciales 1983 y 1992 t0Hl).
piórp"rui, así como un alto grado de conocimientos técnicos' Esta circuns- En el caso de Irán, los textos están escritos en el sistema llamado <<pro-
iunriu implica a su vez una gran capacidad de moviliz¿r mano de obra
y la toelamita>>, que en gran medida sigue sin descifrar (Carter y Stolper, 1984,
existenciá de una base agrícótu u*¡ia y estable- La importancia.de esta ú1- pp. 5-9). Pero en la Baja Mesopotamia, durante la fase Uruk III (c. 3200-
tima se ve reflejada en lirepresentación hubituul de espiga¡ de t".g9 y cabe- 2900), podemos comprobar que las tablillas están escritas en sumerio, como
zas de ganado, que aparec"n los sellos cilíndricos, en los recipientes de ya hemos dicho. Este sistema de escritura, pues, se desarrolló rápidamente
"n
piedra I en el váso de Uruk (figuras 1a y 1b). Una hipótesis muy generali- hasta convertirse en un medio bastante eftcaz de guardar memoria de lo di-
ia¿a ei la de que los compte¡ós ceremóniales o templos f-u9r9n.en cierto cho. Se denomina cuneiforme (en forma de cuña) debido a la típica figura
modo la institución socioeconómica primaria, que estimuló el desarrolló que adoptaría más tarde. Aunque la lengua de la mayoría de estos primeros
urbano, y que la figura del soberano representa a un
(<rey-Sacerdote»' Como textos es la sumeria, conviene tener presente que desde la época más tem-
explicacíón, sin deja demasiaáas preguntas sin respuesta'-Por ejem¡ prana ap¿uecen en ellos algunas palabras semíticas; de momento existe una
plá: ¿qué clase "rrib*go,
de comunidád constn¡yó lós émplos y cómo se desarrolló? hipótesis de trabajo, según la cual, aunque el sumerio fuera la lengua habla-
<<clero>> el poder sufi- da predominantemente en la zona situada al sur de la antigua Nippur, en la
iO" áénOe procedían sus recursos? ¿iómo alcanzó elpolítica? En su estudio parte situada más al norte predominaba la lengua semítica que conocemos
ói.nt" paru qo" su jefe se hiciera .ü tu supremacía
de las prácticas funerarias de la Mesopotamia primitiva (c' 5000-2900)' con el nombre de acadio. Así pues, el hecho de que no exista un uso im-
Fo-
y político de la Meso- portante del acadio antes de c.2300 quizá sea en parte un reflejo de la rela-
rest (1é83) enfocaba la cuestión del dásarrollo social
potamia pri-itiru de otra manera: definía la presencia de grupos gerrtilicios tiva pobreza de los textos encontrados en la zona más septentrional, y en
rivales, poder se cimentaba en la construcción de grandes edificios ta- parte acaso también del uso menos generalizado de la escritura en esta re-
"uyo templos que dieron a las ciudades de la Baja Mesopotamia su gión. Una de las dificultades de esta teoría ha sido el descubrimiento de tex-
les como l,os
forma característica. SLgún la tesis de Forest, eI desarrotlo del estado tuvo tos sumerios del período Uruk III en Jemdet Nasr, cerca de Kish. Al margen
lugar dentro de una sociédad que no tenía ni templos ni clero, sino que esta- de la interpretación que se dé a este hecho, prácticamente no se tiene en pie
ba-dominada por la rivalidad de los distintos clanes. El incremento
de la po- la tesis según la cual los hablantes de acadio (lengua semítica) representarían
blación, el deianolto de una religión organizada,la diferenciación social, el una especie de movimiento de población que habría llegado posteriormente
control de los recursos escasos, lós desarrollos técnicos la y expansión de los ala zona, hacia mediados del tercer milenio (Gelb, 1977), y desde luego re-
riri.** de regadío deben considerarse una de las consecuencias del intento sulta impensable la idea de que en ningún momento se hubiera producido un
<<conflicto racial>> entre <<semitas>> (hablantes de acadio) y «sumerios>> (Ja-
de los distintos grupos políticos por deshacerse de sus rivales' La construc-
ción de compHcádai edificaciones templarias y los objetos de prestigio fina- cobsen, 1939a).
mente trabajádos no serían más que ulgunot áe los múltiples elementos
uti- En resumen, hacia 2900las técnicas de la agricultura de regadío y la ex-
i lizados por los grupos de poderimergentes para. apuntalar su predominio' plotación de fuentes suplementarias de alimento (dátiles, pescados, aves
^han acuáticas) fueron aprovechadas por los grupos de poder surgidos en unas
ido u"uá,rlándbse importantes testimonios de
I

Desde los añás i"r"ntu


¡

(Alga- cuantas ciudades para obtener una fuente de alimentos lo bastante segura
los contactos externos que implican los materiales utilizados en Uruk
probable eios contactos fueran organizados directamente como para asegurarse un excedente importante. Este larguísimo proceso dio
ze, 1993). Es que
42 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES UeSOPOtetrlm DURANTE EL TERCER MILEMO A.C. 43
\
lugar a una estructura social articulada, en la cual cada ciudad contaba con Cuapno 2. I-as ciudades de Mesopotamia c.2900-c.2340
una autoridad suprema que probablemente controlaba la mayor parte de los
recursos, como, por ejemplo, la tierra, la producción de la artesanía especia- 2900 Protodinástico I
Lizada,los productos exóticos y los materiales preciosos obtenidos a través 2800
del comercio, y al mismo tiempo unas instituciones colectivas tan importan- 2700 Protodinástico II
tes desde el punto de vista simbólico e ideológico como los templos. La com-
2600 Protodinástico III Enmebaragesi de Kish
2500 Lagash: Ur-Nanshe Mesalim,<<rey de Kish»
plejidad cada vez mayor de esta organización urbana se ve reflejada en el
Akurgal
desarrollo de la escritura, aplicada a una gran cantidad de actividades diver- 2450 Eanatum
sas, y en la existencia de establecimientos comerciales atestiguados en las Enanatum I
rutas por las que llegaban a Mesopotamia los materiales escasos en la región. 2400 Enmetena
Siguen sin estar claros muchos detalles importantes de la sociedad. Enume- Enanatum II
remos unos cuantos: ¿Qué extensión tenía la tierra que era propiedad directa Enentarzi
del soberano y su familia, en comparación con la que pertenecíaal resto de Lugalanda
la comunidad? ¿Hasta qué punto llevaba el soberano la iniciativa de las acti- 2350 Uruinimgina
vidades mercantiles en el extranjero? ¿En qué medida se limitaba a hacer uso (= UruKAgina
de las redes mercantiles y de los hombres de negocios ya existentes? ¿Cómo Lugalzagesi de Umma y Uruk
mantenía el control de la ciudad? ¿Cuáles eran las principales bases simbó-
licas de su poder? ¿Qué importancia tenía el papel desempeñado por otras fa-
milias ricas y cómo se relacionaban éstas con la familia gobernante? ¿Cómo gunas modiñcaciones: una de las más recientes e importantes es el reconoci-
se reclutaba al personal administrativo? ¿Eran funcionarios permanentes o miento, a partir de las excavaciones realizadas en Nippur, de que el pD I, al
sólo se solicitaban sus servicios para cuestiones específicas cuando la oca- qu9 el equipo del Diyala atribuía a regañadientes una duración de apenas un
sión lo requería? La respuesta a todas estas preguntas trascendentales, que a giglo y al que se consideraba escasamente definible (Stromm"rgér, 1960;
su vez nos llevan a plantearnos muchas más, se desconoce de momento. Hansen, 1963), constituye una fase bastante larga e importante de (uizá dos-
Aunque esta época y el futuro período Protodinástico III (PD III, c.2600- cientos años de duración (2900-2700), mal representada en la región del Di-
2300) tienen en común algunos elementos iconográficos y culturales, la can- yala. Los testimonios todavía no han sido publicados, pero sus relulhdos van
tidad de años que los separa excluye por completo la posibilidad de atribuir incorporándose poco a poco a los estudios más modernos y estiin afectando
a la primera las interpretaciones dadas al segundo: aunque existe un marco profundamente a la imagen de este período (véase winter, JCS,36
t19g4l).
cultural perfectamente reconocible, los detalles de la organización socioeco- Disponemos de una gran nqueza de materiales procedentes de áiversós
nómica y política estarían sujetos a importantes variaciones temporales y re- centros urbanos en forma de restos de edificios, grandes planchas talladas,
gionales. encantadoras figurillas representadas a menudo en actitudorante, sellos ci-
líndricos, cerámica, inscripciones en piedra y documentos en tabtillas de ar-
cilla. Sin duda alguna lo más curioso son los ricos restos excavados en las
2. Les crupeoes (c. 2900-2340) tumbas de ur (woolley, 1934), que daran del pD III (c. 2600-2340), forma-
dos por numerosos objetos finamente labrados en materiales preciosor, .o.o
Las fuentes y el problema de su uso por ejemplo oro, plata y lapiskázuli. Existen también en la zbna testimonios
de enterramientos de servidores de esta misma época, pero resulta muy di-
Mucho más variada y amplia es la documentación que poseemos para el fícil interpretar el significado histórico de esos hallazgos (Moorey, igll;
período siguiente al de Uruk Reciente, llamado por lo general «protodinásti- Pollock, l99l).
co» (PD), «presargónico» o <<sumerio antiguo» (véase el cuadro 2). La de- El material escrito se halla distribuido de forma desigual a lo largo de
nominación PD, con sus tres grandes subdivisiones (PD I, II, y III), se basa todo el período, y está formado por grupos de tablillas proóedentes de varios
en una secuencia arqueológica establecida por el Instituto Oriental de Chica-
yacimientos y correspondientes a períodos distintos. Lós principales lugares
go en la comarca del Diyala, al este de Bagdad. Aunque durante algún tiem- 119! qr" pertenecen las colecciones de rextos son ur paráel pó u @.2700-
po se afirmó que esta región muestra diversos rasgos que no son típicos de 2600); Shuruppak (la actual Fara) y Abu salabikh (cuyo nombre antiguo se
la zona situada más al sur, entre ellos la existencia de material escrito dis- desconoce) p*u el período PD IIIA (c.26a0-2.500; véánse pomponio, 19g3;
perso, la terminología continúa en uso. No obstante se han hecho precisas al- Martin, 1988; Biggs, 1.974); y Girsu (la moderna Tello, uno de loi centros del
M EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOTAMI\DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 45

de los tiempos. Su sis-


estado de Lagash), cuyos archivos datan de finales de este período (2430- monarcas de las distintas ciudades desde el comienzo
en presentar una serie de reyes de una ciudad, seguida de otro
2340). Fuera de esta región, disponemos desde hace poco de los grandes ar- É*u.onriste
g.po de monarcas de otra ciudad diferente.La duración de los reinados de
chivos de Ebla, que datan de c.2450-2350, y que nos proporcionan valiosa
información acerca de una de las ciudades que se desarrollaron al noroeste ío, prirnoos monarcas es enoñne, y responde a todas luces a unos tiempos
porá*.nt" legendarios, hipótesis confirmada por el hecho de que, según se
de la <<cuna de la civilización>>, situada tradicionalmente al sur del Irak.3 Se
conocen otras colecciones menos numerosas de.textos procedentes de otros ái6, gob"rnaro, <<antes del diluvio>>. La lista continúa después del diluvio,
lugares, pero su datación resulta más problemática (véase Alberti y Pompo- atribuyénOose por fin a los distintos soberanos unos reinados aparentemente
nio, 1986, p. 11, para una lista completa). Los textos nos ilustran respecto a i.¿.r. Se presinta a los reyes como soberanos de una determinada ciudad
ciu-
la administración de las grandes fincas (Girsu), la organízación militar y la- oue eierce una especie de hegemonía sobre las demás, heredada de otra
boral del palacio (Shuruppak; Ur), y las actividades de literatos y escribas dad distinta, circunstancia que da comienzo a un nuevo período de suprema-
cía (sum. b a I a), durante el cual él y sus sucesores ostentan el
(Shuruppak; Abu Salabikh). poder hasta
Debemos dejar descansar al fin a uno de los fantasmas que ha venido ob- que a su vez lo pierden en favor de una nueva dinastía. Así, por ejemplo:
sesionando a la historia de Mesopotamia durante demasiado tiempo. La pri-
mera gran obra (en muchos sentidos todavía valiosísima) dedicada al estudio Después que el diluvio asoló aquella zona, cuando eI reino bajó de los cielos,
de los archivos de Girsu fue realizada por el pionero de la sumerología, Dei- el reino estuvo en Kish.
mel (1931). Según este autor, las frecuentes alusiones a las propiedades y fin- En Kish, Ga...ur(?) fue rey y reinó 1.200 años.
(Le suceden 20 reyes de Kish cuyos reinados tuvieron distinta duración; y a
cas de la diosa Baba (o Bau) que aparecen en los textos indicarían que éstos
continuación:)
formaban parte del archivo de un templo. Partiendo de esa base, el panorama
Enmebaragesi, el que se llevó como despojos las armas del país de Elam, fue
de la sociedad que reconstruía el autor nos mostraba un mundo en el que los rey y reinó 900 años;
templos eran los propietarios de todas las tierras del estado de Lagash (del Aka, hijo de Enmebaragesi, reinó 625 años.
que formaba parte Girsu). Todos los habitantes eran de hecho servidores 23 reyei reinaron durante 24510 años, 3 meses y 3 ll2 días. Kish fue aplasta-
del templo de diversa categoría. El soberano era simplemente el vicario de la da por las armas; su reino fue llevado a Eanna (Uruk)'
principal divinidad protectora de Lagash, Ningirsu, mientras que la esposa de En Uruk, Mes-kiag-gasher, hijo de Utu (dios del sol), fue en («señoo>) y rey, y
aquél ocupaba una situación análoga con respecto a [a diosa consorte de Nin- reinó 324 años. Mes-kiag-gasher se adentró en el mar y salió de él para ir
girsu, Baba (Bau). La propiedad privada, y concretamente la de la tierra, no a las montañas.
existía en absoluto. Esta reconstrucción dio nombre al llamado <<estado-tem- Enmerkar, hijo de Mes-kiag-gasher, rey de Uruk, el que construyó Uruk, fue
plo teocrático>>. Durante mucho tiempo ejerció una influencia extraordinaria, rey y reinó 420 años;
el divino Lugalbanda, pastor, reinó 1.200 años;
sobre todo entre los teóricos de la formación del estado (por ejemplo, Witt- ciudad (era) Ku'a(ra)- reinó 100 años;
el divino Dumuzi, pescador (?)
fogel, Oriental Despotism. New Haven, Conn., 1957), y fue asumida con el divino Gilgamesh padre -su
era un demonio lillü- e n de Kullab (Uruk),
muy pocas modificaciones por los asiriólogos (Adams, en Kraeling y Adams, reinó 126 años; -su
1960 [0E]; Falkenstein, 1954). Ya en 1959 la puso en tela de juicio el erudi- Urnungal, hijo del divino Gilgamesh, reinó 30 años;
to soviético Diakonotr (195911974), quien demostró que el área ocupada por Utu-kalamma, hijo de Urnungal, reinó 15 años;
el estado de Lagash era mucho más grande de lo que sostenía Deimel, y que Laba...ir reinó 9 años;
el territorio no incluido en este <<archivo del templo» era propiedad indepen- En-nun-dara-Anna reinó 8 años;
diente de diversos grupos familiares. Mucho más recientemente, los sume- MES(?)-HE, herrero, reinó 36 años; I

riótogos que han estudiado la terminología fundamental de estos documentos Melam-Anna reinó 6 años; i

han llegado a unas conclusiones todavía más radicales y sostienen de mane- Lugal-ki-tun(?) reinó 36 años.
ra bastante convincente que las fincas de los diversos dioses eran en realidad 12ieyes reinaron durante 2.310 años. Uruk fue aplastada por las annas; su rei-
no fue llevado a Ur.
propiedad del soberano de la ciudad y de su familia, y no haciendas del tem-
En Ur, Mes-Anne-pada fue rey y reinó 80 años (etc.)
plo (Foster, 1981; Pomponio, 1984; Tunca, 1986; Van de Mierop, 1989).
Existen dos clases totalmente distintas de material escrito que se han con- (Jacobsen, 1939b, pp. 76-93, I,40-m,40.)
siderado de utilidad para reconstruir en parte el esquema histórico del perío-
do Protodinástico. La primera la más importante- corresponde a la Para las dinastías de Agade y Ur III (véase el capítulo 1, apartados 3 y
-y
<<Lista de Reyes Sumerios>>, compilada, en la forma que posee en la actuali- 4), esto es, a partir del PD III, ta lista de reyes parece bastante fiable por lo
dad, no antes de finales del siglo xx, aunque lo que pretende es incluir a los que respeca á los nombres de los monarcas y a la duración de sus reinados.
MESOPOIAMIA DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 47

Por consiguiente, ¿podemos decir que Ia lista constituye también una guía de mientos, las estructuras y üs instituciones del período Protodinástico, son las
la realidad histórica durante el período Protodinástico? Jacobsen (1939b) in- epopeyas de época posterior cuyo argumento se centra en los primeros reyes
virtió una considerable dosis de esfuerzo y energía en demostrar que podía de Uruk, como, por ejemplo, Gilgamesh. La lectura del ciclo de leyendas
convertirse en un instrumento útil para el historiador de esta época, al menos relacionadas con estos reyes es apasionante: se ha pensado que la disputa en-
a partir del PD II. Asoció los nombres de los monarcas atestiguados en las tre Enmerkar y el rey de Aratta, en Irán (Cohen, 1973), refleja un modelo de
inscripciones PD a los de la lista de los reyes, estableciendo de ese modo al- actividad comercial habitual en el PD II (según Jacobsen, 1957);la leyenda
gunos sincronismos, y defendió la tesis de que hubo una serie de dinastías del conflicto entre Gilgamesh y Aka de Kish, en la cual el impetuoso Gilga-
que coincidieron parcialmente, pero que luego fueron presentadas como pe- mesh consulta cómo debe actuar primero a un consejo de ancianos que le re-
ríodos de gobiernos sucesivos. La mejor forma de explicar su planteamiento comienda prudencia, y luego a un consejo de guerreros jóvenes que desean
quizá sea poner un ejemplo: existen dos breves inscripciones de (En)-me-ba- entablar batalla inmediatamente, se ha pensado que constituye una prueba de
rage-si de Kish, padre de Aka; un breve poema épico de época posterior nos la existencia de asambleas ciudadanas y de la obligación del rey de pedirles
habla de una batalla entre Aka de Kish y Gilgamesh de Uruk, en la que ven- consejo antes de tomar ninguna determinación (Jacobsen, 1943; Rómer,
ció Gilgamesh; así pues, cabe suponer que efectivamente Aka fue el último 1980). Pero la pretensión de leer unos textos de ese tipo con la esperanza de
rey de la dinastía de Kish que ostentó la hegemonía sobre la Baja Mesopo- obtener unos testimonios precisos está condenada al fracaso. Aunque no cabe
tamia (véase la cita, p. 45), y que lo sucedió Gilgamesh de Uruk. Los ante- duda de que las ciudades de Mesopotamia mantenían unas relaciones comer-
cesores de Gilgamesh fueron incluidos en la lista sencillamente porque su ciales con países lejanos destinadas a la adquisición de materiales exóticos,
compilador tenía a mano todos los materiales necesarios; en realidad sólo el modo concreto en que éstas estaban organizadas no nos lo va a explicar el
habrían sido reyes locales. Basándonos en la dinastía de Agade, cronológi- mito de Enmerkar, que se fija más que nada en el motivo de la superioridad
camente mucho más segura, podríamos utilizar la lista para reconstruir un moral de Enmerkar, rey de Uruk. Esta ciudad cambiaba grano por piedras
panorama esquemático de los reyes sumerios. preciosas, entre ellas el lapislázuli, productos habituales en los inventarios
Hay una serie de factores que echan por tierra La validez de semejante mercantiles que no arrojan luz sobre ningún sistema histórico de intercam-
método. En primer lugar, el material manejado es extraordinariamente hete- bios comerciales en particular. Del mismo modo, resulta evidente por otros
rogéneo, y a menudo da la impresión de haber sido entresacado de mitos documentos que los consejos de ancianos constituían uno de los órganos de
habituales, presumiblemente en la época de su compilación, no de fuentes gobierno de las ciudades mesopotámicas, y de un modo u otro los encontra-
neutrales como, por ejemplo, las cronologías locales. En segundo lugar, los mos a lo largo de toda su hístoria. Pero el recurso de su equiparación con
reyes que aparecen mencionados en las inscripciones y en las listas son de el consejo de guerreros, cuyas recomendaciones se contraponen a las de los
momento sólo seis, una proporción minúscula comparada con el gran núme- ancianos, tiene un carácter exclusivamente literario (véase Roboam: 1 Reyes
ro de monarcas citados en las listas. Esta circunstancia nos lleva a pregun- 12,6-11), que permite llevar a cabo la acción más temeraria propuesta por
tarnos cuántos son reyes de verdad y cuántos personajes mitológicos asocia- Gilgamesh (Berlin, 1983; Katz, 1987), sin poner en claro ningún rasgo insti-
dos con una determinada ciudad. En tercer lugar, es evidente que el interés tucional específico de la sociedad de la Mesopotamia primitiva.
fundamental de la obra no era cronológico ni estrictamente histórico; parece
más bien que tenía por objeto ofrecer una imagen de continuidad de la he-
gemonía de de la Baja Mesopotamia por parte de una sola ciudad en cada
Organización política y social
momento, en una especie de rotación bendecida por los dioses, desde tiem-
po inmemorial. Así pues, es mucho más verosímil que la ideología específi-
¿Qué imagen podemos hacernos de este período de formación tan im-
ca que dio lugar a esta compilación refleje la necesidad de legitimación de portante y dilatado, a pesar de tantas incertidumbres? En primer lugar, tene-
los soberanos bajo cuyo mandato fue llevada a cabo, que no un interés por la mos el sistema de asentamientos urbanos, cuya densidad y dimensiones se
precisión estricta de un pasado para entonces ya muy remoto. Como dice un
incrementan desde el período Uruk Reciente hasta el PD III, de suerte que
especialista en la materia, <<puesto que la lista de reyes no constituye un hacia 2500 el 80 por 100 de la población residía, al parecer, en ciudades
reflejo de los acontecimientos reales, sino más bien la plasmación de una de- bastante grandes de más de 40 ha de extensión. Buen ejemplo de ello sería
terminada idea de la realidad, deberíamos descartar definitivamente este tex- la antigua Shuruppak (la actual Fara), excavada a comienzos del presente
to a la hora de reconstruir la historia de la Mesopotamia primitiva» (Micha- siglo, pero analizada sólo recientemente en un estudio muy minucioso (Mar-
lowski, 1983, pp.243). tin, 1988). No tenemos indicios de que existiera en ella ningún asenta-
Otro tipo de materiales que los estudiosos han intentado aprovechar con miento antes de c. 3000 (Uruk 3 = Jemdet Nasr). A finales del PD I, el po-
la esperanza de que pudieran iluminarnos sobre la realidad de los aconteci- blado ocupa 70ha y sus dimensiones van aumentando constantemente hasta
EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
MESOPCIAMIA DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 49
48 \
alcanzar un máximo de 100 ha en la fase PD IIIA,cuando cuenta con un
habitantes' Reyes y ciudades
recinto amurallado y una población estimada de 15'000-30'000
Los sellos y las tabiittas indican que poseíu lla organización militar agrí-
cubrir tás necesidades guereras' alimentarias Los numerosos documentos procedentes de Girsu (la actual Tello) de-
cola bastante buena, capaz de
por-un rey muestran que una parte de las tierras del estado pertenecían al rey, otras es-
e industriales de un esiado complejo. La ciudad era gobernada
y se alude a diversos taban asignadas a los templos, y otras eran de propiedad privada. Pero la re-
(aunque no conocemos el nombré dé ningún monarca)'
testimonio de la lación exacta existente entre estos tres sectores de la sociedad todavía no está
on.iáf.t cuyas funciones no están -ry ól*us; no tenemos
aunque este hecho quizá sea muy clara, como tampoco lo estiá el estatus económico de la población que no
existencia de ningún gran complejo ternplario,
empleado que de. su inexistencia poseía tierras. Una clave para empezar a entender la estructura político-social
u, i"n":o más dól -étodo de éxóavación
indica que sería ver en el monarca al protector de la comunidad que actuaba en nombre
real. El hult-go de tablillas en una casa de grandgg dimensiones
tierras de labor, re- de la divinidad tutelar de la ciudad, de la construcción y mantenimiento de
la familia llevába un control sustancial de casi 120 ha de
La datación de los textos cuyos templos debía a su vez ocuparse. La privilegiada relación que el rey
partidas para su cultivo entre veintiséis individuos.
sino en «períodos» (sum. b a I a ), cuyo sig- mantenía con la divinidad aseguraba la ayuda de ésta, la prosperidad y bie-
,o ," baia en el nombre del rey, I
claro. nestar de la ciudad a cambio de la atención constante del soberano a las ne-
nificado no está
otro grupo de tabtillas de Shuruppak contiene textos literarios y ejerci- cesidades del dios o de la diosa en cuestión. Así lo pone de manifiesto un
por una so- fragmento de una inscripción procedente de la ciudad-estado de Lagash, que
cios de escritura, que nos muestran los grandes logros alcanzados
de la escritura, sino que valoraba.sus tra- data de c.2450, en la que se dice que el rey ha sido engendrado y criado por
ciedad que no sóló conocía eL uso
y gran importancia-al aprendizaje por medio de la los dioses:
diciones poéticas concedía
lectura yiu er"ritúra. Esta imágen t" ," corroborada por el sorprendente ha-
que datan aproxima- Ningirsu (el dios patrono de Lagash) plantó la semilla de Eanatum (rey de
Llazgo de tablillas literarias realizado en Abu Salabikh, Lagash) en el seno t...1 V se regocijó en Eanatum. Inanna (nombre de una dio-
damente de la misma época (2600-2500), algunas de las cuales constituyen
hallados sa) lo acompañó, lo llamó Eana-Inanna-Ibgalakakatum (nombre completo del
un doblete de los materiales de Shuruppak.Entre los documentos
soberano: «digno en el (templo) Eana de Inanna de Ibgal>>), y lo depositó en el
en Abu Salabikh están una versión muy antigua de un himno templario' co-
regazo singular de Ninhursag (diosa madre). Ninhursag [e ofreció] su pecho
y Berg-
nocido también por textos de época poiteriot (Biggs, 1974; Sjóberg singular. Ningirsu se regocijó en Eanatum, la semilla plantada en el seno por
man, 1969), y uru colección de proverbios (Alster, 1974), de los cuales
se
Ningirsu. Ningirsu puso sobre él la extensión (de su brazo), por (valor de) cin-
conocen también versiones posteriores. Este pequeño extracto permitirá al co codos tendió su brazo sobre é1: ¡(medía) cinco codos, un brazo (del dios)!
lector apreciar mínimamente este género de literatura popular a¡caica: Con gran alegrta, Ningirsu [e dio] el relino de Lagash] (E. Sollberger, Corpus
des inscriptions «royales» présargoniques, Ean. l, pp. rv-v; Sollberger y Kup-
El inteligente, que conocía las palabras (adecuadas) y vivía en sumer' per,1971, lC5acf; Cooper, 1983, p.45).
ShurupPak, €1 ...,
el inteligente, que conocía las palabras (adecuadas) y vivía en sumer, La mayoría de los habitantes de la ciudad, incluido el propio rey, desem-
Shuruppak dio estas instrucciones a su hijo: peñaban algún papel con respecto al culto divino, ya fuera en calidad de can-
«Hijo mío, voy a darte instrucciones' tor ritual, tejedor, panadero, pastor o pequeño labrador cuyos productos bá-
Préstales atención. sicos eran utilizados para las ofrendas. El desempeño de cualquiera de las
(el verso siguiente es fragmentario) funciones necesa¡ias para el dios o la diosa y para su crisa comportaba la per-
No pagues a una prostituta, es horrible (?)' cepción de unos emolumentos, ya fuera en forma de parcelas o de raciones
No iragas un pozo en un campo, el agua causará.daños a ti
(?)
(?) un hombre, la ciudad... de comida, de suerte que todo trabajo llevaba aparejada una remuneración.
No prestes teitimonio contra
Probablemente la mayoría de los ciudadanos (varones) estaban obligados a
No ialgas fiador (de nadie), ese individuo influirá sobre ti...
realizar alguna de esas labores, que, casi con toda seguridad, eran el origen
(Alster, 1974, PP. 1l Y ss')
del estatus social. No parece muy probable que el personal del templo se en-
cargara únicamente de los deberes del culto ni que se diferenciara del resto
Resulta interesante constatar que, mientras que todas las composiciones de los ciudadanos; parece más bien que el servicio religioso era sólo una fa-
literarias están en sumerio, casi lá mitad de los nombres de los escribas
de
ceta más de una vida dedicada por lo demás al comercio, la producción tex-
Abu Salabikh que copiaron los textos son semitas' til o la labranza, tareas mediante las cuales se aseguraban la supervivencia y
el lucro personales. Conviene recordar que el rey era el responsable de velar
50 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESoPCIIA\A DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 5t
por que todo lo relacionado con el culto divino fuera ejecutado satisfactoria-
mente: él era el único que podía incrementar o reducir las fincas de los tem-
plos, nombrar a las personas encargadas de las funciones cultuales más pres-
tigiosas, embellecer un templo con materiales exóticos, y organizar la mano
de obra necesaria para construir los edificios sagrados. Así lo pone de mani-
fiesto en parte una inscripción procedente una vez más del estado de Lagash
(c. 2500):

Ur-nanshe, rey de Lagash, hijo de Gunidu, «hijo» de (la ciudad de) Gur-
sar, edificó el templo de Nanshe (una diosa), esculpió (la estatua de) Nanshe,
abrió el canal ...,paÍa Nanshe hizo que el agua llenara (el canal) ..., hizo (una
estatua) de Esir.
Escogió a Ur-nimin por medio de presagios a través del reconocimiento del
hígado (como) esposo (esto es, sumo funcionario del culto) de Nanshe.
Construyó el A-edin (<<casa del desierto»), construyó el Nin-gar, construyó
el E-gidri (se trata de sendos santuarios), construyó las murallas de Lagash, es-
culpió (la estatua de) Lugal-uru.
Los barcos de Dilmun (la región de Bahrein), desde esta tierra (tan lejana)
trajeron la madera (para él) (Steible y Behrens, 1982: Urn. 24; Cooper, 1986,
La l.l7).
Flcune 2. Escena.de banquete perteneciente al estandarte de Ur (Museo Británico;
Vemos aquí claramente que el rey edifica templos, fabrica las estatuas dibujo de D. Saxon).
divinas, nombra a un alto funcionario del culto, emprende obras de regadío,
fortifica su reino, e importa madera a través del Golfo. Otro texto de Ur-
nanshe habla del festín organizado por el rey para celebrar la finalización hay que buscarlos en el templo. En realidad, las pocas inscripciones de esta
de las obras del templo: <<Cuando construyó el templo de Ningirsu, repartió época descubiertas en Uruk indican que también se empleaba el término
70 gur (30.800 kg) de cebada para que fueran consumidos en el templo>> ..1u g a l>>, apareciendo <(e n>> sólo en e[ abstracto 'señoría'. El único
contex-
(Cooper, 1986: La 1.20). Así pues, estas obras piadosas formaban parte to en el que se llama regularmente <<e n>> a ros reyes de uruk es el de los mi-
ll
I

simplemente de las actividades del soberano que afectaban a todos los as- tos épicos de époc1 posterior protagonizados poi ellos, y no constituyen una
:,
pectos de la vida de la ciudad. No podemos olvidar en ningún momento que prueba admisible de cara a la reconstrucción de la rea[áad histórica.
i

el personal del culto no tenía mejor acceso al conocimiento divino que el


i
l
rey. Por consiguiente no estaba en situación de reclamar una autoridad con-
:l
cedida por gracia divina superior a la del monarca. No existían dos esferas Cortes reales
rl I

distintas con intereses enfrentados, una religiosa y otra profana. Todos los
I La definición de la familia real, de la corte y de su estructura adminis-
I
I aspectos de la vida estaban entrelazados y ala cabeza del ordenamiento po-
lítico-religioso estaba el propio rey, criado y formado físicamente por los l.ltt_"l resulta problemática. Algunos objetos .-orr"spondientes al período
I
¡ dioses. PD III ilustran determinados aspectos de ésos ámbitos, como por ejernplo el
r «estandarte de [Jo>, objeto de madera con incrustaciones de tapisUáuti
Un aspecto del gobierno de la ciudad durante esta época que sigue plan- y ná-
I
teando dificultades es la variedad de términos empleados para designar al car (conservado actualmente en el Museo Británico), de funcién incierta,
I en
¿
jefe del estado, circunstancia que acaso indique que los orígenes de este car- que se muestran complicadas escenas (strommenger y Hirmer,
I
9l 1965 [0M],
i
I

go eran distintos en cada lugar. Los dos títulos más habituales son «1u g al» lám.72). En un lado aparecen unos hombres .*guáor-con lo que probable-
(literalmente 'hombre grande'), y <.e n s i>> ('gobernador'); en Uruk se utiliza mente sea el botín de guerra representada en lado opuesto: grupos
I !a de asnos,
sacos llenos, ovejas y bueyes conducidos por pastores-, y un
un tercer término, «e n>>, que suele traducirse por 'señor', pero que en deter- trom^bre que lleva
It, minados contextos sirve para designar una función desempeñada en el tem- un pez en cada mano. En la banda superior (véase la figura 2),
en prnto
plo. No obstante, debemos tener la cautela necesaria antes de concluir que culminante de la escena, podemos ue.la celebración de in baíquete,"l
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con un
i personaje que probablemente representa al rey sentado
esta circunstancia indica que los orígenes del cargo de gobernante en Uruk en un siitOn labrado.
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52 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOIAM\ DURAI.ITE EL TERCER MILEMO A.C. 53

Es ligeramente más alto que los demás, lleva una copa en la mano y mira de guiente, buenas razones para suponer que la mayoría de las funciones im-
frente a un grupo de cortesanos, sentados como él y también con sendas copas portantes del estado eran desempeñadas por miembros de la familia real y
en la mano, que mantienen levantada. Aparecen asimismo unos servidores por sus allegados.
que atienden a los asistentes al banquete, mientras los entretiene un cantante
acompañado de un tañedor de lira. En Ur se han encontrado ejemplos reales
de liras con cabeza de toro como la que toca el músico, realizadas en oro y I.a. guerra
plata con incrustaciones decorativas. Los toros üenen el pelo, la barba y los
ojos de lapislázuli. Por las dimensiones de Ia caja de resonancia y la recons- Un factor decisivo de la preeminencia de que gozaba el rey era induda-
trucción que se ha hecho de las cuerdas, es evidente que el sonido produci- blemente el destacado papel que desempeñaba en el terreno militar. El con-
do por la lira tenía el tono y la tesitura del violoncelo. Evidentemente la vida flicto entre las ciudades mejor conocido es el que se desencadenó entre
cortesana de las ciudades mesopouámicas comportaba placeres muy refinados Umma y Lagash, que nos proporciona la información textual y plástica más
y sofisticados. completa que existe en torno a la manera de hacer la guerra. La hipótesis de
El estandarte de Ur constituye la representación más elaborada de este que en las demás ciudades la actividad bélica se organizaba de modo pare-
tipo de objeto, pero las llamadas <<planchas votivas>> (probablemente utilizadas cido se ve confirmada por los objetos descubiertos en otros yacimientos,
como refinados cierres; Hansen, 1963) muestran escenas análogas. Particu- especialmente en Ur (véase el «lado bélico» del estandarte de Ur) y Mari,
larmente interesante resulta una plancha con una inscripción de Ur-nanshe de situadas más al noroeste. Pero ningún testimonio puede compararse con la
Lagash (Strommenger y Hirmer, 1965 tOM], lám. 73; Steible y Behrens, 1982: detallada información (en una mezcla de representación narrativa y figurati-
Urn. 20; Cooper, 1986: La 1.20). El texto, en el que se conmemora la edi- va, véase la figura 3) que nos proporciona la <<estela de los buitres» de Eana-
ficación de un templo y el transporte de la madera necesaria, es bastante tum de Lagash (c.2450).a En este caso la disputa se vio motivada por la rup-
breve, pero las escenas esculpidas son muy reveladoras. En la de más arriba, tura por parte de Umma de un antiguo tratado de fronteras. Tras establecer el
aparece Ur-nanshe, muy alto y con la regia cesta de ladrillos a la cabeza, casus belli,lo primero que hizo Eanatum fue ponerlo en conocimiento de
frente al cual se sitúa una fila de personajes identificados por sendos carteles Ningirsu (el dios protector de Lagash) y pedirle que aplastara a sus enemi-
como miembros de su familia: su esposa (¿o su hija?), AB-da, y cuatro hijos, gos. En respuesta a su súplica, Ningirsu se le presentó en sueños, prome-
entre ellos el heredero al trono, Akurgal; detrás de él podemos ver a su co- tiéndole la victoria en la batalla que se avecinaba. A continuación tuvo lugar
pero, Anita. En la escena inferior aparece Ur-nanshe sentado, con una copa la batalla propiamente dicha, dirigida por el rey en persona, que aparece en
en la mano; detrás de él se sitúa otro copero, y frente a é1, de pie, está un su cÍuro ala cabeza de su ejército, y en otra ocasión a pie, conduciendo a [a
funcionario que ostenta el título de <<encantador de serpientes en jefe», se- batalla una apretada falange de soldados de infantería, QUo pisotean al ene-
guido de otros tres hijos del rey. El <<encantador de serpientes>> aparece en las migo caído. La victoria sobre Umma se simboliza en los buitres representa-
listas de músicos y quizá fuera ésa su función titular en la corte; pero lo que dos en la parte superior de la estela con las cabezas de los muertos entre sus
resulta enigmático es por qué la tenía. La existencia de coperos en calidad de g¿uras (Winter, 1985), y en el texto es expresada mediante la descripción de
consejeros y confidentes reales es bastante común en muchas sociedades y los veinte túmulos funerarios erigidos por Eanatum para los enemigos muer-
épocas distintas, aunque no queda claro por qué en la plancha de Ur-nanshe tos. La parte más larga del texto se reserva a los juramentos que se vio obli-
)
aparecen dos. También resulta sorprendente que la (supuesta) esposa y los hi- gado a prestar el rey de Umma por las redes guerreras de las principales di-
jos de Ur-nanshe lleven nombre. Sabemos por otros materiales de época pos- vinidades. Esas redes no aparecen representadas en manos del rey ni de sus
terior procedentes asimismo de Lagash que la esposa del soberano controla- soldados, y quizá fueran un arma específicamente divina (Cassin, 1987 [0E],
ba grandes fincas, dirigía su exploüación, emprendía actividades comerciales p. 229); aparece representada una en el reverso de la estela, y quien la sos-
,

I
y mantenía una correspondencia personal con las esposas de los mandatarios tiene es el dios Ningirsu, que golpea al enemigo que ha caído en su red. Los
I
de otras ciudades (Lambert, 1953; Asher-Gréve, 1985; Van de Mierop, 1989); soldados que aparecen en la estela, tocados con unos típicos cascos (¿de cue-
I
I
también existían fincas reservadas para los hijos del rey. Así pues, el rey, su ro?) rematados en punta y portando lanzas, muestran al espectador una mu-
esposa y sus hijos eran los princípales terrátenientes del estado, circuns- ralla impenetrable formada por sus gigantescos escudos rectangulares.
tancia que les permitía premiar a sus partidarios más fieles o contratar sus En Ur y en Mari el equipo de los soldados era simila¡, excepto que, al
servicios por medio de [a concesión de tierras (Charvát, 1978). Estos hijos término de la batalla, los soldados aparecen llevando largos mantos sobre la
del rey que no le sucedían en el trono probablemente fueran destinados a su trínica y, a veces, hachas de guerra. No se alude a la captura de prisioneros
vez a ocupar cargos lucrativos y prestigiosos en la ciudad, entre ellos los ofi- por Eanatum, aunque es prácticamente seguro que casi siempre se tomaban
cios de los templos (Cooper, 1983b, pp. 10 y 30-33). Existen, por consi- (Gelb, 1965), y de hecho en el estandarte de Ur aparecen presumiblemente
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54 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES frAESOnOfeft4\ DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 55
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<- t Ftcuna 4. Carro de guerra sumerio (perteneciente al estandarte de Ur, Museo Bri-
t"'ánico; dibujo de D. Saxon).

muchos de los textos de Shuruppak hablan de las actividades de lo que pro-


bablemente fuera una dependencia del palacio especialízada en el cuidado de
los asnos. El arco compuesto tenía gran importancia, y era extraordinaria-
Ftcune 3. Estela de los buitres de Girsu (Louvre; dibujo de D. Saxon). mente preciso y potente a la hora de disparar flechas: se cuenta que durante
la batalla contra lJmma, a Eanatum le alcanzó una flecha en un ojo; el per-
sonaje real que aparece en una estela de Uruk más antigua (véase la p. 38)
unos hombres atados y maltratados, aunque la escena no esLá muy clara. Me- utiliza el arco pafa cazar a un león, y etr épocas sucesivas se convertiría en
jores son los testimonios procedentes de Mari, en los que aparece un hombre uno de los atributos habituales de los reyes victoriosos (véase la estela de
con los brazos dolorosamente atados a la espalda y amarrados a la altura de Naram-Sin, infra, p.70, figura 5). La complejidad de su construcción (por
los codos al modo en que se representa habitualmente a los cautivos en los lo que tardaba en hacerse y por los materiales específicos que requería) ha
períodos sucesivos (Strommenger y Hirmer, 1965 [0M], lám. 75). Los c¿uros sido estudiada recientemente con sumo detalle (Miller et al., World Archaeo-
tirados por asnos, sobre los que montaban un auriga y un lancero, tenían cua- logy, 18 [1986]; Haas, Nikephoros,2 |9891), por 1o que podemos hacernos
tro ruedas muy sólidas y los flancos de cuero (véase la figura 4). Constitu- una idea de la cuidadosa planificación y de los inmensos recursos que debía
yen un magnífico baLlazgo técnico y nos ilustran acercadel nivel de riquezas exigir la preparación de la guerra.
que poseía el rey. Los asnos, QUe requieren una alimentación suplementaria
y un entrenamiento especial, representan otro de los importantes recursos
concentrados en manos del monarca. Conviene señalar a este respecto que
56 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CI.]DADES MESOPOTAMT\ DURAI\mE EL TERCER MTLENTO A.C. 57

En tiempos pasados cada mujer tenía dos hombres, pero las mujeres de hoy
La sociedad día han sido obligadas a abandonar esa costumbre perversa (Steible y Behrens,
1982, Ukg. 6; Cooper, 1986, La 9.3).
En los textos aparecen citadas numerosas agrupaciones sociales y profe-
sionales distintas, y se discute cómo debemos interpretarlas exactamente. Al-
Las interpretaciones propuestas van desde las que sugieren que las mu-
gunos términos se refieren a todas luces a cuadrillas de operarios (g u r u §), jeres tenían por costumbre casarse con dos hermanos (Edzard, Genava,8,
pero, al margen de esta definición general, no está muy claro cuál era su pp. 256 y ss.) a los argumentos más persuasivos según los cuales el texto
estatus: ¿se encontraba definido legalmente y era distinto del de otros indivi- alude a la costumbre del í¿s primae noctis (Glassner, en Lesko, 1989 [0E]),
duos? (Gelb, 1965). ¿O simplemente designaba a todos los que constituían abolido por la reforma.
una mano de obra especial que podía ser reclutada por un espacio de tiempo El texto de Uruinimgina no menciona en ningún momento a los esclavos.
determinado? De momento estamos ante un problema insoluble, y desde Es evidente que existían, pero en esta época posiblemente no en una canti-
luego no está ni mucho menos claro que estos hombres fueran siervos some- dad significativa desde el punto de vista económico. Muchos más son los tes-
tidos, como a menudo se supone. Otros términos aparecen utilizados en un timonios que poseemos del período aproximadamente 300 años posterior (es
famoso documento encontrado en Tello (la antigua Girsu), que resulta muy decir, el de la dinastía III de Ur, véase el capítulo 1, apartado 4), cuando dos
difícit de interpretar, las llamadas <<reformas de Uruinimgina»,s que data quintas partes de los esclavos que aparecen en las listas de ventas corres-
de finales del PD III. El texto describe una situación reinante en el estado de ponden a la población local (por ejemplo, padres que venden a sus hijos). El
Lagash <<en tiempos pasados>>, cuando las cosas iban mal, de suerte que los origen que tenían los esclavos durante el período Protodinástico es incierto.
cambios introducidos por Uruinimgina pretendían arreglarlas. Se trata del ¿Eran cautivos de guerra? ¿O quizá niños abandonados?
primer ejemplo de la que se convertiría en una de las actividades habituales Los esclavos constituían uno de los muchos artículos cuya adquisición
del rey en su papel de enderezador de entuertos sociales y de defensor de los era registrada en los documentos de compraventa de la época (Edzard, 1968).
débiles: Pero no todas las ventas eran registradas por escrito. Los documentos de
compraventa eran utilizados tanto en este período como en los posteriores
Uruinimgina prometió solemnemente a Ningirsu que nunca permitiría que para respaldar la palabra de un testigo, pero no constituían una prueba de la
el huérfano ni la viuda quedaran sometidos al poderoso (Steible y Behrens, 1982, venta propiamente dicha (Steinkeller, 1989). Una característica interesante de
Ukg. l, 4-5,6; C*p"r, 1986,9.1-3). los trámites de venta de los bienes inmuebles (huertos, casas, campos), bien
atestiguada en este período, era la costumbre de solemnizar la transacción
En el texto de la reforma se define a dos tipos de personas menos privi- mediante regalos y pagos adicionales, aparte del precio de compra acordado,
legiadas: uno es et § u-b I u g a l, el cultivador de una parcela que a todas lu- al vendedor, sus pariente3, los testigos y los funcionarios presentes. A conti-
ces podía ser'sometido por un individuo de categoría superior como el nuación el comprador ofrecía un banquete en su casa a todos los participan-
<<capataz>> (u g u I á) o el aristócrata (l ú-g u-l a-b i); las reformas lo protegían tes en la transacción, en el transcurso del cual comían, bebían y se ungían
de la violencia física ejercida por esos individuos de categoría superior. A su con aceite (Steinkeller, 1989, pp. 142-144; Glassner, 1985, pp. 39-48; Cas-
vez el § u-b lu g al estaba en una situación mejor que el i g i nudu (literal- sin, 1987 [0E]; Foxvog, 1980). La venta de una finca, por la que general-
mente, el 'ciego'), cuyo trabajo podía utilizar el § u-b I u g a l, por ejemplo mente tienen interés todos los miembros de la familia, comporta una decisión
para las labores de regadío. Estos dos grupos sociales se diferencian a su vez trascendental que no resulta fácil de tomar, especialmente en aquellas socie-
del <<pobre» y de los deudores, situación en la que se podía incurrir a resul- dades en las que la tierra constituye la principal riqueza. En [a Mesopotamia
tas del incumplimiento de las obligaciones pendientes, o como castigo por primitiva, esta complicada ceremonia de compraventa venía a subrayar la im-
robo o por asesinato. El texto de la reforma regulaba asimismo cuál era el portancia del acto. Además, las analogías etnográficas sugieren que quizá tu-
pago debido a una serie de servicios, como la adivinación, el entierro o las viera también por objeto crear un vínculo simbólico entre el comprador por
ceremonias fúnebres; abolía además determinados impuestos, como el que un lado y el vendedor y sus parientes por otro. La costumbre no se encuen-
había que pagar por el divorcio y los esponsales (o el matrimonio). La pree- tra limitada a este período ni a esta zon\ sino que también está atestiguada
minencia del hombre sobre la mujer estaba garantizada por el rey, que orde- más tarde en regiones situadas más al norte y al oeste (c. 1800: Eshnunna,
naba que a la culpable de dirigirse irrespetuosamente a un hombre se le rom- Mari; c. 1350-1200: Emar).
piera la boca con un ladrillo; el ladrillo debía ser exhibido luego a la puerta
de la ciudad. Un pasaje muy interesante y particularmente espinoso dice así:
58 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESoporAM\ DURAI.¡"rE EL TERcER MILENIo A.c. 59

indicios que nos hablan del tipo de ciudad que era Ebla. A Ia cabeza de la
Relaciones entre los estados
comunidad estaban un malikum (prtncipehey) y un consejo de ancianos (las
referencias a los estados vecinos indican que también éstos eran gobernados
¿Qué interacción existía entre las complejas sociedades urbanas del pe- de un modo semejante). Ebla poseía unos recursos enorrnes en forma de pro-
ríodo PD y cómo se relacionaban éstas con el mundo circundante? Existen
ductos agrícolas (lana y tejidos, aceite de oliva, vino, cebada y lino para te-
algunos testimonios sugestivos, ninguno de los cuales es particularmente fá-
ier) y una gran prosperidad comercial: parece que disponía de oro y plata en
cil de interpretar. Del período PD datan una serie de improntas de sellos que grandes cantidades, utilizados como medio para efectuar intercambios comer-
llevan nombres de ciudades, reflejo, según algunos, de la institucionalización
ciales no sólo por el palacio; además Ebla tenía acceso al valioso bronce-es-
de las relaciones comerciales entre las ciudades, aunque no se sabe exacta-
taño (Muhly, 1983), debido al control que ejercía sobre las rutas provenien-
mente cómo funcionaban (Nissen, 1988). De finales del PD III datan ciertos El reino en sí no era excesivamente grande, pero incluía a
tes de Anatolia.
testimonios del intercambio de regalos entre la esposa del rey de Lagash y la a orillas del Éufrates, y por el norte la llanura de Antioquía,
Carchemish,
mujer del rey de Adab, ciudad situada más al noreste, así como pruebas del estrechos contactos no sólo con Mari, sino también con muchos
manteniendo
intercambio de productos de importación provenientes en último término de
otros puntos de la Alta Mesopotamia, hasta la altura del Tigris.
Irán y de la zona del Golfo. Fuera de las fronteras inmediatas de la Baja Me- En la Baja Mesopotamia, parece que las ciudades mantenían entre sí unas
sopotamia, los testimonios de la existencia de contactos son impresionantes,
relaciones distintas, que no acabamos de entender muy bien. Según algunas
y los trabajos realizados últimamente, en especial en Siria, han ampliado en
inscripciones del período PD III, los reyes de diversas ciudades incluían oca-
gran medida el panorama. Ya hemos mencionado los documentos de Mari,
sionalmente entre sus títulos el de <<rey de Kish». Según parece, este título
que demuestran que el equipo milita¡ de esta ciudad era prácticamente idén-
implicaba que quien 1o ostentaba poseía una especie de hegemonía no muy
tico al de la Mesopotamia meridional; y las analogías estilísticas entre la es-
bien definida sobre otros centros políticos. Así, por ejemplo, Mesanepada,
cultura de Mari y Assur por un lado y la de la Baja Mesopotamia por otro
rey de Ur, se denomina a sí mismo (<rey de Kish>>. Pero el mejor testimonio
son sorprendentes. En Mari se descubrió un tesoro escondido en una tinaja
del modo en que probablemente funcionaba esta institución es el que habla del
formado por objetos preciosos finamente trabajados: figurillas de piedra
rey Mesalim, cuya ciudad de origen desconocemos (¿Der?), y que ostentó el
primorosamente talladas, y cuentas de collar de oro y lapislázuli. Algunos
título en cuestión hacia 2600. En primer lugar, un caldero de Adab conme-
proceden indudablemente de talleres del sur de Mesopotamia, como, por
mora la realización de un rito en el templo de esta ciudad por «Mesalim, rey
ejemplo, la cuenta de lapislázuli alargada que lleva una inscripción de Mesa-
de Kish ... siendo Nin-kisal-si príncipe de Adab» (Sollberger y Kupper, 1971,
nepada, rey de Ur. Sin embargo, no tenemos por qué pensar que la totalidad
IA3b); en segundo lugar, una inscripción en una maza de piedra dice que
del tesoro fuera un regalo del rey de esta ciudad, pues tenemos bien docu-
«Mesalim, rey de Kish, constructor del templo de Ningirsu, trajo (esta maza)
i

mentada en Mari la existencia de tradiciones artesanales y artísticas simila-


para Ningirsu, (siendo) Lugal-sha-engur soberano de Lagash» (Sollberger y
res (Kohlmeyer en Weiss, 1985 [OGc], pp. 133).
I

Kupper, L97l,IA3a). Evidentemente, pues, Mesalim ejecutaba actos regios en


i
Es evidente que hacia 2500 diversas ciudades de la Alta Mesopotamia
estas dos ciudades, aunque cada una tenía su propio rey. Algunas inscripcio-
: y de Siria experimentaron una expansión muy rápida. Además de Assur y
nes de los soberanos de Lagash de época posterior resultan particularmen-
Mari, conocemos los yacimientos de Tell Taya (al norte de Assur), Tell Lei-
te esclarecedoras en este sentido: durante casi ciento cincuenta años, desde
,

lan (a orillas del río Khabur), Tell Khuera (en el extremo occidental de la
c. 2500, Lagash se vio envuelta casi constantemente en un conflicto territo-
llanura del Khabur), y Ebla (la actual Tell Mardikh, al suroeste de Aleppo).
rial con el estado vecino de Umma. Una y otra vez, los reyes de Lagash, al
Algunas de las ciudades que se desarrollaron en esta zona tienen una ex-
conmemorar sus victorias sobre lJmma, se remontaban a los orígenes de la
tensión de más de 100 ha, rivalizando perfectamente con los centros de la
disputa y aducían para justificar su postura un fallo arbitral de Mesalim, <<rey
Mesopotamia meridional, e incluso superándolos en algunos casos. No está
de Kish>>, que había actuado como juez en la disputa entre las dos ciudades
muy claro a qué se debió ese desarrollo, pero el descubrimiento de más de
y había establecido de una yez por todas la línea fronteriza entre ambas. Uno
8.000 tablillas en Ebla ha demostrado que esta ciudad estaba en estrecha
de los delitos de los que se acusaba a Umma era que no había respetado esta
relación con Mari (que, al parecer, había obtenido un gran poder político;
ll
decisión. De esa forma:
Michalowski, 1985), con Kish y quízá con otras ciudades de la Baja Meso-
potamia. De esta región tomó prestado Ebla el sistema de escritura para
Enlil (dios supremo del panteón sumerio), rey de todas las tierras, padre
reproducir su propia lengua semítica; de momento desconocemos cuántas de los dioses, por su soberana autoridad, traz6la frontera entre Ningirsu (dios
ciudades más hicieron lo mismo (véase supre, p. 44, nota 3). Todo este vasto patrono de Lagash) y Shara (dios patrono de Umma). Mesalim, rey de Kish,
material está empezando a ser publicado ahora, pero ya han surgido algunos por orden de Ishtaran (dios de Mesalim, asociado con la ciudad de Der, al este

lir
60 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES ,"roa.,*tf, DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 61

del Tigris), la midió y erigió un monumento en ella. Ush, soberano de Umma, «desde el mar de Arriba (el Mediterráneo) hasta el mar de Abajo (el Golfo)».
se comportó con soberbia: destrozó el monumento y marchó sobre la llanura Thmbién conservamos los amargos sentimientos manifestados por Uruinim-
ll de Lagash (E. Sollberger, Corpus des inscriptions <<royales, présargoniques de
i' gina, el rey vencido de Lagash, reducida ahora a un simple estado de segun-
Lagash,Enf.28-29; Sollberger y Kupper, l97l,lC7i; Cooper, 1983b, VI.6 [49]). da en Girsu:
ti
ll
Esta circunstancia indica que una de las formas en que actuaba la perso- El hombre de Umma (Lugalzagesi), al destruir a Lagash, ha pecado contra
I

I
na que se proclamaba rey de Kish era como árbitro de los conflictos plantea- Ningirsu. ¡Ojalá le corten la mano que utiüzó contra é1 (esto es, contra el dios)!
I dos entre las ciudades. ¿Pero qué requisitos debía tener un soberano pÍLra Uruinimgina, rey de Girsu, no ha cometido pecado alguno. Que Nidaba, la
I
I
alcanzar'esa posición? A este respecto otra inscripción de Lagash nos pro- diosa de Lugalzagesi, soberano de Umma, lleve este pecado sobre su cuello
I
porciona una pista interesante. En ella el rey, Eanatum, se jacta de haber con- (E. Sollberger, Corpus des inscriptions <<royales» présargoniques de Lagash,
I
quistado Elam, Urua (probablemente en las cercanías de Elam), LJmma, Ukg. 16; Sollberger y Kupper, 1971, IC11m; Steible y Behrens, 1982, Ukg. 16;
Cooper, 1986, La 9.5).
Uruk, Ur y Ki-Utu (ciudad del sur); de haber saqueado victoriosamente otras
tres ciudades fronterizas de Elam, matando al príncipe de una de ellas; y de
haber sofocado una sublevación del rey de Akshak (ciudad del norte). A con-
Los 500-600 años de la historia de Mesopotamia comprendidos entre
tinuación Eanatum afirma:
2900 y 2340 sólo pueden reconstruirse de un modo bastante imperfecto: el
período correspondiente a c.2900-2600 (PD I y II) se encuentra representa-
A Eanatum, que ocupa los pensamientos de Ningirsu, a Eanatum, sobera-
do principalmente por materiales arqueológicos; la presencia de documentos
no de Lagash, Inanna (importante diosa asociada especialmente con Uruk), de-
bido al amor que le profesa, le entregó además de la soberanía de Lagash, el escritos insinúa la existencia de una complejidad en la organización social,
reino de Kish (E. Sollberger, Corpus des inscriptions <<royales» présargoniques pero son demasiado dispersos y oscuros para completar la imagen sugerida
, de Lagash, Ean. 2; Sollberger y Kupper, l97L,Ic5b). por la arqueología. Durante el período siguiente (PD III), época en la que las
l

l
ciudades aumentaron extraordinariamente de dimensiones, la documentación
va haciéndose mucho más variada y densa. Aunque la información textual
:

Así pues, según este texto, Eanatum consolidó y extendió su victoria mi-
litar, de suerte que las regiones situadas al este, al norte y al oeste (Mari, a sigue siendo bastante fragmentaria y la traducción de la palabra escrita cons-
i

orillas del Éufrates) quedaro'n sometidas a su poder de un modo que no se tituye un proceso erizado de problemas, podemos hacernos una ligera idea de
I

especifica claramente. Estamos, pues, ante uno de los indicios más claros de cuál era la configuración que tenía el poder, así como de los sistemas ideo-
I
que, si bien existían entre las ciudades fuertes lazos culturales, religiosos, lógicos, económicos y sociales. Pero la distancia que todavía separa a los es-
l, pecialistas del pleno conocimiento de esta fase histórica tan importante y tan
artísticos y comerciales, las rivalidades políticas podían dar lugar a conflic-
:ii

ii tos serios. Probablemente fuera esa lucha por el predominio la que provoca- rica desde el punto de vista cultural, en la que surgierón muchos de los mo-
delos básicos de la vida urbana, se pone de manifiesto principalmente en la
ra la formación de entidades políticas mayores a finales del PD III: el estado
enorne masa de materiales descubiertos en las tumbas de Ur (Woolley, 1934
ii
de Lagash constaba, además de la ciudad epónima, de los centros de Girsu y
ji

Nina (Hensen, 1992); el de lJmma, su vecina y enemiga, incluía además la


y 1982): algunos objetos en particular.arrojan bastante luz sobre lo que era
la sociedad mesopotámica, y la acumulación de pura riqueza y de obras de
1l
importante ciudad de Zabala; al oeste y al sur de Lagash, Uruk y Ur se unie-
artesanía fina indica claramente que disponía de enormes recursos; pero los
ron bajo el cetro de Lugalkiginedudu poco antes de 2400, y luego se exten-
il
motivos que determinaron el enterramiento de personajes importantes, al pa-
dieron hasta absorber todo el estado de Umma. Este hecho supuso efecti-
recer en compañía de sus servidores, sus muebles y sus tesoros, pe[nanecen
vamente el aislamiento de Lagash, y quizá contribuyera a su derrota final
I

I todavía en el terreno de la especulación (Moorey, 1977; Pollock, 1991).


(Cooper, 1983b, pp. 8-9). Es posible, aunque no tenemos tantos testimonios
¿Eran reyes y reinas? ¿Eran gentes que habían participado en algún tipo es-
1

de ello, que, más al norte, Kish y Akshak constituyeran también una coali- pecial de rito? ¿Eran sacerdotisas de alto rango? ¿Era exclusivamente propia
I ción política poco antes de que se formara la de'Ur y Uruk. La lucha llegó a de Ur la costumbre de los enterramientos colectivos o estaba más extendida?
I
su punto culminante cuando Lugalzagesi, soberano de la unidad formada por
Una prueba de cuán grande es todavía nuestra ignorancia la tenemos en que
Uruk-Ur-Umma, acabó declarándose señor de toda la región. Mediante lar- el significado del descubrimiento más rico de este período sigue siendo com-
gas frases y complicados epítetos, se presentaba a sí mismo como soberano pletamente indescifrable.
elegido por las divinidades patronas de las diversas ciudades conquistadas
para regir el país, puesto al frente del mismo por el dios supremo del pan-
teón sumerio, Enlil de Nippur, jactándose además de controlar la ruta que va
I
62 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOTA\ DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 63

I
Cuaono 3.1. Cronología de los reyes de Agade y sus sucesores

3. Er- ur¡pezuo oe Acaoe


Agade Uruk Lagash Guti Kish
Introducción a las fuentes y cronología Lugalzagesi (¿Uruinimgina?) Urzababa
Sargón
En la historia de Mesopotamia el período que sigue al Protodinástico re- (2340-2284)
cibe el nombre correspondiente al primer intento de crear un poder centrali- (¿5 reyes
zado a través del control permanente ejercido por una misma dinastía de so- más?)
beranos sobre varias ciudades mesopotámicas. En muchos aspectos podemos Rimush
considerar este intento la culminación del proceso de constante rivalidad en- (2284-227s)
tre las ciudades, característico de los cien años anteriores en el sur de la re- Manishtushu
gión. Llgalzagesi logró por fin hacerse con un control político bastante am- (227s-2260)
plio y empezó a consolidarlo mediante concesiones de tierras efectuadas a Naram-Sin
los soberanos locales (Charvát, L978), convirtiéndolos de paso en goberna- (2260-2223)
dores-vasallos y de ese modo echando los cimientos de un sistema adminis-
Sharkalisharri Sarlagab
trativo para sus nuevos dominios.
(2223-2198)
Las fechas exactas del período de Agade son muy discutidas: la cronolo-
gía estándar lo sitúa entre 2340 y 2t59 (fechas de la CAH:2370-2189), pero Igigi
recientemente Glassner (1986) ha propuesto otra más baja, que 1o situaría en- Nanum Ur-nigin Lugal-ushumgal
tre2296 y 2105 (véanse los cuadros 3.1-3.2). Dada la poca precisión de las Imi
Elulu
fechas correspondientes a[ PD, no existe ningún obstáculo decisivo que im-
(2198-219s)
pida admitir una fecha más tardía al establecimiento de la dinastía de Agade;
la fecha de su finalización tiene unas implicaciones más interesantes. Existen Dudu (Total =
varios términos para designar a este período, que son <<imperio Acadio Anti- (2r9s-2174) Ur-gigit 21 reyes)
guo)>, «período Acadio>> y «período Sargónico>>. Este último procede del Shu-durul Ur-Baba
nombre del fundador de la dinastía, Sargón; los otros tienen que ver con las (2t74-21s9) Gudea
diversas transcripciones del nombre de la capital de Sargón, Agade/Acade, Ur-Ningirsu
cuyo emplazamiento exacto todavía no ha sido localizado con seguridad, Pirigme
aunque se sabe que estaba situada en el extremo norte de la Baja Mesopota- Ur-ni
mia. Una teoría dice que probablemente estuviera en Ishan Mizyad, a pocos Utu-hegal Nammahani Tirigan
kilómetros de Kish, donde existe un gran montículo sin explorar (Weiss,
2Il3 = comienzo de la Dinastía III de Ur (Ur III)
1985 [OGc], p. 125); testimonios textuales de época posterior indican que se
encontraba cerca de la confluencia del Tigris y el Diyala (McEwan, AfO, Nom: Véase el cuadro 3.2, infra, p. 64, para una cronología alternativa.
Beiheft 9). Una puntualización importante que debemos hacer con respecto
a Agade es que era esencialmente una fundación reciente: no había sido un
centro urbano importante durante el período PD (época en la que probable-
mente no fuera más que un pequeño poblado), y todas las fuentes coinciden Acad>>, utilizada habitualmente para designar a la llanura de la Baja Meso-
en afirmar que fue fundada por Sargón. Continuó existiendo como ciudad potamia durante los siglos siguientes, haga alusión a sendas entidades geo-
con toda certeza hasta comienzos del período helenístico (siglo ut), aunque políticas claramente definidas, aunque los mapas esquemáticos hagan que
nunca volvió a desempeñar un papel político destacado. Suele darse por su- esta hipótesis parezca una realidad. Igualmente plausible sería pensar que la
puesto que en época posterior eI territorio del actual estado de Irak que se expresión se refiere a la diversidad lingüística, cultural y política de la zona.
extiende más o menos desde Bagdad a Nippur se llamaba <<Acad» por el Con la creación y el desarrotlo del imperio de Agade, la lengua semítica
nombre de su capital, mientras que el iárea situada entre Nippur y el Golfo hablada en la zona,llamada acadio por el nombre de la ciudad, ernpezó a es-
se denominaba <<Sumen>. Los testimonios que respaldan esta hipótesis son cribirse mucho más. Esta es la lengua que domina la historia de Mesopota-
rnia durante los casi mil años siguientes: la forma especial de lengua piopia
bastante frágiles, y no existe ningún indicio de que la expresión <<Sumer y
64 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CII.JDADES MESOPOTAM\ OUnAr.rre EL TERCER MILENIO A.C. 65

Cua»no 3.2. Cronología alternativa de los reyes de Agade (según Glassner, 1986) mos incluir desde textos votivos escritos sobre vasos, pedestales de estatuas
y planchas de piedra, hasta las breves leyendas grabadas en los sellos. En esos
Agade Uruk Lagash Guti Kish textos Se menciona a todos los soberanos de Agade, excepto a cuatro, cuyos
Lugalzagesi Uruinimgina Urzababa reinados fueron efímeros, y la mayor cantidad de ellos, y también los más
Sargón extensos, Son los de Naram-Sin, el nieto de Sargón. La mayoría de las ins-
(2296-2240) cripciones reales existen sólo en copias de época posterior; fueron copiadas
(¿5 reyes durante el período Paleobabilónico (c. 2000-1595) a partir de monumentos
más?) dedicados en los templos, sobre todo en el de Enlil de Nippur (el <<Ekur»),
Rimush que, en su calidad de morada de la principal divinidad del panteón sumerio,
(2239-2230) ocupaba una posición especialmente importante. Se han recuperado colec-
Manishtushu ciones de documentos de primera mano relacionadas con cuestiones admi-
(2229-2214) nistrativas y transacciones económicas, procedentes Sobre todo, aunque no
exclusivamente, de la Baja Mesopotamia (Umma, Lagash), y en la zona del
Ñaram-Sin
(2213-2t76) Lugal-ushumgal
Diyala se han encontrado textos eruditos que nos iluminan acerca del desa-
Puzur-Mama Erriduwazir rrollo de la lengua.
Sharkalisharri Ur-Utu Sarlagab Sar-addi- La organización de una entidad política de grandes dimensiones requería
(217s-2rs0) Ur-nigin Ur-Mama qubbishin un sistema uniforme de datación, y en esta época fue cuando se introdujo la
costumbre de dar nombre a los años a partir de algún acontecimiento espe-
Igigi Lu-Baba Elulmesh
cial; continuó siendo el sistema habitual de datación durante más o menos los
Nanum Ur-gigir Lu-gula
Imi Inim-ku La-'arab Beli-ishar setecientos años siguientes. Los escribas hacían colecciones de ese tipo de
Kuda Ur-Baba «nombres de años» para su propio uso, con lo cual nos proporcionan una va-
liosa información histórica así como un importante marco cronológico. Casi
Elulu Gudea Puzur-Sin
con toda seguridad las colecciones de nombres de años fueron una de las
Puzur-i1i fuentes utilizadas por los compiladores de la Lista de Reyes Sumerios (véa-
Dudu se supra, pp. M-47) para esta época; así se explica la mayor fiabilidad de la
Ur-Utu Ur-Ningirsu Iarlakam
Pirigme Si,UM lista para la dinastía de Agade.
Shu-durul Utu-hegal Ur-ni Tirigan Consecuencia del enorrne impacto que tuvo la dinastía sobre la historia
Nammahani de Mesopotamia es la composición, en época posterior, de leyendas acerca
de algunos reyes de Agade, que pretenden ser copias de inscripciones voti-
Nom: Según esta cronología, todavía había reyes en Agade cuando Ur-nammu (fundador vas de los monarcas, pero que a todas luces son composiciones posteriores
de Ur III) se hizo con el poder. cuya finalidad es eminentemente didáctica. Se aplica a este género específi-
co el término <<literatura narü>> porque imita la forma de las inscripciones
(Güterbock, 193411938; Goodnick-Westenholz, 1983; Galter, 1986); narú es
de esta época recibe el nombre de «acadio antiguo». Aunque el sumerio si- la palabra que en acadio significa 'estela', esto es, el monumento de piedra
guió empleándose hasta cierto punto en los textos administrativos, legales y erigido por un rey. El ejemplo más famoso de este género es la «leyenda del
sobre todo literarios durante al menos otros seiscientos años {eterminadas nacimiento>> de Sargón, las copias conservadas de la cual no son anteriores a
jaculatorias y oraciones sumerias siguieron recitándose en algunos rituales la última fase del período Neoasirio (720-610; véanse Lewis, 1980; Glassner,
hasta el período helenístico; véase Kuht y Sherwin-Whire, JHS,11 (1991)F-, 1988). La ascensión aparentemente repentina de la dinastía de Agade, sus
su empleo probablemente decayera como lengua hablada mayoritariamente conquistas y expediciones por tierras lejanas, y su caída también aparente-
desde esta época (Cooper, 1973). mente repentina provocaron la rápida creación de una gran cantidad de ma-
El motivo de que los especialistas estén tan bien informados acerca del teriales legendarios y épicos, tanto en sumerio como en acadio. Las leyendas
período de Agade y de algunas de las grandes acciones de sus cinco prime- se centran principalmente en el fundador del imperio, Sargón, y en su famo-
ros reyes, por lo menos, es la relativa riqueza de la documentación (de la cual so nieto, Naram-Sin, al que a veces se presenta equivocadamente como si hu-
forman parte varias inscripciones reales; véanse Gelb, 1961; Hirsch, L9631' biera sido el último rey, responsable de precipitar a la catástrofe al imperio
Michalowski, 1980b; Kutscher, 1989; Gelb y Kienast, 1990), en la que pode- creado por su abuelo (Cooper, 1983).6 Estas leyendas continuaron circulando
I I

66 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


i
MEsopcrrAMn\punevrE EL TERCER MILENTo A.c 67

y siendo copiadas, retocadas y leídas hasta Ia época helenística. Aunque nos el ríome mantuvo a flote y me llevó hasta Aqqi, el aguador.
informan dramáticamente sobre la importancia ideológica y simbólica de los Aqqi, el aguador, me sacó, cuando metió su jarra;
reyes de Agade, no podemos considerarlas una fuente histórica fiable para Aqqi, el aguador, me adoptó, me crió;
este período; pero no siempre se ha resistido a la tentación de tenerlas por Aqqi, el aguador, me hizo su hortelano.
tal. La duradera fama de esta dinastía se ve confirmada además por la exis- Como hortelano, Ishtar (diosa acadia del sexo y de la guerra) me amó;
tencia de los llamados «auspicios históricos» del período Paleobabilónico. En durante [56] años ejercí el poder real.
Mesopotamia se creía que el dios del sol <<escribió» el futuro en las entrañas (King, 1907, apéndice I; ANET,119; Lewis, 1980.)
de las ovejas. Las vísceras eran examinadas y estudiadas, y a las que presen-
taban determinadas formas se les atribuía un signif,rcado especial (el proceso Otros materiales más antiguos (de la primera mitad del segundo milenio),
en cuestión se denomina extispicia). En varias colecciones de formas y sig- derivados presumiblemente de cuentos populares,' atribuyen a Sargón unos
nificado de las vísceras, se afirma que determinados rasgos signiñcan las ha- orígenes distintos: el fundador de la dinastía era de humilde cuna; su padre
zañas de los reyes de Agade. Por ejemplo: «Si la "puerta del palacio" (parte tul.vez fuera un cultivador de dátiles (no se indica para nada, como en la ver-
del hígado) está doblada, el riñón dividido en tres partes, y ala derecha de la sión tardía, que su madre fuera una mujer de alto rango); llegó no se sabe
vesícula biliar hay dos hendiduras, se trata del auspicio del rey de Apishal, cómo a la corte de Urzababa, rey de Kish, y fue ascendiendo a su servicio
al que Naram-Sin cogió prisionero tras hacer una hendidura en la muralla de hasta convertirse en copero real. Por motivos desconocidos, los dioses decre-
la ciudad» (YOS X,24, p. 9). Finkelstein (1963) sostenía que, dada la natu- taron la ruina de su amo y, pese a las maquinaciones de Urzababa, Sargón se
raleza de la adivinación, semejantes correlaciones tenían que derivar de ob- convirtió en rey, fundó una ciudad y gobernó <<el mundo>> (Cooper y Heim-
servaciones de hechos reales acontecidos en la época y que, por consiguien- pel, 1983).
te, los auspicios constituían una valiosa fuente histórica de primera mano. No Los únicos elementos de la historia primitiva de Sargón que parecen
podemos aceptar semejante teoría; tanto el tipo de información que aparece bien fundados es que Agade era una advenediza en la escena política y que
en el contexto de los auspicios, como el conocimiento mucho más claro que Urzababa y Lugalzagesi fueron contemporáneos !, al menos en el caso de
se tiene hoy día de la forma en que se compilaron y transmitieron esas co- este último, enemigos suyos. Todo 1o demás es inseguro; incluso el nombre
lecciones de auspicios, indican que se trata de un material meramente anec- de Sargón, que significa literalmente <<el rey legítimo/auténtico>>, despierta
dótico que refleja la popularidad de las leyendas que corrían acerca de los sospechas. Lo que parece posible es que, tras erigirse en soberano indepen-
reyes de Agade y nada más (Cooper, 1980). diente, Sargón realizó expediciones a la parte occidental de Irán, emprendió
campañas en el norte y que quizá resulte más significativo desde el
punto de vista económico -loy político- dirigió varias campañas victoriosas
Ascensión y caída de Agade contra los poderosos estados de Mari, Ebla e incluso más al oeste, <<hasta el
Bosque de Cedros y la Montaña de Plata» (Sollberger y Kuppe\ l97l,IIAlb;
Los orígenes de Sargón y su ascensión al poder se hallan totalmente os- para el problema de la localización de larmuti, véase RIA.,5, pp. 266-267).
curecidos por los diversos mitos asociados posteriormente con su persona. Hasta qué punto y de qué manera fueron incorporadas estas regiones al rei-
Según la <<leyenda del nacimiento>>, de época muy tardía, que utiliza el mo- no de Sargón en esta fase resulta difícil de determinar. Un problema es el de
tivo popular, conocido en todo el mundo, del héroe cultural abandonado al la fecha de la conquista de las ciudades de [a Baja Mesopotamia por Sargón.
nacer, el suyo fue un típico caso de paso de la miseria a la riqueza (el texto Aunque pueden esgrimirse algunos argumentos en favor de una fecha relati-
más antiguo que se conserva proviene de la Nínive del siglo vru): vamente tardía de su reinado (Jacobsen, 1957),,1o más prudente es reconocer
que los testimonios son insuficientes y no permiten resolver el enigma ni en
Sargón, rey poderoso, rey de Agade, yo soy; un sentido ni en otro. Todo lo que sabemos procede de una inscripción co-
mi madre fue una éntum (ministro del culto de rango muy elevado); a mi pa- piada durante el período Paleobabilónico en Nippur:
dre no lo conocí;
el hermano de mi padre habita(?) en las montañas; [Sargón, rey de Agade, el ... de Inanna, rey de Kish, ungido de Anu (dios
mi ciudad es Azupiranu, situada a orillas del Éufrates; del cielo), reyl de las tierras, gobernador de Enlil, conquistó la ciudad de Uruk
mi madre, la éntum, me concibió, y en secreto me parió; y asoló sus murallas. Desafió (al hombre de) Uruk en la batalla y capturó a Lu-
me colocó en una canastilla de juncos, selló «mi puerta» (es decir, la tapa) con galzagesi, rey de Uruk, en el transcurso de la batalla; lo condujo en un collar
betún; de madera hasta la puerta de Enlil.
me arrojó al río que no se levantó sobre mí; Sargón, rey de Agade, desafió (al hombre de) Ur en una batalla y derrotó
l.
68 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES T.,TESOPOTaüF DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 69

a la ciudad y asoló sus murallas. Derrotó a E-Nin-kimara (ciudad situada pro- dre y consolidar el poder de la dinastía. Así lo indican no sólo las inscrip-
bablemente entre Ur y Lagash) y asoló sus murallas y conquistó sus tierras, ciones y la distribución de los testimonios descubiertos (Nissen, 1988), sino
rl
desde Lagash hasta el mar. Lavó sus armas en el mar. Desafió a Umma en una
l también las concesiones que hicieron a sus seguidores de las tierras conquis-
batalla [y derrotó a la ciudad y asoló sus murallas].
mdas (Rimush) (véase Foster, 1985), u obtenidas directamente por compra
Como Sargón, rey de tierras, Enlil no creó rival alguno; Enlil le dio el Mar
(Manishtushu) (véase MDP II, pp. I y ss.). Su dominio de la zona septentrio-
de Arriba y el Mar de Abajo. Desde el Mar de Abajo, los ciudadanos de Agade
tenían el gobierno. Mari y Elam quedaron sometidas a Sargón, rey de las tie- nal de Irak (Assur, Nínive) y del Khabur (Tell Brak) está particularmente
rras. Sargón, rey de las tierras, restauró Kish e hizo (que sus habitantes huidos bien atestiguado.
volvieran a) ocupar la ciudad (PBS 5, pp. 34 y 41, y PBS 15, p. 4l; Sollberger Este imperio llegó a su apogeo en tiempos de Naram-Sin. Disponemos de
y Kupper, 1971, IIAIa). muchos más materiales escritos de su reinado, incluidas varias inscripciones
reales bastante largas (muchas de ellas en copias de época posterior). Pode-
El final desgraciadamente destruido de la tablilla pone de manifiesto que mos perfilar bastante bien cuál era su organización en esta época: sabemos
el monumento original presentaba a Sargón junto a sus enemigos vencidos, que había guarniciones establecidas desde el norte de Siria hasta la parte oc-
con Lugalzagesi alacabeza.La alusión al control que ejercían los goberna- cidental de Irrán; existen testimonios de que continuó la política de Sargón de
I

dores de Agade, presumiblemente en sustitución de los reyes apresados, es nombrar a una hija del rey para el cargo de entum de Ur; otros miembros
ll
bastante clara, aunque existen ciertos testimonios que indican que, en deter- de la familia real fueron destinados a ocupar oficios rituales en otros lugares
r l

minados casos, algunos príncipes locales siguieron en su puesto sin ser mo- (por ejemplo, en M-i); el rey se dedicó a la construcción de numerosos tem-
lestados. La referencia a la reconstrucción y ala recolonización de Kish re- plos; y otros parientes fueron nombrados gobernadores. Fuera de los límites
sulta tentadora, por cuanto da a entender que la ciudad había sido cruelmente de este imperio tan férreamente controlado, los relieves en la roca de Pir Hu-
I
seyn (al noreste de Diyarbakir, en Tirrquía) y Darband-i-Gaur en los montes
derrotada en época anterior. Los 56 años de reinado de Sargón (aunque véa-
Zagros (sureste del Kurdistán), conmemoran las hazañas de Naram-Sin en lu-
I

I se Foster, 1982a) debió éste de dedicarlos por completo a sus innumerables


gares más apartados. Tres inscripciones aluden a campañas en occidente con-
campañas y a la reestructuración administrativa que comportaran. Los nume-
tra Ebla, circunstancia que plantea la cuestión de aclarar hasta qué punto se
rosos himnos de los templos de época posterior nos ofrecen intrigantes atis-
hallaba integrada en el reino esta región.
bos de una de las medidas adoptadas por Sargón para consolidar su dominio.
La innovación más llamativa del reinado de Na¡am-Sin fue el cambio que
l
La composición de los himnoJ se atribuye a Enheduanna, hija de Sargón, en
se introdujo en los títulos del rey, como podemos apreciar en algunos obje-
particular los poemas cultuales en honor de Inanna (Hallo y Van Dük, 1968).
tos pertenecientes a sus servidores o dedicados por ellos. La leyenda que fleva
Una inscripción sobre un disco de piedra caliza (Winter, 1987b) y los mate-
el sello de un funcionario de Agade impreso en dos tablillas descubiertas en
riales literarios ponen de manifiesto que Enheduanna fue nombrada (<esposa>
¡
Tello (la antigua Girsu) reza así:.
ili ritual (éntum) del dios de la Luna, Nanna, en Ur. Es probable que el cargo
ii
existiera ya, pero desde luego su importancia se incrementó, pues desde ese Naram-Sin, el varón fuerte, dios de Agade, rey de los cuatro cuartos (es de-
I
,i
ii momento y durante los 500-600 años siguientes, su ocupante fue siempre la cir, del universo): Lugal-ushumgal, escriba, gobernador de Lagash (F. Thureau-
ir
hda de cualquier rey mesopotiámico que ostentara (o se jactara de ostentar) Dangin, Recueil des tablettes chaldéennes, 1903, pp. 165 y 166; Sollberger y
,i
un poder muy superior al del simple príncipe de una ciudad. Las obligacio- Kupper, 1971, IIA4p).
'ii
nes primordiales de Enheduanna consistían en orar por el bienestar del rey,
I

li su padre. Menos claras est¿án las ulteriores repercusiones políticas de su nom- La faceta divina se ve reflejada también en la forma en que aparece re-
,l
I
bramiento. Se ha sugerido que Enheduanna no sólo actuaba como (<esposa>> presentado Naram-Sin en las conmemoraciones contemporáneas de sus vic-
I
I
de Nanna en IJr, sino que quizá también desempeñara un papel destacado en torias: es mucho más alto que el resto de los humanos (a diferencia de las
ciertos rituales en Uruk (Hallo y Van Drjk, 1968). En tal caso, la presencia representaciones de época anterior) y sobre su cabeza lleva un casco con
constante de un pariente tan próximo del rey, en compañía de su séquito, en cuernos, atributo exclusivo de los dioses (véase la figura 5). La cuestión de
dos ciudades situadas en el corazón de la base del poder del principal ene- la divinización de Naram-Sin se ha visto iluminada de un modo sorprendente
migo de Sargón, Lugalzagesi, debió de contribuir a reforzar el dominio de por la inscripción grabada en una estatua de cobre fundido descubierta cerca
Agade sobre la Mesopotamia meridional. de Dohuk, al norte de Irak (Al-Fouadi, 1976), que viene a añadirse al reper-
A Sargón le sucedieron dos hijos suyos, Rimush y Manishtushu. Pese a torio ya de por sí rico de obras de arte pertenecientes al período de Agade
los problemas evidentes que comportaba mantener el control de un imperio (Amiet, 1976):
recién creado, parece que lograron conservar intactas las conquistas de su pa-
tt
,l

1i
70 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES nesoeoreü1e DURANTE EL TERCER MTLENTO A.C. 7l
I

Muchas leyendas tardías acerca de Naram-Sin hablan de una gran suble-


I
,l
vación contra é1, así como de invasiones, dirigidas en algunos casos por fuer-
zas demoníacas, sobre las que acabó triunfando. Así pues, tenemos aquí un
I

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i

I
indicio de que los éxitos obtenidos en último término frente a la amenaza que
se cernía sobre su reino fueron acogidos, al menos según el texto, con tanto
alivio y alegría por sus súbditos, que suplicaron que se les permitiera hon-
rarlo públicamente como a un dios, práctica sin precedentes conocidos en
Mesopotamia, pero que continuaría esporádicamente hasta el período Paleo-
babilónico.
No es sorprendente que la cohesión del imperio se viera amenazada de
vez en cuando, aunque no está muy claro que fueran las presiones externas
las que condujeran definitivamente a su ruina. La explicación tradicional de
lacaída de la dinastía de Agade destrucción de la ciudad a manos de los
-laZagros- se ha demostrado que en buena
guti, oriundos de la región de los
medida es un espejismo forjado post eventum a partir de especulaciones que
pretendían justificar la repentina desaparición de una dinastía tan gloriosa
después del reinado de Naram-Sin (Hallo, 1971 Michalowski, 1983; Glass-
ner, 1986). En realidad, la dinastía mantuvo el control del imperio durante el
reinado del sucesor de Naram-Sin, Shar-kali-sharri, que ocupó el trono du-
rante sus buenos veinticinco años, aunque hay indicios de la existencia de
tensiones (Glassner, 1986), y probablemente tuviera que frenar los ataques
lanzados contra sus fronteras. Que las cosas no iban demasiado bien nos lo
\ I hace suponer el hecho de que su reinado vino seguido de un breve período
0 de anarquía, que intemrmpió la sucesión regular de la familia real de Agade.
Al mismo tiempo, unos cuantos príncipes locales restablecieron su indepen-
() ó\ dencia en las ciudades de la Baja Mesopotamia (Lagash, Kish, Uruk), y los
) \r \ guti construyeron una pequeña base de poder en [a región del Diyala. Así
pues, cuando se resolvió la lucha por el poder dentro de Agade, el territorio
('
l/

e )
que les quedó a sus dos últimos soberanos (Dudu y Shudurul, cuyos reina-
dos duraron en total cuarenta y seis años) había quedado reducido a las in-
mediaciones más próximas de la ciudad.

Ftcune 5. Estela conmemorativa de una victoria de Naram-Sin procedente de Susa El rey y el país
(Louvre; dibujo de D. Saxon).
Como las fuentes son tan fragmentarias y nuestro conocimiento del im-
perio necesariamente limitado, resulta demasiado fácil pensar que se trató
Naram-Sin, el poderoso rey de Agade: cuando los cuaEo rincones del mun- sólo de un breve y repentino estallido de gloria, sin que los reyes se esforza-
i
do se le opusieron de forma hostil, salió victorioso en nueve batallas debido al ran demasiado por crear ningún tipo de estructura imperial. Pero se trata de
l, amor de Ishtar e incluso apresó a los reyes que habían marchado contra é1. Por una impresión distorsionada: desde la ascensión al trono de Sargón hasta
lograr mantener fuerte a su ciudad cuando más agobiada se sentía, su ciudad
la muerte de Shar-kali-sharri transcurrieron 140 años; de ellos durante por lo
(es decir, sus habitantes) imploraron a Ishtar de Eanna, a Enlil de Nippur, a Da-
gan de Tuttul (cerca de la confluencia del Balikh y el Éufrates¡, a Ninhursanga
menos cien los reyes de Agade mantuvieron bajo su control directo un terri-
de Kesh, a Enki de Eridu, a Sin de Ur, a Shamash de Sippar, y a Nergal de torio muy grande (formado por la mayor parte de Mesopotamia y algunas
Kutha, que lo tuvieran por dios de su ciudad de Agade, y le edificaron un tem- zonas del oeste de Irán y Elam). Además, pese al carácter a menudo frus-
plo en medio de Agade (Farber, 1983). trante de los testimonios, es evidente que se llevó a cabo una política delibe-
1|
1i
72 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CT.]DADES A.C.
ruresoporep\a DURANTE EL TERCER MTLENTO 73.
rada de centralización. De ese modo, Agade se convirtió en <<la ciudad>> por
rcmplos considerados centros clave fundamentalmente a través de los pa-
excelencia (véase la inscripción de Narám-sin, supra, p. 70), en la residen-
rientes del rey (véase supra, pp. 68-69). Tanto los testimonios arqueológicos
cia del rey, que simbolizabi el imperio y era enaltlcidipor encima de todas
las demás ciudades («Agade es rey»; ,.áiuinu Agade»). Los archivos que @ll Brak: Nissen, 1988; Jidle: Mallowan,Iraq, S t1946l) como las referencias
se @xtuales (Sikamanum, Hirsch,1963; Naram-Sin b5, IV 20-V 16) demuestran
nos han conservado indican que ssproducían agrícolas p*iAgu- que en muchos lugares se establecieron fortalezas y ciudadelas destinadas a
de, adonde eran enviados; uii-ismo, la capital "*"-"d"nt"s
requería y absorb?a la acti- la defensa y el control militar; la participación de los reyes en su fundación
vidad de numerosos artesanos; como el réy, la familia ieal y los grandes
queda reflejada en el hecho de que varias de ellas recibieran el nombre de los
dignatarios residían allí, Agade se convirtió bn el principal centro de consu-
reyes de la dinastía o de su fundador, por ejemplo, <<Dur-Rimush>> = 'Forta-
mo. Las inscripciones destacan también su papel como g.un centro hacia lezade Rimush', <<Dur-Akkade>> = 'Alcázar de Agade'.
el que se dirigía el comercio con tierras lejanas: "l La posición del rey es un reflejo de la centralización política. Su impor-
tancia como protagonista y unificador queda ilustrada por la existencia de
Sargón ... hizo que los barcos de Meluhha (= India), los barcos de Magan
(Omán) y los barcos de Dilmun (Bahrein/el Golfo) atracaran nombres propios que son una alabanza de su persona, por ejemplo «El-Rey-
en los muelles de es-mi-Fortaleza>> (Westenholz, 1979, p. 11 1); por el hecho de que a veces se
Agade (PBS 15, pp. 41 y 34; Sollberger y Kupper, lgTl,IIAlb).
hagan juramentos por él y no por los dioses (Edzard, 1974); y por su papel
Los estrechos lazos comerciales existentes durante este período con el de árbitro decisivo (Glassner, 1986, p. 13). Su supremacía sin rival se ve re-
valle del Indo están bien atestiguados, entre otras cosas po. ü presencia en flejada en los títulos que ostenta: a veces es llamado simplemente <<rey>>, sin
Mesopotamia de un intérprete de la lengua de la India (Meluhha; véase Ed- más calificativos. Como la ideología dominante le atribuía el poder definitivo,
zatd,1968-1969, n.o 33). Agade era asimismo la principal receptora de boti- su presencia en todo el reino resultaba física y simbólicamente fundamental:
nes exóticos: asi el rey viajaba por todo su reino acompañado de su séquito (Foster, 1980),
y su presencia simbólica quedaba plasmada a lo largo y ancho del imperio en
Manishtushu, rey de Kish, cuando conquistó Anshan y Sherihum, hizo que
las estatuas de tamaño natural erigidas en los santuarios de las ciudades. Por
el Mar de Abajo fuera cruzado en barcos ... Las ciudadei de uno y otro extre- último, el rey acabaría siendo enaltecido por encima de la esfera puramente
mo del mar, en número de 32, se aliaron para la batalla. Pero él salió victorio- humana, convirtiéndose en mediador entre el mundo de los dioses y el de sus
so y conquistó sus ciudades, mató a sus príncipes súbditos: para éstos era el proveedor de riqueza, categorta social y seguridad,
[y] eliminó ... De las monta-
ñas situadas más allá del Mar de Abajo pilaru. negras; (las) cargó en semejante a los dioses que le habían permitido unirse a ellos (véase el texto
"*trujo
barcos y los hizo atracar en los muelles de A§adi (MDp xÍ, pp t-á; soiluer- de Naram-Sin, supra, p.70).
ger y Kupper, l9'l I, IIA3b). Durante el reinado de los cuatro primeros soberanos de Agade se hace
constantemente hincapié en el papel del rey como guerrero y conquistador
La instauración de una maquinaria administrativa centralizada se ve victorioso. Los epítetos subrayan el carácter universal de su dominio, y las
I
reflejada en la tipificación cada ve z mayoÍ, a lo largo de todo el período, inscripciones aluden sin cesar a campañas en lugares cadavez más lejanos y
de la escritura, los sistemas de peso, el ialendario (páa los nombrr. d" exóticos:
lo,
31ot'véase supr?' p.65), y los registros y archivoi (Foster, 19g6). El go-
bierno de las regiones conquistadas estaba en manos de gobernadoies nom- Nunca desde que el hombre existe, ningún rey entre los reyes asoló Arma-
brados pol el rey (e n s i), mientras que algunos lugares contaban num y Ebla (UET 1,24A; Sollberger y Kupper, l97l,IlA4e).
además con
un jefe militar al mando de una pequeñi guarnición. Aunque en ocasiones
quien recibía el nombramiento de gouernádor o quien erá confirmado Naram-Sin, rey de Agade, que ... todas las tierras de Elam hasta Barahshi
en y las tierras de Subartu (el norte) hasta el Bosque de los Cedros; además, cuan-
el cargo un príncipe local (por ejemplo, susa, c".t". y stolper, lgg4,
_era do fue a Talhatum, aquel camino no había sido tomado nunca por ningún rey
pp. 14-15), el hecho de que sóló goblrnara con el permiso de los reyes de
entre los reyes: Naram-Sin, rey de Agade lo tomó, e Inanna hizo que no tuvie-
Agade o con su consentimiento unu prueba de la firmeza de su domina- ra rival. Los gobernantes de Subartu y los señores de los países altos llevaron
ción' La alusión que hace Sargón "J al control que ejercen los ciudadanos de su tributo ante él (UET l, p. 274; Sollberger y Kupper, 1971, IIA4d).
Agade sobre toda la tierra desdi el Mar de Abajo
lvease supra,p. 6g), junto
con los testimonios del reinado de Naram-sir, á"-r"rtra qüe los integrantes La organización militar incrementó su volumen y su complejidad: se rea-
del.gobierno imperial procedían de la corte de Agade o p"rt"n"cían a la fa- lizaban levas de soldados en las ciudades, y algunos grupos de pastores que
milia real; análogamente, existía un férreo control de las instituciones de los vivían en los márgenes, como los amorreos o los guti, eran reclutados para
-f'.l
74 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES *rroa-Jo DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 75

formar contingentes especiales. A los soldados se les suministraban raciones


de alimentos, lana y armas, y a algunos se les entregaban parcelas de tierra 4. Le III DINASTfA DE UR (2112-2004)
con las que sobrevivir. La responsabilidad personal del rey en todos estos
terrenos queda ilustrada en una afirmación de Sargón: De la caída de Agade a la ascensión de Ur

5.400 fueron los hombres (de armas) a los que hice comer ante mí cada día La imagen de la Baja Mesopotamia en tiempos de los últimos reyes de
3'2) nos re-
(PBS 15, pp.34 y 4l; Sollberger y Kupper, l9Tl,IIAlb). Agade y unu generación más tarde (aunque vé1se supra' cuadro
PD III, cuando el poder estaba di-
cu"erda Ll punóruma político del período
El botín procedente de estas campañas en tierras lejanas afluía al tesoro ,i¿i¿o varios áinastas locales distintos; los principales centros eran
real y era redistribuido en forma de magníficos presentes a los templos, a los "rirc
uhoru uruk, Lagash, Kish, Agade y el pueblo de los guti, en fa zona del río
súbditos favoritos del rey y a los miembros de la familia real, con una pro- Menos á. un siglo después, un texto literario de la época nos pre-
ñiyufu.
digalidad que servía para subrayar la destacada posición del soberano, pues ,rítu toda la zona dominada vez producido el hundimiento de Aga-
era él quien creaba y controlaba esa iqueza a través de sus hazañas milita- il- por unos invasores bárbaros -unaprocedentes de las montañas del este, los
res. Otra modalidad de riqueza obtenida a través de las campañas emprendi- guti. §"g,nn el texto en cuestión, Enlil, el dios supremo del panteón sumerio,
das por el monarca eran las tierras, que éste podía utilizar para aumentar íos lanzé contra el país debido a un sacrilegio cometido por Naram-Sin, acu-
su propia hacienda y las de sus parientes, o para conceder parcelas a sus ofi- sado de llevarse algunas riquezas y estatuas divinas de Nippur, la ciudad de
ciales y soldados (Foster, 1985). Sus grandes riquezas le permitían asimismo Enlil:
comprar tierras a los labradores pobres y redistribuirlas como le pareciera con-
veniente (obelisco de Manishtushu, MDP II, pp. 1 y ss.). Los inventarios de Aunque no eran los bienes de una ciudad saqueada,
fincas nisticas, habitualmente explotadas por arrendatarios, demuestran que grandes naves atracaron junto al templo,
grandes naves atracaron junto al templo de Enlil, y
el rey, los miembros de la familia real y los altos funcionarios de la corte po-
los bienes le fueron arrebatados a la ciudad'
seían tierras en toda la región de la Baja Mesopotamia (Foster, 1982a).
Del mismo modo que los bienes le fueron arrebatados a la ciudad,
En conjunto, los testimonios apuntan hacia una serie de nuevos e impor- así le fue arrebatado el buen juicio a Agade,
tantes desarrollos en la posición del soberano, directamente relacionados con las naves chirriaron en los muelles y 1á inteligencia de Agade quedó despla-
su riqueza, el centralismo político y su condición de caudillo militar. La im- zada.
portancia de su esplendor físico es muy marcada: utilizaba vestidos especia-
les, llevaba un peinado especial, tenía una serie de atributos reales, se sentaba La estruendosa tempestad que somete a toda la tierra,
en un trono ricamente labrado, y utilizaba armas caracteizadas por la supe- el creciente diluvio al que no hay forma de enfrentarse,
rioridad de su fábrica. Aunque algunos elementos de ese equipo y de la co- Enlil, al ver destruido a-su amado Ekur (es decir, el templo de Enlil en Nippur),
rrespondiente ideología existían ya con anterioridad, no eran tan complejos ¿qué destruirá (en venganza) por ello?
Miró hacia las montañas de los guti;
como llegarían a serlo en esta época, reflejando directamente el poderío y el
escudriñó todas las anchurosas cordilleras:
éxito obtenido por los reyes de Agade. Al mismo tiempo, conviene subrayar No contado entre los hombres, no considerado parte de la tierra,
Ia existencia de un fuerte elemento de continuidad tras las principales trans- (descubrió) a Gutium, pueblo que no conocía freno alguno,
formaciones realizadas por la dinastía de Agade: la esencia de la cultura y la con instintos humanos,pero inteligencia de perro y rasgos de mono.
ideología políticas seguía centrada en el concepto de una sola ciudad domi- Enlil los sacó de las montañas.
nadora de las demás; no se desarrolló ninguna idea nueva de identidad «na- Como plaga de langosta se extienden sobre la tierra,
sus brazoJ oprimeñ las llanuras en su nombre (sc. el de Enlil) como un
lazo
cional>>, aparte de la filiación de la propia ciudad, como pone de manifiesto
el hecho de que el rey de este conglomerado político tan extenso fuera ante para sujetar animales,
todo y sobre todo <<rey de Agade», y sólo después <<rey de tierras>> o <<de los nada escapa de sus brazos,
nadie se libra de sus brazos.
cuatro rincones del mundo, al tiempo que se mantuvo el título tradicional
Los mensajeros ya no recolTen los caminos,
hegemónico de «rey de Kish», existente ya en el período anterior. Este es el
el barco de los correos ya no surca los ríos.
modelo político que dominó la historia de Mesopotamia durante más o me-
(Cooper, 1983a, lI-142-L63.)
nos los quinientos años siguientes; los reyes de épocas posteriores conside-
rarían el imperio de Agade el principal ejemplo de los logros que podía ob-
tener una ciudad imponiendo su control sobre las demás.
li

rtaEsoeoreu$ DURANTE EL TERCER MrLENro A.c. 77

I
Aunque tenemos algunos testimonios de que los guti, que habían servido
en los ejércitos de Agade, dominaban una parte de la región oriental, esta cir-
i
cunstancia no habría sido tanto la causa cuanto el efecto del hundimiento del
poderío de Agade. Su transformación en el instrumento divino que causó la
destrucción de Agade probablemente refleje los intereses ideológicos de los
Ouoou' reyes de la dinastía Itr de Ur (2112-2004), esto es, la época en la que fue com-
puesto el texto. Según su explicación de la caída del imperio acadio, los guti
se convertirían en sus herederos: los reyes de Agade habían abusado de su
poder y la culpa de la destrucción física de su capital se echaba a un grupo
periférico desde el punto de vista cultural. Lo que es evidente es que el texto
constituye una distorsión de los acontecimientos históricos (Cooper, 1983a).
La historia del período que separa el final del reinado de Shar-kali-sharri
o
.O del establecimiento de la dinastía III de Ur no es muy conocida, pero está
a
{) claro que se produjo una lucha por la supremacía entre los poderosos reyes
o_
E
o r¡
de las ciudades rivales. Gudea de Lagash es el más famoso, al menos de
o D momento: se conoce un gran número de estatuas suyas de diorita negra be-
CI
o)
!d llamente esculpidas, tan admiradas que existen varias falsas (Johansen, 1978;
véase F. Tallon, Asian Art, 5ll tl992l). Además de estas figuras y de una

U)

serie de vasos de piedra finamente labrados, durante el reinado de Gudea fue-
€ ron escritos algunos de los textos literarios sumerios más antiguos y exten-
(t
sos. En ellos se habla de sus numerosas fundaciones de templos y pueden
o considerarse uno de los ejemplos más hermosos de poesía sumeria; alaban la
o
importación de materiales exóticos para las obras de los templos desde tie-
.o
c, rras lejanas y el favor especial que los dioses dispensan a Gudea (Falkens-
.a
o tein, 1966). Pero a pesar de su riqueza y de jactarse de haber traído madera
ta del remoto alto valle del Eufrates, el reino de Gudea se limitaba ala comar-
ca de su ciudad y nada más.
c.i
I
Á Desarrollo del estado de Ur III
a
o La mayor parte de los testimonios correspondientes al último siglo del
6g)
c (ú tercer milenio proceden de la Baja Mesopotamia, donde surgió una nueva en-
G
E .c, I tidad política que había salido victoriosa de las rivalidades entre las diversas
o
E' 6bü ciudades, sustituyendo a Agade y aprovechando sus grandes logros, y reafir-
L
«, 'tr
G 2 &
oF(Ú
fr mando vigorosamente el concepto de unidad política bajo la égida de un solo
rey. Esta nueva formación política sumamente centralizada recibe el nombre,

lffia
i
según la Lista de Reyes Sumerios, de «III dinastía de Ur» o simplemente
«Ur III>>. Se trata del período designado también como <(neosumerio>> o <<re-
nacimiento sumerio>>.
Los orígenes de la dinastía son muy oscuros. Las inscripciones indican
que Utuhegal de Uruk intentó atribuirse la hegemonía sobre las ciudades de
la Baja Mesopotamia; la Lista de Reyes Sumerios le atribuye un reinado
de siete años, inmediatamente anterior al establecimiento de Ur III. Figura
además como protagonista de un espléndido poema de época posterior que
78 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESoporAM\ ounaNrE EL TERCER MILENIo A.c. 79

trata de la expulsión de los guti de Mesopotamia (véanse Kupper y Sollber- ante una postura muy difícil de sostener, pues no existen pruebas de una
<<de-
ger, L97l,IIIK3a; TUAT, U4, pp. 316-319). Dos estelas procedentes de Ur cadenciari del sumerio durante la etapa anterior. Los testimonios indican, más
indican que Ur-Nammu/a, primer rey de la dinastía de Ur III, había sido go- bien, que el sumerio se desarrolló como una lengua muerta específicamente
bernador de Utuhegal en la ciudad. Resulta difícil deducir a partir de esta no- literaria, y por lo tanto <<culto>, patrocinada por los reyes de Ur III (Micha-
ticia cómo lograría Ur-Nammu erigirse en rey independiente. Cabe postular lowski, !987, p. 52), quízá porque había sido la lengua tradicional del extre-
una situación en la que se sublevara contra su señor de Uruk y acabara arre- mo sur de Mesopotamia, donde se encontraba el nuevo centro del poder. Si
batándole el control de la zona (CAH,l, capítllo 22). Pero se ha propuesto se hubiera producido un retorno deliberado a un primitivo pasado
<<sumerio>>,
una explicación distinta (Hallo, L966; Sollberger, 1954-1956), según la cual habría cabido esperar que se vieran signos de rechazo del período de Agade.
Ur-Nammu habría sido en realidad un pariente cercano de Utuhegal, que go- pero no hay nada de eso: los testimonios conservados muestran que el pe-
bernaba Ur en su nombre. Cuando el dominio que ejercía Ur-Nammu sobre ríodo que se consideraba desastroso fue el del presunto dominio de los
la región se vio amenazado por Nammahani, rey de Lagash, 1o venció y lo guti. Los reyes de Ur no se presentan en ningún momento como la encarna-
mató. Fue esta hazafra la que lo llevó a adoptar el título de «rey de Sumer y áiO, ¿" la antítesis o contraposición de la dinastía de Agade (Cooper, 1983a);
Agade» en el cuarto año de su reinado. Desconocemos los detalles de lo que antes bien, sus ambiciones políticas se inspiraban en las de los reyes acadios
le sucedió a Utuhegal, pero los reyes de Ur III crearon unos lazos político- (Oates, 1986 t0cb]), y de hecho durante esta época perduró en Nippur el cul-
culturales muy estrechos entre Ur y Uruk, que desempeñó un papel simbóli- to de Naram-Sin. Por último, no sólo existe una enonne cantidad de palabras
co importantísimo en el reino de Ur. De ese modo, nunca se manifestó una acadias en los textos sumerios, sino que además la mayoría de los nombres
hostilidad abierta hacia Utuhegal, y la estrecha relación cultual existente propios de persona y los de las ciudades recién fundadas son acadios (por
entre las dos ciudades se vio fortalecida cuando Ur-Nammu realizó una com- é¡emplo, Ishbi-Erra, Puzrish-Dagan); y lo que es más significativo todavía,
pleja reconstrucción del principal santuario de Uruk y le proveyó de un mag- ódos los nombres de reyes y reinas, de príncipes y princesas de la familia
nífico zigurat de gran altura. Parece también plausible que fuera en esta épo- real, excepto los dos primeros, son puramente acadios. El hecho de que el
ca cuando las epopeyas protagonizadas por Gilgamesh y otros reyes antiguos sumerio fuera la lengua de la educación y de las aspiraciones burocráticas
de Uruk recibieran su forma sumeria clásica (una ha quedado definitivamen- habría supuesto, al parecer, un medio utilizado para definir y distinguir a la
te atestiguada: Hallo,1974, p. 189; Michalowski, 1987, p.52). La forma en minoría culta; y precisamente podía ser así porque el sumerio ya no era
ilr
que los diferentes reyes de la dinastía repiten una y otra vez su parentesco hablado corrientemente (Cooper, 1973; Michalowski, 1987, p. 53; para un
Ii con los antiguos príncipes de Uruk a través de lazos familiares míticos pro- estudio exhaustivo de la cuestión del <<renacimiento sumerio>>, véase Bec-
bablemente esté relacionada con su interés por la poesía épica:. así, Ninsun y ker, 1985).
Lugalbanda, madre y padre respectivamente de Gilgamesh, eran reverencia-
dos como los progenitores divinos de los reyes de Ur III, atribuyendo a Nin-
sun un papel particularmente destacado (véase Klein, 1981a y 1981b), y se Reconstrucción del estado de Ur III
presentaba al propio Gilgamesh como hermano de los reyes de Ur. El texto
llamado <<Muerte de Urnammu» (Kramer, 1967) así lo manifiesta claramen- Las fuentes de este período llegan a ser miríadas, siendo en su inmensa
te: presenta a Ur-Nammu ofreciendo regalos en el infierno a (<su hermano, mayoría documentos administrativos que constituyen un reflejo de las indus-
Gilgamesh». trias estatales y del control ejercido en general por el estado que caracteizan
Se ha utilizado el término <<renacimiento sumerio» para designar a este a esta época (Steinkeller, 1987a). Muchos están todavía a la espera de un
período, en el sentido de que en él se produjo un resurgimiento cultural es- análisis exhaustivo, aunque existe ya un gran número de estudios. Nos ofre-
pecíficamente sumerio. Y es comprensible, habida cuenta del notable flore- cen una visión singutarísima de los pequeños detalles de la vida cotidiana,
cimiento experimentado por la literatura y la lengua sumerias. Prácticamen- como la dieta alimentaria o el vestido, y sobre todo de la planificación y or-
te todos los textos administrativos conservados de esta época están escritos ganización de las industrias manufactureras y de la agricultura. Nos iluminan
en sumerio; se produjeron grandes cantidades de textos literarios sumerios en respecto a la enorme cantidad de mano de obra y las complicadas construc-
las escuelas en las que los futuros funcionarios aprendían a escribir (e d u b - ciones que requeia el eficacísimo sistema de regadío, con sus compuertas,
b a; Michalowski, 1987, pp. 5l-54; Sjóberg, L974); y también de esta época sus labores de lixiviación de los terrenos salinos, y su método de períodos de
data la creación de un género literario sumerio completamente nuevo, el him- siembra, recolección y barbecho (Kang, t973; Powell, 1985; Civil, 1987),
no real (Klein, 198la; 1981b). ¿Representa, pues, toda esta actividad en len- que permitían la obtención de cosechas fabulosas.s Otro rasgo curioso de esta
gua sumeria el resurgir de una identidad político-cultural concreta, sofocada época sobre el que disponemos de una documentación bastante rica es el de
anteriormente y que requería por tanto ser reafirmada y fomentada? Estamos los centros de producción estatales. Ha sido estudiada intensamente (Waet-
80 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOTA\ DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 81

zold, 1972) la importante industria textil de la propia Ur, que daba empleo bablemente reclutado entre los miembros de la aristocracia local. Las fami-
a numerosas mujeres y niños y que producía ropas de lana y lino, algunas üas que alcanzaban de este modo una relevancia oficial transmitían normal-
extraordinariamente elaboradas; testimonios análogos existen de la industria mente su posición a sus descendientes, al tiempo que podían tener acceso a
metalúrgica (Limet, 1960). Sorprende sobre todo la documentación que exis- otros puestos importantes (Zettler, 1984). Por debajo del gobernador estaba
te acerca de la detallada planificación central que exigía la organización de el jefe.militar (s a g i n), quien, en algunos casos, estaba al mando de unidades
todo esto, y que funcionó con bastante eficacia durante casi cien años, aun- miiitares reclutadas entre grupos periféricos (como en la época de Agade),
que el delicado equilibrio que requería el sistema lo hacía vulnerable a las oue formaban determinadas secciones del ejército permanente. Los altos car-
crisis. Fue un intento único en la historia de Mesopotamia por parte del es- eos de la milicia pertenecían o bien directamente a la familia real o bien eran
tado de organizar y controlar la producción: <<la cent¡alización no alcanzaría ñombres que habían entrado a formar parte de ella por matrimonio. Es posi-
nunca más un nivel tan alto» (Steinkeller, 1987a, p.ZZ). ble que existiera una cuidadosa separación entre los poderes civil y militar
Muchas de las tablillas de Ur III fueron encontradas en excavaciones dentro de las provincias centrales de la Baja Mesopotamia (Steinkeller, 1987a;
clandestinas y vendidas en el mercado de antigüedades, de suerte que los ar- véase suprq mapa 3), pero desde luego no siempre era así en las regiones del
chivos estiín muy desperdigados, el lugar exacto de su descubrimiento se des- norte (Assur) y del este (Zagros, Elam), que fueron incorporadas al estado
conoce y resulta laboriosísimo ordenar los textos en grupos coherentes (Jo- Eas ser conquistadas. El control de esta zona fronteiza, del que dependía la
nes, 1974). El hecho de que la mayoría de los textos procedan de despachos salvaguardia del estado de Ur III, recaía fundamentalmente en el s u k k a I -
gubernamentales o tengan que ver con el cuidado de las haciendas de los m a h; su condición en la práctica de auténtico virrey queda demostrada por
templos por parte del estado plantea otro problema, por cuanto las transac- el hecho de que en Elam, tras la desaparición de la dinastía de Ur III, los
ciones privadas están muy mal representadas. Por consiguiente resulta muy príncipes locales adoptaron el título de <<sukkalmah>>, como si fuera el
difícil apreciar la interacción de las familias particulares con la economía del équivalente del de rey (Carter y Stolper, 1984). Los ricos materiales prove-
estado y su contribución a la misma. Hasta hace realmente muy poco tiem- nientes de la nueva fundación real establecida cerca de Nippur, Puzrish-Da-
po no se ha visto con claridad que, si bien el volumen y [a significación re- gan (ta actual Drehem: Hallo, 1960; Keiser, l97l; Kang, 1972; Steinkeller,
lativos de la propiedad privada siguen siendo objeto de discusión (Gelb, 1987a; Sigrist, 1993), han demostrado que durante el período Ur III funcio-
L969; Steinkeller, 1989), la propiedad privada de la tierra constituye un fac- naba una compleja estructura tributaria. Había un sistema de centros de
tor (como había ocurrido anteriormente) con el que a todas luces hay que redistribución centralizados, en los cuales cada provincia depositaba su con-
contar (Diakonoff, l97L; Waetzold, 1987). El nivel de la producción alcan- tribución (b a I a), y a los que recurría el gobierno central para cuestiones
zado por la economía privada resulta también muy difícil de cuantificar como el aprovisionamiento de los templos o la paga de quienes eran acree-
(Gelb, 1965 y 1979b). Más seguros son los testimonios acerca de los nego- dores a la generosidad real o dependían de una ración, como hacía cada pro-
cios realizados por mercaderes independientes, que organizaban actividades vincia en la esfera de sus competencias. El sistema se basaba en un grado
comerciales p¿ua el estado actuando en calidad de acreedores de las institu- muy elevado de planificación y contabilidad centrales, y tenía por objeto in-
ciones gubernamentales (Powell, L977). Para que pudieran funcionar unas tegrar a los distintos centros provinciales en un todo unificado. Una de las
transacciones tan complejas como estas, parece bastante inadecuado el siste- fuentes de aprovisionamiento de ganado del centro de Puzrish-Dagan era el
ma de trueque (que es el que, aunque sea vagamente, se supone por lo gene- g ú n m a-d a (<<impuesto de las provincias>>), que pagaba en forma de cabe-
ral que regía el comercio mesopotámico). Se ha sostenido de forma harto zas de ganado el personal militar establecido en las zonas fronterizas.
convincente la tesis (Powell, 1978) de que se producían rollos de metal (de Bastante menos claro está cómo reclutaba el estado [a mano de obra de
oro, plata, bronce y cobre) que tenían un peso estándar con el fin de dis- la que dependía, del mismo modo que tampoco están claros los detalles
poner de una reserva de metales; cuando fuera necesario, se habrían ido del sistema social. Existen muchas zonas de discrepancia entre los especia-
cortando y pesando trozos de los mismos, que permitieran su uso como mo- listas. Los documentos legales y de compraventa demuestran de manera ine-
neda de cambio en las transacciones comerciales; o bien habrían podido fa- quívoca la existencia de la propiedad privada. La población vendía huertas,
bricarse mediante fundición fragmentos más pequeños de ese tipo de objetos. casas y esclavos. La venta de una casa se daba a conocer clavando un clavo
Este sistema de moneda estandarizada está particularmente bien indicado en en la propiedad que iba a venderse (Malul, 1987). Menos seguro es si se po-
los materiales de Ur III, pero la terminología aparece ya en el período de dían enajenar o no las tierras de labor. Es posible que las tierras que apare-
Agade y parece plausible suponer que ya se utilizaba antes. cen mencionadas en los documentos fueran tenidas en arriendo a cambio de
El panorama administrativo de Ur III que nos ofrece este material tan rico determinados servicios, es decir, formaran parte esencialmente de las propie-
nos muestra a la Baja Mesopotamia dividida en varias provincias, cada una dades de la corona. Sigue abierto al debate sobre si esos campos representan
con su correspondiente capital, gobernadas por un e n s i (gobernador), pro- todas las tierras que existían o si el carácter desigual de la documentación
\
82 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOTAMItr DURANTE EL TERCER MILENIO A.C. 83
I

oculta la existencia de otras de propiedad privada (Gelb, 1969; Steinkeller,


Cuepno 4. Cronología de la III dinastía de Ur
1989). En los documentos mercantiles aparecen mencionados habitualmente
los esclavos de compraventa; se calcula que alrededor de dos quintas partes
Convencional Baja
de ellos eran indígenas: familias pobres que vendían a sus hijoi, grupos fa-
miliares indigentes (como las madres con niños de pecho a su o in- Utuhegal: 2119-2113 Utuhegal: 2055-2048
"argo),
cluso hijos que vendían a sus madres en épocas de necesidad. LoJesclavos Ur-Nammu:2112-c. 2095 Ur-Nammu: 2047-2030
podían amasar su_ propia fortuna y eventualmente redimirse a sí mismos, Shulgi (nombre en otro tiempo leído <<Dungi»): Shulgi: 2029-1982
como demuestra el siguiente documento proveniente de Ur: 2094-2047
Amar-Sin (leído en otro tiempo <<Bur-Sin»): Amar-Sin: 198l-1973
Amfmazaza], esclava de A['aduga] se ha rescatado a sí misma de A['adu- 2046-2038
gal. Le ha entregado 6 ll2 minas de plata y una vaca adulta en concepto de Shu-Sin: 2037-2027 Shu-Sin: 1912-1964
precio total de compra. Mientras vivan A'aduga y Ninabbana (su esposa), pres- Ibbi-Sin: 2026-2004? Ibbi-Sin: 1963-1940
tará servicios a sus hijos y a las esposas de éstos. Después (de la muertá ae¡
A aduga y Ninabbana, Ammazaza podrá irse donde qui,era. Nadie se lo impe-
dirá. (Entre los testigos hay un alfarero y varios funcionarios del culto.) (UET 3, plo, se utilizaba en todo el reino el sistema de nombres de los años, que pro-
p. 5l; TUAT,U3, pp.20l-202.) porcionaba de paso un calendario unifonne para todo el mundo. Así, por
ejemplo, es en buena parte de esos nombres de los años de donde procede la
Con respecto a la mano de obra de condición no servil, podemos distin- información en torno a las principales campañas. Pero en su mayoría aluden
guir entre las personas que se veían obligadas a realizar detérminadas pres- a la ejecución de los proyectos arquitectónicos del rey o a acontecimientos
taciones de trabajo a cambio de las tierras que les eran concedidas o de las rituales importantes, por ejemplo, la inveterada costumbre de nombrar a las
raciones que recibían, y los que formaban parte de cuadrillas de operarios hijas de los reyes para el cargo de sacerdotisa e n del dios de la luna en Ur.
en calidad de asalariados y no trabajaban bajo ningún tipo de compulsión Las relaciones con los estados-clientes y con las potencias vecinas se ven
(Waetzold, 1987). Ha tlegado a pensarse que el estado de Úr III se caracteri- iluminadas por los nombres de años que hacen alusión a las bodas de miem-
zaba por una rígida estratificación social y por la existencia de una mano bros de la familia real lo general de las hijas del rey- con reyes de
de obra subordinada formada por <<sieryos>> (gu r u §, por ejemplo, Diakonoff, países fronterizos con -por
el fin de evitar conflictos bélicos y/o fortalecer las
1974; Gelb, 1979a). Pero recientemente se han presentadoserios argumentos alianzas. La documentación habla sobre todo de princesas casadas con reyes
en contra de esta tesis, basados en un análisis de los documentos relácionados de países del este o del noreste, que mantenían una relación de dependen-
con un grupo de leñadores de Umma (Steinketler, 1987b): estos individuos cia respecto del estado de Ur III. Conocemos el caso de un príncipe (hijo de
eran empleados en cortar, procesar, plantar y mantener diversos iírboles de Ur-Nammu) casado con la hija del rey de Mari, estado que sabemos positi-
poca alzada, como sauces, chopos de río y posiblemente regaliz silvestre. Re- vamente que no estaba sometido a Ui. Esta circunstancia no puede reflejar
sulta, pues, que existía cierto grado de movilidad social entre los que forma- más que el deseo de cimentar las relaciones amistosas entre estados vecinos
ban cuadrillas de trabajadores y los que realizaban las funciones directivas. (Hallo, 1976, p. 3l; Michalowski, 1975; RIA. 4, p. 283, n." 6-10). El hecho
Además, los trabajadorg¡ podían poseer de hecho poseían- parcelas, de que algunos de esos casamientos políticos se conozcan a través de los
precisamente era a cambio de la concesión -y de esas tierras por parte del está-y nombres de años es un indicio de su importancia eminentemente política; es
do por lo que trabajaban una parte del año en los p.oy"itoJ del gobierno de suponer que las bodas fueran anunciadas públicamente y que los grandes
(véase asimismo para este sistema de trabajo a tiempoparcial, Uchitel, l9S4). séquitos que acompañaban a la princesa y su ajuar nupcial hasta el país de
La documentación pone asimismo de manifiesto que vivían y trabajaban en su marido se convirtieran en centro de la atención popular.
grupos familiares. En este caso desde luego no cabe hablar de trabajadores Al margen del testimonio de los nombres de los años, nuestro conoci-
sin tierras, de <<siervos>> o <<ilotas» sin derechos de propiedad ni de iamilia. miento de la <<historia» de Ur III es muy escaso, si exceptuamos su nacimien-
to y su caídai e incluso estos acontecimientos están erizados de problemas y
sus detalles siguen siendo oscuros. Los nombres de los años constituyen un
Monarquía e ideología del poder real valioso testimonio de la importancia concedida a las gestas militares de la fa-
milia real. Entre las pocas cosas que sabemos de los reyes de Ur III está que
Otras fuentes de esta misma época nos ofrecen información sobre algu- uno de ellos (Ur-Nammu) fue muerto en una batalla (Kramer, 1967)
nas facetas de la ideología y la política real, y demuestran que, en mucños bastante raro en cualquier época, que en todo caso nos demuestra el-hecho
impor-
aspectos, existen fuertes analogías con el período de Agade. Así, por ejem- tante papel desempeñado por el rey como guerrerG-; y que otro (Ibbi-Sin)
84 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES \
fue hecho prisionero en el curso de un ataque de los elamitas, que fue llevado
a Elam y que murió en cautividad (Jacobsen, 1953). Otros nombres de años
aluden curiosamente a continuas victorias en los montes Zagros, situados al
oeste de Irán, a acciones militares contra diversos pueblos pastores, por des-
gracia bastante mal definidos, del noroeste (<<amorreos>>), y a intentos de re-
gular y controlar las relaciones con ciertos grupos de amorreos mediante
la construcción de una muralla; no obstante, los detalles concretos de todas
estas actividades se nos escapan.
Las inscripciones reales conservadas no nos suministran ni mucho menos
tanta información como las del período de Agade; muchas son breves textos
votivos que conmemoran la dedicación de una estatua o de algún objeto -i
(Steible, 1991). Existen muchas <<estatuillas de los cimientos>>, con su co-
o
rrespondiente inscripción, en las que generalmente aparece el soberano lle- o
vando ala cabeza la real cesta de ladrillos (véase Ur-nanshe de Lagash, supra, O,
o\
p. 52), y que formaban parte de los depósitos colocados en los cimientos de
«,
los edificios (R. S. Ellis, Foundation Deposits in Ancient Mesopotamía, New o
Haven, Conn., 1967), y grandes cantidades de ladrillos que llevan estampa- ú
E
\5
dos nombres de reyes y fueron utilizados en los proyectos de construcciones bo
C)
reales. Constituyen un indicador muy útil de la envergadura de las obras em- an

prendidas por los diversos monarcas. Ponen de manifiesto que Ur-Nammu \o


emprendió un gran programa de construcciones en Ur, especialmente en la o
o
principal zona de los templos, cuyo magnífico zigurat data del período Ur III L
u)
(véase [a figura 6). La reconstrucción que hace Woolley de las últimas fases E
o
o
o
del zigurat es puramente hipotética; no existen pruebas de las puertas abo-
vedadas que le atribuye (Woolley, 1954, figura 16). Sin embargo, la exis- l.r

tencia de <<mausoleos>> abovedados de esta época (relacionados quizá con q)


E
algún culto funerario, aunque probablemente no fueran el lugar en el que (§
tr
eran enterrados los reyes de Ur; véase Moore¡ 1984), así como la de una bo
bóveda de ladrillos derruida en el yacimiento de Rimah, al norte de Irak N
(Oates, 1986 [OGb], p. 48, figura 28), indican que, si bien la visualización
\c,
que hacía Woolley de la parte superior del zigurat debe seguir considerándo-
se especulativa, no era técnicamente imposible. Se tiene conocimiento de la d
o
constJ:ucción de otros santuarios en Uruk, Nippur, Eridu, Larsa, Kish, Lagash, t¡<
Adab y Eshnunna, a orillas del Diyala. Muchas de esas obras son edifica-
ciones templarias, pero en la última de estas ciudades se ha localizado la
residencia del gobernador, con un santuario anexo dedicado al culto del rey.
Se desconoce el emplazamiento exacto del palacio y de la residencia principal
del soberano. Lo que las fuentes dan a entender es que, si bien Ur constituía
indudablemente el principal centro dinástico, Uruk y Nippur desempeñaban
il también un papel muy destacado; y parece que también Eridu tenía alguna
significación simbólica para los reyes. Presumiblemente esta situación tuviera
que ver con los dioses tradicionalmente asociados con estas ciudades y con
los papeles que desempeñaban dentro del panteón sumerio.
Una importante guía de las actividades y de la forma de presentarse a sí
mismos propias de los reyes es el «código de leyes>> más antiguo que se con-
D

86 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MEsoporAM\ »unex"rE EL TERCER MILENIo A.c. 87

serva, comparable directamente por su disposición prólogo seguido de


¿Funcionaba verdaderamente el rey como máxima autoridad legal?
Existen
una serie de preceptos legales- con el más famoso -unconjunto de leyes de Me- al rey concebido como juez en algunos textos literarios (por ejemplo,
alusiones
sopotamia, el Código de Hammurabi, de época posterior. Se nos ha conser-
en los himnos reales, véase infra, pp. 88-89), que sugieren que, al menos en
vado en varias copias paleobabilónicas procedentes de Nippur, Ur y Sippar. p,oría, el rey era considerado fuente de toda justicia y árbitro definitivo.
Habitualmente se piensa que el que promulgó este código fue el segundo
Bastante distinta es la información que nos suministran los sellos cilín-
soberano de la dinastía, Shulgi, durante cuyo largo reinado se produjo la con-
dricos y las leyendas que los acompañan, en los que se conseryan los nombres
solidación del imperio de Ur (Kramer, 1983b; Steinkeller, 1987a). Durante
propios de los altos funcionarios. Dichos nombres solían estar compuestos
su mandato se normalizaron los registros escritos y los procedimientos ad-
por el nombre del rey, que funcionaba como elemento teofórico. Un ejem-
ministrativos, el gobierno fue reorganizado y centralizado, se creó un ejército
plo sería el nombre <<Simat-Shulgi» = 'Perteneciente al (rey-dios) Shulgi'
permanente, se introdujeron los sistemas tributarios y de aprovisionamiento,
(cf. «Simat-Ishtar>> = 'Perteneciente a (la diosa) Ishtar'). Las leyendas de la
el rey fue divinizado en vida, y se inventó el calendario oficial. El prólogo de
glíptica podemos agruparlas en dos categorías: un tipo más breve, que da el
las leyes menciona asimismo la institución de nuevas ofrendas divinas, la re-
nombre, el cargo y el linaje del poseedor del sello (noticia valiosísima para
vitalización de las actividades agrícolas, la reapertura del comercio con el
estudiar las familias de los oficiales públicos). Y otro, mucho más largo, del
Golfo, el establecimiento de la <<libertad» (a m a-a r-g L-b i) para algunas ciu-
siguiente tenor:
dades (probablemente quedaran exentas de alguna prestación de trabajo obli-
gatoria, véase Yrldrz, 1981, p.93, n.20a), y la creación de un nuevo sistema Shu-Sin, poderoso rey, rey de Ur, rey de los cuatro cuartos (del mundo):
real de pesos patrones. La imagen del rey como garante de la justicia para su Sur-ku-nunna, escriba, hijo de Lu-Ningirsu, el ganadero, es tu servidor (tablilla
pueblo se recalca una y otra vez en el prólogo: del Petrie Museum, UC 36134).

Al huérfano desde luego no se lo entregué al rico; a la viuda desde luego Se trata de expresiones de lealtad al rey, relacionadas quizá con una de
no se la entregué al poderoso; al <<hombre de un siclo» desde luego no se lo
las imágenes más frecuentes que aparecen en la glíptica de Ur III, la <<esce-
entregué al <<hombre de una mina»; al <<hombre de una ovejo> desde luego no
na de la presentación». En ella aparecen el rey sentado, a menudo con un pe-
se lo entregué al <<hombre de un buey>> ... La hostilidad, la violencia (y) la
lamentación ante Utu (dios del sol y de la justicia) hice que desaparecieran de- queño vaso en la mano, y una divinidad menor que se le acerca llevando ante
finitivamente; establecí la justicia en el país de Sumer (Finkelstein, 1968-1969; su presencia a un personaje (véase la figura 7).La persona que es introdu-
Ytldtz, l98l; ANET, pp. 523 y ss.; IUAT, Vl, pp. 18 y ss.). cida ante el rey probablemente represente al dueño del sello, mientras
que la figura real ocupa el espacio que en otras escenas del mismo tipo de
No está claro cómo se administraban las previsiones legales, ni cuál era épocas anteriores correspondía a una divinidad. Este hecho refleja, a[ pare-
el papel del rey en el proceso judicial. A juzgar por los documentos legales cer, una faceta del aspecto divino del rey, aunque se ha señalado (Winter,
conservados, parece que los casos eran vistos normalmente a nivel local por 1986 y 1987a) que, aparte de la posición que ocupa, la figura del monarca no
el hazannum (térrnino traducido habitualmente por 'alcalde'), aunque el go- lleva ningún atributo divino evidente. El monarca aparece representado como
bernador provincial podía derogar sus sentencias. Los documentos de com- gobernante justo, emparentado con los reyes divinos anteriores o legendarios,
praventa demuestran que en esta época igual que en épocas anteriores y mientras que la persona que es llevada ante su presencia aparece en la pos-
posteriores- -al
se realizaban actos simbólicos delante de testigos a la puerta de tura del individuo que encarece su lealtad al trono. La posesión misma del
un barrio de la ciudad o de cualquier recinto sagrado, mediante los cuales se sello es la prueba de que el rey ha reaccionado favorablemente a sus expli-
pretendía solemnizar la transacción (Malul, 1985). Un indicio de que las caciones y [e ha corespondido depositando su confianza en é1. Las escenas
puertas de los templos solían relacionarse con las transacciones legales es un de la glíptica ilustran, por tanto, la complejísima y delicada interacción exis-
pasaje del «Lamento por La caída de Sumer y fJrrr, en el que se describe el tente entre el divino soberano y los niveles superiores de la estructura buro-
quebrantamiento de la ley y el orden: crática: el rey, como vértice de la misma, hace de puente entre las esferas
humana y divina.
No se pronunciaban veredictos en el Dublamah (puerta del templo del dios La naturaleza divina del soberano se ve reflejada asimismo en algunas
de la luna en Ur), sitio en el que solían prestarse los juramentos. <<oraciones epistolares>>. Se trata de peticiones dirigidas por un individuo a
El trono no fue colocado en el lugar del juicio que le corresponde, no se una divinidad o rey divinizado. Tenemos un ejemplo muy curioso, hermosa-
administraba justicia ... (Michalowski, 1989, líneas 438-439). mente redactado en forma poética y conservado en una versión paleobabi-
lónica. Probablemente la súplica va dirigida ala estatua de un rey difunto en
su templo:
88 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES MESOPOTAMT\ nU*On rE EL TERCER MILENIO A.C, 89

varios tipos de himnos; unos eran oraciones por el rey y se cantaban en con-
textos cultuales; otros, en cambio, parece que habrían sido compuestos para
@ t/
ocasiones especiales y estaban destinados a ser ejecutados en el transcurso de
ceremonias cortesanas. Algunas secciones parecen estribillos cantados por un
coro, mientras que otras están en primera persona y representan las palabras
del propio rey. Como en su inmensa mayoría se han conservado sólo en su
forma paleobabilónica, se ha puesto en duda que su composición date del
oeríodo Ur III, pero en la actualidad parece que efectivamente se trata de poe-
*u, ."r"-oniales sumamente elaborados, que se cantaban en las cortes de
rrlr,-l los reyes de Ur III.e Aunque cada himno es distinto, todos contienen los mis-
mos elementos básicos (Hallo, 1963), que subrayan la legitimidad del mo-
narca ensalzando su linaje real, y el hecho de ser hijo de los dioses y de
haber sido nombrado por las divinidades supremas. Thmbién se destacan su
fuerza y su belleza física:- es el soldado y el jefe militar perfecto, excepcio-
nalmente fuerte y valeroso, experto en el manejo de todas las armas. Siempre
está a la cabeza de sus tropas en la batalla; la fama de sus victorias militares
es conocida en todo el mundo e inspira terror a sus enemigos. Ocasional-
mente se hace una descripción de sus hazañas como cazador de animales pe-
ligrosos: no se esconde en una trampa para capturar leones con una red, sino
que lucha frente a frente con ellos, y hace que el país resulte seguro para los
pastores. Otros temas son el desvelo con el que el rey se ocupa de los tem-
Flcunn 7. Impronta de un sello correspondiente a una tablilla de Ur III (petrie Mu- plos, la prosperidad del país, la justicia y la protección que ofrece a los
-
seum, UC 36134). débiles. Todos estos temas son tratados asimismo en el prólogo del código de
leyes (véase supra, pp. 84-86); otro texto alude a la provisión de un gran
canal por parte de Ur-Nammu (Hallo, 1966). En uno de los himnos de Shul-
A mi rey con ojos multicolores, que lleva una barba de lapislázuli, háblale;
gi aparece también una interesante descripción de la construcción de calza-
a la áurea estatua esculpida en un buen día das, equipadas con posadas, que permiten unas comunicaciones más rápidas
al ... criado en un purísimo aprisco, llamado al purísimo seno de Inanna, y seguras ala vez:
al señor, héroe de Inanna, dile:
<<Tú (en) tu juicio, eres hijo de Anu. Yo (sc. Shulgi) ensanché las sendas, allané los caminos del país,
Tus órdenes, como las palabras de un dios, no pueden ser revocadas; hice seguros los viajes, construí <<casas grandes>>,
tus palabras, como la lluvia que cae de los cielós, son innumerables. planté jardines a lo largo de la ruta, establecí posadas,
Así habla Urshagga, tu servidor: instalé en ellas a gentes amables,
*Mi rey se ha
ocupado de mí, que soy un .hijo' de Ur. (para que) quien viene de abajo y quien viene de arriba
Si (verdaderamente) mi rey es de Anu, se solace en su frescura,
que la casa de mi padre no sea arrasada, y el caminante que viaja por los caminos de noche
que los cimientos de la casa de mi padre no se desmoronen. pueda encontrar en ellas refugio como en una ciudad bien construida.
Que mi rey lo sepa">> (sc. <<Eso es lb que pido»).
(ANET, p. 585; Klein, l98lb, Shulgi, A26-35.)
(A. Falkenstein,2A,44 U9341, pp. l-25; ANET, p. 3g2.)
La sabiduría y erudición del rey son debidamente ensalzadas: es tan sa-
Aunque no podemos afirmar que esta era la forma en la que los solici- bio que todos buscan su consejo en la asamblea; cuando sentencia un caso,
tantes se dirigían realmente a los reyes de Ur, puede ofrecernos un eco leja- es cap¿v de hablar las cinco lenguas empleadas por sus súbditos sin necesi-
no de lo que eran esas peticiones. dad de intérpretes (las lenguas en cuestión eran probablemente el acadio, el
El testimonio más notable del desarrollo de una ideología del poderío real sumerio, el amorreo, el elamitay qrúzá el guti). Es también el adivino más
y de sus aspectos divinos durante esta época son los himno, ."ui"r. Existen experto y conoce los textos de la extispicia mejor que nadie, de suerte que
.|

90 EL DEsARRoLLo DE ESTADoS Y CIUDADES

cuando examina los hígados de las ovejas sacrificadas,


bran de su pericia
los arúspices se asom-
I MESoporAMr§r*o*E EL TERCER MrLENro A.c. 9l

Se destaca su buena educación: In caída de Ur III


De joven, estudié las artes de la escritura en la casa
de las tablillas (es decir, la Ya hemos aludido a la vulnerabilidad propia del sistema sobre el que des-
escuela), con las tablillas de Sumer y Acad; cansaba la complicada estructura del estado de Ur. Se basaba en mantener
de los nobles, ninguno era capaz de esiribir una
tablilla como yo, unidos unos territorios muy extensos, en la capacidad de promover unas co-
en el lugar en er que la gente aprende ras artes
de la escritu.u,
' municaciones regulares entre ellos, recaudar impuestos y tributos, proteger
sumando, restando, contando y haciendo cuentas;
terminé todos (los cursos);
la hermosa Nisaba (diosa protectora de las artes de la escritura), unas fronteras muy lejanas, y producir riqueza en forma de productos manu-
me dotó generosamente con sabiduría e inteligencia. facturados y de excedentes agrícolas regulares. No está muy clara la confi-
guración de los acontecimientos que precipitaron el dramático y definitivo
(G. R. Castellino, Two Shulgi Hymns (8, C), Roma: hundimiento de Ur, pero durante el reinado de Shun-Sin empezaron a apare-
sg t96 ss.;
cf. Klein, l98la, p. 16 y n.64) cer señales de problemas en los territorios conquistados, que quízá indiquen
una pérdida de control en ellos por parte del poder central (Steinkeller,1987a,
El rey destaca también en la música. Conoce todos los himnos
y melo- p. 36, n. 55), y que enseguida alcanzaron las proporciones de una crisis du-
días; posee una voz pura y dulce; es capaz
de afinar y tocar todos los instru- rante el de Ibbi-Sin. Las cartas entre Ibbi-Sin y dos de sus gobernadores pro-
mentos (incluidos los antiguos); cuandó ejecuta
alguna obra musical lo hace vincialesr0 nos ofrecen una imagen muy vívida de las dificultades del último
tan bien que sus súbditos y los dioses sJsienten
placidos. La adoración que siente por los dioses
Éxtraordinariamente com- soberano de Ur III: ante la escasez de un producto tan esencial como el gra-
y lo bien qu" ,uuruplacarlos no, con una subida de precios que alcanzó cotas realmente fantásticas, las
y suplicarles que concedan su ayüda a sus
súbditos no tienen igual. Debido vías de comunicación por 1o tanto el aprovisionamiento- rotas por gru-
a las numerosas virtudes y talenios del rey, sus
súbditos lo r"rprTun, como se -y
pos marginales de pastores (<<amorreos>>), y las ciudades de la Baja Mesopo-
exhorta a- que lo.hagan lás generaciones-futuras.
Los himnos suelen acabar tamia abandonadas a su suerte debido a la incapacidad de protegerlas y su-
ensalzando la unidad y armónía del país a las
órdenes de un único mandata- ministrarles lo necesario por parte del poder central, Ibbi-Sin tuvo que hacer
rio supremo.
frente a un grave ataque de las fuerzas aliadas de Elam y Shimashki (en la
. L-1 especial relació¡ que_el rey mantiene con los dioses se ponía además
de relieve cuando cerebraba la fiesta de su «boda parte noreste del Khuzistán) con unas fuerzas muy disminuidas y probable-
sagrada>> @IÁ, i, pp.25r_ mente mal abastecidas (véase Steinkeller, 1988). El rapido empeoramiento de
259; Kramer, 1983a; Frymer-Kens§, tgg2
f0l-f; ppl SS_Slj. aunquJ los de_ la situación queda reflejado en la siguiente carta:
talles de esta ceremoniá proceden de fuentes rilliárrente
posteriores, en los
himnos reales aparecen arusiones a ella, y no tEnemos
por qué suponer que Así has hablado a Ibbi-Sin, mi rey: <<Esto es lo que Ishbi-Erra, tu siervo,
no se celebrara en esta época. Algunos Ll"*rrtos
dei rito^sigue'n estando dice: "Se me ordenó viajar a Isin (y) Kazallu para comprar cebada. La cebada
oscurgsl pero es probable que el rey adoptara el papel
de Dumizi, el esposo estiá a I (siclo de plata) el kor de cebada (y) se me han entregado 20 talentos
mortal de la diosa Inanna ¿é Uruk; pñbl" qré papel de Ia pápia Inan_ de plata para la compra de la cebada. Se recibieron informes de que unos
", gt ,"y r""ipresentaba ante
na lo d.elempeñara alguna sacerdoti.u. m a r t u (amorreos) hostiles han penetrado en tu territorio y se han llevado
como si fuera su amante y «dormía>> con ella. A
la diosa
través de este acto sexual, 72.000 kor de cebada, la totalidad de la cebada, a Isin. Ahora los m a r t u han
se acercaba al mundo de los dioses mris invadido el país de Sumer (y) han tomado todas sus fortalezas. Por culpa de los
cualquier ot o -o.tuiy ur"gu_
-ou9
raba la continuidad de la benéfica sociedád existente m a r t u no puedo entregar la cebada para que la trillen. Son más fuertes que
entre la humánidad y
la esfera divina. La-ceremonia probablemente tuviera yo. Podrían quitrármela. Tenga a bien mi rey preparar 600 barcos de transporte
lugar con ocasión de la
ascensión al trono del rey- Culminaba con con una capacidad para l2O kor cada uno ... Me haré cargo (de la protección)
la entrega de las insignias reales y
con Ia declaración de su «destino>> por parte de del lugar en el que atraquen los barcos, y de ese modo toda (?) la cebada será
lá diosa; oTi* pulub.ur, almacenada (y) trasladada en su totalidad. En el caso de que hubieras permitido
Inanna manifestaba púbricamente su apoyo "n que su reinado
al soberano, para que la cebada disminuyera demasiado, habré sido yo quien te llevara la cebada.
fuera largo y próspero.
Rey, el elamita se ha vuelto indolente en la batalla, sus raciones de cebada se
acabarán pronto; no permitas que (la fuerza de) tu brazo flojee, no te precipites
a entablar una relación de servidor con é1, no corras tras é1. Cebada para quince
años: tus provisiones del palacio y de la ciudad están todas en mis manos. ¡Yo
me encargo de guardar a Isin y Nibru, rey! ¡Sépalo mi rey!">> (PBS 13, n." 9;
TUAT,U4, pp.344-346).
MESOPOTAM\ nuner'ne EL TERCER MILENIO A'C' 93
92 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
fue abatido ante sus ojos' y ella (es decir' Ni-
Pero a pesar de unas informaciones tan detalladas como estas la compli- Su trono (es decir, de la ciudad)
niagara) se arrojó al Polvo'
cada secuencia de los acontecimientos sigue estando oscura. Una hipótesis
sería pensar que los amorreos <<nómadas>> presionaran desde el desierto de (ANET,pp.611y ss.; Michalowski' 1989' líneas 390-412')
Siria, rompieran la muralla de la frontera (véase supra, p. 84) y bajaran
no presenten la caída de la poderosa di-
asolando las ricas ciudades de la llanura de la Baja Mesopotamia (Jacob- Es curioso que las lamentaciones de sus reyes'
sen, 1953). Pero [a existencia de testimonios que demuestran que numerosos nastía de ur "olno
,i hubiera sido producida por un sacrilegio
.i de Agade (cooper' 1983a'
d" la caída-de la dinaitía
grupos de amorreos formaban parte del estado de Ur III (Buccellati, 1966), cofno sucede
"n "aro
mientras que otros llevaban otros tipos de existencia y constituían pequeños oo.29-30).Seadmitesencillamentequelehatocadolahorayquelosdioses
primacía:
enclaves dentro y fuera de las fronteras del estado, indica que nunca pudo ha- t'u, á..i¿ido poner fin a su
ber unas <<hordas>> de amorreos <<bárbaros>> unificados, capaces de causar es- señorío (eterno)?
¿Quién ha visto
el reinado de una monarquía que tuviera un
tragos de un modo concertado. Debemos suponer un modelo más sutil de in- siáo realmente largo' pero se ha
El reinado de su (sc. de Ur) monarquía'ha
teracción: las bandas de merodeadores mencionadas en las cartas habrían agotado.
sido grupos diferentes (calificados todos de <<amorreos>> por el gobierno de
¡ohNanna(diosdelalunaypatronodeUr),señormío,noteesfuerces(en
Ur III), que aprovecharon el hundimiento de la estructura imperial y proba- vano), abandona tu ciudad!
blemente contribuyeran a empeorar una situación ya de por sí crítica (Mi- (ANET,pp. 611 y ss.; Michalowski' 1989' líneas 368-370')
chalowski, 1983). Desde luego la tremenda embestida final sobre Ur vendría
de Elam y Shimashki, como ponen de manifiesto las famosas <damentacio-
nes>> por la destrucción de Ur, compuestas poco después del desastre (Kra-
mer, 1940; Michalowski, 1989). Aunque no son versiones de testigos ocula-
res, ofrecen una viva imagen de la ruina de la ciudad:

El hambre llenó la ciudad, como si fuera agua, no cesará;


(esa) hambre desencaja las caras (de la gente), retuerce sus músculos.
Sus habitantes estián (como) rodeados por el agua, respiran jadeantes,
su rey respiraba pesadamente en su palacio, solo;
sus habitantes solta¡on las armas, (sus) armas golpearon el suelo,
(mientras ellos) golpeaban su cuello con las manos y gritaban.
Se pedían consejo unos a otros, buscaban una explicación:
«¡Ay! ¿Qué podemos decir ante esto? ¿Qué más podemos añadir?
¿Cuánto tiempo más va a durar esta calamidad, hasta que acabe con nosotros?
Ur: dentro hay muerte, fuera hay muerte;
Dentro el hambre estií acabando con nosotros.
Fuera, las armas de los elamitas están acabando con nosotros.
En Ur el enemigo nos tiene agobiados. ¡Ay, están acabando con nosotros!>>
Se refugian (?) tras ella (es decir, tras los muros de la ciudad), estaban unidos
(en el terror).
El palacio que fue destruido por (la avalancha de) las aguas ha sido profanado,
sus cerrojos fueron arrancados;
Elam, como el oleaje hinchado de un diluvio, no dejó más que los espíritus de
los muertos (?).
En Ur (las gentes) fueron aplastadas como cacharros de barro,
los refugiados no (pudieron) escapar, quedaron atrapados dentro de las murallas;
como un pez en un estanque, buscan cobijo.
Los enemigos se apoderargn del Ekishnugal de Nanna;
las estatuas que había en el tesoro fueron rotas,
la gran camarera, Niniagara, abandonó (?) el almacén.
rf
ll
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'll,l
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c.2ooo-c. 1600 . 95
"ub.*orrl
distintas regiones sobre las que nos informan estos materiales sabemos que
ya existían con anterioridad, pero sólo en este momento podemos definirlas
óon más Precisión'
El sistema político dominante en esta época es el de una multitud de ciu-
dades-estado independientes que forman alianzas, intentan atraer a su órbita
a otras más pequeñas, y compiten entre sí por la hegemonía. Algunos de esos
esüados surgen como entidades ya bastante grandes y poderosas, por ejemplo
2 MESOPOTAMIA c. 2000-c. 1 600: Eshnunna, Mari, Isin, Larsa y Babilonia. El modelo político que varias de
ellas pretendían emular era el de Agade y Ur III. En varios lugares, desde Le-
LOS PERIODOS PALEOBABNéNTCO vante hasta la Mesopotamia meridional, ostentaban el poder dinastías cuyos
reyes llevan nombres amorreos. El'amorreo era una lengua semita, estrecha-
Y PALEOASIRIO mente emparentada con el grupo semítico occidental al que pertenece tam-
bién el hebreo (de época posterior). Por desgracia, casi los únicos testimo-
INIRoouccróN nios de lengua amorrea que conocemos corresponden a nombres propios, 1o
cual indica que no llegó a escribirse nunca. Se desconoce cómo es que las di-
El período comprendido entre el f,rnal de ur nastías y el pueblo de los amorreos llegaron a formar un elemento tan signi-
III y la caídade la primera ficativo de la población de la zona. En cualquier caso, su constante presen-
dinastía de Babilonia (1595 según ru-
"r9ñogru-.orr"n"ionar
recibe comúnmente el nombre le ..paleobabiló"nico». o <<media») cia en el ejército y entre la mano de obra de los imperios de Agade y Ur III
En realidad se trata de esú bien atestiguada (véase supra, pp.73 y 92), por lo que podemos concluir
una denominación ringüística, con ü qr.
que se desarrolló por esta época en
;;;;ü;" la modalidad de acadio que no se trataba de un grupo de población nuevo. Estos amorreos que vivían
ra baj-1 rvreffitamia. En el norte, por
contrario, los primeros doóumentos en áialecto el en las zonas fronterizas del estado de Ur III aprovecharon la oportunidad,
asirio --otra variedad del cuando éste se vino abajo, y se trasladaron a las regiones que formaban el co-
acadio- pertenecen también a este período («paleoasirio»).
la única lengua que se escribía: lo mismo qrL El acadio no era razón mismo del imperio, donde probablemente se multiplicó su número
áu.unte el período anterior, si- (véase el capítulo 1, apartado 4; para la documentación básica, Anbar, 1991).
guieron redactándose muchísimos documLntos
en sumerio, especialmente Algunas de las nuevas dinastías utilizaban títulos reales que definían al so-
'i
j
textos literarios, y de hecho una buena parte
de la rica cosecha de literatura berano como miembro de una determinada tribu amorrea ---tomo, por ejem-
I
sumeria que se nos ha conservado ha ilegado
a nuestras manos en copias plo, «Sin-kashid, rey de la (tribu) Amnanum)-, o simplemente como perte-
i
de esta época; los documentos regares
hacíán tu*uie, un uso muy amprio de
neciente al pueblo amorreo, por ejemplo, <<Zabaya, caudillo de los amorreos
I

l fórmulas sumerias. Evidentem"rÉ, Iu educación


lu, escuelas y en el seno (sum. m a r t u = ac. amurru)>>. Parece que este tipo de afirmación de la pro-
de las familias letradas (sjóberg, r974;chrrpir; "n
iésol ,"guiu;uiJyanao er pia alcurnia desempeñó un papel determinante, aunque no lo entendamos
valor cultural que tenía ef sabei'leer y escribir
en sumerio. pero a finales de muy bien, en la ideología moniárquica de esta época.La «genealogía real»
i
se produce un notable incremento de
,i

li
::::rp:i:jo en acadio.
lnscnpcrones
ios textos riterarios y las amorrea, relacionada con el culto a un antepasado regio, nos proporciona otra
muestra de su importancia (véanse Finkelstein, 1966; Michalowski, 1983;
;]

Es esta una época rica en documentación


muy diversa procedente de nu- Yuhong y Dalley, 1990).
merosas ciudades y peque.ñas pobraciones.
Tod; Át" *ur"rial ilumina bri_ Por ahora no es posible ofrecer una historia política coherente de este pe-
llantemente la enorme vatie¿aá de actividades
reali zadas en los numerosos ríodo.t Los archivos existentes nos permiten atisbar un sistema de centros de
estados de Mesopotamia, algunas comarcas
del Levante e incluso de Anato- poder en constante cambio dentro de Mesopotamia. Así, por ejemplo, pode-
lia. Los testimonios y variados procede, ir¿r¿ubremente de los
enornes archivos de 3ás.riás
Mari (la actual reu H;riri; ,. isoo_ 1760).pero
mos observar que en la Baja Mesopotamia la hegemonía de la dinastía de
portantes archivos de Kürtepe (ra tos i__ Isin (la sucesora de Ur III) fue desafiada y derrotada por la ciudad de Larsa,
antigua Kanesi), en Anatotia, que ,o, orr._ que a su vez fue vencida por la política expansionista de Hammurabi de Ba-
cen un cuadro muy detalrado de lo que
lejanos (véase el capítulo 2, apartado
era er comercio asiiiá q* purr", bilonia. También podemos seguir la pista de la creación por parte de Sham-
3), y,los shi-Adad I de un «imperio» extenso, aunque efímero, en la Alta Mesopota-
la zona de Rowan duz, ar roi"rt" d9 Ira[) y Ril"h@r;6reños de shemshara (en
arrojan también bastante luz sobre .om"i"i", ien la región de sinjar), mia, que comprendía varias ciudades importantes, como Mari, Assur, Nínive
ternacionales durante esta época. Las
i. ptitica y las relaciones in-
"l amplísimas comunicaciones y ShubarEnlil (posiblemente, aunque no es seguro, Tell Leilan, en la cabe-
entre las cera del río Khabur) (Weiss, 1985 [OGc]; 1985; MARI,4 tl985l). Otras po-
¿
96 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES rrar\ororerr,uA c. 2000-c. 1600 97

tencias políticas importantes, cuyas historias siguen resultándonos por


gracia bastante oscuras, son Eshnunna, en el válle del Diyala, y
des- empezado a recibir la atención de los estudiosos hasta hace poco (Van de
Aieppo y Mierop, 1987). La estructura burocrática básica siguió siendo la misma y los
Qatna, en el norte de Siria. De todas ellas, la historia del poderoso reino de
Aleppo quizá sea una de las mejor ilustradas gracias a una documentación funcionarios adoptaron, por ejemplo, nombres que llevan el de Ishbi-Erra
como elemento teofórico. La base política y económica del poder de Ishbi-
muy diversa. Pero ninguno de esos testimonios procede de la propia Át"ppo,
Erra (aunque muy menguado en comparación con el de Ur III) era funda-
y de hecho a menugo t_o-tg silven para hace*oi .o-prender ia
irofundidad mentalmente su dominio de ciudades tan importantes ideológicamente como
de nuestra ignorancia. Ebla (Tell Mardikh III A Bi nos ha p.áporcionado
v Ur, Uruk y Nippur, y su control de las rutas que conducían a la costa del
un material arqueológico muy rico (palacios, templos, una muralla
bien for- solfo Pérsico, circunstancia que le permitía aprovecharse plenamente del rico
tificada, e hipogeos análogos a los déscubiertor ugarit en una época lige- íomercio con Arabia y la India (Oppenheim, 1954; Potts, 1990 t0cfl, I, ca-
ramente posterior), prueba de su resurgimiento ", como centro urbano impor- pítulos 6 Y 7).
tante. Pero- es muy escasa la documentáción textual procedente
de Ebla para Muchos elementos de las ceremonias y ritos reales, que constituyen un
este período y sus relaciones políticas con las poteniias más
importantes si- rasgo muy destacado de la dinastía de Isin, por lo menos hasta L932, pode-
guen' por consiguiente, en la oscuridad. No obsiante, el testimonio
de una es- mos interpretarlos como una imitación deliberada de los aires imperiales
tatua real provista de una inscripción indica que también allí
el poder estaba de Ur III por parte de los reyes de Isin, emulación que resultaba impres-
en manos de una dinastía amorrea (Matthiae, l9g4; weiss y rbnmeyer
en cindible si querían cimentar su posición como legítimos herederos de los
Weiss, 1985 [OGc]).
príncipes de Ur III. La promulgación de códigos de leyes constituía otra ac-
tividad que podemos considerar un capítulo importante de la ideología mo-
nárquica, heredada por los reyes de Isin de los de Ur III. Sólo se nos han
l. Le Be¡e MpsoporeMrA c. 2O0O_c. 1g00 conservado fragmentos de copias de uno de esos códigos (Steele, 1948),
pero bastan para demostrar que su forma era muy semejante a la del código
La Lista de Reyes Sumerios y la «correspondencia real de Ur» (véase
su- de Ur. Originalmente estaba escrito en una estela, erigida tal vez en un tem-
Pra, P. 91) demuestran que los menguadoi restos del estado de Ur III se plo, y presentaba al rey en su nuevo papel, ya habitual, de gobernante justo.
mantuvieron unidos al mando de Ishbi-Erra, oficial de Ibbi-Sin, que
se esta- Este tipo de normativas legales no constituían más que una parte de la enor-
bleció en la ciudad fortificada de Isin. En el vigésimo segundo aRó
¿e su rei- me masa de disposiciones jurídicas y gubernamentales dictadas por el rey
nado consiguió expulsar a la guarnición elamiá de Ur y-hu".rre que no aparecerán con relativa claridad hasta dos o tres siglos después. Po-
hasta cierto
punto con el control del primitivo corazón del imperio. Pero
ciudades como demos demostrar que se trataba de una de las actividades regulares del rey
Fshnunna (en el valle del Diyala) y Der (al este aét rigris)
continuaron sien- en toda Mesopotamia, en algunas partes de Levante (norte de Siria) y Elam.
do independientes, aunque sus príncipes no tardaron en reclamar Era frecuente que un monarca, en e[ momento de su ascensión al trono o
el título de
rey (Edzard, 1957). Assur y Elam (con Susa) se mantuvieron también poco después, afirmara públicamente su preocupación por la justicia social
firmes
fuera del reino de Ishbi-Erra. No obstante, nu"uo soberano fue adoptando a través de un edicto. Su principal interés en esa ocasión se centraba en
"l el de «rey de los cuatro cuar-
poco a poco parte de los títulos de Ur III, como corregir los desequilibrios, en especial aquellos ocasionados por las deudas.
tos», y fue, al menos en algunos contextos, divinizado. be hecho Un minucioso estudio ha permitido reconstruir parcialmente cómo se de-
bastantes testimonios de la tontinuidad de las tradiciones mon,e.qui.á, for".¡¡o,
y gu- sarrollaba todo el proceso (Kraus, 1984; Cha¡pin, 1986, pp. 70 y ss.; Green-
9:ATj"!ul9r, pese a los notables cambios políticos produciáos (stone, gus, 1988): se encendían antorchas para avisar a la población de que iba a
l-98-l¡.La hija de Ibbi-sin, por ejemplo, .orr"*ó su prerio de €ntumdel efectuarse la proclamación de un rey; se convocaba en la capital a los fun-
dios
de la luna en Ur hasta su muerte, siendo sucedida por la hija de cionarios locales para que recibieran instrucciones, y se repartían copias es-
Ishbi-Erra;
en realidad, buena parte de los testimonios acerca de este cargo critas de los decretos. Las tablillas que atestiguaban las obligaciones de los
proceden de
esta época (Weadock-,- 1975). Algunos de los himnos reales rñás^grandiosos, deudores para con sus acreedores eran reunidas y destruidas, quedando así
que se desarrollan y elaboian_los temas que aparecen en cancelada la deuda. En los casos en los que las partes contratantes desearan
9n los los del perfo-
do ur III (véase supra, pp. 88-90), fueron p¿Lra los reyes de Isin que un determinado compromiso siguiera vigente, tenía que ser confirmado
(RÓmer, 1965). Los testimonios más completos "o-iu"rtos
acercade la celebración del formalmente ante los servidores y jueces del rey (Kraus, 1958; Charpin, 1986,
rito de las bodas sagradas, con la típica preeminencia que dan a la pp. 169-173). Algunos elementos de estos pronunciamientos reales aparecen
bendición
divina del eventual ocupante der róno, data, también de este período también en los códigos de leyes. Ello indica que códigos y edictos formaban
(véa-
se-supra, p. 90). Ya en un ámbito muy distinto, resulta sorprendente parte de una serie de decisiones jurídicas del rey, que eran reafirmadas
la no-
table semejanza de las prácticas administrativas, aunque este (o quizá simplemente ratificadas) con ocasión de la ascensión al trono del
tema no ha
EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES r,nfiororeo'ul c. 2ooo-c' 1600 99
98

soberano y a veces incluso eran repetidas formalmente con posterioridad a Cueono5.CronologíadelaBajaMesopotamiac.2000-1750


lo largo de su reinado (Kraus, 1984).
La compilación definitiva de la Lista de Reyes Sumerios (véase supre, Babilonia
pp.44-46) durante esta época desempeñó un papel trascendental a la hora de
ftr Isin Larsa

demostrar que el gobierno de la dinastía de Isin respondía a la voluntad de los I Ishbi-Erra


'''
[Naplanum 20251
dioses, según Ia cual las dinastías debían ir ascendiendo y cayendo sucesiva- (zotl-tggs) [Emisum 2004]
mente, y que sus titulares eran buenos herederos de los reyes de Ur III. La
: shu-ilishu
t, 0984-1975) [Samium 1976]
lista presentaba a los príncipes de Isin como parte integrante de un panora-
Iddin-Dagan
ma caleidoscópico de poderes reales desde el comienzo de los tiempos: reyes
famosos, como Sargón de Agade o Shulgi de Ur, formaban parte de esta 1o- Q974-19s4)
Ishme-Dagan lZabaya l94l)
tería divina, que ahora les tocaba a los soberanos de Isin (Michalowski, 1983). (1953-193s)
La reconstrucción de los templos destruidos por los elamitas y sus aliados de LiPit-Ishtar Gungunum 1932-1906
Shimashki (véase supra, pp. 9l-92) constituye un elemento importante que 0934-t924)
ilustraría la armonía divina alcanzada en tiempos de los reyes de Isin: las dos Ur-Ninurta
famosas lamentaciones por la ruina de Ur fueron compuestas poco después (t923-1896) Abisare 1905
de su caída y conmemoraban la restauración de sus edificios sagrados más Bur-Sin
Sumuabum (1894-1881)
(189s-1874) Sumu-el 1894
famosos (Kramer, 1940; Michalowski, 1989). Estos lamentos <<históricos>>, al
igual que otros similares, describen la destrucción y el colapso de la vida ci- Lipit Enlil
(1873-1869) Sumulael (1880-1845)
vllizada araíz de una decisión divina que desencadenaba invasiones hostiles,
Ena-imitti
y permitía que los ejércitos enemigos vencieran y provocaran el abandono de (1868-1861) Nur-Adad 1865
la ciudad por su divinidad patrona. Por consiguiente, la restauración de una Enlil-bani*
ciudad arrasada por orden divina sólo podía llevarse a cabo tras obtener per- (1860-1837) Sin-iddinam 1849 Sabium (1844-1831)
miso de los propios dioses para ser reconstruida; [a divina concesión de ese Sin-eribam 1842
permiso a un determinado rey venía a confirmar que gozaba del favor espe- Sin-iqisham 1840
I
cial de los dioses. El «Lamento de Nippur», que conmemora la reconstrucción Zatrrbiya
I de la ciudad por Ishme-Dagan, rey de Isin (1953-1935), ilustra perfectamen- (1836-1834) Silli-Adad 1835
te este importante aspecto: Iter-pisha
(1833-1831) Warad-Sin 1834
Ur-dukuga
Él (pntil) escuchó su súplica y lo miró con benevolencia. Apil-Sin (1830-1813)
(1830-1828)
Las palabras de Ishme-Dagan (rey de Isin) fueron de su agrado.
Sin-magir
Su humildad y sometimiento lo conmovieron. Í 1822-1763
(1827-t8r7) Rim-Sin
(Vanstiphout, 1983, p. 336.) Damiq-ilishu
Sin-muballit ( 18 12- 1793)
(1816-1794)
Hammurabi (1790-1750)
El orgullo que sentían los reyes de Isin ante esta prueba evidente de ben-
dición divina sería subrayado, a partir del reinado de Ishme-Dagan (1953-
1935), por [a introducción de toda una nueva serie de títulos. A partir de este * Contemporáneo de Sinkashid de Uruk' (ASH;
en la se-
momento los reyes son calificados de <<los que se cuidan de Ur, Nippur, Eri- Norn: Es[a es la «cronología media» convencional utilizada, por ejemplo, que datación
64 todas las fecñas, de suerte la
gún la <<cronología Ua¡a» habríí que rebajar años
du, Uruk e Isin>>, las principales ciudades con importancia ideológica que de Hammurabi sería 1728-1686; véase la Introducción pp' 27-28'
'
ellos habían reconstruido. Los arqueólogos han descubierto algunos edificios
en Isin, entre ellos el templo de Gula, diosa de las curaciones y patrona de la
poder de
ciudad. Sin embargo, todavía deben clarificarse las secuencias cronológicas A pesar de su complicada ideología, la fragilidad intrínseca del
para que podamos hacernos una idea completa de lo que era la ciudad en esta los reyes de Isin ," ué subrayada pór la aparición de una dinastía rival en
época; a medida que vayan progresando las excavaciones alemanas que se Larsa, a unos 100 km más al sur (té¡Z; véase el cuadro 5). Se trataba de una
están realizando en ella, 1o conseguiremos (RLA,5, pp. 189-1,92; Hrouda, dinastía amorrea, como ponen de manifiesto los nombres de sus reyes y el
(véase supra' p'95)'
1977-1987). empleo ocasional de un titulo que indica su filiación tribal
l;

:'
i' 100 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES *§ororo*o c.2000-c. 1600 101

I
Gungunum (el primer príncipe de la dinastía independiente de Larsa, lg32- La dinastía de Larsa no se vio libre ni mucho menos de desafíos políti-
1906) y su padre habían sido, casi con toda seguridád, gobernadores de la pro-
I
I |os, como demuestra un insólito texto compuesto por un rey de la ciudad de
yincia de Lagash (de la que formaba parte Larsa) a lás órdenes de los reyes éooca posterior, Sin-iddinam (1849-1843). Según este testimonio, el territo-
de Isin, circunstancia que demuestra el nivel de integración alcanzado por mu-
rio de Larsa fue invadido por los enemigos a finales del reinado de Sumu-el
6866) (el responsable de la construcción de una presa y del desvío de las
chos amorreos dentro de la estructura política. La ruptura de Larsa con el rei-
no de Isin vino marcada por la conquista de ur por parte de Gungu¡rrnr ázuas de Isin [véase supra, p. 100]). La invasión amenívaba al país con pere-
hecho importante no sólo desde el punto de vista ideológico, sino sobre todo cór víctima del hambre, de modo que, presa de la desesperación, la población
porque la ciudad principal puerto del lucrativo comercio con el Golfo; se sublevó contra el rey de Larsa y se pasó al enemigo. En ese momento,
"*a 9llos reyes de Isin una
su pérdida arrebató importante fuente de ingresos. cuando todo parecía perdido, Utu (dios sumerio del sol, patrono de Larsa)
Los motivos que se ocultan tras la secesión de Larsa ron ehgió a un hombre para que corrigiera la situación y nombró a Nur-Adad,
oscuros. Un interesante grupo de textos (Walters, l97O) indican "o-pletamente
que un fac- padre de Sin-iddinam (1865-1850), al cual enseñó la forma de restaurar el or-
tor (probablemente uno entre muchos) fuera la insuficiente atención prestada áen en el reino de Larsa (Van Dijk, 1965). Se trata de un cuento instructivo,
il Plr los reyes de Isin a los sistemas de regadío de los campos situaáos más compuesto a todas luces con el fin de reafirmar la posesión del trono por
allá de su entorno inmediato. No está claró si este descuidó se debió o no a parte de un rey que no tenía ningún derecho genealógico sobre el mismo, y
la menor escala de la economía y de la mano de obra estatales; pero parece constituye la única pista lo demás bastante resbaladiza- que tenemos
seguro que las disputas originadas por el agua constituyeron duránte bastan- -por
para entender los problemas políticos a los que hubo de hacer frente Larsa en
I
te tiempo (casi sesenta años) un factor recurrente que determinó el curso de su intento de erigirse en estado secesionista independiente. Da la sensación
los acontecimientos políticos de la Baja Mesopotamia. La disputa concluyó de que Nur-Adad y Sin-iddinam lograron dar mayor solidez al nuevo reino:
cuando los reyes Abisare (1905-1895) y sumu-el (1g94-1g66) áe Larsa eféc- Nur-Adad construyó un palacio impresionante en la propia Larsa (RLA.,6,
tuaron un movimiento de pinza en torno a Isin, privándole casi por comple- pp. 500-503; Margueron, 1982). El reciente descubrimiento de Mashkan-
to de agua al desviar los canales hacia el sur, la región de Larsa. El impacto Shapir (cerca de Abu Duwari, véase supra, p.23; Stone y Zimans§, 1992),
de este hecho sobre la economíade Isin, junto lu pérdida de Ur, el co- segunda capital del reino, demuestra que Larsa controlaba territorios a orillas
mercio con el Golfo relacionado con esta ciudad, "o,y la áeñnitiva pérdida del del Tigris e incluso más hacia el este. Sin-iddinam levantó una muralla en
control sobre Nippur, fue, al parecer, tremendo, e lsin empezó a decaer rápi- torno a esta importante ciudad, que estaba cruzada por cuatro canales y al-
damente. Podemos ver ciertos indicios de la catástrofe politica que sufrió Iiin bergaba un palacio.
en la crisis dinástica culminada en la subida al trono de un usurpador (Enlit- Pues bien, aunque Larsa se convirtió en una potencia con la que era pre-
bani 1860-1837), que puso fin a la sólida sucesión padre-hijo vigente hasta ciso contar, parece que nunca logró ser un estado grande y bien integrado.
entonces. Aunque los reyes siguieron gobernando en Isin, su verdidero poder Un texto de época posterior procedente de Mari califica al gran Rim-Sin de
rl
político se redujo enornemente. Pero en el terreno ideológico sus preténsio- Larsa (1822-1763)'? de rey de la ciudad y jefe de una coalición de diez o
rli
,l nes de ser los legítimos soberanos de la región debieron áe seguii teniendo quince ciudades más (véase infra, p. 122). Ello supone la existencia de una
,li
cierta fuerza: la ciudad de Isin no fue conquistada e integrada á el reino de fragmentación política considerable en la región, en virtr¡d de la cual los es-
ji
Larsa hasta la época_del último rey de estf dinastía, Rim-s in (1g22-1763); y tados más pequeños eran atraídos a la órbita de los más poderosos. Los
tan importante fue el acontecimiento, que los treinta y un años restantes del disturbios atestiguados en Larsa a mediados del siglo xx probablemente no
il reinado de Rim-sin recibieron su nombre a partir de este hecho:
it
fueran un caso aislado. Aproximadamente por esa misma época, Uruk se in-
dependizó bajo el poder de Sinkashid, <<rey de Uruk, rey de Amnanum (tribu
(Año 30 de Rim-Sin): «Con la excelsa arma de Anu, Enlil y Enki, el ver- amorrea)>>. El nuevo príncipe de Uruk estableció una dinastía y emparentó
il dadero pastor, Rim-Sin, conquistó la ciudad real de Isin y a todós sus habitan- con los nuevos reyes de Babilonia (también amorreos), jactándose de poseer
tes, cuantos había en ella; hizo que todos sus habitantes conservaran la vida,
el título de rey con pleno derecho. También por esta época Eshnunna, en el
e hizo su nombre famoso por todos los tiempos».
valle del Diyala, extendió su poder, hasta el punto de ejercer un breve domi-
(Año 31): «Al año siguiente (a aquel en que) con la excelsa arma de Anu,
Enlil y Enki, etc.>>.
nio sobre Assur hacia 1830. A finales del siglo xx el gran estado centraliza-
(Año 32): «Un año después del año siguiente... etc.». do de Ur III vivía únicamente como un recuerdo remoto del pasado.
I (Año 33): <<Al cuarto año después de que...>>.
¡
I
(Y así hasta el 60." año del reinado de Rim-Sin)
(RL,A,2, s. v. «Datenlisten>>, pp. 152-153 y 163-164.)

i
i

,,íffii-h
102 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES *trioro*r^ c.2000-c. 1600 103

Cuepno 6. Cronología de los reyes paleoasirios

Templo de Akitu 27 [Sulili


28 Kikkiya (no atestiguados en las
c.2015-c. 1939 29 Akiyal inscripciones)
Emplazam¡ento del
Palacio Nuevo
30 Puzur-Ashur I
de Tukutti-Ninurta I
Anu
de
yAdad 3l Shallim-Ahhe
?.
Zgurat ,1§ 32 Ilushuma
Casas +a 1939-1900 33 Erishum I
reales
34 Ikunum (mayoría de textos del kdrum
deAdad-nirari I
Puerta de
35 Sargón I de Kanesh II c. 1900-c.1830)
36 Puzur-Ashur II
Templo de
1900-1814 37 Naram-Sin
\ CIUDAD INTERNA
(4 años de reinado)
38 Erishum II
(¿1 año de reinado?)

1813-1781 39 Shamshi-Adad I (textos del nivel Ib del kdrum


@ de Kanesh c. 1800-1780? o
Casa particular
..,Q"
c.1820-c.1750?)
Puerta de Poniente

Nore: Los números arábigos se refieren a la Lista de Reyes Asirios, véase infra, pp. 107-108.
0 100 200 3oO m
llrr Puerta del Sur
al

de oñciales
! eaboasirlo y anterior (antes de 160O a.C.) Guillermo II, y bajo los auspicios de su augusta persona se iniciaron las ex-
I Mesoasirio (1600 -1 OOO a.C.)
cavaciones dirigidas por la Deutsche Orientgesellschaft enffe 1903 y 1913. Son
§ t'teoasirio (1000 - 612 a.C.)
CIUDAD NUEVA
muy pocos los restos del período paleoasirio que han sido investigados. Ello
se debe a que un sector bastante amplio del templo de Assur se encontraba
debajo de una comisaría de la policía turca, mientras que en otros puntos los
l

l Flcune 8. Plano de Assur (según Roaf, 1990 tOAl). monumentos y edificios de las grandes fases imperiales de la historia de Asi-
ria son demasiado importantes o simplemente demasiado extensos para per-
l
mitir la realización de unas excavaciones exhaustivas. Se llevaron a cabo una
serie de catas bastante profundas sobre todo en la zona del templo de Ishtar,
l
2. Assun DURANTE EL pEúoDo pAI-ÉoAsrnro (c. 2000-c.1800) que mostraron una secuencia de niveles que permite reconstruir un cuadro
I

l
cronológico relativamente coherente (véase el cuadro 6; Larsen, 1976). No
I
Emplazamiento y nombre siempre resulta fácil atribuir otras estructuras, como por ejemplo las murallas
i

de la ciudad, a un período en concreto. El testimonio de algunas construc-


i
I Assur se encuentra situada a unos 100 km al sur de Mosul, en la margen ciones se basa en las inscripciones de los ladrillos o en las de las edifica-
il
f
izquierda del Tigris, y ocupa el extremo norte de Jebel Hamrin. En su parte ciones regias. Se han encontrado casas particulares que datan del período
sggtentrional y oriental, el lugar estaba bañado originalmente por las aguas paleoasirio, pero por desgracia los estudios correspondientes no han sido pu-
del Tigris, al este por las del río propiamente dicho y al norte por un canal blicados en su integridad (véase, en general, Andrae, 1938).
(véase la figura 8). Assur se encuentra situada en el extremo de la zona llu- El nombre de Assur constituye otro problema (véase Lambert en Wise-
viosa, lo que significa que la agricultura de la región no depende por com- man, 1973 [0A]), pues el nombre del principal dios de la ciudad y el de la
pleto del regadío; se encuentra además en una posición ventajosa para apro- ciudad misma son idénticos. El nombre de la ciudad, Assur, aparece ya en
vechar las importantes rutas de las caravanas que iban de norte a sui y deLste textos del período de Agade (pero no en los de Ebla, véase Geller, RA,77
a oeste. El sultán otomano regaló el yacimiento al emperador de Alemania, [1983]), pero como nombre divino no hace su aparición hasta la fase Ur III.
I
I

I
I

i
l
t v\soeorarr,rrA c. 2ooo-c. 1600 105

Irs especialistas han sostenido, por tanto, la tesis de que 1o primitivo era el
bpónimo y que el nombre del dios derivaría de é1, esto es, se trataría de una
eniarnación divina de la ciudad. En épocas muy posteriores el nombre de la
ciudad se escribía a veces BAL.TIL, que, según J. y H. Lewy, sería el nom-
(,
bre original del lugar y demostraría que en realidad era hurrita (CAH,I, ca-
c
c
5 E(ú a oítulo 25); pero en la actualidad casi todo el mundo reconoce que la forma
c
.C !o) ,o bel-.fU- no es más que un arcaísmo erudito de los escribas. El nombre de
ü' (ú .-cL
@ z lo que luego sería el país llamado Asiria deriva de la ciudad de Assur; pero
a durante el período paleoasirio y anteriormente el estado de Assur esüaba for-
mado sólo por la ciudad y su entorno más inmediato. Ésta ocupó siempre un
t:

lugar especial dentro de Asiria hasta su destrucción en 614, incluso cuando
I
lt
ofas poblaciones asirias se convirtieron en cent¡os políticos importantes, por
-t
(E
to
o
ser el núcleo original del país y el corazón del culto de Assur. Su territorio
c
||, § .E
fr §i sería denominado siempre simplemente «el país» (mAtum) en épocas poste-
-j al (Ú
(r) riores.
-o
F ()
,TJ

a)
L{
o Fuentes de la historia de Assur
I q)

'tr
c, (ü Las principales fuentes contemporáneas de [a historia de la ciudad son las
= inscripciones reales de los edificios de Assur que, salvo raras excepciones,
«l
o son breves y se limitan a dar cuenta de las reparaciones y obras de embelle-
lill O.
o cimiento de los principales monumentos. Están escritas en paleoasirio, dia-
u)
q)
lecto del acadio (bastante distinto del paleobabilónico) y dan al rey un título
i

(\, muy sencillo:. «i§§'iak (dingir) A§§ur» - <<vicegerente (o gobernador) del dios
Assuo>. Un ejemplo típico es el siguiente texto de Erishum I (1939-1900),
«l
*l descubierto en los ladrillos y en la escalgra del templo de Assur:

+ Erishum, vicegerente del dios Assur, hijo de Ilushuma, vicegerente del dios
oi Assur, edificó toda la zona del templo del dios Assur y la Puerta del Paso, el
patio, (y) la capilla del dios Assur para el dios Assur, su señor, por su vida pro-
:4., pia y la vida de su ciudad (B. Meissner, Die Inschriften der altassyrischen Kti-
nige, 1926, V 8a-e; Grayson, 1972,X.XXJII, n." 8; Grayson,1987, A.0.33.4).

2.
o
Los textos reales de esta época se ven complementados por las inscrip-
o)
f ciones de otros monarcas asirios muy posteriores (de los períodos medio y
neoasirio; véanse los capítulos 7, apartado 2, y 9), que aluden a las edifica-
ciones realizadas por reyes anteriores. Un aspecto importante pro-
blemático- de estos textos es que datan esas obras primitivas -aunque
en relación
con los reyes de época posterior, circunstancia que nos suministra una infor-
mación cronológica potencialmente valiosa (denominada técnicamente <<Dis-
tanzangaben>>; Na'aman, 1984 tOO]). He aquí, por ejemplo, cómo el rey me-
dioasirio Tiglath-pileser I (lll4-L076) recuerda las obras realizadas por sus
predecesores:

I
I
!

i
fi

106 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


rr,rc$eorerrarA c. 2ooo-c. 1600 lo7
En esa época el tempro de. los dioses An y Adad, los grandes dioses,
señores, que Shamshi-Adad, vicegerente ry¡s todas que formaban parte del gran reino creado por Shamshi-Adad I.
de Aisur, hijo de Isrrmeougan, tarn-
bién vicegerente del dios Assur, tráuia construido rcstimonio más importante también el más complicado- de esta
sado 641 años- se había desmoronado, y
en ót o tiempo
-habían
pa- -y
es la Lista de Reyes Asirios, de la cual existen varias copias de co-
Ashur-dan, rey de Asiria, hijo de
Ninurta-apil-Ekur,rambién rey de Asiria, iuuá¿"oibádo;l reññ del primer milenio. La parte del texto relevante para esta época es
había reconstruido,
y no (ro)
y durant" 60 uro. nuái" t uÜiu vuelto a echar
(L.w. Kirg, Annars of the Kings of Assyria, sus cimientos
-ió-lorGray-
son, 1976, LXXXVI, 1 t§ 5ai; Graysón,
ttigoz), cyt. A, vu,
tgsi-e.O.SZ.t). 1) Tudiya; 2) Adamu; 3) Yangi; 4) Kitlamu; 5) Harharu; 6) Mandaru;
7) Imsu;8) Harsu;9) Didanu; 10) Hanu; 1l) Zuabu; 12) Nuabu; 13) Abazu;
El único rey (anterior a la dinastía 14) Belu; 15) Azarah; l6) Ushpia; 17) Apiashal.
la titulación más simpl" y;;i IIV) que se apartade la tradición de
del díaücto asirio en las inscripciones (Probablemente deban descartarse los doce primeros nombres, pues apare-
i es shamshi-Adad I (1813-1781). "ápr.o
introau¡o ei uso oe eprteto, .ruiá, larguísi- cen también en la genealogía de Hammurabi; véase Finkelstein, 1966.)
mos y complejos, basados en morlelos Total: 17 reyes «que habitaban en tiendas>>.
il dá la Baja Meópota*r", y .r mismo
tiempo inauguró el empleo del dialec,o pur"ouuilirónico^en 26) Aminu, hijo de Ilu-kabkabi; 25) Ilu-kabkabi, hijo de Yazkur-ilu;
ll
i (Grayson, l97l). ,r. írr..ipciones 24) Yazktr-ilu, hijo de Yakmeni;23) Yakmeni, hijo de Yakmesi; 22) Yakmesi,
La situación política, económica y social de hijo de Ilu-Mer; 21) Ilu-Mer, hijo de Hayani;20) Hayani, hijo de Samanu;
Assur la conocemos sobre
todo por los numerosos textot 19) Samanu, hijo de Hale; 18) Hale, hijo de Apiashal; 17) Apiashal, hijo de
pul"oasirio procedentes de los estableci-
",
mientos comerciales asirios de Kanésh, cerca dé Kayseri, en la Anatolia cen-
UshPia (= su7ra, n." l6).
tral, que datan de c. 1900-1830 (kdrumde Kaneshl Tot¿l: 10 reyes <<que eran sus antepasados>>.
pp' 378-382i véase el capítulo 2,'aparlado
óil;iéZ\') onq, s, (La lista de reyes va hacia atrás hasta este punto; de hecho estos persona-
3). El único edicto real conservado jes son los antepasados de Shamshi-Adad I. Parece que la intención era esta-
en su integridad procede precisamente de
allí; qiizá fuera leído el público blecer los lazos que unían a su padre [n.'25 = Ilu-kabkabi] y a su hermano
con ocasión de alguna ceremonia de juramentotormal
(Landsblrger y Bal_ [n." 26 = Aminu] con Apiashal [- n.o l7], hijo de Ushpia [véase Landsber-
kan, 1950; Kraus, 1gg4). El texto r"sulta bastante ger,1954).)
oscuro en algunos pasajes,
pero refleja el papel del rey de Assur
como paladín de la justiEi.;"" 27) Sulili, hijo de Aminu; 28)'Kikkiya;29) Akiya; 30) Puzur-Ashur (I);
3l) Shallim-Ahhe; 32) Ilushuma.
(El dios) Assur (es) rey. Erishum (es)
vicegerente. Assur (es cual) los pan- Total 6 reyes <<cuyosepónimos (littanu; véase infra,p. lll) han sido des-
tanos cubiertos de juncos que no pueden
atrauá-r", cual ras que no truidos».
pueden ser hoiladas, cual lbs canales
qu" ,; puJ"n ,.. cruzados.
"o**"u,
El que habla demasiado (es decir, et quá ái"" 33) Erishum (I), hijo de Ilushuma, cuyo [...]; reinó durante 40 años.
Paso' el demonio de las ruinas se apoderará -"rtiras) en la puerta del 34) Ikunum, hijo de Erishum; reinó durante
de su boca y de sus cuartos trase- [¡ años].
ros; aplastará su cabeza como un cántaro hecho
aRicos; caerá.*o un junco 35) Sargón (I), hijo de Ikunum; reinó durante [x años].
roto y el agua manará de su boca. El que
dice rn"ntiru, en la puerta Jel paso,
su casa se convertirá en casa de la ruiná. 36) Puzur-Ashur (II), hijo de Sargón; reinó durante [x] años.
El que se levanta p*, á* rur.o testi-
monio' que los Jueces que dictan seniencia en 37) Naram-Sin, hijo de Puzur-Ashur; reinó durante [x] años.
[si"j..f
ren unal sentencia [falsa contra]l; que [la puert¿ del paso dic-
Assurl, Áaua y Éef r"ri ái"l"r"nquen 38) Erishum (II), hijo de Naram-Sin; reinó durante [x] años.
I
(Para los n.o' 33-38, véase supra, cuadro 6.)
[El que...] ... me obedece, [cuando va] a la puerta del paso,
i nistro del paracio [le asista]; [que] er mi_ 39) Shamshi-Adad (I), hijo de Ilu-kabkabi. En tiempos de Naram-Sin fue
[que envíe¡ á tos testigos y al demandante (ar
tribun¿l);[que] lo-s jueces ¡se-sienten a Kar-Duniash (es decir, Babilonia, en la parte norte). Siendo epónimo lbni-
I er t¡uurall y dicten una sentencia
apropiada [en Ass]ur (Landiberg^er y "n teSóf
Balkan, Adad, Shamshi-Adad volvió de Kar-Duniash. Se apoderó de la ciudad de
Cray son,]972,XXX[I, 9
[§§ 7a-76]; Grayson, 19g7, A.0:33.i). Ekallate (cerca de Assur). Permaneció en Ekallate por espacio de tres años.
Siendo epónimo Atamar-Ishtar, volvió de Ekallate. Derrocó a Erishum (= n.o 38),
otros testimonios del comercio asirio y de hijo de Naram-Sin (= n." 37). Se apoderó del trono. Reinó durante treinta y
la situación reinante durante tres años.
la época de shamshi-Adad I (1813-1781) proceden
de los archivos de Mari
(véase el capítulo
y !1lpanado i¡, d. ras tabrila, ¿. st..shara (Laessoe, 1959
7965; Eidem, 1985, (N. B.: Los números han sido añadidos por conveniencia; véase supra, cua-
rg92), de ros textos de Rimah (Dalley et
últimamente de los máte.iares descubiertos ar., 1976), y dro 6; I. J. Gelb, JNES, 13 [954], pp. 209 y ss.; AI/ET, pp. 564-566; Larsen,
en rerircilan (weiss, 19g5), ciu_ 1976, pp. 34-40; R/A, 6, pp. l0l-l l5; Landsberger, 1954.)

I
108 EL DESARRoLLo DE EsrADos y
I
cTuDADES ,üpsorcrrarrara c.2000-c. 1600 109
Evidentemente la lista ha sido manipulada
en una medida considerable Mesopotamia ha-
con el fin de hacer encajar a shamshi-Adad
quistador amorreo y no tenía nada
i -r;. en realidad era un con_ privilegios. Assur
que ver con Asiur- en una rista de
naturales del país (para un análisiimás. reyes t había logrado ocupar una posición de dominio en el comercio de estaño con
compteto, véase Larsen, 1976). La el este, y por lo tanto servía de centro de distribución, al que podían acudir
cronología de los reyes asirios desde
más o ,n"ro, el año zooohasta sham_ los mercaderes de la Baja Mesopotamia a comprar estaño y probablemente
shi-Adad (o, más exactamenre, shamshi-Add;,
forma aproximada aparece.n ét cua¿ro
qr" poa".nos establecer de .mmbién a vender parte de su cobre (originario principalmente de la zona del
6. Golfo). Según el decreto de Ilushuma, prefirieron hacerlo así, toda vez que
¿cuáles son las principales características de la historia
este período que podemoJ deducir de Assur durante ahora podían hacer mejor negocio en Assur que en otros lugares. Se ha di-
de estos .nut"¡ut"r? En primer lugar, cho que las ciudades mencionadas en el texto qtizá sean una alusión a las
consiguió su independencia poco después que
de c. 2000I gr9 fue gobernada por tres principales rutas de las caravanas procedentes del sur: una iba desde Ur
prÍncipes locales. En segundo lugar,
que hacia 190ó había d;"r;ii;do ya (punto de entrada del cobre procedente del Golfo) a Nippur, desde donde su-
una red comerciar importantr,
i ,oáo dámuestran los testimonios de ros mer_ bía hasta Assur; la segunda qaizá fuera bordeando el Tigris; y la tercera iba
caderes asirios estab[ecidos en Ia
Anarolia centrai;;;^;. irr, desde Elam a Der, al este del Tigris, y desde allí, cruzando el río, hasta As-
il
ii Y en tercer lugar, que el caudillo amorreo , i] ,rro.
i
quistó Assur a finales del siglo
shamshi-Adad I (rgl3-r7gl) con_ sur. Si aceptamos esta propuesta y a ella le añadimos la frase de Erishum,
ri
ll
xrx. hrjo y sucesor de Ilushuma (1939-1900), cuando dice que «convirtió en ar-
tículos libres de impuestos la plata, el oro, el cobre, el estaño, la cebada, la
l1

La entrada de Assur en la escena internacional lana...» (Grayson, 1972, § 62), podemos apreciar que los reyes asirios intro-
dujeron deliberadamente una política tendente a aprovechar al máximo las
ventajas de su posición crucial en las actividades comerciales.
Las posibilidades de reconstruir más
detalladamente la historia de la ciu- En resumen, aunque las fuentes son muy escasas, parece que Assur fue
dad de Assur a partir de los *ut".iur".
analizados *¿, uoiua son muy esca_ desarrollándose hasta convertirse en una ciudad-estado importante poco des-
sas' Especialmente enigmática es
la cuestión de cómo ilegó Assur a desem_ pués del año 2000; contaba con importantes santuarios; estaba protegida por
peñar el papel de protagonista
en la red de relaciones comerciales
con países una muralla y bien abastecida de agua; y estuvo gobernada por una dinastía
lejanos. Los textoi der-rey Ilushuma
y su hijo, Erishum I (1939_1900), nos de reyes locales desde Puzur-Ashur I (poco antes de 1939) hasta c. 1830.
ofrecen una pista de cómo logró
o"up* esá posición. El más largo (el de Assur se hizo con el control de una floreciente red comercial en la Anatolia
Ilushuma) se conserva en numerosas
copias sobre ladrillo (además de un central entre c. 1900 y 1830, gestionada por una serie de centros mercantiles
fragmento en piedra) , y reza asf: -
-
asirios basados en los lazos familiares (véase el capítulo 2, apartado 3). La
importancia de Assur en este comercio probablemente se debiera a su estra-
Ilushuma, vicegerente de Assur, amado
por el dios Assur y la diosa Ishtar, tégica posición en el cruce de las vías de comunicación, que sus reyes apro-
vicegerente de Assu., r,i¡o-¿, puzur_Aiui vecharon astutamente ofreciendo ciertas ventajas a sus socios comerciales,
I3iÍ:r:,taltim-ahhe, ui""g.r"n,"
Ilushuma, vicegerente de Assur, construyó especialmente a los de la Baja Mesopotamia (véase Leemans, 1968). Las
el templo para la diosa Ishtar, colonias de Assur en Anatolia contribuyeron a extender el mercado asirio y
su señora' por su vida. una nueva
muralla ... constru í y la subdividí para las
manzanas de casas de mi ciudad. a estimular la economía del país.
EI dios esu.uu¡ó para mí dos manantiales
en el monte Ebih y fabriqué ladri.llos
p*u ünluátiu¡unto a Ios dos manantia_ La ventajosa posición que hpbía alcanzado Assur y que se consolidó en-
Ies. EI agua de un o,ununtiar bajaba
iasta ru pr"rr, de Aushum, el agua der tre 1939 y 1830, hizo que se convirtiera en el blanco de Shamshi-Adad I
otro manantial bajaba hasta la púerta
¿e Werturn
(1813-1781, véanse pp. 108 y 110), originario de la región situada al oeste
La «libertad>> (addurdru) de.los acaaios y-sus de Assur. La historia de sus ambiciones y de su victorio.sa expansión puede
su cobre. Instauré su «ribertad>>
tr¡os instauré. «purifiqué»
desde to, ¿" lo, pantanos y ur y Nip_ reconstruirse en parte a partir de los archivos de Mari y de la Lista de Reyes
pur, Awal y Kismar, Der del dios "orrrr,"
Ishtaran, hasta la ciudad (es decir, Assur) Asirios (véase supra, p. 107). Según estos testimonios, se apoderó del trono de
(B' Meissner Die Inschrif-ten der
artassyrischen xorrgr, 1926, ry,2;Grayson, su hermano en su país, y luego atacó la zona situada alrededor de Babilonia
1972, xxx[, 2 Í$$ qo-izl;
Grayson, lgg7, A.0.32.2). y Sippar; por último se dirigió al norte para tomar Ekallate (probablemente
al norte de Assur) y la propia Assur, donde derrocó al rey local. Conquistó
En contra de otra tesis más vieja,
según la cuar este pasaje se referiría también otros lugares, como por ejemplo Mari, en una fecha indeterminada;
una campaña de conquistas de a
lrusñu*aén el sur (1AH,I, capíturo z5),Lar_ es posible que no se apoderara de esta última ciudad hasta mediados de su
sen (1976) ha postulá¿o de modo
bastante convincente que el texto refleja el largo reinado (Veenhof, 1985, especialmente el addendum, p. 207). Al final
110 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES ,§onororlA c. 2ooo-c. 1600 111

el reino de Shamshi-Adad I incluía la zona de la cabecera del Khabur, em-


tr¡ida por los
jefes de las grandes familias de mercaderes establecidas en ella
plazamiento de una de sus capitales, Shubat-Enlil; las recientes excavaciones
il;Jr; lg7á). S.g,i" p"i.ce,-todas las grandes cuestiones políticas estaban
vinculantes
del yacimiento de Tell Leilan (probablemente la propia Shubat-Enlil) han
X;;;, á" .íu CIudaár: era ta ciudad 1á que tomaba decisiones
puesto de manifiesto el aspecto que debía de tener una ciudad rica de esta de la comunidad (awat atim ='palabra/orden del pueblo')'
oara elconjunto t;uicio de la ciudad')' Con-
época en esta zona (Weiss, 1985). Desde allí su reino se extendía por el sur i, anrobaba la, ,"roluciones jurídicas (dmalim -
hasta incluir las localidades de Terqa y Mari, a orillas del Eufrates, y luego,
#üb, ilr"la.ione, diplomáticas con los principados anatólicos en cuyos
cruzando la llanura hacia el este, hasta Ekallate y la por entonces ya gran
tenitorios
_o en Ia cercanía de ros cualesl se ña[aban situadas ras colo-
través del heraldo de la ciudad (§ipru §a dlim)'
nias mercantiles asirias. A
ciudad de Assur. Comprendía además el pequeño, aunque próspero, estado de
Karana (incluida la ciudad de Tell Rimah), en el Jebel Sinjar, la gran ciudad la política comercial colectiva; probablemente fijaba los
de Nínive, situada más al norte que Assur, y algunas zonas de los Zagros por
;"rri^!n-;úor
tu, .*pirtaciones cobrados a todas las caravanas de carácter co-
impuestos u
el este, como por ejemplo Shemshara (cerca de Rowanduz) y Tukrish, en el mercial, en cuyas áLt.untias se ponía el sello de la ciudad' Es posible' aun-
norte de Elam. El reinado de Shamshi-Adad I duró treinta y tres años. Durante que no Seguro, que este organismo
tan importante Se reuniera en un edificio
este tiempo logró mantener unido todo este territorio estableciendo a sus oue recibía específicamenó el título de ..óasa de la ciudad,> (btt alim)' otra
hijos como reyes dependientes en Mari (gobernada por el menor, Yasmah- (en realidad para toda la
lr.firriá, p"fiiit" extraordinariamente importante título de un funcionario, elegi-
Addu) y en Ekallate (gobernada por su heredero, Ishme-Dagan); otros centros historia de Asiriaj era et limmum. Era esteLl
menores, como Karana, permanecieron al mando de sus reyes autóctonos, el nombre del año y en esta épo-
do anualmente por sorteo, que determinaba
ahora sometidos a Shamshi-Adad, mientras que Assur, Nínive y Shubat- nunca en el rey (en contraste con los
ca, según parece, el cargo no recayó
7, apartado2,y 9)'
Enlil quedaron directamente en poder del propio Shamshi-Adad.
;;;ór siguientás, -"¿á y n"ouririo, véanse los capítulos
Las personas que podían Áer_ nombradas
limmu probablemente pertenecían
a un grupo selecto, constituido acaso
por los jlf9i de las grandes familias de
La ciudad-estado de Assur Assur. Es posibte iue et presidente ¿ó U asamblea de la ciudad fuera el lim-
mum decada año;!át el cargo habría ido rotando anualmente
-ciudadurrot pod"rosos que de hecho hacían de
"óntiguiente,
¿Es posible definir mejor alguna de las instituciones de la ciudad de As- entre un pequeño'á*po de
sur? El material suministrado por los centros comerciales paleoasirios de contrapeso al podeíaát rey (Larsen, 197-6).
La imagén qye obtenemos de la
Kanesh (la actual Kültepe, véase el capítulo 2, apartado 3) nos ofrece algu- partir de estos testimonios
comunidad ¿" ettut (antes de Shamshi-Adad) a
nos atisbos. El rey llevaba simplemente el título de «vicegerente del dios cívica bastante compleja' administrada
fragmentarios es la de una estructura
Assun> (p. 105), que probablemente alude al papel desempeñado por él en su grupo de hombres de negocios repre-
en buena parte por un poderoso -que
rey hallaba suma-
sentaban ,o, p.opios iniereses famitiares. El
culto, en el que se suponía que actuaba en nombre de la divinidad, como de- papel del se
muestra la frase atestiguada en varias inscripciones (p. 106), «el dios Assur es en los ámbitos cultual
mente restringido al de representante de la comunidad
re¡ X es su vicegerente>>. El título es utilizado únicamente en las inscripcio- e inspeccionando el
y ceremonial, emprendiendo proyectos de obras públicas
nes reales solemnes, lo cual demuestra su carácter puramente ceremonial. El ejercicio de la justicia.
uso en los documentos cotidianos es muy distinto: en ellos el soberano re-
cibe sencillamente el nombre de ruba'um o bélum, que significan respecti-
vamente 'príncipe' y 'señor'.3 Al parecer, estos términos definen su posición 3. Los ueRcADERES PALE6ASIRI9S EN ANeroln (c' 1900-c' 1830)
dentro de la comunidad como cabeza de la familia real, y por lo tanto como
individuo que ocupa una posición de preeminencia con respecto a otras fa- Introducción
milias. No describen al rey como a un monarca autocrático. La conquista de
ciudad de Assur
Assur por Shamshi-Adad I cambió radicalmente esta situación: ahora en las La mayor parte de nuestra información para conocer |a
inscripciones el rey de Assur recibe el nombre de §arrum ('rey'), como en el pio""a" de__los documentos encontrados 1'200 km al
y su base
sur, y adopta largos epítetos laudatorios, lo cual es una muestra de la pro- ".onO-i*
noroeste de ella, en el'karum de Kanesh, en la Anatolia central' Está situado
funda dislocación interna que sufrió Assur antes de que Shamshi-Adad se más o menos a unos 20 km al no-
cerca del río ffafis l"i actual Krzrl lrmak),
Anatolia, cerca del gran
apoderara del trono. reste de la modernu tiodud de Kayseri, en la meseta de
Los documentos del período paleoasirio nos revelan asimismo el funcio- unos 20 m de altura por en-
montículo circular de Kültepe, que se levanta a
namiento en Assur de '[a Ciudad' (dlum), término con el que, al parecer, se siglo pasado, los investigadores
cima de la llanura circundante. A finales del
designaba a una especie de asamblea de ciudadanos, probablemente consti- reconocieron que Kültepe era un yacimiento importante
y que probablemen-
113
tt2 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
*"\or-*IA c. 2ooo-c' 1600

:II
durante el período
te fuera la fuente de numerosos textos insólitos que aparecían en los merca- Cuepxo 7. Secuencia arqueológ-ica d'e Kültepe
t
corre spondiente al kárum paleoasirio
dos de antigüedades, llamados a menudo «tablillas capadocias>>. Los intentos
de localizar el lugar exacto de la fuente de los hallazgos fueron vanos hasta i:
que el estudioso checo Hrozny descubrió en 1926 que las tablillas eran de- yacimiento de la ciudad de Kanesh
Wun de Kanesh
senterradas en realidad en un yacimiento mucho más pequeño, a unos 90 m nivel de construcciones
al noreste del montículo principal. Resultó que este pequeño yacimiento suelo virgen I
años?) nivel de construcciones del Bronce Medio
correspondía a la colonia de mercaderes de Assur, el karum, de suerte que tcúwnIV (¿40-50
ahora esas mismas tablillas reciben el nombre de «paleoasirias». Desde 1948 (¿a0-50 años?)
?
WumItr
el yacimiento ha sido excavado rigurosamente por Tahsin Ózgüq, eminente destruido nivel de ocuPación contemPoráneo
arqueólogo turco, de suerte que casi otras 12.000 tablillas han venido a su- *;;
kñrurntr (62-80 años;
tablillas del
un incendio;
marse a las 3.000 ya existentes, y se ha clarificado la estratigrafía del lugar.
Ieinado de Erishum I-Puzur-
I
Ahora se sabe que el principal yacimiento de Kültepe está formado por una
Ashur II)
,i I

i gran iárea urbana circular con un palacio en la ciudadela, centro del impor- edifrcio Público (Warshama, reY
i
'I
rl tante principado anatólico de Kanesh, mientras que los barrios comerciales kirumlc (no ocuPado) de Kanesh)
del l<nrum estaban formados por casas bastante grandes, aunque no en exce- [10-20 años?)
so, típicamente anatólicas, a las afueras de la ciudad de Kanesh. (¿30, 50 o 70/80 años?; edificio público con la punta de lanza
kirunlb de Anitta
La mayoría de los textos conservados en los museos antes de que se lle- destruidó Por un incendio)
,!
varan a cabo las excavaciones emprendidas con seriedad por los turcos ya
karum Ia (abandonado)
han sido publicados (para una lista de los mismos, véase Orlin, 1970), pero Edificios del Antiguo Reino hitita
sólo están al alcance de los especialistas una pequeña parte de los muchos (c. 1650-)
descubiertos más recientemente. Ello significa que las deducciones basadas
en el material publicado, que probablemente representa menos de un cuarto
de la totalidad de la documentación, no se verán corroboradas hasta que se des-
la ciudad proglarynte dicha se extienden
estudien las tablillas descubiertas más recientemente. Aparte de esta dif,rcul- Los niveles del yacimiento de que generalmente se
hasta c"l2o0, mientras
tad, por el momento insalvable, el panorama se ve complicado por otros fac- de comienzos del i;t*t milenio sobre todo en el período
cree que los cuatro-niveles del
lcirum florecieron
tores. Uno es que son dos los niveles del l<ñrum de Kanesh que han produci- ha sido puesta en tela de
do tablillas: el nivel II, fechado convencionalmente entre 1900 y 1830, y el comprendido entrJ". iOOO y 1600.'gtiu
"tonología 1957)' según los cua-
Ib, contemporáneo de Shamshi-Adad I (1813-1781) y su sucesor. La datación juicio por algun"J"*;'istas.(porejempl-o'..\IJ[aart'
último cuarto del tercer milenio'
del nivel Ib sigue siendo dudosa: al principio se creyó que representaba un les el l<arumyu h;bi;.i¿o "n "l
lapso de tiempo relativamente corto, pero últimamente el descubrimiento de y quizáfuera dÍ Iri"¿o ur III. Pero frente a esta tesis
"r,uUfl"i¿ó de
"";r;;;1".o J" qu" las intensivas excavaciones lleva-
más textos hace pensar que probablemente abarque también un período bas- debemos tener .o"n,u el hecho
",
dasacaboporlosturcosn.ghan"n.ont'u¿oningúnmaterialdeestaépoca
tante largo. No obstante, teniendo en cuenta el estado actual de las publica- los textos de ur III no
fqu"
en el l<ñrum deKanesh (T. ozgüg ,
tg5g;1986),
ciones, la mayoría de los materiales escritos proceden del nivel más antiguo, (Larsen' 1976)' Parece' por con-
hacen alusión.;;giltio¿uá áe Anatolia
el II, mientras que la fase más reciente de la colonia se encuentra muy mal del kñrumsurgió hasta más o
no
representada. Subsisten además las dificultades de comprensión del dialecto siguiente, más lógico suponer qo" "iU*io
7). No obstante' debemos tener en cuen-
paleoasirio y de la terminología específica que desarrolló para uso de esas menos el año 200T &¿;rL "oudto Io que sabemos- se
"1
empresas mercantiles dedicadas al comercio por tierra con países lejanos, ta que el barrio ;il;; antgs de quélos
-":t:",:*:.por Es posible' pues'
* colectivo de meicaderes tan importante'
cuya documentación es tan buena, pero tan singular. Otro problema es el que convirtieran anatólico' del
plantea la situación política de Anatolia, que sólo podemos deducir por las
", .on unt"¡oridad un
que ya existiera
comercial
"rtuUttcimienioy a sus ventajosas tarifas
alusiones diseminadas en los propios documentos mercantiles asirios (véase que los asirios, gracias a sus.amplias relaciones
los miembros más destacados y po-
infra, p. 115, y el capítulo 5, apartado 1). Los príncipes anatolios de esta épo- comercial"r, u"ut*fá, convirtiéndlse en
la colonia no estaba habitada ni
ca utilizaban, al parecer, el paleoasirio y la escritura cuneiforme para comu- derosos. Pero incluso eR la fase A"l-l,A'i*II
y los materiales arqueológicos son
nicarse entre sí, pero los textos descubiertos en el yacimiento de la ciudad muchos menos exclusivamente por-asirios,
á"t por los textos' a nadie se le ha-
propiamente dicha son todavía muy escasos. completamente de tipo anatófi"o.'O" no
bría ocurrioo p**!,r. él estuvieron presentes los asirios.
La cronología del l<nrum de Kanesh ha dado lugar a bastante discusión. "n
f{

tt4 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES rr¿É\oporerr¿rA c. 2000-c. 1600 115


:

- Aunqueerkarum de Kanesh es el yacimiento más rico y el que más in_ la primera probablemente hubiera un total de once karum y diez wabartum;
l

formación nos proporciona en torno ai come.cio asirio, .oístituy. un caso


en el nivel Ib el número de karum ascendía ya a catorce, y existen pruebas
aislado sólo durante los años correspondientes a su fase II. En divlrsos
luga- de que algunas de las colonias que antes no eran más que simples wabartum
res de Anatolia han salido alaluz restos análogos y ocasionalmente
inclñso se habían convertido para entonces en karum plenamente desarrollados. EI
textos, contemporáneos de la fase Ib, c9mo, por ejemplo, en Alishar (nivel II), que cons-
10, l<ñrum más importante era el de Kanesh (al menos en el nivel
probablemenre la anrigua Amkuwa) (Gelb, igEs), Bbsazkóy IVd (l;
antigua auía el centro de la red de colonias comerciales, del que partían rutas que
Hattusa) (Bittel, 1970),_Karahüyük, en la llanura de-ronya (erp, l96gi
conducían por el norte hasta la desembocadura del Halis, en el mar Negro,
Acemhüyük, cerca del Gran Lago salado (N. ózgüg, l9gó). En Lste úlrimot
por el noreste hasta la región de la actual Sivas, y por el suroeste hasta los
yacimiento se ha descubierto una enorrne cantidad dL sellos de arcilla,
algu- importantes centros políticos anatólicos de Purushhattum y Wahshushana.
nos provistos de inscripciones, acumulados en los almacenes del palac-io,
Oro grupo de colonias estaban situadas en la zona del sureste, a 1o largo de
hecho que revela el gran volumen de las actividades comerciales y ,r,
u*- las rutas que conducían al norte de Siria y Mesopotamia, y algunas otras en
plias relaciones con- Siria, Mesopotamia e incluso el golfo Pérsico (potts
en los vados septentrionales del Éufrates. Estas eran las rutas a través de las
al-Khalifa y Rice, 1986 t0cfl). Se ha sostenido que este yacimiento tan gran-
cuales los productos procedentes del golfo Pérsico, Carchemish y Mari 11e-
de y tan rico debería identificarse con la importánte ciudad de purushhattum
gaban hasta Acemhüyük (nivel Ib).
(la Purushanda hitita), mencionada en los doiumentos paleoasirios. pero
¿Qué relación mantenían las colonias asirias con los principados anatóli-
I
aho-
ra se considera más probable que purushhattum sea Karahüyük, en Konya.
cos en los que estaban situadas y cuyo permiso necesitaban para llevar a cabo
sus lucrativos negocios? Para responder a esta cuestión trascendental debe-
mos intentar reconstruir un cuadro de la estructura política de Anatolia (Li-
Organizactón del comercio asirto verani, 1988 [0C]), labor que sólo puede realizarse utilizando las referencias
incidentales existentes en los textos paleoasirios. Parece que la norna habi-
Los documentos demuestran que en Anatolia existían dos tipos de esta- mal eran las ciudades-estado independientes. Controlaban las zonas rurales
blecimientos. El más importante y el mejor conocido era el karum, término circundantes ¡ en algunos casos, pequeños centros urbanos. La mayoría de
que originalmente significaba sólo 'atracadero', pero que, habida cuenta la población eran, al parecer, <<hattitas>> (término utilizado para designar a la
de
que_en Mesopotamia el comercio se efectuaba iobre-todo por población indígena no indoeuropea de Anatolia). Utilizo la expresión <<al pa-
vía fluvial,
pasó a signiñcar por extensión 'puerto' y 'barrio comercial' de receD) deliberadamente, pues los testimonios se limitan a nombres propios de
una ciudad,
en el que los mercaderes se reunian para llevar a cabo sus negocios. persona: la mayoría son hattitas, pero unos pocos son indoeuropeos, ¿rmorreos
Cuando
los asirios establecieron barrios comérciales permanentes lejoJ de su país, y hurritas, [o cual indica que no cabe extraer ninguna conclusión definitiva
les
aplicaron sin más el término utilizado habitualmente para designar Lse tipo respecto a la composición étnica de Anatolia (Garelli, 1963). Había tres es-
de asentamientos, aunque ahora ya no estuvieran situados necesariamente tados Kanesh y Wahshushana- que dominaban política-
a
orillas de un río. El otro tipo de centro comercial se denominaba wabartum, mente-Purushhattum,
y que controlaban zonas bastante extensas, calificadas en cada caso
término exclusivo de los mercaderes paleoasirios de Anatolia. La palabra como <<país>> (mdtum). El soberano tanto de los pequeños estados como de
se
relaciona, al parecer,.con laraízque iignifica ,huésped'; se ha sugerido, por los «países>> se denominaba (por 1o que los testimonios nos permiten apre-
tanto, que quizá designara originalmente un caravásar, que habrla acabado ciar) rubd'um ='príncipe', excepto el de Purushhattum, que se llamaba <<gran
expandiéndose y convirtiéndose en un centro residencial y comercial príncipe». Ello indica que a este estado occidental se le reconocía una espe-
de ca-
rácter más permanente, aunque de menores dimensiones y con menos cie de poder superior al de los otros.
auto-
nomía que un karum.. Existen algunos testimonios que indican que los Hasta hace poco se aseguraba (J. Lewy, HUCA,27 U956); CAH,I, capí-
wa-
bartum se hallaban situados por lo general en las inmediacion", á" ciudades tulo 24) que toda la región en la que existen colonias asirias estaba sometida
económicamente menos importantes o de acceso más dificultoso, y por a Assur. Semejante tesis se basaba en el hecho de que unos cuantos textos
tanto
a trasmano de las comunicaciones. Los residentes en los wabartum'se demuestran que los estados de Anatolia estaban unidos a Assur por una se-
halla-
ban, al parecer, administrativamente bajo la autoridad del larum más rie de juramentos que se encargaban de tomar los legados de esta ciudad.
cerca-
no. Aunque debemos admitir que existe cierta inseguridad a la hora Pero los replanteamientos más recientes de esta hipótesis inducen a pensar
de inter-
pretar exactamente lo que era este tipo de colonia comercial. que lo más probable es que la ciudad de Assur regulaba sus relaciones di-
El número y la densidad de los centros comerciales puede reconstruirse plomáticas con los príncipes anatolios a través de los legados de la ciudad, y
-
Tá: o menos a partir de los documentos. La situación eiistente en tiempos que los juramentos tienen que ver casi con toda seguridad con los términos
de la fase II es más segura que la correspondiente al período Ib. En exactos de los acuerdos en virtud de los cuales los mercaderes asirios podían
tiempos de
ffn 116 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES r*a{oeorer.alA c. 2000-c. 1600 ll7
tlt operar en el territorio de los estados anatólicos. Esta conclusión se ha visto épocaAssur desempeñaba un papet determinante
en la adquisición y distri-
corroborada por otro testimonio, que demuestra que los asirios acusados de este.s En cuanto llegaban a Anatolia, se
oJución de este metal procedente del
ir hacer contrabando con determinados productos podían ser encarcelados por
vendía todo, incluidos los asnos, y la mercancía
que se importaba a Assur
los príncipes anatolios, que todas las caravanas asirias estaban sometidas de oro. En la propia
1

a la weltu era sobre todo plata y pequeñas cantidades


!
al pago de un tributo al soberano local, y que éste tenía derecho a escoger el asirios, dado su complejo y desarrollado sistema de colonias
Ánatolia, los
primero las mercaderías. La idea de que Assur ejercía un control político podían incrementar las ganancias desempeñando un papel pri-
mercantiles,
sobre Anatolia resulta hoy día insostenible y debe ser rechazada (Orlin, 1970; transporte interno. Probablemente organizaran también el co-
mordial
Larsen, 1976).
mercio
"n "i
de cobre entre los distintos estados anatólicos (Larsen, 1967), metal
La organización de este sistema comercial asirio tan sorprendentemente (cerca de
obtenido probablemente en los ricos depósitos de Ergani Maden
complejo y vasto ha sido reconstruida con mucho esfuerzo a partir de los generales, más valioso que los
Elazi§, Turquía). El estaño era, en términos
textos (al menos para el nivel II) (Larsen, L976), aunque todavía subsisten al- pero eran éstos los que constituían el mayor volumen de
produ-itos téxtiles,
gunas dudas. Parece que los pequeños wabartum se encontraban bajo la (Veenhof, 1972; Larsen, 1987), y los documentos
ia actividad mercantil
autoridad del lcdrum más próximo, que a su vez estaba sometido al l<nrum de
demuestran que tenían una importancia trascendental para el comercio
asi-
Kanesh, que por su parte dependía directamente de la supervisión de Assur
y su asamblea de ciudadanos.a Así pues, Kanesh tenía una importancia capi- rio y que eran muy apreciados en Anatolia. Los textos hacen alusión a di-
versos-tipos de telas y demuestran que unas prendas eran más populares en
tal en este sistema y algunos documentos demuestran que sus instituciones y
un momento que en otro, y que los mercaderes estudiaban el mercado ac-
seguían el modelo de Assur, con una asamblea y unos funcionarios que eran de obtener bene-
tuaban allí donde se encontraban las mejores oportunidades
un mero reflejo de los de «la Ciudad» (véase el capítulo 2, apartado 1).
La característica más curiosa del comercio asirio en Anatolia es el hecho ficio. Algunos tejidos, aunque no todos, eran producidos en Assur por las
mujeres de la familia de los propios mercaderes, como demuestra esta carta
de su permanencia: las familias de mercaderes (bltum,literalmente 'casa' y
de ahí 'familia') de Assur enviaban a algunos de sus miembros varones a es- escrita a una mujer de Assur por Su marido, comerciante en Kanesh:
tablecerse en alguna de las colonias de Anatolia, donde dirigían y promocio-
Así (dice) Puzur.Ashur. Dile a Waqqurtum:
naban los negocios de la familia vendiendo remesas de productos, enviando
Llevándote una libra de plata --descontada la tasa, una vez pagada- con
las ganancias a [a casa central e incrementiándolas a través de la participación mi sello, Ashur-idi esUá ya de camino hacia donde tú estás. (Con respecto al)
en el negocio del transporte interno en Anatolia. En ocasiones un mercader hermoso paño que me enviaste: tienes que hacer paños como ése y enviárme-
de Assur podía recurrir durante algún tiempo a alguna persona que no perte- los a través de Ashur-idi; luego te mandaré yo (en pago) ll2llbta de plata (por
neciera a la familia con el fin de rematar alguna transacción concreta. Aunque pieza). Que una cara de la tela esté cardada, pero no completamente cepillada:
es innegable que el comercio constituía un asunto básicamente familiar, pil- t"¡iAo debe estar bien tupido. En comparación con las telas que me enviaste
te del capital con el que se financiaba procedía de inversiones participadas a "t
anteiiormente, tienes que poner I libra más de lana por lienzo, pero que el
largo plazo que proporcionaban a determinados mercaderes los fondos nece- paño siga siendo fino. El otro lado (de la tela) debe estar ligeramente cardado:
sarios durante un período de varios años; al término del plazo fijado, los in- si te sigue pareciendo que tiene demasiado pelo, tendrás que apretar más el
versores recibían partes alícuotas de las ganancias obtenidas; el mercader te- tejido, óomó el kutanu (tela muy corriente, posiblemente una especie de lien-
nía también su parte y se efectuaban previsiones en caso de retirada antes del ,ó). pn cuanto al abarné (tejido que deriva su nombre de un topónimo, Abar-
ne, cf. el término ya internacional <<tweed») que me enviaste, no vuelvas a
cumplimiento del plazo pactado. Estos contratos recibían el nombre de <<sa-
mandarme nada parecido. Si quieres hacerlo, hazlo como el que solía llevar yo.
cos>> (naruqqu), que deriva de la primitiva costumbre de colocar los produc- tengo entendido, pueden com-
Pero si no quieres fabricar telas finas
tos comerciales en el saco del mercader (Veenhof, 1987). Hasta la fecha sólo -según
prarse en grandes cantidades ahí (es decir, donde tú vives)-, cómpra(las) y
se ha publicado uno de estos importantes contratos (Landsberger, 1940, pp.20- mándamelas. Una (pieza de) tela, cuando la hagas, debe medir 9 ell de lon-
26; véase Larsen, 1976), pero parece lógico que represente una práctica fre- gitud por 8 de anchura (4,5 m por 4 m) (TCL 19, L7; cf. Veenhof , 1972, l03v;
cuente, que rebasaba los vínculos familiares habituales y unía los intereses de 1983 [0I], 84).
las grandes casas de mercaderes de Assur.
Las caravanas de asnos a lomos de los cuales se transportaban los pro- Los ricos testimonios procedentes del karum de Kanesh ponen de mani-
i
ductos durante unos viajes que solían durar de cinco a seis semanas (Hecker, fiesto los detalles de los mecanismos comerciales sólo por lo que se refiere a
,l
1980) solían ser bastante pequeñas. Cada jumento llevaba una carga de teji- las actividades mercantiles de los asirios en Anatolia. En otros documentos
dos y una pequeña cantidad de lo que, casi con toda seguridad, debemos de ta época existen indicios de que existían sistemas comerciales igualmente
interpretar como estaño (Landsberger, 1965; Larsen, 1976, 1987). En esta compütados en otros lugares del Oriente Próximo. El sistema asirio no cons-
u§oeoraun c. 2000-c. 1600 119
118 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES

tituye más que un aspecto de las estructuras comerciales existentes en est¿


época, que hemos tenido la suerte de que se nos haya conservado. Nos ofre-
ce un espléndido panorama del modelo de complejísima interacción regional
y de su organización en este período (Larsen, 1987).

4. M¡.ru Y su MUNDo (c. 1810-c. 1760)

Introducción

La ciudad de Mari se encuentra situada a orillas del Éufrates, a poca dis-


tancia río abajo de su confluencia con eI Khabur (no muy lejos de la actual
frontera entre Siria e Irak), donde ahora se levanta la moderna Tell Hariri.
Las excavaciones, las referencias en las inscripciones protodinásticas, y ú1-
timamente también los archivos de Ebla, demuestran que se trataba de una
importante potencia política entre 2600 y 2300. Algunos nombres inscritos
en estatuillas indican que la lengua hablada y escrita en la zona por aquella I

época era sin duda alguna semítica, probablemente emparentada con el aca-
dio (Gelb, 1977). Las excavaciones francesas, iniciadas durante los años
treinta y todavía en curso, sacaron alaluz en l934la estatua de un rey pro-
todinástico con una inscripción que establecía de una vez por todas la ecua- I

ción Tell Hariri = Mari. A pesar de la importancia de Mari a mediados del


tercer milenio, el término «época de Mari», utilizado de vez en cuando en los
manuales, se aplica al período comprendido entre c. 1810 y 1760, es decir,
aproximadamente la fecha y el lapso de tiempo cubierto por los archivos
justamente famosos encontrados en ella. Estos materiales nos presentan a
Mari en la última fase de su existencia como un estado típico del período pa-
leobabilónico clásico, antes de ser destruido y absorbido, al menos tempo- Frcunn 9. Fresco con la escena de la investidura de un rey, Mari (según A. Parrot,
ralmente, por Hammurabi de Babilonia (1792-1750). Mari constituye un Mari II, París, 1958).
ejemplo que ilustra con enorrne detalle la estructura interna y las amplias re-
laciones exteriores de uno de los múltiples principados gobernados por una
dinastía amorrea, semejante a tantos otros de esta misma época. Las tablillas más o menos de la misma época, circunstancia que demuestra la
prevalencia
de Mari anojan además bastante luz sobre el panorama político de la mayor de una unidad cultural básióa entre los reinos rivales. uno de ellos es Tell
parte del Asia occidental, la que va desde Levante (Líbano, Siria, e incluso Harmal (ta antigua Shaduppum, en un barrio de la actual Bagdad), pequeño
brevemente la parte norte de Palestina [Malamat, 1983]), por el oeste, hasta centro piovinciál que formaba parte del reino de Eshnunna (Baqir, 1959)'
La zona de Mesopotamia (Alta y Baja) y el oeste de Irán por oriente. Aunqué sus dimeniiones son menores y la tecnolo gía y los materiales em-
Los restos físicos de Mari, como sus templos, su magnífico palacio (Mar- pleados son más sencillos, el trazado de su templo y el estilo de su escultura
son similares a los de Mari (véase la figura 10). La colección de tablillas
gueron, L982) y los hallazgos asociados a estas estructuras (complicados de
frescos de brillantes colores, y esculturas, véase la figura 9), así como el tra- Harmal ---€n su mayoría ejercicios y ensayos de escritura- incluye un am-
zado de la ciudad, que está siendo investigado últimamente (véase, en gene- plio grupo de textoi matemáticos absolutamente únicos (para las correspon-
ral, Aynard y Spycket, 1989; para los informes regulares de las excavaciones, ¿i.nét iublicaciones, véase Rl,A',7, p. 533). Olrodescubrimiento importante
MARI, I ss.), nos ofrecen una información valiosísima acerca de la cultura y apareciáo en las tabliltas de Harmal es una copia del código de Eshnunna' en
la arquitectura de la época, escasamente atestiguada todavía en la Baja Me- ,i qu. se demuestra que los reyes de esta ciudad, como tantos otros príncipes
sopotamia y en Ia zona de Asiria (norte de lrak). Otros dos yacimientos, di- de ista época, p."r"rtabarr a sí mismos como protectores de los débiles
,.
ferentes de Mari y distintos entre sí, han producido materiales arqueológicos y endereiadores dL entuertos (ANEI, pp. 161-163; TUAT, pp- 32-38; Yaron,
llllr
lti

T ill
120 ue$oororlA c. 2ooo-c. 1600 12t
EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES

Cueono 8. Primera dinastía de Babilonia y los reyes contemporáneos


( c ronolo gía «media» convencional)

it
Babilonia Larsa País del Mar Mari

Sumuabum (1894) Sumu-el (1894


Sumulael (1880)
Nur-Adad (1865)
Sin-iddinam (1849)
Sabium (1844)
Sin-eribam (1842)
Sin-iqisham (1840)
Silli-Adad (1835)
Warad-Sin (1834)
Apil-Sin (1830)
Rim-Sin (1822)
Yaggid-Lim (1820)
Sin-muballit (1812)
Yahdun-Lim (1810)
Sumu Yaman (1794)
Hammurabi (L792)
FIcunc' 10. León de terracota, parte de una pareja, procedente de Tell Harmal (por Yasmah-Addu (1790)
cortesía de M. S. Drower). Zimi-Lim (1775)
Samsu-iluna (1749)
Sim-Sin (1741)
1969). El otro yacimiento al que aludíamos es Tell Rimah, en la región de Abi-eshuh (1711)
Ammi-ditana (1683)
Sinjar, al norte de Irak, excavado por los británicos durante los años sesenta. Damiq-ilishu (1677)
Su nombre antiguo no es del todo seguro (RI-A,5, pp. 405-407), pero los Ammi-saduqa (1647)
an¿flisis más recientes de la cuestión dejan prácticamente sentado que debe- Ishki-bal (1641)
mos identificarlo con Qatara, importante ciudad del pequeño reino de Kara- Samsu-ditana
i na (Eidem, 1985). Independientemente de la identificación que se le quiera (162s-1s9s) Shushi (1616)
Gulkishar (1589)
,

ri
I
dar, nó cabe duda de que Tell Rimah representa los restos de una ciudad im-
I
portante de este estado autónomo, aunque pequeño, que cayó durante algún
,i tiempo bajo et dominio de Shamshi-Adad I (1813-1781, véase el capítulo 2, Nora: Según la cronología <<bajor, las fechas correspondientes a Hammurabi de Babilonia
apartado 2) y que, poco después, pasó a formar parte de los dominios de final de la primera dinastía de Babilonia caería en 1531.
serían 1728-1686; el
,i Hammurabi de Babilonia (1792-1750, véase el capítulo 2, apartado 5). El
palacio de Rimah ha sacado alaluz un buen número de textos interesantes,
entre ellos el archivo de su última reina conocida, Iltani (Dalley et a1.,1976). El escenario político
I
Su ediñcio más notable es el gran templo, con su fachada ricamente decora-
da con ladrillos de adobe cortados en forma de espiral engranada y columnas La historia de Mari antes de la época representada por los archivos es
o troncos de palmera en forma de losange. Otros yacimientos han producido bastante compleja, y la cronotogía de sus soberanos (véase el cuadro 8) re-
restos de este tipo de decoración, aunque no tan impresionantes (Larsa, Ur, sulta sumaménte difícil de establecer (Veenhof, 1985; Kupper, 1989). Un
Shemshara). Las excavaciones que están llevándose a cabo en la actualidad texto del reinado de Yasmah-Addu (c. 1782-1776) nos habla de cierto Yag-
en Tell Leilan han sacado a la luz últimamente algunos edificios bastante gid-Lim, rey de Mari, y de Ila-kabkabu, rey de un país desconocido al oeste
ii grandes con el mismo estilo de decoración (Weiss, 1985). Las pruebas de ho- áe Asiria y padre de Shamshi-Adad I, y del tratado que firmaron. Yaggid-
l,
mogeneidad cultural, a pesar de la fragmentación política, son cada vez más Lim fue su"édido a su debido tiempo por su hijo, Yatrdun-Lim, que intentó
numerosas. extender la autoridad política de Mari ior ta zoia situada al oeste del Éufra-
: l

122 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


,r$ro*rrA c. 2ooo-c. 1600 lz3
tes y el norte de Siria. I,a expansión de Mari por occidente
condujo a una es- la principal ruta que conducía de Mesopotamia a Irán, era considerada una
trecha alianza con el reino de yamhad, centrádo en Aleppo, que
ie seiló con noiencia respetable. Assur es omitida de la lista de grandes potencias; había
unas bodas reales:-el hijo y heredero de yahdun-Lim,2i-¡-l-i.,
con Shibtu' hljl del rey de Yamhad, Yarim-Lim. Esta nueva coalición
se casó dejado de desempeñar un papel importante en el juego de la política interna-
blemente supusiera una amen aza para el equilibrio de pode
proba- ciónal a la muerte de Shamshi-Adad I.
vés del pacto firmado con Ila-kabkabu, fallecido ya,
r alcanzado a tra- Otro estado cuya importancia política se destaca es Qatna (la actual Tell
alque había sucedido su Mishrife, excavada sólo en parte), situada a orillas del Orontes, en la moder-
hijo shamshi-Adad I (pero véase charpin y »uárá itrigq. Ért",lriurunoo
,
talvez como pretexto la ruptura de dióho pacto, atacó y áerrotó'a yahdun_ na república de Siria. Las relaciones con YamhaüAleppo y Qatna revestían
Lim y, a consec-uen_cil d* un interés trascendental para el reino de Mari, pues los territorios de ambos
:uo:
dor (shumuyamanum). Éste
plgoucido, se aioderó áel trono
un usulpa- estados lindaban uno con otro y con el de Mari (Klengel, 1965-1970, III,
¿ebio de ser elirninado al poco tiernpo por pp. 146-147). La importante ruta caravanera que desde Mari llegaba a Qatna
Shamshi-Adad I, que añadió de ese modo Mari a su reino
extenso ya' en calidad de estado autónomo, aunque
, alasazón bastante pasando por el oasis de Tadmor (la Palmira de época clásica) era controlada
subordinado, gobernado en su extremo oriental por Mari, y en su extremo occidental por Qatna. Des-
por su hijo menor, Yasmah-Addu. El edificio pórti"o
de esta ciudad partían rutas en dirección al sur, hacia Damasco, y en direc-
mente por Shamshi-Adad I se vino prácticamente abajo"on.t*iJJpersonal-
cuando él'murió y ción al oeste, a través del desfiladero de Homs-Trípoli, hacia [a costa del Me-
fue sucedido por su hijo, Ishme-Dagan. A continuac ión, zimn-Lim,
que ha_ ditenáneo y el gran puerto de Biblos. La ruta del Eufrates por
bía pasado todo este tiempo en el deitierro en Ia corte
de su suegro, en Alep- -importante
cuanto eran muchos, como demuestran los archivos, los productos que eran
po,.logró recuperar el trono de Mari, gracias en buena
parte al ápoyo de sus transportados por vía fluvial- conducía desde Mari a Emar (la actual Tell
parientes por alian"a.. Este esquema muestra bastantes
élementos de insegu- Meskene) y desde allí por tierra hasta Aleppo. Emar era además el término
ridad, aunque nos deja entrevér los constantes cambios
de alianzas, las ex- de una larga ruta terrestre que pasaba por la lezira7 (en parte, pues, bajo el
pansiones repentinas., las intrigas y los_conflictos
que podían producirse control de Mari) y que cruzaba el Eufrates a la altura de Carchemish (Hallo,
que de hecho se produjeron- en ésta época. sin embargo, sóü el archivo-y de 1964). Aleppo controlaba otras rutas occidentales que se dirigían hacia el
Y*i proporciona a los especialistas
hacer
l,os detalles sufiiiente, pu* intentar litoral, y así vemos que la ciudad costera de Ugarit enviaba peticiones al rey
una reconstrucción dé los hechos.6 de Mari a través del de Yamhad. Dada la situación, tanto Yamhad como
un informe enviado al soberano de Mari por uno de sus oficiales
Qatna estaban ansiosas por mantener buenas relaciones con Mari, aunque ri-
lo demás citado en multitud de ocasiones-.iR..¡u lo grande qr" -por
el es_ valizaban una con otra por la hegemonía política: las consiguientes tensiones
cenario político internacional en tiempos de zimn-Lim (c. "iu entre ambos vecinos podían ser manipuladas a su antojo por el rey de Mari.
1775_176t). Ilus_
tra perfectamente el delicado equilibrio de alianzas que Así podemos verlo si examinamos las relaciones de este último estado con
podía dar lugar a ex-
pansiones tan repentinas como precarias: los otros dos mientras estuvo gobernado sucesivamente por la familia de
Shamshi-Adad y por Zimn-Lim. Cuando Shamshi-Adad tuvo el control so-
No hay rey que sea fuerte por sí solo: l0 o 15 reyes siguen bre Mari y emprendió una marcha ceremonial hacia el litoral mediterráneo
a Hammurabi
de Babilonia; otros tantos siguén a Rim-Sin de Larsa,
Ibalplel de Eshnunna, y para conmemorar su victoria, decidió seguir la ruta del desierto, a través de
Amutpiel de^eatna' mientras que 20 reyes siguen a yarim_Lim
de yamhad Tadmor, hasta Qatna, con cuyo rey había establecido una alianza (sellada una
(Dossin, 1938, p. l l7).
vez más por un casamiento), porque Yamhad estaba unida a la antigua fami-
lia real de Mari, que vivía desterrada precisamente allí. Pero cuando, a la
Esta carta es trascendental porque nos ofrece una lista
de los estados que muerte de Shamshi-Adad, Zimn-Lim recuperó el trono de sus antepasados
eran considerados las principales potencias de la época
en el Oriente próxi- con la ayuda de Yamhad, fueron los lazos con este reino los que se vieron fa-
mo. Revela, curiosamente para ,oJo[os, que el más poderoso
con mucho era vorecidos por Mari; Qatna, antigua aliada de Shamshi-Adad, tuvo que nego-
el de Yamhad, con capitai_en Aleppo, hecho qu" *
se habría sospechado ciar un acuerdo con Yamhad, actuando Mari como intermediaria entre las dos
nunca, por cuanto la ciudad de Aleppo ha seguido
habitada hasta la actuali- ciudades rivales.
dad, de suerte que resulta dificilísimo hacer éxcavaciones
en ella. Así pues, Uno de los factores de la importancia trascendental de Mari era que, de-
no-se ha recuperado prácticamente ningún material
de este irnportunt. reino bido a su situación estratégica en el paso de importantes rutas, desempeñaba
y dependemos por completo de alusiones ocasionales como
ésta para hacer- un papel fundamental como centro de distribución del comercio interna-
nos una ligera idea de su papel (Abdallah, 19g5). La carfarevela
asimismo cional. Los archivos revelan que para los estados situados más al oeste (in-
que en esta época sólo dos reinos del sur de
Irak se consideraban importan- cluida Creta, véase Morris, L992, p. 102; y últimamente también M. Gui-
tes: Larsa y Babilonia; mientras que, más al este,
Eshnunna, qu" .ori.olaba chard, NABU, 1993, n. 53) Mari constituía el principal proveedor de estaño
Jr

fl 124 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


rraelpeorarrarA c. 2000-c. 1600 125
-<sencial para la fabricación del f¡s¡gs-, que procedía de oriente (Dossin,
1970)- El valor atribuido a este metal, y el papel determinante de Mari era el único palacio del período paleobabilónico excavado de un modo más
.n ,, o menos exhaustivo; el palacio situado en el pequeño centro de Alalah VII
distribución, se ven reflejados en una carta áirigiau por el rey de qatna
Ishme-Dagan, rey de Ekallate, situada un poco irer a .rt", y hermano
a (la actual Tell Atchana), a poca distancia de la desembocadura del Orontes,
es casi un siglo posterior y muestra una serie de elementos arquitectónicos
de
Yasmah-Addu. El texto fue encontrado l,o, archivos de Mari, donde pro_
bablemente lo había remitido Ishme-Dagan "n para que su hermano se ocupara distintos, quizá más propios de la zona levantina. El palacio de Mari era des-
del asunto, debido al papel que desempenabi Mari como proveedora de este de luego una estructura más grande y más compleja. Las diversas salas se
material para los estados occidentales: agrupaban en torno a una serie de patios, con indicios en algunos lugares de
la existencia de un segundo piso: se han descubierto más de 260 salas, patios
Este asunto es indecible, pero tengo que plantearlo y aliviar mi ánimo: y pasillos, que corresponden a una buena parte de las 2,5 ha que ocupaba
eres
un gran rey; me pediste cuatro caballos y te los envié. Y ahora tú me envías originalmente el edificio. Las excavaciones francesas todavía en curso están
(sólo) 20 mi¡as (c. l0 kg) de estaño. contribuyendo año tras año a aclarar el trazado y el funcionamiento de este
¿Acaso no recibisre de mí (lo que que-
ías) sin ambages en su totalidad? ¡Y ahora te atreves a mandarme esta mi- magnífico palacio (al-Khalesi,1978; Margueron, 1982; Gates, 1984; Durand,
serable cantidad de estaño! ¡Si no me hubieras mandado nada, no estaría
tan 1987). Gran sorpresa produjo, dadas las condiciones por lo general poco pro-
furioso, por los dioses de mi padre! (ARM, 5.20; ANET, pp.62g y ss.). picias para la conservación de las decoraciones pictóricas, el descubrimiento
de unos frescos de brillantes colores, en particular una composición bastante
Los vínculos diplomáticos que mantenían entre sí las cortes de los diver- compleja (en la actualidad en el Museo del Louvre, véase supra, figura 9),
sos reyes es otra de las facetas iluminadas por los textos de Mari. A primera que muestra en su parte central la «investidura de Zimri-Lim>> por una diosa-
vista, los reyes cultivaban unas relaciones iormales y amistosas, enviándose guerera, probablemente Ishtar. La iconografía de la escena es comparable
valiosos regalos que unían al donante y al receptor con los mutuos lazos directamente a la que aparece en la parte superior de la estela de Hammura-
I del
intercambio de regalos, y casando a lós hdos á. uno, con las hijas de otros bi (véase la figura 11) y demuestra que, pese a la cautela que debemos tener
a fin de consolidar esos lazos (Zaccagnini, 1983). Al mismo tienipo, a la hora de concluir automáticamente que los testimonios de Mari nos ofre-
sin em-
bargo, existía una gran desconfian a, y los embajadores enviados a las cortes cen una muestra de las condiciones reinantes en otros estados, durante este
vecinas regresaban para informar a sus señores de lo que sucedía realmente: período existía una cultura común. Estos palacios eran centros de ostentación
impresionantes y a los distintos reyes les interesaba mucho saber qué aspec-
I

Dile a mi señor lo siguiente: así habla Yarim-Addu, tu servidor. Thb-eli- to tenían las mansiones de sus vecinos: un funcionario de Mari comunicaba
matim y sin-bel-aplim, servidores de Hammurabi (de Babilonia), que han a su señor la impresión que le había producido el palacio de Karana; otra car-
estado varios días en Mashkan-Shapir (lugar del reino rival de l-arsái, han
lle- ta de Mari procede del rey de Yamhad y en ella alude a una petición del prín-
gado a Babilonia. Por los cuatro individuos de Larsa que los acompañaban
montados en asnos, recibí su mensaje. Son portadores áel siguiente mensaje cipe de Ugarit, que había oído hablar de las maravillas del palacio de Mari
(para Hammurabi):- «lon y le expresaba sus deseos de visitarlo personalmente.
respecto u ias t opas sobre las cuales-no dejas de es-
cribirme, he oído decir (que) el enemigo airige sus esfuerzos hacia átro país. Siguen sin estar claros los detalles de la base económica del estado de
Por eso no te he enviado mis tropas; (pero) rñis tropas están listas. Si el Mari, que permitió la construcción de un edificio tan opulento, aunque el
ene-
migo se volviera contra ti, mis trópas ácudirían en tü ayuda; equipo de investigadores de París que trabaja en el estudio de los textos des-
[y] si el enemigo
se volviera contra mí, que tus tropas vengan en mi ayudár. esto es lo que
Rim- cubiertos en él y de los restos arqueológicos en general, así como en la in-
Sin ha escrito a Hammurabi acerca del pueblo de Mutiabal (ARM, i.lZ; Op- terpretación más precisa de los numerosos materiales encontrados, arroja
penheim, 1967 [0I], p.46). cada día más luz sobre este y otros problemas. Se sabe que los reyes de Mari,
como los de muchos otros lugares, emprendieron la construcción de sistemas
.. Vemos aquí, pues, cómo el rey de Mari era puesto en antecedentes de una
alianza entre dos importantes poiencias vecinai y rivales.
de regadío para incrementar la producción agrícola, y que una de las indus-
trias palaciegas más importantes, dirigida con la participación activa de las
reinas, era la producción de tejidos. El archivo de Iltani, en Rimah, ilustra es-
pecialmente bien esta faceta (Dalley et al., 1976; Dalley, 1984; para las mu-
El reino de Mari
jeres de la familia real y aquellas relacionadas con las actividades del culto,
véase Batto, 1974). El hecho de que muchos textos procedan del palacio hace
jl gran palacio re_al constituye uno de los hallazgos más importantes
-Fl
realizados en Mari. Hasta el descubrimiento del palacio de Sinkashid
que por 1o general tengamos la impresión de que la economía del país se cen-
de traba exclusivamente en la casa del rey, pero es evidente por diversas alusio-
uruk (w8,22 f1966); véase supra, p. 101) y las exéavaciones de Rimah, este
nes que no era así: al igual que en los estados vecinos, había terratenientes
!ffilUll
f 126 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES ,r\orororrA c. 2ooo-c. 1600 t27

ricos, mercaderes, pequeños labradores y colonos y aparceros pobres. Fun-


cionaba un sistema de raciones y dádivas mediante el cual se remuneraba a
los oficiales reales, y que probablemente constituía una fuente de ingresos adi-
cional a sus recursos personales. No tenemos completa seguridad sobre cómo
funcionaba el sistema tributario, pero la riqueza del estado procedía sin duda
alguna de las tasas impuestas al tráfico comercial, de los aranceles y peajes,
de los derechos de paso y de los gravámenes que comportaban las concesio-
nes de tierras. Teniendo en cuenta el control que ejercía Mari sobre algunas
ii" t!, rutas comerciales importantísimas, el volumen de los ingresos reales proce-
dentes de la actividad mercantil debía de ser considerable. Los regalos di-
,'ii plomáticos constituían otra de las fuentes de la riqueza del rey (Zaccagnini,
'il,i
1983). En vista del destacado lugar que ocupan en la correspondencia real de
rl Mari, algunos han sostenido que en esta época no existía un mercado inter-
,tt
nacional de productos exóticos propiamente dicho, sino que se limitaba más
bien al intercambio de pequeñas cantidades de artículos de lujo o de presti-
gio entre las distintas cortes reales (K. Polanyi et al., Trade and Markets in
Early Empires, Glencoe, lll., 1957, pp.257 y ss.). Deberíamos rechazar seme-
jante tesis (Silver, 1985 [0N], capítulo 5). Gracias a los avances alcanzados
en el estudio de los mecanismos comerciales paleoasirios (véase el capítu-
lo 2, apartado 2),las pruebas de la existencia de actividades comerciales pri-
vadas durante el período Ur III (Powell, 1977), durante la fase de Isin-Larsa
(Oppenheim, 1954), y durante el período paleobabilónico (Leemans, 1950,
1960 y 1968), cada vez ha ido quedando más claro que, pese al indudable
papel veces dominante- desempeñado por el palacio en todo lo rela-
cionado -acon el comercio, florecieron también grandes redes comerciales pri-
vadas, que constituían evidentemente un sector fundamental de la economía
mesopotámica (véase, en general, Archi, 1984 [OE]).t
La estrecha interacción existente entre los pastores que vivían en las zo-
nas marginales de las tierras de labor por un lado y las comunidades urbanas
y el gobierno central por otro, constituía una característica importante de la
vida sociopolítica de todos los estados de esta época; pero sólo la conocemos
i con cierto detalle gracias a los documentos de Mari. Existían distintos gru-
pos dedicados al pastoreo que vivían en determinadas regiones, dentro de las
cuales se movían normalmente con sus rebaños en un régimen de trashu-
mancia. Así lo demuestran los distintos nombres de clanes que aparecen en
los textos, por ejemplo <<haneos>>, que indica que e[ emplazámiento de este
grupo en particular era la zona del antiguo territorio de Hana, en la Alta Me-
I
I
sopotamia. La terminología empleada para designar su organización social
I
parece que era por 1o general amorea y no acadia, circunstancia que proba-
blemente refleje su composición étnica. Algunos pastores desempeñaban ta-
i reas como por ejemplo la de guías de caravanas a través de las estepas. Tam-
; bién el estado los empleaba como temporeros, los reclutaba para el ejército
(Sasson, 1969), regulaba su acceso a las fuentes de aprovisionamiento de
Ftcune 11' Escena representada en la parte superior de la
estela de Hammurabi agua, y les proporcionaba los productos manufacturados básicos y a veces in-
(procedente de Susa; Louvre). cluso tierras. Los pactos alcanzados entre el gobierno y los grupos de pasto-
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r28 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES ,rr&o rIA c. 2ooo-c. 1600 l2g
i l

res eran formalizados a través de actos rituales (tales como <<la matanza de
afectar al resultado de los acontecimientos políticos y al bienestar y estabili-
un asno>>), a diferencia de lo que ocurría en las relaciones habituales interes- podían manifestarse los
í.JCIf reino. Otra importante vía através de la cual de palabras inspiradas
tatales (Muun-Rankin, 1956; Luke, 1965; Matthews,1978). divinos eran-los sueños, o la pronunciación
ilrnru¡"r propio de la revelación divina es que cualquier cosa y cual-
Un viejo eror, que podemos dar definitivamente por solucionado gracias
a la rica documentación de Mari, es la idea de que el carro de dos ruedas irii"hi"inidad.pueden ser los canales a través de los cuales se produce, de
fiuier persona
tirado por caballos fue introducido en el Oriente Próximo por los conquis- fnanera que, como los agentes
de la revelación son imprevisibles y, por con-
tadores indoeuropeos, que hicieron su aparición en la zona poco después
,i*irrr., no hay costumbre de consultarlos, es perfectamente posible que
de 1600. El papel exacto desempeñado en la guerra por el carro de dos rue- ,írrn inadvertidos. Convenía, pues, que los oficiales reales tomaran nota
das (mucho más rápido y flexible que el de cuatro, tirado por asnos) en esta
ár-.r¿qriera de esos hechos insólitos en cuanto tuvieran conocimiento de
Durand, 1988).
época sigue sin estar claro, pero es evidente que tanto el carro como los ca- ;úr;, qo" r.los comunicaran al monarca (véase, últimamente, esos informes,
ballos entrenados para tirar de él se utilizaban ya (Moorey, 1986). Las cartas gf siáui"nte texto nos dará una idea de cómo se realizaban
que hacen alusión a los regalos especiales que se hacían los reyes, consis- en este caso los <<mensajeros divinos>> estaban relacionados con sen-
urrqr"
tentes en buenos caballos, demuestran claramente su existencia (véase sa- dos cultos:
pra, p. I24). La petición presentada al rey de Mari nos ofrece algún atisbo
de cómo se entendía en esta época la utilidad del caballo, cuya velocidad se Habla a mi estrella (es decir, a mi señor, el rey): así (habla) Inib-shina.
contraponía al paso más parsimonioso de mulas y asnos: Hace poco shelebum, el assinnum,e me ha dado un mensaje y yo te lo he es-
crito. Hoy \ta qammatumto de Dagan de Terqa vino a buscarme y habló
¡Que mi rey honre su posición de rey! conmigo.
Como eres rey de los haneos y, en segundo lugar, rey también de los He aquí 1o que dijo:
acadios, no se le ocurra a mi señor montar a caballo; (antes bien) tenga a bien ..Las insinuáciones de paz del hombre (es decir, el rey) de Eshnunna son
mi señor montar en una c¿ureta de mulas y honrar así su posición de rey una trampa. Por debajo de la paja corre agua, y con la red que está traman-
(ARM, 6.76). do lo coñgregaré (es decir, lo cogeré en la trampa que él mislo está ur-
diendo). »lstruir¿ su ciudad y confiscaré su tesoro, que data de tiempos re-
motos>>.
Aunque son muchas las cosas que quedan por aclarar (y d" hecho casi
Eso fue lo que me dijo. Ten cuidado. No entres en la ciudad sin contar con
cada año se publican nuevos textos y correcciones de tesis superadas), la ri-
:

algún vaticinio. He aquí otra cosa que he oído decir: <<Intenta a todas horas
queza de la documentación procedente de Mari para casi todos los aspectos
hacerse famoso». No pretendas hacerte famoso (es decir, más o menos: no ac-
de la vida imaginables resulta verdaderamente asombrosa.La existencia de túes sin contar con lal directrices divinas; no confíes excesivamente en ti mis-
la práctica de la profecía por revelación divina, análoga a la que conocemos mo) (ARM, 10.80; Durand, 1988, n." 197).
en época posterior en Israel, ha sido uno de los descubrimientos más sor-
prendentes. Los videntes y mujeres- no tenían por qué estar Un aspecto de la vida de Mesopotamia que ha quedado mucho más cla-
-hombres
relacionados necesariamente con un centro de culto, circunstancia que a pri- ro gracias a los materiales de Mari es la naturaleza del proceso jurídico de-
mera vista quízá resulte extraña. La voluntad divina podía manifestarse de noñinado <<ordalía del río» (Bottéro, 1981). Se trataba de un método utiliza-
formas muy diversas. Una de las más importantes en todas las épocas en Me- do para determinar la culpabilidad en casos en los que no había pruebas de
sopotamia era la adivinación por el examen del hígado, para lo cual era pre- to que había ocurrido realmente aparte de la palabra del acusador contra el
ciso matar una oveja y estudiar e interpretar las diversas partes de su hígado, acuiado (como por ejemplo en loicasos de adulterio, hechicería, traición, y
pues se creía que el dios del Sol <<escribía» signos en é1. Se trataba de una ciertos pleitos róbr" áerechos de propiedad). El rey participaba en é1, al me-
ciencia muy desarrollada (Jeyes, 1980, 1989), que exigía un grado conside- nos en la medida en que se le daba un informe de la ordalía; parece que a
rable de destreza, y en Mari (y también en otros lugares y en otras épocas) menudo era é1 también quien ordenaba la rcalización de este procedimiento
se han descubierto modelos de hÍgados de barro, usados probablemente solemne y peligroso. El ácusado tenía que pasar la noche anterior a la orda-
para el aprendizaje. Pero también se observaban los fenómenos naturales y lía en u¡atúgar aeterminado, tras haberse lavado los pies y lasrnanos, y al
se tomaba nota de todas las circunstancias insólitas, pues también ellos po- amanecer t*fu que recitar unas palabras ordenadas por e[ rey. Esta-circuns-
;
dían ser expresión de los designios divinos: las condiciones atmosféricas tancia.subrayabila seriedad de la acusación. En Mari, el lugar previsto para
anómalas, los partos anormales, el encuentro con animales en lugares insóli- la realización de la ordalía probablemente fuera el Éufrates, no lejos de Hit,
rl
tos, o el movimiento de los planetas constituyen otros tantos ejemplos. Era donde la fuente de betún éxistente hacía quízá parecer al río (concebido
importante poner al soberano en conocimiento de estos sucesos, pues podían como un dios) especialmente fuerte y misterioso. Hit se encontraba en esta
,frI,
I| 130 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
I
,rr\roro*o c.2000-c. 1600 131
I época en el reino de. Babilonia, y quizá se explique la alusión que h¿ge
un texto a la presencia de «servidorés babilonior,
-a.sí Los testimonios de Mari que hablan de la ordalía del río son muy impor-
ia ordalía (véase tnfrq), pues algunos códigos mesopotámicos, como el de Hammurabi, aluden
El proceso daba comienzo con la exposición del caso "n y el rechazo
de la acu
sación respectivamente:

Antes de que sin-iddinam se casara conmigo, d!".gy: sí al padre y al hijo


(es decir, la acusada, casada en la actualidad
cón sií-iáainam, áuuuju'uu *,.- .. ,L? información que todavía deben suministrarnos los materiales de Mari
riormente como prostituta). En una ocasión en que
Sin-iddinam ausen-
te, me envió noticias a través d" hijo Asqudu-. Ért" me dijo: "rtubu u.or-
ll frromete hacernos saber casi el doble de lo que ya sabemos, y aquí sólo he-
tarme contigo». Me besó en los.labioi, tocd mis genitales, (páro)"ó"r"" ,or *.nrionado una mínima parte de los numerosos aspectos de la vida so-
,o
no penetró mi órgano.. Yo le dije: «No es posiblJ que peque
contra ^i"m¡ro
Sin-iddi- bre los que nos ilustran (para una amena introducción a otros muchos, véase
nam>>' En la
9as1:1 la que estaba no hice lo que no ¿ibia hacer a mi señor
(Charpin et al.,l9gg, Dalley, 1984). La inmensa riqueza de detalles que contienen los archivos ha
n..4gg).
revolucionado nuestros conocimientos acerca del Oriente Próximo durante
este período. Pero quizá lo más interesante sea que estos documentos nos
La peligrosa ordalía era ejecutada con frecuencia por un
gar del acusado: en el caso de los nobles,
sustituto en lu- permiten contemplar directamente algunas peculiaridades de los grandes per-
los habitantes de sus ciudades o al- sonajes políticos de la época. Particularmente cómico resulta el tono que-
deas actuaban en su lugar; si la acusada era una
reina; era una de sus damas jumbroso y ñoño adoptado por Yasmah-Addu, quien a menudo recibía seve-
honor las que sufrían la ordalía por ella; el marido podía
11 urilizar a su mu- ras reprimendas de su padre, Shamshi-Adad, por no ser tan vigoroso como
Jer' y en un caso, en el que la acusada era una niña, fue su madre.la que
se zu hermano, Ishme-Dagan de Ekallate:t2
anojó al río en vez de la pequeña. Un extenso documento
demuestra que el
acusado o su sustituto tenía que tirarse al río y
después recorrer a nado un Habla a Papá: así (habla) Yasmah-Addu, tu hijo. Escuché la tablilla que
trecho considerable antes de ialir a la superfi íi" y áemostrar Papá me envió, que dice lo siguiente: <<¿Por cuánto tiempo tendremos que se-
así su inocen-
cia'tt La prueba requería bastante resistencia y u.i, a veces, guir teniéndote sujeto de la rienda? ¡Eres un niño, no un hombre; no tienes
eran verdaderos
equipos los que participaban en ella, metiéndóse primero barba en las mejillas! ¿Curánto tiempo más vas a seguir sin administrar tu casa
en el agua los más
fuertes y después los más débiles: como es debido? ¿No te das cuenta de que tu hermano está al mando de ejér-
citos enormes? ¡Pues a ver si ni diriges tu palacio y tu casa como es debido!».
Habla a mi señor: así (habla) Meptüm, tu servidor. Esto es lo que Papá me escribía. Pues bien, ¿cómo voy a ser un niño y un
En cuanto al equipo de personas que deben tirarse al río incapaz de dirigir mis asuntos si fue Papá quien me nombró? ¿Cómo es posi-
en nombre de
Shubram y Haya-Sumu- enviado por mi señor, incluí ble, después que me crié con Papá desde que era una criatura, que algún criado
en él a personas íntegras
y leales' Para empezar, hicieron qu".1"_ tirara una o cualquier otra persona haya conseguido arrebatarme el cariño de Papá? Voy
,rl mujer y salió a flote. Después
hicieron que se tirara un ancianb. (Nadando) una áistancia de camino para reuninne con Papá, para hablar con Papá de mi infelicidad
I de g0 (medidas) (ARM, 1.108; Dalley, 1984, p.34).
hasta llegar en medio del dios (es decir, el ríó),
lo consigui o y atcaiiá la ori-
lla' Después hicieron que se tirara otra mujer y tu*uien eila
salió fuera. Des-
pués le tocó a una rercera mujer; el río
6aj "atsposá, (es decir, iu á"r!ru"iu_
9u
t9.ahogó). Como- el viejo ioto aio testimonio^del caso por
un trecho de g0 5. HeuuuneBr y LA eRTMERA DTNASTÍA DE BABrLoNre (1894-1595)
(medidas) y como el río ..desposó., a
I
la tercera mujer, el puebro ae Haya-sum
no permitió que las otras treJ muieres que quedabán
," tt*u, ut uguu. R".o_ Ascensión de Babilonia
nocieron: «La ciudad y el país no son nuestros>>. El
anciano cayendo a los pies
del pueblo de shubram.,_{i;o: «¡No dejéis que tas
I
áemas mujeres se tiren (al Babilonia constituye otro ejemplo de ciudad regida por una dinastía amo-
río), no sea que rnueran! Nós avenimor u n.-ur
una tablilla abandonando nues- rrea que de repente alca¡zó un gran apogeo: empeñándose por un lado en
tras pretensiones sobre la ciudad y el país, de
modo que nunca más vuelvan a
plantearse reclamaciones y que lá ciudad y emular a los grandes imperios anteriores e intentando, por otro, sobrevivir
el país pertenezcan a Shubram».
Entonces, ante los hombres írt"gros, los sérvidóres
Labilonios y los un.iuno,
gracias al establecimiento de una hegemonía política general y mediante la
de la ciudad, se les hizo escribir-una tablilla de renuncia eliminación de sus competidores, como, por ejemplo, Larsa, Eshnunna, Asi-
a las reclamaciones.
i Ahora envío ante mi señor a las personas que tenían que ria y Mari.
tirarse al agua para
que las interrogue (Bottéro, lggl; Durand, i9gg, Existen algunas dificultades a la hora de rastrear la ascensión de la pri-
n." 249).
mera dinastía de Babilonia, que dio comienzo con Sumuabum en 1894 y
todavía seguía en tiempos del padre de Hammurabi, Sin-muballit (1812-

¡
t' ,fl
I

132 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES ,\rooororlA c. 2ooo-c. t6oo 133

1793, véase supra, cuadro 8). El emplazamiento de Babilonia plantea un Sa- contacto directo
y compartía sus fronteras con eI reino de Yamhad/Aleppo,
en el Oriente Próximo
ve problema: ha producido muy pocos testimonios del período anterior ¿ sq nue
.1_ tan importante papel desempeñaba por entonces
fase más gloriosa como capital del imperio neobabilónico (626-539, véasg, tuéasa supra, pp. tiZ-tl3). En iZS5 nsnnunna fue completamente.arrasada
en el segundo volumen, el capítulo 11, apartado 4), debido a la considerable X;;áur¿uóiOn. Hammurabi era ya el único señor, directo e indiscutible,
compararse fácilmente con el del imperio
I altura que tiene allí la capa freática. Así pues, el núcleo político del reino dg #^*;r;r*e territorio que podríaa través de las cuales llegaban hasta Meso-
II Hammurabi prácticamente no nos ha proporcionado ningún material. Para re^ ;; ú, 11I, y controlaba lás rutas
!,.
construir su historia dependemos, por consiguiente, de los nombres de los .otamia numerosos artículos y materiales preciosos a la vez que esenciales
años que se nos han conservado y de los archivos de otros lugares. Algunos tn'r*;-, lapislázuli, cornalina, maderas exóticas, estaño, cobre, y caballos)'
de éstos son bastante grandes y nos suministran mucha información, espe-
cialmente con respecto a las cuestiones económicas, pero también acerca de
las condiciones y las prácticas sociales (véanse, por ejemplo, Stone, 1977; El rey, el País Y los súbditos
Yoffee, L977; Kraus, 1979; Jeyes, 1983; Charpin, 1986). Existen también alu-
la estructu-
siones ocasionales a Babilonia en los a¡chivos de Mari, y buen número de La inmensa mayoría de las fuentes que nos permiten conocer
proceden de Sippar (al norte de Babilo-
inscripciones, en su mayoría bastante lacónicas, de los reyes de la dinastía * pofirrcu del reinó de Hammurabi
son parciales, por cuanto
(Kárki, 1984; Frayne, 1990). Un yacimiento importante que ha producido ii.l V de la zona de Larsa, al sur. Estas últimas
los archivos de los funcionarios reales encargados de- las tierras
gran cantidad de material es Sippar, no lejos de Babilonia, que cayó bastan- ,"oi.r"ntun
ejercer el poder que tení-a Hammurabi'
te pronto bajo el dominio de los reyes de esta ciudad (Harris, 1975). Pero la ürrcr*itntes a la corona. El estilo de como un programa de <<seculariza-
expansión propiciada por los reyes del estado hasta entonces insignificante seg,in estos materiales, ha sido calificado
de Babilonia fue bastante limitada antes de Hammurabi: cuando éste subió al ,iin, deliberada (Harris, lg75) y de restablecimiento del control centralizado
trono (1792), Babilonia controlaba Dilbat, Sippar, Kish y Borsippa, ciudades ár fu ptoOucción y del comerció por parte del rey (Yoffee, 1977)' Semejante
-mo¿incaOu,
todas situadas en sus inmediaciones. iesis requiere ser poés se basa, por una parte, en falsas aprecia-
anteriores y'
Un hecho bastante seguro es que las victorias que dieron nombre a los ciones respecto al papel desempeñado por el templo en épocas
años 7-11 del reinado de Hammurabi, fueron fruto de guerras desencadena- por otra, como ya ieñalábamos, en unos materiales produci{9s por la admi-
das por é1 no como soberano independiente, sino como aliado de otros reyes, nist¡ación de lai tierras del rey (Kraus, 1979; Charpin, 1987)' A raíz de las
por entonces más poderosos, Shamshi-Adad I de Asiria y Rim-Sin de Larsa. conquistas de Hammurabi, el control político fue naturalmente
capitalizado
tierras que habían
En otras palabras, el propio Hammurabi no era al principio más que uno de ár-giun medida por Babilonia, y grandes extensiones de
oto dempo a loi reyes vencidos pasaron ahora a ser propie-
los numerosos reyes que <<seguían>> a otro señor más fuerte, gráficamente pei'enecido
descritos en la carta de ltur-Asdu descubierta en Mari (véase supra, p. 122).
"n
áad det rey de esta ciudaá. Esos bienes de la corona fueron ampliados por las
de tierras y los sistemas de regadío, circunstancia que, como
Su expansión política no puede datar de antes del trigésimo año de su reina- rectamaciónes
cabría esperar, trajo consigo un incremento de la producción de lana, tejidos,
do (1763), pero a partir de ese momento su poderío se extendió rápidamen-
te. Tras una campaña victoriosa en la región situada al este del Tigris, vino pescado, dátiles y cerealei, de la que era propietario el monarca' A conse-
la derrota del gran Rim-Sin de Larsa, que permitió a Hammurabi hacerse de cuencia de todo átlo tu corona pasó a desempeñar un papel más importante
en el comercio exterior; pero, cómo ha demostrado Kraus (1979), ese
papel,
un golpe con el control de Isin, Uruk, Ur y Nippur, así como con los extensos
dominios de Larsa. De ese modo, en poco tiempo, las principales ciudades aunque importante, no lligaba a ser un monopolio equivalía y sólo a la mi-
tad áel volumen global ¿J ta actividad mercantil, quedando el resto del ca-
de la Baja Mesopotamia, importantes desde el punto de vista de la ideología
pital comercial el manos de mercaderes particulares. Del mismo modo, la
real y de su riqueza agrícola y comercial, pasaron a manos de Hammurabi.
En 1761, se apoderó también de Eshnunna, que le daba acceso directo a la idea de que las personas relacionadas con las actividades del culto pasaron
ruta del Diyala, que unía la meseta de Irán con la llanura de Mesopotamia y a convertirse en oficiales del rey, en vez de servidores de unos templos su-
su rico comercio; también fueron conquistadas Asiria, con su importante red puestamente <<autónomos)>, parece muy poco convincente: cuando las ciu-
comercial, y parte de la región de los Zagros. En 1760 esta serie de rápidas dades como Sippar pasaron a manos de Babitonia, recayó en el rey de esta
y grandes conquistas se vio coronada con la captura de Mari, cuyas murallas última capital fu r"rponrabitidad de efectuar los nombramientos de los cen-
fueron destruidas dos años más tarde. Esta circunstancia supuso el fin de tros de existenies en ellas y de autorizar su remuneración. Ver en ello
Mari como centro político de primera magnitud y permitió a Hammurabi ex-
"útto
un programa deliberado de secularización constituye una petición de prin-
,,
tender su poderío por el oeste a lo largo del Eufrates, incluida la importante cipio to*o a las relaciones existentes entre esos cargos y la estructura
ruta terrestre que atravesaba la Jezíra (véase supre, p. 123). Quedaba así en pótitiru anterior, y allí donde contamos con algún testimonio (la Lagash del
"-n
I
i
I
134 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ñ.ororonulA c. 2ooo-c. 1600 135

PD III, Agade, Ur III, Isin, Mari), todo parece indicar efectivamente que era que por lo general proporcionaba unos ingresos adicionales a los contratan-
el rey quien efectuaba siempre los nombramientos de los grandes cargos re- tls (Charpin, 1987).
ligiosos. i{ammurabi es célebre sobre todo por su código, copiado en una gran
del presente si-
Los materiales procedentes de la época de Hammurabi y, en menor gra- estela de piedra (2,25 m de altura), descubierta a comienzos
do, los de los reinados de sus sucesores nos permiten atisbar hasta cierto pun- nio rot arqueólogos franceses en Susa; había sido robada por los reyes de
to cuál era la estructura social de Mesopotamia y qué vínculos mantenía el Éir* en eliiglo xm, probablemente en el templo de Shamash en Sippar (para
lur tu¿o..ioñes del código véanse ANET, pp. 163-180; TUAT, Vl,
pueblo con el rey. Los funcionarios y servidores reales recibían parcelas pp. 39-80)'
como parte de sus emolumentos, mientras que a militares de diversa gradua- gi,r*,o fue borrado en parte para dejar sitio a una inscripción del rey de
ción se les entregaban haciendas que comportaban la obligación de cumplir Elu*, pero fuera de eso se ha conservado extraordinariamente bien. Los es-
con ciertos deberes exigidos por el gobierno. El término con el que se desig- pecialiitas han hecho correr.ríos de tinta en su deseo de interpretar su fun-
na a este complejo de obligaciones es ilkum, y entre ellas estaba desde luego iión, y el debate dista mucho de haber sido resuelto. La parte superior de la
el servicio militar, aunque no era la única (otras eran el trabajo en los planes ,r6fu, de forma redondeada (poco menos de un tercio de la altura total),
en el fres-
de obras públicas del rey y la producción de determinados artículos para el muestra una escena de «investidura real>> análoga a la que aparece
palacio). Este tipo de concesiones de tierras eran estrechamente vigiladas: .o ¿.f palacio de Mari (véase la figura 9): Hammurabi está de pie, en actitud
existían nonnas muy estrictas que regulaban su transmisión a los herederos ,rurr"ri., ante el trono de Shamash (dios del Sot y por ende protector de la
y restringían su venta. Quien se hiciera con una parcela de ésas característi- justicia, pues el sol todo lo ilumina), de cuyos hombros salen rayos; el dios
cas y no fuera el beneficiario original de la concesión, tenía el deber de ha- ilruu ,ná altísima tiara de cuernos y ofrece a Hammurabi Ia vara de medir y
cerse cargo de las obligaciones que comportaba la tierra. Se ha postulado que una cuerda enrollada, símbolos de su función de rey justiciero y conquista-
semejantes restricciones a la enajenación de las tierras habría traído consigo dor (véase supra, figura 11). Debajo del relieve están las leyes, escritas con
un incremento de los arrendamientos, y que los arrendatarios, al endeudarse bellos trazos, y enmarcadas por un prólogo y un epflogo bastante-extensos
cada vez más debido a las malas cosechas, se habrían visto reducidos a la redactados en tono encomiáitico: la forma literaria de estas secciones del
condición de esclavos por deudas. Unavez más este sistema no debería con- «código» es una reminiscencia de los himnos reales de época anterior, y cons-
siderarse una característica propia del reinado de Hammurabi ni de su dinas- tituyeiuno de los ejemptos más hermosos de la literatuta acadia arcaica- El
tía; se trataría más bien de un rasgo constante de la vida de Mesopotamia que próiogo y et epflogo póren de manifiesto que la estela fue erigida a finales
simplemente está mejor atestiguado en esta época. La promulgación de <<1e- iet reinaáo de Hammurabi, pues al describir sus posesiones dice que abarcan
yes>> (ml§arum), acto que se repetía una y otra vez siempre que se producía regiones y ciudades que no conquistó hasta el trigésimo año de su reinado.
la ascensión al trono de un rey, entendida precisamente como una liberación Oó necho, la estela dátaúa, como muy pronto, aproximadamente del cuadra-
de las obligaciones y de la servidumbre por deudas que oprimían al pueblo, gésimo año de su reinado (que se prolongó en total por espacio de cuarenta
se encuentra atestiguada en épocas anteriores y en otros lugares (véase supra, y- dos).
p. 97).El ejemplo mejor conservado de un acto de este tipo es el edicto de Resulta difícil saber qué tipo de edicto real representa el código de Ham-
mt§arum de Ammi-saduqa (1647-1626), penúltimo titular de la primera di- murabi: no eS uno de los decretos de condonación de deudas y, aunque con-
nastía de Babilonia (Kraus, 1958 y L984); pero las prácticas y relaciones eco- tiene una alusión a una estatua de Hammurabi en su calidad de «rey de jus-
nómicas de las que habla existían ya mucho antes. Las tierras del rey eran ticia>>, ésta probablemente fuera erigida en el vigésimo primer año de su
cultivadas por gentes que pagaban un tributo anual (biltum), parte en pro- reinado y poi lo tanto no permite identificarla fácilmente con la estela. La co-
ductos agrícolas y parte en plata. El palacio, a su vez, proporcionaba a los lección á" t.y"r y prescripciones que contiene es una muestra bastante ecléc-
cultivadores bueyes, aperos de labranzay agtapara el regadío siempre nece- tica, y los precios que recomienda poner a los diversos productos parecen un
sario. Análogamente los rebaños del rey eran apacentados por pastores par- tanto-idealizados, rln qr" guarden apenas relación con los reales, por lo de-
ticulares que eran contratados para ello, y entre cuyas obligaciones estaba más bastante bien atesiiguádos en otros textos de carácter mercantil. Por úl-
velar por su multiplicación anual, pagando una cantidad de plata por el be- timo, se ha señalado que en los documentos jurídicos conservados son muy
neficio que les produjera el tener a los animales a su disposición. Se llevaba escasas las alusiones que pudieran hacer referencia al código de Hammura-
la cuenta de las reses muertas, cuyos cadáveres eran entregados a los mata- bi. Todas estas considéracioner han dado lugar a una teoría muy influyente
rifes; éstos a cambio tenían que pagar por cada cadáver una cantidad previa- (Finkelstein, 1961, 1965), según [a cual el código debería considerarse un
mente estipulada de materiales, tales como lana o piel, y también cierta can- ejemplo de autoalabanzareal, mediante la cual el soberano, al final de su rei-
tidad de plata. En todos los casos, tanto el palacio como las personas que se ni¿o, daba cuenta a los dioses de sus hazañas, entre las cuales ocupaba un
comprometían a trabajar para él sacaban provecho y beneficio del acuerdo, lugar destacado su papel de defensor de la justicia (Westbrook, 1989). Se-
r 136 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
*r\ro.-o*o c.2000-c. 1600 137

mejante teoría reduciría el famoso código a una elaborada manifestación de


la ideología moniírquica, que no habría afectado a la vida de los súbditos cumentos de negocios. En un texto procedente de Ur vemos, por ejemplo,
de Hammurabi de un modo demasiado tangible. Aunque es indudable que de- cómo unos vecinos resuelven un pleito relacionado con los linderos de sus
sempeñó ese papel, no está excluida necesariamente la posibilidad de que tu- respectivas fincas:
viera una función más práctica. Semejantes observaciones deberían, por con-
Longitud: I ll2 perch y 2 ell (c. 10 m); anchura: 1 ell y 6 dedos (0,60 m):
siguiente, modificarse y en una carta traducida en parte parece que se hace la pared medianera pertenece a Lu-Nanna y a Ela. Ela la reparará a sus expen-
referencia a la cuantía de los salarios fijada por Hammurabi en su éstela: sas: por los gastos de la pared, por 6 m. Lu-Nanna indemnizará a Ela. Ela
pondrá el cerrojo (de la puerta) de Lu-Nanna (UET 5, p.25; cf. Charpin, 1986,
la (cuantía de los) salarios de un operario está escrita en la estela, (por consi- pp. 100-102).
guiente) según lo que os han dicho, no retengr,áis su salario, ya sea Ln cebada
o en plata (Chicago A 3.529, 12; CAD, N/1, pp. 364_365). Aunque se recurría a la ordalía del río (véase supra, pp. 129-131) para
resolver las acusaciones de determinados delitos (por ejemplo, los de bruje-
Si efectivamente se trata de una alusión a las leyes de Hammurabi, como ía, CH, § 2), en otros casos se recurría al juramento solemne por los atribu-
parece más que probable, reflejaría claramente el importante papel desempe- tos divinos (Ries, 1989), como en este texto de Ur:
,i ñado por el rey como fuente de equidad y de autoridad
¡urfáici, en"argádo
I de proteger activay eftcazmente a sus súbditos de la explotación, en conso- En el patio del templo de Ningublaga, fueron examinados Uselli y Enam-
nancia con lo que afirma en el prólogo a sus leyes: tisud. Se acercaron; fue extraída el arma de Ningublaga y Uselli declaró bajo
juramento: <<Juro que no conozco, ni he escondido, ni poseo el grano, la plata,
Yo, el rey que está cabeza y hombros los vestidos ni el turbante propiedad de Fnamtisud». (A continuación viene
I
_ por encima de ros reyes: mis pala-
una lista con los nombres de siete testigos.) (UET 5, p. 254; Charpin, 1986,
I
bras son decisión, mi diligencia no tiene igual. por orden del dioi del sol, gran
del cielo y de la tierra, que mi justicia sea visible en el país; por ordei de pp. 88-89.)
luez
Marduk (dios patrono de Babilonia), que lo que yo he escritó no huyu quien lo
borre; en Esagila (el santuario de Marduk en Babilonia), al que iunto u*o, Muchas leyes tienen que ver con el matrimonio y las herencias. Los com-
profeso, que mi nombre sea pronunciado con gratitud eternamente. plicados ritos relacionados con el matrimonio han sido reconstruidos con
Que el ciudadano que haya sufrido daño y se vea metido en un pleito todo detalle gracias a un documento de esta época (Greengus, 1966). La boda
I
t

llegue ante mi estatua (llamada) <<rey de justicia», y lea la inscripción áe mi constituía una ceremonia muy larga. Primero, el padre de la novia enviaba
i
estela; que mi estela dilucide cuál es su situación legal; que vea iu sentencia una serie de regalos (vestidos, plata y un anillo) al novio; a continuación se
jurídica y ojalá pueda su corazón alenrar sin fatigi (y diga): <<Hammurabi, realízaban ofrendas en los templos de las ciudades natales de la novia y del
i
nuestro señor, que existe para el pueblo como un verdadero padre, se ha preo- novio; los regalos de boda, consistentes en comida y otros objetos, eran pre-
cupado por orden de su señor, Marduk, ha ganado el deseo de Marduk por
sentados en casa de la novia en una bandeja, y el padre de la muchacha co-
encima y qor debajo, ha agradado al corazón de su señor, Marduk, y deLr-
nespondía con más comida que entregaba al hermano del novio, de modo
minado el bienestar del pueblo para siempre y ha ayudado al país ál" n *
^ que la familia de éste participara comiendo los alimentos preparados por la
su justicia». Hable así y que ante mi señor, Marduk, y mi señora, saqpanitum
(la consorte de Marduk), me bendiga con todo su corazón (cH, XLVII, g0- familia con la que iba a emparentar. Entonces los parientes del novio visita-
XLVII,47). ban la casa de la novia, donde se les ofrecía un banquete, y se realizaba al-
gún tipo de rito, tras lo cual llegaba la madre del novio (en este caso puede
Al margen de lo que cada uno quiera pensar respecto a la función del có- gue actuara en nombre del padre difunto) y también se le daba de comer.
digo (¿un intento de resolver los conflictós entre licorona y los organismos Esta realizaba entonces una ceremonia en el templo y asistía al baño ritual de
locales? [Diakonoff, 19717, ¿una colección de decisiones concretas del rey en la novia, cuya cabeza era ungida con aceite. Después volvía a casa, acompa-
casos específicos? [Petschow, 1984]), es indudable que nos ofrece una enor- ñada por algunos parientes, y recibía más regalos en forma de comida. Por fin
me cantidad de información sobre muchos aspectos de la sociedad paleoba- el novio entraba en casa de la novia (Malul, 1989) y se quedaba a vivir en ella
cuatro meses junto con cuatro compañeros, pasados los cuales la recién casa-
bilónica. A pesar de los constantes problemas que plantea la comprensión de
da se trasladaba a su nuevo hogar con su marido y sus cuñados y suegros.
una parte de su terminología, en particular por lo que respecta al-os distintos
grupos sociales (Diakonoff, l97l), nos muestra cuán ajetreada era la vida de Como en muchas sociedades patrilocales, las esposas solían convertirse
en blanco de [a hostilidad de sus parientes por alianza y en chivo expiatorio
esta época, y concuerda con el vívido material descubiirto en los numerosos
de las disputas familiares (en definitiva son intrusas, cuya lealtad no se loca-
pequeños archivos privados en los que se conservan cartas familiares y do-
liza sólo en la familia del marido). Un interesante grupo de textos (Walters,
rl
tr if;l

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,)broo**IA c.2ooo-c. 1600 l3g
'li ! 138 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
l1

I
1970-1971) muestra a un padrey a un hijo enzarzados en un pleito público tef&f hijos, en cuyo caso debían
proporcionar al marido una esclava que tu-
ir
I
I
ante el alcalde de su aldea. Es evidente que el hijo se ha comportado indebi- uir* t ijot por ellas. Uno de esos grupos (aunque no-es e[ mismo que apare-
damente en un asunto relacionado con un campo de la familia, pero el padre, ,, .rnóionudo en el código de Hammurabi), el de las nadltu de Sippar, 1o
recuperados en ef monaste-
! I interesadamente, no lo identifica como el verdadero responsable, sino que conocemos especralmente bien por los archivos
(Jeyes, Harris, 1989). Eran hijas de familias de alto
i I echa la culpa a su nuera y a la madre de ésta que, según dice, han hechiza- ;;;, el que vivían 1983;
los estados vecinos. Las
i
II I
do a su hijo. El hijo replica a su vez diciendo que el padre ha sido hechizado i^go, las cuales había incluso princesas de
:
1

por <<su bruja», cuya identidad (y por consiguiente cuya relación exacta con "rir"
moínu"t us eran dedicadas al dios Shamash de Sippar en calidad de <<espo-
i
y unos lazos particularmente estrechos con la
I la familia) desgraciadamente no conocemos. Lo curioso del caso, sin embar- ,áVpror"tidas>>, desarrollaban
dote, y es posi-
I

go, es que los dos parientes consanguíneos varones atribuyen la responsabi- .ánror*" del dios, Aya. Se llevaban consigo al monasterio su
lidad del conflicto desencadenado entre el padre y el hijo a sendas intrusas Ui" qur, al entrar en é1, cambiaran de nombre (Dalley, 1984, p. 105). Vivían
per-
,

en el seno de la familia, esto es, a las mujeres, mucho más vulnerables. ,on iur servidores en una casa dentro del recinto del convento, donde
principales era, al
En el código de Hammurabi se distinguen en varias ocasiones tres gru- manecían enclaustradas y solteras. Uno de sus deberes
pos sociales diferentes: awllum ('varón'), mu§kénum ('¿servidor?'), y wardum perecer, rezaÍ por la proiperidad de su familia. Intervenían también activa-
('esclavo'). Esta última categoría no plantea discusión, pero las dos primeras 'rrnt" en los negociós, utilizando agentes externos y, aunque la dote así
podían
resultan muy difíciles de deñnir con precisión. Es posible que el término aumentada era dévuelta a la familia de las nadltura cuando morían,
awllum designara al ciudadano libre, en contraposición con el mu§kénum, el legar libremente parte de sus propiedades personales.. Podían adoptar
una hija
'servidor reaVcriado de palacio' (Diakonoff, l97L), pero la cuestión sigue y iegarle sus propiedades, aunque su familia podía impugnar el testamento.
abierta. Ambos términos indicaban desde luego diferentes categorías jurídi- hurr-qr" se lei négaba el aspecto doméstico de la vida de las familias nor-
cas, pues los castigos variaban en función del grupo al que pertenecieran la malei, las nadttuln seguían manteniendo estrechas relaciones y lazos afecti-
víctima y el criminal. Pero 1o que no está ni mucho menos claro es si las vos con sus familias, á" las que seguían dependiendo. Eran conscientes del
tres categorías reflejan o no una jerarquía social descendente, pues no es honor que su posición confería a sus parientes y solían aprovecharla para ob-
seguro que el mu§kénum se encontrara siempre necesariamente por debajo tener di e[oJfavores extraordinarios, como vemos en esta carta de Erishti-
del awllum en la escala social (Postgate, 1992, pp.239-240). Los esclavos de Aya, hija del rey Zímn-Lim de Mari:
compraventa, en cambio, no plantean ningún problema de definición: se les
te escribí el año pa-
reconocía o bien por su peinado especial o por algún tipo de tatuaje, cuyo ¡Estoy siempre rezando, siempre, siempre! ... Cuando
cambio o cuya supresión constituía un delito. Muchas leyes tratan del pro- sado, me mandaste dos criadas, pero una de ellas murió y ahora me han traído
blema de los esclavos fugitivos y de su regreso. Dos leyes prevén lo que se otras dos, aunque una de ellas también ha muerto. Si soy el símbolo de la casa
debe hacer en el caso de que un hombre tenga hijos con su esposa y con su de tu padre, ¿por qué no me proporcionas 1o necesario? (ARM, X, 39; Dalley,
esclava. Cabe imaginar el tipo de problemas emocionales y sociales que po- 1984, pp. 105-106).
dían suscitar situaciones como ésta. La norma de Hammurabi es bien clara:

§ 170: Si la esposa de un hombre le da hijos y su esclava también le da hi- Esto no son más que unas cuantas muestras de las numerosas actividades
jos, y si el padre reconoce en vida como hijos suyos a los hijos que le hubiera cotidianas que apareCen reflejadas en el código y en los documentos de ca-
dado su esclava, y los pone en pie de igualdad con los hijos de su esposa, en- rácter persónd áe esta época. Aunque la historia política resulte difícil de
tonces, cuando muera el padre, los hijos de la esposa y los hijos de la esclava reconsiruir, la documentación relativa a la vida cotidiana constituye un ver-
se repartirán a partes iguales la propiedad de la casa del padre; el heredero, el dadero tesoro de información.
hijo de la esposa, sea el primero en escoger su parte y lleviírsela.
§ 171: Sin embargo, si el padre no reconoce en vida como hijos suyos a
los hijos que le hubiera dado la esclava, entonces, cuando el padre muera, los
Decadencia de Babílonia
hijos de la esclava no se repartirán a partes iguales la propiedad de la casa del
padre; la esclava y sus hijos quedarán libres, y los hijos de la esposa no recla-
i
marán a los hijos de la esclava como esclavos suyos (CH, §§ 170-I7I). Suele afirmarse que el reino de Hammurabi se vino abajo casi inmedia-
tamente después de su muerte, y que sus logros fueron tan efímeros como los
Curiosamente en el código figuran también una serie de mujeres dedi- de Shamstri-eda¿ I. En realidad es una exageración. Es cierto que sus suce-
cadas a las tareas del culto, cuyas relaciones con el resto de la sociedad son sores no mantuvieron el control de todas las regiones conquistadas por é1,
debidamente reguladas. Algunas podían casarse, pero no se les permitía y que la zona de Mari se perdió para Babilonia unos veinte años después de
140 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES
\
su muerte, con el desarrollo del nuevo reino de Hana (probablemente
capital en Terqa), que debió de ocupar prácticamente el mismo territorio
que
en su momento ocupara Mari (G. y M. Buccellati, en Weiss, 1985
[OGc];
Rouault, 1984). Del mismo modo, los disturbios desencadenados al
sur de
Babilonia, entre ellos la su blevación de Larsa, acabaron finalmente (unos
ochenta años después) con la pérdida de control directo del lucrativo
comer-
cio del Golfo y de algunas de las comarcas más ricas del extremo sur,
en par_
ticular los bosques de palmeras datileras y las importantes zonas pesqueras
de los pantanos, tras el establecimiento de la <<dinastía del País
todavía poco conocida, en esta región (RL,A,8, pp. 6-10). Así pues,
del Mar» 3. EGIPTO DESDE LA DINASTÍA I
gable que la extensión del reino gobernado por los descendientes
es rnne-
de Ham- HASTA LA DINASTÍA XVII
murabi se redujo con el paso del tiempo, pero el proceso fue bast"ante
latino y el reino de Babilonia siguió siendo una entidad política
pau- (c.310013000 -1552)
bastante
importante, lo mlsmo que Yamhad y Hana, hasta q ue la ciudad fue
saqueada
durante una incursión del rey hitita Mursili I en I 595 a.C. (véase
el capítu- El p¡.Ís Y EL MEDIo AMBIENTE
lo 5, apartado 3): es decir, durante un período de más de 150 años. Es preci-
samente este éxito relativo de la dinastía, y no sus problemas
y en último La famosa frase de Heródoto «Egipto es un don del Nilo» (2.5) no es
término su fracaso, lo que requiere ser estudiado con más profundidad.
ninguna exageración. Elpaís es el oasis más grande y niás fértil por natura-
leza de todo e[ norte de Africa, pues el Nilo ha creado una llanura de aluvión
relativamente ancha gracias a la cal y la arenisca. La sitr¡ación es completa-
mente distinta en la región que se extiende más al sur, desde las inmediacio-
nes de Asuán hasta Sudán. Aquí el terreno de aluvión es sumamente estre-
cho, la corriente del río se ve a menudo intemrmpida por grandes rocas que
imposibilitan la navegación, y el suelo es con frecuencia pedregoso. Esta
zona rocosa se llama Nubia, pero en los libros más antiguos se denomina a
menudo (equivocadamente) <<Etiopío>. Además el valle del Nilo separa Egip-
to de los desiertos situados al este y al oeste. El contraste resulta sorpren-
dente no sólo desde el aire, sino incluso a nivel del suelo: allá hasta donde
llegan las tierras de regadío y los campos cultivados, el terreno es de un color
marrón oscuro; inmediatamente después, comienzan los arenales amarillos
del desierto. En algunos lugares podemos tener un pie en una tierra perfec-
tamente cultivada y otro en las arenas hostiles del desierto. Dado que la zona
apta para la agricultura es tan limitada, los poblados y los campos solían es-
tar situados (aunque no siempre fuera así) en esta zona apta para el regadío,
mientras que las necrópolis se hallaban relegadas al desierto.
Asuán y la primera catarata marcaban tradicionalmente la frontera meri-
dional de Egipto ya desde comienzos de la I dinastía. De allí hacia el norte, a
lo largo del Nilo hasta Menñs, se extendíalazona denominada convencional-
mente <<Alto Egipto», dividido en tiempos históricos en veinte distritos admi-
nistrativos <<canónicos>> (véase infra,, p. 184, mapa 7). Al norte de Menfis se
encuentra el delta del Nilo, donde el río se divide en diversos ramales. Gran
parte de esta región era pantanosa. El terreno es amplio y potencialmente muy
rico, pero su carácter pantanoso hace que su explotación resulte muy difícil.
Esta parte norte del país se llama tradicionalmente «Bajo Egipto», y también
estaba dividido en una serie de distritos administrativos. A menudo los espe-
rl,

t42 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrr,ro DESDE \ ,IroosrÍe I rnsm le nrNRsrÍA xvII t43
,Ii

li cialistas modernos llaman a la región situada entre Menfis y Ábidos «Egipto


Medio». Con este término se designa la parte del país en la que el terreno de 1|
i
aluvión es considerablemente más ancho que en la zona situada más al sur.
Pero los egipcios no la consideraban una región distinta: cuando en época his-
tórica aluden a los <<dos países>>, se refieren inevitablemente al Alto y al Bajo ¡
Egipto, tal como los hemos definido más arriba.
El Nilo constituía la arteria vital de Egipto, que unía las comunidades di-
seminadas a lo largo de sus riberas, y las comunicaciones se llevaban a cabo
L.-
fundamentalmente por medio debarcazas. El protagonismo del Nilo en todos EI

los aspectos de la vida del país se ve ilustrado perfectamente por los térmi- a
Siwa
nos empleados en egipcio para designar las direcciones: el norte se llama «río Oasis de
abajo» y el sur <<úo arriba». En un texto de Tutmosis III (siglo xv) se nos ha
conservado una explicación graciosísima (para nosotros) en la que, al descri-
bir para el público egipcio el curso del Eufrates en la Siria septentrional (que
fluye de norte a sur), se afirma que el úo «al correr hacia arriba, corre hacia
eFKharga
abajo».
- lttg -Egipto lo-.gs sólo la e_gt¡echa franja de tierra cultivada situada a una 1.
y otra orilla del río. Los desiertos vecinos contenían también importantes re-
cursos. A1 oeste se encuentra el desierto de Libia, habitado por pastores, y sal-
picado aquí y allá de diversos oasis, los más grandes de los cuales son los de
Bhariya, Siwa, Farafra, Dakhla, y Kharga. Durante los períodos de mayor Catarata de Dal
poder político, Egipto intentó dominarlos, llegando a convertirse en destino DE

para los desterrados. Cuando el dominio de Egipto sobre ellos era menos se- DE
ABYAD
guro, podían servir como refugio para los rebeldes. Estos oasis eran lugares
I

rl

bastante fértiles, situados a lo largo de la ruta que unía unos con otros y con
I

Nubia, más al sur. Desde ellos partían asimismo rutas hacia el valle del Nilo DE a?
DESIERTO

l
(Giddy, 1987). Lo que no es tan seguro es que las grandes rutas del desierto \
i

I pudieran utilizarse regularmente antes de que el uso del camello se hiciera ha-
l
I

bitual en Egipto (no antes de los siglo vI o v). También al oeste de Egipto, (
pero más cerca del valle del Nilo, está la depresión de El Fayum, provista de
un lago alimentado por un brazo del Nilo (Bahr-Yusufl, al suroeste de Menfis.
Para que la comarca pudiera ser utilizada para la agricultura, las aguas que ali- Mepa 5. Egipto: maPa físico.
mentaban el lago tuvieron que ser desviadas. Fue una obra inmensa: durante
la época ptolemaica (siglos uI-t) se realizó un gran esfuerzo y se puso en
explotación una enorme superficie de tierra en esta zona. Pero anteriormente, seguridad del país y para las actividades comerciales. En el propio Sinaí se
los faraones de la dinastía XII, que fueron los que desarrollaron fundamental- enóontrabun uáliorás minas de turquesas y cobre (Serabit el-Khadim, Uadi
mente la región, ya habían realizado labores de entarquinamiento. Se ha llega- Maghara). Las turquesas eran explotadas indudablemente por los egipcios
do a pensar que hicieron útiles para el cultivo unos 450 km2 de terreno, aun- desáe las primeru, épo.ur de su historia, pero la existencia de la minería del
que las dimensiones exactas del mismo se desconocen. Llevando un régimen cobre no iuele relaóionarse con los restos egipcios. A finales del Imperio
esmerado de cultivos, podían obtenerse dos cosechas al año. Otra región Nuevo se explotaba en beneficio de los egipcios una rica fuente de cobre mu-
situada lejos del Nilo por el oeste era la de Uadi el-Natrun, cerca de la zona cho más al éste, en Timna, cerca de la actual EIat (Rothenberg, 1972)' }:l.{ás
occidental del delta, con su gran lago de agua salada, fuente de la sosa utili- al sur, directamente al este del valle del Nilo, el desierto oriental era muy
zadaparu la limpieza, la fabricación de vidrio y la momificación. rico en recursos minerales, en particular alabastro (Hatnub), cuarcita (Gebel
Por el este, Ia península del Sinaí unía Egipto con el Asia occidental. El Ahmar), grauvaca y oro (uadi Hammamat). En diversos puntos podía enla-
control de sus vías terrestres y de la ruta costera era importante para la zarse co, las rutas qu., .*rando las colinas del Mar Rojo, llegaban hasta la
IM EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ectrto DESDE \o ,r*urrÍe I sasre LA DINASTÍ^ xvlt 145

costa, donde se encontraba un pequeño número de puertos egipcios. Desde asuas del Nilo y la inundación de Sudán
y Egipto cada año. La inundación
es controlrada en la actualidad por una seri_e d9 presas y esclusas, cuyas
ellos partían las expediciones por vía marítima hacia el maravilloso país de ffid (1830) y finalizaron en los años sesen-
Punt, fuente del incienso, situado probablemente en la actual Eritrea. obras comenzaron en el siglo pasado
Uno de los vecinos más ricos de Egipto y foco de atención constante de la construcción de la gran presa de Asuán, que ha inundado perma-
á
los faraones más ambiciosos era Nubia. En su parte más meridional, en la re- ñn"o,
rrrr"np la mayor parte de la Baja Nubia formando el lago Nasser. Pero
gión correspondiente a la quinta y sexta catarata, Nubia es potencialmente julio,
la crecida anual daba comienzo en Egipto hacia el mes de alcan-
;l;r
áUu ru cota más alta en agosto y septiembre, y las aguas empezaban
muy fértil, y en ella florecieron al mismo tiempo que Egipto varias entidades a bajar
políticas importantes, caracterizadas por una cultura propia (Trigger, \976). régimen suministraba agua suficiente para Ia
,, o.toUrr. Normalmente este
El país de Nubia también se divide convencionalmente en dos secciones, de una cosecha. El río no sólo se desbordaba, sino que además
fioducción
Ie extendía a través de una serie de canales de desagüe por las tierras
«Baja Nubia>>, que designa la zona comprendida entre la primera y la segun- bajas
da catarata, y <<Alta Nubia>>, más al sur, que llega hasta Sudrán. LaBaja Nubia ,itou¿ur detrás de los diques que bordean las márgenes del río, donde esta-
era denominada a veces por los egipcios <<Wawab>, mientras que la Alta se parte de los esfuerzos debían dirigirse
úan situa¿os los poblados. La mayor
llamaba habitualmente <<Kush». El término Kush, sin embargo, podía utiliza¡- a controlar la creóida y a utilizarla del modo más eficaz
posible, labor que se
se de forma más vaga para designar la totalidad de Nubia. Aparecen además iealizabaa nivel de los distritos administrativos en los que estaba dividido el
otros términos, que probablemente sean un reflejo de los cambios políticos ouír Gutrer, 1976). Una vez empezaban a bajar las aguas, dejando tras de sí
ocurridos en la zona. Nubia es una región especialmente rica en depósitos de l, una ri.u.upu de aluvión negro, se efectuaba la siembra (espelta, cebada, le-
cobre, oro, amatistas y diorita. Pero además un sector bastante importante ll nu.br"t, vérduras, sésamo y lino para tejer), y la cosecha tenía lugar entre
de la población, aunque bastante diseminado, se dedicaba a la agricultura, y ll ínrro y marzo. Después de la cosecha las aguas del Nilo alcanzaban su cota
desde los primeros tiempos de la historia de Egipto tenemos noticias de la or- I *fni-á. La crecida y la bajada det río marcaban para los egipcios el esque-a
ganización de incursiones contra sus vecinos del sur en busca de ganado y de \ ma de las estaciones, que no eran cuatro, como estamos acostumbrados
prisioneros. Esta población consütuía una de las principales fuentes de mano pensar en [a Europa templada, sino tres, con arreglo a un ciclo agrícola bien
de obra de Egipto, sobre todo para el ejército; al parecer había una especie áefinido: ..inundaóiónr, i.bajada de las aguas>> (época de cultivo), y <<sequía»
de regimiento de policía formado casi exclusivamente por cierto pueblo ori- (cosecha/verano). El pueblo esperaba ansiosamente cada año buenos (es
ginario de la Baja Nubia, los medjay. Nubia significaba además para Egipto decir, altos) Nilos, y sé apostaban hombres al sur encargados de observar la
I
la puerta de acceso a una serie de productos raros y exóticos procedentes crecida de las uguai, que enviaban mensajes al norte para que la administra-
del Africa subsahariana huevos de avestruz, ébano y muchos ción central supiera de antemano si la inundación iba a ser generosa, y por
-pigmeos,
otros artículos-, muy apreciados
I
por los faraones. No en vano Nubia ha sido lo tanto iba a háber buena cosecha, o no. Los faraones esperaban que hubiera
:l
denominada el «pasillo de Africa» (Adams, L975 tOcgl). Una y otra vez, los buenos nilos como señal de que su reinado iba a ser bendecido por los dioses,
egipcios se esforzaron por hacerse con el control de Nubia o incluso por como demuestra este pasaje perteneciente a un himno en honor de la ascen-
anexionfusela, al menos su parte norte, y los conflictos entre los dos países sión al trono de Ramsés IV (dinastía XX, siglo xtt):
fueron endémicos.
En la medida en que podemos estudiarlo, el clima de Egipto durante la Nilos altos han salido de sus cavernas para refrescar los corazones de la
mayor parte de su historia ha sido siempre muy seco, de suerte que depende gente sencilla (G. Maspeto, Recueil II [1880], pp. 116-117; Erman, 192711966
por completo del riego del Nilo para su supervivencia. El país se ha visto so- [0I], p. 279; ANET, PP.378-379).
metido a cambios climáticos a largo plazo, como por ejemplo, la «fase hú-
meda del Neolítico>> (Butzer, 1976), comprendida aproximadamente entre Debemos señalar otro rasgo típico del paisaje egipcio. Había zonas mar-
10000 y 5000, durante la cual los desiertos situados al este y al oeste proba- ginales de tierras pantanosas que no podían ser utilizadas regularmente para
blemente estuvieran más poblados. Este período vino seguido de una sequía él cultivo. En parté proporcionaban unos pastos excelentes para la ganadería,
progresiva, euo, al parecer, se dejó notar especialmente a finales del cuarto por ejemplo para lá cría de vacas. Pero las zonas pantanosas más amplias
milenio y que provocó el gradual asentamiento de la población en el valle del érun áprorechadas para cultivar papiro, que servía de refugio a las aves acuá-
Nilo. Pero aparte de esos cambios profundos y lentos, Egipto se encuentra ticas. Lu caru en lós pantanos constituye una de las escenas representadas
sometido a fluctuaciones constantes del nivel de las crecidas del río, de las con frecuencia en las pinturas de las tumbas y evidentemente era uno de los
que dependen las cosechas. Los monzones de Etiopía hacen crecer el Nilo pasatiempos de la ariitocracia. Pero la maleza proporcionaba en cualquier
Azul; la pluviosidad anual y el deshielo hacen subir el nivel de las aguas del óaso una-fuente adicional de comida, 1o mismo que la pesca. Además el pa-
Nilo Blanco. La crecida de estos afluentes solía provocar la crecida de las piro era naturalmente una planta muy importante para Egipto. Tenía muchí-
1l

t46 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro ,".oJo orNesrf.c, r HASTA LA DINAsrfn xvII 147

simos usos, como, por ejemplo, la fabricación de pequeñas barcas de junco


entretejido, pero sobre todo, para mayor satisfacción de los estudiosos mo-
Cunono 9. Egipto: cronología general
dernos, enseguida se convirtió en un excelente material de escritura. Gracias
al clima seco de Egipto, se nos han conservado numerosos documentos en Predinástico ?-3100*
Dinástico TemPrano/A¡caico (dinastías I-II) c. 3100-2686
i papiro que nos ofrecen un enorrne volumen de información acerca de la his-
Imperio Antiguo (dinastías III-VD c.2686-2181
i
toria del país. El papiro ya no crece en Egipto; al parecer se extinguió en la (dinastías VII-X y comienzos
Primer Período Intermedio
I
i

I
I Edad Media. Más recientemente, en el curso de los últimos tres siglos, tam- de la XI) c.2180-2040
I
i bién han desaparecido el hipopótamo y el cocodrilo; anteriormente estos
I
I
animales infestaban las orillas del río y los pantanos, poniendo en peligro las Imperio Medio (finales dinastía Xl-comienzos
i
vidas de las gentes que vivían cerca del Nilo. La caza del hipopótamo en par- dinastía XIII) c.2MO-1730
i
I ticular aparece representada con frecuencia en las pinturas de las tumbas, y Segundo Período Intermedio (finales dinastía XIII-
I
desde luego constituía un deporte muy útil. (incluidos los <<hicsos») dinastía XVII) c. 1730-1550
Imperio Nuevo (dinastías XVI[-XX) c. 1550-1080
I Tercer Peíodo Intermedio (dinastías XXI-XXV) c. 1080-664
Período Saíta (dinastía XXVI) 664-525
Historia dinástica: las fuentes y .r¡ls problemas
Período Tardío (dinastías XXVII-XXXI) 525-332
(incluidas la 1." y la 2."
La historia de Egipto antes del período helenístico (ptolemaico) se divide dominación persa)
en una serie de «dinastías>>, hasta el punto de que la época prehistórica recibe
precisamente el nombre de «predinástica». La convención de las «dinastías>> y * La fase de transición entre finales del período Predinástico y el Dinástico Temprano se
toda la terminología relacionada con ellas procede de Manetón, erudito egip- denomina a veces período «Protodinástico».
cio que escribió una historia de su país en griego a comienzos del siglo ur,
dividida en dinastías. Su obra sólo se nos ha conservado gracias a las citas y
los resúmenes de autores de época posterior. No siempre están claros los mo- delos de pirámide, que se convertiría en la forma clásica de enterramiento
tivos que lo inducen a agrupar a determinados faraones, pues los soberanos real durante los mil años siguientes. Las pirámides están todas situadas en el
que reúne en una misma dinastía no siempre son miembros de una misma fa- norte, lo cual implica que Abidos dejó de funcionar como cementerio rea[.
milia. Lo curioso que tiene el sistema de Manetón es que aparece un tipo A partir de la dinastía IV se expandieron los títulos y los nombres del faraón,
similar de agrupamientos de los distintos reyes en un documento egipcio, con- y así dos de los nombres del soberano aparecen enmarcados en un <<rótulo>>
servado sólo en parte, que recibe indistintamente el nombre de «Canon de Tu- (véase la figura l2), cuya forma ovalada quizá simbolizara el hecho de que
rín», <<Lista de Reyes de Turín», y <<Canon Real de Turín» (Gardiner, 1959). el soberano reinaba sobre todo lo que quedaba dentro de la órbita del sol.
Este texto, que nos ofrece una lista de los faraones de Egipto, fue compilado Durante el período anterior, el nombre del rey era más corto y su elemento
en época de la dinastía XIX (siglo xm) y se encuentra en la actualidad en el más destacado era colocado dentro del dibujo de la fachada de un palacio
Museo de Turín. El hecho de que Manetón y el Canon de Turín presenten una (serekh), rematada normalmente por el halcón Horus, hijo de Osiris, con el
estructura análoga indica que Manetón constituye una fuente potencialmente que se identificaba al monarca reinante (Gard.iner, L957, Exc. A). Debido a
buena y fidedigna en la medida en que refleja las tradiciones históricas egip- estos cambios suele pensarse que las dos primeras dinastías (y a veces tam-
cias correspondientes a la época del Imperio Nuevo (Málek, 1982). bién la III) corresponden a un período de formación llamado «Protodinás-
¿Cómo funciona exactamente el sistema de Manetón? Tras enumerar una tico». A continuación viene el «Imperio Antiguo>>, que técnicamente va
serie de períodos colrespondientes al gobierno de los dioses (lo mismo que desde la IV (a veces la III) dinastía hasta la VIII. Después se produjo una
el papiro de Turín), presenta treinta dinastías de faraones que van desde el crisis del control del estado, que quizá no durara más de cien años, llamada
presunto primer «unificador» del país, Menes (c. 3100/3000), hasta la época «Primer Período Intermedio>>. La crisis concluyó con la reaparición de una
inmediatamente anterior a la conquista de Egipto por Alejandro Magno autoridad central fuerte. Llegamos así al Imperio Medio (desde finales de la
(332). Este dilatado lapso de tiempo ha sido subdividido en diversos perío- dinastía XI hasta comienzos de la XIID. Las diferencias estructurales e ins-
dos por los especialistas modernos (véase el cuadro 9). Las dos primeras titucionales entre el Imperio Antiguo y el Medio quizá no fueran tan pro-
dinastías se distinguen hasta cierto punto del período sucesivo debido a la fundas como se creía en otro tiempo, y los egiptólogos tratan a veces juntos
forma y el emplazamiento de los enterramientos reales (mastabas ¿e ÁUi- los dos períodos (así, por ejemplo, Kemp en Trigger et aL.,1983 [0D]; 1989
dos). A lo largo de la dinastía III empezaron a producirse los primeros mo- [0Ga]). Después del Imperio Medio viene una etapa bastante larga de frag-
rrfi r48 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DESDE ,i\r^orrÍe t uasre LA DINASTfa xvlt t49

mentación del poder, llamada «Segundo Período Intermedio>>, de unos dos- forma armónica y correcta de
que existiera el país. Esa imagen se ve colro-
cientos años de duración. Durante parte de este período, un sector importan- borada por el Canon de Turín y la obra de Manetón: los dos comienzan por
te del país quedó en poder de unos faraones de origen extranjero, pertene- I, al que presentan como primer soberano no divino de la
I cientes a la dinastía llamada de los «hicsos>>. Los quinientos años siguientes
Mrrrt, áe
de
la dinastía
Egipro. Se ve i"rpdOuAu asimismó por la Lista de Reyes ¿e ÁUi-
íi
ir*liJ"¿
constituyen e[ Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX), tras el cual viene el dor, escrita en las paredes del templo de Sety I (dinastía XIX, 1305-1290
<<Tercer Período Intermedio>> (dinastías XXI-XXV), que duró casi cuatro flug4-12791). La lista presenta como antecesores de Sety únicamente a los re-
siglos. Comienza entonces el «período Tardío>>, durante el cual los faraones ,* qr" gobernaron la totalidad de Egipto, omite por completo a los de los dos
de la dinastía XXVI (los llamados <<saítas>>) establecieron su dominio sobre o"ríodot intermedios, y desde luego empieza también por Menes.t Más o me-
la totalidad de Egipto. En 525 el país fue conquistado por los persas y se nos el mismo sistema encontramos en la llamada
«Lista de Reyes de Karnak>>,
convirtió en provincia del imperio aqueménida hasta c. 400. Hasta que los oue Bmbién da los nombres de los faraones desde Menes hasta Tutmosis III
persas reconquistaron Egipto en 343 se sucedieron tres dinastías locales XVIII, 1490-1436 11479-14251), pero omite a los monarcas de los
ldinastía
ideológicamente muy importantes, aunque poco duraderas. Según parece, la períodos intermedios. Así, la impresión dominante, a
juzgar por estas fuentes,
historia de Manetón y su exposición de los hechos por dinastías acababan Ls la de que, a comienzos de la dinastía I, Menes unificó Egipto
y fomentó su
aquí. Posteriormente se añadió a la obra una <<dinastía XXXI>>, que repre- desanollo como estado poderoso y próspero. Todos los soberanos sucesivos
sentaría la segunda <<dominación persa», a la que puso fin la conquista de intentaron mantener o, en caso de necesidad, volver a crear esa unidad, cuya
Alejandro de Macedonia en 332. expresión más típica eran los títulos y nombres reales, así como una serie de
El sistema correspondiente a esta burda clasificación de la historia de símbolos regios (Frankfort, 1948 t0ll). De ese modo, el faraón era siempre
Egipto presenta una serie de períodos de fuerte control por parte de un esta- idealmente <<rey del Atto y Bajo Egipto» (su nombre, nsw-bíty), simbolizado
do unificado que se alternan con sucesivos «períodos intermedios>>, en los por el junco del Alto Egipto y la abeja del Bajo Egipto (véase la figura 12).
que la unidad de Egipto se habría venido abajo. Da también una impresión Éra también el <<amado de las dos señoras>>. Este título aludía a dos diosas:
enorne de continuidad, de lucha constante por regresar a una forma política una, el buitre Nekhabet, diosa de Nekhab (cerca de Hieracómpolis), en el Alto
ideal, <<correcta>>. Y desde luego lo que es continuidad cul- Egipto; la otra era la cobra, Wadjet, de Buto, en el delta. El rey llevaba ade-
tural y artística- la hubo. Muchas de las formas básicas-institucional,
de la vida de Egip- m,ái una doble corona, cuyos dos elementos tenían que ver con el Alto y el
to desarrollaron una serie de normas estándar desde los primeros momentos Bajo Egipto: la corona blanca del Alto Egipto era una especie de casco alto
de su historia, que se modificaron relativamente poco con el paso del tiem- de cuero (?); la corona roja del Bajo Egipto parece que estaba hecha original-
po. Pero conviene tener en cuenta que esas nonnas representan estereotipos mente de juncos (al menos en parte). Las dos coronas aparecen tradicio-
idealizados que enmascaran de hecho la realidad de unos cambios a menudo nalmente combinadas (véase la figura 12), evocando una vez más, de modo
profundos. Esta circunstancia puede dificultar mucho la identificación de harto concreto, la unión de los <<dos países>>, el Alto y el Bajo Egipto. Esta
I

I
I

transformaciones radicales: se subrayan una y otra vezla inmovilidad exter- idea de que Egipto estaba formado por dos países unidos no sólo por el fa-
na, las formas eternas, bajo las cuales se ocultan modificaciones importantes. raón, sino además en su persona, lo impregnaba todo y afectaría a la icono-
No es esta una característica exclusiva de Egipto. Pero el hecho de que esta grafíareal en casi todos sus aspectos durante el período dinástico.
ideología tan potente domine la documentación histórica del país en muchos Esta circunstancia contribuye a iluminar [a importancia que en la idea egip-
períodos obliga al historiador a enfrentarse con una serie de dificultades es- cia de la historia tenía la unificación concebida como acto regio: para los ha-
peciales al intentar desafiar esa imagen oficial. bitantes del antiguo Egipto e[ comienzo de la historia de la humanidad venía
marcado por la aparición de Egipto como estado. Pero a los especialistas mo-
dernos les cuesta trabajo aceptar la tradición tal cual. Se suscitan algunas cues-
1. Le ¡onuacróN DEL ESTADo EGrPCro tiones, como por ejemplo: ¿qué es lo que debe entenderse por «unificación» en
esta época? ¿Fue un hazaña lograda por un único monarca especialmente po-
Tradición de unificacíón deroso o, por el contrario, fue un proceso más largo? ¿Qué fue exactamente lo
que se unificó en esta época primitiva? ¿Fue el delta y el Alto Egipto, o debe-
Un rasgo dominante de la cultura egipcia, que ha creado una imagen nor- ríamos qtízápensar en la existencia de otras entidades geopolíücas en el perío-
mativa de lo que constituía el país, es que era una tierra dividida en dos partes do predinástico? ¿Existe una diferencia susceptible de ser deñnida claramente
----el Alto y el Bajo Egipto (véase supra, pp. l4l-142)-, unidas por la autori- entre el período anterior a la «unificación» y la fase <<dinástica arcaico> inme-
dad del faraón. La poderosa imagen que ofrecían los faraones en las épocas de diatamente sucesiva, o bien se produjo una evolución gradual, paulatina, desde
mayor fuerza política era la de que el Egipto «unificado>> constituía la única finales del período predinástico hasta la época dinástica arcaica?
i
150 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES I-\ ,r*orrfn I sesre LA DINAsTÍR xvrt
Ecrrro DESDE 151

nombre de Horus. Los problemas que llegan a plantear los intentos de iden-
i
titrr, un determinado nombre nsw-bíty con un determinado nombre de
Horus son evidentes.
Una fuente muy importante, bastante más próxima cronológicamente al
oeríodo dinástico arcaico que las que acabamos de mencionar, es la piedra de
irulr.*o. Originalmente era una lápida bastante grande, de unos 2 m de lar-
so por 0,60 m de alto. El texto fue compilado durante la dinastía V (2494-
llqSl y por lo tanto está considerablemente más cerca en el tiempo de los
orimeros faraones históricos que los documentos del Imperio Nuevo, aunque
a b io pp** de ellos casi seiscientos o setecientos años. El texto adopta la for-
c
ma de una especie de <<anales>>, que recogen por años algunos de los acon-
tecimientos más importantes del reinado de cada soberano. Por desgracia
sólo se conservan fragmentos muy pequeños de la lápida (el más grande se
encuentra en el museo de Palermo, y de ahí su nombre), de forma que se han
I perdido los nombres y los acontecimientos de casi todos los faraones de las
I dinastías I y II. Un rasgo interesante de este documento es que daba una
lista de los faraones a partir de la «unificación». De hecho, la piedra de Pa-
I lermo indica que bastante antes de Menes ya se había producido una uni-
I

+o ó
ficación, que, sin embargo, se había roto, de suerte que, según parece, se
presentaba a Menes como el restaurador del orden político anterior. Este tes-
I dmonio ha dado lugar a varias teorías distintas: algunos autores lo han to-
I
defg mado más o menos al pie de la letra (Schartr y Moortgat, 1950), mientras
I
que otros (Baines y Málek, 1980 t0Al; Trigger en Trigger et aL.,1983 tODl)
i
postulan que el modelo de unificación-desintegración anterior a la dinastía I
FIcune 12. a) Corona blanca; á) corona roja; c) doble corona; d) serekh(fachada de es una proyección al pasado de una norma histórica elemental, y que es una
i
palacio rematada por el halcón HorusX e) las <<dos señoras» (el buitre y la cobra);
i
invención posterior sin ninguna base real: reflejaríala idea de que no es po-
j fl nsw-bíty (unco y abeja); g) rótulo. sible que haya unificación sin que exista una fragmentación previa, que a su
vez no habría podido existir de no haber habido anteriormente una unidad,
y así sucesivamente.
Tbstimonios
Existe otra lista de reyes, escrita en la tumba de un escriba de la dinas-
tía XIX (1306-1185 [1295-1186]), llamada la «tablilla de Saqqara>>. Contie-
I Las respuestas a estas preguntas dependen de una serie de fuentes diver- ne los nombres de los faraones hasta Ramsés II, pero empieza sólo en el
y
!1s de los problemas relacionados con su interpretación. Es evidente que sexto faraón de la dinastía I (Anedjib, véase el cuadro l0). ¿Significa esto
Manetón reproducía una tradición existente en el Imperio Nuevo (como áe- que existía una tradición que no reconocía los reinados de los cinco prime-
muestran el Canon de Turín y las listas ¿e Áuidos y rurnat), pero ros faraones? Y si era así, ¿por qué? ¿Hubo alguna resistencia al dominio de
¿qué es
lo que refleja esa tradición del Imperio Nuevo? ¿se basabu álgúrlpo de los primeros reyes en esta zona del Bajo Egipto? (Emery, 1961).
material documental que se remontaba a una época todavía "n más antigua? Una categoría distinta de testimonios es la que forman los <<monumen-
49 t" elaboró a partir de las ideas dominantes durante el Imperio Nuevo a tos a la unificación>>. Ha venido utilizándose este término para designar una
falta de otras pruebas? Otro problema suscitado por las listas qu" habitual- serie de materiales epigráficos y pictóricos diversos que pueden datarse
mente sólo dan uno de los nombres de los reyes, normalmente "i el nsw-bity, aproximadamente en el momento crucial de los comienzos de la dinastía I
pero los faraones tenían por lo menos tres nombres distintos ya en el períó- (para un análisis más reciente, véase Millet, 1990). Los objetos más impor-
do dinástico arcaico, esto es, el nsw-bíty, el de <<las dos señorás, @bty), y el tantes y curiosos son una serie de paletas conmemorativas de pizarra, bas-
de Horus (es decir, el nombre que llevaba como encarnación del nattón ¿i- tante bonitas, y unas cabezas de maza, en particular la maza del Escorpión,
vino, asociado con Ra, dios del sol). por desgracia, muchas de las inscrip- la paleta de Narmer y la maza de Narmer (o «de las bodas») (véase la figu-
ciones de los monumentos conservados del período más antiguo sólo dan il ra l3). Fueron encontradas cuidadosamente depositadas entre unos muros de
11

l1'

152 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


\
EGIFTO DESDE LA DINASTTA I HASTA LA DINASTIA XVII 153

cuapno 10. cronología del Egipto predinástico y dinóstico arcaico Q


I
.
I

Alto Egipto Bajo Egipto


5000 Badariense Merimde/Fayum
4000
d
Amratiense
(Naqada I) ¿Omari A?
3s00 Gerzeense arcaico
¿Omari B?
(Naqada II)
3300 Gerzeense tardío Gerzeense tardío/
(Naqada II) Ma'adi
3100 Protodinástico Protodinástico
(Naqada III)

c.3100-c.2890 Dinastía I
Narmer
Djer
Djet
Den (Udimu)
Anedjib (Enezib)
Semerkhet
Qaa (Ka'a)

c.2890-c. 2686 Dinastía II


Hetepsekhemwy
Nyneder
Weneg (nombre personal
Sened (nombre personal) Frcune 13. Paleta de Narmer (Museo de El Cairo; dibujo de D. Saxon).
Sekhemib
mismo rey?
Peribsen ] ¿el
Khasekhem cha rapidez y durante sus últimos estadios se difundió por casi todo Egipto
Khasekhemwy ¿el mismo rey?
] (c. 3300-3100). Refleja una sociedad opulenta, diferenciada socialmente, con
acceso a cantidades considerables de artículos de lujo, cuya aristocracia sub-
rayaba la superioridad de su rango a través de grandes edificios, tumbas so-
fecha muy posterior en un templo de Hieracómpolis, y su cronología resul- berbias, y objetos refinadamente decorados. Hay una serie de artículos que
ta problemática. Las etiquetas y sellos de los ajuares fúnebres dá Ábidos, indican que a la cabeza del sistema político había unos príncipes o reyes, y
asociados a algunos de los primeros faraones, constituyen otra fuente, aun- algunos aspectos, tales como Ia forma de los enterramientos, la representación
que en este caso se plantea el problema de identificar los nombres nsw-bity visual de las actividades regias y los estilos artísticos, muestran estrechos
y los de Horus. vínculos con el peúodo dinástico arcaico sucesivo.
Los principales yacimientos arqueológicos para el período decisivo son las A pesar de esa aparente continuidad cultural del período gerzeense tardío,
tumbas de Naqada, Abidos y Hieracómpolis (todas éllas en el Alto Egipto, debemos resaltar algunas diferencias con la civilización dinástica arcaica. Así
véase el mapa 6), y las de saqqara y Helwan en el Bajo Egipto. I.o importante las construcciones funerarias son muchísimo más elaboradas y grandes en el
es que los yacimientos del Alto Egipto producen materiaiói tanto del período período dinástico arcaico y la escritura hace su aparición de modo repentino
predinástico como del dinástico arcaico, de suerte que efectivamente pód"-ot y, al parecer, ya plenamente desarrollada. Da la impresión de que los farao-
rastrear la evolución de la cultura material. Todos estos materiales arqueoló- nes del perÍodo dinástico arcaico disponían de excedentes enormes en forma
gicos dan la impresión de que la cultura predinástica del Alto Egipto liamada de productos tecnológicos, alimentos y recursos materiales, a una escala sin
<<gerzeense tardía> (o «Naqad& [>>, véase el cuadro 10) se desarroiló precedentes. Evidentemente había nacido un estado muy grande desde el
con mu-
I I

t54 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIPTO DESDE M\I¡IaSrÍe ¡ rNsre LA DINASTÍA xvII 155

Dunto de vista político, con unas fronteras definidas con exactitud, a Ia cabe-
¿"1cual había un rey con una ideología divina, una imaginería y un cere-
. Buto
^monial sumamente desarrollados y sofisticados. Así pues, aunque podemos
DELTA o El Arish ver precedentes de esa evolución en el Egipto del gerzeense tardío, no exis-
. El Beda te en él nada que nos permita prever las dimensiones y el refinamiento pro-
oios del período dinástico arcaico. Precisamente por qué y cómo se produjo
Alejandrfa a
Minshat Abu Omar
con t¿nta rapidez y de un modo tan repentino esta evolución constituye una
BAJO
EGIPTO de las cuestiones más debatidas de la historia de Egipto. Y naturalmente en
a

¡EL CAIRO % el fondo no tiene respuesta. Los intentos de explicación van desde los que
,tMa'adi hablan de invasiones extranjeras (basándose sobre todo en consideraciones
.ElOmari üngüísticas) o de estímulos menos directos, especialmente provenientes de
SINAí Mesopotamia y Elam (basándose en los motivos artísticos), a los que se re-
EL FAYUM
a Tarkhan miten a la presión demográftca y los cambios climáticos (reflejados en el
a El-Geza
a Abusir el Melek incremento de las dimensiones de los asentamientos y la intensificación del
a
aprovechamiento de las tierras). Probablemente, como ha postulado Hoffman
(1980),.es un error buscar un único factor como estímulo fundamental del
a
Serabit desarrollo extraordinariamente rápido de Egipto.2
a
Maghara
EGIPTO MEDIO
Culturas predinásticas

Para determinar cómo todos estos factores tan heterogéneos llegaron a


il.
¡;, desempeñar un papel en el nacimiento de Egipto como estado, es impres-
rrl
iil Matmar cindible conocer algo de las culturas predinásticas (Baumgartel, 1955-1960).
, i'] a
,l
a Mostagedda Los testimonios de los que disponemos plantean algunos problemas, tales
Deir o Badari
I
a Hemamiya como el carácter marginal de algunos de los yacimientos excavados (El Fa-
a
Qau elKebir yum A), o la destrucción deliberada por parte de los primeros excavadores
de los materiales que no les parecieron atractivos (Abidos). Thmbién se dis-
ALTO EGIPTO
Naga cute de dónde proceden los elementos básicos para el desarrollo de la agri-

I
.§§"" cultura (plantas y animales) en Egipto (Hoffman, 1980; Trigger en Trigger
I

a a Bayas et al., 1983 tODl). Por último existen algunas incertidumbres respecto a las
Abadiyeh (Hu) . Coptos secuencias culturales y su datación. La brillante tentativa realizada por Petrie
a
.l t Naqada
El-Hibis r . Luxor de elaborar un cuadro de esta última basándose en la cerámica (su famoso
\l Armanto
\--l I sistema de «datación de secuencias>>, <<DS>> en abreviatura; Petrie, 1901,
Oasis de Dakhla I Gebelein o
1920-1921) estableció una cronología relativa que ha sido fundamental du-
I E!-Adaimao o El-Kab
I El-Ma'marivao rante mucho tiempo y se ha visto corroborada en buena parte posteriormen-
a
I Hieracómpblis a Edfú te gracias a la labor de otros estudiosos (Baumgartel, 1970; Hoffman, 1980;
Oasis \
de Khargat Abu Zeidan o Adams, 1988). A pesar de las incertidumbres, el panorama general del Egip-
\ to predinástico es claro: existía una neta división cultural entre el Alto y el
0 100 km
a Bajo Egipto.
ElKubaniya
o Asuán En el Alto Egipto, el yacimiento típico de la cultura sedentaria más anti-
gua es Badari, habiéndose encontrado materiales también en Deir Tasa y
Hemamiya. La cronología exacta no es segura, pero quizá se remonte inclu-
Mepn 6. Centros del Egipto predinástico. so al año 5000 aproximadamente y, al parecer, perduró hasta c. 4000; asimis-
mo da la impresión de coincidir en algún momento con la cultura sucesiva,
l[11
156 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Eclpro DESDE f ,^orrfe, r ¡¡esre LA DrNAsrÍe xvu 157

la amratiense (originaria de El Amrah). Durante la etapa badariense, se prac- la cautela: el importante yacimiento de Buto, en el delta, considerado con-
ltl ticaban la agricultura y el pastoreo, aunque los signos de diferenciación vencionalmente capital del <<reino del Bajo Egipto», no ha empezado a ser
rl social son muy escasos. La cultura amratiense (también llamada Naqada I, investigado hasta hace poco, debido a las enornes dificultades físicas. Se
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i'! c. 4000-c. 3500) se caracteriza por su cerámica rematada en negro y un ma- han encontrado testimonios de un asentamiento predinástico que acaso nos
yor refinamiento de los trabajos de cantería. En particular las paletas de pi- obliguen a modificar nuestra imagen del Bajo Egipto durante esta época
',, zarÍa de formas animalescas (para moler la pintura para los ojos) y las (Spencer, 1993).
mazas en forma de disco son algunos de los elementos del ensamblaje cul-
tural, lo cual indica que había surgido un grupo aristocrático que los usaba
para definir su estatus. La cultura gerzeense (Naqada II-UI, c. 3500-3100/ Replanteamiento de la unificacíón de Egipto
3000) se difundió en sus últimas etapas por todo Egipto. Muestra numerosas
afinidades con la amratiense y quizá represente una evolución directa de ésta. La elaboración de una imagen del proceso que condujo a la formación
Por ejemplo, en esta época se produjeron algunos objetos típicamente amra- del estado sobre una base como esta se halla condenada a pernanecer en el
tienses, como las paletas y las mazas, con una decoración incluso más com- ámbito de lo hipotético. Un modelo posible, basado en los testimonios pro-
plicada, aunque sus formas son distintas (paletas romboidales y mazas en venientes de Hieracómpolis, es que, debido a la aridezcada vez mayor del
forma de pera). Se incrementó el uso del cobre y, a ñnales de este período, desierto entre c. 3300 y 3100 (Butzer, 1976), el valle del Nilo experimentó
existen claros indicios ejemplo, el empleo del lapislázuli o la cornali- una mayor densidad de población, concentrándose la mayoría de los habi-
-por
na, y ciertos motivos artísticos- de contactos con localidades situadas fuera Entes en las zonas más accesibles desde el desierto. Ese es el modelo que
de Egipto. El gerzeense muestra algunas semejanzas con ciertas culturas de podemos rastrear en Hieracómpolis, donde el poblado se encontraba origi-
Nubia por el sur (hasta la altura de Jartum). Pero las dos regiones fueron nalmente diseminado por el uadi, hacia el oeste, pero se concentró hacia el
diferenciándose cada vez más a medida que Egipto empezaba a convertirse año 3100. Este crecimiento de la población del valle hizo que adquirieran
en un estado grande y poderoso. Los escasos testimonios que se nos han con- más importancia todavía el hacer un uso óptimo de la crecida natural del Nilo
servado de los modelos de asentamiento en esta fase indican que las casas se y el proteger a las comunidades de los desastres de la inundación. Probable-
ji
agrupaban alrededor de la mansión del jefe, que la densidad de población mente provocara también un aumento de la cantidad de tierra apta para el
ll se incrementó, y que los miembros de la elite de la sociedad eran enterrados cultivo. Pero, al no poderse utilizar, por quedar demasiado altos, los límites
i en medio de suntuosos ritos fúnebres (Hoffman, 1980). del desierto, la única tierra aprovechable que quedaba se encontraba al norte
En cambio, en el Bajo Egipto los yacimientos excavados no muestran el y al sur. De hecho, la expansión hacia el sur no tenía más remedio que ser
tipo de uniformidad característica del Alto Egipto. Merimde (c. 4300-3800), limitada, pues las tierras aptas para el cultivo empiezan a escasear más allá
en el extremo occidental del delta, era un poblado de pequeñas unidades de la primera catarata. Así pues, en general, la expansión hacia el norte, a 1o
familiares dedicadas a la agricultura; mientras que El Fayum A (c. 4600- largo del valle del Nilo, era la solución más obvia y de hecho parece que fue
c. 4000) contaba con una población dedicada fundamentalmente a la caza y eso lo que ocurrió. Esta circunstancia habría dado lugar a una presión desti-
la recolección. El Omari (a partir de c. 3500), cerca de Helwan, comprende nada a provocar conflictos con otros asentamientos. Una alternativa una
varios centros distintos, algunos de los cuales siguieron prosperando hasta secuela- de esos conflictos habrían sido las alianzas entre vecinos con-oel fin
bien entrado el período dinástico arcaico, con pocos indicios de cambios de maximizar eL poderío militar y mantener el control del terreno ganado. En
estructurales: se trataba de una comunidad agrícola sencilla en la que prác- último término, el resultado habría sido un notable engrandecimiento de las
ticamente no existen testimonios de estratificación social. Ma'adi (c. 3300- entidades políticas.
3100) está situada a unos 10 km más al norte, en la ruta que se dirige hacia En vista de los testimonios provenientes del Alto Egipto que hablan de la
el Sinaí, donde posteriormente los egipcios enviarían expediciones mineras. existencia de grupos aristocráticos o familias dominantes, parece bastante
El yacimiento tiene rasgos en común con el sur de Palestina, como mues- probable que dichos grupos desempeñaran un papel destacado en ese en-
tran las casas en parte subterráneas y las tinajas con asas. Ma'adi ha produ- grandecimiento y que de paso se incrementara su preeminencia política. Los
cido además los primeros testimonios de cobre fundido en Egipto. Por con- materiales conservados indican que eso es exactamente lo que sucedió: las fi-
siguiente debemos suponer que mantenía contactos regulares con la zona guras de los soberanos representados en las paletas decoradas y en las mazas
del Sinaí y quizá con el sur de Palestina. La imagen del Bajo Egipto que son gigantescas, comparadas con las de sus acompañantes, y aparecen ejecu-
ofrecen estos yacimientos es la de una serie de comunidades culturalmente tando actividades políticas muy significativas, como por ejemplo inauguran-
heterogéneas, que no muestran unas afinidades demasiado estrechas entre sí do las obras de regadío, venciéndó en el campo de bitattá o óazando (véase
ni tampoco verdaderos signos de estratificación social. Pero se hace necesaria supra, figura 13). Las dimensiones de las figuras y las actividades que realizan
158 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIpro DESDE L ,r*oarfe r uesre LA DTNASTÍI xvu 159

prefiguran las representaciones típicas de los faraones egipcios en épocas de época posterior entre Alto y Bajo Egipto quizá sea una creación ulterior
posteriores. Los edificios de culto (Hieracómpolis, y posiblemente el-Gerza) del período histórico, y no tenga nada que ver con el nacimiento de Egipto
y las grandes construcciones fúnebres (Naqada) implican que se producían como estado (Kemp, 1989 [0Ga), p. 44).
copiosos excedentes con los que se mantenían y sustentaban las actividades
emprendidas por esos reyes, y la finalidad de todas esas obras era conme-
morar sus grandes logros. Los enterramientos secundarios que rodean a las El Egipto dínástico arcaico
grandes tumbas principales probablemente reflejen la creación de grupos de
subordinados. El proceso relativamente gradual de la formación de Egipto como estado
:'ii Los objetos de este período provistos de decoraciones exóticas que se han implica que el paso del período prehistórico al histórico resulta difícil de ras-
;ii encontrado esporádicamente, caractenzados por el empleo de motivos meso- Eear con precisión. La mejor manera de interpretar el período dinástico ar-
potámicos y elamitas, reflejan las demandas de un pequeño grupo dominan- caico (c.3100-2686) es pensar que fue una etapa de transición y consolida-
,'l te de familias ricas, que utilizaban esos objetos de prestigio para subrayar su ción, que tardó bastante tiempo (entre 250 y 400 años) en llevarse a cabo;
I mayor poder y su estatus (Hoffman, 1980; Moorey, 1987). Los artículos de una época en la que Egipto desarrolló los rasgos considerados típicos de
lujo hablan también de la existencia de artesanos cualificados que podían sa- la civilización egipcia posterior. Por desgracia es imposible reconstruir su
tisfacer las exigencias de los miembros más destacados de la comunidad. El historia, más allá de elaborar una lista de nombres de reyes, cuyo orden es
empleo de materiales raros supone la existencia de un sistema de intercam- bastante seguro a partir de los cuatro primeros.
bios comerciales bastante amplio y complejo, que seguramente habría sido Pero podemos definir sus características más destacadas, que nos ofre-
organizado y en buena medida controlado por los soberanos locales. A me- cen algún indicio de los grandes cambios sociopolíticos acontecidos. En pri-
dida que se intensificó la competencia por la obtención de los recursos exó- mer lugar, desde comienzos de la dinastía I, se daba por sentado que un solo
I ticos, los soberanos que controlaban el acceso hasta ellos habrían alcanza- faraón dominaba Egipto desde el delta hasta la primera catarata. En segun-
f do una posición que los fortalecía frente a sus vecinos. Semejante hipótesis do lugar, el regionalismo cultural del período predinástico desapareció por
I explicaría la importancia que tuvieron en esta época ciudades tales como completo, desde luego en las capas más elevadas de la estructura social;
ti Hieracómpolis, Coptos/t{aqada, y Ábidos, todas ellas situadas al final de las la cultura egipcia adquirió una homogeneidad que la distingue claramente
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rutas de los uadis, cerca de las fuentes de oro, cobre y piedras duras del de- de sus vecinos del oeste, del sur y del noreste. De resultas de este proceso de
t,, sierto oriental. El emplazamiento de estas ciudades ellas al sur- las autodefinición política y cultural, los pueblos situados más allá de las fron-
habría ayudado a establecer contactos comerciales -todas
)
con Nubia, de donde se teras de Egipto quedaron clasificados como enemigos del país, que suponían
importaba ébano y posiblemente también marfil. una amenaza eterna a la coherencia y la seguridad del estado (Valbelle,
Este modelo de desarrollo del estado a finales del período predinástico 1990). La imagen del faraón aplastando a esos adversarios se convertiría en
indica que se trató de un proceso de transformación gradual, que contradice una de las representaciones típicas de la monarquía. Menfis surgió como una
la tradición egipcia de un acto aislado de unificación por obra de un solo rey, importante sede del gobierno, con un emplazamiento ideal para dominar la
Menes. Esta óiicunstancia no tiene por qué plantear probtemas a la hora de zona recién incorporada del delta, para explotar sus ricas tierras de pasto y
interpretar la información con la que contamos. Es muy posible que el Me- de cultivo, y cerca de las rutas que conducían a los ricos depósitos de cobre
nes de la tradición posterior fuera simplemente uno de los protagonistas del y de turquesas del Sinaí, y a Palestina. Las impresiones de los sellos y los
largo proceso de cohesión del país en un todo único. Estaba relacionado con objetos con los nombres de los faraones de la dinastía I descubiertos en Pa-
la fundación de Menfis, lo cual indica que el establecimiento de esta ciudad lestina demuestran que ya en esta época tan temprana los soberanos egipcios
como uno de los principales centros reales constituyó un paso decisivo en el y la familia real controlaban las actividades comerciales con sus vecinos del
proceso de expansión, con el fin de fortalecer el control del delta. Un hecho norte (Quark, 1989; Ben-Tor, 1992, pp. 93-95). Las grandes necrópolis es-
que parece bastante probable es que esa primera <<unificación» no fue la del tablecidas en Saqqara, encargadas de expresar físicamente la presencia y el
Alto y el Bajo Egipto. No existen pruebas inequívocas de que existiera al- control de los monarcas, vienen a subrayar la importancia de Menfis, aun-
guna vez un reino del Bajo Egipto mínimamente importante. Todo apunta que es probable que los faraones fueran enterrados en Ábidos (Kemp , 1966),
hacia la formación de un reino del Alto Egipto cada vez más homogéneo, donde se les rendía un culto muy elaborado.3 El empleo de un sistema de es-
provisto de instituciones políticas incipientes. Fue esta entidad fuerte y cla- critura tan complicado como el jeroglífico (véase Davies, en Hooker, 1991
ramente definida, poco antes de la instauración de la dinastía I y durante el t0H]) se desarrolló muchísimo en esta épocapara celebrar las hazañas de los
tiempo en que ésta ocupó el trono, la que consiguió incorporar gradualmen- reyes (J. Ray, World Archaeology, 1986 [0H]; Baines, 1989) y, E un nivel
te las diversas comunidades menores del Bajo Egipto. La división tradicional más prosaico, para llevar las cuentas de los ingresos y los gastos reales.a
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160 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DESDE


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LA DTNASTÍa r gasre LA DTNASTÍe xvu 161

Se cobraban impuestos sobre la producción agrícola, las cosechas y los ani- Cuaono ll. Cronología: Imperio Antiguo
males. El nivel de los impuestos se fijaba tradicionalmente en el curso de
una inspección bienal, rcalizada por el faraón y su corte. Este habitual viaje III (c.2686-2613 o 2649-2575) Dinastía VI (c.2345-2181 o 2323-2150)
Dinasfa
de inspección que realizaban los faraones se denominaba <<recuento del ga- Sanakhte Teti
nado>> o, de modo más grandilocuente, el «séquito de Horus» (Horus = rey), Neüenrykhet (Dj oser/Zóser) Userkare
y servía como sistema para computar los años de reinado de un faraón. Los Sekhemkhet Meryre Pepy I
impuestos eran recaudados en especie y guardados en los almacenes reales Khaba Merenre Antiemsaf
para ser distribuidos cuando el monarca así lo exigiera y ordenara. El regis- Huni (Nisuteh) Neferkare Pepy II
tro regular de los niveles del Nilo, que empezó alleyarse en esta época, in- Netjerykare
Nitokris (reina)
dica que existía cierto grado de planificación económica; basándose en los
niveles del río el estado podía efectuar una predicción aproximada de la IV (c.2613-2494 o 2575-2465)
Dinastía
cosecha que iba a obtenerse. El propio faraón poseía grandes extensiones Dinastía VII (c. 218l-2173 o 2150-2142)
Snefru
de tierra, entre ellas viñedos en el delta, aunque no Se sabe cuál era la pro- (= Khufu)
QueoPs
porción de tierras de cultivo que estaba en manos del monarca. Parece Redjedef (Djedefre) aproximadamente nueve faraones
probable que los oficiales administrativos pertenecieran inicialmente a las Quefrén (= Khafre)
aristocracias locales, propietarias a su vez de tierras. Poco a poco fueron Micerino (= Menkaure)
transformándose en funcionarios reales, servidores del faraón, que eran tras- Shepseskaf Dirnstía VI I I (c. 217 3-2160 o 2142-2129)
ladados de un destino a otro a medida que lo requería el gobierno, aunque aproximadamente seis faraones
no se sabe hasta qué punto era definitivo el cambio. Es posible que los gra- Dinastía V (c. 2494-2345 o 2465-2323)
Userkaf
dos más altos del escalafón administrativo fueran ocupados por miembros
Sahure
de la familia real.
Neferirkare Kakai
Todos estos desarrollos fundamentales se hacen visibles en tiempos de las Shepseskare Isi
dinastías I y II. A finales del período dinástico arcaico, Egipto era un estado Neferefre
grande, unido bajo un soberano supremo y absoluto, que había concentrado Neuserre
eficazmente en sus manos toda la riqueza y el poder político. Su posición se Menkauhor Akauhor
veía ratiñcada por una serie de ceremonias y ritos extraordinariamente com- Djedkare Isesi
plejos y elaborados, que venían a subrayar su naturaleza divina. Las impre- Unis
sionantes tumbas reales, grandiosas y elaboradas, en cuya construcción y en
cuyo mantenimiento, aprovisionamiento y culto se invertía una proporción
significativa de los recursos humanos y materiales de Egipto, constituían otra aproximadamente, época durante la cual Egipto se mantuvo unido como una
manifestación perdurable de esa naturaleza. entidad fuerte y cohesionada.
Para establecer la cronología de los faraones se utilizan las listas de re-
yes. Particularmente importante es la piedra de Palermo (véase supra,
2. Ecpro DURANTE EL IMPEzuo ANTIGUo p. 151), que recoge algunos de los acontecimientos más notables de los dis-
(nwesrÍas III-VI: c. 2686-2I8L) tintos reinados; da también los niveles del Nilo y alude a los <<recuentos del
ganado» del faraón (ARE,I, §§ 146-148; Roccati, 1982, §§ 6-33; véase Bar-
Suele decirse que el Imperio Antiguo comienza en Egipto con el primer ta, 1981). Existe un pequeño problema, por cuanto no es seguro si los
faraón de la dinastía III (del que por lo demás no sabemos casi nada) y que recuentos de ganado seguían [evándose a cabo cada dos años, o si en un de-
acaba con el reinado de Pepy II, de la dinastía YI (2345-2181). Tenemos co- terminado momento se convirtieron en una operación anual. Esta circunstan-
nocimiento de los sucesores de Pepy II y de otras dos dinastías de Menfis (la cia afecta evidentemente al cálculo de la duración de los distintos reinados.
VII y la VI[), pero los reinados de estos monarcas fueron tan breves y su nú- Pero la principal dificuttad que plantean las valiosas informaciones recogidas
mero tan grande que da la impresión de que tuvieron serios problemas para en la piedra de Palermo es que no pasan de la dinastía V. La otra fuente es
mantenerse en el poder. Así pues, lo mejor quizá sea estudiar esta fase junto el Canon de Turín (véase supro, p. 1a6). Ofrece una lista de los faraones de
con la cuestión del.hundimiento del Imperio Antiguo (véase el capítulo 3, las dinastías III-VIII como si fueran de Menfis (lo mismo que Manetón). En
apartado 3). La duración del Imperio Antiguo fue de unos quinientos años el papiro, el nombre del faraón Zóser (el segundo rey de la dinastía III) ha

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162 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DEsDE ,\ ,^orrÍe r rmsre LA DTNASTfI xvrr 163

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sido subrayado en rojo, hecho que probablemente aluda a la fama de la aguel entonces, que Harkhuf mandó grabar en su tumba excavada en la roca
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gozaba durante el Imperio Nuevo como constructor de la gran eifreite de Asuán:
escalonada de Saqqara, y amigo de Imhotep, el célebre sabio y
i
arquitecto de su tumba. Sello del propio rey: año 2, tercer mes de la primera estación, día 15. De-
..t ; creto del rey a su compañero sh par, sacerdote lector, jefe de sus escoltas, Har-
khuf. Hemos tenido noticia de la comunicación que hiciste al rey en palacio, para
Testimonios de la época ,q
hacerle saber que has bajado sano y salvo de Yam (en la cuenca del Kerma, Nu-
¡l bia) junto con el ejército que llevabas contigo. Decías en ese despacho tuyo que
habías traído toda clase de grandes y hermosos regalos, que (la diosa) Hathor,
El tipo de fuentes que se nos han conservado impide que podamos es-
señora de Imaau, ha hecho al ka (fuena vital) del rey Neferkare (Pepy II), que
cribir una historia narrativa coherente del Imperio Antiguo. Por otra p&rte, vive por siempre. Decías en ese despacho tuyo que habías traído un pigmeo de
comparadas con las del período anterior, son bastante completas. Pero ado- las danzas del dios procedente del país de los moradores del horizonte (extran-
lecen de serias limitaciones. Las fuentes de la época consisten, ante todo, en jeros que vivían al este/sureste de Egipto), como el pigmeo que el portador del
textos oficiales encontrados, por ejemplo, en los enterramientos reales. Se sello del dios, Bawerded, trajo de Punt (probablemente en Eritrea) en tiempos
conservan en buena parte los monumentos faraónicos provistos de inscrip del rey Isesi (dinastía V). Decías a mi majestad que ninguno de los que habían
ciones, en particular tumbas, relieves en templos funerarios (especialmente ido antes hasta Yam había traído nada parecido.
a partir de la dinastía V), y estatuas de reyes, invariablemente asociadas al Verdaderamente sabes hacer aquello que tu señor ama, alaba y ordena. Su
culto funerario de los faraones. Pero el volumen de información histórica majestad te colmará de dignos honores en beneficio del hijo de tu hijo, para
que podemos obtener de esos textos es bastante escaso. Lo mismo cabe de- siempre, de suerte que la gente diga, cuando se entere de lo que mi majestad
hizo por ti: «¿Hay algo que iguale a lo que hicieron por el compañero sin par,
cir de las breves inscripciones que aluden a las expediciones reales envia- Harkhuf, cuando bajó de Yam, en premio por la atención demostrada a la hora
das, por ejemplo, al Sinaí, donde tenemos documentadas varias expedicio- de hacer lo que su señor amaba, alababa y ordenaba?».
nes y campañas militares de numerosos faraones de las dinastías III-VI
:

¡Ven de una vez al norte, a la residencia! ¡Date prisa y trae contigo sano
(Gardiner y Peet, 1952-1955; Roccati, 1982, §§ 224-239); otras conmemo- y salvo a ese pigmeo que trajiste del país de los moradores del horizonte, para
t- ran la presencia del faraón en Asuán, en la frontera del sur (Pepy I y Me- las danzas del dios, a fin de deleitar el corazón, de regocijar el corazón del rey
,
renre [dinastía Yl]: Urk. I, 69,9-10; Roccati, 1982, §§ 56-57). Una estela, Neferkare, que vive por siempre! Cuando baje contigo al barco, pon hombres
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l
It corespondiente a[ reinado de Sahure (dinastía V), habla de una serie de dignos a su alrededor en cubierta, no vaya a caerse al agua. Por la noche, cuan-
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campañas (a oriente, a occidente y a Nubia); procede del templo funerario do esté acostado, pon hombres dignos alrededor de su tienda. ¡Vigflalo diez ve-
: del faraón, contiene una lista del botín obtenido (animales), y habla de pri- ces a lo largo de la noche! ¡Mi majestad desea ver a ese pigmeo más que a los
dones del país de las minas (es decir, el Sinaí) y de Punt! Cuando llegues a la
sioneros de guerra (Urk. I, 167-L69; Roccati, 1982, §§ 37-39); pero, como
residencia y ese pigmeo venga contigo sano y salvo, mi majestad hará grandes
de costumbre, es demasiado breve. La piedra de Palermo y algunos breves
cosas por ti, más de las que hice por el portador del sello del dios, Bawerded,
textos provenientes de la región situada al sur de Asuán demuestran [a exis- en tiempos del rey Isesi, conforme al deseo de mi majestad de ver a ese pig-
tencia de una serie de campañas dirigidas por el propio faraón contra Nubia, meo. Se han enviado órdenes al jefe de las nuevas ciudades y al compañero
que tienen todo el aspecto de ser meras incursiones destinadas a la captura inspector de los sacerdotes para que se ocupen de que se suministren provisio-
de ganado y hombres. nes de todos los almacenes y depósitos de los templos que estén a su cargo, sin
Una fuente más fructífera de documentos extensos relativos a los faraones hacer ni una sola excepciÚn (Urk.I, 120-l3l; ARE,I, §§ 350-354; Lichtheim,
es [a que nos ofrecen las tumbas de los funcionarios reales. Al esta¡ construi- 1973-1980 [0I], pp. 26-27; Roccati, 1982, § 196).
das para la eternidad, las tumbas constituían el lugar ideal para conmemorar
los favores recibidos del soberano por el difunto: privilegios especiales, rega- Se trata de una carla eno[nemente vivaz y reveladora, pero no hay mu-
los, cartas de recomendación del monarca, etc. Por consiguiente, conocemos chas que sean tan ricas, y los documentos como éste están muy repartidos a
algunos decretos reales gracias a estas fuentes. Famosísimos son los llamados lo largo de los quinientos años que duró el Imperio Antiguo.
decretos de Coptos, en los que diversos faraones de finales del Imperio Anti- Un importante volumen de material escrito es el que nos proporcionan las
guo (Urk. I, 214; Goedicke, 1967) conceden ciertas exenciones y privilegios autobiografías de los funcionarios reales escritas en las paredes de sus tum-
especiales a la capilla frÍnebre de la familia real. Pero existen muchos otros bas. La autobiografía fúnebre, que siguió viva como forma literaria típica-
documentos: la autobiografía de Harkhuf, que dirigió diversas campañas co- mente egipcia hasta el período ptolemaico (Lichtheim, 1988), se desarrolló a
merciales en el sur de Nubia en nombre del faraón, conserva un decreto par- partir de dos elementos relacionados con el enterramiento: en primer lugar,
ticularmente rico promulgado por Pepy II, probablemente todavía niño por a partir de la <<oración>> para que siguieran realiziándose ofrendas después de
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ti 164 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIpro »esor\u ptNesrÍl r HASTA LA DrNAsrfa xvu 165

la muerte, en la que el propietario de la tumba explicaba por qué las mere- o6o tipo en la finca encargada de suministrar las provisiones para el culto fú-
cía; y, en segundo lugar, a partir de la lista de títulos del propietario de la nebre. La terminología de esta organización, como sucede con la mayoría de
tumba, en la que se detallaban su rango y su posición social, confiriendo de los colectivos de trabajadores en Egipto, procedía del mundo de la navega-
¡: paso su identidad específica a la tumba. Al exponer cómo había adquirido ción, hecho que pone de relieve la importancia capital que tenía en el país el
esos títulos, el propietario de la tumba relataba la historia de su vida, aunque Eansporte por vía fluvial. El archivo ilustra asimismo algunos detalles del
naturalmente omitiera las humillaciones y reveses sufridos. Estas autobio- servicio del culto, como la vestición diaria de la imagen de culto, su alimen-
grafías de las fuentes más importantes de la historia egipcia- proce- 161ción, o el lavado y el maquillaje que se le aplicaba. Se especifican cuáles
den sobre-una
todo de las grandes necrópolis del Imperio Antiguo situadas cerca eran los recursos que se necesitaban, incluidos los tipos de comida prepara-
de Menfis (Giza, Saqqara), y proporcionan una visión sin igual de la estruc- .da para el servicio cotidiano y para las múltiples fiestas que se celebraban.
tura del funcionariado, de la vida en las grandes frncas, y de las obras públi- Se ve claramente cuál es la base económica de un templo de estas caracte-
cas y sü organización. La más antigua que se ha conservado es la de Metjen rísticas (uno de los muchos que existían en Egipto): sus ingresos procedían
(comienzos de la dinastía lY, Urk.I, 1-5; ARE,I, §§ 170-175; Roccati, 1982, de las tierras, de la gente que las trabajaba y de los rebaños que pastaban en
§§ 59-64), que contiene extractos de los documentos oficiales en los que se ellas. Los nombres propios de las personas vinculadas con la hacienda del
enumeran las propiedades destinadas a suministrar las provisiones necesarias templo derivan de los nombres de las fincas que la componían. Ello indica
para su tumba. Nos ofrece importantes informaciones acerca del emplaza- que o bien el personal estaba vinculado a la fundación y se convertía en un
miento de las fincas (diseminadas por todo Egipto) de un alto funcionario grupo hereditario, o bien que era reclutado a nivel local. Una cuestión im-
y sobre la diversidad de actividades agrícolas llevadas a cabo en ellas (Gó- portante es saber cuál era la interacción que existía entre estas fundaciones
decken, 1976). Sin embargo, algunas de las autobiografías más extensas y funerarias y el estado. Parece probable que siguieran siendo bienes del rey,
vivaces corresponden a las postrimerías del Imperio Antiguo, siendo la más que podían ser utilizados de hecho lo eran- por el monarca para gene-
I famosa la extensa y detallada exposición de la carrera de Weni (Lichtheim, rar rentas para sí mismo y-y para sus oficiales. Así lo pone de relieve el hecho
I
1973-1980 [0I], I, pp. 18-23; Roccati, 1982, §§ 177-188). Nos proporcionan de que, cada vez más a menudo, los funcionarios alcanzaban cargos y títulos
I
I

t;
asimismo importantes informaciones acerca del personal administrativo, vinculados con las actividades relacionadas con esas fincas; ello les daba
It como, por ejemplo, sus orígenes sociales y sus ascensos en el escalafón de la derecho a utilizar sus recursos como ingresos propios (Roth, 1987).
I
t corte. Un hecho sorprendente que nos revelan estos documentos es el modo EI símbolo mejor conocido del Imperio Antiguo son las grandes tumbas
,,, en el que los oficiales acumulaban títulos honoríñcos y funcionales (en un reales en forma de pirámide, erigidas a las puertas del desierto. Las dimen-
caso tenemos atestiguados cua¡enta y ocho). Ponían de relieve el rango y la siones de las grandiosas pirrámides de la dinastía IV nunca fueron igualadas
posición social del individuo dentro de la jerarquía del estado y los derechos y despertaron la admiración de la Antigüedad lo mismo que la del hombre
que podía esgrimir para obtener determinados privilegios. Sólo unos pocos moderno: valga el testimonio de Heródoto (2.125), al que causaban asom-
títulos tienen que ver realmente con la actividad ejercida por el individuo en bro los detalles de los que oyó hablar en Egipto acerca de los trabajos, el
cuestión; reflejan más bien el sistema enornemente complejo que regía el coste, la duración y la mano de obra que requirió la construcción de la pi-
escalafón de la corte (Baer, 1960). rámide de Queops (Khufu). No se sabe por qué la pirámide se convirtió en
Sólo se ha publicado y estudiado en parte un único archivo de papiros ad- una forma específica de enterramiento real: es posible que se desarrollara a
ministrativos. Se trata de los papiros de Abusir, que representan una pequeña partir de la idea del montículo primigenio, que simbolizaba uno de los pri-
fracción de los archivos del templo funerario de Neferirkare, de la dinastía V meros actos de creación en el pensamiento mitológico egipcio, pero no es
(Posener-Kriéger, 1976). A comienzos de los años ochenta se descubrieron más que una especulación. La primera fue la pirámide escalonada de Zóser
más papiros del culto de Neferefre, también de la dinastía V (Posener-Krié- (dinastía III) en Saqqara. Estaba hecha de piedra, a diferencia de las tumbas
ger, 1983; Roth, 1987), pero todavía no han sido publicados. Del reinado de de adobe de los primeros faraones. El recinto funerario fue construido en un
P"py II (dinastía VI) procede un archivo desgraciadamente disperso y frag- terreno enorme, rodeado por unas murallas de apariencia áulica, en el que
mentario, descubierto en unas excavaciones clandestinas de Elefantina, del se conmemoraban en piedra algunos de los ritos y ceremonias reales más
cual sólo se han publicado unos pocos documentos (entre ellos dos cartas, significativos de Egipto (Kemp, 1989 [OGa], pp. 58-63). Ya en la dinastía IV
Smithers, L942; Roccati, 1968). Las fundaciones fúnebres reales constituyen (2613-2494), las gigantescas pirámides de Queops (Khufu) y Quefrén (Kha-
un rasgo muy curioso de esta época, y el archivo de Abusir nos ofrece un fra), y la de Micerino (Menkaure), más pequeña, representan la cumbre de
atisbo singularísimo de su funcionamiento. Revela la organización en grupos esta forma arquitectónica: la estructura básica estaba recubierta de piedra,
de los <<sacerdotes>>, que trabajaban como oficiales del culto según un siste- de suerte que desaparece de la vista la forma <<escalonada». En esta época
ma rotativo mensual; el resto del año, llevaban a cabo labores agrícolas y de también las reinas eran enterradas de vez en cuando en pirámides más
166 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CII.'DADES
Ecrpro DESDE \e, orxesrÍn I ru.ste, LA DINASTÍa xvu 167

pequeñas. En algunos casos, cerca de la tumba era enterrada una barca cere-
monial (algunos ejemplares son enonnes), presumiblemente a fin de que el
difunto rey la empleara en su viaje por el cielo en compañía de los dioses
(véase la ñgura 14). Un elemento importante del complejo funerario era el
templo del valle, al que eran llevados en procesión los dioses y donde fina=
lizaba el cortejo fúnebre; una rampa conducía desde allí hasta el templo de
la pirámide y la tumba propiamente dicha.
Algunos han querido ver reflejos significativos del sistema político del
Imperio Antiguo en el trazado de los enterramientos que rodean las pirá-
mides de la dinastía IV. Están distribuidos ordenadamente al modo de las
casas de una calle, y ha llegado a postularse que los más grandes y los más
próximos a la tumba del rey reflejan la importancia del difunto en la jerar-
quía política. Quizá se trate de una explicación demasiado simplista. Es evi-
dente que los individuos implicados en las construcciones reales, como, por
ejemplo, los maestros de obras de las pirámides y sus familiares y servido-
res, o los que prestaban servicios personales directos al faraón, eran también
los que recibían el favor de ser enterrados cerca de la tumba del rey. Pero
muchos otros funcionarios, incluso algunos muy importantes, no pudieron 8,.,k
ser sepultados en los cementerios reales, pues el número de tumbas es de-
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masiado pequeño. El lugar exacto de los enterramientos de los gobernado- t
,.,'
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res provinciales se desconoce por ahora, aunque se sabe que a finales del
Imperio Antiguo algunos eran enterrados en sus provincias. El hecho de que
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lit una de las tumbas del cementerio real coresponda a un perro del faraón
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É, I (Reisner, 1936; Roccati, 1982, § 75) demuestra que la necrópolis no refleja
li
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t
, de un modo demasiado realista el sistema político vigente (Janssen, 1978).
Otra forma de utilizar los campos de pirámides, con el fin de sacar algún
tipo de información histórica de ellos, ha sido ver reflejadas las luchas
dinásticas en el emplazamiento de las distintas pirámides: por ejemplo, el
hecho de que la pirámide de Djedefre (dinastía IV) esté situada en Abu
Roash, lejos de Giza, ha sido interpretado de esta forma. Otra tesis dice que
la situación de las pirámides reales tenía que ver con e[ emplazamiento de
los palacios de los faraones. Pero es imposible sostener estos argumentos de
un modo demasiado convincente, pues existen todavía numerosos aspectos
de la vida del Imperio Antiguo que desconocemos. Un eminente estudioso
ha adoptado un enfoque totalmente distinto y ha postulado que los diversos
emplazamientos de las pirámides son fruto tan sólo de la búsqueda de sue-
los despejados, firmes, vacíos e idóneos para la construcción (Kemp en
Trigger et al., 1983 IODI).
En vista de tanta incertidumbre, tampoco resulta fácil ver una especie de
<<decadencia> en el hecho de que las pirámides fueran haciéndose más pe-
queñas a partir de la dinastía IV. En el caso de las pirámides de la dinastía V
(2494-2345), esta circunstancia tiene que ver con el hecho de que los recur- FIcune 14. Barca funeraria de la pirámide de la reina, Giza (por cortesía de
sos de los faraones y los trabajos de construcción se dedicaron a la edifica- M. S. Drower).
ción de grandes templos del sol, relacionada con la importancia cada yez
mayor concedida al culto del dios-Sol, Ra, durante esta época. El nombre del
f
168 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro nrsr.\o pwesrÍa I HASTA LA DINASTÍe xvu 169

faraón refleja también la importancia del culto del So1, pues en esta época se ción subsidiaria respecto a su esposo, la mujer suele tener su propia etiqueta
le añade sistemáticamente el elemento «hijo de Ra». Durante la dinastía VI con su nombre, como sucede en la siguiente estela de Naqada, correspon-
(2345-2181), las dimensiones de las pirámides son menores y uniformes. No diente a la dinastía VI:
se sabe a qué se debe este hecho, pero su construcción no muestra una deca-
dencia de las pautas arquitectónicas, y es posible que los recursos dedicados Ofrenda que hacen el rey y Anubis (dios con cabeza de chacal, relacionado
anteriormente por los faraones a la erección de sus tumbas fueran invertidos con los cementerios), que está en su montaña y en la casa de los embalsama-
ahora de manera distinta. Relacionados con esta cuestión están los problemas mientos, señor de la necrópolis. Sea enterrado el portador del sello real, com-
de interpretación que afectan al significado del emplazamiento, las dimen- pañero sin par, escriba-jefe de las tripulaciones, juez, escriba-jefe, Ni-hebsed-
Pepi, en su tumba, que estiá en el buen desierto de occidente. Esta ha tomado su
siones y la elaboración de las tumbas de los funcionarios. Uno de los argu-
mano, él ha llegado a tierra, ha cruzado el firmamento. Que el desierto de occi-
mentos esgrimidos tradicionalmente es que la pérdida del control central del
dente le dé sus manos en paz, en paz ante el gran dios. Ofrenda que hacen el
país y el empobrecimiento cada vez mayor de la corona pueden deducirse rey y Anubis, a fin de que se hagan ofrendas fúnebres al portador del sello real,
del hecho de que los enterramientos de los gobernadores están cada vez más compañero sin par, honrado por Osiris, Ni-hebsed-Pepi.
lejos de las tumbas reales, y de que muestren un mayor grado de refina- [Encima de la cabeza de la mujer:] Su esposa, su amada, ornato regio, sacer-
miento en su construcción y su decoración, justamente cuando empiezan a dotisa de Hathor, Sepi (H. G. Fischer, Inscriptions from the Coptite Nome: dy-
disminuir las dimensiones de las pirámides reales. Pero, como ya hemos se- nasties VI-il U964L n.'5; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 17-18).
ñalado, los motivos de esos cambios son a menudo poco claros, y además no
es cierto que todos los funcionarios fueran enterrados alrededor de la tumba Al margen de un pequeño número de templos funerarios excavados, los
del faraón ni siquiera durante la dinastía IV. Por otra parte, a juzgar por los santuarios del Imperio Antiguo son muy poco conocidos. Es probable que,
testimonios de los que disponemos, no existe una evolución lineal constante pese a la relevancia económica y administrativa que pudieran tener a nivel
en los enterramientos de los funcionarios. Evidentemente, la situación era regional los distintos templos locales, no desempeñaran un papel demasiado
mucho más compleja (Kanawati, 1977 y 1980). importante en el culto estatal. Los únicos de los que sabemos que tenían una
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i El refinamiento de los enterramientos reales vino acompañado por el significación más allá de la comarca en la que estaban situados eran Helió-
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.l desarrollo de relieves tópicos en los templos funerarios de los faraones, en polis, el gran centro de culto al dios del Sol, Ra (en esta época Horus pasó a
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los que el soberano aparece aplastando a los enemigos tradicionales de convertirse en una faceta de Ra), y el templo de Ptah en Menfis (Goedicke,
\, Egipto. Los relieves conservados de los distintos faraones ponen de mani- 1979). Pero los restos arqueológicos de estas estructuras indudablemente
:
fiesto que se trataba de una actividad idealizada, que no refleja hazañas mi- espléndidas son casi inexistentes, aparte de unos fragmentos de relieves pro-
:

i
litares históricas concretas. En cambio, las tumbas de particulares, 1o mismo cedentes de Heliópolis.
que las autobiografías, muestran una extraordinaria riqueza de informacio- Las ciudades y los poblados están atestiguados de forma muy fragmenta-
nes plásticas acerca de las tareas agrícolas, los mercados, la cría de gana- ria, y todos los que han sido investigados hasta la fecha se encuentran en el
do, la producción de vino, la metalurgia, los trabajos textiles, e incluso sur de Egipto (Hieracómpolis, Ábidos, Elefantina, Edfú). Ninguna de ellas es
tl actividades domésticas como la fabricación de ceryeza o de pan. Particular- muy grande; todas representan ciudades de provincia bastante pequeñas, aun-
mente interesantes son los retazos de diálogo coloquial puestos en boca de que todas están rodeadas de gruesas murallas. En un caso (Elefantina), el
ii
los distintos personajes que participan en estas escenas. <<¡Venga! ¡Venga!», poblado principal tenía asociado un pequeño asentamiento extramuros, des-
ti
grita un arriero a una reata de asnos, mientras que un compañero le advier- provisto de fortificaciones. Cada ciudad tenía su santuario, situado habitual-
te: <<¡Arréale en el trasero, amigo!>>. O bien, una mujer que está aventando mente dentro de su propio recinto amurallado. En Elefantina y Edfú, los san-
grano agrícola realizada a menudo por mujeres- dice a su tuarios albergaban los cultos de los dignatarios locales más importantes. Por
-actividad
compañera: «¡Ocúpate de esta cebada! ¡Todavía está llena de ahechaduras!». lo que sabemos, las casas de las ciudades estaban muy juntas y la densidad de
Las escenas y los diálogos de los trabajadores hacen que la vida del Imperio población era muy alta. Allí donde podemos rastrear una continuidad de los
Antiguo nos resulte animadamente próxima (para una serie de estupendas asentamientos desde el período dinástico arcaico, como sucede en Hieracóm-
il reproducciones fotográficas, véase Málek, 1986). Suponen un curioso con- polis, es perceptible un incremento notable de las dimensiones con respecto al
traste con las escenas repetitivas, formulares, que acompañan a los enterra- período anterior.
mientos reales.
Las mujeres solían ser enterradas con sus maridos, y el propietario de la
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tumba suele aparecer en encantadores grupos familiares casi idílicos, en los
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:i que la esposa abraza cariñosamente al marido. Aunque siempre en una posi-


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170 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
,urr"\o orNesrfa I HASTA Le orNnsrf.e xvu 17t
il Ecrpro

rlos relatos que nos ofrecen de sus viajes a Nubia para obtener artículos de
luio y piedra dura, es evidente que las expediciones sólo eran posibles si
sácontaba con la ayuda y el permiso de los diversos príncipes locales.
Una zona de asentamientos egipcios que ha sido estudiada recientemenb
Por último, existen algunos testimonios de las relaciones mantenidas por
(Giddy, 1987) es la de los grandes oasis situados al oeste de Egipto, en el de-
sierto de Libia (Dakhla, Kharga, Bahriya, Farafra). Estaban en comunicación los egipcios con La zona de Levante (Wright, 1988), especialmente con la
l
eran ciudad portuaria de Biblos, de donde los egipcios importaban madera
l
unos con otros y también con el valle del Nilo, y desde Kharga partía una im- I

portante ruta hacia Nubia. El control de los oasis tenía gran importancia para
ía¡¿ sarcófagos, grandes barcos y estatuas, objetos todos cuya fabricación re-
la defensa de la frontera occidental de Egipto. En el oasis de Dakhla, el que áwría un tipo de madera del que no disponía Egipto. Relativamente recien-
ha sido explorado más a fondo, había una ciudad bastante grande a finales
ér ro, los testimonios de Ebla, en el norte de Siria (véase el capítulo 1, apar-
tado 2), que muestran los contactos entre esta región y Egipto en tiempos de
del Imperio Antiguo: han sido identificados restos del recinto amurallado,
las dinastías V y VI (Scandone-Matthiae, 1979-1980 y 1982). Los faraones
fragmentos de ceriímica, estructuras de adobe y algunas necrópolis (Fakhry,
egipcios organizaban regularmente expediciones a las minas de turquesas del
1972; Mills, 1980).
desierto del Sinaí; los principales testimonios de las actividades egipcias en
Nubia también ha suministrado importante información acerca del Egip-
esm zona durante el Imperio Antiguo proceden de Uadi Maghara. Es muy
to del Imperio Antiguo. La construcción de la gran presa de Asuán vino
probable que, como ocurriría más tarde, los egipcios necesitaran la coopera-
precedida de una labor de prospección y excavación intensiva, de la que se
ción de las comunidades locales de pastores y de sus caudillos para llevar a
encargaron arqueólogos de todo el mundo. Los principales intereses que
cabo felizmente estas empresas.
tenía para Egipto esta región eran sus recursos humanos y ganaderos, sus
i
canteras de piedra dura y sus depósitos de minerales (diorita, amatista, co-
I bre y, posteriormente, oro). Nubia proporcionaba además acceso a algunos
.
Literatura y fuentes literarias
materiales exóticos muy preciadoJ, procedentes del África subsahariana,
I

Irl como el ébano, las pieles de pantera, el marfil, y determinados aceites finos.
Durante el Imperio Antiguo se desarrollaron diversos géneros literarios
Ir Es completamente seguro que durante la dinastía IV los egipcios habían es-
que ilustran distintos aspectos de la cultura egipcia. Nos permiten atisbar
tablecido una colonia en Buhen, en la región de la segunda catarata. Los
It I en parte una cosmovisión típicamente egipcia, aunque debemos utilizarlos
ti l,i testimonios demuestran que fue fundada con el fin de explotar los depósitos
ri con cautela.
de cobre de [a zona y gestionar los intereses comerciales egipcios (Emery
I La obra más impresionante (y más problemática) es la gran <<Teología
I 1965, pp. 1 ll-Llz y 127). Dichas actividades han sido ulteriormente ilumi-
menfito> (Junker, l94L; ANET,4-6; Lichtheim,19T3-1980 [0I, I, pp. 5l-57).
nadas por la inscripción existente en un bloque de piedra, euo quizá indi-
En ella se cuentan las relaciones entre Ptah, dios de Menfis y creador de
J

que que Egipto explotaba las canteras de diorita del oeste de Toshka (a unos
todas las cosas, y el dios-halcón, Horus, encarnado en el faraón y uno de los
80 km al oeste de Abu Simbel, Roccati, 1982, § 276), y por el descubri- aspectos del dios del Sol, Ra, como señor del mundo. Evidentemente preten-
miento en varios lugares de grffiti escritos por los capitanes de las expe- día subrayar la primacía que tenían Ptah y Menfis en el ordenamiento de las
diciones egipcias. cosas en Egipto, y poner en relación con él a todas las divinidades del país.
Pero a finales de [a dinastía V se produjo un cambio en la sociedad nu-
rl

i Pero existen muchas discrepancias en torno a la fecha de composición del


bia, con la aparición de un nuevo grupo cultural <<grupo C» nubio-
tratado. El texto conservado (en una inscripción de piedra) data de finales
que, según parece, a partir de esta época formó una-el
I

serie de pequeños prin- del siglo VIII, pero pretende ser una copia de un viejo papiro apolillado. Su
cipados. Araíz de todo ello, las relaciones de Egipto con Nubia tuvieron que lenguaje es arcaico, y utr texto ritual de comienzos del Imperio Medio, el dra-
I
reestructurarse. Así lo indica el abandono del poblado de Buhen, circunstan- mático papiro del Ramesseum, indica que los conceptos expresados en la
l
cia que da a entender que la explotación directa de los recursos de Nubia por «Teología>> existían ya en los primeros tiempos de la dinastía XII (véase ü,4,
Egipto ya no era factible. Los cambios también se ven reflejados en una se- pp. 1.177-1.180). Por ello es concebible que sea cierta la pretensión del tex-
rie de autobiografías de funcionarios reales y de comerciantes de la dinastía to conservado de ser una copia auténtica de un original del Imperio Antiguo.
VI, como Weni (Urk. I, 98-1L0; ARE,I, §§ 292-324; Gardiner, 1961 [0D], Algunos estudiosos, sin embargo, están convencidos de que deberíamos con-
pp. 95-96: ANET, pp.227-228; Lichtheim,1973-1980 [0I], I, pp. 18-23; Roc- siderarlo pseudoepigráfico, que sus arcaísmos lingüísticos son falsos y que
cati,1982, §§ 177-188), Sabni(Urk.I, 135-140; ARE,I, §§ 362-374; Rocca- ilustra una serie de concepciones teológicas habituales en época posterior
ti, 1982, §§ 205-207), y Harkhuf (Urk. l, 120-l3l; ARE,I, § 335-354; Lich- (Junge, 1973; Lichtheim,l9T3-L980 [0I], III, p. 5; para su posible composi-
theim, 1973-1980 [0I], I, pp. 23-27; Roccati, 1982, §§ 189-196). Gracias a ción a finales del Imperio Nuevo, véase Kitchen, JAOS, 102 U9821, p. 389).
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172 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DESDE \ orNesrÍe r sesre LA DTNASTÍe xvu 173

Curiosamente fue incluido en una exposición del Museo Británico sobre fal-
rano mucho más amable, aunque desdichado (Heródoto,2.124-132). Un ciclo
sificaciones en 1990. de leyendas, compuesto probablemente durante el Imperio Medio (aunque el
Un género que casi con toda seguridad se desarrolló durante el Imperio oapiro data del período de los hicsos [c. 1650-1550]), utiliza el motivo, pre-
Antiguo es el de las <<instrucciones>>, aunque los textos conservados no pue- ,rrp turnUién en otros períodos de la historia de Egipto, del <<entretenimien-
den datar de antes del Imperio Medio. Este tipo de obras se convirtieron en to del monarca aburrido» (papiro Westcar, Erman, 1890; véase Erman, 1927-
una categoría de composición literaria que conoció una larga existencia y una 1966 [0I], pp.36-47; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 215-221). El escena-
I
infinita cantidad de variedades, y así tenemos ejemplos de ella pertenecientes rio de la leyenda es la corte de Queops, adonde uno de los hijos del faraón
a casi todos los períodos de la historia del Egipto antiguo. Las «instruccio- hace venir a un mago para que lo entretenga. Tras efectuar varios milagros,
I
nes>) consisten en una serie de máximas y enseñanzas prudentes, redactadas
I I
el mago ve el futuro y predice que la esposa de un sacerdote dará a luz tri-
habitualmente en forma de directrices dictadas por un padre a su hijo res- llizos, que serán hijos de Ra, dios del Sol, y reinarán en Egipto uno detrás de
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pecto al modo en que debe comportarse para alcanzar el éxito en la vida pú- otro. Se trata de una alusión a los tres primeros soberanos de la dinastía V
i; blica. Tienen mucho que ver, por tanto, con la aristocracia letrada. Tres oblas y se relaciona con la gran preeminencia otorgada al culto de Ra a partir de
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de instrucciones se atribuían a personajes históricos del Imperio Antiguo: dicha dinastía (véase supra, p. 166). Otra leyenda, compuesta o bien a co-
x ri
ll Hardjedef, hijo del_faraón Queops (Khufu; Brunner-Traut, 1940); ptahhotep, mienzos del Imperio Nuevo o bien a finales del Medio, pero que todavía cir-
I
t. visir de la dinastía V (Dévaud, 1916); y Kagemni, visir entre las dinastías IiI culaba entre los siglos vIII y vI, es la que habla del faraón Pepy II y de uno
ti
y IV (Gardiner, 1946b; ANET,4L2-414; para sendas traducciones inglesas de de sus generales (Posener, l97l; Parkinson,l99t, n.' 11). Por desgracia, es
las tres obras, véase Lichtheim, 1973-1980 [0U, I, pp. 58-80; TúAT, rrr, muy fragmentaria y sólo se han conservado parcialmente dos episodios; en
I
I pp. 195-221). Los ideales propuestos para alcanzar la propia promoción y una uno de ellos, el faraón se levanta por la noche y se presenta sigilosamente
i posición honrada nos muestran una exposición muy l¡Cida-¿e la moralidad a visitar a su general, del que está enamorado. Resulta imposible reconstruir
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pragmática que sostenía y fortalecía el statu quo potítico. La fecha de los el argumento: quizá fuera un cuento de carácter cómico o una historia que re-
I textos conservados impide que podamos utilizarlos como fuente directa del flejaba la desaprobación de la homosexualidad por parte de los egipcios.
I
Imperio Antiguo, pero su moral refleja la misma que encontramos en las Conviene subrayar que en Egipto eran muy habituales las historietas humo-
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autobiografías de las tumbas. rísticas relacionadas con los faraones, al igual que aquellas que arrojaban
It Los famosos <<textos de las pirámides>>, escritos en las paredes de las luces sombrías sobre sus personas: el aura de majestad divina y sobrenatural
l il
,i tumbas reales desde finales de la dinastía v (Sethe, 1907; Faulkner, 1972; que rodeaba al soberano no impedía que al mismo tiempo se le considerara
I
I para algunos ejemplos seleccionados, véase Lichtheim, 1973-lgg0 [0I], I, miserablemente humano (véase Lloyd, 1983, en Trigger et al. [0D], pp.295-
i pp.29-50; Roccati, 1982, §§ 43-44), son otro género literario desarrollado en 297). Ninguna de esas leyendas puede utilizarse para reconstruir la historia
I esta época. Tenían una función mágica, a saber, contribuir a la resurrección de Egipto durante el Imperio Antiguo, pues sólo se conservan las de épocas
del rey difunto y asegurar su supremacía como dios en el otro mundo. Tie- muy posteriores. Lo que demuestran es la idea que los egipcios de época tar-
nen forma poética y son muy ricos en alusiones mitológicas. Un rasgo muy día tenían de algunos de los grandes faraones del Imperio Antiguo, y cuáles
interesante de estos textos es que no reflejan la existencia de una sota obrá eran las figuras regias del pasado remoto que eran recordadas en las tradi-
ortodoxa, copiada invariablemente una y otra vez, como hubiera cabido es- ciones populares.
perar. Por el contrario, los textos conservados están llenos de variaciones y
especulaciones teológicas de carácter novelesco. Ello demuestra que existían
diversas ideas acerca de la naturaleza divina de la monarquía, qué era ya ob- Estado y sociedad
jeto de debate en la sociedad egipcia de la época (para tá compte¡idad de la
posición del faraón, véase Goedicke, 1960). A pesar de su riqueza, las fuentes siguen presentando muchas lagunas
Las leyendas que en época posterior se contaban en Egipto acerca de al- cuando intentamos reconstruir la sociedad del Imperio Antiguo y por ahora
gunos soberanos del Imperio Antiguo constituyen un tipo muy distinto de muchos de sus aspectos siguen en sombra. Pero algunas cosas están muy
testimonio (Wildung, 1969). Algunas aparecen sólo en füentes muy tardías, claras. A grandes rasgos, el faraón y la familia real estaban a la cabeza del
por ejemplo en Heródoto. Es evidente que en tiempos de la dominación estado, mientras que por debajo de ellos se hallaban los consejeros reales, los
aqueménida y macedónica (ptolemaica), los egipcios seguían contando le- oficiales y gobernadores, que se diferenciaban netamente de los campesinos
yendas acerca de los grandes faraones del Imperio Antiguo: encargados de trabajar la tierra. Son éstos los que están representados de un
eueops (Khufu)
y Quefrén (Khafra), por ejemplo, eran considerados unos opresores y unos modo menos coherente en los materiales arqueológicos y documentales, pero
déspotas, mientras que Micerino (Menkaure) era presentado como un sobe- era sobre su trabajo sobre el que se basaba toda la estructura.
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174 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES Ecrpro DESDE ,\ r^orrÍe r uesre LA DTNASTÍa xvu 175

El faraón era.la encarnación del poder sagrado. Como tal, garantizaba


flabelífero, y así muchos oficiales se jactan en sus tumbas de ostentar el
defendía el orden cósmico, cuyo equi valente terrenal era <<la ley y el
rr¿rgo de «flabelífero real>>-
con arreglo al statu quo establecido. Esta situación se hallaba englobada El faraón accedía al trono en cuanto fallecía su predecesor, pero, al pare-
el concepto egipcio de ma'at, término que abarcaba un conjunto de ger, no era <(coronado» formalmente hasta pasado algún tiempo. Sólo se con-
tales como las de <<verdad>>, <<comportamiento adecuado>>, o «justo equiüu
servan documentos relativos a la coronación colrespondientes a épocas poste-
brio>>. El soberano, en su calidad de sustentador del ma'at, estaba al mismo
riores, pero se supone (con razón) que en el Imperio Antiguo la ceremonia era
tiempo sometido a é1, en tanto en cuanto tenía que gobernar de acuerdo con
muy similar.La coronación simbolizabalacreación del mundo, y entre otras
él; aunque el hecho de ostentar su cargo lo ponía también automáticamente
ceremonias incluía la unión ritual de los dos países y una vuelta alrededor de
en armonía con el orden cósmico. Con respecto a sus súbditos, el faraón era
las murallas de Menfis. Se renovaban los sellos oficiales y los funcionarios
omnipotente: <<Si una cosa sale de los labios de su majestad, se lleva a cabo eran confirmados formalmente en sus puestos. Cada año se conmemoraba el
inmediatamente» ( Urk.I,39, 13-14). Al mismo tiempo, dependía de los dio-
díade la coronación e incluso era repetida la ceremonia, de una forma ligera-
ses y de su buena voluntad. Aunque en cierto sentido él también era dios,
no mente distinta, cuando el faraón llevaba en el trono un tiempo considerable
tenía la omnipotencia de éstos a todos los niveles. Esta circunstancia queda treinta años-, en el transcurso de la fiesta de Sed (ü, 5,
bien ilustrada en la autobiografía del visir Washptatr (dinastía V). Washptatr -idealmente
pp.782-789). Se trataba del «jubileo>> ritual del faraón, repetido a partir de ese
cayó enfermo durante una inspección real ala tumba del fa¡aón, todavía en momento a intervalos más frecuentes. El gran patio del jubileo, incluido en el
construcción. El soberano, lleno de preocupación, consultó a sus doctores y complejo de la pirámide escalonada de Zóser, nos permite reconstruir [a refi-
envió unas cajas con prescripciones médicas para ayudar a su oficial enfer- nada naturaleza de esta fiesta durante el Imperio Antiguo (Kemp, 1989 [0Ga],
mo. Pero a pesar de los esfuerzos del soberano, Washptah murió y el faraón pp.59'62)
ordenó que lo enterraran. La eminente condición de Washptah se pone de No se conserva ningún palacio de los faraones, pero los testimonios tex-
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manifiesto por el hecho de que en su tumba se incluyera una inscripción con- tuales indican que en ellos había templos de las <<dos señoras>>, es decir, el
l,
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tando el episodio de los cuidados que el soberano le dispensó (Urk. 1,40, buitre (Nekhabet) y la cobra (Wadjet), tan estrechamente relacionadas con la
4-45, 9; ARE,I, §§ 241-249; Roccati, 1982, §§ 78-81). Pese a que el poder figura del rey (véase supra, p. la9). Había muchas otras capillas, salas para
I

{i I del faraón fuera limitado en algunos terrenos (como demuestra este eplso- los recibimientos ceremoniales y de estado, habitaciones privadas y talleres.
I

lr
dio), su persona era considerada sacrosanta y peligrosamente poderosa. Era Había además jardines con lagos, en los que el monarca podía descansar y
,l I
h habitual, por tanto, besar tan sólo el suelo ante los pies del rey; se conside- solazarse. Aunque el papiro Westcar data de una época posterior (véase supra,
i
¡
¡
raba un honor extraordinario poder besar directamente los pies del faraón. La p. 173),la imagen que nos ofrece del jardín real probablemente no desen-
I
I
!
inscripción de la tumba de Rawer (dinastía y, (Jrk.I, 232-234; Roccati, 1982, tone con el Imperio Antiguo:
lr § 74) nos cuenta una anécdota muy reveladora, que refleja el verdadero peli-
gro que comportaba cualquier contacto fortuito con la real persona. En una [Un día el faraón Snefru se paseaba por todos los salones] del palacio en
ocasión, el ceuo del soberano golpeó accidentalmente a Rawer en una plerna; busca de [reposo y no hallaba ninguno. Dijo entonces]: <<¡Ve, tráeme al sacer-
el faraón dijo inmediatamente: <<¡Que no tenga ninguna herida!>>, y dirigién- dote-lector en jefe, al escriba de los libros, Djadja-em-ankh!». Lo llevaron ante
dose a la corte en general añadió: «¡Mi majestad desea que no sufra ningún él inmediatamente. Su majestad le dijo: [«He andado por todos los salones] del
daño, pues no era mi intención golpearle!». palacio en busca de reposo y no he encontrado ninguno>>. Djadja-em-ankh le
El faraón aparece representado normalmente vistiendo ropas especiales, dijo: «Diríiase vuestra majestad a lago del palacio. Llenad un barco con todas
las muchachas hermosas de vuestro palacio. El corazón de vuestra majestad
que lo distinguen de sus súbditos . Los elementos más habituales de los
se refrescará viéndolas remar, subir y bajar los remos. Cuando contemple los
regalia eran un tipo especial de falda corta, una cola de buey colgando de bellos nidales de westro lago, cuando contemple sus hermosos cÍlmpos y ribe-
su cintura, una barba ceremonial sujeta alrededor de la barbilia, eicetro, el ras, vuestro corazón se sentirá refrescado>> (papiro Westcar, 4, 22-25,7; Lich-
mayal y el cayado que llevaba en las manos, así como la doble corona. En theim, 1973-1980 [0I], I, p.216).
su frente era representada una cobra (el <<ureo>>, asociado a la diosa Wadjet,
aunque visualizada también como el <<ojo>> del dios del Sol, Ra), que se El faraón tenía normalmente más de una esposa, pero ni en e[ Imperio
'levanta con gesto amenazador,
dispuesta a defender al faraón destruyendo a Antiguo ni en el Medio existía un harén propiamente dicho, aunque seme-
sus enemigos con su escupitajo venenoso. El trono en el que se seniaba era jante institución quizá se desarrollara durante el Imperio Nuevo (Ward,
concebido como su madre divina, Isis, esposa de osiris, cón hijo, Ho- 1983). Los hábitos que regían las bodas reales no estián claros, pero general-
rus, era identificado habitualmente el soberano, como demuesfá "uyouno-d" sm mente se piensa que en la familia real era frecuente [a endogamia (esto es, el
nombres (véase supra, pp. 150-151). Normalmente iba acompañado de un monarca tomaba por esposa a alguna de las mujeres de su parentela). Esta
ü [" 176 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGrpTo DESDE r-\ orNasrÍ¡ r uesre LA DTNASTÍA Xvu 177

ocasio-
práctica quizá se debiera a diversas consideraciones de carácter diniástico des y exigencias del estado. Las escenas de mercado representadas
lo demás desconocidas para nosotros), pero desde luego no constituía Ilár"in las tumbas muestran no ya grandes emporios en los que se co-
mercados locales' Como esas
t
norna, como demuestran algunos faraones de la dinastía VI, que se ffirri"U. con artículos de lujo, sino simples particulares' a veces tienen
enterramientos de simples
I con varias mujeres de una familia de funcionarios provinciales. No hay nada escenas peftenecen a
representadas en ellas' Las
i que justifique la idea muy difundida hoy de que la monarquía egipcia er& lnÍ¡ d;á;;;r'que ayudan a interpretar las actividades vendidos en esos mercados
trilineal (Robins, 1983). Como en muchos otros sitios, era el primer hijo de demuestran que los principales artículos
^¿*";,;s
nintufÍrs
it la <<esposa principal» (desconocemos qué era exactamente lo que determinar 'rr- y bebidas, pues aparecen representados puestos.de- refrescos
Vernos también escenas en las que se venden artículos manu-
it ba su condición) el que sucedía normalmente a su padre en el trono, pero en ;;;Ñ;"s. reposa-cabezas de madera
,: realidad la decisión de nombrar al príncipe heredero estaba exclusivamenté facürados muy sencillos, como, por ejemplo,
i el Egipto antigub a modo de almohada), husos para hilar'
en manos del rey. La incertidumbre que rodeaba la sucesión podía dar lugar iiru, utilizadoi en
joyería sencilla y abanicos'
a la formación de facciones cortesanas, que intentaban poner el trono en ma- ;;í;;;;;áas de vest-ii anru.l,ot parapeces pescar,
en una cesta a un individuo que
nos de los distintos hijos del faraón. Es concebible que el oficial Weni (di- En una escena, un hombre ofrece unos
que utilizaba el sistema de trueque' En otras
nastía VI) se refiera a alguna de esas conjuras cortesanas en su extensa auto- iü[.;r;rilo, lo cual implica se
o afeitando a otros'
biografía, aunque semejante idea está condenada a permanecer en el terreno ,r."nu, similares upu,""Ln g.nttt haciendo la manicura
de 1o puramente especulativo: gr,o, cuadritos se sitúan a rienudo al lado de animadas escenas fluviales' Se
típicos mercados de
['u-pt*ufudo (Eyre, 1987), por tanto, que representan
a cabo operaciones
Cuando en los apartamentos reales hubo una acusación secreta contra la piJUio *ontudo. a la orilla dil río, en lós que se llevaban
sencillas labores de artesanía' se
reina Weret-yamtes, su majestad me mandó que fuera yo solo a oírla. Ningún comerciales entre vecinos, se realizaban
servicios personales,-tales como los de peluquería, Y- el los que
juez supremo ni ningún visir, ningún oficial estaba presente, sino yo solo; pues
po-
ii6r"U", y golosinas. Ese tipo de mercados habrían atraído
yo era digno, pues había echado raíces en el corazón de su majestad, pues su dían compr¿Lrse refrescos
I
brindado la oportu-
li
majestad había llenado su corazón de mí. Sólo yo (la) puse por escrito junto u-fu grnt. de las aldeas ¿é tós akededores y les habrían
La envergadura de las tran-
i;
con otro antiguo guardián de Nekhen, aunque mi condición era (tan sólo) la de nidai de vender el excedente de su producción.
,)
superintendente de los colonos reales. Nunca hasta entonces había escuchado fuerá cuantitativamente demasiado significa-
,u..ion", económicas quizá no
{I alguien como yo un secreto de los apartamentos reales (Urk.1,98-110; ARE, con [a todopoderosa economía estatal, pero demuestra
tiva en comparación
il §§ 292-294; Lichtheim, 1973-1980 [0U, I, p. 19; Roccati, 1982, § 180). posibitidades y excedentes para que se realizaran operaciones
ü [o" "iittfan
i' óomerciales privadas a pequeña escala'
I
¿Pero cómo vivía la masa del pueblo egipcio? Habitualmente nos imagi- Otra idea demasiadó simplista de los estratos más pobres de
la sociedad
namos a los campesinos egipcios como si fueran esclavos, no muy diferentes la de que todo el trabajo se llevaba a
I
egipcia que requiere ser mo&ficada es
{ de ellos excepto en el nombre, gimiendo en unas condiciones lamentables de del estado, era forzado y no tenía más recompensa que
riUo Uujó ta diiección
trabajos forzados semejantes a las de los campos de concentración nazis. Esta
el aüménto imprescindible para sobrevivir. A veces encontramos
alusiones
imagen (popularizada en la película Los díez mandamientos de Cecil B. de que demuestran la existenciá de artesanos independientes encargados
de rea-
Mille) probablemente sea en gran medida exagerada. Indudablemente sus con-
lizar trabajos remunerados por contrato. En un caso, el propietario de una
diciones de vida eran muy duras, hasta cierto punto estaban vinculados a la tumba afirma que ha pagado a los artesanos que habían construido su sepul-
tierra y se les podía obligar a trabajar en las obras públicas, en particular en tura. Otro afirma con más claridad:
los programas de construcciones reales. Pero no sabemos hasta qué punto es-
He hecho que esta estatua mía la fabricara un escultor que quedó
taban obligados a trabajar en las fincas del faraón y en las de sus funcionarios, satisfe-
ni si todos los campesinos lo estaban. Tampoco es ni mucho menos seguro que cho con el pagó que le di por ella (Urk' I,225' 8-10)'
su condición jurídica se diferenciara de la de otros miembros de la sociedad
egipcia. A juzgar por un cuento popular del Imperio Medio, aunque situado en Los testimonios no Son muchos y por tanto no nos permiten postular la
el Primer Período Intermedio («El cuento del campesino elocuente>>, véase existencia de una gran cantidad de utt"tanos independientes; 1o que sí de-
Erman 192711966 [0I], pp. 116-131; Simpson, 1973 [0I], pp. 3l-49), el ideal muestran es que laí obtigaciones de los trabajadores no eran tan automáticas
manifiesto de la sociedad egipcia era que todo el mundo, por humilde que fue- ni tan rígidas, sino que ior el contrario estaban miás sujetas¿ la negociación
ra, tuviera acceso a la misma justicia y que, en definitiva, el faraón era la y d acuárdo mutuo ile fó que ha venido pensándose (véase Eyre, 1987)'
fuente última de sabiduría legal. La existencia de mercados indica además Laadministración det istado se desarrolló a partir de la organización de
que no toda la fuerza de trabajo campesina era consumida por las necesida- la servidumbre real. La actividad gubernamental y los cargos públicos a

II
rl lt
11

178 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CruDADES


rr nrxnsrÍn t rnste LA DINASTÍa xvu 179
!i
I
EGIpro DESDE I
ll
I
derecho a una posición social encumbrada por eI hecho
ii
todos los niveles eran originariamente una expansión de las funciones del de
individuos tenían
it.
I
il, servicio real. A la cabeza de la administración estaba un oficial cuyo título cuna. La ideologia Oominante pretendía que un funcionario
il suele traducirse, no sin justificación, por <<visip> (tj3ty). Controlaba todos los
iJ¿e ""blecargo ,óto potque-tlesempeñaba b1e-n su labor en beneficio del
t obtenía su
departamentos de la administración estatal y era responsable directamente emitiendo
il
ffi;; y ¿1píeblo, socorriendo a loi pobres y los desheredados,
l! ante el soberano y sólo ante él (Kanawati,1977; Strudwick, 1985; Pardey justas, satisfactoriamente a los obreros, y absteniéndose
,i*rn.1.t fagando
Este alto sentido del deber y de la entrega al es-
1i

de ejercer opresrcii ñgrlu.


¡l
1989). Es posible que en los primeros tiempos fuera algún pariente del pro,
tuviera
el ideal, y t"áti.u.ente el único motivo de que la persona
!.

j
pio faraón, pero desde luego más tarde el cargo sería desempeñado por
personas que no tenían nada que ver con la familia real. Como la adminis- lucrativos. Las virtudes oficiales típicas eran estili-
"¿"'Li.
acceso a ros puestós más
tración se originó a partir del servicio personal del monarca, muchos funcio- en frases simétricas, como demuestra esta inscripción
zadas de vezen cuando
I narios ganaron títulos que reflejaban su rango en la corte y que les hacían U tumUa de Sheshi (dinastía VI), en Saqqara:
i ár
il acreedores a determinados beneficios, aunque no ocuparan literalmente la po-
I
i
sición que especificaba su título. El título de <<hijo del rey» sería un ejemplo Vine de mi ciudad,
de esta situación; otro, por lo demás muy frecuente, sería el de <<portador del bajé de mi nomo,
t,
sello real»: en realidad los dos correspondían simplemente a importantes fun- hice justicia en beneficio de su señor,
I l,:
cionarios. Esta costumbre hace que a veces resulte difícil deñnir con claridad le satisfice con [o que es de su gusto'
I
la estructura administrativa, aunque algunos cargos, como los de «oficial de Hablé con verdad, obré rectamente,
los graneros estatales>>, <<tesorero del estado>> o <<superintendente de los $an- hablé con justicia, repetí con justicia,
aProveché el momento oPortuno
des tribunales (de justicia)», constituyen un indicio de la complejidad de la
I
I

Para Ponenne a bien con


el Pueblo,
i
burocracia.
iorgüe entre dos de forma que dejé contentos a ambos;
I
Más testimonios nos proporciona el sistema de <<nomos» (término deri- libré al débil del que era más fuerte que él
I vado de la palabra griega nómos = 'distrito", 'provincia'), que con toda se- en la medida que Pude'
guridad existía ya en tiempos del Imperio Antiguo: aldeas, fincas reales y Di pan al hambriento, vestí <al desnudo>'
l
?
pequeñas ciudades se agrupaban formando unidades administrativas regiona- llevé a tierra al que no tenía barca'
i

¡i I

les (nomos) al mando de un gobernador (nomarca). Egipto estaba dividido en Enterré al que no tenía hijos,
:l
I 1

ti
( I
{
los «dos países» (véase supre, pp. 141-142): el Alto Egipto, que iba desde hice una barca para el que carecía de ella'
Asuán hasta más o menos el sur de Menfis, comprendía veintidós nomos, Respeté a mi padre, complací a mi madre'
i i

numerados tradicionalmente de sur a norte; el Bajo Egipto empezaba en crié a sus hijos.
i
1 Menfis, que era la <<Balanzade los Dos Países>>, situada en el corazón del pri- Así habla aquel cuyo apodo es Sheshi'
mer nomo, mientras que los otro diecinueve del Bajo Egipto estaban en el (urk. 1,198-200; Lichtheim, 1973-1980 [0I], L p' l7')
delta. El sistema de nomos, a pesar de los cambios y las vicisitudes políticas,
pirámides monu-
siguió en vigor hasta la época romana. Resulta demasiado fácil ver el Imperio Antiguo, con sus
Un aspecto importante del funcionariado egipcio era la posibilidad teóri- monoüti.u, en lá que todo se hallaba subordi-
mentales, como una estructura
ca de que cualquiera llegara a ocupar los altos cargos, que no estaban reser- las exigencias del estado, esto es, del faraón. Un análisis más aquilata-
nado a
vados a ningún grupo aristocrático tradicional o de carácter exclusivista. Esta do revela qurlt sistema político era mucho más variopinto y ui4' La única
posibilidad de promoción es la que impulsó y motivó la aparición de la lite- muy oscura en muchos detalles'
desgracia.i qu" su imagén sigue siendo
ratura de «instrucciones>> (véase supra, p. L72), y explica la frecuencia de
la exhortación <<sigue al hombre de mérito y no lo desprecies porque antes
fuera pobre; antes bien respétalo, pues su riqueza procede de sus méritos y 3. Hen¡.clEópol§ y LA ASCENsIÓN DE TEBAS (c. 2180-1991)
del favor divino>>. En las inscripciones de las tumbas brillan por su ausencia
las largas genealogías que demuestran el orgullo por la propia familia y los El «Primer Período Intermedio>>, COmo es denominado convencional-
orígenes nobles; por el contrario, los temas de las inscripciones son los ser- mente, se extiende desde el final de la dinastía VI hasta la primera parte de
vicios personales y el modo en que han sido recompensados por el faraón. la XI (c. 2l8}-c.2O4O; véase el cuadro 12). Durante esta época los edificios
Aunque un an¿ílisis cuidadoso de los testimonios pone de manifiesto que las e inscripciones reales del poder centr_{i.1{o-- brillan curiosamente
relaciones familiares eran muy utilizadas para tener acceso al funcionariado -signos
por su áusencia. El final Aé ta dinaitía XI (c. 2040-1991) constituY! el
inicio
y ascender en el escalafón, en principio no existían cargos hereditarios ni los de un poder central fuerte que
del Imperio Medio, marcado por la reaparición

t' I
f
till. 180 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
Ecrpro DESDE ,Ñr*orrÍe I uesre LA DINASTÍa xvu 181
Cueono 12. Cronología: el primer período Intermedío
Rntiguo. Por el contrario, existen muy pocos testimonios del Alto Egipto
que
t"l gobernado exactamente el sur del país durante
ñor lr6quen cómo era
esa
$; (Dinastía VII: (c. ZtBl-2173)
véase Pardey, 1976; Kanawati, 1980).
il
lir (Dinastía VIII: (c. 2173-2160) (total 15+ faraones para Iás dos tmu(para un aniflisis de esta cuestión,
fl
rl Citro problema es
que resulta muy difícil saber qué lazos habían unido a los
(Dinastías IX y X: (c. 2t60-2MO) )t noma¡"ur con el gobierno central durante el Imperio Antiguo, y cuifles fueron
t, Dinastía XI (antes de la conquista):
= <<por Khety» ,b
ios orígenes de su poder: ¿eran originarios de las comunidades locales que
c. 2133-2040 fo 20231 (Tebas) ,i,
(principales faraones):
lobernaban o eran cortesanos que fueron instalados en ellas por el faraón?
l Meryibre Akhtoy I Inyotef, «gran jefe» .8
Értor son los factores desconocidos que debemos tener en cuenta al intentar
Nebkaure Akhtoy II
ii
Mentuhotep I, <<antepasado>> 1 explicar lo ocurrido. Conviene recordar también qué poco sabemos en reali-
Wahkare Akhtoy III Inyotef I :¡ dad con detalle de los acontecimientos y los problemas políticos del Imperio
Merikare Wahankh Inyotef II (2t19-2069) Antiguo, enmascarados como están por la fachada uniforme de un poder mo-
li

Nakhtnebtepnefer Inyotef III nárquico aparentemente inmutable.


¿Cómo podemos hacernos una idea de este período tan difícil y turbu-
Nebhepetre Mentuhotep II (2060_2010)
Dinas^tía XI (después de la conquista: (= Smatowy: «Unificador de los dos
c. 2O40-1991 (o 2023-1963) lento de la historia de Egipto? El primer paso consistirá en echar una ojeada
países»)
Sankhkare Mentuhotep a las fuentes conservadas, que nos permita intentar reconstruirlo. Quizá un
III
Nebtowyre Mentuhotep repaso de lo que fue la dinastía VI nos ayude a visualizar el proceso de tran-
IV
sición desde el estado aparentemente fuerte del Imperio Antiguo a la estruc-
mra sumamente centralizada del Imperio Medio, pasando por un período de
controlaba la totalidad de Egipto. Aunque en fragmentación política. El procedimiento es bastante difícil y habrá muchas
este período de transición los
monumentos y textos reales son escasos, las cosas que sigan siendo inseguras.
tumbal de los nomarcas (gober-
i nadores provinciales) en sus centros locales
del Alto Egipto son más nume-
l rosas y complejas, y algunas contienen.autobiografías
I
en información que describen sus actividader y"liuraes
u"uriunáid; y ricas Cronología y fuentes
logros. En resumen,
li existe una correlación entre la decadencia del
fll cóntrol real y el aumento del La cuestión de la cronología está erizada de problemas, pero hay dos co-
poder provincial. Esta circunstancia ha inducido
a numerosos especialistas a
postular que algunas familias de provincias sas que nos ayudan a clarificarla hasta cierto punto, aunque no en su totali-
intentaron sacudirse todas las res-
tricciones impuestas por la corona a partir por dad (véase el cuadro 12). En primer lugar, el Canon de Turín da un número
lo menos de la dinastía VI: total de faraones al final de la dinastía VIII. La duración de los reinados
es decir, intentaron estabrecerse como sobéranos
inaepenai;;,"r^t por lo de los distintos monarcas es bastante bien conocida casi hasta finales de la
tanto fueron responsables directos del hundimiento
Irp^"."o Anriguo- (q9r
dei rirt"-u-pápio del dinastía VI. La combinación de estas informaciones demuestra que a las dinas-
srock, 1949; wilson, rg5rfigs6, capírulo 4;
eje_mpro,
cf. simpson en Hallo. y.simpron, r97r tías VII y VIII de Manetón (cuyo final se sitúa en c.2160) les corresponde en
toil, p.-izst. A grandes rasgos, la
imagen de los acontecimitntot es muy clara: total un período de sólo veintidós años y medio. Así pues, es evidente que los
rá i.oar¡o una decadencia econó-
mica aparente; el control central se ¿Lbititó y uáuuá t undiéndose por faraones de estas <<dinastías>> fueron muy efímeros. A pesar de todo, ejercie-
i to durante las dinastías vrl y vIrI; a conünúación comple- ron el control sobre la totalidad de Egipto. Así lo demuestran los decretos de
! vino un período de guerras Coptos (Weill, l9I2; Goedicke, 1967), según los cuales algunos de estos fa-
.;
l civiles intermitentes; durani" ertu época una dinastía
de faraones (con sede raones de reinado breve confirmaron y concedieron poderes y exenciones a
i(
en Heracleópolis: dinastías.IX y X) gobernó
sotá ,áu." una parte de Egipto; los nomarcas de Coptos. En otras palabras, aunque los decretos de Coptos re-
por último, en Tebas surgió ,, farué, (de la
I
dinastía XI) como victorioso velan la debilidad del poder central en relación con la nobleza provincial
reunificador del país. Lo más discutible es
cómo encajan los nomarcas en (cosa que puede discutirse), dicha nobleza seguía basando sus pretensiones
este panorama de de.sintegración y cambios.
La incertidumu." ,u.g" par_ de poder en las concesiones reales sancionadas por la corte de Menfis. Así,
te del de que los teitimoniós de la exisrencia de gobernadores "n
lTho
ciales independienres proceden sólo der Att; provin- aunque los decretos de Coptos demuestren una delegación de poderes por
E;ipto: en otras parabras, re- parte de la autoridad central, los gobernadores provinciales seguían recono-
sulta imposible rastrear cómo se pasó del poder"centralizado
i a la aparición ciendo la competencia de los faraones menfitas a la hora de legitimar su
de gobernadores locales diseminaáo! por una
i región como la de Menfis, en situación. En segundo lugar, la cronología relativamente bien establecida de
I la que el poder real estuvo siempre firmemente
lr irraigado durante el Imperio la dinastía XII sitúa su comienzo en el año 1991. Como la reunificación

I
I

il Ii
EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIpro DEsDE r-o\rrnosrle I rnsre LA DINAsÍA xvII 183
182
entre ellas
de Egipto fue obra de Mentuhotep II, de la dinastía XI, en c.2040, podemo§ de líneas de conducta y describe las hazañas del pasado,
calcular la duración aproximada de la dinastía XI y situar su comienzo en
i
c.2133. Esta ha venido siendo la cronología convencional; pero en la acfua.
lidad se han presentado algunas propuestas que pretenden rebajar el comien
i

;;
zo de [a dinastía XII y situarlo en el airo 1963, y de paso la unificación de
il Mentuhotep, que dataría de 1023. Ello supone alargar la duración del himer
iL Peúodo Intermedio. Esto no es demasiado problemático, pues durante años ha
il existido una disputa entre los especialistas que pretenden comprimk el kimer
:i
Período Intermedio en un lapso de tiempo de menos de un siglo (Beckerath
1962) y los que creen que duró por lo menos ciento cincuenta años. La dife-
I
rencia de opinión gira en torno a la cuestión de si los faraones tebanos que
I

I
acabaron formando la dinastía XI, fueron enteramente contemporáneos de los
faraones de Heracleópolis (dinastías IX y X), o si eso es imposible por cuan-
to tenemos atestiguados demasiados faraones heracleopolitas para que quepan
en un lapso de tiempo tan breve (CAH,I, capítulo 10).

La lucha entre Heracleópolis y Tebas

i Manetón y el Canon de Turín son las únicas fuentes que dan la lista de
los soberanos de Heracleópolis, y de Manetón proviene la división en dos
1

dinastías (IX y X) de diecinueve faraones cada una. Los especialistas gene- a este prolongado conflicto:
I ralmente han rechazado esta división, y prefieren la versión del Canon de Tir-
d
{ rín, que da una sola dinastía de dieciocho reyes. ¿Qué es lo que sabemos de Las tropas combatirán con las tropas,
I
lr como predijeron los antePasados;
il esta dinastía? Nuestros testimonios proceden principalmente de las tumbas
$l Egipto combatió en el cementerio,
lr
il¡
I
de los nomarcas del Egipto Medio (esto es, los nomos correspondientes al dJsmantelando las tumbas en medio de una destrucción vengadora'
norte del «Alto Egipto»), en especial de los de Asyut (Brunner, 1937; véase
i
Tal como 1o hice, sucedió,
I
t
I
I

Schenkel, 1965). Certifican definitivamente la existencia de siete faraones de igual que le ocurre a quien se aparta del sendero del dios.
I
Heracleópolis; pero no existe casi ninguna seguridad respecto a cómo enca- No te comportes mal con el País del Sur,
;
jan en la cronología. Ello se debe a que unas veces el nombre del faraón esüá ya sabes 1o que la Residencia predijo al respecto;
I
deteriorado o simplemente se le llama <<Khety» (es decir, los <<Actoes>> de tal como sucedió, sucederá.
I

I
Manetón), nombre que se repite una y otra vez en la dinastía heracleopolita- Antes de que entraran
¡
na (se conocen por lo menos tres y posiblemente cuatro). Uno de esos Khety
i debió de ser el fundador de la dinastía, pues, al parecer, se la denomina Ataqué a Éste (Ábidos), justo en su frontera meridional, en Taut;
pr-Uty = 'la Casa de Khety'. Su capital era Heracleópolis (no lejos de Men- me 1o tragué como una inundación'
(este motivo vuelve a ser aludido más adelante:)
fis), como ponen de manifiesto los nomarcas de Asyut, que mantenían estre- El nomo de Tis fue asolado;
chas relaciones con los heracleopolitas, y el propio Canon de Turín. aunque el suceso se produjo a consecuencia de mi acción,
Sólo durante el reinado del representante mejor conocido de la dinastía, no lo supe hasta que ya estaba hecho'
Merikare, podemos acceder hasta cierto punto a los faraones de Heracleópolis
(Helck, 1977; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, p' 102; 105')
y ala historia de esta época. Una obra literaria bastante famosa, las «Instruc-
ciones a Merikare>> de su padre (Volten, 1945, pp. 3-82; Erman, 192711966
[0I], pp. 75-84; ANET, pp. 414-418; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp.97- A pesar de ser tan oscuro, este pasaje indica que en la zona de Ábidos
tuvo lugar una dura lucha entre Heraileópolis y Tebas. ¿Podemos.reconstruir
109) se relaciona con su nombre. El texto responde al modelo propio del
género de las instrucciones (véase supra, p. 172), aunque es utilizado de un algo de"lo ocurrido en este conflicto? Hasá finales del Imperio Antiguo, Tebas
modo algo distinto. Adopta la forma de un testamento político, que esboza .ñ centro religioso provincial de poca importancia. No aparecen rastros
un
t

til i

EGIPTO DESDE
\
LA DINASTIA I HASTA LA DINASTIA XVII 18s

de rumbas ni estelas hasta después de la dinastía VIII (Schenkel, 1965). Aná-


logamente, hasta finales de la dinastía VI, cierto Inyotef, <(gran
jefe del
Nómo del Cetro (es decir, el nomo 4 = Tebas), gran jefe del Alto Egipto>>, no
EG
ernpezó a atribuirse títulos más rimbombantes. En la Lista de Reyes de Kar-
nak (véase supra, p. Ia9) aparece citado como antepasado de la esti¡pe real
0 ,ry
iF sin rótulo ni título de faraón. Lo sucedió un tal Mentuhotep, considerado
\ {: mmbién más tarde antepasado de la estirpe tebana, aunque tampoco él se atri-
buye títulos reales.El segundo sucesor de Mentuhotep, Inyotef lI (2119-
MENFIS
2068),lo9ró extender el dominio de Tebas durante su dilatado reinado de
22 cincuenta y cuatro años. EI testimonio de ese incremento del poderío de Te-
I .AFBoDrrórcus bas lo tenemos precisamente en la estela procedente de su tumba (Winlock,
I Atñh
1943,pp.257-259), en la que relata su conquista del nomo tinita (nomo 8 =
lhnasfa
ÁUiaos¡ y la extensión del poderío tebano por el norte hasta Qaw el-Kebir
'. (nomo 10). Al mismo tiempo, extendió sus victorias por el sur. Así lo atesti-
t9 Á rc/8Or\rOrVPO¿rS
E-H¡ba guan, en primer lugar, la dedicación de una estatua en el templo de Hekayeb,
oxtRRtNCO 18
en Elefantina, y la restauración de dicho santuario, que databa del Imperio
El-Clois

1 Antiguo, y, en segundo lugar, la estela de Djary, uno de sus funcionarios, que


16 T¡hm habla de la ocasión en que Inyotef II <<combatió con la casa de Khety al nor-
te de Tis», y a continuación afirma que la zona controlada por él se extendía
MEN

«desde Elefantina hasta Qaw el-Kebir» (Winlock, 1943, p. 257; véase asi-
El-Ashmunein Elۖeikhqb.da
15 mismo la estela del tesorero Tjetji, Schenkel, 196, n." 75; Lichtheím, 1973-
A
1 1980 [0I], I, pp. 90-93).
{a La autobiografía de Ankhtify de Mo'alla (Hieracómpolis = nomo 3), una
fr
f 12 de las inscripciones más famosas de los nomarcas de esta época (Vandier,
li
ll
f 1950), q:izá aluda también al reinado de Inyotef II y a la agresiva expan-
t' 10 sión del poderío tebano protagonizada por é1. El propio Ankhtify había con-
I 9
I
quistado por el sur el nomo vecino de Edfú (nomo 2), de modo que domi-
I naba los nomos 2 y 3, a los que más tarde añadió Elefantina. Cuando Tebas
Glrga
I 6
(nomo 4), con la ayuda de Coptos (nomo 5), atacó Armant (en el nomo te-
7 bano), Ankhtify se puso al frente de sus tropas contra los dos. Su intentona
acabó en último término en fracaso, pues poco después Tebas controlaba
Hu4 5 todos los nomos del sur desde Elefantina (nomo 1) hasta Hu (nomo 7). Poco
después tuvo lugar la captura de Tis por Tebas, durante la cual quízá se pro-
El-Mo,calla dujera la destrucción de las tumbas a la que alude el padre de Merikare
¡rfóFous 3 (véase supre, p. 183). Quizá fuera esta la primera vez et que heracleopoli-
Esna
Límite del nomo
-
21
Korti
Número del nomo
Km
tas y tebanos entraron en conflicto. La devastación de la comarca de Abidos

sÁrs
Nombre modemo 2 vino seguida, al parecer, por un período de relativa paz. Pero no duró mu-
Nombre clásico
KHMUN Nombre antiguo cho: en el año decimocuarto del reinado de Nebhepetre Mentuhotep II
Pithom Nombre bíblico Gebel El-S¡lsila (2060-20L0), la <<rebelión de Ábidos>) provocó la derrota definitiva de Hera-
Escala 1 :3.330.000 oMaos
Kom Ombo
cleópolis y sus aliados a manos de Tebas. Mentuhotep II señaló esta victo-
0 f00 km 1
ria adoptando el nombre de Smatowy = 'Unificador de los Dos Países', con
el cual pretendía afirmar que había restaurado Egipto como un todo único y
Biga
armonioso bajo el poder de un solo faraón.

Mepa 7. Nomos del Alto Egipto.


r-\ onusrÍe t uesre LA DINASTÍa xvu 187
EGIt'ro DEsDE
186 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES

Egipto dominado po¡ los disturbios y los nomarcas Antiguo


El fin del ImPerio
se refería a }a situa-
Esto no es más que un posible esbozo de los acontecimientos, basado en El análisis que hemos venido haciendo hasta ahora
una serie de fuentes problemáticas y en las alusiones, inseguras y breves, ds durante las dinastías IX-XI. ¿Podemos definir qué fue-lo que
ció;;eiÁte las postrimeúas de la dinastía VI y la
las inscripciones. Los testimonios más importantes y útiles de las condiciones
or"ririá.n la época comprendida entre
reinantes en esta época proceden de las tumbas de los nomarcas. Por aquel ilt iO, de la dinastía áe Heracleópolis? Los escasos testimonios existentes
entonces la población del Alto y Medio Egipto probablemente dependiera en a finales de la dinastía VI se produjo una inestabilidad conside-
ffñ;ñ
su mayoría de los buenos oficios de los nomarcas, y las inscripciones de sus ilñi dominio del faraón. Los motivos de esta situación los desconoce-
postul4g que los
tumbas nos permiten atisbar cuál era la situación económica y política. Los *á, f además es imposible que los conozcamos. Se ha
nomarcas actuaban como garantes de la salvaguardia de sus nomos, defen- üliU'ior climáticos provocaronuna prolongadu--tt9]iu, que impidió a los fa-
diéndolos y protegiendo a sus habitantes de las rapiñas de los soldados du- de suprémacía(Belt, 1971); otra teoría que se ha
raones mantener su iosición
fronteras, sobre todo
rante las devastadoras guerras civiles. ,r--i"" sostiene qr" t" incrementó la presión sobreson las
posibl.es, proba-
Otra responsabilidad que recaía sobre los nomarcas era el suministro de ár"áf ráil"e (Gardiner, 1909). Todos "Jtot
factores nelo
alimentos, amenazado por el conflicto militar entre líderes rivales. Sumamen- una situación de cri-
iir*"np deberíamos pensar más bien que exacerbaron
te reveladora del tipo de acciones emprendidas (y de las ventajas obtenidas) de que las_grandes familias
il-,| existente y no qu. fueron_su.cuusá. La tesis arrogarse determilados pri-
por los nomarcas a la hora de enfrentarse a ese caos político, es la inscripción O, piouinrias eósionaron el poderío del faraón al
de Ankhtify de Hieracómpolis (véase supra, p. 185) colocada en su tumba: (véase schenkel, lg64),también resulta difícil de sostener. Los testi-
"irJgbr que ciertas familias, pese al poder que ganaron a finales del
El Príncipe, Conde, Portador del Sello Real, Compañero Sin Par, Sacerdo-
*oñot
'lo,p"rio indican menfi-
Antiguo, siguieron reconociendo la autoridad de los faraones
i te Lector, General, Jefe de Escoltas, Jefe de las Regiones Extranjeras, Gran éstos y se vieron obli-
I
Jefe de los nomos de Edfú y Hieracómpolis, Ankhtify, dice:
tas (véase supra,p."181): sólo cuando desaparecieron
I
<<Horus me trajo al nomo de Edfú para que viviera, prosperara, sanara y gr¿ar a basarse tut propios recursos, empezaron a actuar de modo com-
{
"n parece que la independencia
Irl se restableciera, y así (lo) hice. Pues Horus deseaba que se restableciera por- ifrrÁ"n,. independiente. En otras palabraÁ, fruto y no causa de la desaparición de

I que me trajo para que lo restableciera. iÁin"rmayor de la que gozaban fué
11
»Encontré la Casa de Khuu (Fdfiú) inundada como un pantano, abandonada la autoridad central. eieni¿s resulta difícil averiguar los orígenes y las cau-
ü
j,
l
por aquel al que pertenece, en poder de un rebelde, en manos de un malvado. sas ¿et engrandecimiento de las familias locales cuyo poder empezí a ci'
de finales
mentarse en esta época. Ninguna de ellas está atestiguada antes
i:
Hice que un hombre abrazara al causante de la muerte de su padre, al causante
i
1
de la muerte de su hermano, para que se restableciera el nomo de Edfri. ¡Qué de la dinastía VI e incluso ulgunut datan de época posterior.
Esta circuns-
feliz fue el día en que vi reinar el bienestar en este nomo! No se admitirá nin- se de-
tancia permite postular q.r., télo cuando la situación fue catastrófica,
gÍn poder en el que aliente el calor de la discordia, ahora que han sido supri- lás luchas por el poder local y nuevos personajes alcanzaron
sencad-enaron
midas todas las formas del mal que odia el pueblo!» (Vandier, 1950; Schenkel, era la
1965, n.o 37; Lichtheim,19T3-1980 [0I], I, pp. 85-86).
el cargo de nomarca en determinadas provincias. Desde luego esa
situación en los nomos de Edfú y Tebas. Más al norte (en los nomos 9, 12'
Vemos a Ankhtify describirse a sí mismo como el salvador de Edfú de 13, 15, y 16), cuyos nomarcas esiaban estrechamente vinculados a Heracleó-
una terrible guerra civil, que había provocado una inundación desastrosa, poiir, pbA"*or ielacionar directamente su acceso al poder _c_on ef apoyo
prrrtuO^o a los faraones. Los orígenes de los propios reyes de Heracleópolis
causada por la huida o la destitución del nomarca. La restauración del orden
y lapaz le sirve para ocultar cómo se hizo con el control de la provincia, cir- ion completamente oscuros, pero Su ascensión al trono qtizá fuera una res-
cunstancia que probablemente no fuera tan pacífica y deseada como quiere puesta a la desintegración ¿é ta dinastía menfita- La propia Heracleópolis
se de-
está relativamente J"t.u de Menfis y es posible que los nuevos reyes
hacer creer al lector. Otro texto procedente también de Edfú alude a una se-
cidieran a emprender acciones politi.ai y militares de carácter defensivo
quía que causó una hambruna, factor que probablemente precipitara la de-
sestabilización del gobierno local (Merer de Edfú, véase Schenkel, 1965, cuando el sistéma del Imperio Antiguo se vino abajo'
n." 42; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 87-88). Pero el resultado final de Un «testimonio» que no tiene .ábidu en los estudios del Primer Período
todo ello fue que Ankhtify creó la base de su poder personal tras adueñarse Intermedio es un t"*to literario publicado en 1909 por Alan G,ardiner, las
«Admoniciones de Ipuwep>. El papiro conservado data de la dinastía XIX
de Edfú (y finalmente también de Elefantina, véase supra, p. 185). Es casi
(1306 Íl2g5l-1187), pero, por su eitilo y su lengua, ha sido fechado gene-
seguro que también otros nomarcas hicieron lo mismo, antes de ser devora-
dos por las victorias de Tebas (Kemp en Trigger et al., 1983 t0Dl).
ralmenre en la dinasiía Xít (tggt t1963)-1786). Adopta la forma de una
'T jl,l;
189
EGIpro DESDE I-\ orNesrfl I uesrR LA DINASTÍI xvtt
{ [i 188 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES
t'
serie de advertencias realizadas por un sabio que describe una época de
desastres terribles y de revueltas sociales en Egipto: la situación ha sufridé
ilHff :::;:ffi"ililli:'1ffi
l:#,;J'T#if i:*l*x?Ti:j::i:'::
vrsual a las Srdenes cuya capital se encon-
de un nuevo faraón
un vuelco total, los pobres son ricos, los siervos son amos, los nobles de del progfama grandes
Egipto trabajan los campos, asesinatos y robos son el pan nuestro de cada mucho más provinciano. En esta época se iniciaron
Eaba en el sur,
día, el comercio de maderas con Biblos se ha intemrmpido, el país ha sido
invadido por extranjeros, y el nivel del Nilo es muy bajo..Gardiner interpre+ ff*ii:**s;:t:*;*::::':i'##:ilffi ;iñT:f,l':"ft Yll.h*:
tó el texto su influencia ha sido decisiva- como <<una respuesta directa u en Deir et-Bahri, que combinan rradiciones de arquitec-
fl."'JJi;;ñ"i"ñ
fi'lll y natural a-yla calamidad nacional>>, y afirma que, por tanto, debe aludir al tura funeraria propiat
áa norte y del sur (Arnold, 1974)' Las estelas de los
que el centro de 1a administración lo osten-
I
tr irl
caos que se apoderó de Egipto durante las dinastías IX-X. Esta teoría resul. i[*i"r*á, t"U*os demuestrantebanos ocupaban los cargos gubernamentales
más im-
I
ta sumamente improbable (Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 149-150) si taba Tebas y que los
i f i' comparamos este documento con otros textos del Imperio Medio. Un tópos
recurrente en numerosas obras literarias del Imperio Medio es el de la .épo-
fiil;;"Á -iq*o riempo,
tado su apoyo a tos faraones
Ios nomarcas del Egipro Medio
de Heracleópolis, permanecieron
que
en
habían
buena
pres-
parte
i Puede que lós-faraones de Tebas hubieran
ca de desastre nacional>> seguida por la aparición de un salvador que vuelve ;;;rártó (Gesrermann, 1987).
a poner las cosas en su sitio (restaurando el ma'at). El desarrollo de este gé- que apoyarse en ellos a la hora de lanzar el ataque definitivo para esta-
Enido
I nero literario ha sido asociado a la usurpación del trono por Amenemes I, ;ü;; ,=,, "oi,t ár sobre la totalidad del país; por el conrrario (o tal vez a con-
-quíJ¡,
fundador de la dinastía XII, y habría sido utilizado como medio para legitimar ,*urnriu de e[oJ, fueran demaiiado poderosos para ser expulsados'
su toma del poder (Posener, 1956). El final de las <<Admoniciones de Ipu- ilñ;" la dinastá fl no duró mucho tiempó después de la muerte de Men-
en la ,isión que el. propio Egipto
wer>> no se ha conservado, pero Luria (L929) sostenía de modo harto plausi- ;r¡o,i,p II, la significación de este monarca
hecho de que siguiera siendo ve-
ble que, tras la descripción canónica del caos (1o contrario del ma'at), habúa ;r; ár ,o puráo ptá"*ot percibirla en el
del país''
venido el anuncio de un salvador que ponía las cosas en su sitio, según el ;;ñ; posieriormente como reunificador
modelo que encontramos en otros textos análogos.
Ii
I;

4. Ecrrro DURANTE sl lvrpsRro Msnro (c.2040-c. 173012023-17201)


I Egipto reunificado
I Cronología Y fuentes
l{ Del mismo modo que los signos de desintegración política y de diñcultad
«clásica» de la
económica son la escasez o la ausencia total de los edificios reales, el hecho de El Imperio Medio representa, en varios aspectos, la etapa
de habér sido una época de gran for-
que no se realizaran expediciones ni viajes comerciales en busca de minerales y civilización egipcia. Da la impresión
en tiempos de la dinastía XII («el
piedras duras, de que las inscripciones reales sean escasas y relativamente talezay unidad l"irti*,
l "rp".iutrente gobernado' ¿l parecer de
corazón de} Imperio Medio»), cuando Egipto
fu-e-
escuetas, y de que las formas artísticas tengan un fuerte carácter provinciano, lo
i que las fechas co-
t, contrario de todo ello sería un indicio de la reaparición de una autoridad central i;r." muy benignu, p* una sola familia. §uele admitirse
una fe-
i
firmemente establecida. Esos indicadores clásicos vuelven a aparecer desde el rrespondientes a"la dinastía XII son los años 1991-1785, a partir de
I
reinado de Menfihotep tr hasta el final de su dinastía (sólo veinte años más tar- cha astronómica eitraída de uno de los papiros
de El-Lahun (El Fayum) (Par-
tesis más reciente
ker, 1950, p. 63; ciF*tinton,lgg1, r.')SU). Según una
I
de). Tenemos testimonios de la existencia de contactos más profundos con Nu-
I
pp' 43-44),
(Krauss, 1985, pb. iq+-iq5; Kiichen, en Astróm, 1987-1989 [0O]'
i
bia, de que volvió a abrirse [a ruta de Uadi Hammamat hacia el ma¡ Rojo, y es
años' y no los treinta y seis
posible que se reanudaran las acüvidades mineras en el Sinaí. Se llevaron a cabo Sesostris III sólo'habría podido reinar diecinueve
fuertes acciones militares contra los pueblos libios del desierto occidental y que tradicionalment" ," i. atribuyen, y Sesostris II sólo seis' y no dieciocho'
Estas circunstancias recort arían el lapso de tiempo
durante el cual la dinas-
contra los pastores de la zona oriental del delta.
esa posibilidad (véa-
El patrocinio real dio lugar a la aparición de un arte áulico más elegante, tía XII habría ocupado el trono, y no podemos descartar
con la aparente solidez
que recuerda las hermosas y refinadas formas de la corte menfita. El proceso se el cuadro 13). La dinastía XIII contrasta fuertemente
gran número de faraones, cuyos reinados fue-
de resurrección de las antiguas formas artísticas se ve ilustrado en parte por la de la XII: está formada por un
y muy pocos de los cuales están emparentados en-
estela de Intefnakht (Barta, 1970, pp. 128-129). En ella se cuenta que este ron relativamente breves
años de la
personaje estuvo primero al servicio de los faraones de Heracleópolis y que tre sí. No obstante, durante *ár-o menos los primeros cincuenta
no vio muy afecta-
dinastía X\lI di la impresíónde que el marco político
se
después fue llevado a Tebas, donde sirvió a Mentuhotep [I en calidad de su-
desaparición del
perintendente de los escultores, artesanos y fundidores. El texto pone de do por los disturbios que sin duda alguna acompañaron la

ll
l: 'l

la 190 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DESDE m\onusrÍe r Hnsre LA DINASTÍA xvu 191

Cueono 13. Cronología de la dinastía XII arquitectónicos puede atribuirse en parte a las grandiosas
escasezde restos Nuevo' que elimi-
por lós faraones del Imperio
i
i¡ I
construccion", .*prándidas
Estándar Revisad¿ ;, o.tuius del Imperio-Medio, y en parte también a las
;ffi;;;h"s de.las "rtrealizadas
,,rimer¿S excavacrones, un pó.o al azat, y a la falta de publicacio-
(Dinastía XI 2M0-199r 2023-tg$»t-.
yicimiento-s. pero semejante carencia se
Dinastía XII r#ñ" * á"ui¿o de los distintos
las granqgs- e impresionantes fortalezas
Amenemes I ñ;p"rsada, hasta cierto punto, pór (Emery, 1965; Trigger, 1976).
(= Amenemhallmn-m-h3.t) t99t-t962 1963-1934 ,ánr*t¿"s en esra época NuUiá
"n
Sesostris I
(= SenwosrelSenuserUS-n-wsr.t) t97t-1926* 1943-1899*
Amenemes II 1929-1892* 1901-1867*
Fun-dación de la dinastía XII
II
Sesostris 1897-1878* 1869-1862*
III
Sesostris 1878-1841 t862-1844
El reinado de Mentuhotep IV (a finales de la dinastía XI)
acabó en una
Amenemes III t8M-1797*
,r¿, ¿" disturbios, durante los cuales Amenemes I se los dos últimos farao-
1843-1798* apoderó del.trono- Este
Amenemes fV 1799-t787* 1797-t790* que el visir de
il*onu¡" probablemente sea el mismo
Sobeknefru (reina) 1787-1783 t789-1787 viorenra asunción del poder
(Dinastía XIII 1783-1650? 1786-1650?) ffi;; i; áirurtiu XI. su afán por justificar su
;; r" pone de manifiesto de rátiui*uneras. En primer lugar, adoptó-el epí-
el cual quería dar a entender que
,1.
Corregencias. ir1o ¿" «Repetidor de los nacimientos>>, con
su reinado supuso el inicio de una nueva era: el renacimiento de un Egipto
uninru¿o y fúerte, a la cabeza del cual estaba él mismo' En segundo lugar
a instancias suyas' se la
régimen anterior. Por eso es habitual (aunqüe qtizá cuestionable) incluir la fue inventada una profecía ex eventu, probablemgnte
I
primera fase de la dinastía XIII como parte integrante del Imperio Medio. sitúa en la corte áe Snefru (dinastía IV), donde un sabio llamado Neferty
un hombre'
vaticina que, tras un período de doloroso desorden, aparecetá
ir
t: Disponemos de una gran nqteza de materiales documentales, sobre todo
i¡ papiros de El Fayum, zona intensamente desarrollada por los faraones de [a identificaüle clarameni" Amenemes I, que salvará Egipto:
dinastía XII. Los papiros proceden de tres archivos distintos, entre ellos la bi- "otno
blioteca de un templo y una colección de documentos administrativos (Grif- Te muestro el País lleno de tumultos:
fi Jr'l
fith, 1898; para un breve análisis y una selección con bibliografía,, véase Pa¡- El mat armado está fuertemente armado,
-i
kinson, l99t;Luft, L992). Los detallados registros anuales de Amenemes II, uno se prosterna ante el que se prosternaba ante él'
recientemente descubiertos en las inscripciones que decoran los muros de un Te muestro arriba 1o que estaba abajo,
templo de Menfis, demuestran que en esta época se llevaba un registro dia- lo que estaba boca arriba se pone boca abajo'
I LoJ hombres vivirán en el cementerio,
rio de algunos acontecimientos. Nos proporcionan un nexo entre la piedra de
el mendigo adquirirá riqueza,
Palermo, del Imperio Antiguo (véase supra, p. 151) y los anales de Tutmo-
i
el grande [tendrá que robar] para vivir.
sis III (dinastía XVIII, véase infra, p. 359): probablemente el registro siste- El pobre comerá Pan,
I mático de los acontecimientos fuera un elemento más habitual de la vida po- los esclavos serán exaltados.
I
lítica egipcia de lo que se había sospechado hasta ahora. En la actualidad se Ha desaparecido de la tierra el nombre de on (Heliópolis),
I
t estiá llevando a cabo un estudio en profundidad de este importante documen- cuna de todos los dioses.
I
I to, que promete mejorar sustancialmente nuestro conocimiento del Egipto del
Imperio Medio (Mflek, 1992). Existen además numerosas tumbas provincia- Entonces vendrá del sur un rey'
I
les provistas de pinturas, admirables ejemplos de escultura faraónica y algunas llamado Ameny, el justificado,
hijo de unu *u¡e, aé ta-Sety, natural del Alto Egipto'
I
muestras de joyería fina (Bourriau, 1988). Los restos de arquitectura monu-
Tomará la corona blanca,
mental en Egipto propiamente dicho son decepcionantes, pero debían de ser
portará la corona roja;
espléndidos, a juzgar por la descripción del templo de Heliópolis que contie- los dos países),
se unirá a las Dos Éoá".or"r (es decir, las Dos Señoras =
ne el gran volumen de cuero de Berlín, que incluye (en copia) un decreto de y los dos países) con lo que
agradará.a los Dos Señores (ei decir, Horus Seth =
Sesostris I en el que el soberano ordena la construcción de un santuario en deseen,
las manos
Atum (Stern, 1874; Lichtheim,1973-1980 [0I], I, pp. 115-118; Parkinson, con el círculo de medir los campos en el puño y una espiga en
1991, n.o 5): lo único que queda de é1, sin embargo, es un obelisco. Esta (objetos utilizados por el faraón en las danzas rituales).
:ll
t, t92 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrpro DESDE r.,e DINASTÍa r gesre LA DrNAsrÍe xvu 193

\
il
lt
¡Regocijaos, gentes de Su época,
il el hijo de hombre hará su nombre eterno! lt imagen del faraón
ti
Los malpensados, los urdidores de traición
ti dejan de hablar por temor a él; A menudo se piensa que el caos político del Primer Período Intermedio
los asiáticos caerán ante su espada,
provocó cambios profundos en la concepción de la monarquía. Semejante
i:

los libios caerán ante su llama,


,l los rebeldes ante su ira, los traidores ante su poder, idru m casi con toda seguridad equivocada, pues la ideología moniárquica fue
pues la serpiente que lleva en su frente domeña a los rebeldes para é1. muy compleja y polifacética en todas las épocas y se vio sometida a la espe-
culación y al debate (véase suprq pp. I72-I73). Sin embargo, parece que se
(Goedicke, 1977; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 139-145.)
orodujo una modificación en determinados aspectos de la monarquía que son
iubrayados por los textos literarios y la escultura. Las estatuas reales del Im-
Este tipo de «propagando>, cuyo objeto era ganar apoyo para la nueva di- perio Medio, por ejemplo, son mucho más grandes que las de épocas ante-
nastía, conforma el contenido de buena parte de la literatura de esta época (Po-
,io..r, superando con mucho el tamaño natural, y dan una impresión de gran
sener, 1956), y parece que, combinada con un gobierno competente, resultó poderío físico, en contraste con la serena belleza de las estatuas del Imperio
bastante eftcaz. Además el nuevo faraón trasladó otravez la sede del gobierno Antiguo. La imagen heroica, guerrera, del faraón se ve reflejada también en
al norte de Egipto: este hecho, junto con la restauración de la pirámide como un himno real de esta época, cantado posiblemente por la población local
forma habitual de enterramiento real, venía a manifestar de manera visible y en una recepción oficial ofrecida al soberano con motivo de su visita al Alto
palpable el restablecimiento del orden tradicional. La expansión militar, el Egipto. El texto se nos ha conservado (unto con otros cuatro himnos) en un
comercio, la prosperidad cada vez mayor y una administración eficiente carac- gran papiro de la dinastía XII procedente de El Fayum:
terizaron un período de más de un siglo de relativa estabilidad política.
Hubo varios elementos que tuvieron una importancia fundamental en el Horus: Divino de Forma; las Dos Señoras: Divinas de Nacimiento; Áureo Ho-
éxito de la dinastía XII. En primer lugar, Amenemes creó un nuevo centro ad- rus: el Ser; el Rey del Alto y del Bajo Egipto: Khakaure; el Hijo de Ra:
ministrativo cerca de Menfis (en Lisht, a 65 km al sur de El Cairo), que contri- Sesostris El se ha adueñado de los Dos Países en triunfo.
buyó a consolidar el dominio tebano sobre Egipto. El nombre completo de su
-
¡Salve, Khakaure, nuestro Horus, Divino de Forma!
nueva capital era Imn-m-h3.t it(w)-tjwy («Amenemes domina los dos países»), Protector del País que ensancha sus fronteras,
que aplasta a los países extranjeros con su corona.
abreviada habitualmente <<Id-towy» y denominada a menudo sólo <<la residen-
cia>>. Casi con toda seguridad estaba fortiñcada, probablemente para hacer fren- Que estrecha a las Dos Señoras enlazándolas en sus brazos,
[que somete a las tierras] extranjeras con un gesto de sus manos.
te a cualquier eventual ataque desde Libia o incluso a las rebeliones locales. Su
Que mata a los Arqueros sin descargar un golpe de su maza,
emplazamiento indica que pretendía controlar el acceso a El Fayum. Las tum- dispara el dardo sin tensar la cuerda.
bas reales y por ende también las de muchos funcionarios fueron trasladadas Aquel cuyo temor causa espanto a los Arqueros en su tierra,
a esa región del norte (Lisht, Hawara et al.) y de ese modo los funcionarios re- el miedo al cual amrina a los Nueve Arcos (todos los enemigos tradicionales
lacionados con los cultos fúnebres también se mudaron a vivir allí. Id+owy de Egipto que rodean sus fronteras),
probablemente fuera el principal centro del gobierno, como demuestran las ór- cuya matanza causó la muerte a miles de Arqueros,
denes impartidas de enviar allí el grano para el visir, y desde luego era la sede [aquel que llegó] a invadir sus fronteras.
de un palacio real (Simpson, 1963). El segundo elemento, singular (en esta for- El que dispara el dardo como Sakhmet,
cuando derribó a los miles que ignoraban su poder.
ma) durante esta etapa de la historia de Egipto, fue la instauración de la corre-
La lengua de su majestad sujeta a Nubia,
gencia. Este método permitía asociar al ejercicio del poder real al sucesor
sus manifestaciones hacen a los asiáticos postrarse de hinojos.
designado en calidad de corregente. Es evidente que esta medida era política- Joven sin par que combate por sus fronteras,
mente muy útil, pero, según sostienen algunos, debió de resultar difícil de ins- sin dejar que sus súbditos se preocupen.
tituir en la práctica debido al fundamento religioso de la monarquía egipcia El que deja dormir al pueblo hasta que amanece;
(Simpson, 1956). Fueran cuales fuesen los problemas que comportara, 1o cier- que los jóvenes duerman, su corazón los protege.
to es que fueron superados. Menos claro resulta hasta qué punto se puso en ¡Aquel cuyas órdenes trazaron sus fronteras,
vigor esta costumbre. La primera coffegencia, la más larga y la mejor atesti- cuyas palabras unieron las Dos Riberas!
guada, es la de Amenemes I y Sesostris I (diez años), pero parece que a par- (Grapow, 1953; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 198-199.)
tir de Sesostris II cayó en desuso. ¿Se sintió la dinastía 1o bastante fuerte
para no necesitar más este puntal? ¿O es que le planteó problemas políticos?
194 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGTPTO DESDE DTNASTÍA r HRSre LA DTNASTÍA XvII 195
\A
Otra característica de las estatuas reales de esta época es que muchos de u La amargura y la desilusión del faraón asesinado son evidentes, al igual
los faraones son retratados con el ceño fruncido. Se ha pensado que seme-
oue el aislamiento que inevitablemente acompaña a la monarquía absoluta.
jante gesto pretende reflejar la «carga del oficio de rey>>, aunque ese tipo de cuál pudo ser la ocasión en la que fue compuesto el texto, pero
de desconoce
convenciones artísticas son muy difíciles de interpretar (Aldred, 1950). Des- obras (por ejemplo, <<La historia de Sinuhé», Lichtheim, 1973-1980
buas
de luego la impresión que hoy día nos producen algunas de esas hermosas

t [0I], I, pp.222-235) demuestran que el castigo era inmediato y que los cons-
cabezas es la de que se trata de gobernantes preocupados y desilusionados.
oiradores eran perseguidos sin tregua. Dan testimonio además de la oposición
Al margen de que esta interpretación sea acertada o no, ese aspecto de la constante a la que tuvo que hacer frente el fundador de la nueva dinastía (no
monarquía aparece en un texto interesantísimo, las llamadas <<Instrucciones en vano él mismo había usurpado el trono).
del rey Amenemes I al rey Sesostris I». En este ejemplo único en su género,
el faraón difunto cuenta cómo fue asesinado mientras dormía en su palacio y
advierte a su hijo y sucesor que no confíe en nadie: El gobierno de EgiPto
Tú, que has sido elevado a la dignidad de dios, escucha lo que te digo:
El gobierno y la administración del Imperio Medio los conocemos gracias
¡gobierna la tierra, gobierna las riberas,
acrecienta tu bienestar! al hallazgo de los papiros del Alto Egipto, así como al yacimiento de El-
Guiárdate de los súbditos que no son nadie, Lahun, cerca de El Fayum, donde los faraones de la dinastía XII emprendieron
aquellos de cuyas intrigas uno no es consciente. un programa de drenaje del terreno de gran envergadura, que incrementó en
No confíes en el hermano, no sepas lo que es un amigo, gran medida la cantidad de tierra disponible para la agricultura (Butzer, 1976,
no tengas intimidad con nadie, es algo indigno. p.92).El testimonio de los nomos del Egipto Medio demuestra que durante
Cuando te acuestes, guarda tu corazón para ti mismo, un tiempo considerablemente largo, hasta el reinado de Sesostris III, los farao-
l pues nadie tiene partidarios en el día del dolor. nes permitieron a algunos nomarcas conservar algunas bases de poder bas-
Di limosna al mendigo, crié al huérfano, mnte importantes e incluso acrecentarlas. Probablemente fuera la herencia del
traje dicha tanto al pobre como al rico;
';)
complejo de alianzas alcanzadas durante el proceso de reunificación iniciado
pero aquel que comía mi comida se levantó contra mí,
§ en Tebas (véase el capítulo 3, apartado 3). Las tumbas de los nobles heredi-
aquel en quien deposité mi confianzala uttlizó para conspirar.
tarios de la zona en Beni-Hasan (nomo 16) y El-Bersheh (nomo 15) consti-
Los que llevaban el lino fino que yo les diera me miraban como si fueran
menesterosos, tuyen los ejemplos más notables. Las extensas inscripciones autobiográficas
aquellos que se perfumaban con mi mirra, derramaban (o: pasaban) agua nos ilustran acerca de su riqueza y su posición, reforzada por los matrimo-
mientras la llevaban (significado incierto). nios contraídos con miembros de las familias de los nomarcas vecinos y
¡Vosotros, mis iguales en vida, mis socios entre los hombres, respaldada por su parentesco con los poderosos de la corte. Los relieves pin-
llevad por mí un luto como no se ha tenido noticia de otro semejante, tados son un reflejo de la información de los textos: la escena más especta-
pues todavía no se ha visto un combate tan grande! cular muestra el transporte de una estatua sedente de tamaño colosal del
Si uno lucha en la arena olvidándose del pasado, nomÍLrca Djehutihotep II (El-Bersheh) desde las canteras de alabastro de Hat-
la victoria eludirá a aquel que ignora lo que debería saber. nub. Evidentemente disponía de grandes recursos de mano de obra y de ri-
Era después de cenar, ya había llegado la noche. Llevaba yo una hora de repo- quezas para costear semejante empresa. No está muy claro cómo y por qué
so, acostado en mi lecho, pues estaba preocupado. Cuando mi corazón em-
fueron suprimidos de un modo tan definitivo y eftcaz aquellos centros de po-
pezaba a seguir los pasos del sueño, las armas que debían protegerme se
der local, pero el proceso quedó concluido durante el reinado de Sesostris III
volvieron contra mí, mientras que yo era como una serpiente del desierto.
Me desperté en medio de la lucha, alerta, y vi que era un combate de la (Franke, l99l; Lloyd, 1992).
guardia. Si hubiera echado mano rápidamente a mis annas, habría obligado Aunque Itj-towy acabó convirtiéndose en la principal sede de gobierno;
a los cobardes a retirarse de inmediato. Pero nadie es fuerte por la noche; Tebas continuó teniendo gran importancia como capital dinástica. Se la de-
nadie puede combatir solo; ninguna victoria se consigue sin ayuda. nominaba la «ciudad del sun>, para distinguirla de la «residencia» del norte.
Así pues, el derramamiento de sangre se produjo mientras yo estaba sin ti; an- Los restos de edificios son muy fragmentarios, pero lo que queda de ellos
tes de que los cortesanos escucharan que te cedía el puesto; antes de sen- demuestra que indudablemente se realizaron construcciones significativas,
tarme contigo para aconsejarte. Pues no estaba preparado para esto, no lo como por lo demás cabría esperar (véase la figura 15). Amón, que original-
esperaba, no había previsto la falta de mis servidores (Grifñth, 1896;' ARE, I
mente no era más que una divinidad local de Tebas, pasó a ocupar un lugar
I, §§ 474-483; ANET,418-419; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 135-139; predominante en el panteón egipcio y acabó confundiéndose con Ra. El pa-
Parkinson, 1991, n.' 9).
piro Boulaq l8 (comienzos de la dinastía XIII; Scharff, 1920) contiene algu-
t96 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGr[To DESDE LA DINASTÍa t gesre LA DINASTÍa xvtl 197
\
nos fragmentos de un diario palaciego, donde se demuestra que el rey y su
corte visitaban a menudo Tebas: la presencia del faraón está atestiguada con ,,t

ocasión de las grandes festividades, para sofocar los disturbios locales y eje-
cutar a sus cabecillas, y para negociar con la población que vivía en el
desierto circundante. En un caso se conserva una lista del séquito del mo-
n¿uca: llegó acompañado de una de sus esposas, un príncipe, tres hijas rea-
les, nueve hermanas reales, un grupo de nodrizas encargadas de cuidar a los
niños pequeños, y gran número de oficiales de la corte. Las necesidades del
séquito real fueron costeadas en parte por el departamento gubernamental
responsable de la administración del Alto Egipto, en parte por el tesoro esta-
tal central, y por último en parte con los bienes producidos por las fincas del
templo de Amón de la localidad.
Al igual que en el Imperio Antiguo, el visir seguía siendo el ejecutivo más
importante y poderoso después del faraón; un punto dudoso es si había más
de un visir, encargado cada uno de los distintos «departamentos>> (waret) del
país. La principal preocupación del gobierno era la recaudación de todo tipo
de recursos con el fin de mantener a la corte y sus proyectos. Las tierras de
propiedad del faraón, las fincas vinculadas a las fundaciones funerarias y las
tierras de propiedad privada sometidas al pago de tributos suministraban la
mayor parte de los ingresos de la corona. En esta época se pueden definir con
más facilidad que antes las tierras de propiedad privada, al igual que el com-
plejo entramado que las unía con los ingresos provenientes de los diversos
cargos públicos (Théodoridés, 1971; Kemp en Trigger et al., 1983 [0D],
p. 106). Pero esta circunstancia no refleja ningún cambio fundamental en el
sistema de posesión de la tierra vigente en Egipto, tal como había existido
también en el Imperio Antiguo. El estrecho control ejercido sobre la recau-
dación de impuestos y tributos queda claramente definido en el papiro de
Brooklyn (comienzos de la dinastía XIII; Hayes, 1955): contiene extractos
de un «registro de una prisión», en el que se enumera a los individuos asig-
nados a las haciendas estatales y a los <<campos de trabajo>> por no haber
cumplido con las obligaciones laborales que les exigía la autoridad central.
El nivel de los servicios de policía y su efectividad debían de ser bastante
altos para poder llevar a cabo ese control con eficacia.

Egipto en el extranjero

Respecto a las relaciones de Egipto con Nubia existe una enorme canti-
dad de materiales de esta época (Sáve-Sóderbergh, l94I; Trigger, 1976).
Impresionante es la cadena de grandes fortalezas con su doble línea de for-
tificaciones, glacis y atalayas en los ángulos de las murallas que rodean el 15.
Flcuna Quiosco de Sesostris I en Karnak, Tebas (por cortesía de M. S. Drower).
poblado, trazado en forma de parrilla y en cuyo interior se encontraba la
casa del comandante egipcio. Estas grandes fortalezas, que eran fundaciones
reales, fueron establecidas en diversos lugares entre la primera y la segunda
catarata. Estaban concentradas sobre todo en la región de la segunda catara-
i
Ii, 198 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIpro DESDE r-)¡ orNasrÍa r sesre LA DINASTÍa xvu 199

ta, donde su impresionante presencia y una serie de inscripciones indican que


Los materiales arqueológicos confinnan la impresión de que Nubia, des-
I. la zona constituía en esta época la frontera meridional dá Egipto, fortincááa
de la primera hasta la segunda catarata fue ocupada efectivamente por Egip-
y guarnecida contra un enemigo situado mucho más al sur, probablemente
ll un to y que la población nubia fue sometida. Probablemente proporcionaba bue-
Igiro con capital en Kerma (más allá de la tercera cataraia (Reisner, lgii; oaparte de.l,a mano de obra que requerían las empresas egipcias establecidas
Hintze, 1964). Las inscripciones gemelas erigidas por Sesostris III para cobre, amatistas y diorita-
t en esta región, rica en recursos minerales
.. señalar la frontera así lo ponen de manifiesto:
explotación de sus minas y -oro,
canteras. Algunos nubios eran reclutados
parala
i
El Horus viviente: Divino de Forma; las Dos Señoras: Divinas de Nacimiento; direcmmente para servir al faraón en las guarniciones, el ejército o en las
Rey del Alo y Bajo Egipto: Khakaure, vida dada; el Horus-Áureo viviente:
el actividades policiales. El papel de Nubia como reserva de mano de obra para
Eglpto fue tan importante, cuando menos, como el de sus recursos minerales.
I
el Ser; el Hijo del cuerpo de Ra, su bienamado, el Señor de los Dos países:
El «grupo C>>, que hizo su aparición a finales de la dinastía V en la Baja Nu-
I

Sesostris, vida-estabilidad-salud dadas para siempre. Año 16, tercer mes de E


invierno: el rey puso su frontera meridional en Heh (la actual Semna): bia y que formó una serie de pequeños principados (véase supra, pp. 170-
Puse mi frontera más al sur que mis padres, 171), debió de ser derrotado por los faraones de la dinastía XII. Una impor-
he engrandecido lo que me fue legado. 1¿nte consecuencia de las excavaciones de las fortalezas del Imperio Medio en
t
Soy un monarca que habla y actúa, Nubia es que nos han permitido visualizar con mayor claridad el aspecto que
lo que mi corazón proyecta, lo ejecuta mi brazo. debían de tener las ciudades amuralladas del propio Egipto, como por ejem-
Soy el que ataca para conquistar, el que es rápido en la victoria, plo Itj-towy, y las fortalezas del este del delta (véase supra, p. 192).
aquel en cuyo corazón no se duermen los planes.
Conocemos los lazos que unían a Egipto con Levante y el Sinaí gracias a
Considerado con sus clientes, firme en la clemencia,
una serie de fuentes diversas. Las pinturas de la tumba de un nomarca situa-
despiadado con el enemigo que lo ataca.
Soy el que ataca al que lo ataca, da cerca de Beni Hasan, en el Egipto Medio (nomo 16 del Alto Egipto, véa-
el que se detiene cuando el otro se detiene, se supra, p. 195), muestran la llegada de un jefe con su séquito, procedente
el que responde a una cuestión como conviene. del Sinaí, llevando consigo una serie de regalos para el gobernador provincial
Detenerse cuando se es atacado equivale a dar alas al corazón del enemigo; §ewberry, 1893, láminas XXX y XXXI). Este tipo de intercambios proba-
atacar significa valor; retirarse, cobardía; blemente fuera muy habitual y debió de contribuir a hacer más aceptables las
cobarde es aquel que es desplazado de sus fronteras. exigencias de esos grupos de pastores, ansiosos por cruzar las fronteras egip-
Como el nubio escucha las palabras de la boca, cias en busca de pastos, cuando fuera necesario. La cooperación entre las au-
responderle es obligarle a retirarse. toridades egipcias y las comunidades locales del Sinaí, basada probablemen-
Atácale y te dwá la espalda; te en una serie de acuerdos formales, se oculta tras la próspera explotación de
retírate y empezará a atacarte.
las minas de turquesa de la región por los egipcios. La actividad minera de los
No es un pueblo al que se respete,
egipcios en la península del Sinaí durante el Imperio Medio fue muy intensa,
son malvados, pusilánimes.
Mi majestad lo ha visto, no es ningún bulo. y a comienzos de la dinastía XII se comenzaron las obras de un templo de la
He capturado a sus mujeres, diosa Hathor y del dios del desierto Soped en Serabit el-Khadim (Gardiner
me he llevado a sus servidores, y Peet, 1952-1955). La calificación oficial que dan los egipcios a cualquier
he llegado hasta sus pozos, he matado a su ganado, tipo de contactos con la población local como si se tratara de <<enemigos» y
segado e incendiado su grano. «bárbaros>>, a los que es preciso perseguir sin tregua (reflejada sobre todo en
¡Así como mi padre vive por m( digo la verdad! los denominados ((textos de execración>>, véase Posener, 1940), respondía a
No son palabras de jactancia las que salen de mi boca. un tipo de retórica inevitable, tras la cual se oculta ese modelo de interacción
En cuanto a aquel hijo mío que mantenga estas fronteras que mi majestad ha positiva.
establecido, será hijo mío, nacido de mi majestad. El verdaderó h¡o es
Existen algunos testimonios de hostilidades ocasionales con algunas zonas
aquel que defiende a su padre, el que guarda las fronteras del que lo en-
de Palestina (cf. la estela de Khu-Sobek, ARE,I, § 676; Farag, RdE,32 [1980],
gendró. Pero el que las abandona, el que no lucha por ellas, no eJhijo mío,
no ha nacido de mí.
pp.79-82; Posener, SS¿A Journal, L2 |982), pp. 7-8), pero, al parecer, era
Ahora mi majestad ha establecido una imagen de mi majestad, en esta fronte- la excepción a la regla. La impresión dominante, como pone de manifiesto la
ra, que mi. majestad ha establecido para que la mantengas, para que luches «Historia de Sinuhé» (Blackman, 1932; Lichtheim, 1973-1980 [0I], I. pp.222-
por ella (Ágyptische Inschrifren,l, pp.2il-259, ARE, i, §§-OS:-060; Lich- 235), es la de que a Egipto le interesaba fomentar unas relaciones diplomáti-
theim, 1973-1980 [0I], I, pp. 118-120; parkinson, 1991, n." 6). cas muy estrechas. Ello suponía el envío de legados egipcios a las cortes de los
príncipes locales incluso a sitios tan apartados como Kadesh o Biblos. De ese
200 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIpro DESDE nrr.rasrÍe r uesre LA DTNASTÍI xvu 201
\e
modo Egipto tenía la posibilidad de participar en las extensas redes comercia- He escuchado las palabras de Imhotep y Hardedef,
les de los estados levantinos y mesopotámicos (véase el capínrlo 2, apartado 4), cuyas sentencias son recitadas íntegramente.
y el estilo de algunos objetos descubiertos en Egipto, 1o mismo que el material ¿Adónde fueron?
de que están hechos (por ejemplo, el tesoro de Tod, cf. Porada, 1982), de- ¡Sus murallas se han desmoronado,
muestran que los egipcios estaban en contacto con ellos. han desaparecido,
como si no hubieran existido nunca!
¡Nadie vendrá desde allí
a hablarnos de sus necesidades,
Literatura del Imperio Medio
a calmar nuestros corazones,
hasta que también nosotros vayamos allí adonde ellos se fueron!
El rasgo más famoso del Imperio Medio quizá sea el gran auge que co-
noció la literatura egipcia. La categoría de «literatura legitimista» (definida Así pues, regocíjate en tu corazón.
por vez primera por Posener, 1956), que constituye un capítulo y una parce- El olvido te favorece;
la más de los esfuerzos de los faraones de la dinastía XII por aftanzar y pro- sigue a tu corazón mientras vivas.
pagar una imagen de sí mismos como soberanos «legítimos>> (véase supra, Echa mirra sobre tu cabeza,
pp. 191-192), resulta de lo más sorprendente. Se ha llegado a pensar incluso vístete con lino fino,
que la «Historia de Sinuhé>), uno de los relatos egipcios más vivos y popula- úngete con aceites propios de un dios.
res, está emparentada con este género, aunque es bastante improbable (Bai- ¡Acumula tus alegrías,
que tu corazón no decaiga!
nes, 1982). Esta obra cuenta, en forma autobiográfrca,las aventuras de un cor-
¡Sigue atu corazón y a tu felicidad,
tesano de Amenemes I, que se siente amenazado por el asesinato del faraón; haz en la tierralo que tengas que hacer como te dicte tu corazón!
lleno de temor por su vida, huye a Palestina y logra fama y fortuna con un Cuando te llegue el día de las lamentaciones,
caudillo local viviendo de forma descabellada; finalmente es perdonado por el del Corazín Apesadumbrado (es decir, Osiris) no escuchará sus
Sesostris I y regresa a Egipto, donde muere y es enterrado. De forma más ge- lamentaciones, ¡los gemidos no salvan a nadie de la fosa!
nérica, se piensa que el Imperio Medio representa el modelo clásico de la len-
gua y la literatura egipcias. La forma de los jeroglíficos del Imperio Medio y Estribillo
la distancia que guardaban entre sí fueron admiradas e imitadas durante todo ¡Desahógate,
el tiempo que se utilizó este sistema de escritura, siendo enseñadas en las no te preocupes por nada!
escuelas en época posterior (Quirke, en Bourriau, 1988, p.76).Un género li- ¡Mira que a nadie se le permite llevarse consigo sus bienes,
mira que quien se marcha ya no vuelve!
terario sumamente emotivo, atestiguado por vez primera en esta época, es la
<<canción del arpista». Trata de la naturaleza efímera de la vida y de la impo- (P. Harris, 500; Erman,192711966 [0I], pp. 133-134; ANET,467-468:
sibilidad de llevarse consigo al otro mundo las riquezas de éste. Las cancio- Lichtheim, 1973-1980 [0I], I, pp. 194-197; Parkinson, 1991, n." 56.)
nes ponen de manifiesto, pese a las apariencias en sentido contrario que tan
famoso han hecho a Egipto, la incertidumbre que sentían los egipcios ante el
destino que les aguardaba después de la muerte: 5. El SecuNDo PERÍoDo lNrenueDro y EL DoMrNro DE Los Hrcsos
EN EcIPro (c. I720-c. 1550)
La canción que está en la capilla funeraria del faraón Intef, justificada ante el
cantor que se acompaña con el arpa: Unos doscientos años separan el Imperio Medio de los comienzos del Im-
Es feliz este buen príncipe: perio Nuevo (dinastía XVIII Ll552ll550l). Se trata de una fase más de la his-
la muerte es un destino amable. toria de Egipto en la que la autoridad central perdió el control de la totalidad
Una generación pasa, del país y algunas regiones pasaron a constituir entidades independientes:
otra perdura,
otro período <<intermedio». Pero mientras que el Primer Período Intermedio
desde la época de los antepasados.
fue relativamente limitado en el tiempo (duró más o menos un siglo) y casi
Los dioses que hubo antes descansan en sus sepulturas,
y también los nobles benditos yacen enterrados en sus tumbas. todo él estuvo marcado por las guerras civiles que con carácter intermitente
(Sin embargo) los que construyeron las tumbas se desencadenaron entre los grupos locales que se disputaban el dominio del
han desaparecido, país, el Segundo Período Intermedio fue mucho más largo y la mayor parte
¿qué fue de ellos? de Egipto estuvo dominada por una serie de gobernantes extranjeros, los

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202 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Eclpro DESDE\A pnesrÍe r HASTA LA DTNASTÍI xvu 203

llamados <<hicsos>>, durante por lo menos los últimos cien años aproxima- X.22-29 = 8 faraones (¿dinastía XVI?) Total: perdido
damente. Los testimonios de la lucha de los egipcios contra su gobierno se X.3I-XI.14 = 15 faraones (probablemente dinastía XVII) Total: perdido
limitan prácticamente al final del período, circunstancia que sugiere que XI.l6-35 (?) = 20 (?) faraones (¿dinastía XVI?)
(Los números romanos indican las columnas; los números iírabes indican las
se llegó a algún tipo de acomodo o incluso de cooperación con ellos. La vic-
líneas de las columnas.)
toria final de los egipcios sobre los hicsos, que dio lugar a la creación del
Imperio Nuevo, fue conmemorada con una retórica triunfalista que tacha al
Según esta reconstrucción podemos equiparar algunos de los datos del
gobierno de estos últimos de impío y destructivo. Un cuento popular de épo-
Canon de Turín con el material procedente de Manetón (tal como indicamos
ca posterior refleja esta imagen negativa (Redford, 1970). Una serie de pro-
más arriba: dinastías XIII, XIV y XV); allí donde difieren las dos listas, de-
blemas bastante graves, creados por la inseguridad cronológica y la escasez
beríamos preferir la versión del Canon. Por desgracia, no se conserva la du-
de fuentes contemporáneas, menos emotivas que las que poseemos, dificul-
ración total de las dinastías excepto en un caso (dinastía XV = 108 años).
tan los intentos realizados por los especialistas de obtener una imagen más
Aunque el Canon aporta algunas mejoras desde el punto de vista cronológi-
equilibrada de esta época. La presente sección analiza algunas de esas difi-
co, también en él aparece un número enorrne de faraones que tendrían que
cultades con eI fin de aclarar los problemas que plantea el conocimiento de
encajar entre el final de la dinastía XII y el comienzo de la XVI[, período
este período.
que, basándonos en una serie de datos bastante frrmes, no pudo durar más de
unos 230 años. Un paralelismo sorprendente que podemos apreciar entre una
y otra lista es el de los «6 pastores» de Manetón y los «6 caudillos de tierras
Cronología
extrañas (hq3wh3swr)» del Canon de Turín. Se trata de los <<hicsos>>. Josefo,
el historiador judío del siglo I a.C., recoge en su obra titulada Contra Apión
Nociones generales y la dinastía XV
una leyenda, al parecer tomada de Manetón, que habla de los <<hicsos>>:
El texto de Manetón, que constituye nuestra principal fuente cronográfi- Tutimeo. En su reinado, no sé cómo, se hizo sentir contra nosotros la cólera
ca, es muy confuso y casi con toda seguridad adolece de [a comrpción del divina y, de improviso, desde el Oriente, unos hombres de raza desconocida tu-
manuscrito. Después de la dinastía XII ofrece la siguiente lectura: vieron la audacia de invadir nuestro país y, fácilmente y sin combate, se adue-
ñaron de él por la fuerza. Hicieron prisioneros a sus gobernantes, incendiaron
dinastía XIII: 60 (faraones) diospolitas (es decir, tebanos) = 453 años salvajemente las ciudades, Íurasaron los templos de los dioses, y trataron con
dinastía XIV: 76 (faraones) xoítas = 184 años gran crueldad a todos los naturales del país, matando a unos y esclavizando a
dinastía XV: 6 (faraones) pastores = 260 años las mujeres e hijos de otros. Finalmente, hicieron rey a uno de los suyos, lla-
dinastía XYI: 32 (faraones) pastores mado Saiitis. Éste se estableció en Menfis, imponiendo tributos en el Alto y en
= 251 años
dinastía XVII: 5 (faraones) tebanos el Bajo Egipto, y dejó guarniciones en los lugares más apropiados ... Como en el
nomo de Setroíta hubiera encontrado una ciudad muy adecuada, situada al este
Duración total del período: 1.148 años
del río Bubastites, llamada, según una antigua tradición teológica, Avaris, la re-
construyó y la fortificó con murallas ... Tras un reinado de diecinueve años,
La mayoría de los especialistas piensan que la cifra de <<453>> años para murió. Después de é1, otro rey llamado Bnon ocupó el trono durante cuarenta y
los sesenta faraones tebanos de la dinastía XIII está corrompida y por regla cuatro años. El sucesor de éste, Apacnás, reinó treinta y seis años y siete me-
general la corrigen por 153; pero en cualquier caso el total obtenido para la ses; a continuación, Apofis, sesenta y un años, y Annas, cincuenta años y un
duración del período es de 848 años, lo cual es imposible. mes. Después de éstos, Asis, cuarenta y nueve años y dos meses. Éstos fueron
sus seis primeros príncipes, cuya mayor ambición fue destruir Egipto hasta
¿Podemos obtener una información más fiable del Canon de Turín? Por
desgracia el papiro es muy fragmentario en este capítulo, 1o que implica que ! laraí2. A este pueblo, en su totalidad, se le daba el nombre de hicsos, es decir
'reyes pastores', pues en la lengua sagrada /zic significa'rey', y sos es 'pastor'
toda reconstrucción de una secuencia de faraones que resulte plausible es hi-
o 'pastores' en la lengua vulgar (Manetón, fr.42).
potética. La sucesión de reyes que la mayoría de los especialistas admiten
que da el Canon de Turín es la siguiente:
Esta noticia confirmaríala sospecha de que debemos identificar los <<pas-
XIII) Total: perdido tores>>de Manetón con los <<hqjwh3swt>> del Canon de Turín; evidentemente
VI.5-VII.26 = 50 faraones (Tebas: probablemente dinastía
VII.28-X.1 = 76 faraones (delta: probablemente dinastía XIV) Total: perdido el término egipcio fue convertido en <<hicsos» e interpretado equivocadamen-
= 6 .<hicsos>> (dinastía XV)
X.15-20 Tbtal = /,08 años te por Josefo a partir de su semejanza fonética. Por consiguiente podemos
(hq3wh3swf = 'caudillos de tierras extrañas') afirmar con toda seguridad que la dinastía XV correspondió a los «soberanos
E
204 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGTPTO DESDE DTNASTÍA r seste LA DINASTÍA XvU 205
\A
enzarzados en una batalla de agudezas e insultos, en la que, como cabría es-
Cuaono 14. Cronología del Segundo Período Intermedio perar, el hicso se lleva la peor parte (Erman, 192711966 [0I], pp. 165-167;
bardiner, 1932, pp. 85-89; ANET, pp.231-232; Simpson, 1972 Í0I), pp.77-
Alto Egipto Egipto Medio Bajo Egipto 80). Todos estos documentos demuestran que la dinastía XV fue eliminada
por el último faraón de la dinastía XVII y el primero de la XVIII. Al pare-
Dinastía XIII ier,la expulsión de los hicsos concluyó de un modo más o menos definitivo
(1785/1783-c. 1648)
hacia 1540 (Vandersleyen,l97l). Utilizando la cifra total de 108 años para
Dinastía XIV
(c.1720-c.1648) la dinastía XV y haciendo un cálculo regresivo, llegamos a la conclusión de
que la dinastía de los <<hicsos» comenzó en 1648. Sin embargo, sigue que-
Dinastía XVII Dinastía XV («hicsos») dando una laguna cronológica entre el final de la dinastía XII (1786) y el ini-
cio de la XV un vacío de 138 años en el que, aun utilizando las cifras más
(c.1648-1552) (c. 1648-1540) bajas del Canon de Turín, tenemos que hacer sitio a unos ciento cincuenta fa-
raones. Muchos de ellos debieron de reinar simultáneamente, pero el proble-
y <<dinastía XVI» ma estriba en determinar cuándo y dónde.
Camosis (c. 1648-1540?)

Las dinastías XIII y XVII


Dinastía XVIII
Amosis 1552-1527 (c. 1550-1525) A las dinastías XIII y XVII se las caliñca como <<tebanas>>. Parece que el
motivo de su separación es que, mientras que los faraones de la dinastía XIII
Fur,¡¡rs: Reconstrucción según Beckerath, 1984. se consideraban a sí mismos (y en buena parte 1o fueron) soberanos de todo
Egipto con capital en Id-towy (Lisht, véase supra, p. 192), el dominio de los
de la XVII se limitaba ala zona de <<la cabeza del sun>, que quizá fuera sólo
de países extraños>), en número de seis, la duración total de cuyos reinados desde Coptos a Asuán, con capital en Tebas. Como las estelas de Camosis, la
habría sido de 108 años.6 tablilla Carnarvon y el papiro Sallier I consideran a Camosis y Seqenenre, los
Diversos textos del Imperio Nuevo hacen alusión a [a dinastía de los hic- dos últimos faraones de la dinastía XVII, contemporáneos de Apofis, de la di-
sos: en primer lugar, tenemos las dos estelas de Camosis y la tablilla Carnar- nastía XV y como el dominio de todos los soberanos de la XVII se limitaba,
von, copia de la primera estela, que data de la dinastía XVIII (Smith y Smith, al parecer, ala zona meridional de Egipto, es posible que los quince faraones
1976). Efectivamente, Camosis fue el último faraón de la dinastía XVII de tebanos fueran en su totalidad contemporáneos de la dinastía XV de los hic-
Tebas; en sus estelas (cuyo texto fue copiado posterioünente en las escuelas sos. En la dinastía XVII deberíamos incluir algunos faraones más, según los
egipcias) hablaba del importante avance hacia el norte que protagonizó el so- testimonios de las tumbas de Tebas (Winlock, 1924; Beckerath, 1984). Por
berano de Tebas y de su ataque contra Ávaris, la capital de los hicsos, en la término medio la duración de sus reinados debió de ser bastante breve, pro-
parte oriental del delta, y sede del poder del rey Apofis. En segundo lugar, blema que en realidad no admite ninguna solución de momento.
tenemos la autobiografía de Amosis, hijo de Ebana, soldado y capitán de La dinastía XIII plantea incluso más dificultades. Manetón no conserva
marina del ejército de Amosis (el primer faraón de la dinastía XVIII, que lle- el nombre de ningún faraón, el Canon de Turín da algunos, y otras fuentes
vaba su mismo nombre), quien acompañó a su rey en numerosas campañas. adicionales (la Lista de Reyes de Karnak y la genealogía menfita de un sacer-
El primer conflicto del qué habla es el ataque contra Ávaris, tras el cual la dote de la dinastía XXII [Beckerath, 1984]) nos dan unos cuantos nombres
guerra contra los hicsos se extendió al sur de Palestina (Urk. IV 1-l I; ARE, más, que quizá sean los mismos que algunos de los del Canon de Turín o
II, §§ l-16, 38-39, 78-82; ANET,233-234; Lichtheim,19T3-1980 [0I], il, bien quizá debamos añadirlos a los incluidos en éste. La duración de sus rei-
pp. l2-15). En tercer lugar, una inscripción de la reina Hatshepsut, proceden- nados se ha perdido en casi todos los casos, al igual que las cifras globales,
te de la fachada de un templo de Beni Hasan (Speos Artemidos), en el Egip- y se cree que el total de 453 años que da Manetón está corrompido. Corregir
to Medio (nomo 16), alude de manera genérica a los hicsos tachándolos de esa cifra por 153 sería muy útil, pero en el fondo no deja de ser una manio-
ser una ofensa para el ma'at y a su expulsión (Gardiner, 1946a; ANET,230). bra racionalizadora: ninguna fuente historiográfica nos indica cuánto duró en
Por último, el papiro Sallier I (dinastía XIX) contiene un cuento popular en el realidad la dinastía. Muchos faraones de la dinastía XIII eran de Tebas y, du-
cual aparecen el faraón hicso Apofis y Seqenenre, el predecesor de Camosis, rante los primeros cincuenta años aproximadamente, Egipto siguió funcio-
206 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIPTo DESDE L\DINASTÍe I seste LA DINASTÍA xvu 207

Los testimonios son muy complejos y cabe darles múltiples


nando más o menos como había venido haciéndolo durante la dinastía XII, y interpretacio-
controlando aproximadamente el mismo territorio. Por lo que sabemos, lo más plausibles (en mi opinión) son los que aduce Bec-
nes. Los argumentos
que les diferencia de la dinastía XII es que entre ellos no existe ninguna re- (1984) en su meticuloso estudio sobre este período. Uno de los pri-
[rrutt,
lación de parentesco, hecho que contrasta en gran medida con el carácter rneros reyezuelos del delta (Nehesy/dinastía XIV) dedicó algunos monumen-
fuertemente familiar de los miembros de la dinastía XII. Es posible que la di- ios al diós Set de Ávaris; un texto muy posterior
(la <<estela de los 400 años»
nastía XII se extinguiera, pues su última representante fue una reina, Sobek- de Ramsés II, Montet, 1.933; ARE,III, §§ 538-542; ANET,252-253) conme-
nefru, circunstancia que acaso indique una crisis en la sucesión al trono. moraba en c. 1320 el cuarto centenario de la fundación de un templo de Set
Como la dinastía de los hicsos dio comienzo en 1648 y los testimonios de en Ávaris; la fecha de su fundación habría sido, por tanto, c. 1720. Da la im-
época posterior demuestran que controlaba el país más o menos hasta la altu- presión de que estos dos testimonios probablemente se refieren al mismo
ra de Coptos, incluida, por tanto, Id-towy, probablemente deberíarnos pensar irecho, a sabér, que Nehesy, de la dinastía XIY tuvo que ver con la fundación
que la dinastía XIII llegó a su fin en 1648, cuando sus integrantes perdieron á, un templo deset en Ávaris hacia 1720. Este hecho, a su vez, sugiere que
el control de esta importante capital (véase la estela de Horemkhauf, Hayes, los faraonés de la dinastía XIII habían perdido el dominio del Bajo Egipto en
que So-
1947; Lichtheim,1973-1980 [0U, I, pp. 129-130). Esta solución, por 1o de- torno a 1720. Y lo corroboran la afirmación de Manetón, quien dice
más bastante mecánica, implica que el número de faraones que reinaron en- bekhotep IV (dinastía XIII) reinó sólo de Menfis para abajo, y el hecho de
tre 1786 y 1648 fue inmenso, cosa que no tiene nada de imposible. Los tes- que no ie haya encontrado ningún monumento de este faraón en la zona del
timonios relativos a la duración de los reinados (cuando disponemos de ellos) delta (a diferencia de 1o que ocufre con su predecesor, Neferhotep). Así pues,
demuestran que algunos faraones reinaron poquísimo tiempo (menos de un la fundación del templo de Set q:irzá indique el establecimiento de una serie
año). Otra característica es que sus orígenes eran sumamente variados: unos de principados independientes en el delta. Ello significa que el comienzo de
pertenecían, al parecer, a familias militares; otros eran de origen extranjero; la dinastfa XIV se situaría en t720. Esta circunstancia marcó el inicio de un
muchos incluso perece que no pertenecían a círculos reales ni siquiera corte- serio proceso de erosión del poder central. No es probable que los reyezuelos
sanos (Van Seters, 1966). La impresión general es que el cargo de faraón es- del dálta sobrevivieran durante mucho tiempo al establecimiento del dominio
taba rodeado de una inestabilidad extraordina.ia, y de momento nadie ha po- de los hicsos, pues una de las capitales reales más importantes de los pode-
dido explicar todavía satisfactoriamente esta situación. Pero frente a ella rosos faraones hicsos (dinastía XV) era Ávaris. Así pues, el final de la dinas-
debemos tener en cuenta la considerable continuidad que se dio en los nive- tía XIV se situaría en torno al año 1648.
les más altos de la burocracia. Este hecho contrarrestó, al parecer, la rapidez La dinastía XVI de Manetón se compone de «treinta y dos pastores>>, es
con la que fueron cambiando los ocupantes del trono, y contribuyó a mante- decir, estaría relacionada de alguna forma con los hicsos, aunque es distinta
ner cierto grado de estabilidad política. de la dinastía de los hicsos propiamente dicha. Deberíamos identificarla qui-
zá con los dos grupos de ocho y veinte (?) faraones respectivamente que apa-
recen en el Canon-de Turín. Los nombres de los soberanos se han perdido y
Dinastías XIV y XVI probablemente no formaran una dinastía coherente. Quizá deberíamos consi-
áerarlos una serie de príncipes vasallos y, por lo tanto, contemporáneos de la
Según Manetón, la dinastía XIV estuvo compuesta por setenta y seis fa- dinastía XV. Algunos de los numerosos sellos descubiertos en forma de esca-
raones de Xois, que reinaron en total 184 años. Según parece, Xois fue una rabajo que llevan nombres de faraones, pero que no pueden atribuirse a nin-
ciudad que no tuvo la menor importancia durante toda la época faraónica y grnó Oe los soberanos conocidos, probablemente corespondan a los reyes de
tampoco Ia tuvo excesivamente más tarde. Sin embargo estaba cerca de Se- ésta dinastía. Varios de esos escarabeos han sido encontrados en el sur y en
bennito, en la parte occidental del delta, la ciudad natal de Manetón. Por eso el interior de Patestina, 1o cual indica que al menos algunos de los principa-
los especialistas han sugerido que en el relato de este autor quizá influyera dos hicsos estaban en esta zona (Weinstein, 1981, pp. 8-10).
cierta dosis de orgullo local y que probablemente los faraones de esta dinas-
tía anduvieran en realidad dispersos por toda la zona del delta (Beckerath,
1984). Los nombres de los soberanos correspondientes que aparecen en el Los hicsos y Egipto
Canon de Turín son muy extraños: casi una tercera parte son <(motes>> que
quizá deberíamos desechar por espurios. Nos quedan entonces unos cincuen- Este reajuste cronológico (véase supra, cuadro 14) ofrece una imagen de
ta reyes, que deberíamos pensar que pertenecen a una serie de pequeñas fragmentación progresiva y general del poder político en Egipto, y muestra
dinastías locales que reinaron a la vezenlazona del delta. ¿Pero dónde de- la formación en último término de un poder real supremo, de origen no egip-
beríamos situar cronológicamente esta fase de dominio de los reyezuelos? cio, que controlaba la mayor parte del país y dominaba a una serie de prín-

I
208 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES Ecrr,ro DESDE to\rr*ottÍe t sesra LA DINASTÍa xvu 209

cipes locales, entre ellos algunos de Palestina. Seguimos sin saber cómo se Ávaris tenía además un puerto, que servía de escala en la navegación
llegó a producir esta situación y de dónde procedían esos gobernantes extran- fluvial, particularmente como centro de almacenamiento de los productos
jeros (Bietak, 1987). Diversos materiales arqueológicos indican que en esta
comerciales que debían ser embarcados con destino al sur. Cuando atacó
época la interacción entre Egipto y Palestina era muy intensa, pero eso sólo la ciudad, Camosis encontró 300 barcos de Retenu anclados en el puerto,
no nos ayuda demasiado a definir los orígenes de los hicsos (Van Seters, llenos de «lapislázuli, plata, turquesas, hachas de bronce, aceite de ben, ín-
1966; Dever, 1985). Los nombres de los faraones hicsos también se resisten cienso, sebo, miel» y varios tipos de madera. Esta lista demuestra que los
a un análisis filológico satisfactorio, de ahí que la avalancha de investigacio- hicsos controlaban plenamente las relaciones comerciales tradicionales de
nes realizadas en este sentido haya quedado más bien en nada. La calificación Egipto (Levante, Sinaí, Biblos y el mar Rojo), que discurrían habitualmen-
de «asiático>> y de «hombre de Retenu (término general para designar a Le- te-por la parte oriental del delta. Los faraones egipcios de Tebas probable-
vante)>> que se da a Apofis en las estelas de Camosis indica que a los hicsos mente no habrían tenido acceso a esos productos si no hubieran mantenido
se les consideraba relacionados con Levante, sin más especificación. La la- buenas relaciones con los hicsos.
bor que se está desarrollando actualmente en el yacimiento de Tell el-Dab'a, Todavía no está seguro del todo hasta dónde llegaba el control que los
en la zona oriental del delta (Bietak, 1975;1981/1986), constituye la nove- hicsos ejercían sobre Egipto (Bourriau, en prensa). Las opiniones van desde
dad más esperanzadora. Tell el-Dab'a muestra la presencia cada vez mayor los que postulan un dominio cuando menos temporal de los hicsos hasta
en una ciudad fundamentalmente egipcia de un grupo de población foras- Asuán, con los faraones tebanos como súbditos (Helck, 1968 [0D], p. L34;
tera,. caracteñzada por unos lazos muy fuertes con Levante y unos tipos de Habachi, 1972), hasta los que piensan que el control de los hicsos no llegó
enterramiento específicos, no egipcios. La ciudad conoció una gran expan- a extenderse nunca realmente más allá del Egipto Medio (Beckerath, 1984,
sión a finales del siglo xvIt, período que coincide aproximadamente con la p. l 8). Los testimonios disponibles indican sólo una extensión gradual ha-
época en la que la dinastía XV de los hicsos asumió el dominio de Egipto. óia el norte del dominio de Tebas, hasta que finalmente los faraones de la
Un descubrimiento desconcertante, realizado durante la campaña 1991- dinastía XVII lograron establecer guarniciónes en Coptos y Ábidos (Franke,
1992, fue el halLazgo de algunos fragmentos de pinturas al fresco, relacio- 1985). Los faraones tebanos establecieron también en un momento dado una
nadas indudablemente por su estilo, su técnica y sus motivos con los fa- residencia real (o su cuartel general) en Deir el-Ballas, a 32 km al norte de
mosos frescos minoicos de creta y Tera (Bietak, L992; Hankey, 1993). En Tebas (Lacovara, 1990). Pero eso no implica necesariamente que Tebas hu-
1992-1993 se descubrieron nuevoi frescos de estilo minoico. De momento biera estado hasta entonces bajo el dominio directo de los hicsos. Lo único
I no está nada segura la interpretación de su significado: ¿es que alguna prin- que demuestra la expansión tebana son las incesantes ambiciones territoria-
I cesa oriunda del Egeo contrajo matrimonio con algún faraón hicso? ¿Esta- les de los faraones, que alcanzaron su punto culminante con las espectacu-
ba acaso la tradición de esos murales y motivos pictóricos más difundida lares campañas de Camosis y Amosis. El testimonio de la cerámica viene
I
por el Mediterráneo oriental de lo que se sospechaba? (Niemeier, 1991). Es- a negar también que los hicsos ejercieran un control completo de Egipto
tas cuestiones seguirán debatiéndose durante los años venideros y de mo-
,.}

I
(Bourriau, en prensa).
il
mento no caben las soluciones fáciles. Una zona que desde luego no controlaban los hicsos era Nubia. Se han
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I
Una cosa segura y aceptadaprácticamente por todo el mundo es que Tell encontrado grandes cantidades de sellos hicsos en Kerma, que probablemen-
I el-Dab'a formaba parte de Avaris, la ciudad más íntimamente relacionada te era uno de los centros políticos del reino de Kush (Kemp, en Trigger et al.,
con los hicsos. Un cuidadoso estudio del paisaje (Bietak, 1975) y las des- 1983 [0D], pp. 160-I73). Este reino conoció una notable prosperidad mate-
cripciones de las estelas de Camosis demuestran que la ciudad estaba prote- rial durante el Segundo Período Intermedio (Trigger, 1976, pp. 82-102), y
I gida por el agua por dos de sus extremos (esto es, se hallaba situada entre probablemente se extendiera por el norte al menos hasta La zona de la se-
i sendos brazos del Nilo) (véase Smith y Smith, 1916), que contaba con viñe- gunda catarata. Los sellos hicsos y los hallazgos de cerámica palestina (del
dos y casas residenciales en sus inmediaciones, y que estaba dominada por tipo Tell el-Yahudiyeh) en Kerma son testimonio de las florecientes relacio-
una ciudadela bien fortificada. En sus estelas Camosis evoca gráficamente nes comerciales existentes entre Nubia y los soberanos del Bajo Egipto. Las
cómo era la macíza fortaleza: estrechas relaciones entre ambos quedan de manifiesto en el texto de Camo-
sis, que atestigua la existencia de una alianza entre las dos potencias que se
Divisé a sus mujeres en lo alto de su palacio, mirando desde sus celosías consideraban una a otra de la misma categoría política (Smith y Smith,
a la ribera del río, sin que sus cuerpos se agitaran al verme, asomando por las 1976). Las estelas de Camosis ponen de manifiesto que, pese a los avances
aspilleras de los muros como las crías de lagartija asoman por las rendijas...
realizados por sus predecesores, los tebanos seguían confinados en la región
(Smith y Smith, 1976, p. 60).
situada al sur de Cusas (cerca de Hermópolis, en el Egipto Medio) a finales
de la dinastía XVII. Pero al sur de Tebas la situación había cambiado defini-
210 EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES EGIPToDESDE\DINASTÍIlgesreLADINASTÍ¡.xvu2l1r

tivamente hacia el tercer año del reinado de Camosis: éste había atacado al fuentes para el conocimiento
de las matemáticas egipcias, fue copiado du-
que el papiro Westcar, con su colección
rey de Nubia y se había hecho con el control de Buhen, ala altura de la se- ;;;;;;1 ieinado de Apofis, lo mismo
(véase supra, pp' 172-173)' Es evi-
gunda catarata. Esta circunstancia permitió a Tebas acceder a una fuente adi- i?iryá"¿.s situadas in la corte de Khüfu
cional de mano de obra y posiblemente a los abundantes recursos minerales que a comlenzos del Imperio Medio se conservaban los archivos egip-
dente
de las tradiciones del
de Nubia. Así, a finales del reinado de Camosis, los tebanos se habían aden- ;i";;q* los escribas se ejerciiaban en el conocimiento al servicio de los nuevos
trado en la región de Hermópolis, habían establecido su supremacía en la ;;r;; que seguían practicando sus habilidades hicsos en la lis-
Turín incluye a los faraones
Baja Nubia, y habían demostrado su fuerza cada vez mayor atacando Ávaris ffi;ár¿r. El iropio Canon de Los testimo-
y asolando como tales, aunque fueran extranjeros'
sus alrededores. A de reyes reconocidos
También resulta oscuro hasta dónde llegaba el dominio de los hicsos por escasos y sesgados, pero se conservan indicios suficientes de que,
nios son
el norte fuera de Egipto. Existen dos testimonios muy sugestivos, aunque bas- ,"rc u sus orígenes eitranjeros, el gobierno de los hicsos logró una gran
tante vagos. En primer lugar, Camosis denomina a Apofis, faraón hicso, «gran I.rp,r.iOr, y ó" sus faraones se haltaban razonablemente integrados en el
hombre de Retenu>>, lo que indicaría que reinaba sobre algunas partes de marco cultural y político egipcio.?
Levante. En segundo lugar, Amosis, hijo de Ebana (véase supra, p. 204),
cuenta que, tras la caída de Avaris, el faraón Amosis procedió a asediar la for-
taleza de los hicsos en Sharuhen (¿Tell el-Ajjul?), al sureste de Gaza. El des-
cubrimiento de varios escarabajos con los nombres de faraones hicsos en el
sur y en el centro de Palestina dan testimonio también de su presencia en esta
región (véase supra, p. 207). Las estrechas relaciones existentes entre Egipto
y Palestina quizá impliquen que algunas ciudades de este último país eran
tributarias de los <<grandes faraones hicsos» de la dinastía XV; es posible
que los hicsos siguieran un modelo político similar también en Egipto («di-
nastía XVI»). Las estelas de Camosis aluden con toda claridad a la existencia
I
de dinastas locales en Egipto que, pese a estar sometidas al faraón hicso de
l
Ávaris, probablemente gózaran de cierto grado de autonomía.
Resulta muy difícil hacernos una idea del dominio de los hicsos en Egip-
to más allá de estos simples rasgos esquemáticos. Su lugar de origen, su
filiación lingüística y el proceso que condujo a su toma del poder siguen es-
tando oscuros (aunque muchos sostienen que eran en cierto modo <<cana-
neos»). Debemos rechazar por completo una idea, difundida por los faraones
del Imperio Nuevo que llegaron al poder a raíz de su victoria sobre los hic-
sos, a saber, que éstos atropellaron deliberadamente las instituciones políticas
y religiosas de Egipto, y que eran odiados por la población del país. Las ins-
cripciones de la época que se nos han conservado ponen de manifiesto que
los faraones hicsos adoptaron los títulos habituales de los soberanos egipcios
y que eran llamados regularmente «hijos de Ro> según el protocolo real. En
la corte de los hicsos los egipcios ocupaban altos cargos (por ejemplo, el de
tesorero); Pepy, el dinasta local de Hermópolis, era con toda seguridad egip-
cio y súbdito leal de los hicsos; y el faraón Amosis tuvo que hacer frente a
varias rebeliones contra su gobierno dirigidas por un egipcio, que probable-
mente fuera también partidario de los hicsos. Posteriormente, la genealogía
de un sacerdote menfita de la dinastía XXII (véase supra, p. 205) menciona
I

a varios antepasados suyos que sirvieron a las órdenes de los faraones hic-
sos, circunstancia que indica que la tradición de origen tebano acerca de los
hicsos no era compartida enteramente por los habitantes del norte del país.
El gran papiro Rhind (Robins y Shute, 1990), una de nuestras principales
\

Segunda parte

LAS GRANDES POTENCIAS


(c. 1600-c. 1050)
\

4. EL EGIPTO IMPERIAL:
EL rMpERrO NUEVO (155211550-1069)

El Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX) es la época en la que Egipto


alcanzó la cima de su esplendor, su riqueza y su poder. Aunque se produ-
jeron alteraciones políticas, crisis dinásticas y reveses ocasionales del poder
imperial, nunca duraron lo suficiente para perturbar fundamentalmente el
poder que ostentaba Egipto sobre un área geográfica inmensa, que se exten-
día por el sur hasta la parte septentrional de Sudán y por el norte hasta el
sur de Siria y Líbano. Desde el punto de vista institucional, militar y eco-
nómico, Egipto se mostró sumamente resistente y los factores que en últi-
mo término provocaron su declive como gran potencia son muy difíciles
de identificar. Es una época rica en fuentes de todo tipo: existen numero-
sas inscripciones reales y autobiografías de funcionarios sumamente ex-
tensas; buena parte de la documentación más completa relativa a importantes
aspectos de la historia social de Egipto, como la posesión de la tierra, los pre-
cios del grano y los ceremoniales de la corte, procede de la dinastía XX.
Muchos de los monumentos egipcios más famosos, por ejemplo, los templos
de Abu Simbel (Nubia), Karnak (Tebas), Abidos y Medinet Habu (oeste de
Tebas), datan de esta época. Muchos de los descubrimientos que han dado
pie a grandes titulares en la prensa son también de esta época: la ciudad
de el-Amarna (la antigua Akhetatón), donde apareció el hermoso busto de
Nefertiti en el taller de un escultor; los ricos tesoros de la tumba de Tutan-
khamón (Reeves, I992b); y, más recientemente, la tumba privada de Ho-
remheb en Saqqara. Algunos de los faraones más famosos reinaron en esta
época: la reina Hatshepsut, Tutmosis III, Akhenatón, o Ramsés II. Fue una
etapa de la historia de Egipto que no tiene parangón ni por su riqueza ni por
su pompa.

1. CnoNor-ocÍa y puexres

La cronología del Imperio Nuevo se basa fundamentalmente en dos fe-


chas astronómicas: una correspondiente al reinado de TutmosisIII, y otra, al
de Ramsés II. No obstante, existen discrepancias respecto a la cronología
216 LAS GRANDES POTENCIAS
§r- Ecrrro TMPERTAL 217

Cueono 15. la dinastía XVIII: cronología ral, edictos que conceden exenciones fiscales (por ejemplo, los decretos
Comienzos de

de Nauri promulgados por Sety I, Griffith, 1927), que corrigen los errores
CAH Convencional Baja cometidos en la recaudación de impuestos (como el edicto de Horemheb,
Amosis r570-t546 1552-t527 Krutchten, l98l), o que reafirman los ideales de la política del faraón (como
1550- 1525
Amenofis I Is46-1526 1527-t507 1525-1504 la estela de la restauración de Tutankhamón, Bennett, 1939). Algunas ins-
Tutmosis I 1525-c. l5I2 t507-1494 1s04-1491 cripciones reales conmemoran fundaciones cultuales (por ejemplo, la estela
Tutmosis II c. l5L2-1504 1494-1490 t49I-t419 del sueño de Tutmosis IV Urk.IY, pp. 1.539-1 .543), elogian las proezas mi-
Tutmosis III 1504-14s0 1490-t436 t479-142s I
ümres y cinegéticas del faraón (por ejemplo, la estela de la esfinge de Ame-
Hatshepsut 1503-1482 1490-t469 1479-14s8 t nofis II, Urk. lY, pp. I .276-1.283), o tienen que ver con actividades cons-
Amenofis II t450-t425 1438-1412 142s-1398 tructivas (por ejemplo, estela de Amenofis III, Urk.IY, pp. 1 .646-1.657, o las
Tutmosis IV 1425-1417 t4t2-1403 1398- I 390 estelas fronterizas de Akhenatón, Urk. IY, pp. 1.981-1.990). Otras celebran
(a veces con tonos épicos) éxitos militares (como la batalla de Kadesh de
Ramsés II, Kitchen, 1968- II, pp. 2-124;la victoria líbica de Merneptah,
exacta y la duración de determinados reinados (Krauss, l9g5;
Helck y Kit_ Kitchen, 1968- IV pp. 12-19), o la derrota de los «pueblos del mar» a manos
chen, en AstrÓm,1987-1989 t0ol). Las principaies diferencias corresponden
de Ramsés III, Edgerton y Wilson, 1936). Las espléndidas biografías funera-
a la fecha de ascensión al trono de Tutmosis III (r4go o 1479) y
de Ram- rias de numerosos funcionarios y militares (por ejemplo, Rekhmire, Urk. ÍY,
sés II (1290 o 1279). De momento no hay modo de resolver
estas incertidum- pp. 1.986-1.093; Amosis, hijo de Ebana, Urk.IY, pp. 1-11; Amenemhab, pp.
bres; convencionalmente, la tendencia más habitual es aceptar
las fechas más Urk.IY, pp. 889 y ss.; Senenmut, Tumbas Tebanas, n." 71 y n.o 353, Meyer,
tempranas, aunque en la actualidad algunos estudiosos préfie..n
las más re- 1982) amplifican muchos detalles de la historia política y de las estructuras
cientes (véanse los cuadros 15, rc y 1t¡. yo prefiero lás fechas
más bajas, administrativas del país. Un escándalo político bien documentado fue el in-
pero, en vista de las innegables incertidumbrei existentes,
me he limitado a tento de asesinato del anciano faraón Ramsés III con el fin de instalar a uno
indicar las dos alternativas a lo largo de todo el capítulo, sobre todo de sus hijos en el trono; las juicios y los castigos ordenados por el soberano
teniendo
en cuenta que las más altas son las que habitualménte se utilizan (ejecución, suicidio forzoso, mutilación facial), en los que se vieron implica-
en los ma-
nuales al uso. La cronología mucho más alta utilizada en la
edición revisada dos gran número de oficiales, una esposa real y un hijo del faraón, son re-
de la CAH (fecha de la ascensión de Tutmosis III: 1504; fecha cordados en dos grandes rollos de papiro (de Buck, 1927). El «Informe de
de la ascen-
sión de Ramsés II: 1304) ha sido abandonada por la mayoría de Wenamón» (Gardiner, 1937 , pp. 6l-76), que data de finales de este período,
los especia-
listas-.Una hipótesis que tiene serias implicacion", es un texto muy interesante, aunque difícil de clasificar. Adopta la forma del
abandonada
hoy día prácticamente por todo el mundb, es la idea"ronológicas,
de queia corregencia fue informe oficial de un individuo, Wenamón, enviado desde Tebas a Biblos a
una práctica habitual durante los primeros riempos de lá dinastía
dred, 1968). Las únicas corregencias que son aceptadas mayoritariamente
ivlu (et- comprar madera para la barca sagrada de Amón, misión en la que tuvo que
son: hacer frente a numerosas vicisitudes y reveses. La imagen que ofrece de
a) la de Hatshepsut y Tutmosis III, que represenra una situáción atípici(véase Egipto es la de un país dividido en todo menos en el nombre, cuyo prestigio
:!::,^p:.-r?, t.224); y b) la de Smenkhá* y Akhenatón. Existen discrepan_ político se había desvanecido hasta el punto de que sus emisarios eran trata-
clas' con respecto a esta última, entre los que creen que la totalidad dos con desprecio e insultados públicamente. ¿Se basa verdaderamente en un
del reinado
de smenkhare se incluye en el de Akhenátón (Aldrld, 196g; informe real de la misión de Wenamón, tal yez redactado por él mismo una
Kitchen, en As_
tróm' 1987-1989 [0O]), y los que le atribuyen un reinado independienie vez de regreso a la patria sano y salvo? ¿O es más bien una creación pura-
de un
año de duración tras la muerte de Akhenatbn (Helck, 196g mente literaria, que pretende mostrar exageradamente una serie de escenas
roóll. La duración
exacta del reinado de Horemheb es también objeto de un cómicas? Resulta difícil de determinar, pero, en cualquier caso, la postura
i-pó.tunte debate,
en el gye- l-as opiniones van desde los que sostünen que sóló reinó que se adopte afectará al modo en que visualicemos la situación política. El
dieciséis
años (Helck, en Astróm, lggT-lggg carácter fragmentario del texto (el final se ha perdido) dificulta todavía más
[00]), hasta los que creen que ocupó el
trono por espacio de treinta años (Kitchen, en Astrcim, lggT_lqs'9 la cuestión. El tratado firmado en 1269 (1258) entre Ramsés II y Hattusili il
Las fuentes son mul completas. Los documentos que nostooll. permiten de Hatti (véanse los capítulos 4, apartado 4,y 5, apartado 5), que puso fin a
reconstruir la historia política son, como de costumbre, insatisfactorios. casi dos siglos de conflicto intermitente entre las dos potencias, es uno de los
El
único <<texto historiográfico» digno de este nombre son los <<Anales textos concernientes a las relaciones externas de Egipto mejor conocidos.
de Tut-
mosis rrr» (urk.IV, 645-667), éscritos en los muros del templo Curiosamente se han descubierto tanto la versión hitita como la egipcia del
de Karnak.
se basaban en los diarios de campaña. Los textos reales ,on, po, regla tratado. También conocemos mucho mejor la apariencia de los palacios y las
gene_
ü-\ EGIPTO IMPERIAL
2t9
I 218 LAS GRANDES POTENCIAS

villas de los dignatarios en este período que en épocas anteriores, en buenq


parte debido a los grandes programas de edificaciones reales llevados a cabo
en Tebas y a las excavaciones de la famosa sede real
tencia- de el-Amarna (Akhetatón), en el Egipto Medio.-pese
a su breve exis-
fug,:iltr*#**ldruxHrag'*l,.lrl,t.;.
han aparecido una
Las de el-Amarna> constituyen la principal fuente para nuesho *r¿.n.ia más
.r1Éente unu grande. En Deir él-Medina
<<cartas
conocimiento del dominio egipcio de la parte meridional de Levante (EA, Mo- ''ffif:l",ffi
ran, 198711992). Se trata de una colección de tablillas de arcilla que contienen
la correspondencia, en su mayoría en acadio, entre Egipto y las potencias fi**]il*ir**nxrxrr1ü1111i*iF:H;H;
I
I vecinas de la época (hititas, capítulo 5, apartado 4; Chipre y Babilonia, de compraventa,
las estrategias para hacer frente a la escasez de alimentos'
de la es-
i capítulo 7 , apartado 1; Mitanni, capítulo 6, apartado l; Asiria, capítulo 7, §
ñ;;rtu r"riiiosa y lo¡-ñiverés de educación y de conocimiento
apartado 2), y todo- las cartas intercambiadas con los príncipes tl
t
[ri", rgrerbrie"r, tggz).Nos proporcionan asimismo un importante testimo-
-sobre (Janssen, 1975)'
y ciudades vasallos de Levante (capítulo 6, apartado 4). El archivo data de ;il;;";;" de tos'preciás del grano y sus fluctuaciones
finales de la dinastía XVIII hasta los reinados de Amenofis III, Akhenatón y
Tutankhamón (1403-1335 U390-1327)). Las listas geográficas con los nom-
bres de las ciudades y regiones que el faraón de Egipto se jactaba de domi- 2. LeruNonCIÓNDELEcm,ToIMPERIAL:DEAMoSISATUTMoS§IV
nar, talladas en los muros del gran templo de Karnak, nos ofrecen una infor- (orNesrÍe XVIII: 1550-1403 t13901)
mación adicional acerca del Levante egipcio, aunque su uso no es nada fácil
a Amosis, hermano de Camosis de
(Redford, 1992, p. 143 y n. 61). El diario de un funcionario de fronteras de lnaugurando la dinastía XVIU tenemos
con vistas al hundimiento del poderío de los
finales de la dinastía XIX (papiro Anastasi III, Gardiner, 1937 , pp. 3l-32) re- Tebas, que dio un paso,gigantesco
Á?;i, el capítulo 3, aparrado 5). Las listas de
gistra los movimientos de los mensajeros y soldados entre Egipto y Levante hrcsos cuando ara|j 1uéur.
porque el.P=m9ro representaba una nue-
j y llena muchas de las lagunas relativas a la vida cotidiana de la región du- IrV., ,.prruUan a Amosis de Camosis
rante la dominación egipcia. Los descubrimientos arqueológicos de Palestina va fase de unidad O"
ggipt", al ser et quien logró finalmente expulsar a los hic-
como cuenta en su tumba su
y el sur de Líbano (Hachmann, 1983; Gonen, 1992) sirven de complemento ,* p*riguiéndolos nítiu el sur de iatestiná,
(véase suprL' p' 204):
a estos materiales. Se han encontrado bastantes inscripciones reales en Nu- ;.;;, ;f soldado Amosis, hijo de Ebana

i bia, que demuestran el férreo control al que tenía sometida Egipto a esta re-
cuando me casé), me me-
gión. Los numerosos y espectaculares templos faraónicos construidos en Ia Entonces, después de haber puesto casa (es decir,
del «Norte>> por ser valiente. Seguí al soberano a pie mientras
zona (por ejemplo, Abu Simbel, al norte de la segunda catarata) constituyen tieron en la nave
puso sitio a la ciudad de Ávaris'
los edificios más famosos que señalan el poderío de Egipto. Uno de los más él marchaba montado en su c¿uro. cuando se
a pie en presencia de iu majestad' Luego fui destinado
combatí valerosamente
interesantes es el pequeño templo de Amenofis III en Soleb (entre Dal y la en el agua' en el
I
a la nave <<Amanecer en Menfisr. MáS tarde se combatió
tercera catarata; Trigger, 1976, pp. 126-127), en el que aparece el faraón «pjedku» d" Á";;. Hice una captura y me.llwé una mano (o sea, en prueba
I informó del hecho al
venerando su propia imagen de culto. de haber dado muerte a un soldaáo enáigo). Cuando
se
Los documentos que reflejan la administración y la vida cotidiana son bas- heraldo real, se me concedió el oro del valor'
vez más realicé una
tante numerosos. Una serie de cuentas del palacio de Menfis (Sety I, dinas- Entonces combatieron de nuevo en este lugar; una
me concedió el oro del valor' Hubo
tía XIX) (Helck, 196l-1970, IV pp. 633-641),los juicios a los que fueron so- captura y me llevé una mano. De nuevo se
una mano con un
metidos los ladrones de tumbas a finales de la dinastía XX (Peet, 1930), el entonces luchas en Egipto, al sur de esta ciudad, y me llevé
prisionero vivo. Me ,i"ti el agua ^cuandohabía sido capturado a las afueras
procesamiento de un oficial de culto de rango inferior del templo de Khnum "n -pxes
y el agua án se informó del hecho al heral-
en Elefantina (dinastía XX) (Peet, 1924), y la huelga descrita en el papiro de de la ciudad- crucé é1.
el oro. Luego Ávaris fue saqueada y
Turín (dinastía XX) (Edgerton, 1951) son algunos de los hechos más signifi- do real, se me concedió una vez más

cativos. Una serie de modelos de carta (Gardiner, 1937, pp. 99-116), utiliza-
obtuveungrunbotín:unhombreytresmujeres;enlotf'"uu*91:nas'Su
pusimos sitio a
Entonces
majestad me los concedió en calídad de eiclavos.
dos para el adiestramiento de los escribas, contienen información adicional (al sur de Palestina) durante tres años. su majestad la saqueó y ob-
sharuhen
acerca de lo que eran los usos administrativos. El papiro Wilbour (Gardiner me concedieron el oro
tuve un gran botín, dos mujeres y una mano. Entonces
y Faulkner, 194l-1952) y el gran papiro Harris (ARE,IV §§ 151-412) nos ." ru".* entregados cgmo esclavos (urk' lY' pp' 1-11;
del valor, y mis cautivos
hablan acerca del tipo de posesión de la tierra y de las fincas de los templos ARE,Í1, §g r-az; Lichtheim, 1973-1980 [0I], II' pp' 12-15)'
y sus rentas, respectivamente. Los ricos hallazgos del yacimiento de Deir
el-Medina han sacado a la luz todo un microcosmos de la vida egipcia. Se
22r
\r- rcrrro
220 LAS GRANDES POTENCIAS IMPERIAL

i
La persecución de los hicsos más allá de la frontera nororiental de Egipto
dio paso a los primeros intentos de dominar por medio de la fuerza militar
ciertas zonas del sur de Palestina. Esta primera intentona condujo finalmenh
al dominio de una zona bastante extensa y acabó por enfrentar a Egipto pri-
mero con el poderoso estado de Mitanni (siglo xv) (véase infra, capítulo 6,
apartados I y 4) y después con los hititas (siglos xrv y xtu) (véase infra.,
pp.239-240 y capítulo 5, apartado 4).
El militarismo agresivo que corría parejo con esas ambiciones expansio-
nistas tuvo unas repercusiones muy profundas en el desarrollo interno de
Egipto. El papel del faraón, en su calidad de poderoso guerrero y defensor
de Egipto frente a sus enemigos, había sido siempre un aspecto muy impor-
Ftcune 16' La corona azul (según Davies' 1982)'
tante de la monarquía y se manifiesta ya en las primeras imágenes reales (por
ejemplo, la paleta de Narmer, véase supra, p. 157 y figura 13). Las incursio-
nes en el Sinaí, Palestina y Nubia habían sido muy frecuentes al igual que las $viera por objeto seguir
la iniciativa de camosis y disuadir a los kushitas
gueras civiles, y las fortalezas del Imperio Medio en Nubia nos ofrecen bue- de que intentaran otu, et territorio ocupado en otro tiempo por Egipto'
"oft I-lvante y Nubia a comienzos del
nos testimonios de la eficacia de la maquinaria defensiva de Egipto y de la ffj"p.|s-a, qr" r" "^pansión egipcia porde fortalecer las fronteras del flore-
de ros i't"ntoi
costumbre de establecer guarniciones permanentes. Pero en épocas anterio- d;ñ ñ*r'o rr. rruto ii.rt" a los poderosos , peller.Tos soberanos del
norte
res prácticamente no existía la carrera militar, entendida como una profesión ciente nuevo ,"rno
Ámenons f (iSZi-tSOl t1525-15041)' refor-
importante y grandemente considerada entre los funcionarios reales. Desde v el sur. El sucesor de Amosis, frontera hasta semna y
comienzos del Imperio Nuevo (posiblemente ya en la dinastía XVII) (Baines, il;ü;;io ¿e Égipro ,obre Ñubia, extendiendo la
para el púesto recién creado de «Hijo del faraón
1986) la situación cambió y los personajes que se jactaban de ostentar cual- nombrando ,n rrn."iánario suD>' encargado de
las iierras extranjeras del
quier tipo de graduación militar alcanzaron una gran preeminencia; los de Kush y Superintendente de
vemos así ocupar puestos significativos cerca del faraón. Ello se debió, pro- administrar ru ,"gi*.
gt tutnuién muy probabte que emprendiera alguna
en este sentido no son inequívocos
bablemente, en parte a la propia envergadura de las operaciones militares: a campaña en Siria,"aunq* tot.testimonios
la realización con carácter regular y continuado de campañas en el extran- (Redford, lggz,p. 1a9). F,l reinado de Amenofis I está muy mal do-
det todo
durante siglos por los trabajadores de
jero y, en consecuencia, a la necesidad de un ejército permanente. Amosis, cumentado; siguiá ,i"n¿o ."rerenciado
lo cual demuestra que causó una impresión
hijo de Ebana, no es más que un ejemplo de esta nueva tendencia. Otros tes- Deir el-Medina @ilrbrier, 1982),
no sabemos cómo ni por qué'
timonios demuestran que se había creado un ejército profesional, que los sol- muy profunda, auntue: P9l 9::{1"iu'
sucesor de Amosis', fue
dados eran adiestrados en campamentos desde temprana edad (Kemp, 1989 Turmosis I (1507-1 4g4 fl5o4-14911), segundo
que introdujo una serie de
[OGa], pp.227 y ss.), y que se desarrollaron nuevas armas: es posible que uno el verdadero arquitecto del programa ¿ilastño,
de los legados tangibles de la dominación de los hicsos fuera Ia introducción innovacion., .uyor áfectos fueron muy profungt.I duraderos
en Egipto del rápido caro de dos ruedas tirado por caballos, que a partir de "r.n.iui".
sobre !a forma u¿op,u¿u por el estado
del Imperio Nuevo (Redford' 1967)'
Men-
corte se trasladó de Tebas a
este momento se convirtió en el arma más importante del ejército egipcio. Se Durante ,u ,"inuJo'tu priá"ipal sede de 1a
durante los
ha sostenido la tesis de que el nuevo protagonismo concedido a lo militar se fis. Allí ,. .onr,rry?'un palacio real que siguió. utilizándose
lugar e-n el que se
ve reflejado en una nueva prenda del tocado real. Se trata de la corona azul cienro cincuenta ;;" siguüntes. Menfis se
coñvirtió en el
(véase la figura 16), que, en opinión de algunos, representa un casco de guerra planearon las grand". á*puñas militares organizadas por los faraones' y
En Tebas' la ciudad del
(Aldred, 1968). Pero es un error (Davies, 1,982): en esta época (Bell, 1985) la donde los soldados eran <<armados ante el sobeiano''
totalidad a consecuencia
corona azul se desarrolló (aunque los detalles siguen estando oscuros) como Imperio Medio fue destruida gradualmente en su
públicas (Kemp, 1989 [OGa]'
símbolo de la coronación. de una serie de grandes programas de obras
Amón se convirtió en un templo na-
El siguiente paso de Amosis, decisivo para dotar a Egipto y a las empre- pp. 201 y ss.). Ef;¡r*á-pñuincial de
destinado al importantísi-
sas reales de un respaldo económico, fue la realización de una campaña en cional (Karnak) de proporclones aun más grandiosas,
el reinado de Tutmosis I
Nubia. Tras consolidar el dominio de Egipto hasta la altura de la segunda ca- mo culro imperialde Ámón-Ra y del faraén. Durante
(el aspecto folat-eza que
tarata, parece que estableció la frontera sur del país en Buhen. Su antecesor, fue fortificado por vez primera con una muralla -de
típica del Imperio Nuevo)'
Camosis, ya había luchado contra el rey de Kush (véase supra, p.210), alia- ofrecen los templos constituye una característica y se
una fachada imponente'
do del faraón hicso, de modo que la campaña de Amosis probablemente se el pri-"r pilón
construyó destinado a formar
r
222 LAS GRANDES POTENCIAS -3 \
c

erigieron los típicos obeliscos; varias estatuas colosales del faraón flanquea_ f
C
C
.':- <
o " iqp
ban el acceso al templo. El santuario de Amón se convirtió en el punto ¿g o
D a
partida de las procesiones y ritos reales celebrados anualmente, como por c
o
o
(r
ejemplo la «Fiesta del Valle» o la gran fiesta de Opet con la que se conme-
moraba el año nuevo. Al f,rnal el itinerario recorría todo el circuito de la ciu- fl-'.'
dad de Tebas, que había crecido enornemente, e incluso cruzaba el -' Ca
S.
a.
pasaba a la orilla occidental del Nilo. Tutmosis I introdujo también ,riiJ
vo estilo de enterramiento real, que se convirtió en normativo durante siglos.
§
b
Abandonó la costumbre de enterrar a los faraones en pirámides cerca de
Menfis, y él mismo fue sepultado en una tumba excavada en la roca, situada
o
en un antiguo uadi frente a la ciudad de Tebas, donde no se había enterrado z
nunca a nadie. El templo funerario del faraón fue colocado a una distancia
considerable de la tumba real. Este uadi rocoso constituye el famoso «Valle
de los Reyes>>, donde fueron enterrados todos los faraones siguientes hasta el
6
final de la dinastía XX (Reeves, 1992a). Las reinas, algunos cortesanos y los oo
ts
U o
o
nobles eran enterrados muy cerca de allí, en otro uadi llamado en la actuali- E
o
ts
dad «Valle de las Reinas>> (véae la figura 17). Otras realizaciones de Tutmo-
sis I supusieron una novedad no por sus objetivos, sino por sus,dimensiones.
Las guerras que libró en Levante llegaron por el norte hasta el Eufrates, mar-
cando un hito que todos sus sucesores intentarían emular. Desconocemos qué
tipo de medidas tomó (si es que tomó alguna) para controlar esta zona tan **....i...i..:...&1.....7
vasta (CAH,II, capítulo 10; Winstein, 1981).
El reinado de su sucesor, Tutmosis II, no fue muy largo; las estimaciones
varían entre los cuatro (Helck, 1968 [0D] = 1494-1490) y los doce años (Kir a

chen, 1982 = 149l-1479). Mejor conocida es su viuda, la reina Hatshepsut, t


a
a
que durante veintiún años actuó, desde luego de vez en cuando, como si fue- a
¡
I

ra el verdadero faraón. No dudó en adoptar los títulos faraónicos, utilizando o


F
a
!
a
o
prendas masculinas, como la barba ceremonial; recurrió a su hija, Neferure, o )o
N

para que hiciera las veces de su esposa ritual, y fue reconocida como <(rey» 6
6
por sus oficiales. Organizó varias campañas triunfales contra Nubia y proba- o olo
T
blemente el sur del Palestina (Redford, 1967), enviando incluso una expe- = o 8
o
o T ci
dición por vía fluvial al país de Punt (en la zona de la actual Eritrea), que (D
sE:
regresó trayendo grandes cantidades de productos suntuarios (oro, mandriles,
E
(fñ
D
o

Éi *
o
ébano, plantas de incienso) a cambio de los regalos llevados por los expe- É
E @
o
uJ
o ¡3
dicionarios a los púncipes de la zona. Su famoso templo funerario en Deir ts
¡i
¡i
e1-Bahri, al oeste de Tebas,t fue decorado con complicadas escenas que re-
a:
¡i
¡l
presentan el viaje a Punt, así como su divino nacimiento y la leyenda de su O

elección para ocupar el trono por su padre, Tutmosis I.


Muchos detalles de este curioso período de la historia de Egipto, en el g
que el trono fue ocupado por una mujer, resultan todavía oscuros. Es casi se- #.Ef
guro que Hatshepsut alcanzó la posición que ocupaba tras actuar de regente : ffE^
Évá-
de Tutmosis III, el hijo, todavía menor, de Tutmosis II. Probablemente deba-
mos interpretar su actuación como un mecanismo de defensa de la dinastía:2
:re-s
es decir, en una situación en la que la monarquía estaba en crisis, al ser toda- ÉE Eá
vía un niño el heredero del trono, Hatshepsut logró proteger la permanencia 'ie§e
224 LAS GRANDES POTENCIAS *\r tor*o IMPERIAL 225

en el poder de la dinastía asumiendo el papel de faraón en 16. Finales de la dinastía XVIII: cronología
Cuepno
ceremonias. Si esta interpretación fuera correcta, su éxito habría sido exka-
ordinario. A su muerte (1469 [1458]), Tutmosis III pasó tranquilamente a de- Convencional Baja
rl CAH
sempeñar el poder en solitario, al parecer sin encontrar la menor oposición;
el imperio egipcio recién creado y sus dominios en Nubia y Levante habían r390-1352
Amenofis III r4t7-1379 1403-1364
r379-1362 t364-1347 1352-1336
logrado mantenerse incólumes e incluso se habían consolidado. De ese modo Amenofis IV
Tutmosis III fue capaz de lanzar inmediatamente sus grandes campañas en 1= Akhenatón)
t364-1361 1348-1345 1338-1336
Levante en el primer año de su gobierno en solitaio (CAH, II, capítulo l0). Smenkhare
t36r-1352 1345-1335 1336-1327
El trono perrnaneció en manos de la misma familia durante otros ciento cin- Tutankhamón
t335-1332 t327-1323
Ay 1352-1348
cuenta años. Las crónicas oficiales de la historia de Egipto de época posterior t332-1306 1323-1295
Horemheb t348-1320
no tuvieron en cuenta el reinado de Hatshepsut y algunos de sus monumen-
tos fueron mutilados por Tutmosis III. Ello indica que, una vez soslayada la
delicada situación política, las altas esferas del gobierno egipcio pensaron de que los egipcios
que la posición de Hatshepsut era incompatible con el ma'at, o quizá inclu- al faraón para felicitarle por sus éxitos. Da la impresión
so que era una obscenidad, y por consiguiente intentaron eliminarla de la ñ;;, bistante pronto a la conclusión de un acuerdo con el imperiales
que a sus intereses
mayor de
en
sus
li'p,urt" sur de Levante les convenía llegar a
memoria pública. Hay, sin embargo, una interpretación de su reinado que de-
bemos desechar; a saber, la idea de que el gobierno de Hatshepsut y la ulte- nüiror inmediatos, Mitanni. Probablemente se tomó esta decisión en vista
de la amen aza que suponía el hecho de
que el imperio hitita siguiera expan-
rior hostilidad de Tutmosis III hacia su persona demuestran que original- que resultaba peli-
mente el poder real había sido transmitido siempre en Egipto por línea fe- ¿i¿n¿ot. (véase el capítulo 5, apartado 4), circunstancia
de Mitanni y de Egipto. Buena parte del octavo
srosa a la vez para el poder
menina, situación perniciosa con la que por fin habría acabado Tutmosis III IV se dedicó a las negociaciones entre los so-
(Redford, 1967). No existe el menor testimonio que respalde semejante inter- iio del reinadó de Tutmosis
de Egipto y de Mitanni. El éxito de este acercamiento se vio coro-
pretación (Robins, 1983). brrunor
nado por el mairimonio del faraón con la hija de Artatama,
rey de Mitanni.
Durante los restantes treinta y tres años de su reinado, Tutmosis III orga-
Estr rrsultado no era baladí, si tenemos en cuenta la historia inmediatamen-
nizó otras diecisiete campañas en Levante. Se adentró en el norte de Siria, in- guerras sangrientas entre uno y
19 anterior, caracterizada por las constantes
vadió la parte occidental de Mitanni y logró erigir una estela junto a la de su Mitanni y Egipto dio paso a un nuevo período
otro estado. El acuerdo entre
abuelo, Tutmosis I, a orillas del Éufrates. Pero Egipto no pudo mantener
de cooperación e intercambios activos (incluidos varios matrimonios
reales
sometido este inmenso territorio en su totalidad. Al término de su reinado y casi cin-
en tiempos de Amenofis III y Akhenatón), que se prolongó durante
probablemente después, la frontera estaba situada cerca de Ullaza, en la cos- por los hititas y los asirios,
cuenta áñor, hasta que Mitanni fue desmembrado
ta (en las proximidades de la Ortosia helenística, en la desembocadura del
y dejó así de participar en el gran juego del poder (véase el capítulo 6, aparta-
Nahr el-Barid) y en su interior quedaba Kumidi (Kamid el-Loz), en la Siria
áo 1-, y capítulo 7, apartado 2; para una revalonzación del reinado de Tutmo-
meridional (véase el capítulo 6, apartado 4). Mitanni, Egipto y los hititas
sis IY véáse Bryan, 1991). A consecuencia de todo ello, el ímpetu de las
se disputaron durante algún tiempo los pequeños estados situados más allá
campañas egipciás disminuyó considerablemente: el reinado de Amenofis III,
de esta línea; pero en último término las conquistas de nuevos territorios por
de cisi años de duración, significó en gran medida un período de
parte de Egipto no fueron muy duraderas. "uai"ntu como refleja la opulencia de las empresas reales (Amé-
pu y prosperidad,
Amenohs II, el sucesor de Tutmosis III, realizó con toda seguridad cam-
nophis III,1993).
pañas en el norte de Siria y obligó a Kadesh a reconocer la soberanía de
Egipto, aunque no por mucho tiempo (véase el capítulo 6, apartado 4). El do-
minio de Egipto sobre Levante siguió siendo bastante precario tras las con- 3. XVIII
Et- ppnÍooo DE EL-AMARNA: Úlruran FASE DE LA DINASTÍn
quistas de Tutmosis III, como se encargó de demostrar la grave sublevación ( 1403- 1 306 [ 1 3e0- I 2951)
que se produjo en Palestina en el noveno año del reinado de Amenofis II. La
rebelión fue aplastada brutalmente y los cadáveres de siete dinastas locales
El «período de el-Amarna>> es uno de los más famosos de la historia de
implicados en ella fueron exhibidos en público: seis de ellos fueron colgados Egipto. La enigmática ñgura del faraón Akhenatón es la que lo protagoniza:
boca abajo en las murallas de Tebas, y uno en las de Napata, más allá de .ste pe.sonaje ha sido tema de óperas, obras de teatro y novelas, y ha sido
la tercera catarata. A partir de este momento parece que la situación de Le- considerado unas veces un idealista, otras un individualista, un monoteísta,
vante se estabilizó, y Mitanni, Babilonia y los hititas enviaron embajadores un internacionalista o incluso un pacifista. Los materiales disponibles para el
I
226 LAS GRANDES POTENCIAS

estudio de esta etapa histórica son muy diversos, aunque difíciles de inter-
pretar, y han dado lugar a una gran variedad de opiniones.
t* .\EL
\

segundo lugar, se había impuesto


miintras que, al parecer, otras
EGIPTO IMPERIAL

divinidades
227

el nuevo culto de «Atón» (el disco solar),


egipcias habían dejado de vene-
La sucesión de los acontecimientos es más o menos la siguiente (véase el rarse. ¿Cuál fue la reacción de los especialistas ante este hecho?
cuadro 16): a Amenofis III (1403-1364 f1390-1352)) le sucedió su hüo, Por lo pronto, unos decidieron estudiar con más atención el período inme-
Amenofis IV (1364-1347 fl352-1336D, quien, en un momento determinado, diaamente posterior al reinado de Akhenatón. Enseguida se vio que el faraón
cambió su nombre por el de Akhenatón. A comienzos de su reinado em- no fue admitido en la lista de reyes egipcios confeccionada posteriormente; su
prendió las obras de una nueva capital del reino en el Egipto Medio, cerca de nombre y los de todas las personas relacionadas con él fueron borrados de los
Hermópolis, llamada Akhetatón. Se casó con Nefertiti, con la que tuvo por monumentos, y los años de su reinado fueron computados en el de Horemheb,
lo menos seis hijas. Según parece, al morir Nefertiti poco después del deci- el antiguo general que accedió al trono al final de la dinastía. Así pues, toda
mocuarto año de su reinado, contrajo matrimonio con una de sus hijas. su época fue excluida de los registros of,rciales; cuando resultaba imposible no
Smenkhare, probablemente hermano suyo, fue nombrado corregente y quiá mencionar a Akhenatón (por ejemplo, con fines cronológicos), se le llamaba
reinara en solitario durante uno o dos años tras la muerte de Akhenatóri, an- simplemente «el enemigo». Una cosa así sólo habría podido pasar en caso de
tes de morir él mismo. Lo sucedió Tutankhatón (posiblemente otro hermano), que hubiera ocurrido algo verdaderamente formidable. ¿Y qué habría podido
que cambió su nombre por el de Tutankhamón y reinó durante unos nueve ser? Una posibilidad sería mirar las inscripciones de los sucesores inmediatos
años (1345-1335 [1336-1327]); se casó con una de las hijas de Akhenatón, de Akhenatón, por si ofrecían alguna pista. Efectivamente la estela de Tutan-
Ankhes-en-pa-atón, que después cambio también su nombre por el de An- khamón en Karnak (Bennett, 1939) hace algunas veladas alusiones: los san-
khes-en-amón. Durante su reinado Akhetatón probablemente fue abandona- tuarios de todo el país habían sido abandonados; el país en su conjunto era un
da como centro residencial de la corte. Tras la muerte de Tutankhamón no caos; Egipto había sufrido grandes derrotas militares; los dioses estaban tan
quedó vivo ningún miembro varón de la familia real, y así Ay, un anciano debilitados que no podían escuchar las plegarias que se les dirigían. Aunque
oficial de alto rango, quizá emparentado con la familia de Akhenatón, se apo- debemos tener en cuenta las exageraciones propias de la lengua de los textos
deró del trono. Es casi seguro que se casó con la viuda de Tutankhamón. Su reales, es evidente que el reinado de su predecesor era contemplado casi con
reinado duró sólo cuatro años, posiblemente a causa de su avanzada edad horror. Era preciso rectificar Ia situación y Tutankhamón afirma que se encar-
(1335-1332 Í1327-13231). Horemheb, antiguo general de Tutankhamón, se gó de hacerlo rehabilitando los viejos santuarios, regalándoles propiedades y
apoderó entonces del trono (1332-1306 U323-1295)). Al parecer, intentó asignándoles personal, como en los viejos tiempos, y reconstruyendo las imá-
genes divinas. Aunque tales afirmaciones son vagas y de carácter genérico, se
desmarcarse definitivamente, en términos políticos, de los cuatro faraones an-
teriores. Los especialistas discrepan bastante sobre quién estaba emparentado pone en evidencia un rasgo del reinado de Akhenatón: había puesto efectiva-
con quién y cuál era la relación que los unía, y diñeren asimismo respecto a mente patas arriba el orden establecido de Egipto.
algunos problemas cronológicos (Aldred, 1968; Redford, 1984).3 Pero ¿cómo y de qué manera lo hizo? Una de las líneas políticas segui-
El sitio de el-Amarna, en el Egipto Medio, se convirtió por primera vez das por Akhenatón, que habitualmente viene considerándose indiscutible, era
que descuidó los dominios del Egipto imperial; algunos han llegado a sos-
en centro de atención en esta época. Los primeros hallazgos fueron realiza-
dos hacia 1870, cuando se descubrieron una serie de hipogeos y estelas. Pero tener incluso que las actividades militares iban en contra de sus principios
fue la aparición de una gran cantidad de tablillas de barro, escritas principal- religiosos. Tal argumento se basa en las noticias contenidas en ciertas cartas
mente en acadio, que formaban parte de la correspondencia imperial de Egip- de el-Amarna. Algunas de ellas contienen serias advertencias al faraón pre-
to (las <<cartas de el-Amarna>>), lo que causó más expectación. Inmediata- viniéndole de las actividades traicioneras de los soberanos vecinos, y otras se
lamentan constantemente de que el soberano no atienda a las peticiones de
mente empezaron las exploraciones del lugar, dirigidas por una serie de
enviar tropas. Pero deberíamos tener en cuenta dos características de estos
arqueólogos británicos y alemanes, que sacaron a la luz una gran parte de los
documentos: en primer lugar, el control de Egipto sobre Levante se basaba
restos de la ciudad: grandes residencias, palacios, templos y un barrio de
hasta cierto punto en el principio de «divide y vencerás>>, que incitaba a los
artesanos (Petrie, 1894; Davies, 1903-1908; Peet et al., 1923-1951). La cor-
diversos príncipes locales a denunciarse unos a otros ante la corte del faraón
te utilizó esta ciudad durante poco tiempo, y posteriormente Ramsés II (di-
(Liverani, 1979,1990); en segundo lugar, Biblos y Tiro, las dos ciudades que
nastía XIX: 1290-1224 U279-l2l3l) reutilizó los sillares de el-Amarna
parecen informar de la existencia de problemas más serios, se hallaban si-
en los edificios que construyó en Hermópolis, en la orilla opuesta del Nilo
tuadas cerca de la frontera imperial de Egipto y probablemente eran las que
(Cooney, 1965; Spencer y Bailey, 1983-1992).'Los descubrimientos de el-
más afectadas se sentían por las agresiones militares de los hititas contra esta
Amarna sacaron a la luz dos rasgos característicos, por lo demás insólitos,
zona (véanse los capítulos 5, apartado 4, y 6, apartado 4). De hecho, el im-
del reinado de Akhenatón: en primer lugar, la figura humana, y sobre todo
perio egipcio no perdió nunca ni Biblos ni Tiro, de modo que es perfecta-
la del propio faraón, aparecía representada de un modo muy curioso; y en
228 LAS GRANDES POTENCIAS
{ \EL EGIFIO IMPERIAL 229
I

mente posible que la ayuda necesaria fuera efectivamente enviada. La falta


aparente de cualquier tipo de actividad militar por parte de Akhenatón en esta
zona proclamada públicamente no tiene nada que ver con sus creencias reli-
giosas, sino más bien con el hecho de que el dominio de Egipto era tan sóli- Palacio §
Norte
do que ya no se veía necesaria la realización de grandes campañas. Lo mismo Altares del
cabría decir del reinado de Amenofis III: tras la firma de la paz con Mitanni desierto
y como consecuencia de los casamientos entre los miembros de las familias 4oo Tumbas del norte

reales de ambos países (véase supra, p.225),las dos grandes potencias no en-
contraron dificultad en controlar a los estados más pequeños sin tener que
organizar grandes expediciones militares. Además, testimonios de época pos- Gran Templo
terior ponen de manifiesto que en esta época el imperio levantino de Egipto
no sufrió ninguna pérdida, al menos en su núcleo más sólidamente sometido, Gran
Archivo
A la tumba
y que desde luego no se vio gravemente disminuido. En todo caso, fue más o Akhenatón
menos por esta época cuando el dominio egipcio de la región se vio consi- ,2 c=9"
Uadi Abu Hasah el-Bahri
derablemente fortalecido, a juzgar por los testimonios arqueológicos, que
demuestran cómo diversas ciudades cananeas fueron resituadas a 1o largo de 6'.8
Barrio de
las rutas perfectamente controladas por los egipcios, mientras que otras fue- Templo del Rio
del los obreros
escultor Tutmosis
ron destruidas o vieron reducidas sus dimensiones (Gonen, 1984). El hallaz-
go reciente de sillares de el-Amarna reutilizados en Hermópolis, en los que del visir Nakht

aparece el faraón en la postura tradicional de aplastar al enemigo, demuestra tr


que Akhenatón no se oponía ni mucho menos a la guerra. Thmbién su esposa, Tumbas del sur
la famosa Nefertiti, aparece representada en actitudes bastante violentas (Sam- Maru-Aten

son, 1977; Morkot, 1986). Además, cada vez tenemos más testimonios de
que Akhenatón realizó campañas en Levante (Schulman, en Redford, 1988;
véase el capítulo 6, apartado 4). Deportó asimismo a la población de Da-
masco a Nubia, en cuya zona meridional ordenó a su virrey que dirigiera una
importante campaña, al término de la cual algunos de los enemigos derro-
tados fueron empalados. Así pues, la conclusión que cabe extraer de este 0 2km
aspecto de las actividades de Akhenatón, es que su conducta fue la de cual-
l-{
quier faraón tradicional con respecto al imperio de Egipto y sus gueras.
Pues bien, una clave para entender lo que hizo Akhenatónquizá se en-
cuentre en la ciudad que creó para el nuevo culto de Atón, instaurado por é1, Frcune 18. Plano de el-Amarna (según Baines y Málek, 1980 t0Al).
corespondiente en la actualidad a la llanura desértica de el-Amarna, y prin-
cipal yacimiento en el que se basan nuestras impresiones de lo que eran las
ciudades egipcias (Kemp, 1977). Akhetatón («Atón-en-el-horizonte>>) era una asimismo que el faraón iba a vivir en ella y que en adelante las tumbas
capital de nueva planta cuya construcción se realizó en muy poco tiempo. reales se emplazarían en las inmediaciones de la nueva ciudad (Murnane
Akhenatón la fundó en el cuarto año de su reinado con el fin específico de y Van Siclen, 1993). Akhenatón había erigido anteriormente un templo de
establecer un centro para el culto de Atón. Y no porque dicho culto estuviera Atón en Karnak (reconstruido recientemente, véanse Smith y Redford,1977;
limitado a esta zona, sino porque todos los dioses egipcios se hallaban aso- Gohary, 1992), pero el enonne peso que la tradición tenía en esta ciudad
ciados originalmente a un lugar determinado. El desarrollo del culto de Atón, debió de impedir en gran medida que una reorientación religiosa de tal cali-
que suponía la exaltación de una manifestación física concreta del dios-Sol, bre arraigara satisfactoriamente. Debió de ser aproximadamente en el octavo
esto es, el disco solar, como objeto de culto, no estaba asociado por su pro- año de su reinado cuando el monarca, que había renunciado a su nombre
pia naturaleza con ningún lugar en particular. La fundación de Akhetatón de Amenofis (IV) y adoptado el de <<Aquel que es beneficioso para Atón»
pretendía modificar esta situación. Así se ahrma en las grandes estelas pro- (Akhenatón), trasladó la corte a su nueva ciudad, que todavía debía de estar
cedentes de el-Amarna que marcaban los límites de la ciudad, declarándose en pleno proceso de construcción.
230 LAS GRANDES POTENCIAS r--= 23t
\ EL EGIPTO IMPERIAL
Akhetatón f:ue ffazada con unas proporciones grandiosas (su población es- E
timada era de 30.000 habitantes) (véase la figura l8). Una zona situada en el los cuales se levantaban pabellones y capillas; asimismo había altares dedica-
centro de la ciudad se comunicaba con los barrios del norte a través de un dos al Sol en medio de pequeñas islas. Esta zona era Maru-Atón que, en pala-
camino real, que quizá constituyera el reconido de los paseos en carro del bras de un especialista, «ejemplifica lo que era el espíritu del culto al sol, al
faraón. En el sector norte de la ciudad se encontraba un palacio bastante proporcionar un marco idílico de verdor y agua dominadas por el sol» (Kemp,
grande a orillas del río, rodeado de una gran muralla, que quizá fuera la in Smittr Y Hall, 1983 [OGa], P. 68).
principal residencia real. Más allá había un gran edihcio administrativo, pro- Cerca de los hipogeos se encuentra el barrio de los hombres encargados
visto de almacenes. Aislado se encontraba también un edificio independiente, de preparar las tumbas. Los obreros de la necrópolis debieron de permanecer
probablemente destinado a Meritatón, una de las hijas de Akhenatón, com- en la ciudad durante algún tiempo después de que ésta fuera abandonada
puesto por un palacio provisto de salas hipóstilas, un templo al aire libre, I
como residencia real y centro de culto. Aunque muchas de las tumbas nunca
jardines y patios decorados con frescos en los que aparecen representadas fueron acabadas ni utilizadas, debido a 1o breve que fue la vida de la ciudad,
escenas de carácter paisajístico. El barrio norte estaba atestado de casas par- nos proporcionan importantes testimonios acerca de cómo se realizaba el
ticulares, apiñadas unas junto a otras, y en él pueden apreciarse construccio- nuevo culto y sobre quiénes eran los funcionarios de Akhenatón. Nos sumi-
nes de grandes dimensiones junto a otras realmente diminutas. Las casas más nistran asimismo ricos testimonios sobre el «estilo de el-Amarna>>, que se
ricas contenían, además de la sala central con columnas de madera destinada aparta radicalmente de lo que era la representación tradicional de la figura
a las recepciones, un pozo, un jardín, un pequeño santuario solar, así como humana en Egipto, utilizando un canon de proporciones totalmente distinto
almacenes y despensas. Otro barrio residencial de características parecidas (Robins, 1986 [0M]). Todos los personajes tienen ahora unos contornos sua-
se encontraba al sur de la ciudad. Allí estaba la casa de un escultor, con su ves y redondeados, el vientre prominente y los hombros redondeados. Tam-
taller adjunto, en la que se encontraron las famosas y bellas <<cabezas de bién la forma de la cabeza es distinta, con las mandíbulas salientes y la par-
el-Amarna», entre ellas el celebérrimo busto de Nefertiti, actualmente en el te trasera del cráneo alargada. En los ejemplos más hermosos de la escultura
museo de Berlín. El centro de la ciudad se extendía más o menos al término de el-Amarna estos rasgos llegan a resultar extraordinariamente elegantes; en
del camino real. Al oeste, ocupando la zona que baja hacia el río, se encon- cambio en otros al espectador moderno pueden resultarle grotescos.
traba el Gran Palacio, provisto de un patio y salones decorados con espléndi- Curiosamente las tumbas revelan que en las familias a las que pertene-
das pinturas. En el centro del mismo había un gran patio rodeado de escul- cían los oficiales superiores del estado y de Ia corte se daba un alto grado de
turas colosales de Akhenatón, fabricadas en piedra, y otros patios y salones continuidad. En otro tiempo se pensó que, llevado de su celo reformador,
más pequeños. Quizá estuviera destinado a las recepciones de los embajado- Akhenatón apartó de su lado a la vieja camarilla y promovió a gentes com-
res extranjeros y sirviera de escenario a la concesión de recompensas a los pletamente nuevas para que sirvieran a sus órdenes. Pero en la actualidad está
altos funcionarios, escena representada a menudo en las tumbas de el-Amar- claro que, por lo que sabemos, el faraón siguió reclutando a sus servidores
na. En el extremo sur había una sala, decorada con 544 columnas de ladrillo entre el mismo grupo de personas. Los funcionarios imitaron y siguieron los
e incrustaciones de ceriámica vidriada en las paredes. Un puente de ladrillo co- pasos del soberano y no constituyeron ningún grupo de resentidos opuestos
municaba el Gran Palacio con los aposentos reales, situados en el extremo a su persona. Otro rasgo signif,rcativo que revelan las tumbas de el-Amarna
opuesto del camino real. La residencia del faraón contaba con espaciosos jar- es el cambio introducido en el repertorio de las escenas decorativas. Las
dines y contenía la <<ventana de las apariciones>> (maru) (Kemp, 1976), por la escenas de la vida privada del propietario de la tumba (en las que éste apa-
que el soberano se asomaba en las ocasiones protocolarias para conceder rece cazando en los pantanos, inspeccionando sus fincas, etc.) fueron susti-
honores públicos a sus oficiales. tuidas en gran medida por otras en las que se ve a los oficiales postrándose
Naturalmente en Ia ciudad había también varios templos de Atón. Como ante el faraón y los miembros de su familia (la pareja real aparece en actitu-
des curiosamente íntimas, acariciándose tiernamente o bien abrazando a sus
la forma física del dios era el sol, su culto debía tener lugar al aire libre. El
Gran Templo, edificación enorme de 229 x 731 m, era el encargado de cum-
hijas: véase la figura l9), o aguardando la llegada de la familia real con mo-
plir este cometido. Una vez traspasada la entrada principal, el adorador atra- tivo de alguna ocasión protocolaria. El motivo de interés fundamental en la
vesaba una sala hipóstila y salía a un patio lleno de mesas de ofrendas, al
decoración de las tumbas es siempre el faraón, a veces en compañía de su
fondo del cual había una zona aislada denominada el «Atón ha sido hallado» familia, adorando a Atón. El faraón y su dios, concebidos como centro de
(Gem-Atón). La <<mansión de Atón» tenía una estructura similar, aunque no toda actividad significativa en la vida y en la muerte, superan en importancia
a cualquier otra representación.
era tan espaciosa. Otro lugar dedicado al culto de Atón se encontraba en el
extremo oriental de la ciudad, donde había dos barrios incluidos en el recin- Evidentemente el-Amarna nos proporciona una serie de pistas importan-
tes para entender lo que era el culto de Atón. ¿Pero cómo debemos interpre-
to amurallado. Dentro de las murallas había lagos rodeados de jardines, en
tarlo? ¿Cómo nació? ¿En qué se diferenciaba de otros cultos, en un país,
EL EGIPTo IMPERIAL 233
232 LAS GRANDES POTENCIAS
\
solar con los atributos reales, esto es, fue equipada con el ureo (véase
capítulo 3, apartado 2); su nombre aparece encerrado dentro de un rótulo;
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I :L celebra ju bileos. Resultado de todo ello fue el hecho de presentar a Atón
bomo único rey celestial y a Akhenatón como su encarnación en la.tierra.
I¿ estrechísima relación, de hecho prácticamente la identidad, entre ambos
era expresada por los rayos que emanan del disco de Atón, en el extremo
de los cuales aparece una mano diminuta que sujeta el símbolo egipcio de
( la vida, el ankh, a la altura de la nariz del faraón y de los miembros de la
t 3 familia real (la reina y las princesas) cuando están presentes, y de nadie
g
-lt más.La imagen no antropomórfica de Atón permitía al dios ser presentado
al
rol simplemente como un disco suspendido directamente sobre la cabeza del fa-
{l !\ ¡31ón y bendiciéndolo, poniendo de relieve por un lado la posición del sobe-
rano y por otro colocándolo en el centro de todas las escenas: el faraón y la
familia real sustituían así de hecho a las tríadas convencionales de la fami-
lia divina. La fusión del soberano y la divinidad había llegado a su punto
I
culminante (Redford, 1984). Es posible que debamos interpretar las repre-
I
sentaciones curiosamente andróginas del faraón en el contexto de esta nueva
I y poderosa identificación del monarca; que, lejos de reflejar Ia verdadera
apariencia de Akhenatón (¿padecía quízá del síndrome de Fróhlich?, véase
Aldred, 1968), su intención era representarlo como un ser sin sexo, que po-
día ser considerado a la vez <<padre y madre» del estado egipcio (Yoyotte, en
Bottéro et al., 1966 [08], p. 250).
Esta reinterpretación teológica trajo consigo la exclusión de otras dei-
dades: la única divinidad potente era el dios del faraón, de modo que los
FIcuna 19. Akhenatón y su familia (dibujo de D. Saxon, según Aldred, 1973). recursos de los templos dedicados a los dioses tradicionales fueron reencau-
zados para sufragar el culto de Atón, y los nombres. de las demás divinida-
des, y en particular el de Amón, fueron suprimidos, no sólo físicamente, sino
como Egipto, caractenzado por la abundancia y la variedad de sus divinida- también de los nombres propios de las personas (al menos de los de los
des, y que incluso aceptaba de buen grado dioses procedentes de allende sus miembros de la familia real); el faraón se rebautizó formalmente y adoptó el
fronteras? ¿Y qué repercusiones trajo consigo esta innovación teológica? To- nombre de Akhenatón, los de todas sus hijas llevan como elemento teofóri-
das estas cuestiones están relacionadas entre sí y son muy difíciles de res- co «Atón», y Tutankhamón, probablemente hermano de Akhenatón, empezó
ponder. Cabe postular, como han hecho algunos (por ejemplo, Aldred, 1968), siendo Tutankhatón. Resulta difícil determinar hasta dónde caló esta reorien-
que el culto de Atón fue la culminación de un proceso que llevaba ya algún tación de la vida religiosa a un nivel social más amplio. Existen unos pocos
tiempo verificándose desde comienzos de la dinastía XVI[. El dios del Sol, testimonios que indican que muchas personas de rango menos elevado rehu-
Ra, había asumido de hecho muchos rasgos de otras divinidades, de suerte saron adoptar el nuevo culto; pero en cualquier caso debió de repercutir sobre
que se había producido una especie de monoteísmo sincrético, en el que los ellas el cambio de funcionamiento, cuando no el cierre efectivo, de centros
demás dioses eran considerados encarnaciones de Ra (por ejemplo, Amón-Ra, de culto tan importantes como el gran templo de Amón en Tebas. Induda-
Ra-Harakhty). En muchos aspectos Ra se hallaba estrechamente vinculado blemente es a esta situación a la que se refiere Tutankhamón en su «estela de
con el faraón y la monarquía. Así, el protagonismo concedido a Ra constituía la restauración» cuando dice:
en realidad un modo de subrayarla naturaleza omnipotente y divina del fa-
raón. La forma física del sol, el disco solar (Atón), surgió dentro de este pro- Si uno elevaba sus preces a un dios pidiéndole algo, no acudía. Si uno di-
ceso como un aspecto distinto y cada vez más importante de Amón-Ra, que rigía sus súplicas a una diosa, tampoco acudía. Sus corazones se habían
venía a poner de relieve su relación con el soberano: por ejemplo, al faraón debilitado porque lo que se había hecho había sido destruido (Bennett, 1939,
líneas 9-10).
se le llama <<el disco en el horizonte»; el palacio se denomina <<la mansión
del disco». Esta evolución llegó a su punto culminante con Akhenatón: du-
rante su reinado la forma de Atón fue definida de manera abstracta como un

il
234 LAS GRANDES POTENCIAS x
\ ru Ecrmo TMPERTAL 235
Resulta muy difícil determinar qué efecto tuvieron en detalle todos es_ r
tos cambios religiosos y cultuales. Particularmente ardua es la cuestión de . Aunque últimamente se ha demostrado que sus dogmas no eran tan
verificar hasta qué punto se vio afectado el personal de los templos tradi- t
como se creía en otro tiempo, ilustra con suma brillantez hasta qué
cionales. Podemos imaginar que simplemente pasó a administrar el culto t durante este período se hallaba el culto al Sol impregnado del concep-
de Atón en nombre del faraón, en vista de cómo funcionaba en Egipto et de universalidad, aparte de que nos ofrece un eco de lo que fue el revolu-
culto de Atón. Fue copiado en la tumba de Ay en el-Amarna y su
I

<<clero>> (Kemp, 1989 [OGa], pp. 184-197 y 229-230; véase infra, p.22\.
Desde luego no existe ningún indicio claro de que el clero de Amón (o el
t
i
se atribuye al propio Akhenatón:
de cualquier otro dios) se opusiera activamente a los cambios introduci-
dos por Akhenatón, ni de que fuera responsable de su posterior damnatio La tierra resplandece cuando amaneces en el país de la luz,
cuando brillas como el Atón de la mañana;
memoriae.
cuando disipas las tinieblas,
¿Por qué y de qué forma se vinieron abajo las reformas religiosas, como cuando extiendes tus rayos,
efectivamente ocurrió? Teniendo en cuenta la supremacía y el control abso- los Dos Países están de fiesta.
luto que tenía el faraón, resulta difícil entender por qué fue así. Además no Despiertos se yerguen sobre sus pies,
se produjo ninguna reacción hostil inmediata a los parientes de Akhenatón ni tú los has levantado;
a sus colaboradores: Tutankhamón debía de ser hermano suyo y desde luego una vez lavados y vestidos sus cuerpos,
estaba casado con una de sus hdas, y, sin embargo, le sucedió en el trono; sus brazos adoran tu aparición.
Ay, el siguiente faraón, probablemente fuera el padre de Nefertiti y con toda Todas las tierras se ponen a trabajar,
seguridad contrajo matrimonio con una de las hijas de Akhenatón; Horem- todos los animales pacen sus hierbas;
heb, el último representante de la dinastía, había gozado de una posición muy los iárboles y las plantas retoñan,
los pájaros vuelan de sus nidos,
elevada en la corte de Tutankhamón y se casó con una hija de Ay que, por
sus alas saludan a tu kn (fuerza vital).
consiguiente, habría sido hermana de Nefertiti. Así pues, da la impresión de Los rebaños triscan,
que los miembros de la familia de Akhenatón siguieron estando en la cima y toda criatura que vuela o anda sobre la tierra
del poder, aunque hicieran gala de un distanciamiento cada vez mayor y en vive cuando amaneces.
último término definitivo de los cambios religiosos introducidos por é1. Esta Los barcos navegan rumbo al norte y también rumbo al sur,
circunstancia hace que resulte tanto más difícil entender qué consideraciones los caminos se abren cuando te levantas;
dictaron el inmediato rechazo del culto de Atón. Tal vez merezca la pena los peces en el río brincan ante tu presencia,
tener en cuenta una posibilidad, de momento sólo hipotética. Durante los die- tus rayos están en medio del mar.
cisiete años del reinado de Akhenatón se produjeron una enorme cantidad de
Aquel que hace germinar la semilla en las mujeres,
muertes en su familia: sus esposas y cuatro de sus seis hijas fallecieron;
aquel que crea a los humanos a partir del esperma;
Smenkhare, corregente y probablemente hermano suyo, y Tutankhamón mu-
el que alimenta al hijo en el seno de su madre,
rieron a una edad muy temprana. Los testimonios hititas demuestran que por el que lo tranquilizapara calmar su llanto.
esta época hubo una peste que asoló Levante (véase infra, p.289) y que díez- Nodriza en el seno,
mó también ala familia real de Hatti y en general ala población hitita. Así dador del aliento
pues, es concebible que la misma peste fuera la responsable de las numero- con que alimenta a todas sus criaturas.
sas muertes que se produjeron en la corte egipcia (Helck, 1971, pp. 187-188; Cuando salen del seno materno para alentar,
Redford, 1984, pp. 186-187). De ser así, es posible que el culto de Atón fue- el día de su nacimiento,
ra abandonado a raíz de estos acontecimientos. Quizá se estableciera una abres su boca de par en par,
relación entre los horrores de la peste y el abandono del panteón y los mo- satisfaces sus necesidades.
Cuando el pollo dentro del huevo habla en el cascarón,
dos de culto tradicionales de Egipto, de suerte que los soberanos de época
le insuflas el aliento con el que sustentarse;
posterior interpretaran las muertes de la familia real a consecuencia de la pes-
cuando lo tienes acabado
te como un castigo divino por la desatención de que habían sido objeto los para que salga del huevo,
antiguos dioses. sale del huevo
No podemos concluir el análisis del peíodo de el-Amarna, por breve que para anunciar su perfección
sea, sin citar un breve fragmento del magnífico himno a Atón, uno de los y caminando sobre sus patitas sale de é1.
ejemplos más hermosos de himnos al sol del antiguo Egipto que se han con-
236 LAS GRANDES POTENCIAS
\r- ecrrro IMPERTAL 237

¡Cuántas son tus obras,


aunque estén ocultas a la vista, dinásticos se reanudaron en los años inmediatamente posteriores a la
único aparre del cual no exisre ninguno! de Ramsés III, y sólo dos faraones al final de la dinastía reinaron du-
:h_ 91":
Tú hiciste la tierra como quisiste, tú solo, un número de años razonablemente largo (Ramsés IX y Ramsés XI, que
a todos los hombres, rebaños y ganados; el trono 19 y 29 años respectivamente). Para entonces se habían
todas las criaturas que sobre ra tierra caminan en Egipto numerosos problemas, cuya naturaleza no siempre resul-
sobre patas,
to{as las que en lo alto vuelan con alas, .fácil de determinar; pero es evidente que durante el reinado del último
los países de Khor (Siria) y Kush, (XI: 1098-1069) el país se hallaba efectivamente dividido en dos ám-
la tierra de Egipto. el del norte y el del sur, administrados desde dos capitales distintas
Pones a cada hombre en su sitio, y Tanis) (véase el cuadro 17). Esta situación, caractenzada por los in-
satisfaces sus necesidades;
esporádicos de unificación y una fragmentación cada vez mayor, se
todo el mundo tiene qué comer,
durante casi cuatrocientos años después del fin de la dinastía XX.
su edad está contada.
Sus lenguas difieren cuando hablan,
larga época de divisiones políticas que sucedió al Imperio Nuevo consti-
al igual que sus caracteres; tuye el Tercer Período Intermedio (volumen 2, capítulo 12, apartado 1).
sus pieles son distintas,
pues has hecho diferente a cadapueblo.
Guerra Y Paz
(Davies, 1903-1908 yI, pp. 29-31; ANET, pp.369_371;
Simpson,
1972 [01), pp.289-295; Lichtheim, 1973-I6sb
¡Ol¡, il, ;p 96_98.) Ramsés I, cuyo reinado duró apenas un año (1306-130511295-t294), firc
el fundador de Ia dinastía XIX. Había sido visir de Horemheb, quien, al pare-
cer, no tuvo hijos. Así pues, Horemheb nombró deliberadamente sucesor suyo
4. Út-rutre EASE DEL Itrrp¡nro Nupvo: DTNASTÍAS XIX v XX el fin de mantener la estabilidad del país, que tan amenazado
(1306 Í129s)_t069) a Ramsés con
se había visto últimamente (véase el capítulo 4, apartado 3). Horemheb dio
este paso, al decir de algunos, precisamente porque Ramsés I tenía un hijo y,
I
Se conserva gran cantidad de material epigráfico y
de restos arquitectóni- por lo tanto, estaba en condiciones de fundar una dinastía (Kitchen, 1982). Es-
cos de Ia última fase del Imperio Nuevo. narñses
II, ál soberano qüe durante tas circunstancias especiales quizá expliquen el enorme hincapié que hicieron
más tiempo octrpó_ gt_ y también el mejor conocido de eite período los monarcas de la dinastía XIX en la continuidad de la línea de los faraones
I

-qono
(1290-t224 uz79-t2r3n, construyó nu-"rorór
.¿intiá,
Nubia o-amplió sustancialmente otros ya existentes. pero ;";á;Egipro
y egipcios desde el propio Menes y en la vigorosa defensa del territorio y del
toáos los gÁdes fa- ordenamiento sociopolítico egipcio que hicieron todos ellos. Una expresión
raones de- esta épo:l:*íl_!,-*
rypl"rértudos, Sety I (t3OS_ t2gy t:2g4_ rZ7 g),
Merneptah (1224-1204?fi213-1204¡,_y
de dicha actitud es la lista de faraones considerados legítimos, hermosamente
Ru*ses uí(t ie¿_t 152). sabemos que grabada en los muros de una de las joyas arquitectónicas del antiguo Egipto,
se produjeron algunos probremas polÍticos. La
dinastía XIX íegó a su frn e, él templo funerario de Sety I en Ábidos. La lista se remonta hasta Menes, el
medio de fuertes luchas por la suc-esión, debidas tal
vezen último término al primer faraón que reinó sobre un Egipto unido (véase el capítulo 3, aparta-
reinado extraordinariamente largo de Ramsés II y uig.u,
número de hijos que do l); quedan excluidos de ella muchos de los monarcas de los períodos
tuvo: sabemos de la existencia áe cincuenta y nu"u."t
así que no cuesra demasiado trabajo imaginíse ¡u, y ,"ir,iri"L n¡or, intermedios; y es omitido por completo todo el período que va de Akhenatón
er tipó de luchas por ra ob- a Ay, hasta el reinado de Horemheb. Sety I (1305-1290 Í1294-12791) presen-
tención de Ia corona que semejant; situa;ón pudo provocar. parece;
sin em_ ta a sus regios predecesores como antepasados suyos; él aparece representado
bargo, que el heredero inmediáto de Ramsér il rrrr".neptah,
accedió al trono adorándolos junto a su joven hijo, el futuro Ramsés II, que evidentemente ha-
con bastante tranquilidad. Se desconoce la naturaleza
exacta de la relación bía sido elegido ya príncipe heredero. Ramsés II colocó un duplicado de esta
existente entre Setnakht, el supuesto fundador
de la dinastía XX, y los farao- lista en su templo de Abidos. Esta atracción de los faraones de la dinastía XIX
nes de la XIX' Su hrjo, Ramsés III, lo presentaba
como si hubiera restableci- por Abidos (también Merneptah realizó allí algunas obras) quizá se relacione
do el orden después del caos reinante (probablemente
se trate de una alusión con la imagen que estos soberanoq proyectaron de sí mismos como encarna-
a los desórdenes dinásticos desencaderudo, al final
de la dinastía XIX), aun- ción de los aspectos más antiguos y permanentes de la monarquía egipcia.
que.más bien parece que sea al propio Ramsés
III a quien deba atribuirse el Abidos era el lugar en el que habían sido enterrados los primeros faraones
mérito' Thnto él como sus ocho s,cesores adoptaron (véase el capítulo 3, apartado l). Estaba asimismo estrechamente relacionada
e[ nombre de <<Ramsés>>,
tal vez un nexo simbólico con el célebre y roii!.uo con Osirisu rey de los muertos y padre de Ftrorus, que había sido asesinado,
Ramsés II. Los desórde-
E
238 LAS GRANDES POTENCIAS .. EL EGIPTO IMPERIAL 239
\
y, según la leyenda, enterrado en Ábidos. Los soberanos de la
Cueono 17. Cronología: dinastías XIX, XX y XXI ,l
XIX construyeron en esta ciudad sus hermosos templos funerarios y
ese modo asociaron el culto a sus personas como reyes difuntos con el de
CAH Convencional mítico soberano de los muertos, que simbolizaba la victoria sobre los
Baja
Dinasría XIX que amenazaban constantemente a Egipto.
Ramsés I 1320-1318 1306-1305 1295_1294
Los faraones siguieron siendo enterrados como antes en el Valle de los
Sety I 304
13 18- I y los grandes templos funerarios cerca de Tebas (Gurna, Rameseum,
1305-1290 1294_1279
Ramsés II r304-1237 1290-t224 Habu) demuestran que la ciudad de Amón había recuperado plena-
1279_1213
Merneptah 1236-1223 1224-t204 (?) su anterior importancia. Los soberanos de las dinastías XIX y XX
t2t3_1204
Amenmés t222-1217?
Sety II
1204-1200 1204_tzw hicieron generosas donaciones a Tebas, dotando al culto de Amón de impor-
t2t6-1210?
Siptah
1200-1r94 1200_l 194 fantes ProPiedades inmuebles y de rentas; eliminaron todos los restos del cul-
to de Atón y volvieron a grabar el nombre de Amón en los monumentos de
I 194-1 188 I 194-l 188
Thwosret t209-1200
l 188-l 187
(esposa de Sety II I 188-l 187 los que había sido borrado. Se erigieron en la ciudad monumentos conme-
y madre de Siptah) morativos de las campañas triunfales de los faraones y se dedicaron ricos
bodnes de guerra. La mayor parte de los materiales conservados en el po-
: Dinastía XX
S¡¿r: sumos sacerdotes blado de los obreros de Deir el-Medina, en la margen izquierda del río, al
Setnakht 1186-1184 oeste de Tebas, datan de la dinastía XX, hecho que demuestra lo animada
¡ Ramsés III tt84-1152 que volvía a ser una vez más la vida en Tebas y sus alrededores. La refun-
¡I Ramsés-nakht (hijo de Merybasr)
Ramsés IV ttsz-t146 dación en la parte oriental del delta de Avaris, la antigua sede real, como
Ramsés V tt46-1142 nueva capital de la dinastía, con el nombre de Per-Ramsés («Casa de Ram-
Ramsés VI t142-1134
i sés») (Uphill, 1968/1969 y 1984; Bietak, 1975 y 1981/1986), supuso un nue-
j Ramsés VII tt34-1133
Ramsés VIII
! vo punto de partida. La familia real probablemente era originaria de esta
tt33-1126
Ramsés IX zona. Curiosamente, el dios Seth (divinidad fronteriza que, a medida que el
I
tt26-1107 Nesamón
Ramsés X I 107-1098 imperio fue desarrollándose, llegó a identificarse con diversas deidades ca-
l Ramsés XI 1098-1069 naneas) (Beckerath, 1984), asociado tradicionalmente con esta región, consti-
Amenhotep
tuye el elemento teofórico del nombre de algunos faraones de esta época. La
1080 comienzo de la «fase
Herihor 1080-1074 relación de la real familia con la zona oriental del delta quizá explique tam-
de renacimiento>> (whm mswt) bién por qué Ramsés II conmemoró el cuarto centenario de la era del templo
de Seth en Avaris (véase el capítulo 3, apartado 5). Se han conservado algu-
Bajo Egipto nos himnos escritos en alabanza de Per-Ramsés y de sus hermosos edificios
Smendes r080-1069 Piankh 1074-1070 (Erman, 192711968 [0I], pp. 206-207 y 270-271; Caminos,1954, pp.73-82
Dinastía XXI
y 153-1,55; ANET, 470). Describen la ciudad diciendo que se hallaba situada
Smendes
en <<el fiel de la balanza» entre Egipto y sus territorios imperiales del norte.
1069-1043 Pinudjem I 1070-1055
Pinudjem Semejante expresión demuestra hasta qué punto la zona de Canaán había
t054-1032
Amenemnisu 1043-1039?
sido incorporada a Egipto.
Masaharta 1054-t046
Psusennes I 1040-993 Todos los grandes faraones de esta época actuaron decididamente para
Menkheperre 1045-992
Amenemope 993-984 proteger las fronteras del país, en especial contra los pueblos nómadas y des-
Smendes 992-990
Osorkon 984-978 provistos de tierras de Libia y Levante, algunos de los cuales fueron alistados
Siamón 978-9s9 en el ejército (véase, en el segundo volumen, el capítulo 8, apartado l). Sety I
Pinudjem 11990-969
Psusennes II 959-945 Psusennes 969-945 y Ramsés II intentaron además ampliar las fronteras de Egipto hasta Siria; la
batalla de Kadesh contra los hititas, que tuvo lugar en el quinto año del reina-
do de Ramsés II, es la mejor documentada de esas gueras. Pese al lenguaje
triunfalista utilizado en la descripción de la batalla, no podemos considerarla
una victoria egipcia. Pero tampoco supuso ningún desastre: en último término
las fronteras entre los ámbitos hitita y egipcio no cambiaron sustancialmente.

,i
240 LAS GRANDES POTENCIAS EL ECIPTO IMPERIAL 241
\
En esta época tanto Egipto como Hatti tuvieron que hacer frente a serias difi- oue luchan en cafTo como las tropas de Ramsés II y sus destacamentos de
cultades: Hattusili III perdió el territorio de Mitanni en beneficio de la pobncia JÁr, de modo que toda aquella población del país de Hatti se confundía sin
con
re-
ta de Egipto. Comían y bebían juntos, estaban unidos como hermanos,
que empezaba a emerger por aquel entonces, Asiria (véanse los capítulos 5,
chazarse unos a otros, pues la paz y la concordia reinaban entre ellos a la
apartado 4, y 7 , apartado b), mientras que los ataques de los libios contra las
fronteras occidentales de Egipto constituyeron una pesadilla habitual para manera del ProPio dios, Ramsés II.
(Los demás soberanos extranjeros se maravillaban del extraordinario
los faraones desde los tiempos de Sety I (Kitchen, 191311986). Durante el rei-
poderío de EgiPto; Y continúa:)
nado de Ramsés II se estableció una gran cadena de fortalezas, que se extgn- ' Aho.u, hácé ya [muchos días que] llegaron a (la ciudad) de Ramsés Meri-
día desde la parte occidental del delta hasta el-Alamein, 1o cual demuesfta Amón ... y que hemos celebrado los grandes portentos de valor y victoria
del
que la situación era lo bastante grave para exigir el establecimiento de una tercer mes de la segunda estación (enero). Entonces hicieron pasar a la
año 34,
vigilancia constante. Es posible que los nuevos problemas que agobiaban a hija del Gran Príncipe de Hatti, que había venido hasta Egipto, a presengi19"
Sü Uu¡"rrud, acompañada de un gran tributo, ilimitado ... Entonces [Su]
los dos imperios vecinos los impulsaran a firmar un tratado de paz en 1269 Ma-
(1258) (véase infra, p. 2a7). La correspondencia intercambiada entre ambas jestad uio qu. era hermosa de rostro lcomo] una diosa. Así pues, [era] un a!9n-
cortes a partir de ese momento es sumamente cordial: se conservan cartas de iecimipnto grandioso, enigmático, maravilloso y afortunado. Era algo inaudito,
los dos soberanos y sus esposas, así como de la madre de Ramsés II y de uno que nadie t uUfu oído contar de boca en boca, y del que no había noticia en los
de sus hijos (CTH, 155-170). La amistad entre los dos estados, que durante escritos de los antepasados ... Así pues, resultó hermosa en el corazón de Su
Majestad, que la amó más que a nada, como si se tratara de una buena ventu-
tanto tiempo se habían llevado mal, quedó sellada definitivamente en 1256
,u iaru él sobrevenida por [orden] de su padre, Ptah-tenen- Entonces Su Ma-
(1245) con la boda de la hija de Hattusili III con el faraón de Egipto. La ideo- jestad hizo que ,u nombr" existiera: Maat-nefru-Re, esposa del Faraón, hija del
logía monárquica egipcia exigía que el hecho fuera expresado como un re- bran Príncipe de Hatti e hija de la Gran Princesa de Hatti " '
pentino deseo de rendición por parte de los hititas, que Ramsés II tuvo a bien Y así fue como, si un hombre o una mujer se dirigía por algún asunto a
satisfacer sin tardanza.El texto comienza con una descripción de las victorias Djahy, podían entrar en el país de Hatti sin temor en sus corazones, debido
u iu g.una"za de las victorias de Su [Ma[iestad (ARE,IIL §§ 415-424;
del faraón, que entristecieron tanto al rey de los hititas que no vio más salida Kuentz,
que ofrecer a Ramsés II la mano de su hUa y un gran tributo como regalo en ASAE,25 (1925), pp. l8l-238; ANET, pp.256-258).
muestra de su subordinación:
EI acontecimiento político fue conmemorado en varias estelas descubier-
[Entonces] llegó uno a informar a Su Majestad diciendo: <<¡Mirad, hasta el ¡3s en Nubia (Abu Simbel y Amarah) y en el Alto Egipto (Karnak, Elefanti-
Gran Príncipe de Hatti! Traen a su hija mayor con un abundante botín de todo na), lo cual demuestra la gran importancia que tuvo. La paz y la concordia
tipo de cosas. Cubren [el valle con?] su [muchedumbre?], la hija del Príncipe entre los dos países eran una realidad: cuando los hititas fueron víctimas de
de Hatti y la [hija de?] la gran princesa de Hatti entre ellos. Han atravesado la carestía durante el reinado de Merneptah, éste los ayudó enviando una re-
altas montañas y estrechos desfiladeros. Han llegado hasta la frontera de Su mesa de grano. Las guerras en las que se vieron envueltos posteriormente los
Majestad. Que nuestro [ejército?] y sus oficiales [salgan] a recibirlos>>. Enton-
faraonesie Egipto (Merneptah y Ramsés III) fueron dirigidas casi exclusi-
ces Su Majestad sintió [gran] contento y el palacio se llenó de regocijo, cuan-
vamente ront a los libios de la frontera, los piratas y los pueblos nómadas
do se enteró de estos misteriosos sucesos, completamente desconocidos en
(véase, en el segundo volumen, el capítulo 8, apartado 1); no volvió a desen-
Egipto. Por eso despachó a su ejército y a sus oficiales a toda prisa, para que
salieran a recibirlos. cadenarse ninguna contra los hititas.
Entonces Su Majestad deliberó con su corazón diciendo: «¿Qué será de los
hombres a los que envié en misión a Djahy (Siria) en los días de lluvia y nieve
que trae consigo el invierno?». Entonces ofreció una gran oblación a su padre, Decadencia del Imperio Nuevo
Seth, suplicándole a [este?] respecto con las siguientes palabras: «El cielo está
en tus manos y la tierra bajo tus plantas. Sucede lo que tú ordenas que suceda. Los estados situados más al este, como Asiria y Babilonia (véase el ca-
Ten a bien [retrasar] la lluvia, el frío viento y la nieve, hasta que las maravillas pítulo 7, aparfados 2 y 4), tuvieron también constantemente problemas con
que me has concedido lleguen hasta mí». g*pos similares aproximadamente por la misma época; a mediados del si-
Entonces su padre Seth escuchó todo lo que le decía. Así pues, los cielos
glo-xr, tanto ellos óomo Egipto habían perdido una parte considerable de su
se apaciguaron y los días estivales cayeron sobre [él], mientras que su ejército
avanzaba, feliz, con el cuerpo de los soldados moviéndose libremente y su
ienitorio y su poderío político se había debilitado. Pero la primera de las cua-
corazón lleno de alegría. Así la hija del Gran Príncipe de Hatti entró en Egip- tro grandés pótencias que tuvo dificultades fue Hatti. Además este país no
to, mientras la infantería, los carros y los oficiales de Su Majestad la acompa- sóto se vio áfectado temporalmente por la situación, como los demás: entre
ñaban, mezclados con la infantería y los carros de Hatti, pues eran guerreros c. 1200 y 1150 (para la inseguridad de la cronología, véase el capítulo 5,

rl
242 LAS GRANDES POTENCIAS t,- IMPERIAL 243
"orrro
apartado 4) el estado hitita desapareció por completo. Las consecuencias nunca reemplazó por com-
faraónreinante, que la era de renacimiento
esta circunstancia sobre el equilibrio de poderes y sobre las relaciones que, cuando Herihor murió en 1074, el sistema
A SUS años de reinado Y
comunicaciones comerciales son difíciles de calibrar,
da,,ación instaurado Por
él fue abolido Y volvieron a utilizarse exclusiva-
del desastre probablemente fueran perjudiciales para
los años de reinado del faraón. Así Pues, Ramsés XI no se vio Privado
los hititas, como por ejemplo Egipto (Liverani, 1987). Con toda seguridad de su condición oficial de soberano Só1o cuando murió,
en realidad
después del reinado de Ramsés VI (1142-1134) Egipto perdió el control so- te al trono (dinas-
sln hijos vivos, Smendes accedió formalmen
bre sus territorios de Canaán. Una serie de crisis dinásticas, las dificultades
a la hora de mantener Ia seguridad en las fronteras occidentales, las escase-
ces, la fluctuación de los precios del grano y las guerras civiles exacerbaron
la situación e impidieron hacer frente a unos problemas que, en sí mismos,
no tendrían por qué haber sido desastrosos. Aproximadamente en el decimo-
noveno año del reinado de Ramsés XI (1080), el poder efectivo sobre el Alto
y Medio Egipto se hallaba en manos de un tal Herihor, en cuya persona se
combinaban por primera vez los poderes militares y el cargo
simo desde el punto de vista económico- de sumo sacerdote de -importantí-
Amón. Se-
mejante circunstancia presupone una crisis política de primera magnitud,
probablemente relacionada con una guerra civil en la que se vio implicado el
anterior sumo sacerdote de Amón (Amenhotep). Sea cual fuere exactamente
el trasfondo de la situación, Herihor proclamó una nueva <<era de renaci-
miento» que venía a poner fin a la confusión anterior y marcaba la restaura-
ción de la paz. Normalmente sólo los faraones proclamaban ese tipo de eras,
pero en este caso parece que el soberano se hallaba tan desamparado que no
tuvo más remedio que aceptar esta usurpación de su autoridad: a partir de ese
momento numerosos textos utilizan una doble cronología, datando los acon-
tecimientos por los años del reinado de Ramsés XI y por la nueva era de rena-
cimiento. El poder de Herihor se extendía por el norte hasta Heracleópolis, a
la entrada de El Fayum. La seguridad militar de Egipto, desde esta zona has-
ta Asuán en el sur, estaba en sus manos, y utilizó su cargo de sacerdote de
Amón para reforzar la base de su poder. Probablemente Egipto perdiera Nu-
bia por aquel entonces, aunque los detalles no están claros. Al mismo tiempo,
el Bajo Egipto era administrado por Smendes (Nesbenebded), el visir de Ram-
sés XI, que quizá estuviera emparentado con Herihor e incluso hubiera con-
traído matrimonio con una hija del faraón (Kitchen, 197311986). El «Informe
de Wenamón» (Erman, 192711966 [0I], pp. 174-185; Gardiner, 1937, pp. 61-
76; ANET, pp. 25-29; Simpson, 1973 [0I], pp. 142-155; Lichtheim 1973- 1980
[0I], III, pp.224-230; véase supra, p. 217) se sitúa en esta época: Wenamón
era un emisario de Herihor que realizó una expedición a Biblos con el encar-
go de comprar madera. Data su viaje en la era del renacimiento y cuenta
que navegó Nilo abajo y solicitó formalmente la ayuda de Smendes y su es-
5. El ssrRPo DEL IMPERIo NuEvo
posa, Tentamón, en Tánis. Estos examinaron sus cartas de recomendación y le el Imperio
El marco general del estado y la sociedad de Egipto durante
proveyeron de un barco y víveres suficientes para llevar a cabo su misión. Nuevo parece qur f"r*aneció iialterable en muchos de sus rasgos esencia-
Más tarde, cuando se encontró en dificultades financieras, se las arregló para su agresiva ex-
les. Pero la adquisición de un imperio Pol parte de Egipto,
la
mandar un mensaje a Smendes, que le suministró los fondos para realizar los pansión tenitoiiai y lu ..gu"rra dá überación>> tebana, que determinaron
pagos necesarios. El papel desempeñado por Ramsés XI en todo este episodio profundas transformaciones
fundación del Impériá Ni"uo, trajeron consigo
no está nada claro. Pero tengamos en cuenta que siguió siendo reconocido novedades
políticas, socioecánómicas y culturales. Por eJemplo, una de esas

I
I
rl
245
244 LAS GRANDES POTENCIAS e\ sclpro IMPERIAL

fue el aumento de las dimensiones y la opulencia de la hacienda real


al poder y a las riquezas cada vez mayores que llegó a poseer el faraón
la creación del imperio. En esta época empezó a hacerse habitual llamar
soberano simplemente la <(gran casa>> Qter'ao), término del que
nuestro <<faraón».

El faraón y la monarquía

El aspecto más destacado de la monarquía egipcia durante el Imperio


Nuevo es el del faraón concebido como guerrero que sobresale por su domi-
nio de las armas bélicas más importantes, en partióular el c¿uro iigero de dos
ruedas, tirado por caballos, innovación introducida en Egipto durante el Im-
perio Nuevo (véase la figura 20). Evidentemente este hecho se relaciona con
el talante militarista propio de la época. La detallada descripción que el jo
ven Amenofis II hace de sus grandes proezas en este campo (y en muchos
otros) nos lo recuerda perfectamente; fue su pericia en el manejo de los ca-
ballos lo que demostró a su padre que era el más capacitado de sus hijos para
sucederlo en el trono, como nos cuenta en su «estela de la esfinge»:

Así pues, Su Majestad apareció entonces como rey, como un hermoso


joven bien desarrollado, sobre cuyos muslos llevaba cumplidos dieciocho años
con fortaleza.Era experto en todas las obras de Mont (dios de la guerra); ns
tenía igual en el campo de batalla. Era experto en los caballos; no había otro
como él en este ejército tan numeroso. Ningún soldado podía tender su arco; F¡cunn 20. Faraón egipcio en calro (Ramsés II' templo de Luxor'
nadie eracapaz de acercársele en la carrera. dibujo de D. Saxon)'
Fuerte de brazos, infatigable cuando cogía el remo, bogaba en la popa de
pues bien, siendo aún mozo, amaba a sus caballos y se regocijaba-con
su nave-halcón como primer remero al frente de doscientos hombres. Cuando
descansaban después de llevar remando media milla, todos se sentían débiles, su carácter' hábil a la hora
con el cuerpo flojo y sin aliento, mientras que Su Majestad conservaba la fuer- ellos. Era valiente,t"uu.¡*¿. con ellos, aprendiendo
lu índol" de cada uno. Cuando esto llegó en palacio a
za sobre su remo de veinte codos (c. l0 m) de largo. No detenía ni fondeaba de domarlos, de conocá
el Toro Fuerte, Nacido en Tebas, el corazón de su
oídos de su padre, de su hijo pri-
su nave-halcón hasta que no había hecho tres millas remando inintemrmpida- "iHo-r,
Majestad se sintió feliz de'oírlo. Contento de 1o que se decía
mente sin abandonar el puesto. Los rostros se iluminaban al verlo. Tendía tres- áe todo el país al que nadie
cientos arcos durísimos, midiendo la destreza de los hombres que los habían mogénito, dijo en * lorurón: <<Será un soberano la fuerza, pese
por sobresalir y se regocrja con
fabricado, para poder diferenciar a los menos hábiles de los hábiles. Llegó se atreverá a atacar. Está ansioso todavía no
de sabiduría' Aunque
asimismo a hacer las siguientes obras que se someten a tu atención. Al entrar a ser todavía un mozo encantadbr, carente del cuerpo y ama la
de Mont, desconoce-9
en su jardín del norte encontró levantadas para él cuatro dianas de cobre asiá- tiene edad pu.u t u""ilas obras ::d-en protector de Egip-
tico, de un palmo de espesor, con una separación de veinte codos entre cada fuerza.Es el dios quien inspira sus actos, para convertirse
una. Entonces Su Majestad apareció montado en el carro como Mont en todo to, en soberano del País»'
<<Que le den los mejores ca-
su poder. Tendió su arco al tiempo que sujetaba cuatro dardos en la mano. su Majesta¿ ¿¡á;o. que estaban a su lado:
Menfis y le digan: "Encárgate de 91.19¡'
Salió al galope hacia el norte disparándolos, como Mont en su panoplia, y cada ballos del establo de Mi Majestad en
,"sist"n""' Entonces dijeron al hijo
flecha asomaba por la parte trasera de la diana mientras que él se lanzaba domínalos, hazlos ;;"; I Já*utot, si se te
unos caballos del establo del rey' Hizo lo que le
impertérrito hacia la siguiente. Fue una hazaña nunca realizada hasta entonces, del rey que se
"n*rgu*'¿e asirias incluidas en el panteón
de la que nunca se había tenido noticia: disparar una flecha contra una diana de habían dicho, y Rashaf y Astarté (divinidades
se regocijaron con él porque hacía
cobre y atravesarla hasta dar en el suelo {algo realizado) únicamente por el egipcio a raíz¿" r", levantinas)
"o.iuistas
Rey rico en gloria, al que Amón ha hecho fuerte, el Rey del Alto y el Bajo ló que su corazón ansiaba hacer'
él llevaba las riendas; no
Crió caballos sin igual. No se cansaban cuando
Egipto, Aakheprurer guerrero semejante a Mont.
iUr" g"fope' (Les) ponía el yugo con el arnés en Menfis y
sudaban cuando

EGIP'TO IMPERIAL 247
246 LAS GRANDES POTENCIAS
\L

ambos Pueblo s.6 El poderío militar del soberano se ponía además


se detenía en el lugar de descanso de Harmakhis (= 'Horus en el horizonte'). pública de prisioneros de
entretenía allí un rato haciéndoles dar una vuelta y observando la excelencia del
Se
relieve ante sus sú bditos mediante la ejecución
durante una ceremonla de culto que simbolizaba su victoria sobre los
lugar de descanso de los reyes Khufu (Queops) y Khafra (Quefrén), los justifi_
(Schulman, 1988)
cados. Su corazón deseaba que sus nombres vivieran. Pero lo guardaba pa¡¡
sí hasta que ocurriera lo que su padre, Ra, había dispuesto para él (Urt. tV. Thmbién la retórica real resaltaba esta postura triunfalista. Un famoso
pp. 1.276-1.283; ANET, pp.244-245; Lichtheim, 1973-1980 [0I], II, pp. 39-43; es la relación que ofrece Ramsés II de la batalla de Kadesh (12961
, celebrada en Prosa, en un poema épico, y en una serie de
Cumming, 1982-1984,1, n." 372).
relieves
en todo tipo de detalles. A nadie se le habría ocurrido dudar que el
Amenofis II inscribió este texto en una estela cuando ocupó el trono co- de Egipto había obtenido una magnífica victoria y que el ejército
locándola en un pequeño templo erigido por él mismo para el culto de la gra¡ enemigo de los hititas había sido aplastado.
La cruda realidad, que los docu-
y ugaríticos dejan bien clara, es que ninguno de los dos bandos
Esfinge de Giza.s Varios faraones del Imperio Nuevo utilizaron esta zona mentos hiti tas
como picadero en el que domaban sus caballos, se ejercitaban con el carro o obtuvo grandes ganancias territoriales. El lenguaje en el que está redactada
practicabanla caza en el desierto; había además un pequeño palacio, quizá un h introducción a la versión egipcia del tratado de paz concluido posterior-
mente con los hititas (1269/1258), grabada en las estelas
colocadas en Kar-
simple pabellón de caza (Kemp, 1989 [0Ga), p. 219). En una de esas expedi-
nak y en el Ramesseum, resulta muy revelador. La versión hitita demuestra
ciones de caza el hijo de Amenof,rs II y eventual sucesor suyo, Tutmosis (IV),
que fue un tratado firmado en pie de igualdad entre dos potencias quo reco-
cayó dormido a mediodía y se le apareció en sueños la Esfinge, en su nuevo
en su adversario a un igual (el único que quedaba en el Oriente Pró-
aspecto de Horus-en-el-horizonte anunciándole su futuro reinado. Más ta¡de nocían
ximo). La ideología monárquica egipcia, en cambio, modifica por completo
rclataría esta experiencia divina en una estela erigida entre las garras de la
las circunstancias, y así se presenta a Ramsés como si se dignara
graclosa-
Esfinge. Las campañas militares también daban a los faraones ocasión de
mente a aceptar las peticiones de paz de un inferior:
realizar grandes hazañas cinegéticas, pues las dos actividades estaban estre-
chamente relacionadas, por cuanto ambas venían a demostrar el poder que te-
(Fecha, nombres y títulos de Ramsés II)
nía el soberano de dominar las fuerzas amenazadoras y salvajes. Dos bellos
En este día, mientras Su Majestad estaba en la ciudad de Per-Ramsés,
escarabeos conmemorativos de Amenofis III (emitidos en el segundo y pro-
Meri Amón, haciendo las delicias de su padre, Amón-Ra, Harakhti, Atum,
bablemente en el décimo año de su reinado) aludían respectivamente a las señor de los dos países, el heliopolita, Amón de Ramsés Meri-Amón, Ptah de
capturas de vacas salvajes que había realizado el faraón y a los leones que Ramsés Meri-Amón, y [Seth], el Grande en Fuerza, el hijo de Nut, según van
había cazado. concediéndole una eternidad de jubileos y una infinidad de años de paz, mien-
La vieja imagen del faraón castigando a los enemigos de Egipto fue rea- tras todas las tierras y todos los países extranjeros se postran bajo sus sanda-
firmada enérgicamente en todos los contextos imaginables: Ia <<ventana de las lias para siempre; llegó el enviado real, el delegado de la unidad de calros,
apariciones>> (maru), sala del palacio por la que el soberano se asomaba y Anti-h[etep], él enviado real [...e1 enviado real ... el mensa]jero [del] país
contemplaba desde lo alto a sus oficiales postrados a sus pies antes de pro- [Kheta...-Tili]teshub, el seg[undo m]ensajero de Kheta, Ra[mosis], (y) [el
mensajlero de [Carch]emish, Piyassiti(?), con la tablilla de plata, [que] el gran
digarles sus regalos (Kemp, 1976 y 1989 [OGa], pp. 212-213), estaba rodea-
príncipe de Kheta, Hattusili, había traído al Faraón prosperidad,
da de escenas en las que el faraón aplastaba y conducía en cautividad a los -¡vida,
ialud para él!- con el fin de pedir lafpa)z [a Su Majestad, el rey del Alto y
enemigos tradicionales de Egipto. Inmediatamente debajo del alféizar de la el Bajo Egipto, User-maat-Rel, Setep-en-Re, hijo de Ra, Ramséls] Meri-
ventana aparecían representadas las cabezas de varios cautivos extranjeros. Amón, al qué den vida por siempre jamás, lo mismo que su padre Ra cada día
En la corte del palacio de el-Amarna, Petrie (1894) descubrió un pavimento (Kitchen, 1968-, II, pp. 225 y ss.; ARE, III, §§ 367-391; ANET, pp. 199-201;
pintado que recorría todo el palacio; la pintura representaba una cadena de TUAT, U2, pp. 143-153).
cautivos y arcos extranjeros que simbolizaban a los enemigos de Egipto en
general (Valbelle, 1990). Cada vez que el faraón caminaba por el principal Compárese con el sobrio proemio del texto acadio de la versión hitita:
sector del palacio tenía literalmente a sus enemigos a sus pies. La misma
iconografía aparece una y otra vez en todo tipo de construcciones y objetos [El tratado, que] Reamas[esa Mai-]Amana, el gran rey, el rey [del país de
regios, el más curioso de los cuales quizá sea el bastón encontrado en la tum- Egipto, acordó en unu tablilla de platal con Hattusili, [el gra]n [rey], rey- del
pifr A" Hatti, su hermano, para [el país de Egipto y el país de Hatti], con el fin
ba de Tutankhamón (Desroches-Noblecourt, 1963: lámina 82): el pomo esta-
á" .teut una [gran] pafz) y una gran lfrate]rnidad entre ellos para siem[pre]
ba tallado en forma de una cadena de «sirios» y nubios, unidos por los pies; (CTH,9l ANET, pp. 201 y ss.; IUAT,U2, pp. 136-143).
cuando el faraón asía el bastón aplastaba con sus manos a estos dos pueblos
vasallos, circunstancia que reforzaba la imagen de su supremacía absoluta

,l
248 LAS GRANDES POTENCIAS
tr uororo TMPERTAL 249
Junto a este tono belicoso y triunfalista, la naturaleza divina del
no era reafirmada una y otra vez, a través del culto de la parte inmortal de de la fatúa real, alcaides, y dignatarios del rey. A continuación se
ser, el ka real, para el cual se había construido un templo especial en la presentación oficial de las recompensas regias en forma de oro,
de suerte que participaba en la hesta anual de Opet (véase supra, p. 222). de la alabanzar> (grandes collares de oro), patos de oro, peces de oro y
todo Egipto se erigieron otros muchos templos del ka real. Al mlsmo de lino verde, siendo los personajes de rango superior los primeros en
el faraón estaba vinculado con el dios Amón-Ra, según demuestra su estos honores. Después se daba de comer a los distintos grupos de
personas que habían recibido las condecoraciones: al
cepción como «la oreja que escucha>> en el gran templo de Amón en Karnals parecer se trataba
De este modo podía ser invocado para que actuara como intermedi ano del simbólicamente la comida que el propio faraón había tomado
de comParttr
orante ante las grandes divinidades (Kemp, 1989 [0Ga], p. 202; Morkoq
(«Se les daba comida como parte del almuerzo del rey»). Fortalecidos con
1986). El culto del Sol, asociado con la imagen del imperio, es otro elemen- falúa real y llevarla remando por el lago re-
€§te refrigerio, debían subir a la
to que fue adquiriendo cada vez más importancia durante este período; es- conduciéndola por último a las gradas que daban acceso al
cién construido,
trechamente relacionado con él estaba el faraón, en su calidad de hijo divino real. Las últimas palabras de Kheruef subrayan el carácter antiguo y
üono
de Amón-Ra. alavez de la fiesta:
üuevo
Los jubileos (fiestas de sed, véase supra, p. 175) celebrados por Ame-
nofis III en los años trigésimo, trigesimocuarto y trigesimoséptimo de su Fue Su Majestad quien hizo esto según los escritos de antaño. [Sin embar-
reinado, ponen de manifiesto cómo eran reelaborados los ritos tradicionales, go] las generaciones pretéritas de los hombres desde los tiempos de nuestros
al tiempo que se les dotaba de un boato y una opulencia desconocidos hasta antepasados nunca celebraron unos ritos jubilares semejantes (Epigraphic Sur-
entonces (Aménophis III, 1993, pp. 31-33). Los detalles de la antigua fiesh vey, The Tomb of Kheruef, Chicago [1980], lám.28, p. 43).
de Sed sólo pueden reconstruirse parcialmente y todavía subsisten muchas
incertidumbres (ll, 5, pp. 782-789), aunque p¿uece segura su función como
recreación ritual de la coronación. Comenzaba con una serie de actos regios Las esposas reales
tradicionales como, por ejemplo, la inspección de los edificios y un recuen-
to del ganado, seguidos de una procesión en la que el faraón aparecía ves- A medida que la persona del faraón iba cubriéndose cada vez con más
tido por primera vez con el típico traje de Sed. Dentro de cierto edificio se símbolos de podery divinidad, parece que se produjo una evolución análo-
ejecutaba lejos de la vista det público una ceremonia, cuya finalidad era pro- 94 no demasiado bien entendida en la actualidad, en la posición de la reina.
bablemente contribuir al rejuvenecimiento del soberano. Una vez renovada Se hallaba estrechamente relacionada con las divinidades femeninas, particu-
ritualmente su fuerza, el monarca aparecía sentado en el quiosco especial del larmente con Hathor. Ostentaba diversas funciones «sacerdotales», entre ellas
jubileo para recibir el homenaje de sus súbditos. A continuación, el faraón a veces una muy importante, la de <(esposa del dios Amón>>, prestigiosa tan-
y su séquito visitaban a los distintos dioses en sus capillas y les invitaban a to desde el punto de vista ritual como económico (Troy, 1986). Durante el
unirse a ellos en una procesión. Tras cambiarse de atuendo, el soberano Únperio Nuevo la reina llegó a desempeñar también cierto papel en la fiesta
corría una c¿urera ritual, al término de la cual ofrecía una serie de presentes deSed, aunque desde luego no demasiado relevante(ü,5, p.785). La so-
a los dioses. Subía entonces en una silla de manos y, con la doble corona en berana podía funcionar también en ocasiones como vía de acceso a la perso-
su cabeza que simbolizaba su dominio sobre el Egipto unificado, era llevado na del faraón y, a través de éste, a los dioses (Morkot, 1986); parece que a
ceremonialmente en procesión, acompañado de diversos estandartes divinos. veces el culto del ka de la reina adquirió gran importancia; y lo más curioso
En el punto culminante de la ceremonia, el faraón se presentaba con un arco es que a finales de la dinastía XVIII se la representa a veces junto al faraón
disparando flechas hacia el norte, el sur, el oeste y el este, acto mediante el pisoteando a sus enemigos extranjeros. En este aspecto agresivo Ia reina pue-
cual manifestaba su orgullo de ser el dominador del mundo entero. de aparecer representada como esfinge femenina y asociarse a divinidades
Para las celebraciones de su gran jubileo el faraón Amenofis III constru- violentas, como la diosa-leona Sakhmet (Morkot, 1986).
yó un enorrne real (Malkata), provisto de un lago artificial para las ceremo- El faraón del Imperio Nuevo tenía siempre una esposa principal y un
nias acuáticas (elemento nuevo de la fiesta), un templo y diversos palacios. La número importante de esposas adicionales, aunque no está del todo claro
tumba del cortesano Kheruef contiene un resumen de algunos episodios de cómo funcionaba el escalafón de las consortes reales. Cuando disponemos de
estas espléndidas fiestas. En un momento determinado el soberano se mos- testimonios, podemos comprobar que las esposas principales eran egipcias.
traba de pie en las dobles puertas del palacio. Entonces los cortesanos y los En el caso de Tiye, la esposa principal de Amenofis III, sus parientes eran
oficiales se presentaban ante él en diversos grupos: oficiales, amigos del miembros destacados de la elite cortesana: su padre era caballenzo mayor del
faraón, chambelanes, <<hombres de la puerta», <<conocidos del soberano>>, faraón, teniente de los carros, poseía extensas fincas en el Alto Egipto y qui-
¿¿í estuviera emparentado con la madre del propio Amenofis III (Aldred, 1968.

ii
250 LAS GRANDES POTENCIAS Ap ecrero TMPERTAL 251

pp. 7l-72). Entre las esposas aparentemente en una inscripción de Nauri, en Nubia (Edgerton, 1947). En él Sety I
<<menores>> había pnncesas
las casas reales de los países vecinss a todos los funcionarios responsables ordenándoles que protejan la
(están atestiguadas definiti vamente
princesa hitita, tres de Mitanni y de cargas de las tierras donadas a su templo funerario de Ábidos,
dos babilonias) (Schulman,
1
a la corte egipcia acompañadas de séquitos construido; entre esos funcionarios destacan los que están relaciona-
enornes, con grandes regalos
ncas dotes, así c omo una comitiva inacabable
de doncellas y con la caballería real:
como demuestran las cartas de el-Amarna (véase
supra, p.218), el
nio de Ramsés II con la hija de Hattusili Decreto dirigido en la majestad de la corte real en este día (es decir, aíro 4,
III ( pp. 240-241), y uno de
escarabeos conmemorativos de Amenofis
III: 5.o mes, día 1) a(l) visir, (los) magistrados, (los) cortesanos, (los) consejos de
oídores, (el) viney de Kush, los comandantes, (los) superintendentes del oro,
Maravillas traídas a Su Majestad: Gilukhepa, (los) alcaldes de (las ciudades y los) revisores de campamentos/tribus del Alto
hija de S
Naharin (es decir, rey de Mitanni), con y Bajo Egipto, (los) aurigas, (los) jefes del establo, (los) portaestandartes, todos
la parte principal
puesto de trescientas diecisiete mujeres los agentes pertenecientes a la hacienda del rey, (y) todas las personas enviadas
(«Escarabeo del casamlento>>
pondienre al Año l0: Urk.Iy, pp. corres- en alguna misión a Kush (Edgerton, 1947, pp. 220-22L,Iíneas 29-30).
1.737-r.74t). i.

No está del todo claro cómo estaban organizad,as las diversas A los oficiales del ejército se les concedían tierras, además de ser honra-
reales y sus servidores. No obstante, esposas oro y de permitírseles quedarse con algunos prisioneros de guerra en
tenemos atestiguada la exisiencia dos con
algunos alojamientos específicos para de
calidad de esclavos (véase supra, p. 219). En determinadas zonas se encarga-
ellas. Uno se hallaba situado cerca
de la enrrada de Er Fayum (Medinlt el-Ghurabr, ban de la administración local y de la realización de expediciones destinadas
áon¿" residían iu"
reales de mayor rango junto con un "rporu, a la obtención de minerales o de carácter mercantil en nombre del faraón, or-
equipo oá'runcionarios, servidores
tejedores (Kemp, r97gt. A los miembios y garuzaban redes comerciales mediante la utilización de sus excedentes agrí-
de ra familia ,, i", urignaban
bienes inmuebles p:r j_o_do Egipto y
haciendu, qu. les producían sustancio_ colas, y ejercían como oficiales de reclutamiento de soldados y de mano de
sas rentas. Amenofis III mandó excavar
un g.an embalse, posibremente de obra en general. Tras la expulsión de los hicsos y las batallas contra Kush,
cara a las labores de regadío, parl
s:r esposa Íiy", en la ciudad natai de Egipto tuvo que pennanecer en constante estado de guerra para proteger sus
Djarukha, presumibleminte cón er fin ése nuevas fronteras, ahora mucho más grandes, y defenderlas de todo tipo de
de ir.."á"riar la renta producida por
sus terrenos en la zona (Blankenbgrg_yan
Delden, lg6g,n.o Eg;Ild;, 196g, ataques y nuevas invasiones. Esta situación desembocó en la creación de una
p.45; Morkot, t9g6; Aménophis IIi, lgg3, pi.'i1^_sl¡ administración militar permanente, encabezada por un <<gran general del ejér-
cito>>, cargo ocupado en ocasiones por el príncipe heredero (Helck, 1939).
Otra consecuencia fue la implantación y el mantenimiento de las guarniciones
El ejército establecidas en el extranjero y en el propio Egipto. Se inició un programa
continuado de reclutamiento e instrucción de soldados, destinado a crear una
Los nuevos contingentes de carros, que numerosa reserva militar experimentada, susceptible de ser movilizada con ra-
empezaron a ser utilizados en
Egipto a partir del segündo Período InterÁe¿io, pidez. El interés y la intervención directa del estado en todo esto quedan de-
flimaban la sección más va-
liosa y brillante del ejército- Los aurigas mostrados por el hecho de que los soldados eran <<armados ante el faraón>>,
puru.on-u constituir una nueva eli-
te. Algunas aurobiografías funerariasirdi.;; es decir, el estado les proveía de todo el equipo militar. El ejército contaba
especial ser criado en er <<establo del ;;Jr. .orrideraba un honor con una organización profesional y estaba dividido en unidades especiales de
rey», esto-'es, ,.rui. en el escuadrón de
c¿uros del faraón. El rango especiar
oe qué giiubí""tos aurigas infantería y de carros, además de disponer de un servicio especializado de in-
se ve refleja_
do en el hecho de que a veces era, empleaáos teligencia y de tropas de aprovisionamiento (Schulman, 1964). También la
como embajadores reales en
armada egipcia, esencial para el transporte de soldados y pertrechos en las ex-
Tit-i919-t diplomáticas. Los testimonio, dun a entender que duranre la dinas-
tía XvIII era sobre los militares y en particular pediciones de larga distancia al norte del país, se desarrolló durante el Impe-
sobre los miembros del cuer-
po de aurigas sobre quienes reiaíanirguro, rio Nuevo (Sáve-Sóderbergh, 1946). Cuando Tutmosis III proyectó cruzar el
ae t,os cargos cortesanos más
influyentes. Resulta¿o de todo elro r".íu-qr" Eufrates y atacar Mitanni, el ejército fue trasladado hasta Ia costa del norte de
entre p".rorur que
soberano había un número significativo "l del ejército derodeaba al
d'e oficiales Siria en barcos; la madera para la construcción de las naves era talada en
alto ran- Líbano, cargada en carretas, conducida hasta el Éufrates y almacenada en sus
99.gtuPundo cargos tradicionalmente propios de los funcionarios civiles
(Aldred' 1968)' Podemos hacernos una-idáa orillas; después el faraón y su ejército navegaron triunfalmente durante un tra-
de cuáles eran los principales
grupos de funcionarios egipcios der Imperio mo del río (Urk.IV pp. 889 y ss.; C{I1, II, capítulo 10).
Nreuo grucias a un decreto con-
j
I
I
rl
252 LAS GRANDES POTENCIAS
t- ,o,"ro IMPERIAL 253

Añas. Bebe agua cada tres días; y eso que es fétida y sabe a sal. Su cuerpo es
víctima de la enfermedad. El adversario llega, lo rodea con dardos y la vida se
aleja de é1. Le dicen: «¡Rápido, adelante, bravo soldado! ¡Gánate un buen nom-
bre!». No sabe lo que vale. Su cuerpo está débil, las piernas le fallan. Cuando
se obtiene la victoria, los cautivos son entregados a Su Majestad, para que los
lleven a Egipto. La mujer extranjera se desvanece durante la marcha; se cuel-
ga <deb cuello del soldado. Si se le cae el petate, otro lo agarra mientras él va
cargado con la mujer. Su esposa y sus hijos se quedan en la aldea; se muere
an6s de volver a ella. Si sale vivo, está harto de trabajar. Tanto si está en li-
bertad, como si está retenido, el soldado sufre. Si cambia de bando y se va con
los desertores, toda su familia es encarcelada. Muere a las puertas del desierto
y no queda nadie que perpetúe su nombre. Sufre en la vida y en la muerte. Lle-
van un gran saco para él; no sabe dónde podrá descansar por fin (Gardiner,
1937,pp.99-116; Caminos, 1954, pp.373-428; Lichtheim, 1973-1980 [0I], II,
pp. 168-175).

Administración central y economía

Junto a estos cambios sociopolíticos, fueron también muchas las institu-


'ciones importantes de épocas anteriores que pernanecieron inalterables. Así,
por ejemplo, el principal cargo administrativo del estado siguió siendo el de
visir, aunque ahora había dos, uno responsable del norte del país y otro en-
cargado del sur. Las responsabilidades globales del visir aparecen descritas
con todo detalle en la tumba de Rekhmire, visir de Tutmosis III, en Tebas
@avies, 1943). El nombramiento formal del visir por el faraón y las instruc-
ciones que recibía formaban parte probablemente de la larga tradición creada
en torno a este cargo (Kemp, en Trigger et al., 1983 [0D], pp. 84-85). Entre
las amplias áreas de poder que controlaba, el visir era responsable del orden
público, de la fijación y recaudación de los impuestos, del mantenimiento de
los archivos gubernamentales y de la búsqueda de información en ellos. Se
encargaba asimismo del nombramiento y la supervisión de los funcionarios a
sus órdenes, además de estudiar las reclamaciones de tierras y demás propie-
dades. Entre sus cometidos estaba el de inspeccionar y controlar debidamen-
Ven, <deja que> te cuente cuáles son las penalidades te los gobiernos locales. Una de sus obligaciones, por otra parte fundamental
del soldado y cuántos para la estabilidad del estado y el presupuesto de cada año, era recibir los in-
superiores tiene: el general, el comandante
deiropa, el oficial que dirige, ;ü;;_
taestandarte, el lugarteniente, el escriba, formes del tiempo, y en particular de las condiciones climáticas que podían
el capitán de cincuenta, y er jefe de
guarnición' Entran y salen por los salones repercutir sobre la producción agricola y la cosecha. Así pues, se enviaban
del palacio diciendo: <<¡Busca opera-
Lo despiertan a todai horas. van tras él como (quien regularmente al visir informes sobre los niveles de la inundación, es decir,
lot]r.
s"
va tras) una acémi_
k.. {anl hasta que Atón (er disco sorar) se pone t'u ár.r.idad de la noche.
sobre si se esperaban Nilos altos o bajos, eventualidad que se encargaba de
Tiene hambre, le duere la tripa; está muefo "n esté vivo. medir el nilómetro de Asuán (véase supra, pp. 145; 160). Las condiciones del
aunque cuando recibe
grano, una vez liberado de sus obtijaciones, río repercutían sobre los ingresos que previsiblemente podía percibir el esta-
ni siquiera
;:Hli"fi.de ", "upi do, como ilustra perfectamente la historia bíblica de José (Génesis 41). Por
Lo mandan a Siria- No puede descansar. No hay
vestidos ni sandalias. Las último, recibía también informes de las personas encargadas de observar las
I arnas de la guerra son almaienadas en la fortal
sile de partida de estrellas, importantes para la fijación del calendario (en general, véase James,
las expediciones hacia Levante). Tiene que "r^á"cuesta lpunto
marchar arriba por las mon-
tl 1984, pp. 5l-72).
I
I

¡l
II \
254 LAS GRANDES POTENCIAS Lr ror*o IMPERIAL 255

El grano proveniente de los impuestos cobrados en especie y de la


cha de las fincas del faraón era acumulado en los graneros reales, donde
estatales Y Piedad PoPular
almacenaba para su distribución entre el personal palaciego que cobraba
especie y la población que tenía derecho a ese tipo de remuneración, a
nudo en forma de pan (para las cuentas del palacio de Menfis, véase
1961-1970, IV pp. 633-641; Kemp, 1989 [0Ga], pp. 222-223). Una parte
grano se almacenaba asimismo en los numerosos palacios provinciales
cunstancia que nos indica cuáles eran los lugares en los que el monarca se
detenía en sus viajes por el Nilo (los <<amarraderos del faraón»)-, con el fin
de disponer de víveres para las reuniones oficiales. El tesoro real recibía toda
clase de rentas y recursos, y administraba y financiaba los proyectos faraó-
nicos destinados a apuntalar la preeminencia de los monarcas. Sus portento-
sas obras arquitectónicas constituyen los ejemplos más notables. En caso de
necesidad, la población estaba obligada a satisfacer otras exigencias destina-
das a suministrar recursos al faraón, a sus deudos y a cualquier miembro
de la familia real. Este tipo de demandas se realizaba normalmente a través de
los alcaldes (h3ty).
Este es, a grandes rasgos, el panorama de la economía estatal que se nos
ha conservado. Como ocurría en épocas anteriores, la imagen no está comple-
ta. Los materiales descubiertos en el poblado de obreros de Deir el-Medina
(véase supra, pp. 218-219) demuestran que la producción y la propiedad pri-
vadas, así como la compraventa de bienes (grano, casas, esclavos, aceite, san-
dalias, camas, vestidos o animales) constituían un elemento habitual de la
economía egipcia (véase, en general, Bierbrier, 1982). Los valores eran ex-
presados en forma de pesos (deben) de plata o cobre, o de medidas de grano
o aceite, denominados habitualmente <<plata>>, es decir, dinero); prácticas aná-
logas existían en Mesopotamia (véase el capítulo l, apartado 4) y otros lu-
gares. Un pequeño tesoro de fragmentos de plata, barras y anillos de oro sen-
cillamente labrados, descubierto en el-Amarna, probablemente represente la
riqueza en metálico de un particular (Peet et al., 1923-1951, II, pp. 59-61,y
lámina XLIII). Resulta imposible cuantificar el volumen de estas actividades
económicas de carácter privado en relación con la participación del estado en
la economía del país, pero no cabe negar las realidades mostradas por la
documentación de Deir el-Medina: evidentemente el estado recaudaba y ad-
ministraba grandes recursos y distribuía parte de ellos entre funcionarios, cor-
tesanos, miembros de la familia real y obreros. Pero el cuadro no está com-
pleto: la mayoría de la población tenía acceso a otros recursos e intervenía
en numerosas transacciones económicas y comerciales bastante complejas,
destinadas a producir beneficios. Como señala atinadamente Kemp (1989
[OGa], p. 233), constituye un error pensar que cualquiera de los grandes es-
tados preindustriales, incluido Egipto, fuera capaz de crear un control total
de la economía por parte del estado, cuando una entidad industrial moderna,
como la Unión Soviética, no 1o consiguió.

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2s6 LAS GRANDES POTENCIAS f
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I
eclrro IMPERIAL 257

un castigo por sus pecados. La estela del delineante Neferabu, QUg sg


había quedado ciego por jurar en falso (pero véase Robins, tq9: iocd caída del Imperio Nuevo: el problema de los testimonios
p. 160) y después se había arrepentido esperando curarse, constituye un
buen ejemplo: Buena parte de los testimonios acerca de la economía y la sociedad egip-
cias durante el Imperio Nuevo datan de la dinastía XX, la mayoría
y proce-
Soy un hombre que juró en falso por ptah, Señor del Ma.at, den del yacimiento de Deir el-Medina. Así pues, los testimonios de los que
y me hizo ver las tinieblas de día. disponemos son muy limitados tanto desde el punto de vista cronológico
Daré testimonio de su poder ante el insensato y el sabio, ,omo geográfico. Esta circunstancia plantea dos problemas. En primer lugar,
ante el pequeño y el grande: refospectivamente, resulta tentador pensar que, por ejemplo, la existencia de
¡Cuidaos de Ptah, Señor del Ma'at! robos de tumbas en el Valle de los Reyes o la com¡pción de los funcionarios
¡Atención, porque no se le escapan los actos de nadie! constituyeran un indicio de la decadencia del estado egipcio durante esta épo-
¡Absteneos de pronunciar el nombre de ptah en falso! ,¡.En otras palabras, en vez de ver en esta circunstancia el carácter fortuito
¡Cuidado, pues el que lo pronuncia en falso, vedlo aquí, cae!
de unos testimonios, que nos suministran información sobre una serie de
Me ha hecho ser como un perro callejero, situaciones típicas y de problemas recurrentes, se sostiene que, si los mate-
pues estoy en sus manos; riales conservados datan precisamente de esta época es porque Egipto se ha-
hizo que hombres y dioses se fijaran en mí, llaba en crisis y, por consiguiente, representan una incapacidad significativa
por ser un hombre que ha pecado contra su Señor. de mantener araya a los delincuentes por parte de la autoridad central. Por otra
¡Justo ha sido Ptah, Señor del Ma'at, conmigo, parte, debemos recordar que los modernos especialistas sólo conocen estos
cuando me impartió esta lección! ácontecimientos por las actas de los juicios, lo cual demuestra que los tribu-
¡Sé clemente conmigo, mírame con compasión! nales actuaban y que los delincuentes recibían el merecido castigo. Existen
(Gunn, JEA,3 [1916], pp. 88-89; Bierbrier, 1982, p. 98; además indicios de que el saqueo de tumbas era un problema crónico en un
Lichtheim, 1973-1980 [0I], II, pp. 109-110.) país en el que los enterramientos ostentosos constituían una actividad públi-
ca y notoria. La comrpción de los funcionarios a todos los niveles, a su vez,
La población de Deir el-Medina recurría también a las imágenes de los es algo que difícilmente se habría producido sólo en esta época. Así pues,
dioses a [a hora de tomar decisiones sobre cuestiones de la vida cotidiana. En cabe afirmÍu que los materiales conservados representan descubrimientos for-
Egipto estaba muy arraigada la creencia de que, durante las grandes pro- tuitos que nos ilustran acerca de una situación perfectamente típica. A falta
cesiones, cuando las estatuas divinas colocadas en sus barcas sagradas eran de una cantidad análoga de documentación de otros períodos, forzosamente
llevadas a hombros de los sacerdotes, era posible que los dioses obraran mi- resultará difícil determinar cuál de las dos interpretaciones es la correcta.
lagros. Un ejemplo de ello, al nivel del propio faraón, sería el caso de Tut- Pero debemos estar atentos y no conceder a los testimonios conservados un
mosis III, quien afirmaba que había sido elegido para el trono en el curso de significado concreto, que quizá no tengan.
una procesión de Amón; otros grandes ejemptos tendrían que ver con el El segundo problema tiene que ver con el hecho de que buena parte de la
nombramiento de diversos sacerdotes. Del mismo modo en Deir el-Medina vida cotidiana del antiguo Egipto se reconstruye a partir del poblado de obre-
se consultaba con bastante regularidad a algunos dioses para cuestiones rela- ros situado al oeste de Tebas. Sin embargo, los habitantes de esa ciudad no
cionadas con las decisiones a tomar. Esta comunidad era especialmente de- eran en absoluto los típicos campesinos egipcios: muchos eran especialistas
vota del faraón (y dios) Amenofis I, de comienzos de la dinastía XVI[. Se sumamente instruidos y relativamente prósperos, que recibían de la corte ho-
pedía al dios que respondiera a cuestiones concretas o que dijera a qué ver- norarios y provisiones extraordinarias de todas clases debido a los trabajos
sión de una petición concedía su favor. La divinidad manifestaba su parecer especiales que realizaban (la construcción y ornamentación de las tumbas).
inclinándose hacia un lado u otro, o moviéndose hacia arriba o hacii abajo, Así pues, cuando oímos hablar de huelgas de los operarios, circunstancia que
gesto que no le resultaría demasiado difícil hacer teniendo en cuenta el peso indicaría la magnitud y difusión de los problemas experimentados por el
que tenían que cargar los porteadores llevando sobre sus hombros las barcas estado a la hora de hacer frente a sus obligaciones, y que, según los especia-
y las imágenes divinas; la dirección de sus movimientos constituía el factor listas, reflejaría la progresiva bancarrota de la autoridad central a lo largo de
decisivo (Bierbrier, 1982, pp. 98-99). la dinastía XX, debemos tener cautela (véase, asimismo, Gentet y Maucou-
rant, 1991). Al parecer, el motivo de la huelga de los operarios era en reali-
dad el retraso en el suministro de las raciones extraordinarias y en el pago de
las bonificaciones,.a las que tenían derecho enrazón de las labores especia-
258 LAS GRANDES POTENCIAS

lizadas que realizapan, Además, p¿Irece que ar final se efectuaron los pagos.
Así pues, aunque las huelgas indican indudablemente Ia existencia de pro-
blemas en los suministros, un examen más detallado demuestra que tenían
que ver con los trastornos causados por las incursiones enemigas, quizá
t
los libios; por otra parte, se trataba del problema técnico de quien debía efec_
tuar esos pagos extraordinarios, y no de una incapacidad de hacer frente
a
ellos. Es posible que las huelgas y los disturbios fueran un problema locali
zado y que sólo reflejaran unas diñcultades transitorias. Así pues, sería errG
neo interpretar todo esto como un fracaso general del aparaio del estado
su conjunto, o como una prueba de la estrechez generalizada que sufrían los
en
5. LOS HITITAS
campesinos en todo Egipto. El hecho de que sepamos que por esta época
Egipto tenía problemas y que estaba perdiendo el contro[ de ius posesiones
imperiales no debe tentarnos a atribuir a todas esas noticias un iignificado l. ANeroln DESDE BI- peRÍooo eALEoASIRIo HASTA le epeRtclÓN
que acaso no tengan. DEL REINo HITITA (c. 1800-c. 1650)

Desde c. 1650 hasta c. 1200la Anatolia central (al igual que las regiones
más apartadas) estuvo dominada por los reyes del <<país de Hatti», cuya ca-
pital se encontraba en la gran ciudad fortificada de Hattusa (Bo§azkóy), al
norte del río Halis; pero parece que la dinastía era originaria de Kussara
(cuya localización es controvertida: ¿Divri§i?, ¿Elbistan?, ¿Alishar?, véase
RA,6, pp. 381-382). Un problema de la historia del Oriente Próximo anti-
guo es el que plantea el nacimiento del reino hitita, pues no existen testimo-
nios escritos desde finales del período de las colonias comerciales asirias
(véase el capítulo 2, apartado 3) hasta la aparición de este estado ya plena-
mente desarrollado y poderoso. Además las secuencias arqueológicas resul-
l
t tan difíciles de relacionar con los acontecimientos históricos.
La imagen de la Anatolia central que ofrecen los textos de los mercade-
res de Assur es la de una serie de pequeños reinos independientes, cada uno
de los cuales tenía su centro en una ciudad fortificada provista de una acró-
polis con un palacio y también casas particulares. Al parecer, hubo varios
principados que dominaban a otras ciudades-estado. Los más grandes eran
los de Kanesh (la moderna Kültepe), Wahshushana y Purushhattum (en hiti-
ta: Purushanda; probablemente la moderna Karahüyük-Konya), cada uno de
los cuales recibe el nombre de <<país» (mdtum) en los textos paleoasirios.
Todos los estados eran regidos por púncipes (rubd'u) ---excepto dos situados
cerca del norte de Siria, que eran gobernados por <<reyes>> (§arru)- y la ins-
titución política dominante en ellos era el palacio. Además de a los príncipes,
los textos paleoasirios mencionan de yez en cuando (utilizando la terminolo-
gía acadia) al príncipe heredero (rabi similtim,'el grande de la escalera')
(Garelli, 1963, pp.6l-62; Orlin, 1970, pp. 80-81), así como a las princesas y a
los oficiales palaciegos. Es posible que los establecimientos comerciales asi-
rios de mayores dimensiones, los karum, estuvieran vinculados a los centros
políticos anatolios más grandes, mientras que los de dimensiones más mo-
destas, los wabartum, estarían relacionados con las ciudades más pequeñas.
Pero esta quizá sea una forma demasiado simplista y esquemática de inter-
pretar la situación, pues da la impresión de que en algunas ciudades bastante
260 LAS GRANDES POTENCIAS LOS HITITAS 261

importantes, como, por ejemplo, Nenassa, no existió ninguna colonia co- Estas palabras en una tablilla a mi puerta [...] En el futuro nadie destruirá
mercial asiria, mientras que otros centros aparentemente importantes, corno e[sta tablilla]. Quien la destruye[re], [se]a enemigo de [Ne]sa. por segunda vez
Zalpa, en el mar Negro,r contaban sólo con un pequeño wabartuiz. Así, prs- v[inieron] Piyusti, rey de Hatti, y los ayudantes que traía consigo, [y yo...] los
bablemente influyeran otras consideraciones --+l emplazamiento geográfico, [...] cerca de salam[pa]. Todas las tierras de zalpuwa en medio ¿et mar i.. .1.
determinados recursos, o las redes de intereses establecidos- sobre este mo- Hace tiempo uhna, rey de zalpuwa, se llevó de Nesa azalpuwalta estatua¡ ae
delo, del cual percibimos sólo una impresión parcialy quízá distorsionada a nuestro dios Siu; pero des[pués] yo, Anitta, el gran rey, trasladé otra vez [la es-
partir de los materiales asirios. tatua] de nuestro dios siu de zalpuwa a Nesa. pero a Huzziya, rey de Zalpu-
wa, lo traje vi[vo] a Nesa. Pero la ciudad de Hattusa [...] me marché. pero des-
Las ciudades-estado debían de mantener entre sí unas relaciones bastan- pués, c_uando (la_ciudad) padeció una hambruna, mi dios siu se la entreg ó ala
te estables y pacíf,rcas para que los asirios pudieran sacar del comercio de diosa del trono, Halmasuit, y por la noche la tomé por la fuerza; en el Érreno
Anatolia tanto provecho como el que evidentemente sacaron. Pero los restos /t que ocupaba pl[anté] mastuerzos.
arqueológicos y los textos procedentes fundamentalmente del karum de Ka- -: A quienquiera que sea rey después de mí y colonice de nuevo Hattusa
nesh II y Ib plantean diversos problemas de interpretación relacionados con ¡que el dios de las tempestades del cielo lo fulmine!
la historia política. En primer lugar, parece que la ciudad de Purushhattum Volví mi rostro hacia la ciudad de Salatiwara. Pero la ciudad de Salatiwa-
desempeñó un papel importante en el sistema de estados de la Anatolia central. ra condujo sus tropas fuera de la ciudad [...] contra (m0, y me las llevé a Nesa.
Y en Nesa fortifiqué la ciudad. Después de (fortificar) la ciudad, cons_
¿Cómo debemos interpretar este hecho? En segundo lugar está la cuestión de
si se produjo algún cambio en el equilibrio político durante la transición del truí un templo al dios de las tempestades del cielo y un templo para nuestro
dios Siu.
período II (c. 1900-c. 1830) al Ib (c. 1800-1780?11820-c. 1750?; véase supra,
un templo para Halmasuit, un templo para el dios de las tormentas, mi se-
p. ll2). X por último, ¿por qué fueron destruidos los asentamientos comer- ñor, y un templo para nuestro dios, siu, construí. con todas las riquezas que
ciales de los karum II y Ib? traje de mis campañas [los] adorné.
En tiempos del kdrum de Kanesh II, Purushhattum era el único estado de Y pronuncié un voto y pronuncié una maldición. El mismo día traje dos
Anatolia a la cabeza del cual había un (<gran príncipe» (rubd'um rabí'um). leones, setenta jabalíes, nueve puercos de los que viven en los cañavárales,
Esto implica que Purushhattum ostentaba una posición de superioridad reco- ciento veinte animales(?) salvajes, ya fueran leopardos, ya fueran leones, ya
nocida por las demás ciudades-estado de Anatolia. El título por sí solo no fueran ciervos, ya fueran toros, ya fueran t...1 a ñesa, a mi ciudad.
constituye un testimonio 1o bastante fuerte como para sustentar semejante En ese mismo año realicé una campaña contra [... salatiwa]ra. El hombre
teoría; es posible, por ejemplo, que reflejara una tradición antigua, que en el de Salatiwara se levantó junto con sus hijos y marchó contra
[...]; abandonó su
país y su ciudad y ocupó el río Hulanna.
siglo xx había perdido ya cualquier significado real. Pero tenemos otra prue-
De Ne[sa...] evitó [a él] e incendió su ciudad, y t...1 lo e[n...], las tropas
ba de que Purushhattum ostentaba efectivamente cierta supremacía en Anato-
que rodeaban (?) la ciudad (eran) 1.400 soldados de infantería y 4-0 escuadio-
lia. Se trata del <<texto de Anitta», documento muy curioso (escrito en hitita nes de caballos; pla[ta] (y) oro había traído (con)sigo y Io había dejado. cuan_
y acadio) redactado en forma de autobiografía literaria. Se han descubierto do yo [...] entré en la refriega, el hombre de purushináu rne
tres ejemplares del mismo en Bo§azkóy, entre ellos una copia datada entre [dio] rágalos y me
dio un trono de hierro y un cetro de hierro como regalo. peio cuanáo regresé
aproximadamente 1650 y 1500.'z En é1 se cuenta la conquista de la ciudad de a Nesa, traje conmigo al hombre de Purushanda. En cuanto entre en la sala-1del
Nesa (forma hitita de Kanesh)' por el padre de Anitta, Pithana, rey de Kus- trono), se sentará ante mí a la derecha (Neu, 1974; cf. Güterbock, en Tadmor
sara, y a continuación otras hazañas de Anitta: y Weinfeld [0K], pp. 23-24).

Anitta, hijo de Pithana, rey de la ciudad de Kussara habla así: El-texto dice que Pithana y Anitta se convirtieron en rey y príncipe here-
Fui amado por el dios de las tempestades de los cielos, y como era amado
.
dero de Nesa, al tiempo que seguían controlando Kuss uru, y que désde allí
por el dios de las tempestades, [...] del rey de Nesa el rey de Kussara [...] conquistaron una serie de ciudades-estado anatólicas en lá .u"r"a del río
El rey de Kussara [bajó] de la ciudad con gran fuerza y tomó la ciudad de Halis, en particular Hattus a y zalpa. Hacia el final del texto, Anitta
Nesa con violencia durante la noche. Del rey de Nesa se apoderó, pero a los
afirma
que el príncipe de Purushanda (en acadio Purushhattum)
habitantes de Nesa no les hizo mal alguno, a ninguno, [sino] que [os] hizo le regaló un trono y
un cetro hechos de hierro. Anitta se llevó cautivo al príncipe
madres [y] padres. de purushanda
y proclama que en adelante se sentaría a su diestra.
A imitación de mi padre, Pithana, ese mismo año aplasté una sublevación. Lás implicaciones de esta
rendición, junto con el título atribuido a los príncipes de
Fuera cual fuese el país que se sublevara, los derroté a todos con (la ayuda del Purushanda en los
dios) Siu. textos del nivel II, así como el hecho de que Anittá
se refiera a sí mismo en
(Las líneas 13-32 son en gran medida fragmentarias; en ellas se cuenta la este texto como «gr?n reylpríncipe>>, han
sido utilizados para apoyar la tesis
conquista de varias ciudades.) de que Purushanda ostentaba una especie de hegemoníá
sobrá la Anatolia

rl
LOS HITITAS 263
262 LAS GRANDES POTENCIAS
las ciudades desafiaron el dominio de 10s
central. Anitta desafió esa supremacíay salió victorioso, y el regalo del en el ffanscurso de las cuales
de <<estados en guerra'> fue
y el cetro (tal vez las enseñas del poder político) quízá viniera a confirmar de Kussara. Si acePtamos que esta situación
característico desde aproximadamente 1830, tendríamos un con-
derecho a adoptar el título de .<gran príncipe>> y a sustituir a Purushanda salió victorioso,
plausible en el que finalmente un soberano de Kussara
Nesa-Kussara como primera potencia entre los principados de la
y reconstru yó la ciudad de Hattusa, arrasada tiempo atrás, y se
central. Si esta tesis es correcta, los estados de la Anatolia central no
en el soberano más Poderoso de la Anatolia central, caqaz de im-
habrían tenido una homogeneidad cultural (al tener una misma lengua,
un férreo control sobre las otras ciudades, independientes hasta
ese
estructuras políticas análogas, y unas tradiciones tecnológicas y artísticas
munes), sino que además habrían estado unidos políticamente, por no es más que un
todos reconocían que uno de ellos ostentaba la hegemonía política. Pero Todo esto es en buena P arte una mera especulación;
de visualizar cómo los soberanos hititas lograron hacerse con
el poder
mejante interpretación se basa en buena parte en un texto casi entonces había
forjar un reino, cuando el modelo vigente hasta
años posterior, que además tiene todos los indicios de haber sufrido principados independientes. Los
a todas luces el de una multiplicidad de
dos retoques de carácter literario. Así, aunque Pithana y Anitta (y el hijo y a ar de ser muy sugestivos, lo único que reve-
s fragmentarios, Pes
heredero de éste, Peruwa) aparecen en textos contemporáneos del karum f,s que también pertenecían los prime-
es a) que Ia dinastía de Kussara, a la
Kanesh Ib que demostraría que fueron personajes históricos-, n0 Kanesh./Nesa a co-
-hecho tos reyes hititas, se hizo de algún modo con el control de
está ni mucho menos claro que el curso de los acontecimientos descritos en xvm; b) que la lengua de los hititas se llamó más tarde
el texto de Anitta sea fidedigno desde el punto de vista histórico. irienzos del siglo
roesita» , es decir, lengua de la ciudad de Kanesh»; y c) que las grandes
<<1a
Si admitiéramos que en el fondo es fiable, podríamos observar que el po- Anitta fueron conservadas y coPiadas una y otra vez en los ar-
trg;aíias de
der político habría cambiado de lugar desde la época del nivel II a la del ni-
chivos hititas.
vel Ib. Según esta tesis, en el siglo xx (es decir, la época corespondiente al
nivel II del karum de Kanesh) los diversos estados de Anatolia habrían reco-
nocido la supremacía de Purushhattum/Purushanda. La destrucción del ni- LAS FUENTES Y LA GEOGRAFÍA
vel II y el breve período correspondiente al Ic podrían relacionarse con una 2. EL pROsl-eMA DE LA CRONOLOGÍA,
ruptura de las hostilidades entre los estados anatólicos, hecho al que tal vez
Fases históricas y cronología de los distintos reyes
haga referencia la carfa de Anum-hirbi de Mama (Ib) (Balkan, 1957). El an-
tiguo ordenamiento fue restaurado temporalmente (durante el Ib), pero no fue
Sólo a partir de c. 1650 podemos empezar a reconstruir la historia de los
estable, hasta que por fin Pithana de Kussara conquistó KaneshA.{esa. Apro-
hititas, uurrqu. siguen planteándose problemas de cronología y de documen-
vechó 1o céntrico de su emplazamiento para fortificarla y convertirla en base
ación, y suigiendo deiez en cuando períodos completamente en blanco. Por
de sus operaciones y de las de su hijo, Anitta; este último logró someter ade-
ejempló, el período comprendido entre c. 1590 y 1500 sólo lo conocemos en
más a otras cuantas ciudades anatólicas, especialmente en la zona norte, como,
por ejemplo, Zalpa, Salatuwar y Hattusa, que fueron arrasadas y quedaron
*r ru.gor -ár g"n.rales-, aunque podemos situar en é1 a varios reyes. Análo-
gamente, aunque uno de los textos más antiguos y más importantes de la his-
malditas. Lahazafa decisiva de Anitta fue la rendición de PurushhattumlPu- ioria institucional de los hititas data de c. 1500 (el «Edicto de Telepinu>>, véa-
rushanda, circunstancia que lo habría convertido en el príncipe más pode- A su
se infra, pp.280-283), es muy poco 1o que sabemos del propio Telepinu'
roso. La ocupación permanente de Kanesh,/Nesa por Anitta quizá se vea con- personaje.y aproxima-
vez, el póiioOo comprendido entre el reinado de este
firmada por el descubrimiento de un puñal en el montículo de la ciudadela damenté l$O (1420), año en el que comienzala fase del <<imperio» hitita con
de Kültepe, con una inscripción que reza: «Palacio de Anitta el Príncipe», Tudhaliya I, permanece en la más completa oscuridad, sin que las enormes
aunque se trata de un testimonio ambiguo, por cuanto cabría sostener que discrepáncias de los eruditos nos ayuden a determinar cuáles y cuántos nom-
habría podido llegar allí procedente de cualquier otro sitio. bres di soberanos debemos asignar a este lapso de tiempo (Gurney, 1974 y
Si tomamos las actividades de Pithana y Anitta como un síntoma de la si- 1979; véase el cuadro 18).
tuación política reinante en Anatolia desde finales del nivel II, podríamos La cronología, por lo demás sumamente aproximada, de los reyes hititas
pensar que esta fue una época durante la cual los diversos estados de la Ana- depende por.*plito de las correlaciones con los materiales procedentes de
tolia central compitieron entre sí por hacerse con la hegemonía de la región. fuéra de Anatohá y sólo nos proporciona resultados insatisfactorios. No se
Cabría deducir que la documentación de Pithana/Anitta demuestra que la conservan las fechás exactas de los reinados de ningún soberano hitita y tam-
dinastía de Kussara salió temporalmente victoriosa en esta lucha; y la des- poco existen «listas de reyes» como las que tenemos en Babilonia, Asiria y
trucción del nivel Ib quizá fuera fruto de la reanudación de las luchas inter- Egipto.o La cronología de los reyes de época posterior, a partir de Suppilu-
nas entre los estados anatólicos por la obtención del título de «gran prínci-

I
264 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS 265
Cueono 18. Cronología de los reyes hititas (la duración
generacional que permite establecer unos límites cronológicos efecti-
de todos los reinados es aproximada)
la tesis más reciente, aceptada por la mayoría de los especialistas
979), es probable que haya cuatro generaciones bastante cortas
Pithana (de Kussara)
Tudhaliya I (c. 1430 t1a20l) Y S uppiluliuma I. Los últimos descubri-
Anitta (de Kussara) c. 1750 de improntas de sellos en Hattusa han establecido el orden de los
Antiguo Reino durante esta fase y se sabe que el padre de Suppiluliuma era cierto
ILabarna? anterior a c. 16s01 ya (Neve, 1992, pp. 57 Abb. 147). Antes de Tudhaliya I contamos
Hattusili I 1650-1620 un Punto fijo que nos proporciona un acontecimiento sucedido durante
Mursili I 1620-rs90 reinado de Mursili I. Sabemos por un documento hitita que Mursili I rea-
Hantili I 1590-1560 una campaña contra Babilonia, noticia que confirma un texto babilónico
Zidanfal 1560-1550 época posterior, la Crónica de los primeros reyes (ABC, n.o 20, B, rev. 11);
Ammuna 1550-1530 este documento, durante el reinado del último titular de la primera di-
Huzziyal 1530-1525 babilónica, Samsuditana, se produjo una invasión de los hititas. La
Telepinu 1525-1500
Thhurwaili (?) dinastía de Babilonia no pudo sobrevivir demasiado tiempo a esta devasta-
Ción y, según la cronología media conservadora-, su final se si-
Alluwamna -bastante
úa en 1595 (según la cronología baja: 1531). Como, según parece, la con-
Hantili il 1500-1430 (o 1420)
Zidanta II suista de Babilonia fue la última hazaña de Mürsili, suele situarse el fin de
HuzziyaÍf, su reinado poco después de este hecho, en torno a 1590. Como Mursili I fue
Muwatalli I un rey que libró varias guerras saliendo victorioso de ellas, los estudiosos le
afiibuyen un reinado de unos treinta años de duración. Su antecesor, Hattu-
Imperio §ili I, convirtió Hattusa en la capital del nuevo reino y realizó numerosas
Tudhaliya I (?) r430-t410 / 1420-1400 campañas. Se cree, por tanto, que su reinado duró otros treinta años. Según
Hattusili il (?) 14r0-1400 / 1400-1390 estas apreciaciones grosso modo, Hattusili I habría reinado de 1650 a 1620 y
Tudhaliya II 1400-1390 I 1390-t370 Mursili I de 1620 a 1590: el carácter insatisfactorio e hipotético de estas fe-
Arnuwanda I 1390-1380 / 1370-1355
chas resulta evidente (cronología baja: Hattusili I, c. 1560, Mursili I, c. 1530).
Tudhaliya III 1380-1370 I 1355-13M
Suppiluliuma I Para el período comprendido entre Mursili I y Telepinu, el «Edicto» (véase
1370-1330 I 1344-t322
II infra, pp. 280-283) nos ofrece toda la trama de interrelaciones, de suerte que
Arnuwanda 1330 I 1322-132t
Mursili II t330-r295 I t32t-1295 debemos situar el reinado de Telepinu aproximadamente entre 1525 y 1500.
Muwatalli (If t295-t282 I 1295-t271 Durante el período comprendido entre 1500 y el reinado de Tudhaliya, la si-
Urhi-Teshub (= Mursili m) 1282-1275 I t27t-1264 tuación es muy incierta, aunque algunos descubrimientos recientes (Otten,
Hattusili III t275-t245 I 1264-t239 1986) han venido a confirmar la sospecha de que en este lapso de tiempo de-
Tudhaliya IV 1245-r2t5 I 1239-t209 beríamos situar a bastantes reyes (concretamente a Hantili II, Zidanta II y
Arnuwanda III t2r5-1210 I 1209-1205 Huzziya II, todos ellos atestiguados en la actualidad por la glíptica) (Neve,
Suppiluliuma II t2t0- I 1205- 1992, p.60 Abb. 163). El tipo de sorpresas que todavía nos reseryan las fuen-
tes hititas nos lo muestra el hecho de que durante los años setenta se descu-
brió el sello de un <<gran rey>), Tahurwaili, hasta entonces completamente
desconocido (Cam¡ba, 1974). No sabemos dónde debemos situar su reinado
liuma I, puede datarse a grandes rasgos en relación con los soberanos egip-
ni si éste tuvo una duración signiñcativa, aunque desde luego deberíamos en-
cios, asirios y babilonios cuyos reinados podemos datar. Obtenemos así para
cajarlo entre Telepinu y Tudhaliya; en esta misma época tendríamos que co-
Suppiluliuma I la fecha de c. 1370-1330 (o 1344-1322, véase Kirchen, y wil-
I
locar a otro monarca desconocido hasta hace poco, Muwatalli (Neve, 1992,
helm y Boese, en Astróm, 1987-1989 [0o], seguidos por Gurney, 1990). A par-
I
p. 6l Abb. 166). En 1986 los especialistas quedaron estupefactos al encontrar
i
tir de Suppiluliuma I los textos de los reyes hititas suelen presentar una in- en el siglo XIII testimonios de otro <<gran re)>>, Kurunta, que quizá durante un
i troducción en la que remontan su genealogía hasta este personaje, lo cual nos
breve espacio de tiempo se hizo con el poder (Otten, 1988).5
permite por lo menos establecer la sucesión de los distintos soberanos y
Convencionalmente la historia hitita se divide en tres etapas: «Antiguo
las relaciones existentes entre unos y otros. Este hecho nos proporciona un
Reino» (c. 1650-1500), «Reino Medio» (c. 1500-143011420), e «Imperio>>
266 LAS GRANDES POTENCIAS \
(143011420-1200). El período comprendido entre 1430120 y 1360 se
mina habitualmente <<Imperio Arcaico>>, para indicar que se trata de la 2
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en la que los hititas fueron saliendo gradualmente de una poco
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sa de debilidad y convirtiéndose en una potencia imperial. SE ñ (!
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tendido a negar la existencia de un período <<Intermedio» claramente ul
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do que pueda considerarse una etapa histórica significativa, pues o

la existencia de una ruptura brusca y de una serie de cambios en la


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monios. Si a las incertidumbres cronológicas sumamos el hecho de que j6)
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convenciones de la escritura, la ortografía y la gramática del antiguo ':


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parecen mostrar una continuidad bastante grande, con unas modificaciones lrJ
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graduales y firmes hasta bien entrado el Imperio Arcaico, el término «Reino o 5 l¡J
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Medio» parece bastante inadecuado. Además, debido al perfeccionamiento a I ..ii
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de nuestra comprensión del desarrollo de la lengua y de los estilos literarios (ú
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a través del estudio de los ricos archivos de Bo§azkóy, cuya datación es se- a
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timos reyes hititas (Tudhaliya IV y Arnuwanda III), deben situarse ahora cro N
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estos reyes fueron sumamente activos, que realizaron campañas en tienas '6, < {o § (l
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muy lejanas y que echaron los cimientos de la estructura que Suppiluliuma I Y
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supo convertir en un reino sólido y duradero que se extendía desde el oeste cr')
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de Turquía hasta el norte de Siria (Houwink ten Cate, 1970) 9o i. a o
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El principal conjunto de documentos en los que se basa nuestro conoci- a
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miento del estado hitita y de su historia, se descubrió en el yacimiento de su c

capital, Hattusa (la actual Bo§azkóy), al norte del río Halis (véase el mapa 8).
¡
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Cuando Laroche confeccionó su catálogo de textos hititas en 1971, calcula- : (ú


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c Y c
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ba que se habían recuperado de los archivos unas 25.000 tablillas, cifra que t! c of; a

I¡ o :E
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probablemente represente una séptima parte del total de la original. Desde o Y =
a a g
t(t, Y
entonces, las excavaciones realizadas regularmente cada año por los alema- j o 3
J
nes han continuado sacando a la luz tablillas y documentos, algunos de los ÉÉ
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cuales son bastante enigmáticos, como la gran tablilla de bronce, en perfec-
5 *t-
to estado de conservación, en la que se conmemora un tratado entre Tudha- @; to -o
E

§8
liya IV y su primo, el poderoso dinasta Kurunta de Tarhuntassa (Otten, =
L
o
«,
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É

1988). El grueso de los archivos data de la época del Imperio, pero en ellos @ lJ

hay textos y copias de documentos redactados mucho antes, que se remon- (,


o
tarían al reinado de Hattusili I. La mayoría de estos textos apareció en los F

santuarios de Hattusa, sobre todo en el «Gran Templo», pero también en la


ciudadela real, en la que fueron depositados cuidadosamente muchos docu-
mentos. Un problema que suscitan los textos de Hattusa es que entre ellos
prácticamente no existen documentos de carácter económico, jurídico o
269
. LOS HMMAS
268 LAS GRANDES POTENCIAS \
comercial, que nos ayuden a vislumbrar lo que era la vida cotidiana, el
bierno, la administración y las condiciones sopiales del país.
Hasta 1975 ningún otro yacimiento de Anatolia había
unos descubrimientos comparables, excepto unas cuantas tablillas (a
importantísimas, como las de las donaciones de tierras de Inandrk y
(véanse Balkan, 1973; Riemschneider, 1958; Easton, 1981). Por fortuna
excavaciones realizadas por Ózgüg en el yacimiento de Magat Hüyük
suroeste de Zile) entre 1973 y 1979 sacaron a la luz una ciudadela y un
lacio hitita (RIA, 7, pp. 444-446; Ózgüg, 1978 y 1982); en dos salas
palacio se encontraron un total de noventa y seis cartas, así como
inventarios, una profecía y un pequeño fragmento de un texto religioso.
correspondencia incluye cartas del rey al comandante del puesto y algunas
las que se intercambiaban los oficiales de la administración. Su datación
es completamente segura, pero probablemente pertenezcan al reinado de
haliya III, padre de Suppiluliuma I. También es dudoso cuál era el nombre
antiguo de Magat, aunque es bastante plausible la tesis según la cual se tra-
taría de la «Tappiga>> hitita (AIp, 1980; cf . RI-A,7, pp. M2-444). Reciente-
mente se han encontrado 1.867 tablillas y fragmentos en las excavaciones de
Ortakrly (entre Bo§azkóy y Magat); entre ellas hay textos religiosos y cartas
(algunas muy parecidas a las de Magat); varias de ellas están escritas en hu-
rrita (véase el capítulo 6, apartado 1). El lugar del hallazgo quizá fueraun
edificio administrativo, pero ni las excavaciones ni los textos han sido publi-
cados todavía (para un informe preliminar, véase Süel, 1992). Así pues, los
materiales para el estudio de la sociedad y el gobierno hititas aumentan muy
satisfactoriamente.
Las complejidades de los grandes a¡chivos de Hattusa se agravan debido
a la presencia en ellos de una multitud de lenguas distintas. Prácticamente
todas las colecciones de textos del Próximo Oriente antiguo incluyen docu-
mentos en más de una lengua, pero los archivos de Hattusa son excepciona-
les por e[ número de ellas que llegan a contener: están atestiguadas hasta sie-
te. En primer lugar, tenemos los materiales escritos en [a lengua que hoy día
solemos denominar <<hitita», que de hecho recibía entre los propios hititas el
nombre de <<nesita>> (es decir, la lengua de Kanesh). Esta y otras dos lenguas
de la colección pertenecen a la familia lingüística indoeuropea (lo mismo que
el griego o el inglés) y constituyen las formas más antiguas que se conservan
de este grupo de lenguas. Esos otros dos dialectos son el luvita, hablado pro-
bablemente sobre todo en el sur y el oeste de Turquía, y el palaico, asociado
con las regiones del noroeste del país y escasamente representado. Existe
también literatura en «hattita>>, lengua anatólica probablemente muy utiliza-
da en la Turquía central durante el período Paleoasirio (véase supra, p. 1 15).
Existen además textos en hurrita (véase el capítulo 6, apartado 1), en acadio,
utilizado en la correspondencia internacional y en numerosos tratados, y en
sumerio, estrechamente emparentado (desde el punto de vista cultural) con el
acadio. Todos los textos se han conservado en tablillas de barro escritas en
una forma adaptada del sistema cuneiforme mesopotámico. Pero algunos,
270 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS 271
t
HATTUSA
Yía procesional a Yazúkaya

0 500
I
m Cremaciones

,-K
-')í
Bo§azkale I
a ,,' 'i'
,

Brlyütxaya


It I
? Puente

IN
Puerta
baja
.
Ciudad
I CJ
I o /7
ñ
)r.- Hcune 22. Vista parcial del santuario al aire libre de Yazrhkaya (por cortesía de
,} M. S. Drower).
))) \
) /:a) \ \
Ciudadela sur
4
'í )
1956) y Mersin, en Cilicia (sendas fortalezas en ambos casos; RLA.,8, pp. 70-
I
o
(¡ Sarikale )1 72), Kültepe (restos del período antiguo-hitita, todavía sin publicar), Magat
(Rl-{,7,pp.4M-M6), y Ortakóy (véase supra,p.268). Alaca Hüyük (Kogay
6, y Akok, 1966) disponía de fortificaciones a gran escala, comparables a las de
(¿ ,./o
Yenicekale F\
Ciudad alta
,{ Hattusa, con las puertas decoradas (y guardadas) por figuras esculpidas en
Puerta de los Ieones ;\ Puerta de
piedra; en su interior se han encontrado varias casas bastante bien construi-
I
Templo lV F o Templo V
los Reyes das y un par de estructuras que han sido interpretadas como tiendas. Posee
también algunos relieves de buena factura, en los que apareceh el rey y la rei-
Temolo lt
¿ na participando en escenas rituales de caza (de leones y ciervos), y posible-
Templo lll
mente unos artistas, entre ellos un músico (¿con un animal bailando?), acró-
batas y un comedor de cuchillos. Gordio, famosa más tarde por ser la ciudad
Puerta de la Esfinge
del rey frigio Midas (véase, en el segundo volumen, el capítulo 10, aparta-
do 2), estuvo estrechamente unida a Hattusa durante toda la época hitita,
como demuestran varias improntas de sellos con textos en escritura jeroglífi-
Frcune 21. plano de Hatrusa (según
Bittel, t97O). ca y la cerámica. Se encontraba situada en una importante vía de comunica-
ción y qu\zá fuera centro del importante culto hitita de Sallapa (Gunter, 1990,
pp. 104-105). En la costa del mar Negro, en la desembocadura del Halis, el
yacimiento de Ikiztepe qtizá formara parte del reino de Zalpa, si es que no
corresponde a la propia ciudad (Alkrm et al., 1988; y véase infra, n. 1); las
exploraciones del lugar nos ayudarían a apreciar mejor esta región tan mal
conocida, pero que tanta importancia tuvo durante el período antiguo-hitita
e incluso antes. A estos lugares debemos añadir los restos de diversos san-
LOS HITITAS
273
272 LAS GRANDES POTENCIAS

tuarios al aire libre situados cerca de manantiales, como el de Eflatun Pinar,


y varios monumentos reales tallados en [a roca a lo largo de las vías de
comunicación, a veces incluso fuera de las fronteras del reino (por ejemplo,
Karabel). Las estrechas relaciones existentes dentro del territorio comprendi-
do entre el norte de la Anatolia central y la región situada al este del Eufrates,
quedan bien ilustradas por la homogeneidad de la cerámica. En el extremo
occidental del reino de Hatti había estados cuya lealtad política fluctuaba en-
tre los reinos de Ahhiya(wa), Arzawa y Hatti. Han sido localizados restos
micénicos en varios yacimientos del Bronce Reciente (por ejemplo, Mileto,
Iasos, Müsgebi), pero las ruinas más sorprendentes son las de Beycesultan
(tiendas, calles, establos y un palacio) (Lloyd y Mellaart, 1955 y 1956) y la
imponente acrópolis de Troya (Blegen et al., 1953/1958).

Geografía histórica

Uno de los problemas más recalcitrantes de la historia hitita es el rela-


cionado con la geografía de varios lugares importantes, especialmente en la
Anatolia occidental. Los documentos hititas aluden a innumerables pequeños
países y centros cultuales y administrativos a todas luces importantes, pero
su localización sobre el terreno es muy discutida. El primer estudio todavía
válido sobre la geografía política de la Turquía hitita fue publicado por Gars-
tang y Gurney en 1959. Intentaba (lo mismo que las obras posteriores) ras-
trear la dirección de las diversas campañas y situar en el mapa los lugares (c, 1650-c' 1500)
citados en ellas; determinar qué sitios son mencionados juntos en contextos
3. El Ren¡o ANrtcuo Htrlre
análogos; y descubrir la eventual conservación de antiguos topónimos hititas interesantes que nos permi-
Existen algunos textos históricos sumamente
en los nombres clásicos de época posterior (por ejemplo, Lukka = Licia; entre c. 1650 y c' 1500' Cuando no son
En reconstruir et período comprendido
Karkisa = Caria; Masa = Misia, etc.). Uno de los principales puntos de inte- una forma peculiar' alavez refinada
excesivamente fragmentarios, muestran
rés de este estudio era la localización de dos estados vecinos bastante pode- de carácter histórico, una de las cuales trata
rosos (y en ocasiones enemigos) de los hititas: Arzawa y Ahhiya(wa). Este ññrá*u. B*iít"n epopeyas (Güterbock, 1938), y leyendas'
del asedio de urshu, en el norte de Siria
último resultaba especialmente elusivo: Forrer había sostenido algunos años de Kanesh» (Otten, lg73), tratados, colecciones
como el mito de «La reina
antes (I924a y §2aü que Ahhiya(wa) era ni más ni menos que la Grecia muy detaltad-a de las campañas de Hat-
de anécdotas, una relación analística
micénica (es decir, «Ahhiyawa>> = 'aqueos') o parte de ella, como, por ejem- llamado (<testamento políti-
tusili I (Imparati ysupo..,,i, 1965), y un edicto
plo, Rodas; tesis que atrajo la atención de los especialistas en Homero. Si ad-
co de Hattusili I».
mitimos la relación de Ahhiya(wa) con Micenas, deberíamos concluir que
diversos topónimos asociados con aquel país deberían ser situados más o me-
nos en la misma dirección. Aunque no existía (y sigue sin existir) el menor
El testamento político de Hattusili I7
acuerdo respecto a la localización exacta de Ahhiya(wa), en general se ad-
mitía que se encontraba más o menos en la costa suroccidental de la penín- y a los
El gran rey Tabarna habla a los guerre.g-t.d" la asamblea(panku) designa-
sula o en las islas adyacentes, donde están atestiguados diversos asentamien- joven Labarna lo había
dignatarios, ..duU"J que he caído enfármo. Al
tos micénicos. En 1968 los profesores McQueen y Mellaart desafiaron esta do ante uoro,rtr,
..¡ó" se siente (en mi tronoj!". Yo, el rey,lo llamé hijo mío,
opinión apoyándose en testimonios arqueológicos y textuales: situaban Ar- y me he dedicado incansablemente a él' Pero él ha
lo abracé (?), lo enaltecí lágrimas, no
zawa en torno a Esmirna y Éf"ro (esto és, más al oeste de 1o habitual), y en- visto (?). No vertió
dado muesrr* á" ,", un ¡óven indigno de ser
ei frío e inlrato. Yg, rey, lo convoqué a mi presen-
globaban los países asociados con este reino más al norte, de modo que mostró magnanimidad; :l es todo esto? Nadie (en
localizaban Lukka y el País del Río Seha en las inmediaciones del mar de cia y lo t i"" u"ni, a mi lecho 1y le áije): "Y bien, ¿qué
Los HIrrrAS 275
274 LAS GRANDES POTENCIAS \
asamblea (panku).A
cualquier manifestación (de ese estilo) debe ponerse freno
a (lo que ha
el futuro) cnará al hijo de su hermana como alnado suyo. Nunca ha
*?.r urr-i de ra asamblea. Actúa siempre, hijo mío, ateniéndote
en su corazón la palabra del rey; en cambio, la palabra de su madre, esa corazón>>. EI gran réy Labarna dice a
(la señora) Hastayar
piente, la ha guardado en su corazón. También sus hermanos y hen.nanag
ffiñ;;i""itul ni el rey ni sus cortesanos digan de ella:
(su reina): «¡No te opongu. a mí! Óue
han dirigido a él siempre con palabras desconsideradas y él las ha Ilffi;j.ll.ia.oñruliando en rodo momento a las ancianas (brujas)!" Y que
Pero yo, el rey, he tenido conocimiento de ello. Opondré la hostilidad a la "¿Está otra vez consultando a las ancianas?
el rey no tenga que decir de ella:
tilidad. ¡Basta! ¡Ya no es hijo mío!". Entonces su madre bramó como una nada de eso". Así p=ues, no te opongas a mí. ¡No! Consúltame
ño qui.ro sa6er
"¡Me han roto (?) el vientre en mi cuerpo vivo de fuerte vaca! Han causado palabras (es decir, ¿mediante la consulta al
ruina y tú quieres matarlo". Pero yo, el rey, ¿acaso he hecho algo malo? ¿Ac¿-
;ilp* . mí solo y te revelaré mis iueqpo, como es de rigor. ¡Acógeme en tu
rey?). Lava mi
so no lo nombré sacerdote? Siempre lo ensalcé para su bien. Pero si a los de-
ñni; á"t ¿ifuntóprotégeme de la tierra!»
,"no, y en tu seno
seos (?) del rey él no ha mostrado la menor consideración, ¿cómo va a moshar
consideración a los deseos de los súbditos del rey (?) en(?) Hattusa? ¡Su ma-
dre es una serpiente!
r
i
I
"----iáUtttu
de Tabarna:-cuando el gran rey Tabarna cayó enfermo
ilamá al joven Mursili al trono
ue38l).
(CfA, n." 6; Sommer y
en Kussar y
Falkenstein, ABAW' 16

(Hattusili se queja de la traición, la deslealtad y la guerra civil que el nom-


bramiento de su sobrino pueda desencadenar. Todas estas consideraciones lo
Este documento extraordinario
(bilingüe: en acadio e hitita) traslada al
I
han inducido a escoger otro sucesor; así pues:)
formal de la corre hitita, congregada en torno al lecho
»¡Sabed que Mursili es ahora mi hijo! A él debéis reconocerlo, a él debéis l#;;;;;;r;ián para escuchar sus últimas decisiones, que él mismo orde-
sentarlo (en el trono) ... Y en el momento en que (se) produzca una llamada a tJrnu.n. del rey, para que se ins-
las armas o por ventura surja una rebelión (?) seria, vosotros, mis servidores L se escriban y sean leídas regulannente a-su sucesor
"u, r" agobiido por las dificultades: el sobrino, al que
y capitanes, estaréis a mano para socorrer a mi hrjo ... ff;Io",i,rl"r. er puir ve
contra él junto con su
ff.ln*ifit "Uía designado su ,ui"rot, había conspirado recursos para man-
se les han
(El rey exhorta a sus of,rciales a que se muestren leales a Mursili, lo prote- ;;d; Ambos han iido desterrados(eiy rey asignado
subraya que se ha abstenido de to-
jan y vayan a campaña con é1. Se enumeran varios ejemplos de sublevaciones tener unidos su cuerpo y su alma
de miembros de la familia real. Hattusili identifica a una pariente suya («la podría haberlo hecho). Mursili, nieto de Hat-
ñri.ngu nza de ellás, áunqo" ante los cortesanos
hija») como una de las principales revoltosas, a la cual se ha visto obligado a ilrifi, pJribl"*"nte demasiádo Joven aún, es presentado los presentes con
Mursili todos
feunidos como Su nuevo Sucesor' y Se dan
desterrar. Todos estos episodios constituyen sendas advertencias a para consejos a
que escuche las palabras de Hattusili:)
;**i; a la gestión de los asuntos de Hatti en el futuro' Incluso se exhorta
u iá espo.u dá rey enfermo a que se atenga a sus disposiciolgl' a que con-
>>Hasta ahora ningún miembro de mi familia ha cumplido mi voluntad; (y y po1 último, en tono
sulte únicamente a su espíritu no a las hechiceras),
pero tú eres mi hijo, oh Mursili, y tienes que cumplirla. Si te atienes a las (eso es' al me-
palabras de tu padre, comerás pan y beberás agua. ¡Cuando la madurez esté en ,o*urn"n,e emotivo, la insta u qu" lo entierre como es debido
nos, lo que parece significar el iexto). Aunque
Hattusili I es el primer sobe-
ti, come dos o tres veces al día y cúidate bien! Y cuando la vejez esté en tu comprobar que
que tenemos atestiguado, podemos
corazón, bebe cuanto quieras. ¡(Entonces) podrás hacer caso omiso de las pa- rano propiamente ¿iótro
bien desarrolla-
labras de tu padre! existe ya una estructura política definida, cón instituciones
una asamblea los ancianos de la ciudad,
áur, .ór¡o, por ejemplo, Qtankr,r),
(Siguen otros ejemplos de lo que les ocurre a los funcionarios que no obe- sacerdotes y jefes militares.
1500; véa-
decen las órdenes del rey. En vista de todo esto, añade Hattusili:) El preámLulo al <<Edicto de Telepinu», de.época posterior-(c.
se iffi, pp.280-283) alude a un rey y una reina anteriores a Hattusili I, lla-
fV lJ variante <<Tabarna>>) y Tawananna'
»¡Pero tú atente mis palabras, las del gran rey Labarna! Mientras te aten- Es
madás ,espe.tira-"ít" Labarna
gas a ellas, Hattusa estará en alto y tu país permanecerá en paz. Comerás pan
posible quL ," trate de los nombres del primer monarca hitita y su consorte'
y beberás agua. Pero si no te atienes a ellas, tu país pasará (a manos de la do- llamado de modo
Pero el testamento de Hattusili demuestri que él mismo era
minación extranjera). Y debes mostrarte respetuoso en todo lo concerniente a y <<tawanan-
los dioses: deben ponerles su comida y bebida cotidianas, su [pan rall]ado (?) más gener al Lt'labarna, Y es evidente que más .tarde <<labarna>>
del rey y la reina hititas' Así pues' es posi-
y sus gachas. En cuanto a ti (Mursili), no te retrases ni te descuides. Si te re- na>> eran títulos ..tp..íiíumente
ble que la idea de que Labarna era el nombre del primer soberano
hitita sea
trasas, (ocurrirán) los males de costumbre. ¡Que así sea!» El gran rey Labarna
fruto de una confurion ¿" época posterior; quizá ese título real se asimilara
habló a Mursili, su hijo: «Mis palabras te he dado; y esta tablilla leerán ante ti
continuamente, mes tras mes. Así pues, imprime mis palabras y mi sabiduría a un hipotético antecesor de Hattusili, que no habría sido más que una con-
en tu corazón y siempre gobernarás a mis servidores y a los principales ciuda- flación de diversos reyes antiguos y qu¿ representaría una forma idealizada
danos. Si ves que alguien es culpable de una ofensa, ya sea que peque contra de la monarquía hitit; equivalente en general a <<su majestad»' Lo cierto es
el dios o que pronuncie alguna palabra (inconveniente), consulta siempre a Ia
276 LAS GRANDES POTENCIAS
Los HIrrAs 277
\
Pero después salí al campo de batalla en el país de Ulma, y la población
de Ulma se enfrentó a mí dos veces en el campo de batalla y dos veces luché
contra ella, y desbaraté Ulma y en su territorio planté mastuerzos, y a (sus) sie-
te dioses me los llevé al templo de la diosa del sol de Arinna; un toro/vaca
de oro, a la diosa Salkatiti, y al (dios de) la montaña Aranhapilanni (me los
llevé hasta alli). Por otra parte, los dioses que quedaban los entregué al templo
de Mezzulla.

(Hattusili sigue relatando sus otros triunfos y las ciudades que sometió;
a continuación añade:)
Las guerras de Hattusilt I y Mursili I Al año siguiente marché contra el país de Zaruna y arrasé Zarwa. Contra
Hassuwa (camino de Commagene) marché y el pueblo de Hassuwa se enfren-
Hattusili I sostuvo varias gueras y extendió sustancialmente los dominios tó a mí en el campo de batalla. Tropas del país de Halap (Aleppo) había con
de Hatti. Sus «anales>>, conservados en la versión acadia e hitita y .*pu.r- ellos ayudándoles; me atacaron en el campo de batalla y luché contra ellos.
tos casi con toda seguridad durante su vida, contienen valiosa información A los pocos días crucé el río Puruna (Eufrates) y con mis pies pisoteé el país
acerca de sus conquistas. Los <<anales>> quizá fueran grabados originalmente de Hassuwa como un león y'como un león (lo) desbaraté y lo cubrí de polvo y
en alguna estatua fabricada con el oro obienido como botín y dedióada me llevé todas sus posesiones y llené Hattusa (con ellas).
por el (Hattusili enumera el botín del que se adueñó y las ofrendas que hizo a los
rey a su patrona, la diosa del sol de Arinna:
diversos santuarios; alude también a la ejecución de un príncipe local y a un
ataque nocturno contra Zippasna. A continuación:)
Así habla Tabarna Hattusili, er gran rey, rey del país de Hatti, el hombre
de
Kussara: reinó como rey en el país de Haiti, ét, ñ¡o del hermano de Tawa- Marché contra Hahha (Elbistán/los pasos del Tauro) y por tres veces llevé
nanna. Marchó contra (la ciudad de) sanahuitta "t (al jureste) y no la o"rt*yá, la batalla a las puertas de la ciudad de Hahha. Arrasé Hahha, pero les quité
(pero) arrasó las regiones circundantes.
a sus dioses y los traje a Hattusa, mi ciudad. Cargué dos carretas (de cuatro
Dejé tras de mí algunas tropas para ocuparla en dos lugares y los apriscos
ruedas) enteras de plata.
(que allí había) se los entregué a las fuerzui de o"upación.
Un (carro) MADNANU (de dos ruedas), un ciervo de plata, una mesa de
Después marchécontraZalpa(hay varias ciudades que llevan
este nombre: oro, una mesa de plata, los dioses de Hahha, un toro de oro, un barco cuya
una está situada en el norte de Siria, otra en el litoral dei mar Negro, junto
a la proa estaba recubierta de plata. Yo, el gran rey Tabarna, las manos de la es-
desembocadura del Haris) y ra destruí, y me Ilevé conmigo a suidioies
y tres clava aparté de la piedra de moler y las libré del trabajo forzado y del vasalla-
(carros) MADNANU de dos ruedas que entregué a la diJsa je, aflojé sus caderas y se las entregué a la diosa del sol de Arinna, mi señora.
der sor de Árinna
(la deidad femenina más importante áel punt.-ón hitita).
Esta estatua de oro fabriqué y la coloqué delante de la diosa del sol de Arinna,
un toro/vaca de plata, un puño de plita entregué al templo del dios de las mi señora. También las murallas las recubrí de plata (desde) arriba (hasta) aba-
tormentas (la principal deidad masculina del pantéón hitita), y los (dioses) jo. Dos estatuas de alabastro le traje.
que
quedaban los entregué al templo de Mezzulta
1tr¡a del dios de las tormentai y Una carreta (de dos ruedas) de plata el rey de Timana ha enviado al gran
de la diosa del sol de Arinna) rey (como regalo), gero yo se la traje a la diosa del sol de Arinna. El río Mala
Al año siguiente marché contra Alalha (Alalah, al norte de Siria) y la des- (nombre hitita del Eufrates) no lo había pasado nunca nadie. Yo, el gran rey
truí- sin embargo, fui contra warsuwa. pero desde warsuwa marché contra Tabarna, lo crucé a pie y también tras de mí lo cruzaron mis tropas a pie. Sólo
Ikakala; pero desde Ikakala marché contra Tashiniya, y todos estos países Sham¡kin (es decir, Sargón de Agade) lo había pasado hasta hoy; había lucha-
destruí. Pero a (sus) dioses se los quité y ltene nasta los-topes mi casa do contra las tropas de Hahha, pero no había hecho daño alguno a la ciudad de
de ri-
quezas. Hahha; no la había incendiado con el fuego ni había hecho ver su humo al dios
Al año siguiente, sin embargo, marché contra Arzawa(al oeste/suroeste de de las tormentas del cielo.
Turquía), y robé sus vacas (y) sus ovejas. pero a mis espaidas llegó (Yo,) el gran dios Thbarna, arrasé Hassuwa y Hahha y las entregué al
el enemi-
go desde Hurri y entró en mis tierras. (Entonces) todos ios países-me fuego enteramente, pero su humo se lo hice ver al dios de las tormentas del
declara-
ron su hostilidad y sólo me quedó Ia ciudad de Hattusa. El gran rey cielo, y (al rey) de Hassuwa y al rey de Hahha los uncí a su carro (de cuatro
Tabarna,
amado de la diosa del sol de Arinna, me colocó en su regazo y ruedas).
me tomó de la
mano y marchó delante de mí en la batalla. Salí al campo de batalla (ndice) Tablilla ... las numerosas gestas de Hattusili (CTH, n." 4; Impara-
en Ne-
nassa (al oeste de Kanesh, camino de purushanda) y cuando la población ti y Saporetti, 1965; TUAT,I, pp.455-463).
de
Nenassa me divisó volvieron a abrirme (las puertai á" ru ciudad).
278 LAS GRANDES POTENCIAS 279
LOS HITITAS

El texto nos ofrece un testimonio valiosísimo acerca de la guerra en Ana-


tolia durante esta época y sobre los métodos mediante los cuales los sobera-
nos hititas intentaron imponer y mantener su control sobre las regiones con-
quistadas (Houwink ten Cate, 1983-1984). La primera campaña fue dirigid¿
contra las regiones del norte, en las que Hattusili estableció guarniciones con
carácter perrnanente y repartió ovejas entre los soldados para su sustento. f,n
la segunda campaña arrasó y destruyó aldeas y ciudades en el norte de Si-
ria, lo cual implica que los hititas se habían hecho con algún tipo de control
sobre Cilicia, aunque esta conjetura no se ha visto confirmada por ningún
testimonio arqueológico. En el tercer <<año>>, Hattusili sufrió un revés: mientras
realizaba un robo de ganado en Arzawa, en el extremo occidental de Anato-
lia, los hurritas atacaron la parte oriental del territorio de Hatti. Ello indica
que el poderío del nuevo estado de Mitanni se acrecentaba y reaccionaba anb
la amenaza que suponía la expansión hitita por el norte de Siria (véase el ca-
pítulo 6, aparatado l). Parece que el ataque de los hurritas fue desastroso y
desde luego pone de manifiesto la fragilidad del dominio político hitita por
aquel entonces: todas las regiones conquistadas se sublevaron y sólo Hattusa
y sus inmediaciones, el corazón de Hatti, permanecieron ñeles al rey. Pero
después de este contratiempo el soberano reanudó e intensificó sus guerras
de conquista, tras recurrir a los dioses pidiendo ayuda a la hora de la de-
rrota. Todos sus éxitos posteriores, más grandes aún que los primeros, se
debieron a su protectora, la diosa del sol de Arinna, quien lo consoló perso-
nalmente, 1o condujo de la mano y caminó a su lado en el campo de batalla.
Inmediatamente después la suerte del rey empezó a mejorar: las ciudades
abrían sus puertas cuando lo veían acercarse (Nenassa); los intentos de re-
sistencia a través de la confrontación directa en el campo de batalla resulta-
ban inútiles y eran castigados con la destrucción absoluta (Ullama); las ciu-
dades <<que se habían sublevado>> fueron sitiadas, arrasadas y su población
deportada y ofrendada a la diosa del sol de Arinna. Un nuevo ataque contra
Hassuwa (uno de los estados más ricos del norte de Siria) resultó tan afortu-
nado que la población autóctona expulsó a su rey; otra población fue atacada
al amparo de la noche. La gran ciudad de Hahhum fue tomada e incendiada El «Edicto de TelePinu»
después de tres batallas. Los reyes de Hahhum y Hassuwa fueron uncidos a
Toda expansión territorial demasiado repentina y rápida.
su91.e acarrear
los carros en los que había sido amontonado el botín obtenido en ambos paí- del poder es
problemas internos: el premio que se obtiene por el
ejercicio
ses y obligados a arrastrar ignominiosamente la carga hasta Hattusa. Los lu- de no compartir los beneficios resultan tan-
gares de culto de las principales divinidades de Hatti se enriquecieron enor- ianto mayor, y las
"onr"ru"ncias la moialeja que se oculta tras el recital
to más devastadoras. Tal vez sea esta
memente con los tesoros obtenidos, sobre todo en las ciudades del norte de que dóminarían la historia hitita du-
de sangrientos asesinatos y usurpaciones
Siria. Los ingresos regulares de los dioses hititas y de sus cultos se vieron in- de Mursili I (c' 1590) por
rante los setenta años sucesivos: desde el isesinato
crementados a través del asentamiento de los deportados en sus fincas. Cu- por Zidanta, hasta la ascen-
su cuñado y ,op".á, Hantili, ayudado e incitado
riosamente este hecho es presentado como una liberación de la opresión que de actos sombríos de
sión al trono a" feiápinu (c. 1525). La extensa "iónita
habían venido sufriendo hasta entonces, forma en la que también los reyes Telepinu», el rey cuya figura se
esta época está contánida en el «Edicto de
hititas de época posterior presentarían en ocasiones sus deportaciones. A raíz período de caos pblítico. Se presenta a sí mis-
yergue al término de este largo
de las resonantes victorias de Hattusili, el soberano de un país vecino se los terribles conflic-
mo como el hombre qu" ."óluió de una vez por todas
apresuró a enviarle como regalo una carreta de plata, eue el rey de los hititas (conservado, al igual que
tos internos que habíán hundido a Hatti. El téxto
no dudó en ofrecer devotamente a la diosa del sol de Arinna, sin cuya ayu- la principal
los anteriores, en versión hitita y acadia) constituye también
280 LAS GRANDES PoTENCIAS LOS HITITAS 28r
fuente para la historia de este período.
Es además una de las fuentes más :
'-.i En cuanto Hantili $egló alavejez y estaba a punto de convertirse en dios
poftantes para las institucionés poríticas irn-
morir), Zidanta asesinó a [Piseni], el hijo de Hantili, junto con sus
hititas y, po. consiguiente, vare (es decir, de
'' '
t.

pena que lo citemos en su integridad: h hijos, [así como] a los [más n]obles de sus servidores asesinó.
Y Zidanta también gobernó como rey y los dioses buscaron la sangre de
Así (habla) Tabarna Terepinu, er gran rey: [Pi]seni y convirtió a Ammuna, su propio hijo, en su enemigo y éste asesinó
en otro tiempo Labarna fue
gran rey y sus hijos, sus hermanos, er a su padre, Zidanta.
Ios=parieníes de su espora, ros miembros
su estirpe/familia y sus sordados de Y Ammuna también gobernó como rey y los dioses buscaron la sangre de
congregaban a su añededor (en armonía).
:g
El país era pequeño. Allá donde.dirigr. su padre, Zidanta, y el grano, el vino, los ganados, las ovejas a él en sus ma-
de lo^s enemigos derrotados con (su
.rí.á*plñu., las rierras
fi.n"l Ururol-" "onquistaba nos no le [...]
constantemente alrasaba las ii"rrur (ái Pero el país se volvió hostil a su persona: Ha[rt]agga, [...]la, Galmiya, el
y conquistaba las tierras
en su totalidad y las llevaba hasta "r"*is.)
los confiner ¿.r?* (es decir, extendía sus país de Adaniya (la región de Adana), el país de Arzawiya (la parte occidental
posesiones hasta el mar). de Asia Menor), Sallapa (¿Gordio?), Parduwata, Ahhulassa. Allá donde (sus)
cuando regresaba de sus campañas, cada
era enviado a algún país (determinaáol' hijo suyo
Huoirüicioiitra, la actuai Lregti¡, soldados marchaban en campaña, no regresaban victoriosos. Cuando Ammuna
Tuwanuwa (Tiana, lá actuar gor),-Neá*;,i;;": se convirtió en dios, Z:uru, el comandante de su guardia de corps, envió por en-
rushanda, probablemenre la u"tuui'Ku."ññilK;Ilu¡,
zarara,p*rutunJa eu-
r_urna; y administraban tonces en secreto a un hijo de su familia, Tahurwaili, el hombre de la lanza de
Ios (diversos) países, y distintas grandes oro, y asesinó a la familia de Tittiya junto con sus hijos.
ciudades éran anadidas a e[os.
Después Hattus,i reinó com-o rey y El (sc. Zuru) envió también a Taruhsu, el correo, y asesinó a Hantili junto
sus hijos también, sus hermanos, Ios
parienres de su esposa, ros miembr* con [sus] hijos. Huzziya gobernó como rey. Telepinu tenía (por esposa) a Ista-
congregaban a su alrededor (en armonía). -a"-ü ;;1i.ü;"-ilia y sus soldados se pariya, su hermana (sc. de Hwziya) de más alto rango. Huzziya los habría ma-
Er país'era pequeño. Allá donde di-
conquistaba las tierras de'los
denotados con (su tado, (pero) la cosa se supo (antes de lo debido) y Telepinu los alejó de sí.
lr:$H:Tpañas' "n"-igó, A sus cinco hermanos les adjudicó casas (propiedades) diciendo: <<¡Que se
constantemente ¿urasaba las tierras (del vayan (y) se queden (aquí)! ¡Que coman (y) beban, pero que nadie les haga
enemigo) y conquistaba las tierras
en su totalidad y las lrevaba hasta daño! Yo digo: Estos me han hecho daño a mí, pero [yo no les haré] daño a
ros confine; á;r;-. cuando regresaba
sus campañas, cada hijo suyo era de
enviado a argún pui,. (¿","ñ;;;i, ellos».
mano (sc' la de Hattusiri) cáda gran
ciudad se arimentaba.
;", ,, En cuanto yo, Telepinu, me senté en el trono de mi padre, realicé una cam-
Pero cuando ar final ros súblitos de paña contra Hassuwa (en la ruta de Commagene) y arrasé Hassuwa. Mis
los ,"gio, u?rtagos se mostraron des-
leales y empezaron a consumir
sus casas y a hácerse poderosos contra tropas estuvieron también en Zizzilippa y se desencadenó una batalla en Ziz-
ñores, comenzaron a verter su sangre. sus se-
zilippa.
Pero cuando Mursili reinó como En cuanto yo, el rey, llegué a Lawazzantiya (la parte oriental de Cilicia),
rey en Hattusa, sus hijos también, sus her-
manos' los parientes de su esposa, los
Áiembr* á" ru y sus sol- Lahha [se mostró hostil contra mi persona] e hizo que Lawazzantiya se su-
dados se congregaban a su ur."¿"áor "stirpe/familia
(en armonía), y conquistaba ras tierras de blevara contra mí. [Los dioses] lo pusieron en mis manos. Los más nobles
los enemigos derrotados con (su fuerte)
brazo.conquistaba
---r-^' las tierras en su to- eran [...], jefe de los <<inspectores de mil>>, Kamrwa, jefe de los chambelanes,
talidad y las llevaba hasta los confines'del
mar, Inara, jefe de los coperos, Kil[..., jefe de los...], Tarhumimma, jefe de los
Marchó contra Halpa (Aleppo) y urruJ heraldos, Zinwaseli y Lelli, y muchos otros, y mandaron llamar secretamente
Halpa y la población cautiva de
Halpa y sus perrenenciai r¿ tr"j. hasia
aqu( t urá Háttusa. pero después mar_ a Tanuwa.
chó (contra) Babilonia y u.rurd Babiloniá.
población cautiva y sus pertenencias
c;;;il;onra tos hurritas y ata Yo, el rey, no (lo) s[upe]. AHuzziya y sus hermanos los mataron allí. En
los exhibió en Hattusa. cuanto yo, el rey, me enteré de ello, Thnuwa, Tahurwaili [y] Taruhsu fueron
Hantili era copero (por entonces¡ y t"nia traídos ante mí y la asamblea Qtanku) los condenó a muerte. Pero yo, el rey,
sili, por esposa. Zidantaingatusó a úíntili "
H*^r"prllil, ra hermana de Mur_
r.'.1;y rñiearonl una mala acción. hablé: «¿Por qué tienen que morir? ¿Deberían ser ocultados de la vista (del pú-
Asesinaron a Mursili y u"ñi"ron (lit. «hicieron»)
su sangre. blico)?». Y yo, el rey, hice de ellos simples campesinos, les quité las armas de
Y Hantili esraba asustado [...) sus hombros y les puse el yugo. Los (actos) sangrientos realizados (en el seno)
[Y] Hantili también llegó hasta.Tegaramma (y empezó) a de la <<gran familia (es decir, la estirpe real)» se incrementaron: Istapariya, la
<<Esto (es) lo que he hecho.-Escu"t¿ lhab]lar (así):
t.].r ur r*"'rtus parabras delZid,anta>>. reina, murió. Tras esto sucedió que Ammuna, el príncipe heredero, murió.
[como rey], (sin ior aior", buscaron la sangre Luego «los hombres de los dioses» hablaron también: «Mirad, los (actos) san-
[fJ,;[:n¿ob]ernó "rrú*eol, grientos han aumentado en Hattusa>>. Entonces yo, Telepinu, congregué la
asamblea (panku) en Hattusa (y hablé así): «En adelante nadie hará daño a un
(EI texto está-en muy malas condiciones
en este punto; se hace arusión hijo de la familia (real) de Hattusa ni sacará un cuchillo contra él».
a una invasión de los hurritas; a continua"iOn
unl¿e,j- Sólo un hijo de rey del rango más alto, un hijo, será rey. Si no hubiere hijo
de rey del rango más alto, cualquiera que sea hijo de rango menos alto, será
282 LAS GRANDES POTENCIAS

rey; si no hay ningún vástago real


\ LOS HITITAS 283
varón, cualquier hija del rango
haya, tómese para ella un hombre más
disipuesto a desposarla y a entrar en
y que éste sea rey. su do de la familia y sea conducido a la puerta del palacio; [quien] no lo dela-
Aquer que sea rey después de mí, tare, ocurrirá (que) esa persona sufrirá daño en su (propia) casa.
sus hermanos, sus (Colofón): Tablilla I de Telepinu terminada (CTH, n." 19; Sturtevant y
su esposa, ros miembros de su
estirpe/fa*ili";Jllot¿uoo, lu9r, ros parientes ¿s
a su alrededor (en armonía). y se-congregarál Bechtel, 1935, pp. 175-200; Hoffmann, 1984; TUAT, V5, pp. 464-470).
si vais y .onquir,d;i". rierras de los
derrotados con (vuestro fuerte) .-n.,oig*
brazo, no diréis: «¡(con esta acción)
co!». No las purificáis (de ese modo, las purifi_ Se ffata de un texto fundamental; en parte, desde luego, por la ayuda que
.ino qr" rnári""l en realidad ras
mís' ¡De la familia (rear) no matéis
a nadie, pues no es bueno!
opri- ofrece a la hora de reconstruir la historia de este período, que, de no ser
Además, quien sea rey y proyecte
hacei ¿r¡o u r*r hermano (o a su) é1, nos resultaría completamente desconocido. Pero más importante to-
mana, vosotros ra asambrea (panku) para ér. Decidre her- es la información que nos proporciona acerca de la estructura del esta-
lr^"-r.g
es un acto sangriento' consulta simpremente: «Eso
Ia tablilla. intes lo, u"to, sangrientos
aumen_
hitita, en especial respecto a las normas establecidas con el fin de regular
taban en Hattusa y los dioses
se Io habían i.prl.tr" iu ..g.u, sucesión al trono. De modo parecido a lo que hace el testamento de Hat-
cuarquiera que- haga daño a (sus) familia,,>>.
mire a ta cabeza.der rev (es decir,
hermuno, toit ennanas y (ar hacerro) I, sitúa al lector en el seno de la corte hitita; en esta ocasión el rey re-
voque una asambrea
ilry: ñ;;aónsab,idad der rey), con- la historia de Hatti en forma sumaria desde el principio, con el fin de de-
Qtanku) para é1. si es harado'cutpaute, ,". á""iíiü." que el país había ido decayendo a partir de su glorioso pasado. Esa
Pero no debe ser muerto en sécreto,
como se hizo con Zuru, Danuwa,
waili y Tarhusu. No se haga daño a'su Tahur_ .decadencia es atribuida directamente a los pecados cometidos en primer lu-
c¿sa, a su esposa (o) a sus hijos. que intentó hacerse con el poder por medios criminales. El
hijo tiene un comporramiento criminar,.ér si un : §u por Hantili,
,"ÁuiJ, p"rárrá con su cabeza, pg¡s
no deberá hacerse daño ni a su casa
ni.a sus n¡árlÉu"run cuares fuesen isesinato engendra el asesinato y el país se hunde cada vez más, sufriendo
motivos por ros que se ejecutara
a un h-ijo ."ut, no'1t*ga rerevancia)
ros invasiones extranjeras y derrotas en el campo de batalla, y cayendo víctima
para su
campos' sus viñedos, sus esclávos,
,u, de las constantes intrigas palaciegas.
iiü;rl" "r.luuus,
sus vacas (o) sus
La exposición de la historia pretérita que aparece en este documento te-
Ahora bien, si un hijo real comete
un.crim_e_n , pagarácon su cabeza,
pero .nía por objeto efectuar una severa crítica de los antecesores de Telepinu y
no causaréis perjuicio a su casa
ni a sus hijos. No és áejusticia deshacerse justificar su conquista del poder, pues personalmente no tenía ningún dere-
una persona o de un instrumento de
de un hijo real. pero aqueuos que rearizan cho especial al trono (véase la ausencia de toda genealogía del soberano al
esos males, los [...], los administradores
dómésticos, ros jefes de los chambe_ comienzo del texto). La conducta honesta de los tres primeros reyes es pre-
Ianes, el jefe de los guardias.d"
y er jefe ¿"r ui*, [en] su afán por sentada en el marco de una edad de oro caractenzada por una armonía per-
derarse de las "o.p, mientras
áe Ios hijos .*É, apo-
"usar van dicienoo: «¡ojalá esta ciu_ fecta, con una pequeña nota de discordancia en la transición al reinado de
dad fuera mía!>>, causan pe4uicio al señor de la
ciudad.
Así pues, desde troy ln aaelante en Mursili; pero el soberano se ocupó rápidamente del problema y enseguida
Hattusa recordad esto en vuestro pro_
pio interés, chamberanés, guardiu, ¿" obtuvo grandes triunfos sobre Aleppo y Babilonia. La compleja serie de ase-
corps, <<servidores der oro>>, camareros,
cocineros, herardos, mozoJde
cuadra, (e) inspectores de sinatos, parricidios y usurpaciones que vino a continuación no siempre re-
nuwa, Tahurwaili y Taruhsu, r"un [mil]. En cuanto a Th_ sulta clara en sus detalles, y las relaciones exactas de parentesco existentes
unu advertencia puru uoaoraos. En
si alguien hace argún d,año, aderante,
chambelanes' un jefe der
i" r;; ui uorini.trador^dáméstico o un jefe de los entre los diversos personajes del drama son a veces muy oscuras. Pero el
yilgt ,n ¡* g" tu guuraiu á"-.o.pr, un jefe de ins- principal mensaje es expresado por medio de un contraste muy significativo:
pectores de mil, ya (sea) er úrtimo (o)
er priméro .n ,, ,*go, tr[atad] el Hantili, el cuñado de Mursili, a quien éste no había hecho ningún mal, puso
to como una asamblea asun_
Qtanku) y devoradlo con vuestros dientes. fin a esa edad de oro a través del vil asesinato del rey; Telepinu, por el con-
(A continuación vienen varias secciones trario, cuñado de Huzziya y amenazado de muerte por éste, puso fin a tantos
del texto imposibres de enten_ años de horror destituyendo sin derramamiento de sangre a Huzziya, al que
der debido a lo fragmentario de su
estado; entre eilas .rrá uru larga rista
sello» de las ciudades anatólicÁ de desterró junto con sus hermanos, perdonándole la vida, aunque no le hubie-
;:1t#.:Í y
¡ieur""in¡á,p. 3081. después ra costado ningún trabajo mandarlo ejecutar («Yo digo: "Estos me han hecho
daño a mí, pero yo no les haré daño a ellos">>). Inmediatamente las campañas
La cuestión de ros (actos) sangrientos del soberano hitita se vieron una vez más coronadas por el éxito, subrayando
se prantea en ros siguientes térmi_
nos: si alguien derrama sangre, lo la honradez de su proceder, que vino a restablecer la salud política de Hatti:
que er .rseñor ¿e ros
dice' si dijera «¡Muerar», quJ rnr".uiÉ:-_r iactos) sangrientos»
dijera: *¡sLá castigadolr, que sea la edad de oro había terminado debido a un derramamiento de sangre de todo
castigado. Pero para el rey no (es)
nada. (En .rrál d" l"chicería en Hartusa, punto injustificable, que trajo el desastre en forma de malas cosechas en el
¡purifíquese! Quien conozca ra hechicería en er país y de derrotas del ejército en el extranjero; ahora, en cambio, a través del
seío J. ,nu familia, sea saca_
ü
ejercicio de la clemencia, la edad de oro queda restaurada (Hoffner, 1975).
285
LOS HITITAS
284 LAS GRANDES POTENCIAS
monarca' El sobe-
A continuación vienen una serie de normas sobre las que descansa único candidato
al ffono eI hermano del difunto
el se produjo esta situación
tado recién restaurado: un orden de suce§ión universalmente reconocido, cuidadosamente cómo
paz de acabar con las ambigüedades y con el comportamiento despótico (es decir' el difunto rey), pregunté
si existía
los monarcas. En consecuencia, los actos del rey quedan restringidos y Como no tenía descendencia mujer embarazada'
pero tampoco truUiu ninguna
hace responsable de ellos ante los dioses y la asamblea Qtanl<rz), aunque ,r",rnu mujer embarazada;
RA,47 ues3l' PP' 70 Y ss')'
poderes de ésta a la hora de imponer castigos se limitan al rey y al Hü;;t,;,
heredero, quedando sus familias excluidas de la sentencia. Este <<Edicto de TelePinu>), es Proba-
to de la monarquía, en virtud del cual el propio soberano se sitúa por a cualquier intento de aPoderarse
del poder jurídico de una asamblea, es sumamente curioso. El término
traducimos por <<asamblea>>, panku, significa básicamente 'todo', y se han
propuesto diversas teorías, desde las que la consideran un consejo de todos
los nobles a las que ven en ella una asamblea de guerreros. El edicto da a en-
tender que en ella participaban todos los altos jefes del ejército y oficiales de
la corte, y nadie más (Beckman, 1982). En vista de los poderes que le atri-
buye el decreto, se ha sostenido que originalmente el panku tenía la facultad
de elegir al rey. Pero no hay ningún otro testimonio que sustente semejanrc
tesis; en todo caso, más bien lo contrario (véase el testamento de Hattusili,
supra, pp.273-275): el único capaz de nombrar a su sucesor es el propio rey
y es él quien se lo propone al panku. Además no existen otros testimonios
de que el panku desempeñara un papel político significativo: en realidad da
la impresión de que desaparece de escena por completo. No tenemos atesti-
guado ni un solo ejemplo de que el panku ejerciera nunca un poder indepen-
diente: todos los indicios apuntan a que se reunía por orden del rey y que su
función era dar consejos al soberano, dictamen que éste podía modificar o in-
cluso tal vez desoír (véase el propio «Edicto de Telepinu>>). Da la impresión
de que las normas dictadas por Telepinu hacen de esta asamblea de dignata-
rios (probablemente los autores de los intentos ilícitos de ocupar el trono) la
1200)
responsable del mantenimiento de las leyes de sucesión establecidas por el rey:
* Er lupr,ruo Hntre (c' 1430 11420)-c'
es decir, qr:jrzá fuera un modo de obligar a los nobles a vigilarse unos a otros,
a informar al soberano de la actuación de sus compañeros, y por consiguien- El ImPerio Arcaico
te a rivalizar por la obtención de ventajas políticas ante el monarca.
Por lo que sabemos, las leyes de sucesión aprobadas por Telepinu fueron Elgranperíododeexpansiónquellevóalreconocimientodelpoderío
desde éiiiütuf hasta la cuenca del Khabur
respetadas. Eso no significa que se pusiera fin a las sucesiones irregulares y nu*"rorJ,
hitita por "geo
tu¿ttativa I (1430-l4l0ll42o-
"rru¿ó, t"inlaá ¿E
a las usurpaciones, pero da la impresión de que la tremenda serie de aconte- y Damasco, dio colii.nro ¿orunt" "r
cimientos cruentos descrita por Telepinu no volvió a repetirse. Cuando, mucho 1400).Estepersonajequtzáfueraelfundadordeunanu"uuestirpereal,pues es-
de los monarcas' excepto algunos
después, Hattusili lfi (1275-124511264-1239) derrocó a su sobrino, Urhi-Te- a partir de este *"ir"i1o los nombres son bastante di-
Hattusitl y Mursili,
shub, y se adueñó del poder (véase infra, p. 294), se apresuró a subrayar 1o pecialmen,. unuguos y glorioror,,.o-Áo entre c' 1500 y
período.comprendido
escrupuloso de su actuación afirmando que Urhi-Teshub había accedido al tro- ferentes.s La oscuridad que "t p1:9:J:
"rru"lr"
.on¡"iui* cómo
:" gracias "tt"
no pese a no ser hijo de una esposa de primer rango; Urhi-Teshub, ahrma c. 1430 (1420) no nos permite
un poco "t:HT
mejol sus gestas a la
Hattusili, recompensó sus desvelos de tío intentando socavar su posición y cambio. En la actualidad Arnu-
propalando contra él falsas acusaciones de traición; sólo entonces, cuando nueva datación de algunos texros
ü;
"ono..*ós ieinado y o"t de su sucesor'
;;; ;;;;",cuadto 18)' Los soberanos de
vio que su vida corría peligro, actuó Hattusili, con el apoyo de otros nobles, wanda r (1390-1380 i1370-13s51, afortuna-
esporádicamente
y depuso y desterró a Urhi-Teshub. Del mismo modo, ya al final del imperio esta época ,"utirulJn ,igoro*, intentos, ulgunor y el norte de Siria'
sobrJKizzuwadna
hitita, se planteó una situación similar al no quedar ningún vástago del rey, dos, de reafirmar i;;";i;"ción hitiia
T 286 LAS GRANDES POTENCIAS
LOS HITITAS 287

especialmente Aleppo, frente al poderío de Mitanni (tratado de Thlmi-Sharru- , que todo se ha acabado
también a esos ... del país de los gasga. He sabido
ma, Weidner, 1923, pp. 80-89; véase el capítulo 6, apartado 1). Durante esta ' está paralizado (literalmente: «helado»).
lucha, los soberanos del Imperio Arcaico intentaron, en la medida de lo posi- " , áu. el país de Hattusa regalo, a modo de saludo, un paquete al cargo
Y ahora te he enviado de-
ble, sacar provecho de los reveses sufridos por Mitanni a manos del gran fa- ': de mi emisario Irshappa: un saco de oro de 20 minas de oro de peso; 3 trajes de
raón Tutmosis III (véanse los capítulos 4, apartado 2, y 6, apartado 4). Pero 3 hu«i de lino; 8 ku§itti de lino; 100 §awal-
';; rres manros üglios dedelino;
üno;
esos triunfos fueron transitorios, pues Mitanni y Egipto se unieron para expul- á"lino; 100 happa... lino; 100 mutalliya§§a de lino; 4 frascos kukkubu
kukkubu [pequeños] de aceite dulce; 3 sillas
sar de la zona a los hititas formando una alianza, cimentada por una serie de !.una.r de aceite áút."; 6 frascos
de ébano con fundas de §arpa fino y [or]o; 10 sillas de ébano con incrustacio-
casamientos reales, que duró unos sesenta años. Una acción importante de los
nes de marhl; 100 (tablas d-e) ébano a modo de regalo
de salutación (EA 3l).
hititas que contribuyó a persuadir a Mitanni de que le convenía más estrechr
filas con Egipto, fue la expansión hacia el este de Tudhaliya, hasta la región ha conservado en
de Isuwa y sus riquísimos depósitos de cobre. Isuwa estaba situada directa- Por desgracia, la respuesta del rey de Arzawa sólo se
pero qu"áu de ella suficiente para demostrar que recibió de
mente al norte de Mitanni y los reyes de este país reclamaban su soberanía. oarrc (gA 3-2). 1o
de alianza matrimonial con Egipto' Un dato curioso
La seria amenaza que representaban en esta época los hititas para los in- tí* l*¿" la propuesta
tereses de las otras grandes potencias del Asia occidental se ve ilustrada por ol. í"" qu.in.irye el escriba que copió la carta, pidiendo a-su colega de
hitita (F,A,32, pp. A-25)'
algunos de los sucesos acontecidos en la frontera oeste del reino de Hatti. lr*rJ qu, .n adelante lleve la colrespondencia enteniendo serios problemas,
Fue esta otra región en la que Tudhaliya I cosechó importantes triunfos. En ñ evidénte que en esa época Arnuwanda I estaba Según parece' el
l, for que intentaban aprovecharse a fondo sus enemigos'
respuesta a las peticiones de cierto Madduwatta, que se refugió en la corte
áe los gasga, en los Alpes Pónticos (véase suprq p' 279),llevaba al-
hitita cuando fue expulsado de su país por Attarissiya de Ahhiya(wa), Tud- oueblo
tgir-tirrpo puede que des-
naóieñ¿o incursiones con resultados desastrosos:
haliya explotó la situación en provecho de Hatti instalando a Madduwatta
Hattusa, como harían más tarde (véase infra, p.293);de hecho, las
como príncipe vasallo de Zippasla, cerca de la frontera hitita. Más tarde, du- ñy.run
def,rnitiva-
rante el reinado de Arnuwanda I, cuando Madduwatta hizo causa común con ,riá.ion", de los hititas con el mar Negro quedaron interrumpidas
de amistad con Egipto
Ahhiya(wa) en contra de los intereses hititas, el faraón de Egipto vio la opor- *rn,r. Arzawahabía establecido estrechas relaciones
grandes potencias aliadas. Mientras tanto,
tunidad de inmiscuirse en los asuntos del pujante reino de Hatti. Se apresu- y era admitida en el círculo de las
dJtos hititas, hacíacausa común con Ahhi-
ró a ponerse en contacto con el poderoso estado de Arzawa, en la Anatolia ívladduwatta, el viejo rey cliente
occidental. Probablemente abrigaba la esperanza de incrementar la fuerza po y.i*rl para invadii Chip.e, territorio sobre el cual el rey de Hatti afirmaba
lítica de este vecino de los hititas en un momento de dificultad para éstos, poseer una especie de control mal definido.
como ocurriera anteriormente con Mitanni en la frontera oriental. Una carta pero estos reveses fueron sólo transitorios. Por las <<Gestas de Suppilu-
posterior,
enviada por Amenofis III de Egipto (1403- 1364 11390-1352)) a Tarhundara- liuma» (CTH,40 [la numeración de hecho es efrónea]), de época
du de Arzawa nos permite vislumbrar el desarrollo de estas maquinaciones parece que ya en tiempos del sucesor de Arnuwanda I, Tudhaliya III (1380-
(véanse los capítulos 4, apartado 3, y 6, apartado 4): igoo lr3s 5-1344)),la-zona situada inmediatamente al este de Hatti, el «País

Alto» y Azzi-Hayasa, fueron reconquistados por su hrjo y eventual heredero,


Nimuwareya (es decir, Amenofis III), gran rey, rey de Egipto, (habla) en Suppilutiuma. Esos países confinaban con el territorio de los gasga es
y pro-
los siguientes términos: Dile a Tarhundaradu, rey de Arzawa: mis asuntos mar- baUÉ que su conquiita tuviera directamente que ver con los intentos de re-
chan bien. Mis casas, mis esposas, mis hijos, mis nobles, mis tropas, mis sol- .upr.* su capital, Huttutu. La reconquista de esta ciudad por Suppiluliuma
dados que luchan en carro, todas mis pertenencias en mis tierras marchan bien. p.óbubl"*enté se produjera al comienzo de su reinado y por lo general suele
Ojalá que a ti todo te vaya (igualmente) bien. Ojalá tus casas, tus esposas, tus asociarse con este hecho la fase de grandes obras de fortificación y recons-
hijos, tus nobles, tus tropas, tus soldados que luchan en cÍuros, todas tus per-
trucción atestiguada en la ciudad.
tenencias en tus tierras marchen bien.
Ahora te he mandado a Irshappa, mi emisario (con las siguientes instruc-
ciones): <<Veamos a la hija que ofrecen en matrimonio a mi majestad». Y ver-
terá aceite sobre el cabello de ella (primer rito del compromiso matrimonial). I-as conquistas de Suppiluliuma I
Ahora te he mandado un saco de oro; es excelente.
En cuanto a lo que me escribías que hiciera (en los términos expuestos Podemos reconstruir un esbozo razonable de las conquistas de Suppilu-
a continuación): «¡Mándamelo aquí!». te lo mandaré, pero más tarde. liuma I (1370-1330 en Siria a partir de varios documentos de
Í1344-13221)
(Antes de eso) mándame de vuelta cuanto-Sí, antes a tu emisario y al emisario que época posterior. Nos referimos a las «Gestas de Suppiluliuma» (CTH, 40,
te he enviado yo; tienen que venir. Luego regresarán a tu país (y) llevarán el
289
288 LAS GRANDES POTENCIAS F*: LOS HITITAS

quedó como príncip.e delegado en Aleppo' con el en-


tt
véase Güterbock, 1956), a una alusión que aparece en las cartas de el-Amar. r, ,u, hijos, Telepinu, de Carchemish'
na (EA l7), y a varios tratados firmados con algunos pequeños estados le- eargode
protegeiiut.onquistas hititas. La importante ciudad
fue reducida' según parece' en
vantinos (por ejemplo, Ugarit, citado infra, pp.344-345), Nuhashshe (Weid- que dominaba un
estratégico vado del Éufrates,
tras oiho días de asedio. De nuevo un hijo de suppiluliu-
ner, 1923, n.o 3), Amumr (Weidner, 1923, n." 5 y n." 10), Aleppo (Weidneq una fase suceslva,
real de «Sharri-kushuh»), fue nombrado gober-
1923, n." 6), y sobre todo el primer tratado de Shattiwaza (Weidner, 1923, ffi ñ;rlili ante elnombre
(con el
cual eran responsables.los demás dinastas locales;
fi-
n.o 1). Lo primero que hizo el rey hitita fue intentar llegar al sur a través de nador reglonal, hitita
tu principal sede de la autoridad
los pasos del Tauro. Este hecho como algunos tratados de paz firmados Ca.ct emish se convirtió
-así de los que tenemos testimonio- im- nahnente "'
entre Hatti y los reyes de Kizzuwadna, * riÍ""l?omento en que suppiluliuma rogró conrrorar ra parte occidentar
plica que la región se hallaba en poder de los hititas, acción atribuible tam-
vasallos de Siria («hasta Líbano y Abina'
d, üd;"i y a todos sui
bién a los reyes del Imperio Arcaico, aunque el orden y la progresión de los antiguos
temporalmente relaciones amistosas
acontecimientos son excepcionalmente oscuros (Wilhelm, 1982, pp. 43-44; ¡egi¡nde Damas.""l, r" "ttuut"cieron sabemos si Akhenatón o
Beal, 1986). Lo cierto es que un rey llamado Tudhaliya trasladó el culto de fr"n eripr 1la identíáad
del faraón reinante
El soberano -no
egipcio reconocía al rey hitita
la «diosa negra>> de Kizzuwadna a Samuha, en el país de Hatti. Es de supo- Ibtankhamón- no está clara). una carta (por desgracia
(EA 41), aunque
como monarca deligual
ner que semejante medida sólo pudo producirse araíz de una conquista (véa- rango»
+Z) pár"." indicar que al principio hubo bastantes
se la deportación de divinidades a la que aluden los anales de Hattusili L ñ;fd;enraria,
supra, pp. 276-277). Además da la impresión de que el padre de Suppilu- ';t^ a lá cuestión de la igualdad y Ia precedencia' Su-
dimes y diretes en torno
de la joven viuda de Tutankhamón que'
liuma residió en Samuha durante algún tiempo (quizá debido a la destruc- mamente curioso es el testimonio
(véase el capítulo 4' apar-
ción de Hattusa). Así pues, es posible que fuera este el único responsable de il;;1; la erapa de áesOr¿enes políticos enunEgipto
la conquista (Wilhelm, 1982, p. 44), que permitió a su hijo utilizar esta ruta Edo 3), soticitó contraer matrimonio-con
t ¡o {el rey de Hatti, poniendo
sorprendente reconocimiento de su supremacía
lo demás la más lógica- para llegar a Levante. Por fin Suppiluliuma en bandeja a los hititas este
-por
incorporó la totalidad de Kizzuwadna al reino hitita y puso fin a la estirpe de e influencia Políticas:
sus príncipes locales.
Sin embargo, Ia primera campaña de Suppiluliuma en Siria no se vio co- Miesposohamuertoynotengohijos,D.iceldetiquetienesmuchoshijos. no
ronada por el éxito. Probablemente fuera de entre los despojos del primer podrías¿ur*" u uno deius hijoi y yo lo haría-mi esposo' (KBo'
!-e¡deluego
mis servidores páu nu""t de él mi esposo
tomaría a uno de
Y 6; Gü-
enfrentamiento fallido de Suppiluliuma con Mitanni de donde Tushratta (rey
de Mitanni) (véase el capítulo 6, apartado 1) escogiera algunos de los obje- terbock, 1956, PP. 94-98 Y 107-108)'
tos que envió a su aliado y cuñado, Amenofis III de Egipto (EA 17). Esta de Suppiluliuma'
campaña fallida podría datar de los primeros años del reinado de Suppiluliu- A pesar de los recelos y las minuciosas investigaciones
Probablemente fuera en el seno del
ma, mientras que la segunda, que tuvo un éxito espectacular, probablemente el hijo que envió u fgipto iue asesinado.
poderoso grupo de rn'iémbros de la familia
real y de caudillos militares' en
se produjera mucho más tarde. Esta vez Suppiluliuma se dirigió hacia el este,
cuyas manos estaba el destino de la
jovel reina viyda (Murnane, 1985; Bry-
cruzando el Eufrates cerca de Malatya (penetrando en Isuwa), para desde allí
pasar a Mitanni. Esta maniobra se vio coronada por el éxito que supuso el ce, 1990), donde se tramaru ,u *uort". Parece que las relaciones con Babi-
lonia corri"ron -"¡or suerte y fueron más duraderas: una princesa.babilonia
saco de Washshukanni, la capital de Mitanni. Para este país, en cambio, fue durante el reinado del hijo de
un desastre que probablemente desencadenara los conflictos internos que contrajo matrimonio .on Suppitutiuma, aunque
de 1a esposa del rey por ar-
condujeron al asesinato de Tushratta y a la huida de su hijo, Shattiwaza, ala ésE, úursili 11, fue acusadi á" tuut* la muerte
tes de hechicería (CTH,70). Una acusación
tan grave debió de tener serias
cofte hitita, donde pidió asilo al enemigo de su padre (véase el capítulo 6,
apartado l). El giro de los acontecimientos permitió a Suppiluliuma hacerse repercusiones Políticas.
con el control de la parte occidental de Mitanni, estableciendo en ella a Shar
tiwaza en calidad de rey vasallo de una especie de estado-parachoques fren-
te al poder expansionista de Asiria (véase el capítulo 7, apartado 2). La se- El reinado de Mursili il
cuencia exacta de los acontecimientos, tras el devastador ataque hitita contra paralizadas por una
Mitanni, no es muy segura, pero lo más probable es que Suppiluliuma se di- Las extraordinarias hazañas de Suppiluliuma fueron
rigiera a Aleppo, Alalah, Nuhashshe y Amumr (véase supra, mapa 4), apar' virulenta plaga que asoló Levante y q;; los soldados hititas que regresaban
a su paíi. La epidemia probablemente se lleva-
tándolos de su dependencia de Mitanni y obligándoles a firmar convenios en de la guerra llevaron consigo
ra consigo a Arnuwanda Ii (1330 L1322-lZitD, hrjo
y sucesor de Suppilu-
los que juraban respetar sus obligaciones futuras para con el reino hitita. Uno
290 LAS GRANDES POTENCIAS \ LOS HITITAS 29t

liy-u.'.:yy9 1e11afo no duró ni un año. Le sucedió otro hijo de Suppiluliumq bién estaban a su lado. Entonces Uhhaziti murió en el mar, pero sus hijos se
Mursili II (1330 U32I)-1295), cuyos vigorosos esfuerzos por consolidar fug
Separaron. Uno se quedó en el mar, pero el otro, Tapalazunauli, salió del mar,
conquistas de su padre se vieron en buena parte coronados por el éxito. es¡ y ioro la totalidad de Arzawa ... había subido al lugar de Puranda, Tapalazu-
la posible excepción de la pérdida transitoria de Carchemish, Siria permane- íau[ subió a Puranda-. En cuanto celebré la festividad del Año Nuevo, acudí
ció fiel a los hititas. Una vez más los ánimos levantiscos de lazona oriental a librar batalla a Puranda. Tapalazunauli bajó de Puranda con su infantería y
de Azzi-Hayasa, donde las sublevaciones eran recurrentes, hubieron de ser sus carTos, y vino a enfrentarse a mí en combate, y en su propio Campo Se en-
sofocados, en esta ocasión por negarse a respetar los términos del tratado frentó a mí en la batalla y yo, mi sol, combatí con é1. Y la diosa del sol de
firmado con Suppiluliuma («Anales decenales de Mursili», III 93-IV 23 Arinna, mi señora, el poderoso dios de las tormentas, mi Señor, Mezzulla y los
demás dioses corrieron delante de mí en la batalla. Superé a Tapalazunauli con
ICTH, 6lll]; Goetz, 1933). Pero el triunfo más sobresaliente de Mursili se
produjo sobre Arzawa, al oeste de Hatti, región ignorada completamente por su infantería y sus c¿uros y lo derroté. Luego lo perseguí. Fui y cerré el lugar
de Puranda [y lo] hostigué y le quité el agua.
Suppiluliuma:
Cuando ataqué Puranda, Tapalazunauli, el hijo de Uhhaziti, que estaba en
Puranda, se asustó y bajó huyendo de Puranda por la noche. [También a su es-
Más tarde ese mismo año fui al país de Arzawa. Pero a Uhhaziti envié un posa, a sus hijos y a los halbitantes los hizo salir corriendo de su refugio del
emisario con una carta que decía: <<En cuanto a aquellos de mis súbditos que castillo y se los llevó de Puranda. Pero en cuanto yo, [mi sol], oí decir: <<Ta-
han ido a tus tierras, aunque repetidamente te los he reclamado, tú no me los palazunauli ha huido] en la noche, e incluso a su esposa, a sus hijos y a los
has devuelto y me has insultado tratándome con desprecio. ¡Conque se acabó! irabitantes los ha hecho salir corriendo delante de él y se los ha llevado>>, yo'
¡Lucharemos! ¡Y que el dios de las tormentas, mi señor, juzgue nuestro caso!». [mi sol], envié a la [infantería] (y) a mis caros tras é1, [y] hostigaron a Tapa-
Mientras iba de camino, cuando llegué a las montañas de Lawasa, el po- iazunauli en su huida, y capturaron a su esposa, a sus hijos y a los habitantes,
deroso dios de las tormentas, mi señor, me mostró su divino favor. Lanzó el y les hici[eron] dar marcha atrás. Tápalazunauli, sin embargo, fue el único que
rayo (?) y mi ejército pudo contemplar ala vez el rayo y a Arzawa. El rayo fue escapó.
y fulminó a Arzawa; la ciudad de Uhhaziti, Apasa (probablemente Éfeso), (Una sección muy mal conservada describe la caída de Puranda y el botín
quedó fulminada. Hizo que Uhhaziti se postrara de hinojos y que cayera en- conseguido en ella, una campaña victoriosa contra Ahhiyawa y la captura del
fermo. Y cuando Uhhaziti cayó enfermo, dejó de enfrentarse conmigo en la ba- hijo de Uhhaziti; a continuación se añade:)
talla; envió a su hijo, Piyamaradu, con la infantería y los carros contra mí; [En cuanto] regresé [del País del Río Seha], tuve que luchar contra [Ma-
avanzó contra mí en son de guerra junto al río Astarpa, cerca de la localidad napatarhunda], señor del Río Seha; (pero) en cuanto [Manapatarhunda tuv]o
de Walma (posiblemente el curso alto del Meandro) y yo, mi sol (es decir, <<mi noticias mías: «¡Que llega el rey de Hatti!», se [asustó] Y lno vino] contra mí,
:,1
majestad»), luché contra é1. Y la diosa del sol de Arinna, mi señora, el pode- (sino que) me envió a su madre, a los ancianos y a las ancianas. Vinieron ante
i.,
roso dios de las tormentas, mi señor, ill{.ezzulla y todos los dioses corrieron mí y [tayeron] a (mis) pies. Y como las mujeres se postraron ante mí, cedí a
I
delante de mí. Superé al tal Piyamaradu, hijo de Uhhaziti, con su infantería y de flas mujeres]. Así que [no] fui al Río Seha. La población de Hatti que
I
I sus carros, y lo denoté. Luego lo perseguí, y me trasladé al país de Arzawa. "uuiu
había en el Río Seha se pasó a mí. Y el número de individuos que me dieron
i
Hasta Apasa, la ciudad de Uhhaziti, llegué, y Uhhaziti no resistió ante mí, sino fue de 4.000 personas; los envié por delante a Hattusa y se los llevaron. A Ma-
¡
ir

que huyó de mí y fue ... y al otro lado del mar. Y allí se quedó. napatarhunda y el País del Río Seha los admití como súbditos. Después fui a
Todos los habitantes de Arzawa salieron huyendo; unos se refugiaron en Mira y entregué Mira a Mashuiluwa. Pero el País del Río Seha se lo entregué
los montes de Arinnanda y ocuparon los montes de Arinnanda, pero otros fue- a Manapatarhunda, mientras que el país de Hapalla se lo entregué a Targasna-
ron al lugar de Puranda y ocuparon Puranda. Otros habitantes marcharon con lli; y estos países los hice súbditos míos en su propio terreno y les impuse a
Uhhaziti al otro lado del mar. Yo, mi sol, seguí a la población hasta los mon- través de un tratado (la provisión de) tropas; y a partir de entonces siempre me
tes de Arinnanda y luché contra los montes de Arinnanda. Y la diosa del sol han proveído de tropas. Y por lo que respecta al invierno que pasé en Arzawa,
de Arinna, mi señora, el poderoso dios de las tormentas, mi señor, Mezzullay al segundo año la diosa del sol de Arinna, mi señora, el poderoso dios de las
los demás dioses corrieron delante de mí en la batalla. Conquisté los montes torménhs, mi señor, }y'rezz;.:Jla y los demás dioses corrieron delante de mí.
de Arinnanda. Y el número de habitantes que yo, mi sol, capturé y llevé a mi Conquisté Arzawa y una parte me la llevé conmigo a Hattusa y una parte la
palacio fue de 15.500 individuos. Pero el número de habitantes que los ge- hice súbdita en su propio terreno y le impuse la provisión de tropas en vir-
nerales de Hattusa, la infantería y los carros capturaron y se trajeron consigo, tud de un tratado, y a partir de entonces siempre me han proveído de tropas
era incontable. Tras lo cual envié a la población cautiva a Hattusa y allí fue («Anales decenales de Mursili», II 8-III 32ICTH,6llf); Goetze, 1933; TUAT,l,
llevada. pp. at4-477).
Después de conquistar los montes de Arinnanda, fui al río Astarpa y asesté
un golpe a un campamento fortificado junto al río Astarpa, y celebré allí la fes- Mursili logró infligir un severo revés a Arzawa hasta entonces tan pode-
tividad del Año Nuevo. Todo eso lo hice en un año. En cuanto llegó la prima- rosa: sometió por completo algunas regiones del país, deportó a sus habitan-
vera Uhhaziti estaba enfermo y permanecía en el mar, y sus hijos tam- tes, conquistó la capital del reino, obligó al monarcay a los príncipes de la
-pues
I
293
292 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS

gasga' lo cual indica que su es-


familia real a buscar refugio en las islas del Egeo, obtuvo una victoria slempre con el conjunto del pueblo
el reY o un determinado cau-
el aliado de Arzawa, Ahhiyaw&, y ñnalmente logró someter a Arzawa Y re- política no era de aquellas en las que con
ostentan un Poder efectivo.
Un dinasta vecino fue caPaz de imponer
ducirlo a la condición de estado vasallo del imperio hitita (o quizá, desmem- cuando logró añadir
transitorio a los gasga un cambio institucional
brarlo reduciéndolo a las provincias que lo componían) (véase Heinhold- un co-
Krahmer, 1977). Una consecuencia directa de estos triunfos fue la rendición dominios Parte del territorio de este Pueblo, como parece indicar
y sometimiento de los pequeños países fronterizos de Arzawa y Hatti, cuya de los <<Anales de Mursili»:
fidelidad solía oscilar entre ambos reinos; se nos han conservado algunos
fragmentos de los tratados cuya firma les impuso Mursili II (Friedrich, AlañosiguientefuialaregióndeTipiya(posiblementesituadaentreel
Mitanni'
192611930, t.o 2 [Hapalla], n." 6 [País del Río Seha], n." 3 [Mira], véase
país Altoy Azz\-Hayasa). Mientras mi paát" óstaba en el país de
y había realizado nu-
pihhuniyu, r,orlur" Já iipiv", se había puesro en marcha
CTH,67-69). Cuando disponemos de textos lo bastante extensos, resulta evi- Í
País Alto, había avanzado hasta Zazissa' había
merosas in"u*ion", tomado
dente que todos los príncipes a los que se impuso algún tipo de obligación "n^"i al territorio gasga. Había
tomado el país Alto y lo había desterrado
eran miembros de las familias reales locales, que en otro tiempo habían bus- convertido en un lugar para sus pastos'
todo el país de rrtitnu v lo había
cado refugio en la corte de Hatti. Además, eit t uniyu no gobernaba a la manera gasga: de repente' aunque
un.rolo hombre, ahora ese Pih-
Otra de las empresas importantes de Mursili fue la serie de continuas y entre los gasga el poder no (sueteiástentarto
1"nn1r1s decenales de Mursili» ,flÍ
67-
rey
arduas campañas lanzadas contra los gasga, pueblo que habitaba al norte de huniya se puso a gobernar _"gT"_ú
la península de Anatolia, cuya proximidad a Hattusa y a diversos centros ii tbrru,'6ltl1; óo"t'", 1933; TTJAT'l' p' 419)'
de culto importantes de Hatti resultaba peligrosa. Las continuas incursio-
las continuas campañas de Mursili
con-
nes de los gasga en territorio hitita nos resultan ahora más claras gracias a Es posible que en último término
vano, pues probablemente fuera unu nut'u devastación
algunas cartas de Ma§at: Ea los gasga fueran en
al sucesor de Mursili, Muwatalli, a
perpetrada po, to, g'ure" 1"'.fr".inau3era
Así (dice) Su Majestad: ¡habla a Kassu y a Pulli! Con respecto al asunto guttiy la própia corte^aTarhuntassa' en el País Bajo
Lasladar a los diosJs O"e
sobre el que me escribiste en los siguientes términos: <<Mira que el grano ya de Hattusili III»' infra' p' 295)'
tr.át" "npología
está maduro. En la región de los gasga la langosta ha devorado el grano, así
que ellos ahora se disponen a atacar tu grano desde Gasipura. Aquí no hay sol-
dados ni carros. Su Majestad ha impartido a Kallu, comandante de los carros,
Muwatalli, [Jrhi-Teshub y Hattusili
ilI
it- la siguiente orden: "Saca tus contingentes de carros". (Hasta) ahora no ha lle-
gado ningún carro>». Pues bien, yo, su majestad, he cogido a Kallu y le he explique [a relativa carencia de
dicho así: «Ya te he mandado veinte destacamentos de caballos». Mira que te Et abandono de Hattusa probablemente fir-
envío además a Pahinakka. Está de camino (Alp, 1980, Ma§at, 75115). documenra.iOn uá.u J" UÑutalli (1295 -l28i.fi271l)' Pero un tratado
(reino localizado provisionalmente
mado entre este aÁtatsandu de Wiiusa
o incluso el reforzamiento de la do-
Dadas las reducidas dimensiones de las tierras de cultivo que les servían de en [a Tróade) implica el mantenimiento
la presencia de los hititas en el norte
base en los Alpes Pónticos, parece que los gasga intentaron hacer frente a las minación hitita en o"ciAen@. También
áemuestta el hecho de que Muwa-
escaseces provocadas eventualmente por las inclemencias del tiempo o por de Siria sigui.ó siendo muy fuerte, como padre' que
de Ateppo
las plagas (entre ellas la langosta) mediante la realización de incursiones talli copiara el tratado firmado por la ciudad ".o1 :Y
r,l9i3,n.o 6 obv. 3-4). El poderío hitita se vio re-
en las regiones ricas en grano de Hatti. Esta circunstancia no pudo ser la úni- había sido robado iw"ion"
extender una vez
ca causa de las incursiones de los gasga explicaría, por ejem- forzado sobre to¿o L"run," debido al intento egipcio de
"n d.e. Kadésh, intento que
-difícilmente
plo, el saqueo de Hattusa-, y algunas acciones más sus dominios más allá de la regió1 -resultó
emprendidas por ellos tienen
qu""infligió Muwatalli a Ramsés II en 1a
todo el aspecto de ser verdaderos intentos de expansión territorial (véase baldío debido a la sonora derrota
batatla de Kadest iüg6 ú275i)
(Jáut" et'capituto 4, apartado 4)' Esta de-
«Apología de Hattusili III», infra, pp.295-296). Muy poco se sabe de estos de Da-
pueblos. Las referencias hititas suelen ser genéricas y poco diferenciadas; no rrota dejó ¿efinitiuamentea loi hititas como dueños de la comarca
del imperio egipcio' Muwata-
obstante, los cuatro tratados conservados (aunque su datación no es exacta) masco, que era una de las regiones fronterizas
el norte de Anatolia
que firmaron los reyes hititas con los gasga indican que estaban divididos en lli inrentó asimismo reafirmar et OoÁinio hitita sobie en Hakpis bajo el poder
principado
varios grupos distintos: algunos estaban en ocasiones dispuestos a cooperar frente a los gasg a organizando un nu"ro
se organizaron repetidas campañas
con el estado hitita e incluso a suministrarle soldados (CTH, 236), mientras de su hermano, Hattusili. Desde esta base
,".rp".ui lo, territorios perdidos a manos de los gasga y de
que otros siguieron siendo hostiles (Von Schuler, 1965). Los tratados fueron destinadas u
294 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS 295
otros pueblos, especialmente, por supuesto,
la propia ciudad de Hattusa,
d del ejército antes que mi hermano. Y mi hermano me dio la honrosa posición
había sido arrasada. Esta gran empresa de
Hattusili se vio por fin de jefe de la guardia, y me dio también el País Alto para que lo administrara,
por el éxito. Su máxima hazaña (además
de la reconquista de Hattusa) y reiné sobre el País Alto. Antes que yo Armatarhunda, hijo de Zida,lo había
la recuperación y reconstrucción del gran administrado durante largo tiempo. Entonces, puesto que Shaushga, mi señora,
centro de culto del dios hitita de
tormentas, Nerik, perdido a manos de los gas se mostraba favorable para con mi persona, mi hermano, Muwatalli, también
ga durante el Antiguo
tiempos de Hantili: 1 590-1560, véase mantuvo su benevolencia hacia mí. Cuando los otros se percataron de la bene-
Haas, 1970; pero rambién es posible
que fuera en tiempos de Hantili II). volencia de Shaushga, mi señora, hacia mí y del favor de mi hermano, se vol-
El prestigio y el poder que consiguió Hattusili gracias vieron envidiosos. Y Armatarhunda, hijo de Zida, y luego también los otros
a estos éxitos sus- empezaron a ponerrne la zancadilla y trabajaron conffa mí. Así que las cosas
citaron (probablemente con razón) los recelos
de su sobrino, Urhi -Teshub, se pusieron muy desfavorables y mi hermano, Muwatalli, me ordenó (presen-
que había ascendido al trono con el nombre
de Mursili (III, 12 82-127s tarme) en la <<rueda» (el lugar, según parece, en el que el rey escuchaba las
U27l-12641). Una vez reconquistados estos territorios por
Hattusili, Urhi- acusaciones de traición; el significado exacto no está claro). Pero Shaushga, mi
Teshub intentó reducir la zona controlada
por su tío. La reacción de Hattusi_ señora, se me apareció en sueños y me dijo en el sueño estas palabras: «¡Voy
li fue una sublevación en toda regla (Archi, l97l; ü nal,1974), a confiarte a una divinidad, conque no temas!>>; y gracias a la divinidad fui pu-
que acabó
con el derrocamiento de Urhi -Teshub y su rificado. Como la diosa, mi señora, me condujo de la mano, nunca permitió
destierro enN uhashshe: Hattusili
se convirtió así en el tercer rey de este nombre que (fuera víctima de una) divinidad desfavorable ni de una corte desfavorable.
(t275-r24s u264_r23el)
Esta circunstancia supuso el incumplimiento Ni permitió nunca que el arma de ningún enemigo volara en círculo alrededor
de las cuidadosas nornas que
regían la sucesión v, a pesar del amplio apoyo de mí (?). Shaushga, mi señora, me tomó consigo en todos estos asuntos. Si en
con que contaba, es evidente un momento dado me atacaba una enfermedad, precisamente por estar enfermo
que Hattusili se vio en la necesidad de justificar
la usurpación del trono, veía en ello la preferencia de la divinidad. La diosa, mi señora, me llevó de la
sobre todo cuando U rhi-Teshub se decidió
al fin a intentar su regreso. Esta mano en toda situación. Pero como era un preferido y caminaba delante de los
justificación del reinado de Hattusili
aparece en uno de los textos hititas dioses con justicia, nunca realicé ninguna mala acción (como suele hacer) la
famosos, la «Apología de Haftusili III» (conservada más
en numerosas copias de gente. Tu divinidad, mi señora, me libró de todo mal, ¿o no? La divinidad, mi
la época, descubiertas todas ellas en el almacén señora, nunca me abandonó en los momentos críticos; nunca me entregó al
del este del Gran Templo
de Hattusa). Probablemente fuera compuesta enemigo y tampoco a mis acusadores, (y) a los que me envidiaban no me en-
en concomitancia con la funda-
ción de parte de un santuario dedicado a tregó nunca. Ya se tratara de la palabra de un enemigo, o de la (palabra de) un
Shaushga (versión hurrita de Ishtar),
Hl la divinidad protectora de Hattusili, en Samuha. acusador, (o) de la palabra del palacio: en todo Shaushga, mi señora, tendió
A pesar de su larga extensión,
vale la pena copiar aquí algunos fragmentos sobre mí su manto (proteclor). De todo me libró. A mis enemigos y a los en-
esenciales:
vidiosos Shaushga, mi señora, los puso en mis manos y acabé totalmente
Así (habla) Thbarna Hattusili, er.gran r:y, rey der con ellos.
país de Hatti, hijo de Pero cuando Muwatalli, mi hermano, examinó la cuestión, ni una sola cosa
Mursili, el gran rey, rly der país de Háti, niátl
aá §upflruriu*a, el gran rey, mala relativa a mi persona quedó en pie. Y volvió a recibirme y puso todo el
rey del país
de Hatti, descenáiente de Hattusili, rey de'Iiussar.
Acerca de la preferencia de ra diosa-shaushgíuoy ejército y los carros de Hatti en mis manos. (Así pues) ostenté el mando de la
lo oigan! Y en el fy.tyo el hijo de mi sor (es dec]r, .aL
, tuutar. ¡y que todos totalidad del ejército (y) de los carros del país de Hatti. Y mi hermano, Mu-
(y
to, después de él) Ios descLndientes de
*i majestad»), su nie_ watalli, solía enviarme (al combate). De modo que, como Shaushga, mi seño-
mi sol se mostrarán (especialmente) ra, me era favorable, doquiera que dirigiera mi mirada contra un país enemigo,
reverentes con shaushga entre ros demá-s.dioses.
Mi padre, M;;;iri, ;;r"r¿ru ningún adversario se atrevía a devolverme la mirada y fui derrotando a los
a cuatro vástagos: Harpasulupi, Muwatalli,
Hattusili, y unu hija, Massa nauzzi. países enemigos uno tras otro. Pero el favor de Shaushga, mi señora, descan-
De todos yo era er menor. y mienrras fui niño,
(importante cargo palaciego). Entonces
i;ilá qu" ,u¡.tu las riendas» saba sobre mí. Así pues, expulsé de Hatti a todo enemigo que se había esta-
shaushga, mi s"iora, envió a Mursili, blecido en tierras de Hatti. En cuanto a los países enemigos, fui derrotándolos
mi padre, un sueño, en el que Muwata,i, mi heááno
lo que respecta a Hanusili, sus años son (todavía) r¿""áiáüil,"i":il;, uno tras otro, mientras fui joven; sobre todo ello pienso preparar una tablilla
pocos, y no vivirá (mucho). aparte y colocarla ante la diosa.
conque dámelo, que se haga sacerdote mío, y
así sobrevivirá». Entonces mi (Hattusili pasa a describir la terrible desolación que en la Anatolia central
padre me cogió, todavía niño, y me
entregó a ia divinidad para que la sirviera. produjeron las invasiones de los gasga y de otros pueblos; obtiene una victoria
Y en mi calidad de sacerdote irevaba (bebidas) como
ofrenda a la diosa. y vi en el norte de Siria y algunas otras en la Anatolia central; Muwatalli traslada
el bienestar en la mano de shaushga, mi señora. y
shaushga, mi señora, me el gobierno hitita a Tarhuntassa y Hattusili se pone al frente de la campaña des-
tomó de la mano y me condujo por-los
caminos debidos. tinada a recuperar los territorios del norte, con base en Hakpis; combate junto
Pero cuando mi padre, Mu.iili, pasó a
ser dios (es decir, murió), mi her- a su hermano en Kadesh. Los éxitos de Hattusili vuelven a despertar la opo-
mano, Muwatalli, ocupó el trono de mi padre;
p".o yo me convertí en generar sición de Armatarhunda y su familia:)
296 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS 297
Pues bien, cuando regresaba de la tierra de Egipto, me dirigí a la ciudad de
Lawazantiya (en la parte oriental de Cilicia) Ll fin de haier unu oi..-nou grandecido, nunca lo dejé a merced de una corte malvada, de una divinidad
"oñ tomé por esposa
a la divinidad, y rendí culto a la diosa. Entonces a la hrja oe maligna. Ahora lo cogeré y lo haré sacerdote de la diosa del sol de Arinna
Pentipsarri, el sacerdote, puduhepa, por orden de la divini¿a¿. y no, (cargo ostentado siempre por el gran rey de los hititas). ¡Vosotros, por vuestra
uni,ii,
la diosa nos dio el amor del esposo (v) esposa. y tuvimos hijos e tüus. pn_y parte celebradme como Shaushga parassi (epíteto hurrita desconocido)!».
tonces la diosa, mi señora, se me aparecióB Shaushga, mi señora, caminó detrás de mí. Y tal como me anunció, ocurrió.
en un sueño (y me a¡t¡, Já¡
toda tu casa entra a mi servicio!». Así entré junto con tLda mi casa"¡runto
uf r"*i.io También en este caso Shaushga, mi señora, me mostró (su) preferencia. Y a los
de la diosa. Y en la casa que nos habíamos hecho la diosa entró con señores, a los que Urhi-Teshub había expulsado, Shaushga se les apareció en
nosotrás.
Y nuestra casa hizo (grandes) progresos (?); tal era el honor (que nos .on*_ sueños, carentes de poder como estaban (?), (con estas palabras:) «Las tierras
dió) Shaushga, mi señora. Y seguí adelante y construí los lugarÉs ¿e Haw-arii- de Hatti en su totalidad yo, Shaushga, se las he pasado a Hattusili».
na y Delmuna- La ciudad de Hakpissa, sin émbargo, fue ocupada por.l Entonces experimenté la preferencia de Shaushga también en esta ocasión
mig9, [...] a los gasga los expulsé,y (en cuanto a-la ciudad)ia voivi
;;;- plenamente; y al no permitir a Urhi-Teshub quedarse en ningún sitio, lo ence-
u *.io
en cintura por mi cuenta. Así pues, me convertí en rey del pais ¿e Hakpis, rró en Samuha, como a un cerdo en su pocilga. Los gasga, que se habían mos-
y i,
mujer, te convertiste [en reina] de Hakpis. trado hostiles a mi persona, vinieron tras de mí; también toda Hattusa estaba
(Finalmente Armatarhunda, el viejo enemigo de Hattusili, es
derrotado;
tras de mí. Conforme al respeto que sentía por mi hermano, no hice nada
Muwatalli muere y deja a Hattusili al mando de Hattusa, recién r""onquirtuáu,¡ (malo). Pero volví contra Urhi-Teshub y me lo llevé como a un prisionero. Le
Así, pues, como para mi hermano no había hijo legítimo, u u*ri_
di varias ciudades fortificadas en el país de Nuhashshe y allí se quedó. Cons-
Teshub, hijo de la mujer de_l palacio, y lo [puse] en ei pars oe Hatti"ogi
p"uru qu. io
piraría otra conspiración y marcharía al país de Karduniash (es decir, Babilo-
gobernara. La totalidad de [Hattusa] puse en sus manos y se convirtió
asien el
nia). Entonces, cuando tuve noticia de este asunto, lo apresé y lo relegué al
[gran rey] del país de H[atti]. En cuanto a mí, era rey oá Hakpissa. mar. A Sipa-ziti (hijo de Armatarhunda) también le permití cruzar la frontera.
(Hattusili desarrolla y fortalece su principado:) Le quité su casa y se la di a Shaushga, mi señora. Se la di a Shaushga, mi se-
Pero cuando Urhi-Teshub vio el alcance de la benevolencia de la divinidad ñora; pero Shaushga, mi señora, me secundó paso a paso.
(para) conmigo, sintió envidia e intentó hacerme daño (?). Así Era príncipe y me convertí en jefe de la guardia. Sin embargo, (como) jefe
fue .o*o ,n.
quitó a todos mis súbditos. También las tierras vacías que yo había vuelto de la guardia, me convertí en rey de Hakpissa. Sin embargo, (como) rey de
a co-
lonizar me las quitó todas y me hizo pequeño. La ciudad áe Hakpissa, sin Hakpissa, me convertí en gran rey. Además Shaushga, mi señora, puso en mis
ern_
bargo, no me la arrebató, obedeciendo una orden divina. Al seiyo sacerdote manos a los envidiosos, a mis oponentes y adversarios en la corte. Y unos mu-
del dios de las tormentas de Nerik, por eso no me arrebató la (ciuoa¿). y rieron por medio de las arrnas, pero otros murieron de sus días (es decir, de
de-
b]do estima que sentía yo por mi hermano, no hice nada y acepté esta viejos). A todos juntos los derroté; y Shaushga, mi señora, me entregó el se-
1_la
situación durante siete años. pero, por orden divina y por consejó humano, ñorío real sobre todo el país de Hatti.
in_
tentó destruirme y también me arrebaró Hakpissa y Néril. Entoncás
yo yá no Y me convertí en gran rey; porque ella me escogió, cuando era príncipe, y
lo toleré y me sublevé contra é1. pero cuando me convertí en enemilo ".o .uyo,
Shaushga, mi señora, me dejó alcanzar el trono. Y los reyes que eran más vie-
no lo hice de un modo criminal rebelándome contra él en el c¿uro o jos que yo (es decir, que ocupaban el trono desde hacía más tiempo que yo)
*"áio
de su casa. (Antes bien,) le hablé como un hombre en los siguientes términos:
"-n y que mantenían buenas relaciones conmigo, continuaron en buenas relaciones
<<Tú empezaste la discordia contra mí. Ahora bien,
si tú eres gran rey, yo soy conmigo; y empezaron a enviarme embajadores. Empezaron a enviarme pre-
el rey de la solitaria fortaleza que (me) has dejado. sentes. Pero los regalos que me enviaron no se los habían mandado nunca a
¡ven aquí y qr" §t áurngá
de Samuha y el dios de las torrnentas de Nerikka dituci¿en lá clestión enñe mis padres ni a mis abuelos. Todo el que era un rey obligado a mostrarme su
nosotros!>>. respeto, me mostraba respeto; pero (a los países) que me eran hostiles, los de-
Pues bien, lo mismo que escribí a urhi-Teshub, si alguien dice lo rroté; a las tierras de Hatti fui añadiendo región tras región. En cuanto a los
siguien-
te: «¿Por qué lo pusiste antes en el trono? (reyes) que habían sido enemigos en tiempos de mis padres y mis abuelos, hice
¿por qué le esóribes ahora (del ene-
mistad?», (le respondería:) <<si no hubierá siaó ¿l quien empezó la disputa la paz con ellos.
conmigo, ¿realmente habrían permitido (los dioses) que el-gran rey fuera Pues bien, como la diosa, mi señora, seguía mostrándose favorable conmi-
derrotado por un reyezuelo?>>. pero como fue él quien empezó Ia disputa con- go de esta manera, por respeto a mi hermano nunca hice nada (malo). Tomé
migo, los dioses a través de su sentencia legal permitieron que fuera áerrotado a mi [sobrino] Kurunta y en el lugar que mi hermano, Muwatalli, había con-
por mí. vertido en la ciudad de Tarhuntassa, lo instalé en el trono.
(Comienza la guerra entre tío y sobrino:) (A continuación viene una relación de las tierras, ofrendas y edificios do-
Pero como Shaushga, mi señora, ya había anunciado anteriormente mi as- nados a Shaushga; Hattusili pone a su servicio a su hijo, Tudhaliya:)
censión al trono, en ese mismo momento shaushga, mi señora, se apareció a Y en el futuro quienquiera que nazca de Hattusili y Puduhepa, (ya sea)
mi mujer en un sueño (y le dijo): «¡Marcharé delante de tu marido (cámo ayu- su hijo, su nieto (o) su descendiente, se mostrará (particularmente) respetuoso
dante) y toda Hattusa se pasará ar bando de tu marido! puesto que lo he en- con Shaushga de Samuha entre todos los dioses (CTH,81; Goetze, 1925;
Otten, 1981; TUAT,I, pp. 481-492).
LOS HITITAS 299
298 LAS GRANDES POTENCIAS

uno de ellos: su parentesco con el soberano derrocado le daba


potencial-
El texto debió de componerse pocos años después de la ascensión al tro-
no de Hattusili IJI(1275 11264)), pues alude a la aceptación de su posición cierto derecho al trono y lo convertía en una amenaza especialmente

por parte de los estados vecinos, entre ellos presumiblemente Egipto y Babi- que era precl so neutralizar. El descubrimiento más excitante realizado
lonia. No obstante, es evidente que los intentos por parte de Egipto de apo- en Hattusa ha sido el hallazgo de una tablilla de bronce con el
derarse del territorio hitita en el norte de Siria siguieron adelante; Ramsés II comPleto ni una sola fractura!- del tratado concluido entre el hijo
sucesor de Hattusili, TudhaliYa IY (1245-1215 Í1239-1209)), y Kurunta de
mantuvo correspondencia con el estado de Mira, vasallo y vecino de los hi-
(Otten, 1988; cf. Houwink ten Cate, 1992). Este documento vle-
titas; y Babilonia y Egipto, al menos durante algún tiempo, acariciaron la
a reafirmar en esencia el acuerdo alcanzado originariamente
entre Hattu-
idea de prestar apoyo a Urhi-Teshub contra su tío. Todos estos asuntos, y por
supuesto la traición de ciertos nobles hititas, como Armatarhunda, habían re- Kurunta, pero muestra además que la importancia de este último (o la
?Úefiaza que representaba) era tal
que Tudhaliya se vio obligado a tealizar
cibido cumplida atención en la época en que Hattusili presentó esta detallada
justificación de su usurpación. La rapidez de su triunfo al hacer frente a una oEas concesiones extraordinarias a su primo: le entregó más territorios, re-
tujo su obligación de suministrar soldados al ejército hitita, le eximió del
situación política tan traicionera y peligrosa (con la excepción de Mira, país
baeo de diversos impuestos relacionados con el abastecimiento de los cultos,
del que, según parece, perdió el control) queda demostrada por el gran trata-
do de paz que por fin firmó con Ramsés II en 1269 (1258), del cual conser- , fá ¿.jO las manos libres para nombrar a su sucesor. Pero sobre todo nos in-
I

vamos la versión egipcia y la hitita (en realidad escrita en acadio) (CTH,9l; Lresu la siguiente afirmación:
Weidrter, 1923, n." 8; ANET, pp. 201 y ss.; TUAT,I, pp. 135 y ss.; véase el
Con respecto al <<gran trono>> (es decir, del gran rey de los hititas), el mis-
capítulo 4, apartado 4). El tratado vino a marcar una época de paz y estabi- (váti¿o para) el rey de Carchemish sea válido para él: más
mo acuerdoltratado
lidad en Levante, en Ia que los distintos reyes, sus esposas y sus hijos man- grande que el rey de Tarhuntassa será sólo el príncipe heredero; aparte de éste
tenían regularmente correspondencia unos con otros (CTH, 155-165 y 167- nadie seá más grande que é1. Y cualquier norma que con respecto a la posición
169); se planeó la realización de una visita real a Egipto, y se concluyó el real sea válida para el rey de Carchemish, lo será también para el rey de Tar-
matrimonio entre una princesa hitita y el faraón de Egipto (véase el capítulo huntassa (Otten, 1988, II, § 18; Lebrun, 1992, § l2).
4, apartado 4). La alianza de las dos grandes potencias vino motivada sin
duda alguna en parte por la amenaza cada vez mayor que suponía Asiria El texto pone de manifiesto que la posición de Kurunta en Tarhuntassa
(véase el capítulo 7, apartado 2). Mitanni se había separado ya efectivamente (en 1a llanura de Konya) era comparable a la del príncipe de Carchemish, que
durante el reinado de Muwatalli, y la región de Isuwa, rica en cobre, se per- úacía las veces de virrey de los hititas entre los estados clientes de Siria
(véa-
a

dió en tiempos de Hattusili. Pese a los intentos de Hattusili por fortalecer los se supra, p. 289). Su rango era igual al del privilegiado gobernador de Car-
vínculos de Hatti con Babilonia (CTH, 174 y 172) contra Asiria, parece que chemish, y por delante sólo tenía al mismísimo heredero al trono. Quizá tam-
los babilonios no fueron capaces de responder eftcazmente, debido a la se- bién implique que a Kurunta se le había confiado una superioridad semejante
vera presión ejercida por su vecino del norte. La descortés respuesta que diera sobre los estados situados al oeste del país. En todo momento se hace hinca-
Muwatalli al rey de Asiria cuando éste intentó que su país fuera incluido pié en la familiaridad existente entre Tudhaliya y Kurunta: eran <<hermanos
entre las grandes potencias (CTH, 171; véase el capítulo 7, aparfado 2) debió áe sangrer, se habían amado y honrado uno a otro desde el primer momen-
de contribuir muy poco a crear una atmósfera idónea para que se produjera to, y Kurunta se había mostrado siempre leal a Tudhaliya. Un indicio de por
un acercamiento; Babilonia quedó cada vez más distanciada de sus antiguos qué se reforzaban ahora los lazos existentes entre los dos primos y de por qué
aliados debido a la expansión territorial de Asiria. iazón Kurunta había sido recompensado, es la alusión que hace el tratado al
hecho de que originalmente Hattusili había designado como sucesor suyo
a otro de sus hijos, aunque posteriormente lo había proscrito nombrando en
Los últimos reyes hititas su lugar a Tudhaliya. Es posible que esta breve mención (Otten, 1988, II,43-
44) refleje las intrigas y las luchas por el trono en las cuales fue Tudhaliya
En su apología, Hattusili III hace referencia a la instalación de su sobri- quien se alzó con la victoria, e indique que Kurunta había sido uno de sus
no, Kurunta, hermano de Urhi-Teshub, en Tarhuntassa, que Muwatalli había principales partidarios. Esta circunstancia podría explicar por qué había reci-
convertido en capital del reino en tiempos de la destrucción de Hattusa y de bido tantos favores. Al mismo tiempo Tudhaliya IV intentó ligar a Kurunta
la pérdida de gran parte de los territorios del norte. Varios textos demuestran por medio de juramentos de lealtad al nuevo sistema de sucesión establecido
que, cuando se sublevó para apoderarse del trono, Hattusili reunió un grupo tras la usurpación de Hattusili:
de partidarios poderosos, a los que tuvo que recompensar, y de hecho los re-
compensó más que bien cuando se convirtió en rey (Archi, l97l). Kurunta

I
301
300 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS

Pues bien, Kurunta, si no respetas las palabras de esta tablilla y a mi sol (es
decir, «mi majestad>>), y después no proteges a los descendientes de mi sol
en el señorío, o bien si pretendieras el trono de Hatti, o si alguien pone dific¡-
tades a mi sol o a los descendientes de mi sol con respecto al trono de Hatti, v
tú lo apoyas y no lo combates, que estos dioses del juramento acaben contigó
y con todos sus descendientes (Otten, 1988, IY 5-11; Lebrun, 1992, § 1§¡

Para complicar más la historia se han encontrado en Hattusa varias im-


prontas de sellos (concretamente de dos) con la siguiente leyenda: .<Gran Rey El ssrnno HITITA
Labarna Kurunta>> (Otten, 1988, pp. 4-5; véase Neve, 1992,21 Abb. 40-42).
Ello implica que ocurrió precisamente 1o que se temía Tudhaliya, y que Ku-
runta se apoderó efectivamente del trono de Hatti durante algún tiempo. §s
sabemos cuándo se produjo exactamente el hecho: tal vez fuera a la muefte
de Tudhaliya, y así se explicaría la corta duración del reinado de su inme-
diato sucesor, Arnuwanda III (1215-1210 |209-12051). Pero todo es pura es-
peculación.
Aunque el gigantesco programa de reconstrucciones de Tudhaliya en Hat-
tusa y sus alrededores está perfectamente atestiguado, no cabe duda de que
Hatti sufrió varios reveses a lo largo de su reinado. En el este y en el norte
de Siria, los ataques de Tukulti-Ninurta I de Asiria contra las fortalezas hiti-
tas y las deportaciones de súbditos hititas supusieron serias pérdidas para los
territorios de Tudhaliya (véase el capítulo 7, apartado 2). Podemos hacernos
una idea del terror que se apoderó del rey de Hatti a la vista del tratado fir-
mado con Amum¡ en esta época, en el cual al rey de este país se le prohíbe
comerciar con Asiria (CTH,105). Al mismo tiempo, los hititas perdieron sus
territorios vasallos en occidente, que no volvieron a recuperar nunca más. Un
episodio curioso, que sigue resultando enigmático, es el de la conquista por
parte de Tudhaliya (y continuada, al parecer, por su hijo, Suppiluliuma II) de
parte de la isla de Chipre con la consiguiente imposición de un tributo (a pa- funcionaba.
gar sobre todo en cobre) a sus habitantes (CTH, lzl). No sabemos si, como
han sugerido algunos, fue un intento deliberado de compensar la pérdida de
t:

lr
las minas de cobre de Isuwa (McQueen, 1986 [OGe], p. 50), o si debemos El gran reY Y los reYes vasallos
más bien relacionarla con los problemas creados por las incursiones piratas,

es el gran número de
t cuya base estaba en Chipre (Singer, 1985; Gurney, 1990, p.32).Los aconte- El rasgo de los hititas que resulta más sorprendente
que Se conservan y qu9 definen las
I
cimientos son particularmente oscuros durante el reinado de los sucesores de los denominados <<tratados de vasallaje>>
subordinados' a los
Tudhaliya, y ni siquiera podemos hacernos una vaga idea de la duración del relaciones existentes entre el rey Oe iatti y ottos dinastas
i
al soberano de Hattusa se
último de ellos, el de Suppiluliuma II (cuya ascensión al trono se sitúa apro- que también se da el título de ..reyr. No obstante
I.

título que no se aplica e¡ ningún


ximadamente en l2l} Í12051). Algunas ciudades hititas, como, por ejemplo, le denomina invariablemente ,.grán rey)>,
pó, podeiosos que pudieran palecer' F'stos tra-
Gordio, muestran una transformación gradual, sin que aparezca en sus ruinas Caso a los príncipes vasallor,
vasallos se limitaba
nivel alguno con señales de incendios o destrucciones masivas (Gunter, 1990, tados ponen de manifiesto que el poder delos reyes
precisión;
p. 105). Pero Hattusa presenta todos los signos de una destrucción masiva territorialmente a una extensión de tierra delimitada con mucha
(véase supra'
por obra del fuego y los archivos hititas enmudecen por completo. Todavía por ejemplo, en el nuevo tratado con Kurunta de Tarhuntassa
p.299),se dedican 102 líneas únicamente a definir las fronteras y los dere-
no se sabe en manos de qué fuerza invasora cayó ni por qué los hititas no (Otten, 1988)' Al mismo tiempo' es
,chos territoriales del reino de Tarhuntassa
volvieron a recuperarla (como ocurriera anteriormente, véase supra, pp.287 6' apartado 2)
y 29$. Los materiales escritos no muestran el menor indicio de que se cer- evidente, por los acuerdos firmados con Ugarit (véase el capítulo
,l
-I I

i 302 LAS GRANDES POTENCIAS \ LOS HITITAS 303

y la «Apología de Hattusili» (véase supra, p.296), que la extensión de un te- pidiendo clemencia para él
üado ante el gran rey con lágrimas en los ojos
rritorio concedido originalmente por el gran rey podía verse reducida más en todos los casos se sub-
rcf. «Anales de Mursilir, tupio, p.29L). Así pues,
tarde según el capricho de éste. Es evidente asimismo que, si bien a deter- y desde luego así lo
[Vu fu dependencia total t.ip..tó del gran rey de Hatti,
minados parientes próximos del monarca, como el rey de Carchemish y más
¿r manifiesto la historiá de sublevaciones y traiciones que habrían jus-
tarde también probablemente el de Tárhuntassa, se les concedían unos pode- ttiáru¿o
"ljn, las ejecuciones sumarias. La suerte de los reyes vasallos estaba en-
res políticos bastante amplios en las regiones en las que estaban situados sus tenían la obligación
teramente en manos del gran rey, y consiguientemente
centros de influencia (como demuestra, por ejemplo, el tratado de Shattiwa- con lealtad, .omo podemos ver con toda claridad en el siguiente
á, upoy*fo
za (CTH,51; Weidner, 1923, n." 1), esos poderes se hallaban siempre res-
ejemPlo:
tringidos y en último término la autoridad suprema seguía siendo el gran rey
de Hatti. Así, por ejemplo, la decisión final en el largo proceso de divorcio Pero si tú, Kurunta, pones en tu corazón las palabras de esta tablilla (y) te
del rey de Ugarit fue tomada o corroborada por el propio gran rey (véase el esfuerzas siempre (por mantener) el dominio de mi sol (es decir, «mi majes-
capítulo 6, apartado 2); en el tratado con Kurunta de Tarhuntassa se especi- tad»), y luego el dé los descendientes de mi sol, estos dioses te concederán
fica que éste y el rey de Carchemish tendrán un rango inferior sólo al prín- p.o.f".iaud y ojalá llegues a viejo de la mano de mi sol (otten, 1988, IV 12-
cipe heredero de Hatti; por último, los vasallos podían solicitar directamente 14; Lebrun, 1992, § 18).
al Gran Rey que revocara una medida adoptada por una autoridad local,
como demuestra una carta real descubierta Ema. (a orillas del Éufrates, la Una forma importante de fortalecer las relaciones existentes entre el so-
"n
actual Tell Meskene) (véase el capítulo 6, apartado 3): berano-vasallo y el gran rey era la costumbre'de casar al vasallo con una pa-
-Según
,irnt. del rey. la importancia y el rango del dinasta, podía ser una
Así (habla) mi sol (es decir, «mi majestad»): a Alziyamuwa dile (lo si- hermana o unu tr¡i det gran rey, o bien una pariente más lejana.
No se trata
(en realidad debemos subrayar en todo momen-
guiente): «Aquí tengo aZu-Ba'al, adivino, hombre de Astata, postrado ante mí de una costumbre constante
(con la siguiente petición): "La casa de mi pariente, AN-damali, y la viña, me to el carácter individual, ad hominem de los tratados), pero' cuando se daba
las quita Alziyamuwa y se las da a Palluwa. En cuanto a rentas, antes no tenía el caso, suponía una señal inequívoca del favor real (véase el tratado con
que pagarlas, pero ahora estoy obligado a pagar rentas y prestaciones de traba-
Amumr, Cin,105). La mujer escogida para contraer matrimonio era selec-
jo". Pues bien no deben quitársele ni su hacienda ni su viña. Y si se las han for-
cionada en ocasiones por lareina y presentada al nuevo dinasta, tal vez
quitado, que se le devuelvan. En cuanto a las rentas que nunca pagó, ¿por qué
mando parte de las céremonias protocolarias que acompañaban la jura del
j
ahora le has gravado con rentas (y) prestaciones de trabajo? Pues bien, que lo la orden de gobernar su
ú
tq
que hizo antes siga haciéndolo ahora. Pero que no haga nada más. ¡Y que na- tratado y ru .oronación. El nuevo soberano recibía
t,
t
reino junto con su esposa, cuyo parentesco con la familia real servía como un
,
die le moleste!» (Msk. 13.1097; Laroche, 1982, n." l).
r
l
ulteriór freno a sus ámbiciones personales. Parece además que esta medida
I

i Así pues, aunque los reinos vasallos gozaban de una autonomía interna, permitía al gran rey tomar una serie de disposiciones concretas con respecto
a la sucesiOñ ¿et ..ino vasallo, como podemos apreciar en el nuevo tratado
de
la cesión de los poderes reales no era absoluta. La autoridad suprema seguía
en manos del gran rey y sólo era delegada en pafte, con unos límites cuida- Tarhuntassa:
dosamente fijados.
Sea cual fuere la mujer que la reina te dé por esposa, al hijo de ésta lo to-
La subordinación del soberano vasallo era subrayada siempre en los tra-
mará para el trono de Tarhuntassa (Otten, 1988, II, 85-86; Lebrun, 1992, § 13)'
l

tados que establecían su posición. Así, en el tratado con Shattiwaza (Weidner,


1923, n." 2; CTH,52; véase el capítulo 6, apartado l), se pone de manifies-
En consecuencia, muchos de los dinastas instalados por el gran rey de
to la indigencia total y absoluta del soberano de Mitanni, que llega con las Hatti, si es que no pertenecían ya a la familia real, pasaron desde luego a for-
manos vacías ante Suppiluliuma I; cuando Mursili II estableció a Kupantara-
mar parte dá ella ál contraer matrimonio con alguna pariente suya; sus des-
du como rey de Mira y Kuwaliya (Friedrich,1926, n." 3; CTH,68), repite por cendientes eran hijos de alguna princesa o noble hitita cuyas lealtades y raíces
tres veces que, como el padre de Kupantaradu se había sublevado en tres familiares se hallában él coiazón mismo de Hatti. El gran rey se las veía
ocasiones, el gran rey habría tenido derecho a ejecutarlo, y, sin embargo, ha- "n
y se las deseaba para proteger el bienestar de las mujeres de su fam_ilia, que
ciendo gala de su clemencia, lo ha nombrado rey; a Manapatarhunda del País podían haber coniraídó matrimonio con el soberano de un país en el que las
del Río Seha (Friedrich, 1930, n." 4; CTH,69) se le dice formalmente en su csstumbres relativas a las relaciones con las mujeres podían ser muy diver-
t,
tratado que debe su vida y su posición únicamente a las súplicas que en sas. El tratado con Hukkana de Azzi-Hayasa, país salvaje y montañoso, con-
su nombre han presentado los ancianos de ambos sexos que se habían pos- siderado a todas luces poco civilizado, ilustra perfectamente esta situación:

I
I

LOS HITITAS 305


304 LAS GRANDES POTENCIAS

de plata (aunque en realidad este no es un <<tratado de vasallaje»)'


Se
Mi hermana,ala que yo, el sol, te he dado poresposa, tiene muchas her-
manas de familia (real) (es decir, hermanas de padre y madre) y de semi[a también una coPia de archivo para ser guardada. Hasta el descubri-
(real) (es decir, hermanastras) ... En cuanto al hecho de que hayas contraído de la tablilla de bronce con el texto completo del tratado de
Tudhali-
(matrimonio) con una hermana suya, en Hatti existe esta ley: <<Un hombre ¡s con Kurunta sólo se conocían las copias de archivo en planchas de
tendrá comercio carnal con su propia hermana ni con su prima; no es lícito. nos ofrece una buena idea del aspecto que Podían
La tablilla de bronce
Quien haga una cosa así, no vivirá en Hattusa y será ejecutado». Como tu país los documentos de este estilo: mide 35 cm x 23,5 cm; su
grosor es
es bárbaro, es habitual (??) que un hermano tenga comercio (carnal) con su finamente grabada en sus dos caras Y
8-10 mm, Y su Peso de 5 kg. Está
hermana o con su prima. Pero semejante proceder no es lícito en Hattusa. Si
una hermana o una hermanastra o una prima de tu esposa va a tu casa, dale de parte superior hay unos agujeros Por los que evidentemente Pasaban
comer y de beber; ¡come, bebe y sé feliz! Pero no desees tener comercio (car- ünas cadenas de bronce; probablemente colgaran de ellas en un PrinciPio los
nal) con ella. No es lícito. Por una cosa semejante desde luego morirían. ¡Con- sellos divinos con los que se sellaba el tratado, como demuestra la última
que ni se te ocurra! Si alguien pretende inducirte a proceder de ese modo, no frase del texto:
le escuches y no lo hagas. Este deber te impone el juramento (CTH,42; Frie-
drich, 1930, n." 6, §§ 29-30). Esta tablilla (constituye) la séptima copia y fue sellada con el sello de la
de Hatti. Se de-
diosa del sol de Arinna y ton el sello del dios de las tormentas
positO una tablilla ant" ia diosa del sol de Arinna, otra ante el dios
de las tor-
A continuación vienen otras prohibiciones relativas a los contactos sexua-
Levalni, otra ante Hepat de Kizzuwadni, otra ante el
les de Hukkana cuando visite Hattusa, ilustradas por un cuento admonitorio mentas de Hatti, otra ante
de las tormentas pihassa.ssi, y otra en el palacio real ante Zithariya; por
de lo que podría ocurrirle si infringiera las norrnas. Además, a Hukkana no dios
tablilla en casa (Otten, 1988,
sólo se le prohíbe el comercio carnal con las mujeres de la familia de su es- su parte Kurunta, ."y d" Tarhuntassa, tiene otra su

posa, sino también con las esposas e hijas de sus propios hermanos, y se le § 28; Lebrun, 1992, § 2l).
intima explícitamente a no tomar como segunda esposa a una mujer del país.
El nexo fundamental que mantenía unido al imperio eran las obligaciones Así pues, la mayor parte de las copias eran guardadas en diversos san-
tuarios üajo el .ont-l directo del gran rey, así como
en su palacio. Eran de-
de lealtad impuestas a sus súbditos por el gran rey, ya fueran sus servido- por las cuales se
nositadas ante las estatuas de las principales divinidades,
res personales, tales como sus guardias de corps o los cocineros del palacio, sellado el do-
[uurun realizado los juramentos y con cuyos sellos había sido
o los dinastas locales que gobernaban sus países con su beneplácito. En el con el fin de re-
cumento; sólo se eniregaba una copia a los reyes vasallos
caso de los reyes vasallos, la lealtad era exigida de muy diversas maneras, especificaba
aunque los términos concretos podían variar: en primer lugar estaba la obli- árdarles sus obligacioñes. A veces en el propio documento se
leer el tratado en su presencia y
gación de garantizar que la sucesión al trono se llevara a cabo de la forma ri¿.U"r del príncipe subordinado de hacer
en la de tut túbditós (por ejemplo, Weidner, 1923, Ít.o 2, rev' 7-8), lo cual in-
prevista por la ley; otra exigencia habitual era la de suministrar tropas y com-
lecturas públicas en las que se recordaba
batir al lado del rey cuando marchaba a la guerra, entregar a los fugitivos, in- di.u qu" se realizabun^r"gula.-"nte
al intéresado su subordinación respecto del gran rey de Hattusa'
formar de cualquier cosa que pudiera poner en peligro al reino, proporcionar
las personas obligadas a realizar las prestaciones de trabajo forzoso cuando
se le pidiera, y suministrar bienes para los cultos de Hatti. A esto cabría aña-
dir la orden que tenían los dinastas locales de presentarse anualmente en la El gran rey y sus oficiales
corte hitita junto con su tributo, que nornalmente consistía en una cantidad
fija de metales preciosos, así como una serie de regalos valiosos concretos, Las normas impuestas a los oficiales de palacio y del ejército, así como
entre ellos telas teñidas y determinadas prendas de ropa. Los términos del a losfuncionarios del culto (CTH,25l-275), eran muy precisas y estaban rela-
acuerdo eran sancionados por una serie de juramentos, y las secciones de los cionadas con [a función desempeñada por cada uno en concreto, especificán-
tratados relativas al juramento los casos en los que se nos han conser- dose cómo debía ser desempeñada cada una (Von Schuler, L957; Güterbock
vado- suelen ser sumamente -en largas; podemos comprobar así que los jura- y Van den Hout, 1991). La éstructura formal de esas instrucciones e incluso
mentos se realizaban por todos los dioses de una parte y otra, entre ellos el término hitita mediante el que se las designa son idénticos a los de los
elementos físicos tales como <<el cielo (y) la tierra, el gran mar, las monta- «tratados de vasallaje>), es decii, ishiul (= 'vínculo', 'contrato')' Ello implica
ñas, los ríos (y) las fuentes de Hatti y del país x». Actuaban como testigos que el vínculo que unía a los servidores reales con el trono no Se concebía
del tratado los funcionarios más altos de la corte y del ejército, cuyo nombre en esencia de un modo muy distinto del que unía a los reyes clientes: todos
se especifica. El texto era grabado en tablillas de metal, a veces precioso, habían obtenido su posición y su área de competencia del gran rey, al que
i;
como en el caso del tratado firmado con Egipto, que fue grabado en una debían prestar los sérvicios y obligaciones impuestos. La terminología de-
306 LAS GRANDES POTENCIAS
\ LOS HITITAS 307

ue unían a cada funcionario con el rey eran ga-


muestra que el sistema utilizado en un principio para afirmar la
de suerte que la intenelación de ambos gruPos
de los servidores del rey, fue extendiéndose, a medida que se ampliaba
cada vez más estrecha:
de hecho muchos de ellos acababan convirtién-
reino hitita, a los representantes de los nuevos súbditos, esto es, a los
en miembros de la familia real. Fruto de esta situación fue la aParición
clientes. La lealtad se aseguraba obligando a los oficiales a jurar por los
bien cohesionada, catacteizada por la rivalidad de sus
mos dioses invocados en los tratados que iban a respetar sus cláusulas. una clase dirigente
recompensas que
por ejemplo, a los soldados se les hacía jurar que iban a cumplir con , deseosos de obtener ventajas personales. Las
de los matrimonios
aparejadas la ocupación de un alto
cargo, aParte
deber (Oettinger, 1976). Los funcionarios relacionados con algún tipo de una parte de
desde el punto de vista político, eran Ia obtención
servicio religioso recibían instrucciones detalladas de sus deberes, empezan: e el tratado
do por la obligación de estar limpios y siguiendo por los detalles relativos al tributos, como vasijas de metal y prendas de roPa (véas
CTH,47), o del botín de guerra, Por ejemplo,
modo en que debían tratar las vituallas destinadas a los banquetes cultuales. Ugarit, infra, PP. 345-346;
encargados de trabaj ar las tierras concedidas por el rey a sus ser-
Para explicarles la norma relativa a la limpieza se compara su función con la
de un esclavo frente su amo: (cf. los «Anales de Mursili» , supra, p. 290; Riemschneider, 1958;
RTA,6, PP. 468-470)
Además que los encargados de preparar el pan de cada día estén limpios;
el hijo del
que se laven (y) aseen (?); que (se corten) el pelo (?) y las uñas, y que lleven Arnuwanda, el gran rey, Asmunnikal, la gran reina, y Tudhaliya,
(tierras y personas) y
ropas limpias. Si no, que no lo preparen. Que los encargados de propiciar el ,"y,'J ,ukhanti (pincipe úeredero)-, han conquistado -se
nadie
a Kuwatalla, el hierodulo, servidor suyo' Que
corazón y el alma de los dioses las preparen (es decir, las hogazas de pan). iu, t un dado de legató el
Y que la casa del panadero en la que las preparen sea barrida (?) y regada (?). ," fu, dispute a los É¡os y nietos de Kuwatalla. Las palabras de Arnuwanda,
hierro: no
y Tudhaliya, el tukhanfi, son de
Además que no se acerque ningún cerdo ni perro a la puerta del lugar en el que giun ,"V, ismunnikui lu g.un reina,
quienquiera que las tuerza será de-
se parta el pan. ¿Acaso es distinta Ia actitud de los hombres y la de los dioses? [furj uáo¡"s al suelo, no ltas) quebrántes;
capitado (CTH,223;Haase, 1984, pp. 70-71)'
¡No! ¿Acaso en esta (cuestión) lo es (diferente)? No; su actitud es la misma.
Cuando un esclavo se presenta ante su amo, se lava y lleva (ropas) limpias; y
de tierras
le da de comer o le da de beber. Y é1, su amo, come (y) bebe y su espíritu se Los hombres asignados a los beneficiarios de las concesiones
relaja y se siente inclinado (?) favorablemente hacia é1. No obstante, si (el utilizados-como soldados u operarios por la autoridad central, a
oodían ser
esclavo) es descuidado (?) y negligente (?), la actitud hacia él es distinta de este tipo
(CTH,264; Sturtevant y Bechtel, 1935, n." 4; ANET,207-210). ilñ;;; ;i grun ,"y concediera especíñcamente una exención de a de-
pp. 64-65). Tenemos noticia exenciones
Ir.*i.ios (Éaase, igg+,(pór ejemplo, CTH, 224-225); pero las que están
Erminados terrateni"nt",
Las <<instrucciones>> nos ofrecen una imagen muy interesante de cómo era
- mejor atestiguadas en documentos hiitóricos de cierta extensión aluden a dis-
la administración del reino hitita. Así, por ejemplo, gracias a las instruccio- (Otten y
ñ;^ conóedidas a personas relacionadas con los santuarios
nes sabemos que existía un alcalde (HAZA,NNA de Hattusa, encargado por a los templos era
bouóek, 1965). El suministro de operarios y de provisiones
el rey de controlar a los guardianes de la ciudad y de asegurarse de que en rey, de suerte que esas
una de las obligaciones más importantes del gran
ella reinara el orden. Sus oficiales tenían la obligación de inspeccionar los hacer frente a estos deberes'
exenciones puedlen ser consideradis un modo de
sellos de las puertas, que se cerraban cada noche, y de comprobar cada ma-
ñana que no habían sido rotos; después los quitaban y las puertas se abrían
para permitir la entrada y la salida del tráfico (CTH,257; Otten, L964 y 1983;
El país de Hatti
Daddi, 1975). También otras ciudades tenían alcaldes con responsabilidades
parecidas, y todos ellos eran responsables del cumplimiento de sus obligacio- hi-
Aparte de las fincas concedidas a los funcionarios reales, la Anatolia
nes ante el gran rey. Las obligaciones de los comandantes de las guarnicio- grandes,
üa dtaba salpicada de ciudades, algunas de las-cuales eran bastante
nes y de los oficiales encargados de la vigilancia de las fronteras estaban asi- y
tales como Alaca Hüyük, con Sus importantes fortificaciones, Tarhuntassa'
mismo detalladamente descritas y explicadas (CTH,260-261). Al frente de la añadir a la lista los
convertida en capital del reino po. Mu*utalli' Debemos
administración del estado había dos grupos, <<los grandes>>, que era una aris-
grandes centros áe culto, que probablemente tuvieran las dimensiones de una
tocracia formada por las grandes familias del reino, y «los hijos del rey», que
ciudad, como, por ejemplb, §amuha (Lebrun,1976), Nerik (Haas, 1970)'
o
eran parientes del soberano en distinto grado. Todos los altos cargos de la de Anatolia había pala-
Sallapa (posiblemenie Cordio). En muchas ciudades
corte, la administración de las regiones fronterizas, el gobierno de algunos
cios y almacenes, llamados por los hititas <<casas del sello". Algunos de
esos
reinos clientes importantes (Carchemish, Tarhuntassa, Hakpis), y los principa- una fiesta anual bastante
almacenes reales aparecen .itudot en el texto de
les mandos del ejército estaban en manos de los miembros de estos grupos.
aF-
I'I
r. l
lj
I

.
308 LAS GRANDES POTENCIAS \ LOS HITITAS 309
I

bien conservado (KI.LAM) (Singer, 1983-1984): en una de las ceremonias


buala alimentación en Ia Anatolia hitita, véase Hoffner, 1974). Las parce-
mencionadas participaban los administradores de los depósitos reales de di- rn explotación eran, al parecer, bastante pequeñas, estaban separadas unas
iur
versas ciudades, que se colocaban junto a un montón de productos aportados otras por cercas, y diseminadas alrededor de las aldeas o en el interior de
de
por sus respectivos almacenes; cuando el soberano se acercaba, el heraldo iba
hs mismas. El ganado mayor y los caballos eran los animales más valiosos,
presentándoselos de uno en uno y nombrando sus respectivas ciudades. Aun-
como ponen además de manifiesto los inventarios de los botines obtenidos por
que la lista era mucho más larga, se han conservado diez nombres, y pode-
bs hititas. Las cabras y las ovejas eran más numerosas. Su sistema de cría
mos comprobar que las (<casas del sello» estaban diseminadas por todo el rei-
era justo el contrario del que vemos en las llanuras de Siria y Mesopotamia:
no. Diversos documentos revelan que los administradores de los almacenes
bs animales eran llevados a los pastos de altura en verano y trasladados a los
eran funcionarios importantísimos. El movimiento de mercancías a lo largo
valles durante el crudo invierno. El tratado de Tudhaliya IV (Otten, 1988) ha
y ancho del imperio era controlado desde esos almacenes; funcionaban como
revelado con bastante claridad la importancia de los pastos de altura en ve-
centros de recaudación de las rentas reales, tanto en forma de grano y de pro-
rano: se conceden específicamente a Kurunta amplios derechos de pasto en
ductos agrícolas, como en forma de tejidos y metales, preciosos y no precio-
las montañas. El mismo documento nos ofrece un testimonio interesante
sos. Un estudio de los inventarios ha demostrado que los hititas mantenían
acerca de la existencia de saladares, especificándose los derechos de su uti-
importantes vínculos comerciales no sólo con Babilonia y Egipto, sino también
lización, así como los de recogida de la sal. La cría de cerdos estaba muy ex-
con Licia, Chipre, Ahhiyawa y los estados del norte de Siria (Ko§ak, 1982).
Endida, tal vez debido a la naturaleza más boscosa por aquella época de
Las importaciones de grano organizadas por los mercaderes de Ura (quizá la
Anatolia, y también la de perros. Estos animales podían dar lugar a disputas
moderna Gilindere, cerca de Aydrnak, en Cilicia) (véase Beal, 1992; véase Wa,
entre vecinos (de ahí su presencia en las leyes): los cerdos porque merodea-
capítulo 6, apartado 2) se conocían ya desde hace tiempo; pero últimamente
ban por los campos y huertos destrozando los cultivos, y los perros porque
los testimonios de los inventarios han sacado a la luz algunos detalles más
desparramaban la basura por las calles. En las leyes se definen tres clases de
relacionados con la estructura comercial del reino. Debemos subrayar una
pefros: los perros pastores (los más valiosos), los de caza y los guardianes.
il vez más que los inventarios demuestran que los hititas utilizaban el hierro , Las «instrucciones>> y una carta real indican que numerosas comunidades
sólo con fines ornamentales; las técnicas de producción de herramientas y ar-
_ de Anatolia vivían con arreglo a una serie de leyes locales muy diversas, y
mas de este metal todavía no se habían desarrollado plenamente. Los hititas
que esta situación era reconocida y sancionada por la autoridad central. A los
¿o fueron ningunos innovadores en el campo de la siderurgia, no la genera-
oficiales encargados de la vigilancia de las fronteras (BEL MADGALTI), el
lizaron y desde luego no ostentaban su monopolio (Muhly et al., 1985).
rey les impartía las siguientes instrucciones:
Había además poblaciones más pequeñas, lugares y aldeas, en los que las ll
cuestiones de política local eran gestionadas por los ancianos del lugar, que it', El oficial encargado de vigilar la frontera y los ma§kim (funcionarios) y los
representaban también a su comunidad ante la autoridad central y sus oficia- i ancianos sentenciariín los pleitos cuidadosamente y los concluirián. Y (háganlo)
les. La mayor parte de la información relativa a esta faceta de la vida de Hatti como desde antiguo en los países determina la ley contra los malhechores: en
k
procede de la colección de leyes hititas que se nos han conservado (CTH,Z9|- las ciudades en las que se acostumbrara a ejecutarlos, que continúen ejecután-
ú¡
292;Fnedrich, 1959; ANET, pp. 188 y ss.; TUAT,I, pp. 96 y ss.; Haase, 1979), dolos. Pero en las ciudades en las que se acostumbrara a desterrarlos, que se
fr
en las que se plantean algunos de los problemas que rodean a la interpretación continúe desterrándolos. Después la ciudad se purificará. Si alguien escribiera
h
de otros «códigos», como por ejemplo el de Hammurabi (véase el capítulo 2, '
una tablilla de madera o una tablilla de barro sellada en relación con un plei-
-f
apartado 5). Datan del Antiguo Reino y fueron vueltas a copiar durante la q
to, el oficial de la frontera dictará sentencia cuidadosamente y lo pondrá todo
época imperial, de modo que su validez general durante este período ha sido
I
en orden. Pero si el caso es demasiado grave, remítaselo a su majestad. Pero
t; no dictará sentencia en favor de su señor, ni de su hermano, ni de su esposa ni
puesta en tela de juicio. Algunas cláusulas indican que las leyes emanan de I.
de su amigo. Y que nadie acepte sobornos. La parte buena no debe salir per-
disposiciones jurídicas concretas del rey, pues aluden a las consecuencias que
diendo y la mala no debe salir ganando. ¡Haz lo que sea justo! A cualquier
podía tener una determinada acción «en tiempos pretéritos» y las que tenía ciudad que vayas, reúne a sus habitantes: y a cualquiera que te presente un
<<ahorar> (Hoffner, 1965), expresión que recuerda a la de algunos decretos rea- pleito, dale una sentencia y acaba con el pleito. Actúa de la misma manera para
les conservados. el criado y para la criada, o para la mujer soltera... (CTH,261; Von Schuler,
La base agrícola de Anatolia se pone vivamente de manifiesto en estas 1957, pp. 36 y ss.; Haase, 1984, pp. 59-60).
leyes, y se ve confirmada en los comentarios diseminados en otros documen- t-
tos. Los principales cereales producidos eran la cebada y la espelta, utiliza- . i: Los ideales que el rey presenta a sus oficiales en el terreno de la ley apa-
das para la fabricación de pan y cervezai se cultivaban también gran cantidad Íecen claramente esbozados en este texto: cooperación con las autoridades
de huertas y viñas, y se criaban abejas destinadas a la producción de miel ;locales; respeto de las normas locales; evaluación cuidadosa de los casos
I

310 LAS GRANDES POTENCIAS \ LOS HITITAS 311

complejos; remisión de todas las cuestiones complicadas al propio gran rey; de-
falta de favoritismo para con los poderosos o para con los familiares y arni- que
gos; no aceptación de sobornos; justicia accesible para todos los habitantgs
de su jurisdicción, incluso para los miembros más débiles de la sociedad. l¿
habrá que realizar un
que no podemos apreciar, a falta de documentos privados, es si esta image¡ cuando las tropas han sido vencidas por el enemigo,
detrás del río córtese por la
idealizada era una realidad o no, aunque tenemos atestiguados casos de ape- sacrificio <<detrás>> del río de la siguientsmanera:
cachorro de perro y un lechoncillo, y coló-
lación ante el gran rey (véase la carta de Emar citada supra, p.302). Los úni- mitad a una persona, a un niño, uñ
y otro. Delante de ella constrúyase una puer-
cos pleitos conservados (registrados, según parece, al pie de la letra) tienen ;;;;. unu .itud a un lado otra a
(?) por ella. Enciéndase enton-
que ver con el robo de tierras de propiedad real o de los centros de culto; y iu.on (algún tipo de) leño y pásese una cuerda por ella, y en
y ot.o íaáo ¿" la puerta. Las tropas pasarán
difícilmente podemos considerarlos un caso típico (Haase, 1984, pp. 66-67; ces un fuego a uno
a ta óri[a del río, debeián ser asperjadas (Bo' 2039 + Bo' 2864'
Werner, 1967). cuanto lleguen
¡y, +S-SeIKümmel, 1967, p. 151; Haase, 1984'
p'90)'

a evitar la contaminación se
Contaminación y purificación, culpa y penitencia Las normas y ritos más rígidos destinados
rerrrvaban al própio rey,
cuya persona se hallaba rodeada de una complica-
a sarvaguardar su integridad fí-
Existen muchísimos testimonios que demuestran que [a muerte violenta ;;;; ¿" -é¿id^ práio.oi*ius destinadas su reino' En caso de que
se consideraba causa de impureza religiosa para la comunidad en la que se ri.rl "tpiritual, pu", "n.u*aba el bienestar todo
de
una peste (a pesar de haber-
hubiera producido, y que era preciso realizar una serie de ritos de purifica- d rj¿r;ii" fuera derrotado o se desencadenara a dos prisioneros de
purificación), se tomaba
ción a fin de eliminar la mancha de la sangre derramada. No siempre resul- ,, ig¿tiru¿o pr"uiuÁente una que
ta fácil entender en qué consistía ese <<acto de limpieza>>. Un estudioso ha ;;;;;, hómbre y una mujér. El propio rey se srruaba en eI camino
u é1 unos oficiales llevando al hom-
postulado que en el rito de purificación por un asesinato (KUB, XXX, 34) la conducía al país enemigo y se acercáUun
con vestiduras reales. El rey entonces-se dirigía
población masculina se dividía en dos grupos, llamados los ..hombres de ;;;., a ta mujer cubiertos
los siguientes términos: <'Si un dios (en el
Hatti» y los «hombres de Masa»; al grupo de Hatti se le entregaban armas ;#;; u ,no y luego a otra-delenenemigo tra provocado la peste, he-aquí a un
de bronce, mientras que al de Masa se le entregaban otras de madera. Los caso de la mujer, unidioru)
como sustitoto/a' Conténtese con éUella' que se
dos grupos se enzarzaban entonces en una <<batalla>> en la que (naturalmen- homUreluna mujer ataviado/a
pareja real vicaria efa enviada
encgguáde devolver la peste al enemigo>>. La
i
,f te) ganaban los hombres de Hatti. Entonces se capturaba un prisionero de
engalanados por delante
ánion".r, al país enemigo con un toro y una oveja
f.
guerra y se le dedicaba al dios (Kümmel, 1967,. pp. 150-162). Otro estudio- que la responsabili-
so, en cambio, ha interpretado el mismo texto como si se refiriera a una de- tiiti*"f, ti6l,pp. 1ú y ss.). En estos casos, se creía
personas del rey y la reina: sólo
dad de la derrota y'0" tu ieste'residía en
las
terminada fiesta de otoño, durante la cual se revivía una batalla legendaria
podían resultar aceptables a los
(Gurney, 1977, p. 27, y 1990, p. 129). Así pues, su relación con los ritos de *o, p"rronajes iarecidós a la pareja 1e11
Hatti se había vis-
dioses del país enemigo, cuya capacidad de iausar daño a
purificación no está clara. De hecho, cualquier tipo de muerte comportaba el
riesgo de contaminación, aunque la muerte natural sólo contaminaba a los to reforzada Por la victoria.
una peste, Se Su-
miembros más cercanos de la familia del difunto, que habían estado en con- En caso d" qu., a pesar de la victoria, se desencadenara
que había pasado inadvertida'
tacto directo con el cadáver y que aún no habían enterrado el cuerpo o no se ponía que el rey había cometido alguna fa]t1.
Siria tra-
Cuando los soldados victoriosos de Suppiluliuma I regresaron
de.
habían deshecho de los objetos domésticos utilizados por é1. Como, por
que diezmó ala
ejemplo, podemos ver en el siguiente documento: yendo consigo una virulenta epidemia (véase supra, p.289),
años y provocó la muerte del gran rey y de su
poUtación a'Ío largo de veinte
que
Su hijo ha muerto. Y la cama en la que dormía no la ha quemado, antes bien, ,u..ror, Mursili Il"determinó, basándoie en ciertos documentos antiguos'
cumplido un jura-
se acuesta en ella cada noche (KUB, XVI, 83, vs. 26 y ss.; Otten, 1958, p. 9). se trataba de un castigo divino porque su padre no había
mento y los soberanJs hititas no t aUfan realizado ofrendas
al río Mala' al
La preocupación por la p\reza religiosa constituye un motivo recurrente este del país. Aunque Mursili II no era culpable personalmente, admitió que
en los documentos hititas, y podían motivarla acciones y circunstancias muy pecados y las faltas de- sus pre-
sobre sui espaldas había caído la carga de los
diversas. El desconocimiento de las posibles fuentes de contaminación era decesores, y que é1 era el único de librar al país de la-terrible plaga'
muy peligroso, pues ésta podía manifestarse en forma de plagas capaces de de "upu,
Muriili II muestran de un modo conmovedor
Las «oraciones de la peste»
am¡inar a toda la población. Pese al enorme poder de su ejército, del cual por la desesperación del atribulado monarca:
312 3t3
\
.t
LAS GRANDES POTENCIAS LOS HITITAS

¿Qué es lo que habéis hecho (sc vosotros, los dioses)? veintidós, por citar sólo las más largas. El soberano celebraba las ñes-
q;ue
Habéis
una peste asole el país. El país de
incluso cuando estaba en campaña (véase supra, pp.290-291, «Anales de
I
Hatti ha sido cruelmente devastado
la peste. Durante veinte años los hombres
tiempos de mi padre, desde los tiempos
han venido muriendo, y así desde ). Aunque varias ceremonias debían celebrarse obligatoriamente en
de mi hermano, y en mrs propios ciudades, algunos de los principales cultos tenían su sede en la
desde que soy sacerdote de los dioses.
Cuando los hombres mueren en
ese modo, desde luego es que la peste Hafti Hattusa, entre ellos el del dios de las tormentas de Hatti y el de la dio-
no ha pasado. En cuanto a mí, la
de mi corazón y la congoja de mi alma sol de Arinna. Las fiestas celebradas en Hattusa atraían a mucha gente
ya no puedo soportarlas.
capital del reino, como, por ejemplo, a los administradores de los alma-
¡Mirad! Pongo la cuestión de la peste ante el dios de las torrnentas reales (véase supra, p. 308), que acudían a la ciudad para la fiesta de
ri, mi señor. ¡Escúchame, dios de de que duraba tres días. Según pa.rece, esta ceremonia en particular se
las tormentas de Hatti, y sálvame!
Io que [tengo que recordar Hs
Ite: el páj aro se refugia en (su) nido, y el nido en el interior del palacio y en sus alrededores. Incluía una carrera
su vida. Y repito: si a un criado algo Ie salva
resulta exceslvo, llama a su señor. a cuyos dos primeros ganadores les concedía un premio el propio rey, y
señor lo escucha y se compadece de Su
é1. Sea lo que sea lo que le resulta
exce-
con una asamblea junto a la piedra huwasi del dios de las tormentas
slvo, su señor se lo arregla. Y repito
si el criado
y confiesa la culpa a su señor, su señor puede ha incurrido en alguna culpq Hatti. Este objeto de culto se hallaba, al parecer, en Yazthkaya, y quizá el
Pero, al confesar su culpa a su señor,
hacer con él lo que le plazca culminante de la fiesta fuera una procesión a Io largo de la vía sacra
el ánimo de su señor se aplaca y
senor no castiga al criado. He aquí su
que yo he confesado el pecado de
dre Es cierto, lo he hecho Si hay mi pa-
que resarcirte de algún modo, parece
dente que con todas las ofrendas que evi-
se han hecho con motivo de la peste,
todos los prisioneros que se han traído, cg¡
en resumidas cuentas con todos los
sarcimientos que Hattusa ha pagado por re-
la peste, ya has sido resarcido veinE
veces. Pero si me pides otro resarcimiento, y plata (Werner, 1967, pp. 56 y 57,Iíneas 9-10).
dímelo en un sueño y yo te pagaÉ de oro
(KUB, XIY 8; ANET, 394-396) Oficialmente el rey era el principal sacerdote de todos los dioses de Hat-
ti (véase supra, pp. 3Il-312, «oración de la peste»). Personalmente no tenía
wácter divino, aunque mantenía una relación particularmente íntima con los
Rey, corte y ceremonial
üoses, y uno de los últimos soberanos, Tudhaliya IY aparece representado
en el santuario de Yazrhkaya abrazado por un dios, escena que podemos ver
Las <<oraciones de la peste>> demuestran
perfectamente el protagonismo que Bmbién en miniatura en varios sellos reales. Durante la época imperial, el
tenía el rey dentro del esiado, y una
de las características de los soberanos de rey era llamado y se llamaba a sí mismo <<sol>>, reflejo verbal del símbolo del
Hatti (como la de muchos otrós rey:s) e_ra sol alado utilizado, por ejemplo, en la glíptica, en la que forma un pequeño
su p-iurou implicación personar
y su participación en la administratión de dosel colocado sobre el nombre del monarca escrito en jeroglífico hitita
su r"ino. La presencia del monÍu-
ca venía marcada en todo el estado por (véase la figura 23); pero el significado exacto tanto del símbolo como de la
sus palacios, almacenes y fincas (en
las que los súbditos que no gozaran he frase sigue siendo enigmático (Güterbock, 1954). Se le designaba asimismo
alguáa exención, estaban tutigaoos a
trabajar un número eipecífió o. días).
sí,
gran sello real; y los tratados que imponían
o.¿.r"r;;;;;;;;;iid;;s por el regularmente <<el héroe>>, desde los tiempos de Suppiluliuma I, y naturalmen-
algún tipo de obligaciones o con- te <<gran rey>>, para marcar su superioridad respecto de los numerosos reyes
cedían
.ulgY' tipo de derechos a los reyes vasallos eran leídos en voz alta en vasallos a los que dominaba. El término <<t/labarna», utilizado habitualmente
determinadas ocasiones- Las personas durante el Antiguo Reino, parece que fue cayendo en desuso, aunque no de-
acusadas de traición o de cualquier
delito grave eran.:ry:19:..u ,u p."rencia (la «rueda>>, sapareció del todo, como demuestran la «Apología de Hattusili» y los sellos
véase supre, p.295,
«Apología de Hattusili III»). Los oficiales Kurunta (véase supra, pp. 294 y 300). Curiosamente también Hattusili m
de rni, urto rango corrían el ries- de
go de perder todas su.s posesiones y de
tener qr. truuu¡ar como labradores, si se remonta a tradiciones antiquísimas al definirse a sí mismo como miembro
se les consideraba curpábles (véase
generales que no obedecían las -supra,
p.igl, «Edicto de Terepinu»). Los de la dinastía de Kussara y como descendiente en último término de Hattu-
órdenes ¿él souáu* a" comparecer ante su sili I. Esta decisión probablernente viniera dictada por las circunstancias tan
presencia, eran cegados (Alp, l9g0). irregulares que lo condujeron al trono, aunque demuestra también lo vivas
El gran rey viajaba habitualmente por toda la que estaban las tradiciones relativas a la historia primitiva de Hatti.
rio, celebrando una serie de fiestas, como la gran zona central del impe- Sólo cuando el rey moría <<se convertía en dios>>, frase habitual para expre-
(AN.TAHSUD (Güterbock, 1960; Gurney, fiesta de Ia primavera
lg77,pp. 31 y ss.), que duraba sar la muerte del monarca. Su cuerpo era incinerado y sus restos conducidos
treinta y dos días, o la fiesta de otoño (nuníariyario') a la <<casa de piedra», donde eran depositados en una cámara equipada con una
(c¡rerbock, t964), que
t
1

I
314 LAS GRANDES POTENCIAS
LOS HITITAS 315

el rey y la reina se sentaban en el trono por primera vez y se


su nombre of,rcial, en ocasiones distinto del suyo propio. Es pro-
S que al final del acto Ia pareja real procediera a realizar sacrificios
A partir de ese momento el rey estaba sometido a una serie de normas
rigurosas que regulaban el protocolo palaciego y garantizaban su cons-
pureza, como correspondía a todo sacerdote de los principales dioses.
§ criados en cuyas manos estaba el cuidado físico cotidiano del monarca
la obligación, so pena de muerte para ellos y para sus familias, de no
'"-w6.¡eter ningún tipo de negligencia; ni siquiera podían esperar que nadie se

( gnterarude su fallo, pues «los dioses del rey os vigilan. Os convertirán en


cabrasy os arrojarán almonte>> (CTH,265; ANET, p.207; TUAT,I, p. 124).

I W
Aparece también una nota más humana, que muestra la afabilidad del mo-
wcapara con los criados que confiesan sus faltas:
* *'f
4 / Vosotros que (sois) los curtidores venidos de la casa del auriga, de la casa
fi,
tll
4 Vn ),v
I/ del administrador de los almacenes y del inspector de los diez aurigas, y que
construís los carros del rey, en los que éste sube, tomad siempre las pieles de
4 -- <9
,/ vacay de cabra (únicamente) de la cocina. No debéis tomar ninguna otra (piel).
Pero si tomáis otra (piel), decídselo al rey, pues (no será) ningún delito. Yo, el
( rey, puedo mandar (el carro) a cualquier extranjero o regalárselo a un criado
(CTH,265,lII, 9-17; TUAT,l, p. 125).
\
Las normas relativas al orden en el que los oficiales de la corte debían
inclinarse ante el rey cuando bajaba del carro (Jakob-Rost, 1966), a lo que
) debía hacer un guardia si sentía ganas de orinar o de hacer sus necesidades
durante una inspección real, o a evitar todo contacto con las mujeres de pa-
Flcuna 23' Impresión de un sello de Arnuwanda
III, Hattusa (dibujo de D. saxon). lacio, eran muy numerosas y coartaban los movimientos de todo el mundo en
interés de la salvaguardia del soberano. El rango de los dignatarios que ro-
deaban al monarca podemos deducirlo de numerosos textos: sus títulos alu-
cama y una lámpara, y se le suministraban den a determinadas funciones palaciegas, que por sí solas apenas nos of¡ecen
comida y bebida (otten, l95g).
se instituía en ella un culto al monarca difunto, un vago indicio de cuáles eran los servicios concretos que prestaban. Algu-
dota¿o de personal destinado
a cuidarse de é1, con la prohibición expresa nos, como el de capitán de la guardia y «jefe de los diez>r, eran evidente-
de contraer matrimonio fuera de
la comunidad religiosa (Haase, lgg4,ip. --"^ mente de carácter militar, mientras que otros, como los de escriba jefe o el
Oe_iOj.
Las normas de-sucesión (véase srpra, pp. de administrador de los almacenes (IúAGRIG), tenían que ver con la admi-
2g r-2g2) estaban cuidadosa_
mente reglamenradas y fueron respetáda, nistración del imperio. Otros, en cambio, como el de «jefe del vino», copero,
ñurtu el finai d.i i-p.;;;(véase
supra, pp. 284-285). Idealmente, él primogénito o «escriba jefe de la cocina», resultan más difíciles de interpretar. Probable-
del monarca reinante era 'mente constituya un error pretender que los títulos mismos nos iluminen en
designado príncipe heredero (tukianti)
y ocupaba una posición inferior úni-
camente a la de su padre. Esta preemínéncia'rry, este sentido, pues es probable que sus poderes tuvieran un significado gené-
alusiones incluidas en el tratad^o de Kuruntu
qr"o. ¿.,,ortruJu por las rico, no reflejado en sus nombres (cf. algunos de los títulos utilizados en la
(rÉuré supra, p. 299)y por er
protagonismo que de vez en cuando corte británica, por ejemplo, Companion of the Bath, o en la antigua corte de
desempeñ"ur,
en las campañas reales. La unción der nulvo
,"g,i, p"áJ;;
ááríp.our, España, por ejemplo, «gentilhombre de la boca»).
de sacerdote de los principales cultos;
."y;;;-"ba parte de su papel
La posición de la reina plantea algunos problemas que todavía no han
regalar al nuevo soberano un frasco de
aceite y un manto real se ionsideraba sido resueltos del todo. Hasta finales del siglo xrv, se utilizaba regularmente
un gesto de honor hacia su persona con
motivo de su ascensión ar trono (cTH,l73). el título de tawananna para designar a la mujer de rango real asociada con
En el curso de una ceremonia el monarca. Realizaba una serie de ritos importantes en compañía del rey y

I
I
,l

L
li
316 LAS GRANDES POTENCIAS LOS HITITAS 317

hititas realizaton regularmente campañas, y una y otra vez


actuaba como sacerdotisa en los cultos en los que éste actuaba como sacer- se pusieron perso-
dote. Sin embargo, no siempre era su esposa. Parece que el cargo de tawanan- al frente d" ejércitos. Incluso las guerras fatigosas y frustrantes
,ul*rr,. sus
de botín, de terri-
na estaba al margen de quién fuera la persona que ocupara el trono. Normal- rn frt que no podían ganati" grandes premios en términos
mente era la esposa del rey, pero si éste moría antes que ella, conservaba su ae gtó.iu, poti¡"mplo, las inacabables campañas contra los
"rÁfu, ó
á¡ot "o-o, supremo cuando
posición y su título hasta su muerte, momento en el que la sucedía la esposa rtun áitigidas por ei rey. Éste sólo delegaba el mando
del nuevo rey. Es posible que en casos en los que la esposa del rey no fue- inzarzado en varios frentes alavez. Naturalmente las guerras
í, á.ontraba
rala tawananna, ostentara el título de <<gran princesa» (DUMU.SAL.GAL). constituían una importante fuente de ingresos para el rey de
Hatti las victo-
parte de la mano de obra ne-
Pero debemos reconocer que muchos aspectos de la esposa del rey, la tawa- ,iur ptoporcionaban tributos a raudales, buena
y la la que se apoyaba el
nanna y otras mujeres de palacio, son muy poco conocidos (para un análisis ;;;ú, para ampliar mantener base agrícola sobre
de todo ello, véase Bin-Nun, 1975). En numerosos textos el rey y la reina ,riu¿o, y tierras-que podían ser concedidas a los oficiales de alto rango, tales
aparecen actuando de común acuerdo: efectuando concesiones de tierras ,o*o lós capitanés ¿r los caballerizos áureos, a los miembros de la familia
indi-
(Tudhaliya y Asmunikkal, véase supra, p. 307), sellando tratados (tratado de iruf y a los iuncionarios de los diversos cultos. El triunfo en la guena
Ugarit, véase el capítulo 6, apartado 2), unidos por un amor perfecto («Apo- .uU, u¿.-ás que los dioses de Hatti favorecían al soberano y estaban dis-
logía de Hattusili", p. 296); otras veces la reina complementa el nombra- pu.r,or a bendLcir su reinado. El regreso triunfal a Hattusa de un rey después
miento de un rey-vasallo realizado por su consorte escogiéndole una esposa d, unu campaña se veía marcado por las celebraciones en honor de los dio-
para ren-
idónea (véase el tratado de Kurunta, supra, p. 303). La importancia de su ses y por la presencia de <<toda la población de Hatti», congregada
papel nos la demuestra el hecho de que a menudo ella también era incluida dir úom"najé al gobernante victorioso. Pero esas aglomeraciones podían dar
en el culto de los soberanos difuntos. La reina podía ordenar a determinados ocasión tambiéná la divulgación de las quejas populares y ala obtención de
gracia del rey (Von Schuler, 1959; Haase, 1984, pp. 56-57). Pese a la
individuos, como, por ejemplo, a los prisioneros de guerra, que realizaran tra- alguna
y
bajos para las viudas con hijos de los soldados hititas, que no eran capaces exlstencia superprotegida y aislada que llevaba el monarca, las ceremonias
de cumplir con sus obligaciones ni de prestar servicio en las fundaciones fiestas públicas, así como los viajes a 1o largo y ancho del reino para cum-
religiosas (por ejemplo, Puduhepa, Otten y Souóek, 1965); podía también plir coñ sus obligaciones religiosas o militares, eran bien aprovechados por
proporcionar <<familias» al personal encargado del culto: ia población de Hatti para presentarle sus peticiones y sul quejas por las in-
¡usticias sufridas, aparte de que ofrecían una
oportunidad de contacto direc-
A la muchacha llamada Titai se la entregué a Apallu para que la desposara. to entre el rey y sus súbditos más humildes.
,(
i' Al niño llamado Tatili, hermano de Titai, se lo entregué a Apallu para que lo
I
criara ... A una niña, llamada Pitati, y a un niño, Temetti, se los di a SUM-ia, Aunque el estado hitita ha sido presentado con frecuencia como una co-
i hijo de Pitan[...]ia, para que los criara (Otten y Souóek, 1965, p.21). lección más o menos desordenada de pueblos diversos que se disgregaba
cuando se veía amenazado por algún ataque serio, quizá sea más adecuado
I

Esta imagen positiva de las reinas contrasta con ciertos escándalos corte- subrayar la fuerza considerable de un sistema que se mantuvo eficazmente
sanos bastante famosos: se dice que la hermana <<perversa» de Hattusili I unido durante más de cuatrocientos años, y que durante los últimos ciento
(<<esa serpiente», véase supra, p.27$ llegó a tramar una conspiración; la es- cincuenta llegó a controlar un territorio muy amplio. La continuidad de las
posa babilonia de Suppiluliuma I fue acusada de causar la muerte de la mu- formas y cosiumbres sociales desde el Antiguo Reino hasta la época del im-
jer de Mursili II con sus artes de hechicera (CTH,70); en una compleja y perio, .b-o hemos podido constatar en varios documentos, implica que el
horrenda intriga, probablemente urdida en la corte de Tudhaliya IY se vio corazón del estado no se vio afectado de un modo decisivo por los reveses
implicada la <<gran princesa» (Ünal, 1978). Pero el número de incidentes de políticos. Se ha hablado mucho del delicado equilibrio del estado hitita y su
ese estilo de los que tenemos noticia es relativamente pequeño, si tenemos en infraestructura insuficientemente desarrollada (Liverani, 1987; Sandars, 1978),
cuenta que se hallan diseminados a lo largo de cuatrocientos años; probable- que provocaron su hundimiento de un modo tan repentino y total. Pero lo
mente nos hablan más bien de la tendencia general a sospechar de persona- mismo cabría decir de muchos otros estados del mundo antiguo. Lo que real-
jes cuyo sexo (o alguna otra característica) les impedía ostentar el poder mente requiere ser estudiado con más profundidad es su extraordinario poder
político directamente, aunque por lo demás estuvieran íntimamente relacio- de recupéración y su capacidad de adaptación después de los devastadores
nados con la perpetuación y continuidad del sistema político. Seguramente reveses que llegó a sufrir.
fuera esa la situación de las reinas y princesas hititas.
Uno de los papeles más importantes desempeñados por el rey era, natu-
ralmente, el de general en jefe del ejército. Según parece, todos los reyes
*f d
\ ,r*^ Y LEvANTE 3lg

lengua habitaban supuestamente <<en el norte>> (Gelb, 1944): en Meso-


se utilizaba el término <<Subartu>> para designar al <<norte>> (véase el
análogo <<Amumr>> = 'oeste'). La vaguedad del término <<subarita»,
con el hecho de que existan alusiones al «País de los hurritas» para re-
al estado de Mitanni, han hecho que se considere conveniente llamar
a su lenguay a los elementos culturales que la acompañan.

6. SIRIA Y LEVANTE
1. MmeNNl y Los HURRTTAS reflejo del acadio, utilizado normalmente en la correspondencia; esta circuns-
ancia ha proporcionado una clave para establecer un léxico y una gramática
¿Quiénes eran los hurritas? rudimentaria de la lengua hurrita. El descubrimiento de varios documentos
bilingües hitita-hurritas en Bo§azkóy y en Ugarit ha facilitado también nues-
Los eruditos.reconocieron por primera vez que la lengua hurrita era Ea comprensión de la lengua. Unos textos escolares descubiertos en Ugarit
un
elemento cultural y político signincitivo del antiluo (capítulo 6, apartado 2) contienen una serie de palabras hurritas con sus equi-
orienle próximo a fina-
Ies del siglo xlx, cuando en 1817 se descubrio valencias en acadio, sumerio y ugarítico, circunstancia valiosísima para los
eriet archivo de el-Amarna en
Egipto (véase el capítulo 4, apartado 3) una extensa carta estudiosos. A pesar de todas estas <<ayudas>>, el número limitado de los tex-
escrita en ca¡ac-
feres cuneiformes. Aunque estaba redactada en una tos hurritas conlleva queel conocimiento que tienen los especialistas de
lengua no ,..rriii.?, has-
I
ta entonces desconocida, era evidente que había sido siga siendo imperfecto (Gordon,l97l, pp. 93-95). Ahora parece
esta lengua
i
Jnviaau u egipto por

Tushratta, rey de Mitanni (c. 137011360). Del misÁo ,bastante claro que el hurrita pertenece al grupo de lenguas caucásicas (Wil-
monarca exisrían otras
I
,helm, 1982), y cada vez son más los progresos realizados por el escaso
cartas en acadio. A partir de ese documento la
lengua en cuestión recibió al
principio el nombre de <<mitannio». Las informacio"nes ,número de especialistas dedicados activamente al estudio del hurrita. Pero a
{ egipcias demostraban
que Mitanni se hallaba situado al norte de las ,menos que aumenten la cantidad y la variedad de los textos hurritas disponi-
zonas de Levante controladas
a
por Egipto y quej)rl un reino poderoso, semejante, bles, seguirá siendo una lengua conocida sólo en parte.
en el terreno de ia política
I internacional, a Egipto. Diveisos estudios pá.-"no.izados
de la onomásti- , Los problemas restantes son enormes. Por ejemplo, ¿en qué lugar y en
i
ca mesopotámica, desde el período paleobabilónico (véase qué época debemos localizar al pueblo asociado con la lengua hurrita? ¿Po-
el capítulo i¡ tura
el casita (véase el capítulo-T,apartido 1) llegaron a la demos determinar si en algún momento se produjo algún movimiento de
conclrrió, de que un
buen número de esos- «mitannioi, (es decir, ¿é in¿ividuos pueblos que provocara su llegada al Asia occidental o no? Da la impresión
que tenían nomb.es
de tipo mitannio) se hallaban presentes también de que el reino de Mitanni fue la única entidad política claramente definible
en esta misma zona por aque-
lla época. No obstante, su lugar de.origen y u pup"i., que fue gobernada por un pueblo hablante de hurrita. ¿Pero cómo y cuándo
.rtu región de lengua
predominantemente semítica (acadiafs.gríun^ründo exactamente surgió? ¿Qué dimensiones tenía? ¿Podemos rastrear su histo-
oscuros. El descubri-
miento de los archivos hititas de Bo§azko-y y el estudio ria? Por último, ¿existe algún rasgo distintivo de carácter cultural, político o
de su contenido aña-
dieron una nueva dimensión al problemu. Én los archivos jurídico que podamos denominar «hurrita»?
había numerosos
textos «mitannios» (sobre todo de carácter ritual y literario), Si queremos dar respuesta a alguna de estas preguntas, resulta impres-
pero ,u t.ngru
era llamada «hurrita» (en los archivos de Bosazkáy cindible examinar las fuentes existentes sobre los hurritas, que son de carác-
habían áiur".iao rexros
escritos en siete lenguas distintas; y a menudo se ter exclusivamente lingüístico: no existen objetos ni edificios que puedan de-
ináicaba Ia lengua en la que
estaban redactados, véase el capítulo 5, apartado frnirse con un mínimo de seguridad como de tipo «hurrita» (Kramer, 1977).
2).
El término «hurrita» utilizádo por lós archivos de Bosazkóy Un erudito (Wilhelm, 1982, p. 8) ha señalado que un colectivo al que sólo
recordará
al lector actual a los «jorreos» del Antiguo Testam ento (Gén. puede definirse por su lengua no constituye necesariamente un grupo social.
14.6; 36.20;
Dt' 2'12; I Par. 1.38), mencionados entré los pueblos de la zona Otro probtema a añadir es que buena parte de los testimonios que hablan de
meridional
de Levante (al sureste del mar Muerto) que hoitigaban los hurritas corresponden a la onomástica, y los nombres propios nos ofrecen
a los israelitas. En la
Baja Mesopotamia, todo lo relacionado .on los .Ihurritas» una guía muy poco fiable de las realidades sociales. Wilhelm (1982, p. l8)
recibe ocasional-
mente el nombre de «subarita», designación que ha comentado atinadamente: «Si de cien nombres propios, cincuenta son
sugiere que los hablantes de
320 LAS GRANDES POTENCIAS SIRIA Y LEVANTE 321

hurritas, no podemos af,rrmar por eso que la mitad de la población hablara hu


nombre hurrita en las regiones correspondientes al norte de Siria y el este
rrita, ni siquiera que fuera necesariamente hurrita». Los motivos que induce¡
Tigris.
al individuo a adoptar un determinado nombre son muy variados y comple-
Durante el período Paleobabilónico (c. 2000-c. 1600), tenemos atestigua-
jos, y no constituyen necesariamente un indicio de una identidad étnico-lin-
unos cuantos nombres propios hurritas en la propia Babilonia. Es posi-
güística o cultural concreta. que algunos textos de encantamiento estuvieran escritos en hurrita, aun-
Los hurritas no están atestiguados antes del imperio de Agade (2340-2198\: no seguro (RI-A, 4, pp.509-510). En Mari, conocemos siete textos que
en esta época, un texto de Nippur menciona el regalo de unos paños realizado "r fuertes elementos hurritas: tres de ellos son definitivamente com-
por una mujer que tiene nombre hurrita, a un individuo que también lleva un hurritas (Thureau-Dangin, 1939; RIA.,4, p. 510). Existen asimis-
nombre hurrita. Habitualmente se piensa que se trata de un texto que acompa- vanos casos de onomástica hurrita, y la correspondencia de Mari de-
ñaba un regalo protocolario; de ser así, indicaría que los soberanos de Agade
úuestra que las ciudades de Urshu y Hashshu
(ambas situadas en el norte de
probablemente mantenían relaciones diplomáticas con un pequeño estado huni-
§iria) eran gobernadas por dinastías hurritas (Kupper, 1957, pp. 229-235;
ta situado en la frontera de su extensísimo reino. De finales del período de Aga-
Sasson, 197 4). En el poblado de Shemshara
(la antigua Shusharra, al nores-
de data una inscripción real redactada en acadio, en la que se habla de la fun- tsde Irak), numerosísimos nombres propios de esta época son hurritas, como
dación de un templo por un individuo que lleva un nombre hurrita: Atalshen, de gbríaesperar dado su emplazamiento; pero el hurrita no es el elemento pre-
Urkish (posiblemente Tell Amuda, en el triángulo del Khabur, aunque última- dominante: los testimonios existentes reflejan un uso más generalizado de
mente se ha propuesto identificarla con Mozan) (Buccellati y Kelly, 1988), y de o6a lengua local de la zona (Laess6e, 1959). También casi un 20 por 100
Nawar (más o menos en la misma zona, posiblemente Tell Brak) (D. Matthews de los nombres propios son hurritas en los archivos de Rimah y Chagar Ba-
y J. Eidem, 1993; véase supra, mapa 4). rar, de esta misma época. La onomástica hurrita atestiguada en las colonias
Durante el período Ur III (2112-2017), varios textos en hurrita de Tishatal, paleoasirias de Anatolia se halla envuelta en una gran inseguridad: algunos
endan (?señor/rey) de Urkish, confirman el carácter hurrita de algunas regio- c.studiosos insisten en que prácticamente no se conoce ningún caso (RZA, 4,
,! nes de la zona suroriental de Turquía y también de la comarca de Nínive: p.510), mientras que otros han identificado algunos ejemplos (cerca de cin-
il arenta), entre ellos el del príncipe local de Mama, Anum-hirbi (Garelli,
{ Tishatal, endan de Urkesh, ha levantado un templo de Nerigal. Que el dios pp. 155-158). Aproximadamente unos sesenta o setenta años después
I l%3,
Lugaba proteja ese templo. Si alguien lo destruye, que Lugaba acabe con é1. Que (c. 1700), en Alalah VII, al noroeste de Siria, la mitad de los nombres pro-
el dios (de las tormentas) (??) no escuche sus plegarias (?). Que la señora de pios son hurritas; al mismo tiempo, el acadio utilizado en Alalah VII mues-
Nagar, el dios del sol y el dios de las tormentas, a aquel que lo destruya...

(Parrot y Nougayrol, 1948; Wilhelm, 1982, p. l5).
fa un fuerte influjo hurrita, y los nombres de los meses tienen desde luego
l' procedencia.
i
eeta

Un sello cilíndrico indica que la ciudad de Karahar, que quizá debamos


¡; L?,conclusión que podemos extraer de todo esto es que, durante el perío-
do comprendido entre c. 1850 y 1600, parece que los hurritas estaban pre-
I

I
I
situar en la zona del noreste del Tigris/noroeste de Irán, constituía también
i Sentes, cada vez en mayor número, en toda la Alta Mesopotamia y en Siria,
I
un importante centro hurrita. Existen también pruebas de la existencia de asf como en otras zonas en las que los tenemos localizados en época anterior
I
!
I
emisarios con nombres hurritas procedentes de esta ciudad, así como de otros (noroeste de Irán y noreste de Irak). ¿Pero representa esta circunstancia un
lugares, por ejemplo Simum¡m (al norte de la llanura de Raniya), Urshu movimiento de pueblos? Resulta difícil afirmarlo: la dispersión geográfica de
I
(norte de Siria/orilla izquierda del Éufrates) y Urbilum (Arbelas, en la orilla los testimonios escritos es mucho mayor en esta época que durante el tercer
derecha del Tigris, la moderna Erbil). Diversos funcionarios del imperio de milenio, de modo que, cuando menos, es posible que sencillamente hasta este
Ur III llevan también nombres inequívocamente hurritas. momento no somos capaces de constatar su presencia con mayor claridad.
El testimonio acumulativo de todo este material tan heterogéneo demues- Un hecho significativo que efectivamente estaba produciéndose por entonces
tra que algunas ciudades situadas al sureste de la actual Turquía, al norte de es que se escribía mucho más en hurrita, llegándose a desarrollar incluso una
Irak y al noroeste de Irán, eran gobernadas por príncipes que tenían nombres literatura en esta lengua; además, los dioses hurritas eran nombrados y alu-
hurritas, escribían textos en hurrita, y utilizaban la escritura cuneiforme, toma- didos con mucha más frecuencia. Todo ello quizá sea un reflejo de la relativa
da en préstamo de sus vecinos acadios y sumerios. Los hurritas constituían densidad y de la difusión de los testimonios, así como de un incremento de
asimismo un elemento de la población del imperio de Ur III (quizá llegaran la «cultura escrita>> hurrita, y no de un movimiento de pueblos propiamente
a é1 inicialmente en calidad de prisioneros de guerra, pero, aunque entraran dicho. Este panorama quizá debamos revisarlo (o ajustarlo) cuando los do-
como cautivos, algunos llegaron a asimilarse lo bastante como para conver- cumentos de Ebla estén disponibles en su totalidad. Ebla constituye la única
tirse en funcionarios del gobierno). Existían asimismo altos cargos del estado frrente posible de cierta consideración que tenemos acerca deVde los hurrita/s
323
322 LAS GRANDES POTENCIAS \,,*,O Y LEVANTE

en el oeste de Siria durante el tercer milenio: sus textos no han sido


dos todavía en su totalidad, y de momento carecemos de pruebas de la
sencia deVde los hurrita/s en esta ciudad.
El Antiguo Reino hitita (c. 1650-c. 1500) ha suministrado nuevos
riales que, pese a su vaguedad, son importantes. Hattusili I (1650-1620)
de a una devastadora invasión hurrita de la zona oriental de su reino (
supra, p.276); asimismo, durante su reinado y el de su sucesor,
(1620-1590), hubo reyes hurritas en el norte de Siria. Es posíble que
sili I tuviera que enfrentarse a una presencia política significativa de
hurritas al este de Aleppo y al oeste de Babilonia (véase supra, p. 280).
nemos asimismo algunas referencias fragmentarias a los ataques
en el «Edicto de Telepinu» (c. 1520-1500 supra, p. 280). Aunque los
antiguo-hititas no aluden al reino de Mitanni, cabría pensar que los
monios existentes indican que, debido a la expansión agresiva de los
y a su destrucción del reino de Aleppo, las ciudades y la población
zona del Eufrates y de la Alta Mesopotamia empezaron a formar una
dad política más coherente y mejor estructurada, que acabaría
en el estado de Mitanni.
EI período comprendido entre c. 1500 y c. 1200 nos proporciona los
teriales más completos y más claros acerca de los hurritas y Mitanni,
,i
su historia política, su cultura y su sociedad siguen resultándonos pro blemá-
:l ticas, y los testimonios todavía son cuantitativamente escasos. Dos son los
¡
I yacimientos que nos proporcionan los archivos más coherentes
con el reino de Mitanni: el primero, Nuzi (la actual Yorghan Tepe), que for-
maba parte del pequeño principado de Arrapha (la moderna Kirkuk). La ma-
l¿
yor parte de sus grandes archivos data de c. 1500-1350, cuando Arrapha fue
I'
t anexionado a Mitanni, quedando bajo la soberanía de este reino. Los archi-
I
vos descubiertos en esta ciudad, por tanto, constituyen una fuente importan-
i
I te para el conocimiento de la estructura política y las condiciones sociales de
i
l,
una parte integrante del estado de Mitanni. La mayoría de los nombres ates-
i
tiguados en Nuzi son hurritas, pero la lengua en la que están escritos los do.
i
cumentos es el acadio, y algunas de las costumbres sociales son comparables
I

t a las de Babiloniai por consiguiente, resulta problemático determinar hasta


qué punto pertenecen típicamente a Mitanni y a los hurritas los rasgos de
Arrapha que estamos en condiciones de reconstruir. Las mismas reservas
cabe aplicar a los archivos prácticamente contemporáneos de Alalah IY ciu- un tanto vaga.
testimonios es que du-
dad sometida asimismo a Mitanni, aunque gobernada por un dinasta local. La conclusión que podemos extraer de todos estos
un notable
Tenemos cierta idea de cómo Alalah IV quedó sometida a Mitanni gracias a la rante período correspondiente a c. 1500-c- l20O se produjo
el
incremento de los elementos culturales que podemos
definir como hurritas'
inscripción que lleva la estatua de su soberano, Idrimi (Smith, 1949; datada
no con tanta clari-
en c. 1500 U48011470 según la cronología bajal). Este documento demues- También en el t".r.* político podemos constatar, aunque
un poderoso estado, de gran exten-
tra además que Mitanni se había hecho con el control de las ciudades-estado dad como desearíamor, lu exisiencia de
de Aleppo y Emar; no obstante, los textos sacados recientemente a la luz en sión y claramente definible, Mitanni, qu9, cbn cie¡ta justificación,.podemos
súbditos huni-
Emar (Tell Meskene) son de época posterior, cuando la ciudad se hallaba calificar de «hurrita>: sus soberanos eian huttitas; llaman a sus
tas; y a veces utilizan la lengua hunita en su correspondencia'
La posición
bajo el dominio de los hititas, y son en su mayoría de carácter literario (véa- la perceptible
de predominio político de Iúitanni probablemente éxplique
se el capítulo 6, apartado 3).
324 LAS GRANDES POTENCIAS SIRIA Y LEVANTE 325

«hurritización» del Levante y de la Alta Mesopotamia: la cultura hunih


otro de los elementos que debemos añadir al polifacético y complejo reíno de Mitanni
co de culturas que caracteiza a toda esta región.
Debemos señalar un aspecto más: durante el primer milenio, en el reino histórico
de Urartu (situado al norte y en los alrededores del lago Van) se utilizaba u¡¡
lengua que muestra ciertas semejanzas con el antiguo hurrita (véase, en el [¡ úQué es lo que sabemos acerca del gran reino de Mitanni, el poderoso es-
segundo volumen, el capítulo 10, apartado 1). Diversos autores lpor ejemplo;
ado contra el que combatió Tutmosis I (1507-149411504-14911), y que puso
Diakonoff, 1972) han postulado, por tanto, que la lengua urartea sería una ior-
fieno a los intentos de expansión del gran Tutmosis III (1490-1436 |479-
ma evolucionada del antiguo hurrita, y que podríamos interpretar mejor alg¡-
1425))7 (véase infra, pp.362-363). Desgraciadamente sólo podemos respon-
nos elementos socioculturales de Mitanni si los comparásemos con los datos
der que muy poco. Podemos datar su aparición sólo de una forma muy apro-
que conocemos de Urartu en fecha posterior. No obstante, aunque el hunit¿
ximada; casi no existen testimonios arqueológicos procedentes de la zona
y el urarteo están efectivamente emparentados en la medida en que ambas
central de Mitanni; y sus capitales, Washshukanni y Taide, no han sido loca-
lenguas son caucásicas, en la actualidad está bastante claro que las dos se
bndas. El linaje de los reyes de Mitanni empieza a ser vagamente discerni-
desarrollaron de forma bastante independiente a partir del tercer milenio (Wil-
ble desde finales del siglo xv y comienzos del xtv, a partir de Shaushtatar;
helm, 1982, p. 5). Así pues, la relación lineal entre ambas está rota, y la cul-
este personaje aparece citado en la fecha de una tablilla de Nuzi, junto con
tura urartea no puede arrojar luz alguna ni sobre Mitanni ni sobre los hurrit¿s.
lo que se ha interpretado como un sello dinástico en el que son mencionados
¿Podemos entonces extraer alguna conclusión en torno a las afinidades, sus predecesores (véase Stein, 1989, para los problemas de datación). Según
los orígenes y la historia primitiva de los hurritas, y al desarrollo del estado este testimonio, se cree habitualmente que los reyes mitannios Kirta, Shut-
hurrita de Mitanni? El noroeste de Irán, el nofte de Irak, el extremo norte de t¿rna y Parsatatar fueron los antecesores de Shaushtatar. A todos ellos los
I
Siria y las regiones del sureste de Turquía constituyeron su principal zona pecedió Parrattarna, el rey de Mitanni citado en la estatua de Idrimi de Ala-
de asentamiento en la época más antigua (es decir, la segunda mitad del ter- 'cuadro
tah (c. 1500 o 148011470, véase el
t
tl 19). Pero todos estos datos son
it
t' cer milenio); nada indica que esta situación se modificara más tarde, excep muy imprecisos: la relación existente entre los diversos monarcas se des-
I to por 1o que a la evolución política se refiere. dsí pues, es verosímil que los conoce, y ni siquiera sabemos si en realidad llegaron a reinar en Mitanni
t hurritas constituyeran un grupo lingüístico-cultural situado siempre enÍa todos ellos o no. Lo único que sabemos con seguridad es que en c. 1500
il ,
los valles y las montañas que bordean las llanuras de la Alta Mesopotamia y (o 1480/1470) Panattarna de Mitanni dominaba por occidente a Aleppo. La
ir de Siria, trazando un arco que se extendería desde la orilla izquierda del Ti-
tt singular y animada autobiografía de Idrimi de Alalah nos ilustra acerca del
gris (al nprte del Diyala) hasta las estribaciones del Tauro, en la orilla dere- üpo de control que ejercía el soberano de Mitanni sobre sus estados vasallos.
I
I cha del Eufrates (cerca de Marag). Tras el declinar de los poderosos estados -'El texto, escrito en un acadio torpe y grabado en una estatua de Idrimi, fue
i
¡l
I
que dominaron Mesopotamia y Siria en el período comprendido entre c. 1850 descubierto en las ruinas de un templo en el yacimiento de Tell Atchana
I
y 1595 (Assur, Eshnunna, Mari, Aleppo y Babilonia; véase el capítulo 2) y (correspondiente a la antigua Alalah) (Smith, 1949; Woolley, 1953). Se ha
I
I
siguiendo su sistema de alianzas, surgió una nueva potencia en la Alta Me- üegado a la conclusión de que la fecha en la que el texto fue grabado en
I sopotamia. Se trataba del reino de Mitanni, cuyas afinidades culturales, a la estatua fue la del reinado del propio Idrimi. Pero semejante afirmación ha
I
lI juzgar por la onomástica y la lengua, eran hurritas. Su principal centro pro- sido puesta en tela de juicio, y así se ha sugerido que la inscripción fue aña-
bablemente estuviera situado en la cabecera del Khabur, pero su dominio dida unos trescientos años más tarde (Sasson, 1981):
político acabó por extenderse hasta el Mediterráneo por el oeste (Emar,
Aleppo y Alalah) e Irak (Asiria y Arrapha) por el este. Este esquema enca- Soy Idrimi hijo de Ilimilimma, siervo de Teshub (dios de las tormentas),
ja perfectamente con dos hechos bien establecidos: a) algunos de los centros de Hepat (consorte de Teshub) y de Shaushga (divinidad análoga a Ishtar),
'II culturales hurritas más antiguos estaban situados al noroeste de Irán y en la señora de Alalah, mi dueña.
!
Alta Mesopotamia (Wilhelm, 1982, pp. 69-77); y b) la lengua hurrita tiene En Halab (Aleppo), en la casa de mis padres, se produjo un crimen y tu-
i
un nombre especial para denominar al Tigris. En otras palabras, los hurritas, vimos que huir. Los señores de Emar eran descendientes de las hermanas de
por lo que sabemos, estaban relacionados desde época prehistórica con esta mi madre, así que nos establecimos en Emar. Mis hermanos, que eran mayo-
l¡ res que yo, también vivían conmigo. Pero a ninguno se le ocurrió lo que yo
región; es decir, no tenemos por qué imaginárnoslos como un grupo de pue-
pensé. Pues pensé lo siguiente: «El que está en casa de su padre es el gran hijo
blos que hubieran emigrado hasta aquí procedentes del norte o del este. de un príncipe; pero el que está con el pueblo de Emar, es un esclavo>>.
Tomé mi caballo, mi auriga y mi escudero y marché al desierto. Encontré
refugio entre los suteos (nómadas). Junto con mi caballerizo pasé la noche ante
326 LAS GRANDES POTENCIAS
t SIRIA Y LEVANTE 327

Cuaono 19. Cronología de los reyes de Mitanni y desembarqué frente al monte Hazzi (es decir, el monte Casio). Subí y cuando
mi país tuvo noticias mías, fueron llevados a mi presencia bueyes y ovejas. En
Egipto Mitanni Aleppo (Alalah) Assur
un solo día el país de Nihi, el país de Amae, el país de Mukish y Alalah, mi
Hani
ciudad, se volvieron hacia mí otra vez, todos a una. Mis hermanos se entera-
Hattusili I ron (de ello) y vinieron a mi encuentro. Mis hermanos y yo juramos mutua
Amosis Mursili I alianza y puse a mis hermanos bajo mi protección.
(tss2-t527) Más tarde, durante siete años, Parrattarna, el poderoso rey, rey de los hu-
Amenofis I Shana-el Hantili rritas, me fue hostil. Al séptimo año escribí al rey Parrattarna, rey de los
(1s27 -1s07 : .l
lhurri]tas, Anwanda, hablándole de los servicios de mis padres: (dije) que mis
Abba-el Zidanfa padres habían firmado una alianza, que nuestros antepasados habían sido del
Tutmosis I agrado de los reyes de los hurritas, y que habían jurado entre ellos un podero-
(ts01-1494) Telepinu so juramento. El fuerte rey atendió lo que le decía acerca de los servicios de
Ilimilimma nuestros antepasados y del mutuo juramento, y sintió temor del contenido del
Tutmosis II juramento; en vista de la formulación del juramento, y en vista también de
(1494-1490) Perrattarna Idrimi nuestros servicios aceptó mis regalos de salutación. En el mes de Kinunu, rea-
Tutmosis III (¿c. 1480?) licé abundantes libaciones. Así le devolví la familia que había estado huyendo.
(t490-1436) Kirta Con la nobleza de mi mente, con mi lealtad le juré amistad y así me convertí
lr
Shuttarna I $ en rey de Alalah (Smith, 1949; TUAT,I, pp. 501-504).
Parsatatar Tudhaliya I

Amenofis II Shaushtatar Niqmepa Ashur-nadin- Hattusili II


, Este vivaz relato nos ofrece la historia de uno de los hijos de la casa real
(1438-t4t2) (¿Parrattarna II?) de Aleppo (Halab; el padre de Idrimi, Ilimilimma, era rey de Aleppo), que a
ahhe I
Tutmosis IV Artatama I finales del siglo xvl estaba sometida al rey de Mitanni. En el territorio de
(r412-t403) Aleppo se encontraban también la ciudad-estado de Alalah, bastante más pe-
Amenofis III Shuttarna II Tudhaliya I queña, y la comarca circundante hasta la costa que ésta dominaba, Mukish.
(1403-1364) Araíz de una rebelión fallida, Idrimi y algunos miembros de su familia hu-
Artashumara Ashur-uballit Arnuwanda I yeron a Emar (Tell Meskene), a orillas del Éufrates, gobernada por la familia
I
& su madre. Allí Idrimi se dio cuenta de que nunca lograría alcanzar un poder
Amenofis IV Tushratta yerdadero, de modo que se fue al sur a vivir con otros refugiados políticos,
(= Akhenatón (+ Artatama II Suppiluliuma I bandoleros y nómadas. Allí reunió una fuerza con la que intentó apoderarse
i

t364-t347) Shuttarna III)


de la ciudad. Cuando (con la ayuda de los dioses) consideró que era el mo-
Tutankhamón Shattiwaza
(134s-133s) mento oportuno, desembarcó en el territorio de Mukish, Que formaba parte del
teino de sus antepasados, Aleppo. Allí encontró apoyo popular y además la
Norn: El gráfico sigue la cronología convencional; según la cronología «baja» habría que ayuda de la familia que tenía en Emar. Al cabo de algún tiempo, logró po-
restar unos diez años a todas las fechas (véase Wilhelm, 1982). nerse en contacto con P¿urattarna, rey de Mitanni, que reconoció su poder so-
bre todo el territorio y le concedió su dominio. Así pues, Idrimi se convirtió
en rey de Alalah en calidad de vasallo del rey de Mitanni. Sin duda alguna go-
el trono deZaYkar. Al día siguiente me puse en marcha y fui a Canaán. En Ca- zaba de una libertad de acción considerable (véase el tratado entre Alalatr y
naán está Amiya (probablemente al sur de Trípoli, Líbano). En Amiya había Pilliya de Kizzuwadna, Wiseman, 1953, tr.o 3, y la guerra en el territorio hiti-
también gentes de Halab, gentes del país de Mukish (país dominado por Ala- ta a la que hace referencia en su inscripción), aunque limitada por las obliga-
lah), gentes del país de Nihi (cerca de la que luego sería Apamea, a orillas del ciones de lealtad a su señor, al cual debía su título de «rey de Alalah». Otros
Orontes), y gentes del país de Amae (posiblemente entre Aleppo y Apamea).
documentos de época posterior, procedentes asimismo de Alalah, demuestran
Vivían allí. Cuando me vieron (y reconocieron) que era el hijo de su señor, se
que en último término era el rey de Mitanni el que fijaba las fronteras de sus
congregaron a mi alrededor. Así me hice grande (y) recibí el poder del mando.
Entre el pueblo de los habiru (véase infra, p. 358) pasé siete años. Eché a vo- estados vasallos (Speiser, 1929; Wiseman, 1953, n.' l4).
lar a las aves y realicé pronósticos examinando los corderos. Al séptimo año A partir del reinado de Shaushtatar (c. 143011420) disponemos de testi-
Teshub volvió sus ojos hacia mí. Entonces construí unas naves. Hice embar- monios más sólidos de la historia de Mitanni. La fuente fundamental es el
carse en ellas a los soldados x. Surcando el mar me acerqué al país de Mukish Eatado de Shattiwaza. Se trata de un <<tratado de vasallaje» hitita (véase
i
i

i,
328 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 329

a un hijo, vendré en [tu] ayud[a], dejaré que te sientes en el trono de tu padre».


Y al sol Suppiluliuma, el gran rey, el soberano del país de Hatti, el héroe, el
ama[do] de Teshub, los dioses lo conocen. La palabra que sale de su boca no
puede dar marcha atrás.
(El texto continúa dando más detalles de las medidas tomadas para el regre-
so de Shattiwaza a Mitanni, con los correspondientes juramentos y maldiciones)
(CTH 52; Weidner,1923, n.o 2).

'sabuelo o tatarabuelo de Shattiwaza, véase Kammenhuber, 1968, p. 64)'se

había apoderado de la ciudad de Assur y se había llevado a Washshukanni


¿gmo botín las puertas de oro y plata del templo del dios epónimo de la ciu-
dad; probablemente debiéramos datar este hecho después de la embajada
[Así] (habla)-shattiwaza, bijo de
ante [sh]u*arna, hijo de Artataria,
Tushraltl re[y del país de] Mitanni: enviada por Ashur-nadin-ahhe I a Egipto para felicitar a Amenofis II (1438-
[...]
tatama, el rey, su.padre se comport-ó
camb¡J'... i"l
país de Mitanni, fu- t4l2 Í1425-13981) (véase el capítulo 7, apartado 2). Así pues, Shaushtatar se
EI p.ii".iá ... de los reryes, yergre como una figura importante, que extendió el poderío de Mitanni: no
como sus bienes destruyó, en er país -maf ¿si
oe essur'y L" de Arshe
de Diyarbekr) (se lo) concedtió1. iushrutru, "ip"l, (región cabe la menor duda de que durante su reinado Assur fue conquistada y de que
palacio y ro llenó de tesoros. iero inr padre, construyó un pasó a formar parte del complejo político de Mitanni. El dominio de Nuzi y
shutt"¡rá'r""t'r"f,
i"íorru., ro arruinó. y t...1
de los reyes de prata y oro, carderos
de plata ¿"1 t"sliá, los rompió, pero Alalah por Shaushtatar se ve confirmado por los documentos procedentes
tos [...] de su padre y de su hermano
nó dio u ningrro, sino que se humilró
es-
deestas dos ciudades (Pfeiffer, 1932, n." 1; Wiseman, 1953, n." 13 y l4).
de su padre, que no habla pagado
oiurit-,'y'r. Llegó incluso a pretender, al menos temporalmente, el dominio de Ugarit,
l#i,á'rll'lll;il#tado "i en la costa del norte de Siria, y de Kizzuwadna, al noreste de Cilicia (Wil-
Así (habla) Shattiwaza, hijo de Tushratta,
el rey: una puerta de prata y oro helm, 1982, p.37).
que Shaushtatar, er rey,-mi biiabuelo,
se llevó aer puns oe A[ssur] para Las cartas de el-Amarna, en Egipto, nos revelan unos cuantos detalles
talecimiento de su poder, (que) empotró el for_
en más. Trece cartas del archivo (EA 17-29)2 fueron enviadas por el rey Tush-
E[n...] shuttarna para.vergü"nra sryá (ros) washshukanni en su palacio.
devolvio ai pais de Assur. Todos ratta a Amenofis III (1403-136411390-13521), a Tiye (la principal esposa de
los demás objetos de plata-y oro ros
t...1 y la casa
ánrego ar país oe Ársne ...
del rey del país de Mitanni, junto Amenofis III), y a Akhenatón (Amenofis IV 1364-1347 Í1352-13361). Algu-
._u, bienes y sus propiedades, amrinó
y los cubrió de tierra. Er palaóio destruyó
"on y arrasó nas son larguísimas, en particular (aunque no sólo) aquellas en las que se
tá, de ra pobración de
Hurri' Y a los nobres,que había especifica la dote enviada junto con la hija de Tushratta, Taduhepa, cuando
pur,"uru,
o" Assur y en er país
de Alshe se los enrregó: Fu.e19n "uptüruáo "n "r contrajo matrimonio con Amenofis III. Uno de esos textos corresponde a la
y rui¿" iu"ron empalados. (Así)
los desrruyó a todos y también a "¡rtr"s-udos "n
puEbto ¿á Hroi. p"io en_r".hub sarió dificilísima carta en hurrita (EA 24), que por primera vez llamó la atención
yendo ante él y fue al país de Karáuniash hu-
(Babilonia). Doscientos carros esca_ de los eruditos sobre la existencia de esta lengua (véase supra, p. 318). Las
paron con él' Y el rey del país de
Karduniurt, r. ujoaJró de los doscienros cartas hacen referencia a menudo a alianzas anteriores entre ambos estados.
caros y le quitó sus bienes a Aki-Teshuu.y
Teshub con sus mariyannu
." rá, ;ffi y persiguió a Aki_ Probablemente las primeras insinuaciones de alianza se produjeran en tiem-
1gr..."rár¡ e intentó .;;;; y
matarme a mí, Shattiwaza, hijo de Tusiratra,-et,"y;;;;;scapérambién inrentó pos de Tutmosis IV de Egipto (1412-1403 [1398-1390]) y de Artatama I de
dioses del sol, a suppiluliuma el grun de é1. [AJ los Mitanni, el abuelo de Tushratta, cuando Egipto estaba deseoso de consolidar
."y, soberano del país de Hatti, el héroe,
el amado de Teshub,-aperé, po, ín r"n¿"ro las ganancias obtenidas en Levante por los grandes faraones conquistadores
dioses.del rey der país d9 uatti y ros
rin r...i..Ime condujeron. Los (Tutmosis II y III, y Amenofis II, véase el capítulo 4, apartado 2), y necesi-
oioses der rey der país de Mitanni me
permitieron llegar hasta er.sol, taba llegar a un areglo con Mitanni, que en aquel momento era el único ve-
[Suppilulriuma, gá ,"y, soberano del país
de Hatti, el héroe, er amado de Tesii;. "l foo kfárassantiya
"r cino inmediato 1o suficientemente grande y poderoso. Las negociaciones que
a los pies del sor suppiluliuma, er gran [y
en er (Haris) caí
rey, el ,ob"runo der país de Hatti, el condujeron a la amistad y la alianza de los dos estados, corroborada por el
amado de Teshub. [Er_gran rey] me"cosió-icon1
r, r.r""i" y me halló de su casamiento de la tía de Tushratta con Tutmosis IY probablemente fueran
agrado' Y me preguntó por la iituacionter
país de üiirrri, y [cuando] escu_ muy largas, aunque la afirmación de Tushratta, en el sentido de que el faraón
chó [".d]el país ae ujt1n1i, el gran
rey, el h&oe, hublt;i; <<cuando conquisre tuvo que pedir por siete veces la mano de la princesa de Mitanni antes de que
a shuttarna y el país de Mitanni
a ti ná'te someteré. Te tomaré a mi
lado como ésta fuera enviada a Egipto con su séquito nupcial, deberíamos tomarla con
330 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 331

bastante reserva; otra posibilidad sería que fuera una forma convencional la muchacha resulte del agrado del
de su deseo de que Shaushga haga que
decir «repetidamente>>:
soberano egiPcio:

cuando [...], el padre de Nimmureya (Amenofis III), escribió a Artatama Que Shaushga, mi señora, señora de todos los países y de mi hermano, y
mi abuelo, le pidió la mano de la hija de [mi abuelo, la hermanal ¿e mi pi que Amón, el dios de mi hermano, hagan que (Táduhepa) sea la imagen mis-
dre. Escribió cinco y seis veces, pero no se la concedió. Cuando escribió a'rii ma de los deseos de mi hermano (EA 19-21).
abuelo por séptimavez, sólo entonces la presión fue tal que lo indujo aenl
tregársela. cuando Nimmureya, tu padre, [escri]bió a Shutt[arna], mi pu¿..-,
Se ha pensado que el hecho de que los reyes de Mitanni pudieran enviar
le pidió la mano de la hija de mi padre, mi hermana, escribió tres y .uitro u.'-
la estatua de Shaushga (Ishtar) de Nínive a Egipto implicaría su dominio
ces, pero [no] se la [con]cedió. Sólo cuando le escribió cinco y seis veces
presión fue tal que a9c9dió a [entreg]ár[se]la. cuan[do] Nimmureya,
la constante de Asiria (desde los tiempos de Shaushtatar), pero no tenemos por
ttt; qué extraer necesariamente dicha conclusión. Es también perfectamente pro-
[p]adre, me escribió pidiéndome a mi hija, [no] se la ne[gué]. A h ¡dm;;
oca[sión] dije a su mensajero: <<Naturalmente se la entre garé» 1es decir, con- bable que esta forma de la diosa fuera objeto de especial veneración por
fiaban uno en otro) (EA 29). parte de los mitannios y que la estatua de culto enviada a Egipto tuviera su
sede en algún templo de la capital de Mitanni, Washshukanni (Kühne,
Tushratta pretende decir en esta carfa (dirigida a Akhenatón) que, mientras 1973a, p. 37, n. t76).
que a su abuelo hubo que pedirle por seis veces la mano de su hija antes de que En realidad existen bastantes testimonios que hablan en contra del domi-
accediera al casamiento, y a su padre cuatro o cinco, él (es decir, Tushratta) ác- nio de Asiria por Mitanni durante esta época. Las cartas de Mitanni encon-
cedió inmediatamente a entregar a su hija como esposa de Amenofis III: tan Eadas en el-Amarna, el tratado de Shattiwazay los testimonios asirios (véa-
grande era la amistad que sentía por el fa¡aón de Egipto. Otro indicio de las se el capítulo 7, apartado 2) indican que desde el reinado de Tushratta en
relaciones amistosas existentes entre ambos estadoi és qre la estatua de la adelante empezaron a cernirse sobre Mitanni una serie de graves problemas,
diosa Shaushga de Nínive fue enviada por Shuttarna II lcontemporáneo que en último término provocaron el hundimiento de su poderío y la división
de Amenofis III) a Egipto. Se trataba de un procedimiento solemne, presen- de su territorio entre Asiria y Hatti. Los testimonios disponibles no son más
tado (como era habitual) como un viaje emprendido voluntariamente por la que breves alusiones, que permiten extraer diversas conclusiones y realizar
diosa, según afirma el propio Tushratta: múltiples reconstrucciones distintas de los hechos. Una de ellas sería la si-
guiente: el hijo y heredero de Shuttarna II, Artashumara, fue asesinado por
Así (habla) Shaushga de Nínive, señora de todos los países: <<Deseo ir a un tal UD-hi,3 que probablemente no pertenecía ala familia real. Después del
Egipto, país al que amo, y luego regresaD>. Así pues, en vista de ello, te la asesinato, UD-hi instaló en e.l trono al hijo menor de Shuttarna, Tushratta
envío y ya se ha puesto en camino. (posiblemente un niño todavía) como rey títere. Las relaciones diplomáticas
En tiempos de mi padre ... vino a este país y, como sucediera antes, per- entre Mitanni y Egipto se vieron enturbiadas por este hecho. Sólo volvieron a
maneció en él y fue honrada; que ahora hónrela mi hermano diez veces más reanudarse cuando Tushratta ejecutó a UD-hi y a sus partidarios. En prueba
que en la ocasión anterior. Que mi hermano la honre. Y según sus deseos, de la buena voluntad que volvía a sentir Mitanni hacia Egipto, Tushratta en-
déjela emprender el viaje de vuelta para que regrese. vió al faraón parte del botín arrebatado a los hititas tras su fallido intento de
Que shaushga, señora de los cielos, nos proteja, a mi hermano y a mí, du- invasión de Mitanni (EA 17) (véase supra, p. 288). Pero el asesinato demues-
rante 100.000 años, y que nuestra señora nos conceda grande alegría y nos Ea la existencia de grietas en el estado de Mitanni, aparte de que no todo el
comportemos como amigos (EA Z3).
mundo aceptó la ascensión al trono de Tushratta. Surgió un grupo rival que
defendía las pretensiones a la corona de cierto Artatama (II), que resultó un
La estatua de Shaushga (forma hurrita de la Ishtar acadia) quizá fuera candidato lo bastante creíble para que el rey de los hititas (para los cuales
e¡viada para que ayudara a curarse al anciano y achacoso Amenofis III Mitanni había supuesto siempre una amenaza) se decidiera a firmar un trata-
(wegner, 1981, p. 65), y semejante deferencia quizá sea comparable a la do con él (Weidner, 1923, n." l12, introducción). Artatama (II) quizá llegara
costumbre que tenían los reyes de enviarse médicos unos a otros (véase el a controlar una parte desgajada del reino de Mitanni (Goetze, 1957), por el
capítulo 7, apartado 1). Pero no tenemos pruebas de que así sea en el pasa- noreste, aunque también cabe la posibilidad de que no fuera más que un
je citado, y lo más probable es que Shaushga fuera enviada con motivo de pretendiente cuyas ambiciones fueron cuidadosamente alimentadas por los
las fiestas celebradas con ocasión del casamiento entre la princesa de Mi- hititas (Kühne, 1973a, p. 19, n. 82). Uno de los motivos que inducen a pen-
tanni y el faraón de Egipto. En las cartas que tratan del próiimo casamien- sar que Artatama contaba con una base de poder en la zona oriental de Mi-
to de su hija, Taduhepa, con Amenofis III, Tushratta expresa una y otra vez tanni es que, según parece, tanto él como su hijo, Shuttarna (III), tendrían
332 LAS GRANDES POTENCIAS F \ SIRIA Y LEVANTE 333
más tarde su base de operaciones en este territorio, cuando
el país fuera título quizá refleje el hecho de que
hurrita/s>>; se afirma que este
minado por los asirios (véase el capítulo 7, apartado Z). Las victorias du
obte- función primordial del rey de Mitanni era la de generalísimo de los con-
nidas en el norte de. siria por el g.an rey hititá, suppiluliuma
I, a raízde las diversos estados federados, que estaban obliga-
cuales se apoderó de todo el territorio áominado en esta zonapor
y el saqueo de Washshukanni condujeron al desmembramientó gradual Mitanfi es decir, que actuaba como una especie de señor

Mitanni: por un momento dio la impresión de que la suerte de ds deudal». Se han aducido tres argumentos en favor de esta idea, que se han
Ártatama II oresentado como rasgos característicos de los hurritas y de Mitanni en par-
volvía a revivir, pero su territorio..uyO .apiau*"nt. en manos
de los asirios; hcular. En primer lugar, da la impresión de que los nombres de los reyes
Tushratta fue asesinado por su hijo y aurante esta época de
anarqura snatti- mitannios eran indoiranios, de ahí que se haya postulado la tesis de que el
waza, otro de los hijos de Tushratla, se refugió en la corte hitiá.
chando el caos, Suppiluliuma I decidió aband-onar a su antiguo
Rp.ove- g¡po dirigente del estado de Mitanni constituía una elite indoirania o una
aliado, casó áristocracia de guerreros que dominaba a la población hurrita sometida. (El
a shattiwaza con sus hijas e instaló a éste como rey vasailo en er
tremo occidental Tlqg
de Mitanni, sometido al gobernador hitita de
ex- nodelo y la comparación implícita de esta circunstancia sería la dominación
Carchemish normanda de Inglaterra.) Este argumento se ve respaldado por el segundo
(hrjo de Suppiluliuma I). Este reino de Mitinni en miniatura
pasó urí u de los que aludíamos al principio, y es que en la larga lista de divinidades
tituir un amortiguador (momentáneo) por el este frente al poder lada.onr-
mayor de Asiria.
vez mencionadas al final del tratado de Shattiwaza, aparecen cuatro dioses que
resultan familiares por el papel que ocupan en el panteón védico, de época
muy posterior: Varuna, Indra, Mitra y los Nasatyas. En tercer lugar, la idea
Naturaleza del estado de Mitanni de una aristocracia de guerreros conquistadores se ve reforzada, al parecer,
pr el hecho de que en esta época, y especialmente en relación con Mitan-
ni, encontramos el término mariyannu/i, posiblemente indoiranio, y que
¿Podemos dar algún dato más preciso sobre el estado de Mitanni, aparte
§e cree que signihca «noble». Al parecer designa a un grupo exclusivo de
de este perfil histórico, por lo demás bastante insatisfactorio?
guerreros que combaten montados en c¿uro, dueños de los caballos y de los
Entre c. l5o0ll480 y 1350 tl34} el reino de Mitanni incluía
Alatah (Mu- carros de dos ruedas, y de unas tierras que no tenían derecho a enajenar. Se
kish)' Aleppo, ET. (Ashtata), Thide (posiblemenre en la parre occidental de cree también que un texto procedente de Bo§azkóy establece una relación
la cabecera del Khabur), Alshe (en la óo*ur.u de Diyarbekir),
Asiria (es de_ inequívoca entre los caballos y los propietarios de los carros por un lado y
cir, el norte de Irak, quizá sólo por un breve período) y arapira (la
región de la aristocracia indoirania de guereros por otro. El texto en cuestión ofrece
Kirkuk). Thmbién Kizzuwadna pasó a parte ¿é u esflra de poder po_
-roryar una serie de detalles acerca del adiestramiento de los caballos y está escrito
lítico de Mitanni durante el reinado de Shaushtatar, lo mismo que Ugarit, en parte en una forma arcaica de indoiranio (Kammenhuber, 196l; véase,
aunque no se sabe si ese dominio llegó a ser tan fuerte
como el que [Jgó á asimismo Laroche, 1979).
tener Mitanni sobre Alalah, por ejemplo, y desde luego fue
muy Lreve. Los Pero todas estas teorías deben ser modificadas, pues las investigaciones
territorios que formaban parte deÍ estádo áe Mitanni
Jcuando cóntamos con realizadas durante los últimos veinticinco años las han echado prácticamente
algún tipo de testimonio) fueron incorporados a é1, según parece,
en virtud por tierra. En primer lugar, el carácter indoiranio de los nombres de los reyes
de tratados en calidad de estados uuruilo, gobernados-por^dinastas
locales. de Mitanni ha sido puesto en tela de juicio (Kammenhuber, 1968), de modo
Así pues, nos suministran muy poca inforñración sobre las características
que en la actualidad su filiación lingüística es insegura. Además parece que
institucionales del estado centiai de Mitanni: ro único que poo.-á,
sacar la onomástica de los reyes de Mitanni era hurrita, de suerte que los nombres
en claro de esos materiales son ciertos aspectos de la poiiti"á qu"
estado de origen indoiranio habrían sido sólo los nombres oficiales y por lo tanto no
seguía con los reinos vasallos: se les permitía cierta tiUértad "t de sol-
a la hora constituirían un indicio del origen étnico de los soberanos. Por último, los
ventar los conflictos fronterizos con sus vecinos inmediatos independiente-
nombres están tan hurritizados que, aunque al final resultaran ser indoiranios,
mente y sin tener que recurrir al rey de Mitanni; cualquier otra
medida que no podríamos decir que esta lengua constituía un elemento importante del
se tomara, al margen de las actividades señaladas, por lo
demás de carácter estado mitannio. No obstante, aunque fueran indoiranios, el propio hecho de
bastante limitado y localizado, tenía que ser tramitada por
el soberano de que sean nombres oficiales ya nos diúa bastante acerca del concepto de mo-
Washshukanni.
narquía y de lo que se esperaba de ella. Y aun cuando no lo fueran, los nom-
Dado el carácter fragmentario de los testimonios disponibles,
se ha pos- bres en cuestión son muy curiosos y hablarían de un rasgo distintivo de la
tulado que Mitanni era en realidad una especie de fedeiación,
estructurada dinastía. Pero las incertidumbres siguen siendo muchas. En segundo lugar, de
guizá de un modo un tanto vago. Para respaldar esta tesis,
los especialistas una lista de más de cien divinidades mencionadas en el tratado de Shattiwa-
han recurrido a uno de los títulós del rey de Mitanni: «Rey
del ejército/de los za, sólo cuatro son comparables con los dioses védicos; además aparecen al
335
334 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE

final de la lista, como indicando que se trataba de divinidades menores y de tirado Por caballos (tan habitual parttr del siglo xvl). La utilización
a
una importancia relativamente secundaria. Cabe afirmar que en un determi- todos estos elementos incrementó
en buena parte su significación, dando
nado momento existieron contactos con un pueblo indoiranio, quizá en l¿ fugar a una serie
de técnicas y objetos militares específicos, existentes ya
zona del noroeste de Irán, donde sabemos que los hurritas vivieron en época desde bacía
varios siglos, que alcanzaÍorr una importancia mayor tras la for-
de los grandes estados agresivos del siglo xvt
(MooreY, 1986).
muy temprana (Diakonoff, 1972). Pero si esos contactos hubieran dado lugar mación
a algún tipo de influencia indoirania sobre la sociedad mitannia, ésta no ha-
bría constituido más que un pequeño elemento del reino y además sólo a
partir del siglo xlv aproximadamente. Sociedad
Con respecto a los mariyannu./i, en la actualidad parece casi indudable
sociedad y la cultura mitan-
que, desde el punto de vista lingüístico, se trata de una palabra hurrita (no in- Especialmente ardua resulta la cuestión de la
de Arrapha
doirania). Asimismo da la impresión de que, aunque cabría suponer que los nias o'hunitas. Podemos esbozar en parte cómo era- la sociedad
-gr*i.r-" (aií como de las vecinas Kirkuk y Ku-
mariyannu se ocupaban hasta cierto punto de sus caballos y de los aparejos i"s ricos archivos de Nuzi ros
a fondo (Dosch, 1993). Este pequeño reino
del carro, en determinadas circunstancias (por ejemplo, en tiempos de guena) mrhani), que han sido estudiados y pro-
el estado les suministraba raciones de comida para sí mismos y para sus ca- por diversas ciudades, algunas de ellas fortificadas
es@ba compuesto
ocupaba casi la mitad del área
ballos, y les concedía parcelas de tierra. Debemos añadir que en Alalah un ;;;t de paiaciot. b,n 1a propia Nuzi, el palacio de un centro a otro
individuo tenía la posibilidad de recibir el nombre de mariyannu sin necesi- á, iu.iu¿ud amurallada. Según parece,
el rey se trasladaba
de las reinas, que llegaban a abar-
dad de poseer un carro y, por otra parte, podía ser nombrado mariyannu por Iro*punu¿o de su séquito;1as posesiones
aldeas enteras, .ortubun, según parece, con Su
propia administración; el
el rey. Ello demuestra que no se trataba de un grupo exclusivo, que el sobe- car
un importante cénffo de producción textil, en el que tra-
rano podía nombrar mariyannu a gente que no pertenecía a ese grupo con el il..i" áirponía de
y del rey (Cassin, 1974;Zaccagnini, 1979)'-Es posi-
fin de formar el regimiento de carros del ejército real, y que en buena parte [.¡.u- "róluro, siervas
de metales (Zac-
era un colectivo dependiente del monarca. Resulta asimismo significativo que ;iñr; et palacio ostentara el monopolio de la importación
de productos de metal, pero
por esta misma época encontremos grupos estrechamente afines a éste en los ,uinini, tgll) y que coordinara la manufactura La
principales estados del Oriente Próximo: en la Anatolia hitita, en la Babilo- ü¡" luego no desempeñaba el papel principal en la producción agrícola'
h tierra sá basaba lut concesiones realizadas por el rey Y, Por
nia casita, en Egipto y en los pequeños estados de Levante. Así pues, parece oosesión áe
"n no podían ser enajenadas, aun-
que el término maríyanna es sólo una forma de designar a los miembros del iir*rip.iOn legal, las parcelas así obtenidas
documentos de Nuzi atestiguan 1a exis-
regimiento especializado de carros, típico de los ejércitos de esta época: nos [". rf ñeredada-s. É, .onr"cuencia, losñcticias, en virtud del cual un individuo
resulta difícil definir las realidades que se ocultan detrás de esta designación, Éncia de un sistema de adopciones
pero da la impresión de que no existen pruebas irrebatibles de que los mari- podía adoptarse a sí mismo ttut hacer a su <<padre» un valioso regalo que en
este expediente algu-
yannu constituyeran una casta exclusiva de guerreros. Eran especialistas en realidad representaba el precio de compra. A través de
algunas de las nuevas aftes que permitían dominar mejor al caballo, que po- nor prrroües llegaron u en grandes terratenientes: por ejemplo,
"orr"rtirse de «pa-
día así ser enjaezado y domado eficazmente para el combate en calro. Quizá Tehip-tilla, óuyo, á.hiuor demuestran que tenía una enonne cantidad
dresr, que en realidad eran sus arrendafarios (Cassin, 1938; Maidman, L976;
su existencia en el Oriente Próximo sea muy anterior a su comparecencia en
p. 66, Dosch, 1987). En Nuzi está atestiguada también la
los textos (que en todos los casos se nos han conservado por puro azar). Wilhelm, 1982,
práctica de la frrma de contratos, en virtud de los cuales el individuo se obli-
Los textos de Bo§azkóy relativos a la doma de caballos utilizan elemen-
gaUa a servir a una familia por un período de- tiempo fijo, al
término del cual
tos de una lengua indoirania sólo en una medida muy limitada (Kammenhu-
familia del contratado tenía acceso a diver-
ber, 1961). Los términos que podemos analizar como tales son todos deca- [uedaba libre; en compenruiión, la
rácter técnico y es posible que también sean originarios del noroeste de Irán, sos bienes, tales como grano o plata (Eichler, 1973)'
zona con la que por lo demás sabemos que estaban relacionados los hurritas El archivo de Nuzilambiénha arrojado luz sobre algunos aspectos de la
estructura familiar, en particular sobrL Ia existencia del levirato
(Cassin,
(Diakonoff, 1972). Si interpretamos los textos en el sentido de que en esta
época había en el Oriente Próximo elementos de origen indoiranio, debería- 1969), del sistema de áote y de la asignación .de los bienes de la novia
(Grosz, 1983), y de la adopción formal de las hijas, en ausencia de descen-
mos concluir que probablemente eran domadores de caballos y caballerizos,
y no miembros de la minoría dirigente, y que ni Mitanni ni los hurritas eran dientes varones, como ,.hijbs" por sus propios padres (Grosz, 19Ü
y 1989)'
En calidad de tales, podíán actuar tegátménte como cabezas de familia
(de
gobernados o acaudillados por una aristocracia indoaria. Tampoco los hurri-
de los. bienes do-
tas (y menos aún sus supuestos caudillos «indoarios») fueron los que intro- sexo masculino): arréglaban su propiá boda, se ocupaban
mésticos que simboliában la idéntidad de la familia, y los maridos
pasaban
dujeron en el Oriente Próximo el caballo, el arco compuesto y el carro de dos
337
SIRIA Y LEVANTE
336 LAS GRANDES POTENCIAS

(Fritz-Münche, 1984). No obstante' es evidente


a vivir a casa de sus esposas. Los materiales procedentes de Nuzi que especial de porcelana
de enormes recursos y de buenos
artesa-
permiten realizar este tipo de estudios sociales y económicos son reyes de Mitanni disPonían listas de objetos suntua-
las larguísimas y detalladísimas
nalmente ricos y han atraído sobre todo a los estudiosos de la sociedad cofno demuestran TaduhePa. El comienzo
lita arcaica debido a una serie de sorprendentes analogías (para una visión que llevó conslgo a Egipto la Princes a mitannia,
una prueba de ello
conjunto del tema, véase Morrison, 1983). de esos inventarios nos ofrece
Pero deberíamos tener presente que Nuzi sólo nos ofrece una imagen
(con gran rapidez)'
1o que era esta región: los archivos de Alalah IV en el extremo oriental 4 magníficos caballos que colren ello de oro. Para ello se
carro, su tulemus, sus cofTeaa y ,u auüierta, todo
reino de Mitanni, revelan una estructura social distinta (Wilhelm, I 1
p. 61). Además tanto los textos de Nuzi como los de Alalah están escritos utilizaron 320 siclos de oro'
acadio, y no en hurrita; incluso el número de documentos hurritas llátigodepi§aiírecubiertodeoro;suparatt-it4r?deauténticapiedra
Para ello se utilizaron
hulalu;engastada ¿l ,u un sello ¿e autéática hulalu'
tes de Emar (correspondientes cronológicamente a la época posterior a la ",
t rtt;"r:or"rlil,'r".rui.rtos de oro y 4 si-
caída de Mitanni) es pequeñísimo y en su mayoría tratan de presagios (Laro de oro. para ello se utilizaron 6 sicros
cbe,1982). Así pues, estos documentos no nos permiten extraer ninguna con-
clusión general acerca del estado central de Mitanni y su sociedad. Por consi- '* l"rl#r?;,(decuero), recubiertos de 1 qllta; de
oro
::lT"*"::* ::"i1'
?l oro y 20 siclos de plata'
guiente, las ínstituciones y la sociedad mitannias siguen escapándosenos: sus hecho de lapislázu[ ñ; ello se utilizaron tó iictos
dimensiones, el emplazamiento exacto de sus grandes ciudades reales (Wash- (Yasíotras229líneas,enlasqu.."habladeelaboradoscalderos,joyas,
shukanni y Taide), su estructura política y la monarquía de Mitanni nos re- zaDatos,vestidos,perfumes'yunaarmaduracompletaconsusconespondien-
sultan sencillamente desconocidos y, de momento, imposibles de conocer. No i tei armas.¡ (EA 22'\
obstante, aún quedan esperanzas: las excavaciones que lleva a cabo en Irak la
British School of Archaeology en el yacimiento de Tell Brak (alto Khabur)
han sacado a la luz diversos materiales pertenecientes a la época del dominio 2. Ucnntr
de Mitanni, entre ellas parte de un edificio público («palacio»), y se ha avan-
zado cautelarmente la hipótesis de que, en vista de su emplazamiento, Tell Fijaos,noexistelaresidenciadeunalcaldequepuedacompararseconla
cran¿iiimá es la riqueza que existe
Brak podría ser una buena candidata para la identificación de la importante de Tiro. Es como la residenci" d; Ú;;it.
ciudad de Thide (Oates, 1985; aunque cabría la posibilidad de identificar Tell allí (EA 89).
Brak con Nawar, véase supra, p. 320). Recientemente se han descubierto en prín_cipe de Biblos y súbdito de Egip-
Brak nuevos materiales de esta época, entre ellos una carta hurrita en estado Así decía en una cartaRib-Hadda, Al avisar al soberano
muy fragmentario (Wilhelm, 1991). to, at faraón Akh;;;tó. (t364-1345'itZSi-t3361). sus am-
rey de la vecina Tiro y prevenirle de
El panteón hurrita, a algunos de cuyos integrantes, tales como el dios de egipcio del poder [u" t"nru el los de ugarit, que
las tormentas, Teshub, su consorte, Hepat, el dios del Sol, Shimigi, y la gran biciones, .o*p-uüiiu ,iqu"ru y el esplendor de Tiro con

diosa Shaushga, se hace referencia en las cartas de Tushratta, lo conocemos nopertenecíaa|imperioegipcioyqu"po,-entoncesprobablementeerainde-


las numerosas esposas del faraón
fundamentalmente gracias a los documentos de fecha ligeramente posterior pendiente. ns posiü1e incluso que^entie (EA 1'
hubiera una princesa de ugarit
encontrados en la capital hitita, Bo§azkóy. Ignoramos por completo los deta- Amenofis III (1403- 13ll ll3g0-13521) poco
p. 39). Ugarit, h ;t*i Ras Shamra,
én la costa de Siria, era hasta hace
lles del culto y de la religión, excepto por lo que se refiere a unos cuantos ri- de ta región en Ia que
ciudades-estado
tuales (Haas y Thiel, 1978; Haas y Wilhelm,1974; Haas y Wegner, 1988) y la única de las numerosas y pequerias Los docu-
habían sido descubiertos varios *.t
irot de dimensiones notables'
a ciertos magníficos poemas épicos en hurrita (el ciclo de Kumarbi y la detalle acerca de la his-
«Canción de Ullikummi>> [Güterbock, 1946 y l95lll952D, que de nuevo mentos encontrados nos iluminan con bastante
allí
cananeo durante el período
conocemos por los archivos de la capital de Hatti, Hattusa, y de los que sin toria, la sociedad y la cultura de un estado
inmediatamente posteriores a 1200'
duda existían versiones hititas. Hace ya más de cuarenta años que se vio que comprendido entre"c. 1400 y los años decadencia a conse-
el mito de Kumarbi tiene una relación estructural y conceptual con la Tbo- Durante epo.l poa". áe Mitanni estaba en plena (1370-1330 Í1344-
"i
"rtulos sucesivos ataques hi,i,;t. Suppiluliuma I
gonía de Hesíodo, de época muy posterior (Güterbock, 1948). El arte y la ar- cuencia de
l3z1l)acabó incorporando al reino hitita "n
pi""o proceso de expansión todo
quitectura nos son prácticamente desconocidos (Hrouda, 1985; Muscarella, 5'
el territorio del norte de Siria hasta la
altura áe Damasco (véase el capítulo
1988 [0M]), aunque en diversos yacimientos localizados a grandes rasgos en de Hatti, de
bajo el dominio
la zona de Mitanni se han descubierto vasos palaciegos (cerámica de Nuzi) apartado 4).Lapropia ugarit:uIó;;estaépo"u
-nos tamüién acerca del modo en que la
(Barrelet, 1977; Stein, 1984) y se ha postulado la hipótesis de que se producía modo que sus ;;ñir", informan
338 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 339
dominación hitita, afectó gsta regi.ón en particurar. I
1 Los archivos son poste-
riores a las tabrillas de Alarah El tenitorio de Ugarit estaba salpicado de aldeas y pequeñas ciudades: la
tv"lfinaleJ á.i;G; xv) y por lo ,unro .o* principal fuente de riqueza de Ugarit (al igual que en la mayoría
ra laguna que presenta ra história der norte
::i?ffirr.,Táf:* a. si.iu ffi los estados preindustriales), era la actividad productiva a la que se dedi-
El harazgo fortuito en r92g de una tumba abovedada la mayor parte de la población (Heltzer, 1976 y 1982). Aparte del rey y
de piedra hrhda funcionarios y un pequeño número de esclavos, la población estaba
llamó la atención d9 lo9 arqueólogos franceses sus altos
sobre er poürado-0. R*
shamra y su puerto de Minet-el-Beida. En el constituida por ciudadanos libres. Algunos, calificados de «hombres del rey»,
curso de las eicavaciones apa_
reció un gran palacio de piedra, que tenía una bran beneficiarios de las tierras concedidas por el soberano a cambio de los
extensión de poco rn¿. a. r nn
se hallaba situado en rnedio de una ciudad floreciente servicios prestados al estado (por ejemplo, fabricantes de armaduras, pajare-
y de buen tamaño, i',ros, alfareros), mientras que el resto de lapoblación se dedicaba al cultivo de
cuyas calles estaban flanqueadls
qor. cras de dos pisos, ug*puil, fosibre_ 'sus propias tierras. Es un efror pensar, como han hecho algunos, que los
mente por oficios. Dominando la Ciuda¿ había
una acrópolii con dos iemplos
dedicados a dos dioses bien conocidos por «hombres del rey>> eran en cierto modo más ricos o tenían más privilegios
Ánüguó Testamento:
Dagan. En el interior der gran palacio, óo, ,r,"r nu-.ro.os patios, Baar y que los «campesinos». Ultimamente se ha demostrado de modo harto con-
saras hi_ vincente que existían enorrnes diferencias de riqueza dentro de ambos gru-
póstilas, entradas porticaáar y ,onu, ajardinadas,
se desiubrió un gran pos, y que esta clasificación hace alusión tan sólo a los orígenes de las
número de tablillas, que afectan u .§i t9dás ro,
urpá.tos de ra vida de la ciu_
dad desde el siglo xtv hasta el xu. Thmbién derras que poseían (y por 1o tanto a la relación económica que mantenían con
se enüntraron archivos en o,ros
edificios (van soldt, 199r). Las excavaciones han la autoridad central). Mediante la concesión de tierras a determinadas perso-
venido a demosftar que nas a cambio de los servicios prestados, la corte subvenía a sus necesidades
Ugarit existía ya en pleno Neolítico y que se había
convertido en una ciudad (de comida, arrnas, muebles, etc.). Es perfectamente posible encontrar <<cam-
importante ya a comienzos del tercér milenio (véase,
en general, sDB s. v. pesinos» ricos y «hombres del rey» pobres (Vargyas, 1988). A grandes rasgos,
«Ras Shamra»). Parte de su territorio siguió
siendo ,r..rtro comercial hasta
el siglo ,,I, cuando, según parece, r, pód.. se vio ecripsado el modelo socioeconómico de Ugarit se diferenciaba muy poco del de los
por seleucia de demás estados de la época.
Pieria y Laodicea.Póntica (stuct<y, t983; se encuentra
situada a unos ll km Aparte de los alimentos básicos (grano, uvas, aceitunas), Ugarit produ-
de la actual Laraqiya).
cía también varios excedentes: la existencia de grandes cantidades de ánfo-
ras en los almacenes del puerto implica Ia producción de aceite de oliva en
El reino de Ugarit cantidades que permitían su comercialización; es posible que se exportaran
también sal y vino. Ugarit poseía asimismo una serie de industrias especia-
La extensión del territorio ocupado.por_el estado (no lizadas: se fabricaban finos trajes de lino y lana teñidos de púrpura (el tinte
por la ciudad)
de uga_ se extraía del múrice), así como piezas de tela en grandes cantidades; la de-
rit no se conoce con absoluta seguridád. oominaba la costa
desde Ma,hadu manda de estos productos entre los hititas era bastante grande y constituía
(Minet el-Beida) hasta otro puertá, shuksi (Te[
sukas), en er que se ha des_ una parte del tributo pagado por Ugarit (véase infra, pp. 345-346). El tratado
cubierto una tablilla en ,gaiítico. Menos sLguriaal
tenemos respecto hasta hitita con Ugarit demuestra asimismo, incidentalmente, que esta ciudad era
dónde llegaba tierra adentro; las estimaciones"se
basan en las refeiencias pre- considerada capaz de producir cantidades importantes de oro y plata, tanto
sentes en los tratados. puede que se extendiera
hasta el orontes, y posible_ en bruto como en forma de vasos preciosos. Algunos de los objetos de me-
mente incluso un. poco más aliá por el noreste: los
estados fronterizos eran tal hallados en Ugarit, como, por ejemplo, el caldero de oro finamente re-
por el norte Mukish, por el este ñuhashshe y por
el sur Amum¡ (uZur" ,r- pujado o la soberbia cabeza de hacha de hierro con su anilla de bronce con
pra, mapa 4). controlaba además dos pequlños estados,
shiyannu y otro incrustaciones de oro (Strommenger y Hirmer, 1965 [0M], láminas 176,
!.uyo_|ombre por desgracia se ha perdidó. ñesde r975 er yaciáiento d" Ru, XXXIU, XXXIV), nos ofrecen una idea del nivel alcanzado por su artesa-
Ibn Hani, situado a unos 5 km ai suroeste de ugarit,
ha sido objeto de in- nía. La talla y las incrustaciones de marfil probablemente fuera otra de las
tensas excavaciones, habiendo salido a la luz
do-s palacios situados en una artesanías que controlaba el soberano de Ugarit. Los bosques de la región
ciudad amurallada de trazado ortogonal. varias tabiillas,
entre ellas algunas suministraban la madera necesaria para la fabricación de muebles lujosos y
en ugarítico, confirman que se trataba de
gtra población del estado de Ugarit. de artículos suntuarios, así como para la construcción: el enebro, el boj y el
Fl nombre antiguo de Ras Ibn Hani era B'ir. r-u pr"r.rcia
de dos palacios pino son las maderas que, según sabemos, se utilizaban en la zona y eran
(uno perteneciente a una reina de ugarit),
su empürami.nto en un pÁ*on_ fáciles de obtener.
torio asomado al mar y el trazado ¿é la ciudad indi"un
que era considerada t Los mercaderes constituyen uno de los grupos que ocupan un lugar des-
un centro real, quizá una residencia de verano (Bordreuil,
tqst). tacado en los archivos de Ugarit. Los textos revelan que no sólo había ciu-

I
340 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 34r

dadanos de Ugarit dedicados al comercio, sino también mercaderes de otros


países radicados allí: los mercaderes de Ura, por ejemplo, en la Cilicia hi_
tita (Beal, 1992), constituían una pequeña comunidad mercantil muy influ
D'+--
B ri IWE§* It<'E(TrE rrr
yente; también operaban en Ugarit los mercaderes de Alashiya (Chipre).La
presencia en Ugarit de cerámica minoica y micénica indica que en Ia ciu-
19
(r-
F¡T h<YrE
n »<. iI»- 1
dad también había comerciantes egeos, aunque este tipo de materiales no
nos permiten calibrar con exactitud la verdadera naturaleza y la intensidad
F Itr ÉtÉ
de los vínculos comerciales con el mundo egeo, y en los textos de Ugarit
tampoco podemos apreciar que constituyan un grupo específico (para los 24. Tablilla con inscripción en alfabeto ugarítico descubierta en 1948
vínculos comerciales con el Egeo, véase Morris, 1992). Ugarit estaba es- C. Virolleaud, I-e palais royal d'Ugarit II, París, 1957)'
tratégicamente situada para dirigir una parte importante del comercio del
norte de Siria con Chipre y con otros lugares más occidentales, así como
en alfabeto ugarítico afortunadamente se nos han conser-
con Cilicia y los países situados más al norte. Había asimismo rutas que la
disponer de un Panorama impagable de lo que era la vida
unían con Carchemish y Emar, a orillas del Éufrates, y controlaba un sec-
una ciudad cananea. Los textos de carácter
administrativo, jurídico Y eco-
tor de la ruta que conducía por el norte hacia la Anatolia central a través de pero existe también un
Mukish. El papel más importante desempeñado en el comercio de la época I 'nómico constituyen el grueso de la documentación;
que muestran unas analogías curiosísi-
por Ugarit, que nosotros sepamos, era el de centro de distribución de los su- imPortante corpus de textos literarios
libros del Antiguo Testamento, de éPoca muY
ministros de grano desde el norte de Siria a la corte hitita (Klengel, 1965- t mas con la poesía de algunos
1970, II; Heltzer, 1978). psterior. Por ejemPlo
Dada la riqueza de la documentación, tanto textual como arqueológica,
resulta tentador exagerar la importancia y la función de Ugarit en el comercio. «El poderoso Baal ha muerto,
Pero no era más que uno de los numerosos estados del mismo estilo que ha- pereció el Príncipe, Señor de la Tierra.»
bía diseminados por Levante, tanto en la costa como en el interior (respecto
El benéfico El, el benigno,
a Emar, véase el capítulo 6, apartado 3); si los estudiosos conocen tantas co-
bajó del trono, se sentó en el escabel,
sas acerca de Ugarit es simplemente debido a la riqueza de los materiales y ietirando el escabel se sentó en el suelo'
escritos, pero desde luego no constituía un caso único: era uno más, aunque ¿
berramó la paja de las lamentaciones sobre su cabeza,
probablemente fuera uno de los estados más prósperos e importantes. Sus ri- el polvo de los restregones sobre su nuca'
cos archivos demuestran que la población estaba compuesta, si atendemos al A modo de vestido se puso un taparrabos'
testimonio de la onomástica, por (<cananeos» y hurritas. Los vínculos inter- ,1
La piel con una Piedra se restregó,
nacionales de la ciudad-estado se ven reflejados por la existencia de textos piedra pómez (utilizó) como rascador.
escritos en diversas lenguas extranjeras: conocemos documentos en acadio, Se peló las mejillas Y la barbilla,
la lengua diplomática de la época, jeroglíficos egipcios grabados en diversos se rastrilló los brazos,
aró su pecho como si fuera un huerto,
objetos, textos en hitita y hurrita y unos pocos de origen chiprominoico.
como si fuera un valle rastrilló su cuerpo'
Pero el hecho más importante (y también más curioso) es la existencia y el
Levantó la voz Y gritó:
uso generalizado de un alfabeto local, el más antiguo que se conoce hasta la «¡Baal ha muerto! iQué será del pueblo?
fecha (Gordon, 1971, pp. 114-124; Healey, 1990, pp. t6-26). Este alfabeto ¡Ét t¡o de Dagan! ¿Qué será de las multitudes?»
representa una modalidad local de una lengua semítica occidental denomina- p' 164')
(5(67)6.9-24; según trad' de Pope' 1981'
da habitualmente <<cananeo>> (para los problemas de esta clasificación exce-
sivamente simplista, véase Millard, 1973). Por los escasos restos encontrados
en otros lugares (Healey, 1990, pp.22-23) hoy día es prácticamente seguro La literatura y los textos rituales ugaríticos revelan cuáles eran la religión
que en la mayoría de las comarcas levantinas se utilizaban diversos tipos de y las prácticas óultuales de Levante, conocidas hasta ahora únicamente a
Eavés^de los ataques veterotestamentarios, que nos ofrecen una imagen
dis-
escritura alfabética desde c. 1600. Lo insólito del alfabeto de Ugarit es que
torsionada de ellas (Caquot et a\.,1974 y 1989; Yon, 1990). Un texto especial-
empleaba signos en forma de cuña, aparentemente análogos a los de la es-
critura cuneiforme, grabados sobre arcilla con ayuda de un punzón (véase la mente interesante i¿eicuUierto hace bastante poco) habla de un banquete
figura 24). Al estar escritos sobre tablillas de barro, y no sobre cuero, madera ceremonial, organizado con motivo de los funerales de Niqmaddu III por su
342 LAS GRANDES POTENCIAS r, '\
3 ,r*ro Y LEVANTE 343

Cuaono 20. Reyes de Ugarit Caliéntate, sol, sí, caliéntate,


I
{ al gran luminar que se cierne sobre nuestras cabezas, el sol, invitadlo:
Ugarit Contemporáneos «¡Tras de tu señor, trono,
Eas de tu señor baja al infierno,
Ammishtamru I Amenofis III baja al infierno y túmbate en el polvo!
(1403-1364) RDN!
¡En el nombre de SDN Y
Niqmaddu II Suppiluliuma I 'LLMN!
¡En el nombre del toro
(1370-1330) Rapi'u!
Arhalba ¡En el nombre de los antiguos
¡En el nombre de Ammishtamru,
el rey!
Mursili II el nombre, ay, de Niqmaddu, el reY!
Niqmepa ¡En
(1330-129s)
¡Sacrifica una vez! ¡Sacrifica dos veces!
Muwatalli II
Amuruu ¡Sacrifica tres veces! ¡Sacrifica cuatro veces!
(r29s-1282)
Benteshinax ¡Sacrifica cinco veces! ¡Sacrifica seis veces!
Hattusili ilI
¡Sacrifica siete veces!
Ammishtamru II (r27s-tz4s)
Shaushgamuwa
Initeshub ¡Ofrece un pájaro!
Tudhaliya IV
Ibiranu ¡Bienestar, bienestar para'Ammurapi,
(124s-tzts) bienestar para su familia!
Arnuwanda III ¡Bienestar para Sharelli (nombre de la reina o quizá de la reina madre),
(r2rs-1210) bienestar para su familia!
Niqmaddu III
¡Bienestar para Ugarit,
Ammurapi Suppilulium a II (1205 -) / bienestar para sus puertas!>>.
Ramsés III (l184-1153)
(KTU,1.16l; P. Bordreuil y D. Pardee, Syria,59 [1982], pp. l2l-128;
a
* Hrja casada con Ammishtamru II. TUAT,II, pp.332-333.)

política de Ugarit
It hijo 'Ammurapi II (c. r2roll20o?, véase el cuadro z0), alque eran
los antepasados de la dinastía mediante una invocación: Aunque se ha descubierto una Lista de Reyes de Ugarit (RS 24.25J rev.;
I 1.113; Kitchen, 1977; Pardee, 1988, pp. 165-178), sólo se nos ha con-
Documento sobre el banquete sacrificial para las <<sombras>> (es decir, en parte y da la impresión de que los nombres de los soberanos que
I
difuntos): en ella corresponden a los primeros reyes de Ugarit, a los cuales se
vosotros debéis invitar a los Rapi'u («los sanadores>>, término ofrendas o a los que se invocaba en el curso de las ceremonias ances-
que designa a
los antepasados difuntos) dellnf[ierno], (como, por ejemplo, el banquete fúnebre citado anteriormente). Ello im-
debéis convocar la asamblea de Di[danu¡ que ninguno de los reyes que ocuparon el trono de Ugarit en la época de
t
lnombre de un antepasado de la
dinastía) I que datan los archivos aparece en esta lista, y la serie de los monarcas co-
¡(Vosotras) invitad a ULKN, el Rapi,u,
I

nocidos históricamente debemos reconstruirla a partir de otros documentos. El


invitad a TRMN, el Rapi'u,
¡ primer soberano atestiguado es Ammishtamru (I), aunque sólo Io conocemos
invitadaSDNyRDN,
invitad al toro 'LLMN! por documentos procedentes de fuera de Ugarit: una de las cartas de el-Amar-
¡(Vosotros y vosotras) invitad a los Rapi,u del Infierno, t na (EA 45) es suya, y probablemente fuera dirigida a Amenofis III; otros
convocad la asamblea de Didanu! reyes de Ugarit lo nombran en sus genealogías y ocasionalmente vuelve a
t
¡(Mujeres,) invitad a Ammishtamru (II), el rey, aparecer en textos de época posterior. No se sabe muy bien cuál era exacta-
invitad también a Niqmaddu (II!, el rey! mente la relación que mantuvo Ugarit con Egipto durante su reinado: el tono
¡Oh, lloraré por el trono de Niqmaddu! que utiliza Ammishtarnru para dirigirse al faraón es el propio de un rey va-
Deberíamos llorar por el escabél del rey, sallo para con su señor, pero quizá sólo sea un reflejo de la diferencia de
pero antes llorar por la mesa del rey categoría existente entre un reino y otro. No tenemos ningún testimonio que
y tragarnos las lágrimas por é1,
nos permita afirmar que el imperio egipcio llegara hasta la altura de Ugarit
todas en su totalidad.
I (véase el capítulo 6, apartado 4).
344 LAS GRANDES POTENCIAS \ srnle Y LEVANTE 345

Mucho más sabemos acerca del sucesor de Ammishtamru, Niqmaddu (t¡, Y [Suppiluliuma, el gran rey,] vio la lealtad de Niqmaddu'
que accedió al trono antes de que Suppiluliuma I realizara sus grandes campa- Ahora Suppiluliuma, el gran rey, rey del país de Hatti, ha firmado un tra-
ñas de Siria (c. 1360 o 1335?) y cuyo reinado probablemente fue muy largo. tado con Niqmaddu, rey de ugarit, en los siguientes términos:
Si en el futuro algún refugiado de Nuhashshe o de Mukish o de cualquier
Conocemos una carta de Niqmaddu II enviada al faraón de Egipto (EA 47), pi-
otro país entra al t"Ñi.io del rey de Ugarit, el rey de ninguno de esos
países
diéndole que envíe a un médico a la corte de Ugarit, hecho que demuestra que a Niqmaddu, rey de Ugarit, ni suplantar la autoridad de
podri arrebatiárselos
las relaciones mantenidas por ambos estados seguían siendo amistosas. Una va- sus hijos y nietos. ¡Hasta los días más lejanos! Así lo firma mi
sol, el gran rey,
sija de alabastro (el «vaso del casamientor), que lleva una inscripción con el en el tratado.
nombre de Niqmaddu y en la que aparece representada una escena que quizá (A continuación viene un pasaje fragmentario en el que se definen cuidado-
refleje un rito egipcio utilizado en los casamientos cortesanos, implica también samente las fronteras de Ugarit; el tratado continúa en los siguientes
términos:)
la existencia de unas relaciones muy estrechas entre Ugarit y Egipto. Es posi- Ahora suppiluliu*u, él gran rey, rey de Hatti, el héroe, ha adjudicado
estas [fronteras], lugares y montañas, por medio de un documento sellado
a
ble que durante el reinado de Niqmaddu o bien durante el de Ammishtamru,
Niqmaddu, r.y á" Ugarit, así como a sus hijos (y) a sus nietos. ¡Para siempre!
Ugarit sufriera un terremoto y un maremoto, seguidos de una serie de incen-
dios que am¡inaron su puerto y destruyeron casi la mitad de la ciudad, incluida En adelante Niqmadáu se mostrará hostil con mis enemigos y aliado de mis
aliados. Mucho es lo que ha hecho por mi sol, el gran rey, Su Señor, y protege
buena parte del palacio (EA 152). Pero parece que se recuperó bastante pron-
el tratado (y) la alianzacon el país de Hatti. Ahora el sol, el gran rey, ha visto
to del desastre. Durante el reinado de Ammishtamru se produjo un conflicto la lealtad de Niqmaddu.
entre Ugarit y su vecino, Amum¡, en la región de Shiyannu, estado cliente de y el que .urnbi" las palabras de la tablilla del tratado (sea maldito). Un mi-
Ugarit. Al parecer, Niqmaddu tuvo que hacer frente a las presiones del pode- llar de dioies conocerá (ius palabras): el dios de las tormentas del cielo, el dios
roso Amulru en los primeros años de su reinado, probablemente a fin de poner del sol del firmamento, el dios de las tormentas de Hatti, la diosa del sol de
término a este litigio. Posiblemente poco después de este episodio, Mukish y Arinna, Hepat de Kizzuwadna, Ishtar de Alalah, Ningal de Nubanni, el dios
Nuhashshe, vecinas de Ugarit por el norte y por el este respectivamente, inten- de las tormentas de la montaña de Hazzi (el monte Casio/Baal Zaphon, pico si-
taron atraerla a una coalición antihitita, probablemente en su calidad de leales tuado en las proximidades de Ugarit, de gran importancia religiosa) (CTH,46;
vasallos de Mitanni, que estaba siendo objeto de repetidos ataques por parte de J. Nougayrol, PRU, IV [1956]' pp.48-52).
Hatti. Pero Ugarit, que no estaba sometida a Mitanni, se negó a participar en
ella solicitando por el contrario la ayuda de Suppiluliuma. Esta circunstancia El tratado fijaba las fronteras de Ugarit de tal modo que este estado, fiel
por el
proporcionó al rey de Hatti un buen pretexto para llevar a cabo su triunfal con- aliado de los hititas, ganaba territorio a expensas de Mukish y también
sur. Se efectuaban asimismo una serie de previsiones con respecto a los re-
quista del norte de Siria. A continuación el gran soberano hitita recibió for-
fugiados, favorables también para Ugarit, que no estaba obligada a entregar
malmente a Niqmaddu en Alalah y firmó con él el tratado que a partir de ese
a iás fugitivos de Mukish y Nühashshe a los hititas ni a devolverlos
a su país
momento convertiría a Ugarit en estado vasallo de Hatti. La versión acadia del
tratado, que ocupa varias tablillas, fue descubierta en Ugarit: de origen para que recibieian el castigo merecido. La afirmación repetida una
y otrÑei de que estos acuerdos debían seguir siendo válidos para los des-
Así (habla) mi sol, Suppiluliuma, el gran rey, rey del país de Hatti, el óendientes de Ñiqmaddu demuestra que el rey de Hatti reconocía el derecho
héroe: cuando Itur-addu, rey de Mukish, Addu-nerari, rey de Nuhashshe, y de la actual familia real de Ugarit a seguir ejerciendo el poder.
Aki-Téshub, rey de Niye, se sublevaron contra mi sol, el gran rey, su señor, Estas generosísimas condiciones, que no aluden a ninguna obligación por
reunieron sus tropas, ocuparon las ciudades de Ugarit, hostigaron a Ugarit, parte de Ügarit a prestar ayuda al soberano hitita con tropas en caso de con-
capturaron (a los súbditos) de Niqmaddu, rey de Ugarit, llevándoselos como ili.to béli.ó, d"b"n compararse con otro texto en el que se especifica el enor-
botín, y arrasaron la tierra de Ugarit. me tributo que debía pagar Ugarit a su señor, y que además es el único que
Entonces Niqmaddu, rey de Ugarit, se volvió hacia Suppiluliuma, el gran nos permite ver .on uigú, deialle cuál era el tipo de tributo que imponía el
rey, y le escribió en los siguientes términos: «¡Tenga a bien el sol, el gran re¡
grun r"y de Hatti u rurlrtudos vasallos. En Ugarit han aparecido las versio-
mi señor, salvarme de las manos de mis enemigos! Soy el criado de mi sol, el
ñes acadia y ugarítica del texto. El documento comienza una vez más con el
gran rey, mi señor. Contra el enemigo de mi señor me muestro hostil, del alia-
do de mi señor soy aliado. Esos reyes me están hostigando>>. El gran rey es- reconocimiéntó por parte de Suppiluliuma del apoyo recibido de Niqmaddu,
cuchó las palabras de Niqmaddu. Suppiluliuma, el gran rey, envió príncipes y y después continúa en los siguientes términos:
nobles junto con la infantería (y) fios destacamentos de ca]rros a Ugarit...
(Una serie de fragmentos hacen referencia al restablecimiento de la paz en El tributo que debes pagar a mi sol, el gran rey, tu señor, (será) 12 minas
Ugarit por obra de los hititas y al sometimiento de Niqmaddu a Suppiluliuma (1 mina hitita = 40 sicloi) y 20 siclos de oro (según) el peso del gra[n siclo
en Alalah; el texto continúa:) (18,79 g)1, un vaso de oro de una mina de peso como parte principal del tri-

li
346 LAS GRANDES POTENCIAS
SIRIA Y LEVANTE 341
buto, 4 túnicas de lino, un vestido grande
azul, y 500 siclos de lana púrpura de lino, 500 siclos de lana
roja para mi sol, el gran rey, de Siria. Evidentemente los egipcios intentaron explotar los proble-
Un vaso de oro de 30 siclos de tu señor.
peso, una túnica de Iino, 100 suscitados por la muerte repentina de Suppiluliuma a raíz de la terrible
púrpura azul, y siclos de
[100 siclosrl de Iana púrpura roJa para la
rerna.
que asoló Levante durante esta época y que causó la muerte de su
[Un] vaso de oro de 30 siclos de peso,
una túnica de lino, sucesor, Arnuwanda II, en el curso de pocos meses (véase el ca-
de lana púrpura azul, y 100 (
redero
siclos) de lana púrpura ro¡a para
el 5, apartado 4). El hallazgo de un vaso con el rótulo de Horemheb en
un vaso de orata de 30 (sicros) de podría interpretarse como el reflejo de un nuevo acercamiento durante
peso, una túnica-:"_r":,100
(siclos) de Arhalba entre Ugarit y Egipto en un momento en que el esta-
y rOb i;;rró de'lanl
*.1ili:rrpura'azut, ñ;;;'üa para er jefe de ros hitita había sutrido un revés transitorio. Si esta reconstrucción es correc-
Un vaso de nlata de 30 (siclos)
de peso, una túnica dr
la crisis habría sido breve, pues Arhalba desapareció (quizá desterrado) y
fue instalado en el trono por Mursili ÍI (CTH, 64; PRU, IV, pp. 63-
":n'¿:Uil{l¿ióñ't]"'i'íJüñapú¡puradr;"'11?áX'"§ffi lÍ; Klengel, 1965-1970,II). Frente a esta interpretación debemos tener en
Y para er segundo que, al morir
ad[ministrador de ros armacenes],
ro mismo. §uenta el testamento de Arhalba, una de cuyas cláusulas dice
[un sin hijos, su hermano debía casarse con su viuda y sucederle en el trono.
vaso de nrata ¿e io sicros de peso], una túnica áe rino,
lana púqpuru urui't 100 ¿r,i;r;;""iulnu p,:.pura 100 (sicros)
roja para er ministro.
de puede que se viera obligado a incluir esta previsión, pero no tenemos la se-
de que así fuera (Curtis, 1985, p. 45).
,oo,',?.,"i,T"[",]l:']rHif il,T¿"."'Ti:ióóJ'.ri'¡tt'r","f Jqpuáu,ur,v "suridad
El reinado de Niqmepa fue uno de los más largos (unos cincuenta años:
Entre los nobres que€compuñun
u mi sor, er rey, su señor, no c.1320-1270 [1310-1260]), aparte de ser uno de los mejor documentados.
perceptores de tributos). Er
día que Niqmad¿, ,..igJ,r] trrouto, hay (m,s
gud:¡r. traer ningún (regalo
u¿i.iá*U.'
no está obri_ euizá por deber el trono a la intervención del soberano hitita, o quizá a con-
(EI texto concruye con ra secuencia de la deslealtad temporal de Ugarit, Niqmepa se vio obligado a
afirmación de que los dioses de
contenido del tratado; quienquier. Hatti conocen er aceptar un nuevo tratado con Mursili il, en el que se expone en términos ine-
qu. r.,uu¿e.¿e-sus-iiJvisiones
to; v por último se añaáe una
nota iáL. ro, ,"{+-;;,"ó
será maldi_ quívocos la posición de Ugarit como estado súbdito de los hititas (CTH,66:
añadidos at acuerdo.l (crH, , Ia reina de Hani
a7; i. ñáuguyrot,-lRU, lüirqsol, PRU, IV pp.92-l0I y 287 y ss.). Al mismo tiempo, le fue arrebatado el terri-
[acadio]; ibid., pp.44 y ss.; Xiú,-2.'i"t"garíricol.) pp. 40 y ss.
brio de Shiyannu, que pasó a depender directamente de Carchemish, centro
del poderío hitita en el norte de Siria, gobernada por un descendiente del so-
,i

I La cantidad de oro en bruto que


debía pagar ugarit era de unos g berano de Hatti en calidad de virrey. No obstante, a petición de Niqmepa, el
casi otros or.:',I:T1 d" kg, más
,Tt^ g" o.á Áp.o-r'irnaaumenre Ias tres cuar- Eibuto de Ugarit se vio reducido debido a la pérdida de Shiyannu. En estos
'
tas parres aer o10 a.parar p10pig ."y o" iruiii,
*i.nt.as que er resro se momentos Ugarit se hallaba rodeada enteramente por zonas dominadas por
1ba
lo repartían ra reina 3r
r.gr plncip"'h"i"d"d ó-r.* ,,i"-b.o. def Hatti, entre ellas Amum¡ al sur, una de cuyas princesas, Aharmilku, contra-
séquito de su
majestad recibían vaiijas^de
des cantidades de raná teniol
pñ, y rodos elros recibíalrrajes d" li;
y gran_
jo matrimonio con Niqmepa.
á.'p,:-ry, ,^ ii¡á" Del reinado de Niqmepa data un edicto real hitita (CTH,93; PRU, IV
basaba en la totaridad oe
ros te..itirió,
i-irr.
Er valor del tributo se
pp. 103 y ss.) en el que se regulan las actividades de los mercaderes de Ura
yannu y Ias tierras recién.incorporadas .or,-rá¿* por ugarit, incruida shi_ (en Cilicia), comerciantes por vía marítima que hacían negocios en Ugarit. Los
das en el palacio de ugarit
al .rrJo. ciertas tablillas encontra-
¿.-ríulrt.un que er tributo se recaudaba mercaderes de Ura eran los responsables de las importaciones de grano pro-
comunidades rocarer, óuyu pobración y ."pá.iáu"J".ono,,,ica
entre Ias cedente del norte de Siria a Hatti por orden y en interés del soberano hitita.
mente calculadas y anotadas, eran
adjudicándorá;ra;cuota del tributo debida_ Hasta la fecha del edicto, los mercaderes de Ura habían invertido su dinero
bía pagar cada una-(Klengel, que de_ en casas y fincas dentro de Ugarit y habían realizado negocios de crédito con
tlás_.lglo, II, pp. 343 y ss.).
El sucesor de Niqmaaáu, e.Áiuu, los habitantes de esta ciudad que ofrecían sus propiedades como garantía. El
p;"b;Ül'";,i,. no reinara más de dos
edicto de HattusililIJ (1275-1245 f1264-12391) venía a regular esta situación
ffi:Tfiii:?iÍ|l?lte
antes de ser. sustituido
ü;;
hermano. rr,u .i..rnr_ y establecía unos límites muy estrictos a las transacciones comerciales de los
mercaderes. En adelante, se permitía a los mercaderes de Ura emprender ac-
:.,,on,oesmás'"::ityü::i:i1!3,H,!3i:Ji[i::Tr.??.*l;::.]"x:;
las relaciones entre u-garit y tividades comerciales en Ugarit sólo durante los meses de verano, teniendo
uatti debiáo , i.r=áin.urtades sobrevenidas
duranre los primeros añós deí que regresar a su país durante el invierno. Al mismo tiempo se les prohibía
reinado a¡ rvru.sili ir
cuando buena Darre de siria ii:: 0_r2g5 (t32r_rzg5n,
r" *bl:uq y ros egipcios (ar mando del comprar casas y fincas o invertir sus bienes en Ugarit. En el caso de las deu-
Horemheb, triz-r306 faraón das contraídas por ciudadanos de Ugarit que aún estuvieran pendientes, no se
tr3ii-1igi».r..tuu.oí-lnu nu.ra campaña conrra
permitía a los mercaderes de Ura confiscar los bienes de los deudores. La
I

I
348 LAS GRANDES PoTENCIAS
\ SIRIA Y LEVANTE 349
situación debía de haberse vuelto crítica,
poniendo quizáincluso en peligrs
iiJ,1',#l'Ji,hYf T:"?*llT:,*;:",r:ÍÍ"iiiioü,",p,;;;,;iun*vo. Z. Sentencia de Initeshub, rey de Carchemish:
El reinado de Ammishtamru (II) coincidió
con el final del de Haftusili Ante Initeshub, rey de Carchemish, hijo de Sahurunuwa, rey de Carche-
y la mayor parre der de Tudhaliya rv (r245-rzr5
rr23g-r2ogD.r.ul
ü mish, nieto de Sharrikushuh, que (fue) también rey de Carchemish, el héroe:
ces cuando la amenazade Asiriá
se incrementó áe "n,oo-
un modo sustancial, po- todo lo que la hija de Benteshina, rey de Amumr, hubiera ganado en Ugarit
niendo en perigro sobre todo a las pequeñas
ciudades_estado ¿"i- ron. ---objetos de plata, oro, cobre, o bronce, regalos recibidos de los visitantes, do-
siria (véase el capíruro 7,. aparrado i¡. irrr" o. naciones o propinas, esclavos, esclavas, vestidos de lana o lino-, todo perte-
u iááá, ugarit fue capaz de
negociar su tratado y consigüió permiso.
puru pa- una
re_
cuota ae z.boo siclos necerá a Ammishtarnru, rey de Ugarit. En el futuro la hija de Benteshina, rey
(más de 37 kg) de oro 1", dé suminirtr* de Amum¡, no presentará ninguna reclamación sobre estas cosas contra Am-
dente que ugaril se.q.r1ía"ndisponiendo
ñoírb., p*u
la guerra. Es evi_
mishtamru, ni contra sus hijos y sus nietos. Pero si intentara presentar alguna
les resultaba más riiit po*u. i;; ;;;
de quezay que a ros hititas
,..urros finañcieros que por ra cantidad reclamación, esta tablilla hablará en su contra (PRU, IV p. 127; Yan Soldt,
hombres que pudieru piopo..ionarte. de 1983, p. 152).
El reinado de Ammisirta-* II
1o¡ permite observar cómo actuaba el vi_
rrey hitita de carchemish en su calidaá 3. Sentencia de Initeshub, rey de Carchemish:
¿" g"ur.rrdor del no.t. é--- siria
la hora de gestionar ros asunros lácales, a
instancia er tribu-
"r"ñ;;;itai-u
nal supremo seguía siendo encarnado po.
ét ,ou..uno hitita. un ejemplo
Ante Initeshub, rey de Carchemish, hijo de Sahurunuwa, rey de Carche-
dramático de esta situación no, io mish, nieto de Sham¡kushuh, que (fue) también rey de Carchemish, el héroe,
ofrece unu ,Lri. de textos relacibnados y ante Shaushgamuwa, rey de Amum¡, hijo de Benteshina, que (fue) también
con el divorcio de Ammishramru de.su
"rp;;;ulij"
m¡' La pareja real ,egó a un acomodo graciur ¿" Benteshina de Amu_
illrte¡vención del gran rey
rey de Amumr: Ammishtamru, rey de Ugarit, ha repudiado a la hija de la gran
señora, su esposa, la hija de Benteshina, rey de Amum¡, y la ha echado de su
de Hattusa y del gobérnador r.rponrubre
de ra a¿ministración del ñorte de casa y de su país haciéndola regresar a Amumr; y Shaushgamuwa, rey de
carchemish. fodos ros texios Amumr, echó a la hija de la gran señora, su hermana, de su palacio de Amu-
:j:ftJ1;'*L[: frá."a", de ugarit y esrán
rru y la instaló en otra ciudad. Además no podrá subir al palacio del rey de
Amumr, sí; su hermano, Shaushgamuwa, ni siquiera hablará con ella y no la
.t¿
1. Sentencia del rey hitita, Tudhaliya
IV permitirá regresar a Ugarit.
No obstante, si Shaushgamuwa hablara con la hija de la gran señora, su
Ante su majestad, Tudhaliya,.el gran hermana, o volviera a llevarla a su palacio, o si Shaushgamuwa, rey de Amurru,
rey, rey de Hatti: Ammishtamru, rey
de ugarit, hizo a la hija de Benteshiná, rey incoara un proceso en lo referente a la hija de la gran señora, su hermana, de
provocó deliberadamente trastornos
il
ñ.i},, su esposa; después ésta cualquier modo contra Ammishtamru, rey de Ugarit, esta tablilla hablará en su
a Ammishta.*, d" suerte que Ammish_
tam-ru, rey de ugarit, ha abandonado-a ra n¡a áe-nlntestinapara contra (L. R. Fisher, ed., The Claremont Ras Shamra Tbblets,l97l, p. 20; Van
hija de Benteshina recibe de manos siempre; ra Soldt, 1983, p. 152).
de AmmistrtaÁru todo lo que rajo
go cuando entró en ra casa de consi_
Ammisttumru-iy aoahora en aderante)
por su cuenta' Que los amorreos presten vivirá
un juiámento acerca de todo aque¡o El curso de los acontecimientos, según se desprende de estos textos y de
con lo que Ammishtamru intente quedarse
siri t".re. á"recho, de modo que Am- otros testimonios conocidos (véase Kühne, 1973b; Van Soldt, 1983), fue el
mishtamru p'-"9? resarcir(ros); y
utrishuour-, es er príncipe heredero de siguiente: Ammishtarnru repudió a su mujer su esposa prin-
ugarit; que utrisharrumma r"'pánun.ie -probablemente
en er ,igui*," sentido: <<Me voy con cipal-, hija de su vecino, Benteshina de Amumr, y hermana del sucesor de
mi madre», y ponga así su *unto en er
escaber (e's decir, abdique) y se vaya, éste, Shaushgamuwa. Los motivos del divorcio nunca aparecen especificados,
en tal caso Ammishtamru nombrará. príncipe y I
t.r"á"ro
cuando Ammish,tamru falrezca y utrishamr;.;-;;;"rre u otio áÉ ,u, t ¡or. pero en cualquier caso se habla de «trastornos deliberados>> y de «gran mal>>
madre reina de ugarit, corocará su hacer de nuevo a su I o «pecado». Si con estos términos se pretende aludir al adulterio o por el
manto en er escabel (e) irá donde quiera y
su majestad nombrará rey a otro
hijo de er*irt,tu**. En er futuro Ia hija de contrario a una intriga política constituye una cuestión abierta al debate, aun-
Benteshina no podrá ..iu*u. u que lo más probable es que se refieran a lo primero. Así pues, la princesa de
necerán junto a Ammishtamru.
*i t,¡or, ,r, t¡*-o ,u, y".nos: éstos perma_
si inteñtara .""iuil-u.ios, esta tabriila hablará en Amumr recibió la orden de abandonar Ugarit con su dote y regresar a su país
su contra (crH, 107; J. Nougayror, pRU, deshonrada. A su hijo, el príncipe heredero, se le permitió elegir entre seguir
pp. 151-152).
rv (ié;¿), p. rz6;van sordt, 19g3,
a su madre a Amurru y perder por tanto sus presuntos derechos de acceder
al trono de Ugarit, o separarse para siempre de ella. Si elegía esta segunda
opción, se le prohibía acogerla de nuevo en Ugarit cuando muriera Ammish-
I
i
350 LAS GRANDES POTENCIAS
\ s,*,o Y LEVANTE 351

unía con el monarca vecino de Ugarit.'La devolución de la mujer a su


podía ser una solución, pero admitirla de nuevo en el seno de la fami-
resultaba asimismo difícil si el soberano de Amurru deseaba mantener
relaciones con el rey de Ugarit. Así pues, fue condenada a una es-
de destierro interior en Amurru, a cargo de sus hermanos, por orden
virrey hitita de Carchemish, ante quien se había presentado la querella.
soberano hitita aprobó la sentencia y, fiel al tratado firmado con Ugarit,
respaldaba el derecho de Ia dinastía local a seguir gobernando su reino,
ó específicamente el orden de sucesión al trono de Ugarit. No obs-
cuando más tarde volvió a plantearse un problema (nunca especificado
cluamente ), el virrey de Carchemish respaldó el derecho del rey de Ugarit
a recuperar a su ex esposa y, previo pago de una indemnización en oro por
h sangre de su hermana, Shaushgamuwa de Amurru accedió a entregarla a
regañadientes. Finalmente el caso se dio por cerrado y concluido cuando la
princesa murió; cualquier intento por parte de la familia real de Amurru de
ixigir una satisfacción ulterior por la muerte de su hermana fue declarado
ilícito. La situación de la mujer, cuyo nombre no se especifica en ningún
Así habló shaushgamuwa, hijo de Benteshina, momento, en el centro de esta delicada cuestión política, debió de ser horri-
rey de Amum¡, a Ammish_
tamru, hijo de Niqmepa, rey de úgarit: <<pues ble: repudiada y deshonrada públicamente por su marido, sin el menor con-
bien, ra hija de Ia gran señor4
tu esposa, que cometió contra ti un- gran Ecto con sus hijos, relegada por su hermano en algún lugar apartado, donde
.uándo dóo seguir al
cargo de esta infame? Mira, pues,.toma ry"1do, ¿hasta era mantenida bajo vigilancia, con la prohibición de intentar cualquier tipo
i tu r,¡a"de Ia gran señora, Ia infame
y haz con ella ro que creas conveniente: .i qri;;, de comunicación con é1, y por último entregada a su ex marido para ser eje-
mátala o, si prefieres, arró_
jala al mar; pero haz.c.on la hija de la gran cutada. Una cosa que deja bien clara este siniestro caso es el hecho de que
,"ná.u'ro que quieras».
!

shaushgamuwa, hijo de Binteshiná, rey de
Ámumr, duo estas parabras a la mujer seguía íntimamente vinculada a su familia a pesar de Ia estructura
I Ammishtamru, hijo de Niqmepa, rey de estrictamente «patriarcal>> de la sociedad.
Ugarit.
Ahora Shaushgamuwa, hijb de Éentesñina, Otro problema del reinado de Ammishtamru es el que se refiere a sus dos
rey de Amurru, ha entregado a
la hija de la gran señora, qr" óorn"tió el pecado,
a"Ammishtamru, hijo de Niq- hermanos, acusados de conspirar contra el rey y contra su madre (Ahat-mil-
mepa, rey de ugarit, y Ammishtamru,
trijo ae Niqmepa, rey de ugarit, ha dado ku). De nuevo el caso se cerró mediante un edicto de Initeshub y la interven-
a shaushgamuwa, hijo de Benteshina,ó
a" e*i,.u, 1.400 (sicros) de oro; si ción de Tudhaliya: se les entregó la legítima (dinero, herramientas y ganado)
shaushgamuwa volviera a decir a Ammishtrr.*;hü,
de Niqmep a, reyde uga- y fueron desterrados a Chipre. Lo más probable es que organizaran una con-
rit: «Este oro no es suficiente, dame más>>, esta
tabiilla hablará fn'.oítru ,uy.. jura para derrocar a Ammishtamru, hecho que habría supuesto una amenaza
sello de shaushgamuwa, hijo de Benteshinu, ."y
de Amumr (pRU, Iy para la estabilidad dinástica de Ugarit y que, por consiguiente, habría exigido
p. l4l).
la intervención directa del soberano hitita.
Probablemente fuera en este momento Tras el largo reinado de Ammishtamru vinieron otros dos más breves, el
cuando volviera a intervenir Tud-
haliya para poner fin de una vez a la dispu,u, de Ibiranu, posiblemente el príncipe heredero (véase supra, p. 348, texto l)
p.ot iuió ar rey de Amumr y a
sus hermanos intentar presentar ninguna diferencia de nombre quizá sólo enmascare la adopción de un nuevo
reclamación más contra ugarit con -la
nombre oficial con motivo de la ascensión al trono-, y el de Niqmaddu
respecto a la muerte de su hermanalpRu,
Iy p. 147). (III), por lo demás sumamente oscuro (las fechas más probables de estos dos
Esta serie de textos (que no siempre
son fáciles de ordenar cronológica-
mente con un mínimo grado de cerieza) reinados serían 1220-1210 o bien 1215-1205). La escasez de la documenta-
nos permiten observar el tipo de ción indica que, ante la amenaza cada vez más grave que suponía Asiria,
problemas que podían suscitarse entre
los estad^o s a raízde Ias políticas ma-
trimoniales: no se toleraban los malos_ comporta-i*roa, Ugarit no pudo evitar por más tiempo prestar ayuda militar activa al sobera-
pues podían tener no hitita, y de hecho sabemos que se le exigieron con urgencia tropas desde
graves repercusiones políticas; la simple
ejeiución de la .rporu iop.iá, pro_ Carchemish (PRU, IV, p. 291). Al mismo tiempo Ia documentación arroja
bablemente abierta a cualquier otro individuo,
en caso de que er derito co- alguna luz sobre la dependencia que tenía la corte de Hatti del suministro de
metido fuera el de adulterio) resultaba imposible
¿.ui¿o al parentesco que §rano procedente del norte de Siria, organizado en parte por los mercaderes
j
352 LAS GRANDES POTENCIAS
\ SIRTA Y LEVANTE 353

un estudio completo y un análisis exhaustivo de su significación. Los


de Emar nos proporcionan un testimonio relativamente pobre acerca
las relaciones de los hititas con Ashtata, a diferencia de lo que sucede con
rde Ugarit; nos informan principalmente acerca de la sociedad, la econo-
y la cultura de Emar (Arnaud, 1982, 1986 y 1991; Laroche, 1982). Por
, en un documento aparece el nombramiento de una mujer como ca-
de familia (véase supra, pp. 335-336), hecho que demuestra que esta
a, conocida ya en Nuzi, no era exclusiva de esta sociedad. Una dife-
es que aquí es la mujer del testador, no su hija, la que queda al cargo
la familia, ocupando una posición llamada «paternidad-maternidad»:

Muhra-ahi, hijo de Abi-Ra, sano de cuerpo y de espíritu, hizo que su her-


mano se sentara y tomó una decisión con respecto al destino de su casa, sus
hijos y su esposa. Habló de la siguiente manera:
«Ahora la hija de Kaga, mi esposa, es "padre y madre" de mi casa. Mien-
tras viva, habitará en la casa principal y nadie podrá presentar ninguna recla-
mación contra ella, y su hijo, Rashap-kabar, se encargará de mantenerla. Si
Rashap-ka[ba]r no apoya a su "padre y madre", perderá sus derechos a la casa,
y si de hecho es Igmulu quien sostiene a su "padre y madre", la mitad de la vi-
Así (habla) el sol, el gran rey: di al gobernador de la vienda le tocará a Igmulu, pero si no la mantiene, perderá sus derechos a
ciudad lo siguien- la mitad de la vivienda, la parte que le toca>>.
te: Ahora er rey, lo mismo que tú, (es) pJqueno.
ño sabe nada. (pero) yo, er I (4 testigos)
sol le he dado una orden correspecto a Lunadushu,
que ha sido capturado por Mes de Abau, año en el que (el rey) hizo la puerta en la otra orilla de su
el pueblo de.los shikala, que viven en barcos.
Ahora te he enviado a Nisahili II ciudad (Msk. 73.60; Arnaud, 1982, n.'3).
conmigo como un .iguía de Ios caballos»- con
-(es)
víame a Lunadushu, que ha sido capturado por
una orden. ¡pero tú en-
ü los shikara! Le preguntaré
acerca de los shikala. Y luego podrá marchai Curiosamente los testimonios de Emar han venido a confirmar que la ri-
1
otra vez con destint a ugarit
(RS, 34.129; véase Dietrich y Loretz,
lgTg). queza y el refinamiento de Ugarit, a pesar de las diferencias locales, eran la
norma habitual en la mayoría de los pequeños estados de esta región, y no un
Pocos años después de que fuera escrita esta rasgo peculiar de las ciudades de la costa. Emar disponía de un territorio bas-
carta, el magnífico palacio,
el puerto y buena parte de li
ciudad. de ugarit yuiuren ruinas. El antiguo tante amplio dedicado a la producción agrícola (cereales y viñedos), en régi-
«palacio de verano>> de Ras Ibn Hani, aunq"ue men de regadío; las zonas montañosas eran utilizadas para la cría de ovejas y
bitado poco después, pero los días de ugaril .o-á
r*
¿.rt-ido, volvió a ser ha_
cabras, y los pastores probablemente constituyeran un elemento importante de
prorp".u fapital de un im_
portante estado sirio habían pasado pará siempre. la población. La onomástica indica que su población estaba formada por ha-
blantes de una lengua <<semítica occidental>>, más un pequeño porcentaje de
hunitas (pero véase supra, p.319, para los problemas que plantea la utiliza-
3. Euen ción de la onomástica como testimonio). La lengua que predomina en los do-
cumentos conservados es el acadio, aunque existen también algunos textos en
hitita y hurrita (Laroche, 1982), aparte de que es evidente que también Emar
Gracias a las excavaciones realizadas por los
franceses (1g72-lgg2) en el era controlada por el virrey hitita de Carchemish. De hecho el sello de un mis-
yacimiento de Till Meskene, en er norte áe
siria, a orillas ia grr."ás, hoy mo príncipe hitita de Carchemish aparece grabado en varias tablillas de Emar
día podemos añadir los testimonios documentut"r
pro..dentes de la antigua y de Ugarit. Los nombres de las divinidades mencionadas en los textos reve-
Emar a los materiares descubiertos en ugarit g, pp. g3-93). Emar era
@IÁ,
la capital del reino de Ashtata, incorporaáo al'imperio
lan la existencia ----como cabría esperar- del típico panteón de divinidades
iritita po. srppiluliu- sirias, tales como Ishtar, Teshub y É.put. En un téxto bastante insólito se des-
ma I' sus materiales son un poco mái limitados
cronológicamer,"ffi los de cribe por extenso la consagración de la sacerdotisa éntu del dios de las tor-
ugarit (van de finales del siglo xlv a comienzos del
xr) y, como hace muy mentas;la ceremonia tenía rasgos en común con los ritos del matrimonio
poco que han sido publicados los textos, todavía
estamos esperando que apa- (Arnaud, 1982, n.o l0; Fleming, 1992).
1
354 LAS GRANDES POTENCIAS SIRIA Y LEVANTE 355

El papel comercial de Emar era importantísimo. Un itinerario paleobabi-


lónico (Hallo, 196!)_indica que durante la primera mitad del segunáo mit.nio ¡Ojalá, hijo mío, el ataúd divino
fuera tu deseo pesaroso!
Emar constituía el final de la ruta terrestre que desde Babilonia se dirigía Tal es la suerte de la humanidad.
ai
norte, a la Jezira, y, cruzando los ríos Khabur y Balikh, hasta el curso medio
(Arnaud, 1986, n.o 767,y 1982, n." 13.)
del Éufrates. Los nuevos textos de Emar demuéstran que en esta época la
ciu-
dad seguía desempeñando un papel fundamental en el comercio: ittf es don-
i
de iban a parar las caravanas de asnos, siendo trasladados los cargamentos
los barcos que bajaban por el Éufrates. Desde el punto de vista .uttu.at
a i Los textos de Emar, los materiales prácticamente contemporáneos de
I
1 tJgarit, los documentos ligeramente más antiguos de Alalah IV (finales del
también económica y políticamente-, Emar estaba relacionada con las
re- siglo xtv) y VII (finales del xvtl), los grandes archivos de Mari (comienzos
giones del oeste (como, por ejemplo, la de ugarit) y del sureste (Babilonia).
del siglo xvIII; véase el capítulo 2, apartado 4) y los testimonios de Ebla
En Emar se han encontrado varias copias (escritas en sumerio, en sumerio
lábico y en acadio) de un poema compuesto probablemente por un sabio
si- @.2450-2350, véase el capítulo 1, apartado 2) nos ofrecen una imagen ex-
Eaordinariamente viva de una cultura siria, cosmopolita y específicamente
sirio, pero que recoge lo esencial de un original sumerio mucho más extenso
t
rcgional, basada en una serie de ciudades-estado independientes que se rela-
y que refleja los lazos culturales que unían a Emar con la Baja Mesopotamia.
cionaban entre sí a través del comercio y las alianzas y rivalidades políticas.
Thmbién se han encontrado manuscritos del mismo poema en ugarit:
Estas ciudades a menudo se vieron sometidas a grandes imperios situados
más al norte, al este y al sur, pero, a pesar de todo, siguieron conservando su
Ea es quien dispone nuestros destinos,
identidad cultural propia, que sólo ha empezado a ser comprendida en los úl-
es también la voluntad de los dioses la que decide los repartos.
ümos sesenta años. A medida que avancen las investigaciones arqueológicas,
Desde la antigüedad,
es muy probable que aparezcan nuevas piezas que nos permitan completar la
siempre, en la boca de nuestros antepasados,
(estas cosas) se traían a la mente: historia de estos ricos centros durante el tercer y el segundo milenio.
no eran como (nosotros),
I
eran distintos.
I
I
I

En el cielo tenían sus cimientos sus moradas, 4. Et urrpenro Ecrpcro EN SrRrA-PALESTTNA


t:
en el fondo de la tierra estaban sus ciudades.
¡
1 Lo mismo que al cielo lejanísimo no se puede llegar a ellas. Desde el punto de vista político Egipto domina todo el período denomina-
I
Lo mismo que el fondo de la tierra nadie las conoce. do convencionalmente <<Bronce Reciente» y la primera parte de la Edad del
i:
La vid[a en su totalidad no es más que ceguera] Hierro (c. 1550-1150) en la región formada por Palestina, Transjordania, Líba-
li La vida humana [...]. no y el sur de Siria. Los egipcios empezaron a penetrar en esta zorla a co-
lr
¿Dónde está el rey Alulu[, que reinó 3.600 años?] mienzos de la dinastía XVIII y a partir del reinado de Tutmosis III (1490-1436
¿Dónde está [el rey] En[tena, que] subió [al cielo?] Í1479-14251) establecieron un imperio, cuya opresión fue incrementándose
li
I
¿Dónde está Angeshtug (es decir, Gilgamesh), [...que] buscó la vida eterna con el paso del tiempo. Hasta mediados del siglo xu (Ramsés VI, de la dinas-
¡ [como Zius]udra? tía XX: 1142-1134), no empezó Egipto a perder el control de esta región. De-
¿Dónde está Huwawla...] en una muert[e...?] bido en gran medida a las estrechas relaciones de Egipto con las ciudades y
¿Dónde está Enkidu [...] que hizo [...] de poder en el país? pueblos de Siria-Palestina podemos reconstruir parte de su historia y situar
¿Dónde está Bazi, dónde está Gil[gamesh?]
lr
dentro de un contexto los restos arqueológicos del Bronce Reciente.
I
rl
¿Dónde están los grandes reyes
{ que desde la antigüedad hasta ahora
I

no han vuelto a ser engendrados y ya no nacen?


I
,

Una vida sin gloria, ¿cómo consigue lo mejor de la muerte? Fuentes y terminología
¡Héroe, tú que constantemente rindes tributo
a tu dios, domina y conquista al toro! Los testimonios disponibles son muy numerosos. La secuencia de los
Ello (te reportará) desesperación y rechazo (alusión a las desastrosas conse- acontecimientos la conocemos gracias a los diversos relatos de las guerras
cuencias de la muerte a manos de Gilgamesh del toro divino enviado por sostenidas por los faraones, que fueron grabados en los muros de los templos
Ishtar para que asolara Uruk). de Karnak y en las estelas erigidas por todo Egipto y sus dominios (Nubia,
i
A la efímera alegría de un solo día hermoso hlestina). En las tumbas de algunos militares que lucharon a las órdenes del
I
sigue la tristeza de 36.000 años. faraón tenemos asimismo el relato de las batallas en las que participaron. Las
Il
i,
ti
356 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE
357

representaciones plásticas (pinturas de las tumbas o relieves de los Kadesh


vienen a incrementar los materiales disponibles, mostrándonos, p,or eJernplo, AMURRU
el asedio por parte de los egipcios de algunas ciudades cananeas o a rndiü_
duos que ofrecen al soberano artículos de fabricación cananea. Fundamenta- oRuhizzi
les para el conocimiento de la organización del territorio dominado por los o lrq ata
egipcios son las cartas de el-Amama, descubiertas en el emplazamiento de l¿
antigua Akhetatón (véase el capítulo 4, apartado 3): entre la enorme cantidad o t.
Batruna
de textos encontrados en este lugar está la correspondencia mantenida en6g ')-...,rruéutt¡
los faraones egipcios y los soberanos de las ciudades dominadas por ellos. i'
Un problema que plantea esta importante fuente es que la documentación es inasaLu.'l1a x"ri
cronológicamente muy limitada sólo los últimos veinte o treinh
-abarca pero sabemos que la dominación
años de la dinastía XVIII (c. 1360-1330)-,
: i../+,t*,
egipcia se intensificó todavía más durante la dinastía XIX. Así pues, la ima-
,i"{iiÁ^
'Tubihi,
gen de la dominación imperial egipcia que nos ofrecen las cartas de el-Amar- oKumidi ,o Lafana

na no tiene por qué coresponderse necesariamente con la de la etapa poste-


rior. Más adecuada para este período, aunque también más restringida, sería
la información del papiro Anastasi, de finales de la dinastía XIX, que con- I
a Damasco
a
tiene los inventarios de un funcionario de las fronteras.
Los materiales procedentes de Levante son en su mayoría de carácter . Uzu ,

arqueológico. Nos permiten localizar el emplazamiento de las ciudades en las


diversas épocas, calcular la densidad de población y hacer una estimación de
Samhuna o
los cambios de asentamiento (Gonen, 1992), además de rastrear la presencia \t
ssaruna .saBhim¡
Hazor. --i
de objetos culturales de origen egipcio, la cerámica y la construcción de resi-
''Jiriba§ami - -oH""¡'"
dencias «egipcias». Los textos hititas y ugaríticos nos proporcionan también 'l-
.

algunos testimonios de la situación reinante en el norte de Siria, región en la Mar de . A§taroth ---- i
i
Galilea .----',."" l. Mu§ihuna
, que se enfrentaron, a veces violentamente, hititas, mitannios y egipcios (véan- iúaünnii 'Kani-__'.,'
se los capítulos 5, apartado 4, y 6, apartados I y 2). Los testimonios escritos a
'r----"'t

procedentes de la zona sur de la región son, sin embargo, muy escasos: en ¡ Bosra
Taanach (a 8 km al sureste de Megiddo, sobre el valle de Jezreel, véase el a
a
GARI
mapa 9) se han encontrado trece tablillas (estilísticamente muy similares a las Pelta
cartas de el-Amarna) ligeramente anteriores desde el punto de vista cronoló-
gico a la época de el-Amarna (Albright, 1944; Malamat, 1961); otras siete Siquem
a
tablillas parecidas, pertenecientes más o menos a la misma época que las car- S'apuna

tas de el-Amarna, han sido descubiertas en Kamid-el-Loz, al este de Líbano a


(Wilhelm, 1983), importante centro administrativo egipcio; en otros diversos
lugares se han realizado hallazgos similares de épocas distintas (Siquem, Ge- J ursa

zer, Aphek, Palestina). Esta documentación es importante, aunque muy esca- G'ezá; I

a Ajalon
sa teniendo en cuenta lo ricos que debían de ser los archivos locales. _._§arqa .
Los egipcios usaban diversos términos para designar a Levante, que esta- '. Ascalón o Jotani Belén o Emplazamientos
ba dividido en distintas zonas, utilizándose determinados nombres sólo en i--'feqe------ o Posibles emPlazamientos
olachisti
contextos especiales (las inscripciones oficiales son diferentes de la docu-
o Muhra§ti o Hebrón
mentación de carácter cotidiano). Así pues, convendrá aclarar la terminología
antes de estudiar la formación y el desarrollo del imperio. <<Retenu>> consti-
tuye un término genérico que aparece ya en el Imperio Medio para designar Mnpn 9. Siria-Palestina durante el Bronce Reciente'
a los territorios situados al norte de Egipto. En ocasiones se utilizaba una
358 LAS GRANDES POTENCIAS SIRIA Y LEVANTE 359

expresión más concreta, <<Retenu Alto>>, posiblemente para designar la zona la región cananea, y acabó perdiendo sus territorios imperiales (Sety I - Ram-
montañosa del interior del país. «Djahy» es otro término introducido durante sés VI: 1305-1134 11294-11341).
el Imperio Nuevo, y se aplicaba a la llanura costera, posiblemente en particu- La primera fase refleja el afán de Egipto por arrinconar a los hicsos y
lar a Fenicia. Pero a veces se utilizaba en un sentido más general, comparable destruir sus centros de poder en Palestina (véanse los capítulos 3, apartado 5,
al de «Retenu)>. Relativamente raro es el uso de otro término bastante antiguo, y 4, apartado 2). El centro de interés de las campañas era, pues, el suroeste y
«Fenkhu», para designar a Fenicia. Todos estos nombres pueden aparecer en el interior de Palestina, donde el testimonio de los escarabeos indica que se
las inscripciones. En las cartas de el-Amarna el término más habitual para de- hallaban situados los bastiones de los príncipes asociados con los hicsos. Al
signar a buena parte de esta región es «Kinahni» (es decir, <<Canaán»). §s parecer, diversos faraones (Amosis y Tutmosis I, con toda seguridad; posible-
aplicaba a la zona corespondiente al litoral de Palestina desde la altura de mente Amenoñs I; Tutmosis II y Hatshepsut de forma más dudosa) realizaron
Gaza hasta la frontera entre los modernos estados de Israel y Líbano. campañas en esta zona e incluso más al norte, en Siria, hasta la frontera de
En «Canaán>>, el modelo sociopolítico estándar era la ciudad fortificada Mitanni, donde Tutmosis I llegó incluso a erigir una estela en la margen iz-
regida por un príncipe, que controlaba el ¿írea rural y las aldeas circundantes. quierda del Éufrates (Redford,, 1992, pp. 153-154). El objetivo de estas cam-
Las ciudades se hallaban situadas a lo largo de la costa, en las rutas que con- pañas era eminentemente agresivo/defensivo; no se produjo ningún intento de
ducían hacia el interior del país, o a orillas de los ríos. Eran muy pocas las esmblecer un control permanente de la zona ni de extraer de ella unas rentas
que se encontraban en la zona montañosa. Es posible que el estado de Amu- constantes. Prueba de ello serían posiblemente la destrucción de poblados en
mr, al sur de Ugarit y al oeste de Kadesh, careciera de un centro urbano (Li- ¡oda esta región y el abandono de muchos de ellos, sin que muestren el me-
verani, L979, pp. 14-20). Asimismo parte de la población llevaba un régimen nor rastro de ocupación egipcia, aunque no todos estos fenómenos puedan
de vida trashumante, como por ejemplo los shasu de Edom (Giveon, l97l) y aribuirse a los primeros tiempos de la dinastía XVIII. Las dos únicas excep-
los grupos incluidos bajo el término bastante mal conocido de <<sutu». Estos ciones son Tell el-Ajjul (a 6 km al suroeste de Gaza), posiblemente Sharuhen,
pueblos podían crear de hecho creaban- problemas a los estados seden- uno de los principales centros de poder de los hicsos, donde se estableció un
-y y desde luego también supusieron una dificultad
tarios y a sus gobernantes, pequeño campamento fortificado (Kempinski, 1974),y Gaza, que, al parecer,
para la dominación egipcia (especialmente durante la dinastía XIX). El pue- quedó sólidamente en manos de los egipcios a comienzos del reinado en so-
t
blo llamado de los 'apiru (o habiru) es bien distinto. No es probable que liario de Tutmosis III (Redford, 1967).
\ constituyera un grupo lingüística y culturalmente coherente. El estudio inten- A partir del reinado en solitario de Tutmosis III (tras la muerte de Hat-
¡

sivo de los contextos en los que aparece este término indica que se aplicaba a shepsut, véase supra, el cuadro l5), se produjo un replanteamiento a fondo de
1
una serie de colectivos muy heterogéneos: esclavos fugitivos, exiliados políti- las relaciones de Egipto con Levante. Los egipcios no dudaron en afirm¿u su
cos, bandoleros, y campesinos sin tierras, es decir, a la gente que ocupaba un derecho a gobernar y explotar la región, y poco a poco fueron definiendo la
lugar marginal dentro de la sociedad y que se ganaba la vida de modos muy frontera entre sus posesiones y Mitanni. Los anales de Tutmosis III reflejan
diversos (labores agrícolas de temporada, robos, servicios mercenarios). Así la aparición de unas nuevas directrices políticas en Egipto. Constituyen una
pues, no es de extrañar que se utilizara ese nombre como término injurioso de las inscripciones históricas egipcias más largas e importantes y, si excep-
(Weippert,l97l, pp.63 y ss.; Loretz, 1984). tuamos la estela de Piye (véase el capítulo 12, apartado 1), nos ofrecen la re-
lación más completa de las gestas militares de un faraón egipcio. El texto
contiene alusiones directas que demuestran que se basaba en documentos re-
l
Las conquistas egipcias gistrados sistemáticamente, guardados en los archivos reales, en los que se
daban detalles más a fondo de cada campaña en particular. Por ejemplo:
Podemos distinguir varias fases en la presencia del imperio egipcio en Siria-
Palestina: la primera vino marcada por una serie de campañas agresivas y de Todo esto hizo su majestad ... fue registrado a diario, con el nombre de
carácter destructivo (Amosis I - Hatshepsut: 1552-1469 [1550-1458]); la se- cada día, bajo el título de ... Luego fue archivado en un volumen de cuero en
gunda fue la que corresponde a la implantación de la soberanía egipcia y al el templo de Amón en el día de la fecha (Urk. lY, 667; ARE,II, § 433; Lichr
establecimiento de una organización imperial (Tutmosis III - Tutmosis IV:
,
heim, 1973-1980 [0I], II, p. 33).
1469-1403 [1458-1390]); la tercera fase, correspondiente al «período de el-
Amarna>> en sentido lato, fue la época de firme implantación del imperio Así pues, el proceso de anotación y registro de los hechos era bastante
(Amenofis III - Horemheb: 1403-1305 [1390-l294il); por último, la cuarta co- complejo: se llevaba un diario de campaña y, una vez de vuelta en Egipto, se
rresponde a la época en la que, en parte debido a la expansión hitita en Siria, escribía en un volumen de pergamino una memoria basada en el diario que
Egipto consolidó su dominio sobre la frontera norte, fortaleció su control de se guardaba en el templo de Amón de Tebas. Se extraían de la relación com-
I

i
i
i
360 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 36r
I
I
pleta sólo los puntos más importantes, que se redactaban
I
I
en forma literari¿
ellos, y tuvieron que lanzarles [desde lo alto] unos vestidos para ayudarles a
;

para ser grabados en la inscripción colocada en los


muros del templ.. kü entrar en la ciudad (Urk.IV 659; ARE,II, § 430; Lichtheim, 1973-1980 [0I],
I
«edición» definitiva es la que ha llegado a manos
I
de los especialistas rno- ll, p.32)
:
dernos' Al oeste de Tebas sé ha excavado la tumba del (probáble)
escriba oe
campaña Tjaneni (ARE,II, § 392). Una estela erigida baitante al-sur,
' bel Barkal, celebra en tono poético tanto las vicórias de en Ge_ En este punto se reconoce que los soldados egipcios cometieron un error
Tutmosis
norte como las conquistas realizadas en la frontera sur (urft.
III en el
ten además las <<listas topográficas>r, en las que se detallan
Iy 365). Exis-
los lugares torn& Pues bien, si las tropas de su majestad no hubieran volcado su ánimo en
dos, y que quizá estén basádas en los itinerários de campaña;
fueron copia- saquear las posesiones del enemigo, habrían [tomado] Megiddo en este mo-
das también en inscripciones en Karnak. En general
las liitas de Tutmosis III mento, cuando el malvado enemigo de Kadesh y el malvado enemigo de esta
parecen bastante fiables, pero su uso suscita-algún
que otro problema, pues ciudad estaban siendo izados a toda prisa al interior de la ciudad (Urk.IY 659-
no todas se han conservado íntegramente. Además es posible 660; ARE,II, § 430; Lichtheim, 1973-1980 [0I], II, p.32).
que sufrieran
algún tipo de manipulación literaria y, por si fuera poco,
los topónimos no
siempre pueden identificarse fácilmeító lugares reales sobrl el terreno En otras palabras, las defensas de la ciudad se debilitaron en gran ma-
(Aharoni, 1979 [OGd], pp. 162_166). "on nera cuando sus habitantes se vieron obligados a dejar entrar a los que huían
La campaña descrita con más detalle por Tutmosis es la primera. del campo de batalla, circunstancia que habría supuesto para los egipcios la
Su prin-
cipal punto de interés es el largo asedio y caíd,afinal de
Megiddo, al norte de ocasión ideal para entrar en Megiddo; pero los soldados se entretuvieron en
Palestina, centro de una coalición formada po, giun
cantidad de príncipes recoger el rico botín que yacía de cualquier manera en el campamento aban-
locales, entre ellos.varios de países-situados ;ry;i norte. El ejército egipcio donado, y por 1o tanto fue a esto a lo que prestaron toda su atención, desa-
salió de Menfis, dirigiéndosé a sile, en ra purá oriental provechando la ocasión de tomar la ciudad. En consecuencia, el asedio se
del áelta, y desde
allí siguió la ruta costera hasta Gaza, pod". ya de Egipto. La marcha pro_ prolongaría durante varios meses antes de que se rindieralaplaza. En el mo-
", haíta Jope, a la que fue preciso
siguió, sin encontrar demasiada resistencia, mento de la rendición, los príncipes ofrecieion a Tutmosis III numerosos
poner-asedio y que, según un cuento popular
egipcio de épocá posterior, fue regalos en forma de metales y piedras preciosas, caballos y carros, así como
tomada gracias a u-na estratagema i¿ei¿a por uñ soldado provisiones para su ejército, gesto con el que venían a demostrar su dispo-
¿e rutmosis, poste-
riormente nombrado gobernador de. r-a pra)a (simpson , tg73 pp. g sición a acatar su supremacía y a prestarle su ayuda. El faraón escogió a
Los anales no mencionan este incid"nt", tai ver'porque [0I],
r-g4).
no justificaba una unos cuantos individuos encargados de llevar los regalos a Egipto, al tiempo
alabanza en toda regla del soberano. Nos permite, que confirmaba a los príncipes en las posiciones de poder que ocupaban en
eso sí, atisbar cuál era el
tipo de leyendas que-corrían por Egipto u""."u ¿e tos soldados sus ciudades de origen. De hecho pasaron a ser dominados por Egipto gran
del faraón,
de sus hazañas y.de las recompensáJ recibidas, circunstancia número de estados de Palestina: ahora cada soberano debía así su trono al
que sin duda
alguna contribuiría.a.reforr* ér apego personal de la poblacióá faraón, gracia obtenida a costa de expresar formalmente sus propósitos de
a ra dinas-
tía (véase Amosis, hrjo de Ebana, tu[itüfo 4, apartado 2). lealtad, simbolizada mediante la entrega de valiosos regalos y demostrada en
Por último, el ejército llegó a la iierra del barmelo, la práctica por las provisiones suministradas a las tropas egipcias. Esta rela-
donde le aguardaba
en Megiddo y sus alrededores una coalición de trescientos ción de dependencia se vería más tarde teafirmada regularmente y expresa-
treinta p?ircip.s,
encabezada por el soberano de Kadesh, en Siria. da de manera concreta por medio del pago de un tributo, del aprovisiona-
Esta circunstancia ofrecía
una ocasión inmejorable para exaltar el arrojo del
faraón y ridiculizar la hu- miento del ejército egipcio, y del envío de tropas adicionales siempre que
millante derrota del enemigo. Se presenta al soberano desatendiendo fueran solicitadas.
las
advertencias de sus consejergs, cargándo con valentía
en el campo de batalla, La caída de Megiddo vino seguida de un gran número de incursiones me-
pese a que el número de soldados que lo acompañaban
no era muy grande, nores: una de ellas llegaría hasta la región del mar de Galilea, QUe, al parecer,
y naturalmente alzándose con la victoria. El enemigo formaba parte del territorio de Kadesh, circunstancia que prueba el gran po-
se vio obligadó a'volver
t, la espalda y refugiarse en la ciudad: der que por aquel entonces tenía esta ciudad. El nombre de Damasco aparece
,
I
l, en una lista de ciudades conquistadas por esta misrna época, hecho que nos
cuando vieron que_ su majestad ros superaba, huyeron de
il cabeza [a] Me- hablaría de una ampliación de la campaña hasta la zona del desierto de Siria.
giddo con el miedo reflejado Ln t, rostro, abandonando
i
caballos y carros de I Damasco quedaría situada más tarde cerca de Ia frontera septentrional de Egip-
y
9to plata, y entrando en la ciudad ayudándose de unos vestido, ir.u escalar
f,
la muralla' Pues sus habitantes habíán cerrado las puertas to: su estratégica posición y sus ricos recursos harían de ella un centro im-
de la ciudad tras portante, que Egipto desearía siempre tener bajo su control (Pitard, 1987). Las
362 LAS GRANDES POTENCIAS SIRIA Y LEVANTE 363

campañas posteriores fueron realizadas a todas luces


con el objeto de conso- dominios no pasaban más allá de Kumidi (la actual Kamid el-Loz) (Hach-
lidar el dominio territorial alcanzado por Egipto durante la priáera
guena, y rnann, 1970) y probablemente llegaban hasta Damasco, situada al sureste.
de reforzar el orden administrativo establecido. Pero durante
las campañas Todo el territorio situado más al norte seguía siendo independiente o se ha-
quinta, sexta y séptima, los-egipcios empezaro-n a poner
sus ojos más allá de bía alineado en el bando de Mitanni.
la región de Palestina y a fijfie en el norte de siria. se estábleció Amenofis II (1438-141211425-13981) logró al fin imponer un juramento
una ca_
dena de estaciones navales a lo largo de la costa siria, al rey de Kadesh, además de cazar numerosos animales salvajes
destinadas a acoger a de lealtad
los.navíos egipcios y aprovisionu. ál ejército; en una
de ellas, ,{Jilaza(la or_ con su ejército en el valle de la Beqa y en Niya. Los textos conmemorativos
tosia de época helenística, en la frontera norte de la actual
república de de sus acciones bélicas no nos ofrecen tanta información como los de su pa-
Líbano), se colocó una guarnición. por desgracia, los anares
no hablan mu_ dre, pero da la impresión de que siguió adelante con la decidida política de
cho acerca de las campañas de estos años, limitándose a mencionar
la lle- Tutmosis III de socavar el poderío de Mitanni en el norte de Siria con vigor
gada de- las tropas a los puertos, su desembarco y
las marchas realizadas eincluso con cierto éxito (ARE,II, §§ 78I-798). Durante el noveno año del
tierra adentro (contra Tunip y Kadesh, véase supra, mapa
9). Laparte más reinado de Amenofis II fue aplastada brutalmente una gran sublevación en
septentrional de este territorio se hallaba dominada poi
tuiíunni,J los pe- Palestina, en la que se vieron implicados siete dinastas locales, siendo ex-
queños estados que no estaban bajo el control
directo de este reindpertene- puestos públicamente los cadáveres de los caudillos derrotados: fueron col-
cían-desde el punto de vista potítiio y económico a t
gados cabeza abajo en la proa de la nave real; más tarde, seis de ellos fueron
su esfera de poder (véa-
se el capítulo 6, apartado l). probáblemente Mitanni les prestara r
apoyo suspendidos de las murallas de Tebas, y otro de las de Napata, que marcaba
cuando anteriormente ofrecieron resistencia a Tutmosis
III, de modo que I la frontera sur del imperio. El éxito alcanzado por Amenofis II al suprimir
toda esta zona se convertiría en el principal caballo de
batalla entre las dos esta seria amenaza a la dominación egipcia de la zona fue reconocido me-
potencias (Klengel, 1965-1970, I). I diante el envío de embajadas de Mitanni, Hatti y Babilonia. En adelante se-
Los intentos de Egipto por establecer su superioridad en la ría preciso tener en cuenta la presencia política de Egipto como un elemento
zonallegaron
a su punto culminante durante.la octava.u*pañu de pefmanente en la zona, cuyas actividades no se limitaban a unas cuantas in-
Tutmosis (conocida con
:i:to_9.!u]t9 g.1.]T a la inscripción de Amenemhab, uno de sus sordados, cursiones ocasionales sin más objeto que incendiar unos cuantos poblados y
ARE,II' §§ 574-592): cercade Aleppo se libró una batalla contra los conseguir un poco de botín.
esrados
del norte de siria y un ejército mitannio, dirigido p9r el propio Tutmosis IV (1412-1403 U398-1390]) continuó, al parecer, con la políti-
soblrano de
Mitanni; los mitannios se retiraron al otro ta¿-o ¿ef Eufrates perseguidos ca de dureza de Amenofis II en Palestina, deportando a la población de Ge-
por
los egipcios; por fin llegaron en unos carros las naves construidas zer, que fue establecida cerca de Tebas (Urk.IV 1556, l0-11; ANET,248;
en Líba-
10;Jutmosis y su ejército se embarcaro¡ en ellas y navegaron ío abajo des- Weinstein, 1981, pp. 13-14). El fortalecimiento cadavez mayor del control de
de carchemish hasta Emar, asorando el territori";irrrá;;
u*l J* ruoo
del Éufrates. La triunfante pto..rion a lo largo del río vino precedida
Egipto sobre Siria-Palestina, junto con los reveses sufridos por el poderío de Mi-
de la tanni en el norte de Siria (por ejemplo, la pérdida de Aleppo a manos de Tud-
erección formal de una estela conmemorativicolocada haliya I de Hatti), fue uno de los factores que motivaron las negociaciones de
a o¿rias áLi Éur.utes
junto a la de Tutmosis I, abuelo de Tutmosis III. paz emprendidas entre los dos estados, y que fueron selladas con el casa-
En el camino de vuerta, el
faraón cazó vanos elefantes en Niya (en el valle del miento de una princesa de Mitanni con Tutmosis IV. Más o menos por esa
Orontes); a continuación
se dirigió al puerto de sumur (al norte de ullaza), misma época parece que los egipcios llegaron a un acuerdo amistoso con el
donde la entrada de Egipto
en la escena de la política internacional fue recónocida rey de Hatti a propósito de ciertos mercaderes anatolios procedentes de la le-
mediante el envío de
una serie de embajadas y regalos procedentes de los jana ciudad de Kurustama, que fueron establecidos al sur del valle de Ia
estados vecinos de Hat-
ti y Babilonia; anteriorm"nt" esiria ya había enviado regalos. Tutmosis Beqa, a la sazón en territorio egipcio. En último término, sin embargo, el
se
dirigió de nuevo tierra adentro hacia Ll oront.s y se dicJque acercamiento de Egipto y Mitanni significaba que los hititas veían-frustradas
tomó Kadesh
(la actual Tell Nebi Mend), cuyo príncipe había de momento sus ambiciones de dominar el norte de Siria. Durante el reina-
,i¿o o.r,o años antes uno de
los cabecillas de la resistenciá ¿é uegloao. Pero la derrora do de Amenofis III (1403-1364 U390-13521) no se produjo ninguna campa-
de Kadesh fue
más nominal que real: no, se dejó en laliudad ninguna ña real en Palestina, circunstancia que viene a confirmar el hecho de que el
guarnición egipcia, el
soberano local no prestó juraménto de lealtad a Efipto, firme control establecido por sus antecesores seguía en pie.
y Tutmosis habría de
organizar todavía por lo menos otras tres campañás
en esta zona. El texto re-
vela que Kadesh era independiente y que eitaba en el
bando de Mitanni
(Klengel, 1965-1970, I). Ar final del ieinado de
Turmosis III, Egipro conrro-
laba toda la costa hasta la altura de lJllaza, mientras que
en el interior sus
t 364 LAS GRANDES POTENCIAS
SIRIA Y LEVANTE 365
I
I Canaán bajo el poder de Egipto En esta carta podemos ver con toda claridad las exhortaciones a velar por
la salvaguardia de la ciudad en nombre del faraón, y la exigencia de coope-
I
La cantidad de ciudades y poblados destruidos nción y de obediencia total a las órdenes del monarca (posiblemente so pena
I durante la segunda fase de muerte). También nos habla de la existencia de una institución egipcia
I
de la expansión egipcia fue inmensa, y precisamente
I de esta época data ra («el establo del rey en Canaán») dentro de los territorios imperiales. Las exi-
I
decadencia, cuando no la extinción, á. nu*"rosas
i ciu¿ades de palestina gencias de suministrar al faraón valiosos regalos (incluidos seres humanos),
(Gonen, 1984; weinstein, lggl). La población
¿e las zonas monta-
I del sur del país disminuyá noiuúirrn.nte y se produjo según su deseo, quedan de manifiesto en esta otra carta:
I un rraslad" oJhrfiirl
de los poblados a lugarei situados junto í rur
I
grunáes rutas que atravesaban Así (habla) el rey: Te envía esta tablilla que dice lo siguiente: ¡Ten cuida-
I el país, a lo largo de ra cost a y a lai ilanurur y"ruii"s
l
plo' sharon, Jezreel). Paralelámente a la desirucción más fértiles (por ejem_ do! Debes proteger el lugar del rey, en el que estás ahora. Prepara a tu hija
para el rey, tu señor, y prepara las contribuciones: [2]0 esclavos de primera
i
se produjo la erección
de numerosas fortalezas militares y de centros clase, plata, carros y caballos de primera clase, de modo que el rey, tu señor,
administ.atiuosl destinados a
controlar el país y a sacar provechó de sus p.oou.to.. diga: «¡Estupendo!» de lo que has ofrecido a modo de contribuciones al rey
Las cartas de Thanach
(y el texto de Gezer) nos muestran el moáelo destinadas a acompañar a tu hija. Sepas que el rey es igual que el sol en el fir-
habitual de relaciones exis-
tentes entre los dinastas locales y el faraón mamento. Sus soldados y la muchedumbre de sus carros se encuentran muy
egipcio: aquéllos tenían la obli-
gación de saludar protocolariamánte a cualqulá bien (EA 99; Oppenheim, 1967 [0I], n." 65).
miembro de la familia real
o a sus representantes en palestina, a suministrar
tropas y a pagar un tribu_
to' Conocemos un papiro en- el que aparece una La correspondencia de el-Amarna demuestra asimismo que los numero-
larga lista de ciudades de
Djahy dominadas poiros egipciós, cuyos regados sos dinastas locales estaban en constante competencia, cuando no en cons-
hábran acudido a Tebas,
probablemente por uno de ésos motivós, ante conflicto, unos con otros, circunstancia que los egipcios no dudaban
rec"ibiendo raciones de cerveza y
grano (papiro del Hermitage, rll6A: Golénisch.rr en aprovechar (Giles, 1970). Las acusaciones de traición a la causa egipcia
lgr3). Más o menos por
el <<período de el-Amarnar, a raíz de_ las grandes'conquistas o la justificación de dichas acusaciones a costa de denunciar al vecino esta-
(es decir, du_
rante la <<fase tres»,.véase srpra, p. 35g),-ras ban a la orden del día, subrayando al mismo tiempo la propia lealtad. Vea-
cartas dé er-Amarna reflejan
una situación muy similar, péto .on mucho mos un ejemplo:
más detalle. La administración
egipcia en Levante tenía su centro en Sumur,
Gazay Kumidi, con diversos
oficiales (en acadio rabi;u) encargados de superrii. Al rey, mi señor y mi sol: mensaje de Lab'ayu, tu siervo y el polvo que pi-
que este hecho suponga, como hin pensado
la zona.No es seguro san tus plantas. Me arrojo a los pies del rey, mi señor y mi sol, siete veces y
algunos (por ejemplo, Helck,
l97l), que el territorio estaba claramente dividiáo en siete veces. He cumplido las órdenes que el rey me escribió en su carta. ¿Quién
tres regiones guberna- soy yo para que el rey pierda sus tierras por mi culpa? Lo cierto es que soy un
mentales; es posible que existieran más centros
administrativos, por ejemplo fiel servidor del rey. No soy rebelde ni falto a mi obligación; no me he retra-
uno€n Jope' La solidez de la dominación egipcia
qu"ou claramente ilustrada sado en el pago de mis tributos ni me he negado a nada de lo que mi prefecto
por las cartas:
me ha exigido. Me calumnia injustamente, pero el rey, mi señor, no investiga
mi (supuesta) rebelión. Además, he aquí en qué ha consistido mi rebeldía:
Habla a Endarut¿, er hombre de Akshapa (cerca cuando entré en Gazru (Gezer), decía constantemente: <<Todo lo que me perte-
de Akko): Así (habra) er
rey: Te envía esta tablilla que dice lo siguienter'"¡r"n nece a mí se lo lleva el rey, ¿pero dónde está lo que pertenece a Milkilu?». Sé
cuidado! Debes proteger
el lugar del rey., en el que Lstás ahora""erroiu lo que Milkilu está haciendo contra mí. Por otra parte, el rey me ha escrito
," envía a Hanni, hijo de
Maireya, superintendente del establo del rey "i'.ó
óunáan. presta mucha atención pidiéndome a mi hijo. Yo no sabía que mi hijo era compañero de los 'apiru.
lo que te diga, de modo que er ."y no",u"u Se lo he entregado a Addaya. Además, si en su carta el rey rne pidiera a mi
1.19do
diligentemente cada parabra qu" t" diga y
ti ninguna farta. Escucha
"n con sumo esmero.
cúmprera esposa, ¿cómo iba yo a quedarme con ella? Si el rey me escribiera diciendo:
cuidado! ¡No seas negligente!hrt", de-ra-llegaau ¡Ten
¿e ros arqueros del rey, pre_ «¡Clávate un puñal de bronce en el corazón y muere!>>, ¿cómo podría yo no
para gran cantidad de víveres, vino (y)
todo lo demás. Está a purto á" ilegar cumplir las órdenes del rey? (EA 254; Oppenheim, 1967 [0I], n." 68).
donde tú estás muy pronto y cortará Ias
cabezas de ros enemigos der rey.
sepas que el rey es igual que el sor en el
firmamento. sus sordados y la mu_ No obstante, la idea de que este tipo de rivalidades locales son un indi-
chedumbre de sus carros se encuentran
muy bien (EA 367: RA, lg Ílgz2), cio de que los egipcios aplicaron en su imperio la política del laissez-faire y
p. 105; Oppenheim, 1967 [0I], n." 64; ANOí,;S¿). '
de que no se esforzaron demasiado en controlarlo, es errónea (Several, 1972).
Los dinastas cananeos eran a todas luces responsables de la protección de los
intereses egipcios a escala local, su lealtad era cuidadosamente vigilada, y
+
I
I 366
LAS GRANDES POTENCIAS
\ SIRIA Y LEVANTE 367
estaban obrigados a pagar
su ributo,puntuar
y cumpridamente. A
E
les garantizaba el minleni,,i.nto-oeior¿en, país de Kasha, para que las habiten en lugar de aquellos a los que deporté>>
á" ,,"oo qu" ,, pi;r::T[il: l
daddependíadeIapoyovlaavu¿areciuiao,áá,rgipto' I (Edzard, 1970, n." 1).

Habla al rey, mi señor, mi dios, I Esta carta demuestra a todas luces que la política imperial de Egipto ad-
Zimreddi, alcaráe de sidón.
mi sol, mi aliento de vida: ¡
Me arrojo a los pies d. I mitía medidas como la deportación y el asentamiento de nuevas personas en
mi aliento de vida, siere veces y .s.pude mi señor, ,. d"',uj.
ra sierva der rey, mi señor,
sietá ,"r"r.
qr.'h;,"r"" ui"",l po.ner
..y. .i
,Já;Lli; Tili,.,l:
"l bajo mi prorección,
t hs zonas previamente despobladas. Si añadimos la información de esta carta
halra sana y sarva. cuandá a los testimonios del asentamiento de deportados de origen cananeo en Tebas
"
cribió u
Jscuché- ru, prruuru,
servidor, mi corazón se ,enó
d"r ,.y, mi señór, cuando se y Nubia por orden de Tutmosis IV y Akhenatón respectivamente (véase sa-
".rt:--ru
mis ojos br,raron, ar oíi Ias á" goro,mi cabeza r es_
t
pra, p.363, y capítulo 4, aparfado 3), y a los testimonios más generales que
parabras der rey, mi señor. I

rl li;grá"ir;Jilueros der rey, ;"rl-#il t hablan de la entrega de prisioneros de guera a los templos para que trabaja-
hecho los preparativos para sepa el
he preparado rodo segrin ras or¿en"esEi;ü; señor.
mi señor. Lo ran en sus fincas, nos damos cuenta de que [a idea de que la dominación egip-
que la sueT.a conrra mí es s"pu á'r"y, mi señor, cia sobre Canaán era bastante laxa (o incluso más bien suave) es errónea.
mi prorección se han unido
muv cruel. rodaí
,;;;;. il"i;;;;+!: ;í
puso bajo Aunque durante el «período de el-Amarno> (véase Weinstein, 1981; Merille-
p-óü;" er rey bajo !iIa prbtección I
un hombre que comande a ^í*
los arqueros deriey, para lramar de es, 1968) podemos rastrear la existencia de algunos cambios en los modelos
a capíturo a las
ros iapirr, ¿" ,rLrt. que de
ciudades que se han unido
bajo mi prorección para que
i nuevo.ras pongas comerciales vigentes en Canaán, no existen motivos ni testimonios claros que
pueoa ürvii uL."y, nos permitan suponer que los egipcios suavizaron notablemente en esta épo-
ya mis antepasadoslpe i++; 3i_üno., .on,oio^(ti.i..on)
opp"r;;;;, iif,,7 [0r], n." 70). ca el control que ejercían sobre Ia zona. En la actualidad disponernos de in-
un elemento importante de Ia política dicios bastante seguros de que Akhenatón realizó maniobras militares en
gión era hacer qu" uigungs trijÁ egipcia de cara al control de
la re- Levante (Schulman, 1978 y 1988), lo mismo que sus sucesores, Tutankhamón
J:.,": pÍr;iÉ;;iur"o, se criaran en ra cor_ y Horemheb. El escenario internacional cambió profundamente en esta época,
re de Egipro. De esre
modo r. ru-,i*ir;b*;;;
la etiqueta de ra corte, y establecían iicostumbres egipcias y con cuando el aliado y socio de Egipto, Mitanni, fue destruido por el rey hitita
lazos J.- un,irrud y obligación Suppiluliuma I, cuyas conquistas en el norte de Siria llegaron a rozar peligro-
con miembros de ra crasé dirigenie.-prt" mutua
var a la corte eeipcia a las
t uri^"o-o ra costumbre de lre_ samente las fronteras egipcias (véase el capítulo 5, apartado 4).
".ná,
hijís á" ro, ainurtur'ro"ui"r, La conquista del norte de Siria por los hititas y la presión cada vez mayor
Ios víncutos de"rós p.rrcipes contribuía a fortarecer
í sus- ramir;;; ilJluto¡¿ades egipcias :
de los pueblos pastores al este del Jordán, que llegaron a penetrar en el sur de
Habra ar rey, mi señor, mi Palestina, determinaron las actividades de la dinastía XIX (cuarta fase). Sety I,
mensaje de yahtiru, tu servidor
pisan tus prantas. Me anó¡o [sor]: y porvo que Ramsés II y Merneptah realizaron importantes campañas en el sur de Canaán,
siete veces. Además roy aero.
u'ior-pi..
9:í r",
mI seRor, mi sol, .á,! u..r, y estableciendo un número considerable de fortalezas y residencias guberna-
lu.gó el fier ,.íi¿o, der rey, _i;&;.:
p-nton'"' üiré aquí mentales (fácilmente identificables) (Weippert, 1988 [OGd], pp.27l-274). La
il#"Jlf áLLllXf,iJijT ';;l;"v1y!"ne., i áiii",,uuu ru enorrne cantidad de inscripciones egipcias en estatuas, estelas o grabadas sobre
ma, pero vo no me apartaré
el rey, mi señor, a yanhamu,
*d:liid: ,{,ffi#:r:,t:ü*iJ"}:l]"J,u,1,.,: la roca viva descubiertas en Canaán datan de esta época. Estos documentos, así
,u p."r".io. gn *iluu"nrud, me IIevó como los diversos artículos menores de estilo egipcio, la cerámica egipcia de fa-
serví al rev, m.r r.Io" gu*áJ a Egipto.
v
gunte er rey, mi señor, i
ü;;; i"',r'"i]o"d der re¡ mi
señor. pre_
bricación local y el testimonio del papiro Anastasi 3, en el que se habla de po-
su prefecto, si guar¿o-ülJ"nu zos, fortalezas y puestos militares que llevan el nombre de diversos faraones,
y Ia puerra de ra ciuda¿ ae yapu, de ra ciuda d de Azzafu
y doqiiera ,* íül_,os arqueros der rey, mi demuestran que la dominación militar egipcia se intensificó enormemente du-
señor, altá voy yo con ellos
1Éa'áil, 6p"rtC"lru., [0I], n." 69). rante esta época; y desde luego no parece que disminuyera hasta finales del rei-
La rigidez ae.t-¡ontlol de Egipto nado de Ramsés III (1152). El otro escenario de las campañas de comienzos
sobre sus territorios levantinos se ve de la dinastía XIX fue la frontera norte, zona en la que los faraones, deseosos
atestiguada ulteriormente po*ná
á" Ias cartas .r,.onou¿as en Kamid de nuevo de apoderarse de Kadesh, intentaron acorralar a los hititas. Pero el
y dirigida al gobernante dé Damasco er_Loz
(como tu, a.t-u..hivo de el-Amarna, éxito de estos intentos fue bastante limitado: de hecho durante algún tiempo
trata de una tablilla de arcillu se
en acadio): después de la batalla de Kadesh (1286 fi275)),los egipcios perdieron el con-
"r..iiu
Habla azaraya, er hombre de..Damasco. trol de la región de Damasco. Pero, en general, este fracaso no fue ni durade-
vío esta tabriila, mi mensaje pura Así (habra) er rey. Ahora te en_ ro ni demasiado serio, y la situación se arregló para satisfacción de uno y otro
ti. Ít.*, *rrÁJ'u ro, ,apiru...,
cuales te decía en mi tu.tá sobre ros bando gracias al tratado firmado por las dos potencias (1269 t12581) (véase
lá .igui.nt",
"s" r"r-L"t."ga.é a las ciudades del el capítulo 4, apartado 4). Lo que no está claro es cómo y por qué razón los
368 LAS GRANDES POTENCIAS \ SIRIA Y LEVANTE 369
egipcios perdieron el control de la zona de canaán (véase
el capítulo 4, apafta- oro por todas partes. Un estatua de ébano de ese enemigo con incrustaciones
d9 a)' Todo lo que podemos decir es que no existen testimoniós
de la presen- de oro y la cabeza de lapislázuli ... vasos de bronce y muchos vestidos del ene-
cia egipcia en esta zona a parrir del reinado de Ramsés vI (1144-1136).
migo (Urk IV, 663-664; Lichtheim, 1973-1980 [0U, II, p. 34).
¿Qué es lo que sacaban los egipcios de su imperio del norte? Los pro-
ductos que obtenían habitualmente -de canaán ..un grano y
vino: en nume_
rosas comarcas había-.fincas perten-ecientes al propio
faraón, a miembros
¿ Nota sobre el imperio egipcio en Nubia
la familia real o de diversos templos de Egipio. hrobablemenre
otra de las
obligaciones impuestas a los dinaitas localei iu".u la de
suministrar la mano Probablemente fuera durante el reinado de Hatshepsut y Tutmosis III
de obra básica, necesaria para la explotación de las fincas
los egipcios (EA 365). Loi aceites finos d9 la regián
pertenecientes a 0490-1436 Í1479-1425)), cuando Egipto estableció con firmeza su dominio
eran muy apreciados y sobre la región de Dongola Reach, en Nubia, e incluso más al sur, hasta la
llegaban a Egipto.en calidad de regalo o bien .orio
mercancía-u.rdibl. (Go- Cuarta Catarata (estela de Tutmosis III de Gebel Barkal, Urk.IY,365; Cum-
nen, 1992, p' 284)- Thmbién se eiplotaban los ricos
recursos madereros de ming, 1982, pp. l-6).Egipto no perdió este territorio hasta finales de la di-
Líbano, siendo requisados probablemente por el faraón en
función de la de- nastía XX (1069). Es una lástima que no conozcamos tantos detalles de las
manda; la madera.era utilizada para la fabricación de los
navíos que necesi- campañas de Nubia como de las de Levante, donde los materiales no egip-
taba la armada egipcia, y la de mejor calidad se destinaba
a la construcción cios sirven de complemento a los testimonios disponibles. El carácter unila-
de los grandes proyectos arquitectónicos del faraón.
El férreo control de la teral y limitado de la documentación puede dar la impresión de que resultó
parte meridional de Palestina permitió a los egipcios,
desde la dinastía XIX más fácil de establecer y de mantener el control de Nubia que el del norte, y
hasta el reinado de Ramsés vi, explotar las riZas
minas de cobre de Timna, de que quizá se ejerciera de un modo completamente distinto (por ejemplo,
e¡ Uadi Arabah (Rothenberg, l97i). Canaán proporcionaba esclavos y Trigger, 1976, pp. 109-114; Frandsen, 1979).La primera hipótesis tiene que
^tuctra caba-
llos, así como carros y guerreros hábiles en ;"r". A;emás el
tu ser falsa a la fuerza, a la vista de las numerosas alusiones a las continuas
control de la zona meridional de Levante puso"n a los egipcios en contacto, campañas contra Nubia durante la dinastía XVIU, y por el hecho de que el
a
través del comercio, con otras regiones situadas
más allá de las zonas domi- cadáver de uno de los rebeldes palestinos fue expuesto en las murallas de la
nadas directamente por ellos. Por ejemplo, las caravanas
de mercaderes se ciudad de Napata, circunstancia que nos da a entender que la intención de tan
trasladaban desde Mesopotamia a egiptó (EA g; véase
el capítulo 7, aparra_ macabro espectáculo era desanimar a los presuntos rebeldes locales.
do
l). Los objetos manufacturados y tur iopu, frrur, cuya producción tenía
en canaán una tradición muy larga y a"ru..ollada, eran
La cuestión de qué tipo de dominación imperial ejercía Egipto sobre Nu-
muy apreciados. La bia resulta difícil de dilucidar, pues para esta región no existe ningún testi-
detallada lista del botín obtarido por Turmosis III rras monio comparable al de las cartas de el-Amarna. Evidentemente era im-
la Megiddo
(incluida en sus <(anales>>, véase ,ipro, pp. "áidáde prescindible un control férreo de la zona para explotar el enorme potencial
360-361) nos da una idea de los
de objeto que llegab*.3 económico de Nubia: había áreas aptas para la agricultura y la viticultura, y
lip::
habla también de la prosperidad Egipto próiedenres de Levante; y de paso nos
dé Cánaan: otras especialmente favorables para la cría de ganado; existían además enor-
mes recursos mineros en forma de diorita, amatista y, sobre todo, oro, del
Una cota de malla de bronce fino perteneciente al príncipe cual existía una demanda constante entre los vecinos de Egipto y constituía
de Megiddo.
Cotas de malla [de cuero] pertenecientes a su malvado
ejército: 200. Arcos: un elemento fundamental en el sistema de intercambio de regalos diplomáti-
502' Varas de madera de mry labradas con plata procedentes
de la tienda de ese cos; por último, Nubia daba acceso a otras zonas más al sur en las que se
enemigo: 7' (A continuación se incluye una lisü de
reses, personas, esclavos, obtenían sobre todo productos exóticos muy apreciados. Así pues, no es de
y guerreros; y prosigue:) calderos de piedras costosas y oro, y
diversos reci- extrañar que los faraones consideraran necesario nombrar un «hijo del rey
pientes ... Una gran tinaja de fabricación siria.
Tinajas, diversos
vasos para beber, grandes ollas, cuchillos: de Kush» para que hiciera las veces de virrey en esta zona. Este personaje
[x +]17, por"áld"ror,-platos,
un total de 1.7g4 deben
(l deben = 91 g). oro en discos sabiamente táuraáos y numerosos discos de controlaba la totalidad del territorio desde Hieracómpolis hasta la tercera
plata por un total de- 966 deben y I kite (decima parte caüarata y, al parecer, era de hecho el gobernador de Nubia. Tenía como obli-
de un deben). Una esta-
tua de plata ... con la cabeza de oro. Bastones con cabezas gación dirigir las relaciones de Egipto con los caudillos de los diversos pue-
humanás (es decir,
con el mango tallado en forma de cabeza humana): 3. blos del desierto y con los príncipes de las regiones situadas Nilo arriba. No
Literas de ese mismo
enemigo de marfil, ébano y madera de ssndjmcon iÁcrustaciones es imposible que esas relaciones se basaran ocasionalmente en el intercam-
de oro: 6. Es-
cabeles pertenecientes a las mismas: 6. Grándes
mesas de marfil y madera de bio de regalos. En algunos casos, cuando algún pequeño principado nubio era
ssndjm:6' Un lecho de madera de ssndjm labrada con oro y
toda clase de pie- vasallo de Egipto, los hijos de sus gobernantes eran enviados a la corte para
dras caras a modo de krkr, pertenecieni" u
enemigo, con incrustaciones de su educación, lo mismo que los hijos de los príncipes cananeos.
"r"
r
370 LAS GRANDES POTENCIAS

De momento las complejidades geográficas, políticas y culturales de Nu-


bia son menos conocidas que las de Levante, pero no tenemos por qué pensar
que el control de Egipto sobre la zona y la actitud frente a sus vasallos fuera
marcadamente distinta de la vigente en Levante (Morkot, 1988). Además,
como resulta cada vez más evidente gracias a los estudios más recientes acer-
ca de la dominación egipcia en Canaán, la incorporación de los territorios del
imperio de Levante se realizó cada vez en condiciones más penosas y el con-
trol militar se hizo, sobre todo en la última fase, verdaderamente despótico y
opresivo (Weinstein, 1981; Singer, 1988). Así pues, la idea de que los egip-
cios mostraron un <<mayor respeto» por la región de Canaán debido a su alto
'l . MESOPOTAMIA c. 1600-c. 900
grado de desarrollo, y de que por ello la trataron con <<guantes de sedarr, a
diferencia de la brutalidad con la que actuaron en la «biírbara» Nubia, pro- l. Le BnsrLoNrA cAsrrn (1595-1155)
bablemente no sea más que un prejuicio. Desde luego no existe en los terri-
torios imperiales del norte ningún equivalente al gran templo imperial de I-a llegada de los casítas
Abu Simbel, y probablemente existieran otras diferencias de detalle por lo
que respecta a la interacción entre dominadores y dominados en una y otra Gracias a los archivos de Mari podemos rastrear en parte la lucha por el
región. Pero tal vez sea más prudente reconocer que ese tipo de diferencias poder que libró Hammurabi y cómo en último términó logró unir bájo su
en la forma de expresar abiertamente la dominación quizá sólo sea un re- mando la zona correspondiente al sur de Irak e incluso más allá (véase el
flejo de dos respuestas distintas a una serie de circunstancias locales dife- capítulo 2, apartado 5). Su capacidad a la hora de mantener un control abso-
rentes, que de momento no conocemos del todo, en lugar de pensar que luto de sus conquistas no fue muy duradera y, a su muerte, sus sucesores
expresan dos modos fundamentalmente distintos de gobernar a los súbditos verían cómo iba disminuyendo continuamente la zona bajo su mando, que al
del norte y el sur. final no se extendía mucho más allá de Bagdad por el norte y quizá de Larsa
por el sur. Pero aunque los reinos de Hammurabi se vieron sometidos a las
presiones externas desde un principio, tampoco debemos exagerar la volati-
lidad del poder de su dinastía. Quizá resulte significativo recordar que, tras
destruir el poderoso reino de Yamhad (con capital en Aleppo) en torno a 1600,
el siguiente objetivo de las conquistas del rey hitita Mursili I fue la propia
Babilonia (véase el capítulo 5, apartado 3). La actitud de los hititas indica
que, casi ciento cincuenta años después de la muerte de Hammurabi, la rea-
lidad política era que Babilonia seguía siendo un estado importante, al que
había de hacer frente el vencedor de Yamhad.
No obstante, las dificultades por las que atravesaban los reyes de Babilo-
nia son evidentes. Poco después de la muerte de Hammurabi, aparece men-
cionada una dinastía rival del «País del Mar» (RLA,8, pp. 6-10). Se sabe
muy poco de ella, pero evidentemente controlaba lazona pantanosa y la fran-
ja costera del sur de Irak,r entorpeciendo así los lazos comerciales que unían
esta región con el norte del país y con el Golfo, y que hasta entonces ha-
hían facilitado el lucrativo comercio con el sur de Arabia (cobre de Omán) y
con el valle del Indo. Esta circunstancia debió de tener serias repercusiones
económicas, aparte de la mella que pudiera hacer en el prestigio real. Una
cuestión aún más debatida es la de cuándo cesó el comercio con el valle del
Indo debido a la paulatina decadencia de la cultura de Harappa. Este hecho
no ha sido datado con seguridad (Fairservis, 1975 [OGj], pp. 296 y ss.), y la
siguiente fase de la historia de India, anterior al desarrollo a comienzos del
primer milenio de los reinos de Oudh, Bengala y Bihar, todavía debe ser cla-
I
313
372 LAS GRANDES POTENCIAS ,uÑroro*IA c. l6oo-c' 9oo

de los escasos fragmentos conseryados de


la lengua casita (Bal-
rificada (Fairservis, 1975 [0Gj], p. 311). Otro argumento que viene a subrayry (MaYrhofer,
han sido Puestas en tela de juicio muY seriamente
la fragilidad del poderío de Babilonia, es que los ataques de Mursili I a du- 1954)
2-473). A juzgar Por 1o
ras penas habrían resultado tan satisfactorios para é1, si en el reino de Babi- Kammenhuber, 1968; Brinkman, 1980, PP.41
no muestra ningún Parentesco
lonia no hubiera habido serios problemas internos. El golpe infligido por los ha conservado de ella, la lengua casita
otra lengua conocida; la po sible identidad indoeuroPea
hititas resultó devastador para el país, pues casi de inmediato la dinastía llegó con nlnguna
de dioses no Permlte llegar a ninguna
bruscamente a su fin, y más tarde el episodio sería recordado como un hecho un pequeño número de nombres
préstamo cultural pas aJero,
trascendental en una crónica babilónica(ABC, n." 20 B. rev. 11). Es posible sión, pues podría reflejar simPlemente un
el lema análo go que Plantean los elemen-
incluso que, a raíz de la invasión hitita, la imagen de culto de Marduk fuera indirecto (véase Prob
caPí tulo 6, apartado 1).
trasladada a Hana, a orillas del Éufrates (para lás dudas en torno a la histori- indoarios en Mitanni; véase el
en torno a los casitas que debería rechazarse definitivamente es
cidad de este hecho, véase Brinkman,1976). Cierto o no, el caso es que los Una idea
relacionado de algún modo con la cría de
babilonios de época posterior creían que la imagen divina había sido robada' de que se trataba de un Pueblo Babilonia sería
por esta época. s,yq ue su éxito a la hora de hacerse con el trono adesaber, el carro de
de manej ar un arma supenor'
Los hititas no se quedaron en Babilonia, sino que se retiraron remonhn- reflejo de su capacidad que este tiPo
do el Éufrates y dejando el país sumido en un verdadero caos político. En dos ruedas, ligero
y rápido, tirado por caballos. HoY sabemos
en su construcción y el consiguiente entrena-
este momento crítico para la historia de Mesopotamia, hizo su aparición un íe carro, las técnicas utilizadas en el Oriente Próximo
nuevo pueblo, el de los casitas, que acabaron convirtiéndose en la potencia miento de los caballos
de tiro fueron desanollándose
.i
dominante en la zona y establecieron una nueva dinastía. Tenemos atestigua- de un modo gradual desde comienzos del segundo milenio (Moorey, 1986).
deter-
s algunos tecnlclsmos casttas que designan
ii
da esporádicamente su presencia en el norte de Babilonia en una fecha muy Además, aunque conocemo atestiguada ninguna
anterior (desde c. 1770), por lo general en forma de pequeños grupos acam- minados colores Y marcas
de los caballos, no tenemos
H
el Período Paleobabi-
pados a las afueras de las ciudades y formando pequeños contingentes de relación esPecial entre los casitas y el cabal 1o durante
mencionados como simPles Peones agríco-
mercenarios en el ejército babilónico, o trabajando como peones agrícolas. lónico, durante el cual aparecen
que los términos casitas fueran adoPtados porque el uso
Fuera de la esfera política babilónica existían, al parecer, otros contingentes las o soldados . Puede por la épo-
de casitas hostiles y belicosos (Brinkman, 1980, p.466; Nashef, AfO,27 [1980], -de los caballos en la guefTa se general izó en el Oriente Próximo
Babilonia. Parece que la uti-
pp. 164-168). Pero la cuestión de sus orígenes y de cómo alcanzaron un po- ca en la que ésto s ejercteron su dominio sobre
arma más imPortante desde el Punto
der y una prominencia tales que les permitieran sentarse en el trono de Ba- lización del carro de dos ruedas como
más o menos la misma éPoca en todos los
bilonia, está envuelta en la más absoluta y desesperante oscuridad. de vista táctico se generalizó Por
Generalmente ha venido pensándose que el origen de los casitas se si- grandes estados del Oriente Próxi mo.
Hasta qué punto afectó a la estructura
general izado de esta nueva
tuaría en los montes Zagros, al noreste de Babilonia, pues durante el primer - socioec onómica de dichos estados el empleo
oscura' La aparición del puesto de
milenio parece que esta región era una zona tribal de los casitas. Autores gre- técnica militar sigue siendo una cuestión
uno de los cargos administrati vos más im-
coromanos de época posterior (como Diodoro o Estrabón) hablan también «caballeriz o>> (kartaP P u) como
q ue efectivamente esas
de un pueblo de las montañas llamado kossaioi, que vivía al norte del Khu- portantes de la Babiloni a casita, induce a Pensar
del ImPerio Nuevo, capítulo 4,
zestán y al que resulta tentador identificar como descendientes de los casitas. repercuslones fueron grandes (véase el EgiPto
apartado 5). ¿Pero qué cambios pudieron
traer consigo las necesidades Pro-
Por otra parte se ha postulado (por ejemplo, por Hallo, en Hallo y Simpson,
y guerreros habituados a combatir en
l97l [0C], p. 106) que los casitas procedían de la región situada al noroeste plas de un nuevo gruPo de aurigas
Posesión de la tierra
los stemas de vigentes
CAITO ? ¿Cómo Pudo modi ficar
de Babilonia, pues sabemos que en el período paleobabilónico reciente un si
de los caballos?
dinasta local del reino de Haná, en la cuenca média del Éufrates, llevaba un la necesidad de Pastos Y de zonas Para el adiestramiento
simplemente a sustituir a los asnos utilizados
en la
típico nombre casita; de modo que la zona más oriental con la que poste- L O los caballos Pasaron lm-
que está claro es la enorme
riormente se asociaría a los casitas no sería más que un lugar en el que ha- guefra durante los siglos anteriores? Lo único
a adquirir en los estados de esta éPo-
brían seguido viviendo y constituyendo un grupo étnico cuando su poderío portancra que carros Y caballos llegaron
de cualq uler potencta
político ya se había desvanecido. La tendencia más reciente es otra vez la de ca; eran considerados una Parte esencial eln tegrante
de saludo que, según ve-
situar la «patria original» de los casitas en los Zagros, pues los testimonios digna de este nombre, como demuestra la fórmula
capítulos 4, aPartado 3; 5, apar-
acumulativos apuntan en esa dirección (Nashef, AfO,27 tl980l, p. 167;Li- mos en las cartas de el-Amarna (véanse los
intercambian los reYe s de igual
verani, 1988 [0C], p. 607). Como suele ocurrir con este tipo de cuestiones, tado 4, y 6, aPartado 1), habitualmente se

los testimonios disponibles son insuficientes para resolver el problema de rango en el período com prendido entre c. 1 500 y c. l2OO:

un modo concluyente. Análogamente, las viejas ideas acerca de la f,liación


1
-1 \ 315
374 LAS GRANDES POTENCIAS rue§opornutA c. l6oo-c' 9oo

A Kadashman-Enlil, rey de Karduniash (nombre casita de Babilonia), mi Cu¡,ono 21. l,os reyes casitas (con sus fechas aproximadas'
hermano, así habla Nibmuarriya (Amenofis III), el gran rey, rey de Egipto: yo ságún Brinkman, 1976)
estoy bien; ojalá tú también lo estés. Tu casa, tus esposas, tus hijos, tus nobles
tus caballos, tus carros, tus tierras, ojalá se encuentren todos muy bien. Yo o- ContemPoráneos
Casitas
toy bien, mi casa, mis esposas, mis hijos, mis nobles, mis caballos, mis carros-
mis numerosos soldados, con ser muchos, (todos) están bien, y en mis tierras r729
Gandash
todo está bien (EA l).
hI 1660
final de la dinastía de
reyes 4-9 (nombres Hammurabi (1595)
El impacto de los casitas sobre Babilonia inciertos; no se alude
a los años de sus reinados) l
(c. 1530-1500?)
El rasgo más notable de la dominación casita es la extraordinaria duración l0 Burna-Buriash I
1t -14 (inciertos)
de su dinastía. Aunque en los <<576 años y 9 meses» de vida que le atribuye c. 1413
?1 5 Karaindash
la Lista de Reyes de Babilonia A (RLA, 6, p.92 UI 161), se incluyen a todas Harbe I
?16 Kadashman-
luces algunos caudillos casitas que no reinaron nunca sobre Babilonia, no cabe ?17 Kurigalzu I Amenofis III de EgiPto
(1374)-1360
duda de que ostentaron el poder durante casi cuatrocientos años (c. 1530- iis ru¿att man-Enlil I 1359-1333 Akhenatón de Egipto = Assur-uballtt
1155). Apenas tenemos testimonios que hablen de la existencia de una dis- ?19 Burna-Buriash
II
1333 de Asiria (1365-1330)
locación política seria antes del siglo xIII, cuando la intervención exterior T20Kara-hardash
t333
primero de Asiria y después de Elam produjo una desestabilización de la si- ?21 NaziBugash
1332-1308
tuación lo bastante significativa como para provocar la caída de la dominación 22 Kurigalzu II
1301-1282
23 Nazi-Maruttash Hattusili III
casita. Así pues, la estabilidad política fue la tónica general durante cerca de l28l-1264
24 Kadashman-Turgu Hattusili III
trescientos años; pero deberíamos subrayar que eso no significa que se pro- II 1263-1255
dujeran pocas guerras o que se tratara de un período pacífico en general. La I 25 Kadashman-Enlil
1254-1246
26 Kudur-Enlil
documentación para el período anterior al siglo xrII es muy dispersa (Brink- 1245-1233
27 Shagarakti-Shuriash
1232-1225
man, 1976),limitándose a inscripciones de los distintos reyes sobre los mu- 28 Kashtiliash (IV) reinado de Tukulti-Ninurta
en
rl ros de algunas construcciones, otras de carácter votivo, y por último sellos Tukulti-Ninurta de Asiria: l2M-1208
1225
cilíndricos. Pero, por ejemplo, la Historia sincrónica, obra del siglo vtII que Asiria
1224
estudia las relaciones entre Asiria y Babilonia desde c. 1500 desde la pers- 29 Entil-nadin-shumi
1223
pectiva de los asirios (ABC, n." 2l), nos ofrece una exposición selectiva de 30 Kadashman-Harbe II
t222-1217
31 Adad-shum-iddina
los vaivenes políticos y de las batallas libradas durante esta época. La Cró- t2l6-1187
32 Adad-shum-usur
nica babilónica P (ABC, n3 22) conserva también algunos episodios de la 33 Meli-ShiPak
1186-1112
gran guerra desencadenada entre Kurigalzu lI (1332-1308) y Elam, cuya 34 Marduk-aPla-iddina I
1 171-1 159
1 158
importancia pone de manifiesto un poema épico-histórico de época poste- 35 Zababa-shum-iddina
I 157-l 155
rior (conservado sólo en forma fragmentaria: Grayson, 1975, pp. 47-55). Los { 36 Enlil-nadin-ahi
nombres de años, que a veces aluden a determinados acontecimientos políticos
(véase el capítulo 1, apartado l), constituyen una fuente que nos permite referencta
ellos en concreto está haciendo
completar (en parte) el marco histórico. Pero, por desgracia, desde mediados se especifica claramente a cuál de más antigua' pro-
del siglo xtv aproximadamente, los reyes casitas abandonaron la costumbre ausencia de documentación
el texto. Este hecho, unido a Ia todo durante los dos pri-
,u,itu, sobre
de dar nombre a cada año y empezaron a computarlos numéricamente den- voca que la cronología de 1a dinastiu los nombres
tro de cada reinado. Antes de esa fecha, la documentación es escasísima, de meros siglos de su dóminación,
,"u'ri.iy in.Éguru.,A veces hasta(véase el cua-
dudosos
suerte que los años anteriores, por lo demás decisivos, para los cuales los y la existen"iu -ir*á á" ¿","r*inuáá"t"yes"resultanque nos permiten atisbar
iechados,
nombres de los años nos habrían proporcionado una pista muy valiosa de dro 21). La mayo.ía de los do.u-"rtos del
cara a conocer lo sucedido en ellos, resultan prácticamente desconocidos en y ,o.iuite la región,'proceden de finales
cómo era la vida económica II h¿sta la de
su totalidad. Otro serio problema que plantea el período casita es que hay siglo xrv y .o*i"iiá, ¿.r «¿"tá;,,i l;
¿p".i ¿" turigalzu
primer
caso tenemos ptóbl"'nus' En
varios reyes que tienen el mismo nombre, y en los documentos fechados no Kashtiliash IV). Pero incluso en este
376 LAs GRANDES porENCrAS \
MESOPOTAMIA C. I6OO.C. 9OO 377
lugar, sólo dos yacimientos, el
$9.§ippur y er de
archivos útiles, y no simples tablillal ur, nos.ha¡ proporcionads que efectuar los costosos regalos que formaban parte de la boda tra-
uirráaur,ln ,.gundo lugar,.er número Aunque era una forma de casamiento poco apreciada (lo cual habría
mayor, con diferencia, de textos procede
de una sJa ciudaí iñippr., poca importancia en el caso de un segundogénito), la «adopción-ca-
12.000 documentos, supera con .oo
mucho a [Jr, con soro 75; Güey, to» proporcionaba a la familia «compradora» un nuevo par de manos
y, en tercer lugar, de momento r9g3);
sólo.un p"qr.há-po.."rraje de los textos rltiles para el trabajo y una fuente potencial de hijos varones a un coste bas-
Nippur ha sido publicado. Ello impide
de esta época tan importante para
ú rialiiacrón de ,n de
definitivo Bnte bajo. En China solía incluso ocurrir que una niña «adoptada» de este
la historia a. u"ropotamia.
"r,uJio modo fuera amaman tada por la madre adoptiva. Aunque todas estas circuns-
No obstante, el.material disper:o d."l il
de algunos rasgos interesant., á. la
g-ue disponemos revela la existencia
I anclas no tendrían por qué haber concurrido en la antigua Mesopotamia, la
vida'uuuiiJ'ni.a, sobre toao la 1 comparación con China nos permite atisbar en cierto modo cuál habría sido
social. Cierto por ejemplo, alude u tu *.o*pra» esfera
"n como
ds una niña el funcionamiento de la costumbre atestiguada en este texto (Goody, 1990,
tura esposa del1..^19,
hijo del comprador: fu_
pp.29-30).
una joven, naturar de Babilonia,
Una importante modalidad de documento relacionado específicamente
de un codo
nombre de uo.9.KeM-beret. Rabá-sha-Nini-r*, y medio de estatura, con er con los casitas (aunque siguió siendo utilizado posteriormente durante siglos)
cader' Ia compró como nuera (": tr¡o a" ili_srrarnash, er mer_ es el kudurru. Se trata de piedras de forma rectangular o fálica, habitual-
Ninimma-zera-shubshi, a su padre,
o=i,:.ü"ü:rá q.2 nu* segunoo h¡o, mente rematadas en una punta desigual y redondeada, y decoradas con sím-
ry
Kidin_shu;áiya, hijó a" riruii,
la ciudad de Hurad-Hamatir, y.u casita de
ry-...udre, Agargarutu-, hija de sin_epiranni. bolos religiosos (RL,A,6, pp. 268-277). A ambos lados suele haber inscrip-
como precio de compra, Rabá-sha-Ninimma ciones, cuyo tema suele ser la solución de alguna disputa por la posesión de
ai,r"go dos hermosos vestidos de
muhtillú' por valor ¿é aos siclos de denas, o la donación de una parcela por obra y gracia del rey, así como la
oro, a «i¿Ñrrumaliya y a Agargarutu,
esposa; y para pagar er resto
der precio de .ompra, Raúe_iha_NInirr*u su concesión a algunos oficiales de privilegios tales como, por ejemplo, la exen-
porcionará atimenro a Kidin_Shrrrliv"l p.o_
., ;;;;rr, Agargaruru. ción del pago de una serie de obligaciones e impuestos en premio por los
(En las siguientes líneas, muy
fiagm"ntuá., se protege a Rabá_sha_Ni_ servicios prestados (véase el capítulo 7, aparfado 4). El término kudurru sig-
nimma de cuarquier pariente ie
la chici q;;-i;i;;re poner reparos a esra nifica literalmente <<linde» y los especialistas pensaron en un principio que
sacción; y a continuación el texto tran_

o"rnÍrXX]ü*tl.juntos
añade:)
por Anu, Enril, Ñínn (?), x, shuqamun
a, y etrey Ka-
I estos «mojones>> eran colocados realmente en las tierras cuyos derechos de
propiedad recordaban. Otra posibilidad sería que fueran guardadas en los
rl templos como garantía de los derechos de propiedad de su dueño frente a
Testigos: Iautu, hijo de Ninurta-bani;
Izkur_Ninurta, hijo de Kidin_Ninurta;
Nusku_aha_iddina, hi¡t Oe Dimahdi_U.urt,;- cualquier reclamación en este sentido (Steinmetzer, 1922). La ausencia de
ra-bani. Escriba: Eribá_Marduk,
Mes de Kislimu, undécimo
nuúa_sha_Ninurta, hijo de Ninur-
hijo a" iii_iqirt"* I todo indicio de haber estado a la intemperie, el hecho de que los únicos &¡¿-
durru encontrados en Babilonia aparecieran en las ruinas de un templo, de
dashman-Harbe, el rey.
1iz¡ ara, uná á"'u ascensión al rrono de Ka_ I que las decoraciones en relieve y las inscripciones lleguen hasta el extremo
La marca de Ia uña de Kidin-shumariya inferior de la lápida, y, por último, las pequeñas dimensiones de muchos de
(y) ra marca de ra uña de Agarga-
ru(tu), su esposa, sirven como sus
respeclivoi seilos (cBS r29r7;Brinkman, ellos (bastante menos de 50 cm), hacen que resulte más verosímil su erección
1976, pp.383_3g4, texto n.o 9).
en un templo y no al aire libre (Seidl, 1968, pp.72-73). Como muchas de las
concesiones de tierras realizadas de esta forma tienen que ver con exencio-
La costumbre de comprar niñas para
contraer matrimonio con ellas en el nes y privilegios, estas lápidas nos permiten observar cuál era el tipo de obli-
futuro no está atestiguad; B;bitoiia t urtu-"riréporu, aunque la conoce_ gaciones que solían tener los súbditos para con su rey.
mos más o menos por las mismas ", rgcrys
84; véase las Leyes medioasirias 9nñ;t 1-vu, r.uu g, 1945, pp.79-
A, _§ 4:¡ y en época posterior en Asiria
Uno de los rasgos más curiosos del período casita es que los monarcas de
esta dinastía se llamaban <<reyes de Babilonia>> o simplemente <<reyes>>. En
(siglos vrrr y vrr; postgate, Iraq, qi
(unos 28 cm) probablemente uglgl), p. 96). La corta esratura
de Ia niña otras palabras, eran soberanos de un estado territorial, de un país, en marca-
sla ,n_u ronuención que aludiría más a su do contraste con el sistema político anterior, caracteñzado por la existencia
que a sus medidas exactas (Roth, edad
1987); inaicu [üse rrataría de una de ciudades-estado rivales. Un logro sobresaliente y duradero de los reyes ca-
ra de corta edad- Los estudio, ,áb." criaru-
este tipo de «adopción-casamiento» en sitas fue el de convertir la región, probablemente a raíz de su derrota de la
china indican que se trataba de un
medio itilizado por las familias pobres dinastía del País del Mar en el siglo xv, en un todo unificado, sistema que
para evitar el infanticidio de las
recursos de la familia un gasro
hua:, át* f,abría supuesto para los
"uvuEl prÁ
continuó siendo la norma vigente en la vida política incluso durante los go-
inabórdabte. rerativámente fajo pa_ biernos más débiles de época posterior. Podemos, pues, hablar de «Babilonia»
gado por una niña en estas circunstancias
.on,poauría que sus parientes no para designar a toda la zona meridional de Irak, lo cual sería un anacronis-
c. 1600-c.900
379
378 LAS GRANDES POTENCIAS I MESOPOTAMIA

verdade-
mo antes del período casita (Brinkman, 1974). La capital protocolaria se casitas eran considerados en general
entender que los soberanos 2 Para las di-
legítimos (véase el caPítulo
hallaba firmemente asentada en Babilonia, cuyo dios-patrono, Marduk (posi- reyes de Babilonia, totalmente
blemente recuperado por uno de los primeros soberanos casitas, Agum II ka- amofreas de época anterior)
krime) (Astour, 1986; véase supra, p. 372), se convirtió en la divinidad más
importante del panteón mesopotámico. Se ha llegado incluso a postular que
la composición del famoso Poema de la Creación babilónico, que se centra Babilonia entre las
grandes Potencias
en la consecución del poder supremo por Marduk, data del siglo xv y sirvió
la fiietza de Babilonia durante
para celebrar la unificación de Babilonia tras la derrota del País del Mar y el La fuente más reveladora para determinar de
l,
I' (re)establecimiento del culto de Marduk en la ciudad (Jacobsen, 1976 [0L], el período casita
* p.*"¿".i. trut,-sino Egipto. La gran colección
de
en el yaci-
I
p. sobre tablillas de barro, descubierta
190). cartas, escrltas en aJa¿io
finales-Jel reinado de Amenofis III' de
todo el
áu,u de
Un rasgo de la Babilonia casita que sigue siendo enigmático es la defini- miento de el-Amu*u de sus suceso-
y de los de algunos
ción de los casitas como «extranjeros». Sus nombres son peculiares, total- #'Áiá.r"ón (130+ t3,47 1t352-t336D ¡; fufírán, 1987). La óronología exacta del
mente distintos de los babilónicos, y revelan la existencia de un panteón es- res (véase el capítulo +, upurtuO.
años que cubre'
durante- los'aproximadamente treinta
pecíficamente casita. Evidentemente hablaban una lengua distinta (al menos archivo es incierta, pero
de las grande¡ ggtencias del Asia occidental
al principio), algunos conservaron su estructura tribal tradicional y, en los las relacion", int.Áacionales no tan bien
textos jurídicos, se les denomina a veces <<casitas>> para diferenciarlos de ouedan perfectam.ni.
ifu-inadas. Úrítuntidad inferior de cartas
(Hattusa), y que datan de la primera
los babilonios (véase supre, p. 376). No obstante, prescindiendo de las divi- ünservadas, d.s.ubiertas en nogurtáy constituía un
nidades protectoras de la casa real, Shuqamuna y Shumaliya, no existen qu. tipo de tott"spondencia
rnitad del siglo ¡III, demuestran
de la vidá diplomática (cTH' 155-178)'
"rá Las
pruebas de que ninguno de esos dioses recibiera en Babilonia un culto espe- elemenro habitual y constante la
cial ni de que se les buscara un acomodo en los centros de culto ya existen- cartas de el-Amaiía indican
que la posición ocupada por Babilonia era
el punto^de vista internacional: el
tes. Si se produjo o no algún tipo de sincretismo entre los dioses casitas y de un estado grande e importan,"-áÁát y el po-
glilonia y egipto era habitual,
babilónicos es una cuestión puramente especulativa, aunque siempre cabe esa intercambio de mensajeros entre
posibilidad. Los reyes casitas, por 1o que sabemos, fomentaron y patrocina- deroso faraón egipcio expresaba
,, ,"roroóimiento de la importancia de
este país con el título de <<hermano>);
ron activamente los cultos y las costumbres religiosas tradicionales de Babi- Babilonia al diriiirs" at soUerano de iguales y alia-
lonia, incluido el nombramiento de miembros de la familia real para los altos este término sólo se aplicaba a los reyes que se consideraban
rl cargos religiosos (Brinkman y Matthews, 1990). Si la leyenda de época pos- o"t¿:;1fi::.treferencia xvl,,
ra dinasría
terior según la cual fue Agum II kakrime quien recuperó la estatua de Marduk a ros contactos enrre ros faraones de
de Tutmosis III (1490-1436
es histórica, demostraría que los casitas abrazaron con entusiasmo el culto de . y los reyes casitas se encuentra enit, unut"s llega-
afartaao 4). Sus conquistas militares
los dioses babilónicos; de no serlo, probaría que, en épocas posteriores, se Í147g-l415l, v¿asl "i "upituto-6, la cual los egipcios
consideraba a los reyes casitas unos destacados adalides y defensores de la ron a su punto culminante con la oáuru "u*iuñl,.durante
erigieron una estela conmemo-
tradición religiosa babilónica. Se escribieron muy pocos textos en lengua cruzaron el Eufrates, penetraron en Mitanni,
y enfrentaron al ejército mitannio en el
casita (los existentes son, al parecer, ejercicios de erudición) y en sus ins- rativa en el territorio de este país, se con-
cripciones los reyes utilizaron el acadio y el sumerio. Es posible que sus le- campo de batalla. iá i.po*ancia áe
esta incursión radica menos en las
y *it en el hecho de que vino a
yendas y prácticas religiosas propias sólo se transmitieran oralmente, pero quistas territoriales realizaOu' poñgiplo las regiones
p"i,"das la pt.tZntiOn egipcia de dominar
semejante teoría se halla condenada a seguir siendo una hipótesis. Hasta don- afirmar de una
"., pretensrón que siempie podía contar.:i:1
respal-
de nos permiten afirmar los testimonios disponibles, la hostilidad contra los meridionales de Levante,
potencia con la
do de su poderío militar. b,gipto * óo.
uqu"i una
reyes casitas fue muy escasa, a excepción de una breve referencia poco des- "t'iont"t ya
vínculos formales
pués de su caída. De hecho, los últimos soberanos casitas adoptaron nombres que los grandes estados esdb;n oUtiguaot a.establecer que
Así Pu9t, no es sorprendente
totalmente babilónicos. Se desconoce quiénes componían la elite cortesana y mantener unas buenas relaciones pol"íticas.
a qué grupo (étnico) pertenecían los altos cargos administrativos y militares. uno de los resultados de tu.u*pJnu de Tutmosis III fuera la llegada de em-
á" ."galo, á"-i"fi.itación de los hititas y de antes)' La
Babilonia
Esta circunstancia impide en gran medida la identificación de una minoría bajadas portuAoiu,
al faraón egipcio varios años
dirigente casita, y no permite distinguir con claridad en qué sentido se con- (Asiria había sul saludos
sideraba a los casitas unos dominadores extranjeros. El testimonio tardío del identidad
"ruiu¿o babilonio que saluda a Tutmosis III no se conoce con
del soberano casita' lo
texto de Agum y algunos fragmentos de poemas épicos relativos a los sobe- seguridad y, en de los proUiá*us cronológicos de 1a dinastía
"irr" Se ha pensado que 1a carta remitida
ranos casitas Kurigalzu II y Adad-shum-usur (Grayson, 1975, pp. 47-77) dan más probable es que siga sin conocerse.
381
*§or-ottA c. l6oo-c' 9oo
380 LAS GRANDES POTENCIAS

por Burna-Buriash II a Akhenatón, en la que se recuerda al faraón la


amistad existente entre los dos países, hace referencia a esa ocasión:

Desde los tiempos de Karaindash, desde que los mensajeros de tus


empezaron a llegar con regularidad ante mis padres, hasta ahora han sido
nos amigos (EA l0).

Cabría deducir, desde luego, que las relaciones diplomáticas habían sido
establecidas unas cuatro generaciones antes, y una ocasión muy atractiva par¿
fechar ese primer establecimiento de relaciones podría ser la embajada en-
viada a Tutmosis III por los babilonios. Pero existen serias dificultades cro-
nológicas al intentar relacionar a Tutmosis III con Karaindash. Es posible que
un rey casita anterior se limitara simplemente a dar sus parabienes al faraón
egipcio vencedor, sin que se produjera inmediatamente un intercambio habi-
tual de embajadas. Los contactos diplomáticos formales no se habúan institui-
do, pues, hasta finales del siglo xv más o menos, posiblemente a raíz de los
éxitos de Amenofis II, cuando por fin logró rendir a la importante ciudad-es-
tado de Kadesh, a orillas del Orontes (véase el capítulo 6, apartado 4).
La documentación arqueológica y de otro tipo nos revela la riqueza y la
influencia de Babilonia durante el siglo xtv. El «País del Mar» había sido in-
corporado al reino en el siglo xv, hecho que supuso la reapertura de la rica
ruta comercial del Golfo. Las excavaciones danesas realizadas en los años
sesenta han sacado a la luz la existencia en Bahrain de un próspero asenta-
miento comercial y de una fortaleza datables en la época casita. Algunos
textos de Nippur y los restos arqueológicos de Bahrain demuestran que la re-
r,l gión del Golfo, hasta la altura de estas islas, era gobernada directamente poÍ
los reyes casitas: la siguiente ocasión en la que esta zona sería anexionada
políticamente por una potencia extranjera se produciría mil ochocientos años
después, durante la época sasánida (Potts, 1990 [Ocfl; Brinkman, 1993). Una
carta procedente de Nippur y perteneciente al reinado de Burna-Buriash II in-
dicaría incluso que la hija del gobernador casita del Golfo se quedó en una
escuela para los hijos de los cortesanos existente en Nippur mientras su pa-
dre se hallabadestinado en Bahrain (Potts, 1990 t0cfl I, p.309).
Thmbién en esta época fueron restauradas varias ciudades paleobabilóni-
cas importantes, generalmente según los cánones arquitectónicos establecidos
en época muy antigua para las construcciones templarias, siendo a menudo
el sumerio la lengua utilizada en las inscripciones conmemorativas. Pero en
ocasiones aparecen algunos elementos específicamente casitas, destacando
sobre todo el trazado de un pequeño templo de Uruk y los relieves de ladri-
llo que lo decoran, semejantes a los relieves arquitectónicos encontrados por
esta misma época en Elam (véase el capítulo 7, apartado 3; Strommenger y
Hirmer, 1965 [0M], lám. 170). En general, no obstante, las prospecciones rea- me escribiste así:
lizadas en el sur de Irak dan la impresión de que, aunque se produjo una gran Cuando tú (sc' Kadashman-Enlil)
prosperidad en las ciudades antiguas de mayor tamaño, el número de las «Mishijas'que-estáncasadas"on^-'"y"'depaíses'vecinos'cuandomis
un regalo a modo
mensajeros llegan hasta
atlí' hablan *" fy-*" "n'iunl
poblaciones de dimensiones moderadas disminuyó, aumentando el de las pe- "fí*

:
382 LAS GRANDES POTENCIAS
I ,ur\.oro* rA c. 1600-c. 900 383

red comercial y política a la que estaba conectada Babilonia quizá se vea


ado también en los grandes sellos casitas de lapislázuli, de hermosa fac-
descubiertos en Tebas de Grecia (Porada, 1981-1982; véase Morris, 1992,
104), y el lingote de cobre micénico, del tipo piel de buey, aparecido en
a Kurigalzu.
No todo lo que llegaba a Babilonia procedente de Egipto eran metales
: por ejemplo, cuando Kadashman-Enlil I acabó las obras de cierto
, Amenofis III le mandó una serie de muebles de ébano hermosamen-
labrados, chapados en oro, y algunos con incrustaciones de marfil; la lista
objetos enviados desde Egipto incluye una cama, una silla de manos, un
sillón de grandes dimensiones, y otros nueve sillones y escabeles. Los reyes
casitas apreciaban sobre todo las esculturas egipcias:

Hay hábiles artesanos en el lugar en el que resides. Mándales que repro-


duzcan un animal salvaje, ya sea una criatura teffestre o acuática, tal como sea
al natural, de modo que su piel sea exactamente como la del animal vivo. ¡Que
me la traiga tu enviado! Y si hay ya alguna disponible, aunque sea antigua, haz
que cuando Shindishugab, mi legado, llegue a tu corte, tome prestados inme-
diatamente unos canos (?) y que venga aquí a toda prisa. Y que construyan al-
guna nueva para ser entregada más tarde... (EA l0).

Pero ¿qué exportaba Babilonia, aparte de lapislázuli? Con las rutas que
se internaban en los Zagros e Irán firmemente en su poder, los casitas pro-
bablemente estuvieran en condiciones de suministrar buenos caballos de las
tr
Flcuna 25 Pintura del palacio de Dur Kurigalzu montañas de Irán, que tanto apreciarían más tarde los reyes asirios y persas.
lám. XII). (Aqar euf; según Baqir, Iraq, g,
Entre los regalos protocolarios enviados por Babilonia a Egipto podemos
incluir partidas de caballos, es decir, caballos ya adiestrados y listos para ser
usados. Esta impresión se ve corroborada por el hecho de que iban acompa-
de saludo' La que está contigo-[-ees ñados de un número equivalente de c¿uros. Este tipo de regalo era el equiva-
pobre?].» Esas fueron tus palabras.
bien' yo ahora te contesto asr]) (pues
vér¿ao".u*ánr" ro1 reyes de Ios países lente antiguo de un avión de combate perfectamente equipado.
son ricos y poderosos; tus hijas vecinos
pueden obtener cuarquier .oru
á" Las cartas de el-Amarna, en particular la correspondencia intercambiada
viiírtela' ¿Pero qué.tiene Ia hija y en_
tuya que vive conmigo? No obstante, "rils
si obtie_ entre Babilonia y Egipto, nos permiten ver con claridad las nornas que re-
ne alguna cosa, te ra enviaré."Er1íruy
bi;;;;"
fin de obtener un pepita de oro(?) proá"a.ni" entregar a tus hiias con el gían las relaciones diplomáticas entre las grandes potencias. Era habitual el
;;;iil"
il; f.*;*^ (EA l). envío de varios legados, todos ellos claramente identificados por su nombre
Este tipo de transacciones, especiarmente y a veces por la posición que ocupaban en la corte. Evidentemente eran per-
disponía de grandes cantidajer-iro."a"ntes el oro enviado desde Egipto, que sonajes muy importantes que gozaban de una estrecha relación personal con
de las minas de Nubia, servían el rey, además de ser hombres de su entera confianza. Parece que sólo uno
ante todo para expresar.er propü
prestigio porrti*. Los estrechos víncuros de ellos era recibido realmente por el monarca en la sala de audiencias. En
mantenidos con los vecinoi seivían
también para facilitar y estimular el curso de esta entrevista el faraón ordenaba que se pusiera a su disposición
intercambios económi:9: unos
t4r p.á.rr.o. entre ñuuiloniu y sus vecinos (véase y a la de los demás embajadores oro, plata, aceite y otros artículos de valor;
EA 8; infra, ee 3.!3i84). ¡t p;úl preeminenre
desempeñado por un país en
el comercio con rierras rejanas piouáur.-.r;;;;düuy".u estos artículos estaban destinados exclusivamente a su uso personal. El trato
la plata) se convirtiera pór ,n ii".npo a que er oro (y no dispensado a los embajadores reflejaba la estima en la que era tenido el país
en er patrón empleado en las transac- al que representaban; si se les daba un trato indigno o se les tenía durante de-
ciones comerciales durante perrodo cusita:'rr,¡ni.u vez que
"l
ranre Ios tres mil años de histoiia así ocurrió du- masiado tiempo inactivos antes de ser recibidos formalmente, se consideraba
de Babiloniu «gáru.¿ , 1960).EI
alcance de un ultraje infligido al rey al que representaban.
384 LAS GRANDES POTENCIAS
,u\o.r rrA c. r6oo-c. 9oo 385
Da la impresión de que los embajadores
viajaban a veces en compañía de la princesa a sus padres y a su familia. Podían comprobar asimis-
mercaderes dedicados al comercio.
Si la c aravana era atacada, se encontraba bien y que recibía el trato que correspondía a su ran-
del territorio en el que había renido
lugar el incidente era considerado
ponsable del crimen y podían ¡La mayor Parte de una de las cartas de el-Amarna (EA 1) está llena de
exigírsele compensaciones, como acerca del trato que pueda estar recibiendo en la corte egipcia la
esta cafa de el-Amarna
del rey de Babilonia, acerca de si sigue con vida y de por qué los
no han podido verla.
La estricta observancia del protocolo permitía el mantenimiento de las re-
por medio de las cuales se medía la igualdad de rango de un sobe-
y otro, encarnada en el término <<hermano». Cuando un monarca acce-
al ffono, notificaba formalmente el hecho a (<sus hermanos>>, expresando
deseos de seguir manteniendo las buenas relaciones y enviando un rega-
prueba de su buena voluntad, como podemos apreciar en esta carta en-
por Burna-Buriash de Babilonia a Akhenatón:

Del mismo modo que (mi) padre y tú fuisteis buenos amigos, también aho-
ra tú y yo seamos amigos. Entre nosotros no se diga más. Cualquier cosa de
mi país que desees, escríbeme y te será enviada. Y lo que yo desee de tu país,
te escribiré para que me lo mandes ... Y a modo de regalo de salutación para
Los enviados reales tenían el deber ti [...] y un [...] ...te envío (EA 6).
de transmitir
luntad y toda clase de peticiones; proporcionaban mensajes de buena vo
asimisnio informaciones
acerca de su propio soberano y
su país, r"cogienJo ar mismo tiempo Otro capítulo indispensable del protocolo internacional eran las pregun-
yor número posible de noticias acerca er ma- acerca de la salud y el estado de otros soberanos y el envío de mensajes
de la-corte que estuvieran visitando.
se suponía que los regalos que acompañaban simpatía cuando algún monarca se encontraba enfermo. Así nos lo mues-
a la embajada serían expuestos
al público y que se daría ras graciar claramente una carta en la que el rey de Babilonia se lamenta de que su
i', ár rou".*;;;, Ios enviabu. erior r.gu-
los diplomáticos iban meticrióru."rre de Egipto no lo haya hecho:
t.l caralogadós junto con el peso nero
los materiales de.valor de qu. de
"rrr.ui".";;;;;;;rros;
peso y su valor, lrevaban el sello como garantía de su No me encuentro bien desde que el mensajero de mi hermano llegó aquí,
der donan,..'Bn el moment" á" l" recep- de modo que ningún mensajero ha comido o ha tomado cerveza en mi compa-
ción, el inventario de objetos era
cotejado y er p"ro aducido rigurosamente ñía. Puedes preguntarle tú mismo a tu mensajero [...] y te [dirá que] no me en-
comprobado' una divertida alusión
a este procedlimiento aparece en una contraba bien y que, por lo que se refiere a mi restablecimiento (?), [mi salud]
ta de el-Amarna envida por Burna-Buriash car-
a Akhenatón: todavía no se ha recobrado del todo. [Además], como no me encontraba bien
y mi hermano no ha [mostrado el menor] interés [por mi], yo, por mi parte, me
Pero mi hermano no debe deregar (ra enfadé con mi hermano diciendo: «¿Es que mi hermano no se ha enterado de
manipulación der) oro que va a en_
viarme en nadie más; mi hermano que estoy enfermo? ¿Por qué no ha mostrado interés por mí? ¿Por qué no ha
aeqera personalmente, sellarlo
y luego enviármero. por cierto que "o-piJu.lo enviado un mensajero a visitarme?». El legado de mi hermano se dirigió a mí
mi hermano no comprobó el (envío) ante- ir
rior de oro que me mandó mi hermano. en los siguientes términos: «Egipto no está lo bastante cerca para que tu her-
Mi hermano permitió que otro pusiera i
el sello y lo e-nviara' cuando puse mano tenga noticias (de tu estado) y pregunte por tu salud. Es un país distan-
en la balanzalas cuarenta minas de oro que
me trajeron, [juro que] resulüron te. ¿Quién iba a hablar con tu hermano para que te enviara inmediatamente sus
ser (menos de) [diez] {EA 7; Oppenheim,
1967 [01], n.. 5g). saludos? ¿Cómo es posible que tu herrnano tuviera conocimiento de tu estado
y no te enviara un mensajero?>>. Yo, por mi parte, le hablé en los siguientes
Durante la permanencia de Ia embajada términos: «¿El país de mi hermano, el gran rey, está lejos o cerca?>>. Y me res-
en la corte se organizaba una re- pondió lo siguiente: «Pregúntale a tu mensajero si está cerca o lejos. Por eso
cepción formal, en el transcurso de
la cíal se G;" que los legados debían es por lo que tu hermano no ha tenido conocimiento (de tu estado) y no ha
ponerse en contacto con las hijas
o hermanas ¿e su rey (o con cualquier per_ enviado (a nadie) a saludarte>>. Pues bien, tras preguntar a mi mensajero y en-
sona de su séquito) que hubieian
i
contraído matrimonio con el soberano del terarme por él de que el viaje era muy largo, dejé de sentirme enfadado y no
país que estaban visitando. Esta
circunstancia les daba la oportunidad de ha- dije más (EA7; Oppenheim,1967 [0I], n." 58).
cerles llegar mensajes y regalos de
su país de origen y de llevar de vuelta Ios
386
LAS GRANDES POTENCIAS
\
MESOPOTAMIA c. 1600-c.900 387

en cuenta que cuando durante el reinado de mi hermano Muwatalli recibieron


a un mago y a un médico (procedente de Babilonia) y los detuvieron, fui el
único que discutió su decisión diciendo: «¿Por qué quieres detenerlos?r>, argu-
yendo que no va con la costumbre detener (a ese tipo de personas); ¿y se
supone que ahora iba yo a detener a tu médico? De los demás expertos que
fueron recibidos aquí [anteriormente], sólo murió el mago [...].La mujer con
la que se casó aquípertenecíaa mi familia y fue considerado ..., pero si hu-
biera dicho: «Deseo regresar a mi país natal>>, podría haberse marchado tran-
quilamente (CTH, 172; Oppenheim, 1967 [0I], n.'84).

Salvo raras excepciones, la lengua empleada en la correspondencia inter-


del Bronce Reciente era el acadio. Incluso en las cartas intercam-
por los dinastas cananeos locales y sus señores egipcios se utilizaba
acadio, lo mismo que en las del rey de Alashiya, en Chipre, o en las de los
Ningún documento muestra hititas y mitannios. El acadio constituía la lengua franca del Asia
mejor que ras cartas de el_Amarna . En la Babilonia casita se produjo una intensa actividad literaria y
ro con el que se cuidaban ras er esme_
reraciór.r .oa", á. ü rpo.u.
Naturalmente la mayor parte "nt..lu-r?u..ru, erudita. Se copiaron numerosos textos antiguos, a algunos de los cuales se les
de la correspondencia se refiere a las relaciones
con Egipto'p..o^^r::.lusiones dio una forma «clásica» destinada a perdurar. Las tradiciones y la especiali-
p..r"nt", en esta corección y en erudita fueron transmitidas a determinadas «familias», a las que tal
tltas ponen de manifiesto -."o.r",
qr" ioáu, ru, g.uná", las cartas hi_
mantenían contactos unur del oriente próximo bamos considerar grupos de profesionales y no meros grupos de pa-
óon oriur. t-ur".u.tu, t i,iru,
tran que, además de los ..gutor en particurar demues_ rentesco. Durante los períodos tardobabilónico y helenístico muchos escribas
el envío de una "roro,,piedras
p.".ioru, y cabaros, se pedía -
se definían a sí mismos como miembros de alguna de esas familias, cuyos
de personut'"rp".iuiiruao.
::1"a Bab,onia'Jenvío
en varias ocasiones 1o.,1-3 Los hitiras solicitaron fundadores podemos demostrar en algunos casos que fueron sabios babilo-
licitudes que fueron debidamente ¿. médicos y magos, so- nios del período casita (Lambert, 1957). Pero la copia y la edición de docu-
"..ult-o..s,
iau,
cunstancia ofrec!-1 este .atend
tipo de peritos
cii"agnini, l9g3). Esta cir_ mentos no fue la única aportación de los sabios casitas. Uno de los textos li-
de enriquecerse' aunque u ,rrrÁ,i"liarificados ra oportunidad terarios babilónicos más notables, que se conoce con el nombre de su primer
rn"nudo encontraban serias
de regresar a su p:,,-'. dificultadei a la hora verso ludlul bél nZmeqi («Alabaré al Señor de la Sabiduría»), fue compuesto
g. ;ris;;, ;sabemos d; ;;;,
te en la corte de Hatti. poi.on'í*. que ha,aron ra muer- en esta época. Se trata de un profundo poema de carácter filosófico, en el que

g:#r-*tratos' como -otiro, ie fricción y sospechas


urr
pone de mañifi"ri";;;g;;.r,t" se plantea el problema de por qué el hombre justo y piadoso debe ser vícti-
.a.tu descubiárta en ma de la desgracia (el tema de <<Job», bien conocido por el Antiguo Testa-
mento). El texto expone y analiza las dudas que sobre los dioses plantea un
Y yo (sc' Hattusili III) tengo,algo «justo doliente» como ese, y concluye con una nota de resignación: nadie
man-Enrir II) con respecto más que decir a mi hermano (Kadash_
puede entender los caminos inescrutables de los dioses ni sus motivaciones;
Ia gente ro aceptó y i"urirJ
ar rñ¿aicó qr" ii
rr"ñ"no ,,a enviado hasta aquí;
los dioses son sabios y todopoderosos, y están por encima de las dudas de los
uurias curas, pero una enfermedad
tomé muchas moleitias por ro atacó. Me humanos (Lambert, 1960, pp.2l y ss.). La descripción de los males que afli-
Ilegó su hora, murió. arrfiu I ::lltu
él varias. extispicias por é1, pero
cuando
,r,j o" mis mensaj".o, ," Ilevará a ros gen a la víctima resulta particularmente conmovedora:
médico de v1r! criados der
laBr.bironiai
tarán las curas que v mi rre.m;;üil;;gunrarres, y eros re con_
soría reariáá
a su [amo] han desaparecido;
*¿oi*. sil;i;rgo, ros regaros que re di Un demonio se puso sobre mi cuerpo a modo de vestido;
"r ,ruráá;ñ;, como una red, el sueño se ha abatido sobre mí.
' menor alusión a eros ante "r,¿n de ahí que no harán ra
mi hermano. sepa mi r,".-uno que
" Iación escrira o:, .3To,.ro
.u..ü los cabar-rls,'i, pr"," y er Iino
existe una re_ Tengo los ojos abiertos, pero no veo;
dico ["'] v he enviado ru que di ar mé_ tengo las orejas bien abiertas, pero no oigo;
para que se la lean a mi "or"rptr¿r"r" iririi"til".,rmenre a mi hermano el letargo se ha apoderado de todo mi cuerpo,
hermunt. p..o .r¿di""?ileció cuando re ¡egó er la parálisis se ha adueñado de mi carne,
momenro asignado. Nunca
se me habría "r d;;;;áLr". la rigidez atenaza mis miembros,
ar médico, teniendo
la debilidad se ha abatido sobre mis costados,
388 LAS GRANDES POTENCIAS ,frror*IA c. l6oo-c. 9oo 389

mis pies han olvidado cómo deben moverse. de Levante Y Anatolia (véase el Poema descubierto en Emar, suPra,
3 5 4 -3 5 5), constituirían un claro
testimonio de ta amplísima difusión en
Me metí en la cama, conñnándome en ella; al abandonar (la casa), todo eran época no sólo de la lengua y la escritura de Babilonia, sino también de
suspiros.
cultura (Lambert, 1965).
Mi casa se convirtió en una cárcel para mí. idea del marco po-
Aunque sigue resultando bastante difícil hacernos una
Tengo los brazos trabados por los grilletes de mi carne, aunque buena Parte de su his-
los pies paralizados por el cepo de mi propia persona. lítico Y socioeconómico de la Babilonia casita, Y
oscura' el archivo de el-Amar-
Los golpes que he recibido son muy dolorosos, mi herida es muy honda. rcria continúa siendo Para nosotros sumÍrmente
los descubrimientos realizado s en el Golfo, y los testimonios Procedentes
El látigo que me azota está lleno de espinas, que trató de una
permiten ver con toda claridad se
el rejo que me pincha está erizado de púas. de la ProPia Babilonia nos
la región tanto en el terreno Político
Durante todo el día me acosa un perseguidor, fase imPortantísima Para la historia de
por la noche no me deja respirar ni un solo instante. en el cultural. La dinastía casita fue uno de los regímenes más estables
como
política del país que efectuó cons-
Tengo los tendones rotos de tanto retorcerme, de los que se tiene noticia, y la unificación
mis miembros desparramados yacen de cualquier modo. una obra grandiosa Y permanente. Representa uno de los momentos
Pasaba las noches en mi yacija como un buey, de la historia de Babilonia, y sin duda alguna los descubri-
más decisivos
me revolvía entre mis excrementos como una oveja. esta impresión Y a
mientos Y trabajos ulteriores contribuirán a corroborar
El exorcista se alejó aterrado al ver mis síntomas de esta época'
y el arúspice confundió mis auspicios. completar la imagen fragmentaria que tenemos
El augur no fue capaz de acertar con la naturaleza de mi mal
y el arúspice no pudo poner fin a mi enfermedad.
El dios no vino a ayudarme, no tomó mi mano; 2. Asnn DURANTE EL PERÍODO MEDIOASIRIO (c. 1400-c. 1050)
la diosa no tuvo compasión de mí, no acudió a mi lado.
véase el
Abierta estiá mi tumba, las ofrendas fúnebres ya estián listas; Los años que separan el reinado de Ishme-Dagan (1781-1741,
4) del Ashur-uballit (1365-1330 [1353-1318]) están
antes de morir, mi velatorio ya había tenido lugar. capítulo Z, apártado de
y una especie de «edad oscura>>'
Todo mi país decía: <.¡Qué lástima!». ,iy tnut atestiguados en Asiria, constituyen
(inscripciones reales y textos
El hombre que me quería mal se enteró de ello y su rostro se puso radiante, e iartir de esie momento, la documentación
llevaron la noticia a la mujer que me quería mal y se puso tan contenta. uáñinitttutivos, jurídicos y económicos) empieza a aumentar incesantemen-
El día se ha ensombrecido para toda mi familia,
te y de hecho es-exhaustiía para los siglos xm y.xr. El principal yacimiento
para todos mis parientes el sol se ha nublado. la antigua ciudad y capilaf del es-
,, qr" se han encontrado esos textoi es
(I-ambert, 1960, pp.42 ss., D'71-79 y 95-120; Reiner, 1985 [0J], pp. 115-116.) tado,"l Ássur (Pedersen, 1985; Postgate, 1986). Pero poseemos también docu-
.ániot procLdentes de otros lugares, en especial de la Alta Mesopotamia'
Bastante menos seguro es el supuesto cambio de los sentimientos reli- un"iioná¿a por los asirios durante el siglo xur y Wiseman, 1968;
-(Saggs
En muchos sentidos, el
t, giosos producido durante el período casita, concretamente el desarrollo de un fári!ut", 1986, n.l 4;Aynard et a1.,1980; Jas, 1990).
concepto de dios personal, que simbolizaría [a buena suerte del individuo y uío de los períodos cuyo estudio resulta más atractivo
estaío medioasirio
que actuaría como intermediario entre el ser humano y [a esfera de los gran- "r
en la actualidad, prr", los descubrimientos realizados en la
parte nororiental
des dioses, más poderosos (en contra Jacobsen, 1976 tOL]). Pero los testi- de Siria no han aá¡aAo de sacar a la luz nuevos materiales y han demostrado
monios con los que contamos sugieren sin duda alguna que por esta época la intensidad de la dominación asiria en la zona- El término <<medioasirio>>

empezaron a formularse una serie de importantes discusiones y especulacio- u un lingüístico y con él se-designa una forma especial de
responde
nes en torno a las relaciones existentes entre los hombres y'los dioses, y al "or.epto
diaiecto asirio utilizado en los textos de esta época'
lugar ocupado por el individuo en un mundo de confusión. A raíz de ta formación y la expansión del estado de Mitanni en la zona
sino que du-
En el-Amarna se han encontrado tres textos literarios babilónicos (EA 356- norte de Mesopotamia, Asiria no tólo vio mermado su territorio,
vio incluso privada de su independencia (véase el ca-
358; Artzi, 1982) que, según han postulado algunos, fueron escritos en Egip- rante algún tiempo se
re-
to por un escriba babilonio que trabajaba en este país, quizá contratado por pítulo 6lapartadó t). f"niendo en óuenta la gravedad de esta intemrpción'
las instituciones locales' En primer
la corte del faraón (lo mismo que los médicos, magos y escultores de los que sulta tanto más cuiosa la continuidad de
posterior, in-
se tiene noticia), para ayudar a aprender la lengua babilónica a los funciona- lugar, la de la monarquía: la Lista de Reyes Asirios, de época
rios egipcios encargados de la correspondencia del faraón. Estos documen- siíte en que durant, época, y pese a l'os desafíos a los que se vio someti-
tos, así como otras copias escolares de textos literarios babilónicos proce- "itu
da, logró sobrevivir rru ,*nu ¿ineitica. Así pues, los reyes asirios
posteriores

¡ ,ii
tiI
l, lll
lir 390 LAS GRANDES PCIENCIAS *\or*r,o c. 1600-c.900 39r
ii;
li descendían en último término de un monarca por lo demás muy poco
cono_
Marduk-nadin-ahhe, escriba del rey, hijo de Ma¡duk-uballit, hijo de Ushshur-
ii .id.o,Adasi, que reinó en algún momento del iiglo xvr. Este ana-Marduk, bendito por dios y por el rey, el humilde, el obediente, el que
de le_
i,¡l gitimidad genealógica pervivió durante toda la historia de Asiria,i.
"on."pto
mooo
agrada a su señor:
que este período tan oscuro para nosotros tuvo una importancia í¿eotOgicl La casa que levanté a la sombra del templo del dios Marduk, mi señor, y
il, enorne para el estado asirio hasta su desintegración a ñnales del siglo dentro de la cual abrí un pozo de agua fresca, por la excelsa sabiduría del dios
vu. En Marduk, mi señor, hice que el ... de la casa fuera ocupado de modo sobresa-
segundo lugar, el sistema de funcionarios anuales epónimos
' ,los üínmu (véa_ liente (??). Con sabio entendimiento y el máximo cuidado fabriqué los apo-
se el capítulo 2, apartado 2), se mantuvo desde la época paleoasiria
has1u la sentos bajo ella, cosa que nadie sabía, con ladrillos de barro cocido. Construí
desaparición de Asiria, y-por supuesto también duiante ia ..época oscura».
(y) acabé la casa entera, sus almacenes y aposentos. Y no ...
Por último, las historias de las actividades constructivas de éioca por,.rio.
Que el dios Marduk mi señor, vele por dicha casa y me premie (?) por mi
aluden a actos realizados por reyes de este período, por lo ¿emes tan esfuerzo. Permita que perdure en el futuro para mis hijos, mis nietos, mi des-
mal
if documentado. Así pues, pese al carácter pro-bablemente ficticio en cendencia y la descendencia de mi descendencia. Que mi familia y yo vene-
rl
muchas
ocasiones de una continuidad política debilitada, sobrevivieron algunos remos (?) al dios Marduk, mi señor, y a la diosa Sarpanitum (consorte de
il ete-
I mentos importantes típicos de la cultura política asiria. Sabemos q"ue Marduk), mi señora, por siempre. (El estado de la frase siguiente es muy frag-
t
Ashur-
nadin-ahhe I (c. 1440 t14301) realizó aigún que otro guiño dipl,omático
I

mentario.) Que [el dios Marduk], mi señor, conceda a Ashur-uballit, que tanto
a
Tutmosis III, felicitándolo por sus campiñas én Levante, como revelan me ama, rey del universo, mi señor, largos días junto con una prosperidad abun-
los
anales del propio Tutmosis (véase el capítulo 6, apartad o 4) y una carta dante (E. Ebeling, B. Meissner, E. F. Weidner, Die Inschriften der altassyris-
de chen Kónige fLeipzig, 19261, XVII, 2; ARAB,I, §§ 62 s.; Grayson, 197211976,
el-Amarna (EA l6). La Historia sincrónica (ABC, i." zt; uéárá el capitulo
I
7, I, LXXII, n." 2*).
apartado 1) alude a dos conflictos fronterizos con Babilonia en el iur,
,no
hacia 1500, y otro a ñnales del siglo xv (reinado de Ashur-bel-nisheshu: l4l7-
i 1409 11407-13991). Pero más o menos por esa misma época Asiria perdió El poder y la importancia cada vez mayores de Asiria durante el reinado
I
i
I
su independencia debido a la extensión dél poderío de Mitanni durante de Ashur-uballit quedan bien ilustrados en las dos cartas suyas encontradas
el rei-
en la correspondencia de el-Amarna. En la primera, es evidente que el mo-
I

f nado de Saushtatar, que llegó a incluir entré sus posesiones a Assur, de


¡

t i.,
,J cuyo asirio procedía con mucha cautela:
templo arrancó las puertas de oro y plata (véase él tratado de Shattiw aza, ca- nÍLrca
,..1
,t
pítulo 6, apartado l).
t ¡t
t Dile al rey de Egipto: Así (habla) Ashur-uballit, rey de Asiria. Que todo te
ú vaya bien a ti, a tu casa, a tu país, a tus carros y a tus tropas. Te envío un men-
!
sajero para que te visite a ti y para que visite tu país. Hasta ahora, mis prede-
r Ashur-uballit y sus sucesores (1365-1245 tI3S3-12341) cesores no te escribieron; (pero) ahora yo te escribo. Te envío de regalo un her-
moso c¿uro, dos caballos y una piedra-dátil (es decir, una cuenta) de auténtico
El esqueleto de la historia de Asiria durante el siglo xv hace que resulte lapislázuli, a modo de saludo. No entretengas demasiado al mensajero que he
muy difícil entender cómo y por qué la estrella de eite país volvió a brillar enviado a visitarte. Que haga su visita y se vuelva enseguida aquí conmigo.
repentinamente durante el reinado de Ashur-uballit Que vea cómo estás y cómo está tu país y luego que vuelva aquí conmigo
1t:OS-1330 [1353-13lg]).
La explicación se enco¡traría en parte en su talento para explotar el caos po- (EA 15; Grayson, 197211976, I, LXXII, 10*).
lítico y dinástico creado en Mitanni tras la devastaáora invasión organizáda
por el hitita Suppiluliuma I y el asesinato del rey mitannio Tushratá En ningún momento se emplea el término <<hermano>>, símbolo de la ad-
1réurt
el capÍtulo 6, apartado 1). Esta circunstancia permitió a Ashur-uballit afirmar misión en el exclusivo club de las grandes potencias; el título del soberano
su independencia y anexionarse parte de la zbna oriental de Mitanni, inclui- asirio es modesto, lo mismo que sus peticiones; envía un regalo valioso que
das las importantes comarcas cerealistas de Nínive, Kilizi y Arbelas, mien- nadie le ha pedido, para saludar y honrar al faraón de Egipto, pero no exige
tras que el hijo de Tushratta, Shattiwaza, se mantenía al frente de un estado a cambio ningún regalo, como era habitual (véase el capítulo 7, apartado l).
mitannio mermado, bajo el férreo control de los hititas. Cierto cambio en la De momento el rey de Asiria no hacía más que un pequeño guiño, con la es-
titulación oficial de los reyes asirios pone de manifiesto lo conseguido por peranza de que su enviado fuera recibido, su regalo aceptado y su mensajero
Ashur-uballit: al simple nombre de del dios Assur>> se afáde ahora debidamente equipado y autorizado a realizar el viaje de regreso. En la épo-
"vicario
una larga genealogía..En un texto procedente ca en la que fue escrita la segunda carta (EA 16), su cautela ya ha sido sus-
de Assur (y perteneciente aca-
so originalmente a la inscripción de una estela) en el que se conmemoran las tituida por la seguridad que dan los éxitos militares y el poder: en esta oca-
obras llevadas a cabo por un escriba real, se atribuye a Ashur-uballit el pom- sión se dirige al faraón llamándolo <<hermaro>>, y se califica a sí mismo de
poso título de <<rey del universo»: «gran rey>>, al tiempo que solicita recibir unos regalos acordes con su rango:
392 LAS GRANDES POTENCIAS
,hoor *rA c. l6oo-c.9oo 3g3
Cuaono 22. Imperio medioasirio: cronología
Pero cuando el hijo de ambos, Karahardash, se convirtió en rey de
las «tropas casitas>> se sublevaron, lo asesinaron y sentaron en el
Convencional
Baja a Nazibugash, caliñcado de <<un casita, hrjo de un don nadie>>. No sabe-
Ashur-uballit I l36s-1330 1353_13 18 qué significa exactamente el hincapié que se hace en el carácter <<casito>
Enlil-nirari 1329-t320 1317_1308 de la sublevación: ¿vino provocada en realidad por algún tipo de amenaza aI
Arik-den-ili 1319-1308
Adad-nirari I 1307-t296 dominio <<casita>>? ¿Se debió al miedo a una influencia asiria excesiva? ¿O tal
1307-1275
Salmanasar I 1295_t264 vez Karahardash fue elevado al trono pasando por encima de otros preten-
1274-1245
Tukulti-Ninurra I 1244-1208
1263_1234 dientes al mismo? Lo único que estií claro es que la rebelión provocó un rá-
Ashur-nadin-apli 1233-1t97 pido escarmiento por parte de Ashur-uballit, a la sazón ya viejo, que invadió
1207-1204 tt96-1r94
Ashur-nirari III 1203-1198 Babilonia, ejecutó a Nazibugash, y probablemente estableciera en el trono
I 193_t 188
Enlil-kudurri-usur tt97-1193 a su bisnieto, Kurigalzu II, todavía niño. Existen contradicciones insalvables
I 187-l 183
Ninurta-apil-Ekur I 192-l 180 I 182-1 180
entre la Historia sincrónica (ABC, n." 21) y la Crónica P (ABC, t." 22) en
Ashur-dan I tt79-1t34 torno a los nombres y la genealogía de los reyes de Babilonia. Según la pri-
Ninurta-Tukulti-Ashur
I 133 mera de estas obras, Kurigalzu II era hijo también de Burna-Buriash II. Este
Mutakkil-Nusku
I 133 dato es bastante significativo, pues si Kurigalzu hubiera sido realmente un
Assur-resha-ishi I
Tiglath-pileser I
lt32-ttt5 niño, nieto de MuballitarSherua (Crónica P), resultaría verosímil que du-
trt4-1076 rante su minoría de edad Babilonia hubiera §ido gobernada efectivamente por
Ashared-apil-Ekur
1075-1074 su bisabuelo y su abuela, con toda probabilidad en interés de Asiria. Pero si
Ashur-bel-kala
1073-1056 Kurigalzu II no hubiera sido más que el cuñado de Muballitat-Sherua, lo más
Eriba-Adad II 1055-1054
Shamshi-Adad IV probable es que fuera ya lo bastante mayor y no hubiera tenido ningún pro-
l
1053-1050
Ashur-nasir-pal I blema en asumir el poder personalmente de inmediato. Esta circunstancia en-
1049-1031
cajaría mejor con la noticia acerca de su enfrentamiento con el hijo de Ashur-
uballit, Enlil-nirari, en Sugagi, donde al parecer los babilonios sufrieron una
seria derrota. Indicaría asimismo que, fuera cual fuese el poder que intenta-
cuando el rey de Hanigalbat (término utilizado
§ en Asiria para designar a ra ejercer Asiria sobre Babilonia, éste habría sido sumamente pasajero. Inde-
Mitanni) escribió a tu padrJ a Egipto, r" áo talentos de oro. [pues bien, pendientemente de cómo valoremos estas noticias tan confusas, es seguro
l. ahoral yo soy [igual] que el *y.d: Hanigalbat
"nuio y1,,i ,oro me has enviado que a la muerte de Ashur-uballit (1330 t13181) Asiria era una potencia de
de oro, y nl para el-viaje de ial y uuáta de mis mensajeros (EA[...]
Grayson,"r-o_lg!Tla
197211976,1, iXXU, tí*). 16; primer orden, igual de hecho que el imperio hitita, Babilonia o Egipto, aun-
que esa igualdad fuera reconocida a regaiadientes.
¡
El engrandecimiento de Asiria molestó, naturalmente, La consolidación de los éxitos de Ashur-uballit no resultó fácil. Su suce-
:i a su vecino del sur,
tl Babilonia, como demuestra el aviso enviado por sor inmediato, Enlil-nirari, logró defender su reino, pero las fortalezas fron-
Burna-Buriash II a los egip- terizas de Babilonia seguían estando peligrosamente cerca de la ciudad de
:
cios' El soberano babilonio intenta echar por
tierra las pretensiones de los Assur. El siguiente rey, Arik-den-ili, parece que combatió en las montañas
asirios,-que quieren ser considerados igualás
,ungo a los grandes monar- del norte y del este del país y que intentó pactar con los turbulentos pasto-
cas de Ia época, uamándolos súbditor"ruvo, ",
<<negociantes» (Liverani, lggg l-pr"..r,ándoros como meros res de la zona. Probablemente estas guerras contribuyeran a fortalecer y pro-
[0C], capftílo áOír- teger las fronteras de Asiria. Pero fue Adad-nirari | (1307-1275 fl295-I264))
Pues bien, por quien logró hacer retroceder las fronteras de Babilonia hasta la zona del Di-
lo que se refiere a mis vasallos, los asirios, desde luego
fui yo quien te los no yala. Fue asimismo él quien dio comienzo al avance de Asiria por el oeste,
¿cómo pueden presentíse en tu país sin más cre_
"nvió.Sime
denciales que las suyas? conquistando Mitanni, estado vasallo de los hititas, y deteniéndose sólo a las
¿u1las, no harán ningún negocio allí. Devuélve-
melos con las manos vacías (EA 9). ' puertas de Carchemish, a orillas del Éufrates. La causa de la no intervención
de los hititas, señores de Mitanni (pese a haber sido solicitada su ayuda,
Pese a las tensiones existentes durante esta época entre Babilonia y como podemos apreciar en [a inscripción citada infra), resulta muy enigmá-
ria, ambos estados lograron un acercamiento, Asi- tica, pero es posible que Adad-nirari se aprovechara de los problemas a los
,"iludo por el matrimonio de que hubo de hacer frente el soberano hitita en su país, con la pérdida de Hat-
Karaindash, hijo de Burna-Buriash II, y
Muúallitarsrrerua, hija de Ashur_
tusa, y en el extranjero, debido a las presiones que volvía a ejercer Egipto
394 LAS GRANDES POTENCIAS I\§soPorAMIA c. 1600-c. 900 395
sobre ra frontera de siria (véase
er^capíturo.5, apartado 4). Adad_nirari Aunque los triunfos de Adad-nirari eran innegables, el soberano hitita no te-
clamaba orguilosamrnt. .u vicioria I pro-
en Ia siguiente inscripción: la menor intención de fingir amistad con aquel nuevo vecino tan peligroso,
Adad-nirari, rey der universo, rey acababa de privar a su imperio de una importante franja de terreno valioso.
fuerre, rey d9 A^ri!?, . Aunque Adad-nirari I construyó un palacio en Thide2 (véase supra, p.394
rev de Asiria' hijo de Enlil-nirarirr"l-irr* r?v ¿" as¡¡á.hijo de Arik_den-ili
óuñ;shattuar¿
rey del país de Hanigalbat, se Grayson, 197211976, I, §§ 398-400), el dominio asirio sobre la Alta Meso-
sublevo .ont u
orden de Assur, mi ieñor y -í
y ,o*pió las t oriiri¿uo"r,
poi no llegó a afirmarse definitivamente hasta el reinado de Salmanasar I
1, "r,."d3
a mi favor, Io tomé prisionero t.;;ffi;Iandes oior""qu" or.tuminao 1274-1245 Í1263-12341), cuando el rey vasallo de Mitanni fue reemplazado
prestar juramento y ruego
v lo tteíé ;i;irilJi"ffiffie obrigué a palaciego asirio, el sukkallu rabü ('gran visir'), que reci-
Ie permití r"gr.r- " u Jupaís- caáa
;;,;" Por un funcionario
mi vida, recibí regurarrñente su tributo-en rargo de , bió el título de «rey de Hanigalbat». Este hecho vino acompañado de una rees-
mi de Assur.
A su muerre,.Wasasharo,:u.hu:,."rr;l;;;; "ru¿u¿ Eucturación administrativa, con el establecimiento de gobernadores asirios
Ias hostilidades. se rebetó contra mí
Acudió al páís ¿" Hutii úrr."_¿. ,o.o,.o. ioi (íaknu) en una serie de mansiones fortificadas diseminadas por varias ciu-
raron sus sobornos, p".o nó Ie
prestaron",ayuda. golraspoá;;;":';as
ñ,[:T|i:
dios Assur, mi señor, con er apoyo dades de la Alta Mesopotamia, al mando de varios distritos. Una de esas
del
de ros dioses Ar,,griir y-Eá,"§it
Adad' Ishtar y Nergal, los mas poderosos ,*,urn*t, fortalezas (con muros de adobe de 2,5 m de espesor) ha sido excavada re-
mis señores, conquisré ra ciudaá
*t .-ro, dioses,'ros ñ; terribres, cientemente en Tell Sabi Abyad, en el alto valle del Balikh (Akkermans y
¿" r"iJrüfr*.iuau¿ r"ui, lu,
Amasaku, Kahat, Shuru, Nabula, Jiuou¿., ¿. Rossmeisl, 1990); han sido localizadas otras en Tell Fekheriye y Tell Sheikh
I

me IIevé a mi ciudad, Assur,


Hurra, bilil;r, y Washshuk;n;; Tomé y Hamad (la antigua Dur-Katlimmu), a orillas del Khabur (Kühne, 1990). Par-
I las posesiones de esias ciudades,
mulada desus padres, (y) er tesoro ra (riqueza) acu_ te de la población conquistada fue asentada de nuevo para que pusiera en ex-
de su palaci,o.'capturé, incendié
I la ciudad [de ThiduJ y semure de 1y) destrui plotación nuevas tierras hasta entonces improductivas, ampliándose así la
, sar G;;;il"*1).s-us campos. Los
dioses me concedieron reinar grandes base económica del estado. Resulta difícil de determinar el grado de densi-
desde l" .ir¿rá J""rui¿, hasta
Ia ciudad de trni_
il
r.l .l
I
du' sobre la ciudad de Eluat
taleza de la ciudad de sudu.
v monre-dily*t;l su toralidad,
el
sobre
dad de los colonos asirios establecidos en La zona: casi la mitad de la ono-
rl t v Ia fortare;;¡;ü'ciudad de Harranu, ra for- mástica de los archivos medio-asirios de Tell Fekheriye y <<Amuda» (yaci-
I del Éufrater. En .ounto;;á de su prñ",]", a or,ras
i-pur. ra azada,ra para y Ia mientos situados cerca de la cabecera del Khabur) son asirios, pero este
.l !
ir cesra (es decir, ra obligación
;ó. p.ero en cuanto u ir _irro
t
,i
(es decir, Wasasharta)Ir"
de gfrj^q r*"
ueve ae ru .iuiuJ áJi,.i¿u-u
hecho podría reflejar sencillamente la concentración de asirios en la capital
,ti
1C 1.,
¡i a sus hijas y a su pueblo. Me ,, ;;;;; i
los llevé ataáás a miciu¿ad de Assur, junto
r-u, r,¡or, de la provincia. Las tablillas (hasta ahora sólo dos, que se sepa, véase Jas,
sus propiedades' capturé, con 1990)3 de Tell Sabi Abyad, en las que aparecen computados tanto hombres
incendié y destrui ru-"iu¿u¿ de
i
situadas en el término de la Irridu y las ciudades como mujeres, muestran un panorama bien distinto: la mitad de los nombres
I ciudad de Irridu.
cuando vi las zonas abandonadu, son hurritas, sólo ocho son asirios y uno posiblemente babilónico; pero, por
flin curtivar de ... la ciudad lo demás, datan de una época no muy alejada de la reorganización de Salma-
'í ui'""*í
de
]3'#;;'. -B:ii:,:: il,rs¡",;," un paracio r-o
'
Que en el futuro oiro príncipe,lo restaure.
en é1. (Enronces) Assur escuchará eue restaure mi nombre
"ainque nasar I. Durante los cien años siguientes más o menos, los asirios siguieron
dominando la región: su política de colonización y deportación y la densidad
i

1,1,
pr"!uri**i, weidner, Afo, 5 escrito
t9291, pp' 89-99; Gravson, tg7ag)6,r:;"i;ü,'i; ttg2g-
de la red administrativa dieron lugar a un alto grado de asimilación cultural.
1982, A.0.76.3). Salmanasar I realizó una sola ganancia territorial, pequeña, tero significati-
va, cuando logró conquistar el estado de Nihriya, en el alto Eufrates, entre el
Asiria y er imperio hitita eran ahora vecinos
directos. En un intento por reino de Hatti y el de Asiria, derrotando de paso definitivamente al ejército
reducir la tensión con los rrititas,
llamándolo hermano suyo y pidiéndole
aaa¿-nirari i;;;
una carta a Muwata,i hitita. La victoria fue anunciada inmediatamente por carta a los estados clien-
que Ie permitiera visitar los montes tes del norte de Siria (Lackenbacher, 1982).
Amanus, situados en re*itoiio dominró
increíblemente ofensiva. Muwuiuiri p;; íor'iri,irus. La respuesra fue
admitía que el soberano asirio tenía
razón en calificarse
----uv q sí ,,Dr,u
a or mismo ue
de <(gran rey», pueS había conquiStadO El reinado de Tukulti-Ninurta I (1244-1208 p233-II97l)
tanni, perO Mi-

por lo que se refiere a ser hermano


Si los recelos hititas del poderío de Asiria necesitaban confirmación, la
mío y a tu visita a los montes Amanus, tuvieron durante el reinado 9e un gran monarca guerrero, Tukulti-Ninurta I,
qué iba a escribirte hablando ¿por
d" h"Tllgad? ¿Tú y yo acaso hemos que reforzó la frontera del Eufrates con guarniciones asirias y libró una ba-
la misma madre o del mismo puá*f nacido de
(CTH, llt). talla en el noroeste en Pafos, controlada por los hititas, en el transcurso de la
cual se jactaba de haber hecho 28.000 prisioneros. Los testimonios hititas
396 LAS GRANDES POTENCIAS
ue\rcneum c. l60G.c. 900 397
acerca de esta época demuestran ::
que se-produjo una gran movilización
tar y que se intentó evitar que los
estadós deinorte áe siria dornina¿os
rnili_ '',, El poema fue leído y copiado en Asiria durante siglos . A finales del rei-
Hatti mantuvieran reracion". .o.n"..iares
con rás asirios. otrl empresa,
por nado de Tukulti-Ninurta, el poderío asirio se extendía desde el Éufrates has-
nos espectacular, rearizada por Tukulti-Ninurta-i ¡s_ ia el noreste de Siria y la zona meridional de Irak.
las regiones montañosas del nort" r.'
su ampria cimpaña
en Un texto publicado recientemente (Walker, 1982) y un nuevo análisis de
y del este, destinu{u parte a garantizar
seguridad U*,:_:^,::j*"::s püeblos purtá.o-á e ta"n zona,"n pu.t. a Ia ob-
la lt totalidad de los textos relativos a la conquista de Babilonia por Tukulti-Ni-
tención de materias primas tales,como et coure (procedente dei nurta (Mayer, 1988) nos permiten hacernos una idea más clara del curso de
parte también destinada a obligar.l ron"), y los acontecimientos. Tras ser derrotado en el campo de batalla, el soberano
los-p"qu"nol esrados de los vailes .o
este a satisfacer las necesidades
asiriur o"'pioJu'L. tares como el del babilonio fue llevado a Assur cargado de cadenas y Tukulti-Ninurta adoptó
iil li' el estaño o los caballos. Los pequeñoi iapisl¿zu_
centros comerciales del este
bs títulos reales babilónicos. Pero el dominio directo de Babilonia por Asi-
su estabilidad der manienimienro de_ ria fue breve; a continuación fueron nombrados una serie de reyes títeres
de los lazos ,.ono*i.os con
i""J::?Lr#a encargados de gobernar la zona norte (al menos) del estado babilónico en
riasah;q;;;rüTi:h"n:,lTá,%::ll?H*ln::XnH*::.*1., nombre de sus nuevos señores. Habitualmente se ha venido pensando que el
oriente' Pero Asiria no era el rinico período de dominación asiria de Babilonia duró siete años, pero ahora se
estado que t.nía esas necesidades;
lonia y Elam eran serior Babi- sabe con seguridad que fueron treinta y dos. Curiosamente fue durante esta
t, de l* ;ril;, en su afán por contorar
este comercio tan important.. "o-p"riaores época cuando los elamitas realizaron su primer intento por afirmar su domi-
I
Aunqr" era físicamente imposible imponer
dominio asirio sobrg ia región, Jr¿" el nio de la zona situada al este del Tigris: la eliminación de Babilonia por los
ta ,uturullru del terreno y de ros
il
tamientos, el control p-un.'de Tukulti-ñiñ;de Ias asen- asirios supuso que Elam se viera en peligro de quedar relegada y de no po-
monEs y los puntos de -po1 estribáciones de los der sacar provecho de las ricas rutas comerciales transiranias que desembo-
llegada de algunar *rur-"omerciales
ü
.l

,¡ puso un éxito menor, ni rnt¡cho de interés no su_ caban al norte de Babilonia. La dominación asiria de esta región llegó a su
menos.
I Pero los principales rogros de fin debido al éxito que finalmente coronó los intentos de un monarca babilo-
Tukurti-Ninurta se produjeron en er
Durante casi dos sigtos Asiia traur,a sur. nio que se había establecido en el extremo sur del reino, Adad-shuma-usur
venido iri"niun¿o fijar una frontera
tajosa y defendetse de los abusovde ven- (1216-L187). Este logró derrotar y capturar en el campo de batalla al nuevo
Babilo"iu. aáá¿-nirari I había realizado
algunos progresos, rey de Asiria, Enlil-kudurri-usur (1197-1193 [187-1183]). Se desencadenó
.ilegándose a-ñrma. ;ñ;;^Isi.o_uuuilónico que
rompió hasta el reinaáo de Tukurti-Ninurt'a.-gnlr" no se entonces en Asiria una crisis, durante la cual logró apoderarse del trono un
Kashtiliash IV aprovechó las dificultades momento parece que nuevo soberano, que no estaba en la línea directa de sucesión (Ninurta-apil-
norte y en er este, y se internó en ñ;ir;berano asirio renía en el Ekur: 1192-1180 [1182-1180]). El triunfo de Adad-shum-usur sobre los asi-
sus terri[órios, capturando algunas plazas
en la ribera orientai del rigris y en rios y su liberación de Babilonia fueron celebrados a su vez en otro poema
la .u"rru Á.¿iu ¿a Éufratei, zonas que
:

t' llevaban casi cincuenta añós formando épico (Grayson, 1975, pp. 56-77), que destaca la magnitud de su hazañra.
ello fue el choque frontal ¿" u-tur potencias. ¿" eri¡". EI resurtado de todo
I parte
ti Se ha supuesto que, en el curso de la guerra contra Babilonia, Tukulti-Ni-
,: ,)
Las noticias de este hecho sóro nurta I se llevó de esta ciudad la estatua de culto de Marduk, como harían más
I
se han conservado de.forma nugÁántuJ;;;
;l crónica P' Por lo cual-no poo"rior ;";; turia sincrónicay en Ia ta¡de los elamitas (véase el capítulo 7, apartado 3). Pero es posible que esta
sacar de ellas muchas conclusiones.
información más completa nor iu p-porcionan L¿ anécdota sea una invención babilónica de época muy posterior (siglo vtI).
Tukulti-Ninurta I, y las inscripciones del propio Los textos contemporáneos de Tukulti-Ninurta I o más o menos próximos a
_lo
que r*ru de duda es que el triunfo se decantó del su época no mencionan el robo de la imagen divina (hecho considerado siem-
lado de los asirios. La "rt¿
victori" nr"r de Tukulti-Ñinurtu sobre Babilonia fue
cantada en una extensa epopeya (de pre por los babilonios como un desastre espantoso); sólo un documento tar-
por lo menos 700 versos) (véase Machi_
nist,.1976), que conmemoráuu dío alude a su devolución en una época que haría imposible su robo por los
hecho en tono pomposo, carificándoro
"i
un triunfo importantísimo para Asiria: de elamitas: y el expolio sacrílego de éstos está bien atestiguado (Mayer, 1988;
véase el capítulo 7, apartado 4). Hay una cosa q\e, según dice la epopeya,
Glorioso es su poder, abr[asal a los se llevó Tukulti-Ninurta a Asiria aparte de un gran número de prisioneros y
[ir]reverentes por derante y por detrás;
deslumbrante es su ímpetu, qu".u de un rico botín, a saber, varias colecciones de tablillas babilónicas. Curio-
a Iós desobediántes a izquierda y derecha;
su esplendoi, eclipsa a rodos ,u, samente es justo por esta época cuando podemos apreciar en diversos textos
L",-tbr:.."j "n"*igár. asirios una fortísima influencia literaria babilónica. Un ejemplo de ese influ-
", los cuarro ui"ntor, ioLs ros reyes sin excepción
;*"rX"";;iiffi..H?:.d" jo nos lo muestra una soberbia oración de Tukulti-Ninurta, escrita en acadio
(Lambert, AfO,
y un hermoso sumerio literario (véase, asimismo, Lambert, 1976); otro 1o
lg t1957_l95gl, pp. 4g_49.) tendríamos en el babilónico literario utilizado en la epopeya de Tukulti-Ni-

1l
398 LAS GRANDES POTENCIAS
rtredpeoravuA c. l6oo-c. 900 399
nurta' La cultura babilónica era más antigua y
más refinada, mientas
Asiria quizá fuera consideradu que
probabiemente ro fuera ¿" ír"Áá-- dominios de su país el rico premio de Babilonia, por lo que se desencadenó
-y
un mero centro provincial. pero-tras_ra conquisra.de
corno
la lucha por la sucesión a tan poderoso puesto. Así lo demuestra en primer
Ninurta cambió la situación, y el refinamienio lflronia-pá, rumrai-
.rttu.ul babilóniáo ru, apro_ lugar e[ hecho de que Tukulti-Ninurta fuera asesinado por uno de sus hijos y,
vechado para rearzar y eraboiar en un lenguaje en segundo lugar, que después de él ocuparan el trono tres soberanos distin-
-o---J- ^literario -rv
.lúuscado ra
imagen del soberano asirio. tos, dos de ellos hijos suyos, en rápida sucesión, circunstancia que nos habla
É
La fundación de una nueva ciudad real (0,6 de la violenta rivalidad existente entre los diversos pretendientes al trono (la
km2) por parte de Tukulti_Ni_
nurta se relaciona con la introducción de esias cronología es bastante confusa en este punto). No obstante, el imperio asirio
novedádes en la ideoiogía
nárquica asiria. La ciudad fue establecida
Assur' a sólo 3 km de la capital asiria, en un
r o¡tiu. del Tigris, enfrentemo_ de
no sucumbió inmediatamente. Es posible que algunas de las grandes con-
tÁno virgei. Bn su interior quistas obtenidas en la Alta Mesopotamia por los reyes asirios del siglo xm
había palacios y templos decorados .on ptur.rrur fueran perdiéndose gradualmente, aparte de que se suscitaron serios proble-
¿" cerTmica uiJ¡u¿u o.
brillantes colores; la provisión de agua se realizaba mas, entre ellos la pérdida de Babilonia quince años después de la muerte de
a través de un nuevo ca_
nal v evidenremglle se suponía quJ d.bía contar
tu*uián .;;;;; Tukulti-Ninurta I (según la cronología convencional), que exacerbaron los
les y corrientes norma_ dinásticos. Pero no tenemos ninguna seguridad respecto a las con-
,. pp. 456:45g). rs muy sijnificativo que conflictos
f?,f
nombre de Kar-Tukulti-Ninurta («el puerro recibiera el secuencias precisas que tuvieron esas pérdidas, ni tampoco sabemos en qué
¿á iñ.rrti-Ninurta>), en honor
del soberano' La fundación real es conmemorada medida se vio mermado el territorio del imperio. Cuando Tiglath-pileser I ac-
en una serie de inscripcio-
nes sobre tabrilras de arabastro (descubiertas cedió al trono casi un siglo más tarde, afirmaba todavía dominar buena par-
en Assur y en ra propia Kar_Tu_
kulti-Ninurta): te de la Alta Mesopotamia.

En aquel tiempo el dios Assur,rni-señor, me pidió


un centro de culto en la
t: orilla opuesta a mi ciudad, objeto (?) del deseo
¿á tos dioses, y *"
Tiglath-píleser I ( I I 14- 1076)
ii'
't construyera su santuario. Por mandato del
dios Assur, el dios qu"
-o"no qu.
{r
r
fiqué ante mi ciudad de Assur una ciudad puru -" *a, edi- La situación política durante el período inmediatamente anterior al reina-
.llr ' áos Assur ru o¡liu opues-
ta, junto al rigris, sobre terrenos y pradoi
tii no "i
cultivados, en"nlos que no había do de Tiglath-pileser I es bastante confusa. Una inscripción fundacional pro-
casas ni residencias, donde no se trábran
''
,t'l ¿, acumulado escombros ni materiales cedente del templo de Ishta¡ en Nínive demuestra que Ashur-resha-ishi (1132-
de derribo, ni se había puesto nunca on
ru¿rillo.iá uu-¿ Kar-Ti¡kulti-Ninurta. I115), que se califica a sí mismo de <<vengador de Asiria» , realizó campañas
La corlé como una cuerda en medio del terreno
rocoso, abríun camino entre triunfales al estilo de los grandes soberanos del siglo xlll contra los arameos,
las escarpadas montañas con escoplos de piedra,
abrí una senda para que pa- pueblo de pastores cada vez más levantisco, y posiblemente también contra
sara una corriente capaz de sustentar la
vida sobre la tierra (y) ¿á asegurar ta algunos pueblos que habitaban en lazona de los Zagros. Una señal de su éxi-
abundancia, y bonvertí fos campos de
mi ciudad en terrenos de regadío. Dis- to la tendríamos, por lo demás, en el hecho de que llegó a fundar un nuevo
puse que se realizaran regularmente
ofrendas al dios Assur y a los principales
dioses, mis señores, u pe.petuidad, con Ios centro real en Apku (la actual Abu Maryam), al noroeste de Mosul.
proáuctos del agua del canal.
En aquel tiempo construí en mi ciudad, Kar-Tukulti-Ninurta, Con respecto a Tiglath-pileser I las fuentes son bastante abundantes para
culto edificado por mí, un templo sacro, ún sanirario el centro de la primera parte de su reinado, y la cronología de los acontecimientos ocurri-
terribre puru ,,,o.udu
del dios Assur, mi señor. Lo llamé Ekurmesharra. dos en él puede fijarse con bastante facilidad debido a una importante novedad
En su interior levanté un
gran zigurat como asiento de culto del introducida en esta época, que afecta a las inscripciones reales asirias. Ante-
dios essui mi señor, y deposité mis
estelas (weidner, 1959, n." 16; Grayson,
tglutiiá. I, LxxvIII, 16; Grayson, riormente los textos epigráficos de los soberanos asirios incluían referencias
1987, A.O.75.23). a algunas de sus hazañas militares junto con la conmemoración de las cons-
trucciones reales y una larga lista de títulos que venían a celebrar sus proe-
El nombre de la ciudad y la inscripción subrayan el papel personar zas. Pero no seguían un orden secuencial, limitándose a presentar un pano-
de_
sempeñado por el rey en la construccién rama general. Con Tiglath-pileser las campañas se presentan por primera
de la ciuáad, en la que se emprea_
ron los recursos del imperio, el botín y ra mano vez en orden cronológico junto con las noticias de su labor constructiva. Este
¿" ou.u de los deportados en
el curso de sus numerosas guerras. p*a"a, sin método se convirtió en la forma habitual de conmemorar las gestas de los so-
embargo, que no sobrevivió
mucho tiempo como capital asiria. beranos asirios hasta el final del imperio neoasirio, es decir, durante los qui-
Precisamente quizá fuera debido al éxito nientos años siguientes. Este tipo de inscripciones reales constituyen los
sobresalie nte alcanzado por Tu-
kulti-Ninurta ala hora de consolidar las conquistas famosos <<anales asirios». Por lo general comienzan con una larga serie de tí-
asirias y de añadir a los
tulos y epítetos reales, que presentan la posición del soberano en relación con
400 LAS GRANDES POTENCIAS
,\roro^rrA c. r6oo-c. 9oo 401
los dioses asirios ruf súbditos;
.{ a continuación viene er relato
ra campaña, seguido (en er caso de ngratrr_pil.r;;; de su priner conté como si fueran rebaños de ovejas. Sacrifiqué anualmente al dios Assur,
de alabanza antes de que .o.ni.n." de un esffibilro r mi señor, a sus crías, como ofrendas voluntarias, junto con mis sacrificios sin
inscripción finariza con ra mención
laielacán á" .u,r.gu;;;'üfft tacha.
de su Cogí cedros, arbustos de boj y robles de Kanish en los países de los que
sus cacerías en la Alra Mesoporamia itantas-ü?Í[*, o.
v-,
"ot"..ion,a"lór.a"i"u"lo"i
p"i;ññ';" me había apoderado así no los había plantado nunca ninguno de los
cio real que er documenro pretendía.celebrar
y ;;;q::-d:bía.sel depositaoa- *t- reyes anteriores, mis-árboles
antepasados- y (los) planté en los huertos de mi país.
Cogí frutos hortícolas raros que no se encuentran en mi país (y con ellos)
fl
"',,-.:T::."#iX,:,1"i:,iia;*;"n;üi_p"ir"l".,nosayudaráuñi..*o, llené los huertos de Asiria.
Conseguí para las tropas de mi país más carros y yuntas de caballos de los
En total conquisté 42 países y que había habido nunca. Añadí a Asiria más terreno y a su población añadí
capturé a sus soberanos desde
der Bajo r"{Ti.;;ioneJde las monrañas, hasta el otro rado más población. Traje el contento para mi pueblo (y) le proporcioné una mora-
Eufrares, '^o',?i)?r
los hititas y el ot oru¿o o.r
Ma, A"rto de occi¿enie á".¿. mi ascensión da segura.
hasta el quinro año dá mi"i reina¿o Los ar nono Tiglath-pileser, príncipe excelso, el único al que los dioses Assur y Ninur-
a entregarme rehenes y a pagarm:-gg*"r
somer" í*."r"
"urorid;;;i;:lo,r*u
rrrpr"ras. (Esto) aparre de ta han guiado continuamente doquiera se le antojara (ir), y que persiguió a
numerosas campañas en er todos los enemigos del dios Assur y abatió a todos los rebeldes... (etc., etc.)
extranjero qug " ras
' victorias (y) durante tas cuatesl".següí no apur""n en la (rehc1ón de) mis (L. W. Kng, Annals of the Kings of Assyria Í19021, pp. 27-108; Grayson,
a mis en"migos en g¿uro, .unnoo
y a pie, cuanaó .r 197211976,II, LXXXVI, 1; Grayson, 1991, A.O.87.1).
f.TJ"_::",favo¡able, "ru "r"ubro*.1mpedí " i",
Tiglath-pileler, er valiente, armado
"""rig",
del arco sin rivar, experto en Los anales pasan revista a todas las cualidades consideradas esenciales en
Los dioses Ninurta y Palii Áe cacerías:
dieron *u" n"rur-*as y su excerso los reyes asirios y nos ofrecen un panorama sin igual de 1o que era la imagi-
para que los usaran mis soberanos
brazos. p;;;.d* der dios Ninurta, arco
nería monárquica y la ideología imperial. El rey es piadoso y cuenta con la
ama, maté cuatro.toros sarvajes, que me
extraordinariurn"nt" en er desierto, en bendición de los dioses, defiende a su pueblo, castiga a los que amenazan a
el país de Mitanni y en la.iuauJa"
Hatti; (los maté)_::r.Tr ru"rt"r
A.-jq,l;;;eláfue.rtes,
sitiada frenre ar país de su país y, por consiguiente, protege las disposiciones tomadas por los dioses.
puntas de-flecha de hierro y
tas' Y me llevé sus pieles y mis agudL sae_ Es fuerte e infatigable en sus hazañas guerreras, cuyos frutos son utilizados
,u, a mi ciudad de Assur.
Maté diez fortísimos áu"no."i"*os para mejorar [a vida de Asiria, de modo que el soberano es el dispensador de
gión del río Khabur (y) capturJ
¿"
"r"FJ;
lil;A de Harrán y en ra re_ prosperidad, bienestar y estabilidad. Sus extraordinarias proezas en la caza
elefantes viios. Me llevé ,ú,
sus colmillos ju,nto ror "ur,ro
vivos a mi ciudad de Assur. fi"i* y son la manifestación de su fuerza, concedida por los dioses, gracias a la cual
Por orden "on "l"fantes
*1-dforJinu1u,.
acomeüda impetuosa
qu" *"ama, maté a pie r2'leones con
mi
el país se ve libre de los animales salvajes que amenivan [a vida del pueblo
y feroz. eá"*es derribé f".r
áril reones desde ro arto de .y de los ganados. Los enemigos de Asiria y los animales salvajes represen-
mi carro ligero. He aúatido ,o¿u.i*" de fierasrl;;u", aradas de los tan el caos que acecha en todo momento a la ordenada sociedad asiria, dis-
cada_vez que disparaba una
fd;;.
cuando me hice con er aominio
cieros
puesto a devorarla y destruirla.
absoruto de ros enemigos del dios Gracias a los anales y otras inscripciones, podemos seguir el rastro de las
reconstruí (y) acabé el tempro Assur,
ya amrinado de ilirh;* asiria,
templo del dios Amumr, er^tempio mi señora, er numerosas campañas de Tiglath-pileser I, sobre todo el de sus famosas ex-
del dios B"r-l;i;;,
Dioses, Ios tempros de los
dirü d" mi ciudad d;-Ár;r.erDispuse
templo de ros Diez
ras enradas
pediciones a las montañas situadas directamente al norte de Asiria. La cul-
de sus templos (y) metr ., iniáJor a ros grrna". áo."r, mis señores. minación de una de esas campañas fue conmemorada con una inscripción
"n
agrado de su gran divini¿ad.
Reconstruí y acabé los paracios,
Fui del grabada en la roca, al norte del lago Van, en la cuenca alta del Éufrates. Lo
reales de los grandes centros Ias residencias mismo que las campañas de Ti¡kulti-Ninurta en las montañas del norte y del
d";;l;" en Iás comarcas áe mi país que desde ros
tlempos de mis antepasados, este, la expedición de Tiglath-pileser tenía por objeto poner coto a las incur-
durante los años difíciles, habían
dos y estaban hechoi un, *in"-y sido abandona-
decadencia. Reparé ras fortifi_ siones en las tierras bajas y gararfiizar el control de las rutas a través de las
caciones ya deb,itadas de
mi pá. "n "o-pt"ta
Hi"" qr" r", fueran revantados por cuales llegaban a Asiria productos tan esenciales como el cobre, el hierro,
toda Asiria y (decse,modo)-cán*su¡""y1uh, "r"J",
dos' Formé manadas ¿e cau¿tos, ñ
üno que mis anrepasa_ cada vez más importantes, los caballos y la madera. Tiglath-pileser I em-
do me hice con er dominio
ui"y". (y) asnos *"'"r
botín que gané cuan_ prendió además un viaje de prestigio hasta el litoral mediterráneo y, pese al
;"
mi señor. Además logré domin*
;;;
paí9es gr*i".-"-ia ayuaa
der dios Assur, tono militarista del relato, fue agasajado por los pequeños estados de la zona
ayalu' gacelas e íbicés, qu" tor -"nuaas JnteÁ á" .i"*o, nayaru,ciervos durante el camino y al llegar a la costa. Sus artesanías especializadas (tallas
áios"s Ass* y Ninrrta, ros dioses que
aman, me habían regarado en me de madera y marfil, labores de metalurgia fina y productos textiles) y su ex-
er curso de mis
"í""riu. "n ras artas sierras. Los periencia comercial dependían de la existencia de un mercado de consumi-
f' ! i
li
'q fuJ v
,f,

(brrráI'
402 LAS GRANDES POTENCIAS
*\ror*orrA c. r6oo-c.9oo 403

Íff:,",flffi T,'ffi"fr:,:,,;H:H::T!;::;::e'osmomentose,eshdo con la hija del soberano babilonio, Adad-hpla-iddina (1069-1048),


por él mismo. Logró también repeler a los arameos en las fronte-
Marché hasta el monte de Asiria, aunque algunos grupos siguieron orgairizando razzías en terri-
Lgu:?. pré ryl hansporré troncos asirio. Si el obsequio de un cocodrilo, una mona y una «bestia del río»
de cedro para
;Tá,:,1?i1il[]ó,"u*ii1,,,,?T'i1:t,Jt.H#*:fr:l,triñer un búfalo acuático?) por parte del faraón de Egipto constituye un indicio
de Ios países de Biblos, §íáon
y e*uo. nrorie la posición ocupada por Asiria en la política internacional, demostraría
barcos o" ,"
vad, der pais de Amumr, y "n una
uiajz"o, uu"nu roiuna distancia"ailT
Hrtr seguía siendo tan respetada en todo el mundo como en tiempos de Ti-
dobles desde la ciudad dé
A*ud, ,itruJu unu irlu, t urtu tu de tres horas pileser I.
J ",n,*
muru, que está en er país deAmum¡ g, de sa_ Pero la aparente normalidad de las inscripciones reales no debería ofus-
caballo de mar 1v.
"irdad
un nalr¡iu,uiqr"
sit"it, Recueil ¿i 1a1é
,i"i_,,7^z_y29ll,_p-.-,t\1,
Iraman e impedirnos ver las dificultades internas a las que veladamente alu-
274-275;c'"v.",, iéTzttgtá,u, ARAB,I. Los arameos constituían en este momento una presencia constante y
§j,l??;1f i!{iíri! ix}xiir, g; c.uy- dentro del imperio: pocas fueron las campañas de Ashur-bel-
dirigidas contra otros pueblos. Tras el reinado de Ashur-nasir-pal I (1049-
otro texto que alude a esta expedición añade que 031), si no antes, casi todo el territorio de la Alta Mesopotamia se perdió
je Tiglarh-p,esér durante este mismo via-
fue.obseo;irá" con un cocodriio y una rr"-ú." ¿e mono, Asiria había quedado reducida a los alrededores inmediatos
posiblemenre regaro ae rgipto. Bt
-ir.,
á;;;;"nro describe asimismo la Assur, Nínive, Arbelas y Kilizi, territorio no precisamente despreciable, a
escurtura en basarto aet nlltiruy
su erección, junto con ra efigie decir verdad, pero pequeñísimo en comparación con las dimensiones del gran
a uno y orro lado áe ra entrada-pír.ip"l de otro ani_
r reino de épocas anteriores. Ciertos testimonios dispersos, pero no por ello
ffi"r:ff.o, del nuevo palacio real
i menos importantes, indican que algunos gobernadores asirios continuaron
En un campo, sin embargo, Tigrath-pileser ,, manteniendo las cosas atadas y bien atadas en sus centros administrativos, al
ta de Ia frontera sur, donde"liúró no fue tan afortunado. se tra_
uru a.Jt.h.d, batalla contra Nabucodo- j menos por algún tiempo. Por desgracia, sin embargo, durante más de un si-
nosor r (1126-1105). En un glo a partir más o menos del año 1050 (lo mismo que en Babilonia) la do-
momento determinado ros babilonior'rogr*on
incluso conquisrar la ciudaJd" cumentación es escasísima, de modo que los detalles de la situación se nos
Élaru,.,
po antes de que Tiglath-pileser
oudiera "..* á"f,r.r"
e^pJ*
y pasó bastanre tiem-
I rl, o.cupantes y vengarse escapan.
apoderándose de lazona^septenti'ionar
¿"r i.ino ¿l guuitonia, incluidos
tros tan important:.. .9To la propia_Babilonia,-opi, cen-
do de Marduk_nadin_ahhe, --'¡v¡r¡s' \-'pr y Dur Kurigalzu (reina- ln sociedad del período medioasirio
r o-ggi os l
Tiglath-pileser sufrió un .evés
más grave, aunque poco duradero,
propio país' pues' pese a las en su Durante el período medioasirio se produjeron una serie de cambios y
frecuentes tampañas contra
meos de las estepas de siria, de los invasores ara- desarrollos fundamentales que transformaron la sociedad de Asiria, la cual
Ias que ,un,o se jacta en sus
impedir que durante algún anares, no pudo dejó de ser la ciudad-estado comercial limitada a los confines de Assur,
incursiones arameas, que
iil;; ei corazónJ"'rsi¡a fuera víctima de propia del período paleoasirio (véase el capítulo 2, apartado 2). La más
p.ouoi*on hambrunu, gran las
v confusión. Las co_ importante de esas novedades fue el hecho de que Ashur-uballit estableciera
municaciones quedaron intemr-;td;;ffi ,r*ires penekaron hasra
aldeas asirias; la poblacio, ras un dominio permanente sobre la totalidad del norte de Irak; además incor-
*rui-r! rerugio
., iu, -ontañas ar este de A¡be_ poró al estado las principales ciudades de la región y una importante porción
las; Ios campos ruero3 *uruáor;lu.
y el propio Tiglath-pileser r. *u-"u, avanzaron sobre Nínive de territorio por el norte y por el este, que Asiria no dejaría de controlar
"e¡lu,
ui,o outiguao a las monhñas al nor_ nunca más, ni siquiera en los días más aciagos de las incursiones arameas
re de l\¿Iosul (Thdmor,
_195g,
pp- f i¡-f ¡¿1. ";J;;;" (véase, en el segundo volumen, el capítulo 8, apartado 2).
Al iguar que Ia Babiloniáie-ta
época(véase el capítul o7,
Asiria hubo de enfrentarse a ...ilr'próblemas apartado 4), Un elemento fundamental dentro del sistema político era el rey, que en-
p.ou*uaos por ras incursiones cargaba. magníficos y costosos artículos, producidos p¿ra su uso en [a corte
si rigrath-piLser rosró'"
frl1x;il?;31;mos airoso ¿" ,r, inren- y en los templos, disponiendo además de inmensos recursos, materiales y hu-
"""'"ri.
r0s6),.uio;;;,#i?r';f 1,,.ffi manos, que eran utilizados para crear nuevos sistemas de regadío, desarrollar
mohtañas der norte, de firmar un iratado $::Tñ:Hi:**:*:*itS:ji
guu,;nia, y de acomodar
la agricultura y construir edificios impresionantes. Los capítulos más impor-
tantes de las numerosas actividades constructivas de los soberanos fueron la
asuntos de esre país en interés Ios
de Asiria; "on;;;;."_iso fue sellado por creación de nuevos centros administrativos a lo largo de toda la Alta Meso-
"i su
I

404 LAS GRANDES POTENCIAS


*rr\r-orrA c. l6oo-c. 9oo 405
potamia, Ia renovación de
ciudades como Nínive, y ra fundación podía tener una esposa principal, otra secundaria e incluso una concu-
,'#ffi :::l1}#T?,%¿*Htl#*1ri,ffi ?á*,ü"il;f que, aunque las mujeres de alto rango vivían hasta cierto punto reclui-
rud), aunque no-es seguro del todó:
en las
nos materiares der siglo xvur (R/,A, ja
i#
L*íuru.iones. han aparecido
argu.
podían andar por las calles y salir de compras, eso sí, cubiertas con un
Las leyes hacen alusión a menudo a rumores, lo que nos habla de una
;.
posterior (Ashur-nasii-par II, pp. ggá:dó t20), y la únic" de épóga en la que las habladurías se encargaban de propalar los escándalos
"rr-rio"
qií.;r."iona a «"it r .on el gran con los malos comportamientos sexuales y con la mujer. Las
:Ll{ltxÍ$i'ti",;i',',}:,11y{il;;;'o:;;"doinequívoco,uruftr que se celebraban con frecuencia, daban ocasión a que la muchedum-
La sociedad asiria estaba'fármada del pueblo se congregara: precisamente era entonces cuando las jóvenes
por campesinos, escravos (aunque
sabemos qué proporción de mayor riesgo de perder la virginidad. Las tabernas públicas, donde
Ia
ses) y una poderosa arisrocracá
r";il;;;;rpí; día auau no
urá o"* estas cla- hombres se reunían y se enteraban de las últimas noticias, constituían par-
a"-p
nanos y comandantes del ejército. gr;;il;dírn 19! principales funcio_ integrante de la vida cotidiana, lo mismo que los dueños de burdeles y las
El rirt".áu o" datación'áe i;:;",
de Asiria por el nombre a"i iun.ior*i" típico Muchas mujeres perrnanecían encerradas en su casa durante años
un grupo restringido de familias. -á..nu".t.artytmu,escogido entre que sus maridos regresaran de las campañas militares, de las mi-
"p?riño,
poderorur, "l la influencia porítica
de ta que gozabi ra nobleru;;iil. siones encargadas por el rey o de sus viajes comerciales. El aborto constituía
ilustrada por las filas de
a;-r-*;"iu ¿"r cargo de rimmuse ve
ün delito gravísimo; entre los vecinos eran habituales las sospechas de ha-
erigidas Árru., cada una de las cuares
"rr"i"r
lleva simplemente el nombre ",
¿"i rurJioú;;;stión-.por térse causado desgracias unos a otros por arte de hechicería; el asesinato
siendo dudoso el significa¿o desgracia sigue 'daba a la familia de la víctima la posibilidad de exigir en venganza la sangre
exacto de las
Miglus' 7984)' pero en cualquier caso estelas á9 ro9 üytmu(cánuy, 1976; del culpable. En algunos casos, la culpa sólo podía probarse sometiendo al
nos recuerdan la fuerza conshnte
la que gozó siempre en la pórti"u de acusado a la ordalía del río (véase el capítulo 2, apartado 4) u obligándolo
asi¡a.esieñ;" aristocrático: eran ellos
sobre todo los qué se u"n"nciauan a prestar un juramento por una estatua o símbolo divino (véase el capítulo 2,
más ¿ire"tuñi"irte de las conquistas
y es posible incluso que a sus reares apartado 5). Si las familias de una aldea o de una población pequeña no lo-
familiur p".t"r".^ünfas esposai
reyes (si es que p_odemos apricar de argunos graban dirimir sus diferencias entre ellas, podían recurrir a un colegio de
cas posteriores). La población
a tieffi;;il;", Ios tesiimori* de épo_ ancianos o al alcalde para solucionarlas; si el recurso fallaba o si así lo pre-
en geneial eitaba obligada ; ;;;ii;;
rey una serie de servicios que para et ferían los interesados, podían acudir a la puerta del palacio real y solicitar
en cabezas de ganado,
aoóptaban i;;;;, de impuestos (pagados una sentencia del propio soberano o de sus jueces.
y .*ti¿u¿", i" *; , or"¿ y- de prestaciones per_ En su calidad de juez supremo, el monarca regulaba además estrictamen-
*uno dqobra en las construcciónl, púuii"u,
::ffir!::l:; te mediante edictos el protocolo y la etiqueta que debían regir en su palacio.
La colección de leyes medioasirias Una colección de edictos cortesanos medioasirios, promulgados por diversos
nos_proporcionan el mejor
'-;;;;"ldados
método de
conocimiento de Ia sociedad soberanos desde Ashur-uballit hasta Tiglath-pileser I, nos permiten ver hasta
qu" alrffiiros (Driver y Miles,
ANET, pp. lg0-r86; cardar"iu, ^rnig"J
igoq;Tu¡ril,'g'ó-qrl. En e¡as aparece 1935; cierto punto cómo era la vida cortesana (Weidner, 1956). Por desgracia mu-
flejada una sociedad estric,",n"nrr re_ chos de esos edictos son demasiado fragmentarios para poder entenderlos
patriarcal,'", lu qu" Ia mujer se encuentra
totalmente bajo er dominio ¿et bien, aunque los que están mejor conservados demuestran que a través de
Áariao, puái" o el suegro, infligiéndose
brutales castigos a ros ,¡1rrg..r*.s ellos podría reconstruirse una imagen bastante justa de la compleja estructu-
de ia"r,á*r" ,éaporerti, rgTg).Argunos
de los durísimos y humillani"t ra de la corte. Dos ejemplos prácticamente completos nos ilustran acerca de
.*rigos tienen por objeto regular las reracio-
nes entre las distintas familias su contenido y su tono:
y de .J¿. unu particular: no todos
respondían a penas previstas por ", l-a
"r-r"no
r"y qu" lá¿" ",ejecutaba rearmente,
srno que eran simples intentoi¿e "i 1. Tiglath-pileser, rey del universo, rey de Asiria, hijo de Ashur-resha-
en la esfera rriva{á, un apartado
¿etermil;;;sarcimientos eran lícitos ishi, también rey de Asiria, ordena al oficial del palacio de la Ciudad Interior,
a". ru ley, por é¡empro, dejaba al heraldo de palacio, al oficial del zarlqu del camino (función desconocida),
lr
rido la posibilidad de no.cattig* abierta al ma_
u ru .rpéá-"d,ii¡.j, ni a su amanre al médico del harén, y al que está al cargo de los palacios de todo el resto
I deseaba; por otra parte, si pref;ría si así ro
castigarlos, podía matarlos a los del país:
cortar la nariz de su esposa y castrar dos o bien
estos castigos tan- horribfes,
ur ;";i"i-*,*re er rostro. Aparte de
<<Cualquier cortesano real (en potencia) o cualquier (posible) servidor del
ras_.reyes reveran d" personal de palacio que desee entrar en palacio, no entrará en palacio sin pre-
detalles sobre lo que era la cotidianidao -unera incidentar muchos
y et ar,á.r"¿" de la sociedad asiria: vio examen. Si (alguno) no es idóneo (?), se le asignará una segunda oportu-
nos permiten ver, por ejemplo,-cámo nidad de preparación (?) como cortesano. Si el oficial del palacio de la Ciudad
se celebraban las bodas; que
I un indi_ Interior, el heraldo de palacio, el oficial del zarlqu del camino, el médico del
i

,l
T 406 LAS GRANDES POTENCIAS
*r\o.*o*,o c. r600-c.900 407
harén, y el que está al cargo
{9 los paracios de todocl resto del país permite
:"1"!::"::ffi#""1;:"":::l;*r:la;*:nnlffiiiü;"":i:,*,"¿ñ Ereu: el peRÍooo clÁsrco (c. 1450-c. 1100)
z' Tiglath-piles-er, rey del universo,
,"j
á" ari¡u, hijo de Ashur_ resha-ishi,
también rey de Ásiria, orá"nu a los hombres,
«si una mujer de palacio canta o riñe
ros cortesanos: y fuentes
con otra de su misma condición,
cualquiera de los "eurtucos" reales (traduccián ".".,esanosy
discutida), ár1", <<Elam>> es el nombre utilizado por los especialistas modernos para de-
se queda escuchando, dénsele cien golper;
:r:jTl'o-"s I qr" i" Jorten una la zona corespondiente al Khuzestán de hoy día (al suroeste de Irán),
»si alguna mujer de palacio provoca a un cortesano con las caderas capital en Susa, y llamada por los autores griegos, como por ejemplo Es-
nudas, sin lrevar una enagua qu" i*
cubra, diciendo: [,,...J te io ñaré,,;
des-
(sit
«Elimaide». Pero hasta aproximadamente finales del siglo vut el país
el individuo se vuelve «yitrauL con ella, Elam incluía también por el este ---cosa que no se ha sabido hasta hace
Járr"i"'.i"n gorpes. El que lo descu-
bra' quítele (es decir, ai culpablel .nunto, *iJnou, que el individuo :ielativamente poco- buena parte de la actual provincia de Fars (véase el
"r (culpa-
(probabrem",," qri"'"
3l'l}!lii.:Xlfl ;:;ur" decii que
'*e
o*i*io""t rnapa 10), si bien no conocemos con exactitud cuál era toda su extensión. La
»si un cortesano quiere hlglq con alguna historia, la cultura y la lengua de Elam todavía son muy oscuras, aunque
a ella más de siete pasos (?). si arguien
mujer de paracio, no se acerque gracias a los testimonios escritos procedentes de Mesopotamia y a los des-
palacio se entera del caso y no cistiga
;;;i;";;;precepro y er encargado
der cubrimientos arqueológicos, sabemos que era una entidad política poderosa,
at cutpaut", et fn"ígaaá'á} palacio
será quien reciba el castigo. si los caractenzada por una cultura propia. Las investigaciones realizadas durante
ofi"ciales J"i"r.u.gado deipatacio
lan los recintos der paracio y no re informan no vigi- los últimos veinte o treinta años han contribuido en buena medida a aclarar
aa ü¡ fartas cometidas, (y) des_
de arguna farta, er ;";;;ñ; numerosos aspectos de la historia de Elam, aunque son todavía muchos los
oer paracio ;;,;;;"nsabre
l::illTl';ui,:::. detalles que nos resultan enigmáticos.
»si el zarlqu tiene que realizar alguna El elamita fue identificado como una lengua claramente definida cuando
tarea en el intenor del palacio y
mujeres de palacio (salen) a la puerta-de sus aposentos,.infórmese
Ias ;entre los años treinta y cuarenta del pasado siglo Henry Rawlinson logró ha-
do del paraciol, para que las retire de a[l encarga-
la entrad'a á. (rur) aposentos>> (weidner, cerse con algunos fragmentos de la gran inscripción tallada en la roca por
1956; Grayson, 1972t1976,II, lg5_192).
§§ Darío I de Persia (521-486) en Behistun (véase, en el segundo volumen, el ca-
pítulo 13), en la ruta que desde el noreste de Babilonia se dirigía a Ecbatana
En palacio la palabra del soberano-era ra
le¡ del mismo
modo que era er (la actual Hamadan). El texto resultó que era trilingüe: una parte estaba escri-
tribunal superior para sus súbditos más
humiláes. El rey desempeñaba ade_ ta en antiguo persa, otra en acadio y otra en elamita. La inscripción de Behistun
más un papel crucial en los cultos d9l
pu", ," creíaque era er res_ no sólo constituyó la principal base de trabajo para reconstruir el antiguo persa,
ponsable úrtimo del bienestar der país 9s-tado,
debido'u trreración especial y supe_ sino que además proporcionó la clave necesaria para descifrar la escritura
rior que mantenía con los dioses, que le comunicaban cuneiforme acadia. La versión elamita del texto resultó que estaba escrita en
cuales, a su vez, comunicaba ér las necesidades
,u uoirntud y a tos
ción' La subordinación del soberano respecto
d;ip;;;;
niif,iñ la ora_ una lengua que utilizaba los signos cuneiformes del acadio, pero que, por lo
a los d'ioses, y especialmente al demás, no tenía nada que ver con este idioma. Recibió el nombre de «elami-
dios nacional, Assur, se ve reflejada .urioru-.nt"
el ta» porque coincidía con unas inscripciones muy breves procedentes de Susa,
nia de la coronación que ,. ,oJ h_a conservado "n texto de ra ceremo_ identificada habitualmente con la capital de Elam. No es una lengua semíti-
(Mü ller, 1937), y que data
también del período medioasirio. Las insigni*
berano en el templo de Assur de la ciudadáe
ü", eran confiadas al so- ca (como el acadio) ni indoeuropea (como el antiguo persa); y además no
Assur por ros dioses, que iban está claramente emparentada con ninguna lengua o grupo lingüístico conoci-
dándole órdenes específicas uno a uno, do (Reiner, 1969; Grillot-Susini, 1987).En Persia fue utilizado por los reyes
como por ejempro: <<con esta maza
extiende las fronteras del país». Después aqueménidas en determinados documentos administrativos de Fars durante
era ilávado po. las calles de la ciu-
ul.g¡to de «¡El dios Á*u. es ei rey!
$,ud. ¡x (el *.uo rey) es su vicario!».
Nada ilustra con más claridad que este documento
los primeros tiempos de esta dinastía (hasta c. 450, véase, en el segundo
la ideología fundamental volumen, el capítulo 13), aunque probablemente para entonces no fuera más
que consideraba al soberano .ómo
el servidor humano del divino amo del que una convención arcaizante, al haberse dejado de hablar por completo el
país. A continuación, los funcionarios der p;r, iilil"n elamita (Gershevitch, en Hallock, l97l). La pervivencia del elamita y su utili-
de sus cargos, reco_
nociendo así formal.:rj. su dependencia zación con carácter regular en las inscripciones reales de época aqueménida
de ru uáruntud der rey. Asiria ya
no era la pequeña ciudad-estado en la qu.
.i páá"rál monarca se veía con- (escritas prácticamente en su totalidad en antiguo persa, acadio y elamita)
trarrestado por el de las grandes familiás vienen a demostrar la fortaleza de la cultura elamita, incluso mucho después
de Ássur.
de que Elam hubiera desaparecido como entidad política significativa.
,"rln-o*rA c. 16oo-c. 9oo 409

Un obstáculo para la reconstrucción de la historia de Elam es que el nú-


de textos en elamita que han sido publicados y se entienden plenamen-
(o
(9 §
(f, es muy limitado. Existe una cantidad razonable de inscripciones reales
objetos votivos, monumentos, estatuas y ladrillos (Kónig, 1965), pero
mayoría de ellas datan del período comprendido entre c. 1300 y c. 1100,
suerte que el lapso de tiempo que cubren es muy limitado. Además mu-
1:'
de ellas contienen muy poca información sustanciosa, aparte del nombre
la filiación del soberano en honor del cual fueron escritas; una excepción
el tratado bastante fragmentario (encontrado en Susa) entre Naram-Sin
Agade (2254-2218) y un monarca elamita desconocido (Hinz, 1967). Ha-
3400 se desarrolló en Elam un sistema de escritura local, el .<protoelami-
t¿>),contemporáneo de los primeros escritos mesopotámicos o incluso lige-
É
ramente anterior a ellos (Nissen, 1993). Pero los estrechos vínculos políticos
lil
y culturales existentes entre las dos regiones (que en ocasiones dieron lugar
a la dominación directa de la parte occidental de Elam por los reyes de la
.o
ct! Baja Mesopotamia), condujeron a la adopción de las tradiciones gráficas del
acadio y al abandono de la escritura elamita. De hecho en la parte occiden-
N

tal de Elam muchos textos procedentes de Susa y de las comarcas adyacen-


Es están escritos en acadio; así ocurre con los documentos legales de carác-
e
ter privado e incluso ocasionalmente con algunas inscripciones oficiales. A1
§ ; mismo tiempo, los testimonios descubiertos últimamente demuestran que el
$' d
H elamita era empleado de forma regular para las transacciones comerciales
'J CJ
en Fars (Tall-i Malyan) (Stolper, 1984). Las principales colecciones de do-
L
o s'
o cumentos proceden de Susa (en sumerio y en acadio: varios centenares;
o Í véase Carter y Stolper, 1984, p. 24 y n. 169 para las referencias), Chogha
Zanbll (Paper, 1955; Stéve, L967; sobre todo en elamita, pero algunos en
acadio: unos setenta), Haft Tepe (Herrero, 1976; Herrero y Glassner, 1990 y
d
l99L: unas 500 tablillas en acadio), y Thll-i Malyan (Stolper, L984: unas 200
s' tablillas en elamita). Chogha ZanbiL y Haft Tepe estrán bastante cerca de Susa,
pero Thll-i Malyan se encuentra en la región de [o que luego sería Persépolis,
en Fars (RI-{,7, pp. 306-320). Los documentos de Susa datan de entre 1900
@ y 1500; los demás textos, al igual que muchas de las inscripciones, corres-
!E
o ponden al período c. 1300-1100. Aparte de un pequeño archivo administrativo
o
cr)
de Susa, que data de comienzos del siglo vl (MDP IX; Hinz, 1968; Miros-
o chedji, 1982) y de los de la época aqueménida procedentes de Persépolis
o
§¡ (Cameron, 1948; Hallock, 1969), estos son los únicos archivos elamitas exis-
tentes hasta la fecha.
o
o
La historia de Elam se divide, a grandes rasgos, en cuatro períodos, el
«protoelamito> (contemporáneo más o menos de Uruk IV y III, y del PD I
y II en Mesopotamia: c.34N-2600), el «paleoelamita», que se extiende desde
(o o el PD III de Mesopotamia (c. 2600) hasta poco antes de 1500, el «medioela-
s
(f,
í¡
\i mita>> (c. 1500-1000), y el <<neoelamita» (desde c. 1000 hasta mediados del
siglo vt) (Porada, 1965, pp. 45 y ss.). Dentro de todas estas fases existen
enoffnes lagunas en nuestros conocimientos, pues en muchas ocasiones care-
cemos prácticamente de todo tipo de información documental: para los años
410
LAS GRANDES POTENCIAS

c' 2600-2200, c. ,u\oro*rrA c. l6oo-c. 9oo 4tt


1750-14.50 y 1000--c. g00 nuestras fuentes
son escas. .
1972).4 Por último en 1972 se llegó a la conclusión de que Anshan
:Eü,Tx"?iii_*,H"ilt:f
ejemplo, er período .o...rporailit"
i:;;.f"H:1llHs";.3.:?,#H. con el yacimiento de Thll-i Malyan, en Fars, demostrándose así que
bastanre bien aresriguuao.
ut..igr" ,*
v ,-r93 ;.ffifrili territorio que ocupaba Elam era mucho más grande de lo que había veni-
L;r-"á*pr"¡i¿á¿., á"'ru* ridu "r.uá.* ".*pi._ pensándose tradicionalmente (Lambert, 1972; Reiner, 1973; Carter y Stol-
zan a hacerse cad.a vez
mes eviáentei, en p*ti.ui*
o. u .üjii
que renía Eram con las parres los estrecir?r uio.uro. pr, 1976; Vallat, 1980). El período que comienza en torno a 1450 y que se
tral, deta'e que se nos escaparía
.-"**r y o.iániJ ¿.L¿r, y .o, .i ixtiende hasta c. 1100 constituye un punto culminante de la historia elamita
Ariu..n_
si ta tristo¡;
no tenemoi más remedio
d";l;-
se estudiara ün
,oto,
y a menudo ha sido denominado «época clásica» de Elam. A raíz de las ex-
;:Hr:,ffrl[lo qur t *J., a través d" loi cavaciones de los años sesenta y setenta, seguidas de cerca por un estudio
t.xto.
más pormenorizado de los textos descubiertos en los diversos yacimientos
elamitas, ha ido haciéndose visible una imagen cada vez más clara de esta
Perfil histórico c. tt00 importante fase de la historia de Elam.
Ciertos textos de carácter administrativo y una estela procedente de Haft
No obstante, la reconstrucción Tepe demuestran que el soberano elamita Tepti-ahar (comienzos del siglo xtv,
de ra historia de EIam se véase el cuadro 23) dominaba la región de Susa y Anshan, y que existía una
dida en fuentes mesopotiímicas basa en gran me_
y su cronología depende del administración bastante sof,rsticada. Era contemporáneo de Kadashman-Enlil I
de sincronías con Ia de
.ur uá"iro, establecimienb
.?¡". g9umenhda. de Babilonia (1374-1360), y la documentación pone de manifiesto que, pese
qr" ., H.!:
esra base, partiendo
nodllos aplec.iar pD III (i.'laoo_2340) de
al intercambio de embajadores entre las cortes babilonia y elamita (debió in-
nemos es la de que existi".ori raimagen que te_
uro, estrechos lazos comerciales cluso de producirse un casamiento dinástico durante el reinado de su antece-
tiempo diversos óonflictos
.iiiár", y ar misrno
enrre ras ciudad",.d".11 sor, Kurigalzul; Van Ddk, 1986), las relaciones entre ambos estados estaban
mia v Eram; duranre ra úrtima Ba¡l,Mesopora_
ius" ¿"r p..roáo J.*{g?¿. deteriorándose. La estela de Haft Tepe refleja la participación del rey en la
líticaexpansionista de l"t ."ü.áos dé
rizll:liib), ,u oo_
.iu¿uo.hizo construcción de un templo (se han excavado los restos de una estructura de
una especie de dominación,
aunque siguió".tu rruüi*¿o que susa cayera en grandes dimensiones, probablemente sagrada; RLA,, 4, pp. 39-40; Negahban,
diente situada un poco más unu áinurlá-ina.p.n_
ar este, eriFarr. »urunte ra 1990), y en la reglamentación y aprovisionamiento del culto. Según estos
2004) susa fue inóluida fase ur III (2112_
comandaban las
., .i ¿iroito u¿,,iri;;rir" de los ,riioi^oh, 9üe testimonios, la impresión que produce el estado elamita es la de que era una
lropas de Elarn
elamiras y er pueblo !l p."pi, ü; ,,"gg a ser destruida entidad política poderosa y muy bien organízada. Según la Crónica P babi-
¿. sti.;rrrkt (d 1"";;*.rrrirr.¿rri por Ios
donde hacia izoo"" nuü,'i-ioñu¿o r"án.Je susa), lónica (ABC, n." 22), Kurigalzu ll (1332-1308) combatió contra un rey ela-
rickson, t9g4: Steinkeller, r.r"ri;;;.una dinastía local (Hen- mita, Hurbatila, por [o demás desconocido, al que derrotó, y, según sus ins-
iéig ;.?90),-q* tr.ru Etam, inctuiáa Susa, cripciones, llegó a conquistar Susa y el territorio circundante. La realidad de
hasra c. 1890. o
:ro.¿irastá qiiraru.úá"ái..u'iu'¿, ros Eparti la victoria del soberano babilonio sobre Elam se ha visto confirmada por el
stotper, r9g2), que siguieron"]l."i"noo (pero véase
Entre los títulos que osbntaban ;i;ñ; de la ,ora r,ari a c. 1520. hallazgo de unos textos votivos de Kurigalzu II en la propia Susa. Lo que no
los reyes estaba el de sukkalmaá, sabemos es cuánto duró esa ocupación de la parte occidental de Elam por los
presumiblemente del de
t r .g*i3s de"u¡ ui?il"r derivado
y storper, rgg4, p. z4). babilonios.
De esta época proceden u^i.ir.r
que arrojan alguna luz sobre
te¡t9s regut"" J"-susa, escriios Más tarde, para los siglos xIIt y xtt, la información es mucho más amplia.
en'acadio,
Ia sociedad ;i;;"-óisrcmas-áe Ello se debe directamente, en parte, al surgimiento de Elam como potencia
sesión de la derr?, grupos
sociales, estructuras
ñrrü.iu, po_
seguro es hasra qué punro podemts,Spri.r. administrativas). Lo que no es política, de suerte que en el propio Elam disponemos de una documentación
iü;;'r"s reveran esros docu_ relativamente abundante en forma de inscripciones mucho más informativas.
fr#A:#;::ffi::"',1.,ud^u' mÁ ailá ¿"r t"..iá.io dominado por susa o a Debido a la política agresiva adoptada por Elam, ahora mucho más fuerte
cuando hacia^1450 se descorre motivada qtaizá directamente por [a invasión de Kurigalzu II-, los
er velo de oscuridad que -actitud
conflictos con Babilonia se repitieron una y otra vez,llegando incluso a do-
a partir de c. r75o_, ra escena envol vió aElam
páii i.u eramita ,. u"-áo.inada minarla durante un breve período. Las relaciones con Elam ocupan, por con-
dinasría cuyos vínculos r" por una nueva
ririá, lás ar esre
; ñ;, monarcas osrenran er siguiente, un lugar destacado en numerosos textos babilónicos de la época,
título de <<reyes de susa ar'.ü;.-El;fr;t,
v
recido va en el rercer milenio ¿ "iJ, o. Anshan» había apa_ que a su vez contribuyen a iluminar la historia de Elam.
venido discuriendo er espinorá
ydr;;;;:;"d^ í"s especiarisras habían Disponemos de información concreta en cantidades apreciables sólo a
pioü.*u ¿"rulo.liiuionde partir del reinado de Untash-napirisha (1275-1240). Para entonces había pa-
Anshan (Hans_
sado a ser dominada directamente por el soberano elamita una zona muy am-
413
rvrr,so\or*un c. 1600-c. 900
412 LAS GRANDES POTENCIAS

Cueono 23. Cronología de los reyes de Elam "il


(todas las fechas son aproximadas)

Contemporáneos

c.2500-c.2200: dinastía de Awan


c.2200-c. 1900: dinastía de Shimashki
c. 1900-c. 1500: período de los suklcalmah
c. 1500-c. 1450: laguna en la documentación
c. 1450?: Inshushinak-shar-ilani
Tan-Ruhuratire
c. 1365: Tepti-ahar (=Kadashman Enlil I [1374-1360],
Babilonia)
c. 1330: Hurbatila ( = Kurigal zu Il f1332- I 3081,
Babilonia)
c. 1320: Ige-halki Pahir-ishshan
1310-1300: Attar-kitah
1300-1275: Humban-numena
1275-1240: Untash-napirisha
1240-1235: Unpahash-napirisha
1235-r2t0?: Kiden-Hutran ( = Enlil-nadin-shumi Í122a1;
Adad-shum-iddina Í1222-1217 )
en Babilonia;
Tukulti-Ninurta I Í1244- 1208)
en Asiria)
1205-1 185: Hallutush-Inshushinak
r 185-l 155: Shutruk-Nahhunte ( = Tababa-shum-iddina I I I58];
Enlil-nadin-ahi [1 157 -1155] en
Babilonia;
Ashurdan LÍ1179-11341 en Asiria)
I 155-1 r50: Kudur-Nahhunte Frcunn26.ZiguratdeChoghaT,albi|(porcortesíadeM.S.Drower).
I 150-1 120: Shilhak-Inshushinak
I 120-l I 10: Hutelutush-Inshushinak (= Nabucodonosor I [1 126-1 105]
y asirios, pues era el (
en Babilonia) disputaron elamitas, babilonios
región que a menudo Se desde el punto de vista
es-
punto neuráIgico ;;;;"
ruta impor;;i;ñ;tanto

plia, que se extendía desde Liyan, en el Golfo (lo cual supondúa la existen- tatégico como comercial situar rór a. nerío, v en el' sucesr',vo de
este período
en eqre.
cia de intereses marítimos), hasta Anshan, en la provincia de Fars, incluidas Probablem"';;;;amoL u?ü*;il"''lu"'po'iot excavadores' in-
modo más gene'ur,li J"t*ollo
las regiones montañosas del norte y lacomarca de Susa. En ChoghaZanbil á, ruGion situada entre Khuzestán v
cluido incr"máii""l;i;;.Jr¿.r ñ;;t úítimas eran casi con toda segu-
se fundaron un impresionante centro ceremonial real y una ciudad provista de "l
Fars (Carter y stotper-'.
1984' 6 rural y paslorSl' Pero
un magnífico zigurat (Ghirshman, 1966-1970; véase la figura 26), llamada
«Al Untash-napirisha» ('ciudad de Untash-napirisha'), en honor de este rey. ridad centros mercántiles '
enmarcados en una economía
y lo'textos posteriores de
hallaban iro"iu¿u, u int"r"ü cámerciat"' del período
Esta circunstancia qtizá refleje un intento deliberado por parte de Untash-na- otras se
los rasgos característicós
Tall-i Malyan demuestran que uno de
pirisha de establecer unos vínculos sociopolíticos más estrechos entre los di-
versos distritos controlados por é1. Otro centro más pequeño, compuesto por de los reyes elami-
medioelamitafueelprósperocomercioagranescalademetales'quepro-
en r"rurio,
un templo y un zigurat, fue desarrollado por el rey en Chogha Pahn Este (a bablemente debamos poner "oo-luEn"^puntion
concomitancia con este
nue-
de esta época por las -on uñuJlJnort". se produjo una
30 km al noreste de Susa) (Stolper y Wright, 1990). Existen indicios de que tas ¿"i militarismo)'
iv
se produjo algún tipo de conflicto en la zona situada al este del Tigris (Der),
vo desarrollo de ia actividu¿ "o*.]ii"i
414 LAS GRANDES POTENCIAS
rrrssotrervrm c. 1600-c. 900 4t5

[A Babilonia y a los demás] famosos centros de culto los redujo [a ruinas]


El gran señor, Marduk, hizo surgir del trono de su majestad
[...] al pueblo de Sumer y Acad se llevó cautivo [a Elam]
[...]se llevó a Enlil-nadin-ahi [a Elam]
[acabó] con su [reino], hizo desaparecer su imperio.
[Impuso un gobernador], de origen no babilónico, a un enemigo [de Marduk]
(Thdmor, 1958, pp. 137-138; Foster, 1993 [0I], p.29a.)

La invasión de los elamitas quizá viniera provocada una vez más por la
de Asiria en Babilonia. Shutruk-Nahhunte organizó una invasión
toda regla de Babilonia, derrocó al soberano reinante y devastó el país.
del enorme botín obtenido lo formaban grandes monumentos de piedra,
ellos la estela con el código de Hammurabi o la estela de la victoria de
algunos de los cuales fueron dedicados de nuevo en Susa a los
elamitas, y provistos de nuevas inscripciones en la lengua del país. Su
Kudur-Nahhunte, se quedó al mando de Babilonia y superó los ultrajes
infligidos por su padre (a juicio de los babilonios) al llevarse a los dioses del
país, incluida l.a importantísima imagen de culto de Marduk.
La destrucción de Babilonia marca el punto culminante del poderío políti-
,co de Elam, al menos por lo que sabemos hasta el momento y teniendo presen-
te siempre fundamentalmente la perspectiva babilónica. El sucesor de Kudur-
Nahhunte, su hermano Shilhak-Inshushinak (1150-1120), dejó gran número
de inscripciones, que demuestran que siguió dominando la zona situada al
este del Tigris y que penetró por el norte hasta los montes Zagros y el corazón
de Asiria. Otros testimonios indican que quizá intentara expandirse por el
interior de Irán. El extenso reino que en aquellos momentos era Elam per-
maneció intacto, según parece, durante el reinado de su sucesor, Hutelutush-
Inshushinak (l I20-L100). Los textos administrativos elamitas correspon-
dientes al reinado de Hutelutush-Inshushinak descubiertos en Thll-i Malyan
reflejan la riqueza material y los recursos que poseía el rey. Ni Shilhak-
Inshushinak ni Hutelutush-Inshushinak intentaron mantener un control políti-
t co directo sobre Babilonia. Los motivos de este cambio de actitud son bastan-
te oscuros. Durante el reinado de Shilhak-Inshushinak Asiria había empezado (
apenas a recuperarse de una fase de relativa debilidad y Babilonia seguía en
un estado de confusión política considerable (véase el capítulo 7, apartado 4),
de suerte que probablemente los reyes elamitas no vieran la necesidad de una
[shutruk-Nahhunte] expursó a Zababa- shum-iddina, interferencia militar por su parte. En tal caso, se habrían equivocado de medio
hizo desaparecer su impe_ a medio: la primera invasión (de Kudur-Nahhunte) provocó en último térmi-
[Este rey ...] cuyo crimen iy"
*rr* r,in qu" d d;;;rtepasados, Ia grave_ no la respuesta del valeroso rey de Babilonia, Nabucodonosor I (1126-1105).
dad de cuya culpa superó (inclusoia Después de varios intentos, organizó un ataque contra Elam más o menos
la de éstos,
["'] pensó cosas malvráu..oni* de a mediados del reinado de Hutelutush-Inshushinak y regresó triunfalmente a
l',]
"Ípur. Acad, conspiró con insorencia
[pusoeneltrono...Ja.EnliI-,"¿i,,t,i]miantecesor, Babilonia con la estatua de Marduk (véase el capítulo 7, apartado 4).
[(rey) que rraró a Elaml^.:To *;;;: En este momento las fuentes elamitas vuelven a guardar silencio durante
hosril, habló ...,
[Kudur-Nah]ilff:"nru¿ol y " á";il;; ra pouracion áe'^qca¿ en su los trescientos años siguientes. Por esta misma época o poco después fueron
totaridad,
abandonadas numerosas ciudades de Khuzestán, mientras que Tall-i Malyan,

rij
l,i
4t6 LAS GRANDES POTENCIAS *r.o\o*rlA c. l6oo-c. 9oo 417
ff1
en Fars, ya había empezado a decaer con anterioridad y acabó siendo aban- del segundo milenio, época en
Curiosamente tal es el caso durante los inicios
generaciones de la fa-
donada totalmente durante este mismo período. Los motivos de este rependno l, Ñ el poder fue ejercido por los mier,nbro.s de do-s y Stolper, 1984'
eclipse de la buena estrella política de Elam son desconocidos: normalmenb *ifiu ,"uf "n unu .ri..ie dé sistema de «tríadas» (Carter
muy comple-
suele culparse a la invasión de Nabucodonosor I de la decadencia de la par- de un sistema de sucesión
te occidental de Elam. Es posible que así sea, aunque no existen pruebas de
W:;i y ,s), que indica la existencia
que iría ascendiendo del gobernante <<menop> al
io. según un <<escalafón>>
ningún intento serio por parte del soberano babilonio de imponer su domi- 'á;;-"». Es probable qúe existiera cierto grado de diferencia en los go-
de la tierra, dada la
nio; quizá sea más probable que se produjera una crisis general relacionada üir*ot, los modos de viáa y los tipos de explotación
el estado de
con las incursiones arameas (Carter y Stolper, 1984, p. 188; véase, en el se- áan variedad de climas y pásajes áe las regiones incluidas en
gundo volumen, el capítulo 8, apartado 2). En Fars, la contracción y el aban- ilI.¡r lur distintas epocás. Eias variantes regionales tuvieron también re-
ti dono final del poblado de Malyan son asociados por muchos autores (por "n culturates, de las cuales la cerámica (y hasta cierto punto los
iriroriores
r ejemplo, Miroschedji, 1985; Sumner, 1994) a la llegada de un pueblo de pas- 'enterramientos) constituye hasta la fecha el único indicador claro (Carter y
que pode-
tores que recibirían más tarde el nombre de persas, y que en último término iiotp"., 1984). Existe efLctivamente una cultura elamita tangible,
l,'
ir
provocaría [a separación de esta zona de Elam. La única región que, al pare- primeros momentos de su historia, en los motivos uti-
\i
*o, ¿"nnir desde los
cer, sufrió menos por lo que al sistema de asentamientos se refiere fue la en la decoración de los
ir iiáo. en los sellos, en los estilos arquitectónicos,
,áinrio, y en los relieves rupestres (Porada, 1965, pp.45-74; APigj' de
zona oriental de Khuzestán, QU€, como han sugerido algunos autores, sirvió 1966
i como una especie de refugio para los elamitas del este y del oeste (Carter y particular muestran importantes indicios
y iláSl. íos relieves rupestres en
Stolper, 1984, p. 189). Susa y los llanos de Khuzestán no se recuperarían ías praóticas cultuales y de las cerémonias regias
de los elamitas, aunque des-
i
;
y no volverían a desempeñar un papel destacado en los conflictos con Asiria gruáiuOu*ente los detiles siguen resultando oscuros (Seidl, 1986; De Wae-
lo relativo al país de Elam
:
hasta finales del siglo vIrI. íe, 1989). Hasta dónde ltega ñu"tttu ignorancia T Anshan;
tu qo"Ouao demostrado sórprendentemente por la identificación de
íi
il
trasia ahora no han ,-p"rudo a ser publicados paulatinamente y sometidos a
en este
la consideración de loi estudiosos los ricos materiales encontrados
I
II Estructura política y sociedad
clarg gracias
I
yu"i*i"nto (Stolper, 1984; 7*der,1991). Pero lo que ya resulta
I
Nuestro conocimiento de la estructura socioeconómica, política, cultural áe Tall-i Malyan es que la ciudad era mucho más grande
á lu,
I H
y religiosa de Elam está enzado de problemas y de discrepancias eruditas. "*.uracionés milénio que durante el período medio-
tI [f iO t ul a comienzos del r.gondo
,lu-itu,'cuando su extensiónie redujo en doJ tercios a sólo 50 ha. A
No obstante, cabe afirmar que, aunque sea con gran dificultad y de un modo medi-
,
F
bastante parcial (como resulta evidente por la exposición que hemos presen- y tos estudios vayan progresando es posible que el
áu qu" ias publicaciones
en
l; tado en la sección anterior), podemos reconstruir con cierta seguridad una término ..eiamita clásicori debamos aplicarlo a la época correspondiente
li
i
mínima parte de la historia política de Elam durante la segunda mitad del Mesopotamia al período paleobabilónico'
i
ll
segundo milenio. El período inmediatamente anterior (la época de los sak-
kalmah) está en muchos aspectos mejor documentado por lo que al sistema
i
sociopolítico y económico se refiere, y empieza a ser entendido mucho me- 4. BRSTLONTR: EL FIN DE LOS CASITAS Y LAS DINASTÍAS (
jor. El funcionamiento de las ciudades, la administración (real y local), las sucESIvAS (1 158-c- 905)
,l'
modalidades de la explotación agrícola, la organización social, la naturaleza
Como ya hemos visto (capítulo 7, apartado 1), resulta muy difícil
de la monarquía y los detalles de la vida religiosa (aparte de los nombres de deter-
los dioses), siguen escapándosenos en gran medida. Se han propuesto algu- minar en qué sentido se consideraba a lós casitas una entidad étnica distinta
de los «babilonios)>, aunque existen suficientes indicios para
nas hipótesis, por ejemplo, que ven en Elam un <<estado federal» (RLA,,2, pensar-que 1o
pp. 325-326). Algunos autores han pensado que era habitual el matrimonio eran. Hacia el sigto'xrn lá mayoría de los soberanos incluidos en la dinastía
entre hermanos, con toda seguridad en el seno de la familia real; que la su- casita por la Lisá de Reyes dó gabitonia A llevan nombres puramente babi-
cesión pasaba de un hermano a otro (o al hijo de la hermana), y tro, según el lónicoi. Los signos de ánimosidad <<nacionalista» contra los casitas tras la
que
modelo habitual, de padre a hijo, y que la sociedad elamita muestra indicios extinción de lidinastía son prácticamente inexistentes. Las epopeyas
de la existencia de una especie de «matriarcado>> (Kónig, 1926; Hinz, 1972). cantaban las victorias de determinados reyes casitas sobre Elam permanecie-
ron en el repertorio de la literatura babilónica durante siglos. Los dioses
Algunas de esas ideas se viene abajo después de un examen detallado (Gri- ca-
li llot, 1988), aunque no cabe duda de que en algunos momentos de su historia sitas asociados con la monarquía siguieron desempeñando un papel secunda-
,i
el gobierno de Elam estuvo repartido entre diversos beneficiarios del poder. rio en el panteón babilónico y uput"""n entre los símbolos divinos grabados
I

ti

,li
i¡i
418 LAS GR.ANDES POTENCIAS ,".\ro*nolA c. l6oo-c' 9oo 419

en los kudurru (mojones fronterizos) de épocas posteriores. Muchos de los CuePno 24. CronologíadeBabilonia,ll55'c'905(segúnBrinkman'1968)
cambios administrativos y socioeconómicos que empezaron a producirse en
t tiempos de los casitas se mantuvieron y el territorio de Babilonia conservó de la dinastía casita
I 155
en general su cohesión, sin desintegrarse en distintas ciudades-estado rivales.
dinastía de Isin (l 15s-1027)
Los testimonios para el estudio de la última fase de la dinastía casita y de
los doscientos cincuenta años siguientes son muy escasos: durante todo es¡, -kabit-ahheshu 1 154-1 141
140-1 133
tiempo existen sólo unos veinte documentos administrativos de la época. Las -Marduk-balatu 1

ll32-1127
inscripciones reales y sobre todo los kudurru aportan más información. El nadin-shumi
Tiglath-pileser I de Asiria
I 1 126-1 105
hilo conductor del bosquejo histórico se basa en las crónicas y listas de reyes, (1 1 14-1076)
todas ellas de época posterior, a veces muy fragmentarias, y por lo general I 104-1 101
nadin-apli
selectivas (por ejemplo, la Historia sincrónica I,ABC, n." 211). Los materia- 1100-1083
les son insuficientes y no nos permiten seguir la pista de los acontecimientos 1082-1070
más allá de la simple lista de los reyes (véase el cuadro 24). Al parecer, las -iddina 1069-1048
décadas de conflicto, esencialmente entre Asiria y Elam, en suelo babilónico 1047
desestabilizaron la dinastía casita y precipitaron su caída. El poder real fue Marduk-zer-x
1046-1035
reclamado entonces por una dinastía establecida en Isin («segunda dinastía t034-1027
Nabu-shum-libur
de Isin»: 1158-1027). Significativamente Isin se encuentra al sur de Babilo-
'srgundo dinastía del País del Mar (1026-1006)
nia, de suerte que la dinastía se hallaba situada a cierta distancia del principal
1026-1009
escenario de la guera y quizá se librara de la dominación de Elam. Nabuco- Simbar-ShiPak
1009
donosor I (LI26-1105) alcanzó un éxito considerable frente a los elamitas (véa- Ea-mukin-zeri
1008-1006
se el capítulo 7, apartado 3) y, en menor grado, también frente a Asiria (véase Kashshu-nadin-ahi
el capítulo 7, apartado 2). Pero parece que las incursiones de los arameos . (1005-986)
Casa de Bazi
se hicieron más perniciosas a finales de su reinado y durante el de sus suce- 1005-989
sores (véase, en el segundo volumen, el capítulo 8, apartado 2). Así pues, no Eulmash-shakin-shumi
988-986
Ninurta-kudurri-usur I
es de extrañar que a la segunda dinastía de Isin la siguieran otras tres dinas- 986
Shirikti-Shuqamuna
tías de corta duración, incluida, durante casi veinte años, una independiente
en el «País del Mar» (RLA,8, pp. 6-10; véase el cuadro 24),región siempre Dinastía elamita
difícil de controlar. A partir de 1070, Babilonia sufrió una crisis muy seria. Mar-biti-aPla-usur 985-980
Las listas de reyes incluyen una sucesión de monarcas desde el año 979, pero
Dinastía de E
(979-732)
no es seguro que constituyeran una dinastía coherente y la documentación al
respecto es nula. Hasta el reinado de Shamash-mudammiq (c. 905), cuando Nabu-mulkin-aPli 979-9M
los anales asirios empiezan a arrojar alguna luz sobre los acontecimientos de Ninurta-kudurri-usur II 944 (
Babilonia, no podemos hacernos de nuevo una idea de lo ocurrido en la par- Mar-biti-ahhe-iddina 943-
c. 905 Adad-nirari II de Asiria
te sur de lrak. Shamash-mudammiq
(e11-891)
El principal acontecimiento de esta época que podemos reconstruir (apar-
te de las devastadoras invasiones elamitas, véase el capítulo 7, apartado 3),
es el ataque contra Elam organizado por Nabucodonosor I (1126-1105). Los
testimonios más firmes de este hecho nos los suministra un kudurru que con- EnelmesdeDumuzu(unio/julio),emprendiólacampaña.,...Conlos
de los caminos ardían como
memora una concesión de tierras realizada por el monarca a un noble casita, calores sofocando como el iuego,-1a superfióie
pozos estaban ,".or] el suministro de agua quedó cortado' Los ca-
llamas. Los
comandante del escuadrón de carros, Lahti-Shihu (o Lahti-Shipak, nombre hombres más
piernas-de los
ballos más finos y-poa"ro.o, iuqu"uron, las
leído a veces como Sh/Ritti-Marduk), por los servicios prestados durante la §rg;" adelante Ll eminente réy con los dioses de su parte'
fuertes claudicaron
campaña contra Elam. El texto es muy extenso y nÍura una parte de la cam- No teme las dificultades del terreno y
Nabucodonosor avanza, y no trene nval. stones and
paña; la descripción de la larga y trabajosa marcha hasta Susa en pleno ve- fierzala marcha de cada día (L. W. King, Babylonian-Boundary
!g12, n'" 6; Foster' 1993
rano resulta especialmente gráfrca: Memorial Tablets in the British Museum",'Londres,
1968, p' 107)'
[0I], pp. 297-298; cf. Brinkman,
420 LAS GRANDES POTENCIAS \
MESOPOIAMIA c. r600-c.900 42t
Este documento no sólo constÍuye
un soberbio ejempro de Iitt
bilónica, sino que además es una llegó a su punto culminante con el regreso de la estatua de Marduk, a
trativa y social de la Babilonia
fuenteñ;;" p*uiu nrr,oi.rlH1*l: en Susa. La importancia de las hazañas de Nabucodonosor es des-
de esta ép;¿H kulurru;"ñ;b*odonosor
y los escasos documentos conservados por una multitud de textos literarios, además del kudurru que acaba-
cuantos oficiares.de la corte, como
;r-;.rp"rcionan .L*iiür
de unos de analizar. En primer lugar tenemos un texto poético (citado en parte
el ..cabáil el heraldo o
aunque sus funcior"t .tp".rficas "iirorr, pp.414-415), en el que Nabucodonosor humilla a los elamitas y enu-
siguen ,i*áá oscuras. guuilonllut:fr;o;
dividida en quince provincias, cada sus ultrajes; en segundo lugar, la <<profecía de Marduk» (Borger, l97L;
(§aknu) v de su asisiente qbet
u-na de ut,-u:dg d:.un gobernador 1993 [0I], capítulo III B 13), que desde el punto de vista estilístico es
prtahat!, "itu,
una organización rribar, bajo ei f;i;ñ
mando de ¿iversor 3l .est9
¿er risris-prevalecia mezcla de himno e inscripción real, alude a una campaña elamita y al
mando una especie de ¡:*:
o. oitr?¿rz bta, for_
dentro-de iu. p"ráuincias más grandes
de Marduk, y probablemente debamos relacionarla con las guerras de
tidas al gobernador. En "róhu"s
cuanto a,rur ui¿"ur,;i;;;r?raje some- contra Elam; en tercer lugar, tenemos una epopeya de época
como anres, er arcarde (hazannu), más iiipo*n* acerca de Nabucodonosor I, conservada sólo en forma fragmenta-
."rpor*urliá,,uién ante íiinu.Erp.- on
cialmente interesantes resultan los que también parece fijarse esencialmente en la derrota de Elam (CT 13,
*1lsn,qu"..un asesores locales
"t experbs Brinkman, 1968, pp.328 s. v. 4.3.8; Grayson,1975,pp.42-43). Cu-
en las asociaciones tradicionales
de los átñ;;oblados, y en p. 48;
tancias relativas a las antiguas
donaciones y
las circuns_ riosamente las victorias de Nabucodonosor I pasaron a formar parte de la li-
a" pu.ceíu, á.ii"ou, .ri_ Eratura profética (Weidner, 1928-1929, pp. 238-239): los signos asociados
dentemente convenía coniult*io.., ";"lr
por ejempto a ra-hora de hacer
nes de tierras, para que después
tas aoná"ñ; io fu".a, puestas
concesio- con su persona se convirtieron en presagios de éxito, como los del gran Sar-
juicio; quizá fueran,compuráb1", en tera de gón de Agade (véase el capítulo 1, apartado 3). El propio Nabucodonosor fo-
a ros <<rec*¿uáoi"r>>, conocidos
gares y momenros históricos (Thomas, en ou.os ru_ mentó además deliberadamente la imagen de grandeza que alcanzí tras su
1992, pp. os_lt) ñ; *báto,
qué punto las tierras concedidas
pol er rey u .,ir'on.iares, .o*o rur^que n*tu victoria sobre Elam, adoptando viejos títulos reales al estilo de Sargón y
recen mencionadas en el kudurri apa_ Hammurabi. Resucitó asimismo una antigua expresión de piedad real al nom-
de NaúucoJonáror, eran posesiones
de impuesros concedidas a perpetuidrd libres brar a su hija éntu del dios de la luna de Ur (véase el capítulo 1, apartado 3).u
herencia' Pero desde-luego las'rerrtas t;;;;;prtbres de sei transmiridas en Todos estos actos ilustran curiosamente una conciencia de 1o que había sido
produciáas por ellas eran ent
a su poseedor por orden der rey. egadas la historia de la Mesopotamia primitiva y de cómo podía ser utilizada para
Esar iieou.-in.lurun las aldeas y pequeñas
ciudades situadas dentro del dístrito..on.Jiáá,^uunque resaltar la continuidad de un pasado más glorioso, que debió de encontrar
necesariamente la enrega de sus ello no significara una respuesta positiva entre la población. La victoria de Nabucodonosor I so-
habitantes u-l-,-Jno. que ahora las poseía
calidad de <<siervos"' EI texto nos en bre Elam supuso el punto culminante de una época por lo demás poco deñ-
permite deducir asimismo cuálei
impuestos recaudados habitual.árr" eran los nida desde el punto de vista político y militar, y, al parecer, se convirtió en
consistían en un porcentaje de las
enqe la población: como ;;;
esperar, un modelo de la resistencia babilónica para las generaciones futuras.
tro de mano de obra p*u iu i
cosechas a. ro, ganados, en el
suminis_ La tesis de que el <<Poema de la Creación» babilónico (Enüma Eli§; véase
rearizació., ¿"
litar' y en proveer-al gobernador piouin"ial
triu":ár! ,.*icios de carácter mi_ Foster, 1993 [0I] capítulo III C 17) dataúa del reinado de Nabucodonosor I
y a las guarniciones locales de los
víveres necesarios. es defendida a capa y espada por algunos autores, aunque otros la rechazan.
Diversos textos rite_rarios (conservados El argumento esgrimido para defender su relación con Nabucodonosor I es
ter, 1993 [0I], capítulo rrr B r i y
sóro en parte: Thdmor, r95g; Fos_ que, lejos de ser un mito de la creación, la función del Enüma Elii habría
(
y este kudurru dan a entender que
l2t"¿;; ;i;; firu¿o supra, pp.4t4_415) sido en realidad la de elevar a Marduk a la posición de jefe indiscutible y so-
el sucesor ¿"-ruour-Nahhunte, shilhak-
Inshushinak, permaneció como berano omnipotente del panteón babilónico (Lambert, L963; Roberts, 1976).
áueno indiscutible d; toda la zona oriental
Mesopotamia, incluida la de Además del encumbramiento de la divinidad local de Babilonia, ésta se con-
-,.¿"t Diyala. p".rlálesistencia babilónica fue
feroz v perrnan"lrjjlÍ11*:-..r vertía ahora para los babilonios en <<1a ciudad eterna>>, <<la ciudad santa>>. Se
Enl,-n"¿din-ahi (1 r57-r155), enca-
bezó una sublevación contra Kudur-Nahhunte,
"uriru, trataba de la capital real por excelencia, residencia del monarca babilonio,
en el transcurso de la cual en- una de cuyas funciones cultuales más importantes era la realización regular
contró la muerte el soberano babilonio,
extinguiéndose así la dinastía casita.
Los nuevos cabecillas de lu ."rirt"ncia de la fiesta de Año Nuevo, durante la cual todas las imágenes divinas de las
provenían de Isin, situada más al
sur' y crearon la nueva dinastía que demás ciudades se congregaban en Babilonia y se recitaba el. Enüma Elii
reinaría gubilonia (Isin II: 1l5g-l
Hasta el reinado de Nabuco¿onéro. "n oz7). (Black, 1981; Kuhrt, 1987). El regreso triunfal de Nabucodonosor I desde Susa
radero contra la ocupación elamitu.
r (1126-1 0;t;;
se logró un rriunfo du- trayendo la estatua de Marduk habría constituido por tanto una buena ocasión
su ofensivaÍ*i.u Elam probablemente para que se introdujera esta innovación. No obstante, la teoría ha sido pues-
no se vio coronada por el éxito
hasta el término oe ua.ias campañas
y ra vic- ta en tela de juicio, y se ha defendido una tesis muy atractiva, según la cual
422 LAS GRANDES POTENCIAS ,urL**IA c. l6oo-c. 9oo 423

el gran poema épico se referiría a la dinastía casita y a su derrota de los en forma oral. Se han descubierto algunos
üntas, incluso probablemente y de época
reyes del País del Mar, y por lo tanto el encumbramiento de Babilooiu y [ffi".,os citados en inscripciones reales (asirias babilónicas)
pre-
el triunfo definitivo de Marduk se relacionarían con esta época (véase el y algunos extractos fueron copiados también en amuletos que
iJr?"rior, de los podéres.laléficos' Se describe en é1 una
capítulo 7, apar:tado 1; Jacobsen, 1976 [0L], pp. 165-191). Esta interpretación tendían proteger a su dueño (para el es-
de mal humor
encaja perfectamente con lo poco que sabemos sobre todo este asunto (aun- ,iir*iOi, .n Iu que Marduk abandóna Babilonia véase Dalley, 1989 [0I],
que la lengua del Enuma E/íi hablaría de una datación a finales del segundo tilo aparentemente <<satírico>> de algunos ga11je1
de ella 4ImpreuisiblL-Ena, dios de la peste v del
milenio), y las discrepancias nos recuerdan la fragilidad de la base en la que
se sustenta nuestro conocimiento del contexto político de las obras literarias.
i. Zlíf a.:ando atporcargo
iñrponer su ley. el resultado de todo ello sería un
pe-
infierno, ansloso rebeliones' en
Por el momento la cuestión deberá seguir abierta, aunque cada vez son más gu"out civiles, ásesinatos, enfermedades,
i"¿á ¿é desorden:
numerosos los testimonios en favor de una datación temprana (Dalley, 1989 no es posible fechar con precisión la
oru p¿uura el mundlo al revés. Aunque
[0I], pp. 228-230). Lo que es indiscutible es que la victoria de Nabucodo- situación descrita láe hectro sería
inútil e inadecuado ni siquiera intentarlo)'
nosor I sobre los elamitas y el regreso de Marduk marcaron un importante en Babilonia durante el período
podríamos ,upon., que la_situación reinante
hito en la recuperación de la suerte de Babilonia, que seúa recordado y ce- 'rá*pr"naido enfte r. 1OSO y las últimas décadas del siglo x debió de apro-
lebrado durante mucho tiempo. en esta obra, evidentemente bastante
ximarse bastante a la que sá describe
EI otro acontecimiento importante de esta época es la invasión de un pue- popular:
blo que recibe el nombre de arameo (véase, en el segundo volumen, el ca-
el guerrero, has
pítulo 8, apartado 2), asociado a veces con otro grupo, el de los suteos. La (Habla el consejero de Erra, Ishum, dios del fuego:) <<oh Erra,
oscuridad que rodea la historia de Babilonia (lo mismo que la de Asiria y dado muerte al justo
Elam) durante el período comprendido entre c. 1050 y c. 900 es muy proba- y has dado muerte al injusto'
ble que debamos atribui¡la a la devastación y los estragos provocados por sus i{as dado muerte al hombre que pecó contra ti
incursiones. Tiglath-pileser I de Asiria (1114-1076) combatió contra ellos y has dado muerte al hombre que no pecó contra ti'
con diligencia'
en repetidas ocasiones (véase el capítulo 7, apartado 2), y Nabucodonosor I Has dado muerte aI sacerdote én qae ófrecía los takllmu
has dado muerte al cortesano que servía al rey'
se enfrentó a ellos en la región de Mari y quizá incluso más al oeste. Pero,
pese a las repetidas acciones militares llevadas a cabo contra elIos, es evi- has dado muerte a los ancianos en el pórtico'
has dado muerte a las muchachas en sus alcobas'
dente que a finales de la dinasla de Isin II fueron cada vez más los arameos
Pero no darás tregua'
que penetraron en territorio babilónico, traslad¡ándose de una ciudad a otra,
sino que te dirás á ti mismo: "¡Me desprecian!"'
asolando los campos y en ocasiones atacando incluso los centros urbanos. el Guerrero:
Pues esto es lo que te dices a ti mismo' oh Erra'
Particularmente catastróficas fueron las ofensivas durante el reinado de Adad- 'Aplastaré al fuerte y espantaré al débil'
apla-iddina (1069-1048). Este soberano no estaba en la línea de sucesión asesinaré al jefe del ejército y derrotaré a la armada'
murallas' el orgullo de
directa al trono (Walker, 1982), hecho que quizá refleje el caos cada vez ma- amlinaré el santuario en el templo; las almenas de las
yor en el que se vio inmerso el país. Durante su reinado los ataques arameos la ciudad derribaré' .
alcanzaron su punto culminante: la ciudad real casita y la fortaleza de Dur Arrancaré los amarrad"io, y dejaré que las barcas vayan a la deriva río abajo' (
Kurigalzu, así como Der, Uruk y Nippur, fueron saqueadas, y los tempos de romperéeltimón,paraquenoseaposiblellegaralaorilla'
Sippar sufrieron una desffucción tan violenta que el culto cesó en ellos duran- queúraré el mástil y arrancaré el aparejo'
Secaré los pechos áe la madre para que el niño
no pueda vivir,
te un período de casi cien años. La imagen de desorden religioso se ve refle- puedan llevar el agua de la
jada en una crónica de época posterior (Crónica religiosa ÍABC, n." 171), en cegarélos manantiales, p*u q," las acequias no

la que vemos que hacia 960 durante nueve años consecutivos no pudo cele- fertilidad.
que los cigioq vibren'
Haré temblar a Erkalla (es decir, el Infierno) y haré
brarse la fiesta del Año Nuevo porque resultó imposible reunir en Babilonia las Shulpae (dios sumerio identificado con Júpiter) y ¿uran-
haré caer los rayos de
estatuas de los dioses: el rey ni siquiera pudo llevar a la capital la imagen del
caré las estrellas del firmamento;
dios Nabu de Borsippa (ciudad situada muy cerca de Babilonia). Evidentemen- los retoños no florezcan;
las raíces de los árboles serán tronchadas para que
te las comunicaciones entre los diversos centros urbanos eran muy difíciles, amlinarélabasedelmuroparaquesupartesuperiorsedesmorone.
el consejo'">>
casi con toda seguridad debido a la amenaza que suponían los arameos. A la morada del rey de loi Aioses iré, para que no prevalezca
I

El caos y la anarquía general quizá contribuyeran hasta cierto punto a Erra, el Guerrero, lo escuchó
que el mejor de
crear el ambiente en el que se inscribe el <<Poema de Erro> (Cagni, 1977). Se y las palabras que le dijo Ishtum le resultaron más agradables
trata de un texto insólito, que circuló ampliamente en varias versiones dis- los aceites.
424 LAS GRANDES POTENCIAS
\
Y Erra, el Guerrero, habló así:
«El País del Mar no perdonará país
rY^sv.qs sr
al r 4'r§ u§l
del lYlar'
Mar, m ni el subarteo
subar al Subarteg, ¡¡ g¡
, asirio al asirio;--
el elamita no perdonará al elamita
at sureo, ni et guti ;i;ri;, -
ni el casita al casita,
nl .l
:uj"_o
ni el lulubeo al rurubeo, nT
9i furi ui'pur., ni ra ciudad a Ia ciudad,
ni Ia tribu perdonará a la tribul
mano, sino que "i "iñ"-u* ur toÁ¡r", ni er hermano
todos se matarán unos a otros>>. ar her_

Iese roIJ, pp.2B2-3r5; Foster, ree3


ÍÍr,1li;ift ?;1,,t",, r,rt,
[uo*,
Introducción (PP. 15-29)
§ l. Para la definición de la región estratégica del Oriente Medio, véase H. V. F. Winstone,
' Gertrude Bell, l-ondres, 1978; para un breve análisis de la terminología, A. Gunter, Asian Art,
fiQ (1988), pp. 3-5.
: 2. Recientemente, en 1988, todavía fue subastada por Christie's de Londres una impor-
tante colección particular de tablillas de arcilla, sellos e inscripciones, de los cuales sólo unos
pocos eran conocidos por los especialistas (catálogo de Christie's: Ancient Near Eastern Texts
fmm the Erlenmeyer Collection, martes, 13 de diciembre de 1988).
3. Para los textos hititas, véase la serie Studien zu den Bo§azkóy Texten, Texte der Het-
hiter; para los textos semíticos occidentales, Donner y Róllig, L973-1979 [capítulo 8], y Gibson,
197l-1975 [capítulo 8]; para los textos neoasirios, la serie State Archives of Assyria; para
diversas categorías de textos mesopotámicos, véanse las series Texts from Cuneiform Sources
y Royal Inscriptions of Mesopotamia; para las inscripciones sumerias, véanse Cooper, 1986
[capítulo l], Steible y Behrens, 1982 [capítulo l] y Steible, l99l [capítulo l]; para los docu-
mentos e inscripciones egipcios, véanse los Urkunden des tigyptischen Altertums; para Mari,
véanse los Archives Royales de Mari; para Ugarit, Palais Royal d'Ugarit.
4. Por ejemplo cincuenta y ocho textos neobabilónicos, parte de una gran colección par-
ticular, fueron publicados por H. G. Stigers en JCS, 28 (1976).
5. Por ejemplo, O. R. Gurney, <<Three contracts from Babylon», en la Festchrift dedicada
al asiriólogo ruso I. M. Diakonotr (1982) t0El.
6. Véanse, por ejemplo, S. B. Downey, Mesopotamian Temple Architecture: Alexander
through the Parthians, Princeton, 1988; A. Kuhrt y S. Sherwin-White, eds., Hellenism in the
East, [,ondres, 1987; D. J. Thompson, Memphis under the Ptolemies, Princeton, 1988; S. Sher-
win-White y A. Kuhrt, From SamarWnnd to Sardis, l,ondres, 1993. Los libros dedicados exclu-
sivamente a la cultura e historia de Egipto a menudo llegan hasta el año 395 d.C.
7. La prospección de Menfis ha sido llevada a cabo bajo los auspicios de la Egypt Ex-
ploration Society; dio comienzo en 1981. Para los informes regulares, véase JEA,69 (1983) y
los volúmenes sucesivos.
8. Recientemente ha sido propuesta una cronología extremadamente baja por un grupo de
autores dedicado a revisar la cronología absoluta del Asia mediterránea y occidental: P. James
et al., Centuries of Darkness, Londres, l99l; otro grupo de estudiosos sostiene una revisión aná-
loga, aunque ligeramente distinta, publicada en parte en la revista Ancient Chronology Forum.
El eje central para la datación de otras culturas es Egipto, y así buena parte de la labor de uno
y otro grupo se basa fundamentalmente en testimonios egipcios. Muchos eruditos han mostrado
su simpatía por las críticas lanzadas desde esos volúmenes contra la debilidad de los marcos
cronológicos existentes, pero la mayoría de los arqueólogos y de los especialistas en historia
antigua no están de momento convencidos de que estas nuevas cronologías radicales puedan su-
perar un análisis detallado de sus propuestas (véanse la ponderada reseña de la obra de James
et al., publicada por A. Dodson en PEQ, 124 U9921, pp. 7l-72, y las críticas pormenorizadas
que han planteado un grupo de especialistas en el Cambridge Archaeological Journal, ll2
ll99ll, pp.227-253).
427
426 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \ NOTAS

9. Existe un análisis detallado de toda una serie de problemas cronológicos concretos en


Astróm, 1987-1989 [0O]. Un panorama de los testimonios y lugares clave ha sido presentado 2.Mesopotamiac.2000.c.1600:losperíodospaleobabilónicoypaleoasirio(pp.9a.140)
regularmente por E. Porada en AJA, con el fin de mantener a los especialistas al corriente de hs
innovaciones fundamentales introducidas en el campo de la datación. En la actualidad existe una pt' t*to presente eI lector el
l.Enelpresentecapítulohe.seleccionadosólocincotemasoueilustranalgunosaspectos
versión revisada del manual clásico de cronología (Ehrich, 1992 [0O]). destacados de este p"ioJJ á" la historia a"-ü"topotamia; tenga
de Kudurmabuk'
(1834-1823), perten":íT la ramlia
'*e*' ftrifl i",fl#:jlffiliL-sin "
l. Mesopotamia durante el tercer milenio a.C. (pp. 33-93) nue conrrolabu
;; ilib;í' ttt;;áí í"*" del Tigris' del que probablemente
f"*f "r,.rri:i"oH;l
r#iri#'Jr$::h'ir'"u';*n"oa.3l puede expresarse
rey con respecro a la comunidad
1.Los sellos cilíndricos constituyen un objeto típico de Mesopotamia (fueron utilizados
ut,irui'o;;";;;;;ando los documentos' a saber'
también por las sociedades vecinas en épocas diversas). Son pequeños cilindros (por lo general también por medio a" "t
Ji¿.rini, "n
1976'
de piedra o de pasta) tallados con escenas a menudo muy complicadas (a veces incluso con ins- ;;H;; : 'superintendente', 'capataz'; Larsen '
norte de siria o cerca de esta zona dependieran
cripciones). Cuando se pasaba el cilindro sobre la superficie húmeda de una tablilla de arcilla" 4. Es posible q* i;; toioni", ,itou¿urá Kanesh'
tult"'"" el trámite del kirum de
la imagen grabada quedaba impresa sobre el documento en toda su extensión. Se han enconEado direcmmente ¿" a*'uil't" Jel estaño importado por Assur
hasta Anato-
numerosos sellos cilíndricos, y son muchas más las improntas conocidas por las tablillas. Cons- s.
se ha discuthl;J;;;i;;;lñ"* excepto p¡9ce.día de alguna parte al este de
tituyen una de las fuentes más importante para el estudio de la iconografía y el desarrollo de los lia, y
no ninguiá;;d"d absoluta, oue
y Wertime' 1973;
"*irt" estudios,'"L"t"ü"nü téZ¡, tggS; Mutrty
diversos estilos, así como de las costumbres sociales y las prácticas gubernamentales (para una Assur; para los.o,,"rponJñ*es necientemente sido identificada
ha una
buena introducción general, véase Collon, 1987 [0M]; para la costumbre de utilizar sellos, Offi;ffiü,niii';-iir-iizÍ.
stech y pigot, 1986
á" óiii"i'l que' según algunos' habría podido
utilizarse
McG. Gibson y R. D. Biggs, eds., Seals and Sealing in the Ancient Near Easr [Bibliotheca tuente de estaño* il;'r';"ü'iP;;". y Hadi Ózbal' Antiquiry
como tal durante el cuarto
y el tercer t¡"l"ilii' ÁtnIt'ut.i"ner
Mesopotamica, 61, Malibu, Cal., 1977). (leeÍ)' Buena parte der ArA'
ue87t, pp. 220-226), ;;ri al análisis.t'",'td;;;;;9;;1;
2. Para los problemas relacionados con la terminología de las distintas fases arqueológi á'.1'-
o"¿iJJa
":"
de esta cuestión y contiene toda
la bibliografía existente
cas, véase Crawford, l99l; U. Finkbeiner, ed., Gamdat Nasr: period or regional sryle?, Wies- g7t2 (lgg3),"rt¿
baden, 1986; para una análisis general de Jemdet Nasr, R. J. Matthews, <<Jemdet Nasr: the site hasta la fecha. de Yasmah-Addu y
contemporáneos de los reinados
and period», BibArch, SS (1992), pp. 196-205. 6. Los famosos archivos de Mari son
3. Cf. asimismo el yacimiento de Tell Beydar, recientemente descubierto y más o menos Zimri-Lim.
contemporáneo (a unos 45 km al oeste de Tell Brak, en la cabecera del río Khabur), donde un
d sur de Turquía)' Se trata de una zona
7.lezira(literalmente.laisla')eselnombrequeseda.alazonasituadaentreelTigris
,o.I"ri"-L lr"t, fuÍá;;'§ht; ]
equipo de arqueólogos belgas ha descubierto cerca de 65 documentos (noticia en el Independent y el Eufrate, (ur regadío'
potenciJ uitf"ofu úajo un régimen de
del23-ll-1993). Todos los nombres propios atestiguados son semíticos; los textos guardan afi- estéril, pero que trene un enorme artículos óritios para con la
te-
nidades con la Mesopotamia meridional. (El número de textos conocidos asciende en la actua- La mayor;*"'J"i;o-"n "¿iü¿1"ñ&1Jt "onti"n"
8. acerca del período paleobabilónico'
de J' Renger
lidad a más de l@.) sis de Polanyi, excepto la extensa-colaboración u l" po'tu* de Renger' véase
P' Vargyas'
4. La estela en cuestión (cuyos fragmentos se conservan en el Museo del Louvre) es un para una excelente ,!r"nu crítica, U"rt*t" át'iuuorable M (1987)' pp' 376-385'
in tt" Ñ-.i*;Ñ;, East,,, Bior,
monumento de piedra caliza, con decoración en relieve por ambos lados; se desconoce el em- «The proble* or priiu:ü;;;;y afeminado que desempeñaba
el papel de
plazamiento exacto en que fue erigida originariamente. g.
El assinnumera, al parecer, "..;;;;uai p"*u¿o qot qui'á se tratara de un
eunuco'
5. Este nombre se leía originalmente <<Urukagina>>, pero ahora suele transcribirse por una especie de uurá;il"".i""d., ri;;r;;;. p' 395)'
1988'
más tJnrp1oo' u¿ase »urand'
«Uruinimgino», aunque a veces la inseguridad respecto a una u otra forma hace que aparezca pero no es seguro tp'"'u on unelisis (otra ciudad
ton el templo-áeDtg* "n Terqa
transcrito UruKAgina. 10. Se creía iue la qammatum,."rá"i"I"0" se la considera una
6. Ahora se sabe que el gran poema literario sobre la destrucción de Agade durante el rei- del reino de Mari), ou onu especie
d" ,i;l;;;rofetila, ry:i*n*"mente que le confería el
era lo
caracterizaáa por su p"in"ao' eoe
nado de Naram-Sin exisla ya en el período Ur III; Cooper, 1983a, p. I l. oarticipante en los actos de culto' (
7. Diversas corrientes de esos cuentos afloran en la Lista de Reyes Sumerios (Jacobsen, como ra de ra Europa medievar'
en ra que er
1939, col. vi. 3l-35), la <<Crónica Weidner» (A9C,19, pp. 46-48), de época posterior, y un texto i:'31Írtr?ll,T1;l?fi;*:3,% no era el culpable se hun-
literario sumerio (Cooper y Heimpel, 1983). "ru*;
acusado perdía r" ri¿á'á"irsi
se hundía^""." rir"¿aba; en Mesopoiamia,

8. Los altísimos excedentes que necesitaba el estado indican que las noticias que daría día y se ahogaba, ;;á que el inocente nadaba y se salvaba' su-
34), en particular su ingeniosa
mucho después Heródoto acerca de la productividad agrícola de Babilonia, a las cuales, según , 12. sigo Ia ü"a".Já" o" tu pror"ro-."^J¡i"itiq84,.p. ¿e st'amsúi-Adad por que da una
gerencia a" t u¿ucirTtJiminutivo Á¿aoyo'i"t""*u*
el propió autor, sus oyentes se negaban a dar crédito (Heródoto, 1.193), probablemente fueran '<Papá>"
ciertas. [¡s materiales de Ur [[I demuestran con toda seguridad que ese rendimiento tan mara- al soberano'
iig;;i;"" de la forma cariñosa de dirigirse
villoso era perfectamente posible.
9. Las pruebas de la existencia de los himnos reales en el período de Ur III son: a) los
tonos arcaicos utilizados en algunos pasajes (Klein, l98la; 1981b); y b)la identificación de un
fragmento de la versión Ur III de un himno (Civil, Or, 54 tl985l).
3.EgiptodesdeladinastíalhastaladinastíaXVII(c.3100/30N.1552)(pp,|4|.21|)
inaceptables de los
10. Las cartas fueron copiadas más tarde una y otra vez en las escuelas paleobabilónicas
La lista de Ábidos omite asimismo
los episodios ideológicamente
y quizá elaboradas allí mismo (Michalowski, 1980a).
l. ¿" (u¿as" 4' apartados 2 y 3)'
reinados de Hatshepsut y de lo,
I
fu.uon"". "icapítulo
"r-ein"-u no cesan de añadir car-
2. Las excaváciones de Ui"ru"Omiih y Á;il., ,9quYíu "n "u"o,
desarrollo de Egipto va rellenándose
ne al esquel",o ¿" nu"rüs informacio"ü; il;;g* del véase spencer' 1993'
continuamente (Dreyer, 1gg3);
p*u rn'unaíisis gen'erat y actualizado'
429
428 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \ NOTAS

3. Han surgido considerables discrepancias en este sentido con Emery, el excavador de las
magníficas y complejas mastabas de Saqqara, quien sostenía que estas tumbas eran los <<verda- 5. l,os hititas (PP- 259-317)
deros»> enterramientos de los faraones del período dinástico arcaico (Emery, 1961). Sin embar- a Nimet Ózgü9 (1993) que Zalpa estaría
go, Kemp, en un importante afículo escrupulosamente razonado (Kemp, 1966), ha persuadido a l. G. Steiner sostiene en la Fesrsc hrift dedicada
situada en el Gran Lago Salado, en
la Turquía central' r^- .,a¡oinnac frqsrn€
muchos estudiosos de que los reyes de las dos primeras dinastías fueron enterrados en Ábidos, completo y dos versiones fragmentanas'
a pesar de las dimensiones aparentemente menores de las tumbas. Z. Los tres "¡"ripf"t"t lo'.responden a un texto acadio'
y otra en
4. Algunos testimonios descubiertos recientemente en Ábidos quizá demuestren que la unu á"t fg.foOo Pieohitita (1650-1500)
forma hitita del nombre Kanesh era
escritura egipcia empezó a desarrollarse antes de 3100 aproximadamente. La concisión de 3. Ultimamente ha quedado bien estabiecido que lamuda (o había pasado a serlo); cf' las
<<Nesa>> (cf. otten, lgl3).parece que ini"iut
las primeras inscripciones conservadas y las pruebas del uso de abreviaturas llevan a pensar que !a "i, "ra etc'
knit' knee' knock'
probablemente las nonnas ortográficas fueran establecidas con anterioridad (Spencer, 1993, .1" .r¿", de palabras inglesas como
hititas>> no son listas cronoló-
pp.6t-62). 4. Los textos denominados a menudo «Listas dedeloslosreyes antepasados de los reyes a los que
5. Merece la pena señalar aquí una serie de documentos que datan de poco antes de la reu- gicas de los distintos monarcas, sino meras relaciones el
determinados persónajes que nunca ocuparon
nificación de Egipto. Entre ellos cabe citar dos cartas (fragmentarias) que, al pareceg fueron se realizaban ofrendas. Entre ellos aparecen
arrojadas después de ser leídas; fueron encontradas en la parte oeste de Tebas. Se conservan trono (por ejemPlo, las reinas)'
rodean la lista de reyes hititas, existe
fragmentos suficientes para demostrar que formaban parte de la correspondencia de un labrador 5. Debido a las enormes dudas cronológicas que- áe los monarcas' Por ejemplo' no está
muy
confusión en tomo a la numeáción
del Alto Egipto, Hekanakhte, que se encontraba ausente en el norte, pero que seguía enviando a también bastante dos' Mursili I (1620-1590) y
sólo
cla¡o cuántos reyes ." llu**o, Mursili: ut"stiguados
su hijo mayor una marea de instrucciones relativas a la administración de su casa y sus tierras. "s-ttan tiemp--o se pensaba que hubo otro' de suerte que
Nos ofrece uno de los panoramas más vivos de lo que era una hacienda agrícola relativamente Mursili II (1330-129 5tl32l-L2g5); pero en otro
los libros más antiguás se refieren ui ,oU"*no
q," lu-uttualidad suele llamarse Mursili II con
modesta, las pautas de la vida doméstica y la estnrctura familiar, e incluso algunos rastros de las "n plantean los reyes llamados Tüdhaliya y
ttl». problemas rÁJ.¡un,"r
tensiones y diferencias entre los miembros de la familia. De hecho tan vivas son las cartas que el nombre de <<Mursuli
en to'no al número dá reyes llamados Hattusili'
Agatha Christie las utilizó como inspiración para una de sus novelas policíacas (Death Comes Muwatalli, y existen muchísimas discrepancias
terreno'
as the End), situada en el Egipto de esta época. Para su publicación y un estudio exhaustivo, b" *o*"nio es imposible llegar a ninguna certeza en este ausencia de materiales micénicos en
la
véase James, 1962. 6. Un grave p.our"rnu Is et quJpt*i"u ru total
encontrar alguno si los hititas hubieran estado en contacto con
6. Beckerath, 1984, confirma el total de 108 años para los faraones de la dinastía XV. Anatolia central; y cabría esperar
atriiuirse con algún grado de verosimilitud
un origen
7. Durante el Imperio Nuevo (véase el capítulo 4) aparecen en Egipto varios objetos que los centros micénicos. Además sólo puede que cons-
o"to oUj"tos desóubiertos en el Egeo dJ! Edad del Bronce' cifra
no están atestiguados anteriormente, entre ellos el carro de dos ruedas tirado por caballos y el anatólico central
" *"r"",* ori-ginuríqdel oriente Próximo descubiertos en el
arco compuesto. La elaboración del bronce constituye también una novedad del Imperio Nuevo. tituiría apenas eI t por 100"de los pp' 133 v ss')'
Es posible que esas innovaciones fueran introducidas por los faraones hicsos, pero los detalles ;;;;'1, Edad dej B-n"" (E' H' clines' Ansi' 41t19911'
7. Todos los documentos citados, u'a"not
qu" t" u'it" ¿" lo contrario' proceden de los
siguen estando oscuros. el Gran Templo' Mu-
grandes archivos en la ciudad á" gutiut", especialmente en
"n"Lnt "¿o, copias, ro", de épocas diitintas, de modo que constituyen ver-
chos se conservan en diversas "
4. El Egipto imperial: el Imperio Nuevo (1552/1550-1069) (pp.215-258) sionesmanipuradas.pu*tordeta[es¿etos-etementosconstituyentesdelostextos(hasta1970)'
véanse las réferencias citadas en CTH'
nuevo rey Muwatalli (I)' del Reino Medio
l. En palabras de Alan Gardiner, <<ni siquiera en la actualidad existe en todo Egipto un 8. Existe una excepción muy concreta: el No sabemos qué relación tenía con los mo-
monumento arquitectónico más noble» (Gardiner, 196l [0D], p. 185). (véase supra,p 26;;;';-;o"á. qo" hubiera más.
del Rei-
que esperar conocer mejor a los soberanos
a
2. Esta tesis me la sugirió J. Goody, ed., .Succession to High Ofice (Cambridge Papers in narcas del Imperio Arcaico, y tendremos
Social Anthropology), Cambridge,1966, pp. 10-12, quien demuestra que los personajes <(extra- no Medio.
ños» y <(neutros» (incluidas las mujeres) pueden actuar como depositarios encargados de prote-
ger los intereses políticos durante los períodos de transición. (
3. Para algunas cuestiones insólitas acerca de las relaciones familiares, véase Sam- 6. Siriay lzvante (PP' 318-370)
son,1977.
4. Han seguido realizándose prospecciones y excavaciones bajo la dirección de B. Kemp cuneiformes mesopotámicos' existen al
1. Debido a la polivalencia de muchos signos
y G. T. Martin (el-Amama), y J. Spencer (Hermópolis). á" sn"utti*uza, que han sido propuestas por los es-
menos tres posibilidaás de leer el nombre
Mattiwaza shattiwaza' Recientemente los
5. La Esfinge era una estatua sedente del Imperio Antiguo que representaba al faraón Que- y espe-
pecialistas en ¿istintos momentos: Kurtiwaza,
frén (Khafra, dinastía IV) en forma de león con cabeza de hombre. Durante el Imperio Nuevo la defendido la lectura Los lectores deberían tener
cialistas en lengua norriiu t un "Sháttiwaza>>'«Kurtiwaza>) que encontrarán
Esfinge era venerada como manifestación del dios Harmakhis = 'Horus en el horizonte'. es el mismo qr" y el
presente que este persona¡e "f "f"f"niwaza>>
6. La profesora Desroches-Noblecourt (1963) sostiene que las figuras atadas estaban colo- en libros publicados antes de los años ochenta'
cadas en el extremo inferior del bastón, es decir, pretende dar la vuelta al objeto y ponerlo patas
2.Enlosañossetentaserealizóunintentodeprecisarunpocolasposibilidadesdelo.
de el-Amarna
arriba. En mi opinión, esto resulta bastante difícil de imaginar, de modo que he preferido seguir sometiéndo las cartas
calización de la capitai áel reino mitannio, Washshukanni'
la interpretación habitual, que lo considera un típico ejemplar de <<bastón de paseo con cabeza
escritas por el soberano de Mitanni u un "neuri,
o" l, arcilla, dando por supuesto que habían
ha demostrado que la
humana>>.
sido escritas wurnstutanni. El método ;;;; algunas dudas, pero
", ñecha de un bárro distinto al de las demás
tablilla EA 18, en la actualidad muy A"t"¡o.uáu,
h""r,o, óouJ et al.,1977, han postulado que no formaría
"staba
cartas mitannias; basándose en
"rt"
parte de la correspondencia mitannio-egipcia'
430 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \
3. Los signos utilizados para escribir este nombre son <<UD>> y el sufijo hurrita «-hi>». De
momento no se sabe cuál es la pronunciación de <<UD» y por eso hemos adoptado el método un
tanto incómodo de dar sólo el signo del nombre («UD»); el hecho de escribirlo con mayúsculas
indica que se trata de una forma insegura.

7. Mesopotamia c. 1600-c. 900 (pp. 371-424)

l. «País del Mar>> (mdt tamtim) era el término utilizado habitualmente durante el primer
milenio para designar la parte correspondiente al extremo sur de Irak, esto es, las tierras que
bordean el golfo Pérsico. Para la idea según la cual se extendía también por el interior de Ara- BIBLIOGRAFÍA
bia, véase Dougherty, 1932.
2. Lo mismo que Washshukanni, Thide no ha sido localizada con seguridad todavía (véase SELECTA
el capítulo 6, apartado l); se habla de algún lugar en la cabecera del Khabur, y se ha propuesto INTRODUCCIÓN : BIBLIOGRAFÍA.
provisionalmente Tell Brak (pero véase supra, p.320). Y OBRAS DE CONSUUTA
3. En la campaña de 1993, se encontraron en Tell Sabi Abyad otras cincuenta y tres ta-
blillas medioasirias, casi la mitad de ellas en buen estado de conservación. Datan de finales del
reinado de Salmanasar I o del de Ashur-nirari III (comunicación oral de F. Wiggerman en la A. BtsLIocnRFÍAGENERAL
Rencontre Assyriologique Internationale de Berlín, julio de 1994). l'écriture d l'helléni-
4. «Rey de Ansha»> es también uno de los títulos ostentados por Ciro el Grande de Per- Ancien de l'invention de
Arnaud, D., 1970: Le Proche-orient
sia y sus predecesores del siglo vt.
Attas of Ancient Esvpr'
oxrord'
5. Se desconoce la fecha exacta y el contexto de la composición de la obra (K 2660).
Adopta la forma de una seudobiografía real en tono poético; su mal estado de conservación hace ,^rlZ!ii:,iffi:i, r., 1e80: cuttlr!
To E*;;;;,Án Introduciion to Near Eastern Archaeo-
Burney, C, L977:fio*'Wttoge
que la identidad del protagonista resulte incierta, pero es muy verosímil que se trate de Nabu-
codonosor I (Brinkman, 1968, p. 328, s. v. 4.3.9). /ogY, Oxford'
6. El nombramiento de una hija de Nabucodonosor I como éntu de Ur se conoce sólo por David,A.R.,l975:TheEgyptianKingdoms'Oxford(ua¿ franc': París'
o:i;;;'"M;"ictt
1991)'
un texto de Nabonido (556-539: YOS I, 45). Este autor alude a su descubrimiento de la des- Hrouda, B. (Hrsg.), l99l: Der 2tt-e
cripción del vestido y el ritual que acompañaban la toma de posesión de la éntu en un texto de üñJü p. n. s" ígts' Biblicat Inn{'oxford'
Nabucodonosor I en el que se conmemoraba la ofrenda de su hija al dios. Por consiguiente es ';'""'ü;ilitXi!:;*f
llcito poner en duda la historicidad de este acto de Nabucodonosor I (Weadock, 1975, p. 112), I;{Xíff;:'*?;t'ii!,*theAncientNearEasr,oxrord
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(Los textos de Mari han sido editados [con transcripción, traducción, y un amplio co-
1988: «on theidentifr of
-, 1989: Sate Doc.uments $e lgno,nrm r,ús_u1a¡ >>, JAos to8:197_2o2.
mentariol en la serie ARM (= Archives Royales de Mari), publicación que aún
-, of the u) ii p"r¡i¿ipidí,i;), Srutsarr.
está en curso. Los principales frutos de las investigaciones que están llevándo-

'Tlilñ1i*;l'l1-fí:ffi:*f ff
,;J*i,,iJ,oro,umischenRundp,astik
se a cabo actualmente en torno a Mari han sido publicados en la revista MARI
(= Mari: Annales de Recherches Interdisciplinaíres). Para más detalles, véase
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\

ÍttorcE ALEAeÉrrco
Ábidos, 142,146,147,152,155, 158, 159, 169, alimentos: raciones, 74; suministros, 41, 186,
183, 185,209,427,428 347,362
Abisare, 100 Alishar, 114,259
Abu Salabikh,43,44,48 Alshe, 332
Abu Simbel, 170,241; templo, 215,218, 370 Amarna, véase Tell el-Amarna
Abusir, 164 Amenemes I, 188, 191-195,200; II, 190
acadio, váase lenguas Amenemhab,2lT ,362
Acemhüyük, 114, 115 Amenhotep,242
Adab,59, 84 Amenofis l, 221, 256, 359; ll, 217, 224, 244,
Ada-apla-id dina, 403, 422 246,329,363, 380; III, 218, 225,226,228,
Adad-nirari I, 393-395, 396 246, 248-250 passim, 286, 288, 329, 330,
Adad-shuma-usur, 387, 397 337,343, 358, 363, 379, 381, 383, 386
Adasi,390 Ammi-saduqa,134
adivinación por el hígado, 66, 90, 128 Ammishtamru I, 343, 344; lf, 348-351 passim
adopción, 335,376-377 Ammurapi f[,343,352
Afganistán, 15, 18, 19, 381 amorreos, 73, 84, 91, 92, 95, 99, 100, 101, 108,
Agade, 26-27,45,46,62-79 passim, 95, 103, 131,379
134, 320, 409, 410; administraci 6n, 72; es- Amosis, faraón, 204, 209, 210, 219, 220-221,
tructura polítrca, 7 3-7 4 358, 359
agricultura, 21,28-29; véase también en cada Amosis, hijo de Ebana, 2M,210,217,219,220,
país 360
agua, control del, 100, l0l Amrat/amratiense, 156
Agum lÍ,378 Amumr, 288, 30O, 303, 338, 344, 347, 348-
Ahhiya(wa) , 272, 2'73, 286, 287 , 291, 292 350, 351
Aka de Kish, 45, 46,47 Anatolia, 15, 18,25,27,59,94,108, 109, 111-
Akhenatón (Amenofis lY), 215-218 passim, 1 18, 259-317, 321, 334; estructura política,

225-235, 329,330, 367,379,380, 384, 385 115,259-263


Akhenatón, véase Tell el-Amarna Anedjib,260-263
Akshak,60 Anitta,260-263
Al Untash-napitisha (Chogha Zanbil), véase Ankhtify de Mo'alla, 185, 186
Untash-napirisha Anshan (Thll-i Mally an), 26, 4 l0-4 I l, 412, 413,
Alaca Hüyük,271,307 416
Alaksandu de Wilusa, 293 Antiguo Tes[amento, 22, 253, 3 18, 43 I
Alalah (Tell Atchana), 125, 288, 321, 322, 324, Anum-hirbi de Mama,32l
325, 327, 329, 332-336 pas s im, 338, 344, 345 años, nombres de, 65, 72, 83, 132, 374
Alejandro de Macedonia, 23, 24, 146, 148 'apiru,358
Aleppo, 26,96, 122, 123, 133,279,283,286, Apku, 399,4O4
288, 289, 293, 322-327 pas sim, 332, 37 I Apofis, 2M,205,208,2I0
alfabeto, 19-20, 340-341 Aqar Quf, véase Dar Kurigalzu
alianzas, 95, l2l-122, 123, 124, 132, 157, 195, Arabia, 15, 18,371; Saudí,37
225,286,324,344 arameos, 399, 402, 403, 416, 418, 422
472 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA AT.ITIGÜEDAD
1r.

\*r"" et.resÉuco 473


Atatta,47
39_6, 418; período casita, 37 l_3gg, 417
Arbelas (Erbil), 26,403
véase también Mesopotami a
4lg; Chipre, 300, 301, 308, 340 Deir el-Medina, 218-219, 221, 239, 243, 254-
Arhalba, 346-347 Choga Zanbil (Al Untash-napirisha), 412,413 257 passim
Badari/badariense,
Arikden-ili,394 I 55_ I 56 Cilicia, 27 l, 285, 340, 347 Deir Tasa, 155
Bahrain, 18,380 deportados/deportación, 228, 278, 288, 363,
aristocracia, 404 ciudades, 28, 169, 170, 219, 259, 307, 380,
Bafuiya, oasis de, 142,l7O 367,395,398
armas, 53-55, 58, 220; véase tambiéncarros 412,413,416
de barca funerari a, 166, 167
dos ruedas ciudades-estado, 4 1 -6 1, 95, I I 0, L 15, 259, 260, Der, 96, 1.09,41.4,422
Barrelet, M.T.,26 Desroches-Noblecourt, C., 428 ¡. 6
Amuwanda l, 2BS-2g7 pas sim, ll, 2g9 -ZX), 347;
337-358,377
Beckerat, J. von, 42g n.6
1II,266,300 clanes, 40, I27,381 deudas, 56, 97, 134, 347 -348
Behistun,407 Í.M.,44
Arrapha (Kirkuk), 322, 324, 332, 335 c1ero,234,242,255; sumo sacerdote de Amón, Diakonoff,
Beni Hasan, l95,lgg,ZM 242 Dilbat, 132
Artashumara, 331
Artatama l, 2ZS, 329;
Bernal, M.,20 clima, 21, 28-29, lM-145, 187 Diodoro,372
II, 331, 332 Beroso,23
Arzawa, 272, 276, 27g, 2g,6, 2g7, 2g}_2g2 cobre, 28, 37, 109, I 17, 143, 156, 170, 286, dioses, 44, 98, 149, 17 l, 231-233, 378, 416,
Beycesultan,2T2 4t7
passim 300, 368, 383, 396,401
19, tZ3, t7t, tgg,2t7,ZZ7,Z4Z,337
asenüamiento, 28-29, 36_37, 47 4g, 155, I 57
Pi|bf
B'ir (Ras Ibn Hani), 33g
código de leyes, 84, 86-87, 97-98, ll9,129- divinización, 69, 84, 87, 248, 313
Ashtata, 352,353 130; asirio, 404-405; Hammurabi, 86, 131, divorcio, 302,348-351
Ashur-bel-k ala, 243, 4OZ, 403
b{lt dinásricas, 93, lZ2, lZ3, 13?, 175_176, 135-139; hitita, 308-310; Ur-Nammu, 83 Diyala" zona del, 4243,65,71,75,84,96, 101,
225, 240, 250, 296_297, 2gg, 303_304,
Ashur-nadin-ahhe I, 329, 3N) izg- comercio, 18, 28, 40, 42, 4'1, 80, 86, 97, 100, 132,381,393,420
Ashur-nasir-pal I, 403; II,4M
33I, 350_35 t, 363,3gt_392,3g2, 4fiilevi_ 106, 108-1 18, 123-124, 127, 132-133, 158- Djehutihotep, 195
rato, 335-336
Ashur-resha-ishi, 399 L60 passim, 170, 176-L77, 308, 339-340, Drehem, v éas e P\zish-Dagan
no§31toV, 318, 3 19, 334, 37g, 3g6; véase Dudu, Tl
Ashur-uballit, 3g9, 3gO_393, 403 tam_ 347, 351 -352, 354, 382-383, 396, 413
biénHattusa Dur Kurigalzu (Aqar Quf), 381, 383,422; pa-
Asia central, 15, lg, 25,4lO Commagene, véase Kummuh
Borsippa, 132
A.ll1, !8,94, lOZ, llg, l3l, l3Z, Zlg, ZZS, contrabando, l16 lacio, 381
botín, 5 I, 74, 162, Z3g, 255, 307, 36g
240, 241, 243, 259, 2gg, 300, 32i, Coptos, 158, 205, 206,209; decretos de,162,
331',.,332, Brak, Tell (¿Nawar?), 41, 69, 73, 336
y\, 37 4, 37 6, 37 g,3g l, 3g9406, 41 5; áales, br91g, 24, Sg,80, lZ4,2Og, 3'10,33g,34g,
181
399402,418; Babitonia y, 39A_3g1, igl_ coronación, ceremonia de la, 175, 314-315, 406 Eanatum,49, 53-55,60
399, 402,4 I 8; colonización, 395; comercio,
369, 429 n. 7; Edad del, 24, lSi,-Zgl corregencias, 192, 2L6, 226 ébano, 144, 170,369
108, I l0-l18, 259; Egipto y, :gt_SqZ;Ehm
- ?65,
Buhen, l70,2lO,Z2O
comrpción,257 . Ebla (Tell Mardikh), 23,44,58, 59, 67,69,73,
bullae, 18,41
y, 418; estructura sociáI, 403-4M; corte real, 5 l-53, 124, 27 5, 21 6, 4O54M:' véa- 96, 103, t7 L, 321-322, 355
Érro¿o Burna-buriash II, 379-3g O, 3g5, 3g2
se también séquito real Ecbatana (Hamadan), 26, 407
medioasirio, 399_406; perfodo paielasirio,
Buto 157
102-lIg,127,259 Crcta, 123,208 Edad del Bronce, 24; Reciente, 355, 387
Butzer, K.W.,252
Ar:y! 58,69,81,95,96, l0l, l12_lll, ltl, cronología, 27 -28, 62-66, 83, 94, 99, 103, 107, Fdfú, 169, 185-187 passim
I 17, tZ3, ZSg, 269, 329,, 3gg, Zgi, ll2-1r3, 1 18, 121, 147-148, 152, 155, l6l, edificación, 28, 50, 84, 105, I89, 236, 254, 368,
I 19, iOS,
406; administración, I tO_l I agricultura, 181-182, 189-191, 202-207, 215-21.8, 238, 403,417
l; caballos, 21, 128,36g, 393, 396, 401 Edom,358
102; estructura política, I I I 263-266, 326, 342, 27 4-27 5, 379, 399, 409,
calendario, 72,86
Asuán, l4l,162,209; presa, 145, l7O 419,425 n.8 Egipto, 15, 20: 21, 24-29 passim, l4l-258,
camellos,2l cuentas, 38,41 286, 293, 298, 308, 318, 329, 334, 343, 347,
Asyut, 182, lB3
Gamosis, 2U, 2OS, ZOg-ZlO, Zlg, 220-221
Atalshen de Urkish, 320 cuero, documentos de, 190 355-37 0, 379-380; administración, 164, 195-
campesinos, 173, 176, 257
Attarissiya de Ahhiya(w a), 2g6 cultos, 20,49-50,68, 133, l«-165,166, 168, L96, 218, 253-254;agricultura" 142-t45, 156,
Canaán/cananeo, 210, 23g, 242, 337, XVil),
340, 356- t6g, t7 3, 227, 228, 230-236, 239, 248, 255 - 160, 252; Amarna, período (din.
lusni.cio¡, 66, 89-90, t1g_129, 336, 421 358,363_370, 384
256, 278, 307, 310-314, 336, 378, 411.; 225-236, 364, 367 ; armada, 25 368; arte, l,
1rT!, 2O3, ZM, 207 -210 pass¡m,'Zté, ZZg
4y,226,234,237
canales, 34; véase tambiénagua, control
de; re- Amón, 233,242,249, esposa del dios, 249; 188-189; Babilonia y, 379-380, 381-385;
gadío
Azzi-Hayasa,29O,3O3 Assur, 406; Atón, 226, 228, 230-236, 239; dinastía de Xois (XIV), 206-207; dinastía
Carchemish, llÍ,
123, 2gg, Zg9, 3OZ, 332, 34O, Marduck, 378; véase también estatuas saíra (xxvl), 148; dinastías rebanas (XIII y
347, 349,351,353, 393 cuneiforme, véase escn¡tra, sistemas de XV[), 205-206, 209-210; economía, 254;
Carnavon, tablilla, ZO4, ZO5
Blbfl-onia, 24, 26,95, l0l, l}g, l2Z, ejército, 144, 220, 250-253, 359-360; es-
13 l_140, de dos ruedas, l2g,2ZO, 244, 245,250,
219,224,241,265, 27g, 2g3, zgg, igg, "T9l tructura política, 195-196; estructura social,
333,334,393 Dakhla, oasis de, 142,170 173-179, 257-258; hicsos, período de los
309, 321, 334,354,363,371, llz" zis,
casco de guen4ZA| (din. XV), 17 3, 203 -205, 207 -21 l, 219, 220,
377-, 396-397, 402, 417 4}4;administ¡ación, Dalley, 5.,427 n. 12
420; agricultura, 134, 426 n.g; Asiria
c_asitas,24, 3lB,37l-3g9, 417, 422 Damasco, 123, 228, 293, 361, 367 359; hititas y, 239 -242, 286, 288-289, 298,
y, fé0, Qatal Hüyük, 29 Darband-i-Gaur, 69 367; Imperio Antiguo (dins. III-VIÍI), 147,
1??-393, 396-399; crónicas, ZOS, Zii, lgZ, centralización,'12, 73, g0, 133
Esipto y,379_386; Eú* y,';íi_ Darío I,407 160-179; Imperio Medio (dins. XI-X[I),
1?9,4n;
415 passim,
cerámica, 28, 37, 43, 156, ZOg, Z,ll,
367, 417 Deimel, A.,44 147, 172, Imperio Nuevo
18 1, 189-201, 21 1;
420422; estrucrura páff,i"", Chagar Bazar,32l
I 33- I Deir el-Bahri,l89,222 (dins. XV[-XX), 148, 150, 151, 21,5-258,
39; Historia sincrónica, ll q, i%, ió1, Childe, Gordon,28
Deir el-Ballas, 209 428 ¡. 7; [¡vante y, 222, 224, 358-368, 37 9;
475
474 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
\*rr.u ALFABÉrlco

Antiguo Reino, 265, 27 3-285' 322;


eiércia'
Mitanni y, 220-224-225, 286, 298, 329 -33 l, Esfinge, 246,428 n.5 grafiti,170 3 1 1,i 16-3 17; estructura
política' 279-285'
E"iliUg""gos, I 5, 20, L7};micénica' n
2' 27 3'
! 362-363, 379; Nubia y, 162, 170-171, 188, Eshunna, 84, 95, l0l, I 19, 122, l3l, 324 áói -t05, 309-3 10, 3 17; imperi
o' 266'-28.5-
I 96- 199, 209-210, 220-221, 228, 242, 369 - esposa, 137, 138; del dios Amón, uáase cultos; 340,429 n.6 iit,
jeroglíficos, 269; Reing
iói,- !11{io'
370; Palestina ¡
199, 208,210,219-220, real, 17 6, 249-250, 3 I 5-3 I 6, 404-405 Gudea de Lagash, 77 t utuaó. de vasallaje,288' 301-3053n'
áOS;
224,358,369; persas y, 148; predinástico, estaño, 59, 109, 116-117,123-124,427 n.5 Gungunum, 100
329,331-332
período, 146, 148-157; Primer Período In- estatuas, 38,43,58, 73, 77, ll8,162, I93, 194, Gurney, O'n2'n3 H;;JJ, zl5, 216, 226, 227, 234' 237' 346'
termedio (dins. VII-X[),147, 179, 182-189; 231,256,313, 330-331, 367; de Marduk, guti, 71, 73,75,77,79
347,358,367
protodinástico (dins. XIU-XXV[), 148, 201- 372,378,397, 415, 421 Horemkhauf, estela de, 206
211; tardío, período (dins. XXVI-XXXI), estelas, 38, 53-55, 70,78, 162,241,367; Bui- HroznY, 8.,ll2
148; Tercer Período Intermedio (dins. XXI- tres, 53, 54; Camosis, 205, 248-210; esfinge, habiru, véase 'aPiru
huelgas, 257-258
xxv), 148,238 244-246; Haft Tepe, 4l l; Hammurabi, 125, Habuba Kabira,4l
Hukkana,303-3M
Ekallate, ll0,402 126,135,415; Naram-Sin,52, 415; Piye, 359; Haft Tepe,411
Hurbatila de Elam, 411
Hahhum,278
Elam, 26, 41, 60, 7 1,73, 81, 84, 91, 92, 96, 97, Tutankhamó n, 227 ; votivas, 255 -256
Hamadan, v é as e Ecbafana
irriát, ZZg, 280, 318-324' 334' 340' 353
109, 155, 374,381, 396,397, 407-4r8; ad- Estrabón, 372,407 Hutelutush-Inshushinak, 415
ministración, 410-4 I I ; agricultura, 414; Ba- Éufrates, 15, 21, 33, 34,41, I 10, ll8, l2l, 142, hambre, l0l,24l
126' HuzziYal,283;11,265
bilonia y, 4ll-415, 417, 418, 420-421; es- 222, 224, 25 l, 288, 354, 362, 37 2, 37 9, 39 5, --l¡
ffurÁutuUi ,26,27,28, 85, 118' 120' 122'
tructura política, 416-417 ; estructura social, 401 i-r¡q, 17 l, 421;código de, 135-139
410 extispicia,66 Hana,140,372
Íl' 265 Ibbi-Sin, 83,91, 96
el-Amarna, véase Tell el-Amarna ii..,iri l, ilg,280-281 , 283, 294;
Ibiranu de Ugarit, 352
el-Dab'a, Tell,208 Hardjedef, 172 i t,'t q, 77, 82-83,-88,s7's8' r32'
iá"Gá, oá7'ng;,193,240,390,398'
Elefantina, 164, 169, 185, 218 Fayum, El, L42,155, 156, 189,192,193, 195, harén, 175-176,250 '- 406
üáI i+g,
elites, 157, 158, 160, 172,333,334,335 242,250 Harkhuf, 162-163,l7O
Idrini de Alalah, 322,325-327
Emar (Tell Meskene), 57, 123,302,310,322, Falcon, N. L., 33 Harmal, Tell, véase ShaduPPum
lY'tztePe,27l
Hashshu,321
324, 327, 332, 336, 340, 352-355, 389 Fars, 26, 407, 4W, 4L3, 414, 416 itu-t u^Uf.uUu (Ilu-kabkabi), 107' 12I
embajadores, 199, 224-225, 363, 380, 383-384, fenicios, 19-20 Hassuwa,278
ilkum,137
411 fiestas, 274,312-313; Año Nuevo, 421, 422; ii""tt"ptirr, teinz- 204, 215, 216' 222' 224' 358'
Iltani, reina, 120
Emery W. B., 428 n.3 boda sagradu90,96; de Opet, 222,248; de 359,369' 427 rt' I
363 ; agricultura' Ilushuma, 108-109
Enheduanna,63 Sed, 1 75, 248-249; del Valle, 222; KI.LAM, r¡utti, i r s, 217, 240, 27 3-285,
Inandtk,268,269
Enlil-kudurri-usur, 397 308,313 308-309
259' 261-27 | passim' incienso, 144,2W,222
' *iá,
Enlil-nadin-ahi,420 Finkelstein, J. J., 135 Hattusa (Bo§azkÓy), ll4,
gizyt, 300,306' 3 1 3' 3 1 8' India,371
Enlil-nadin-shumi, 4 14 Forest, D.,40 n 2gz, 294,
Indo, valle del, 18, 25,72,371
Enlil-nirari, 393 Forrer, 8.,272 323, 328, 336 Palxcio, 269
indoeuroPeo, 19,268
H"tÑri r,:265, ioo, zl z-zlg, 280' 288' 3 13' edictos medioasirios' 405-406;
Enmebaragesi de Kish, 45 fortaleza, 7 3, 196, 199, 220, 240, 367 '
.-ili; tesamento político' ;t*."i."es»:
' ^^"gtñ*t, 305-
Enmerkar, 45,47 frescos, ll8, I I 9, 125, 208, 381, 382 1 82- 1 83, 194; hititas'
r, 2, l7 8,
enterramientos, 40, 43,61, 146-147,156, 158, Freud, S.,20 zi z'-zl o; lll, 217, 240, 284, 292'299' 347'
^""tes,276-277;
de», 294-298' 302' 312' 313'
306,309
159, 165-169 passim, 417 funcionarios/oficiales, 97, 134, 162-165, 166, ¡Sá;
"Apología Intefnakht, 188
178-179, 2M, 231, 248, 305-307, 315, 404; 323
éntum,68, 69, 83,421 Inyotef, 185; II, 185
Enüma Eli§, véase épica véase también corte real Hekanakhte, J. D., 428 ¡' 5
ImhoteP, 162
Heliópolis, temPlo, 169, 190 16,81,86, II1, 116' r27'r34'160'
épica, 46, 47, 7 8, 27 3, 336, 37 4, 37 8, 396, 397 ;
HemamiYa, 155
il;;;;
<<Poema de Errar>, 422; <<Poema de la Crea- i96,253,255,404,42o
ción>>, 378,421-422 ganado, recuento del, 160, 161,248 HeracleóPolis, 180, 182-185, 187 Admoniciones de' 187-18
tpÑ"t,
Gardiner, A. H., 187, 188, 428 n. I herencia, 137 , 41O,420 324'-37 l'^380
Eridu, 33,84; santuarios, 37 ilJ, -tB, 37, 41, 44, 321,
áá, ¡0,
27 , 41, 67 , 7 l, 84'-320'
Herior,242-243 321'
Erishti-Aya, 139 Garstang, J.,272,273 il; l;,
-- -iiq,
25,
Erishum I, 105, 106, 109 gasgq pueblo, 287, 292-293, 317 HermóPolis, 210, 226, 228 á34, 381' 383, 407, 410' 415
H"tO¿oto, 22,l4l,165,172,426
n' 8
Eritrea, 144,222 Ga2a,359,360 Ishan MizYad,6l
esclavos,57, 138, 139 Gebel Barkal,360 Hesíoso,20'336 Ishbi-Erra, 9I,96,97
Escorpión, maza del, 15l gerzeense/el -Gerza, 1 55, 1 56, 1 58 iii"i""O.polis, 152, 157, 158' 169'427 n'2 ishiul,305
hierro, 308, ¿0t; Edad del, 24 r24' l3r'
escritura, sistemas de, 18-20, 25,27,38, 41, Gilgamesh de Uruk, 45-48 passim,78
iriÁá. zo,48, 68, ?8, 87, 88-90, 96,193'234' ;;;;-t"s"n: de Asiria ' rro' 122'
58, 153, 387, 388-389, 409;cuneiforme, 19, Girsu (Tello), 44, 49, 56, 60, 61, 69 389; de [sin,98
38, 4 l, I 12, 268, 319, 407 ; fenicia, 20; jero- 236,239,426 ¡'9 segun-
Giza,164,246 2i0' tsin, dinastía de, 95-100, 132' 134'414;
glffica, 19, 159, 200,269, 428 n. 4; véase gobernadores provinciales, 72, 80-8 l, 395, 420; hiair"r: Lg,20,217,220,224,225' ?2-7 '
"' da,418,420,422
-
;¡t', zll , zsg-ltz ,322,327 -3?'8' ??!'137
también alfabeto véase tambiáz nomarcas
]¡e, 1lÁ, lu-zs6 Passim, 367; 37 l' 379' Israel, 19
escultura, 190, 383; véase también relieves; es- Good¡ J.,428n.2 Isuwa, 286,298'3Ñ
tatuas Gordio, 271,300,307 láái, tgl, lg 4, 395 ; ádmi nistración' 305 -308 ;
¡
476 EL oRIENTE PRóxIMo EN
LA ANTIGÜEDAD 477
\Nnrcr ALFABÉrrco
Itj-towy (Lisht), lgl, lg5, lgg,2}5 Kupantaradu, 302
Itur-Asdu, carta de, t3Z Kurigalzu I i Mari Cfeil Hariri), 23,53,54, 57-60 passim, 337, 3M, 359, 362, 363, 367, 379, 389-393;
)]l:!)t;ü,374,375,37g,3%,411 67,68,83,95, 109, 110, 115, 118-131, 132, estructura política, 333-335; estructura so-
Kurunta, 265, 266, Zg7 _303 pÁsfm,305,
30g 134, 139, 321, 324, 422; archivos, 94, 106, cial,335-337
Kush, 144,-209 ,-?2O,22l, Zit,i1g
Jacobsen, 7.,34, 45,46 Kussara, 259,260,262,2$,T¿
109, 118, 121, 123-124, 127-132 passim, Moisés,20
James, f..ó.,ff.,,+Zg n.S 139; palacio, 118, 125 monarquía: asiria, 398-401; de Kish, 59-60;
Jemdet Nasr, 41, 47 mariyannty'i,333-334 egipcia, 193-195, 244-249; hitita, 311-315;
lencó,29

ir*íiixii
'¡::*i;::'' ---' rr-' a' t ;sis'[emas
tt'
'
de 4ffi qfi^J' {,?-il,';i'1,, 60, 6s,
'75' 84' 100,,133; 7 1,
Martin, G. T.,428 n.4
maru,230,246
Mapat Hüyük (Iappiga), 268,271
véase también ideología
montículos, 25,26
Muballitat-Sherua, 392
Iope,364 inscripciones, s'g-d, Mashkan-Shapir, 23, l0l
Lahti_Shihu/Shipak,
50, oi Muhl¡ J.D.,427 n.5
Joiefo,203 4lg
lapislázuli, 1g,43, 156,3g1,3g3,396
mazas, l5l,156,257 mujeres, 56-57, ll7, 137-139, 168-169, 222,
Ju¿¿, i9 McQueen, 1.G.,272 303-304, 350-351, 353, 376-377, 40/-405
judismo,20 l-aroche' E',266
médicos, 330, 344, 386-387 Mukish,344
juramentá áá r"u,ua, 73, ns, 2s6, 306 T;lÍ;,?1j,Tó10,,
tzo, tzz, t3t, 132, t«-, Medinet Habu,Zl1,239
Megiddo, 360, 361, 368
Mursili [, 140, 265, 275, 279, 280, 283, 322,
37l; ll, 289-293, 302, 3ll, 346, 347; Ana-
I¡es, G. M.,33
Mellaart, 1.,272 les,29O-293, 303, 307, 313; III, 293,294
ka,24g,24g lenguas, lg_ry:26&269;acadio,
lg,4l,@,7g, Meluhha, T2 Muwatalli, 265, 293-298, 394, 429 n- 8
Kadashman-Enlil r, 3Bt_382,383,
Kadesh (Tell Nebi-Me,nd),
386, 4ll,
t99,-iii,-l)+,zgz, iiU,r!i;,!f;,rf#,;#,.mn*ji
Menes, 146, 149,151, 158, 237
Menfis, 26, l4l, 142, 158-161 passim, 169, 17 l,
ñ;;;,-iir,i,io, 263,266,268; hurrita, 105,
1fi,r::;362,380;
batalla aé,zti,ásg,z+t, iáá),-liá124-passim,334; indoiranio,
17 5, 178, 180, 187, 218, 221 Nabucodonosor [, 402, 415,418-422 passim
333_ Menkaure, véase Miceino baútum,l39
Kagemni, 172 335; luvita, 26.8; nesita, 2,62, za1; paurcá,
268; sumerio,4l,78-79,g4,í68,378;
Mentuhotep, 185; II, 182, 185, 188, 189; ry l9l Nammahani de Lagash,78
Kañu tÑi.-11, ¿o¿ urar- Merenre, 162 Napata,224
Merikare, 182-183 Naqada, 152-155, 158, 169
_.rvu¡qvs,,, ztr
*i:ü3iiu,!?,2!,z7,s7,t,t,tss,2o.,zto, Naram-Sin de Agade, 55, 65, 69-7 l, 72, 7 5, 79,
:ffi,,tá"';¿f,')-'l:,:^:TJ,li?JIr-r18,25e, 2lg,ZZl,??!_225,221,22g,23+,ZSg,Zgi,,
Merimde, 156
Karabel, Zii_-, Memeptah, 217, 236, 237, 241, 367 409
faratrar, gZó 298, 3 18, 3?4,
?1!_370, 379; y Egipto., 222., Mesalim,59-60 Narmer: paleta de, 151, 153,2201' maza de,
xaratrar¿astr, :gg 224,359_36g,379
Mesanepada,59 141
r.*htivift-?"íyr, rr¿ E*y' J' v H', 105
Mesopotamia, 15-18, 21, 22, 25, 28, 29, 33- Nauri, decreto de, 251, 255
farana, tiO,liOlns Ltbano,2l5,2l8,355,36g
140, 155, 318, 319, 322,3U,354,371424; Nawar (¿Tell Brak?), 320, 336
K*,"k;iiiliíí,'it6:2t':?rr227,22e,248;_y:::,:2k"'l1iÍhif ,r^ administración, 96-10l; agdcultura, 34, 40, Nazibugash,393
templo, 215,216,221,22g,24g,355 48,72, 426 n.8; dinastfa del País del Mar, Neferefre, 164
Kar-Tt¡kulti-Ninurta, ggg, 404 lim¡nu, lll,3gO,4U
140,371,377,380, 418,422,430 n. l; es- Neferhotep,20T

rru¡;¡;;¡¡!i;jgri{'uo
g.,qir;Á.á'y
"'"i31ff,,o-,;i',':;l:;l:: }l}-}g',\Ti l?z;
véase tambiénépica;himnos
tn¡ctura política, 40, 47 -57, 73, 7 4, 95, I 1 l,
115, 133-139; estructura social, 42,47-57,
Neferirka¡e, 22,1«
Neferkare, 163
Kemp, +
_ 82, 1341' imperio de Agade, 62-74; período Nefertiti, 215, 226, 228, 230, 234
«"*i*lóS,_;;;" r Lugarkginedudu,60
paleoasirio, 1 02- I I 8; período paleobabilóni- Neferty, l9l
gs, r r0, r 18, z*s, 324, 3ss, co, 94-101, 318,321,372; período proto- Neferuru,222
i*:.f',2ó1, llffii?:il.,18,,2l;l,l;3, dinástico, 27, 42-61; Ur III, 77-93; véase Nehesy,207
Luria, s., 188
Khafra, rJase euefién
Kharga, oasis de, 142, l7O
también Asiria; Babilonia; casitas Nenassa,260,280
metalurgia, 28, 37, 80, 336 Neolítico,28-29
Kheruef,24B-Z4g Metjen, 164 Nesa (Kanesh), 260-263 pas s im
Kh,r,;;¿;; ó;;.r, Ma'adi,256
Micerino, 165,172-173 Nihriya,395
Kiden_Hu;;:d," ma,at,174, t88,204,224
_ , .- . Midas,27l Nilo, 14l-146 passim
Kilizi, q3 Macedonia, 172
M:ileto,272 nilómetro,253
rin" ¿" t,tiranni,325 Madduwatta,286,2g7
militar: organización, 47, 48, 53-55, 7 3-7 4, 81, Nimrud, véase Kalhu
y'¡, +0,,s-iió';;;*, 67, 68, 7 t,
t3z Y^;::,, ;lr'
7 s, 84,
242, 2s t, 268, 4ot
217,
220, 251-252; servicio, I34, 199, 251, 304 Nina,60
Ki-Uru,60 minería/minerales, 143, 144, 158, 170, l7l, Nínive, 20,69,95, I10, 32O,390,442, q3
y3u*!iu,2ts,288,323,32s,332 #*[ffÍ:" 251,369 Ninsun,78
Kudur-Nahh wte, 414415, 42O' da,3o:
Minet el-Beida, 338 Ninurta-apil-Ekur, 397
lydurru,
g?l'il;iio passim Manetón de sebennito,23, 146-148,
150, 16l, minoica, influencia, 20E, 24O Nippur, 41, 43, 60, 65, 67, 75, 79, 84, 97, 98,
rumarui,l¡.i";; lo,zza l8l' 182, 202:207 passim mi§arum,l34 108, 132, 320,376,380,414; Lannento de,
Kumidi iiáliJi-íiq, zz+ Manishtushu
' 68, 6s,'72,74
marfil, 170, 339,369, 401 Mitanni, 24, 27, 218, 220, 224, 225, 240, 251, 98; templo de Enlil, 65,75
27 8, 27 9, 286, 288, 289, 298, 318, 319, 322- Niqmaddu lÍ,3M-346; III, 341,351
479
ALFABÉrICo
478 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD §olce
Shattiwaza, 288,328,331' 390'
429 t I
Niqmepa,347-348 piedra, trabajo de la, 38, 156 '-
religión, 40, 49-50, l7l,
228, 230-233' -255-
Shaushgamuwa, 349-351
nomarcas/nomos, 178, 180-189 passim, 195 Pilliya de Kizzuwadna, 327 íSO,Zlg,388; véase también cultos; dioses 94' 106' 110' 120'
nombres, 73, 87, 150-15 I Pir Huseyn, 69 Renger, J.,427 n.8
é;;til" (Rowanduz),
321
Nubia, 18, 141, I44,156,158, 162, 170-171, pirámides, 165, 192, 222; Djdefre, 166; esca- ii"v!r,'iit,"
--i;ó, s de 27, 150, 418; Ábia9s. lf9'
Sheshi, 179
I 88, 19 1- 199, 209-210, 220-221, 224, 229, lonadas, 175; Quefrén, 165; Queops, 165; Áti¡", 27, 103,107-108' 109-11O 389; Shilhak-Inshushinak, 415, 420
g"biloni., l2l-122, 374, 375' 417; Canon
242, 251, 367, 369-370; agricultura, 368; <(textos de las», 172
l8l, 182' 2o2- Shimashki, gl, 92, 98, 410
grupo C, 170, 199; véase también Kush Pithana de Kussara, 260-263 passim á" r,rJn, i46, l4g, 150, 161,
ggiPtor-149' 151' 161' Shiyannu, 344,346
Nuhashshe, 288, 294, 338, 344 planchas, 43,52,65 zói, iÁt¡*,211; Shubat-Enlil, 95, 110
¡ Nur-Adad, l0l plata,43, 59,117,339 iZl; i^x,149, 150, 185; Piedra 99 Pu- Shudurul,71
Nuzi (Yorghan Tepe), 322, 329, 335-336, 353, Plutarco,20 i"t o fSf , 161, 190; sumerios'-44-!9'65' Shulgi, 86, 89,98
376 Polanyi, K'I27 ii , gé,98; tablilla de Saqqara' 151; Ugarot' ShumuYamanum,122
príncipe heredero, 237, 251, 259, 261, 262 343-3M
125' Strurupiak (Fara), 43,47-48' 55
prisioneros de guerra, 53-54, 162,247,25L, Ri;uh, Tell al (Qatara), 94, 106' 120' 124' Shu-Sin,91
oasis, 142, 170; véanse también nombres pro- 255,320,367 32r 4 1 4-41 5
Shutruk-Nahhunte,
pios profecías, l29,19l-192,427 n.l0; de Marduk, Rim-Sin de Larsa, lO0,122,132
il;;; de Mitanni, 1,325;II' 330' 331; il'
Omán, 18,72,371 421 Rimus,68
go,248-24s; de purificación' 310-312 331
Omari, El, 156 propiedad privada, M, 80, 82, 253 ;;;i;;, siervos, 82,420
Opis,402 provincias, Sl, 180, 186, 187 iq, 142-143,156,159,162' 171' 188'
sinui,
oraciones epistolares, 87-88 Rahhotep, 172 199,220
ordalía del río, 129-131, 137, 405,427 n. ll Puduhepa, 296,316,323 Sabni, 170
Sin-iddinam, 101
oro, 43, 58, 117, lM, 170,339, 346,368, 369, Punt,144,222 Sahure, 162
Sinkashid, l0l,l24
382, 383, 384 Purushhattum/Purushanda, ll4, I 15, 2598-262 Salauwar,262
Sin-muballit, 131
Ortakó¡ 268,271 passim Salitis,203 «Sinhé, Historia de>», 195, 199, 200
Ózgug, Tashin, 112,268 Puzrish-Dagan (Drehem), 8 I Salmanasar I, 395, 404 422
Sippar, 86, 109, 132, 133, 139'
Samarra, 36 i 239, 337 -3s2'^3s5'
Samson, J.,428 n. 3
sffi,
-'- ;á; t4, r23, 221,
-368 pas'
iOL qózrconquista egip"11 q1
15
Pafos, batalla de, 395 Qatara, 120 Samsuditana,265 hitita de,287-289'?Tt !?'-
pagoVdinero, 81, 254, 382 Qatna (Tell Mishrife), 96, 123, 124,323 Samuha,288' 307 "*; ig, 26, 41, Ll5, 122,218'-279' 285'
i" i","onquisd
santuarios, 25, 84, 169, 227, 307 ; véanse tam'
País del Mar, 380; dinastía del, 140, 371,378, Quefrén (Khafre), 165, 172 3oo, io8, 320, 322, 324, 362, 395
380, 418, 422,430 n.1 Queops (Khufu), 165, 172, 173, 2ll bién no¡nbrel ProPios
215 Smendes,242,243
palacios, 84, 101, 17 5, 259 s"qqur", 152, lig, 762, l@, 165' l7-9' Smenkhare, 216,234
úü; áe Agade, 20,62,65' 66-68' 7l'74 Pas'
Palesüna, 156, 159, 199, 208, 210, 218, 219, Smith, George, 20
220, 222, 224, 355-369; sublevación, 224, Ramsés 1,237; II, 15l, 207,215-21'l passim, sim,98
SobekhoteP LV,207
S"ottiriutut de Mitanni, 325, 327 329' 332'
363 226, 236, 237, 239, 240, 247, 250, 293, 298, ' Sobeknefru, reina,206
paletas, 151, 156, 157; Narmer, I5l, 153,220 III, 217, 236, 237, 241, 367; ÍY, I45; Soleb, 218 SPencer, A' J', 428 ¡'
367; 390 4
88'.114'
Palmira (Tadmor), 123 Yr,242,155, 359, 368; tX, 237; XÍ,237, t"u;; 18,34, 38,40, 43,48,65,87'
---i;9, ;ñ;"i"d, ?1, 101, t¿$,278; contra EgiP-
panku,275,284 242,243
n' 1; escarabeos'
zá5,314,417,426
to,224,363
207 -2lO Pas sim, 25O, 359
papiros, 22, 145, 187; Anastasi, 218, 356, 367 ; Ras al-Amiya,33
: rr;;rió" ;J, 68, 1oo, 17 6, lg2, 222-223' 236'
-'283-285,
Boulaq, 195-196; Brooklyn, 196; Harris, Ras Ibn Hani, 352 Senenmut,2l7 294, 2994A0, 304, 314
218; Lansing,252, Ramesseum, 17l; Rhind, Ras Shamra, véase Ugarit Sequenenre, 2M-205 l4l, 144, 145, 215
Sudán,
l,
210-2ll; Sallier 2M-205; Turín, 218; Rawer, 174 ;Uil; reat, t9O; véase también cotte real 77'
Serapaseum, véase Saqqara
.o.*iot, á7 , 41, 77 -93; <<renacimiento>> '
Westcar, 173, 175,2l l; Willbour, 218 Rawlinson, Henry,407
¡;;;'r,ri., I, 190, lg2,lg4,2oo; tl' 189' 192; 79
Parrattama de Mitanni, 325,327 rebaños, 21, 134, 156, l7l, 199,309; véase Sumuabum, 131
Parsatatar, 325 también pastores III, 189, 195, 198
Sumu-el, 100, 101
a' r, 263-265, 287 -28e' 3w
3t t'
pastores, 91, 127, 142,358 367,396
Pepy I, 162 ll, 160, 162, 164, 173
regadío, 21, 29, 33, 34, 40, 41, 50, 56, 79, 100, Setnakht,236
s"üi, i+q, 217, 218, 236, 237, 239' 240' 251'
;;;;iliil
"'
102, 125, 133, L42, 144-145, 252, 403 izt, 332, 337, 344-346, 352' 367' 390;
\íi,
per'ao,244 regalía,74, 174,406 255,359,367 <<Gestas de>>,287-289; II' 300
persas, 148,416; imperio aqueménida, 19, 148, regalos diplomáticos, 58, 124, 127, 243, 320, ShaduPPum (Tell Harmal), 119 96, 135, 407, 409-415 passim'
su.i zo, 41,7i,
172,407 369, 381-385,386,402 Shamsha-mudammiq, 418
418
Persépolis, 26 reinas, 222, 224, 249-250, 315-316; Valle de §-t i-e¿u I, 95, 1ó6-108 passim' 109' 1410'
Pérsico, golfo, 15, 1 8, 25, 33,37 ,97 , ll4, ll5, las,222 l2O-123 Passim, l3l, 132
"ntt
371, 380 Rekhmire,253 Shar-kali-sh arrt, 7 l, 7 7 ll2; de arcilla'
219 tablillas: capadocias, ?:23'
relieves, 38, 162,168, 195, 269,27 l,356, 380, St u.t"n (¿Tell el-Ajjül?)' 210' 397 de
Peruwa,262
Shasu, 358
li; 4i, ¿á , Bo, 266, 268, 34 I , 395 '
"
Petrie, W. M. F., 155 417
481
lryolce ALFABÉnco
480 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
Wenamón, Informe de,217 '242
Urhi-Teshub (Mursili ilI)'
284' 294-297
mader4 269;véase también Tell el-Amarna, Transjordania, 355 84' Weni, 164, 170,176
cartas Tratados, 288, 409 ; Asiria-B abilonia, 402403 ; Ü;-Ñ;.*;, 78, 83,84, 89; códiso de leves' Wheeler, Mortimer,25
Thdmor, véase Palmira Egipto-Mitanni, 225; hititas, 266, 27 3, 288, 86 Wihelm, G. 319
Taduhepa, 329,330,337 292, 299-3N, 301-305, 309, 314, 3 16; con Uriánrn" de Lagash, 50-52 Passim'84 Wittfogel, K., M
Thhurwaili, 265.282 Egipto, 217,240-241, 247-248, 289, 298, Urshu, 273,321 WoolleY, Leonard, 25' 84
Ü;i;i;si""' 56-51,61; reformas de' 56-57.
Thide, 325, 336, 394, 395, 430 n. 2 367, con Ugarit, 339,344-348, de vasallaje,
üffii\ i;ü1,-26, 27, 37, 4s-47 !"::iY'.10'
Tanis, 243 30 1 -305, 327 -329,Shattiwaza" 288, 3n 429, "'á0,
Tapalazunauli de Arzaw a, 29 | 333-334 passim
ig, ii','75, 78, 84. g7 , ror.' l,?4: :?2' Xois,206; dinastía de (XIV)' 206-207
422; cultut a de, 37'42 santu arios/templos'
Tarundaradu,286-287 tribus,420
Tarhuntassa , 266, 293, 297 -299 passim, 301 ,
38,78,380; vaso de,38' 39'40
tributos, 210, 304, 345-346
lJr¿abala,6T Yaeeid-Lim de Mari' 121
303,307 Troya,272
Utuhegal de Uruk,77-78 iañáun-I-im de Mari, l2l-122
Tkso,268,269 Tudhaliya l, 263, 265, 266, 285, 286, 288, 363 ;
Tebas, (Grecia),383 III, 268, 287; ÍY, 266, 299-3W, 305, 313, Y;J; (Ái*ool, r22, r23' rzs' r33' r4o'
Tebas (Egipto), 180, 183, 185, 188, 195-196, 316, 348-351passim 37r
Valle de las Reinas,222 Yarim-Lim de Yamhad, 122
205, 210, 217, 222, 22 3, 224, 239, 243, 367 ; Tükrish, I l0
VAte ae los ReYes, 222,239'257 iasman-nA¿u, 110, l2l,l22'l3l -
templo,233,359 Tukulti-Ninurta [, 300, 395-399, 414
Van, lago, 324' 401 i-ti*uyu, 269' 27 1, 3Ol, 313' 323
tejidos, producción de, 80, lI7,125,339,401 tumbas, 26,43,61, 152-153, 158, 160,162- Varsvas, P.,427 n' 8
Telepinu, 263, 265, 279-285, 289; Edicto de, L69 passim, 186, 222, 231, 356; autobiogra- de las apariciones>>' véase
maru
263, 27 5, 27 9-285, 312, 322 fías en, 163-164, 168-169, 170-171, 176, "u"ii*u
vidrio, 381
Tell Beydar, 426 n.3 180, 186, 195,204,215,217,250; de Ho- Zabala,60
"ú;;;,iion,"r,
visir, 174, 178, 196, 253,395 15, 69, 81' 84' llo' 132'372'
Tell Brak, véase Brak remheb, 215; de Tutankhamón, 215, 246;
Tell el-Amarna (Akhetatón), 215, 218, 225- mastabas, 146,428 n. 3; pirámides, 147, 165, 383, 399,415
236, 254, 3U, 365, 367, 388; cartas, 218, 168
z^illi zoo, z6t, 27 l, 27 6, 27 9, 429 n' I
wabartum,ll4, 115,259 Zidantz l, 279, 280; II, 265
226, 227, 250, 288, 3 18, 329 -33 l, 343, 356, Tlrrqupia, 15, 41, 272, 320, 324 Washshushan a, 115, 259
Zi""i-Li* de Mari, 122,123' 139
3«-366, 369, 379, 384, 385, 386, 389, 390, Túshratta de Mitanni, 288, 3 18, 319, 323, 328- Washptah, visir, 174 Zippasla,286
391-392; Gran Templo,2301' palacio, 230, 332 passim,390 wffiilt"";i-,' 27, 288, 325, 329' 33r' 332'
246 Tutankhamó n, 215-217 passim, 226, 227 , 234,
%ser,16l' 165
336,429 n.2
Tell el-Dab' a, véase el-Dab'a, Tell 246,367
Tell Fekheriye,395 Tütimeo,203
Tell Khuera" 58 Tutmosis l, 221, 325, 359; ll, 322, 329, 359;
Tell Leilan, 58, 95, 106, I10, 120 lll, 142, 149, 190, 215, 216, 222, 224, 251,
Tell'Oueli, 36 256, 286, 323, 325, 329, 255, 258-363, 368,
Tell Sabi Abyad, 395 379-380, Anales, 216, 360-361, 368, 379,
Tell Taya" 58 390; IV, 217, 225, 246, 329, 358, 363, 367
templos, 25, 40, 42, 44, 50,7'7,98, 165, 166,
248,255; véanse también nombres propios
Tepti-atrar, 411 'Ubaid, cultura de, 36-37
Tera,208 uD-hi,331
Terqa,110,140 Ugarit (Ras Shm¡a),96, 123, I25,288,302,
Thomsen C.,24 307 , 319, 323, 329 , 332, 337 -352; agricultu-
tierras, 74, 157, 160, 196, 252, 255; 377 ; con- ra, 339; tratado hitita con, 337-338,34+348
cesión de, 7 4, L34, 268, 307, 339, 377, 420;' Ullikummi, Canción de, 336
desecación de, 142; propiedad, 42,49,52, Umma, 53, 55, 59, 60, 65, 82
80, 215, 218,335,410 Untash-napirisha, 412
Tiglath-pileser [, 105, 399-403, 405-406, 422 'Uqair, 38
Tigris, 21, 33, 34, 102, lO9, 32O, 396 Ur, 25,33, 38, 43, 44, 45, 59-61 passim, 68,
Tiro, 19,227,337 98, 100, 120,376,410; estandarte, 5/, 51-
Tishatal de Urkish, 320 52,53; tumbas, 6l
Tiye,249,250 Ur III, 75-93,96,97, 127, 133, 134,320, 410;
'ljanemi,360 administración, 80-81; inscripciones, 84;
TM, tesoro de,200 <<Lamentacio nes>>, 92-93, 98; mausoleos, 84;
trabajo, 40, 56, 8l-82, 134,196,199, 304, 335, zigurat, 84, 85
368,404 Ura,340,347
Tracia,273 Urar|'u,324
\

INDICE DE FIGURAS
la. Vaso de Uruk 39
1b. Escena de un uuro ¿" U*t : : 39
2. Escena de banquete perteneciente al estandarte de Ur 5l
3. Estela de los buitres de Girsu 54
4. Carro de guerra sumerio 55
5. Estela conmemorativa de una victoria de Naram-Sin proceden-
te de Susa 70
6. Reconstrucción del zigurat de Ur 85
7. Impronta de un sello correspondiente a una tablilla de Ur III . 88
8. Plano de Assur 102
9. Fresco con escena de la investidura de un rey, Mari tt9
10. León de terracota, parte de una pareja, procedente de Tell Har-
mal t20
11. Escena representada en la parte superior de la estela de Ham-
murabi (Susa) . 126
t2. a) Corona blanca; á) corona roja; c) doble corona; d) serekh
(fachada de palacio rematada por el halcón Horus); e): las <<dos
señoras>> (el buitre y la cobra); f) nsw-bity (unco y abeja);
g) rótulo 150
t3. Paleta de Narmer . 153
t4. Barca funeraria de la pirámide de la reina, Giza 167
15. Quiosco de Sesostris I en Karnak, Tebas 197
r6. La corona azul 22t
17. Plano de Tebas 223
18. Plano de el-Am¿una . 229
t9. Akhenatón y su familia. 232
20. Faraón egipcio en c¿uro 245
21. Plano de Hattusa . 270
22. Vista parcial del santuario al aire libre de Yaahkaya. 271
23. Impresión de un sello de Arnuwanda III, Hattusa . 314
24. Tablilla con inscripción alfabeto ugarítico descubierta
en 1948 "h 341
25. Pintura del palacio de Dur Kurigalzu 382
\

ÍNorcE DE MAPAS
1. Mapa general del Oriente Próximo . t6-t7
2. La Mesopotamia primitiva 35
3. E[ estado de la III dinastía de Ur 76
4. La Alta Mesopota-ia y el norte de Siria . 104
5. Egipto: mapa físico 143
6. Centros del Egipto predinástico . t54
7. Nomos del Alto Egipto . 184
8. Centros de la Anatolia hitita 267
9. Siria-Palestina durante el Bronce Reciente 357
10. Elam . 408
\

¡l

ÍNorcE DE cuADRos
1. Mesopotamia primitiva: cronología de las principales fases
arqueológicas . 36
2. Las ciudades de Mesopotamia c. 2900-c. 2340. 43
3.1. Cronología de los reyes de Agade y sus sucesores 63
3.2. Cronología alternativa de los reyes de Agade 64
4. Cronología de la III dinastía de Ur 83
5. Cronología de la Baja Mesopotamia c. 2000-1750 99
6. Cronología de los reyes paleoasirios 103
7. Secuencia arqueológica de Kültepe durante el período corres-
pondiente al kñrum paleoasirio 113
8. Primera dinastía de Babilonia y los reyes contemporáneos t2t
9. Egipto: cronología general 147
10. Cronología del Egipto predinástico y dinástico arcaico . r52
11. Cronología: Imperio Antiguo 161
t2. Cronología: el Primer Período Intermedio r80
r3. Cronología de la dinastía XII 190
14. Cronología del Segundo Período Intermedio 204
15. Comienzos de [a dinastía XVIII: cronología 216
t6. Finales de la dinastía XVIII: cronología . 225
17. Cronología: dinastías XIX, XX y XXI 238
18. Cronología de los reyes hititas 264
19. Cronología de los reyes de Mitanni 326
20. Reyes de Ugarit 342
21. Los reyes casitas . 375
22. Imperio medioasirio: cronología 392
23. Cronología de los reyes de Elam 412
24. Cronología de Babilonia, 1155-c. 905 4t9
\

ÍworcB
Prólogo . 7
Abreviaturas 9
Introducción l5
ln región 15
lznguas y escritura r8
El medio ambiente 2t
Cómo entender la historia del Oriente Próximo 22
El problema de los testimonios . 25
El marco cronológico . 27
Ant ece de nt e s ne olític o s 28

Pruuene PARTE

EL DESARROLLO DE ESTADOS Y CIUDADES


(c.3000-c. 1600)

1. MesopoteMrA DURANTE EL TERCER tttu-eNro e.C. 33


1. Antecedentes (c. 6000-c. 2900) 33
Medio ambiente 33
Desarrollo de la vida sedentaria . 36
El período Uruk Thrdío 38
2. Las ciudades (c.2900-2340) . 42
Las fuentes y el problema de su uso 42
Organización política y social 47
Reyes y ciudades . 49
Cortes reales 51
La guerra 53
La sociedad 56
Relaciones entre los estados 58
3. El imperio de Agade 62
Introducción a las fuentes y cronología 62
Ascensión y caída de Agade 66
El rey y el país 7l
49r
490 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD \ ÍNolcB
t7l
4. l^a III
dinastía de Ur (2112-2004) 75 Literatura Y fuentes literarias 173
De la caída de Agade a la ascensión de Ur 75 Estado Y sociedad 179
de Tebas (c' 2180-1991)
Desarrollo del estado de Ur III 77 3 Heracleópolis y la ascensión 181
Reconstrucción del estado de Ur III 79 Cronología Y fuentes 182
Monarquía e ideología del poder real 82 illuchí"nit" H",u"leóPolis Y Tebas 186
E;ir," dominado por loi disturbios y los
nomarcas
La caída de Ur III 9l 187
eí ñn del ImPerio Antiguo 188
2 Mesoporeun c. 2000-c. 1600: los psnfoDos pAl-Eosesr-óNtco Egipto reunificado
(c' 2040-c' 1730 [2023-
Y PALEOASIRIO 94 4 Egipto durante el Imperio Medio 189
Introducción 94 tTion 189
1. La Baja Mesopotamia c.2000-c.1800 96 Cronología Y fuentes 191
Fundacién de la dinastía XII t93
2. Assur durante el período paleoasirio (c.2000-c. 1800) . t02
La imagen del faraón 195
Emplazamiento y nombre t02
Fuentes de la historia de Assur 105
El gobiérno de EgiPto 196
La entrada de Assur en la escena internacional 108 200
Lít&ututu del ImPerio Medio
La ciudad-estado de Assur 110 y dominio de los hicsos
3. Los mercaderes paleoasirios en Anatolia (c. 1900-c. 1830) 111
5 El Segundo Período Intermedio el 201
en E{iPto (c. 1720-c' 1550) 202
Introducción 111
Cronóiogía . 205
Organización del comercio asirio tt4 Las dinaitías XIII Y XVII 206
4. Mari y su mundo (c. l8l0-c. 1760) . 118 Dinastías XIV Y XVI 207
Introducción 118 Los hicsos Y EgiPto
El escenario político 12r
El reino de Mari '. 124
Sr,cuNon PARTE
5. Hammurabiy ln primera dinastía de Babilonia (1894-1595) 131
Ascensión de Babilonia 131 LASGRANDESPoTENCIAS(c.1600-c.1050)
El rey, el país y los súbditos r33 215
Decadencia de Babilonia Nuevo (L552t1550-1069)
139
4. Er Ecpro TMPERIAL: EL IMPERIo
215
1 Cronología Y fuentes
3. Ecpro DESDE LA DINASTÍn I Hnsra LA DTNASTÍA XVII (c. 3100/
I tt fundación del Egipto imperial:
de Amosis a Tutmosis /V
3000-1552) t4t 2. 2r9
I 3901 )
El país y el medio ambiente Ti¡i",tta XVIII: I ss}- I 40s t
141 de la dinastía XVIil
Historia dinástica: las fuentes y sus problemas 146 3. El período de el-Amarna: última fase 225
1. tios- t to6 t 1 3eo- 12es I )
(
l^aformación del estado egipcio r48 XIX y XX (1306
Tradición de unificación r48 4. Últi*o fase del lruperio Nuevo: dinastías 236
Testimonios 150 t12951-1s69¡ 237
Culturas predinásticas 155 Guena Y Paz 241
Replanteamiento de la unificación de Egipto 157 Decadencia del ImPerio Nuevo 243
El Egipto dinástico arcaicb 1s9 5 El estado del ImPerio Nuevo 244
2. Egipto durante el Imperio Antiguo (dinastías III-VI: c.2686- El faraón Y la monarquía 249
2rgt ) 160 Las esPosas reales 250
Testimonios de la época 162 El ejército 253
Más allá del valle del Nilo 170 Á¿áinit,tación central y economía
493
fNuce
492 EL ORIENTE PRÓXIMO EN LA ANTIGÜEDAD
37r
Templos estatales y piedad popular 25s 7 MESOPoTAMTa c. 1600-c' 900
371
La caída del Imperio Nuevo: el problema de los testimo- 1. l,a Babilonia casita (1595-1155) 371
nios 257 La llegada de los casitas 374
ei i*ñt.ro de los casitas sobre Babilonia 379
5. Los Hnnls 259 Babilónia entre las grandes potencias 389
(c' 1400-c' 1050)
Anatolia desde el período paleoastrio hasta la aparición del 2. Asiria durante el período medioasirio 390
reino hitit.a (c. 1800-c. 1650). 259 (1365-1245 t1353- 12341) -
Ashur_ubalri, v"rrí*ur"ror", 395
Et reinado dehukulti-Ninurra |
(1244-1208 t1233-11971)
2. El problema de la cronología, las fuentes y la geografía 263 399
Fases históricas y cronología de los distintos reyes 263 iigtattr-pileser I (1 1 14-1076).'
403
Las fuentes. 266 iíto.ié¿ad del período medioasirio 407
Elam: el período clósico (c' 1450-c'
1100)
Geografía histórica 272 3. 407
3 El Reino Antiguo Hitita (c. 1650-c. 1500) 273 Definición Y fuentes ' 410
El testamento político de Haausili I 273 Perfil histórico c' 1100 ' 416
Las guerras de Hattusili I y Mursili I 276 Estructura Política Y sociedad
El «Edicto de Telepinu>> 279 4. Babilonía: el fin de los casitas
y las dinastías sucesivas
4t7
4. El Imperio Hitita (c. 1430 fi4201-c. 1200) 285 (1158-c.905)
El Imperio Arcaico 285 425
Las conquistas de Suppiluliuma I 287 Notas 43r
El reinado de Mursili II 289 Bibtiografía 47t
Muwatalli, Urhi-Teshub y Hattusili III 293 Índice alfabético 483
Los últimos reyes hititas 298 Índice de figuras 485
5 El estado hitita 301 Índice de maPas 487
El gran rey y los reyes vasallos 30r Índice de cuadros
El gran rey y sus oficiales 305
El país de Hatti 307
Contaminación y purificación, culpa y penitencia . 3r0
Rey, corte y ceremonial 312

6. Snn Y LEVANTE 3r8


1. Mitanni y los hurritas 318
¿Quiénes eran los hurritas? 318
El reino de Mitanni 325
Naturaleza del estado de Mitanni 332
Sociedad 335
2. Ugarit 337
ElreinodeUgarit . : : : : 338
Historia política de Ugarit . 343
3. Emar 352
4. El imperio egipcio en Siria-Palestina 355
Fuentes y terminología . 355
Las conquistas egipcias 358
Canaán bajo el poder de Egipto . 364
Nota sobre el imperio egipcio en Nubia 369

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